La finalidad de la formación para el empleo es dar a la persona los
conocimientos necesarios para trabajar en una profesión concreta. Usualmente, se realiza con la intención de mejorar la cualificación profesional de los trabajadores en activo y en otras ocasiones prepara al estudiante para un futuro laboral y también como persona enseñándoles principios y valores.
Los puestos de trabajo y sus funciones también han tenido transformaciones
en los últimos años. Para desempeñar una ocupación ya no basta con adquirir los conocimientos técnicos y teóricos, también es necesario tener una serie de conocimientos habilidades y aptitudes que puedan aplicarse a otros empleos y empresas y que permitan resolver los problemas profesionales de forma autónoma y flexible. Estoy hablando de competencias laborales.
Por eso su importancia para finalmente salir bien formado en conocimientos y
valores como persona.
Es decir Un modelo educativo basado en competencias atiende al proceso
educativo del estudiante, más que su complimiento con el curso, lo que permite el desarrollo integral de uno como aprendiz. Como bien leí en un artículo de educación de Miguel Ángel López Carrasco, especialista en educación y Tics, hay una serie de saberes incluidos en el aprendizaje por competencias, que se pueden separar en tres tipos: saber conocer, asociado al desarrollo permanente en todos los ámbitos de la vida; saber hacer, que es el dominio de las técnicas enfocadas a realizar diferentes tareas y saber ser, que es la actitud que nos permite desarrollar competencias sociales.