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Capitulo 3 La relacién odontélogo-paciente después de los 60 anos Lic. Mabel Murillo Ala memoria de mis padres, Matilde y Claudio Murillo La vejez: un proceso vital Fundamentos de la importancia emocional de la boca y la zona bucal Para comengar el capitulo me propongo realizar un desarrollo de la significacién que tiene la boca y la zona bucal, a nivel inconsciente y durante toda la vida, para el ser humano. El objetivo de ello es ofrecer algunas he- rramientas descubiertas por la teoria y la clinica psicoa- nalitica que considero utiles para el odontélogo a fin de entablar un genuino didlogo interdisciplinario. Tratare varios puntos que espero vayan sumando elementos para una maxima comprensién de nuestro tema especifico: la odontogeriatria. Apoyandome en los descubrimientos de Freud S, es pecialmente el de la existencia de una instancia incons- ciente en el aparato psiquico de todo individuo, tomaré como punto de partida que la boca es para el sujeto hu= mano un érgano central para la vida, dadas las uncio- nes fisoi6gicas que cumple (incorporacién del alimento ¢ inicio de todo el proceso digestivo, articulado con la funcién respiratoria). Es el lugar en donde se concen- tran primordialmente las funciones tréficas, y atin las perceptivas mas importantes en la época de la lactancia EI bebé recibiré lo necesario para su subsistencia biol6- ica y, por afadidura, el “alimento” afectivo imprescin- dible para el desarrollo del mundo psiquico y emocio~ nal, basico para la construccion de la subjetvidad La boca serd puente de conexién con el mundo y también, durante bastante tiempo, el érgano corporal gracias al cual el bebé investiga y reconoce el mundo inmediato: todo objeto que quede a su alcance ser lle- vado a la boca y chupeteado, para conocerlo y “apro- piarse” de él; razones mas que suficientes para que la boca conserve a lo largo de toda la vida, una profunda significacién psiquica En palabras de Freud, en "Conferencias de Introduc- ci6n al Psicoandlsis" (1916): "Las primeras mociones de sexualidad aparecen en el lactante apuntaladas en otras funciones importantes para la vida. Su principal interés esta dirigido (...) a la recepcién del alimento; cuando se adormece luego de haberse saciado en el * bio: enerla seu recuerdos. se habla de “bjetos” pare refers alas personas, importantes yvloradas, pertenezcanésas al mundo real o pecho, expresa una satisfaccién beatifca, lo cual se re petiré més tarde...” (pag. 286). Pero Freud agrega, un poco mas adelante: "... el lactante quiere repetir la ac: cién de recepcién de alimento sin pedir que se le vuel va a dar éste; por tanto, no esté bajo la impulsion del hambre. Decimos que chupetea, y el hecho de que con esta nueva accion también se adormezca con expresion beatifica nos muestra que, en si por si, ella le ha dado satisfaccion.” (pg. 286). A través de la boca, el bebé accede al contacto y la singular comunicacién con la madre en el acto del amamantamiento, satisfaciendo su necesidad biolégica, pero descubriendo con el chu: peteo un placer adicional que tiene entidad sexual. 0 cho placer representa pues, un plus de deseo que soli cita repetir la accion (Fig. 1 ‘Ahora bien, el apuntalariento de las mociones de se salidad en el desarrollo del actante en las funciones im. portantes para a vida, hace discriminar desde el psicoandl sis una primera etapa o fase de la evolucion psicosexuial en el nifio, formando parte de las también denorinadas "ta ses de evolucion dela libido” * La primera de elas se deno: mina, precisamente, fase oral En ella la excitacién de la cavidad bucal y de los labios en el momento de la nutricién propor ciona las significacio nes electivas mediante las cuales se expresa y se organiza la "prime: ra" relacion de objeto® del lactante: en este «aso, la relacion con la madre. Toda regién corporal puede const tuirse como una fuen te de exctacion sexual y comportarse por lo tanto como una zona cerégena. La boca es Una de las zonas er6: sgenas por excelencia, “Una zona erdgena es toda regi dl revestiientocutineo-mucoso susceptible de ser asento de uraexctacin de po sexual am Odontologia para las personas mayores Ricardo Roisinblity co Fg? Asi, es comprensible que el origen de los temores al odontélogo (que pueden constituirse en verdaderas fo- bias) esté dado por la fuerza de las vivencias y significa- ciones inconscientes vinculadas a la zona y la fase oral En particular, el temor siempre estar vinculado a situa- ciones que en la historia del paciente tomaron fuerza traumatica Es muy conocido, ain por los legos, la valoracién aque tienen las piezas dentarias. Su pertenencia ala zona oral y su significacién en cuanto a la fase oral, si bien en una etapa posterior a la del chupeteo, son determi- nantes de la angustia que habitualmente acarrea la pér- dida de una pieza dentaria, asf como también, por ejem- plo, del dolor sin justficacién real con que el paciente frecuentemente confronta al profesional: los conteni- dos inconscientes estén siempre activos; la produccién del inconsciente no se agota jamas (Fig. 2) Lo desarrollado hasta aqui nos permite desembocar en un concepto central: el de “sexualidad ampliada" tal como lo entiende el psicoandliss, debido a que ha descubierto la existencia de una sexvalidad infantil pre- sente desde el comienzo de la vida. sl, el concepto de sexualidad no se restringe a las actividades y el placer dependientes del funcionamiento del aparato genital, sino que, por el contrario, a partir de nuestra ciencia se diferencia claramente genitalidad de sexualidad. personalidad de los pacientes Consideramos de suma utlidad que el profesional cuente con conocimientos acerca de lo que es “carsc- ter" diferentes rasgos de caracter, para delimitar es- trategias y técticas que lleven a buen término el trata- miento y optimicen la relacién odontélogo-paciente Daremos algunas ideas aproximadas antes de describir distintostipos de rasgos de caracter. "Caracter” es la manera singular de reaccionar de un individuo, y es una expresin de lo que en psicoand- lisisse lama el "Yo". EI Yo es una instancia psiquica que Freud diferencia del “Ello” (sede de los impulsos) y Ge! "Supery6" (sede de los juicios valorativos). En el Yo se integran y sintetizan una serie de funciones tales como: control de la motiidad y de la percepcin, prue- ba de la realidad, anticipacién, ordenacién temporal de los procesos mentales, pensamiento racional, etc. Po- see esencialmente una funcién moderadora, esforzan- dose en atender exigencias contradictorias, lo que trae también como efecto una funcién inhibidora Si bien el Yo se encarga de latotaidad de los intere- ses de un individuo, debe contemplar y "negocia” los intereses y exigencias provenientes de las otras dos ins- tancias psiquicas, para que las acciones tengan lugar on consideracién de los hechos de la realidad, tanto extema como interna Cuando dichas exigencias son incompatible (por impos de saistacer a todos en forma completa, 1 Yo registra un afecto displacentero: la angustia, ala cual intenta evitar poniendo en marcha mecanismos de Gefensa (ver mas adelante). Esto frecuentemente con duce al conficto neurético. En el lenguaje cotidiano, a partir de la introduccién en el mismo de la idea de Yo, aparece una complejidad, Ia idea de Yo, en general, es usada con dos acepciones: 1 Yo entendido como "persona" y el Yo en su conside- raci6n psicoanalitca, como instancia psiquica, sin una dlara diferenciacion Es bien sabido que en los ancianos aparece una rigi- ez de cardcter que los hace personas aferradas a cie- tas caracteristicas de su forma de ser, recurten a los a gos de cardcter que @ lo largo de su vida han sido mas “eficaces" como forma de vinculacién con el mundo externo. El rasgo de cardcter es el funcionamiento libidinal o exstico reprimido, que qued6 alojado en el inconsciente, y que en la primera infancia tuvo un lugar destacado como modo de procesamiento de los estimulos, de acuer- do a la zona erégena que defini el accionar, (sequin e! estadio del desarrollo psicosexual del individu). Ningtin rasgo de cardcter aparece en forma pura, sao en casos extremos de fuerte predominancia de aiguno de ellos, por lo que se requiere de una observacién paciente a fin de determinar cudles son los rasgos esenciales. Rasgos de cardcter oral: La ansiedad de "fjacién" oral muy marcada se evidencia en los casos de alta in- “en este captlo no se diferencia entre “personalidad y “carcter", consderandolo homologables 2 Mabel Murillo La relacion odontélogo-paciente después de los 60 aos gesta de alimentos, medicamentos, alcohol, etc. Con el tiempo, algunos se transforman en adictos de distinto tipo: obesos, drogadictos, adictos al trabajo, etc. Debido ala desmedida ansiedad, estas personas tie ‘nen muy disminuida su capacidad de espera y escucha Su conducta de tipo “adictiva” los lleva a depender exa- geradamente no sélo de las “ingestas” sino también de las otras personas, por una inseguridad de base y una baja autoestima, ‘A pattir de lo establecido, podemos extraer algunos: puntos de utilidad para la practica clinica. Como dije anteriormente, la ansiedad dificulta al paciente la pos’ bilidad de escucha y espera: por ejemplo, a que el tra- tamiento transite el tiempo necesario. Es posible, sin ‘embargo, bajar su nivel de ansiedad ofreciendo una in- formacién detallada acerca de los fundamentos y los pasos que el profesional seguird durante el mismo. La tranguilidad y seguridad que el paciente reciba, serén la base para establecer un vinculo de confianza. Rasgos de cardcter obsesivo: En estas personas las conductas subrayadas son la prolijidad, la minuciosi- dad, el orden y la limpieza. Son reiterativas y puntillo- sas en el lenguaje: en su campo ideacional existe la ru- miacién y la duda. Ese proceso, que los paraliza y detie- ne, les genera muchas dificultades para definir y/o dar por concluida una tarea y/o un pensamiento. En estos casos, el profesional podra detenerse para ahondar en explicaciones y advertencias. Como estos pacientes suelen tornarse “vuelteros” e insistentes con las mismas preguntas, atin corroborando las respuestas ya obtenidas, el odontdiogo debe mostrarse seguro, coherente, claro, y, sobre todo, tolerant, Es importante tener en cuenta que lo obsesivo, con. su base persecutoria, hace que estos pacientes sean desconfiados. Se caracterizan por su tozudez y porfia, algo que en un anciano se ve reforzado por la rigidez que puede traer aparejada la edad. Si bien es util ser expiicativo, se deberd partir de la base de que eventual- mente sera dificil hacerlo “entrar en razones”. Es nece- sario que el profesional evite llegar a las discusiones y, sin ser rigido, sea firme y cumplidor con lo acordado, incluido el horario, En su vida cotidiana son victimas de rituales y cere moniales, por lo que frecuentemente valoran ios “ri- tuales” del odontdiogo: lavarse las manos permaner- temente, cuidar los detalles y la meticulosidad, etc.; sin embargo, éste debera tomar recaudos en relacién a los honorarios, ya que son personas a las que en general les cuesta “desprenderse”, lo que puede hacerlos mez- quinos y avaros. Rasgos de cardcter histérico: Ya es sabido que las personas con este tipo de caracter frecuentemente ocu- pan el centro de atencién de cualquier reunién social Tienen una conducta demostrativa y seductora; utilizan notoriamente el lenguaje paraverbal (gestual), y aun el preverbal (formas de entonacién de la palabra). Dicha modalidad es, en gran medida, una apariencia: suelen, ser individuos con poca capacidad para comprometer- se afectivamente, por lo que entran y salen de las situa~ clones emocionales incesantemente. ‘Como pacientes, son los mas agradables de aten- der, justamente por su capacidad para hacer sentir im- portante al interlocutor y su facilidad en el trato. Gene- ran cierta fascinacién, y el profesional deberé conside- rar esto para no arriesgarse a perder el control de la situacién, quedando a merced del paciente y de las con- fusiones que éste puede llegar @ generar. Rasgos de cardcter fobico: En estas personas son destacables los miedos inmotivados, tanto al mundo real, las cosas y las personas, como a los abjetos del mundo interno, es decir, a sus fantasias. Predomina una ansiedad de tipo evitativo, que frecuentemente hace de que el sujeto mismo se coarte los proyectos, accio- nes y avances en la vida, Estos temores se exacerban en, la vejez debido a la “vivencia de desamparo”, que apa- rece junto a la notoria angustia frente a la muerte real. En estos casos el profesional debe tener presente que, con frecuencia, el paciente reincidira inconscientemente ‘en conductas que denotan su deseo de mantenerse dis- tante de los problemas a afrontar, y mas de una vez difi- cultaran la comunicacién y el contacto entre ambos, Esto se manifiesta particularmente en ausencias reiteradas a la consulta y a los compromisos adquiridos con el profe- sional, Cuando el caracter fébico se enmarca dentro de la patologia, necesita de otras personas que actlen como, acompafiantes “contrafébicos”, en cuya presencia lo- gran manejar la angustia. De darse esta situaci6n con al- guin paciente, el profesional tendra que permitir incluso la presencia de dicho acompafante en el consultorio y, en casos mas extremos, la asistencia domicilara, Rasgos de cardcter depresivos: Prevalecen la tris- teza, la ansiedad depresiva, el pesimismo y la desespe- ranza. El futuro siempre es pensado como algo incier- to, oscuro y pesado. Son personas a las cuales, desde aspectos inconscientes, les es practicamente imposible renunciar al padecimiento, anclados en situaciones trauméticas de muy antigua data. Son notorias la falta de fuerzas y las quejas hipocondriacas, pero ante la mi- rada atenta del profesional se puede hacer evidente la sutil satisfaccién del sufrimiento. El paciente con este rasgo de cardcter encontraré ré- pidamente el lado negativo de las propuestas que se le hagan. Serd importante, entonces, que el profesional no se deje influenciar ni irritar por esta actitud negativa y desalentadora, y sostenga su indicacién con tranquila firmeza, pues el paciente anciano, debido al ciclo vital que esta atravesando, siempre tendra sobradas razones que lo justifiquen y le hagan insistir en dicha actitud. 3 Odontologia para las personas mayores Ricardo Roisinblity col Rasgos de cardcter psicopaticos: €s notoria, en las personas con este rasgo de caracter, la habilidad para manipular su entorno: plantean las situaciones de manera tal que el interlocutor queda fuertemente a su merced. Son personas a las que en la jerga social se sue~ le definir como "actuadoras” 0 "manejadoras La base de este rasgo es una estructuracién psiquica temprana con importantisimas alteraciones en la for- macién de! Superyé: el sentimiento de culpa o respon- sabilidad de sus acciones es absolutamente deficitario (no existe. Funcionan pues, como personalidades in- maduras, en las que la mentira esta inconscientemente al servicio de hacer suftir y dafiar. Generan permanen- temente conflictos en las relaciones, obstaculizando las tareas conjuntas, Los pacientes con predominio de este rasgo de ca- racter son sumamente dificiles de enmarcar dentro del consultorio. En la vejez suelen florecer conductas de este tipo para sostener la sensacion de estar victimiza- dos por su etapa etaria, con manejos inadecuados que hacen reaccionar a los otros, E| profesional necesitara ro sélo de su idoneidad y seguridad sino de habilidad, firmeza y perspicacia para delinear y conducir el trata- miento, diferenciando incluso lo histérico de lo psico~ patico, y teniendo presente de antemano, que en estos casos la dificultad mas importante se planteard en el momento en que el paciente deba pagar el trabajo que se le ha realizado, Personas con caracteristicas hipocondriacas ylo somatizaciones: Ante todo es necesario aclarar que en la clinica psicoanalitica diferenciacién lo que llama- mos pacientes psicosomaticos de los pacientes hipo- condriacos. En este caso, sin embargo, no entraremos en detalles tan finos, sino que los unificaremos dicien- do que es e! cuerpo el protagonista principal. Estas per- sonalidades enfrentan las situaciones conflictivas que la vida les presenta, enfermandose (0 bien persiguiéndo- se con esa posibilidad), Tienen una limitacién de la capacidad de elabora- cién psiquica, que les imposibilita encontrar la forma de resolver sus angustias, en lugar de percibirlas y co- nectarse con sus causas. Se producen manifestaciones de todo tipo de dolencias, con una base organica real o inexistente, pero sobrecargadas de significados difciles de indagar. Muchas de estas manifestaciones tendran como escenario la boca: nuevamente, la perspicacia profesional es la que debera ayudar a discriminar que- jas y dolores. El odontologo deberd considerar que, cuando tiene un paciente con este rasgo de caracter, se sumara la hi- pervaloracién y desvalorizacién que la vejez adjudica al cuerpo. La conducta de la persona mayor con “caréc- ter somético”, manifiesta excesiva dependencia del pro- fesional, por sus ansiedades y temares poco definidos, Consideremos ahora ciertas personalidades que se presentan de tal manera que corresponde verlas con na vision mas panoramica En primer lugar los pacientes con “cardcter narcsis- ta”. En los ancianos con este perfil, son notorios la con- viecién de su forma de pensar (la “omnipotencia de ide- as”, la “omnisciencia"), y Ia rigidez en los contenidos de pensamiento, Son frecuentes las conductas estereo- tipadas y egocéntricas, como asl también las quejas hi- pocondriacas, Estas personalidades tienen muy poco en cuenta al otro, mas bien niegan que "el otro” ocu- ppa un lugar que se debe tener en cuenta. Sélo cuenta 61 mismo, y esté convencido de que es s6lo él quien piensa y sabe qué es lo mejor, De lo anterior se desprende que el profesional de- beré tener en presente que esté frente a una persona con gran dificultad para escuchar todo aquello que se diferencie de su pensamiento o sus sentimientos. Para estos pacientes no existe la posibilidad de equivocarse ride admitiro. Son profundamente descalficadores, € incluso, despreciativos y desagradecidos, Como atacan alos vinculos afectivos, no registran la pérdida de per- sonas significativas y valiosas a las que esto las condu- ce. Aquise ve la condicién autodestructiva de estas per- sonalidades. Se da en ellos, una particular combinacién: son arro- gantes, pero paradojalmente, profundamente depen- dientes por su falta de juicio objetivo. Pero también es importante remarcar que cierto au- mento del “narcisismo normal” es indispensable en la vejez, como mecanismo defensivo ante la minusvalla general de la edad, la aparicién de las complicaciones patologicas organicas y aun mentales. Hay un refuerzo de la autoafirmacién, que es necesario, pero que no debe convertirse en un factor de aislamiento autosufi- ciente, En los ancianos, en general, son frecuentes los cambios de estado de énimo y humor derivados del es- tado de salud fisica y de las relaciones y vinculos con el entorno familiar y social, que se vuelve muchas veces mas conflictivo, generandose la necesidad de una "au- toestima” algo exagerada, Los mecanismos de defensa y la vejez Los mecanismas de defensa son diferentes tipos de operaciones inconscientes del YO, a través de los cua- les el sujeto es preservado de sentirse inundado de an- gustia. Dichos mecanismos varlan de acuerdo al tipo de personalidad y de patologia, pero también de acuerdo a la etapa de la vida por la que se esté atravesando, dado que e! desarrollo psicosexual nunca se detiene, En la vejez, una cuestiOn crucial es proteger al YO de la angustie que produce la perspectiva de la muerte, pues su proximidad se vuelve evidente. Los mecanis- mos de defensa més frecuentemente utilizados por el Mabel Murillo YO son: negacién, regresin y aislamiento. Estos no son excluyentes de la vejez, aunque si particularmente remarcados en ella Negacién: es un proceso a través del cual el sujeto formula un deseo o idea, reprimido hasta entonces por pertenecer al sistema inconsciente, y luego niega que esto le pertenezca. fl paciente dice: "No tengo miedo a lo que Us, vaya a hacer", cuando en realidad esta manteniendo el temor fuera de la conciencia Regresién: este mecanismo supone la ubicacién mental del sujeto en etapas mas inmaduras, pero pro- pias de su desarrollo psicosexual. Se produce un pasa- je @ modos de expresion y de comportamientos perte- recientes a un nivel anterior. Un claro y buen ejemplo de este proceso es la ne~ cesidad del anciano de ser mirado y tocado. Esta es una de las razones inconscientes que mueve un buen numero de consultas médicas u odontologicas. Ser mi- rado y tocado busca una “integracién" psicosomatica evidenciada en la conocida pregunta; “Doctor, gcémo me ve?", la cual representa el deseo de recuperar una vivencia con una imagen materna. Tiene tanta fuerza en el psiquismo de los mas ancianos, que frecuente- mente el profesional queds sorprendido por la falta de pudor que llega a acarrear, por ejemplo, el relato de cuestiones intimas. ‘Aislamiento: es un mecanismo que establece una discontinuidad entre un pensamiento y un comport miento u otros pensamientos, en especial con los afec- tos. La persona logra asi no tomar plena conciencia de determinadas situaciones que la sumergirian en una fuerte angustia En la vejez es un mecanismo sumamente frecuente, y resulta operativo frente a los innumerables duelos que se han afrontar. Un ejemplo de cierta frecuencia es la alusién casual a la muerte de algun ser querido. ‘Acabamos de mencionar la falta de pudor que se puede observar en los ancianos, a causa de la regresién, En esta situaci6n se debilta un mecanismo de defensa constitutio del aparato psiquico: la represion. Una ma- yor © menor merma de fa misma en la etapa del erveje- cimiento, determina la presencia en lo conciente de con- tenidos de etapas tempranas del desarrollo psicosexual que habian permanecido en el inconsciente. Muchas ve ces, el anciano muestra reacciones querellantes y con- ductas puramente “narcisistas” como la arrogancia y la cexigencia; ha perdido su capacidad de ser cuidadoso y precavido en relaci6n a los otros, acttudes que si podia sostener en etapas anteriores de la vida, Evidentemente, en la vejez, los mecanismos de de- fensa sufren una transformacién. As{ como la represién disminuye, otros pasan a cumplir una funcién protecto- ra. Aportan recursos psiquicos al sujto, facitando, por ejemplo, la posiblidad de mantenerse conectado afec- La relacion odontélogo-paciente después de los 60 aos Fea tivamente con los pocos “objetos” disponibles que ain mantiene, asf sean antiguos e hipervalorados o de nue- va aparicién, en los grupos de comparieras de esta épo- cavital Es importante que el especialista en “tercera edad” ccuente con estos conacimientos psicoanallticos como parte de su formacién. Poder realizar ciertas discrimina- clones aumentar su capacidad de comprensién, facili taré la relacién odontélago-paciente y evitaré por ejem- plo, que algunas actitudes o modalidades se tomen como "afrentas” personales. La vejez: concepto critico La tercera edad abarca el periodo que va desde la f= nalizacion de la edad media de la vida, alrededor de los 55-60 afios, hasta la muerte. A nuestra manera de ver, este ciclo vital integra dos etapas: la del adulto mayor y la del anciano (Fig. 3). Consideramos adulto mayor, a quien se ubica en la primer etapa: la que se extiende aproximadamente en- tre los 60 y 75 afios; luego comienza la ancianidad, se- una y ultima etapa. Es necesario marcar esta diferen- cia (entre el adulto mayor y el anciano) ya que, las et as vitales han ido mutando en las ditimas décadas: en virtud de cambios cientificos, la vida se ha prolongado notoriamente. No podemos seguir equiparando “adul- to mayor” con “anciano” Las mutaciones también pueden deberse @ cambios en las concepciones socio-culturales y las costumbres. AsI como hoy observamos una proiongacién de la ado- lescencia, con las hijos dependientes de sus padres du- rante mucho mas tiempo que en los afios 60-70, tam- bién el comienzo de la vejez se demora notoriamente. La Gerontologia se ocupa de las peculiaridades bio logicas, psicol6gicas y sociales de un momento etario(la ancianidad), y su relacién con el medio ambiente y la cultura en general. Siendo el hombre fundamentalmen- te un ser social, cualquier aproximacion a la psicologia del envejecimiento debera hacerse, justamente, dentro 35 Odontologia para las personas mayores Ricardo Roisinblity col del marco socio-cultural al que pertenece, subrayando la interaccién resultante. Sin duda la vejez depende mucho de la singularidad de cada individuo y hay diferentes maneras de enveje- cer; este un conocimiento que de alguna manera circu- la én el imaginario colectivo, poniéndose en evidencia ten expresiones tales como: “envejecer bien” y “enveje- cer mal”, Desde nuestra ciencia podemos decir que es el mayor 0 menor monto de sufrimiento psiquico, el que cualifica el tipo de vejez que transitemos; monto que dependera en gran medida, de la capacidad que la ppersona haya tenido para elaborar los diferentes duelos {que la vida le ha presentado. Pérdidas y duelos En un articulo fundamental de 1930, Freud dice: “Ya nuestra constitucién, pues, limita nuestras posibilida~ des de dicha. Mucho menos dificil es que lleguemos a experimentar desdicha. Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolucién, no puede prescindir de! dolor y de la angustia como sefales de alarma; desde el mun- do exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras, por fin, desde los vinculos con otros seres humanos. All padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez mas doloroso que cualquier otto...". Freud S, 1930). Pertenecemos a una cultura donde se asocia “ve- jez" con “enfermedad”, "dolor" y “discapacidad”, lo cual produce inevitablemente sus efectos. Y es clerto due la enfermedad es frecuente en la vejez, debido a la wulnerabilidad que esta ultima conlleva, pero ser ancla- no no es sinénimo de estar enfermo. Serd siempre ne- cesario diferenciar entre “enfermedad” y cambios per- tinentes al proceso mismo de envejecimiento. Probablemente debamos considerar la vejez como la etapa vital més comple y singular de todas: la an- gustia frente a la muerte tiene una presencia como nun- ca antes a tuvo, obviamente por la cercanfa de la muer- te real, Entonces la persona se encuentra ante un fuer- te desaflo: adaptarse a los cambios y modificaciones que van apareciendo, manejando adecuadamente la angustia que todo esto trae aparejado, en una estrecha relacién, una indudable coherencia de sentido, entre la forma de enfrentar y transitar le vejez y la historia vital del sujeto. Estos multiples cambios que e! envejecimien- to acarrea, impactan a nivel emocional y psiquico debi- doa que, como djimos, al injuriar el narcsismo (dando cuenta de la calda de los ideales), se generan senti- mientos de frustracion e inferioridad ‘Aunque sabemas que toda generalizacién es inade- cuade, ya que jerarqulzamos la singularidad de la histo- ria personal, el momento cultural en que nos toca vivir hoy, donde se valorizan excesivamente la imagen (el 36 cuerpo perfecto) y la inmediater del presente, acentua ain mas la enorme preocupacién por “Ia mirada del otro”, que evidencia la lentificacién, la fatigabilidad, la astenia, las alteraciones de la memoria, e incluso las modificaciones en la sexualidad. El humor, que frecuen- temente es un buen recurso para elaborar lo conflict- vo, se manifiesta en chistes sobre la sexualidad mascu- lina menoscabada, ya entre 50-55 afios. Entendemos esto como una manifestacién del temor y la preocupa- cién ante la cercanta del ultimo de los ciclos vitales. En cuanto al aspecto estético propiamente dicho, los cabellos encanecen y se tornan escasos, tanto en el hombre como en la mujer, la piel va perdiendo hidrata- ci6n y elasticidad y aparecen las arrugas, se acentdan varicosidades y venas visibles. El exceso de paniculo adi- poso comienza a alojarse en ciertas regiones, como vientre y caderas, y agrega muchas veces su cuota. Pero lo que més injuria la autoestima, es que las alteraciones son autopercibidas, El aumento de /a fatigabilidad muscular se nota en la consecuente variacién en la velocidad de respuesta adaptativa; otro cambio notable es la pérdida de la me- moria anteragrada y jerarquizacién de la retrégrada: es habitual que los ancianos hablen de los recuerdos del pasado, con poco registro de lo reciente, Hay una declinacion progresiva de la "inteligencia fluida”, la que permite resolver problemas nuevos, en contraposicién a la estabilidad que ofrece la “inteligen- cia cristalizada", que permite sélo respuestas adecua- das alas situaciones conocidas, Ademas, a esto se agre- ga el efecto de las disfunciones oculares y auditivas, y la falta de respuesta a ciertos estimulos, como por ejem plo los sexuales. El anciano muestra un incremento de cautela, pre- caucién y prudencia, también vinculado con la rigidez de pensamiento, aclarando que cierta cuota de retrai- miento e inflexibilidad es beneficiosa, como proteccién ante el exceso de informacién, exigencias y estimulos ‘Ahora bien, no hay duda de que la biologia ocupa un lugar relevante en la persona que enwejece, y de nin- guna manera debemos desestimaria, pero no por ello debemos resignarnos pasivamente ante ella La memoria, junto a la inteligencia y el aprendizaje, tejen un entramado en la subjetividad del ser humano que es entendido desde la pedagogia y el psicoanalisis sobre todo, como girando alrededor del mundo de las emociones y de los sentimientos, Ubicando la mirada desde otro angulo, la realidad psiquica tiene una in- fluencia decisiva con sus afectos y emociones, sobre la personalidad toda Quiero subrayar que los olvidos tienen su raigambre y su razén de ser, en causas inconscientes; que no exis- te una inteligencia ideal, 6ptima y mensurable; y en Mabel Murillo La relacion odontélogo-paciente después de los 60 aos consecuencia las dificultades de aprendizaje, en su gran mayor, estén originadas por cuestiones afectivas. Elenvejecimiento es un proceso y no un estado. Asi, est ligado a un movimiento de busqueda y avance; flu- ye multidireccionalmente. “Estado”, en cambio, desig- tna el modo de ser de una realidad, es “el hecho de es- tar", haciendo referencia por lo tanto, a quietud y a cristalizacién. Pensando la vejez como un proceso, se aleja consi derablemente de los prejuicios masivos, que sdlo hacen hincapie en las minusvalias y en la vulnerabilidad fisica, donde el viejo queda ubicado en el lugar de “esperar la muerte”, aunque eso si, “con la menor cantidad de achaques posible”. £| temor a la discapacidad y a de- pender de la familia es patognoménico de la vejez. Tomaré una cita de Epstein R (1995), que viene a lo {que estamos tratando: “Somos en general conscientes que completado el desarrollo y durante el ‘envejeci- miento' no se despliegan érganos nuevos, y que en tér- mins fisicos se ‘inicia’ una involucién. Pero solemos desconocer que el proceso de aumento de conacimien- tos no se detiene, no sélo profundizando la unicidad de cada individuo, sino que se mantiene asimismo la posibilidad de producir nuevas sintesis conceptuales, como por ejemplo, cientificas, artisticas, etc. Volviendo a la cita de Freud con la que iniciamos este punto, vearnos el sufrimiento que se da en el vin- culo con las otras personas, haciendo clara alusién al poder de la intersubjetividad Elser humano necesita del contacto y el vinculo con, los otros (padres, pareja, hijos, amigos). La calidad y el desarrollo de los vinculos afectivos, tienen siempre una importancia decisiva en el crecimiento fisico y psfquico de toda persona. En esa busqueda por obtener fo que de ellos necesitamos: amor y reconocimiento. En ese esfuerzo radica el conflicto, y atin el sufrimiento. Con el paso de los afios y el advenimiento de la ve~ jez de poco suelen servir fos logros materiales de una persona, sino han sido acompafiados e integrados a la riqueza afectiva que aportan vinculos familiares y amis- 0505, gratificantes y placenteros. Es precisamente en la vejez, época de balances y ajustes, donde todo ello co- bra un significando especial: el de una especie de “par trimonio” emocional del que se dispone 0 no, segin haya sido la historia subjetiva de cada uno. Si el balan- ees positivo, ofrecerd sus mejores frutos. Este balance inicia su forma en la mediana edad. Comienzan a hacerse evidentes el despliegue y las pro- ducciones de Ia propia vida, en donde se destaca el mundo de los afectos. Probablemente sean los hijos una de esas “producciones", y la que mas claramente y con mayor impacto otorgue un parémetro de comparacién fen cuanto a la calidad de lo hecho. s muy frecuente observar en nuestro entorno el placer y con que la mayoria de las personas reciben la llegada del primer nieto. Con la funcién del abuelazgo se afianzan los sentimientos de autoestima y seguridad, yel triunfo de los anhelos de continuidad generacional presentes en la juventud. El rol de abuelo es, sin duda,, tun aspecto sumamente importante; s6lo que muchas veces queda sobreestimado y toda la actividad del an-

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