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CAPÍTULO 10
1
Gerard Martin MEDELLÍN. TRAGEDIA Y RESURRECCIÓN 1975-2010
Convenio Interadministrativo NO. 4600017541 de 2009
ENTREGA ENERO 2011
1
Periodización propuesta por Pablo Emilio Angarita et allí, Dinámicas de Guerra y Construcción de Paz.
Estudio Interdisciplinario del conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín, Universidad de Antioquia, 2008,
p. 19
2
Gerard Martin MEDELLÍN. TRAGEDIA Y RESURRECCIÓN 1975-2010
Convenio Interadministrativo NO. 4600017541 de 2009
ENTREGA ENERO 2011
Es así que, por ejemplo, en la Comuna 1, una vez cerrado el Campamento de Paz,
se formó ahí la banda de Los Nachos, integrada, entre otros, por jóvenes que
habían participado en el proceso. Dedicada al control territorial, la banda incurrió
pronto en prácticas de boleteo, robo, atraco, y venta de drogas ilícitas. Algunos
habitantes del barrio, cansados de los abusos, organizaron, hacia 1985 ó 1986,
con espíritu de autodefensa barrial, la banda Los Capuchos, que a su vez también
tenía entre sus miembros ex integrantes del M-19 y jóvenes salidos de los
Campamentos de Paz. Los Capuchos combinaron el vigilantismo con la limpieza
2
Diego Bedoya Marín, Op. Cit,, p. 38
3
Fabio Zambrano, “Prefacio” en Alonso Salazar y Ana María Jaramillo, “Medellín: las subculturas del
Narcotráfico”, CINEP, Bogotá 1992, p,13 ,
4
Alonso Salazar, No Nacimos Pa’Semilla, Cinep, Bogotá, p. 192.
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Entre los grupos milicianos existentes en 1993 estaban en particular (con en cursivo los
que entraran en negociaciones de paz en 1994): (i) con influencia ELN: las Milicias Data Acquisition Lab! 1/10/11 3:42 PM
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Populares del Valle de Aburra, las Milicias 6 y 7 de Noviembre; (ii) con influencia EPL:
los Comandos Obreros Populares; (iii) con influencia FARC: las Milicias Bolivarianas; (iv)
con influencia de la Corriente de Renovacion Socialista: Milicias America Libre, Milicias
Populares Revolucionarias; (v) de caracter autonomo: Milicias Populares del Pueblo para
el Pueblo (MPPP), Milicias Pueblo Unido, Milicias Che Guevara, Milicias Obreras 1 de
Mayo, y Milicias Metropolitanas. Ver Ana Maria Jaramillo, “Milicias Populares en
Medellin: entre la guerra y la paz”, Corporacion Region, Medellin, 1994.
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Ahora bien, los que mandaron sobre las milicias intentaron que estos se
comportaran en esencia igual que las guerrillas rurales, cínicamente
reinterpretando las necesidades de la gente en cuyo medio operaron, ahí para
cooptar campesinos y colonos, aquí para cooptar pobladores urbanos pobres.
Algunos efectivamente impusieron algo de regulación y orden, tanto así, que
algunos vecinos les calificaron como “sicarios buenos”, que parece ante todo un
contradicció in terminus.8 Sin embargo, en la urbe, las cooptaciones terminaron
siendo más inestables y precarias que en lo rural, en parte porque tenían que
operar de forma más clandestina por la misma densidad demográfica y la mayor
presencia institucional. Por ejemplo, por débil y corrupta que pudiera ser la fuerza
pública, su presencia les impidió de todos modos un control total, sea cual fuere la
dosis de arbitrariedad y terror que aplicaron. Dependiendo del tipo de liderazgo y
de los antecedentes criminales de uno u otro jefe miliciano, del grado de
corrupción de la Policía en el respectivo sector de la ciudad, y del carácter de las
6
Ver Clara Lucía Pérez Arroyave e Inés Ofelia Londoño, “Caracterización de los Jóvenes de Medellín.
Sistematización de 130 fuentes bibliográficas”, Fundación Social, Secretaría de Bienestar Social, Corporación
Paisa Joven, 1997.
7
Ana María Jaramillo, Ramiro Ceballos y Marta Inés Villa, En la encrucijada: Conflicto y cultura política en el
Medellín de los noventa. 1998.
8
En entrevistas realizadas en la Comuna 13 en 2005 por Pablo Emilio Angarita et allí, Op. Cit, p. 78
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En otras, como las comunas 8, 9 y 13, las milicias terminaron siendo, en los años
90, el actor ilegal principal. Estos sectores no habían participado de manera
decidida en el posicionamiento de bandas duras y chichipatas al servicio del
narcotráfico. Las FARC en particular, entendieron que sus milicias podrían en este
vacío encontrar oportunidades. Ahí, más que las bandas con sus híbridas lógicas
de criminalidad y limpieza social, o los paramilitares que vinieron después, eran
entonces las milicias guerrilleras las que impusieron la lógica del paredón. Los
llamados Comandos Armados del Pueblo (CAP), con influencia de las FARC,
tenían presencia en barrios de la Comuna 13, entre otras.
Aun así, algunas milicias obtuvieron un apoyo social tácito, por lo menos inicial, en
aquellos vecindarios donde en efecto lograron devolver algo de “tranquilidad y
justicia”, como decían los vecinos, aunque fuera aplicando juicios populares y
ejecuciones extra judiciales a ladrones, viciosos y otros desechables. Hay
evidencia de que un número significativo de los habitantes de las comunidades
afectadas contribuyeron sin mayor resistencia – y con pocas alternativas – al
sostenimiento de las milicias y su aplicación de sanciones duras. Había tolerancia
9
En http://www.oitcinterfor.org/public/spanish/region/ampro/cinterfor/temas/youth/doc/not/libro217/libro217.pdf.
280210
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y aceptación del actuar miliciano, aún entre familiares de quienes cayeron víctimas
de su furor: “(Era) como resignación, porque la gente decía ‘es que aquel
muchacho era malo’”. No fue excepcional que las mamás dijeran: “es que mi
muchacho andaba en cosas malas, y ya”.10 Esa sumisión al terror, solamente se
logra entender en el contexto de una fuerza pública desbordada y una
administración de justicia en esencia inoperante. Bajo aquellas condiciones, ¿qué
otra reacción se podría esperar de los habitantes de un vecindario frente a unos
jóvenes potentados armados, cuya arbitrariedad y terror parecía querer imitar las
lógicas de Pol Pot?
Las milicias eran a corto plazo viables ya que lograron fortalecerse a expensas de
la marginalidad, aprovechar la debilidad institucional, y movilizar cierta legitimidad
social. Sin embargo, sus esfuerzos de imponer de manera autoritaria un orden
privado, desplazando y liquidando formas tradicionales de regulación social,
siempre terminó en arbitrariedades y terror, y por ende en la pérdida de la poca
legitimidad que inicialmente habían logrado captar.
10
Entrevista con una mujer en la Comuna 13, 2005, realizada por el Pablo Emilio Angarita et alli, Op. Cit, p.
77.
11
M-19, el Partido Revolucionario de los Trabajadores - PRT, el Ejército Popular de Liberación - EPL, el
Movimiento Armado Quintín Lame, los Comandos Ernesto Rojas, la Corriente de Renovación Socialista y el
Frente Francisco Garnica.
12
El atentado tuvo lugar el 14 de abril de 1997. Ver Mario Agudelo, ¿Qué pasa en Cuba que Fidel no se
afeita? De las armas a la esperanza. Un diálogo con Jaime Jaramillo Panesso, Ed. ITM, Medellín, 2005, pp.
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La incapacidad del Estado para evitar la arremetida de las FARC contra los
reinsertados del EPL, resultó, en Urabá, en una alianza estratégica y poco
transparente, entre el desmovilizado EPL y la estructura de autodefensa ACCU de
los hermanos Castaño, quienes acababan de celebrar con los Pepes la
eliminación de Escobar. Fidel Castaño (alias Rambo) había desde 1990, en vano,
intentado llegar a algún arreglo con las FARC. Justo cuando se alistaba para la
guerra, y estaba reorganizando su aparato en Urabá un mes después de la
eliminación de Escobar, el mismo fue asesinado, y su hermano Carlos retomó la
jefatura de las ACCU. El conocimiento del EPL acerca de las lógicas operativas de
las FARC en Urabá será un ingrediente esencial en la sangrienta pero exitosa
estrategia de las ACCU en la región. A su vez, la protección de las ACCU permitió
que los desmovilizados del EPL lograran coronar exitosamente su transformación
en una fuerza política local, conquistando varias alcaldías en la región. Agudelo
mismo terminó siendo alcalde de Apartadó (2001-2003).
El 1992 Medellin mostro por primera vez en quince años una leve tendencia
descendiente de los homicidios en la ciudad, y al comienzo de 1993 el entonces
gobernador de Antioquia, Gilberto Echeverri Mejía13, solicitó en una carta al
presidente Gaviria considerar la posibilidad de abrir algún tipo de negociación
hacia un sometimiento a la justicia de las milicias urbanas en Medellín. El
gobernador estimó en su carta que había 5.000 milicianos en la ciudad, lo que era
una evidente exageración, sin duda para dar mayor peso político a la solicitud. A
finales de 1993, tres semanas después de la muerte de Escobar, el gobierno
Gaviria se apropió por fin de la propuesta e introdujo un marco legal específico
para el sometimiento a la justicia de las milicias.14
235-242 En un atentado anterior contra su vida perpetrado por las FARC con una granada en un
establecimiento público en Apartado, murió una joven y quedaron 12 personas heridas, incluso Mario.
13
Una década más tarde, el ex gobernador Gilberto Echeverri y el gobernador Aníbal Gaviria (2004-2007), del
cual el primero era el Asesor de Paz, serán secuestrados por las FARC y más tarde, durante una operación
de rescate por parte de la fuerza pública, asesinados por las FARC.
14
Ley 104 de diciembre de 1993.
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Por su carácter urbano y localizado, el acuerdo con las milicias revestía aspectos
diferentes a los celebrados con los ocho grupos guerrilleros rurales, aunque
también había similitudes. Primero, la Alcaldía de Medellín, en cabeza de Luis
Alfredo Ramos, se comprometió con la realización de obras de infraestructura vial
y mejora en servicios de educación, salud, recreación y equipamientos colectivos,
15
Participo tambien un grupo mucho mas pequeno, las Milicias Metropolitanas.
16
“Acuerdo final Gobierno-Milicias para la convivencia ciudadana”, se firmó con las Milicias Populares del
Pueblo y para el Pueblo, Milicias Independientes del Valle de Aburrá y Milicias Metropolitanas, el 26 de mayo
de 1994. Ver documento adjunto al Acta 131 del Concejo de Medellín del 27 de junio de 1994, pp.215-228. El
proceso se cumplió en la casa finca de la Media Luna, ubicada en la vía a Santa Elena, al oriente de Medellín.
17
El consejero presidencial de Paz era Carlos Eduardo Jaramillo.
18
El Acuerdo concertaba la favorabilidad política y la creación de circunscripciones electorales especiales
para los movimientos políticos surgidos de grupos desmovilizados.
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para áreas de influencia (no exclusiva) de estos grupos milicianos, es decir en las
cuatro comunas de la zona nororiental (la 1, 2, 3, y 4) y en la comuna 6 en la
noroccidental. Para estos fines la Alcaldía instaló por cada comuna afectada
mesas de trabajo para el análisis y la búsqueda de soluciones a los problemas que
confrontaba, según los vecinos, cada uno de estos sectores. Para evitar la
fragmentación de la inversión en pequeños proyectos sin impactos sociales
significativos, la Consejería Presidencial sugirió priorizar un par de proyectos más
ambiciosos. De esto, resultó la construcción de un colegio entre los barrios
Guadalupe y Granizal (Comuna 3) y alrededor de un proyecto de mejoramiento
integral de barrios, la consolidación de un Núcleo de Vida Ciudadana, liderado por
la Universidad Nacional, en Villa del Socorro (Comuna 2).
Los núcleos, con sus objetivos de una normalización de la vida ciudadana con
apoyo de la Consejería Presidencial y la Alcaldía, incluían servicios mejorados de
Inspección de Policía, de Conciliación de Conflictos, de Comisaría de Familia, de
Consultorio Jurídico, y de Derechos de la Comunidad, y ofrecían oficina para
reuniones de los organismos comunitarios de los barrios. La Policía Nacional
acompañó el esfuerzo con un programa de actividades cívicas y comunitarias para
bachilleres. La Consejería Presidencial garantizó cupos para la formación
empresarial de grupos de jóvenes entre 16 y 29 años y Pastoral Social capacitó a
cincuenta miembros de las Milicias para que colaboraran en el desarrollo de un
programa de promoción social. Como parte de los esfuerzos de generación de
empleo un grupo de ex milicianos recibió la permisión de crear una cooperativa de
seguridad, –Coosercom–, que fue dotada con armas amparadas,19 para garantizar
servicios de seguridad privada en barrios de influencia original de estos milicianos.
Otro aspecto del acuerdo era el apoyo del nivel nacional y local a la reinserción
propia de los ex milicianos, incluso la promoción del proceso y sus avances a
través de publicaciones, programas de televisión y radio; tramitación de cédula de
ciudadanía, libreta militar, pasado judicial, validación del bachillerato, realización
de convenios para estudios vocacionales y superiores; créditos para el desarrollo
de proyectos productivos; desarrollo de programas de vivienda y consecución de
subsidios. Además, se concertaba beneficios jurídicos, en particular posibilidades
19
Entrevista del autor con Hugo Acero, junio de 2008, Bogotá. quien era en ese entonces asesor del
Consejero de Modernización del Estado (Jorge Hernán Cárdenas) e invitado por el Consejero Presidencial
para la Paz (Carlos Eduardo Jaramillo) para ayudar con el tema de las negociaciones con las milicias en
Medellín. Posteriormente, de 1995 a 2003, durante las administraciones de Antanas Mockus y Enrique
Peñalosa, Hugo Acero fue sub-Secretario de Gobierno para la Seguridad y Convivencia de la Administración
Distrital de Bogotá. Según Hugo, toda la documentación correspondiente del proceso con las Milicias en
Medellín se dejó bien organizada y archivada en Presidencia.
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El fracaso del proceso ha sido atribuido a una variedad de causas. Primero, a las
debilidades inherentes de una mini desmovilización que dejó intacto el grueso de
las milicias. Los gobiernos Nacional, departamental y municipal, igual que las
entidades facilitadores del proceso, esperaron, como vimos, que la negociación
con un puñado de grupos milicianos, en la medida que fuera exitosa, animaría a
las demás a entrar también, olvidándose de la intransigencia de las FARC y del
ELN. Pero, no se tomaron las medidas necesarias para blindar el proceso contra
las eventuales acciones hostiles de milicias u otros grupos armados que se habían
quedado, por su propia decisión, fuera del proceso. Además, el Gobierno Nacional
apoyó la reintegración, y garantizó la inversión social en barrios donde estos
grupos milicianos tenían presencia, lo que de manera implícita, era acordarles una
legitimidad política, no necesariamente bien recibida por otros grupos de milicias
todavía activos en los mismos barrios o sectores.
20
Bajo la Ley 104 de 1993, los milicianos podrían obtener beneficios por colaboración eficaz con la justicia,
siempre y cuando no fueran delitos de secuestro, delitos atroces, ni delitos cuya pena mínima legal excediera
los ocho (8) años de prisión.
21
Entrevista del autor con Hugo Acero, Junio 2008, Bogotá.
22
Carlos Hernán Correa fue asesinado, a los 28 años, el 8 de julio de 1994, con varios impactos de arma de
fuego, por dos personas que las autoridades nunca pudieron identificar, cuando regresaba a su residencia en
la zona Nororiental. Ver Ana María Jaramillo, Ramiro Ceballos y Marta Inés Villa, Op. Cit.,
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Había entonces un riesgo evidente de que otros actores pudieran atacar contra los
reinsertados, para contestar no solamente sus ambiciones políticas, sino también
sus juegos de poder, evidenciada en la Cooperativa de Seguridad, con su
pretensión de volver a manejar armas en el sector. Segundo, aunque fue evidente
que decenas de jóvenes milicianos desmovilizados continuaron relacionándose
con grupos de milicianos aún activos, jugando a dos bandas, el Gobierno
Nacional, la Alcaldía y las entidades que acompañaron el proceso, prefirieron
guardar silencio o intentar corregir estas “fallas” por fuera del debate público,
abriendo la vía a la desinstitucionalización del proceso. Tercero, no se
establecieron los recursos financieros necesarios para llevar a cabo un proceso
integral de DDR. No hubo mecanismos e instrumentos de seguimiento y
evaluación para monitorear cada componente del proceso, no se definieron y
aplicaron sanciones ejemplares para aquellos desmovilizados que no cumplieran
con sus responsabilidades asumidas bajo el Acuerdo. Tampoco hubo una
adecuada caracterización de los interlocutores. Cuarto, el modelo de reinserción
utilizado fue en esencia asistencialista, como lo había sido también con el EPL, el
M-19 y los otros seis grupos de guerrilla, aunque mucho menos bien estructurado.
El Gobierno entregó taxis y becas como incentivos, pero sin un acompañamiento
integral intensivo e individualizado por parte de un equipo profesional
interdisciplinario para garantizar la duración, la construcción y la concreción de
planes de vida por cada joven involucrado. Esto dejó a los jóvenes a expensas de
las mismas formas de socialización, muchas veces desviadas, que habían
frecuentado antes de la desmovilización, dificultando un cambio en sus trayectos
de desarrollo personal. Quinto, no se introdujo una atención diferenciada para
diferentes tipos de desmovilizados. Entre ellos había jóvenes quienes ya estaban
en carreras criminales e, inclusive, habían incurrido en homicidios u otros delitos
graves y que requerían sin duda proyectos de resocialización diferentes a
desmovilizados con antecedentes penales menos pesados. En el mismo sentido,
fue una ilusión poder transformar a todos los milicianos en microempresarios, y
menos aun en un plazo tan corto, como de algún modo el proceso pretendía.
Tampoco se introdujo un trato especial para los mandos medios, quienes
quedaron en el limbo entre la base y los dirigentes, estos últimos beneficiados con
un reconocimiento político oficial. Sexto, no se garantizó ninguna forma de verdad,
justicia y reparación a las víctimas y la comunidad, generando la impresión que
para recibir la atención del Estado, mejor era ser victimario que víctima. Séptimo,
la formula de permitir que los desmovilizados crearan y operaran una cooperativa
de seguridad para operar en barrios que continuaron calificándose entre los más
letales en la ciudad, con una tasa de homicidios todavía por encima del 200 per
100.000 habitantes, era inconsistente con los mismos propósitos del proceso y de
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Entrevista (2008) con Hugo Acero.
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Alex Chacón Usquiano, “Desarrollo del Acuerdo para la Convivencia Ciudadana. Santa Elena, Medellín, 26
de mayo de 1994. Comentarios”, en Ana Daza, Op. Cit., p. 217
25
Ídem, p. 218
26
Ídem, pp. 222, 224.
27
Ídem, p. 224
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En el terreno, las rencillas del pasado, las deudas pendientes, las disputas
intestinas por el poder, las vendettas en los barrios y las peleas por el control
sobre diversos negocios ilícitos, hicieron el resto y derivaron en otros 200
asesinatos adicionales en los rangos de los ex milicianos. Es decir, en los dos
primeros años del proceso, a partir de la firma del Acuerdo, murieron de manera
violenta la mitad de los 650 participantes.28
A primera vista, la negociación con las milicias en 1994 no figuró entonces como
una ruptura o un nuevo inicio. Aun así, el episodio contribuyó a que se comenzara
a definir un papel municipal en el tema de la desmovilización – con la creación de
la Oficina Municipal para Paz y Reconciliación –. Además, no es imposible que el
proceso haya de todos modos contribuido a la radical mejoría en el tema de
homicidios observada en la ciudad entre 1994 y 1995, cuando estos se redujeron
de forma radical, de 5.911 a 4.379 o sea una reducción en 1.532 casos, mientras a
nivel nacional, sobre el mismo período, la reducción era de 1.520 casos, de 26.828
a 25.398 homicidios.29 De todos modos, Cali también experimentó una reducción
significativa de los homicidios – de 3.140 (1994) a 2.209 (1995), o sea 931 casos
nominales – y Bogotá una más liviana (de 3.885 a 3.363, o sea 522 homicidios).
Faltaría un análisis más detallado para saber cuál parte de la mejora en Medellín
podría corresponder a un impacto del proceso de desmovilización miliciano,
cuánto por ejemplo, a la desmovilización de los ocho grupos guerrilleros, cuánto a
los programas de la Consejería Presidencial, o cuánto a reformas institucionales
resultados de la nueva Constitución.
Aunque lo de las milicias más bien fue un experimento ad hoc, que terminó siendo
una experiencia amarga, el compromiso que muchos en el sector público y privado
asumieron con este proceso, se tradujo en un mini boom de estudios y
publicaciones acerca del tema,30 y en una serie de lecciones aprendidas que serán
más tarde aprovechadas para el diseño del programa municipal de apoyo a la
reinserción de los paramilitares de las AUC desde 2003 en adelante.
28
El proceso fue objeto de varios debates en el Concejo, en 1995 y 1996, en los cuales intervinieron actores
públicos y privados, como el Defensor del Pueblo y el director del Instituto Popular de Capacitación – IPC –.
Ver Juan Carlos Vélez Rendón, “Conflicto y Guerra: la lucha por el orden en Medellín”, en Revista Estudios
Políticos, No. 18, Enero-Junio 2000, Medellín, p. 79
29
El año después, de 1995 y 1996, el descenso en Medellín es mucho más leve (300 homicidios nominales), y
en 1997 hubo nuevamente un leve incremento.
30
Ver los textos y artículos escritos sobre este proceso.
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En barrios más informales, y periféricos, con su carácter medio ilegal por la falta
de títulos de propiedad y la abundancia de conexiones ilegales a la red de
servicios públicos, el vigilantismo comunitario tradicional encontró un terreno
menos fértil por la proliferación de bandas chichipatas, de grupos de limpieza
social, y más tarde de milicias, quienes todos a la vez aspiraron a imponer formas
de vigilantismo y de control social. Algo similar sucede en micro-territorios con alta
densidad de negocios ilegales o criminales, como en partes del barrio Antioquia,
con su tráfico de armas y de drogas ilícitas, o áreas como Niquitao y Lovaina con
su concentración de plazas de vicio. Ahí operan más bien los llamados
campaneros, quienes contratados por bandas o miembros de familias que
manejan plazas de vicio u otros negocios ilegales, están alertas y avisan con algún
grito u otro llamado de atención aleatorio preacordado – “todo bonito”, “hágalo”,
“nato” – de la llegada de los tombos, de la ley u otro actor no deseado. De
inmediato, compradores y vendedores se ponen mosca (atención), para que no les
pillen y los carritos, es decir las personas que andan con una bomba (equivalente
a 70 porciones de bazuco), o cualquier otra mercancía al por mayor, se pierden.
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El marco legal definía que las Convivir podría únicamente prestar apoyo a la
fuerza pública en términos de información, mientras la utilización de armas de
defensa personal y de radios de comunicación se hará bajo un estricto control. Sin
embargo, similar a lo que vimos ya en el caso de la Coosercom, la manera real de
operar de una serie de Convivir – no necesariamente todas – desbordó pronto su
marco legal, y era además muy difícil de controlar por una Superintendencia
operando desde Bogotá. Rápidamente, las Convivir comenzaron a ser duramente
criticadas por supuestamente incurrir en arbitrariedades y abusos de poder, por
portar armas largas, constreñir a la comunidad y operar no tanto bajo las órdenes
de la fuerza pública, sino de estructuras paramilitares, en concreto de las ACCU
en Urabá.
31
Ley 62 de 1993.
32
Decreto Ley 356 de 1994, autoriza la creación y el funcionamiento de Cooperativas de Vigilancia y
seguridad.
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Valle del Aburrá,33 trece en Urabá (creados en 1997, posterior a los de Medellín) y
otras tantas en otras zonas rurales del Departamento.
33
IPC, “Dinámicas que caracterizan el conflicto político armado en Antioquia”, inédito.
34
Ver Acta del Concejo No. 47 del 19 de mayo de 1995, y Acta del Concejo No 231 del 9 de julio de 1996.
35
Ver Juan Carlos Vélez Rendón, “Conflicto y guerra: …”, p. 78.
36
El fallo declaró exequible el Decreto 356 de 1994, pero prohibió el porte de armas de uso restringido y la
realización de labores de inteligencia. El fallo implicó algo así como una vigencia formal, pero una derogación
material.
37
Segun Mancuso – no la mejor fuente - existian hacia 1997 un total de 414 Convivir en el
pais. Ver Glenda Martinez, Mancuso: su vida, Bogota, Grupo Editorial Norma, 2004
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En cuanto a los hermanos Castaño, ellos escogieron para sus propios propósitos
anti-subversivos en Córdoba y Urabá, eclécticamente, del modelo MAS y del
modelo Acdegam, y crearon en 1987 las ya mencionadas Autodefensas
Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), auto definidas como un “movimiento de
ciudadanos armados, de carácter antisubversivo, que no atenta contra el Estado y
tampoco depende ni es una prolongación de él”. Según Fidel Castaño, el primero
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Pero mientras el gobierno no logró definir qué hacer con los paramilitares –
combatirlos o negociar con ellos – y no logró aterrizar en una política uniforme
hacia el fenómeno,43 en territorios afectados, muchos habitantes y grupos de
interés llegaron a una convivencia pragmática con ellos. Desde ahí, precisamente,
nace en particular el caso de las ACCU en Urabá, su carácter hibrido, de lógicas
narco, paramilitar y anti-subversiva con apoyos activos y pasivos entre una
población rural desilusionada con la poca capacidad estatal en temas de
seguridad y justicia en particular, y terrorizada por la violenta cooptacion de las
organizaciones sindicales, campesina y de pobladores urbanos por las FARC y el
EPL, quienes, en abierta confrontación, asesinaron y massacraron
sistemáticamente la supuesta “base social” del otro, ademas de competir con
secuestros e extorsion por el control politico criminal de sectores de la economia
regional, en particular las plantaciones bananeras, el transporte, asi como el
chance y otros negocios lucrativos.
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En cuanto a los capos del cartel de Cali, aunque colaboradores de los Pepes, la
relación con la gente de Medellín se terminaba retensionando. El 10 de junio de
1994, una bolsa-bomba exploto en el centro de Medellín, en el recién inaugurado
Parque San Antonio, al pie de una escultura en forma de pájaro del maestro
Fernando Botero, justo cuando se festejaba el Festival de Música del Caribe.
Murieron 22 personas y hubo más de cien heridas. El Parque San Antonio era
precisamente uno de los primeros esfuerzos municipales para regenerar el tan
sufrido centro histórico de la ciudad, con la creación de un nuevo espacio público.
Su realizacion era considerado, entre otros objetivos, ser un signo de esperanza,
estimular los ciudadanos a volver al espacio publico, y promover la convivencia
con actividades como las realizadas por la Alianza Francesa, que con audacia
decidio crear su nuevo sede en el borde del Parque. El atentado era entonces un
dramático llamado a la atención a que la muerte de Escobar, seis meses
anteriores, no implicaba el final de la barbarie y del terrorismo en la ciudad. Unos
atribuyeron la bomba a milicias de las FARC, otros a las del ELN, estos últimos
operando bajo dirección de un tal Antonio López, alias Job, quien pronto
abandonara la revolución para trabajar para las AUC y en concreto para el
también ex guerrillero don Berna. Otros opinaron que la bomba era un acto de
venganza por la captura de Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los capos del
cartel de Cali, el día anterior al atentado, y quien, según algunos fue sapeado por
la gente de Medellín.
Esta última explicación cogió mayor fuerza nueve meses más tarde, cuando en
una operación que la Policía se atribuyó con orgullo, fue dado de baja en Medellín,
el fugitivo José “Chepe” Santacruz, otro capo principal del cartel de Cali. Hoy
sabemos, sin embargo, que Chepe, después de haber escapado de la cárcel en
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La verdad se demorara una decada a conocer. Era un falso positivo avant la lettre,
es decir, mucho antes de que estos se hicieran famosos durante la presidencia de
Uribe. Tambien se revelo una decada mas tarde, que quien llevo, por
negociaciones secretas con las autoridades, el cadáver de Chepe a Cali para
entregarlo a su familia, fue Nicolás Escobar Gaviria, el hijo de Roberto, en un
esfuerzo de los Escobar Gaviria de consolidar la paz con los Rodriguez Orejuela y
la gente de Cali.47
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muy allegada a la familia de Pablo Escobar – e una hija en Medellín, donde trabajo
como Jefe del Departamento de Servicios Generales de una gran empresa
exportadora de banano. Aunque no quede claro si la empresa conocía de sus
siniestros antecedentes, el contrario es poco probable, por el simple hecho de que
las empresas bananeras confrontaron muy complejas condiciones de seguridad en
terminos de extorsion, secuestros e asesinatos, y venian robusteciendo sus
sistemas de inteligencia y de informacion, precisamente tambien para evitar
infiltraciones subversivas en su personal.
En 1991 Doblecero regresó donde Fidel, justo cuando este estaba, como
contribución al proceso de desmovilización de los ocho grupos guerrilleros, y en
particular del EPL en Urabá y Córdoba, desarmando parte de su gente y, como
vimos, entregando siete fincas para un proyecto de cooperativas y de desarrollo
alternativo llamado Prodepaz. Enseguida, Doblecero se ensañó entonces con los
Castano en los Pepes, no obstante la cercanía de su esposa a la familia Escobar.
48
Ídem, p. 258.
49
Ídem, p. 65
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Con la salida de don Berna, se aflojó el control piramidal sobre los mercados
criminales en la ciudad. En sus fisuras se infiltraron una vez más las milicias
autonomas, del ELN y en particular de las FARC. Los capos mismos se vieron
afectados por el recrudecimiento guerrillero y miliciano. Es probable que fuera la
guerrilla quien secuestró en 1995 y 1996 los dos hijos de Gustavo Upegui, el
gerente de la Oficina de Envigado. Otra posibilidad es que los secuestros se
realizaron en relacion con tensiones por la distribucion de la herencia de Escobar.
50
Algunas fuentes atribuyen el atentado a la banda La Terraza, que inició su vida, hacia mitad de los 80s, en
relación con la banda Escobar, y supuestamente evolucionó después en un brazo armado de don Berna y la
Oficina. Sin embargo, por la época del atentado, la relación se habría tensionado, posiblemente porque la
Terraza le robó una caleta a los Castaño o porque los Castaño y don Berna se vieron forzados, bajo presión
de determinados enlaces dentro de la fuerza pública, de recortar las alas a la Terraza después de que la
banda hizo una operación en la cual perdieron la vida varios miembros de la Institución.
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menos desde Medellin, pero los practicas no cambiaron tanto. Desde la provincia
se multiplicaron evidentes prácticas mafiosas de infiltración de agencias públicas y
privadas, y hubia nuevamente amplia complicidad de sectores de la fuerza pública.
En paralelo, los frentes de las FARC estaban también cada vez más involucrados
en el tráfico de cocaína, una plaga para los narcos, la misma que Gacha ya habia
intentado erradicar con sus esfuerzas paramilitares en el Magdalen Medio. Es
hacia este nebuloso conjunto de fuerzas criminales con su mezcla de narcotrafico,
antisubversion, paramilitarismo y practicas mafiosas que Castaño pronto lanza su
propuesta de federalización nacional de paramilitares en las AUC.
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Hacia 1996, don Berna se refugió como vimos donde Carlos Castaño, en la zona
de Urabá, justo cuando éste estaba planeando la expansión territorial nacional de
su nueva iniciativa paramilitar AUC, formalmente creado en 1997. Castaño
concebía las AUC como una federalización de iniciativas y estructuras
paramilitares ya existentes, como su propio ACCU, con el cual, asesorado por
desmovilizados del EPL, y en alianza con segmentos de la Fuerza Pública, venía
de librar una sangrienta pero exitosa campaña de expulsión de las FARC de
Urabá, o por lo menos de sus territorios económicamente más importantes, en
particular de su zona bananera, donde las FARC habían comenzado a eliminar
sistemáticamente los ex combatientes y dirigentes del EPL. La opinión pública
redescubrió el tema paramilitar precisamente por medio de las masacres y otros
horrores que acompañaron el accionar de las ACCU en Urabá.
Sin embargo, en Urabá misma, la expulsión a sangre y fuego de las FARC era
recibida con agrado no solamente por los reinsertados del EPL y por todos
aquellos que habían simpatizado con su proceso de DDR – entre ellos bananeros,
ganaderos, comerciantes y el obispo Duarte Cansino – sino por todos los que
requerían condiciones de seguridad para sus inversiones, por los que habían
sufrido en carne propia vacunas, extorsiones, secuestros y asesinatos, entre ellos
capataces y administradores de fincas, empresas de transporte, hoteles,
restaurantes y otros negocios comerciales, y por amplios sectores populares,
cansados de una década de guerras locales – en particular entre FARC y EPL – y
que habían dejado miles de muertos en la región. Con el EPL desmovilizado y las
FARC expulsadas, el leviatán ACCU garantizaba la paz. Una paz armada, pero
una paz de todos modos, en la medida que los homicidios disminuyeron
radicalmente en la región.
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Hay que resaltar además, como ha explicado uno de los íntimos del conflicto en
Urabá, que los paras “lograron capitalizar a mandos medios y combatientes de las
FARC y de las milicias, desertores quienes se vincularon a sus filas y se
convirtieron en la fuente de información más importante para su accionar”.52
Es entonces por su éxito con las ACCU, que Carlos y Vicente Castaño crearon, en
1997, las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC – con la aspiración de formar
reunir en una estructura nacional, organizaciones de autodefensa paramilitar e
anti-subversiva similar a las ACCU. La iniciativa recibió el apoyo de hacendados y
comerciantes cansados de los abusos de la guerrilla, políticos interesados en
presentarse electoralmente como defensores de estos intereses, narcotraficantes
y otras estructuras criminales, aunque insistieron en bajar el ritmo al terror, para no
generar tanto escandalo.53 En este espiritu, y tambien ante las voces de rechazo
de sectores nacionales e internacionales por las crueldades perpetradas en Urabá
por las ACCU, Carlos Castaño, en una de las primeras cumbres de las AUC,
realizada en 1997 en el municipio de San Pedro de Urabá, ,aseguró que las AUC
no recurrirían a magnicidios y homicidios múltiples, y que se concentrarían en la
lógica – esta si considerada necesaria – de eliminar líderes comunitarios, sociales,
políticos y barriales con supuestas relaciones con la subversión. La dificultad
inherente de concretizar en la practica un proyecto unitario nacional liderado por
los Castano, que respetara a la vez la autonomia de cada una de las estructuras
por federar, provocara pronto cualquier cantidad de tensiones internos, incluso
entre los dos hermanos. Carlos, acompanado por ex ideologos del EPL, y de la
vieja escuela de Escobar, comenzaba ademas a orientrar las AUC cada vez mas
políticamente, mientras Vicente operaba a la sombra, como el gran narcotraficante
que era.54
51
Palabras del hermano de Doblecero, en A Cívico, p. 263.
52
Mario Agudelo, Op. Cit., p. 249
53
El Colombiano, “Se alían grupos de Autodefensa”, 21 de abril de 1997, página 2a.
54
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Igual que en otras zonas del país, la consolidación guerrillera catalizó entonces
una contra-reacción en términos de apoyo a los grupos paramilitares, dando lugar
a una evidente polarización, como lo describe el analista francés Daniel Pecaut,
“las atrocidades (de) los actores armados, las masacres sistemáticas, en el caso
de los paramilitares; la destrucción de pueblos, los asesinatos y los secuestros, en
el caso de la guerrilla, inducen progresivamente, en el plano local, sobre todo,
pero no solamente, la división de la sociedad y la difusión del clima de guerra”.57 Al
mismo tiempo, en Medellín, tensiones alrededor de la Oficina de Envigado también
requerían medidas de Berna y Castaño, Upegui para salvaguardar sus intereses
criminales en el valle del Aburrá, complicando aún más el panorama.
Para mostrar que las AUC no era solamente una idea, a partir su fundacion se
creo tambien el Bloque Metro, para meterse con el Valle del Aburra y el Oriente
Cercano, ambos de manera incremental confrontado con operaciones del ELN y
de las FARC. El frente fue puesto bajo la direccion de Doblecero, y se integro
incicialmente por combatientes del ACCU y de algunos otros regiones, con el
objetivo de organizar Grupos de Autodefensa Urbana – Grau – para con ellos
desplazar las milicias y otras estructuras guerrilleras. En concreto esto implicaba
que la ocupacion de territorios por el Frente Metro se hara con su violento
55
Natalia Morales y Santiago de la Rotta, Op., Cit, p. 214. Según Don Berna, en declaración ante la Fiscalía
(28 de octubre de 2005), “muchos ciudadanos de Medellín de todas clases, industriales, comerciantes, le
pidieron a Carlos Castaño que llevara las autodefensas a la ciudad”. Sin embargo, en distintas ocasiones, las
declaraciones de Don Berna han probado ser falsas.
56
Otro hermano, Héctor Castaño, estaba desde 1989 encargado de gerenciar las propiedades de los Castaño
en Medellín, cuando estas todavía estaban cercanas a Escobar. Héctor fue capturado y pago dos meses de
cárcel, y se abstuvo aparentemente de volver a los negocios. Ver Aldo Cívico, Op. Cit, p. 232.
57
Daniel Pecaut, Guerra contra la Sociedad, 2001, p. 18
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En 1999, las AUC, en una de sus tantas declaraciones con las cuales venia
inundando los medios y el pais, acusaron las FARC de incurrir en narcotráfico en
la zona de desmilitarización o despeje del Caguan, que se acababa de crear como
resultado de negociaciones de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana (1998-
2002) y el grupo guerrilleroen el departamento del Caquetá, donde continuaban a
abundar cultivos y laboratiorios de cocaine, casi dos decadas después de su
creación por Gacha. De hecho, quien habia continuado a gerenciar esta
infraestructura después de la muerte de Gacho (1989) era su antiguo socio
Leonidas Vargas, El Rey del Caqueta. Vargas, sin embargo, fue capturado en
1993 y sentenciado por una combinación de penas de 45 anos de prison, y
todavía eataba en prision (aunque saldra en 2001, después de haber pagado a
penas 8 anos de prision). No solamente las FARC habian logrado aprovechar la
semi-ausencia de Vargas, captando parte de sus negocios, sino que los Castano
sabian por supuesto quien era quien en las rutas por el Caqueta. De ahí que las
denuncias de las AUC no solamente eran muy concretas y precisas, sino que
concluyeron que las FARC, ademas de narcotraficantes, tenían carácter de para-
subversión, en la medida que el Estado, por omisión, les dejaba perpetrar en la
zona de despeje, a toda libertad, este e otros negocios crímenes.58 La
preocupación con la zona del despeja y la libertad dejado por Pastrana al actuar
criminal de las FARC, era compartido por mas de uno en el pais. Pescando en rio
revuelto, las AUC entendieron que tenian una oportunidad de oro. El proyecto
AUC y las ambiciones de Castaño comenzaron rápidamente a tomar un aire de
“un populismo autoritario de extrema derecha”59, como observaba un experto en
1998, pero ante todo un todo un aire política.
58
Ídem, pp. 201 y 462
59
Eduardo Pizarro, “Grupos paramilitares, de autodefensa o guerrillas de derecho?, en Revista Cambio, 26 de
enero de 1998, pp. 25-26
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Otra indicador de esta mezcla de narcos y paras en las AUC, es que hacia finales
de los 90s, reencontramos entre los comandantes de bloques regionales de las
AUC toda una serie de viejos conocidos de la época de Escobar. Ramiro “Cuco”
Vanoy, nacido en Cundinamarca, y quien se hizo en las esmeraldas, fue
lugarteniente de Gacha60, y figuraba ahora de comandante del sangriento Bloque
Mineros de las AUC, en la región del Bajo Cauca; Carlos Mario Jiménez, alias
Macaco61, que figuraba en los rangos de Escobar, ahora era el capo del Bloque
Central Bolívar, la estructura paramilitar AUC más grande y poderosa en el país,
con unos 5,000 hombres; Francisco Javier Zuluaga, alias Gordolindo, otro bandido
de los círculos de Escobar, también estaba de comandante. Las continuidades
eran más que evidentes.
Por supuesto, también aparecían figuras nuevas, como Salvatore Mancuso. Nació
en la ciudad de Montería, hijo de comerciantes italianos instalados ahí, y realizó
estudios técnicos agropecuarios, y se puso a cultivar arroz en el sur del
departamento de Córdoba. Por la presión extorsiva de la guerrilla, comenzó a
cooperar con la fuerza pública, y se convirtió en un líder local antisubversivo antes
de entrar en contacto con los Castano y sus ACCU, hacia 1996. Mancuso y su
60
Nació en Cundinamarca, en 1948, un año anterior a Escobar.
61
Hijo de un comerciante de carnes del municipio de Marsella (Risaralda).
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gente es entonces otro de las primeras que entran a cooperar bajo la estructura
AUC. Al mismo tiempo, parece que Mancuso se dejó ahora tambien tentar por
entrar también en el narcotráfico para financiar sus operaciones y aumentar su
riqueza personal. Ampliando por ejemplo sus 200 hectáreas de arroz a 60.000 de
las mejores tierras ganaderas en Córdoba.62
Es en este contexto que los hermanos Castaño, al tiempo que crearon y alistaron
un gran número de bloques narco paramilitares en diferentes zonas del país,
encargaron a Doblecero liderar el Bloque Metro, que operaba inicialmente como
una satélite de las ACCU, para penetrar Medellín y la zona del oriente cercano.
Dentro de Medellín ya había de todos modos estructuras armadas que
simpatizaron con las AUC y que mantenían contactos con Berna, Vicente, o Carlos
Castaño. Uno de estos grupos era activo en la Universidad de Antioquia contra
supuestas influencias subversivas en el campus de la Universidad, que hospedaba
ahora unos 20.000 estudiantes.63
62
Ver Aldo Cívico, Op, Cit., p. 234. Según la misma fuente, Cuco Vanoy sería propietario de unas 25.000
has., don Berna de 45.000; Macaco de 50.000; Monoleche de 20.000; a Vicente Castaño se atribuye entre
otros la totalidad de la prosperidad – bien que titulado en nombre de empresas de testaferros, constituidos
entre 1997 y 2003 – de las 20.000 has. dedicadas a palma Africana en el sur de Urabá.
63
Carlos Castaño, Las Autodefensas…, pp. 206, 264, 266, 466, 623
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De hecho, Berna estaba reorientandose sobre Medellin en relacion con una serie
de desafíos a su poder, en particular la captura, en 1998, por la fuerza pública, de
64
Aldo Civio, Op. Cit. p. 92, 93
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65
De estas, una década más tarde, 28 estaban libres….
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Dentro del valle de Aburrá, el panorama era a la vez más complejo y mas simple.
Por un lado, Berna era muy cercano a Vicente Castano en particular, y sus
operaciones anti-subversivas dentro de la ciudad eran muy probablemente
fuertemente coordinado con los dos hermanos. Al mismo tiempo, sin embargo,
Berna, más allá del narcotráfico, ya tenía penetrada una variedad de sectores
grises de la economía local y se estaba ahora posicionando para aparecer como el
nuevo patron de ciudad. La diversificación de los narcos en el mercado criminal
local se fortalecia mucho durante los 1990s, y representaba, al comienzo del
nuevo siglo, una caracteristica mucho mas central del crimen organizado en la
ciudad que en la época de Escobar. EL hermano de Doblecero – no
necesariamente una fuente muy objetiva - ha dado el siguiente retrato de Don
Berna como nuevo capo del bajo mundo de Medellín:
“(Don Berna) era un hombre con gran poder coercitivo que hacía
de juez entre los narcos, cobraba cuentas, dirimía disputas, era la
fiscalía del narcotráfico. (…) Mi hermano [Doblecero] decía que el
problema de esa “fiscalía” es que era juez y parte; si había un
conflicto se dirimía en favor del que era socio de Don Berna. De
esa manera (él) llego a ser un hombre muy poderoso en el mundo
de lo ilícito (aunque), no tanto del narcotráfico, eso fue como
accesorio. La gente lo involucraba porque le interesaba como
socio, no porque fuera un amante del narcotráfico. El más bien era
amante de su oficina de cobros y del poder y del respeto que ese
poder le generaba. (Él) ya era muy respetado en el mundo del
hampo. (…) Medellín siempre ha sido feliz viviendo con los ojos
cerrados, pero para los que sabían que se movía detrás de la
cortina de la aparente paz, sabían que don Berna era uno de los
más importantes capos – si no él, quien más – del crimen
organizado en la ciudad (…): apuestas, casinos, contratación
pública, narcotráfico, vínculos con políticos de Envigado. Por
ejemplo, en esa época había un político muy reconocido, de mucho
peso en la política de Antioquia, y cuando yo lo conocí y el supo
que yo era hermano de Doblecero, me abrazó y me felicito y me
dijo que nosotros éramos de los mismos, y yo le pregunte: “¿Cómo
así, doctor?”, y me contesto: “Si, es que yo soy de don Berna”.66
66
Palabras del hermano de Doblecero, en Aldo Cívico, Op. Cit, p. 268
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Para meter orden en la pelea cada vez más abierta entre Berna con su bloque
Cacique Nutibara, y Doblecero son su bloque Metro, por el control del valle del
Aburrá, Carlos Castaño, como jefe de las AUC, terminó dividiendo el territorio:
“Usted [Doblecero] coja la zona de la comuna nororiental y de ahí coge el oriente
de Antioquia, y déjele el valle de Aburrá a don Berna”67. Para Doblecero, sin
embargo, la situación ya se estaba calentando. Otro capo, John Jairo Rendón
Herrera (alias Yesid) le hizo el siguiente consejo: “No se ponga a seguir peleando
por Medellín que lo salen matando y no se gana nada, porque Medellín, usted no
la conoce bien, Medellín es un nido de bandidos. (….) Déjele Medellín a Don
Berna.68 Doblecero no quiso aceptar el consejo. La situación le costara otra guerra
a la ciudad, y la muerte a Doblecero.
67
Ídem, p. 266, .267).
68
Palabras que el hermano de Doblecero afirma haber escuchado pronunciar. En Aldo CIvio, Op. Cit, p. 268-
269
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Si uno miraba más de cerca, había todavia continuidades en personas que dirigían
tal oficina, Convivir o banda. Estas continuidades personales y micro-grupales, con
su know how del actuar micro-territorial, hacían posible que surgieran tan
rápidamente actores solamente en apariencia nuevos, como el Bloque Cacique
Nutibara, para apoderarse del bajo mundo en toda la ciudad. Berna incorporaba, él
mismo, aquella continuidad: guerrillero, guardaespalda de los Galeano miembro
del cartel de Medellín, mando operativo para los Castaño y Galeano dentro de los
Pepes, co-jefe de la Oficina de Envigado, asesor de las ACCU, comandante del
Bloque Cacique Nutibara y capo de las AUC. La opinión pública, los medios y la
fuerza pública desconocieron buena parte de todo esto, apenas comenzaron a
escuchar hablar de don Berna, pero lo escucharon mencionar como uno de los
tantos capos operativos en las AUC, de las cuales Carlos Castano, incluso dentro
de Medellin, continuaba a ser la cabeza visible.
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La presión sobre la banda la Terraza era tal, que ésta lanzo en 2000 un grito al
cielo, con un comunicado publico, solicitando protección al presidente Pastrana
(1998-2002) contra “las mal llamadas AUC”.73 Según el comunicado, las AUC “no
70
Según el investigador Juan Diego Restrepo de la ONG IPC, en Natalia Morales y Santiago de la Rotta, Op.
Cit, p. 222
71
El Tiempo, “La poderosa banda la Terraza”, enero 13, 2000. Otros hablan de 200 integrantes. Ver Juan
Carlos Garzon, “La complejidad paramilitar: una aproximación estrategica”, en Alfredo Rangel (ed.), El poder
paramilitar, Bogota, Ed. Planeta, 2005, p. 64
72
Carlos Castaño, en Mauricio Aranguren, Op, Cit, pp 295-96
73
El comunicado de la banda La Terraza, fechado el 29 de noviembre de 2000, y que puede ser consultado
en internet, contenía otras explosivas denuncias – sin entregar ninguna prueba concreta - acerca de las
supuestas relaciones que las AUC y la Terraza mantenían con agencias del Estado. Mencionaba en particular
al general Luis Ernesto Gilibert, por supuestamente haber celebrado reuniones con los Pepes cuando era
Comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá; al general Rosso Serrano que “junto con sus
hombres de confianza y algunos miembros del cartel del norte del Valle habían sido huéspedes de Carlos
Castaño en Tierralta Córdoba, donde Castaño entregó importante información de los Rodríguez Orejuela y
sus socios, a cambio de ayuda (….) pues Carlos Castaño fue escolta de Miguel Rodríguez y sabía mucho de
sus movimientos”; al general Alfredo Salgado Méndez, “alias Tragón”, y sucesor de Gilibert como comandante
de la Policía Metropolitana del valle del Aburrá, por supuestas reuniones con Upegui, Castaño y Don Berna y
formación conjunta del grupo Muerte a Jaladores de Carros (Mahaca); al general Luis Alfredo Rodríguez
Pérez, otro comandante de la Metropolitana por ser “el más criminal, el más deshonesto que de forma
fraudulenta y amañada cambiaba los informes que sus subalternos le presentaban”, y “fue el autor intelectual
de tantas muertes selectivas”. El comunicado de la Terraza también mencionó, con nombre propio, a un jefe
del grupo Gaula, un oficial de la Dijin y a un mayor supuestamente encargado de ejecutar el secuestro y la
desaparición de Jairo Bedoya, miembro de la Organización indígena de Antioquia OIA , y “a quien a principios
del año, nuestro grupo le hizo entrega de un carro Volkswagen Golf morado con material explosivo para que
se anotara un positivo en su hoja de vida.”; menciona con nombre propio a un mayor quien, supuestamente,
junto con subalternos y Castaño contribuyó a “capturar de confianza y luego asesinar a Chepe Santacruz (y)
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son más que una banda de mafia paramilitar al mando del general Jorge Enrique
Mora Rangel y del ex-general Harold Bedoya los cuales dan ordenes directas a su
marioneta de cabecera Carlos Castaño Gil.” En el mismo explosivo comunicado,
retomado por los medios, la banda (o una faccion de ella) denunciaba que una
serie de magnicidios entre 1997 y 1999, “fueron todos ordenados por el genocida
general Mora Rangel y (…) Carlos Castaño alegó que era un favorcito”. Entre
estos magnicidios se encontraron, según el comunicado, el de dos investigadores
del Centro de Investigación y Educación Popular CINEP en Bogotá, Elsa Alvarado
y Mario Calderón, y el padre de la primera74; el del defensor de derechos humanos
Jesús María Valle en Medellín, poco después de haber reemplazado el asesinado
Héctor Abad Gómez75; el del abogado comunista Eduardo Umaña Mendoza en
Bogotá76; el del profesor de antropología Hernán Henao en sus oficinas de la
Universidad de Antioquia77; y el del humorista Jaime Garzón en Bogotá78. Además,
según el comunicado de la Terraza, todas estas personas, excepto los
investigadores del Cinep, “las ejecutamos con la misma arma de fuego que
conservamos como prueba fundamental y se hará llegar a las autoridades
competentes cuando esta sea solicitada”. Terminaron diciendo que entendieron “la
gravedad de la denuncia, pero existen bases sólidas para sustentarla, ya que
nosotros estuvimos en las entrañas de ese nido de víboras por algunos años.”
Carlos Castaño, confrontado con estas revelaciones, dejaba entender, que por lo
menos en el caso del antropólogo Hernán Henao, no se trataba de una orden
suya, sino “de la iniciativa autónoma de alguna banda en Medellín [es decir: La
Terraza], que simpatizaba con las AUC y tenía voceros dentro de la Universidad
luego lo entregaron a una patrulla del GOES [Grupo Anti-Extorsión y Secuestro de la Policía Nacional]”; por fin
el Coronel Hernán Bonilla quien supuestamente “capturó a Elkin Sánchez [el jefe de la Terraza] a mediados
del año 97, (pero dejó que este último) recobrara su libertad a los ocho días (y el Coronel) aseguró que fue
una equivocación (y) se le hizo entrega de cinco millones de pesos fuera de su nomina mensual igual a la de
todos los altos oficiales de la nomina de siete millones de pesos”. Para el comunicado completo, ver Aldo
Civico, Op, Cit, p. 258
74
El asesinato de los dos investigadores del Cinep y del padre de uno de los dos tuvo lugar el 19 de mayo de
1997.
75
Valle fue asesinado el 27 de febrero de 1998 en Medellín. Valle había formulado en particular críticas sobre
una masacre en los sectores de El Aro y de La Granja del municipio de Ituango, donde era concejal, y la
implicación en ella de paramilitares y la IV Brigada del Ejército bajo la comandancia de Alfonso Manosalva
(muerto de manera sorpresiva en 1997). También sostuvo arduos debates acerca del tema con el entonces
gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe. Tres sindicados han sido condenados en ausencia por el asesinato de
Valle: Álvaro Goez y Jorge Eliécer Rodríguez ambos a 40 años de prisión, y Carlos Castaño a 20.
76
Eduardo Umaña Mendoza fue asesinado el 18 de abril de 1998. Mancuso, en una declaración, ha
reconocido la autoría de las AUC.
77
Hernán Henao fue asesinado el 4 de mayo de 1999. Carlos Castaño, en su libro Mi confesión, declaró que
ordenó asesinar a Henao porque, según creyó, colaboraba con la guerrilla y por escribir un libro contra las
autodefensas que fue difundido en Europa. En junio de 2006 Carlos Castaño (asesinado en 2004) fue
acusado en ausencia por la Fiscalía como autor intelectual del crimen en retaliación de un trabajo de Henao
sobre las familias desplazadas por la violencia en el Urabá antioqueño. Otros han argumentado que la acción
fue realizada de manera autónoma por La Terraza, en simpatía con las AUC.
78
Jaime Garzón fue asesinado el 13 de agosto de 1999.
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Otro magnicidio de este período que ha quedado impune fue el de Fernando Landazábal Reyes,
comandante del ejército del presidente Turbay Ayala (1978-82) y Ministro de Defensa durante la
administración Belisario Betancur (1982-1986). Este asesinato tuvo lugar el 12 de mayo de 1998.
80
El 23 y 24 de enero de 2000. Data Acquisition Lab! 1/10/11 3:43 PM
81
Se trataba de Uberney Giraldo y José Evelio Gallo. Unos 750 guerrilleros que formaron el grueso de la Deleted: ,
Corriente de Renovación Socialista CRS – una división del ELN – se desmovilizaron en 1994. El grupo tenía
en especial presencia en el departamento de Córdoba, en la zona de Urabá y en la ciudad de Medellín.
82
El joven se llamaba Hildebrando Cañaveral. Data Acquisition Lab! 1/10/11 3:43 PM
83
Ver El Colombiano, Enero 24, 2000. Deleted: e
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Mientras don Berna surgió como el nuevo capo de todos los capos en el bajo
mundo de Medellín – aunque sin mostrarse en público, y sin que se le conozca
mansiones u otras propiedades, como era costumbre en la época de Escobar – la
guerra en la ciudad entre el Bloque Cacique Nutibara87 y el Bloque Metro se
degradó rápidamente. Como buen alumno de Escobar, Carlos Castaño prometió
ahora dos millones de pesos por cada muerto entre la gente de su viejo amigo
intimo Doblecero. La guerra entre los dos bloques, y la dada entre estos y las
milicias del ELN y las FARC, se calentó en particular en las comunas centro
orientales de la 8 y la 9 y en la centro occidental, la 13. Estos territorios se
84
Ver El Colombiano, enero 27, 2000
85
Ver http://www.gwu.edu/~nsarchiv/colombia/20000208.pdf
86
Hernando Corral, “El paramilitarismo que conocí: testimonio”, en Para Política. Verdades y Mentiras,
Bogotá, Ed. Planeta, 2008, p. 280, 283
87
Según Natalia Morales y Santiago de la Rotta, Op. Cit, p. 218.
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transformaron otra vez en campos de guerra, con la sociedad civil por medio.
Cada teatro tenia de todos modos sus particularidades. En la 8 y la 9 operaron
unas milicias del ELN en confrontación con la banda Los Chamizos, que ahora se
dejo articular a las AUC, sin necesariamente entender las peleas entre los dos
bloques AUC operativos en la ciudad. Otra confrontación fue la que sostuvieron
las bandas de los barrios Caicedo y La Sierra, en la cual se infiltraron tanto milicias
como paramilitares.88 En este mismo sector, otras milicias como las del 8 de
marzo, proclive al ELN, y los comandos urbanos 6 y 7 de noviembre, de origen
miliciano más independiente, también fueron eliminados o cooptados por las AUC
en su esfuerzo por tomar el control hegemónico criminal de la zona.
10.7 Conclusión
88
Este conflicto figura en el documental La Sierra (2005), realizado por Margarita Martínez y Scott Dalton.
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Sistema de pago “gota a gota” utilizado por aquellas personas de escasos recursos que requieren un
préstamo y no pueden acceder al sistema financiero regular. Manejado por agiotistas que llegan a cobrar un
700% anual de intereses.
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