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Se ha dicho que Jesús usó palabras tan fuertes contra el pueblo judío, que a través de ellas
se puede ver su rechazo total de ese pueblo como nación elegida y que esas nuevas y fuertes
declaraciones suyas fueron algo que podía surgir solamente de una fuente de amargura de
un profundo odio expresado y proclamado por primera vez contra ellos entre uno de los
suyos. Se dice que en los escritos de los otros profetas y apóstoles del llamado Nuevo
Testamento se citan declaraciones semejantes.
Pero, ¿fueron esas palabras del Señor originales? ¿Alguien las pronunció antes que él
alguna vez? ¿Puede ser que él las haya tomado de algún lugar para apoyar su mensaje de
exhortación al arrepentimiento, para poder sacudir al pueblo de Israel? ¿Puede haber
ocurrido lo mismo con los apóstoles? ¿Es posible que las palabras del Señor y de los
profetas para con su pueblo escogido fueran igual de duras que las que pronunció Jesús?
Leamos con atención las siguientes palabras que son presentadas a continuación las cuales
no son de despreciar y nos pueden hacer meditar y replantear. Leámoslas también a la luz
de los siguientes párrafos:
Y cuando llegó cerca de la ciudad [Jesús], al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si
también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está
encubierto de tus ojos. (Lucas 19.41, 42)
Saikán, Bolivia
Marzo de 2014.
1
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MINISTERIO CRISTIANO JESÚS ES LA VIDA – SAIKÁN
sergiosaikan@hotmail.com
2
La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,
Generación torcida y perversa.
¿Así pagáis a Yahveh,
Pueblo loco e ignorante?
¿No es él tu padre que te creó?
El te hizo y te estableció. (Deuteronomio 32:5,6)
3
Oh Dios de mi alabanza, no calles;
Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí;
Han hablado de mí con lengua mentirosa;
Con palabras de odio me han rodeado,
Y pelearon contra mí sin causa.
En pago de mi amor me han sido adversarios;
Mas yo oraba.
Me devuelven mal por bien,
Y odio por amor.
Pon sobre él al impío,
Y Satanás esté a su diestra. (Salmo 109:1-6)
Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Yahveh: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se
rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no
entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de
maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Yahveh, provocaron a ira
al Santo de Israel, se volvieron atrás. […] Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de
Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. (Is. 1:2-4; ver Ez. 16:44-)
Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden
ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir.
Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender;
todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por
su lado. (Isaías 56:10,11)
4
Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que comiere de sus
huevos, morirá; y si los apretaren, saldrán víboras.
Sus telas no servirán para vestir, ni de sus obras serán cubiertos; sus obras son obras de
iniquidad, y obra de rapiña está en sus manos.
Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos,
pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos.
No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas;
cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz.
Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he
aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.
Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a
mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos.
Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas;
esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.
Porque nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados han
atestiguado contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos
nuestros pecados: el prevaricar y mentir contra Yahveh, y el apartarse de en pos de nuestro
Dios; el hablar calumnia y rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira.
Y el derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la
equidad no pudo venir.
Y la verdad fue detenida, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Yahveh, y
desagradó a sus ojos, porque pereció el derecho. (Isaías 59:1-15)
¿Cómo te he de perdonar por esto? Sus hijos me dejaron, y juraron por lo que no es Dios.
Los sacié, y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías.
Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo.
¿No había de castigar esto? dijo Yahveh. De una nación como esta, ¿no se había de vengar
mi alma?
Escalad sus muros y destruid, pero no del todo; quitad las almenas de sus muros, porque
no son de Yahveh.
Porque resueltamente se rebelaron contra mí la casa de Israel y la casa de Judá, dice
Yahveh.
Negaron a Yahveh, y dijeron: El no es, y no vendrá mal sobre nosotros, ni veremos espada
ni hambre; antes los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra; así se
hará a ellos.
Por tanto, así ha dicho Yahveh Dios de los ejércitos: Porque dijeron esta palabra, he aquí yo
pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá.
(Jeremías 5:8-14)
5
Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de
Efraín.
Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues;
porque no te oiré.
¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? […]
Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me
seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.
Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza
de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros
padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos,
enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que
endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres.
Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán.
Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de Yahveh su Dios, ni admitió
corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada.
Corta tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque Jehová ha aborrecido
y dejado la generación objeto de su ira. (Jeremías 7:8-17; 23-29)
Les dirás asimismo: Así ha dicho Yahveh: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no
vuelve al camino?
¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el
engaño, y no han querido volverse.
Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo:
¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con
ímpetu a la batalla.
Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan
el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Yahveh.
¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Yahveh está con nosotros? Ciertamente la
ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. (Jeremías 8:4-8)
¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y
noche los muertos de la hija de mi pueblo!
¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo,
y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de
prevaricadores. (Jeremías 9:1,2)
A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos
tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Yahveh,
y delante de sus santas palabras.
Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los
pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta.
Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad,
dice Yahveh.
Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en
él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Yahveh. En los profetas
de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal [Baal-Zebub:
Satanás, ver 2 Re. 1:1-6; Os. 9:10; Sal. 106:37; Dt. 32:17], e hicieron errar a mi pueblo de
Israel. Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en
mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su
maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
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Por tanto, así ha dicho Yahveh de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les
hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió
la hipocresía sobre toda la tierra. (Jeremías 23:9-15)
Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se
rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día.
Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así
ha dicho Yahveh el Señor.
Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre
conocerán que hubo profeta entre ellos.
Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre
zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas
delante de ellos, porque son casa rebelde.
Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.
Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde;
abre tu boca, y come lo que yo te doy. (Ezequiel 2:3-8)
Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa
de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. (Ezequiel 3:7)
¡Cuán inconstante es tu corazón, dice Yahveh el Señor, habiendo hecho todas estas cosas,
obras de una ramera desvergonzada, edificando tus lugares altos en toda cabeza de
camino, y haciendo tus altares en todas las plazas! Y no fuiste semejante a ramera, en que
menospreciaste la paga, sino como mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a
ajenos. (Ezequiel 16:30-32)
Concibió ella otra vez [Gomer hija de Diblaim, la mujer de Oseas] y dio a luz una hija.
Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama [no compadecida], porque no me
compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo.
[…] Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo.
Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi [no pueblo mío], porque vosotros no sois mi
pueblo, ni yo seré vuestro Dios. Decid a vuestros hermanos: Ammi; y a
vuestras hermanas: Ruhama. (Oseas 1:6-9; 2:1; pero ver también el apéndice al final)
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Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto, acudirán a
Asiria.
Cuando fueren, tenderé sobre ellos mi red; les haré caer como aves del cielo; les castigaré
conforme a lo que se ha anunciado en sus congregaciones.
¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra
mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron mentiras contra mí.
Y no clamaron a mí con su corazón cuando gritaban sobre sus camas; para el trigo y el
mosto se congregaron, se rebelaron contra mí.
Y aunque yo los enseñé y fortalecí sus brazos, contra mí pensaron mal.
Volvieron, pero no al Altísimo; fueron como arco engañoso; cayeron sus príncipes a
espada por la soberbia de su lengua; esto será su escarnio en la tierra de Egipto. (Oseas
7:1-16)
Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros,
contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al
huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Yahveh de
los ejércitos. (Malaquías 3:5)
Generación torcida y perversa, pueblo loco e ignorante, bestias rapaces, perros, malignos, compañeros de
Satanás, serpientes, áspides, impíos, necios, fatuos, víboras, arañas, generación de malignos, príncipes de
Sodoma, pueblo de Gomorra, pecadores, hipócritas, sordos, ciegos, ignorantes, perros mudos comilones e
insaciables, hijos de hechiceros, generación adúltera y fornicaria, hijos rebeldes, generación mentirosa,
compañía de adúlteros, caballos bien alimentados que relinchan en pos de toda mujer, viento, leña que se
consumirá, generación objeto de su ira, pueblo rebelde con rebeldía perpetua, pueblo que no conoce el juicio de
Yahveh, escribas de pluma mentirosa, congregación de prevaricadores, profetas de Baal (Baal-Zebub: Satanás),
moradores de Sodoma y Gomorra, hijos de rostro duro y de empedernido corazón, casa rebelde, zarzas,
espinos, escorpiones, casa dura de frente y obstinada de corazón, ladrones y salteadores, hornos encendidos,
tortas volteadas, aves sin entendimiento, ¡ay de ellos!, arcos engañosos, hechiceros, ramera desvergonzada,
mujer adúltera, no compadecidos, desechados, pueblo no mío, la casa de Yahveh considerada una cueva de
ladrones, pueblo con su Templo abandonado por Dios…
Jesús usó simplemente las palabras puestas por Dios en la Ley, los Profetas y los Salmos,
las mismas que usaron Moisés, David, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Malaquías, etc.,
para reprender a su pueblo de su ceguera y endurecimiento y volverlo al arrepentimiento.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él [el profeta que iba a venir como Moisés]
hablare en mi nombre, será desarraigada del pueblo. (Deuteronomio. 18:19).
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APÉNDICE
Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus
fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos; no sea que yo la despoje y desnude, la ponga
como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.
Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución.
Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan
mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.
Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos.
Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi
primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.
Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a
Baal. Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que
había dado para cubrir su desnudez.
Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.
Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.
Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y
las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.
Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba
tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová.
Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón.
Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de
su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto.
En aquel tiempo, dice Yahveh, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali.
Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres.
En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la
tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura.
Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y
misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Yahveh.
En aquel tiempo responderé, dice Yahveh, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la
tierra. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel.
Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú
eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío. (Oseas 2.2-23)