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Rol: 40698-2017
Ministro: Dahm Oyarzún, Jorge
Ministro: Juica Arancibia, Milton
Ministro: Kunsemüller Loebenfelder, Carlos
Ministro: Valderrama Rebolledo, Manuel Antonio
Redactor: Dahm Oyarzún, Jorge
Abogado integrante: Rodríguez E., Jaime
Tribunal: Corte Suprema Segunda Sala (Penal)(CSU2)
Partes: Ministerio Público con Marco Silva Artigas
Tipo Recurso: Recurso de Nulidad (Proceso Penal)
Tipo Resultado: Acogido
Fecha: 20/11/2017
Cita Online: CL/JUR/7377/2017
Hechos:
El tribunal de juicio oral en lo penal dicta sentencia condenatoria respecto del imputado por el delito de
cultivo de cannabis. La defensa recurre de nulidad invocando la causal del artículo 373 letra a) del Código
Procesal Penal. La Corte Suprema acoge el recurso planteado, concluyendo que los funcionarios policiales
excedieron la orden de detención, entrada, registro e incautación de que disponían y que había sido dictada con
la finalidad de aprehender a un tercero, no al imputado, vulnerando la garantía constitucional del debido
proceso.

Sumarios:
1 . En la especie, el juzgado de garantía despachó una "orden de entrada, registro e incautación" respecto de
diversos domicilios, uno de ellos el del imputado, a fin de hallar y poner a disposición de la autoridad judicial a
un sujeto, por existir antecedentes en su contra de participación en un delito de homicidio, en el cual no se
atribuía ninguna responsabilidad al acusado ni a otro miembro de su grupo familiar. Entonces, el ingreso a su
domicilio debió orientarse sólo al propósito de aprehender al sujeto a quien se atribuía participación en un
homicidio, sin que "deliberadamente" los policías pudieran encaminarlo a otro fin distinto, como recabar
evidencia de otro delito endilgado al morador del inmueble y respecto de quien existía una investigación en
curso a la sazón, desde que ello importaría afectar garantías constitucionales de este último sin el debido
permiso judicial que demanda el artículo 9º del Código Procesal Penal, al haber sido dicha autorización
concedida con otro norte, único que debió orientar las actuaciones policiales. La conclusión precedente se
desprende del artículo 215 del Código precitado, el que nada más acepta que en el llamado hallazgo "casual"
puedan incautarse evidencias "que permitieren sospechar la existencia de un hecho punible distinto del que
constituyere la materia del procedimiento en que la orden respectiva se hubiere librado", debiendo, en ese
supuesto, dar aviso de inmediato al Fiscal. Es decir, es en el curso de la ejecución de la orden que se advierte
por los funcionarios policiales que puede estarse cometiendo o haberse cometido un delito distinto al que es
objeto del mandato judicial, justamente en virtud de la naturaleza o características del objeto encontrado,
autorizando el citado artículo 215 en ese caso la incautación -y, en su caso, la detención de tratarse de un delito
flagrante-, mas no permite que premeditadamente se ingrese y registre un lugar cerrado, bajo la excusa de
aprehender a un tercero, para en realidad buscar prueba de un delito totalmente diverso atribuido al morador
(considerando 5º de la sentencia de la Corte Suprema)En este contexto, los agentes estatales excedieron los
términos en que fue otorgada la orden de entrada y registro por la autoridad judicial, desde que la misma,
conforme a una lectura conjunta de los artículos 5º inciso 2º y 9º del Código Procesal Penal, debía cumplirse
ajustándose estrictamente a los mandatos de la misma, cuestión que no se observa en la especie, ya que desde un
comienzo dicha orden se materializó por los policías con un fin diverso al fijado por el órgano jurisdiccional y,
por ende, desobedeciendo al mismo. Al respecto, la jurisprudencia del Máximo Tribunal ha dicho que la
ejecución de una orden judicial de aprehensión debe ajustarse al "preciso y determinado objeto" de la misma,
pues de lo contrario esa orden se transformaría, "de hecho... en una verdadera orden amplia de investigar",
efecto proscrito que justamente se presenta en el caso en estudio, en el que los policías utilizan, indebidamente,
una orden de entrada a un domicilio para lograr la detención de una persona determinada, como una
autorización para realizar en su interior toda pesquisa que se estime útil para comprobar la comisión de algún
delito por parte de sus moradores. Así las cosas, la policía se desempeñó fuera de su marco legal y de sus
competencias, vulnerando el derecho del imputado a un procedimiento justo y racional, por lo que toda la
evidencia recogida en el procedimiento policial incoado en el domicilio del acusado resulta ser ilícita, al haber
sido obtenida en un proceder al margen de la ley. En este sentido, aunque los jueces de la instancia hayan
afirmado su convicción condenatoria en prueba producida en la audiencia, al emanar ella del mismo

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procedimiento viciado no puede ser siquiera considerada, por cuanto su origen está al margen de las
prescripciones a las cuales la ley somete el actuar de los auxiliares del Ministerio Público en la faena de
investigación (considerandos 8º a 10º de la sentencia de la Corte Suprema)
Texto Completo:
Normativa relevante citada Arts. 19 Nº 3 inciso 6º de la CPR; 5º, 9º, 215 y 373 letra a) del CPP.
Santiago, a veinte de noviembre de dos mil diecisiete.
Vistos:
En esta causa RUC N° 1.700.221.072 k y RIT N° 95 2017 del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de
Melipilla, por sentencia de veintiséis de septiembre de dos mil diecisiete se condenó a MARCO ANTONIO
SILVA ARTIGAS a sufrir la pena de cien días de presidio menor en su grado mínimo, más accesorias legales y
multa, como autor de un delito de cultivo ilícito de sustancias estupefacientes, en grado consumado, hecho
acaecido el día 7 de marzo de 2017 en la comuna de Melipilla.
En contra de esa decisión la defensa del sentenciado interpuso recurso de nulidad, el que se estimó admisible
por este Tribunal y se conoció en la audiencia pública celebrada el pasado 31 de octubre, citándose a los
intervinientes a la lectura del fallo para el día de hoy, como da cuenta el acta que se levantó con la misma fecha.
Y considerando:
Primero: Que el recurso se funda, de manera principal, en la causal de la letra a) del artículo 373 del Código
Procesal Penal, por vulneración de los derechos a la integridad psíquica, a la vida privada, a la inviolabilidad del
hogar y a la libertad personal, consagrados en los N°s. 1, 4, 5 y 7 letra b), respectivamente, del artículo 19 de la
Constitución Política de la República.
Explica que el día 23 de febrero de 2017 se comete un homicidio en la localidad de Melipilla, sindicándose
entre los probables responsables a Guillermo Villarroel Orellana, quien sería hermano de la conviviente del
acusado Marco Silva Artigas. No obstante que Villarroel Orellana tiene su domicilio en otro lugar, se le atribuye
falsamente que reside en la morada del acusado, con lo que se obtiene del Juez de Garantía una orden de
detención con facultades de entrada y registro a ese recinto, así como a otros inmuebles. Así, en la madrugada
del 7 de marzo de 2017, personal de la BRICRIM de Melipilla ingresó a varios domicilios amparados por dicha
orden.
Agrega que a Villarroel Orellana se le ubica a las 5:36 horas en su domicilio de Pasaje Santa Nora N° 943 y,
no obstante haberse logrado el objetivo de detenerlo, un equipo de la PDI, en conocimiento de lo anterior,
ingresan a las 5:40 horas al domicilio del acusado Silva Artigas invocando la orden judicial que facultaba la
detención de aquél, hallando en este procedimiento una mata de marihuana y un papelillo contenedor de
clorhidrato de cocaína, lo que resulta ilegítimo por carecer de justificación, ya que la orden judicial era
exclusivamente para la detención de Villarroel Orellana.
Subsidiariamente, el recurso se afinca en la causal de la letra e) del artículo 374 del Código Procesal Penal,
en relación a los artículos 342 letra c) y 297 del mismo texto, al no fundar la sentencia, en la forma que exigen
las citadas normas, la supuesta afectación del bien jurídico salud pública, ni tampoco motivar el que la planta de
cannabis sativa no estuviera destinada sólo a un consumo personal, exclusivo y próximo en el tiempo.
Al finalizar el arbitrio pide que se declare la nulidad del juicio y de la sentencia, ordenando la remisión de
los autos al Tribunal no inhabilitado que corresponda, para que este disponga la realización de un nuevo juicio
oral.
Segundo: Que los hechos establecidos por la sentencia recurrida son los siguientes: "El día 7 de marzo del
año 2017, aproximadamente a las 05:50 horas, personal policial ingresó al domicilio ubicado en Campo Lindo
parcela 29, sector Villa Alegre, comuna de Melipilla, lugar donde Marco Antonio Silva Artigas mantenía un
cultivo de una planta de cannabis sativa, sin contar con las autorizaciones legales respectivas."Estos hechos
fueron calificados como delito de cultivo ilícito de sustancias estupefacientes o psicotrópicas, previsto y
sancionado en el artículo 8° de la Ley N° 20.000, en grado de desarrollo consumado, ya que en este hecho se
encontró sembrada en tierra, cultivada, una mata de cannabis sativa, que medía 2 metros 20 centímetros de
altura, con un peso de 5.280 gramos.
Tercero: Que en relación a las alegaciones fundantes de la causal principal del recurso, la sentencia en su
oportunidad expresó para desestimarlas que "el personal aprehensor actúa contando con orden de entrada,
registro e incautación emanada del Juzgado de Garantía de Melipilla, con el objeto de allanar alrededor de 5 ó 6
domicilios, entre ellos, el de Camino Interior, Parcela 29, Villa Alegre, Campo Lindo, comuna de Melipilla,
lugares donde posiblemente se ocultaba un sujeto imputado por delito de homicidio, apodado Gigo¿, quien

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resulta ser el cuñado del acusado Silva Artigas, allanamiento que fue simultáneo a una misma hora, que en este
domicilio no encuentran al tal Gigo¿, pero sí la evidencia ilícita que motiva la presente causa y por la cual se
condena a Silva Artigas. Haciendo presente que conforme a lo escuchado en juicio en aquel procedimiento se
encontraba presente la fiscal de la causa, señora Alejandra Vargas Lay, por lo que la policía inmediatamente
debió darle cuenta de los hallazgos, disponiendo las diligencias de rigor. En el mismo sentido, la defensa señala
que la orden de detención se encontraba agotada al momento que entran al domicilio de su representado, ya que
ese día 7 de marzo de 2017, al Gigo¿ se le detiene a las 5:36 horas, y que es minutos más tarde que se ingresa al
inmueble de Silva Artigas, por lo que la policía debía pedir disculpas y retirarse; que nada de eso fue
comprobado en juicio, sino que el ingreso a los domicilios fue simultáneo, explicando el inspector Tobar que a
cargo de la investigación del delito de homicidio estaba otro inspector, mismo que le ordenó efectuar el ingreso
al domicilio de Silva, y que por radio sólo iba informando de lo que iba pasando al oficial del caso y de los
hallazgos de la evidencia ilícita, y atendido el tiempo transcurrido es que en juicio no recuerda si ese mismo día
se detuvo al tal Gigo¿. En este punto, el acusado Silva dice que aquellos que irrumpieron en su domicilio
portaban radios, que en algún momento logra escuchar que la radio sonó y se escuchaba que el Gigo¿ ya lo
tenían detenido, pero dicha circunstancia no fue acreditada con ningún otro medio de prueba fiable, ni siquiera
por su conviviente Celia Silva, quien permaneció junto a él ya sea en el dormitorio y posteriormente en el
living, y es más ella informa que su hermano el tal Gigo¿ fue detenido a la semana después del allanamiento. En
definitiva, ninguna vulneración a los derechos del acusado y al debido proceso se vislumbra en el actuar
policial, ya que procedieron como se dijo amparados de orden judicial, conjuntamente con la fiscal de la causa,
dando cuenta pormenorizadamente de aquella actividad que les correspondió realizar y las evidencias incautadas
en el presente caso."Cuarto: Que en relación a la causal principal del recurso, en primer término debe despejarse
que el delito por el que se sanciona al acusado Silva Artigas se sostiene, en lo fáctico, únicamente en el cultivo
de una planta de cannabis sativa, y no así en la posesión de un contenedor de 2,77 gramos de clorhidrato de
cocaína, hecho también contenido en la acusación pero respecto del cual hubo un pronunciamiento absolutorio,
de manera que las reflexiones siguientes no tratarán, ni tampoco incidirán, en ese segundo hecho.
Quinto: Que, sin perjuicio que así lo establece el fallo en estudio en su basamento 9°, no es un asunto
discutido que el Juzgado de Garantía de Melipilla despachó una "orden de entrada, registro e incautación"
respecto de diversos domicilios, uno de ellos el del acusado Silva Artigas, a fin de hallar y poner a disposición
de la autoridad judicial, a Guillermo Villarroel Orellana, por existir antecedentes en su contra de participación
en un delito de homicidio. Por otra parte, tampoco es materia de controversia que no se atribuía ninguna
responsabilidad en ese ilícito al acusado Silva Artigas y que la finalidad exclusiva de la entrada y revisión de su
domicilio venía dada por la ubicación de Villarroel Orellana.
Sentado lo anterior, esto es, que ni a Silva Artigas ni a ningún otro miembro de su grupo familiar que
habitaba en Campo Lindo, parcela 29, sector Villa Alegre, comuna de Melipilla, se imputaba algún tipo de
participación en el delito de homicidio perseguido y que el ingreso a ese lugar tenía por único propósito
aprehender a Villarroel Orellana, tal allanamiento e inspección entonces debieron orientarse sólo a dicho objeto,
sin que "deliberadamente" los policías pudieran encaminarlo a otro fin distinto, como recabar evidencia de otro
delito endilgado al morador del inmueble y respecto de quien existía una investigación en curso a la sazón,
desde que ello importaría afectar garantías constitucionales de este último sin el debido permiso judicial que
demanda el artículo 9 del Código Procesal Penal, al haber sido dicha autorización concedida con otro norte,
único que debió orientar las actuaciones policiales.
Esta conclusión se desprende del texto del artículo 215 del Código Procesal Penal, el que nada más acepta
que en el llamado hallazgo "casual" puedan incautarse evidencias "que permitieren sospechar la existencia de un
hecho punible distinto del que constituyere la materia del procedimiento en que la orden respectiva se hubiere
librado", debiendo, en ese supuesto, dar aviso de inmediato al fiscal. Es decir, es en el curso de la ejecución de
la orden que se advierte por los funcionarios policiales que puede estarse cometiendo o haberse cometido un
delito distinto al que es objeto del mandato judicial, justamente en virtud de la naturaleza o características del
objeto encontrado, autorizando el citado artículo 215 en ese caso la incautación y, en su caso, la detención de
tratarse de un delito flagrante , mas no permite que premeditadamente se ingrese y registre un lugar cerrado,
bajo la excusa de aprehender a un tercero, para en realidad buscar prueba de un delito totalmente diverso
atribuido al morador.
Sexto: Que en la especie, como expone el propio testigo de cargo, el inspector Cristian Tobar Poblete
concordante con la deposición rendida por la detective Fernanda Farías Cañas, también extractada por el fallo,
siendo los únicos testigos presentados por el Ministerio Público , éste ya desde septiembre de 2016 venía
investigando una denuncia contra Silva Artigas por comercialización y acopio de drogas en su domicilio, sin
haber conseguido antecedentes que la confirmaran, sino hasta que se produce el ingreso el 7 de marzo de 2017

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en virtud de la orden de entrada y registro emitida por el Juzgado de Garantía de Melipilla a ese domicilio con el
objeto de detener a Villarroel Orellana, cuya ejecución precisamente se le encarga al inspector Tobar Poblete a
cargo de esa investigación, quien, según revelan sus propios dichos reproducidos en el fallo considerando 6° ,
dirigió el registro únicamente con miras al hallazgo de la droga y otros objetos que confirmaran la comisión del
delito que venía pesquisando.
En efecto, señala que ingresó al domicilio en cuestión y encontró a Silva Artigas junto a su conviviente y su
hija menor de edad, acostados en su cama, en el otro dormitorio se encontraban dos menores de edad hijas de la
conviviente. Luego expresa que en ese dormitorio halló un envoltorio de papel, elemento que ninguna relación
tenía con la búsqueda de Villarroel Orellana, sin embargo, el policía lo recoge y le hace una prueba instrumental
que arrojó la presencia de clorhidrato de cocaína, confirmando con ello que su indagación nada tenía que ver
con encontrar a Villarroel Orellana.
Ahora bien, incluso pasando por alto lo anterior, tal hallazgo a lo más daba cuenta de tenencia para consumo
en su domicilio por parte de Silva Artigas o de algún otro ocupante de la habitación, hecho atípico que ni
siquiera autorizaba para proceder de conformidad al artículo 215 del Código Procesal Penal ya comentado o a
las normas que rigen la flagrancia. No obstante lo anterior, expresa luego el policía en su declaración ante el
tribunal, que continuó con el registro que debía encaminarse a ubicar a Villarroel Orellana conviene no olvidar ,
y producto de éste, en el clóset del mismo dormitorio encontró en un cajón una bolsa de nylon color blanco, la
cual contenía la suma de $4.400.000. Desde luego, no se explica la finalidad de esta apertura del "cajón" de este
mueble si lo que se pretendía era encontrar y detener a Villarroel Orellana. Sin perjuicio de ello, tal
descubrimiento de dinero nuevamente ninguna pertinencia tenía con la orden que se estaba ejecutando y sólo
adquirió importancia para el policía Tobar Poblete, precisamente porque el objeto de éste no era ubicar a
Villarroel Orellana y, así lo demuestra que señalara que "este dinero lo asoció que podía ser a ganancias por la
venta de droga, porque al realizar las vigilancias a su local comercial observó poca presencia de clientes", en
circunstancias que hasta ese momento no había hallado sino una escasa cantidad de droga, cuya tenencia no está
sancionada, pues no permitía más que un consumo personal.
Lo anterior cabe extenderlo al posterior hallazgo de una balanza digital y bolsas de nylon transparentes,
elementos que, nuevamente, ninguna vinculación tienen con la ejecución de la orden otorgada por el tribunal,
esto es, la ubicación y detención de Villarroel Orellana, debiendo destacarse que, respecto de este objeto, el
deponente nada expresó, es decir, no describió qué actuaciones concretas ejecutaron en el interior para dar con
él, limitándose a efectuar exhaustivamente aquellas que interesaban a la investigación por el delito de tráfico de
drogas seguido contra Silva Artigas.
Sólo después de todas estas actuaciones mencionadas, totalmente ajenas a la búsqueda de Villarroel
Orellana, se sale al patio de la propiedad donde se encuentra la planta de cannabis sativa, procediendo a detener
a Silva Artigas por su posesión. Es importante no pasar por alto que, el acusado sólo es detenido cuando se
produce el hallazgo de esta planta, es decir, reconociendo el policía que los descubrimientos previos papelillo
con droga, dinero, balanza y bolsas plásticas no daban cuenta de un delito flagrante que permitiera tal detención
según los artículos 129 y 130 del Código Procesal Penal y que autorizara, por consiguiente, la incautación de
esos objetos de conformidad al artículo 187, inciso 2°, del mismo texto, sin embargo, ya habían sido recogidos
sin orden judicial habilitante como evidencias de un delito, que no es otro, a estas alturas de lo razonado resulta
patente, que el que se venía investigando antes de siquiera ingresar al inmueble.
Séptimo: Que, así las cosas, no resulta relevante en la especie si, como señala el fallo, los policías ingresaron
simultáneamente al domicilio de Silva Artigas y a los restantes en que se buscaba a Villarroel Orellana, uno de
estos últimos donde es habido y, por consiguiente, que no esté acreditado que la orden de entrada y registro
respecto de Villarroel Orellana se haya ejecutado en la casa del acusado sabiendo los policías que la misma
había perdido su objeto por la detención ya concretada, pues incluso partiendo de los presupuestos sobre los que
disciernen los sentenciadores, lo decisivo es que la misma prueba de cargo del Ministerio Público evidencia con
claridad meridiana que la orden de entrada se ejecutó, si bien no con el único objeto, sí con el propósito
adicional y velado de encontrar evidencias de un delito incluso distinto a aquel que se imputaba a quien se
pretendía detener y cuyo objeto era el motivo de la autorización judicial, extendiéndose ilegítimamente por los
policías el ámbito de ésta y, eludiendo de ese modo, someterse al escrutinio del tribunal mediante la solicitud
intentada para ese específico fin, conforme a los artículos 9 y 205 del Código Procesal Penal, es decir, burlando
el procedimiento legal previsto para conseguir ese ingreso de manera legítima.
Octavo: Que, en ese contexto, los agentes estatales excedieron los términos en que fue otorgada la orden de
entrada y registro por la autoridad judicial, desde que la misma, conforme a una lectura conjunta de los artículos
9 y 5, inciso 2°, del Código Procesal Penal, debía cumplirse ajustándose estrictamente a los mandatos de la
misma, cuestión que no se observa en la especie, ya que desde un comienzo dicha orden se materializó por los
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policías con un fin diverso al fijado por el órgano jurisdiccional y, por ende, desobedeciendo al mismo.
Noveno: Que, en la causa Rol N° 678 2007 de 6 de junio de 2007, en la que luego de aprehender al
imputado en la vía pública en virtud de una orden judicial de detención, los policías se dirigen a su domicilio, el
que es registrado encontrando un arma de fuego, esta Corte ha señalado que la ejecución de una orden judicial
de aprehensión debe ajustarse al "preciso y determinado objeto" de la misma, pues de lo contrario esa orden se
transformaría, "de hecho ... en una verdadera orden amplia de investigar", efecto proscrito que justamente se
presenta en el caso en estudio, en el que los policías utilizan, indebidamente, una orden de entrada a un
domicilio para lograr la detención de una persona determinada, como una autorización para realizar en su
interior toda pesquisa que se estime útil para comprobar la comisión de algún delito por parte de sus moradores.
Décimo: Que, así las cosas, en el caso en estudio la policía se desempeñó fuera de su marco legal y de sus
competencias, vulnerando el derecho del imputado a un procedimiento justo y racional que debía desarrollarse
con apego irrestricto a todos los derechos y las garantías constitucionales que le reconoce el legislador, por lo
que toda la evidencia recogida en el procedimiento policial incoado en el domicilio de Silva Artigas resulta ser
ilícita, al haber sido obtenida en un proceder al margen de la ley. En este sentido, aunque los jueces de la
instancia hayan afirmado su convicción condenatoria en prueba producida en la audiencia, al emanar ella del
mismo procedimiento viciado no puede ser siquiera considerada, por cuanto su origen está al margen de las
prescripciones a las cuales la ley somete el actuar de los auxiliares del Ministerio Público en la faena de
investigación.
Undécimo: Que de este modo, cuando los jueces del fondo valoraron en el juicio y en la sentencia que se
pronunció los referidos antecedentes revestidos de ilegalidad, se incurrió en la materialización de la infracción a
las garantías constitucionales del imputado que aseguran su derecho a un debido proceso y a que la sentencia
que se pronuncie por el tribunal sea el resultado de una investigación y un procedimiento racionales y justos,
por cuanto dicha exigencia supone que cada autoridad actúe dentro de los límites de sus propias atribuciones,
como lo señalan los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de la República, lo que en este caso quedó de
manifiesto que no ocurrió, infracción que sólo puede subsanarse con la declaración de nulidad del fallo y del
juicio que le precedió, y dada la relación causal entre la diligencia censurada y la prueba de cargo obtenida,
como ya se anotó, se retrotraerá la causa al estado de verificarse un nuevo juicio con exclusión de los elementos
de cargo obtenidos con ocasión de ella, como se dirá en lo resolutivo.
Duodécimo: Que, por haberse acogido la causal principal del recurso, no se emitirá pronunciamiento sobre
la deducida subsidiariamenteY visto, además, lo dispuesto en los artículos 373, 377 y 384 del Código Procesal
Penal, se acoge el recurso de nulidad deducido a favor de MARCO ANTONIO SILVA ARTIGAS y, en
consecuencia, se invalidan la sentencia de veintiséis de septiembre de dos mil diecisiete y el juicio oral que le
antecedió en el proceso RUC N° 1.700.221.072 k y RIT N° 95 2017 del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de
Melipilla únicamente en lo relativo a la condena por el delito de cultivo ilícito de sustancias estupefacientes
acaecido el 7 de marzo de 2017, manteniéndose firme la absolución dictada por el delito de tráfico ilícito de
sustancias estupefacientes o psicotrópicas de la misma fecha, y se restablece la causa al estado de realizarse un
nuevo juicio oral ante tribunal no inhabilitado sólo por el primer delito referido, excluyéndose del auto de
apertura toda la evidencia obtenida, directa o indirectamente como resultado de la entrada y registro del
domicilio ubicado en Campo Lindo, parcela 29, sector Villa Alegre, comuna de Melipilla, realizada el 7 de
marzo del presente año por personal policial.
Regístrese y devuélvase.
Redacción a cargo del Ministro Sr. Dahm.
Pronunciado por la Segunda Sala, integrada por los Ministros Sres. Milton Juica A., Carlos Kunsemuller L.,
Manuel Valderrama R., Jorge Dahm O., y el Abogado Integrante Sr. Jaime Rodríguez E.

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