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Estudio general del material

presentado por el autor


José Ángel Aquino

Los conflictos por violación a normas de urbanización y ornato, son muy


frecuentes en la actividad diaria de la construcción. Esos comprenden pequeños
litigios. La existencia en nuestro ordenamiento jurídico de los Ayuntamientos o
Cabildos, es tan vieja como la propia vida de la Nación.

El municipio, la localidad, el sector o barrio, el paraje o la sección rural, son los


espacios de mayor cercanía entre los ciudadanos, y el punto de partida de los
asentamientos humanos. Resulta muy natural entonces, que el legislador haya dotado
a los Ayuntamientos de múltiples facultades que le permitan organizar y regular el
crecimiento urbano y el ornato local.

La ley No. 675 consagra en su artículo primero la obligatoriedad de toda persona


o entidad que proyecte urbanizar una porción de terreno, de someter al Consejo
Administrativo del Distrito de Santo Domingo o a la autoridad municipal correspondiente
de un proyecto, que debe de comprender aspectos como la zonificación; articulación
general; trazado de vías; formación de manzanas y lotes; edificaciones; paisajes y
recreo; y reglamentaciones.

Los linderos son la línea que separa unas propiedades o heredades de otra, que
constituye el limite o limites hasta los cuales superficialmente se extiende el domicilio
sobre la misma. Desde el punto de vista hipotecario cobra importancia el concepto, ya
que en la inscripción de todo domicilio es preciso hacer constar la naturaleza, la
situación y los linderos.

Conforme a las disposiciones previstas en el articulo 30 de la ley No. 675,


cuando el ayuntamiento correspondiente determine que una edificación constituye un
peligro o estorbo público, o sea lesiva al ornato; se deberá apoderar al Fiscalizador del
Juzgado de Paz de la jurisdicción donde se encuentra el inmueble, teniendo este
funcionario la responsabilidad de iniciar las persecuciones correspondientes.

Apoderado el Juzgado de Paz del conflicto, se notifican las partes y se sustancia


el proceso judicial para la discusión del caso. En estos procesos el tribunal toma muy
en consideración dentro de las pruebas que las partes puedan presentar, además de la
comparecencia personal y la prueba testimonial; los planos y diseños profesionales del
proyecto, los croquis y determinación de linderos catastrales; así como también, el
informe pericial que se ordena con frecuencia, aunque los jueces no están obligados a
ordenarlo cuando poseen otros elementos de prueba.

En caso de que el tribunal encontrase culpable al acusado de violentar la ley No.


675, estaría en posición de dictar en su contra una sentencia condenatoria. Esta
sentencia podría ordenar la reconstrucción, reparación o demolición parcial o total de la
obra; el desalojo de obra; penas de multa de RD$20.00 a RD$500.00, o prisión de 20
días a 1 año o ambas penas a la vez; entre otras.

El plazo de la prescripción de la acción publica es de 3 años. La jurisprudencia


dominicana ha tocado específicamente el tema de los delitos continuos y del punto de
partida del plazo de la prescripción en ocurrencia de estos, estableciendo que, en la
infracciones continuas o sucesivas, estos son, aquellas que están constituidas por un
hecho único que prolonga sin interrupción, la acción publica no prescribe sino a partir
del momento en que el hecho ha cesado de una manera completa. La persistencia de
la actividad delictuosa o la inercia, no es otra que la continuación del delito único. Para
determinar si un delito en o no de carácter sucesivo o continuo, es necesario referirse a
la definición legal; y en principio, cuando la ley impone en deber continuo, el hecho de
no cumplirlo, constituye una infracción que presenta del mismo modo este carácter.

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