Hoy se me olvidó cómo subir las escaleras Si empiezo con el pie derecho o con el ojo izquierdo Si son los dos a la vez O… -Usted, señor, ayúdeme, que me pierdo
-Niña, usted me está tomando el pelo, cierto?
Es que cuando aprendió a caminar?
-No recuerdo señor,
Sólo sé que hoy es la primera vez, Que por fin siento que avanzo al andar
-Ay niña, cual es el afán de llegar
Si los pasos no se cuentan con el caminar Sino con las historias que los embarran Y con las tierras que pisan al viajar
-Pero el tiempo, señor, el tiempo
Me pisa los zapatos y me los pone viejos Y me indica que por aquí no, que por aquí sí Vea, dígame usted, más bien, Cómo hago para huir de ahí
-De ahí? De donde niña?
Si es que nadie está detrás suyo Ni el tiempo, ni los pasos, ni la arena Así que ahórrese la tontería, Que usted sabe subir las escaleras
-Pero enséñeme que usted es viejo y sabio
Y ya subió muchas escaleras y anduvo muchos caminos Y yo no quiero caerme y romperme los huesos Quiero subir con la certeza De que mis pasos saldrán ilesos
-Ay niña, usted está loca si quiere aprender
Lo que es andar si tiene miedo a caer, Lo que es respirar si nada le ha quitado el aliento Así que si se cae hoy, yo dormiré contento. Cómo cree que aprendí yo, niña? Sabe cuantos morados tengo en la pierna derecha? Sabe cuantas escaleras me han dejado el alma maltrecha? Pero sabe que me mantiene vivo y con arrugas, niña? Que si me caigo, saboreo la madera, A veces me sabe a mugre, a veces a piña, A veces encuentro ciudades enteras de viñas, Y me como las uvas amargas queriendo limones, Yo aprendí a hacer limonada, En un campo de melocotones.