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Es preciso decir que los horrores de la humanidad no tienen cabida a repetirse, la única forma de

no volver a ellos es la educación, quien conoce su historia no está destinado a repetir sus errores.
Muchos fallecieron en Treblinka y otros campos de concentración tanto judíos como gitanos,
detractores dado a su cultura, creencias o ideologías. La enseñanza que deja esto en la historia,
radica en la visión que tenemos del otro, el cómo ser más empáticos y del cómo educarnos desde
la concepción de igualdad, esto nos permite no avalar dese falsos eruditos atroces crímenes y
genocidios, es entonces donde la educación tiene la tarea de generar seres más cultos cada día,
que comprendan el valor de la diferencia sin importar credo, raza, religión e ideologías, ya que los
campos de concentración y la guerra transformaron de forma considerable la labor educativa
desarrollada en los centros escolares y universitarios a lo largo de su proceso formativo, a partir de
esto se hace notoria la necesidad de hacer frente a un sin número de obstáculos de carácter
humano y valores, obstáculos que a menudo reducen la actividad docente a una función
meramente convivencial. Las numerosas destrucciones vinculadas con el desarrollo del conflicto
conjugo la formación de sujetos y economía que afectó la población durante este periodo
histórico, lo que impuso una baja instrucción en los centros de enseñanza; Por otra parte, se
retrocedió a al fomento de valores, conductas y formas de visibilizar la vida en cada una de las
personas. Dicho lo anterior es notorio que esta coyuntura histórica fue un retroceso de los
principios éticos y morales del ser humano, un retroceso que dejo a la educación en un lugar
inestable y poco confiable, sin embargo, este traspié es reductible desde la misma escolarización,
siendo esta primordial en la formación y actuar de los sujetos, es decir, la educación es la vía por la
cual se modifican conductas y además se evoca conciencia frente a los hechos históricos pasados y
presentes, por tal razón es protagonista y generadora de oportunidades que permite por medio de
la practica pedagógica formar seres más humanos. En conclusión, la escuela debe ser un lugar en
el que debe permitirse al hombre un desarrollo personal, transformándose por medio de la
escolarización en un ser sensible con él y su entorno.

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