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La combinación de todos los factores, provoca la dispersión de los restos de estos

productos en el ambiente, convirtiéndose en potenciales contaminantes bióticos


(animales y plantas) y abióticos (aire, agua y suelo) amenazando su estabilidad
y amenazando o poniendo en peligro la salud pública. 

Diferentes factores como las propiedades físicas y químicas de los productos


utilizados, las condiciones geomorfológicas de los suelos o la climatología y las
condiciones meteorológicas e hidrogeológicas de las zonas afectadas, influyen en el
grado de afectación y en la propagación.

Efectos de los plaguicidas sobre los seres vivos

Por otra parte, los daños ecológicos de los plaguicidas dependen de sus
componentes y de las distintas categorías. Aunque los efectos sobre la
superficie terrestre son más visibles y directos, los principales daños se
producen a causa del agua contaminada por la escorrentía de dichos
productos, siendo los dos mecanismos más importantes
la bioconcentración y la bioampliación.
Bioconcentración
Es el movimiento que tiene un determinado producto químico desde el
medio que le rodea hasta el interior del organismo. Uno de los principales
“sumideros” de muchos plaguicidas es el tejido graso (“lípidos”), como es el
caso del DDT, el cual es lipofílico, por lo que es soluble y se acumula en los
tejidos grasos. Ello provoca que se acumulen en algunos tejidos comestibles
de muchas especies de peces o en el mismo tejido graso de los humanos. En
cambio, otros tipos de plaguicidas como el glifosato, se metabolizan en los
organismos vivos y son eliminados por los excrementos.

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