Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
net/publication/332211640
CITATION READS
1 88
5 authors, including:
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
Los Hitos -Arisgotas, Orgaz- (Toledo). Arquitectura de las élites en el territorio de la Sedes Regia toletana View project
All content following this page was uploaded by Pablo Guerra-García on 04 April 2019.
PROMOTOR:
ADIF AV: Administrador de Infraestructuras Ferroviarias Alta Velocidad.
Dirección Facultativa:
Manuel M. Puga Fernández, Violeta González Aleñar, Sergio González Nakagomi,
Ángel Contreras Marín, Cristina Fort Cabezón, Elisa Bueno, Elena Artalejo.
EQUIPO TECNICO
Emilia de Aragón Balboa – Sandoval. Arqueólogo asesor de Patrimonio Cultural. Dirección y coordinación técnica.
Jorge Morín de Pablos. Victoria Martínez Calvo. Miguel Ángel Velero Tévar. Arqueólogos directores de las actuaciones
arqueológicas de Audema, Gipsia y Astarté respectivamente.
COORDINACIÓN CIENTÍFICA:
Pilar Mena Muñoz y Leonor Berzosa Blanco. Técnicos del Área de Protección de la Dirección General de Patrimonio
Histórico de la Comunidad de Madrid.
COLABORADORES INSTITUCIONALES:
Dirección General de Patrimonio Histórico. Consejería de Empleo, Turismo y Cultura.
Fernando Gonzalo Carrión Morales. Director General del Patrimonio Histórico.
Luis Lafuente Batanero. Subdirector General de Protección y Conservación del Patrimonio Histórico
Miguel Ángel García Valero. Jefe de Área de Protección de Patrimonio Arqueológico,
Paleontológico y Etnográfico.
EDITA:
ADIF AV. (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias-Alta Velocidad).
EDICIÓN:
Dirección y Coordinación Técnica: Emilia de Aragón. Rosa Mª Matas.
Diseño Gráfico: Gráficas Mare Nostrum.
PORTADA:
Ilustración: Emilia de Aragón.
PRODUCCIÓN:
Impresión y Encuadernación: Gráficas Mare Nostrum.
ISBN: 978-84-934572-9-7
DL.: M-9317-2015
Prólogo
La Comunidad de Madrid lleva décadas desarrollando una intensa labor de protección, investigación y difusión de su
patrimonio histórico, en general, y de su singular, extenso y variado patrimonio arqueológico y paleontológico, en particular.
Dentro de los objetivos prioritarios de su política cultural en materia de yacimientos, se marcaron varias líneas de actuación:
I) la realización de los inventarios arqueológicos y paleontológicos
II) la inclusión de este patrimonio en los documentos de planeamiento de los términos municipales de nuestra región
III) y el seguimiento de todas y cada una de las obras que implicaran movimientos de tierra que pudieran afectar a los
referidos bienes
El fin último de esta estrategia era el de garantizar el adecuado tratamiento de esta riqueza patrimonial, en todas y cada
una de las fases que debe llevar una investigación de estas características: la intervención-investigación, la publicación-difu-
sión y la restauración-musealización de los objetos recuperados.
Un aspecto especialmente destacable, y del que la Comunidad de Madrid ha sido pionera, es el de implicar a los distintos
agentes sociales en la custodia y conservación de este acervo cultural público.
Las grandes empresas españolas, tanto públicas como privadas, han sido participes de esta iniciativa, entendiendo que
la protección de nuestra historia, a través de las huellas que ha ido dejando a lo largo de los siglos, es una labor compartida
por todos.
Los ejemplos de esta colaboración son muchos, aunque merece que signifiquemos algunos.
En el año 2008, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) inició una serie de proyectos de obra lineal de
gran envergadura para la construcción de varios trazados ferroviarios.
Tramos que habrían de unir Madrid con poblaciones de Castilla-La Mancha, Levante y Murcia.
En total, las infraestructuras afectaban a un trazado de 28 kilómetros lineales, a cuyo paso se encontraba un área con
abundantes bienes históricos y etnográficos, conocidos y debidamente protegidos en los documentos de planeamiento de
diferentes ayuntamientos, o mediante la declaración de Bienes de Interés Cultural (B.I.C.) con categoría de Zona Arqueológica
o Paleontológica.
La estrecha colaboración entre la Comunidad de Madrid y ADIF se materializó en el seguimiento, investigación-excavación
y recuperación de un buen número de yacimientos, con una amplia cronología y variada tipología, que iba desde el Terciario
y la Prehistoria hasta época Moderna (siglo XVIII).
Muchos han sido excavados y recuperadas algunas de sus estructuras, como los de la Gavia II y El Canal del Manzanares,
en el término municipal de Madrid; en las Terrazas del Manzanares; la Paleolaguna y los depósitos paleolíticos en posición
derivada, o el yacimiento inédito de El Juncal.
También cabe destacar la zona arqueológico-paleontológica de Pinto, denominada El Esparragal-Valdecanto-El Ayudén.
Se trata de una amplia superficie, donde se localizó un poblado de la Edad del Bronce, así como el caserío medieval del Es-
parragal, y los depósitos paleontológicos de El Ayudén.
En el municipio de Torrejón de Velasco se encontraron restos en los yacimientos de La Bruja (paleontológico), Camino de
las Salinas (calcolítico-bronce) y la Herradura (Visigodo).
Fruto de esta cooperación, surge el presente libro, que esperamos que sirva para consolidar esta nueva andadura entre
ambas instituciones, de forma que saquemos a la luz nuestro pasado más remoto, contribuyendo así a conocer mejor de
dónde venimos.
ANA ISABEL MARIÑO ORTEGA
Consejera de Empleo, Turismo y Cultura
Comunidad de Madrid
SECTOR 1
CAPITULO 1
– Los enclaves paleontológicos en la traza del AVE EN EL ENTORNO SUR DE MADRID.
Tramo: Atocha – Getafe. Hallazgos Paleontológicos.
Micropaleontología en los proyectos de construcción de Atocha (Madrid)...................................... 15
CAPITULO 2
– Excavaciones en los talleres de la Estación de Atocha o “del Mediodía”......................................... 37
CAPITULO 3
– Estudio geoarqueológico de los depósitos del antiguo arroyo Castellana-Carcavón (Madrid)...... 51
CAPITULO 4
– El Real Canal del Manzanares. Zona arqueológica.............................................................................. 57
CAPITULO 5
– Yacimiento arqueológico “La Gavia III”
Investigaciones arqueológicas en La Gavia, Villa de Vallecas, Madrid........................................... 141
ANEXOS
– Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados............................. 183
– Yacimiento arqueológico Santa Catalina.............................................................................................. 183
– Yacimiento arqueológico Valdecarros II............................................................................................... 187
– Elemento etnográfico Altamira II.......................................................................................................... 192
– Elemento etnográfico Altamira IV......................................................................................................... 195
– Elemento etnográfico Altamira V.......................................................................................................... 199
– Elemento cultural Bolardo de Atocha................................................................................................... 203
– Arqueología industrial Galerías subterráneas y caseta........................................................................ 205
– Arqueología industrial Galerías y plataforma de Garganta de los Montes............................................211
– Arqueología industrial Galerías de Garganta de los Montes I, II y III................................................... 214
CAPITULO I
– Las terrazas del Manzanares, área de singular riqueza arqueológica............................................. 223
CAPITULO II
– El yacimiento inédito de El Juncal (Getafe). Primera aproximación................................................ 243
CAPITULO III
– La zona arqueológico-paleontológica de El Esparragal-Valdecanto-El Ayudén............................. 281
ANEXOS
SECTOR 3
Con la construcción del tren de alta velocidad en su salida de Madrid hacia el sur, comenzamos una aventura apasio-
nante al descubrir, gracias a la retirada del estrato superficial de terreno, el suelo que pisaron y donde desarrollaron su vida
nuestros antepasados.
Las laderas del río Manzanares y sus afluentes, con los asentamientos prehistóricos, los poblados de la edad del bron-
ce, la cultura íbera en las proximidades de la actual capital, los vestigios romanos…. y toda la historia posterior, hasta el
siglo XVIII con el Real Canal del Manzanares y el siglo XIX, con el desarrollo del ferrocarril, conforman el horizonte cultural
cuyas huellas hemos seguido, documentando nuevos hallazgos que continúan configurando nuestra historia y marcando
nuestro futuro.
Si hacemos un poco de historia, conocemos que, el corredor en el que se ha construido el T.A.V., ha estado densamen-
te poblado desde la antigüedad. Hemos encontrado vestigios de ellos a lo largo del recorrido de la nueva línea ferroviaria,
desde asentamientos prehistóricos, pasando por los poblados íberos, vestigios romanos y medievales, construcciones del
siglo XVIII, con sus utópicos proyectos hidráulicos, hasta concluir, bajo el reinado de Isabel II (1833-1868), con el primer
ferrocarril que se diseñó pensando unir Madrid con Levante y que en un primer momento unió Madrid con Aranjuez. (La
segunda línea a nivel nacional después de la de Barcelona-Mataró que fue la primera en comenzar a funcionar en España).
En Aranjuez el ferrocarril comenzó a prestar servicio el 9 de febrero de 1851 inaugurado por Isabell II, en cuyo primer
viaje no existió estación alguna. En el día de la inauguración, a las 12:20 h. la máquina de vapor comenzaba su marcha.
Cincuenta y cuatro minutos tardaron las locomotoras en recorrer los casi 50 kilómetros que separan Madrid de Aranjuez.
Todo un logro para una época en la que el ferrocarril era el medio más eficaz que se conocía, convirtiéndose en un símbolo
de modernidad y en un importante hito para la sociedad industrial española.
Como datos curiosos sabemos que en los primeros años, se hacían tres viajes diarios. Si tenemos en cuenta que antes
del ferrocarril, la diligencia empleaba seis horas de viaje para ir de Madrid a Aranjuez y tan sólo se admitían un máximo
de 20 viajeros, que debían pagar 25 reales en berlina y 12 reales en imperial para hacer el recorrido, y, los tres trenes
diarios entre Madrid y Aranjuez, empleaban alrededor de una hora con capacidad de hasta 690 pasajeros y los pre-
cios iban desde 20 reales en primera clase a 8 reales en tercera y 4 reales en cuarta clase, comprenderemos el valor que
para el desarrollo económico de un territorio tiene la vía férrea. Social y económicamente pronto comienza a notarse
la influencia que el ferrocarril tiene con la población, sus hábitos cotidianos y sus necesidades.
Nuestro recorrido abarca la salida de Atocha hasta el término municipal de Getafe y su continuación hasta el de Pinto,
para continuar por el municipio de Torrejón de Velasco y finalizar en la conexión con el ramal de la Línea de Sevilla, ya
terminada, en el mismo término municipal.
Seguiremos la línea férrea desde Madrid y recorreremos, como el ferrocarril, los enclaves que hemos ido descubriendo
e investigando durante el desarrollo de la plataforma ferroviaria.
En nuestro viaje con la Línea de Alta Velocidad recorreremos dentro del ámbito ferroviario, el antiguo cauce del Carca-
vón al sureste de la estación de Atocha, continuaremos paralelos al Manzanares, por los terrenos donde se asentaron pue-
blos desde la antigüedad, como el Cerro de la Gavia. En los terrenos de Getafe descubriremos la riqueza paleontológica
y arqueológica de las Terrazas del Manzanares y de un poblado inédito, El Juncal, que nos aportará datos muy valiosos
del periodo calcolítico en la Comunidad de Madrid. Entraremos en los términos municipales de Parla y Pinto, donde estu-
diaremos la fauna del Mioceno Inferior- Aragoniense. Finalmente en el término de Torrejón de Velasco descubriremos un
asentamiento de la época del bronce medio y también restauraremos un puente con valor etnológico que cruza el arroyo
Guatén y es posible que se comunicara con el despoblado de Palomero, antigua aldea hoy desaparecida.
Este trabajo se divide en tres partes que quedan reflejadas en el presente libro siguiendo, como ya hemos dicho, el tra-
yecto ferroviario construido desde Atocha hasta el término municipal de Torrejón de Velasco donde se bifurcan los ramales
de las Líneas de Alta Velocidad de Andalucía y de Levante.
Hemos tenido la suerte de vivir esta aventura fascinante con los arqueólogos directores de las intervenciones, sus cola-
boradores y nuestros equipos, y, a través de las páginas de este libro queremos compartir nuestras increíbles experiencias.
Emilia de Aragón
Coordinador
Audema
CAPITULO 1
– Los enclaves paleontológicos en la traza del AVE EN EL ENTORNO SUR DE MADRID.
Tramo: Atocha – Getafe. Hallazgos Paleontológicos.
Micropaleontología en los proyectos de construcción de Atocha (Madrid)..................................................... 15
–Introducción...................................................................................................................................................... 16
– 1.1. Marco Geográfico................................................................................................................................... 16
– 1.2. Contexto geológico................................................................................................................................. 18
– 1.3. Historia Geológica de los materiales Terciarios y Cuaternarios.............................................................. 19
1.3.1. Terciario......................................................................................................................................... 19
1.3.2. Cuaternario................................................................................................................................... 24
– 1.4. Valoración de la afección del Proyecto Constructivo sobre el Patrimonio Paleontológico de Madrid..... 26
– 1.5. Análisis de las muestras micropaleontológicas...................................................................................... 32
1.5.1. Metodología.................................................................................................................................. 32
1.5.2. Resultados micropaleontológicos................................................................................................. 33
CAPITULO 2
– Excavaciones en los talleres de la Estación de Atocha o “del Mediodía”........................................................ 37
– 2.1. El tren y sus orígenes en la ciudad de Madrid........................................................................................ 38
– 2.2. Estudio histórico del terreno................................................................................................................... 39
– 2.3. Descripción de los trabajos arqueológicos............................................................................................. 43
– 2.4. Conclusiones.......................................................................................................................................... 48
CAPITULO 3
– Estudio geoarqueológico de los depósitos del antiguo arroyo Castellana-Carcavón (Madrid)..................... 51
CAPITULO 5
BIBLIOGRAFÍA
– Bibliografía..................................................................................................................................................... 169
ANEXOS
– Fichas de otros elementos del Patrimonio Cultural de interés, documentados....................................... 183
– Yacimiento arqueológico Santa Catalina........................................................................................................ 183
– Yacimiento arqueológico Valdecarros II......................................................................................................... 187
– Elemento etnográfico Altamira II.................................................................................................................... 192
– Elemento etnográfico Altamira IV................................................................................................................... 195
– Elemento etnográfico Altamira V.................................................................................................................... 199
– Elemento cultural Bolardo de Atocha............................................................................................................. 203
– Arqueología industrial Galerías subterráneas y caseta.................................................................................. 205
– Arqueología industrial Galerías y plataforma de Garganta de los Montes......................................................211
– Arqueología industrial Galerías de Garganta de los Montes I, II y III............................................................. 214
Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comu-
nidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06 y Ref. 03/091076.9/10 emitida el 23 de Marzo de 2010 por la DGPH de la
Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 335/09.
El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzana-
res (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).
1 Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. C/ Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: vdones@audema.com
2 Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. C/ Felipe Campos, 3 (28002 Madrid). e-mail: ftapias@audema.com
El Proyecto de Construcción de la Plataforma para el Incremento de la Capacidad de las Líneas de Alta Velocidad entre
Madrid Atocha y Torrejón de Velasco. Subtramo: Cabecera Sur Atocha a Calle Pedro Bosch, se localiza a lo largo de la calle
Garganta de los Montes, cruzando la calle Comercio mediante un viaducto para continuar paralelo a las vías hasta llegar
bajo el paso superior de la calle Pedro Bosch.
Fig 3. Situación geográfica de los dos proyectos constructivos considerados para el presente estudio micropaleontológico
dentro de la CAM y del propio Término Municipal de Madrid, con su localización más exacta en imagen de satélite 2010.
Fuente de la fotografía Google Earth
El área de estudio se sitúa al noroeste de la Submeseta sur peninsular, dentro del área de la Depresión o Cuenca del
Tajo, concretamente en una subcuenca denominada Cuenca Meso-terciaria de Madrid, ubicándose entre el borde sureste
del Sistema Central y el centro de la propia cuenca.
1.3.1. Terciario
Entre el final del Eoceno y el inicio del Oligoceno, tiene lugar el comienzo de la Orogenia Alpina (relacionada con su-
cesivas etapas de convergencia entre las placas euroasiática y africana) que originará el emplazamiento y elevación en
varios pulsos del Sistema Central, produciéndose un complejo sistema de fracturas y fallas en el basamento hercínico, así
como un rejuego de las fracturas tardihercínicas (Portero y Aznar, 1984; Vegas et al., 1986) que afectarán también a los
materiales mesozoicos depositados sobre el zócalo, quedando a su vez plegados.
Posteriormente, entre el Oligoceno superior y el Mioceno inferior, tuvo lugar el emplazamiento en forma de gran cabal-
gamiento de la Sierra de Altomira, la cual divide la cuenca de N a S, distinguiéndose de esta manera entre la Cuenca de
Madrid, al O de la citada sierra y la Depresión Intermedia o Cuenca de Loranca al E de Altomira (Calvo et al., 1989). Es
también entre el Oligoceno superior y sobre todo durante gran parte del Mioceno, cuando se originan la mayor parte de
los sedimentos que rellenan la Cuenca de Madrid. Como consecuencia de los sucesivos pulsos tectónicos alpinos de esta
época, se produce una continua elevación o generación de los relieves circundantes como el Sistema Central, los Montes
de Toledo y la citada Sierra de Altomira, los cuales funcionaron como áreas madre o áreas de aporte de sedimentos, en la
formación de amplios sistemas de abanicos aluviales coalescentes depositados al pie de estas zonas elevadas (sierras) y
que llegaron hasta el centro de la cuenca. Cuando estos sistemas aluviales emergen del área fuente de cuenca a una zona
de menor pendiente y relieve no confinante, se extienden en su superficie de tal manera que cuanto más se alejan del área
madre más energía pierden y por lo tanto también disminuye su capacidad de arrastre. De esta manera se puede observar
una distribución de estos depósitos del Mioceno de Madrid en orlas concéntricas (ver figura 5), pudiendo dividirse tres tipos
de facies que se repiten en la horizontal (de NO a SE) durante todo el Mioceno:
- Uno más noroccidental lo constituyen las Facies de borde o cercanas al área fuente de la sierra (Facies Madrid). Com-
puesto por sedimentos de origen detrítico, como arenas arcósicas de granulometría variable, en función de la proximidad
del área fuente, en este caso del Sistema Central. Según la terminología geotécnica y en función de su porcentaje en
arcillas, se puede correlacionar este tipo de materiales con las denominaciones de Arena de Miga, Arena Tosquiza, Tosco
Arenoso y Tosco.
La distribución de estos materiales, correspondería a la deposición del propio sistema de abanicos aluviales coales-
centes, pudiendo asemejarse a un sistema deltáico, donde existe una gradación de tamaños de grano desde las zonas
de borde a las zonas más distales, además de depósitos asociados a canales con granulometrías siempre más gruesas
que las que les correspondía por distancia al origen. La posición de los canales de sedimentación cambia en el tiempo,
lo que se traduce en la presencia de lentejones de materiales más gruesos situados a diferentes alturas, con desplaza-
miento lateral.
Los materiales más finos forman parte de la deposición de un medio de inundación, cuya energía y velocidad de sedi-
mentación es mucho menor, depositando arcillas, limos y arenas finas. La presencia de niveles o lentejones de materiales
finos en zonas alejadas, estaría asociada a zonas deprimidas donde el agua es capaz de acumularse con facilidad, lo que
justificaría su lejanía respecto al área origen.
La Facies Madrid está principalmente constituida por arenas feldespáticas provenientes de la meteorización y arrastre
de los materiales que constituyen los relieves graníticos y metamórficos del Guadarrama. Estos materiales forman una
avanzadilla hacia el centro de la cuenca, enriqueciéndose en lechos arcillosos que alternan con niveles de granulometría
mayor. Los niveles no ofrecen continuidad al presentar aspecto lenticular característico de un medio de sedimentación
enérgico, configurado a partir de arroyadas y mantos difusos. La delimitación geológica de los materiales terciarios que la
componen no existe como tal, pero sí una diferenciación práctica.
Habitualmente los materiales detríticos se diferencian por su granulometría, plasticidad y aspecto. Sin embargo, la
gama de materiales detríticos pueden clasificarse de continua y en ocasiones, difícil de definir adecuadamente. Al plas-
1.3.2. Cuaternario
El tránsito hacia el Cuaternario se caracteriza en general por un enfriamiento en el clima de forma muy gradual pero muy
letal para numerosas especies que quedarán extintas. Es en las etapas más tempranas, de la sucesión climática cuaterna-
ria, cuando se generan amplias superficies de arrasamiento sobre las arenas arcósicas groseras de la Unidad intermedia
miocena, depositadas en el término de Madrid. Estas formas de erosión son coetáneas en su génesis con las primeras
terrazas del sistema Jarama-Henares, por lo tanto, son posteriores a la Raña y de edad Pleistoceno inferior antiguo
(Pérez-González, 1994), aunque tradicionalmente se les asignaba una edad genérica Plio-cuaternaria. La continuada in-
cisión de los principales cursos fluviales, dará lugar a las Superficies divisorias o “Rampas arenofeldespáticas” (Vaudour,
1979), que han hecho de divisoria de aguas hasta la actualidad, entre las cuencas de los ríos como la existente entre el
Manzanares y el Jarama al E y la divisoria entre el Manzanares y el Guadarrama al O. Próximas a la zona de estudio, se
situarían varios retazos de estas altiplanicies, a las que se les ha denominado “Superficie de Madrid” (Riba, 1957) o “Ram-
pa de Madrid” (Vaudour, 1979). Está compuesta por dos niveles, uno más alto (S1) en Fuencarral y norte de Ciudad Lineal
(Pinar del Rey) y otro (S2) que conecta la zona norte de La Castellana, con un retazo que queda por Bravo Murillo y otro
a lo largo del distrito de Salamanca, este último retazo es el que atraviesa la obra lineal del Túnel de Serrano y por el que
después se dispone paralelo entre la superficie y el antiguo arroyo de la Castellana. Esta superficie funciona como divisoria
de aguas entre los valles de la Castellana y del Abroñigal.
Seguidamente a la formación de las superficies o rampas, la red fluvial se encaja progresivamente a favor de ellas en
sucesivos episodios de incisión, ensanche y relleno, dando lugar a un conjunto de terrazas escalonadas y glacis formados
topográficamente por debajo de las citadas superficies (San José, MAGNA, 1989), cuyos retazos funcionan como diviso-
rias de aguas entre arroyos y ríos. Las terrazas suelen estar compuestas por secuencias de gravas, arenas y limos. Los
materiales que componen los glacis pueden proceder de las arenas y arcillas terciarias, o bien de las propias terrazas
cuaternarias. A su vez, la continua generación de procesos erosivos y de incisión, origina también coluviones, abanicos
aluviales y erosión remontante asociados a los cursos fluviales principales y de sus tributarios, en donde se depositarán los
sedimentos del fondo de valle. Ver figuras 7 y 8.
Durante los movimientos de tierras asociados a los pozos, túneles, colectores y pasos inferiores del entorno de la Esta-
ción de Atocha, se han observado depósitos del fondo de valle y de la llanura aluvial del antiguo arroyo Carcavón, además
de otros depósitos asociados posiblemente a coluviones y a aportes laterales de la ladera NE del valle del propio arroyo.
La denominación de Carcavón hace referencia al encajamiento o formación de cárcavas a lo largo de curso, como refleja la
cartografía antigua del Parcelario de Madrid (1929) y así denomina y recoge Royo Gómez en la Memoria de la Hoja geoló-
gica de Madrid (1929), también aparece como arroyo de Atocha, del Hospital, o arroyo del Carcavón del Hospital de Atocha.
Este arroyo coincide con el curso inferior del anterior arroyo de la Castellana con cerca de 8 km pero tras desaparecer su
curso alto y medio por la ocupación urbana, queda muy mermado solo con 2,5 km de longitud al encuadrarse entre el inicio
del Paseo del Prado y su confluencia a modo de abanico con el arroyo Abroñigal en su curso bajo a escasamente 1,5 km de
la confluencia del Abroñigal con el Manzanares. Estos arroyos han quedado soterrados y encauzados mediante colectores
Fig. 8. Corte geológico general de los valles del Manzanares y Abroñigal con la
localización de la zona de estudio respecto al entorno geológico más próximo
1.4. Valoración de la afección del Proyecto Constructivo sobre el Patrimonio Paleontológico de Madrid
El registro paleontológico madrileño está compuesto por fósiles que abarcan un extenso rango temporal que comienza en
el Paleozoico; pero los yacimientos más destacados del patrimonio paleontológico madrileño, tanto por su abundancia, estado
de conservación como por la diversidad de taxones que presentan, son los yacimientos de vertebrados del Cenozoico.
Desde el siglo IX se tiene constancia de la aparición de vertebrados en el área de Madrid, pero será a partir del siglo
XVIII cuando estos hallazgos empiecen a ser numerosos. En los últimos años la aparición de nuevos yacimientos paleonto-
lógicos ha sido continua, siendo localizados muchos de ellos como resultado de los trabajos de seguimiento paleontológico
llevados a cabo en los proyectos constructivos que se desarrollan en la Comunidad de Madrid.
Las primeras documentaciones científicas sobre la existencia de grandes mamíferos en los sedimentos de Madrid co-
mienzan a realizarse a mediados del siglo XIX. Anteriormente se habían documentado restos de macromamíferos como los
hallados en las proximidades del Puente de Toledo (Morales, 2002; Pelayo, 1996), pero será a partir de esta época cuando
la paleontología madrileña comience a tener un papel importante.
Dentro de la Hoja de Madrid, las faunas de vertebrados fósiles Terciarios identificadas en los diferentes yacimientos
se pueden separar en dos grandes conjuntos:
- El primero correspondería a los yacimientos encontrados en el área metropolitana de Madrid o en las zonas inmedia-
tamente adyacentes a ella. Estos yacimientos se encontrarían en una unidad litoestratigráfica correspondiente a la unidad
intermedia del Mioceno (Alberdi et al., 1985b) e incluso a la parte alta de la unidad inferior (Calvo, 2000). A este conjunto
pertenecerían las faunas de yacimientos como La Hidroeléctrica, Moratines, San Isidro, Paseo de las Acacias, Arroyo del
Olivar, Puente de Vallecas O’Donnell, Ciudad Pegaso y Cantera del Trapero. La asociación de mamíferos característica de
este conjunto incluye los taxones: Bunolistriodon lockharti, Lagopsis peñai, Megacricetodon collongensis y Pseudodryomys
robustus (Hoyos et al., 1985; Peláez-Campomanes et al., 2000). Este primer grupo de yacimientos es atribuible al Arago-
niense medio y, en principio, se correlaciona con las zonas D y E de Daams y Freudenthal (1981) del Aragoniense de la
Cuenca de Daroca y con las unidades MN 4 y 5 de Mein (1975).
- El segundo conjunto corresponde a yacimientos situados en las facies arcósicas del área de Paracuellos del Jarama
y define una unidad litoestratigráfica que incluye la parte superior de la unidad intermedia (Alberdi et al., 1985b; Calvo,
2000). Las faunas de los yacimientos situados en el Cerro de la Mesilla (Paracuellos 5) y en el Cerro de los Guardias
(Paracuellos 3) contienen los taxones Listriodon splendens, Lagopsis cf. verus, Megacricetodon minor y Megacricetodon
crusafonti. Estas asociaciones se correlacionan con las unidades F/G del Aragoniense superior y la zona MN 6 de Mein
(1975). Por ello, corresponden al Aragoniense superior (Hoyos et al., 1985; Peláez-Campomanes et al., 2000).
Desde el punto de vista de la Paleontología del Terciario la zona de ejecución del proyecto constructivo no afecta a nin-
gún yacimiento terciario documentado (figura 9). En cambio, el área de estudio se ubica en pleno Madrid capital, existiendo
un elevado número de yacimientos de vertebrados fósiles miocenos documentados en sus proximidades, que han sido
tenidos en cuenta a la hora de ejecutar este proyecto. En la bibliografía consultada, hay numerosas referencias a estos
yacimientos.
Yacimientos como El Sotillo, Prado de los Laneros, Atajillo del Sastre, Tejar del Portazgo, Arenero del Portazgo, Las
Carolinas, Fuente de la Bruja, Arenero de Lorenzo y Parador del Sol han sido tenidos en cuenta a la hora de ejecutar este
proyecto por su proximidad al área de estudio. En los siguientes párrafos se va a realizar una pequeña descripción de es-
tos yacimientos a partir de los datos tomados de Baena et al., 2002; Gómez y Morales, 2000c; Sesé y Soto, 2000; 2002.
Al Pleistoceno medio corresponde el yacimiento Arenero de Lorenzo Criado, perteneciendo el resto de yacimientos
al Pleistoceno sin mayor precisión, debido a la falta de resolución bioestratigráfica de los taxones identificados en ellos.
Situado en el Barrio de la Salud, junto al de Usera, se encuentra el yacimiento poco documentado denominado Are-
nero de Lorenzo Criado. La fauna publicada por Royo Gómez en 1931 (Equus caballus y Bos cf. primigenius) hoy en
día se encuentra en paradero desconocido. Royo Gómez considera los restos de bóvido encontrados similares a los
obtenidos en el yacimiento de Torralba y Ambrona, por lo que puede atribuirse al Pleistoceno medio.
El yacimiento del Sotillo, fue descubierto por Wernert y Pérez de Barradas en 1918, y publicado por este último en
1926. Se encuentra localizado entre el río Manzanares y la carretera de Andalucía, contiguo al merendero “El Sotillo”. En
1.5.1. Metodología
Las muestras micropaleontológicas tomadas durante el seguimiento paleontológico fueron recogidas y trasladadas a un
contenedor ubicado en la zona de casetas de obra, donde fueron almacenadas hasta su procesado.
Inicialmente las muestras son lavadas. Para ello, el material que las compone es extendido sobre bandejas para asegu-
rar un correcto secado del mismo y eliminar la humedad que pudieran contener. Posteriormente, las muestras se disponen
en barreños adecuados sumergiéndolas en agua durante unos días, facilitando así la disgregación de la arcilla. Posterior-
mente, son vertidas sobre una mesa de lavado de luz de malla de 630 µm, facilitando la eliminación de la arcilla, quedando
retenido el residuo lavado en el tamiz. En algunos casos es necesario repetir este proceso, debido a la alta proporción de
arcillas que continúan teniendo los residuos después del primer lavado. Este residuo se coloca en bandejas para eliminar
la humedad, introduciéndolas en bolsas y almacenándolas en el Laboratorio de Audema, S.A. a la espera de seguir su
procesado.
Dicho material es tamizado para ser separado en fracciones y así facilitar el trabajo de triado. Para el tamizado se ha
empleado una columna de tamices CISA, modelo 203/50 y 200/50, de luz de malla decrecientes (2,00 mm, 1,60 mm, 1,00
mm y 0,63 mm). Cada una de las fracciones obtenidas ha sido triada con ayuda de una lupa binocular, es decir, el material
es revisado grano a grano vertiendo poco a poco pequeñas cantidades del residuo en una bandeja que es barrida bajo
la lupa binocular, lo que permite extraer los restos óseos y dentales que pueda contener el residuo. Así para el triado se
ha empleado una lupa Motic, modelo SMZ-140 series, con aumentos 10x20 e iluminadores de luz fría SCHOTT, modelo
KL 200. Los restos con interés paleontológico, son extraídos y clasificados anatómicamente, en el caso de elementos del
esqueleto post-craneal, y taxonómicamente, en el caso de piezas dentales. Para estas últimas se han realizado medidas
de longitud y anchura máxima (entendiendo longitud como el eje máximo en disposición paralela a la pieza orientada y
anchura como el eje máximo perpendicular) con un objetivo micrométrico calibrado con un micrómetro objetivo de 1 mm.
Para la documentación fotográfica de las piezas se ha empleado una cámara Casio EX-Z 850, de 8,1 megapíxeles, extra
large 2,5” LCD, 3x Optical zoom.
La figura que se presenta a continuación muestra diferentes fotografías del procesado de las muestras micropaleonto-
lógicas.
El plan de muestreo aprobado para este proyecto constructivo determinaba la recogida de muestras de 500 kg para el
estudio de microfauna.
Durante el programa de vigilancia paleontológico desarrollado en los siguientes proyectos constructivos, se han tomado
13 muestras de 500 kg para análisis de microfauna. De la totalidad de las muestras el 84% se ha tomado de niveles tercia-
rios recogiendo el 16% restante en materiales de edad Cuaternaria.
Inicialmente se procesaron 250 kg de cada muestra con el objetivo de realizar una primera valoración de su potencial
paleontológico. Tras este primer análisis, se obtuvieron restos óseos y dentales de microvertebrados en todas ellas. En
base a estos resultados las muestras se consideraron positivas desde el punto de vista micropaleontológico, por lo que se
realizó el procesado del resto del material.
Las piezas dentales y en especial los dientes yugales, son los restos con mayor valor paleontológico, ya que presentan
caracteres diagnósticos que permiten realizar determinaciones taxonómicas específicas. Por ello, las muestras son consi-
deradas positivas cuando presentan al menos una pieza dental, ya que son las determinaciones taxonómicas de los restos
las que permiten realizar estudios paleontológicos concretos.
Fig. 12. Piezas dentales recuperadas en material de edad cuaternaria, perteneciente a los Órdenes Lagomorpha y Rodentia
Fig. 13. Selección de restos micropaleontológicos del Orden Rodentia, tras el procesado de muestras Terciarias
La presencia de elementos pertenecientes al género Cainotherium, unido a los estudios geológicos realizados en la
zona, permite avanzar que estas muestras pertenecen al Aragoniense medio, concretamente a la biozona D de Daams y
Freudenthal (1981) y 5 de Mein (1975). Desde el punto de vista paleoambiental, la presencia de Armantomys en el material
muestreado indica un clima seco y espacios abiertos (Luis et al., 2000).
Estudios más concretos del material obtenido (tanto terciario como cuaternario), permitirán ampliar la información pa-
leontológica del resto de niveles muestreados.
Desde un punto de vista geológico, se han podido documentar dos unidades geológicas correspondientes a las facies
distales del sistema de abanicos aluviales coalescentes en el caso de la Unidad I de limos arcillosos marrones, y los
depósitos de margen lacustre compuestos por arcillas verdosas de la Unidad II. Ambos depósitos se generaron durante
el Mioceno medio y en más concretamente en el Aragoniense medio, correlacionándose con las Biozonas Dc y Dd de
Daams (1984). Además se han documentado también los sedimentos fluviales-aluviales asociados al valle del antiguo
arroyo Carcavón.Todas las muestras micropaleontológicas tomadas durante el control de los movimientos de tierras han
Fig. 14. Restos de microvertebrados obtenidos en material terciario, perteneciente a los Órdenes Lagomorpha y Artiodáctila
Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comu-
nidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06.
El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzana-
res (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).
Es necesario subrayar la importancia que el nacimiento y posterior desarrollo del ferrocarril ha tenido en los últimos
175 años de la sociedad española, influyendo decisivamente en los campos económicos, políticos, sociales y culturales y
favoreciendo los términos municipales por los que atraviesa.
De esta manera, el conocimiento de este hecho histórico aplicado a ámbitos geográficos y sociales concretos, ayuda a
comprender la historia global de una región y la evolución de un país.
El ferrocarril tiene así, una importancia decisiva en el devenir histórico de España y en concreto la Comunidad de Madrid.
Los primeros ferrocarriles españoles nacen bajo el reinado de Isabel II, 1833-1868, período caracterizado por una oli-
garquía financiera de carácter liberal. De esta manera, la política ferroviaria del momento se basaba en las pretensiones
comerciales de la clase burguesa. Los primeros ferrocarriles imitaban la forma de estrella radial de la red de comunicación
francesa. Cabe añadir a este punto que las líneas ferroviarias eran un claro reflejo del desequilibrio territorial español, en
el sentido que aquellas zonas que no siguieron un buen ritmo de industrialización, se vieron marginadas por los nuevos
trazados de las vías de comunicación. Por un lado existiría el desarrollo del litoral cantábrico y del levante catalán, y por
otro, el estancamiento de la zona de la cordillera ibérica y la frontera hispano-portuguesa1. En la época en la que se inau-
gura el ferrocarril de Aranjuez ya se proyectaba la primera gran línea peninsular con la idea de prolongar esta misma hasta
Almansa, hasta el Mediterráneo.
El desarrollo del ferrocarril en España podemos dividirlo en dos periodos diferentes que se corresponden con dos mo-
mentos político-sociales. Un primer momento se produciría bajo el mandato de Isabel II, cuando se crean dos ejes básicos:
son las líneas de Madrid a Zaragoza y de Madrid a Hendaya, de carácter local e intereses privados. El segundo periodo
sería durante la Restauración, momento en el que implantaron líneas ferroviarias radiales de carácter regional e intereses
estatales como la línea de Ciudad Real- Badajoz. Se trata de proyectos menos ambiciosos que los de Isabel II, pero con
ellos se articuló gran parte de la geografía española hasta la llegada de Primo de Rivera. A este periodo clásico le sucedería
una tercera fase denominada “MOP” (Ministerio de Obras Públicas) iniciada bajo la dictadura de Primo de Rivera. Se trata
del Plan de Ferrocarriles de Urgente Construcción de 1926 que a causa de la Guerra Civil no finalizó hasta 1972.
Resulta difícil enmarcar el nacimiento de la línea entre Madrid y Aranjuez en el seno de una política seria de redes ferroviarias,
o como resultado de un proceso de industrialización y mejora de la tecnología. En España todo este proceso se vivió de manera
tardía, de manera que la introducción del ferrocarril va ligada al interés de una oligarquía económica para demostrar síntomas de
modernización. En realidad, la primera mitad del siglo XIX se caracterizó por los intentos de la burguesía en llegar al poder y su
fracaso en lograrlo. La burguesía fue consiguiendo espacios de poder y económicos pero no fue capaz de exponer un programa
político claro como reflejo de una sociedad democrática, lo que supuso un proceso de industrialización inestable.
La política ferroviaria de estos años acentúa un desequilibrio territorial entre aquellas provincias que contaron con estos
promotores y las que no, zonas, éstas últimas, que mantuvieron durante décadas una estructura social y económica agraria.
La primera vía férrea española, la que unía Barcelona con Mataró se había inaugurado en 1848, producto del desarrollo de
la industria textil en la zona de Cataluña. En Madrid, el 9 de febrero de 1851 la reina Isabel II inauguraba la línea de ferrocarril
que unía Madrid con la localidad de Aranjuez, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y en un importante guiño a la socie-
dad industrial, aunque las consecuencias del establecimiento de esta línea no respondían a las mismas razones que la línea de
Barcelona- Mataró.
Fue el Marqués de Salamanca quién convenció a la reina de la importancia y la rentabilidad de contar con el ferrocarril.
Las obras de este tramo se iniciaron en 1846, aunque entremedias sufrieron algunas interrupciones, así que no fue hasta 3
años más tarde cuando se reanudaron con fuerza, pudiéndose inaugurar en 1851. La concesión provisional fue aprobada
_________
1
Esteve García, Juan P. “El ferrocarril Madrid-Ciudad Real-Badajoz” en Monografías del Ferrocarril / 25, pág. 19
El desarrollo de la red ferroviaria fue muy importante para el dinamismo urbano y económico de la ciudad.
Con la línea de Aranjuez se iniciaba el desarrollo de una red radial de ferrocarriles que con centro en Madrid llegaba a
todas las provincias del país. La estación se situó en el paseo de Atocha, junto al arroyo Carcavón, y en 1856 pasó a ser la
cabecera de la Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, sociedad de capital mayoritariamente francés.
En 1859 se creó una segunda estación, la de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte de España, sobre la que había
sido posesión del Príncipe Pío de Saboya y con el propósito de construir una línea que enlazara Madrid con Hendaya.
El problema es que cada una de estas estaciones estaba situada en un extremo de la ciudad, por lo que los pasajeros y
mercancías que querían enlazar de una estación a la otra tenían que cruzar la ciudad por otros medios. En 1866 se subsa-
nó este problema con la construcción de una línea de circunvalación que atravesaba los nuevos barrios del sur del ensan-
che. Esta solución condicionará notablemente el desarrollo urbano de estos barrios, en los que proliferaron las industrias,
las fábricas, los talleres, los almacenes, y, por supuesto, nuevas estaciones de ferrocarril. Así, en 1878 el establecimiento
de la estación de las Delicias, explotada por la Compañía del Ferrocarril de Madrid a Cáceres y Portugal, terminó por con-
solidar este pasillo ferroviario, a la que siguieron la Estación de Goya (con destino a Villa del Prado y Almorox), la Estación
del Niño Jesús (con destino Arganda y posteriormente Aragón), y las estaciones Imperial y de las Peñuelas, ambas cons-
truidas por la Compañía de los Ferrocarriles del Norte.
En las tres primeras décadas del siglo XX se siguió la tendencia de ubicar las dotaciones ferroviarias en la mitad sur de
la ciudad. De nuevo, en las inmediaciones de la vía de circunvalación la Compañía de los Ferrocarriles del Norte instaló
dos nuevas estaciones; una para el transporte de mercancías, llamada Imperial, por estar ubicada junto al paseo de este
nombre, y otra, la de las Peñuelas, para pasajeros y mercancías, entre los paseos de la Esperanza y de Yeserías. También
se fue completando la red local de ferrocarriles, con líneas que enlazaban con Vallecas (1908) y con Colmenar Viejo (1911),
pasando por Fuencarral, propiedad de la Compañía Madrileña de Urbanización. Por último, se estableció una línea de uso
exclusivamente militar, que cubría el trayecto entre una estación que se instaló en la calle Antonio López y la localidad de
San Martín de Valdeiglesias. En 1927 cerca de 2,5 millones de pasajeros pasaron por las estaciones de la Compañía de
los Ferrocarriles del Norte (Príncipe Pío, Peñuelas), cerca de 1,8 millones pasaron por la estación de Atocha, y más de
130.000 por la de las Delicias, lo que nos da una idea del tráfico humano y el trasiego de mercancías que soportaban las
infraestructuras ferroviarias de Madrid.
Al amparo de la ley de ferrocarriles de 1855, el marqués de Salamanca, que había vendido al Estado el ramal Madrid-Aranjuez
(aunque continuó con su explotación), consiguió la concesión de la vía férrea hasta Alicante y de una nueva Madrid-Zaragoza.
“Por el fondo de este barranco se precipitan en caudalosa corriente las aguas de la alcantarilla general. Esta, que recoge
los desprendimientos de la mayoría de los vertederos de Madrid, y que deriva, casi en línea recta desde el Hospital Ge-
neral, va oculta por debajo de las antiguas huertas de Bornos, queda al descubierto corto trecho después y termina al pie
de la casa Nº 45. Desde ese punto las aguas fecales de Madrid no siguen otro cauce que el lecho fangoso del barranco, y
va a fertilizar varias huertas situadas al pie de los talleres del ferrocarril. Aquellos obreros, que han de llegar a su albergue
precisamente bordeando el barranco; aquellas otras familias que habitan las demás casas de la línea izquierda de la Calle
del Sur, viven aspirando sin cesar el vaho mefítico de aquel inmenso laboratorio de inmundicias que se revuelven a sus
pies; del fondo de aquella turbulenta cloaca germinan columnas invisibles de pestilencia que esparcen en la atmósfera
hasta larga distancia, los principios generadores de las enfermedades infecciosas. Hoy, medítenlo las autoridades, aquel
inmundo barranco no es más que un foco de insalubridad que el azar no ha convertido todavía en arsenal de la muerte.”
Estas aguas se vertían continuamente al cauce del río Manzanares, el cual era descrito por Baroja, en las proximidades
del Canal, como “feo, trágico, siniestro, maloliente, río negro que lleva detritos de alcantarillas, fetos y gatos muertos”. El
hecho de que la obra de Hauser, veinte años después, sea una referencia válida para el conocimiento del estado de los
servicios municipales de la capital española indica, por sí mismo, el tipo de atención que recibió este campo de lo público.
La mortalidad en Madrid llegó a tales extremos, que se convirtió en un motivo de alarma entre médicos, higienistas y demás
estudiosos de la población, como Hauser o Méndez Álvaro, que llevaron a cabo un intenso debate sobre sus causas y remedios.
El tren, por sí solo, mantenía un importante número de industrias y talleres que servían para el mantenimiento y fun-
Se describe a continuación el proceso de excavación arqueológica de los hallazgos localizados durante los trabajos
de construcción “obras de construcción del Pozo” en el Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario de la
Estación de Atocha. Fase I. Se ha procurado mantener el sistema de funcionamiento actual, aprovechando prácticamente
la totalidad del drenaje secundario existente. La solución proyectada para el drenaje primario repone el actual cruce bajo la
Estación Puerta de Atocha del colector Carcavoncillo, que canaliza los caudales provenientes de la estación de Cercanías
y del colector de la Avenida Ciudad de Barcelona. Para ello, intercepta el colector ovoide existente antes de que éste, des-
agüe al “Carcavoncillo”, y, discurriendo en paralelo a la vía 1 de la estación Puerta de Atocha, lleva el agua hasta la zona
de cabecera de vías para, desde ahí, cruzar todas las vías de la estación y conectar con el actual colector Carcavón en la
Calle Garganta de los Montes.
Dado que los colectores están situados a gran profundidad y presentan instalaciones próximas o sobre ellos, se planteó
la hinca de éstos. Para ello se necesitó disponer de dos pozos de 12 m de diámetro interior para la hinca de los colectores,
y dos pozos de 8 m para la salida de los mismos. Los trabajos arqueológicos se realizaron en el pozo 2.
En general, en la zona de la intervención arqueológica se diferenciaron tres niveles:
- El primero de ellos corresponde con el nivel superficial, la zona se caracteriza por las alteraciones sufridas debido a
los numerosos usos del suelo. En concreto el área de ocupación del proyecto de Estación de Atocha. Por lo tanto, hasta la
localización de los hallazgos existía un nivel de 1,50 m., compuesto de rellenos y vertidos contemporáneos, cubiertos por
una gruesa capa de hormigón y asfalto.
- El segundo de los niveles corresponde a los restos de lo que presumiblemente y por lo planos históricos, se trataba de
las fraguas y fundición, junto con todo el sistema de drenaje y desagüe de las actividades que allí se desarrollaban desde
1850, momento de fundación de la Estación de Atocha y por tanto de la primera línea de ferrocarril en Madrid (Madrid-Aran-
juez).
• Una plataforma rectangular (5x3 m.) asentada sobre un nivel de gravas. Encima, una hilada de adoquines de granito
sujeta un suelo de hormigón que traban 5 vigas de hierro de gran tamaño. Una posible interpretación es la de servir como
anden para los trabajos que se desarrollasen en los trenes, aunque por lo limitado del espacio intervenido y las alteraciones
sufridas no se ha podido determinar cual sería el lugar en la que se ubicarían las vías y el resto de la estructura.
Fig. 21. Vista general de antigua canalización, arqueta, entramado de tuberías y muro
• Sistema de drenaje compuesto por tuberías de hierro interconectadas en arquetas que, en un primer momento, se
conectarían en una arqueta de planta cuadrada ya descrita y que parte de ella una tubería que desemboca en un sumidero
construido con ladrillo macizo trabado con argamasa blanca y que alberga una tubería machihembrada de cerámica, co-
municada con la galería abovedada subterránea.
• Dos zapatas de cimentación de hormigón, de planta cuadrada, en posiciones exentas pero alineadas entre sí y con
el extremo norte de la plataforma y el muro anteriormente descritos. Posiblemente podrían servir para la sujeción de los
postes que sostendrían el tejado.
Figuras 26 27a y b. Planta y secciones de la excavación, fase 1 plataforma, fase 2 galería y fundido de las fases 1 y 2
La excavación se emprendió con el objeto de documentar correctamente todos los restos localizados dentro del períme-
tro de actuación de las obras de construcción del Pozo 2 en el Proyecto de Construcción del Nuevo Complejo Ferroviario
de la Estación de Atocha. Fase I.
Según se puede observar en los planos históricos, los elementos excavados pertenecían a un complejo de talleres
construidos en los primeros momentos de la Estación de Atocha o “del Mediodía” y que perduraron hasta momentos finales
del siglo XX.
En este lugar se ubicarían las fraguas y la fundición y ya en 1860 existen evidencias de instalaciones ubicadas en el
mismo lugar en el que se ha realizado la intervención. La zona ha sido modificada en numerosas ocasiones y ha sufrido
una evolución en paralelo a los servicios y necesidades del ferrocarril en el entorno. Las instalaciones más superficiales
han sido prácticamente destruidas, mientras que elementos como las canalizaciones que permanecían protegidas han
podido perdurar en un mejor estado de conservación. Se puede observar el entramado que configuraron, el cual parece
confluir en un sumidero que serviría para verter el resultado de los trabajos en lo talleres en una galería orientada hacia
el “Arroyo de Carcavón” o “Barranco del Hospital” también llamado “Arroyo de Atocha”, subafluente del Arroyo Abroñigal.
Actualmente, la Calle Garganta de los Montes discurre hacia el “Arroyo Carcavón” o “Barranco del Hospital” por el mis-
mo lugar que el arroyo mencionado.
Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 12/030063.9/06 emitida el 10 de Julio de 2006 por la DGPH de la Comu-
nidad de Madrid dentro del expediente nº 175/06 y Ref. 03/091076.9/10 emitida el 23 de Marzo de 2010 por la DGPH de la
Comunidad de Madrid dentro del expediente nº 335/09.
El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzana-
res (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).
(*) Dpto. Arqueología, Paleontología y RR. Culturales. Auditores de Energía y Medio Ambiente, calle Felipe Campos, 3 (28002 Madrid).
e-mail: ftapias@audema.com; jmorin@audema.com
Fig. 30. Montaje cartográfico con la base topográfica del Plano parcelario de 1929 (escala 1:2.000)
y la cartografía geológica correspondiente al proyecto GEODE de Cartografía Geológica Continua
de España (IGME, 2011). En el plano se ha señalado la localización de la zona de estudio y se han cartografiado
varios elementos geomorfológicos (cerros y fondos endorreicos)
Se encuentra en la zona centro - meridional del municipio de Madrid, en el curso medio del antiguo arroyo Carcavón
que tenía su cabecera al pie del antiguo Hospital de Atocha, si bien antes de la construcción de la Estación de Atocha este
arroyo continuaba aguas arriba a lo largo de los Paseos del Prado y de la Castellana llegando en total a tener unos 10 km
y denominándose arroyo de la Castellana. Concretamente los depósitos documentados en la obra pertenecen a la margen
izquierda del arroyo Castellana-Carcavón.
Durante las labores de control arqueopaleontológico realizadas en 2011 en el tramo urbano de Madrid de las obras de
incremento de capacidad de Líneas de Alta Velocidad entre Torrejón de Velasco y la Estación de Atocha (Madrid), Tramo:
Cabecera Sur Atocha a Calle Pedro Bosch, durante la excavación del Paso Inferior del P.K. 100+117 y el acondicionamiento
constructivo de éste, se documentaron, entre las calles Comercio y Garganta de los Montes, varias secuencias de depósito
fluvial asociadas a las distintas fases del antiguo arroyo Castellana-Carcavón, afluente del Abroñigal, en los cuales se ha
investigado industria paleolítica.
Estas piezas se hallaron en estratigrafía, concretamente en los perfiles de la excavación del Paso Inferior P.K. 100+117 y
el acondicionamiento constructivo de éste. En la revisión de dichos perfiles se hallaron 12 piezas de industria lítica en sílex
y 3 bloques o nódulos naturales de sílex, localizados en las secuencias fluviales cuaternarias.
Se han documentado al menos cinco secuencias fluviales-aluviales asociadas al antiguo arroyo Carcavón. La mayor
parte de las piezas líticas se han hallado en la secuencia 1 (inferior o basal) del arroyo que está constituida por varias barras
laterales que migran al NE y están compuestas por gravilla, cantos blandos de arcillas miocenas, cantos de cuarcita, sílex
y carbonato dentro de una matriz arenosa de distinta granulometría, y con
cierto porcentaje de limos y arcillas en su matriz.
La industria lítica en sílex se compone de un escaso número de piezas
procedente de niveles de aporte del arroyo de Carcavón. Se trata de pro-
ductos de lascado y escasos útiles retocados (una raedera) del Paleolítico
Antiguo, así como algunos productos laminares, que pudieran adscribirse
al Paleolítico Medio/Superior. Dichos niveles conservan las piezas líticas
en depósitos de arrastre fluvial, en posición derivada.
Se tomaron dos muestras de sedimento del nivel basal o Secuencia 1
(OSL-01) y nivel superior o Secuencia 5 (OSL-02) de las secuencias fluvia-
les y aluviales documentadas en los perfiles excavados en el Paso Inferior,
para datación mediante la técnica de OSL. (Luminiscencia ópticamente
estimulada) y método de dosis aditivas, con el fin de establecer el tiempo
transcurrido desde su última exposición a la luz solar en el Laboratorio
de Datación y Radioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid. Los
resultados estiman para la muestra de sedimento OSL-01 una edad de
13.971±1382 años BP y para la muestra de sedimento OSL-02, una edad
de 5.027±496 años BP.
Materiales líticos del Paleolítico Medio y Superior se han documentado
en yacimientos cercanos, como son el Puente de los Tres Ojos, en depó-
Figura 32. Bloques y nódulos naturales
sitos del arroyo Abroñigal y la Estación de Las Delicias, en depósitos de de sílex localizados en las secuencias
cuenca endorreica cercanos a la zona de estudio. fluviales del Carcavón
Los niveles estratigráficos excavados en el cercano yacimiento paleolítico del Puente de los Tres Ojos en el año 2006,
pertenecen a tres secuencias fluviales que conforman la parte basal de la llanura aluvial del arroyo Abroñigal, con cerca
de 3 m de depósitos y que según las dataciones OSL, fueron generados hacia el final del Pleistoceno Superior. Su crono-
logía queda encuadrada entre los 14.409 + 984 años BP de la Secuencia I basal (OSL-3), similar a la fecha obtenida de
la muestra OSL-01 del arroyo Carcavón, y las dos dataciones de 11.764 + 800 años BP (OSL-2) y 11.170 + 903 años BP
(OSL-1) de la Secuencia III.
Desde el punto de vista arqueológico, la tecnología de la industria lítica del yacimiento del Puente de los Tres Ojos indica
la presencia de modelos de explotación centrípetos, levallois y discoides propios de industrias musterienses para la produc-
ción de lascas fundamentalmente, además de indicios de industrias de Paleolítico Superior (piezas foliáceas -Solutrense- y
débitage laminar) (Tapias et al., 2011).
La industria localizada en los depósitos del arroyo Carcavón, aunque escasa, presenta características morfotécnicas
también del Paleolítico Medio y Superior, con alguna pieza derivada de débitage laminar. La industria aparece rodada por
lo que posiblemente procede del desmantelamiento de los niveles de terrazas superiores, problemática similar a la industria
localizada en el arroyo Abroñigal.
Por su parte, el yacimiento de la Estación de Delicias, excavado a principios del siglo XX (Obermaier y Wernert, 1918)
y objeto de un nuevo proyecto de investigación reciente (Alcaraz-Castaño et al, 2013), se localiza en una zona algo depri-
mida y cerrada dentro del interfluvio entre el valle del río Manzanares y el antiguo arroyo Carcavón.
En el Sector I de Delicias, la gran mayoría de los materiales líticos recuperados durante la excavación arqueológica pro-
cede del nivel fechado en una edad, algo más antigua que la de la base de la secuencia del arroyo Carcavón. En el Sector
II la mayoría de la industria lítica se documentó en el nivel 3c y en el nivel 3b se ha recuperado parte de la industria lítica.
Este nivel cuenta con una datación, algo más reciente a la base de la secuencia del arroyo Carcavón.
El estudio tecnológico de la industria apunta a que, en los dos sectores excavados en Las Delicias, que corresponden
ambos al Solutrense, el objetivo era producir elementos bifaciales foliáceos mediante la reducción bifacial de grandes so-
portes, que fueron acompañados de producciones laminares y de lascas.
Los depósitos del arroyo Carcavón presentan, a grandes rasgos debido a la escasez de la muestra, industria del Pa-
leolítico Medio y Superior, similar sobre todo al conjunto lítico detectado en el yacimiento cercano del Puente de los Tres
Ojos. Ambos sitios presentan depósitos fluviales con transporte de materiales líticos, en posición claramente derivada,
con cronologías similares (14.409 + 984 años BP para a Secuencia I basal del Puente de los Tres Ojos y 13.971 + 1382
años BP para la base de la secuencia del arroyo Carcavón) encuadrables en el Tardiglaciar. En el caso del yacimiento
de Delicias, también coincide la presencia de industrias laminares y de lascas, aunque el componente solutrense de
dicho yacimiento sea el predominante, no apareciendo elementos foliáceos en el arroyo Carcavón (Alcaraz-Castaño et.
al., 2013).
Desde el punto de vista paleontológico, durante el control de movimientos de tierras realizado en el proyecto constructi-
vo “Plataforma para el incremento de capacidad en las líneas de alta velocidad entre Madrid Atocha y Torrejón de Velasco.
Tramo: Cabecera Sur Atocha calle Pedro Bosch”, fueron localizados varios restos paleontológicos dentro de materiales
terciarios, pertenecientes a macrovertebrados (artiodáctilos) y numerosos microvertebrados, entre los que se han podido
recuperar más de 300 piezas dentales así como numerosos restos óseos de microvertebrados. Los estudios microfaunís-
ticos de los niveles muestreados han permitido determinar la presencia de roedores, lagomorfos (conejos), insectívoros,
artiodáctilos, (mamífero de pezuñas pares) y reptiles. Se han podido realizar algunas determinaciones taxonómicas más
concretas de algunas de las piezas dentales, determinando la presencia de los géneros Cainotherium (artiodáctilo de
pequeño tamaño), Armantomys (lirón), probablemente Heteroxerus (ardilla terrestre xerófila) y Lagopsis (lagomorfo). La
presencia de esta asociación de taxones permite atribuir los niveles muestreados al Aragoniense medio y situarlos bioes-
tratigráficamente en la Biozona D de Daams et al. (1998), MN5 de Mein (1975). Paleoecológicamente, la presencia de
Heteroxerus, Armantomys y Lagopsis indican unas condiciones de altas temperaturas y ambientes áridos (Amezua et al.,
2000). Sin embargo, la escasez de Armantomys frente al gran porcentaje de Lagopsis hace pensar que estas condiciones
no deberían ser tan áridas.
Los restos recuperados son afines a los recuperados en yacimientos aledaños, tales como los yacimientos Paseo de la
Esperanza, Moratines, Paseo de las Acacias, Gasómetro, Cambroneras, Puente de Toledo y algo más alejados, yacimien-
tos de gran importancia como Hidroeléctrica, y Estación Imperial. Todos estos yacimientos, junto con los restos documen-
tados en Cabecera de Atocha, se encuadran en el Aragoniense medio (17,5- 14,1 millones de años).
Por tanto, el área situada al norte de la confluencia del arroyo Abroñigal en el río Manzanares presenta un alto po-
tencial de conservación de yacimientos paleolíticos relacionados con el aprovisionamiento de sílex de los afloramientos
existentes en la zona, localizándose coluviones (Cerro de la Plata), depósitos de origen fluvial (arroyo Carcavón y arroyo
Abroñigal) y fondos endorreicos como en el caso de la Estación de Delicias, que pueden conservar suelos de ocupación
y evidencias de ocupación y explotación del medio por parte de comunidades de cazadores-recolectores del final del
Pleistoceno.
Los niveles terciarios muestreados pertenecen al Aragoniense medio, generando una asociación faunística atribuible a
la Biozona D de Daams y MN5 de Mein.
Esta actuación responde a las Resoluciones Ref. 03/085308.9/10 emitida el 16 de Marzo de 2010 por la DGPH de la Co-
munidad de Madrid dentro del expediente nº 0592/08.
El proyecto estaba dentro del Bien de Interés Cultural declarado como Zona Arqueológica de las Terrazas del Manzana-
res (Decreto 113/1993, de 25 de noviembre).
La idea de realizar, en el río Manzanares, una gran obra hidráulica, para convertir el río en un canal navegable uniendo
el Jarama y el Manzanares, se remonta a los tiempos del rey Juan II en el siglo XV. José Amador Fernández de los Ríos
así lo describe en su Historia de la Villa y Corte de Madrid:
“El fin inmediato que llevaban los que propusieron tan útil empresa a Don Juan II, fue sin duda fertilizar los terrenos
que mediaban entre el Jarama y el Manzanares, embelleciendo al propio tiempo la población y sus cercanías, más quizá
no será aventurado suponer que al tratar de añadir al Manzanares un caudal de alguna consideración, tenían presente
la posibilidad de hacerle navegable, como creyeron poderlo efectuar después, y como lo realizaron hasta cierto punto.
Sabemos por escritores contemporáneos los medios de que pensaban valerse para la mencionada unión de los dos
ríos, nivelando previamente el Jarama con el objeto de conocer su corriente y los terrenos por donde había de dirigirse,
y conduciéndole después desde el puente de Viveros hasta el pié de la torre de la iglesia de San Pedro, desde aquí a
los pilares que llamaban entonces del Pozacho, y por la calle de Segovia al puente del mismo nombre, por encima del
cual había de entrar en el Manzanares. Dícese que la causa de haberse desistido de tal intento fue la muerte del rey
más en nuestro concepto intervinieron otras, que en suma llegaron a producir un conjunto de dificultades poco menos
que insuperables2. ”
Fernández de los Ríos relata también, y a detalle, las obras que deberían realizarse en caso de materializar el proyecto:
“Era necesario pasar el Jarama por tierras muy altas y quebradas que debían romperse, abrir fosos profundos, y fabri-
car en los barrancos y valles que se encontrasen, largos y robustos diques, que resistiesen la presión y la gravedad de
las aguas, y en invierno el empuje de las arenas arrastradas por las corrientes llovedizas. Para evitar estos impedimentos,
podía descaminarse el río, obligándole a dar grandes rodeos, en cuyo caso subían de punto las dificultades de tiempo y de
desembolsos; y todo para aumentar el caudal del Manzanares, cuya escasez no consiste tanto en las de sus aguas, como
en la demasíada anchura de su álveo y en las filtraciones que le merman y empequeñecen.3”
Felipe II continuó con el proyecto y de la mano del ingeniero Juan Bautista Antonelli se avanzó en los conocimientos
técnicos y en la adquisición, por parte de la Corona, de las tierras adyacentes a la ribera del Manzanares. El ingeniero pre-
tendía unir Madrid con Lisboa, por aquel entonces puerto hispánico. Bajo este gran proyecto de obras públicas subyacían
ciertas cuestiones de orden político ya que el Imperio español tenía dos capitales. Por un lado, Madrid con la Corte y la
sede de la burocracia, y por otro Sevilla, con el puerto y la Casa de Contratación. Se trataba, entonces, de centralizar el
poder tanto político como mercantil en un territorio. Además es este momento, las cortes europeas se asentaban junto a un
río navegable, razón de más para materializar la idea de un canal navegable. Finalmente, Felipe II se instaló en el Alcázar
de Madrid en 1561.
Fue en el siglo XVII, bajo el reinado de Felipe IV cuando éste retomó el proyecto. Para ello se encargó a los coroneles
Carlos y Fernando Grünemberg el reconocimiento del curso del Jarama para reconducirlo a Madrid. En el informe entre-
gado al Monarca, los coroneles manifestaban la magnitud de las obras a realizar y el elevado coste de las mismas. Del
documento resalta la mención que hacen los Coroneles en cuanto a la unión entre el Jarama y el Manzanares y afirman:
1 Luis De Góngora.
2 Fernández de los Ríos, J. A. Historia de la Villa y Corte de Madrid. Madrid, 1862. V.II, p. 79.
3 Ibidem, p.80.
El proyecto del Canal del Manzanares debe encuadrarse en el apartado de proyectos hidráulicos de la Ilustración y el
Romanticismo. Como señala el investigador Manuel Díaz-Marta Pinilla el marco histórico que comprende estos dos mo-
mentos, es el período que abarca los años de 1746 a 1860 y que a su vez puede dividirse en tres etapas. De 1746 a 1808:
la Ilustración; de 1801 a 1814: la Invasión Napoleónica y de 1814 a 1866: el Romanticismo6. Estas etapas estructuran la
colección de 690 planos de obras hidráulicas que conforman los fondos del Ministerio de Fomento y que han facilitado el
estudio del proyecto de navegación interior del río Manzanares.
Durante la Ilustración, los proyectos de obras hidráulicas son catalogados como utópicos, al igual que otros urbanísticos y
arquitectónicos, debido a la falta de sinceridad para materializarlos. Resulta llamativa la cantidad de empresas que se ven trun-
cadas por la imposibilidad de llevarlas a cabo; entre ellas, cabe destacar la idea primigenia de unir Madrid con Sevilla a partir de
canales de navegación interior, así como el posterior proyecto del Canal del Guadarrama que pretende prolongar esta vía con
un canal de unión entre el Guadarrama y el Manzanares. Seguramente, las principales razones que explican esta cuestión son,
por un lado, la presencia de ingenieros extranjeros y, por otro, la necesidad del país de abrirse e igualarse al resto de Europa.
Hasta los primeros años del siglo XVIII, en España, los ejecutores de los grandes proyectos de obras públicas, no están
agrupados bajo ningún centro de formación específica; en general, se trata de arquitectos de la Academia de San Fernando
o de maestros de obras, cuya formación técnica y conocimientos de matemáticas son superficiales. La organización de la
“ingeniería” sigue siendo la misma que en siglos anteriores. A principios del siglo XVIII, en algunos países europeos,
concretamente en Francia, se potencia la formación de profesionales en el arte de la construcción; esta actividad viene
incentivada en un primer momento desde el ámbito militar, siendo éste el primero en recibir esta formación técnica para
aplicarla a la guerra.
De este modo, los nuevos planteamientos españoles de realización de grandes empresas públicas recurren a los in-
genieros franceses, capaces de proyectar y dirigir las obras, ya que durante la construcción es más que necesario tener
conocimientos de matemáticas, topografía, contabilidad, etc. Ésta es la realidad que hace llegar, entre otros, al famoso
ingeniero francés Carlos Lemaur, convertido posteriormente en ingeniero militar español. En consecuencia, este panorama
propicia el carácter utópico de las obras hidráulicas, por una parte por la ineptitud de los profesionales nacionales, por otra,
por el desconocimiento topográfico de los extranjeros. Tanto unos, como otros, debían hacerse eco de que:
“la única contención para no rebasar el límite admisible del componente utópico de un proyecto, y para no caer en un
realismo retardatario, de rechazo a las innovaciones, radica en un mayor estudio que en otras épocas (…) de todos los
bienes y males, de cualquier orden que sean, que puedan derivarse de cada proyecto”7.
4 Archivo Histórico Militar. Sig. 3-3-7-8 (Biblioteca Municipal de Madrid R25980, p. 33-72).
5 Fernández Talaya, M.T. “El Canal del Manzanares, un canal de navegación en el Madrid de Carlos III”. p. 526
6 Díaz- Marta Pinilla, M. “Realismo y Utopía en los proyectos hidráulicos de la Ilustración y el Romanticismo”, en Planos Históricos de Obras Públicas, CEHOPU, p. 12.
7 Díaz-Marta Pinilla M. Op. cit. p. 27.
8 El testamento político del Conde de Floridablanca es la carta que envía al Conde de Aranda el 5 de mayo de 1792, publicado en El testamento político del
Conde de Floridablanca. Madrid, 1962. P. 141 a 157. Citado en: Sáenz Ridruejo, F. “Panorama de un Siglo de Problemática Hidráulica en España”, en Planos
Históricos de Obras Hidráulicas, CEHOPU. P. 28-29.
9 Sánchez Jiménez, E. “Catálogo del Fondo Histórico de Planos de Obras Hidráulicas”, en Planos Históricos de Obras Hidráulicas, CEHOPU. P. 375.
La ejecución de los ambiciosos proyectos hidráulicos viene de la mano de los ingenieros militares. La fundación del
Cuerpo de Ingenieros Militares en 1710, por orden del Rey Felipe V, constituye el primer grupo de técnicos organizados, a
partir del cual se desarrolla el pensamiento geográfico y científico. Aunque las funciones específicas del cuerpo se centran
en la defensa del territorio, a partir de las nuevas construcciones y la reparación de fortificaciones desarrollan también fun-
ciones urbanísticas y en obras de ingeniería civil y religiosa. Estos hechos ayudaron a consolidar el estilo neoclásico como
tendencia constructiva funcional, frente al barroquismo imperante a principios del siglo XVIII.
A medida que el siglo XVIII avanza, aumenta la promoción de las obras públicas y su financiación por parte de la Co-
rona. En estos momentos de crecimiento político, recordemos que en 1749 se establece un plan para ordenar un sistema
de transportes que responda a la nueva realidad del país, se echan en falta profesionales encargados de dirigir las obras
públicas. Y es en este contexto destacamos a Carlos Lemaur, figura a la que se dirigen todas las miradas en materia de
política hidráulica en el siglo XVIII. Son varios los nombres conocidos en relación a la construcción del canal del río Manza-
nares y las dependencias proyectadas en sus orillas orillas; unos más lejanos como Lope de Iguña, Manuel Serrano, Louis
Loiseau o Mariano Lleopart; otros más cercanos como Miguel Ynza y Pedro Nolasco de Ventura.
Carlos Lemaur llega a España en Junio de 1750 de la mano del Marqués de la Ensenada para incorporarse al Cuerpo
de Ingenieros del Ejército, en calidad de ingeniero ordinario. Nacido en Montmirail, en Champagne (Francia), suele fechar-
se su nacimiento alrededor de 1720, aunque no puede afirmarse con precisión10. Su biografía laboral y las circunstancias
de su llegada a España no están del todo claras, para ello los investigadores, y en particular Teresa Sánchez Lázaro11, se
basan en dos fuentes. La primera de ellas es la versión del propio ingeniero, redactada en una hoja de servicio de 1764; la
segunda, es un informe de Juan Martín Zermeño, ingeniero general del Cuerpo de Ingenieros del Ejército. Lemaur cuenta
en su documento que en 1740 sirve al ejército de Luis XV, tras haber cumplido con sus estudios en París (no especifica
cuáles). Desde 1744 sirve al ejército y cuatro años más tarde el embajador de España, el teniente general Francisco Pig-
natelli, le propone viajar a España. En el texto de Martín Zermeño se atribuyen a Antonio de Ulloa y no al teniente Pignatelli
las gestiones para traer a Lemaur a España. En este documento tampoco consta que el trabajo del ingeniero tenga carácter
oficial en Francia. De una manera u otra, el viaje que el Marqués de la Ensenada ordena hacer a Ulloa por Europa se centra
básicamente en observar la red de canales, los sistemas de construcción de éstos y en encontrar a la persona indicada
para su construcción.
Lemaur proyecta y construye canales de navegación, puentes e incluso edificios públicos. Su último proyecto y segu-
ramente el más conocido es el Canal de Guadarrama, aunque cabe mencionar también el proyecto del Canal de Castilla,
el Camino Real de Galicia o la construcción del palacio del Arzobispo Rajoy. Respecto a la canalización del Manzanares
resulta enigmático aclarar hasta qué punto deja esbozado un proyecto que posteriormente utilizarán sus hijos, en concreto
Carlos Lemaur de la Murere. Lo que sí es cierto es que en 1785 Lemaur presenta un ambicioso proyecto que pretende unir
Madrid y Sevilla por un canal navegable.
El ingeniero francés ha sido acusado a menudo de proyectar obras con rasgos descaradamente utópicos; por ello, la
mayoría no se materializan íntegramente. Los estudios erróneos de la topografía de nuestro país le llevan a teorizar sobre
una geografía que no llega a comprender. Gracias a un inventario de los instrumentos que se usan en las obras del camino
de Galicia (1769), podemos hacernos una idea del equipo topográfico que utiliza para sus cálculos: “dos cuadrantes en sus
cajas con sus dos anteojos cada uno, sus brújulas, microscopios, destornilladores, tornillos, llamamiento. Niveles de aire y
cada uno su pié. Cuatro brújulas sin pié, una con el vidrio roto y otra con una pieza desencolada”12.
10 Sánchez Lázaro, T. Carlos Lemaur y el canal del Guadarrama. Madrid, 1995, p. 27.
11 Ibidem, p. 27-28.
12 Ibidem, p. 14.
Pedro Martinengo presentó en 1769 un proyecto para construir, y bajo sus gastos, un canal navegable. A cambio pedía
ciertos privilegios: la exclusividad en la construcción de canales de navegación, en veinte leguas de los alrededores de Ma-
drid durante treinta años; el transporte libre por el canal de cualquier tipo de objetos, menos de contrabando y la propiedad
de toda la pesca en cuatro leguas, entre otros14. Para el Rey la construcción de este canal era primordial, de hecho facilitó,
de todas las maneras posibles las obras. Por un lado, facilitó las tierras por las que debía pasar el canal, incluso mandó
desviar las aguas de los molinos inactivos para alimentar el cauce del río. En algunos terrenos se construyeron casas y
almacenes para guardar los materiales de obra. La Compañía Constructora disfrutó de todos los privilegios con los que
contaban las obras reales, incluso gozó del mismo fuero. De hecho, el Rey instó a los jueces para favorecer a la Compañía
en relación a los asuntos administrativos.
“(…) La utilísima obra de un Canal de navegación, que facilite el transporte de muchos ramos de frutos, y materiales a la
Capital de un gran Reyno, es objeto de tanta consideración para la misma Capital, y para el Estado, que se deben estudiar
todos los medios por donde se acelere su construcción, y se estienda quanto sea posible (…)”15
Los primeros trabajos se truncaron por una serie de pleitos interpuestos por los propietarios de las tierras colindantes. Hay
que replantear las obras y a trazar nuevos planos, de esta fase son los planos de D. Manuel Serrano. En el tramo cercano al
Puente de Toledo se ubican el puerto, los almacenes y el granero con las viviendas, además del lavadero del hospital.
El Banco de San Carlos fue el encargado de llevar la administración del Canal desde 1788, se calcula que realizó unas
quince obras de la que destaca un molino de dos piedras que se instaló en la tercera esclusa.16
Fig. 35. Mapa del Real Canal del Manzanares. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de
Ultramar de Pascual Madoz. Madrid, 1853. Escala 1:10.000. Fuente: Instituto Geográfico Nacional
13 Capel, H. et alii. Los ingenieros militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial. Barcelona, 1983. p. 263.
14 Fernández Talaya, M.T. “El Canal del Manzanares, un canal de navegación en el Madrid de Carlos III”. P. 528.
15 Real Cédula de S.M. a consulta del Consejo a probando la propuesta hecha por D. Pedro Martinengo y Compañía. Publicado por Joachin Ibarra en 1771.
Biblioteca Nacional.
16 Fernandez Talaya, M.T. Op. Cit, p. 531.
El río Manzanares, de 87 km. de longitud, nace en la Sierra de Guadarrama, a 2.350 m. de altitud, en el límite entre
las provincias de Segovia y de Madrid. El río tiene tres partes: la primera discurre por un tramo montañoso; la segunda,
la más degradada, riega el trazado urbano y la última pertenece al tramo suburbano y se dirige hacia Rivas Vaciamadrid.
El tramo del río que atraviesa el entramado urbano de la ciudad se realiza hacia 1561 cuando el rey Felipe II decide
trasladar la Corte a Madrid. En época antigua y medieval los asentamientos romanos y visigodos de la región habían
conformado los vértices de la futura ciudad que queda delimitada por tres de los establecimientos principales del interior
peninsular, como son Titultia, Miacum y Toletum. A partir del establecimiento de Madrid como núcleo administrativo em-
pieza la decadencia de este río que sin embargo no crece proporcionalmente a la gran ciudad. A partir del siglo XVI, en su
tramo urbano, el río se va engalanado con diferentes puentes, que permiten el paso de ciudadanos y del tráfico rodado.
Su construcción sirve de base para los estudios técnicos relacionados con la futura cimentación en los márgenes del río.
El puente de Segovia y el de Toledo fueron los primeros en construirse; más adelante se sumaron el puente de San
Fernando y el del Rey. El puente de Segovia se levanta en 1574 por “provisión real de Felipe II”; el conjunto del puente se
concluye en 1577 y se abre al tráfico en 1785. Se encargan las obras a Gaspar de la Vega y tras su fallecimiento le sucede
Juan de Herrera. La importancia del puente radica en el carácter de su construcción como monumento nacional y no como
simple obra local; en él confluirán los caminos de toda España: “Castilla la Vieja y León de un lado y Toledo, Guadalajara,
Andalucía y Extremadura de otro…”17
17 Fernández Casado, C. “Madrid y el Manzanares: el río, la ciudad y sus puentes”, en: La arquitectura del ingeniero. Madrid, 1975, p.81-82.
Fig. 38. Puente de Puerta de Hierro sobre el Manzanares. Fuente: HUARTE Y CIA S.L. Álbum. Año 1935. Magerit
El siglo XVIII será para Madrid un periodo de grandes reformas y actuaciones urbanas, realizadas en su mayoría du-
rante el reinado de Carlos III. No obstante, durante el reinado de Felipe V y su hijo Fernando VI se produjo la ordenación
urbana de la periferia de la ciudad. Así, en un primer momento y bajo el corregimiento del Marqués de Vadillo (1715-1730)
se ordenó la zona sur-occidental. El objetivo era crear una nueva relación urbana entre la ciudad y el río Manzanares, por
lo que se construyó un camino que comunicaba con el nuevo Puente de Toledo (1719-1732).
Otras actuaciones vinieron a completar la remodelación y arbolado de los caminos de la periferia, como los paseos del
sur (1775-1780), la terminación de los accesos de la Puerta de Atocha y la solución final que adoptó la caminería de este
último lugar para comunicar con el Canal del Manzanares. Pese a estas realizaciones urbanas, orientadas más que nada
a mejorar los entornos palaciegos, lo cierto es que la ciudad apenas había crecido, y sólo se pudieron ocupar los espacios
semiurbanos que quedaban junto a la cerca de 1625.
El momento económico y político propicio llegó con Carlos III. Como ya se ha mencionado en líneas anteriores, en 1770
se libró Real Cédula a favor de don Pedro Martinengo para construir un canal navegable que partiendo de un embarcadero
cerca del puente de Toledo llegase hasta Aranjuez. Estas obras se levantarían en terrenos de la dehesa de Arganzuela
pero por la confusión en los límites con propietarios particulares se llegaron a producir una serie de pleitos para delimitar
con precisión los límites de la dehesa.
El siglo XVIII fue fructífero en proyectos que pretendieron hacer de la ribera del Manzanares una ciudad moderna.
Muchos de esos proyectos corresponden a proyectos de ingeniería hidráulica, como el de la creación del canal navega-
ble; otros corresponden tan solo a construcciones que pretenden dotar de mayor funcionalidad a la ciudad. Llegados a
este punto es obligado citar la tesis de Gabriel Ruiz Cabrero19, “Un proyecto de construcción del Manzanares”, en la que
el arquitecto, a partir de documentos y planos del siglo de la Ilustración, dibuja la ribera del Manzanares. Ruiz Cabrero
se sirve de los escritos y reflexiones de Mons y Atauri sobre unos planos conservados de Madrid20, que comprenden la
zona situada al sur y al oeste de la ciudad y que queda limitada por el río Manzanares y la línea de la antigua cerca de
Felipe IV21. Los planos conservados por Mons y Atauri pertenecen a proyectos realizados por Lope de Iguña y Nicasio
Ruiz de Obregón, entre otros, ambos implicados en los proyectos del Real Embarcadero del Manzanares y la Fábrica
del Oro y de los Metales.
El plano conservado responde a un proyecto urbanístico de avenidas trazadas en la parte de la ciudad correspondiente
a la Puerta de Segovia, desde la cerca de Felipe II hasta el río.
Carlos III impulsa este proyecto con el fin de sanear la ciudad de Madrid, ya que para la nueva dinastía borbónica, es
importante fijar la capital como representación del poder central absolutista. En el interior de la cerca viven los individuos
marginados y tienen lugar las procesiones de penitentes siendo, en definitiva, los “bajos fondos” de la ciudad. El proyecto
nunca llega a realizarse en su totalidad y lo ejecutado no coincide exactamente con lo dibujado en los planos. En este te-
rritorio se proyectan unos caminos que se cruzan con plazas y glorietas circulares y semicirculares, componiendo figuras
geométricas. Apoyadas a éstas, se disponen pequeñas colonias de frutales y flores que intentan evocar el jardín islámico.
Se trata, en general, de hacer de la ribera del Manzanares un área lúdica, de paseo para los ciudadanos22.
Fig. 39. Los Caminos del Manzanares. (Fechado entre 1761 y 1785)
22 Ibidem, p. 29-30.
El Real Embarcadero aparece ya proyectado en los planos anteriores, por lo que podría deducirse que el autor de los
Caminos del Manzanares es el mismo: Lope de Iguña. El proyecto llega a construirse (la mayoría de diseños conservados
datan de 1766) y tiene un uso frecuente hasta que se incendia, momento recogido por un dibujo a tinta china de Juan Zayas
(1782). La construcción del embarcadero mantiene semejanzas con las formas arquitectónicas de otras fábricas reales,
especialmente con la del Buen Retiro.
Fig. 40 a. Diseño del Real Embarcadero junto al río (1766). Lópe de Iguña
A orillas del Manzanares se proyectan otras construcciones que dejan entrever el crecimiento de Madrid como ciudad
moderna, a la vez que se afianza como capital. Entre otros edificios, se plantea la construcción de la Real Fábrica del Oro
y de los Metales. Los planos que se conservan de la fábrica, proyectada por Nicasio Ruiz de Obregón, son copias poste-
riores, realizadas por el mismo arquitecto y correspondientes a la última década del siglo XVIII y a la primera del siglo XIX.
El complejo que se establece en la ribera del Manzanares está formado por un recinto pentagonal, a modo de fortificación,
en el que se inscribe el edificio principal de planta cuadrada.
Mons y Atauri plantea, en torno al año 1922, la construcción de La Compañía Filantrópica, un plan de viviendas para los agri-
cultores y obreros que debe edificarse en los solares de la calle Cambroneras. El proyecto pretende rescatar al proletariado de
la infravivienda y darle la oportunidad de vivir en habitáculos modernos, funcionales y autosuficientes en los que desaparezcan
las estancias obsoletas como las cuadras y el granero y se incorpore, por ejemplo, el cuarto de baño. La colonia, de la que tan
solo llegan a abrirse las zanjas para las cimentaciones y el saneamiento del terreno, se articula en torno a un espacio principal,
dominado por una iglesia, que hace a la vez las funciones religiosas y civiles propias de un ayuntamiento. Alrededor de este
espacio central se distribuyen los edificios comunitarios y los edificios de servicios públicos, como las caballerizas.
Durante el reinado de Fernando VII, el Canal ya se encontraba en avanzada fase de degradación, los márgenes en la
mayoría de su recorrido se habían transformado en vertederos. En esta época, tan sólo se llevaron a cabo obras de orna-
mentación lo que resultó ser un sinsentido ya que lo que primaba era la recuperación del Canal. En 1818, Fernando VII
emitió una Real Cédula en la que nombró al Duque de Alagón, juez protector de esta empresa, estableciendo un juzgado
privado para las causas relativas a la conservación del Canal:
“… Sabed: Que por Don Pedro Martinengo y Compañía se presentó á mi Augusto Abuelo una propuesta en Octubre de
mil setecientos sesenta y nueve ofreciendo emprender la grande obra de hacer á su costa y expensas un canal navegable
en el río Manzanares desde el Puente de Toledo hasta el río Jarama, y desde allí seguir la navegación adonde mejor con-
viniese á elección de la Compañía.
…El Duque de Alagón, protector del Real Canal de Manzanares, ha hecho presente al Rey nuestro
Señor que desde el momento en que S.M. se dignó poner á su cargo la empresa del Real canal dicho, fue su primer
cuidado dar debido impulso á tan útil establecimiento (…) que para llevar mejor adelante esta obra cree necesario es-
tablecer un Juzgado particular, que bajo su inmediata dirección, y residiendo en su persona la jurisdicción (…) entienda
exclusivamente en primera instancia de todas las causas civiles y criminales, y demás asuntos que correspondan, y sean
peculiares á la conservación de la empresa y prerogativa que le estan concedidas por S.M., con las apelaciones en su caso
y lugar para la Sala de Justicia del Consejo Real, con arreglo á lo prevenido en este particular en la Real cédula de once
de Febrero de mil setecientos setenta y cuatro.”23
Resulta interesante, también, citar el documento publicado en 1825, que se encuentra en la Biblioteca del Palacio Real,
en el que se describe la decadencia del Canal, “La protección del Real Canal del Manzanares”, es una relación sucinta de
cómo se encontraba la Real Empresa en 1823-1824.
El Canal del Manzanares necesitó de un continuo mantenimiento, que llegó a ser insostenible para las arcas del estado
y terminó ocasionando su total abandono. A mediados del siglo XIX las zonas adyacentes del Canal, convertidas en ver-
tederos y balsas de agua estancada, eran un foco de infecciones. El Canal se utilizó hasta 1862 para transportar materias
primas a Madrid, como yeso y piedra, ya que desde 1851 el ferrocarril tomó el relevo como medio de transporte alternativo.
23 Real Cédula de S.M. 1818. Biblioteca del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Sig: 09-6020.
Definitivamente el ferrocarril a Aranjuez supuso el final del Canal del Manzanares como canal de navegación. Tras la
inauguración de la línea férrea Madrid-Aranjuez en 1851 financiada en parte por el Marqués de Salamanca comenzó una
campaña pública para cegar el canal, que según algunos testimonios era una estructura ya arruinada y foco de epidemias.
En 1856 los planos de Celestino Espinosa recogían todo el trazado y estudiaban su ampliación pero ya en 1859 se
desecó la zona de Arganzuela y los terrenos pasaron a la Hacienda Pública.
A finales del siglo XIX los márgenes del Manzanares provocaban verdaderos problemas de higiene. El crecimiento de la
ciudad con sus ingentes vertidos y las pequeñas industrias derivadas de este crecimiento provocaban un caudal de residuos
del que el Manzanares no podía hacerse cargo. Además los baños y lavaderos incidían en esta problemática. Las últimas
noticias que se tienen del canal en uso son de 1891, cuando aún funcionaba el molino de la cuarta esclusa, en un paraje de-
clarado como colonia. Sin embargo, se describen sus aguas como pastosas y putrefactas, en un ambiente malsano.
A lo largo del siglo XX, sanear las márgenes del río Manzanares se convierte en uno de los principales objetivos urba-
nísticos.
Por otro lado, durante este siglo, se llevan a cabo las obras para canalizar el río en su recorrido urbano, es decir, desde
las inmediaciones de San Antonio de la Florida hasta el puente de la Princesa.
El matadero municipal
Las condiciones poco salubres, además de las precarias infraestructuras de los mataderos madrileños, existentes a
principios del siglo XX, incentivan la necesidad de construir uno nuevo en la ciudad. En julio de 1907 la Alcaldía de Pre-
sidencia encarga la redacción del proyecto del Nuevo Matadero y Mercado de Ganados al arquitecto Luis Bellido. El
emplazamiento de la nueva edificación fue siempre fuente de discusiones. La dehesa de la Arganzuela destaca desde el
principio, como el lugar preferido para ubicar el Matadero, aunque los problemas para sanear y desaguar el terreno, debido
al bajo nivel del mismo, hacen pensar en otras posibilidades. Se oferta un concurso público para terrenos ubicados entre
los puentes de Toledo y Vallecas.
Los minuciosos estudios de la zona de la dehesa de la Arganzuela, acaban, finalmente, por declararla terreno apto para
la construcción del matadero. Las primeras investigaciones de Bellido se decantan por “elevar la rasante general por medio
de un terraplenado cuya cota media no podría bajar de 2,50m.”24, además de construir unas importantes cimentaciones y,
por supuesto, sanear y canalizar el río. El principal problema que Bellido encuentra en estas tierras, es la construcción de
las pendientes del alcantarillado. En un primer momento se piensa en emplear un alcantarillado con pendientes superiores
al 1 por 1000, aunque la colaboración con el ingeniero Recaredo Uhagón recomienda rebajar las pendientes hasta el 5 por
1000, lo que implica la utilización de un alcantarillado tubular. De la superficie de la dehesa se analizan las condiciones de
los tres terrenos admitidos para la construcción: la zona baja de las Delicias, la Alhóndiga y la zona alta de las Delicias.
Teniendo en cuenta el saneamiento y canalización del Manzanares, el bajo nivel del colector general, la cimentación de las
pendientes del alcantarillado y el terraplenado en toda la extensión del terreno, la zona de la dehesa de la Arganzuela es
considerada apta para la construcción del Matadero. Así pues, el terreno elegido consta de una superficie de 165.415 me-
tros cuadrados, limitados al Noroeste por la prolongación del paseo de Santa María de la Cabeza, al Nordeste por el Paseo
de la Chopera, al Sureste por la carretera del puente de la Princesa y al Suroeste por el tramo canalizado del Manzanares.
La red de desagües
Debido a la naturaleza del terreno, el tema del desagüe es de capital importancia. Se opta por la implantación del sis-
tema tubular para el alcantarillado. En primer lugar, es necesario mantener la pendiente por encima de cinco milésimas.
El arquitecto, resuelve dividir la superficie total del terreno en varias cuencas, controladas por colectores independientes,
que a su vez acometen en la margen izquierda del colector general. La pendiente de estos colectores es de 7 por 1000.
Los colectores, fabricados en hormigón armado, están interrumpidos cada 30 metros por “cámaras limpias”26, que permiten
el saneamiento del alcantarillado. La red de desagües cuenta además con varios tipos de absorbederos (verticales y ho-
rizontales) y tres tipos de sumideros: los de gran caudal, formados por una arqueta-registro; los de las naves de degüello,
constituidos por una especie de buzón en forma cónica que enlaza con la tubería de gres embisagrada y los de cuadra,
que son sifones de comercio.
Durante los años cuarenta y cincuenta se llevan a cabo las obras para canalizar el río en su recorrido urbano, es decir,
desde las inmediaciones de San Antonio de la Florida hasta el puente de la Princesa. En 1943, una Ley de Jefatura del
Estado aprueba un anteproyecto de obras que no se inicia hasta 1948. Se levantan pequeñas presas y se construyen
muros de ribera de hormigón chapados en mampostería granítica para canalizar el río, cuyo cauce se queda en 40 m.
de anchura.
Como ya se ha comentado en páginas anteriores la situación del Canal a estas alturas de la historia era degradante.
En época de Fernando VII, la mayor parte de los márgenes se habían transformado en vertederos, y las obras de mante-
nimiento se mantienen hasta 1830, aproximadamente. Se trata de un época de cambios, en Europa, se produce la Revo-
lución Industrial, momento crucial para el desarrollo de las tecnologías.
La revolución industrial fue cuajando lentamente en España en el último tercio del siglo XIX. Madrid, en este caso, se
miraba en el espejo de las grandes urbes europeas e intentaba seguir los pasos de París, Londres y Bruselas. Los analistas
Conclusiones generales
El proyecto hidráulico del Canal del Manzanares se idealizó durante varios siglos, aunque su materialización puso de
manifiesto el carácter utópico del mismo, dadas las circunstancias explicadas. Desde el inicio se pensó que su carácter na-
vegable dotaría a la ciudad de unos galones especiales que toda gran Corte europea necesitaba, mientras que la realidad
se encargó de demostrar cómo una gran ciudad puede florecer a lo largo y alrededor de un curso fluvial. La degradación
final en el siglo XIX no es más que el resultado de un cúmulo de factores que no hicieron posible la navegación, tales como
la nivelación de los terrenos, la irregular afluencia de las aguas y las diez esclusas construidas. Finalmente, la construcción
del ferrocarril Madrid – Aranjuez supuso la estocada final a un proyecto inestable desde el principio.
No obstante, cabe resaltar que Madrid debe parte de su personalidad a este río, que puede equipararse a los más
importantes del mundo, no por su caudal, sino por su propia singularidad. Seguramente, haya sido uno de los ríos más
burlados, tanto en prosa, como en verso.
27 Luis de Góngora.
Las esclusas se diseñaron para permitir la navegación de barcazas y salvar el desnivel. Cada sistema de esclusas tenía
una pareja de compuertas para vaciar o llenar la esclusa.
En la cuarta esclusa del Canal se encuentra la casa de los trabajadores de esta presa y los restos de un molino de
cartón. Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, des-
cribe las construcciones de la cuarta esclusa. Se habla de una casa en buen estado y al lado de otra de recreo destinada
a SS.MM y AA. Paralela a esta casa y enfrente del canal, hay otra construcción de planta baja con una estancia, para el
guarda, y una caballeriza con más de veinte plazas.
Fig. 46. Plano fechado en 1841 que muestra el molino asociado a la segunda esclusa del Real Canal
del Manzanares (Archivo Ministerio de Fomento)
La casa
En la cuarta esclusa se conservan los vestigios de la casa mencionada en 1848 por Madoz en su obra citada anteriormente:
“A 4,319 pies de longitud, está situada la cuarta esclusa también de antigua construcción, pero en buen estado (…) e
inmediata a ella la casa de recreo, destinada para SS.MM. y AA., y delante de ella un magnífico emparrado sostenido por
su armadura y pies derechos de madera, pintado todo al óleo, de color verde. Á 112 pies distancia de esta casa y paralela
al canal, a 104 se ha construido en el año de 1830 un edificio, solo de planta baja, en el cual está la habitación para el guar-
da, o peón conservador, una caballeriza de 24 plazas, pajar, pieza para la cebada, y una gran cocina con hornillas, hogar,
horno y pieza para repostería, y otra para guardar ropas, bagilla y demás (…).”
El molino
Fig. 49. Grabado molino hidráulico con rueda vertical.
Fuente: Encyclopedie de Diderot et d’Alembert”, La importancia de los molinos en el Canal
reedicción de la editorial Hachette, año 1989 del Manzanares fue significativa, como elemen-
tos que aprovechaban el embalsamiento de las
aguas. El molino de cartón estaba unido a la casa por una estructura de piedra, el molino se introducía en el río y aprove-
chaba la fuerza de sus aguas; se levantaba junto al embarcadero. Parece que el molino fue posterior a la esclusa y que em-
pezó a funcionar después de que el Canal dejara de ser navegable ya que es complicado compatibilizar su funcionamiento
con la circulación de las barcazas por la esclusa. Se ubica su construcción en la segunda mitad del siglo XIX.
El molino, seguramente, se usó para moler cereales y posteriormente trabajó el papel. Como ya se ha mencionado
anteriormente, los molinos hidráulicos se basan en la fuerza motriz del agua, y normalmente, aprovechan la diferencia de
altura del agua al entrar y salir del molino. En este caso, la Vega del Manzanares, al ser plana, las aguas debían elevarse
de manera artificial para crear la fuerza de la caída necesaria para mover las muelas del molino. Hay dos modalidades de
rueda, una vertical y otra horizontal. La vertical es más eficiente para corrientes concentradas y de poca altura; mientras
Fig. 51. El Museu Molí Paperer de Capellades. Fig. 52. Máquina para hacer papel. Autor de la imagen: n.a.
Tendedero de papel (1920) Mr. de la Lande: Arte de hacer el papel según se practica
en Francia y Holanda, en la China y en el Japón
La intervención arqueológica se ha desarrollado siguiendo una rigurosa metodología de documentación estratigráfica es-
tablecida por Harris y Carandini. La retirada paulatina de las diversas capas de relleno ha sido permanentemente seguida por
los técnicos arqueólogos, a pesar de la presencia masiva de bolsadas de vertidos contemporáneos. La zona de actuación ha
comprendido una banda longitudinal que discurre paralela al corredor ferroviario Madrid- Sevilla-Zaragoza-Barcelona.
Fig. 54. Situación del Complejo de la Cuarta Esclusa. Fuente Google Earth
Finalmente, y una vez concluida la excavación se ha procedido a la documentación de los materiales y técnicas cons-
tructivas de la edificación, así como una pormenorizada lectura de paramentos. Todos estos resultados quedan compren-
didos en el presente Informe de Intervención.
Fig. 55 y 56. Vista general del Ámbito 1 dentro del complejo constructivo
• Ámbito 2: se localiza en la zona más al sur de la intervención. Éste ámbito se configura como el más complejo, puesto
que está formado por varias estancias y estructuras que parecen responder a distintos momentos constructivos.
La delimitación de los ámbitos se produce una vez quedan rebajados los niveles superiores y queda configurada una
disposición arquitectónica más o menos lógica. Tras diferenciar los muros que configuran el edificio se distinguen varias
unidades de relleno, ya consideradas como unidades arqueológicas. Una de ellas, la U.E. 125, abarca casi toda la superfi-
cie de la nave principal del Ámbito 1. La retirada sucesiva de esta y otras capas permite documentar no sólo las estructuras
murarias originales sino otras posteriores, de forma que se evidencian los diferentes niveles de ocupación que ha tenido el
yacimiento. Así por ejemplo, la U.E. 109 queda configurada como un relleno en el que destaca la localización de una pieza
numismática. Tanto la U.E. 109 como las 114, 126 y 135 conforman los niveles principales de colmatación del Ámbito 1. Su
documentación ha permitido recuperar piezas de metal además de la moneda, como clavos y fragmentos de cerámica de
diversa manufactura.
Dentro del Ámbito 1 se localizaron materiales que se enmarcan cronológicamente en el siglo XIX – XX. Destacan tanto
en éste como en los demás ámbitos la abundante presencia de materiales constructivos de varios momentos distintos, se
pueden observar ladrillos macizos de dimensiones 14x28x4 cm., así como ladrillo multiperforado. También se retiran nu-
merosas tejas, de fabricación artesanal, así como de fabricación industrial, como los fragmentos localizados en la UE 114.
Es de destacar una teja plana de barro cocido, de fabricación industrial, muestra en su anverso las letras ALI, parte de
una palabra de identificación de la fábrica de cerámica, quizá parte de la palabra Alicante. En dicha localidad se localizaba
la fábrica de Cerámica Alicante. En el reverso se observa 23-7-49 fecha probable de la producción de dicha teja.
La cerámica localizada en este ámbito es cerámica común generalmente cerámica de cocina que presenta un vidriado
al interior de color marrón melado. Se han localizado varios bordes de piezas, que nos permiten identificar sus formas con
lebrillos. El lebrillo es un recipiente que se asocia a numerosas tareas domésticas.
También se localizaron fragmentos de loza decorada con flores, típica de la segunda mitad del siglo XX.
Fig. 63. Anverso, reverso y sección de una teja Fig. 64. Teja plana localizada en el a UE 114
curva de producción industrial
Fig. 66. Fragmento de taza decorada con una rosa y borde dorado (UE 114)
Los materiales recuperados en mayor número son los objetos de metal, principalmente clavos de hierro, de gran tama-
ño y también algún tornillo y tuerca de grandes dimensiones. Estos metales podrían formar parte de las techumbres de
madera o viguerías.
También se localizaron dos monedas, que permiten la datación cronológica de unos de los más importantes momentos
de ocupación del edificio.
De este tipo se acuñan unas 170 millones de piezas, siendo una de las monedas más frecuentes de los circuitos numis-
máticos de España. Aunque siempre aparecen las fechas de 1869 ó 1870, se acuñan monedas hasta 1876, al igual que las
piezas de cobre de 2 céntimos y de 5 céntimos. Las características permanecen inalteradas hasta la II República.
Anverso: ALFONSO XIII POR (...) [Perdido] ALFONSO XIII POR LA G. DE DIOS 1893
Reverso: REY CONSTL DE ESPAÑA PG UNA PESETA
Ceca: PGL
Ensayadores: Félix Miguel Peiró Rodrigo y Antonio García González
Juez de Balanza: Domingo Lizarazu Astarlos Madrid
Peso: 5,10 g. Dimensiones: 23 mm. Cronología: 1893
El 19 de octubre de 1868 nace la peseta en el contexto de la Unión Monetaria Latina, con la intención, por parte del Go-
bierno Provisional, de adecuar nuestra moneda a la de los países integrantes. Las primeras piezas se acuñaron en 1869,
siendo la unidad la primera en ver la luz, tras una primera vacilación que hace aparecer el nombre del Gobierno Provisional
en el anverso en lugar del de la Nación. De esta moneda se hace una tirada de 1.958.066 piezas.
B: Ámbito 2
En el ámbito 2 es el que menos material nos ha proporcionado, estaba colmatado por restos de escombros procedentes
de las pequeñas construcciones.
En la UE 208 se han recuperado varias piezas de metal sin forma definida. También se localizó una moneda, que per-
mite la datación cronológica de unos de los momentos de ocupación del edificio.
C: Ámbito 3
Dentro del Ámbito 3 en el que se localiza un estrato de relleno (UE 308) destaca un fragmento de vaina de cartucho
para fusil tipo Mauser calibre 7x57 mm. Fecha y procedencia indeterminada, marcaje ilegible. Lo único constatable es que
la bala fue disparada. Se han localizado en la UE 301 2 herraduras, así como algunos clavos. Los objetos de metal son los
que mayor representación tienen en todo el yacimiento.
Un poco más al sur, siguiendo la Línea de Alta Velocidad, nos encontramos con los restos del canal artificial y de la
siguiente esclusa.
La quinta esclusa es un complejo hidráulico formado por tres unidades estructurales que funcionan de manera indivisi-
ble: el canal hidráulico, el vaso y el puente.
La infraestructura de la quinta esclusa es muy parecida a las demás; data del siglo XVIII, siendo rey Carlos III, como la
mayor parte de los complejos hidráulicos del canal. Así la describe Madoz:
“Y a 1,209 pies del mismo, está la quinta esclusa de anterior construcción, y reedificado el mismo año el muro del lado
del R. tiene 81 pies de longitud, y 162/2 de lateral; y así en esta como en la Cuarta, se han construido los gallipuentes a
continuación como en la Segunda. A la izquierda, a 30 varas de la esclusa, está la casa del peón del conservador, y otros
apartamientos, para dependientes del ramo del arbolado, que cuidan el gran vivero que hay desde dicho puente hasta la
misma esclusa (…).”
En el Ministerio de Fomento existe una colección de 690 planos de obras hidráulicas proyectadas en el periodo com-
prendido entre 1746- 1866. En dichos planos quedan plasmados los avances técnicos, además de aportar información de
otros campos como el transporte, la agricultura, el regadío y el desarrollo urbano.
Cuando en la segunda mitad del siglo XIX se cegó parte del canal, en este tramo, también se debió suspender la na-
vegación y el transporte fue substituido por el nuevo ferrocarril Madrid-Aranjuez. El ferrocarril iniciaba una etapa en que
la navegación por el Canal quedaba obsoleta. La navegación lenta y dificultosa por aguas del Manzanares y por su com-
plejo sistema de esclusas se vio relevada por el camino de hierro, por el que circulaban las modernas máquinas de vapor,
símbolo de una nueva sociedad industrial y europea. A partir de entonces el Canal del Manzanares se abandona y queda
relegado al olvido, y como mucho, a otros menesteres como el uso del molino de la Cuarta Esclusa.
La intervención arqueológica realizada en la Quinta Esclusa del Real Canal del Manzanares ha permitido identificar la
totalidad del complejo, que había quedado totalmente sepultado por la llanura de inundación del río Manzanares.
El complejo contaba con la casa de la esclusa, a la que estaba ligada la explotación de una huerta irrigada que permitía
la manutención del esclusero y su familia. Por otro lado, se ha documentado la totalidad de la esclusa. El canal aguas arri-
ba, la esclusa propiamente dicha y su gallipuente y, por último, el canal aguas abajo.
El complejo excavado pertenecería a la segunda reforma realizada en el primer cuarto del siglo XIX ligada a la figura del
duque de Alagón. El canal había quedado gravemente dañado por las inundaciones periódicas del río y la falta de repara-
ciones. El duque de Alagón realizó un memorándum con el estado de la esclusa y del canal y se procedió a la reparación
del mismo. En el caso de la quinta esclusa prácticamente supuso una reconstrucción ex-novo.
En la zona aguas arriba de la 5ª esclusa la estructura del canal está constituida por un entramado de tablones (U.E.
1005), colocados a modo de chapa y puntal, sin morteros ni concreciones en las juntas, reforzada en su parte exterior
por una zanja de cimentación (U.E. 10.001) colmatada con un nivel de relleno (U.E. 10.002) de estructura muy compacta
y heterogénea, matriz arenosa, y de color oscuro, en el que se han incluido grandes cantos y bloques para dar firmeza y
estabilidad a la cimentación.
Fig. 76. Complejo de la 5ª Esclusa vista desde aguas Fig. 77. Vista general del emboquille del canal en la 5ª Esclusa
arriba del canal
Fig. 78. Estructura del canal del Manzanares aguas Fig. 79. Detalle de la Estructura del canal
arriba de la esclusa (U.E. 1005) (U.E. 1005)
Esta zona el canal se encuentra colmatado por 4 rellenos sucesivos U.E. 1004, 1003, 1002 y 1001. El relleno más
inferior (U.E. 1004), que se encuentra en contacto directo con los niveles fluviales, no es más que una pequeña man-
cha longitudinal que contiene escaso material arqueológico, y tiene una matriz arenosa con aportes de arcillas; este se
encuentra cubierto por otro relleno (U.E. 1003), un nivel de matriz arcillosa y limosa, con abundante materia orgánica,
y en el que se ha documentado gran cantidad de material arqueológico (cerámica y hueso). El tercero de los niveles
de colmatación del interior del canal aguas arriba (U.E. 1002) es un depósito de arenas de grano medio que forma un
caballón lateral al canal, extendiéndose hasta el eje central; este es un tipo de relleno habitual en las canalizaciones
hidráulicas. Por encima de este nivel encontramos un relleno (U.E. 1001) formado por vertidos constructivos recientes,
y sin apenas material arqueológico.
Posterior a estos rellenos se ha documentado un camino o firme (U.E. 1000) de mampostería de cal y canto muy dete-
riorada, aprox. 2,50 m de anchura y unos 10 m de longitud, sobre un nivel que le sirve de cama (U.E. 1100), así como otro
relleno exterior al canal (U.E. 1200).
Junto al emboquille de la esclusa, al exterior del canal, se han documentado también otros dos rellenos (U.E. 2700 y
2701) compactos y heterogéneos de arcillas, en los que aparece abundante material arqueológico (cerámica, metal, hue-
sos) en buen estado de conservación; según el material recuperado podría tratarse del relleno de una fosa de la guerra
civil.
Embarcadero de la esclusa
La cimentación principal del embarcadero (U.E. 2107) es un solado de mortero de cemento y yeso, sobre el que se
asienta una estructura constructiva formada por un entramado de tablones de madera maciza (U.E.2106), y un relleno de
cantos de cuarcita y caliza (U.E. 2105), de tamaño medio, trabados con mortero. Esta estructura constructiva sirve como
cama al solado del embarcadero (U.E. 2104), formado por un entarimado de grandes tablones de una sola pieza rematados
con grapas de plomo en la unión con los bloques de piedra de la estructura de la esclusa.
Fig. 86 a y b. Estructura constructiva de la cama del solado del embarcadero (U.E. 2106 y 2105)
En un momento posterior al embarcadero se le adoso una estructura constructiva (U.E. 2300) que funcionaba como
dique, con el objetivo de represar la corriente; esta estructura estaba formada por tablones y estacas dispuestas perpen-
dicularmente al canal.
Fig. 88. Vista general del embarcadero de la 5ª Esclusa Fig. 89. Vista del embarcadero de la esclusa y las
unidades estratigráficas que lo conforman
La zapata principal de cimentación del muro este (U.E. 2003) está formada por una estructura de mampostería de cal y
canto, y sobre esta se levantan sendos muros de aparejo de ladrillo formados por dos hiladas de ladrillo a tizón con juntas
de mortero muy deteriorado (U.E. 2000 y 2100) en cuyo esquinazo se colocó una piedra de granito bien tallada.
También sobre la zapata de cimentación, y apoyando en los muros de ladrillo se levantaron dos estructuras de refuerzo
(U.E. 2001 y 2200) compuestas por mamposterías de cal y canto con el mampuesto muy degradado por un proceso de
arenización. La superficie exterior de estas estructuras se encontraban recubiertas de un enlucido (U.E. 2002) de matriz
arenosa, muy mal conservado, sin decoraciones ni pigmentos aparentes, y que debió de contener muy poca cal.
Tanto a la cimentación principal, como a este enlucido y a las estructuras que cubría se adosaba un suelo o superficie
de uso (U.E. 2004) formado por una capa de gravas y arcilla ligeramente apisonadas. Este suelo como el espacio exterior
de esta área se encontraba colmatado por un estrato (U.E. 2600) de relleno de arcillas y cascotes del propio edificio, en el
que aparece abundante material arqueológico (hueso, cerámica y metal).
La estructura principal del muro de contención este (U.E. 2400) está formado por una estructura de mampostería de cal
y canto muy deteriorada, en el que se documentan los restos de la cimentación de una estructura de tablaestacado no con-
servada hoy día, probablemente una pasarela paralela a la esclusa, un 2º embarcadero posterior al descrito anteriormente,
o bien un sistema de andamiaje.
La estructura del muro este del vaso se encuentra reforzada por dos contrafuertes exteriores fabricados igualmente a
base de mampuesto de cal y canto, y se adosa tanto a uno de los estribos del gallipuente (U.E.7003) como al muro de
aparejo de ladrillo U.E. 2100 y su estructura de refuerzo U.E. 2200, uniéndolos.
Fig. 93. Vista cenital de la estructura Fig. 94. Detalles de la estructura principal del muro
principal del muro este (U.E. 2400) de contención este (U.E. 2400), formada por un paramento
de mampostería de cal y canto muy deteriorado
Fig. 95. Detalle del cimiento de una posible conducción de agua (U.E. 2201 y 2500) paralela al canal
El cimiento principal o apoyo del muro de contención oeste (U.E. 5004) está constituido por una estructura de aparejo
de ladrillo mezclado con mampostería de yeso y mortero.
La estructura principal del muro de contención oeste (U.E. 5000/5700) combina 3 tipos de edilicia, aparejo de ladrillo
macizo con juntas de mortero, sillería labrada en granito con juntas de mortero, y mampostería de yeso con mortero; esta
estructura se adosa a uno de los estribos del gallipuente (U.E. 7002) y se encuentra reforzada por dos contrafuertes exte-
riores fabricados a base de mampuesto de cal y canto
Fig. 96. Vistas generales del muro Fig. 97. Vistas generales del muro de contención
de contención U.E. 5000 oeste del vaso U.E. 5700
En el muro de contención oeste se ha documentado la existencia de una arqueta que cumplía la función de aliviadero
del caudal de la esclusa. La estructura principal del aliviadero (U.E. 5500) está formado por una sillería de bloques de gra-
nito dispuestos en una sola hilada, cubierta por una capa de cantos de yeso y arcilla (U.E.5400).
Fig. 101. Vista del arranque de la Fig.102. Salida aliviadero en el interior del vaso
arqueta/aliviadero (U.E. 5100) de la Esclusa (U.E. 5600)
Esta arqueta arranca en el hueco de una pequeña compuerta (U.E. 5100) practicada en una de las secciones del muro
principal oeste (U.E. 5700), avanza perpendicular a dicha sección, y tras girar 90º a la izquierda desemboca en la otra sec-
ción del muro oeste (U.E. 5000), en una abertura formada por dos jambas y un dintel de bloques de granito (U.E. 5600).
La compuerta U.E. 5100 se encontraba cerrada por una estructura de tableros de madera (U.E. 5101) sin ningún tipo de
traba, encajada en dos guías de madera (U.E. 5102) situadas en los laterales del hueco de la compuerta.
El interior de la arqueta del aliviadero se encontraba colmatado por un relleno de arcillas y limos (U.E.5103) con abun-
dante aporte de material orgánico (raíces).
En época contemporánea una de las secciones del muro de contención oeste (U.E. 5000) sufrió una reforma que con-
sistió en la creación de un hueco, esclusa o canal moderno (U.E. 5003) que rompe el aparejo de ladrillo y de mampostería
de cal y canto que lo forma; las paredes interiores de este pequeño canal están parcheadas con un revoco de mortero de
hormigón (U.E. 5001 y 5002) con una antigüedad no superior a 10 años.
Gallipuente
En el extremo sur de la exclusa se conserva un gallipuente que une las dos márgenes del canal del Manzanares.
El arco principal del gallipuente (U.E. 7001) es un arco rebajado, casi de campanel. La edilicia del arco está formada por un
aparejo de ladrillo atizonado, con juntas de mortero, bien trabado, sobre el que se conserva una plataforma (U.E. 7000) hecha
de un aparejo similar al del arco; la plataforma serviría como base a un echadizo probablemente de grava hoy desaparecido.
Los estribos del gallipuente (U.E. 7002 y 7003) están constituidos por sillerías de bloques de granito de grandes di-
mensiones dispuestas a hueso (sin mortero en las juntas); los estribos forman escalinatas de acceso a la zona de calado
y navegación.
Fig. 106a, 106b y 106c. Vistas de los estribos (U.E. 7002 y 7003) del Gallipuente
En época contemporánea bajo el gallipuente se construyó un entubado de fibrocemento que quedaba adosado al arco
por el intradós; este entubado tenía como objetivo recanalizar el regato de riego del canal.
Fig. 107. Entubado de fibrocemento adosado al arco del gallipuente por el intradós del mismo
Tanto el embarcadero como el resto de la estructuras que conforman el complejo de la 5ª Esclusa se encontraban col-
mados por tres rellenos o niveles de colmatación sucesivos (U.E. 2103, 2102 y 2101).
El primero de estos niveles (U.E. 2103) es un estrato de matriz arenosa, y estructura muy suelta y homogénea de unos
25 cm de potencia, depositado por el transito natural de las aguas a través de la esclusa; depositado inmediatamente sobre
este relleno se ha podido documentar un segundo nivel denominado U.E. 2102, un estrato con una matriz de arcilla muy
limosa, y una estructura suelta y homogénea, en el que parece abundante material arqueológico.
El tercero de los rellenos (U.E. 2101), que colmatan la estructura de la esclusa, está formado por un estrato de arcillas
y gravas, con una estructura muy suelta y heterogénea, en el que también se documenta material arqueológico.
La estructura del canal aguas abajo es similar a la estructura aguas arriba de la esclusa, un entramado de tablones de
madera maciza (U.E. 1006), colocados a modo de chapa y puntal, sin morteros ni concreciones en las juntas.
Fig. 108. Estructura del canal del Manzanares Fig. 109. Detalle de los primeros rellenos de colmatación
(U.E. 1006) aguas abajo de la 5ª Esclusa del canal aguas abajo de la 5ª Esclusa
Aguas abajo el canal se encuentra colmatado por 3 rellenos sucesivos U.E. 8000, 8001 y 8002, que parecen correspon-
derse con 3 de los rellenos documentados aguas arriba (rellenos 1001, 1002 y 1003 respectivamente).
El relleno superior (U.E. 8000) es un nivel formado por vertidos constructivos recientes, y sin apenas material arqueológico;
bajo este aparece un depósito de arenas de grano medio (U.E. 8001), un tipo de relleno habitual en las canalizaciones hidráulicas.
El nivel inferior de esta zona del canal (U.E. 8002) es un nivel de matriz arcillosa y limosa, con abundante materia orgánica.
El estudio de las diferentes edilicias del complejo de la Quinta Esclusa ha dado como conclusión lo que confirman las
fuentes documentales acerca de este monumento. De una edificación primigenia se han llevado a cabo varias modificacio-
nes y replanteamientos, los cuales debieron ser ideados para la mejora de la eficacia del sistema de represado. Aunque no
sabemos hasta qué punto pudo ser o no eficaz toda la red de esclusas del canal del Manzanares, sí que sabemos, por los
datos de la excavación, que ya a principios del siglo XX la esclusa debió estar inutilizada como estructura de navegación.
No obstante habría que partir de la idea de que previo a la construcción de la esclusa ya debió de existir no sólo el Canal
de Navegación, sino algún complejo de represado, más sencillo y mucho menos ornamental que el recuperado. Veremos
en este apartado cómo se suceden los paramentos y de qué forma han condicionado a todo el complejo.
Cimientos
Estamos ante tres estructuras cuya cimentaciones reposan directamente sobre el lecho fluvial, ya que nos encontramos
en plena terraza del Manzanares. Lo normal es que los cimientos se anclen a los niveles de arenas por medio de un estaca-
do de madera, como queda patente en otras construcciones de similares características (AA.VV., 1987). La ingeniería nos
dice que dichos puntales deben de tener una profundidad suficiente como para estabilizar el edificio, no sólo de la plomada
vertical sino de los desplazamientos horizontales. A la solera le complementa un volcado de cemento de mortero basto,
el cual rellena las juntas de la madera con gravas. Esta sección es visible gracias a la intervención arqueológica, ya que
se documentaron las U.U.E.E. 2.105 y 2.107 correspondientes a sendos solados de mampostería con mortero, en el que
la superficie superior combinada un entramado de vigas y tablones (U.E. 2.104). Aún quedando visibles y aún formando
parte del embarcadero, esta debiera de ser la configuración principal de los cimientos, si bien es cierto que desconocemos
con precisión los cimientos de los Muros Este y Oeste. Lo normal es que apoyasen directamente sobre el lecho geológico
gracias a una zapata corrida del mismo material (Chow, 1983). A la vez el puente prolongaría esa misma zapata hasta los
apoyos de las zapatas aguas abajo, probablemente a base de dos pilas también en mampostería bruta.
Estructuras básicas
Aunque ya han sido descritas en el apartado anterior cabe destacar la continuidad entre todas ellas. Simplemente
echando un vistazo a los Muros Este y Oeste es posible observar cómo forman parte de un conjunto indivisible arquitectó-
nicamente hablando. Hablamos de muros, y no de paredes, porque éstos no soportan cargas sobre sí mismos, a diferencia
de las paredes, que sí lo hacen de bóvedas y techumbres (Rejón de Silva, 1788: 155).
La fabricación de los muros principales del vaso debió ser en origen mucho más sencilla que los parcheados posterio-
res, ya que reparar o sustituir un muro o parte de él suponía poner en peligro la estabilidad de todo un lienzo. Sin embargo
levantar el Muro Este de una sola pieza no entraña tanta dificultad, al margen de la pericia que deben tener los oficiales de
albañilería. El caso es que alzar una mampostería única de sillarejo es mucho más sencillo que reparchear, por ejemplo,
el Muro Oeste, configurado en aparejos de ladrillo, sillería y mampostería. De esa forma es como se producen graves de-
terioros en este paramento, como veremos en adelante.
Uno de los aspectos más interesantes es la configuración del puente con respecto a todo el complejo. Hay que tener
en cuenta que a la hora de su construcción debieron de tener en cuenta que debía quedar trabado por no una, sino
tres estructuras independientes: los dos muros del vaso principal y el canal de navegación, aguas abajo. Como se verá
adelante no llegaron a conseguirlo, puesto que todo el complejo, puente y vaso, están ligeramente desplazados con
En cuanto al canal supone la estructura más sencilla y a la vez endeble del complejo. Siguiendo un sistema construc-
tivo propio de canalizaciones, se presenta como la estructura más antigua del yacimiento, quedando el vaso y el puente
adheridos a ésta. El sistema constructivo es simple y muy común en zonas de riego. La diferencia con respecto a las otras
estructuras es que este canal conllevaba un programa de mantenimiento y conservación riguroso, ya que queda expuesto
a las venidas y crecidas del caudal del río del que se abastece. Eso supone que si el canal no está cuidado y pierde sus
características constructivas anegaría tanto a la es