Capítulo 1: 1
Capítulo 2: 8
Capítulo 3: 15
Capítulo 4: 22
Capítulo 5: 28
Capítulo 6: 35
Capítulo 7: 41
Capítulo 8: 47
Capítulo 9: 53
Capítulo 10: 61
Capítulo 11: 69
Capítulo 12: 76
Capítulo 13: 83
Capítulo 14: 90
Capítulo 15: 98
Arwen
Destrencé mi cabello castaño caoba con tranquilidad
sentada frente a mi tocador. Había sido un día duro como
muchos otros, tener el péndulo de la crítica sobre mi cabeza
día y noche desde que se había hecho oficial el comunicado de
que mi padre, el alfa, delegaría en mí en los próximos meses,
no era fácil.
La cortina de pelo que llegaba hasta mi cintura estaba
ondulada tras el acto. Algo llamó la atención desde mi
posición. Una sombra posicionada detrás de los arbustos que
había bajo mi ventana.
Apagué la luz de mi habitación, era lo propio. Me agazapé
para acercarme, poco a poco, a la gran cristalera que estaba
abierta. No olvidé, ni por un instante, el hecho de que podía
tratarse de una amenaza, así que cogí una daga de gran filo y
empuñadora dorada con piedras preciosas decorando que
distinguía las armas de la casa del alfa.
El viento y el frío golpeó en mi cara cuando conseguí salir
al exterior lo más sigilosa posible. Allí abajo, alguien se movía
con total tranquildiad y un control, preocupante, de nuestra
vigilancia.
Pasó de largo mi habitación y giró a la izquierda en una de
las columnas corintias de nuestro jardín común. A pesar de ir
ataviada con la ropa de cama, salté para seguirle. Bien podría
ir directo al cuarto de mi padre.
Se detuvo en seco y empezó a tirar pequeñas piedras contra
una de las ventanas del castillo. Si quería romperlas debería
haber elegido una más grande. Mi cabeza me decía que
llamase a los guardias y que ellos se ocuparían de todo, pero
mi instinto rebelde y la valentía que mi padre aseguraba que
sólo era insensatez, me llevaron a ir directamente hacia el
hombre fuerte y alto que había irrumpido en mis tierras sin
permiso.
Empujé mi cuerpo contra el suyo cayendo con mis rodillas
en su espalda. Se dobló y gritó en sorpresa. Se revolvió debajo
de mí pero, para cuando pude mirar sus ojos cara a cara, ya
tenía mi daga en su yugular.
—Yo de ti, no haría nada insensato. —El hombre era fuerte
y grande, más de lo que había previsto. Aún así, mi posición
era de total superioridad. ¿Lo había visto alguna vez? Lo
dudaba. Algo me decía que recordaría haberme cruzado con
un hombre que parecía un vikingo. —¿Qué haces aquí?
—¿Por estas tierras es costumbre poner a mujeres en
pijama a custodiar los jardines? —Se río. Quizá no veía la
gravedad de su situación. O quizá no estaba pretando
suficiente el filo contra su nuez. Hice lo propio—. De acuerdo,
no intentaba hacer nada peligroso. —Subió las manos en señal
de rendición pero, por su imponente figura no me atreví a
soltarlo. —Suéltame, no me gustaría hacerte daño.
—¿Te atreves a amenazarme? —¿Por qué él no entendía
que estaba en un lugar donde si gritaba estaría muerto antes de
que pudiera pestañear? Se revolvió un poco y me tiró al suelo.
Noté un golpe en el hombro con la caída pero me incorporé
grácilmente.
—Te repito que no quiero problemas, pero no dejaré que
me pinches con eso. —Me sonó a amenaza, así que saqué del
muslo, del sitio donde otras se colocaban los ligueros, un
látigo. Hice que cayera barriendo sus pies. Me coloqué mejor
tras atarle las manos. Ya debía avisar a alguien para que me
ayudase a encerrarlo y determinar qué clase de amenaza era.
No me parecía normal que se colase nadie por la noche sin
intención alguna como alegaba.
—¡Brent! —Un grito horrorizado me sacó de mis
pensamientos y me hizo ponerme aún más en alarma. ¿Eran
más de uno? ¿Cómo no había podido verlo? Me giré para ver a
la nueva amenaza para encontrarme de frente con una de las
chicas que se encargaba de darme todo aquello que necesitara.
Alanna, una joven que tendría, prácticamente mi edad—. Ella
es la princesa. —Nunca entendí por qué me llamaban así si mi
padre no era un rey sino un alfa, pero desde que nací se
instauró entre la manada el mote y jamás, por mucho que me
negué a aceptarlo y luché como la que más, conseguí
quitármelo.
—¿Lo conoces? —Intenté recuperar el aliento que, por lo
visto, había malgastado. No es que supiera en exceso sobre
ello, pero, aquella situación parecía ser más un lío de faldas
que un ataque a la jerarquía.
—Él…yo….bueno…nos estábamos empezando a ver,
princesa. —Se agachó un poco en señal de sumisión.
—¿De dónde sales, Brent? —Me dirijí entonces al guerrero
que, sin duda, era un lobo también—. ¿Cuál es tu clan? —
Esperé la contestación ansiosa. Había clanes pequeños
alrededor, pero juraría que no lo había visto ni si quiera de
pasada.
—Mi hermano es Kilian Craig, de la manada del Norte. —
Había oído hablar sobre esa manada y, viendo su imponencia,
me creía que perteneciera a la misma. Se decían muchas cosas
y, no todas ellas eran buenas—. Sólo venía a ver a Alanna. —
Apuntó. Le solté dejando que se incorporara pero
advirtiéndole que no se quitara el látigo de las manos.
—De noche, colándote en las tierras, sin permiso y
pudiendo haber acabado muerto. —Añadí intentando decidir si
dejarlo ir o arrestarlo—. Haremos una cosa. —Miré hacia al
cielo, no quedaba tanto para el amanecer—. En cuanto sea una
hora razonable, te acompañaré a tu tierra. —La cara que puso
fue todo un poema—. Alanna tendrá que venir con nosotros.
No está permitido hacer lo que hacéis, así que, tendrá que ir a
ese clan. —No era que siempre me hubieran gustado las
estrictas normas sobre relaciones entre lobos de otras manadas,
pero, era lo que hacíamos desde hacía más años de los que
podría contar de historia. —Me llevaré también a alguien de
confianza. —Tendría que meditar muy bien a quién elegir. No
todos pensaban que yo pudiera entrar y salir a mi antojo, y
había aún menos que estuvieran de acuerdo con lo que quería
hacer. Qué lío. —Si honor tienes te quedarás aquí hasta que
llegue para empezar el viaje. De lo contrario, iniciaré una
guerra para que pagues tu ofensa hacia mí. —No pensaba
enserio aquello, pero esperaba que se quedase en ese mismo
lugar.
Tras mucho meditarlo y al ver que el sol comenzaba a salir
le dije a Bricia, que siempre me acompañaba a todas partes a
las que no podían entrar hombres en solitario conmigo, que
tenía que venir conmigo a esta misión. No se negó, nunca lo
hacía. Era una joven fuerte y altísima de rasgos morenos y
poca palabra.
—¿Esa va a ser tu gran defensa? —Brent no pareció creerse
mi decisión pero yo intenté aparentar seguridad.
—Mejor empieza a andar hacia tu manada, me gustaría
estar de vuelta antes del anochecer. —Dije todo lo altiva que
pude. Negó con la cabeza e incluso sonrió.
A cada paso que dábamos más segura estuve de que jamás
había representado una amenaza. Llegaría allí, le recordaría a
su hermano que los pactos entre manadas existían para
cumplirlos y me aseguraría de que Alianna fuera aceptada en
ese clan. Después, sintiendo que había cumplido mi deber,
volvería a mi rutinaria y aburrida vida en el castillo.
No fue hasta que tuvimos que cruzar el lago que me
pregunté cuán lejos estaba su casa. ¿Estaría haciendo lo
correcto? Él no tenía intención alguna de atacarnos e incluso
empezaba amables conversaciones, sobretodo con Alanna.
—He oído algo. —Bricia se detuvo en seco antes de
adentrarnos en el bosque que, según había indicado Brent,
estaba justo antes de llegar a su hogar. —Son vampiros. —
Anunció haciendo que, cada uno de nosotros, adoptara su
forma lobuna.
¿Qué hacían tantos vampiros atacando bajo el sol? El sol
debilitaba su fuerza y rapidez, y, además, sólo eran capaces de
soportarlo si tenían más de cien años, ya que, de lo contrario,
permanecían ciegos si la oscuridad no era total. Nos atacaban
por disntintos frentes. Me encargué de demostrar mi
supremacía casi tanto como el sorprendente guerrero. Bricia
me rondaba rematando a mi alrededor, era su deber como
protectora.
Acabamos con todos ellos, pero no salimos, ni mucho
menos ilesos. Contuve la herida de mi hombro arrancándome
parte de la camiseta y remendé las heridas de mi protectora
mientras Alanna hacía lo propio con Brent.
Alguna herida más debía tener porque, sin previo aviso, me
desmayé.
Capítulo 2
Kilian
Arwen
Brent
Arwen
Capítulo 6
Brenda
Capítulo 7
Arwen
Arwen
Brenda
Arwen
Ivar
Kilian
Arwen
Kol
Arwen
Capítulo 16
Brenda
Kilian
Iverson
Capítulo 19
Arwen
—¿De qué estás hablando? ¿Es por algo más que casarse
con alguien que será una alfa y coger más poder? —Empecé a
temblar y dudar cuando me di cuenta de que, tal vez, Iverson,
podía revelarme cosas que, de ninguna otra forma iba a
conseguir averiguar. ¿De qué estaba hablando? ¿De qué iba
todo el misterio que envolvía mi proceso y no era capaz de
dilucidar? —Habla Iverson. —Su expresión me conmovió de
muchas formas. El primer día que lo vi junto a su hermano
pensé que eran prácticamente iguales pero, tras cada momento
de importancia me fui dando cuenta, sólo por su rostro que no
pensaban igual. Y en aquel instante pude leer que no quería
hacerme daño de ningún modo y que estaba, de alguna forma,
dispuesto a darme respuestas.
—Iverson del clan del Oeste. —Kol llegó vociferando tras
salir de detrás de un gran arbusto. ¿Nos estaba espiando? —Te
reto a un duelo a muerte. —Noté como Iverson cortó su
respiración de golpe.
—¿Por qué? —Me levanté y me puse en medio de ambos
sin entender bien qué estaba pasando.
—Acepto. —Dijo escuetamente Iverson. Vi su mirada
decidida como si acabase de llegar a una firme determinación.
Sólo esperé que ganase.
Los retos de duelo a muerte eran poco comunes pero
altamente efectivos por razones obvias. Fui a buscar a mi
padre. Sabía que no se atacarían mientras. Un duelo de ese
estilo tenía que hacerse mínimo frente a veinte personas. Era
una forma, antigua, de estar seguros de que no se hacía
ninguna clase de trampas. Nada de armas. Una lucha feroz por
demostrar quién era mejor lobo.
—Padre. —Entré de golpe a la sala donde solía jugar a las
cartas con mi padrino. Me quedé parada en seco cuando vi que
Kilian se encontraba allí con ellos.
—¿Qué pasa, hija? —Me preguntó preocupado porque, por
muy irreverente que yo solía ser, no entraba así sin siquiera
llamar. —¿Estás herida? —Kilian se levantó y vino hasta mí
más rápido que un rayo. Me intimidó lo cerca que se puso de
mi piel para luego aspirar mi fragancia.
—No lo está. —Aclaró separándose un poco de mí y
haciendo que mis pulmones pudieran volver a respirar con
normalidad.
—Es Kol. Ha retado a un duelo a muerte a Iverson. —Los
rostros de los tres fueron de auténtica sorpresa.
—Vamos. —Mi padre me cogió del antebrazo con fuerza
para hacerme seguirle de cerca. Silbó haciendo que,
prácticamente, todos los varones adultos de la manada fueran
hasta el valle. Bricia llegó hasta mí y se puso a mi lado. Al ver
a Iverson y a Kol parados mi corazón empezó a latir
demasiado rápido de nuevo. —Me ha dicho mi querida hija
que has retado a Iverson. ¿Por qué a muerte? —Alfred era
mucho más que mi progenitor, era un alfa cauteloso y con un
gran sentido del deber. —¿Cuál es la ofensa?
—Creo firmemente que intenta convencer a la princesa de
que el resto de candidatos viene con intenciones malignas, alfa
del Sur. —Fui a dar un paso al frente para intentar explicarme
cuando Bricia me apretó fuertemente la mano para detenerme.
¿Dónde estaba Brenda? Ella me hubiera apoyado. —Me siento
gravemente ofendido por la acusación y quiero lo que es justo.
Restauración del honor.
—Iverson. —Alfred carraspeó nervioso como pocas veces
había visto. —¿Estás seguro de que aceptas el reto?
—Yo no tengo nada que esconder. —Entendía que no podía
hacer otra cosa. Ganar, morir o vivir en el exilio y llevar,
además, dado el combate, la vergüenza al Oeste. —No tengo
problema en medirme con él.
—La princesa tiene que estar presente. —Ahogué un
gritito.
—¿Por qué? —Ivar llegó en ese momento. Era común que
los herreros dieran fe, una vez terminado el combate y si no
había contratiempo, de que no había ninguna herida que
pudiera ser der arma. Allí estaban, su padre y él con el rostro
más serio que le había visto hasta ese momento. —No es una
escena bonita para Arwen precisamente. —Esa frase me dio
aun más miedo. Eso iba a ser sangriento y yo…no quería que
muriera Iverson.
—Es el objeto de la ofensa. Lo mandan las leyes lobunas.
—Dijo Kol encarando a Ivar de cerca. ¿Qué pensaba hacer?
¿Retar a muerte a todo el que se pusiera por delante?
—Así es. —Afirmó mi padre con un semblante entre
preocupación y tristeza. —Arwen. —Me cogió de la mano
como hacía años que no hacía. —Ven aquí a mi lado. —Tragó
saliva y, el solo hecho de ver a mi padre con miedo hizo que
me temblara hasta la columna vertebral. —Ragnar, no te
separes de ella. —Fue un susurro pero no pude evitar oírlo. Un
segundo después empecé a notar como creía la gente a mi
espalda. Ragnar. Goliat. Ivar junto a su padre Riuk. Ghalder a
pesar de su herida y su padre el alquimista. Sólo gente del Sur.
¿Estaban en una formación muy extraña o era mi impresión?
Una voz dentro de mi cabeza me gritó que allí se estaban
preparando por si estallaba la guerra. —Sólo en forma de lobo
es honorable ganar. Sea cual sea el resultado no existe un
derecho de venganza porque es algo que han aceptado como
hombres lobo hacer de acuerdo a la ley lobuna. No se permite
ningún arma. Si uno de los dos se rinde debe ir al exilio que
gestionaréis en vuestros respectivos clanes… —Volvió a
apretar mi mano como si, por primera vez, necesitase mi
fuerza. —Que empiece el duelo. —Nos echamos hacia atrás
justo un segundo antes de que ambos se transformasen.
Deseé mientras se transformaban que Kol fuese tan
delicado en su aspecto lobuno como lo era en su forma
humana pero, la luna no lo había querido así en su nacimiento.
Era un gran lobo marrón con manchas rubias en algunas
partes. Su primer rugido fue ensordecedor y mi corazón se
encogió. Iverson no era pequeño tampoco. Un lobo gris fuerte
y robusto aunque algo más bajito. ¿Podía usar eso de alguna
forma como ventaja? Sólo crucé los dedos mientras deseé
cerrar los ojos. Se lanzaron uno contra el cuello del otro.
Rugidos, mordiscos y múltiples empujones. Ivar consiguió
alcanzarle y darle un buen mordisco en el lomo. Casi conseguí
verlo fuera de todo aquel embrollo, pero, su buen corazón le
hizo dudar a la hora de darle la mordida final en el cuello al
hijo del alfa del Este y esa, fue su perdición. Kol mordió una
de las patas de Iverson y, sin agilidad de movimiento no había
nada que pudiera hacer para defenderse. Kol arrancó en una
carrera hacia él para terminar con el combate. Tuve ganas de
taparme los ojos pero mi padre mantuvo mi mano entre las
suyas mientras Bricia agarraba la otra. Me decían en silencio
que no podía mostrar esa debilidad.
Iba a caer sobre Iverson. Iba a acabar con su vida. Estaba
decidido. Pero, en ocasiones, el destino es caprichoso. Una
estrella de acero golpeó el gran pecho de lobo de Kol
haciéndolo caer mal herido. Un arma. Giramos todos las
cabezas y entonces lo vimos. Olsen no había sido capaz de
dejar que su hermano muriera y, aquello, era el inicio de algo
mucho peor.
Capítulo 20
Kilian
Alfred
Kilian
Arwen
Arwen
Brenda
6 meses después…
Ya habían pasado seis meses desde aquel momento en el
que el corazón de toda la comunidad lobuna se pasó para
esperar la decisión de los cuatro alfas. Recordé cómo lo
miraba desde la ventana admirando el carácter de Arwen.
Había decido poner orden en su vida aunque eso significase
hacer cosas que, probablemente, ni había imaginado.
Mi intención fue escribirle una carta justo al día siguiente
pero, Kilian, me instó a esperar hasta estar seguros de que
todas las aguas volvían a la normalidad. No me he atrevido en
ningún momento a preguntarle a Kilian por su cambio visible
de humor. Estaba solitario y algo más terco de lo normal.
Brent incluso pasó a ocuparse de algunas cosas que antes sólo
eran llevadas por el alfa.
—¿Podemos hablar? —Entré decidiendo que no quería
esperar más tiempo. Sabía lo que quería y también entendía
que no había ninguna forma de volver a Ghalder que no fuera
abrir un proceso.
—No estoy de humor. —Dijo volviendo a leer lo que le
tuviera tan entretenido.
—Nunca estás de humor. —Recalqué ganándome un poco
su atención. —He estado pensándolo mucho y creo que ya ha
llegado el momento. —No dijo nada pero me miró fijamente.
—Quiero que me prepares mi proceso. —Pegó tal salto en la
butaca que movió la mesa haciendo caer varios objetos
insustanciales. —Quiero casarme, Kilian. —Aseguré
omitiendo el hecho de que quería que fuese precisamente
Ghalder el que entrase por esa puerta.
—No es el momento. —Se tocó el puente de la nariz
nervioso.
—Sí lo es. No tienes ninguna causa coherente para negarte.
Y, además, aprovecho para informarte que quiero que Arwen
esté a mi lado como yo lo estuve al suyo en su proceso. —
Abrió los ojos pero no pude descifrar si se trataba de una
dilatación de ilusión o miedo.
—Es una alfa. —Dijo como si yo no me hubiera enterado
de que, finalmente, su padre le había dado el poder que tanto
merecía. —No va a tener tiempo para presenciar procesos.
—Tú eras alfa y tuviste el tiempo de participar en uno. —
Sabía por su silencio que había dado en el clavo. —Vamos,
hermanito, no creo que te haga ningún daño que yo elija un
marido y puedas dejar de preocuparte veinticuatro horas los
siete días de la semana por mí. —Sabía que no tenía más
remedio que acabar aceptando pero si era sincera conmigo
misma, pensaba que se lo tomaría mejor.
Estaba entusiasmada porque, cuando una sabe que alguien
es para ella, no se tiene miedo a los imprevistos. Sobre mí, que
yo supiera, no pendía ninguna profecía. Ghalder sólo tenía que
venir a pedir mi mano junto a otros muchos que no me
interesaran y estar seguro de que le elegiría. ¿Qué podía salir
mal?
Escribí la carta a Arwen sin estar convencida de si se
presentaría allí. Éramos amigas pero era cierto, después de
todo, lo que había dicho mi hermano. Ahora que ella era la
alfa y se ocupaba de controlar y proteger todo el Sur, quizá, no
podía abandonar las tierras tan fácilmente. Aún así esperaba
que entendiera que era la única amiga que había tenido casi en
toda mi vida y que la necesitaba. Además, así seguro que traía
a Ghalder hasta aquí.
—Brenda. —Brent me sobresaltó un poco al entrar en mi
habitación. —Quiero decirte algo porque te conozco más de lo
que piensas. —Brent era el hermano bueno, pero no sabía
callarse las cosas. —Ellos decidieron que la paz era más
importante que lo que pudieran sentir. Tú no debes meterte en
ello. —Me había calado a fondo. Era cierto que quería ver a
Ghalder, estaba convencida al cien por cien de que se trataba
de mi mate, pero adelantarlo sólo era intentar que las cenizas
de la llama que se veía entre ellos consiguiera prender del
todo.
—Estoy convencida de que ellos son el mate del otro. —
Dije sin ocultarle mis pensamientos. De todas formas, si estaba
allí hablando conmigo era porque Kilian ya le había dicho lo
de mi proceso y él, conociéndome habría llegado a la
conclusión de lo que quería.
—Si de verdad son mate y no digo que no lo sean…El
destino los unirá, y lo sabes. —En eso tenía razón, pero veía
tan apagado a Kilian… —Además, Brenda, los procesos ya
has visto que se complican más de lo normal en ocasiones.
—Tengo claro el resultado de mi proceso antes de empezar.
—Aseguré.
—Yo ya te lo he advertido. —Miró por la ventana
tranquilo. —Pero que así sea. De hecho, creo que pronto
empezaremos a divertirnos con tu invento.
Unos aullidos me despertaron al alba. Miré por la ventana y
no pude reprimir mi sonrisa. Vi a Arwen encabezando un
grupito que venía del Sur. Ese día empezaba mi proceso y, con
un poco de suerte, ellos se confesarían lo que sentían el uno
por el otro.
—No podía perderme el proceso de la única amiga que
tengo. —Me abrazó y sentí que echaba de menos poder hablar
con alguien. —Estoy aquí. —Susurró en mi oído. —Y he
traído conmigo a Ghalder. —Sonreí entonces. Todo saldría
exactamente como yo quería. ¿Cuánto tardaría en tener a
Arwen como cuñada y a Ghalder como marido?
—No he recibido ninguna noticia de visita de alfas como
público para el proceso de mi hermana. —Kilian llegó hasta
nosotras para cortar el buen rollo. Vi su cara y, aunque era
inentendible, no tenía intención de ser ni un poco amable con
Arwen.
Capítulo 26
Arwen
FIN
Agradecimientos:
Me gustaría dar las gracias a todas esas personas que
creyeron en mí desde el principio.
En especial, también, a todos los que me seguisteis en
Wattpad, leísteis la historia y me animasteis a publicarla y a
seguir escribiendo. Vuestro millón de lecturas fue decisivo en
mi iniciación como escritora.
También a todos mis amigos y personas que he conocido a
lo largo de los años.
Pero sobretodo, a mi familia. En especial a mi madre y a mi
hermana, sin las cuales no habría sido posible.
Sobre el Autor
Nacida en 1995 Iris Montes Meseguer es una lectora
empedernida y reseñadora de libros sin importar de donde
provengan.
Es autora de “Indomable pero mía”, una novela de corte
paranormal— romántica, y bajo Este título obtuvo más de 1
millón trescientas mil visitas en Wattpad.
También de otros títulos del mismo corte como “La alfa es
mía” “Los demonios también aman” o “La nerd es mía”
Se autocalifica como una amante de la literatura y de los
animales que no puede vivir un día sin llevar a cabo estas dos
cosas que forman parte de su modo de vida.
Podéis seguirla en las redes sociales:
@Iris_Meseguer
Y también en su blog:
www.agathatelocuenta.wordpress.com