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PAISAJE CULTURAL CAFETERO:

UNA LECTURA DESDE LA NOVELA FUNDACIONAL

César Augusto Bautista Escobar1


cabautistae@gmail.com

Es pertinente indagar acerca de la relación entre el “paisaje cultural cafetero” de la


zona centro occidente de Colombia al cual hace referencia la declaratoria de la
UNESCO (Decisión: 35 COM 8B.43, del 25 de junio de 2011), con el “paisaje
cultural” que se construye en las ficciones de algunas novelas fundacionales del
Eje Cafetero. El paisaje cultural creado desde la ficción literaria, que contribuye a
explicar y caracterizar la raíz del primero, se constituye en otra ficción acerca del
“paisaje cultural cafetero”, diferente de la melosa lectura institucionalista en la cual
el enano follaje oculta las raíces de aquel.

“De entrada”, el “postre”

Adelantemos desde ahora algunas conclusiones a las cuales se llega luego de


indagar en algunas novelas fundacionales, y en algunas otras no fundacionales,
acerca de la genealogía del actual “paisaje cultural cafetero”:

i) El café es apenas un desteñido referente en la narrativa novelística de esta


región, a pesar a haber sido el cultivo y actividad económica y social que tipifica
desde principios del siglo XX la economía de la región del Eje cafetero –
departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío- y de haberse constituido en el eje
motor para la construcción de la “musculatura de la región”, es decir de su sistema
productivo (Boisier, 1991: 213) y del país, durante gran parte del siglo XX.

1
Arquitecto Universidad Nacional de Colombia – Sede Manizales; Maestro en Desarrollo Urbano de El
Colegio de México, México. D.F., Especialista en Planeación del Desarrollo Rural y Urbano – ESAP, Bogotá;
diplomado en Políticas para el Desarrollo Regional –CEPAL/ILPES-, Santiago, Chile; Tesista de la Maestría en
Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira.

1
ii) Los relatos de las novelas fundacionales del Eje Cafetero hacen referencia a
los años previos (segunda mitad del siglo XIX) al auge del cultivo del café en esta
región cuando aún ni económica, ni geográfica, ni ambiental, ni socialmente tenía
el significado que adquirió desde entonces (primera mitad del siglo XX); los
tiempos de las novelas fundacionales de la región se sitúan cuando el café era
apenas un incipiente modelador de la cultura de esta región.

iii) Así, la novela de esta región, y no solo la fundacional, tiene una deuda literaria,
y por lo tanto cultural, hasta tanto se creen relatos que ficcionen acerca de este
hecho social, económico y cultural que hoy identifica a la región consigo misma y
a ella frente a una perspectiva nacional y global. La novela de la región del Eje
Cafetero presenta importantes ausencias que desde la ficción literaria construya
discursos alternativos a la ficción de la “verdad científica” elaborada desde otras
disciplinas e instancias acerca lo que hoy se llama el “paisaje cultural cafetero”.

iv) En consecuencia, se deben buscar respuestas acerca de la ausencia del café


en la narrativa novelística de la región, puesto que otras características, factores o
condiciones regionales han tenido mayor desarrollo en estas narrativas; así por
ejemplo, la colonización antioqueña, las guerras civiles, la minería, el comercio, el
despojo de tierras y la apropiación de los lugares, la violencia bipartidista, el
narcotráfico, la urbanización, la sexualidad, la corrupción política, entre otros
aspectos, tienen presencia como ejes temáticos independientes de la “cultura
cafetera” de la región. Si bien muchos de estos aspectos están relacionados con la
economía y la “cultura del café”, no se evidencia tal relación con posibles ficciones
novelísticas a partir de ese producto.

Ficciones literarias fundadoras de regionalidad

Quizá no es posible calcar el alcance de novela fundacional para esta región en


los términos como lo concibe Doris Sommer en relación con las “novelas
nacionales” –fundacionales- del siglo XIX en los distintos países de América

2
Latina; se requiere, previamente, una lecura crítica del concepto. Para Sommer, la
novela fundacional es el “libro cuya lectura es exigida en las escuelas secundarias
oficiales como fuente de la historia local y orgullo literario...las novelas nacionales
pueden identificarse con la misma facilidad con que se reconocen los himnos
nacionales.” (Sommer, 2004: 24-21). Lo que sí se sabemos es que no todos los
autores de estas novelas fundacionales a que se hará referencia gozaron de
importantes vínculos con el Estado, situación que, como lo anota Sommer,
caracteriza a muchos autores de ficciones fundacionales en América Latina.

Para nuestro caso, es necesario indagar si un complejo de subestimación y, por lo


tanto, una pedantería por el conocimiento de una literatura generada en un
entorno “no regional”, son algunas de las causas que explican por qué las novelas
aquí relacionadas parecen no ser texto obligado en ningún grado de la formación
escolar o universitaria ni, seguramente, formar parte de un canon literario regional.

Las ficciones literarias fundacionales de regionalidad serían aquellas ficciones


que, en particular desde la novela, hacen referencia a hechos que contribuyen a
identificar las raíces históricas de la identidad cultural que define a un grupo social
como miembros pertenecientes a una sociedad regional y no a otra. La narrativa,
al postular mundos, más que describirlos o explicarlos, y al compartir significados
culturalmente los hace “patentes para los lectores” quienes “entran en conflicto
con otros significados y se negocian nuevas posiciones que aspiran a constituirse
en referentes con una estabilidad sólo relativamente permanente”. Así mismo,

Las novelas nos ofrecen un cuadro del mundo o un modelo de mundo, igual que nos ofrece
la ciencia, pero cada uno de ellos en una perspectiva distinta. Mientras la ciencia privilegia
un modo de percepción global y hace énfasis en los atributos comunes de las cosas para
construir familias o conjuntos, la novela privilegia lo singular para dar a conocer que cada
vida humana vale por sí misma, que el hombre es un fin y no un medio para objetivos
mercantilistas o para las aspiraciones ajenas. Pero la novela no sólo es un camino para el
reconocimiento de los otros, pues también ofrece opciones en cuanto a la comprensión de
la propia identidad. Para la ciencia racional, el yo es la identidad que acompaña todas
nuestras representaciones, mientras que para la narración la identidad va configurando una
persona que está disponible para otros”. (Henao, 2009)

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Adicionalmente, si una de las características de una región es su identidad cultural
y que la literatura, como expresión de esa cultura, es un elemento que contribuye
a construir tal identidad

La cultura regional debe significar un rescate de una memoria regional, siempre existente
pero no siempre presente. En este sentido, la valoración de la historia, de los personajes y
de hechos de la historia regional constituye una cuestión importante a la que el sistema
educacional regional se encuentra íntimamente relacionado (Boisier: 1991: 199).

Un canon literario fundacional

Hombres trasplantados (1943) de Jaime Buitrago Cardona, El río corre hacia atrás
(1980) de Benjamín Baena Hoyos, Trueque (1981) de Danilo Calamata, La Bruja
de Lanta (1993) de Néstor Gustavo Días Bedoya y 1851, folletín de cabo roto
(2007) de Octavio Escobar Giraldo, son algunas de las novelas que, cada una en
particular crean ficciones acerca de la forma como, desde mediados del siglo XIX,
se dieron condiciones para perfilar lo que hoy es el “paisaje cultural” de la región
del Eje Cafetero. A este grupo de novelas es posible agregar Risaralda (1935) de
Bernardo Arias Trujillo, que aunque no se desarrolla en territorios hoy definidos
dentro de los municipios del “paisaje cultural cafetero”, y no corresponde tampoco
al modelo de colonización antioqueña, que prima en las novelas inicialmente
anotadas, es pertinente incluirla, puesto que hace referencia a una de las regiones
étnico-culturales más características de esta región.

Finalmente, anotemos que salvamos el juicio crítico acerca del valor literario de
esas novelas, pues no es objetivo de este trabajo la valoración en tal aspecto, y
por lo tanto, poco importa el “adjetivo” con que la crítica, respetable y a no dudarlo
importante, califica a cada una de esas obras por su estilo literario, sus referentes
estéticos o por su lenguaje.

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Colonización sin aroma de café

Aunque desde las primeras décadas del siglo XX el cultivo del café ha dado
unidad social, económica, cultural y territorial a esta región, es notoria su poca,
casi inexistente, referencia como tema central en la novelística regional,
especialmente en las novelas fundacionales. Como se verá más adelante,
Trueque parece ser la excepción. En los tiempos en que transcurren la mayoría de
las novelas anotadas, segunda mitad del siglo XIX, el cultivo del café en la región
occidental del país era sólo de interés para consumo familiar, cultivado en
sementera y su producción no se orientaba al mercado, modalidad ésta que ya
predominaba en los Santanderes, Cundinamarca y Antioquia:

...durante los primeros años de la colonización, el café hacía parte de su [del colono] dieta
diaria...Su cultivo era fácil, pues se sembraba en la sementera y se despulpaba a mano o
en pilón de madera...Se puede afirmar que la economía cafetera apareció cuando la
colonización había penetrado gran parte del antiguo Caldas, y cuando se disponía de
agricultura estable, acumulación de capital y abundante mano de obra. (Valencia, 2009:
290-291)

En la semblanza colonizadora que elabora Jaime Lopera acerca de Fermín López,


quien había estado presente en la fundación de Manizales (1849), Villamaría
(1850), Chinchiná (1858) y Pereira (1871), anota que

No son muchos los testimonios sobre la siembra del café pero en algún momento de su
itinerario vital, Fermín López empezó a ver, mucho antes de su muerte, la extensión de los
cultivos de café por toda la zona por donde había pasado...Si nos ceñimos a los
testimonios del fundador de Marsella, se estaba sembrando café en esta zona alrededor de
1860... (Lopera, 2010: 91)

El mismo autor anota, en otro texto, que

Sin embargo, hay una referencia que nos parece más sugestiva: no existe una completa
confirmación documental de ella, pero, en 1882, Leonidas Scarpeta presentó un memorial
al consejo de Salento solicitando su ayuda para iniciar unos cultivos de café. En
consecuencia, parece ser que los primeros colonos llegados al Quindío conocieron por lo
menos datos importantes del cultivo que habría de ser el fundamento económico de
aquella región que comenzaba su vida histórica. (Lopera: 1986)

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Finalmente, y para confirmar lo dicho antes

En las primeras décadas del siglo XX ya se había consolidado un novedoso modelo de


desarrollo exportador cafetero basado en la economía campesina, impulsado por la
migración interna y la colonización de nuevas tierras en el centro y occidente del país,
principalmente en los departamentos de Antioquia, Caldas, Valle y el Norte del Tolima. La
expansión de esta nueva caficultura, sumada a la crisis de las grandes haciendas, hizo que
a principios del siglo XX el occidente colombiano tomara la delantera en el desarrollo
cafetero del país. (Federación Nacional de Cafeteros)

En La bruja de Lanta, no se
establece relación entre la sociedad
y la economía cafetera que
históricamente habría de darle
soporte, más en esta novela cuyo
tiempo transcurre tanto en el
período de autoconsumo (segunda
mitad del siglo XIX), como de
desarrollo empresarial del café
(Desde la segunda década del siglo
XX y “hasta antes de 1979”). Monumento a los fundadores. Manizales

En la novela se hace referencia explícita a la introducción del café en 1851 que,


conjuntamente con el ron, un negro jamaiquino le regala a Valeria, fundadora de
Lanta; abundantes granos de café para que lo cultive como el “único oro vegetal
que existía”. Valeria, que cree en el jamaiquino, recomienda a los colonos su
siembra con la promesa de comprarles todas las cosechas, “único pacto que
jamás incumplió” Valeria; por eso lo único que fue inmodificable “desde esa época
hasta el presente fue el cultivo del café” (Págs. 48- 49).

Algunos ejemplos muestran la débil referencia al café, no como producto, sino


como generador de cultura y de una sociedad que, desde lo económico soportó
por muchos años la economía nacional y que en lo político y cultural se posicionó
con notoria fuerza dentro del establecimiento:

6
“Valeria sirvió un buen ron de Jamaica –tierra por donde entró el café y el ron con buen
cuerpo- …” (P.66).

“…Luego de formalidades viraron la conversación a los asuntos del oro, del café, de las
revueltas y refriegas de la guerra y el palio de sangre que cubría las acciones del hombre”
(P.70).

“…Pusieron por obra tal asunto [ir a la choza de la vidente] y viajaron hasta la donde la
mujer que araba el campo y sembraba café” (P. 71)

“…La sala de recibo estaba dispuesta con muebles tallados donde se repetía de manera
sutil la yunta de bueyes y los cafetos. Estas imágenes se perdían por completo ante el
brillo de los forros dorados comprados en los exclusivos almacenes republicanos donde en
cada consola, confidente, sofá, se notaba la influencia del estilo imperio.” (P.130)

En saltos no articulados por un texto narrativo, en la novela se pasa de la etapa


artesanal de producir y procesar el café, a la etapa de una sociedad de clases
definidas a partir de su cultivo, referenciándolos como hechos dados y no como
proceso:

“…Esa famosa cena sirvió, entre otras cosas, para diferenciar de una manera tajante las
castas y las riquezas, porque comprendieron los notables del café, de la industria, del
comercio, que aún compartiendo los mismos destinos de clases existía un valor que los
diferenciaba: el dinero.” (P. 172)

A continuación, la novela relaciona las distintas clases a que, seguramente, habría


contribuido a generar la economía del café:

“Lanta formó su «Gold Ghota», ordenó la división que aún se conserva, sin ninguna
modificación. Así: Distinguidos con abolengo y dinero, con rancios ancestros y sin dinero,
con dinero y nada más, las familias decentes eran el eufemismo para determinar la falta de
dinero y abolengo. El resto innominado, como los pobres vergonzantes –a los cuales había
que asistir por tacto- y los miserables.” (172)

La única alusión al contexto internacional del café que se hace en esta novela,
única también en el conjunto de las novelas fundaciones aquí referidas, excepto
en Trueque, es cuando se anota que

“En otra oportunidad escogía [Monseñor Angelo Basilides de Laira)] la Plaza Nova [en
Roma] para saborear un café colombiano,…” (P.212)

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En esta novela, entonces, que ficciona la historia de la que puede ser Manizales,
sin que se diga explícitamente tal nombre, desde su fundación en la segunda
mitad del siglo XIX hasta la década del setenta en el siglo XX, se hacen
referencias puntuales, escasas, desde la llegada del café hasta su presencia en
mercados internacionales. Estas alusiones no forman una secuencia de hechos en
torno al café, a su economía y las relaciones sociales y políticas que en torno a él
se generaron en la época de mayor auge, desde la segunda década del siglo XX.

Por su parte, el tiempo de la novela 1851, folletín de cabo roto, es la segunda


mitad del siglo XIX, razón por la cual, quizá, al no ser significativo para entonces el
cultivo del café más allá del consumo doméstico, no existe en esta novela esa
temática. Sólo se encuentra una referencia explícita en relación con este cultivo,
en el mes de junio de 1851:

“...mientras discuten las posibilidades del monocultivo en el sur de Antioquia, con la idea de
convertirse en exportadores, gremio al que favorecen el gobierno y la corona inglesa,
porque garantizan las deudas de guerra. Hasta ese momento el oro, el tabaco, el algodón,
los sombreros de paja y el cuero pagaban los intereses de las hipotecas del país, mas no
las hipotecas. Son cinco las opciones que se barajan: el añil, la morera, la vainilla, el café y
la quina.” (Págs. 207 – 208).

En la novela El río corre hacia atrás las referencias al café se hacen en dos
contextos: como cultivo doméstico y artesanal del cual se obtiene la bebida del
café que se ofrece en momentos íntimos y de amistad. En el segundo contexto, se
hace referencia, seguramente, a una producción cafetera más intensa y de mayor
alcance comercial.

En el primer caso,

“El agua de la olleta borbollaba con el primer hervor cuando Rosana bajó del aparador con
tarro de guadua con café molido que al destaparlo inundó la cocina de un aroma
vehemente. Vació dos cucharadas, agitándolas. Luego le tiró medio pocillo de agua fría
para que se reposara

Llenó un jarro y salió. Al llegar junto a la cama llamó:

Seve…Seve…Severiano…Ya está amaneciendo, tómate el café” (Pág. 96).

8

“Al viejo se le había secado la boca con el calor del relato y se pasaba la lengua a trechos
por los labios. Rosana sirvió café. El sacó un tabaco del fondo del guarniel y pidió:” (P.127).

“Melinda les entregó el café y se sentó en la punta de la tarima a esperar las tazas vacías”
(175)

En el segundo caso, la novela se refiere a la “cosecha”, sin precisar que sea la


cosecha cafetera, y al impacto que esta cosecha tiene en el aumento de la
capacidad de compra de la población y, por lo tanto, en el aumento de la
demanda. Haría referencia, entonces, al naciente auge de la producción cafetera y
a su destino comercial, puesto que la novela destaca el año 1897

“En tiempos de cosecha se endurecía el trabajo y los compradores llegaban en multitud


con manos largas e inteligentes. Había entonces ánimo y dinero para cubrir una necesidad
o para saciar un capricho” (P. 188)

En el apartado XVI de esta novela, al hacer referencia a la fertilidad de las tierras


del Quindío, no se menciona el cultivo del café, como sí se hace con el tabaco y
maíz (después de la primera quema que seguía a la derriva).

Otro manejo del relato acerca del café se realiza en Hombres trasplantados; aquí
las referencias tienen mayor significado social y económico. Así por ejemplo, por
sus beneficios para dominar sobre la propiedad

Por consejos de Tigrero, Benjamín y Gregorio tomaron cada cual su lote y los sembraron
de café con la esperanza de obtener sobre ellos la propiedad del trabajo (P.72)

Y la forma como los pueblos se van rodeando del cultivo del café, definiendo su
característico paisaje inmediato

Rodeando el caserío se formaron las zonas del plátano y del maíz, del cafeto y del
tuberosal. ¡Aleluya...! gritaban en su entusiasmo los cultivadores. ¡Aleluya...! parecía decir
el cielo imperturbable y profundo donde todos los matices del color recorrían la gama de la
más perfecta policromía (P. 81)

Armenia, la ciudad cosmopolita y ensoñadora, índice del progreso gigante, ceñida por
cinturón de haciendas y cafetos; (P. 181).

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Y el paisaje cultural generado colectivamente

Por el camino iba encontrando grupos de campesinos que se dirigían a los diversos
corregimientos con sus cargas de café u hortalizas para ser vendidas en el mercado
dominical. No escaseaban los portadores de manualidades autóctonas fabricadas en la
propia finca en los ratos de ocio; ni tampoco los negociantes de aves de corral y pájaros
finos.(96-97)

Y la dinamización del mercado derivado de la producción cafetera y el aumento


del poder de compra

Desde el camastro la esposa escuchaba el altercado. Levantóse rápidamente y escondió


en el baúl las telitas de zaraza para los hijos que el compadre le había fiado a su marido el
día anterior, esperanzado con la cosechita del café.(P. 108)

De las seis novelas identificadas al inicio como fundacionales de la regionalidad


del Eje Cafetero, solamente Trueque, en un relato mítico y con estructura literaria
casi poética, hace referencia explícita al café, a su origen y a su proceso histórico,
social, cultural, ambiental, tecnológico, comercial; a todo lo largo de esta novela,
el café es el cuerpo central del relato . No se busca en ella elaborar una ficción, un
relato, que compita con “la verdad histórica del desarrollo de la economía
cafetera”; esta es una diferencia que se encuentra en relación con algunos
apartados de las novelas de Octavio Escobar o de Jaime Buitrago al referirse a la
colonización antioqueña. Trueque es un poema épico y una metáfora entre esta
tierra fértil y apta para el café y la fertilidad de la mujer y su similitud con la
naturaleza proveedora de múltiples recursos y sustento y formas abultadas:

Aún nadie sabe cómo, por qué o de qué manera aparecieron en la colonia tres granos de
un fruto desconocido los cuales fueron llevados por un descubridor a la vieja Remedios
para que ésta dictaminara qué eran y para qué servían...y [Remedios] empezó diciendo:

- A fé...
- Café?, interrumpió el otro repitiendo lo que había creído oír.
La vieja asintió tímidamente con la cabeza y el otro volvió a interrogar:
- Y para qué sirve?
- Luego te lo diré –dijo la Remedios- ahora dejámelos y ya lo sabrás. (P.269)

En conclusión, en cuatro de las cinco novelas aquí relacionadas, las referencias al


café son puntuales, ninguna de ellas desarrolla una temática en torno a él, se hace

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referencia, principalmente, a los años previos al auge del café en esta zona en
donde escasamente se orientaba al autoconsumo. Trueque es la única novela
cuyo tema central es el café: economía, impactos ambientales, vínculos con los
mercados internacionales, conflictos por la tierra, relaciones políticas, el
procesamiento del café, entre otros aspectos, están referidos en ella. Como se
anotó, Trueque, más que una novela, es un canto épico a la historia cafetera.

Podría concluirse que la novelística del Eje Cafetero está en deuda con la región
en cuanto a ficcionar, a partir de toda la dinámica social, política, económica y
cultural que se genera con la economía cafetera, definiendo el café como eje
temático central o, por lo menos, haciéndolo visible con mayor desarrollo, con
otros contextos temáticos. Algunos ejemplos de novelas escritas alrededor de una
actividad productiva son El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa, acerca de las
caucheras en el Congo Belga y en el Amazonas, o El sol de los Scorta, de Laurent
Gaudé, acerca de los olivares en el sur de Italia, para solo citar algunos ejemplos.

En esta forma, el agregado y


las agregaturas, el
cosechero, la chapolera, el
minifundio cafetero, la
temporalidad de la
producción, las trilladoras, la
música que acompañó a
estos productores y
cosecheros, la tipología
urbana y arquitectónica de
Chapoleras y recolectores de café
Fotografía tomada de Melitón Rodríguez fotografías.
los pueblos y de sus El Áncora Editores, Bogotá 1985 y
Germán Ferro, A lomo de Mula, Bancafé, Bogotá, 1994)
actividades, la arriería, el
arriero, el sangrero y el caporal, la fonda cafetera, el sistema de caminos, son
algunas expresiones propias de la “cultura cafetera” que aún no forman parte de
un relato que identifique, conjuntamente con otros elementos políticos, sociales,

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ambientales, el “paisaje cultural cafetero”, imbricados con los acontecimientos
regionales del siglo XX.

¿Será poca oferta para ficcionar cuando se ha entretejido una extraña liana en
esta región con los hilos de un Presidente de la República de ascendencia
cafetera, de dos míticos jefes de la guerrilla más antigua del mundo nacidos en
estas tierras cafeteras, de la única reina de belleza reconocida a nivel mundial
inderrotable por más de 50 años en un país de reinados, de mujeres a quienes le
roban su fama en desleal competencia para el desempeño de oficios antes de
exclusivos prostíbulos, de un cardenal que aspiraba por su prominente nariz los
olores de la silla papal y bendijo, con los polvos del narcotráfico, caritativas ayudas
para los pobres, de encumbrados dirigentes gremiales que se pavonean entre el
deificado establecimiento y la ilegalidad satanizada buscando la paz del país, de
bonanzas cafeteras sustituidas por bonanzas marimberas, de una región que en
menos de un siglo cambia su orgulloso “desarrollo” por plañidera pobreza, de la
abundancia de su biodiversidad y de su vulnerabilidad ambiental, de una región de
donde salió el aurífero tesoro más grande que presidente alguno haya entregado
en apátrida galantería, ...? ¡Policromía de una región!

El escenario paisajístico de la ficción

Para la UNESCO, y para los gestores de la declaración del paisaje cultural


cafetero,

Un paisaje cultural es una parte del territorio, resultado de la acción humana y su influencia
sobre factores naturales. El paisaje es el resultado de un proceso histórico natural y cultural
2
de relaciones de una comunidad con un medio ambiente determinado” .

Distintos lugares de la región del Eje Cafetero son el escenario de las novelas ya
relacionadas: en Hombres trasplantados y en El río corre hacia atrás se priorizan

2
http://paisajeculturalcafetero.org.co/contenido/descripcion. Consultado el 10 de marzo de 2013

12
escenarios del Quindío; en La Bruja de Lanta se priorizan escenarios de Caldas y
en particular de Manizales; en 1851, Folletín de cabo roto se priorizan escenarios
en el eje Medellín-Sonsón-Salamina-Manizales-Neira; Trueque tiene como
referente toda la zona productora del grano, con alusiones, inclusive, a otras
regiones de América; finalmente, Risaralda tiene como escenario el valle del río
del mismo nombre en el entorno de lo que hoy es La Virginia (Sopinga,
inicialmente).

REGIÓN DEL EJE CAFETERO


GEOGRAFÍA POLÍTICA DE LA NOVELA FUNDACIONAL

Eje Medellín-Sonsón-Salamina-Manizales-Neira
Región cafetera (1851, folletín de cabo roto)
(Trueque)

Departamento
Departamento
de Caldas
de Risaralda
Valle del río
Risaralda
(Risaralda)
Eje Abejorral-Manizales
(La bruja de lanta)

Departamento
del Quindío

Departamento del Quindío y


cuenca del río Quindío
(Hombres trasplantados y
El río corre hacia atrás)
Fuente cartográfica: SIR
Elaboró: César A. Bautista E.

Es en este contexto de relaciones entre la acción humana y el medio natural en


donde, sin lugar a duda, cobran relevancia y significado las novelas a las cuales

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se ha hecho referencia, en la construcción de imágenes que dibujan los
escenarios de la “gesta colonizadora” de esta región del eje cafetero, al pintar los
cuadros primigenios, sin que ellas se constituyan en relatos de costumbres.
Y son esas imágenes, llenas de
selva, de agua de lluvia y de ríos,
de pantanos, de sinuosos
caminos, las que constituyen los
escenarios precedentes del actual
paisaje cultural cafetero,
simplificado y empobrecido
ambientalmente. Sólo algunos
ejemplos de estas ficciones
literarias, de los muchos que
podrían referirse, ayudan a
imaginar lo que era este territorio
previo a la actual “cultura
cafetera”:
Fuente:
Los caminos de la colonización antioqueña
Organización Caminera de Antioquia

En Hombres trasplantados

Y aunque no sabían de abonos químicos, ni de biología vegetal, ni de la composición de


los terrenos, sin embargo sus cosechas eran rebosantes. La personalidad de estos
hombres se fue incorporando de tal modo al medio, que ya se sentían como elementos
nacidos allí. (P. 72)

En El río corre hacia atrás, que ficciona la colonización del río Quindío

En las borrascas [Del río Quindío] se oía a distancia su alarido de bestia flagelada, su grito
orquestal. Cuando pasaba jadeando la turbonada, entre aguas de cinabrio, viento duro y
cielo terroso, se podía presentir el destino de los viejos árboles. Sobre los lomos
desesperantes pasaban, corriendo y tropezando contra los peñales, las palizadas de
guadua, los troncos baldados, los raigones, los bejucos, las hojas hacinadas y muertas.
Parecía como si el río estuviera arrastrando el cadáver de un bosque (P.9)

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En Risaralda, que ficciona la colonización del valle del Risaralda por los negros
palenqueros procedentes de Cartago y el encuentro de los negros salvajes con los
blancos civilizadores

Valle anchuroso de Risaralda, valle lindo y macho que se va regando entre dos cordilleras
como una mancha de tinta verde...Llano esmeraldino y fanfarrón como un cadete de
primeras armas, prado caldense donde la vida es sabrosa, el sol bueno y el agua
clara;...En el principio era la selva. Era en el principio la selva inmensa, silenciosa, poblada
de ministro y de osadía...Pero un día, un negro desvirgó la pubertad de la montaña. Vino,
caballero sobre una balsa, en gitano errabundaje, huyendo de la guerra civil, y allí plantó su
tierra,... (P.31)

En Trueque, refiriéndose a cualquiera de los lugares de la región cafetera

Veníamos pues selva adentro los treinta y dos ellos [los colonos] más Lunarejo [potro
fuerte y veloz] treinta y tres y Bosquejo [perro flaco y ágil] y nosotros [los ángeles
guardianes aventureros], sin que podamos sumarnos a la cuenta por carecer de esqueleto,
un tanto preocupados. De pronto encontraron en medio de la selva un claro como del
tamaño de esta pieza y allí resolvieron pasar la noche... (P. 16)
...
Los nuevos colonos se amoldaron tan rápidamente a las condiciones de la selva que ya no
se sabían de parte alguna diferente a ésta donde el horizonte dejaba de ser horizonte para
convertirse en lindero de sus decisiones...(P.21)

En La bruja de Lanta,

Pero cuando se encontró [Valeria] con esa majestuosa panorámica de nevados, volcanes,
ríos, montañas, era indudable que el destino con sus mil rostros y un solo gesto, la había
colocado en ese lugar para que encontrara la libertad...Valeria tomó posesión de ese
territorio desde un claro que encontró en la selva de yarumos, tachuelos, arbolocos,
encenillos, guayabos, guaduas, chusques y sietecueros, que orlados con suficientes lianas
permitía que los caracoles se desplazaran con la lentitud que exige la eternidad. Desde ese
mismo claro que se encontraba en un promontorio, tenía el mirador para adivinar los cuatro
puntos cardinales que en un horizonte sin fin no oponían barrera a la visión (P. 22)

Pero ese paisaje primigenio, selvático, inhóspito, agreste, desconocido, fértil, se


transforma en los relatos, por la acción del hombre en el medio físico en el
proceso de conformación de territorio y de definición de un lugar en el mundo.

En Trueque

...y los engordadores de cerdos y de aves achicaron sus corrales y también sembraron
cafetos...La ambición por las tierras empezó entonces a crecer paralela al deseo de poseer

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más y más cafetos. Los demás cultivos fueron dejados de lado y tenidos como cosa
secundaria y quiénes más y quiénes menos todos sembraban cafetos donde antes se
enchía de miel la caña panelera y más cafetos donde el maíz venía mostrando su sonrisa
de novia núbil (P. 54-55)
...
Acostumbrados los de aquí a ver la naturaleza virgen e inviolada y satisfechos de ir
abriendo senderos por entre la selva al mero ritmo de las necesidades de su afectiva
comunicación, se vieron sorprendidos, después del convenio [entre los colonos de afuera y
los colonos de aquí], por monstruos de acero traídos tirados por caballos invisibles que
venidos de allá abrían caminos por en medio de la selva y tan distantes quedaban los
árboles de un lado al otro de la vía que diez colonos cogidos de las manos y extendidos los
brazos no alcanzaban a cerrar la brecha. Estos monstruos avanzando con sus patas de
oruga daban la impresión de alimentarse con árboles gigantescos que iban derribando de
más fácil manera que los colonos de aquí, con sus machetes, iban tronchando bejucos por
entre los árboles (P.76)

En La Bruja de Lanta, el paisaje, más urbano que rural o “regional”, se


transformará cuando, para reconstruir la ciudad luego del incendio que arrasó su
parte central, Valeria se dedica a

...contactar famosos arquitectos de Londres, París y Roma, con el objeto de que llegaran a
esta tierra a iniciar la magna obra de edificar la ciudad a la medida de sus sueños y
ambiciones, pues bien conocía ella que la debilidad de los políticos y los artistas, es hacer
el mundo a su imagen y semejanza...(P. 161)

En El río corre hacia atrás, es posible rastrear la acción humana para el cambio
del paisaje natural

Fue al principio, antes de la fundación. No había casas ni sembrados, sólo abiertos. El


monte se hacía fungoso por el humo de las quemas. La gente llegaba escotera, con la
mera semilla, clavaban cuatro palos de borrachero, armaban un techo y le tiraban encima
hojas de bijao (P. 22)

Ellos, dos años más tarde, respiraban en lo suyo, barruntaban en lo propio. Rompiendo,
sembrando, recogiendo...Eran dueños de lo que abarcaban, con el solo límite de la
necesidad, que era en ellos nada más que lo que cabía en las manos rebosadas (P23).

Hace ya dos años que estamos aquí. Hemos trabajado hasta el cansancio. Claro que el
trabajo se ha visto porque la casa está ya muy adelante...También hemos logrado romper
unas fanegadas de tierra. (P. 46).

La casa inconclusa, para seguir sosteniendo un afán.


Porque en toda obra llevada a cabo totalmente, el hombre acaba por enterrar el cadáver de
un sueño.

Y Pascual, y Nicanor, y Fortunito, y Marco, y Severiano adelantaron en conjunto el


trabajo ayudándose todos para terminar la casa de Severiano, “como si la tarea se

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llevase en lo propio. Como si los otros fuesen el pedazo bueno que hay en el
hermano” (P. 82)

Esperaron la menguante. Con otra luna no se podía echar. Ello traería serios detrimentos
en las maderas y la broma y el comején acabarían por ripiarlas (P. 83).
...
En el sitio ya se cuajaron las decisiones. Primero fue la socola: bejucos, maleza, raíces.
Desnudaban la tierra para el cómodo trajín de las (sic) Hachas...
Empezaron la derriba por el lado del arroyo. El pujo del hombre, el aletazo del pájaro, el
grito del hacha, eran una salvaje sinfonía
...
Medio corte. Que los árboles se tengan en pié. ¿Oyeron? Medio corte nada más
...[Pascual] Marcaba los cortes sobre la cáscara rugosa; conjeturaba la caída del tronco,
de acuerdo con los tajos y la dirección de los vientos; barruntaba sobre la altura y el
espesor; y presumía el poder de arrastre del madrino sobre los palos menores (P.85)

Con el paso del tiempo,

La mejora fue creciendo para dar campo al yucal, a unas matas de plátano y a unas cañas
para la bestia. El monte, bajo el castigo del hacha, se había retirado de la casa hasta más
allá del arroyo. En realidad, era un brega dura que ampollaba las manos hasta
encallecerlas. (P. 87)

En Risaralda, refiriéndose a la hacienda Portobelo en el valle del río Risaralda,

Surgió Portobelo de la nada, como si fuera obra divina...


Hasta 1906, esta maravilla verde que se llama Portobelo, era una extensión de selva
hirsuta, con árboles consulares de grandes ramazones que formaban naves extensas y
oscuras. Por la cuales erraban fieras y bichos de todo pelambre y veneno, atrincherados en
su salvajía para oponerse al zarpazo del hombre (P. 155)

Pero
Los hombres blancos entraron, el hacha al hombro y en la mano el machete ágil, entre
respetuosos y atemorizados, a esta basílica verde, de enormes naves anchurosas,
húmedas de misterio y de pavor. (P. 158-159).

En donde

Los expedicionarios iban derribando selva, lentamente. Cuando ante ellos se enfrentaba un
árbol gigantesco de varias brazas de abarcadura, lo rodeaban con denuedo y repartidos a
equidistancia, empezaban a abrirle zanjas a golpe de mache o de hacha.
...
Aún después de derribado, la montaña sigue estremecida de pavidez y espanto. Hay un
claro en el boscaje, porque el árbol secular arrastró consigo otros menores y débiles que
cayeron con él, cuando se descolgó como un huracán desde la altura desafiante, hasta la
humilde gleba mancillada (P. 162-163)

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Y ahora, gracias al “abuelo de la comarca”, el “viejo Jaramillo Ochoa”, venido de
Manizales, a quien “La República debería coronar sus sienes consulares con el
laurel cívico” (Pág. 166-168)

Portobelo es ahora mansión de maravilla y sus potreros están salpicados de miles de


novillos canelos y lucios, velloríes y negros, que pasean con filosófica mansedumbre por el
valle adulto

Pero los hechos políticos, sociales, físicos y territoriales, de los cuales se ocupan
principalmente los historiadores e investigadores de distintas disciplinas, y cuyos
relatos, por objetivos que presuman ser, no dejan de ser otra ficción, lo que no
supone que carezcan de veracidad, difieren, entre otros aspectos, de la ficción
novelística; éstos centran su preocupación en la vivencia - dramática o no - y en
la condición humana de los actores –personajes- de tales hechos. Es aquí donde
el relato de la novela complementa o es alternativa a los relatos “científicos”, sin
las pretenciones de ser otra verdad, y menos la verdad, sino otra visión o una
visión complementaria o alternativa. No cabe duda que las ficciones de las novelas
aquí referidas están soportadas en “datos históricos”, pero sólo como referencia
para dar sustento a la ficción literaria.

¿Cómo en estas novelas se valora y se configura la vida humana de esta región,


según su tiempo y lugar? Falacia, trampa, engaño, truco, astucia, son las pautas
de comportamiento de Valeria en La bruja de Lanta (P. 35), en tanto que inocencia
y buenas intenciones lo son de algunos personajes en 1851, Folletín de cabo roto;
confrontación, sin acción violenta, de los mundos muy diversos entre la cultura del
negro salvaje y el blanco civilizador se presenta en Risaralda; apropiación de
tierras sustentada en una institucionalidad heredada o en una justicia parcializada
frente a la búsqueda de un lugar sólo como medio de realización de la existencia
se encuentra en El río corre hacia atrás); de la infidelidad del amor inocente y del
incontrolado goce del cuerpo hablan 1851, Folletín de cabo roto y Risaralda,
respectivamente; la corrupción de las instituciones gubernamentales (La bruja de
Lanta, El río corre hacia atrás), y en todas ellas, la puja del hombre con la
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naturaleza selvática e indómita, son, entre otros, algunos de los tópicos como se
ficciona la naturaleza humana en estas novelas; en Trueque, la colonización
interior y la colonización desde el exterior por medio del comercio engañoso e
ilusorio del círculo vicioso del trueque entre el mundo desarrollado y el mundo que
entrega los recursos naturales en total dependencia.

¿Cuál paisaje cultural cafetero?

Las ficciones de las novelas a las que hemos hecho referencia, son una polifonía
de voces de los múltiples personajes, reales o ficticios, que construyen, bajo
diversas ópticas, bases del actual paisaje cultural cafetero. Las voces del colono,
hombres y mujeres; las voces del establecimiento que demanda un estatus quo
heredado; las voces de narradores que con sus ficciones muestran que los frutos
del paisaje cultural cafetero no son sólo cereza o pasilla, sino vidas humanas; las
voces de la naturaleza que ha sido transformada, simplificada y empobrecida, en
beneficio de un producto económico que se mide por el valor de sus
exportaciones; las voces de un Estado legalista y de un poder eclesiástico; las
voces incansables de los desesperanzados por su derecho a un lugar en el
planeta para darle sentido a su existencia.
No es poca la oferta de hechos que en esta región del Eje Cafetero se ofrecen en
derroche que definen un stock histórico a partir del cual es posible crear ficciones
que trasciendan los límites regionales y los discursos oficiales “neutros” que
magnifican, ahistóricamente, el paisaje cultural cafetero. Si el paisaje cultural
cafetero es el empobrecimiento de la biodiversidad, por lo menos desde el
lenguaje literario aún persiste la diversidad de voces que pintan de muy diversas
tonalidades el paisaje que se mira desde los balcones de los discursos oficiales y
tecnocráticos.

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