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Delitos de tráfico de drogas y delitos conexos

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.- APROXIMACIÓN A LOS DELITOS DE TRÁFICOS DE


DROGAS Y DELITOS CONEXOS

TEMA 1.- BIEN JURÍDICO PROTEGIDO, OBJETO DEL DELITO Y


NATURALEZA

TEMA 2.- CUESTIONES RELATIVAS AL TIPO BÁSICO (ART. 368 CP), AL


DELITO DE PRECURSORES (ART. 371 CP), Y ACTOS DE IMPERFECTA
EJECUCIÓN (ART. 373 CP)

TEMA 3.- LOS TIPOS AGRAVADOS. AGRAVACIONES DE LOS TIPOS


BASICOS: ANALISIS DEL ART. 369 CP. AGRAVACIONES DEL TIPO
AGRAVADO: ÁNALISIS DEL ART. 370 CP.

TEMA 4.- OTRAS CUESTIONES RELATIVAS A LOS DELITOS DE TRÁFICO


DE DROGAS

TEMA 5. – DELITOS CONEXOS

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TEMA 1.- BIEN JURÍDICO PROTEGIDO, OBJETO DEL DELITO Y


NATURALEZA
I. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO
1. Perspectivas jurisprudenciales: la salud pública como la suma de saludes
individuales
 Concepto. La jurisprudencia del Tribunal Supremo de los últimos años (1999-2003)
considera unánimemente que el bien jurídico protegido es la salud pública. Por tal se
entiende mayoritariamente la salud colectiva, que no es nada más que la suma de bienestar
físico y psíquico de cada uno de los ciudadanos.
 Finalidad. Con ello se intenta prevenir la nocividad y peligrosidad potencial que las
drogas, sustancias estupefacientes y psicotrópicos entrañan por el uso y consumo
generador de procesos patológicos y desequilibradores, de una mayor morbilidad y de
perturbaciones mentales de difícil vencimiento y superación, precipitándose la degradación
física y psíquica del individuo, pudiendo incluso sobrevenir la muerte del usuario en los
períodos avanzados de drogodependencia.
 Características del bien jurídico: a) ser un bien colectivo y de carácter público; b) con
su protección se intenta evitar la generalización de un hábito contrario a la salud; c)
significa la lesión potencial de la salud de un inconcreto número de ciudadanos.
 Existencia de una orientación teleológica en la jurisprudencia. Características:
1ª. Exclusión del ámbito de la tipicidad de determinadas conductas formalmente
subsumibles en ellos, por alguna de las siguientes razones:
a) por tratarse de conductas adecuadas socialmente,
b) por ser el riesgo insignificante,
c) por no existir proporcionalidad entre la acción cometida y la pena prevista, o bien,
d) por faltar la finalidad de traficar prevista en el tipo.
En todos estos casos, está en definitiva ausente el peligro para el bien jurídico protegido.
2ª) Por faltar la posibilidad de imputar objetivamente riesgo típico alguno. Esto ocurre,
por ejemplo, en los supuesto de consumo compartido: se trata de personas adictas o
consumidoras habituales y concretas que deciden voluntariamente consumir la sustancia en
grupo -determinado y delimitado-, siempre que la cantidad de droga destinada al uso
compartido no rebase el límite de un consumo inmediato.
3ª Por faltar la posibilidad de imputación subjetiva del riesgo lo que ocurre, por ejemplo
en las entrega a consumidor de una dosis de droga que es consumida en el momento
dentro de un lugar cerrado, sin que el autor tenga en su poder mayor cantidad de
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droga: en este caso se genera sólo peligro para la salud individual sin que exista peligro de
difusión y, por consiguiente, no alcanza el carácter público que caracteriza el bien jurídico
protegido por el art. 368 C.P.

2. Perspectiva doctrinal mayoritaria: la salud pública como valor social y comunitario


 Conceptos
a) Conjunto de condiciones objetivas que defienden de unas posibles enfermedades a una
pluralidad de personas, entendiendo por enfermedades tanto las físicas como las psíquicas.
b) Partiendo de que la característica esencial de las drogas es que producen dependencia,
se entiende por salud pública la capacidad de autodeterminación para seguir consumiendo
o no la sustancia.
c) Entender que cuando el Código alude a la salud pública no intenta referirse
exclusivamente a verdaderas enfermedades que afectan epidémicamente a la población,
sino a toda alteración de las condiciones del individuo, incluidas las sociales. Además,
desde esta perspectiva, se considera que la defensa de la salud colectiva lleva consigo la
individual de cada persona en particular, puesto que no puede pretenderse que una norma
defienda la salud colectiva y olvide la individual, ya que ello implicaría pensar que la
comunidad social posee una salud distinta que aquella de los individuos que la componen.
 Consecuencias prácticas
1ª. Para la realización material del tipo no se precisará la efectiva lesión de la salud de un
ciudadano en concreto.
2ª. Si la conducta además de afectar a la salud pública afecta a la salud individual debería
examinarse la posibilidad de aplicar alguno de los tipos que protegen la salud individual.
3ª. Si la conducta únicamente afecta a la salud individual, habiendo excluido ex-ante
cualquier riesgo para la salud pública, no deberá aplicarse el delito de tráfico de drogas. A
lo sumo, de no existir consentimiento o considerarlo irrelevante deberán aplicarse los tipos
relativos a la protección de la salud individual.
3. Otras posiciones doctrinales en la configuración del bien jurídico protegido
 Libertad del consumidor.
 El interés del Estado en la producción y el comercio de los estupefacientes.
 Delito pluriofensivo.

4. Conclusión. Postura personal

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Entiendo que efectivamente estos preceptos protegen la salud pública, no obstante se trata
de un concepto jurídico penal de salud pública.
Desarrollemos a continuación esta afirmación. La construcción de un concepto penal de
salud pública debe partir de consideraciones médicas, sociales y jurídicas. Las
consideraciones médicas y farmacológicas -modo que las sustancias pueden afectar a la
salud pública- deben ser el punto de partida de la elaboración de un concepto penal de
salud pública, que deberá, esto sí, moverse dentro del precepto que es el marco
interpretativo al que estamos constreñidos. Las consideraciones de tipo social indican el
grado de salud que la sociedad -organización en comunidad de los individuos- considera
óptima y lo que considera insoportable. Finalmente, las consideraciones jurídicas deberían
hacerse desde dos perspectivas: la constitucional y la penal. La primera es necesaria para
asentar las bases y poner límites al concepto penal. La segunda es necesaria -obvio resulta
decirlo- puesto que estamos en el ámbito del derecho penal.
La salud pública desde la perspectiva médica. Desde el punto de vista médico, puede
partirse de la definición elaborada por la OMS -por estar ampliamente consensuada-, según
la cual esta se refiere a un estado de completo bienestar físico, mental y social y no
solamente a la ausencia de afecciones o enfermedades. Además reconoce que la salud de
todos los pueblos es una condición fundamental para lograr la paz y la seguridad y depende
de la más amplia cooperación de las personas y de los Estados. Es de advertir que se trata
de un concepto amplio, que no sólo exige la ausencia de enfermedad, sino que requiere la
presencia de bienestar, y no sólo físico y mental, sino también social. Es decir, importa no
sólo la salud del individuo aisladamente considerado, sino también la salud del individuo
en cuanto miembro de una sociedad, y no sólo en el aspecto negativo, de ausencia de
perturbaciones, sino en el positivo, de presencia de condiciones favorables.
La salud pública desde una perspectiva de utilidad social e individual. Desde una
perspectiva de utilidad social e individual parece acertado exigir unos niveles mínimos de
salud de cada uno de los individuos y de la sociedad en su globalidad, pues es fundamental
para hacer efectivos dos de los principios básicos por los que entendemos se rige nuestra
sociedad: solidaridad intersubjetiva y libre organización del propio ámbito de autonomía.
No obstante debe ser completada por consideraciones jurídicas constitucionales y jurídico
penales puesto que al ser el nuestro un Estado de Derecho toda protección de la salud
deberá respetar el principio de legalidad y los principios básicos de nuestro ordenamiento.
El Art. 43 de nuestra Constitución reconoce el derecho a la protección de la salud y
confiere a los poderes públicos la competencia para organizar y tutelar la salud pública,

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tanto a través de medidas preventivas como de prestaciones y servicios necesarios. Por otra
parte, el art. 10 de la CE considera al libre desarrollo de la personalidad como fundamento
del orden político y de la paz social.
Los principios generales que rigen el Derecho penal de un Estado Democrático impiden
que se contemplen como delitos conductas que no supongan un atentado a algún bien
jurídico-penal, so pena de defender un derecho penal meramente formal o de pura
desobediencia. Por lo tanto, es de sentido común entender que también los delitos de
tráfico de drogas deben su razón de ser a la protección de algún bien jurídico y
concretamente de rango penal.
Por bien jurídico penal entiendo aquellos intereses de suma importancia para garantizar al
individuo una plena autonomía en su libertad de organización y posibilitar asimismo la
convivencia en sociedad, intereses cuya protección es sólo posible mediante los
instrumentos del Derecho penal, por haber fracasado todos los demás medios e intentos de
resolución del conflicto. La protección penal de bienes jurídicos debe respetar los
principios de fragmentariedad, insignificancia, adecuación social y última ratio, entre otros.
En consecuencia, la intervención sólo estará legitimada frente aquellas conductas que
afecten de forma esencialmente relevante -por impedir la organización de la propia
autonomía individual y la solidaridad intersubjetiva- determinados intereses. En principio
esto sucede en aquellos bienes de carácter individual inherentes a la persona cuyo ataque
afecta al concepto mismo de persona, a su dignidad y a la posibilidad de su desarrollo en
libertad. Por lo tanto parece adecuada la protección de los ataques importantes a la salud e
integridad individual. Sin embargo, ¿es preciso proteger la salud pública? Para responder a
esta cuestión de forma adecuada debe precisarse el concepto de salud pública. Por tal
entiendo la presencia de un nivel de salud óptimo en una sociedad concreta que sólo puede
afirmarse en el caso de que la gran mayoría de sus individuos gocen de salud. Se trata de
un concepto abstracto claramente vinculado a uno individualizado. Atentar a la salud
pública significa, desde esta perspectiva, destruir las bases para que cada uno de los
ciudadanos puedan disfrutar del nivel óptimo de salud, así como también destruir los
fundamentos de las relaciones interindividuales. Así, la conducta atentatoria de la salud
pública ciertamente no tiene por qué lesionar ni inmediata ni directamente, aunque sí de
forma mediata e indirecta la salud individual. En definitiva, la peligrosidad y gravedad de
dichas conductas debe verse en el hecho de poder afectar a un número indeterminado de
individuos, lo que puede poner en grave peligro la realización de los principios básicos de
organización de los individuos y de la convivencia en sociedad. El carácter penal del bien

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jurídico a proteger impedirá incluir en el tipo aquellas conductas que, a pesar de ser
formalmente subsumibles en él, no sean creadoras de un riesgo penalmente relevante, por
ejemplo, por tratarse de conductas socialmente adecuadas, o por ser el riesgo insignificante
o riesgo permitido. En todos estos casos nos hallaremos frente a conductas atípicas.

II. EL OBJETO DEL DELITO: DROGAS TÓXICAS, ESTUPEFACIENTES Y SUSTANCIAS

PSICOTRÓPICAS

1. Droga tóxica, estupefaciente y sustancia psicotrópica desde la perspectiva


jurisprudencial
 Ausencia de concepto en la jurisprudencia.
 Método tópico.
 Consecuencias prácticas del método tópico.
a) La naturaleza de dicha remisión. b) Si droga tóxica, estupefaciente y sustancia
psicotrópica son términos equivalentes o por el contrario designan realidades distintas. c)
Precisión de los criterios que deben utilizarse para determinar cuándo una sustancia causa
grave daño a la salud y cuándo no, habida cuenta de la distinta asignación de pena que
tienen en nuestro Código Penal.

2. Concepto de droga tóxica, estupefaciente y sustancia psicotrópica en la doctrina


penal
 OMS: sustancia natural o sintética cuya consumición repetida, en dosis diversas
provoca en las personas: 1º) el deseo abrumador o necesidad de continuar consumiéndola
(dependencia psíquica), 2º) la tendencia a aumentar la dosis (tolerancia) y 3º) la
dependencia física u orgánica de los efectos de la sustancia, que hace verdaderamente
necesario su uso prolongado para evitar el síndrome de abstinencia.
 Para otros autores, dichos términos hacen referencia a las siguientes sustancias:
a. Las elencadas en la Convención Única de 1961, que son básicamente, el opio y sus
alcaloides y derivados, la coca y los suyos, el cannabis y la resina de cannabis.
b. Las contenidas en el Convenio sobre sustancias psicotrópicas de Viena de 1971, que
son, a rasgos generales, los alucinógenos, las anfetaminas, los barbitúricos y los
tranquilizantes.
c. Las incluidas, o que se incluyan como tales, en el ámbito nacional.

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 Otros, consideran que lo característico de las drogas a que se refieren los Art. 368 y
siguientes es que sean tóxicas y que provoquen adicción, esto es, falta de libertad de
decisión.

4. Técnica legislativa empleada en la descripción del objeto: ¿ley penal en blanco o


conceptos normativos?
 Ley penal en blanco
Las consecuencias prácticas que se derivarían de esta concepción serían por lo menos las
siguientes:
1ª. La definición del objeto del delito y, por lo tanto, la decisión de si existe o no delito,
puede llegar a depender de disposiciones de carácter administrativo. Así, por ejemplo, una
orden ministerial ampliadora de las sustancias catalogadas como psicotrópicos, conduciría
a una ampliación del tipo penal.
2ª. Si bien es cierto que el Tribunal Constitucional ha considerado constitucionales las
leyes penales en blanco, estas deben observar una serie de principios que dudosamente
concurren en el Art. 368 C.P.
3ª. Los cambios legislativos no penales afectarán a diversas cuestiones: al concepto penal
de droga tóxica, estupefaciente y psicotrópico; al principio de irretroactividad de la ley
penal desfavorable (y retroactividad de la ley penal favorable).
4ª. Cuestiones de error sobre el objeto.
5ª. Las sustancias no incluidas en dichas listas ni en disposiciones de carácter estatal no
deberían ser consideradas objeto de dicho delito.
 Partidarios de la teoría de los conceptos normativos
Las consecuencias prácticas que se derivarían de esta concepción serían por lo menos las
siguientes:
1ª El concepto de droga tóxica, estupefaciente o sustancia psicotrópica no viene impuesto
por la legislación extra-penal, muchas veces de carácter administrativo, sino que deberá
determinarse según los propios fines de la regulación penal de esta materia.
2ª De todas formas, nada impide al Juez, como medio para dotar de contenido a un
concepto normativo, acudir a las listas enumerativas de sustancias contenidas en los
Convenios o en las disposiciones de carácter administrativo, siempre que las sustancias
reseñadas en estos lugares cumplan con los fines normativo-penales.
3ª Los cambios legislativos de disposiciones legales no penales no tienen que significar
necesariamente un cambio de orientación jurisprudencial.
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4ª Las cuestiones relativas a la retroactividad o irretroactividad de la ley y al error se


decidirán sin lugar a dudas con criterios exclusivamente penales.
 Conclusión: técnica legislativa empleada en la descripción del objeto: entre la ley
penal en blanco y los conceptos normativos. Consecuencias prácticas.
 Concepto jurídico-penal de sustancia tóxica.
El Derecho Penal, sin embargo, no está obligado a incluir en los Art. 368 y ss. Todas las
sustancias a las que nos hemos referido en el apartado anterior. Todo lo contrario. Los
principios básicos que definen a este sector del ordenamiento jurídico, los términos
utilizados en el precepto que estamos analizando, así como una interpretación sistemática
de este imponen limitaciones a la extensión del concepto médico-farmacológico. En
primer lugar, sólo podrán incluirse las sustancias cuyo consumo sea ilegal. Se excluyen,
pues, ab initio, todas las drogas legales como el alcohol, el tabaco, u otras con menor
incidencia en la salud -por lo menos en la salud pública- como el café. En segundo lugar,
las sustancias de consumo ilegal deberán causar un daño considerable a la salud pública.
No bastará que la salud pública resulte afectada de cualquier modo, sino que lo deberá ser
de modo importante. En efecto, el principio de fragmentariedad del Derecho Penal impide
castigar cualquier modalidad de ataque al bien jurídico penal, e indica que el Derecho
penal sólo debe proteger lo ataques más graves, es decir aquellos que no puedan evitar
otras vías menos lesivas. Además, tampoco deberían objeto de los delitos relativos al
tráfico de drogas aquellas sustancias que a pesar de tener la consideración de sustancia
tóxica (es decir, de droga, estupefaciente o psicotrópico) produzcan un riesgo
insignificante para la salud pública.

 Sustancias que causan grave daño a la salud y las demás


 Grave daño a la salud: ¿salud pública o salud individual?
Posibilidades interpretativas:
a) entender que las sustancias deben causar grave daño a la salud pública;
b) considerar que se trata de la posibilidad de afectar gravemente a la salud individual; o
bien
c) una postura mixta que atendiera tanto a la salud pública como a la individual. .
 Grupos de casos en la jurisprudencia
Sustancias que causan grave daño a la salud
Cocaína.
Heroína.
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LSD.
Anfetaminas y derivados (speed, mdma, o éxtasis, MDA, principalmente). En
especial, las drogas sintéticas.
Speed-ball (mezcla de heroína y cocaína). Considerada sustancia que causa grave daño a
la salud, por se mezcla de dos sustancias que causan grave daño a la salud.
Dextropropoxifeno
Crack.
Barbitúricos (en especial, Rohipnol).
Buprex.
6.4.10. Mescalina.
Morfina.
B) Sustancias que no causan grave daño a la salud
Cannabis y sus derivados.
Productos farmacéuticos.

TEMA 2.- CUESTIONES RELATIVAS AL TIPO BÁSICO (ART. 368 CP), AL


DELITO DE PRECURSORES (ART. 371 CP), Y ACTOS DE IMPERFECTA
EJECUCIÓN (ART. 373 CP)

I. CUESTIONES RELATIVAS AL TIPO BÁSICO


 Requisitos comunes a todas las conductas descritas en el típo básico:
a) que promuevan, favorezcan o faciliten el consumo ilegal de drogas (en otras palabras,
que contribuyan, efectivamente o por estar orientados a la difusión y expansión), ya sea
mediante alguno de los actos expresamente mencionados -cultivar, elaborar, traficar o
poseer- o bien de algún otro modo;
b) que el sujeto activo conozca la conducta que lleva a cabo y que sus actos promueven,
favorecen o facilitan el consumo ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias
psicotrópicas;
c) que la promoción, favorecimiento o facilitación del consumo lo sea de consumo ilegal; y
d) una interpretación que favoreciera una reducción teleológica de las conductas descritas
para poder dar coherencia y contenido a los distintos preceptos existentes y con la finalidad
de observar los principios garantistas del Derecho penal.

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 Algunas observaciones y grupos de casos


Conductas típicas.
• Ejecutar actos de cultivo.

• Ejecutar actos de elaboración.

• Ejecutar actos de tráfico.


Algunos ejemplos:
1º Compra directa y personal.
2º Compra a distancia realizada directamente por persona interesada.
3º Compra a través de intermediario.
4º Compra de droga para el propio consumo.
5º Compra de droga para el consumo compartido.
6º Compra de droga en país extranjero: Importación.
7º Venta directa en sentido propio.
8º Venta de cantidades mínimas
9º Venta indirecta (a través de intermediarios).
10º Suministro (entrega) de droga.
11º Cómputo y recaudación del precio de la venta.
12º Actos de permuta
13º Actos de mediación en la venta.
14º Venta de medicamentos sin receta o con uso abusivo de recetas.
15º Venta a país extranjero (exportación).

• Donación de droga (actos de tráfico).


a) Interpretación objetivo formal de donación: cualquier tipo de donación es punible.
b) Interpretación teleológica de donación: sólo es punible la donación cuando comporta un
riesgo para el bien jurídico protegido.
Algunos ejemplos de donación:
1º Invitación a persona consumidora, normalmente amigo o conocido a dosis mínimas
2º Invitación a persona no consumidora.
3º Invitación a dosis mayores (más de una dosis) a persona consumidora.
4º Invitación a grupo de amigos para el consumo conjunto e inmediato.
5º Entrega de una pequeña cantidad de droga para el consumo inmediato o casi inmediato a
persona drogadicta con la que existen lazos afectivos y que se halla en una situación
especial:.

• Envío de la droga y recepción de droga. Remitente y destinatario(actos de


tráfico)
Algunos ejemplos:
1º Supuestos en que el procesado no llega en ningún momento a realizar actos tendentes a
conseguir el objeto enviado, ya sea por interceptación de la policia, o por algún otro
motivo.
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2º Supuestos en que el procesado realiza actos dirigidos a obtener la posesión del objeto
remitido.
3º Recepción de droga por cuenta de otro.
• Promover, favorecer y facilitar el consumo ilegal de otro modo
Algunos ejemplos:
1º Colaboración en la recuperación química de la droga.
2º Financiación de las conductas de cultivo, elaboración y tráfico de drogas.
3º Actos de almacenaje y de custodia.
4º Transporte de droga.
- Transporte por cuenta ajena
-Transporte en coautoría.
-Transporte para la difusión.
-Transporte para el consumo compartido.
Transporte de droga sin disponibilidad material sobre la misma.

5º Prescripción y obtención abusiva de recetas médicas, suministro y entregas facultativas


para el consumo.
6º Actos de mediación.
-Poner en contacto a dos personas -comprador/vendedor-.
- Acompañar o indicar a un sujeto el lugar de adquisición de la sustancia prohibida
- Compra de droga por encargo de otros.
- Búsqueda de clientela.
- Mediación sin remuneración. -
- Entrega de la droga en nombre ajeno o cobro del precio en nombre de otro.
- Invitación al consumo.
-Sacar la droga de donde está escondida para darla al vendedor.
- Llevar una bolsa a un destino a cambio de un precio.
- Facilitar el vehículo al traficante.

• Posesión de droga con "aquellos fines"


"Aquellos fines": Fines objetiva y subjetivamente idóneos para la expansión del consumo
ilegal.
Algunos ejemplos:
1º Posesión para el autoconsumo individual
2º Posesión de escasa cantidad.
3º Posesión no material de las sustancias.
4º Posesión de distintas clases de sustancias.
5º Posesión compartida.
- Posesión en contextos de convivencia.
- Posesión orientada al posterior consumo compartido.

Determinación de las cantidades a partir de las cuales se interpreta posesión


destinada a la difusión
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Prueba de las conductas típicas. La prueba de indicios.


1º Cantidad de sustancia aprehendida. Existe una Acuerdo del Pleno del Tribunal
Supremo estableciendo las cantidades según la clase de droga, a partir de las cuales debe
estimarse que no es para el autoconsumo (ver materiales prácticos).
2º Acreditación del carácter de adicto o por lo menos de consumidor.
3º Formas de distribución de la droga.
4º Lugar en que se encuentra la droga.
5º Capacidad adquisitiva del procesado en relación con el valor de la droga.
6º Actitud adoptada al producirse la ocupación
7º En algunos casos se ha tenido también en cuenta la pureza de la sustancia aprehendida.
8º Clases de drogas poseídas. A mayor variedad de sustancias poseídas más fácil es
apreciar ánimo de difusión.
9º Utensilios ocupados, como balanzas de precisión, sustancias idóneas para cortar la
droga.
10º Posesión de sumas considerables de dinero, normalmente en moneda fraccionaria.
Requisitos para el consumo compartido
a. que todos los sujetos sean adictos;
b. que no exista riesgo de consumo indiscriminado por terceras personas, por lo tanto el
grupo de consumidores tiene que estar determinado de antemano;
c. que no exista contrapartida económica;
d. que la cantidad poseída no sobrepase la necesaria para un consumo;
e. que el consumo se realice inmediatamente y en presencia de aquel que ha proporcionado
la droga por detentarla materialmente;
f. que el consumo se realice en un lugar cerrado.

II. CUESTIONES RELATIVAS AL DELITO DE PRECURSORES Y A LOS


ACTOS DE IMPERFECTA EJECUCIÓN
La configuración por parte de la doctrina y jurisprudencia mayoritaria de este delito como
de peligro abstracto, de mera actividad y de consumación anticipada ha sido determinante
para no admitir, o hacerlo de forma excepcional, las formas previas a la consumación:
actos preparatorios punibles y actos de imperfecta ejecución. Debido a dicha naturaleza la
jurisprudencia de forma unánime considera que para su consumación -al tratarse de un
delito de peligro abstracto- no hace falta la efectiva lesión del bien jurídico. En realidad, lo
que sucede es que el mismo tipo contempla como conductas típicas el cultivo, la
elaboración y la mera posesión -que no necesita, como ya ha sido puesto de relieve, ser
material- con alguno de los fines descritos, esto es, actos que materialmente no son sino
actos previos (ni tan sólo de comienzo de ejecución, del posterior tráfico). De acuerdo con
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la doctrina jurisprudencial, la concurrencia de alguno de los siguientes datos consuma el


delito: a) acuerdo de voluntades con el poseedor material de la droga; b) posesión
funcional de la sustancia; y c) realización de cualquiera de las conductas expresadas en el
tipo, aunque no se consiga la lesión del bien jurídico, teniendo en cuenta que la redacción
del tipo, mediante una cláusula abierta, literalmente permite la inclusión de toda suerte de
conductas.
Aunque de forma excepcional, se ha apreciado tentativa por entender que sólo concurre
comienzo de ejecución en aquellos supuestos en que el sujeto no ha alcanzado la posesión
material de la droga, y siempre que no existiera cualquier otra forma de disponibilidad
sobre ella. Generalmente se han exigido los siguientes requisitos: a) no poder atribuir al
sujeto ningún tipo de de posesión ni disponibilidad sobre la sustancia. Debe señalarse que
alguna sentencia reciente no se contenta con una disponibilidad hipotética, sino que exige
disponibilidad real. b) No existir mutuo acuerdo con los sujetos a los que sí puede
imputárseles la posesión material. Pues en este caso se estima coautoría y se imputa la
posesión a todos ellos. c) En supuestos de compra-venta, se ha estimado que el comprador
ha realizado el delito en grado de tentativa cuando atendiendo a criterios jurídico-civiles
sobre la perfección y la consumación de la compraventa la primera se ha cumplido y la
segunda no se ha ejecutado, pues se entiende que, aun siendo el contrato consensual, no
puede, desde una perspectiva jurídico-penal, estimarse consumado si el cambio de la cosa
por el precio no se ha realizado de modo efectivo. No obstante, alguna sentencia ha
afirmado que en estos supuestos basta para la consumación con que la operación de venta o
traspaso de la droga haya llegado al último momento en el que el comprador se encuentra
con el vendedor llevando en su poder lo que han acordado entregar. d) En algunos casos,
también la intervención de la policía se ha estimado que frustra la posibilidad de que el
sujeto activo entre en posesión de la mercancía.
Tentativa acabada. Hay tentativa acabada cuando el sujeto ha practicado todos los actos
ejecutivos y no se lesiona el bien jurídico por causas independientes a la voluntad del
sujeto. Son requisitos jurisprudenciales de esta figura: a) que el sujeto no haya alcanzado la
posesión de la droga ni haya tenido de cualquier otra forma la disponibilidad de la misma y
b) que no haya mutuo acuerdo con los que sí poseen la droga.
Consumación y agotamiento del delito
En definitiva se ha estimado delito consumado cuando han concurrido los siguientes
elementos:

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1º Disponibilidad de la droga o el hecho de quedar ésta sujeta a la voluntad del destinatario


a través del artículo 438 del Código Civil, cuando reconoce el dominio funcional, y aunque
no haya existido tráfico, ni haya posesión material si la preordenación al tráfico es patente.
2º La disponibilidad puede adoptar las más diversas formas: desde la posesión material,
hasta la espiritual, que puede ser detentación, coposesión, directa o a distancia. Por ello, la
existencia de acuerdo o concierto para la adquisición de la droga con disposición de la
misma por parte del vendedor o cedente a través de intermediario o por conducto de los
servicios de correos o agencias consuma el delito para vendedor y comprador. Debe
señalarse que el concepto de disponibilidad parece haber sufrido algunos cambios en
sectores de la jurisprudencia más reciente, exigiendo ésta, de acuerdo con un sector de la
doctrina, que sea real.
3º Realización de cualquier actividad tendente a promover, favorecer o facilitar el tráfico,
plasmada de una manera concreta.
4º Existe una razón de política criminal para adoptar este concepto amplio de posesión. En
efecto, se argumenta que un concepto restrictivo dejaría fuera del ámbito penal a los
traficantes que manejan el criminal e ilícito negocio de la droga mediante, por ejemplo,
simples llamadas telefónicas o por telex. La consecuencia es que ambos, remitente y
destinatario, de existir acuerdo mutuo, deben ser considerados poseedores de la droga.
5º Esta teoría es además congruente con la civil, pues la jurisprudencia entiende que
carecería de sentido que la compraventa civil se estime perfeccionada por el simple
acuerdo consensuado, artículo 1540 del CC, respecto de la cosa y el precio, aunque ni la
una ni el otro hubieren sido entregados, y en cambio se rechace la consumación de este
delito contra la salud pública porque la droga no se hubiere traspasado real y
efectivamente.
Delito imposible
El Tribunal Supremo ha entendido punible la realización de actos de tráfico con sustancias
que no tiene la consideración de drogas tóxicas, estupefacientes o psicotrópicos en aquellos
casos en que el sujeto cree erróneamente (delito putativo) que concurren los elementos del
delito. Requisitos necesarios para ello han sido los siguientes: 1º Resolución de delinquir,
de realizar un acto delictivo de los tipificados penalmente, presidido por un dolo directo o
eventual; 2º traducción de este propósito en una determinada actividad tendente a la
consecución del fin antijurídico propuesto o aceptado; 3º falta de producción del fin
querido de un modo absoluto, bien por haber empleado medios inidóneos, por su propia
naturaleza, con respecto a dicha finalidad, o porque el sujeto los creía idóneos y carecía de

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aquella aptitud natural y necesaria para conseguir lo apetecido, bien porque no pueda
producirse lo deseado por carencia íntegra y total del objeto del delito; y 4º presencia de
antijuricidad, puesta en peligro del orden jurídico que conmueva la conciencia del ente
social, cierto peligro de lesionar el bien jurídicamente protegido. Excluyéndose tan sólo la
punibilidad cuando la inidóneidad es absoluta.
ACTOS PREPARATORIOS PUNIBLES, ACTOS DE IMPERFECTA EJECUCIÓN Y

CONSUMACION EN EL DELITO DE TRÁFICO DE DROGAS. CRITERIOS DE DELIMITACIÓN


La jurisprudencia, apoyándose por una parte en la técnica legislativa utilizada en el Código
penal del 73 -regulación de la tentativa, frustración y actos preparatorios punibles mediante
una cláusula abierta, y redacción sumamente amplia del delito de tráfico de drogas- y por
otra en la tesis según la cual los delitos de peligro abstracto, de mera actividad y los de
consumación anticipada no admiten en principio formas anteriores a la consumación,
concluye que la mayoría de conductas relativas al tráfico de drogas, siempre que concurra
la finalidad de promover, facilitar o favorecer dicho tráfico, son constitutivas de delito
consumado (ver grupos de casos). Lo que sorprende de esta posición es que lejos pretender
ser restrictiva, en el sentido de castigar sólo las actividades que verdaderamente apareciese
como delito consumado, es, por el contrario, sumamente ampliatoria, puesto que sirve para
castigar como delito consumado comportamientos que a lo sumo representan inicio de
ejecución.
Como decíamos más arriba, el Código penal de 1995 regula de forma distinta las formas
previas a la consumación. En efecto, en primer lugar, a diferencia de lo que ocurría con
anterioridad, los actos preparatorios sólo son punibles si están especialmente previstos en
la Parte Especial del Código penal, con lo cual se acoge un sistema de números cerrados.
Los Arts. 17.3 y 18.2 así lo declaran. Y sucede que el Art. 373 castiga la conspiración,
proposición y provocación para cometer los delitos de tráfico de drogas y de precursores.
En segundo lugar, no se mencionan entre los actos de imperfecta ejecución ni la tentativa
inidónea ni la frustración, utilizando el Código penal en el Art. 16 un concepto amplio de
tentativa, puesto que en él se incluyen tanto los supuestos en los que únicamente se ha
dado inicio a los actos ejecutivos, como aquellos otros casos en que se han practicado
todos los actos objetivamente necesarios para producir el resultado y ello no ha sucedido
por causas ajenas a la propia voluntad. En tercer lugar, esta vez desde la modificación del
Código penal operada en 1992, contamos con el delito de precursores. Este nuevo
panorama legislativo tiene consecuencias en la delimitación de los actos preparatorios, los

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actos de imperfecta ejecución y la consumación en este delito debido básicamente a los


siguientes motivos:

1º Existencia del delito de precursores, que es en realidad una fase anterior al delito de
tráfico de drogas;
2º Punición de los actos preparatorios del delito de tráfico de drogas;
3º Punición de los actos preparatorios del delito de precursores. Y además,
4º Me parece sumamente discutible que los delitos de peligro abstracto, así como los de
mera actividad, no admitan formas previas a la consumación. Por lo menos, por imperativo
legal, deben admitirse los actos preparatorios punibles.
Para la solución de esta problemática entendemos necesario aclarar los siguientes
extremos:
1º Si en los delitos de peligro abstracto y en los de mera actividad pueden castigarse los
actos de imperfecta ejecución (respecto a los actos preparatorios punibles no hay problema
puesto que el Código penal prevé su expresa punición), ello obligará en primer término a
definir los conceptos de tentativa y consumación.
2º Delimitación de las conductas que deben incluirse en el tipo básico de tráfico de drogas,
indicando el momento de su consumación.
3º Delimitación de las conductas que deben incluirse en el tipo de precursores, indicando el
momento de su consumación.
4º Indicar los supuestos de imperfecta ejecución y señalar el precepto que debería
aplicarse.
5º Señalar los actos que podrían constituir conspiración, provocación y proposición para el
tráfico de drogas y, en su caso, la delimitación con el delito de precursores.
6º Señalar qué actos podrían constituir actos preparatorios punibles relativos al delito de
precursores.
¿Pueden admitirse formas de imperfecta ejecución y actos preparatorios punibles en los
delitos de peligro abstracto, de mera actividad y de consumación anticipada? Con carácter
previo al análisis de este problema deben quedar claros los conceptos de tentativa,
consumación, y su fundamentación.
Es mayoritaria la posición doctrinal que entiende que la consumación es un concepto
formal, según el cual bastaría para estar frente a un delito consumado la realización de
todos los elementos descritos en el tipo, sin necesidad de que a la vez se haya producido
lesión o lesión acabada del bien jurídico, pues -se argumenta- existen en la Parte Especial

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numerosos delitos en los que a pesar de producirse totalmente los elementos descritos en
el tipo no podrá hablarse de lesión del bien jurídico, al no contener el tipo la descripción de
ningún resultado: por ejemplo, esto sucede -se dice- en numerosos delitos de peligro. Por el
contrario, para la tentativa se sostiene, también mayoritariamente, un concepto objetivo-
material: para que concurra comienzo de ejecución, la acción iniciada debe haber puesto en
peligro de forma inmediata al bien jurídico protegido.
Esta disparidad de criterios -formal para la consumación y material para la tentativa- no
está en absoluto justificada, y si bien resuelve el tema de la consumación en los llamados
delitos de consumación anticipada y en otros, no da una fundamentación correcta y
congruente con la mayor pena que se prevé para la consumación. En nuestra opinión no
existe razón alguna que justifique la utilización de un concepto meramente formal de
consumación, sino todo lo contrario, más bien concurren razones importantes para adoptar,
del mismo modo que sucede en la tentativa, un concepto material, concretamente jurídico-
material, aunque sea dentro del marco formal que proporcionan los tipos. Una primera
razón es que la mayor pena que se prevé para el delito consumado sólo puede entenderse si
efectivamente concurre un mayor daño material que en el delito intentado, esto es, si no
sólo se ha puesto en peligro el bien jurídico inmediatamente protegido, sino que ha
resultado efectivamente lesionado, esto es menoscabado. En consecuencia, la consumación
debe suponer conceptualmente por regla general la lesión del bien jurídico protegido,
mientras que la tentativa representa tan sólo su puesta en peligro. En este contexto, puesta
en peligro y lesión o menoscabo no se refieren a realidades naturalísticas. Es decir, no se
refieren necesariamente al peligro para un objeto material concreto, sino a la realidad
jurídica (que por supuesto tiene consecuencia materiales): el peligro lo es para el bien
jurídico, coincida o no con el objeto material. Con esta distinción se consigue evitar una
confusión entre los conceptos de bien jurídico, resultado material y resultado jurídico. Es
más, en realidad el equívoco procede de la insuficiente separación entre la realidad en
sentido naturalístico y la realidad jurídica. Ciertamente, estas dos realidades no tienen
porque coincidir y de hecho muchas veces no coinciden, así por ejemplo, nadie va dudar de
que el objeto material -plano naturalistico- en el delito de homicidio y en el de asesinato es
el mismo: una persona muerta, mientras que en cambio, en el plano jurídico se producen
dos resultados jurídicos -típicos- distintos: un homicidio y un asesinato. El bien jurídico
protegido es el interés -más o menos ideal, según el concepto que se sostenga- que el
legislador quiere proteger, en nuestro caso mediante el sistema penal.

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Una segunda razón para estimar preferible un concepto material de consumación parte del
criterio dominante en la actualidad según el cual no existen delitos de mera desobediencia
formal, y que todos protegen algún bien jurídico. Si esto es así, en la distinción entre
tentativa y consumación parece acertado adoptar un criterio fundamentalmente material.
Las cosas se complican cuando el legislador, con la finalidad de adelantar las barreras de
protección respecto a determinados intereses, prevé como delitos autónomos, y por lo tanto
en la Parte Especial del Código penal, formas de imperfecta ejecución. Desde el punto de
vista material se trata de tipos que prohíben conductas que suponen tan sólo la puesta en
peligro de un bien jurídico. Así, a pesar de que la realización de la conducta descrita pueda
suponer una consumación formal, en el sentido de haberse realizado todos los elementos
típicos, lo cierto es que, desde la perspectiva del bien jurídico, éste sólo se ha puesto en
peligro. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con la conducta de posesión de sustancias
tóxicas. Desde esta perspectiva, se ha intentado distinguir entre delitos de peligro abstracto,
delitos de peligro concreto y delitos de lesión. Los primeros supondrían tan sólo una puesta
en peligro remota para el bien jurídico protegido, los segundos un peligro más próximo,
mientras que en los terceros se produciría una propia lesión del bien jurídico. La existencia
de delitos que no suponen la lesión del bien jurídico, sino tan solo la puesta en peligro,
junto con la necesidad de admitir la forma consumativa en todos los delitos, ha sido
utilizado por la doctrina para afirmar que la lesión del bien jurídico no es un elemento
necesario para la consumación.
Por mi parte, en cambio, entiendo que para la consumación material es necesaria la lesión
del bien jurídico y que la admisión de la tentativa no depende de que el tipo de delito
describa o no un resultado, sino de otros criterios. Así por ejemplo, puede depender de si la
conducta es fraccionable en unidades autónomas con significado propio de peligrosidad
penalmente relevante. En definitiva, si lo que el Derecho Penal pretende es evitar la lesión
de bienes jurídicos que considera penalmente relevantes parece adecuado que como
criterio general atienda a la proximidad de dicha lesión para establecer la pena. De este
modo, tiene lógica imponer mayor pena al delito materialmente consumado que al
intentado, al representar el primero una lesión del bien jurídico, mientras que el segundo es
sólo una puesta en peligro. Y también tiene lógica que el legislador permita bajar la pena
no sólo en un grado, sino en dos, en los casos de tentativa, puesto que la proximidad de la
lesión puede ser diversa. Es más, puede haber casos de realización total de los actos
descritos en el tipo -que desde un punto de vista meramente formal habría que interpretar

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como consumación- sin que se produzca resultado alguno y por lo tanto se estime
conveniente rebajar la pena prevista para el delito consumado.
En definitiva, en la distinción entre tentativa y consumación deben tenerse en cuenta los
siguientes criterios:
1º Tentativa y consumación pueden ser definidas y tomadas en cuenta tanto desde una
perspectiva formal como material. Un delito está formalmente consumado cuando se han
realizado todos los actos descritos en el tipo, mientras que está formalmente en grado de
tentativa cuando los actos descritos en el tipo sólo se han realizado parcialmente. Un delito
está materialmente consumado cuando la realización de la totalidad de los actos descritos
en el tipo supone además la lesión del bien jurídico directamente protegido, mientras que
será un delito materialmente intentado cuando la realización parcial (tentativa inacabada) o
total (tentativa acabada) de los actos descritos en el tipo supone la puesta en peligro del
bien jurídico directamente protegido. Obsérvese que desde una perspectiva formal es difícil
distinguir entre delito consumado y tentativa acabada.
2º Existen en la Parte Especial del Código penal tipos cuya realización significa tan sólo la
puesta en peligro del bien jurídico protegido, y no su efectiva lesión. La realización
completa de las conductas allí previstas, a pesar de que formalmente dan lugar a un delito
consumado, desde un punto de vista material no deja de ser tentativa expresamente prevista
en la Parte Especial.
3º Si bien es cierto que para aplicar las reglas de la tentativa previstas en la Parte General
del Código penal no es necesario que el delito sea de resultado, sí es preciso, en cambio,
que la conducta prevista signifique lesión del bien jurídico. En caso contrario, se estaría
castigando la puesta en peligro de la puesta en peligro, actos ya demasiado alejados del
objeto de protección elegido por el legislador.

TEMA 3.- LOS TIPOS AGRAVADOS. AGRAVACIONES DE LOS TIPOS


BASICOS: ANALISIS DEL ART. 369 CP Y ÁNALISIS DEL ART. 370 CP.

NOVEDADES LEGISLATIVAS INTRODUCIDAS POR LA LEY ORGÁNICA 15


NOVIEMBRE 2003, CON ENTRADA EN VIGOR EL 1 DE OCTUBRE 2004

Los artículos 369 y 370 que contemplan las agravantes se modifican.

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El Art. 369, agravantes de primer orden, es un tipo dependiente del tipo básico, Art. 368.
Es decir, las agravantes sólo podrán aplicarse a los sujetos que realicen el tipo básico. Las
circunstancias agravantes que se contemplan son las siguientes:
a) Por las especiales características del autor (Art. 369.1. 1º): ser el culpable autoridad,
funcionario público, facultativo, trabajador social, docente o educador, siempre que obre
en el ejercicio de su cargo, profesión u oficio. De acuerdo con el Art. 372 in fine CP son
facultativos los médicos, psicólogos, las personas en posesión de título sanitario, los
veterinarios, los farmacéuticos y sus dependientes.
b) Por la relación con la criminalidad organizada (Art. 369.1. 2º y 3º):
- pertenecer a una organización o asociación, incluso de carácter transitorio, que tenga
como finalidad difundir las sustancias o productos del Art. 368 CP, aunque fuere de modo
ocasional.
- participar en otras actividades organizadas o cuya ejecución se vea facilitada por la
comisión del delito.
c) Por el lugar de comisión (Art. 369.1, 4º y 8º):
- establecimientos abiertos al público, siempre que el sujeto activo sea empleado o
responsable del mismo.
- centros docentes, centros, establecimientos o unidades militares, establecimientos
penitenciarios, centros de deshabituación o rehabilitación o en sus proximidades.
d) Por el destino de las sustancias (Art. 369.1, 5º):
- Facilitarlas a menores de dieciocho años;
- Facilitarlas a disminuidos psíquicos
- Facilitarlas a personas sometidas a tratamiento de deshabituación o rehabilitación.
e) Por las características de las sustancias (Art. 369.1, 6º, 7º)
- Notoria importancia (Existe Acuerdo de Pleno del Tribunal Supremo para determinar la
notoria importancia, ver materiales prácticos).
- Adulteración, manipulación o mezcla de las sustancias entre sí o con otras siempre que se
incremente el posible daño a la salud.
f) Por las características de la acción (Art. 369.1, 9º, 10º):
- Emplear violencia, exhibir o hacer uso de armas
- introducir o sacar ilegalmente las sustancias del territorio nacional o favorecer la
realización de las mencionadas conductas.

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El Art. 370 CP contempla otras agravaciones del tipo básico, pero a diferencia del anterior
Art. 369, el 370 permite la imposición de la pena superior no sólo en un grado sino en dos
siempre que se de alguna de las siguientes circunstancias:
a) Utilización de menores de dieciocho años o a disminuidos psíquicos.
b) Tratarse de los jefes, administradores o encargados de las organizaciones criminales.
c) Extrema gravedad de las conductas descritas en el Art. 368 CP. El propio Art. 370 CP da
una definición de lo que debe entenderse por extrema gravedad:
- la cantidad excede notablemente de lo que se considera notoria importancia.
- Utilización de buques o aeronaves como medio de transporte específico.
- Simular operaciones de comercio internacional entre empresas
-Redes internacionales dedicadas a estas actividades.
- Concurrir tres o más circunstancias previstas en el Art. 369.1.

TEMA 4.- OTRAS CUESTIONES RELATIVAS A LOS DELITOS DE TRÁFICO


DE DROGAS

I. AUTORIA Y PARTICIPACIÓN. GRUPOS DE CASOS

Compatibilidad del Art. 368 CP con las distintas doctrinas de la autoría y la


participación
La distinción entre formas de autoría y de participación, y entre formas de intervención en
el hecho y actos de encubrimiento, plantea en este delito de tráfico de drogas problemas
específicos derivados de la propia redacción del tipo. Concretamente, por la amplitud en
que aparecen configuradas las conductas típicas. En efecto, si autor es -según una teoría
restrictiva de autor- el que realiza alguna de las conductas descritas en algún tipo de la
Parte Especial del Código penal, ya sea directamente (autoría directa), por medio de un
instrumento (autoría mediata) o conjuntamente con otros (coautoría), de la simple lectura
del precepto parece necesario concluir que cualquier persona que ejecute dolosamente un
acto de favorecimiento, promoción o facilitación del tráfico de drogas podrá ser
considerado autor, puesto que ejecuta un acto expresamente previsto en la Parte Especial.
Si esto es así, es difícil imaginar algún supuesto de intervención en el tráfico de drogas que
pueda ser calificado de inducción, cooperación necesaria o complicidad sin a la vez

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constituir facilitación, favorecimiento o promoción del tráfico, y por lo tanto autoría.


Frente a esta interpretación literal del precepto cabe adoptar distintas posiciones, que se
examinan a continuación.
2. Concepto unitario de autor. Consecuencias prácticas.
Una, que es la mantenida por la jurisprudencia mayoritaria, consiste en entender que el
legislador en este delito ha preferido acoger un concepto unitario de autor, y considerar
como tal cualquier aportación al tráfico, sea cual sea su entidad: desde el mero consejo, a la
propia venta, pasando por ejemplo por la actividad de acompañar a un comprador al lugar
de la venta. Desde este punto de vista quedarían derogados aquellos preceptos de la parte
general del Código penal que hacen referencia a las formas de intervención distinta a la
autoría.
Mantener esta posición conlleva por lo menos las consecuencias prácticas siguientes:
1ª Cualquier intervención en el hecho -con independencia de su entidad y relación con el
ataque al bien jurídico protegido- es calificada de autoría y, por lo tanto, castigada del
mismo modo.
2ª No rige el principio de accesoriedad limitada y, por lo tanto, un hecho puede ser impune
para uno de los partícipes y punible para otros. Este sería el caso de, por ejemplo, la
participación en una conducta de autoconsumo de sustancias estupefacientes.
3ª A lo sumo la pena a imponer a cada uno de los partícipes podría matizarse dentro del
marco legal previsto, en el momento de la individualización de la pena, teniendo en cuenta
la gravedad del hecho y las circunstancias del autor.
3. Concepto restrictivo de autor. Consecuencias prácticas.
Otra posición, sería defender que la Parte Especial del Código Penal no puede derogar por
lo menos tácitamente los principios establecidos en la Parte General y, por lo tanto,
entender que es necesario mantener la distinción entre autoría y participación también en
este tipo (concepto restrictivo). En el marco de esta concepción algunos autores proponen
una interpretación de este precepto conforme a la doctrina del domino del hecho,
concluyendo que tan sólo sería autor quien finalísticamente dominase la ejecución de los
actos típicos descritos. De acuerdo con ello el dominio se manifestaría en lo subjetivo,
porque el sujeto orienta el acto hacía la puesta en peligro de la salud pública -bien jurídico
protegido-, y en lo objetivo, porque goza del poder de interrumpir el desarrollo del acto.
En nuestra opinión, es ciertamente necesario mantener la distinción entre autoría y
participación, también en este precepto. Esto sería posible llevando a cabo una reducción
del sentido literal posible de los términos promover, facilitar y favorecer, de tal forma que

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sólo algunas modalidades de estas conductas serían de autoría, mientras que las otras
darían lugar a participación. La distinción entre las conductas de autoría y las de
participación deberá entonces realizarse con los criterios generales.
Acoger un concepto restrictivo de autor tiene importantes consecuencias prácticas:
1ª En un sistema jurídico que reconozca el principio de accesoriedad limitada de la
participación, para castigar al partícipe deberá previamente concurrir una conducta típica y
antijurídica del autor (en sentido estricto). En consecuencia, la inducción, la cooperación
necesaria, la complicidad y también el encubrimiento (excepto en aquellos casos en que el
Código penal sólo exige la concurrencia de una conducta típica del autor, Art. 453CP) no
podrán castigarse, por lo menos en los siguientes grupos de casos:
a) Participación en una conducta de autoconsumo, como por ejemplo entregar una
dosis de droga a un sujeto ya drogadicto, y a petición de este último, pues se trataría de una
intervención en un hecho lícito.
b) También debería quedar impune la participación en una conducta autorizada,
como por ejemplo, aconsejar a facultativo competente a que recete un medicamento que
tenga la consideración de psicotrópico, siempre que la receta se halle justificada.
c) Igualmente deberá ser impune la participación en una conducta que, a pesar de
no estar autorizada, ni dirigirse al propio consumo, no tenga por finalidad la promoción,
facilitación o favorecimiento del tráfico de drogas. Este sería por ejemplo el caso del que
aconseja a un coleccionista de drogas sobre un concreto intercambio para aumentar el valor
de la colección.
d) Toda conducta de participación en un hecho justificado, como por ejemplo la
participación en un hecho realizado en estado de necesidad justificante.
2ª Otra de las consecuencias que se deriva de defender un concepto restrictivo de autor es
la necesidad de delimitar los actos de autor de los del partícipe, y respecto de estos últimos,
distinguir entre la participación cualificada por estar castigada con la pena correspondiente
al autor -inducción y cooperación necesaria- de la participación simple -complicidad-, y de
la intervención con posterioridad a la consumación -encubrimiento- por tener estas dos
situaciones una pena menor.
3ª Finalmente, esta interpretación permite una valoración más equitativa de las distintas
aportaciones, en el sentido de poder ajustarse mejor al principio de igualdad y
proporcionalidad, pues no todas las contribuciones será medidas con el mismo parámetro.
4. Concepto extensivo limitado de autor. Consecuencias prácticas.

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Finalmente, cabe sostener una posición intermedia, como hace a veces la jurisprudencia.
Según ella, la regla general sería calificar cualquier intervención realizada en el marco de
este precepto como de autoría, englobando en esta categoría no sólo al autor en sentido
estricto (esto es, al autor directo, al coautor y al autor mediato), sino también al inductor y
al cooperador necesario. No obstante, algunas veces, por la poca relevancia de la
intervención -que seguramente en otros delitos sería impune- podría aceptarse la figura de
complicidad (concepto extensivo limitado).
La defensa del concepto extensivo limitado de autor, o que también podríamos llamar
extensivo impropio conlleva por lo menos las consecuencias prácticas siguientes:
1ª Casi cualquier intervención en el hecho -con independencia de su entidad y relación con
el ataque al bien jurídico protegido- es calificada de autoría y, por lo tanto, castigada del
mismo modo. La complicidad es una categoría residual que sirve para calificar conductas
muy alejadas del núcleo del bien jurídico protegido.
2ª No rige con carácter general el principio de accesoriedad limitada, que sólo podrá
aplicarse en aportaciones muy poco relevantes -las calificadas excepcionalmente de
complicidad- y, por lo tanto, un hecho puede ser impune para uno de los partícipes y
punible para otros.

ALGUNOS GRUPOS DE CASOS


1º Cesión del teléfono del domicilio propio para que el traficante pueda realizar los
contactos necesarios.
a) Calificada como complicidad por las siguientes razones: 1ª conocimiento de la ilicitud
de su conducta; 2ª constituir un comportamiento no esencial para la comisión del delito.
2º Actos de vigilancia.
a) Calificados como autoría a partir de las siguientes razones: 1ª existencia de acuerdo
previo respecto del plan delictivo; 2ª en consecuencia, posibilidad de afirmar la coautoría;
3ª constituir directamente una acción de facilitar o favorecer el tráfico de drogas; 4ª tener el
dominio sobre el hecho delictivo.
b) Como autoría por cooperación necesaria, fundamentalmente, por las siguientes
razones: 1ª realizar las acciones en un marco de reparto de funciones, existiendo mutuo
acuerdo sobre el tráfico de drogas; 2º tratarse de acciones que favorecen el consumo ilegal
de drogas; 3ª tratarse de un acto fundamental.
3º Actos de mediación.
A) Acompañar al lugar de entrega de la droga.

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a) Calificado como autoría por 1º ser un acto fundamental; 2º por existir aucerdo de
voluntades sobre el plan criminal.
b) Calificado como complicidad por considerar: 1º que no constituyen actos nucleares.
c) Calificado de cooperación necesaria por considerar: 1º que existe acuerdo de
voluntades; 2º que se trata de actos fundamentales.
B) Negociar el precio de la droga.
Calificado de autoría por: 1ª tratarse de una intervención esencial.
C) Poner en relación a varias personas para que realicen los actos de transferencia.
a) Se ha calificado de autoria alegando las siguientes razones: 1ª tratarse de una acción
casi nuclear; 2ª ser una acción de colaboración con los autores de carácter esencial; 3ª ser
una acción de tráfico de drogas.
b) Se ha calificado de complicidad por considerar que se trata de una acción no esencial de
mero auxilio.
D) Entrega de la droga y cobranza del dinero en nombre de otro.
a) Calificado de autoría puesto que se tiene conocimiento de la actuación ilícita y se trata
de una acción nuclear.
b) Se ha calificado de complicidad por considerar que: 1º hay un principal responsable
dueño de la acción delictiva; 2º se trata de una actividad secundaria subordinada a la
principal (favorecedor del favorecedor); 3º es la única forma de adecuar la pena a las
diferentes categorías de participación en los hechos.
4º Transporte de las sustancias.
a) Se ha calificado de autoría por considerar que: 1º se trata de una actividad de
favorecimiento o facilitación; 2º existe de mutuo acuerdo con los propietarios de la
sustancia ilícita; 3º es un acto esencial.
También el transporte del dinero, sobre todo cuando además se interviene en el proceso de
comercialización y distribución de la droga, debe calificarse de autoría por cooperación
necesaria.
b) Se ha calificado de complicidad por considerar que en el caso concreto se trataba de un
comportamiento periférico.
c) Se ha calificado de cooperación necesaria por entender que sí se trata de un acto
esencial.
5º Recepción de la droga desde el extranjero. Destinatario.

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a) Se ha calificado de autoría, tanto si la droga es recibida en nombre propio como ajeno,


en atención a las siguientes razones: 1ª existencia de mutuo acuerdo con el autor del envío;
2ª realizar actos materiales de tráfico de drogas; 3ª conocer que lo que se recibe es droga.
b) Se ha calificado de cooperación necesaria por entender que: 1º en el caso concreto se
trata de un sujeto que se incorpora a un plan que ya estaba en marcha, pero que no le es
atribuible; 2º tratarse de un auxilio fundamental.
c) Se ha calificado de complicidad, por entender que se trata de una actividad periférica y
de favorecimiento al favorecedor.
6º Permanecer a la escucha del teléfono para transmitir información.
a) Se ha calificado de autoría por cooperación necesaria por entender: 1º que existe
acuerdo de voluntades; y 2º que se trata de una actividad fundamental para la realización
del delito.
b) Se ha calificado de complicidad por considerar que se trata una actividad de favorecer
al favorecedor.
7º Ceder la propia vivienda para que otros realicen actos de tráfico.
a) Se ha calificado de complicidad al entender que no existía acuerdo de voluntades con
el autor principal.
b) Se ha calificado de cooperación necesaria por entender que se trata un acto de auxilio
fundamental y tener conocimiento de la actividad delictiva que se está llevando a cabo.
8º Ocultar la droga de otro.
a) Se ha calificado de autoría por considerar que: 1º constituye posesión de sustancia
ilícita y, por lo tanto, un acto contemplado expresamente en el precepto legal; 2º existir
acuerdo de voluntades con el propietario de la sustancia; 3º conocer el contenido de lo que
se ocultaba.
Igualmente se ha calificado de autoría, la conducta de indicar a otro donde puede ocultar
la droga.
b) Se ha calificado de autoría por cooperación necesaria al entender que se trata de un
comportamiento de ayuda fundamental.
c) Se ha calificado de complicidad por entender que en el caso concreto no se trata de
actos imprescindibles.
d) Se ha calificado de encubrimiento por entender que se trata de un acto posterior a la
consumación del delito.
9º Facilitar vehículo.

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a) Se ha calificado de autoría al existir mutuo acuerdo con los poseedores de la sustancia o


entender que se trata de un acto de favorecimiento del tráfico de drogas de carácter nuclear.
b) Se ha calificado de autoría por cooperación necesaria por considerar que se trata de un
acto de cooperación esencial y no meramente periférico.
10º Convivencia.
La doctrina mayoritaria no estima suficiente el hecho de convivir con el traficante para
extender la imputación del hecho al convivente.
11º Realizar actos típicos en nombre de otro.
La jurisprudencia es por lo menos casi unánime en considerar autor al que realiza actos
típicos en nombre de otro, por las siguientes razones: 1ª se sostiene una teoría objetiva y no
una subjetiva de la autoría y participación, con lo cual lo relevante es el significado
objetivo de la conducta; 2ª se trata de actos nucleares típicos.
12º Depósito, guarda o custodia de droga.
a) Se ha calificado de autoría por entender que 1º se trata de un acto de facilitación o
favorecimiento del consumo ilegal; 2º tener el dominio funcional sobre la actividad ilícita.
b) Se ha calificado de cooperación necesaria al entender que: 1º se trata de una actividad
esencial puesto que sirve para asegurar el tráfico posterior; 2º conocimiento de la actividad
ilícita.
c) Se ha calificado de complicidad por considerar que se trata de una actividad periférica.
13º Aportación de medios económicos.
a) Se ha calificado de autoría por entender que: 1. existe acuerdo de voluntades entre
todos los intervinientes en el hecho; 2. tener el domino funcional sobre todo el hecho
delictivo; 3. tratarse de un acto esencial.
b) Se ha calificado de cooperación necesaria al constituir una contribución esencial al
tráfico de drogas.
14º Confeccionar papelinas.
Se ha considerado una actividad de autor por tener el sujeto que las confecciona
conocimiento de su destino ilícito.
15º Aconsejar.
Se ha considerado una actividad de complice al entender que se trata de una actividad
periférica.
16º Conductas omisivas.
a) Calificadas de autoría al entender que existe un domino sobre la ejecución del delito.

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b) Considerada de cooperación necesaria al constituir la no intervención un


comportamiento fundamental para la realización del delito.
17º Ocultar el dinero destinado a la financiación de adquisición de droga.
Se ha calificado de encubrimiento.

II. EL AGENTE PROVOCADOR


1. Concepto
Agente provocador y delito provocado. Existe una copiosa jurisprudencia que trata de la
figura del agente provocador y del delito provocado en materia de tráfico de drogas, lo cual
nos indica que estamos frente a una realidad que cobra cada día mayores dimensiones. En
este ámbito, y según la jurisprudencia del Tribunal Supremo, agente provocador es aquel
sujeto, normalmente un funcionario de la policía, que mediante una actuación engañosa,
generalmente simulando la intención de adquirir droga, origina de un modo artificial una
infracción penal que antes no existía. Delito provocado es aquél que llega a realizarse en
virtud de la inducción engañosa de un agente. Este, deseando conocer la propensión al
delito de una o varias personas sospechosas y para que se lleve a cabo la conducta que de
su torcida inclinación se espera, simula primero allanar y desembarazar el iter criminis y
finalmente lo impide en el momento decisivo. Con todo ello el provocador no sólo
consigue la casi segura detención del inducido, sino asimismo la obtención de pruebas que
se suponen directas e inequívocas.
2. Configuración jurisprudencial del delito provocado
Para que concurra un delito provocado deben darse los siguientes requisitos:
1º Intervención, generalmente de un policía o de un agente infiltrado, que actúa como
inductor.
2º El inductor debe crear una voluntad criminal de perpetrar un delito a quien no tenía
previamente tal propósito. Es decir deben haber creado en el autor el dolo del delito.
3º La inducción debe tener como finalidad constituir pruebas indudables de un hecho
cirminal.
4º El delito al que se induce debe ser de imposible ejecución por la intervención prevista
"ab initio" de la fuerza policial.
3. Tratamiento jurídico penal
Sobre la legalidad de la figura del agente provocador La jurisprudencia ha reconocido
acertadamente que la punición del sujeto que delinque a causa de la provocación por parte
de funcionarios policiales, cuando no estaba previamente determinado a ello, plantea serios

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problemas no sólo en el plano ético (¿el fín justifica los medios?), sino de compatibilidad
con los principios constitucionales y procesales (¿puede considerarse válida la prueba
obtenida por un agente provocador?) de nuestro ordenamiento jurídico. En efecto, se
reconoce que se trata de una problemática de política criminal que, como tal, se halla
íntimamente enlazada con el sistema político general imperante en cada país. Por ello, no
puede recibir el mismo tratamiento en aquellos países en los que impera un régimen
autoritario (en los que en el campo del Derecho Penal prima el aspecto represivo so
pretexto de incrementar la seguridad), que en aquellos países como el nuestro en los que se
halla implantado un Estado social y democrático de Derecho. En él son ingredientes
esenciales del sistema el principio de legalidad y la interdicción de la posible arbitrariedad
de los poderes públicos, como expresamente declara el Art. 9.3. CE. Así, se elevan a
principios constitucionales los de respeto a la dignidad de la persona y a su absolutamente
libre y espontánea determinación, proscribiéndose toda acción coactiva sobre la voluntad
ajena y la utilización de procedimientos ilícitos o éticamente reprobables, aunque su
finalidad fuere la de llegar a lograr la mayor efectividad en el cumplimiento de las leyes.
Desde el punto de vista procesal, se argumenta que si bien el Art. 282 de la LECrim.
atribuye a la policía la averiguación de los delitos públicos y practicar las diligencias
necesarias para su comprobación, descubrimiento de los delincuentes y recogida de
efectos, instrumentos o pruebas para ponerlos a disposición del Juez de Instrucción, no
puede entenderse que puedan utilizar en su trabajo y actividad medios contrarios a los
principios constitucionales, reprobables o ilícitos. Por todo ello, es decir, por infringir
normas éticas, constitucionales y procesales, la figura del agente provocador y delito
provocado no es según nuestra jurisprudencia admisible.
¿Cuál es el tratamiento jurídico penal que recibe por una parte el agente provocador y
por otra el sujeto provocado, y cuál su fundamento?
En la jurisprudencia parece haber unanimidad en cuanto al tratamiento de ambos sujetos
implicados: la impunidad. No así, sin embargo, respecto al fundamento de tal impunidad.
La impunidad del sujeto provocado y por extensión (pues normalmente no se razona) del
agente provocador se fundamenta de distintos modos. En efecto, a veces se hace
referencia a la falta de tipicidad, otras la ausencia de culpabilidad, otras se entiende que
concurre una causa de justificación, otras en la irrelevancia penal del delito provocado, y
finalmente también se fundamenta su impunidad en la inexistencia del delito.
A) En la falta de tipicidad. Se entiende que el sujeto provocado no realiza ningún hecho
típico al estar controlados sus resultados por el agente provocador, y así en ningún

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momento resulta actividad peligrosa para el bien jurídico protegido, con lo cual no puede
castigarse a ninguno de los dos (la impunidad del agente provocador no se formula de
forma explícita por la jurisprudencia pero se deduce).
Alguna sentencia ha fundamentado la impunidad del agente provocador en la ausencia del
dolo requerido por la inducción, que exige que el inductor haya obrado con un doble dolo,
es decir, haya querido no sólo el comienzo de la ejecución sino realmente el agotamiento
del delito. Consecuentemente, se razona, no habrá inducción cuando el provocador no
persigue la consumación o el agotamiento del delito.
B) En la ausencia de culpabilidad del sujeto que es inducido o provocado, puesto que sin
la provocación no se hubiera obrado como se hizo.
C) En la presencia, en la actuación del agente provocador, de una causa de justificación
que alcanza también al sujeto provocado.
D) En la irrelevancia penal del delito provocado.
E) La impunidad del sujeto provocado se fundamenta también en la inexistencia real del
delito, pues, según el parecer de la jurisprudencia mayoritaria, el delito provocado
constituye una mera ficción.
El comportamiento del infiltrado se halla justificado por el acuerdo a que llegó
previamente con la policia.
Cuando el inducido se excede (exceso del sujeto provocado), se entiende que la
extralimitación no tiene por qué quedar impune.
4. Provocación para la obtención de pruebas del delito
Concepto. Supuesto distinto al delito provocado, considerado inadmisible en la
jurisprudencia del Tribunal Supremo, es aquél en que la intervención de la policía se limita
a descubrir, a poner de manifiesto, un delito previamente existente (provocación para la
obtención de pruebas). En estos casos se entiende que no hay provocación propiamente
dicha, sino actividad encaminada a descubrir una infracción penal cometida o que se
está cometiendo.
La Ley Orgánica 8/1992, de 23 de diciembre, asumiendo por completo la Convención de
las Naciones Unidas de 1988, reconoce una técnica policial de investigación llamada
circulación o entrega vigilada, técnica por lo menos cercana a lo que hemos llamado
provocación para la obtención de pruebas del delito. El Art. 263 bis LECrim., introducido
por dicha ley, es el encargado de regular esta institución, de acuerdo con la cual
determinados órganos pueden autorizar la circulación o entrega vigilada de drogas tóxicas,
estupefacientes o sustancias psicotrópicas, así como de otras sustancias prohibidas. La

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mencionada técnica consiste en permitir que remesas ilícitas o sospechosas de drogas y las
otras sustancias enumeradas circulen por territorio español o salgan o entren de él sin
interferencia obstativa de la autoridad o sus agentes y bajo su vigilancia con el fin de
descubrir o identificar a las personas involucradas en la comisión de algún delito relativo a
dichas drogas o de prestar auxilio a autoridades extranjeras con estos mismos fines. Son
órganos competentes para autorizar dicha técnica: el Juez de Instrucción competente, el
Ministerio Fiscal, los Jefes de las Unidades Orgánicas de Policía Judicial y sus mandos
superiores. Para adoptar estas medidas deberán tenerse en cuenta los fines de la
investigación en relación a la importancia del delito y con las posibilidades de vigilancia.
Requisitos jurisprudenciales para admitir como válidas las pruebas obtenidas cuando el
autor ha resuelto cometer el delito y es él quien espera o busca terceros para su co-
ejecución o agotamiento. En estos casos, si acceden a ello los agentes de la autoridad
infiltrados, estamos frente una técnica hábil para descubrir a quienes están delinquiendo o
se proponen hacerlo, y se considera que la policía está ejerciendo la función que le otorga
el Art. 282 LECrim. Se entiende, por parte de la jurisprudencia del Tribunal Supremo que
el delito arranca de una ideación criminal que nace libremente en la inteligencia y voluntad
del autor y se desarrolla conforme a aquella idea hasta que tiene lugar la intervención
policial, por lo que las conductas realizada hasta el momento de dicha intervención son
válidas para surtir los efectos penales que le son propios. La actividad del funcionario
policial se considera lícita siempre que concurran los siguientes requisitos: 1º existencia
previa del delito; 2º tratarse de medios de investigación encaminados a descubrir delitos; 3º
tener como finalidad poner al descubierto los delitos cometidos con anterioridad a la
intervención del agente provocador y evitar posibles delitos futuros; 4º la proposición de
cometer el delito no debe partir del agente provocador, sino del sujeto o sujetos
investigados. Es decir, la resolución criminal del autor debe ser libre.
La licitud de dicha actuación se fundamenta, según un sector jurisprudencial, en que el
comportamiento del agente se halla justificado por el cumplimiento de los deberes de su
cargo, como son la averiguación del delito y el descubrimiento del delincuente. En
definitiva se admite dicha actividad cuando: a) se trata de descubrir delitos ya cometidos,
generalmente de tracto sucesivo, como suelen ser los de tráfico de drogas, porque en tales
casos los agentes no buscan la comisión del delito, sino poner al descubierto los canales
por los que fluye y se realiza tal ilícito tráfico; b) cuando la proposición parte del propio
autor del delito, aunque lo haga en la creencia errónea de que las personas propuestas
estarían dispuestas a su comisión, pues en tal caso la resolución criminal es libre.

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5. Grupos de casos en que se considera lícita la provocación para la obtención de


pruebas
5.1. Existencia de una posesión anterior. La intervención del agente encubierto o
infiltrado sirve exclusivamente para probar un delito ya consumado por posesión.
5.2. Infiltración en organizaciones con actividad permanente. La intervención del
agente encubierto o infiltrado obtiene pruebas de la existencia de una organización
dedicada al tráfico de drogas y, por lo tanto, se considera que la resolución de delinquir ya
existe previamente.
No obstante, debe advertirse que, en eventuales casos concretos, podría no existir todavía
resolución de delinquir.
5.3. Cooperación en actividades de tráfico a petición del autor. El agente encubierto o
el infiltrado realizan ellos mismos una actividad delictiva, a instancias del delincuente que
desconoce la condición de policías o de infiltrado de aquéllos.

6. Otras cuestiones relativas al agente provocador


6.1. Una situación intermedia entre el delito provocado ilícito y las técnicas de
investigación policiales lícitas es aquélla en la que la provocación policial actúa sobre un
delito ya iniciado. En este caso, dicha intervención sólo influirá en el grado de perfección
del mismo en función del momento del iter criminis en que aquella intervención se
produjo, bien limitándose a su descubrimiento y constatación en la fase postconsumativa o
agotamiento, bien originando su frustración o tentativa si la intervención policial se
produce antes de que el delito se haya consumado.

III. EL DECOMISO

Regulado en el Art. 374 CP presenta algunas novedades importantes respecto de la


regulación anterior.
1. Objeto del decomiso
a) Drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas;
b) Equipos, materiales y sustancias del delito de precursores;
c) Los bienes, instrumentos y ganancias del delito.

2. Normas para aplicar el decomiso

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a) Reglas generales contenidas en el Art. 127 CP


b) Reglas específicas contenidas en el Art. 374.
1ª. Destrucción de las sustancias:
- por la autoridad administrativa bajo cuya custodia se encuentren;
- Previos informes analíticos pertinentes:
- Guardar muestras bastantes, a no ser que la autoridad judicial competente haya
ordenado su conservación íntegra.
- Después de sentencia firme se procederá a la destrucción total de las sustancias.
2ª. Posibilidad de aprehender y embargar y poner en deposito desde las primeras
diligencias los bienes, medios, instrumentos y ganancias, siempre que sea necesario para
garantizar la efectividad del decomiso, y lo ordene la autoridad judicial competente.
3ª. Posibilidad de que la autoridad judicial acuerde que la Policía Judicial encargada de la
represión del tráfico ilegal de drogas utilice provisionalmente el objeto del decomiso
mientras se sustancia el procedimiento, siempre que este sea de lícito comercio y se
adopten las medidas necesarias para su conservación.
4ª. De no ser posible el decomiso de los objetos del delito, podrá acordarse el decomiso de
otros por un valor equivalente.
5ª. Si los bienes, medios, instrumentos y ganancias del delito han desaparecido del
patrimonio de los presuntos responsables, puede acordarse el decomiso de su valor sobre
otros bienes distintos incluso de origen lícito, que pertenezcan a los responsables.
6ª. Posibilidad de enajenar los bienes decomisados antes de que la sentencia sea firme en
alguno de los siguientes supuestos:
- El propietario haga expreso abandono de los bienes.
- Cuando su conservación pueda resultar peligrosa para la salud o seguridad pública.
- Cuando su conservación de lugar a una disminución importante de su valor, o pueda
afectar gravemente a su uso y funcionamiento habitual. En este apartado se incluyen los
que sin sufrir deterioro material se deprecien por el transcurso del tiempo.
7ª. Posibilidad de declarar la nulidad de los actos o negocios jurídicos en virtud de los
cuales se hayan transmitido o modificado la titularidad real o derechos relativos a los
bienes y efectos del decomiso.
8ª. Lo bienes, medios, instrumentos y ganancias definitivamente decomisados por
sentencia serán adjudicados íntegramente al Estado.

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IV. ATENUANTES ESPECÍFICAS


1. Arrepentimiento (Art. 376. 1)
2. Rehabilitación del delincuente (Art. 376.2)

TEMA 5. – DELITOS CONEXOS

1. Asociación ilícita y criminalidad organizada.


2. Delitos de blanqueo de capitales y conductas de receptación

Ver materiales específicos.

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