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Intervención clínica en problemas de criminalidad.

María Paula Pascagaza, Laura Fernanda Galindo, María Del Sol Ortiz y Catalina

Rojas Uribe.

Beth, la niña psicópata.

A Beth se le llama “la niña psicópata’’, tras ver el caso llegamos a la conclusión que

las conductas de la niña no están asociadas a un componente netamente biológico, sino que

está ligado al contexto; A la edad de un año, la mamá de Beth fallece y el padre biológico

queda a cargo de ella y de su hermano, momento desde el cual empieza a sufrir de abusos

sexuales por parte de su padre hasta que las autoridades se dan cuenta y se llevan a los niños

servicios sociales, donde posteriormente son adoptados por una pareja que empieza a notar

conductas disruptivas en la niña, las cuales permiten evidenciar características sociópatas

tales como: falta de empatía, pobreza emocional, impulsividad, manipulación, falta de

sinceridad y ausencia de remordimientos (Peerce, 1992).

De acuerdo con lo anterior, se concluye que Beth tiene características sociópatas

puesto que sus acciones se ven inclinadas hacia este tipo de comportamiento. Iniciando con

que se evidencia un carácter impulsivo en Beth, característica de los sociópatas (Moreno,

2020), donde ella saca provecho de cualquier oportunidad donde ve que puede realizar daño,

por ejemplo, cuando vio las aves en el árbol y las estrujo hasta matarlas, situación que se

repite constantemente con su hermano, con sus mascotas y otros animales.

En cuanto a lo anterior, es pertinente resaltar que Beth no siente empatía hacia las

personas ni los animales a los cuales les causa daño o sufrimiento. Pues, aunque la niña

expresa conocer el daño que le hace a los otros no siente algún tipo de remordimiento o culpa

ante lo que estos, es decir, el sufrimiento ajeno no es impedimento para sus acciones

(Moreno, 2020).
Siguiendo esto, Beth no tiene problema en que las demás personas vean y conozcan lo

que ella hace, por ende, sus acciones no pasan desapercibidas y es muy franca, aquí podemos

evidenciar otra característica importante de un sociópata, a este no le importa pasar

desapercibido en comparación a un psicópata quien buscan pasar desapercibido y es difícil de

identificar (Moreno, 2020). Uno de los factores más importantes para entender estos

comportamientos y su relación con la sociopatía, es que son fruto del abuso vivido en su

infancia, puesto que como consecuencia de este ella afirma que no quiere convivir con nadie

para que nadie le haga daño; como consecuencia de los estilos de crianza ya no saben qué

esperar de la vida y por ende se desarrollan sus acciones agresivas (Moreno, 2020).

De acuerdo con lo planteado por Andrews y Bonta (2002) en su libro “The

psychology of criminal conduct” y con los temas vistos en clase, es claro determinar que las

conductas de Beth tienen un origen principalmente en el contexto en el que se desarrolló

durante sus primeros años. Analizando lo anterior se puede decir que Beth al perder a su

madre a tan temprana edad no pudo formar ningún vínculo de apego seguro y tuvo un estilo

de crianza ineficiente, además el abuso que sufrió por parte de su padre la marcó de tal forma

que no sólo lastimaba a los demás, sino también a ella misma cuando se masturbaba.

También es evidente que las acciones que Beth realiza son sumamente impulsivas y no

premeditadas, y no sigue las normas que sus padres adoptivos le imponen.

Cabe mencionarse que también existen factores biológicos que pueden afectar en la

forma de ser y de actuar que tenía Beth previamente a la intervención, sin embargo, con la

información que presenta el vídeo no se pueden hacer inferencias ni afirmaciones o

negaciones con respecto al tema biológico de los comportamientos agresivos. Por otra parte,

existe un componente que no es propiamente biológico, pero que sí está relacionado con las

variables innatas de las personas, las cuales influyen en el comportamiento y que pueden

observarse levemente en el caso de Beth; este es el temperamento, descrito como aquellas


disposiciones más o menos estables que guían el comportamiento en cuanto a las relaciones

con otros y las regulaciones que la persona hace de sus emociones y pensamientos (Saudino

& Micalizzi, 2015 citado por Bárrig Jó, y Alarcón, 2017). Por medio de la información que se

tiene del documental podemos afirmar la existencia de una característica del temperamento

de la niña que puede llegar a ser importante en el desarrollo de sus conductas antisociales y

esta es, el afecto negativo representado en la permanente ira y la tristeza, pues se han

encontrado correlaciones positivas entre este y diferentes problemas de conducta en los niños

(Betancourt y Andrade, 2008) que en este caso por la ausencia de factores protectores se

desarrollaron con aún más fuerza.

Habiendo hasta el momento descrito las diferentes características del comportamiento

de Beth y sus posibles orígenes, es interesante preguntarse qué habría pasado de no haber

recibido un tratamiento adecuado. Esto se puede inicialmente deducir por los resultados

obtenidos con el tratamiento al que fue expuesta, en el cual se cambia completamente el

contexto inmediato, pasando de uno negligente a uno completamente estricto y supervisado.

Por medio de esto se logró un avance en la forma que tenía Beth de relacionarse, tanto con

personas como con animales. Además, empieza a ser capaz de sentir empatía y culpa, según

lo visto al final del documental cuando le preguntan sobre el daño que le hacía a su hermano

y ella es capaz de reconocer que lo estaba lastimando. Por lo tanto, en ausencia de este

tratamiento Beth habría aprendido diversas formas de dañar incluso fatalmente a los otros, los

sentimientos negativos que experimentaba se habrían hecho más fuertes y probablemente se

acompañarían de conductas antisociales guiadas por el impulso, además considerando la

disminución de la plasticidad neuronal, habilidades como la empatía no se habrían

desarrollado, a su vez facilitando las conductas antes mencionadas. Además, es importante

reconocer que el daño causado por su condición no solamente habría afectado a las personas

a su alrededor, sino que, a ella misma, pues la evidencia demuestra que, en presencia de
problemas de la personalidad, como la sociopatía, existen más intentos y por lo tanto mayor

riesgo de suicidio, incluso más que en la depresión mayor (Fontecilla, 2006).

Para finalizar, basándonos en los cambios ya mencionados y en las demás

características del caso consideramos importante volver a resaltar el carácter contextual y no

biológico que tiene la conducta de Beth, elemento importante en el proceso tanto de

diagnóstico como de tratamiento y pronóstico, relevante no solo para este caso sino para el

estudio de temas relacionados.

REFERENCIAS

Andrews, D.A., & Bonta, J. (2002). The psychology of criminal conduct. 3rd edn. Cincinnati,

Ohanio, Anderson. Cap. 5.


Bárrig Jó, P., & Alarcón Parco, D. (2017). Temperamento y competencia social en

niños y niñas preescolares de San Juan de Lurigancho: un estudio preliminar

Liberabit, 23(1), 75–88. https://doi.org/10.24265/liberabit.2017.v23n1.05

Betancourt, D. y Andrade, P. (2008). La influencia del temperamento en problemas

internalizados y externalizados en niños. Revista Intercontinental de Psicología y Educación,

10(1),29-48. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=802/80210103

Fontecilla, H. B. (2006). Suicidio y trastornos de personalidad (Doctoral dissertation,

Universidad de Alcalá).

Moreno, J. (2020). Entendiendo la conducta criminal [Material del aula]. Programas de

intervención clínica para el tratamiento de criminalidad y violencia, Universidad de

La Sabana, Colombia, Chía.

Peerce, L. (1992). Child of Rage [Film]. Vancouver: CBS Television.

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