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idiosingracia

El gris también es un color (breve análisis del Guernica)


Rafael Tiburcio García

“¿Vio alguien, alguna vez, / la herrumbre de la espada?” se pregunta Iván Cruz Osorio en
Tiempo de Guernica, poemario a lo largo del cual hace una lectura actualizada de esta obra
monumental que Pablo Picasso realizara tras los bombardeos del ejército alemán en Guernica,
por orden de Francisco Franco, el 26 de abril de 1937.
Guernica en una composición de óleo (en realidad, pintura vinílica industrial) sobre lienzo en
múltiples grises, de grandes dimensiones (3.5 x 7.8 metros), cuyos elementos proponen dos
estructuras de lectura: una de tríptico y otra triangular. En la composición resaltan diversos
elementos centrados en nueve núcleos simbólicos: El toro, que representa la brutalidad y la
oscuridad; la mujer con el niño muerto nos remite a la representación de la piedad de la virgen
María y al dolor por la pérdida de la familia; la paloma, oscura y atravesada por un trazo
blanco, podría representar la paz rota; el guerrero caído, cuya mano sostiene una espada rota y
una flor, podría representar cierta esperanza en ese panorama; el sol-bombilla, en forma de ojo
es un símbolo críptico el cual se ha asociado a las bombas, al avance tecnológico e, incluso, a
una divinidad que no pueden o no quieren iluminar la escena; el caballo herido es la
personificación del horror y la tragedia ante la muerte pero también se le ha dado la lectura de
la multitud inocente afectada en el combate, a partir del propio símbolo que tiene en obras
previas de Picasso; la mujer del quinqué podría ser una alegoría fantasmal de la república; la
mujer arrodillada podría representar a los heridos en el bombardeo y por ello da la impresión de
arrastrar la pierna; mientras que la casa en llamas muestra en su interior a una mujer, que podría
simbolizar a la humanidad impotente que ya sólo puede gritar.
En el cuadro también se pueden apreciar otros elementos que forman parte de dichos símbolos:
los ojos en forma de almendras nos remiten a cierta imagen de la divinidad ausente, mientras
que otros ojos tienen forma de lágrima; las lenguas de la mujer con el niño muerto y del caballo
tienen forma de daga; las orillas de la composición y la cuadrícula del piso hacen suponer que
la escena ocurre dentro de una habitación (incluso la puerta parece abrirse hacia adentro), pero
al mismo tiempo se dan referencias exteriores como la casa en llamas y el caballo, por lo cual
este hecho no queda del todo claro; finalmente, el toro tiene ciertos rasgos del propio Picasso,
por lo que se ha determinado que además de un hecho histórico, el artista plasma también una
parte de su vida personal.
Por su dinámica y la saturación de los elementos, la composición nos orienta a leerlo de
derecha a izquierda y un poco cargados hacia arriba; una lectura tradicional, sin embargo,
iniciando por el toro, nos daría la impresión de ir de la brutalidad a sus consecuencias (espacios
vacios e incendiados) y acentuaría el caos de la escena. Como refiere el pintor Juan Genovés, es
una obra “concebida de un solo tirón, sin lugar a rectificaciones”, una obra violenta y
atropellada, aparentemente sin sentido; si bien tiene como antecedente formal el cubismo y
como antecedente simbólico los trabajos en torno a la Minotauromaquia, la obra conserva
pocos elementos de las corrientes cubistas analítica o sintética, acaso se vale de ciertas técnicas
de aquellas pero lo hace con intención de producir una obra menos cargada hacia los aspectos
formales e intelectuales del cubismo y más hacia los aspectos emocionales.
Como referente artístico, esta obra también contribuyó con el devenir de la pintura posterior:
Francis Bacón, por ejemplo, llevó ese dolor del vacío de la posguerra del ámbito social al
personal, superando a Picasso en la representación del dolor en obras como Tres estudios para
una crucifixión; mientras que Jackson Pollock, por medio de técnicas como el action painting y
el dripping, contribuyó con el rompimiento de los esquemas artísticos que el propio Picasso
ayudó a desarrollar desde inicios del siglo XX.
La validez y actualidad del Guernica radica en la representación que hace del dolor, la angustia
y la injusticia como hechos universales: el cuadro no lleva ni fecha, ni firma, ni referencia al
bombardeo y, por tanto, testimonia tanto lo que se ha vivido como lo que se podría vivir; es una
alegoría de la guerra, sí, pero en nuestro contexto lo es también de la violencia, tanto del
crimen organizado, los grupos terroristas o los mismos gobiernos, situaciones injustas que, a
pesar de las denuncias históricas, se sigue repitiendo (en el cuadro, todas las bocas, menos la
del niño muerto, están abiertas).
Como analogía, el cuadro también representa a la sociedad y a la guerra como construcciones
caóticas; sus múltiples grises (y no olvidemos que el gris también es un color), irónicamente,
potencia su impacto visual y su violencia.

Tiempo de Guernica y otros poemarios interesantes: circulodepoesia.com


Réplicas en: idiosingracia.blogspot.com

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