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Los libros Proféticos

Un profeta es una persona -a veces una comunidad- que habla de


parte de Dios. Conforme lees estos libros recuerda que el rol de los
profetas sigue vivo y que su mensaje es relevante para nosotros, si
sabemos interpretarlo y aplicarlo a nuestra realidad.

La Biblia divide los libros proféticos en mayores y menores, por el


tamaño de su obra y no por la importancia de su mensaje. Isaías,
Jeremías, Ezequiel y Daniel son los profetas mayores o más largos.
La falta de orden cronológico suele causar confusiones de tipo
histórico, por lo que al leer cada libro conviene revisar su
presentación para situarlo bien en el tiempo.

Los profetas eran personas llamadas por Dios para ser sus
portavoces ante el pueblo, sobre todo en tiempo de crisis. Su
mensaje se conoce como profecía u oráculo; usan muchos símbolos
y metáforas, y escriben en variados géneros literarios entre los que
destacan gestas o hazañas, cartas, oraciones o plegarias,
lamentaciones, oráculos, relatos de la vida y lenguaje apocalíptico.

Los profetas realizaron con valentía su misión y con frecuencia


tenían problemas, pues su mensaje era duro, sobre todo para los
poderosos y los dirigentes del pueblo:

Enfatizan la alianza con Dios, su fidelidad y la necesidad


de guiar su conducta de acuerdo con la Ley.

Denuncian la infidelidad a Dios, que lo ofende a él, hiere a


las personas y destruye al pueblo, advirtiéndoles el castigo si no se
convierten.

Motivan a la conversión y dan esperanza de una vida


nueva, exhortan a acogerse a la misericordia de Dios y a responder
a su amor.

Dios fortalece a los profetas para transmitir su cercanía y


protección al pueblo, al tiempo de lo desafía a vivir según su
corazón. Envió profetas que hablaran directamente a los reyes,
pues su misión es guiar al pueblo según los ideales de Dios para
evitar injusticias, divisiones y depravaciones humanas.

Los pecados que denunciaron los profetas con más intensidad


pertenecen a los cuatro sistemas de funcionamiento social. Estos
pecados son la idolatría, los falsos profetas y el culto hipócrita vacío
de buenas obras (sistema religioso); las injusticias sociales de los
gobernantes que oprimen a su pueblo sin compasión, en lugar de
cuidar de él según el corazón de Dios (sistema político); la
explotación y trampas de los ricos y comerciantes que reducían a la
gente sencilla a la pobreza y miseria (sistema económico); las
injusticias de jueces y tribunales que se dejaban comprar por los
poderosos e imponían castigos desproporcionados a los pobres
(sistema judicial).

Los anuncios de esperanza dados por los profetas están


íntimamente ligados con la comprensión de Dios, al tiempo que
revelan su amor incondicional; su perdón para quien se arrepiente
y enmienda; su promesa de un rey (el Mesías), que gobernaría con
sabiduría y crearía paz, justicia y unidad. También transmiten la
revelación paulatina de Dios, quien, a través de ellos, comunica que
ama a todas las naciones y que la salvación es para todos.

Es importante reconocer que Dios sigue mandando profetas a lo


largo de la historia para recordarnos su amor y llamarnos a
conversión. De hecho, todos los cristianos estamos llamados desde
nuestro bautismo a ser sacerdotes, profetas y pastores. Cumplimos
nuestra misión de profetas cuando anunciamos a Jesús e invitamos
a las personas a seguirlo fielmente y responder al amor de Dios.
¡Qué maravilloso y comprometedor es el llamado a ser profetas de
esperanza entre los jóvenes de hoy!

Biblia católica para jóvenes

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