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propio temperamento.

  Las normas éticas parecen relativas ante la gran


personalidad. Es en el hombre extraordinario donde se descubre la medida que
debe aplicarse al ser humano en general; de manera que la ética del bien y de lo
verdadero objetivo ceden lugar a la ética de la autenticidad y de la sinceridad. . . . 
Lo que puede deducirse de la personalidad, o sea del sujeto, está definitivamente
comprendido. . .”29
El tercer término peculiarmente concebido en los tiempos modernos es el
de cultura. El mundo deja de ser creación y pasa a ser naturaleza, el hombre ya no
tiene a quien referirse como norma absoluta sino que, a través de la figura del
genio, se ha erigido en su propia medida; luego, la tarea humana ya no puede ser
servicio,  sino creación.

Cultura es el resultado de la voluntad autónoma del hombre que se propone


construir su existencia como obra propia.  “El nacimiento de este concepto
coincide con el de los fundamentos de la ciencia de los tiempos modernos.  De
aquí nace la técnica,  ese conjunto de procedimientos mediante los cuales el
hombre consigue llegar a sus fines a voluntad.  La ciencia,  la política,  la
economía,  el arte,  la pedagogía,  se liberan de los lazos de la fe; pero al propio
tiempo también de una ética que tiene obligatoriedad universal; y así se confiere
una estructura autónoma, partiendo de su propia naturaleza.”30
En el juego de estos conceptos se encuentran las condiciones a partir de las
cuales el conocimiento científico, el desarrollo técnico y su aplicación tecnológica,
han posibilitado el surgimiento de la situación actual, en la que el hombre ha
logrado un poder sobre la naturaleza y sobre sus semejantes, de alcances
incalculables.

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