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No debe confundirse Estado con Administración Pública. Existen entidades estatales que no
desempeñan primordialmente funciones administrativas, existiendo a su vez personas jurídicas no
estatales que forman parte de la Administración Pública. Estas últimas ejercen función
administrativa a través de una autorización otorgada por el Estado, la misma que los somete en
determinados ámbitos a regulaciones provenientes del derecho administrativo. En consecuencia,
el estudio de la organización de la Administración Pública que realizaremos a continuación no se
reduce al Estado, sino que deberá tomar en cuenta también a dichas personas jurídicas no
estatales. A su vez, en lo que corresponde al Estado, procederemos a analizar los diversos
estamentos del mismo en tanto desempeñan función administrativa, considerando que
prácticamente toda entidad del Estado ejerce, por lo menos residualmente, dicha función. En el
presente capítulo nos centraremos en la Organización Nacional del Estado, mientras que en el
siguiente trataremos la organización descentralizada.
3. EL PODER JUDICIAL
Es el ente encargado de impartir justicia, resolviendo controversias y/o definiendo situaciones
jurídicas inciertas. El Poder Judicial es el organismo en el cual se tramitan los procesos
judiciales, los mismos que se caracterizan por resolver los conflictos y situaciones de manera
definitiva, es decir, con autoridad de cosa juzgada. La garantía de la cosa juzgada es
inmutable, salvo contadas excepciones y la posibilidad de impugnación a través el empleo de
la jurisdicción internacional.
El Poder Judicial tiene una organización que no prescinde de la existencia de órganos
administrativos, encargados de la administración de bienes y servicios al interior del mismo.
De hecho, existen órganos jurisdiccionales que a la vez ejercen funciones administrativas y
órganos de apoyo, que ejercen funciones meramente administrativas, como las gerencias o
las secretarías.
De manera similar a lo señalado en el acápite precedente, debemos señalar que, no obstante
que la Ley de Procedimiento Administrativo General establece que la misma se le aplica al
Poder Judicial390, las leyes administrativas no pueden aplicarse a procedimientos
jurisdiccionales, sino a las relaciones entre dicho organismo y los particulares, en tanto
administrados. De hecho, existe un cúmulo de procedimientos administrativos que se tramitan
ante el Poder
Judicial, los mismos que se encuentran debidamente determinados en su texto único de
procedimientos administrativos.
3.1. El rol de control del Poder Judicial
Como veremos más adelante, el Poder Judicial desempeña un rol de particular
importancia en el funcionamiento de la Administración Pública, puesto que permite un
control muy diverso sobre las actuaciones de la misma, a través del empleo del proceso
contencioso administrativo, así como sobre su producción normativa, a través de la
acción popular. El citado control, hoy en día, se ha convertido en una institución
fundamental del Estado de derecho, sin la cual no sería posible asegurar un
comportamiento adecuado de la Administración. Es necesario resaltar, en este orden de
ideas, que el actual proceso contencioso administrativo, a diferencia de la regulación
precedente, hace posible impugnar incluso actuaciones materiales de la Administración
Pública, las mismas que difícilmente podían ser discutidas con la normatividad derogada
por la ley vigente.
Asimismo, los procesos constitucionales de tutela de derechos fundamentales —hábeas
corpus, hábeas data, acción de cumplimiento— generan control de la actuación
administrativa si es que es el Estado el que ha vulnerado o amenazado dichos derechos.
Los procesos constitucionales tendrán por finalidad corregir dicha amenaza o
vulneración, generando que la situación jurídica retorne a la situación anterior a la de los
hechos en cuestión. Es necesario recordar que en dichas instancias es posible controlar
incluso la producción normativa, a través del empleo por parte del juez del control difuso
consagrado por la norma constitucional.
Por otro lado, no debe perderse de vista el rol de ciertos organismos constitucionales
autónomos encargados de mecanismos de regulación económica. Nos referimos
concretamente a la Superintendencia de Banca y Seguros, encargada de la supervisión de
las empresas bancarias, financieras y de seguros; así como el Banco Central de Reserva,
ente encargado de la emisión monetaria y de mantener en su nivel debido la cantidad de
dinero que circula en la economía, y a través de ello, verificar el orden en las tasas de interés.
Finalmente, en muchos países del mundo existe el denominado Ombusdman o Defensor del
Pueblo, encargado de proteger los intereses de los particulares frente a la Administración
Pública y de labor muy destacada en los últimos años en el país. De hecho, el papel del
Defensor del Pueblo es de particular importancia en democracias en transición, y su rol es de
especial aplicación en el control de la Administración Pública y respecto de los mecanismos
de acceso a la justicia por parte de los particulares.
Por otro lado, y como ya lo hemos anotado líneas arriba, la aparición de esta entidad es una
prueba adicional del fenecimiento del dogma del interés general, pues se pretende proteger
al administrado de quien debería ser el primer ente encargado de hacer efectivos sus
derechos, en este caso, el Estado en general y la Administración Pública en particular. A esta
continua pugna entre el denominado interés general y el interés particular de los
administrados nos vamos a referir reiteradamente en el presente trabajo.