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Documento formal:
Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente
amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir un [territorio]
habitable. No se trata de destruir y de crear nuevos [territorios] supuestamente más ecológicos,
donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace falta incorporar la historia, la cultura y la
arquitectura de un lugar, manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también
supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De
manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora de analizar
cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo el lenguaje científico-
técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no solo en el sentido de los monumentos del
pasado, sino especialmente en su sentido vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse
a la hora de repensar la relación del ser humano con el ambiente...La visión consumista del ser
humano, alentada por los engranajes de la actual economía globalizada, tiende a
homogeneizar las culturas y a debilitar la inmensa variedad cultural, que es un tesoro de la
humanidad. (Papa Francisco, Encíclica Laudato Si, p. ¿?)
Mediante este comentario, el Papa Francisco nos exhorta a atender con la mayor atención y el
mayor cuidado las dinámicas culturales de los diversos territorios y comunidades que habitan
nuestro planeta, y cuyas expresiones culturales hacen parte vital y esencial del conjunto
humano que las crea y hace vivas. Su llamado es de particular relevancia para el conjunto del
mundo educativo, especialmente aquel que aborda el maravilloso mundo de las artes, incluida,
por supuesto, la música. En este sentido, parecería ser imperativo para las escuelas de música
a todo nivel abordar con especial ímpetu el estudio del riquísimo y siempre dinámico mundo
de las músicas locales y regionales del conglomerado cultural de comunidades de las cuales
dichas escuelas son cercanas o parte activa. En el caso de la Carrera de Estudios Musicales de
la Pontificia Universidad Javeriana, las prácticas y expresiones musicales relevantes son
aquellas que circulan efervescentemente por toda la geografía nacional colombiana y regional
latinoamericana, y que llevan el signo de unas tradiciones cambiantes y dinámicas; tradiciones
impregnadas de la riqueza histórica de las comunidades que las han ido tejiendo para
convertirlas en expresión fundamental de identidad y en fuente riquísima e inagotable de
saberes y sentires, o, en otros términos, de modos de saberse y sentirse en este mundo.
El estudio crítico y receptivo de las tradiciones que nos circundan parecería, en principio, un
llamado natural en cualquier disciplina de corte humanístico. Sería absurdo, en otras palabras,
pensar en la necesidad de justificar la apertura de espacios prominentes dedicados al estudio
de músicas colombianas o latinoamericanas en un programa de pregrado de música situado en
Colombia. Resultaría casi una obviedad que esos espacios existieran, y de este modo
inexplicable el ímpetu del llamado del Papa. Pero ese ímpetu tiene, en efecto, un asidero en la
historia de los estudios profesionales de música, espacios en donde infortunadamente ha
habido una tendencia a privilegiar ciertas tradiciones musicales llamadas anteriormente
“universales”, en perjuicio de la exclusión sistemática de las tradiciones musicales regionales
de nuestro país y nuestro subcontinente. En este respecto, como lo han evidenciado diversos
estudios y posturas críticas a lo largo de las últimas décadas, hay aristas políticas signadas por
procesos de exclusión de estas músicas de los currículos formales durante décadas, detrás de
la cual parece existir una postura ideológica que aparece naturalizada en círculos académicos.
Esta situación de exclusión de las músicas tradicionales y locales ha venido cambiando en las
últimas décadas, con la aparición, en el contexto local, de programas de pregrado como el de
la ASAB de la Universidad Distrital, con programas de formación en instrumentos folclóricos en
los programas musicales de licenciatura, y con iniciativas valiosas de investigación, entre las
cuales se encuentran las lideradas por los profesores Oscar Hernández, Leonor Convers, y
Andrés Samper del Departamento de Música de la PUJ. Recientemente se han abierto en el
contexto local programas de posgrado como el de la Universidad El Bosque y el de la
Universidad de Antioquia, enfocados en el estudio de músicas tradicionales colombianas y/o
latinoamericanas, con un grado de énfasis variado entre la práctica y la investigación. En la
Maestría en Música de la PUJ se han abierto espacios para el estudio de instrumentos
asociados a estas prácticas musicales, ofreciendo énfasis en formación instrumental en
bandola y tiple. Aun así, es claro para nosotros que aún hay mucho camino por recorrer para
sacar estas músicas de las iniciativas individuales y de la periferia, a veces anecdótica, de la
mayoría de programas formales de formación profesional en música, dentro de los cuales se
incluye el de la Carrera de Estudios Musicales de la PUJ.
Como lo sugiere el texto del Laudato Si al aplicarlo al campo de la música, y lo han demostrado
las experiencias formativas e investigativas anteriormente mencionadas, apostarle a la
aparición de un espacio prominente para el estudio teórico y práctico de las músicas
colombianas regionales, como lo es en este caso la propuesta de creación de un énfasis
dedicado a esta labor, resulta en una oportunidad formativa, estética, y ecológica de enorme
valor. Nos preguntamos acá, ¿por qué seguir privando a nuestros estudiantes de la
oportunidad de beber de este pozo profundo de sonidos, sistemas y formas de ver el mundo?
Sin una apuesta frontal y decidida por abrir un espacio formal de estudio e interacción con
estas músicas y sus comunidades estamos desaprovechando formas de hacer y aprender la
música signadas por el despliegue de las voces individuales y la celebración colectiva que bien
nos viene mirar con mayor cuidado desde la formación formal. Más aún cuando son músicas
asociadas a contextos en los que la mayor parte de nuestros estudiantes se van a mover y con
los cuales están dialogando y van a tener que dialogar. Creemos firmemente que permitir que
el proyecto javeriano fragüe sus fortalezas (ampliamente evidenciadas durante estas dos
décadas nacional e internacionalmente) con este diálogo más activo con el ecosistema musical
local, potenciaría su propuesta desde el punto de vista artístico y pedagógico, y sin duda lo
convertiría en un referente para el campo de la educación musical a nivel superior en América
Latina y, por qué no, también en el ámbito mundial.
Tenemos, sin duda, muchas cosas para contarle al mundo desde este rincón del planeta, por lo
que es nuestro deber estudiarlas, conocerlas, y experimentarlas con mayor intensidad y
profundidad. La apertura de un nuevo énfasis dedicado al estudio teórico y práctico de
músicas regionales colombianas apunta precisamente a generar el espacio propicio para lograr
este objetivo. En últimas, no solo estamos buscando el enriquecimiento musical, artístico, y
humano, de nuestra comunidad académica, sino—siguiendo el llamado del Papa—una
experiencia vital más sana y más sensible a nuestros contextos, contribuyendo así a una mayor
conciencia colectiva y un mayor cuidado de nuestra “casa común”.
Por este se hace preciso generar divisiones, para efecto del estudio de las músicas locales, que
sean en la medida de lo posible respetuosas de estas dinámicas para no anular su diversidad.
Al mismo tiempo, se hace necesario estudiar las músicas tradicionales a partir de la
comprensión de estos procesos de relación y no como unidades estancas y sin movimiento a
través del espacio/tiempo. Desde esta perspectiva, las músicas regionales pueden ser
caracterizadas a partir de tres coordenadas: lo geoeconómico, las estructuras sonoras, y las
interrelaciones de esta estructura con otras del contexto o distantes (Bedoya, ). Una
caracterización que admite, por cierto, niveles cada vez más finos de división y de micro
caracterizaciones. En esta línea, la idea de sistema como cuerpo integrador que implica
siempre un fenómeno autónomo en interrelación con otros sistemas mayores (Bedoya,), cobra
relevancia.
Por otra parte, y también dentro de una perspectiva integradora que busca romper con el
arquetipo de regiones cerradas y dotarlo de niveles más finos de caracterización a partir del
tener en cuenta la diversidad de prácticas musicales situadas, el Ministerio de Cultura hace
una propuesta de Escuelas de Música Tradicional (). Se plantean 11 ejes de músicas, que nos
parecen un buen punto de partida para plantear la delimitación de los núcleos de estudios del
énfasis. Nos permitimos agrupar estos ejes en seis sistemas:
Sistema 6
Músicas isleñas (San Andrés y Providencia)
El estudiante del énfasis elige, desde su ingreso, un sistema (1, 2, 3 o 4) como opción de línea.
A lo largo del pregrado, desarrollará un conocimiento en profundidad de este Sistema, en
cuanto a sus principales roles e instrumentos idiosincráticos. Al tiempo que recibe una
formación especializada en un instrumento de ese Sistema.
Por ejemplo, un estudiante ingresa como cuatrista al énfasis dentro del Sistema 4, de músicas
llaneras. Durante su pregrado recibe formación en clase individual con un profesor de cuatro al
tiempo que una formación básica en otros instrumentos del formato tradicional del sistema a
partir de la comprensión de los roles: Melódico (Bandola llanera y Arpa), Armónico - Tímbrico
(bajo y maracas). Se espera, pues, que este estudiante se gradúe como ‘cuatrista’, con un
proyecto artístico personal, pero con un conocimiento importante de los roles y principales
toques de los instrumentos protagonistas del sistema llanero.
Por otra parte, el estudiante recibirá una formación más general, a lo largo del ciclo 1 -de
fundamentación - en los demás Sistemas dentro de las asignaturas teórico-prácticas que le
ofrece el énfasis. Es posible visualizar este camino de formación a través del siguiente
esquema de círculos concéntricos, en el cual el proyecto artístico (amarrado a su instrumento
principal) está en el centro:
En línea con lo anterior, el énfasis hace una apuesta por favorecer la movilidad de sus
estudiantes a las regiones en donde existen prácticas vivas dentro de cada uno de estos
sistemas. Entendemos que hay acá una oportunidad valiosa para acercarse a fuentes situadas
de conocimientos que además acontecen en rituales de circunstancia y en el marco de tejidos
culturales complejos y ricos que sin duda pueden ser una fuente de aprendizajes valiosa para
los estudiantes.
Esta movilidad ocurrirá en el marco de estancias cuya duración depende del tipo de
visita. Por ejemplo, de una a dos semanas si se trata de asistir a un festival, o de uno a
seis meses si el estudiante ha optado por una experiencia más contundente. Se espera
que el estudiante pueda convivir con una comunidad de músicos en territorio e
interactuar con ellos por periodos más largos de tiempo teniendo una experiencia
‘desde adentro’ ya no solo de la música sino también de la cultura que da un marco a
la expresión musical. En este sentido, se trabajará en llave con las asociaciones
comunitarias locales, redes de músicos, así como con proyectos de investigación y
gestión que tengan contactos activos con músicos en los territorios como, por ejemplo,
Sonidos Enraizados, Corpomúsica y algunas universidades en Región.
De otro lado, y considerando las dinámicas de las músicas regionales que migran de sus lugares
y se transforman al entrar en contacto con nuevos entornos, las prácticas musicales de los
estudiantes ocurrirán también en Bogotá, en contextos de la ciudad en donde la ejecución
de estas músicas tiene lugar. Estas posibilidades de práctica se enmarcan en ámbitos de
educación tanto formales como no formales, o en espacios que son resultado
de aquellas dinámicas propias de las músicas mismas, trasladadas a Bogotá.
En otras palabras, el énfasis promoverá las prácticas musicales en seis
ámbitos complementarios:
1. Práctica musical en región.
2. Práctica musical en Bogotá. El estudiante se vincula a un grupo activo en la ciudad.
3. Práctica musical enmarcada en el ámbito no formal (academias, escuelas
representativas de las regiones) que pueden estar dentro o fuera de Bogotá.
4. Práctica musical en la ciudad, con un grupo organizado y propuesto por el estudiante.
5. Práctica musical en otra institución universitaria.
6. Práctica musical en la universidad que será abierta a otros énfasis, pero con
participación sujeta a audición.
Cualquiera que sea la práctica escogida por el estudiante, será siempre pensada también como
experiencia académica, acompañada por procesos de reflexión sistemática mediada por el uso
de instrumentos como bitácoras, diarios de campo o entrevistas y tendrán el acompañamiento
de un profesor del área respectiva.
4. Objetivos de formación
Generar búsquedas de una voz personal del estudiante a partir de la cual pueda
generar proyectos artísticos originales individuales y colectivos.
Desarrollar la capacidad para realizar arreglos y crear música original a partir de los
materiales musicales básicos de los sistemas abordados.
5. Perfil de ingreso
6. Perfil de egreso