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Una ráfaga de viento frio se coló por la ventana era los inicios del otoño, aun oscuro “Marco”

no pudo caer en el sueño profundo muchas cosas le rondaban la cabeza quizás era la
preocupación del negocio o tal vez era porque entre sueños sintió escuchar la voz de su esposa
llamarlo, se levantó y se llevó un vaso de wisky a la boca, para él no había nada mejor que el
alcohol para apartar a los fantasmas de su mente. Junto a su mesa estaba aquella carta de su
hija, aquella pequeña convertida ya en mujer a quien no podía dirigirle la palabra, pues como
ex militar retirado la primera cosa que aprendió fue que el amor es para débiles, en la carta
con un argumento frio ella le decía que se iría a “Grace Bay” a pasar sus vacaciones.

Carla encendió la radio, pues la noche le pareció una tortura necesaria, raras veces sufría de
insomnio, pero en esta ocasión el tener en su mente estar a 40 minutos de su pueblo natal, la
ponía incomoda, ese deseo desesperante de sentir que la casa que la vio crecer aún existía una
pequeña parte de su madre, sin embargo, su padre quien se sumergió en el alcohol la había
mantenido alejada tantos años. Saco de la mesa de noche el frasco de aspirinas, pues por la
mala noche y la tensión de los acontecimientos venideros, le hacía aquejarse de la cabeza.

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