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SEGUNDO PARCIAL FAMILIA SER Y MISIÓN

LUIS ALEJANDRO RODRIGUEZ VALLEJO COD: 539021

1) VIII: Comunicación asertiva


¿Qué es?
La comunicación se puede comprender como la forma en la que se transmite
un mensaje entre un emisor y un receptor. Sin embargo, la comunicación
asertiva consiste en la capacidad de expresar sentimientos, ideas u opiniones
de manera confiada, clara y partiendo del respeto.

veamos algunos ejemplos, donde comparamos comunicación que no es


asertiva, con comunicación que sí lo es.

Ejemplo #1
Comunicación No Asertiva:
“Eres un incompetente, siempre cometiendo los mismos errores”.
No es asertivo porque juzga y generaliza.
Comunicación Asertiva:
“Noté que en los últimos 3 viajes no trajiste tus papeles completos y esto nos
ocasionó retrasos en el aeropuerto ¿lo habías notado?”
Es asertivo porque habla de las acciones y su impacto, y valida preguntando.

Ejemplo #2
Comunicación No Asertiva:
“Te veo con mala actitud deberías estar más comprometido”.
No es asertivo porque generaliza y juzga.
Comunicación Asertiva:
“Veo que en el último mes has llegado tarde a 3 reuniones y a mí me gustaría
que llegues puntual”.
Es asertivo porque es específico y hace una solicitud en primera persona.

Ejemplo #3
Comunicación No Asertiva:
“Tú me haces poner de mal humor”.
No es asertivo porque culpa y se victimiza.
Comunicación Asertiva:
“Cuando llegas tarde a recoger a los niños me siento ofuscado y a ellos se les
hace tarde para comer”.
Es asertivo porque se hace responsable por sus emociones, es específico y
habla de las acciones y su impacto.

Ejemplo #4
Comunicación No Asertiva:
“Es que tú me haces sentir excluido”.
No es asertivo porque culpa y se victimiza.
Comunicación Asertiva:
“Cuando no me enviaste invitación a la reunión de ayer, yo me sentí excluido”.
Es asertivo porque se hace responsable por sus emociones, es específico y
habla de las acciones y su impacto.
Ejemplo #5
Comunicación No Asertiva:
“Es que tú nunca escuchas y siempre quieres que se haga lo que tú dices”.
No es asertivo porque juzga y generaliza.
Comunicación Asertiva:
“Me parece que te molestaste cuando Pedro propuso una idea diferente a la
tuya ¿es así? ¿tú cómo lo ves?
Es asertivo porque habla en primera persona, es específico, pregunta y valida.

2) IX: Pedagogía familiar.

La Pedagogía familiar sirve para estudiar la educación familiar en los tres


sentidos apuntados, viendo la educación que se desprende de las diversas
experiencias en la familia, como por ejemplo analizando el alcance de los
medios de comunicación para forjar los valores de la familia, y la educación,
instrucción y formación que intencionalmente se perfila con unos criterios, fines,
objetivos, medios, etc.

El saber pedagógico consiste en saber lo qué es la educación. El saber


educativo consiste en saber cómo se educa . Para saber cómo se educa, hay
que educar. Al educador le es esencial educar para educar. El pedagogo, como
no busca, en principio, de hecho, saber educar, sino sólo saber qué es la
educación, no le es esencial educar. Sin embargo, le es necesario de hecho el
educar, pues saber qué es la educación exige ocuparse del momento
cognoscitivo de ella de saber educar; saber qué es la educación requiere saber
una actividad.

El saber pedagógico apunta a vislumbrar cómo debería ser la educación y por


ello, aunque se discute mucho sobre este punto, es un saber normativo, señala
el deber ser de la educación, asienta las bases para juzgar sobre la adecuación
de fines, medios, sujetos, agentes, recursos, es decir, de todos los elementos
que intervienen en el proceso educativo para que éste “salga” bien: conduzca a
crecer a quien haya que ayudar a crecer. Las palabras siguientes y la figura
que a continuación se plasma, ilustran estas ideas.

Y en este contexto entra la Pedagogía Familiar, en cuanto rama de la


pedagogía. Si se quiere, forma parte de la Ciencia de la Educación, como la
propia Pedagogía; pero no es una de las llamadas Ciencias de la Educación,
sino que es una de las ciencias pedagógicas o ramas de la Pedagogía. Como
tal, la Pedagogía Familiar es una ciencia práctica, por más que se apoye en
unas bases teóricas.

Pocas familias tienen un desarrollo evolutivo carente de situaciones


estresantes, sin embargo, algunas familias se ven sometidas a situaciones de
estrés familiar añadido. Entre las situaciones de especial estrés pueden
señalarse las siguientes:

Familias que viven con un miembro con problemas extrafamiliares. Por


ejemplo, cuando el marido o mujer tiene problemas laborales, problemas con la
familia de origen, etc. Familia que viven una experiencia de estrés extrafamiliar.
Sobrecarga por una situación económica que afecta a todos, problemas de
adaptación a nueva cultura, ciudad, amigos, etc.

Familias con estrés por momentos evolutivos naturales de la familia o por


cambios significativos de la misma: muerte de alguno de los miembros,
separación de un hijo por los motivos que sean, incorporación de un nuevo
miembro porque nace un niño, viene a vivir algún miembro de la familia de
origen (madre de uno de ellos) o vuelve algún hijo de nuevo, incremento de la
familia porque se acoge o adopta a un nuevo niño, etc.

3) X: Persona y familia. La riqueza de la sexualidad.

La sexualidad humana se construye sobre un binomio muy concreto: hombre y


mujer. Las diferencias entre ambos polos inician con una base genética que, en
la gran mayoría de los casos, fundamenta las diferencias entre hombres y
mujeres en los niveles genital, hormonal, fisiológico y psicológico.
existe una relación sexual que va más allá de la simple búsqueda del placer y
que se encuadra en una relación personal mucho más profunda y rica. Se trata
de una vida sexual integrada en un proyecto de amor en el que él y ella se
aceptan y se dan mutuamente en el pleno respeto de todas las riquezas
propias del ser hombre y del ser mujer, sin rechazar ninguna dimensión
(genética, física, hormonal, psicológica, espiritual). Esta aceptación implica un
darse y un recibirse total, pleno, que excluiría la que consideramos actitud de
rechazo de la propia fertilidad.

Esto vale no sólo para la mujer sino para el mismo hombre. Su virilidad
conlleva el poder fecundar, normalmente, a una mujer en una relación sexual.
En la donación total, interpersonal, tal fecundidad es parte de la plenitud de
aceptación, la cual se da de modo definitivo y total en el matrimonio.

El esposo acepta su riqueza sexual y la de su esposa; la esposa acepta la


propia riqueza sexual y la de su marido. Tal aceptación, repetimos, se coloca
en un contexto mucho más amplio, que implica la aceptación plena, total,
exclusiva, del otro y de la otra, en el tiempo, hasta la muerte.

La relación sexual fuera del matrimonio encierra un enorme número de riesgos


y de errores. Quizá el mayor es el miedo a la fecundidad del otro, que, en el
fondo, es rechazo de algo fundamental de la persona. De este modo, el amor
no puede ser pleno, sino parcial. Un amor así no puede realizar plenamente
una vida humana. A lo sumo será un momento de emoción o de placer, pero
siempre existirá un cierto miedo a que asome la cabeza un hijo que nos
recuerde la seriedad de la vida sexual humana.

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