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No existe lectura pasiva, debido a que no se puede leer con los ojos ni con el cerebro dormido,

pero si comparamos la lectura activa con la pasiva el objetivo que perseguimos consiste, en primer
lugar, en destacar el hecho de que la lectura puede ser más o menos activa, y, en segundo lugar,
que cuanto más activa, tanto mejor. Un lector es mejor que otro en proporción a su capacidad
para una mayor actividad en la lectura y con un mayor esfuerzo.

Se considera que leer y escuchar equivalen a recibir comunicación de alguien dedicado


activamente a darla o enviarla. En este caso, el error radica en suponer que recibir comunicación
es como recibir una bofetada o una herencia, o la sentencia de un tribunal de justicia. Por el
contrario, quien lee o escucha podría compararse con el jugador que recoge la pelota en el
béisbol. El arte de recoger la pelota equivale a la destreza para recoger cualquier tipo de
lanzamiento. Paralelamente, el arte de leer consiste en la destreza para recoger todo tipo de
comunicación lo mejor posible. Por lo general, el grado en que lo «coja» el lector dependerá del
grado de actividad que dedique al proceso, así como de la destreza con la que ejecute los
diferentes actos mentales que el mismo requiere.

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