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Indiscutiblemente los desafíos que nos presenta el coronavirus no son un asunto de patrullas de

policía, multas y sanciones. Estamos ante algo mucho más profundo; está en juego la ética
ciudadana.

Mi compromiso ético ciudadano para contribuir a la solución del problema generado por el
coronavirus en Colombia, lo expreso en los siguientes puntos: Primero, no fomentar el odio y el
desprecio a otras personas, no hacer comentarios negativos en redes sociales, rumores no
confirmados y demás mensajes dañinos. En lugar de lo anterior, transmitir únicamente mensajes
de esperanza, cariño, buen humor. Segundo, hacer uso racional de los recursos disponibles, sin
despilfarros de comida, sin gastos arriesgados como apuestas. Tercero, ayudar a los demás en la
medida que esté en mis manos, empezando por las personas más necesitadas (vecinos que viven
solos, familiares que pasan apuros económicos, amigos que necesitan compañía y consuelo, etc).
Cuarto, desde el punto de vista ético, comprometerme con la denuncia de abusos e injusticias que
pueda observar en nuestro entorno más próximo (familia, empresa, municipio). Quinto, invitar a
los demás a descubrir que todos podemos aportar algo a los que nos rodean, que todos somos
valiosos para el bien común, dando el mejor ejemplo que podamos. Finalmente, cumplir con las
recomendaciones del Ministerio de Salud, en cuanto a normas de bioseguridad.

El coronavirus y las medidas que se han tomado con el objetivo de frenar la pandemia, producen
algunas consecuencias colaterales a las que también hay que prestarle atención. El confinamiento
puede tener efectos sicológicos negativos, que incluyan confusión, ira y síntomas de estrés
postraumático. Es allí donde debe estar la psicología para aportar a la ética ciudadana, dotar a las
personas de las herramientas necesarias para la desactivación emocional.

Como sicóloga hago entender a las personas que permanecer en casa es lo más correcto, es
imprescindible. “Ser honestos y cumplir con las recomendaciones es ahora nuestra principal
responsabilidad”. Los ciudadanos deben saber que se requiere mantener la atención sobre las
personas con las que conviven, estar preparados para obrar como indican las autoridades en caso
de que surja alguna situación adversa.

Mi mayor aporte, como sicóloga, a la ética ciudadana es lograr una visión ética renovada y
renovadora de las personas, capaz de abrir nuevos horizontes sociales, en medio de esta
pandemia.

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