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Angel Martinez La Doble Cara del Narcotrdfico: Es un ROR CMe NeC rl mre CMe cna! actos narrado en primera persona por su protagonista, un investigador privado, quien a través de sus indagaciones nos abre las puertas de un mundo de Cleeve MEL am ers EMR CC heen COL COL STM remem EMI mon Cmte Contec) ahora, en cualquier ciudad del mundo. Su lectura lo apasionard desde la primera pagina envolviéndolo en una forma de vida que jamds pens6 que existirfa. Pero mds all del caos, la muerte y la descomposicién social, lo preocupante de la situacién es la doble cara de quienes combaten el narcotrafico. Este libro revela con toda crudeza el violento mundo del crimen organizado N 958339018-b TSB’ 9"'789583"39018 Mama$oca El Papel de la Coca WWW.mamacoca.org INDICE Agradecimientos Los narcotraficantes estén ganando la guerra Cémo funciona el negocio Mi trabajo El informante Mi esposo tinicamente tiene ojos para mi La banquera estd enamorada Cuando le lean sus derechos Jamaica Les aseguro que todos estén muertos El sicario Los inicios de un sicario llamado Josué El asesino ataca en EE.UU. Programa de Proteccién a Testigos En mi viaje a Costa Rica Regreso a Miami 11 18 20 43 67 128 145 170 178 192 197 207 236 243 276 Mama€cer fl Papel de la Coca WWW.Mamacoce Org PROGRAMA DE PROTECCION A TESTIGOS Estados Unidos de Norteamérica en estado de convulsién a causa del trabajo que desarrollaban las organizaciones criminales. Al Capone y Lucky Luciano, sus Ifderes pricipales, llenaron de sangre las calles de los mds importantes estados de la Nacién Americana. En algunas ocasiones estos criminales se hacian lla- mar “la mano negra”, y crearon lo que se denominé “el cédigo del silencio”, consistente en que el que hablaba con la Policia serfa “liquidado”. Ya para el afio 1946 la situacién estaba fuera de control para las autoridades, pues los criminales se limitaban a “enviar mensajes” a los diferentes estamentos de una sociedad aterrorizada que guardaba silencio y entorpecia cualquier tipo de investigaciones surgidas a rafz de los miiltiples asesinatos y hechos delictivos perpetrados en las diferentes ciudades; es decir, la colaboracién que recibian las autoridades por parte de la comunidad, era nula. a N EL ANO 1929 LAS MAFIAS ITALIANAS TENIAN A LOS 236 ANGEL Martinez El Congreso de Estados Unidos advirtié que el pais estaba tomando un rumbo muy peligroso, cuando un nuevo ingrediente aportado por las organizaciones criminales entré en escena con fuerza arrolladora; se tra- taba de una actividad excesivamente lucrativa: el tréfico de drogas como las metanfetaminas y estimulantes, que tenfa un importante y creciente mercado, a pesar de la oposicién parcial de la “vieja guardia”, representada por los mafiosos tradicionales que no querfan involucrarse en el nuevo negocio. Uno de los primeros arrestos que se hizo fue el del mafioso Pete Casella en el afio 1959. Casella fue sentenciado a quince afios de cércel, hecho que le dio raz6n a los antiguos capos que no querfan incursionar en el tréfico de drogas; pero para las mafias ya el dafio estaba hecho, las agencias federales habian dado la voz de alerta de que los italianos, ademds de sus negocios de extorsién, robo y asesinatos, estaban iniciando una nueva actividad ilfcita dentro del crimen organizado. El Procurador de la Nacién, Robert Kennedy, se dedicé a reforzar e institucionalizar el Programa de Proteccién a Testigos, con el objeto de usarlo como arma contra el crimen organizado. E] Departamento de Justicia buscaba una forma de garantizar la seguridad de los testigos y encontré en el Procurador un aliado de mucho peso. El Programa se responsabilizaba de reubicar y cambiar la identidad de los testigos, y como no tenia un nombre espectfico fue denominado de diferentes formas: - Programa de Seguridad de Testigos. - Programa de Reubicacién de Testigos. - Programa de Proteccién a Testigos. 237 LA DOBLE CARA DEL NARCOTRAFICO. Este Programa contaba con aproximadamente once millones de délares de presupuesto y doscientos agentes, que tenfan a su cargo proteger alrededor de seiscientos criminales de las peores calafias del bajo mundo, pero que se habfan acogido a la proteccién del Gobierno federal. somo IOI Dicho Programa de Proteccién a Testigos cuenta con muchas restricciones que fueron puestas sobre la mesa en el acuerdo que hizo Josué con los fiscales de Miami Florida. Luego de los datos que Josué dijo que podrfa apor- tara los servicios de seguridad de los Estados Unidos, su abogado defensor tomé la palabra: —Nuestras peticiones son las siguientes. Primera: queremos una casa totalmente pagada con diez hectdreas de terreno. Segunda: que se le permita a mi cliente usar armas de fuego para su proteccidn, de la que se encargar4 él en su vivienda. Tercera: un sueldo de por vida por la suma de tres mil délares mensuales. Cuarta: que estos acuerdos queden consignados por escrito. El fiscal que estaba presente en la reunién en compafifa de su asistente y algunos agentes de seguridad respondi6: —Antes de hacer cualquier acuerdo quiero saber si de verdad nos interesa lo que nos vaya a decir el acusa- do. —Josué que estaba muy atento a todo lo que allf se decfa, decidié intervenir. —La tinica forma de destruir esta fuerza criminal es dar la cara y hablar en contra de ellos. —Esté dispuesto a testificar en la Corte?, —pre- gunté el fiscal. 238 ANGEL Martinez —Si, pero déjeme aclararle que sin testigo no pue- de haber juicio ni condena y sin proteccién no habr4 testigo. —Quiero algunos detalles. —Les diré donde hay dos mil setecientos kilos de cocaina; les proporcionaré ntimeros de cuentas bancarias con més de cincuenta mil millones de délares del cartel de Medellin. De seguro les interesar4 saber quiénes son Marcela y Bibiana, las gemelas colombianas, y esclarecer més de mil asesinatos sin resolver en los que estan enre- dados polfticos y grandes millonarios de toda América Latina; ademés presentaré pruebas para cada reporte que les dé. —Sobre el punto ntimero dos no estamos de acuerdo, pues al Departamento de Justicia en lo que Ileva este Programa funcionando no le han matado el primer testigo bajo proteccién federal. —Si los cuatro puntos de mi peticién no son apro- bados no hay trato. —Se apresuré a contestar el acusado. —Tengo que consultar su peticidn con el Departamento de Estado en Washington; le daré re- puesta por escrito en una semana. El abogado de Josué sabia que si no obtenfa un documento escrito por parte del fiscal de allf derivarfan perjuicios irreparables para su cliente, pues cuando no hay nada escrito con los federales las cosas quedan uinicamente de su lado. Una semana después de aquella reunién, los agen- tes y el fiscal recibieron la aprobacién de Washington a las peticiones del asesino. Al convocar a una nueva reunién el fiscal puso sobre la mesa lo autorizado por las autoridades competentes. 239 La DOBLE CARA DEL NARCOTRAFICO —Esto fue lo que logré obtener con respecto a su propuesta: nos encargaremos de todos sus gastos, no tendré problemas de ningtin tipo, es como comenzar una nueva vida. —Nosotros —tercié el abogado— pedimos un sueldo fijo de tres mil délares mensuales. —Eso se puede arreglar. —Recuerde, quiero todo especificado en el con- venio. —No hay problema, por otra parte tendremos al- gunos puntos que son determinantemente prohibidos. —;Cudles? —EI testigo jamds volverd a tener comunicacién con sus familiares, no podra hacer contactos con sus an- tiguos amigos, ser4 enviado a un lugar no determinado y nadie sabré cual es su paradero; se le cambiard todo documento que posea, se le dard un tiempo muy breve para que elija un nombre, en ese momento se le tomardn las huellas digitales y tendr4 una nueva acta de naci- miento y nueva identificacién con su nuevo pasaporte; cualquier mensaje que usted quiera enviarle y también nosotros seré a través de un sistema de seguridad contro- lado por el Programa de Proteccién a Testigos; ninguna agencia federal conocerd su destino; se le dardn los tres mil dédlares que pidié para su manutencién durante toda su vida, se le dardn nueve mil délares para comprar un auto. Para finalizar, si comete una infraccién a lo establecido en este acuerdo se le cancelardn los pagos de manutencién, y puede ser arrestado hasta que termine el proceso. —Quiero todo eso por escrito. —Dijo el abogado de Josué. 240 ANGeL Marrinez — Cémo se inicié usted en este trabajo de sicario?, —continué el fiscal dirigiéndose a Josué. —Nosotros los colombianos copiamos un poco del sistema de los italianos; cuando un novato quiere ingresar a formar parte de la mafia debe cometer un crimen para ser un hombre preparado. —,Si copiaron a los italianos por qué ustedes, la mafia colombiana, ataca a la familia? —Una regla de la mafia italiana es no cometer actos de violencia delante de la familia, nosotros hacemos lo contrario; el narcotrdfico no hace distincién entre ino- centes o culpables, es capaz de aniquilar a cualquiera y se ensafia con los inocentes pues asf el culpable buscado sufre mas. —;Usted cometié su primer crimen cuando entré en esta organizacién de sicarios? —Asi es. Para probar que era un hombre con co- jones maté a mi primo hermano de un tiro en la cabeza; en ocasiones era dificil, era como estar entre la pesadilla y la realidad. —,Cémo ha hecho para soportar semejante tipo de trabajo?, —pregunté asombrado el fiscal. —Lo que para ustedes es un asesinato para mi es normal; mi trabajo es matar personas, la carnada siempre muere. seem El Gobierno acogié como informante al “asesino del monte” y lo protegié. Hoy el sicario vive en alguna ciudad de los Estados Unidos premiado por cometer més de mil asesinatos. Esto es lo que llamo “la doble cara del narcotrafi- co’; si usted amigo lector, no esté de acuerdo con esta politica del Departamento de Estado en Washington, 241 LA DOBLE CARA DEL NARCOTRAFICO que consiste en cambiar la condena de un asesino por la informacién que él dé, quiere decir que seguimos la misma direccién en este sendero de incomprensién y decisiones erradas. 242

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