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Al hablar sobre el sexismo en el ámbito nacional es necesario hacer hincapié en la

realidad sociohistórica, y especialmente, en la educación secundaria en Chile; desde su


fundación en 1813, el fin de la segmentación de este tipo en 1965 y la persistencia
histórica de la desigualdad y el sexismo en la educación del siglo XX y principios del XXI.
Así como también, en los avances hacia la equidad social, obtenidos a partir de las
movilizaciones estudiantiles de los años 2006 a 2011; el trabajo desde la Unidad de
Equidad de Género, mediante el Plan Educación para la Igualdad de Género 2015-2018;
y la Ley 20.536/11 desarrollada en torno a la política nacional de convivencia escolar.
Aspectos contrapuestos dentro de una sociedad que lucha por progresar en esta materia
y formar parte de los índices de igualdad correspondientes a un país de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La evidencia empírica en Chile, a partir de las investigaciones recopiladas, dan


cuenta de ciertos aspectos ligados a la temática del sexismo. Desde su investigación,
centrada en la educación secundaria segregada por sexo, Gómez (2015) menciona a los
principales establecimientos educativos, denominados como “baluartes de la educación
secundaria”; caracterizándolos como establecimientos destacados en el ámbito
académico, pero que forman a jóvenes en espacios homo-sociales segregados.

A partir de esta realidad, se hace referencia a la permanente intención de la clase


dominante nacional por explicitar las diferenciaciones y clasificaciones sociales, ello a
partir del control de la educación formal. Además, Cabaluz y Ojeda (2011) hacen
referencia a esta segmentación, como herramienta para justificar la organización
burocrática, las líneas jerárquicas de autoridad, la fragmentación de las tareas y,
principalmente, las desigualdades remunerativas; aspectos característicos de la
organización del trabajo en la sociedad capitalista, en donde la población considera estás
desigualdades como naturales y legítimas, arraigadas fuertemente dentro de los
estereotipos sociales.

Ante el concepto señalado anteriormente, Martínez y Bivort (2013) en su abordaje


a los estereotipos en la comprensión de las desigualdades de género en educación,
señalan que estos estereotipos de género en educación y en el mundo laboral actúan,
producen y reproducen una posición epistemológica hacia la sociedad, las cuales son
reproducidas por las mismas disciplinas a las que se dedican hombres y mujeres por
separado. Aspectos que son abordados y mencionados en el informe “Educación para la
igualdad de Género, Plan (2015-2018).

Dentro de dicho existen datos importantes por exponer, los cuales se organizan
mediante los niveles educativos nacionales. Señalando lo siguiente:

1- Dentro de la educación parvularia no se registra una brecha significativa en el


acceso de niñas (51%) y niños (49%), a excepción de la modalidad de educación
especial, en donde se obtiene un 39,2% niñas y un 60,8% niños.

2- En la educación escolar se observa que la Educación Media Técnico


Profesional presenta una menor participación de mujeres, quienes conforman el 44,9% de
la matrícula total. En ella, se evidencia la segregación por género según especialización;
predominando las mujeres en las áreas técnica (80%), Comercial (64%) y Artística (53%),
mientras que los varones predominan en las áreas Industrial (83%), Agrícola (66%) y
Marítima (65%). Siendo importante también señalar las diferencias en las tasas de
deserción, las cuales (sumadas al factor económico) en el caso de las mujeres se
acrecienta ante el embarazo o maternidad; mientras que los varones lo hacen
principalmente para ingresar al mundo laboral.

3- La educación superior, en su acceso, la mayoría de los puntajes bajo 550


puntos son obtenidos por mujeres, mientras que los puntajes sobre 550 son obtenidos
mayoritariamente por hombres. En tanto el 70% de los mayores puntajes, sobre 750,
puntos son obtenidos por hombres. Siendo necesario además señalar, la preferencia de
mujeres y hombres en la educación superior, en donde las carreras universitarias con
mayor selección de mujeres en el proceso 2016 fueron vinculadas a la salud, el diseño y
las ciencias sociales, mientras que las más masculinizadas corresponden al área de las
ciencias y matemáticas. Por su parte, en la Educación Técnico Profesional, las mujeres
conforman más del 80% de las especializaciones de áreas de secretariado, educación de
párvulos, enfermería y servicio social; mientras que los hombres, se concentran en las
áreas de construcción y obras, topografía, análisis de sistemas, electrónica y automotriz.

Además de los aspectos planteados anteriormente, se hace referencia a los


porcentajes de docentes ejerciendo en diferentes contextos y niveles educativos según su
sexo, así como también algunos estándares internacionales a los cuales Chile está
adscrito, y que buscan la generación de sociedades con menos desigualdades de género
y sociales. Ante ello, se plantea abordar la educación como principal medio de
erradicación de este tipo de desigualdad, con ideas como: a) trabajar con niñas y niños de
manera heterogénea en todos los establecimientos del país; b) incluir el aspecto de
equidad de género en los currículos en la formación inicial de docentes; y c) trabajar en
los componentes de la estructura educacional y reforzar a quienes participan de la
educación informal. Los cuales serían aspectos bases para forjar nuevas ideas en favor
de un país menos sexista y excluyente.
Bibliografía

Gómez, P. (2015). Educación secundaria segregada por sexo: lo que se esconde detrás
de la “tradición”. Última década. 43 (1), 97- 133.

Martínez, S., y Bivort, B. (2013). Los estereotipos en la comprensión de las desigualdades


de género en educación, desde la psicología feminista. Psicologia & Sociedade. 25 (3),
549-558.

Mineduc, (2015). Educación para la Igualdad de Género, Plan 2015-2018. Recuperado de


http://www.mineduc.cl/wp-content/uploads/sites/19/2017/01/CartillaUEG.pdf

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