Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Y PALABRAS
Cuentan que durante el reinado en Castilla de Enrique IV de Trastámara, un sobrino de don Alonso
de Fonseca -arzobispo de Sevilla- fue a su vez designado arzobispo de Compostela, pero
suponiendo el tío que, a causa de las revueltas que agitaban Galicia, a su sobrino le costaría mucho
tomar posesión de su cargo, se ofreció para adelantarse a Santiago para allanarle las dificultades,
pero a cambio, le pidió a su sobrino que lo reemplazase en los negocios de su sede en Sevilla.
Efectivamente, así se hizo y con el mejor resultado, de manera que una vez que don Alonso,
concluida la gestión, regresó a Sevilla, se halló con la desagradable sorpresa de que su sobrino se
resistía a abandonar la sede que regenteaba, alegando que el arreglo había sido permanente. Para
reducirlo, se hizo necesaria la intervención del Papa y hasta la del propio rey Enrique. El joven, una
vez que regresó a Santiago, terminó preso y sentenciado a cinco años de condena por otros delitos,
pero su carrera continuó y llegó a ocupar los más altos cargos eclesiásticos, teniendo que ceder su
arzobispado a su propio hijo. De aquel suceso, muy comentado en su tiempo, nació el dicho que
seguramente en su origen debió ser el que se fue "de" Sevilla, perdió su silla y no como lo
conocemos hoy, el que se fue "a" Sevilla, perdió su silla, porque en realidad, don Alonso no fue a
Sevilla sino a Santiago de Compostela, para lo cual debió irse de Sevilla y... dejar su silla.
La historia relata que, durante varios siglos el Levante español (la zona mediterránea que abarca
Valencia y Murcia) fue objeto de frecuentes invasiones por parte de los piratas berberiscos
(habitantes de la región noroeste de África, entre el Mediterráneo y el Sahara).
Los pueblos que vivían en la ribera, a causa de ello, se encontraban en constante zozobra y para
prevenir el peligro, se levantaron a lo largo de la costa numerosas atalayas de mampostería ciega, a
las que se ascendía por medio de escalas de cuerda que luego eran retiradas. Desde lo alto de esas
torres se vigilaba el ancho horizonte y, no bien se avizoraban las velas de las naves berberiscas, el
centinela de turno comenzaba a gritar: "¡hay moros en la costa!". Sonaba entonces la campana, se
encendían las hogueras de señal y la gente -alertada- se preparaba para la defensa. El sistema
perduró hasta muchos años después, cuando se firmó la paz con los reyes de Berbería, pero el
proverbial grito de ¡hay moros en la costa! pasó a ser expresión de uso familiar para advertir a
alguien sobre la presencia de quien representa cierto peligro, o bien no conviene que escuche algo
de lo que estamos diciendo. En sentido opuesto, se usa la expresión antónima no hay moros en la
costa, para dar a entender que no existe peligro inminente para una persona que debe realizar
determinada tarea.
HACERSE AGUA LA BOCA
Es por todos sabido que la presencia de un manjar apetitoso no sólo despierta el deseo de
saborearlo, sino que activa de manera automática la secreción de las glándulas salivales, ubicadas
en nuestra boca. Tanto es así, que a veces, la sola mención de un plato determinado es suficiente
para producir ese efecto; y lo mismo sucede cuando estamos presenciando una película o un
programa de televisión y en la pantalla se nos presenta un delicioso platillo: automáticamente,
nuestras glándulas salivales comienzan a secretar su líquido. Este fenómeno que más de una vez
hemos experimentado, da origen a la frase que metafóricamente utilizamos para aludir a algo que
nos produce esa sensación de saborear cierto manjar. Pero, atención, la expresión hacerse agua la
boca no se limita a la ingestión y saboreo de una comida, sino que se extiende al sentido figurado y
suele aplicárselo en referencia a un hecho muy deseado y de inminente realización, aunque no tenga
relación alguna con la comida.
LA TERCERA ES LA VENCIDA
Expresión de tono optimista que asegura que, luego de haber fracasado en dos intentos, la próxima
vez se logrará lo propuesto, por lo que se exhorta a la persona a perseverar en su esfuerzo. El origen
parece estar en el vocabulario de la lucha cuerpo a cuerpo (y en otras clases de enfrentamientos), en
la que el luchador que derribaba tres veces a su adversario ganaba, aunque algunos sostienen que,
primitivamente, se consideraba ganador al que mejor se desempeñaba en un total de tres juegos.
Como vemos, siempre era el número tres el elegido. En el ámbito de la Justicia de los siglos XVI y
XVII, en la práctica procesal del derecho penal, se establecía la muerte al tercer robo, con lo que
para el reo, al igual que para el luchador, la tercera, era la vencida.
Es un modismo que procede de Francia, del tiempo de las persecuciones contra los hugonotes que
culminó en la histórica "Noche de San Bartolomé" o "Noche de los cuchillos largos", episodio
sangriento de las luchas religiosas que asolaron Francia en la segunda mitad del siglo XVI. El hecho
fue promovido por Catalina de Médicis y el duque de Guisa quienes instigaron a los católicos a
llevar a cabo una matanza de hugonotes (seguidores de Calvino), la noche del 24 de agosto de 1572.
Según algunos historiadores, en aquellos tiempo, la reina Catalina de Médicis mandó construir, en
las paredes de sus palacios, conductos acústicos secretos que permitieran oír lo que se hablaba en
las distintas habitaciones, para así poder controlar cualquier conspiración en su contra. La frase las
paredes oyen, con el tiempo, pasó a ser utilizada como señal de advertencia acerca de lo que se dice
en determinado momento y lugar.
YO... ME LAVO LAS MANOS
Esta frase, muy utilizada para dar a entender que uno se declara libre de responsabilidad ante
cualquier hecho, debe su popularidad al gesto histórico de Poncio Pilatos, procurador romano de la
región de Judea, cuando tras pronunciar sus célebres palabras "Inocente soy de la sangre de este
justo", se lavó las manos como respuesta a la condena de Jesucristo, clamorosamente reclamada por
la turba enardecida de Jerusalén. En realidad, el gesto de lavarse las manos era una práctica
simbólica en aquellos tiempos y se utilizaba para dar testimonio de inocencia ante cualquier grave
acusación. Actualmente, la expresión yo... me lavo las manos o simplemente lavarse las manos,
hace referencia a la liberación de toda responsabilidad ante determinado hecho.
Según los testimonios de los historiadores Valerio Máximo y Plinio, el Viejo, la frase fue
pronunciada en cierta oportunidad por Apeles, el pintor griego más célebre de la Antigüedad. Este
artista acostumbraba a exponer sus cuadros en la plaza pública y así podía escuchar directamente la
opinión de la gente acerca de sus trabajos. En cierta oportunidad, Apeles había expuesto el retrato
de una persona importante de su ciudad y un zapatero que pasaba por el lugar, se detuvo a observar
la obra y criticó la forma de una de las sandalias del personaje. Apeles acató la observación del
zapatero, llevó la obra a su taller, la rectificó y nuevamente la llevó al lugar de exposición. Cuando
el zapatero volvió a contemplar el cuadro, al ver que el pintor había acatado su sugerencia, se sintió
autorizado para extender sus críticas a otros aspectos del retrato, lo que motivó que Apeles, al
escuchar esos comentarios, lo encarara y le dijera: zapatero, a tus zapatos. La expresión, desde
entonces, se usa como consejo a quien pretende juzgar asuntos ajenos en los que no es experto.
No es muy segura la procedencia de este modismo, aunque circula por España una anécdota que
podría explicar el origen del dicho.
Según cuenta el conde de Clonard, en 1597 las tropas españolas tomaron la ciudad de Amiens
merced a una treta urdida por el capitán Hernán Tello de Portocarrero, que vistió de labradores a
dieciséis de sus soldados que hablaban muy bien en francés.
Estos hombres penetraron en la ciudad provistos de sacos de nueces, cestos de manzanas y un carro
de heno. Apenas entraron en la ciudad, uno de los soldados dejó caer voluntariamente uno de los
sacos de nueces, lo que movió a los soldados franceses a recoger las nueces del piso. Esta situación
permitió a los españoles que sacaran sus armas de la carreta de heno y así reducir a las tropas
locales para permitir el ingreso de una columna invasora.
Posteriormente, los franceses recobraron la plaza, pero la astucia de la estratagema habrían dado
origen al dicho ser más el ruido que las nueces.
BRILLAR POR SU AUSENCIA
Entre los romanos, existía la costumbre de exhibir en los actos fúnebres los retratos de todos los
antepasados y deudos del difunto.
Por eso, el célebre historiador Tácito, en el libro III de sus "Anales" (que es un libro histórico y no
uno dudoso), al relatar las honras fúnebres de Junia -viuda de Casio y hermana de Bruto (el asesino
de Julio César)- cuenta que todo el mundo se daba cuenta de la ausencia ("brillaban" por ella) de la
efigie de los dos criminales.
Posteriormente, en el siglo XVIII, el gran poeta francés André de Chenier puso de moda la
expresión brillar por su ausencia que todo el mundo usa hoy, a veces con mala intención, para
resaltar la falta de algo o alguien en determinada circunstancia.
Mas cerca en el tiempo el brillar por su ausencia se ha comprendido como una metafora estelar: Las
estrellas brillan, para nosotros, aunque ya no existan.
DAR EN EL CLAVO
Esta expresión, seguramente, será asociada con la acción de martillar, clavar... y nada más alejado
de la verdadera procedencia del dicho.
En la Antigüedad, existía un juego infantil llamado "hito", que consistía en fijar un vástago o un
gran clavo a cierta distancia de los participantes quienes, desde su lugar, arrojaban unos tejos
anillados de hierro, de manera que el éxito en el juego lo lograban quienes conseguían acertar con el
aro en el hito.
Y como el hito solía ser de hierro -por lo general, se trataba de un clavo- la expresión dar en el
clavo vino a significar lo mismo.
Con el tiempo y como sucedió con casi todos los dichos populares, la gente comenzó a utilizarlo
con otro sentido, en este caso, como equivalente de acertar en la solución de alguna cosa
complicada y difícil.
IR DE PUNTA EN BLANCO
Esta expresión, que en la actualidad solemos utilizar para elogiar la elegancia y pulcritud de la
vestimenta de alguna persona, tiene su origen en los antiguos usos de la caballería.
En ese tiempo, en cambio, el dicho se aplicaba a los caballeros que solían llevar todas las armas del
arnés desnudas y listas para el combate y como estas eran de acero bruñido, centelleaban al sol con
una blancura resplandeciente, es decir, los caballeros iban de punta en blanco.
Esta expresión es la misma que da origen a la frase armas blancas, aludiendo a que son cortantes, en
contraposición con las llamadas armas negras, que eran las que se utilizaban en la práctica de la
esgrima y que no eran cortantes ni punzantes; asimismo, eran también llamadas armas negras las
que permanecían envainadas.
Por analogía, con el correr del tiempo, el modismo ir de punta en blanco vino a aplicarse también al
acto de vestir suntuariamente -ya sea de uniforme o etiqueta- y con el máximo esmero, tal como lo
hacen en la actualidad muchas personas.
LA CHANCHA Y LOS 20
Expresión de origen rioplatense que nació a fines del siglo pasado y fue popularizada por un sainete
de la época así títulado. Denota a la persona codiciosa que, no conforme con la ganancia que le
corresponde en un trato, se empeña en obtener mayores ventajas. Es condensación de otro dicho
más largo, "el chancho, la chancha y los veinte lechones", que agrega al abuso una exageración: la
cría de una cerda a través de su vida fértil rara vez llega a la veintena. Por concisión, la idea quedó
abreviada en su forma actual: “Querer la chancha y los veinte…”. Pero a la picardía popular no le
pareció suficiente. Eran tiempos del auge de los frigoríficos y de la explotación de todo lo que se
pudiera sacar de un animal.
De modo que la frase se usa en locuciones tales como “Fulano pretende quedarse con la chancha,
los veinte y la máquina de hacer chorizos". Ese agregado tecnológico eleva la rapacidad al colmo.
Muestra el afán desaforado de quedarse con todo. Y con algo más, de ser posible.
Otra versión habla de una línea de alcancías de ahorro con forma de porcino. Esta alcancía era de un
material frágil, de vidrio o cerámica. Para obtener las monedas (20 guitas, léase "el peso" ), debía
romperse la alcancía. Querer la chancha y los veinte implica entonces, no querer perder nada.
LUNA DE MIEL
ME LO CONTÓ UN PAJARITO
En general, las aves siempre han tenido fama de ser portadoras excepcionales de buenas y malas
noticias. Tanto en la Biblia cuanto en la literatura clásica abundan ejemplos de esta afirmación que
certifican la vigencia del dicho.
Una de las muestras antiquísimas de esa creencia es el difundido arte de predecir el futuro por el
vuelo y el canto de los pájaros (augur, augurio...).
Otra, más cercana en el tiempo, está representada por el uso de las palomas mensajeras, que han
prestado siempre valiosos servicios a las tareas de información y comunicación.
Todo ello explica la antigüedad de la frase me lo contó un pajarito, con la que solemos ocultar
risueñamente el conocimiento del origen de alguna noticia llegada a nosotros de manera
confidencial.
SE ARMÓ LA GORDA
La Revolución Unionista de 1868, a causa de la cual la reina Isabel II se vio forzada a abandonar el
poder, vino precedida de un insistente rumor callejero, en el que utilizando la muy castiza expresión
de la Gorda, se proclamaba a los cuatro vientos la inevitabilidad de los acontecimientos.
Es decir, la gente aludía a la Gorda como un hecho consumado, como una cosa ya hecha: la Gorda
ya está en camino... se va armar la Gorda... hasta que, finalmente, en septiembre de ese año,
verdaderamente, se armó la Gorda con el pronunciamiento militar del marino Juan Bautista Topete
y Carballo en Cádiz y de Primo de Rivera en Madrid.
Históricamente, el hecho tomó el ostentoso nombre de La Gloriosa, pero su duración fue efímera;
no así el castizo alias que el pueblo le adjudicó: La Gorda, expresión que luego extendió su uso al
lenguaje familiar, cuando alguien quiere referirse a cierto hecho ruidoso o de mucha trascendencia,
o bien ante una situación de extrema gravedad.
FUCK
En la antigua Inglaterra la gente no podía tener sexo sin contar con el consentimiento del Rey (a
menos que se tratara de un miembro de la familia real). Cuando la gente quería tener un hijo debían
solicitar un permiso al monarca, quien les entregaba una placa que debían colgar afuera de su puerta
mientras tenían relaciones. La placa decía “Fornication Under Consent of the King” (F.U.C.K.). Ese
es el origen de tan “socorrida” palabra.
HACER LA CAMA
En las noches, los ciudadanos del Imperio Romano construían sus camas rellenando con paja un
saco de tela. La paja debía ser vaciada cada noche para secarse, por eso, las camas tenían que
volverse a hacer cada noche. Esta práctica continuó hasta el siglo XV, y en algunos países todavía
más tarde. De ahí proviene la expresión “hacer la cama”.
“@“
En la Edad Media se usaba como una abreviatura de la preposición “ad” (en). En los primeros
sistemas de correo electrónico @ se utilizó por varios motivos: porque era un signo muy
reconocible, porque ya se usaba en la informática y porque estaba en los conjuntos básicos de
caracteres. Así “fulano@acme.com” se lee “Fulano en la compañía acme”.
“OK”
Durante la Guerra de Secesión, cuando regresaban las tropas a sus cuarteles sin tener ninguna baja,
ponían en una gran pizarra ’0 Killed’ (cero muertos). De ahí proviene la expresion ‘O.K.’ para decir
que todo está bien.
[01/12/01 Juan Cavazos nos envía la siguiente corrección]: La verdad es que la la expresión
“O.K” proviene del presidente electo de Estados Unidos (1836) Martin Van Buren, cuyo apodo era
“Old Kinderhook” (en ese tiempo a la gente importante se le ponía el sobrenombre “old” (viejo) y
el lugar en el que había nacido)
Cuando Van Buren firmaba sus escritos o proyectos que aprobaba, ponía siempre en la parte
inferior derecha las iniciales de su apodo O.K. De ahí se adquirió la costumbre de la fomosa
expresión.
El “0 killed”, que en realidad es 0 killings, efectivamente se utilizó en la Guerra de Secesión y aún
se sigue ocupando como término militar en los Estados Unidos.
Es una expresión que suele usarse ante los hechos consumados. Al oírla, el oyente comprende que
no hay esperanza de cambio. Pero, ¿qué tiene que ver la tía de uno en todo este asunto?
Ocurre que “tu tía” viene de la mala interpretación de atutía o tutía, término que significa “la costra
que queda en la chimenea del horno después de procesar ciertos minerales”. Con esta mezcla, se
preparaba (en tiempos en los que no había una farmacia en cada calle, abierta las 24 h), un ungüento
que, como contenía óxido de cinc, favorecía la cicatrización.
Y “no hay tutía”, se usó a partir de entonces como sinónimo de “no hay” o “no tiene remedio”.
Cuando en el siglo XVI se adoptaron los caracteres góticos era fácil que dos íes se confundieran con
una “u”. Para evitarlo se colocaban unos acentos sobre ellas y la costumbre se extendió hasta la “i”
sencilla.
“Pepe”
Hasta aquí, todo muy peculiar. Pero el vínculo más difícil de sospechar es, seguramente, el que une
a los “José” con su apodo “Pepe”.
Resulta ser, que en los conventos, durante la lectura de las Sagradas Escrituras, se referían a San
José como ‘Pater Putatibus’ y luego, por simplificación, como ‘P.P.’
Así nació llamar ‘Pepe’ a los José.
“SOS “
En 1912 (tres meses después del hundimiento del Titanic), las letras “SOS” fueron instituidas como
la llamada internacional de auxilio. La Organización Marítima Internacional precisó que las letras
no son abreviatura de la frase “Save Our Souls” (Salvad nuestras almas) ni tienen otro significado
especial. Los “tres puntos-tres rayas-tres puntos” (· · · – - – · · ·) “son fáciles de recordar y de
transmitir en código Morse en el cual S=”. . .” y O=”- – -”.
“Cornudo”
Casi tan remotamente, pero no tanto, en los países nórdicos de la antigüedad, los gobernadores de
las comarcas podían, por su condición de tal, seleccionar a las mujeres con las que deseaban
intimar.
Cuando esto ocurría, la puerta de la casa donde se encontraba el gobernador con la mujer elegida,
era adornada con los cuernos del alce, en señal de su presencia.
Si la mujer estaba casada, su marido mostraba felizmente a sus vecinos el adorno, orgulloso por la
visita del gobernador a su humilde morada. Y así surgió la popular expresión:
“Te pusieron los cuernos” o “Eres un cornudo”. Sólo que hoy en día, genera de todo, menos deseo
de jactarse”.
“Snob”
Se le llama SNOB a quien quiere aparentar una mayor posición social. En el siglo XVII, la
universidad de Cambridge decidió admitir a algunos plebeyos becados y para distinguirlos del resto
de alumnos anotaban en la matrícula la expresión “sine nobilitas” (sin nobleza, en latín).
Posteriormente fueron abreviando el término.
El Sol y la Luna fueron los primeros dioses adorados por todos los pueblos. Los celtas, hablaban de
un dios primigenio y solar al que se referían como Lug, partícula que nos legaron y derivo en
muchos topónimos como Lugo (Galicia, España) y nombres como Lorenzo.
Los griegos hablaban de la diosa lunar Hecate y por ella Kat quiere decir luz. Con el tiempo derivo
en nombres como Catalina.
Estar de buena o mala Luna: modismo relacionado con la supuesta influencia que ejerce la Luna
sobre la mente humana.
Dada la rapidez con que la Luna se desplaza por el Zodiaco (28 días), permaneciendo poco tiempo
en cada signo, se le hace responsable de los cambios súbitos de humor.
Cuando esta aliteración del carácter se hace crónica, a ojos de los observadores, se decía que el
sujeto era un lunático, que había perdido el juicio o tenia un humor muy voluble.
“Slogan”
Es un término inglés que a su vez proviene del gaélico y su forma original es el “slaugh
claim” (grito de combate) de los viejos clanes escoceses.
“Ladrar a la Luna”
Modismo que significa manifestar ira contra persona o cosa a quien no se puede ofender ni causar
daño alguno, o amenazar inútilmente.
Alude a los perros que, sobre todo en las noches de luna llena, se encaran y ladran a la Luna. No se
conoce el motivo de esta costumbre.
Quizá sientan una amenaza, o por herencia de sus antepasados los lobos que, según se dice, aúllan a
la Luna.
“Fuck”
En la antigua Inglaterra la gente no podía tener sexo sin contar con el consentimiento del Rey (a
menos que se tratara de un miembro de la familia real). Cuando la gente quería tener un hijo debían
solicitar un permiso al monarca, quien les entregaba una placa que debían colgar afuera de su puerta
mientras tenían relaciones. La placa decía “Fornication Under Consent of the King” (F.U.C.K.). Ese
es el origen de tan “socorrida” palabra.
“Luna de Miel”
Sandwich
John Montagu (1718-1792) cuarto conde de Sandwich (Inglaterra) era un jugador empedernido y
pasaba muchas horas delante de la mesa de juego. Un día a la hora de la comida estaba tan metido
en el juego que le pidió a su sirviente le trajera “cualquier cosa para comer ahí mismo”. Al rato, el
criado se presentó con una bandeja de alimentos. El conde, sin abandonar su puesto, cortó unas
rodajas de “roast beef”, las colocó entre rebanadas de pan, y comió el emparedado sin interrumpir el
juego. Tan orgulloso se sentía lord Sandwich de su creación que no dudó en mencionarla en su
testamento, como el mejor legado que dejaba a su país.
Es una frase que se emplea para decir que alguien va muy bien arreglado y con cierto aire de
chulería.
Antiguamente, el tranvía número 8 era el que llevaba a los chulapos y las chulapas de Madrid a la
verbena de San Isidro.
Como era habitual, iban con sus mejores trajes típicos y es por ello que entonces se aplicaba esta
expresión, también, hoy en día, tan habitual en la lengua castellana.
“Traer al retortero”
Los clanes de hace muchos años se deshacían de los indeseables quemándoles la casa. Por ello en
ingles se le dice al despedir a una persona de su empleo “you’re fired”. (traducción textual “estas
quemado”)
Se utiliza para pronosticar el cumplimiento de un hecho adverso o para reprobar la poca prudencia
en la ejecución de una cosa.
Según Sbarbi su origen es el siguiente: En tiempos del rey Felipe IV había en la corte un calderero
con fama de tuno. Un pillo se propuso engañarlo, se fue a la tienda y le pidió una sartén.
El calderero le dio una que estaba rota, este no lo notó pero aun así, le dio en pago una moneda
falsa; viendo que el comprador se estaba riendo le dijo el calderero:
‘Al freír será el reír’.
A lo cual contestó el contrario:
‘Al contar será el llorar’.
“Hacer la cama”
En las noches, los ciudadanos del Imperio Romano construían sus camas rellenando con paja un
saco de tela. La paja debía ser vaciada cada noche para secarse, por eso, las camas tenían que
volverse a hacer cada noche. Esta práctica continuó hasta el siglo XV, y en algunos países todavía
más tarde. De ahí proviene la expresión “hacer la cama”.
“¡Apaga y vámonos!”
Cada uno se resigne con su suerte; conlleve los trabajos o molestias inherentes a su estado o
profesión o sea responsable de sus actos.
Según Iribarren esta expresión es de origen marinero y alude al palo o madero redondo, fijo
verticalmente en una embarcación, y destinado a sostener las velas.
Este dicho denota que un asunto enojoso y difícil recae sobre alguien contra su voluntad.
Dos jóvenes, andaluz, uno, gallego el otro, entraron en una venta y pidieron cena al posadero. Como
este les indicó que sólo disponía de una perdiz y un mochuelo, el andaluz se apresuró a decir que
los trajesen.
Y cuando el mesonero sirvió las aves, el andaluz le dijo al gallego:
‘Elige, hermano, puesto que la cosa es clara: o te comes tú el mochuelo o yo la perdiz, o yo me
zampo la perdiz y tú cargas con el mochuelo’.
Significa el perjuicio que con frecuencia se sigue por proceder sin tino y a lo loco en un asunto
delicado.
En el pasado existían juegos que privaban de visión a los participantes, entre ellos podemos citar el
de la gallina ciega y el de la piñata, en cuyo festejo vendaban los ojos a los participantes, y estos
con un palo, la emprendían a garrotazos contra una vasija pendiente de una cuerda.
Cuando rompían la vasija caía su contenido, consistente en agua o golosinas.
Significa engañar a uno mediante algún ardid o trampa para conseguir un fin interesado.
Según Julio Casares antiguamente se usaba la expresión “armarla con queso”, haciendo referencia a
la ratonera en la que se ponía este cebo, considerado como el más apetitoso para los roedores.
Según otros autores, cuando en los siglos XVIII y XIX y principios del XX bajaban a Castilla los
vascos y cántabros a comprar vino, los vendedores les daban de aperitivo con el vino, queso muy
curado. De esta manera les vendían vino ya picado que al catarlo con dicho queso quedaba
enmascarado.
“Canguro”
Cuando los conquistadores ingleses llegaron a Australia, se asombraron al ver unos extraños
animales que daban saltos increíbles. Inmediatamente llamaron a un nativo (los indígenas
australianos eran extremadamente pacíficos) y le intentaron preguntar mediante señas. Al notar que
el indio siempre decía “Kan Ghu Ru” adoptaron el vocablo inglés “kangaroo” (canguro). Los
lingüistas determinaron tiempo después el significado, el cual era muy claro: los indígenas querían
decir: “No le entiendo”.
“Yucatán”
La zona de México conocida como Yucatán viene de la conquista cuando un español le preguntó a
un indígena cómo llamaban ellos a ese lugar. El indio le dijo: Yucatán. Lo que el español no sabía
era que le estaba contestando: “no soy de aquí”.
Significa cualquier cosa insignificante y ridícula que sucede cuando se esperaba algo grandioso e
importante.
Procede esta expresión del refrán latino de Horacio:
Parieron los montes y nació un ridículo ratón, que originó la Fábula de Fedro “El parto de los
montes”, y cuya versión castellana más conocida se la debemos a Samaniego.
“Empinar el codo”
Significa beber mucho vino u otros licores. En otras palabras, ser un borracho.
El hecho de beber, ya sea por un porrón, una bota o un vaso, implica la necesidad de levantar el
codo hasta un determinado nivel. De este hecho procede empinar el codo.
“Estar a la cuarta pregunta”
Esta expresión coloquial indica la indigencia y suma pobreza en que se halla una persona.
En los interrogatorios judiciales de otra época era preceptivo formular cuatro preguntas: las tres
primeras referentes al nombre, edad, estado, nacionalidad y credo religioso y la última relativa a los
bienes del acusado.
Cuando se trataba de una persona carente de bienes, respondía siempre negativamente,
declarándose pobre de solemnidad, si el juez insistía el interesado declaraba estar a la cuarta
pregunta.
“Estar hasta los topes”
Señala la confianza que debemos tener en la Virgen como intercesora ante Dios.
Su origen puede proceder de un torero que confiando en la Divina Providencia, se comprometía a
los mayores peligros sin tomar precaución ninguna para evitarlos y un día tuvo una grave cogida,
entonces el público, recordando su imprudencia, le gritó:
‘Fíate de la Virgen y no corras’.
“Irse de picos pardos”
Según el diccionario de la Academia, irse de picos pardos es frase con que se da a entender que
alguno pudiendo realizar cosas útiles y provechosas, se entrega a las inútiles e insustanciales, por no
trabajar.
En su origen esta frase significó irse con una mujer de la vida o moza de partido, y se dijo, porque
la ley obligaba a las tales a usar jubón de picos pardos, para distinguirlas de las mujeres decentes.
En Roma, cuando se coronaba a un general, pretor o cónsul tras una victoria se le festejaba un
Triunfo. Como símbolo de gloria se le colocaban guirnaldas de laureles. Sin embargo, éstos debían
agachar levemente su cabeza, por lo que daba la impresión de estar descansando sobre los laureles
de la gloria.
Por h o por b
Esta es realmente simple, y así y todo, no me la hubiera imaginado nunca. Las letras h y b son las
que más problemas traen a los niños durante su etapa escolar. Es muy normal que siempre, al
escribir un dictado de la maestra, los chicos fallen en las palabras que llevan una h o una b. Por esta
razón decir “por h o por b” significa haber errado por tal o cual cosa, sin querer dar muchas
explicaciones.
No saber ni J
La J es una letra que viene del idioma Hebreo. Como en su forma escrita la J -que es la letra más
chica de todas- forma parte de la estructura escrita del resto de las letras, “No saber ni J” significa
no saber nada.
Marcharse a la Francesa
Haciendo porte de histórica mala educación , en Francia, durante el siglo XVIII se comenzó a
estilar marcharse de una reunión o de la mesa sin saludar, ni siquiera hacer el menor gesto de
cortesía. Con el tiempo esta práctica se generalizó tanto que marcharse saludando comenzó,
irónicamente, a convertirse en algo señal de mala educación.
La planta de tomates es un vegetal muy problemático para los horticultores. Esta suele contaminarse
con todo tipo de hongos y parásitos que, si no son tratados a tiempo, no sólo matan a los tomatales
sino que además al resto de las plantas sembradas. Razón suficiente para que los horticultores las
planten bien alejadas del resto de las plantas. Es por esto que decir “se fue para el lado de los
tomates” significa algo así como decir que se fue muy lejos del significado real.
Salvarse por un pelo
¿Creían que era porque un pelo es algo muy fino, y de allí venía el dicho? estaban en un error al
igual que yo. Este dicho viene porque en la antigüedad los marineros cuando caían al agua
generalmente eran agarrados y subidos de los pelos. Por esta razón solían dejarse el cabello lo más
largo posible, el cual, al hundirse el cuerpo, quedaba flotando y era un excelente punto de agarre.
En los funerales Romanos se solía exhibir las efigies de los antepasados como señal del linaje.
Durante la honra fúnebre a Junia -la cual era familiar de dos de los conspiradores que asesinaron a
César: Casio y Bruto- las efigies de éstos dos asesinos no estaban presentes haciendo gala por su
ausencia, algo que los concurrentes notarían rápidamente y sería el tema reinante entre los
murmuros y chimentos del funeral. Utilizando esto como referencia en uno de sus trabajos, el poeta
André de Chenier pondría esta frase de moda mas de mil años y unos cuantos siglos después.
Empezar con el pie derecho
En los rituales paganos, al subir el altar era norma dar el primer paso largo y con la pierna derecha.
Esto significaba un buen augurio y marcaba que los Dioses estarían a favor de los concurrentes.
Vérselas negras
Sinceramente yo pensaba que estaba relacionado a que generalmente cuando algo se oscurece
termina siendo malo: el cielo se pone negro ante una tormenta, la comida al ponerse rancia, etc etc
por lo que pensé que de esto venía el dicho. Sin embargo, su origen es mucho más antiguo. Cuando
se ocupaba un cargo público en la Grecia pre-edad Dorada los ciudadanos debían recurrir a un
llamativo sistema de elección al azar. Metían la mano en una bolsa y sacaban de ella un pedazo
pintado de madera: la mayoría de los pedazos eran negros mientras que algunos, los que
representaban ser elegido, eran blancos. De aquí viene el dicho.
El chivo expiatorio
El dicho viene del mundo antiguo y se refiere a una práctica ritual de los antiguos Judíos. En ella el
rabino elegía dos machos cabríos de un rebaño y, echándolo a la suerte, escogía a uno de éstos dos
para ser sacrificado. Como dejarlo a la suerte infería una participación divina se asumía entonces
que éste chivo era el elegido para llevarse consigo los pecados del pueblo. De Aquí viene el dicho
“ser el chivo expiatorio” cuando a alguien se le adjudican culpas ajenas.
En varios territorios de la época medieval existía una ley que dictaba que cuando no se podía hallar
al asesino de un cadáver encontrado, los pobladores del pueblo al que pertenecía dicha persona
debían pagar una multa conjunta. Como a nadie, sea la época que sea, le gusta pagar impuestos…
los pobladores al encontrar un cadáver se apuraban a cargarlo, y de común acuerdo, transportarlo y
arrojarlo en un poblado vecino para salvarse de la multa.