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ZONAS ERÓGENAS:Al investimiento preferencial del pecho corresponde la boca como zona
erógena que adquiere primacía en ese periodo en tanto representa el sustento corporal de un
determinado tipo de vínculo llamado oral pero que no excluye otras zonas corporales. Lo mismo
ocurre con otras zonas erógenas y otros objetos que adquieren predominancia a lo largo de la
evolución psicosexual (ano, heces, etc).
FREUD: Caracteriza a la libido infantil como predominantemente autoerótica hasta desembocar
en la elección de objeto genital adulta, heterosexual y exogámica.Desde el punto de vista afectivo
la historia libidinal desemboca en la posibilidad de concebir un objeto externo. LIBIDO OBJETAL
contrapuesta a LIBIDO NARCISISTA.
Desde el punto de vista cognoscitivo, la evolución de las estructuras de pensamiento permite
sucesivas conquistas de la realidad objetiva: la conservación del objeto obtenida merced a la
configuración de los grupos de desplazamiento, la conservación de la cantidad y peso resultante
de la estructura lógico-concreta del pensamiento y la posibilidad de aislar un dato y cotejar
sistemáticamente con diversas variables, implican un acercamiento cada vez mayor a la realidad.
Esto significa, desde el punto de vista del sujeto, la restricción de lo que podría llamarse
egocentrismo intelectual, cuya historia se inicia con la creencia en la omnipotencia de la propia
acción, propia del periodo sensorio-motriz y culmina con la creencia en la omnipotencia del propio
pensamiento, característico del pensamiento adolescente.
ALGUNAS IDEAS DE PIAGET:
PIAGET: Le interesa el niño en tanto sujeto del conocimiento, así estudió la construcción de las
nociones que permiten, al ser humano, desarrollar el pensamiento científico. Los aportes de
Piaget permitieron desechar conceptos como edad mental o cociente intelectual.
LOS CONCEPTOS DE ASIMILACION Y ACOMODACION
La adaptacion es producto del interjuego entre dos movimientos: asimilación y acomodación.
ASIMILACIÓN: Para Piaget, ningún conocimiento, ni siquiera perceptivo, es una copia de lo real
sino que supone una asimilación a estructuras anteriores; “toda significación de la realidad es un
acto de asimilación a las propias estructuras”.
EL VALOR DE LA ACCIÓN: La asimilación comporta un proceso activo por parte del sujeto. La
acción tiene un papel esencial en la teoría del pensamiento de Piaget. Para él, todo
conocimiento contiene una actividad del sujeto, sea ésta una simple coordinación sensomotriz
como el acto de succionar, balancear o “dar vueltas” a un objeto-tal como observamos en las
conductas de lactantes- o la acción mental de poner en correspondencia o descubrir implicación
entre fenómenos observados, tal como observamos en el niño mayor o adulto. Para Piaget el
pensamiento es una acción que se ha interiorizado, se ha convertido en mental. En síntesis,
conocer un objeto implica asimilarlo a esquemas de acción.
ACOMODACIÓN: La puesta en marcha de los esquemas de acción comporta restricciones o
modificaciones provenientes del medio. Por ej: tomar un objeto con las dos manos es un
esquema de acción propio de un niño de cinco o seis meses, pero separar o acercar más las
manos según el grosor del objeto constituye una acomodación de ese esquema.
APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ESTADIO: En los primeros momentos del periodo
sensoriomotor, dice Piaget que para el niño “el universo es una realidad susceptible de ser
succionada”. Para un niño de 8 años, el universo será en cambio una realidad susceptible de ser
seriada, clasificada, etc. Pero las estructuras que se constituyen en una edad dada, se convierten
en parte integrante de las estructuras del periodo.
REVERSIBILIDAD Y EQUILIBRIO: La reversibilidad, es el modo que caracteriza a la
inteligencia de compensar situaciones de desequilibrio entre individuo y medio.
Los esquemas de asimilación que se generan, determinando la iniciación de nuevos estadios,
son, en el comienzo, irreversibles y se van haciendo reversibles en la medida en que se van
alimentando de los intercambios con el medio. Es decir, la capacidad de considerar nuevos
aspectos de la realidad en forma reversible reduce el egocentrismo del sujeto. Por lo tanto los
actos reversibles aumentan la capacidad de reconocer al objeto con prescindencia del sujeto.
Esto puede considerarse una conquista en relación con la objetividad, y al mismo tiempo, una
reducción del egocentrismo, en tanto, el niño reconoce que el objeto existe a pesar de el.
CONSIDERACIONES PSICOANALÍTICAS ACERCA DEL PENSAMIENTO:
DESEO: Primer forma de actividad mental, es un impulso a recatectizar la huella de la
experiencia de satisfacción. La actividad desiderativa comprende la conexión entre distintas
huellas mnémicas, por un lado la huella mnémica de la excitación emanada de la necesidad; por
el otro lado la huella del alimento u objeto que ha satisfecho la necesidad y la huella de los actos
motores que permitieron la acción específica de satisfacerla.
Esta primera actividad mental consignada tiende en un principio a la satisfacción alucinatoria, qué
es según Freud, la forma más extrema de cumplimiento de deseos. Como la satisfacción
alucinatoria implica, por lo menos en un aspecto, la insatisfacción de una necesidad, la
excitación emanada de dicha necesidad se incrementará y se establecerá así la huella dolorosa
de la frustración acompañando el proceso alucinatorio. Es por esto, que el sujeto aprende a
buscar esta vez en el mundo externo al objeto que satisfaga adecuadamente esa necesidad. La
huella de la experiencia de satisfacción obra, en este caso, como recuerdo que promueve la
búsqueda en la realidad externa.
El pensamiento surge así a partir de la posibilidad de inhibir la recarga total de la huella que
conduce a la alucinación, y al mismo tiempo mantener viva esa huella. Así se iniciará la
búsqueda de aquellos objetos de la realidad externa que, aunque no sean idénticos a los
correspondientes al recuerdo de la experiencia original, sirvan igualmente a la satisfacción de la
necesidad.
Cuando la experiencia de frustración es muy traumática, sea por su repetición o por su magnitud,
deja de ser reconocida por el sujeto, manteniéndose esté en un nivel en el que predomina el
cumplimiento de deseos que llevará en casos extremos a la muerte.
Es decir esto es permanecer en un cumplimiento de deseos, desde otro punto de vista puede ser
entendido como la fijación del impulso a la representación originaria del objeto. Freud, “ se pone
fin a la movilidad del instinto del que se trate, oponiéndose intensamente a su separación del
objeto”. De esta manera se dificulta la formación de pensamientos, ya que éste no corresponde a
un mero cumplimiento de deseos sino a un esfuerzo efectivo del sujeto para satisfacer sus
necesidades. Es decir, es la posibilidad por parte del sujeto, de desligar el impulso del objeto de
la experiencia originaria, Estableciendo equivalencias entre esas experiencia y otras que han
ocurrido posteriormente a dicho sujeto.
En síntesis, este proceso lleva implícito, por un lado, una capacidad de postergar la descarga
instintiva y, por otro, una capacidad de apartarse del objeto que originariamente constituye el
deseo. Observamos de esta forma, el pasaje de un deseo a otro deseo; desde el punto de vista
de la vida mental, esto implica nuevos progresos en cuanto a la formación de pensamientos.
El psicoanálisis utiliza la palabra simbólico, para designar la relación que une un contenido
manifiesto de una idea, de una palabra, a su sentido latente. Los síntomas son expresiones
simbólicas del deseo o conflicto defensivo en tanto lo representan de un modo indirecto y
figurado.
Para Piaget, los símbolos expresan preferentemente los motivos del sujeto. Para la concepción
de Piaget, la formación de símbolos se vincula con la relación individuo-ambiente. En el periodo
de surgimiento de la función semiótica el juego expresa intentos de asimilación de lo real al yo,
pero se sirve de la imitación de lo real para construir un lenguaje simbólico modificable en la
medida de las necesidades.
Tanto el psicoanálisis como la psicología genética consideran en la formación de pensamientos a
partir de un modelo adaptativo que tiene que ver con la satisfacción de las necesidades. Freud
distingue el proceso primario por el cual el deseo tiende a realizarse en la fantasía y el proceso
secundario que incluye experiencias mentales que pongan a prueba las distintas formas de
satisfacción posibles; este último proceso se adscribe al funcionamiento racional.
Freud considera la formación de símbolos como correspondiente al proceso primario. La
utilización de signos convencionales podría adscribirse más al proceso secundario, ya que su
construcción involucra tomar en cuenta la realidad y procurar objetivar el pensamiento.
El funcionamiento relativamente separado de ambas modalidades en necesario. El juego libre de
la fantasía alternando con el ejercicio controlado del pensamiento hacen a la salud mental de un
sujeto y sirven a su equilibración con el medio. Es decir, ambos aspectos se subordinan a la
adaptación. Pero así como es difícil delimitar lo simbólico de lo convencional, es difícil delimitar
proceso primario de proceso secundario.
PIAGET
“Toda asimilación o incorporación de la realidad a los propios esquemas es una
significación”. “El significado es procurado por la asimilación qué, incorporando el objeto
esquemas del sujeto, le da una significación.
“El significante nos parece estar constituido por la acomodación, que en los primeros
estadios se prolonga en imitación y por consiguiente en imágenes o imitaciones
interiorizadas” PIAGET
Significante y significado se construyen solidariamente. Aunque la configuración de significantes
corresponde a una incorporación activa por parte del sujeto, al principio dichos significantes serán
más individuales que colectivos.
EJ: Primero aparece la imitación interiorizada y luego la palabra que corresponde al código
idiomático. Pero existe una relación entre ambos significantes: la palabra es también una
imitación sonora que se hace interior.
Tanto el psicoanálisis como la psicología genética consideran la capacidad significadora del
sujeto en términos de las relaciones que esté establece con los objetos en el curso de su
desarrollo. Se habla de los objetos que el sujeto anhela y resigna a lo largo de su historia afectiva
y por otro lado, de los objetos cognitivos que configuran las estructuras intelectuales del sujeto, al
mismo tiempo que construyen su conocimiento de la realidad.
Pero para Piaget toda conducta es a la vez cognitiva y afectiva; siendo la afectividad el
motor de la cognición. “En el punto de partida de la acción de conocer hay siempre una
necesidad, un deseo”.
Desde el punto de vista psicoanalítico, en el proceso de resignación de un vínculo objetal
propio de la historia pulsional infantil, interviene el mecanismo de sublimación por el que la
energía pulsional se desvía hacia otros fines, sustituyendo el objeto originario por una gama de
otros objetos de la realidad. Estos objetos mediatizan la relación primitiva.
Desde el punto de vista psicogenético, los procedimientos abstraídos por el sujeto y reflejados
en otros contextos, darán lugar a una modalidad vincular que el sujeto aprende a lo largo de su
historia.
Es decir, que la afectividad no engendra(causa) las estructuras cognitivas ni los procesos
intelectuales sino que engendran la cualidad de los vínculos objetales.
Las relaciones de objeto afectivas son el soporte vincular indispensable que permite la
puesta en marcha de los procesos cognitivos (Iribarne 1987).
Por el contrario, comportamientos que traducen movilidad intelectual, reciprocidad social, se
relacionan con la capacidad de desligar la energía de dichos objetos para reencontrarnos de
una manera alternativa, adecuada a la realidad. Este proceso da como resultado la creación de
formas nuevas.
BREVE REFERENCIA A LA SIGNIFICACIÓN EN EL PERIODO SENSORIO-MOTOR
CARACTERIZACIÓN DEL VÍNCULO CON LOS OBJETOS
Al principio el significado se expresa mediante la comprensión de índices y señales.
EJ: Cuándo un bebé descubre un objeto tapado por una tela, objeto del que asoma una parte,
está tomando esa parte como indicadora del objeto. Cuándo reacciona en forma gozosa ante los
ritos de preparación del alimento, estos ritos son comprendidos por él como una señal que alude
al acto de comer.
Si bien no hay representación hay intentos de conferir significación en los cuales los
significados constituidos por esquemas de acción puestos en marcha no se disocian de los
significantes que podrían calificarse de indicios perceptivos (Piaget-Inhelder 1969).
La imitación tiene la función de antecesora de la representación. En un principio el bebé asimila
los datos recibidos a sus propios esquemas, luego los reproduce con interés.
La coherencia y permanencia de los objetos se configura solidariamente con la coherencia y
permanencia del propio sujeto. Para esto es importante la imitación, la cual ayuda a la
diferenciación y designación de los objetos, es decir la diferenciación entre el significante y el
significado que va a pasar luego a la representación. En el vínculo con los objetos, así como la
relación entre significante y significado, prima la indiferenciación.
Segal plantea que en este periodo “el pensamiento omnipotente prevalece mientras que el
sentido de la realidad es precario. El concepto de ausencia es casi inexistente…”
Winnicott al describir los objetos transicionales también caracteriza como progresiva la
diferenciación entre el niño y los objetos.
Se interpreta a la prevalencia de la asimilación deformadora como correspondiente al
cumplimiento del deseo, en este periodo, de evitar sufrir una sensación de indefensión y carencia.
La diferenciación entre significante y significado se establece en función del reconocimiento de
una ausencia; los significantes adquieren así el valor de reedición de una presencia.
EL LENGUAJE, EL JUEGO SIMBÓLICO Y EL DIBUJO COMO EXPRESIONES DE LA
ACTIVIDAD SIGNIFICADORA PROPIAMENTE DICHA.
CARACTERIZACIÓN DEL VÍNCULO CON LOS OBJETOS:
Cuando el niño es capaz de designar un objeto en ausencia del mismo para evocarlo o invocarlo
existe una representación verbal que se diferencia del significado al que se alude. Asistimos así a
la aparición de las primeras palabras.
Desde el punto de vista lúdico, aparece una nueva modalidad que consiste en representar
situaciones y el juego se transforma en simbólico, esto se denomina por Piaget, la vivencia del
“como si” en la que la intención de simbolizar se hace explícita para el propio sujeto.
La consolidación de los grupos de desplazamiento permite organizar una imagen de los objetos
concebidos por el niño como separados de él mismo, tal como lo evidencia la sistematización de
la búsqueda del objeto desaparecido detrás de sucesivas pantallas ( Piaget 1937).
Nos encontramos con una doble diferenciación: la que existe entre el sujeto y los objetos y la
que existe entre el significante y el significado. Más adelante la capacidad de dibujar, de
reconocer imágenes de objetos, revelan similar diferenciación entre el símbolo y lo simbolizado.
Este mecanismo llamado sincretismo es según lo afirma Piaget en 1945, equivalente a los
mecanismos descriptos por Freud como condensación y desplazamiento que intervienen en la
formación onírica, los juegos, etc. Para Piaget el sincretismo caracteriza este momento del
desarrollo de la función semiótica; al ser una modalidad común a todos los sujetos en cierto
período eso le confiere universalidad a ciertos símbolos.
Desde un punto de vista cognitivo podemos decir, que la falta de composiciones reversibles de
las representaciones mentales mantiene al niño centrado en sus puntos de vista, lo que se refleja
en la predominancia del juego simbólico, expresión del mecanismo de asimilación.
Freud ( 1914): “ el desarrollo del yo consiste en el abandono del narcisismo primario y resulta de
un intento vigoroso de recuperarlo”
Spitz (1957)Caracteriza la utilización del no por parte del niño como un indicador del desarrollo.
Esta utilización comienza como una identificación con el adulto “ frustrador” y termina siendo un
gesto desde el sujeto, que al oponerse, toma conciencia de qué es un individuo psicológicamente
hablando. Esta identificación con los mayores se observa también en el jugar a ocupar roles de
adultos tan frecuentes en las actividades infantiles.
Los juegos mencionados, descriptos como intentos de elaborar situaciones de separación y a la
vez como modo de recuperar vinculos afectivos ( a los aquí consignados agregamos el juego del “
cuco- aquí está”, a través del que el niño disfruta viendo aparecer y desaparecer a los seres
humanos, y así mismo, no menos amado por cierto; el juego de retener y expulsar agua, etc)
pueden ser descritos desde el punto de vista cognitivo como negaciones prácticas. El niño se
esconde para reencontrarse, corre para que lo busquen, etc. En el punto de partida de todo
proceso cognitivo hay un deseo ¿que deseó? el de restaurar un vínculo.
Por supuesto, el comportamiento del “partenaire” en el vínculo afectivo tiene fundamental
importancia para facilitar este proceso de crecimiento emocional. Lo que psicoanalíticamente se
caracteriza como resignación de un determinado objeto, psicogenéticamente podría
caracterizarse como la aparición de la posibilidad de anticipar las perturbaciones.
Pero a través del juego simbólico, el intento de relacionarse se efectiviza sobre todo “para
proyectar sus propias impresiones en las formas que procura el mundo” PIAGET (1945)
La proyección de los propios intereses en el mundo exterior cobra tal intensidad que al niño le
resulta casi imposible pensar que otros puedan concebir la realidad de un modo diferente al suyo.
Es común observar que un niño de 4 años se asombre de que no conozcamos el “nombre de su
tía”, el “lugar donde vive”, etc.
Los estudios de Spitz y Mahler revelan que el niño a partir de los 18 meses o dos años se
concibe a sí mismo como un sujeto psicológico.
Piaget señala la existencia del animismo y del fisicalismo según los que el niño otorga
“ánima”, vida psíquica análoga a la suya a los objetos y correlativamente entidad física a los
procesos mentales; así la silla es mala porque le pegó o los sueños son una boca que se abre en
la frente. Esto ocurre por una falta de conciencia de que la vida psíquica es interior. La
imposibilidad de concebir la vida mental como interior, también se observa en la dificultad en
comprender ciertas expresiones.
En las características del pensamiento de este periodo vemos la dificultad que el niño tiene en
subordinarse a un orden que no sea el de sus deseos. Esto se al jugar juegos de competencia, a
los 3-4 años “ganan” todos los que lleguen a la meta del juego, sin incluirse en un orden
jerárquico.
La creencia en la omnipotencia de la propia acción es sustituida por la creencia en la
omnipotencia de los propios deseos. Ambas expresan una dificultad en descentrar su concepción
del mundo en un caso de la acción y el otro caso del pensamiento propio, es decir, se presenta un
razonamiento de egocéntrico.
LOS COORDINADORES
Los coordinadores que caracterizan la formación misma de los esquemas son: la repetición,
identificación y sustitución o reemplazo. Los que caracterizan la forma lógica de los esquemas
son aquellos referidos a la puesta en relación de las semejanzas o de las diferencias, de las
reuniones y de las sucesiones. Finalmente, tenemos aquellos que caracterizan la forma
infralogica, estos son los de envolvimiento, de dirección y de posiciones momentáneas o de
desplazamiento.
Respecto de los coordinadores que caracterizan la forma infralogica, estos le posibilitan al
sujeto, por ej: en el periodo sensoriomotor, la constitución de un espacio cada vez más
organizado, por sucesivos envolvimientos (inclusiones) constituyéndose así un espacio-continente
en el cual los contenidos (objetos) están ordenados de acuerdo a relaciones de posiciones y de
desplazamientos, conservando la identidad de los mismos más allá de sus posiciones
privilegiadas y de los sucesivos cambios de ubicación que se les pueda imprimir.
La característica primordial de la vida es crear un equilibrio móvil en el que pueda integrarse,
cada vez más articuladamente, lo ya conocido con lo novedoso, lo familiar con lo extranjero. lo
construido con la frágil conquista reciente. Esta continua creatividad está asegurada por procesos
sucesivos de equilibración mayormente, precedido y continuados por sucesivos desequilibrios, de
manera tal que las nuevas construcciones se ven determinadas por la necesidad de
compensaciones y reequilibraciones.
La inteligencia sensorio motriz, que se desarrolla durante los dos primeros años de vida, se
apoya sobre la coordinación general y progresiva de las acciones que desembocan en esquemas
de asimilación, los cuales se van diferenciado, integrando y organizando en el sistema estructural
que es el grupo práctico de desplazamientos.
Es una inteligencia esencialmente práctica, situacional, limitada en el espacio y en el tiempo, ya
que se apoya sobre la acción y la percepción y conduce a la constitución del objeto permanente y
a la construcción del universo espacio temporal próximo.
Esto es producto de una continua reestructuración de los esquemas anteriores y al mismo tiempo
abre posibilidades de nuevas construcciones. El cierre del periodo sensorio-motor está signado
por la construcción del grupo de desplazamiento, es decir, del sistema espacio-temporal ligado a
la actividad práctica y a los comienzos de la representación.
Esta estructuración del conjunto de las operaciones infralógicas espaciales es la que permite
acceder:
1. al principio de identidad entendido como el producto de las operaciones directas e inversas
que posibilitan anclar la estabilidad del punto de partida.
2. a la asociatividad: que permite la combinación y coordinación de todos los rodeos posibles.
3. a la transitividad: que autoriza la composición indefinida de las diversas operaciones del
grupo.
La reversibilidad constituye pues el principio fundamental del equilibrio que hace corresponder a
cada conducta de ida una conducta equivalente de retorno. El pasaje del egocentrismo a la
construcción del agrupamiento posibilita concebir el espacio no ya sólo como simple continente
sino también como contenido, entendiendo como tal, al conjunto de las relaciones existentes
entre los cuerpos, los que van a ser estructurados para poder ser percibidos o concebidos. El
espacio constituye así uno de los aspectos esenciales de la lógica de los objetos. Esta
descentración progresiva es indispensable para que la construcción de la medida sea posible.
¿Cómo accede el niño a esta noción de medida?
La medida implica un espacio suficientemente organizado según un sistema de referencias o
coordenadas ya que la medida espacial consiste en aplicar lo medido sobre lo susceptible de ser
medible y transportarlo tantas veces como la parte elegida como unidad entre aquello que
queremos evaluar. El metro representa un condensado de operaciones que suponen la
coordinación interiorizada de un conjunto de acciones de partición y de emplazamiento y
desplazamiento realizadas efectivamente y es el punto de llegada de una serie de medidas
espontáneas y arbitrarias que el niño construyó previamente.
En las medidas, son las operaciones perceptivas las que constituyen el punto de partida de su
construcción. Al medir “visualmente” se deben distinguir 2 momentos esenciales:
1. Al comparar 2 objetos, el sujeto realiza un desplazamiento virtual de un objeto en dirección
al otro este desplazamiento virtual acompaña al desplazamiento real de la mirada.
2. En caso de diferencia de los objetos, el sujeto deberá realizar una descomposición del
objeto más grande B en una parte A y una diferencia A´ y poner entonces en relación estas
dos partes A y A´.
La estimación perceptiva visual de la medida o tamaño de los objetos implica así una partición
con desplazamiento pero esta medida perceptiva es aproximativa, inexacta y sujeta a
deformaciones y errores sistemáticos. Posteriormente, toma conciencia de la ineficacia de estos
procedimientos y el sujeto recurre al transporte de objetos que sirven de común medida para
llegar finalmente a la constitución de una unidad iterable por desplazamientos sucesivos.
Ante la necesidad de medir y comparar dos objetos cualesquiera, como por ej dos torres que
parten de niveles de base diferente, Piaget señala que pueden detectarse tres niveles de
respuestas que implican la progresiva construcción y organización de la noción de medida.
El primer estadio (hasta los 4 años y medio aprox) se caracteriza por comparaciones perceptivas
directas entre el modelo y la copia. La mirada es lo único que se desplaza, por lo tanto el único
instrumento de la comparación es el transporte visual.
El segundo estadio (entre los 4 años seis meses hasta los 7 años aprox) el desplazamiento de los
objetos será el instrumento o mediador considerado como válido por el niño. Carece por el
momento de un criterio de transitividad operatoria. El transporte visual va cediendo paso a un
transporte manual por progresiva toma de conciencia por parte del niño de las limitaciones que
aquel supone.
Posteriormente (subestadio II-B) el niño se sirve de un término medio muy especial: su propio
cuerpo. Piaget denomina “transporte corporal” o “imitación del objeto”. Es así que el primer metro
que es elegido por el niño como intermediario entre el modelo y la copia no es otro que su propio
cuerpo: el niño utiliza sus dedos, sus manos, su tronco, para medir uno de los elementos y luego
transportar esa medida corporal sobre el otro término u objeto de la comparación.
A partir de este estadio comienza a haber una intuición cada vez más precisa de nociones
referidas a la horizontalidad, a la verticalidad, el paralelismo y una estimación mejor de las
inclinaciones y de los ángulos y todo esto le posibilita al niño una mejor conservación de los
tamaños desplazados.
Como conductas de transición entre los niveles IIB y IIIA, el niño abandona la utilización del
propio cuerpo como objeto intermediario para centrarse en la utilización de un objeto simbólico
que desplaza desde uno de los objetos a comparar hasta el otro.
EL nivel III se va a caracterizar por la transformación de las intuiciones perceptivas, más tarde
imaginadas, en operaciones propiamente dichas.
La aceptación de un instrumento como término que sirva a la medición se apoya en un
pensamiento deductivo general del tipo A=B; B=C; luego A=C. Esta transitividad operatoria
constituye uno de los dos aspectos de la medida: el relativo a los desplazamientos, de ahora en
más agrupados, que desemboca en la construcción de la noción esencial que se refiere a la
conservación de los tamaños desplazados.
Falta construir el aspecto complementario, el que se refiere a la partición; que una de las partes
tomada como unidad pueda ser transportada en el todo a medir.
Esta fusión coordinada entre la partición y el desplazamiento de un elemento tomado como
medida común o unidad de medida, va a producir durante el tercer estadio, a partir de los 7-8
años.
En el nivel IIIA puede el niño tomar como instrumento intermediario un elemento más grande
porque evita realizar así varios transportes a los que se vería obligado. El niño marca la altura
elegida en ese objeto intermediario y mantienen la diferencia en el desplazamiento para comparar
el modelo y su copia.
En el subestadio III B (9-10 años) los niños se sirven de términos medios más pequeños, incluso
mucho más pequeños que lo medible hasta llegar a la constitución de un elemento cuyo tamaño
concebido como unidad es iterado en el todo a medir. Se construye así la medida por la síntesis
del desplazamiento y la partición.