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Zabioullah, Afganistán, 22 años  Tranquilo

Me llamo Zabioullah, soy de Afganistán y tengo 22 años.

Antes de huir tenía una vida dura. Vivia en un pueblo. La vida era muy difícil: Había guerra, estaba
el DAESH, las mafias, los ladrones.

Salí para tener una vida más tranquila.

DAESH y los talibanes empezaron a reclutar gente. Tienes que colaborar con ellos en contra del
gobierno.

Un par de veces pidieron la mano de mi hermana, a la fuerza la cogieron y la mataron.

Estaban reclutando jóvenes para que colaboraran con ellos para luchar contra los
norteamericanos. Me lo pidieron varias veces y por eso me fui.

Si colaboraba con los Talibanes el Gobierno me podía matar, y viceversa. Y yo no quería matar a
nadie. Por eso tuve que salir.

Si te encontraban los talibanes y te preguntaban por qué no llevas barba, si no tienes, te cortan la
cabeza.

Opté por marcharme de mi país a pie, y dirigirme a Pakistán. Mi familia vendió todos nuestros
terrenos para pagar a un traficante de 12.000 dólares con la promesa de llegar a Europa. Este me
ayudó a cruzar Irán, Turquía, hasta llegar a Grecia, desde donde llegé a España escondido en un
camión. Desembarqué en Bilbao solo, sin recursos, y sin apenas posibilidad de comunicarse con
nadie. Hasta que a una mujer que me encontró, no sólo me dio agua y comida, sino que me facilitó
un traductor de mi lengua, el farsi. Tres semanas después, llegaba un centro de acogida, y con el
asesoramiento de CEAR pude pedir un asilo que sigue sin respuesta.

Medina, Afganistán, 30 años  Rabia y desespero

Soy Medina, tengo 30 años y viajo desde Irán con mis 4 hijos, el menor tan solo tiene 6 meses y lo
llevo en brazos y mi hermano de 17 años.

En Afganistán tuve problemas y me vi forzada a marcharme. Estaba sola con mis pequeños, pues
por si no fuera poco mi esposo me había dejado y tenía que cargar yo sola con mis hijos.

Mi familia lleva un mes de viaje durante el que hemos tenido que cruzar el mar, nos hemos topado
con traficantes o nos hemos visto obligados a dormir en un bosque. Mis hijos han pasado por un
sinfín de dificultades de salud durante esos días. No fue posible coger muchas cosas. Mis
pequeños se han resfriado. Perdieron sus guantes y gorros en el camino.

“Dios sabe que cuando llegamos al borde del mar tenía tanto miedo que pensé que nos
ahogaríamos todos”.

“Es muy difícil viajar con los niños, han pasado frío, se han puesto enfermos, lloran mucho”.

No tengo nadie. Pero mi mayor deseo es llegar a Alemania para ofrecer a mis hijos un futuro.
Pienso que allí podrán estudiar.
Jahanzeb, 35 años, Afganistán  Triste

-Vengo de Afganistán. Somos de la etnia Waziri (y su hermano Shakib de 18 años) . Durante cinco
años trabajé en la OTAN como supervisor de contenedores. Cuando la OTAN se fue, volvieron los
talibanes y me pidieron 10.000 dólares. Me enviaron una carta en la que decía que fuera del país
porque había trabajado en la OTAN. Quiero asilo en un país de la OTAN.

Hemos venido a Europa porque queremos tener una vida segura. Si hubiera paz en mi país no
hubiera venido. Aunque en nuestro camino hemos sufrido maltrato por parte de los agentes de
policía búlgara. Nos quitaron lo poco que llevábamos, incluida la comida. Me quedé sin zapatos y
crucé descalzo las montañas que separan Bulgaria de Serbia.

No sabía que el viaje sería tan duro. No he tenido ni un minuto de paz, he llorado casi todos los
días, me han pegado, me han robado.

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