Está en la página 1de 1

Después de más de tres años de proceso judicial en la prisión de Sincan (a las afueras de Ankara), un tribunal turco ha condenado este

jueves
a 24 militares y cuatro civiles a cadena perpetua por su papel en el intento de golpe de Estado de julio de 2016. Entre los condenados hay
cuatro generales de brigada, tres coroneles y dos oficiales con grado de teniente coronel, así como los pilotos que, durante la noche del golpe
(15-16 de julio de 2016), bombardearon el Parlamento, los alrededores del Palacio Presidencial —donde murieron 15 personas— y varios
cuarteles policiales. Estos militares han recibido cada uno entre 1 y 79 cadenas perpetuas no revisables, si bien la decisión es recurrible ante
el Tribunal Supremo de Turquía.

Los civiles condenados son cuatro individuos a los que se acusa de dirigir las operaciones de los militares sublevados desde la base de las
Fuerzas Aéreas de Akinci, en el extrarradio de Ankara. Son considerados los “imanes” del golpe, una figura utilizada por el entramado de la
organización político-religiosa de Fethullah Gülen. Este predicador islamista, exiliado en Estados Unidos desde finales de los años
noventa, infiltró durante décadas a sus seguidores en diversos estamentos de la Administración del Estado y las fuerzas de seguridad.

Tras la llegada al poder del partido del presidente, Recep Tayyip Erdogan, en 2002, también de ideología islamista, ambos grupos entablaron
una fructífera relación que les sirvió para deshacerse de sus oponentes en la judicatura y las fuerzas armadas. Sin embargo, una vez
neutralizados sus enemigos comunes, Erdogan y Gülen se lanzaron a una lucha por el poder que desembocó en la ruptura de la alianza en
torno a 2013 y, unos años más tarde, en la declaración de los gülenistas como organización terrorista.

En la estructura gülenista, los “imanes” tienen un rango superior a los demás seguidores y estos deben acatar sus órdenes aunque
formalmente en la realidad tengan un cargo más elevado. Estos cuatro condenados fueron detenidos a la mañana siguiente del golpe en los
campos de los alrededores de Akinci tratando de alejarse de la base militar. Con ellos fue detenida una quinta persona, Adil Öksüz,
considerado el enlace directo entre Fethullah Gülen y los golpistas de Akinci, si bien fue liberado por un juez tras alegar que se hallaba allí
buscando terrenos en los que hacer una inversión inmobiliaria. Después de su liberación, escapó y se le perdió la pista, si bien se cree que
podría residir en Alemania. Öksüz ha sido juzgado en el proceso cuya sentencia se ha leído este jueves, pero su caso ha sido separado a pieza
aparte como los de otros cinco juzgados actualmente en fuga.

El juicio sobre lo ocurrido en la base de Akinci es una de las piezas principales de los más de 300 procesos que se han abierto desde la
asonada militar. También es el mayor: en total hay 475 acusados de los que 365 se hallan en prisión preventiva. Sus penas o absoluciones se
conocerán a lo largo del jueves a medida que el tribunal lea la sentencia.

La sublevación militar de 2016 fue un trauma para Turquía, un país que creía haber dejado atrás el golpismo tras cuatro asonadas exitosas
(1960, 1971, 1980 y 1997). En la noche del 15 al 16 de julio murieron 251 personas a manos de los golpistas —en su mayoría civiles y
policías leales— y un número nunca publicado oficialmente de militares rebeldes, que algunos calculan en un centenar. Pero, además, el
fallido golpe sirvió como doctrina del shock para que Erdogan obtuviese el apoyo político necesario para transformar el sistema
parlamentario turco en uno presidencialista que aúna múltiples poderes en su persona. Desde entonces, se han sucedido las purgas en la
Administración y en la política contra presuntos gülenistas, y también contra otros grupos opuestos al presidente.

Se adhiere a los criterios de

También podría gustarte