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Las riquezas de América permitieron que toda Europa creciera, no solo España y
Portugal. La Conquista dio lugar a la importación de nuevos productos agrícolas en
Europa como el tomate, el maíz, la papa o el cacao, productos que tuvieron un gran
impacto también en la economía y en los hábitos europeos de otros continentes.
Igualmente, la llegada de las variedades agrícolas y diversidades ganaderas de
Eurafrasia produjo un cambio en el paisaje productivo y alimentario del continente
americano. La introducción de minerales americanos impulsó enormemente la economía
europea pero al mismo tiempo creó situaciones de alta inflación. En los siglos
posteriores, el oro y la plata desempeñaron una función importante en el nacimiento del
capitalismo, principalmente en los Países Bajos, Gran Bretaña y Francia. La Conquista
de América fue un proceso casi permanente, ya que algunas sociedades indígenas
opusieron una resistencia constante mientras que otras nunca fueron asimiladas
completamente.
España fue la que empezó la colonización e incluso la que logró conquistar la mayor
parte de América, debido a que fue el país que obtuvo el patrocinio del viaje de
descubrimiento por medio de los Reyes Católicos. Mediante una bula del papa
Alejandro VI, se declaró legítima la posesión española de todas las tierras encontradas
más allá de trescientas leguas al oeste de las islas Azores.3 Más tarde, una ligera
modificación repartió el continente americano entre las potencias de España y Portugal,
lo cual quedaría ratificado en el Tratado de Tordesillas. Sin embargo, otras potencias
europeas se sumaron a la conquista y colonización en América posteriormente, a
menudo compitiendo entre ellas y con los imperios ya existentes. Entre ellas se
encuentran Francia, Gran Bretaña, los Países Bajos, y hasta Rusia y Dinamarca.
También, se formaron pequeñas colonias efímeras de países escandinavos en la costa
oriental de lo que actualmente forman parte los Estados Unidos.
De hecho, en la colonia encabezada por William Penn (lo que más tarde serían los
estados de Pensilvania y Delaware) inicialmente se mantuvieron relaciones pacíficas y
de amistad con los indígenas. Además, en México y Perú las mujeres pertenecientes a la
antigua nobleza formaron frecuentemente matrimonios mixtos con los conquistadores, y
parte de la intelligentsia indígena estaba aliada a los colonizadores que mantenían
algunos de sus privilegios. En la costa de Brasil, la escasez de mujeres llevó a muchos
hombres portugueses a casarse con mujeres indígenas, por lo que las línguas gerais
(língua geral paulista y Ñe'engatú), formas adaptadas de lenguas indígenas tupíes,
fueron las lenguas predominantes de la población colonial, hasta que el rey de Portugual
trató de marginarlas en favor del portugués de la metrópoli.
El colapso demográfico
Lo mismo sucedió con el Imperio inca, derrotado por Francisco Pizarro en 1531. La
primera epidemia de viruela fue en 1529 y mató entre otros al Emperador Huayna
Cápac, padre de Atahualpa. Nuevas epidemias de viruela se declararon en 1533, 1535,
1558 y 1565, así como de tifus en 1546, gripe en 1558, difteria en 1614 y sarampión en
1618.44 Dobyns estimó que el 90 % de la población del Imperio inca murió en esas
epidemias. En Norteamérica la cultura misisipiana colapsó aparentemente poco después
de la expedición de Hernando de Soto; él transcurrió meses con sus tropas en el actual
territorio de Estados Unidos y se piensa que pudo transmitir enfermedades contagiosas a
la poblaciones indígenas.