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RICHARD L. KAGAN PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 JUNTA DE CASTILLA Y LEON Consejeria de Cultura y Turismo 1991 a fe 10 DE ESTUDIOS popre LA UNIVERSIOAR DIRECCION EDITORIAL: A. GARCIA SIMON TRADUCCION: MARGARITA MORENO Ecdicin originals Richard L. Kagan, Lawsuits and Litiganss in Castile, 1500-1700 © 1981. The University of North Carolina Press, © Richard L. Kagan © De esta edicién: JUNTA DE CASTILLA Y LEON Consejeria de Cultura y Turismo Motivo de sobrecubierta Xilografia que representa una sala de la Chancillera de Valladolid, Deralle ISBN: 84-7846.071-3 Depésito legal: S. 605-1991 Composicién ¢ impresién: Grificas VARONA - Ria Mayor, 44 - Tel. (923) 26 33 88 37008 Salamanca Xilografia que representa una sala de chancilleria de Valladolid en el siglo XVII: A. Los cuatro oidores. B. Lugar reservado a los grandes y miembros de la alta nobleza titulada, C. Lugar reservado a los alcaldes del crimen D. Lugar reservado a los abogados de las Partes contendientes. También se sentaban aqui otras personas importantes. E. Lugar reservado a los miembros de ordenes religiosas, E Aqui, en el escalén mas bajo, se colocaban los Procuradores de las Partes conten- nees, ast como los litigantes que no tenian ‘raramiento especial. Las litigantes femeninas también se sentaban aqui. G. En al segundo escalén hay sitios reservados pata los visitadores generalcs. HH. Puestos reservados a los relatores. 1 Aqui se sientan los escribanos de cém, K. En este lugar ten ie Tos Hunt® On otros oficiales del ribunal. Nig Permanecer los porteos de ly sae min tenian Te Paremmecer ab is del ssc mje bajo. Otros andi cachatsillea se colocaban wana s arandilla se situaba el priblice ee ee Los jueces de con oficiales menores este lado de la bs Manuel Ferndndez de Ayala Aulestia, Prieta y formulario de la real ebay, Gilera de Valladolid, Valladolid, 1667. 9, 48 Coe oo INDICE Abreviaturas Advertencias. Prefacio a la edicién espafiola Introduceién PRIMERA PARTE: LA REVOLUCION JURIDICA... Capitulo 1. Castilla guna sociedad pleiteadora’ Capitulo 2. En el laberinto cretense.. Capitulo 3. Los pleitos y los pleiantes Capitulo 4. Las causas y los catalizadores SEGUNDA PARTE: LA DEVOLUCION DEL PODER JUDICIAL EN CASTILLA, Capitulo 5. La chancillerfa de Valladolid Capitulo 6. Las ciudades y la Corona. Capitulo 7. La ley de los letrados Apéndice. Los archivos judiciales en Castilla. Bibliografia 29 31 45 | 131 161 163 201 223 233 241 pea eg. us Lie. ms. pet. Sece. ABREVIATURAS Archivo de los Condes de Bornos (Madrid) Archivo del Colegio de Abogados de Madrid Actas de las cortes de Castilla (Madrid, 1877-) Archivo de la Casa de Medinaceli (Sevilla) Seccién Histérica Archivo del Colegio de Procuradores de Madrid Archivo de los Duques de Frias (Montemayor) Archivo General de Indias (Sevilla) Archivo General de Simancas Cimara de Castilla Consejo Real Diversos de Castilla Estado Gracia y Justicia Patronato Real Anuario de historia de derecho espaol Archivo Histérico Nacional (Madrid) Consejos Suprimidos Archivo Histérico de Protocolos de Madrid Archivo Histérico y Provincial de Valladolid Protocolos Archivo del Ministerio de Asuntos Extranjeros (Madrid) Archivo Municipal de Sevilla ‘Archivo Municipal de Toledo Cartas y Varios Pleitos ejecutivos y civiles Archivo de la Real Chanchilleria de Granada Archivo de la Real Chancilleria de Valladolid Reales Cédulas y Pragméticas Reales Ejecutorias Reales Provisiones British Library (Londres) ‘Additional Manuscript Egerton Manuscript Biblioteca Nacional (Madrid), Seccién de Manuscritos Bibliothéque Nationale (Paris), Manuscrits espagnols Los cbdigos espatioles concordados y anotados, 12 t. (Madrid, 1872-84) Cortes de los antiguas reinas de Leén y Castilla, 5 t. (Madrid, 1861-1903) Hispanic Society of America (Nueva York) Instituto Valencia de Don Juan (Madrid) Legajo libro Licenciado maravedis peticién Seecién ADVERTENCIAS La moneda ms corriente en Castilla durante los siglos XVI y XVII era el maravedi, Ouras monedas vigentes eran el real, fijado oficialmente en 34 mrs., el ducado, que equivalia a 375 mrs., y el escudo, que valia 400 mrs. tras una revaluacién en 1566. Para evitar confusiones, las cifras referentes a cantidades de dinero se dan en maravedis siempre que es posible. Para simplificar, se ha modernizado la ortografia de los términos 0 citas de textos de la epoca. PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA Cuando inicié mis investigaciones para este libro, hace unos quince afios, la historia del derecho y de las instituciones legales en Castilla estaba escrita en su mayor parte con criterios que habrian resultado familiares a aquellos emi- nentes juristas decimonénicos como Juan Sempere y Guarinos 0 Manuel Dan- vila y Collado. Esta historia era principalmente la historia de los conceptos € ideas juridicos, y la manera en que se exponia parecia implicar que el derecho tenfa su propia dindmica interna, divorciada de los complejos procesos de cam- bio econémico y social. Parecidamente, las historias publicadas de los tribunales castellanos, la mayoria de las cuales se centraban en el desarrollo de las insti- tuciones, examinaban esos tribunales como si existieran en un vacio histérico, aislado de las fuerzas econémicas y sociales que los rodeaban. Asi pues, por la época en que hice mis primeras incursiones en los archivos de la Real Audiencia y Chancilleria de Valladolid en busca de informacién sobre los litigantes castellanos, lo que podria definirse como la historia viva (0 social) del derecho castellano apenas existia. Los grandes rasgos hist6ricos de la juris- prudencia castellana y las aportaciones de los juristas y tedlogos de la «escuela de Salamanca» eran bien conocidos, pero era relativamente poco lo que se habia publicado sobre las gulas y manuales que iniciaban a los castellanos corrientes en el complejo mundo de los tribunales. Existian biografias de juristas eminen- tes, pero habia pocos estudios sobre los magistrados que sirvieron en las au- diencias del rey. También se podian encontrar las historias institucionales de diversos colegios de abogados, pero sobre los abogados, procuradores y otros letrados se conocia poco més que las amargas quejas que Quevedo y otros au- tores del Siglo de Oro habian escrito sobre ellos. Tampoco se saba mucho de la historia de la criminalidad en Castilla ni de los pleitos suponia que eran adictos los castellanos. Recientemente se han ido lenando muchas de esas lagunas. Dos historia dores franceses, Janine Fayard y Jean-Marc Pelorson, han examinado més de cerca el mundo de los letrados; han aparecido nuevas historias de las audiencias reales y, gracias principalmente al trabajo de Francisco Tomis y Valiente y Ben- jamin Gonzélez Alonso, la historia del derecho y de las instituciones legales castellanas ha adquirido nuevas y mayores dimensiones. Lo més impresionante es la verdadera inundacién de libros y articulos sobre las actividades del Santo Oficio, entre ellos la obra ejemplar de Carlos Garcla Carcel, Jaime Contreras y Contreras, y més recientemente, Jean-Pierre Dedieu. iviles a los cuales se HI is PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 Mucho queda todavia por descubrir sobre rf manera i que oa Schiotes de Castilla administraban justicia, sobre los proce imientos de ls tribunals gre iales, la justicia militar, los casos pertenccientes a la jurisdiccién de los Orde. ca i ribunales rurales como la Hermandad vie nes militares y la labor de ciertos ia d vigja y la Hermandad nueva de Castilla la Nueva, La voluminosa locumentacién de los vicariatos y otros tribunales eclesidsticos, necesitan todavia una investigacién sitemitia, y lo mismo puede decise de los procesos adjudicados por las au- diencias del reino, por no hablar de los oidos por los consejos reales, especial mente el Consejo Real de Castilla. Pere Mols i Ribalta y Mark Burkhoder han contribuido notablemente a nuestto conocimiento sobre los letrados que sirvie- ron en las audiencias reales del siglo XVIII, pero todavia faltan por aparecer estudios detallados sobre los oidores, alealdes y corzegidores nombrados por los Austrias. También brillan por su ausencia los estudios del tipo de los de Wilfrid R. Prest, The Rise of the Barristers: A Social History of the English Bar 1590-1640 (Oxford, 1986) y C. W. Brooks, Pettyfoggers and Vipers of the Commonwealth the «Lower Branch» of the Legal Profession in Early Modern England (Cambridge, 1986). Hablando en términos comparativos, la historia de los «hombres de le- yes» de Castilla sigue siendo lamentablemente ignorada. Puede decitse, pues, que la historia social del derecho castellano esté todavia én su infancia. El presente estudio, publicado originalmente en 1981, examina solamente una faceta de ese complejo tema: las disputas que los castellanoe de. cidieron resolver ante el tribunal, Sin embargo, este libro es més un ensayo interpretativo que un compendio de investigacién exahustiva, y mi mayor es- Peranza es que su publicacién en castellano mueva otros a rectificar sus de- ficiencias y a examinar con mayor precisién los terns que intenta dar a conocer. nes of importancia y algunas correcciones de datos, el texto de esta edicién es Pricticamente el mismo que el de la edicion inglesa. Las noras y la bibliografla, sin embs embargo, han sido actualizadas, Cuand y izadas. Cuando se citan fuentes de la época, se han escrito completas las palabras que figuraban originalmente en abreviatura y se han afiadidis 2 ce ' c ignos de punt claridad; por lo demis, se ha Tespetado Ja ortografia ong Habria que sefialar ‘ones de este volang ‘es publicadas. Material perteneciente a la cher eaif el atticulo «Pelitos y p Sarees oder real: la chancilleria de Vz dernos de investigaciOn histbrica 2 (1978), Sere cién para mayor lumen han sido ya an- Valladolid aparecié en lid, 1500-1700», Cua- ; 2 ¥ on ten ae hallazgos del libro se publicé en «Cast, Age oF bios Pzincipaes Castile: A Gold. ideas 1700», en Ditputes and Settlement: Law and Fe eet 1icgation, 1500- John Bossy (Cambridge, 1983). noms ed. 2 cargo de Finalmente, me gustaria hacer constar mi ‘cimiento a : agradi i See a ia gradecimiento a quienes ayuda- PREFACIO A LA EDICION ESPANOLA 19 tora Margarita Moreno. Algunas de las personas que me proporcionaron su va- liosa ayuda son Consuelo Luca de Tena, Juan Eloy Gelabert Gonzdlez, Adeline Rucquoi y Bartolomé Yun Casalilla. Mi agradecimiento especialisimo a Agustin Garcia Simén, del Servicio de Publicaciones de la Junta de Castilla y Len, por su paciencia, y a la Junta de Castilla y Ledn por su ayuda financiera. RICHARD L. KAGAN Baltimore, diciembre de 1989 INTRODUCCION La litigiosidad, o tendencia a llevar a los tribunales los conflictos o disputas, se ha sefalado a menudo como uno de los rasgos singulares de la civilizacién occidental. Los historiadores de la China o el Japén antiguos, por ejemplo, han llamado la atencidn sobre esa propensién de los occidentales a los pleitos, com- parandola con las costumbres de sociedades orientales, donde la manera habi- tual de zanjar las disputas era la conciliacién fuera de los tribunales, y no la sencencia judicial’. Esta comparacién no es del todo justa. En Occidente, como en China, la mayorfa de las disputas, atin en periodos de auge de la litigacién, se solucionaban fuera de los juzgados, generalmente por la mediacién de un anciano, noble 0 sacerdote del lugar que actuaban como rbitros. Durante siglos se considerd preferible buscar la solucién de las disputas fuera de los cribunales: los pleitos, cuya complicacién y altos costes eran de todos sabidos, eran deci- didamente una segunda opeién. ‘A pesar de las semejanzas, sin embargo, la experiencia de Occidente en materia de pleitos ha sido muy diferente de la de Oriente. No existen compa- raciones estadisticas, pero no parece que los chinos ni los japoneses Ilegaran nunca a tener tanta aficién a los pleitos como los europeos, especialmente du- rante las tiltimas cinco o seis centurias, En esos dos paises los litigios existfan, pero nunca Ilegaron a constituir una actividad tan frecuente ni provocaron la aparicién de una clase profesional can numerosa y especializada como en Oc- cidente?, Tampoco los potentados orientales llegaron a crear insticuciones com- plejas especificamente dedicadas a la administraci6n de justicia: en ver de ello, los gobernantes recurrieron principalmente al ¢jército y a otras instituciones no juridicas para imponer su poder. En consecuencia, los juicios no tuvieron nunca Ia oportunidad de convertirse en el mécodo normal de resolver las disputas. La peculiar confianza de los europeos en el pleto tiene varias explicaciones posibles, El pleito es fundamentalmente un ejercicio del derecho, especialmente del derecho privado que garantiza al individuo ciertos privilegios y facultades 1. Véase S. van der Sprenkel, Legal Insitutions in Manchu China (Londres, 1962), p. 113; D. F Hendison Comibeson and Japanee Lave, Tokagaua and Medera (Seatle, 1965), pp. 173-75. Si emmante tre derecho x é icon on Goes Sn tb Boley © Mori, La one aa eae lowe, 1967: Jerome A. Cohen, «Chinese Mediation on the Eve of Cae i pe ii a ei 34 (1966), 2694; Colin A. Ronan, The Shorter Scenic nd Cole ae Capbrilge, 1978), I: 272-306: Sprenkel, pas y T'UNG-TSY CH'U, Lew and Society eee eon ea back 1961). Sobre JapSn, véase Takaaki Hactori, «The Legal Profesion in Jap ie Trion Cin ea oat to Arhat Tye van Metten, coord, Law in Japan (Cambridge, Mase 963) pre T1152; Henderson, passin: y Richard W. Rabinowite, «The Historial Development of the Japanese Bar», Harvard Law Review 70 (1956) 61-81 PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 inalienables. En Oriente, el derecho privado apenas existia, plicaba que toda disputa por trivial que fuera entraba inmi dmbito de lo ptiblico. Debido al fenomenismo de su tradici discordia entre humanos alteraba simultdneamente el orden rales del universo, y en consecuencia exigia su casti Y su ausencia im. ediatamente en d én filoséfica, toda y la armonfa natu- g0 por las autoridades pi. blicas. El recurso a la justicia, por lo tanto, terminaba indefectiblemente en i adjudicacién de la culpa y el castigo a una de las partes implicadas, aspecto, pues, la propia justicia disuadia de buscar por via legal la solu las disputas. En las sociedades orientales la proliferacién de los pleitos se vio también combatida por leyes que castigaban a quienes fomentaran los litigis © se beneficiaran de su manejo. La profesién juridica, pues, tanto en Chine como en Japén, tuvo escaso desarrollo y nunca llegé a alcanzar demasiado pres- tigio ni poder. En este icién de En cambio, en Occidente, el concepto de ius, Stiegos, garantizaba a todo individuo ciertos derechos naturales. Entre ellos es- taban algunas libertades fundamentales como el derecho del individuo a regir Sus propios asuntos (base del derecho de contratacién), la proteccién contra la interferencia no deseada del estado y el derecho a disponer de la propiedad Privada. La principal responsabilidad del derecho Positivo o ley humana (lex) era la de proteger esos derecho. Esos conceptos contribuyeron al ex- tenso desarrollo del derecho privado que ti definido primero por los Bite concepto tan desarollado de los derechos individuales fax cnet decisivo pata establecer una divisin entre delitos civiles y dela criminales, una dis- tincién de la que carecen los cédigos legales orienalac Definida por primera vez en las Doce Tablas de la ley romana ha. 450 A. C.), esta distincién quedé algo oscurecida durante la Edad Media por la nein cae omer or1do, ero resugié con el edescubrimienton del deny romano en los siglos XII y XIIP. Posteriormente contribuyé a ferences Sere etree tuna de las diferencias entre la eivilizar Pere emacs n occidental y la oriental. No es casua- rante la Edad Med; ia surgiera una com- tribunales*, ‘us disputas ante los La litigiosidad, pues, cedia mayor importancia seephOs, ERS fs ur shan G. Kuttnet, Harmony from Dissonance 1960): Gabriel Te Brag, Prolegonbiem Pisonance: Long Vi ay INTRODUCCION 2B El surgimiento de una economia de mercado en los siglos XII y XIII cred nue- tos motives de pleito, al mismo tiempo que las monarqufas centralizadas que se fueron formando a lo largo de la Edad Media intentaban canalizar esos con- flictos hacia tribunales cuyos miembros ellas mismas habian escogido. El pro- pésito de esos tribunales era el de establecer un orden juridico, instrumentado y garantizado por el gobernante, y a la vez recortar el poder de las auoridades locales, especialmente la nobleza sefiorial. El juicio, pues, era un servicio ofte- cido para promover la legalidad. En este proceso, sin embargo, el pleito se con- virié también en un instrumento politico, y los esfuerzos incesantes de los gobernantes por aumentar su autoridad fue creando gradualmente un marco institucional que permitié que el pleito se convirtiera en un ingrediente per- manente de la vida europea. El resultado de esta peculiar combinacién de justicia, economia y construc- cin politica fue una civilizacién empapada en los detalles del proceso judicial. Es extrafio, pues, que sean tan escasos los estudios sobre la litigacién, los pleitos y los pleiteantes en la historia europea’. Una de las razones de este vacio es que los historiadores tradicionalmente se han centrado en el desarrollo institucional de los tribunales de justicia pero no han prestado atencién a su funcionamiento cotidiano. Los pleitos mas sonados si han sido a veces objeto de estudios de- tallados, pero no asi los procedimientos rutinarios de Ia litigacién®. En conse- cuencia, el alcance y cardcter de la litigacién en siglos pasados y, lo que es més importante, su relacién con las condiciones econémicas, sociales y politicas, son todavia aspectos pricticamente desconocidos. Asimismo, aunque quienes han hecho la historia de las grandes casas sefioriales europeas han reconocido hace tiempo que el litigio fue a menudo crucial en decidir la suerte de las forcunas familiares, pocos han estudiados los detalles de los pleitos de familia. En suma, nuestra comprensién del papel del litigio en la historia de Europa sigue siendo Timitadisimna, y nuestro conocimiento de Jo que la litigiosidad significa, vergon- zosamente escaso. Ippo tgie endo JM, Rely, Ronen. Lgen estudio general mas completo sobre la litigacion sigs (ont, ASE Senta tobe epoces mids ees se limian 4 J. S, Cockburn, A Hise of Engi Asics 1558-1714 (Cambs 77 19-0 J 6 cose eos ea acolo: 1s, cedure civile, Le Bailliage de Failaise, $179 0e, Rene & SPRY 0 som, Beli phir s Fee ae ate de Ta Chambre des Comptss de Part 4 Tépoque modeine.. Reve fiat rare eee ge (ocecdee. 1979) 612372 ei re ea von de eos TSO Candee ie en cra Thonn [Hank ian and ei Sats sobre la ltgacién en lt Me T Soudies 7 (1978): 219-42, y Robert A. Kagan, Bliss i See Cay gH Jl ee Buns of i upon Cur 70 rewright, Lawrence M. Friedwan *"'5771"'1-56. Véase también Berard Schnapper, «La Liigiosité en Hie mer, Seek 1 EF lecbcero-mareo, 1979); 399-419. ance au XIX sens Amma (> cho que puede aprender del exuio dealado de wn slo pkto ef san & buen, cempia dep ohuam, and the Law in Renasance Spain: Toleda verms she Counts of Jahn B. Ovens sDesporim, Aon Universidad de Wisconsin, 1972). Owens empl el metodo dl wan lace (HAS S74 OG et BeBe Hach, The Cheyenne We Coyfler aed Ch: Law i Prive robes ide an Obl 124 PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 La presente investigacion, restringida al ae a aa en Casilla ence 1500 y 1700, es un intenco de arojar alguna luz sobre I imporanc dal ltgio en esa sociedad. Me propongo explora los comienzos, en el tincén sudoccidental de Europa, de lo que podria describirse como seh eg ridica», una época en que la tendencia a la formalizacién legal de las disputas conocié un auge espectacular. Castilla no fue el primer pats europeo que expe- riment6 esa «xevolucién». La litigiosidad de la Iglesia medieval prefiguré Ia de Ia sociedad laica, y para el siglo XIV los pleitos eran ya moneda corriente en las ciudades estado y las repiblicas del norte de Italia, los tribunales de bailfa de Francia y los grandes cribunales centrales de Londres’. Castilla, pues, entré en el juego de la licigacién relativamente tarde, pero lo interesante es el grado en que, durante los siglos XVI y XVII, el pleito Iegé a convertirse alli en una especie de costumbre tanto para los nobles como para los campesinos 0 los mercaderes. Por supuesto que la «revolucién juridica» en Castilla no emperd de la noche a la mafiana. En la Edad Media, Castilla, debido en parte a la existencia de la frontera con los moros, estuvo regida por unas formas de vida militares", El comercio, especialmente en comparacién con Italia y el norte de Europa, era minimo, y de escala principalmente local o regional. El gobierno monérquico fue lento en su desarrollo hasta las grandes reconquistas de mediados del siglo XII en que el reino se extendi6 hacia el sur desde el rfo Tajo hasta el estrecho de Gibraltar. En menos de una generacién, el reino se duplicé en tamafio y poblacién, y surgié 1a necesidad de nuevas formas politicas y nuevos métodos y técnicas de gobierno. Tomando la iniciativa, Alfonso X traté de construir un cédigo legal uniforme que acelerara el proceso de centralizacién judicial, pero el reino, encabezado por la poderosa nobleza y las ciudades representadas en las Cortes de Castilla, opuso resistencia, Durante el siglo siguiente, la monar- quia centralista y las fuerzas que intentaban conservar su autonomia tradicional mantuvieron un tira y afloja. Pero en el curso de esa Pugna, fueron surgiendo Poco a poco nuevas instituciones de gobierno mondrquico. A finales el siglo 7. Mis informacién sobre los pleitos en la iglesia medieval, véase en tis Church inthe Midd Ags (Lond, 1970), Pp. 110-17, Ouos pares pee Saniey Ceeend Dishonest Litigation in the Church Cours: 1140-98, en Kenneth Tenningros Rasen y Charon, coords, Late; Church, and Sociey: Exays in Honor of Stephan Kans i 187-206. La fctvdad de lor erbunales a Snes de le Edad Madea cen are reine ea ps Ha profedn jure. Sone Fanci, véase René Fedow Le hommes deli Donnas frig, etal dea 12Gb x Bernard Gunde, Trbuma ex gent de jc dans le Bailie de Sela a Left MOVE Age ai 19G7) Sabee Malia vase Lauro Martnes, Layers and Sacral in Renatsance Aisin moe a (Pats, J Wilam S: Bouwsma,eLawyers and Eatly Modern Culture, American Flatsica foc 78 (abel, 1995 EET, Mea breve visi dea igaciin en Ingltta a fins def Edad Media chara ete 1973) Geet Connon Pea infer Cay Bg tic, 1047), pp. 89, 27; y Chaves W Ives Tie Veen Lawyers in Pre-Reformation England, Transactions of the Royal Hinorical Soctns eg jeeee, “TRE B. Vea mba Richard Helmbole, Marricge Lingaion enh Coe ‘England (Cars ieee in estudio reciente sobre Ia influcrcia era en la sociedad espafiola Anges Mackay, Spin in the Middle Ages (Londres, 1976). 1 NSt# 6” '# Sociedad espafola medieval es Angus 25 XIV, se habian creado tribunales de justicia especializados tales como la audien- cia (0 tribunal supremo provincial), aunque haria falta otro siglo mds para que quedara firmemente establecida una judicatura real profesional. Para entonces, ido crecimiento econémico, el progreso de la alfabetizacién, la prolifera- cién de abogados y el surgimiento de un gobierno mondrquico fuerte hicieron que el pleito se impusicra frente a otras maneras, a menudo violentas, de so- lucionar disputas. La primera parte de este estudio se ocupa principalmente de los cambios sociales, legales y politicos en Castilla que, a partir de la segunda mitad del siglo XV, precipitaron un brusco aumento del volumen total de pleitos civiles, - acompafiado de un interés muy generalizado por el estudio de las leyes, el de- sarrollo de una profesién juridica muy especializada y la expansién de la judi- catura real. La segunda parte intenta explicar por qué desde el segundo cuarto del siglo XVII, la «revolucién legal» perdié impulso, Ilevando a un aparente declive de los pleitos, la reduccién de las facultades de derecho y el estanca- miento de los juzgados y tribunales que habian florecido en la época anterior, mis litigiosa. EI perfil de estos hechos, como podrin reconocer inmediatamente hasta los principiantes en el estudio de la historia europea, encaja limpiamente con el del auge y decadencia del propio imperio espafiol. La concordancia no es casual. La expansién espafiola en los siglos XV y XVI se debié principalmente a una monarquia activa y emprendedora interesada por las exploraciones, el comercio y, €n su momento, la colonizacién. El imperialismo espafiol en el siglo XVI es también més atribuible a los intereses personales, politicos y religiosos de la dinastfa de los Austrias que a los de los mercaderes castellanos, que sdlo obtu- vieron beneficios marginales de las inversiones de los Austrias fuera del pafs. A la inversa, la decadencia del imperio en el siglo XVII, aunque en parte provo- cada por el declive econémico y demogréfico de Castilla, fue principalmente resultado de la incapacidad de la monarquia en el reinado de Felipe IV (1621- 65) para romper con la costosa politica imperial del pasado. A su ver, la politica monérquica influyé considerablemente en las pautas que la litigacién siguié en Castilla. Los enérgicos gobernantes de fines del siglo XV y del siglo XVI, an- siosos de reforzar sus propios poderes, pusieron especial interés en encauzar los conflictos hacia los tribunales reales, pero sus sucesores Felipe Ill, Felipe IV y Carlos Il dejaron alegremente que gran parte de su poder se les fuera de las manos. Ast pues, en el siglo XVII los pleitos disminuyeron bruscamente en los ~ tribunales reales. Algunos de los negociados de estos se transfirieron a las juris- dicciones municipales y sefioriales, pero de todas formas el ardor litigante del siglo XVI era cosa del pasado, mientras que cobraban protagonismo otras ma- neras de solucionar disputas, tales como ¢l arbitraje fuera de los tribunales con el consejo de los abogados. I} PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 La historia de Castilla con respecto al declive de la litgacién posiblemenre sea excepcional, aunque algunos estudios sobre los c= en la Europa mods na sugieren que la Ftigacién ha dejado de tener Ia importancia que two ey otros tiempos’. La experiencia de Castilla en este aspecto, pues, puede serv como ttl punto de partda para el estudio de los pleitos en otras partes de ly Europa preindustrial Existe ya una buena cantidsd de informacién sobre la litigantes, y la relacién entre la actividad pleiteadora y las transformaciones po- liticas y econémicas, la educacién, los abogados y los cambios sociales estd bien ilustrada. Ademés, el estudio de los tribunales castellanos ofrece una valiosisima ~ ineroduccién a la cultura juridica que Espafia, a partir del siglo XVI, exports al Nuevo Mundo. : La historia legal, especialmente en las manos de los profesionales del dere- cho, se caracteriza principalmente por su interés prioritario por la evolucién de las instituciones, el elogio narcisista de la profesién juridica y la preocupacién por los puntos més sutiles del derecho, Esa no es la historia que a mi me interesa escribir. Mi propia visién de la historia legal se aproxima a la de cierto historiador americano que ha escrito que «la historia legal cs un capitulo de la historia social, no una entidad autosuficiente»", Por tanto mi propésito en este libro es escribir sobre el derecho castellano solamente en la medida en que im- porte para la comprensién de mi principal argumento, que es, como el titulo indica, los pleicos y los pleiteantes. Abordo el tema de la litigacién no desde una perspectiva juridica, sino desde el Angulo social y politico, viéndola prin- cipalmente como uno de los posibles métodos para la resolucién de conflictos © disputas. Mi intencién, pues, no ¢s escribir historia legal sino social y politica, y en definitiva lo mas que espero conseguir es poner en relacién los cambiantes rumbos de la litigacién en los tribunales castellanos con Ja cambiante suerte de la propia Castilla, y desarrollar mds plenamente nuestro conocimiento de cémo fancionaron realmente las instituciones legales durante el antiguo.régimen, También me gustaria sefialar que este estudio se ecupa solamente de pleitos civiles. Los delitos criminales y el derecho penal se tratan solamente de pasada, en parte porque son asuntos ya estudiados en ottos lugares", [a litigaci6n no es un tema muy popular entre los historiadores, dado con él sdlo por casualidad. Hace afios, tudio sobre los letrados de Castilla, .y yo he este trabajo empezé como un es- que desempefiaron un papel formative en 9, Véae Vilhelm Auber, cLaw as a way of Resolving Conflict: The Case of Socieq, en Laura Nader, coord., Law in Culture and Society (Chic 0 pe, 2a oe neal BE Slap ih Ge Soy he hs Sa net ge ktieacion at Pars in the Eightcenth Century andthe Waning of the Old Jadicnd Ose, the Volume Ae 10 fa 1980: 309-36, suger que en Franca to lar una elas ke gpl Jerold S. Auerbach, Unequal Justice: Lawyers and Social Change ree omc equal fe ruyen: and Social Change in Modern America (Nueva Yotk, rendt'y Cae Francisco Tomés y Valiente, E derecho penal de la monas Michael R. Weiser, «Crime and Subsistence: The Peasants of the Tite of toral, Northwestern University, 1972. European Studies juia absoluta (Madrid, 1969), ‘Toledo, 1550-1700 1 ad \V INTRODUCCION 27 1 gobierno de los Austrias a ambos lados del Atlintico, En las primeras etapas dela investigacién me di cuenta de que los historiadores se habfan ocupado de escribir las vidas de letrados y magistrados, pero habfan prestado poca atencién a las obras de los abogados, fiscales y jueces. Gradualmente mi interés se fue desplazando de los letrados a los pleitos, una materia sobre la que la documen- tacién histérica existente, tanto en Espafia como en otros paises, tenfa poco que ofrecer en cuanto a metodologfa. Por tanto, empecé a buscar en la an pologia y Ia sociologia maneras de abordar el tema, y la presente investigacién debe mucho a esas disciplinas. Mis que los libros, sin embargo, han sido algunas personas las que me han ayudado a ir dando forma a mi investigacién a medida que avanzaba. Mediante interminables discusiones con colegas, estudiantes, parientes y amigos, el libro se fue perfilando poco a poco. Debo especial gratitud a mi hermano, Robert A. Ka- gan, cuya inspiracién y estimulo fueron esenciales para el progreso de mi trabajo. Otras personas a quienes estoy especialmente agradecido son Lewis Bateman, John Bossy, John H. Elliott, José E de la Pefia, André-Philippe Katz, Alfonso de Otazu, Geoffrey Parker, Orest Ranum, Harty Sieber y Michael Weisser. Los directores y empleados de los archivos espafioles en que se Hlevé a cabo la mayor parte de las investigaciones para este proyecto también me prestaron su ayuda y consejo. En particular quiero dar las gracias a los condes de Bornos, duques de Alba, Albur- querque, Frias y Medinaceli, marqueses de Castelar y vizcondes de Pefiaparda por haberme brindado amablemente el acceso a sus archivos familiares. En Espafia, la Casa de Veldzquez. me acogié indefectiblemente cuando otros alojamientos de Ma- drid estaban completos, y Andrés Raposo y su familia me han regalado un tesoro de recuerdos inolvidables. La ayuda financiera para el proyecto fue generosamente facilitada por la Johns Hopkins University en la forma de ato sabitico, y por al Institute of Advanced Study (Princeton), en cuyo confortable ambiente pude em- pezat la escritura de este libro. PRIMERA PARTE LA REVOLUCION JURIDICA CAPITULO I CASTILLA: ;UNA SOCIEDAD PLEITEADORA? «En los pleites diligencia, la bolia abierta 1» paciencia» ‘Papel y tinta, y poca justiciar «Los pleitos son como las cerezas: tomas ‘pocas y vienen muchas tras ellas» Refranes espafioles! Uno de los primeros que escribieron sobre los pleitos en Castilla fue Gabriel Montertoso y Alvarado, escribano de la chancilleria de Valladolid, uno de los tribunales reales mis importantes. En 1566, Monterroso publicé su Prdctica eri- minal y civil, un tratado de derecho procesal, en el que apuntaba: «ada dia ctezcan los pleitos y contiendas entre las gentes; esta ya el mundo tan engolfado y metido en ellos que casi ninguna cosa se averigua si no por tela de juicion? La opinién de Monterroso sobre la aficién de sus paisanos a litigar fue secundada en 1581 por Tomas Cerdin de Tallada. Este, un abogado valenciano, observé que los pleitos estaban efectivamente «multiplicéndose» aunque no fue capaz de hallar una explicacién precisa’. Por estas fechas, otros espafioles eran ya conscientes de que el mtimero de pleitos habfa crecido hasta el punto de que los tribunales del reino estaban completamente saturados. Ya en la temprana fecha de 1532, las Cortes se quejaron a Carlos V de que «han crescido y crescen tanto siempre los pleytos que no se pueden determinar con aquella brevedad que conventa; de lo qual resulea tan grandes gastos, costas y trabajos a los li- tigantes que acaesce muchas veres que cada una de las partes ha gastado mucho mas de lo que el pleyto imporcava, y ansy quedan destruidos y los abogados y procuradores y escrivanos, ricos»'. Las Cortes también llamaron la atencién so- bre los constantes retrasos en la administracién de la justicia a causa de la mul. fitud de pleitos que inundaban los tribunales reales. Algunos pleitos, afirmaban 1. Luis Martner, Refanero general ideoigico espaol (Madrid, 1953), cf. Pleitos, Z, Gatti de Monteroes jf Aaride, Polante criidnd y iat poner de scrivanos (Valladolid, 1566), p. 2v. 5. Tame Cendin de la Tillada, Verdadero gobiero dea monarchia (Valenc 1581), p. 88. 4 CLC 4, 528, 538. fi a PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 las Cortes, duraban «veynte y treinta afios»*. También las visicas a los tribunales reales revelaron rettasos semejantes en la administracién de la justicia, y ung en particular se quejaba de que el nero de causas era tan grande que lo jueces con frecuencia eran incapaces de davles més que un breve tratamienee de sumario‘’. Era Castilla tan pleiteadora como los contempordncos la creyeron? No es ficil calcular la cantidad de los pleitos, pero hay numerosos indicios de que el reino habia enttado en una época intensamente litigiosa. Los tribunales y los juzgados habian existido desde la Alta Edad Media, pero en toda su histori, al parecer, nunca habjan sido utilizados tanto, por tanta gente y por tan diversas razones. Desgraciadamente, los registros que s¢ hacian en los tribunales y juz- gados de esta época eran tan descuidados que es dificil recopilar los datos es- tadisticos de esta marea de pleitos. Los pequefios juzgados de los pueblos fueron los peores a este respecto, principalmente porque muchos de sus asuntos se llevaban oralmente, pero incluso los tribunales superiores, los de apelacién, acostumbrados a las actas escritas, registtaban sus actividades de- sordenadamente y a menudo con bastante negligencia. A estas deficiencias se sumaba la incapacidad de muchos tribunales para guardar sus pleitos y otros documentos legales debidamente. En el siglo XVI casi todos los visitadores acu- saban a los oficiales de los tribunales reales de no mantener archivos adecuados’, y un informe presentado en 1721 a Felipe V apuntaba que todos los archivos de los ribunales del rey necesitaban una reforma urgente. El autor de este in- forme, Santiago Agustin Riol, afiadia que «tegularmente estos archivos estan vendidos 0 agenadados», y culpaba de ello a los escribanos de cémara, es decir, los oficiales encargados de la conservacién de los registros judiciales, «Faltan de ellos {los archivos] muchos {papeles] por el poco cuidado, y por haberse ven- dido indistintamente e por atrobas, y por papel viejo»! La persistencia de estas practicas significa que los archivos judiciales de Cas- till escin lamentablemente incompletos, peo la documentacién que por suerte se conserva basta para indicar que, en el curso del siglo XVI, los asuntos legales crecieron considerablemente. En la chancillerfa de Valladolid, un aibunct de apclacin, los magistados se vieron desbordados por la eantidad de pletos, se, 5. Ibid., p. 528, ei few cc Ney 2715, Vises a Frente de Granada, r visita a ancilleria de Valladolid de 1554 observé que I ive leno de causs sin depostar, Vase AGS: CC, eg. 2714. Unos pocs aos te tad fea aan chancilera de Granada se les llamé la atencién por no molestarse en registrar sur seatchistergparenieren por le ran cancdad de aunts, Vase ibid, eg. 2739, Vit ala chancileia de Gevala Te er tuacién de Jos archivos en las audiencias de a corona también llamé la money tes. Véase CLO 5: Cones de 1551, pet. 31, p52, ce acme eae 8. Santiago Agustin Ril, «informe que hiso a su magestad en 16 de junio de 1721... sobre y ereccién, e instiucién de los consejos y ‘ribunaless, en Antonio Valladsda inet seers las pia Cre pjos y falladares de Sotomayor, ed., Semanario CASTILLA: {UNA SOCIEDAD PLE TEADORA? 33 gin indican diversos testimonios de la época. Por ejemplo, Diego Bretsn de Simancas, oidor civil en este tribunal de 1548 a 1558, recuerda en sus memo- rias un invierno especialmente ajetreado: acordamos los cuatro Pre pugs de Pascua y despacha lentes de Sala de despedir los de pleitos grandes n diligencia los otros; y fue asf, que en veint pronunciamos 432 sencencias definitivas, las cuales yo conté, porque presdia en la Sala del Audiencia, y los autos no pude contar, por set innumerables, que suele ser tres tantos y cuatro tantos que las sentencias?, an siempre También hay pruebas del aumento del ntimero de pleitos registrados en la chancilleria. Los pleitos entrantes se clasificaban en vagas categorias administra- tivas Hamadas partidos, que variaban segiin los litigantes implicados en la causa y la cantidad de mercancfas, dinero 0 propiedades en litigio'®. No todos los registros de estos partidos se han conservado, pero los del partido denominado villa, que estaba reservado para los casos valorados desde 1.000 a 4.000 ducados (= 375.000 a 1.500.000 mrs.), indican un total de 2.584 pleitos en 1560. En 1580 se registraron 3.238 pleitos, y en 1594, 3.880, un incremento del 50% aproximadamente respecto a 1560". Aumentos de parecido orden constan en el partido eclesidstico, que recogia las causas civiles relacionadas con eclesisticos u otras personas que disfrucaran los privilegios de la ley canénica". Ouro indice del aumento del ntimero de pleitos mangjado por este tribunal lo constituyen las cartas ejecutorias, que se emittan cuando conclufa un pleito. EI ntimero de estos documentos crecié desde cerca de 530 en 1500 hasta casi 1400 en 1580, un aumento de un 270%, muy superior al correspondiente cre- cimiento de la poblacién (Figura 1). Dadas las lagunas de los archivos de la chancilleria, es imposible determinar si el aumento del numero de cartas eje- La vida y cosas nocables del Sefior Obispo de Zamora, don Dingo de Simancase, en Auebiagrfias 1y menatias cod. Sevan y Sane (Mais 1809). 138. " TO ARCN: Libros Civile, elas 12-99. Los pardos fron como sigue (1) perdidr para casas valo- tadas tn menos de 100 ducaior (237.000 mrs}; las claficadss como car de core figis sobre las akabalas Hees ee Snes desde i sla de hidalgula dela chances) menor: para las casas valoradas desde 100 2 1.800 ucdos (37.0002 375,000 mis) he engin en povincs de Vd) para las cee eeetes Gevde 1-000 4 4.000 ducados (375-000 a 1500.00 mis), oxas relacionadas con la Mesta SS apebGones desde la audiencia de Calis (4) cols. para ls causes tclacionadst con cro y oe recital los uribunales elestscicos por un procedimiento conocido como vie de fuesa (5) gran ora eS acomaas con in noblesr (0) pobre pars ls causa felacionsdas con lgintes cheats Par a sbec as como conventon, monasterion hosites,y simlares: (7) adminsraons para pits de eral y canst teaconaan con a simnintncion de ropa eto (8) compen pre Terre luton, O) reudbncar para ls disput sobre ls conducta de lor oficiales publican: (1) ao errs cana pendence ua etgorta acelin qe ila casas sob ceccones lor concen Prarie ccomed te, Aleinis cba sport ciminal pala cass erminals, hidalgue pars pls a feeds In ncbler y uno conoci como vaya que stabs Teer para is dupa aco, a ei proteidan por ct futo de ea region, Vewe Manucl Fendndes Ayala Aula Prtica “natane de chancilerda de Valladatid Valladolid, 1667), expo 22. 7 POM ATARCY: Libros Civils, eas 32, 35-36, 40 Se eye SelB, Ba 1540, un rea de 1653 causas fueron archivadas en exe pando. En 1595, 4 nha ssa 2900. Lae oo ins pars yg een ite precy sn el fre Sergey a primero repsrdba por encima de 2700 causs. Las ikas del sgunde ton is Spuietee, 1355-416, 1.560:338; 1575-245: 1580-214; y 1585-233. H M PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 jonalmente mayor 0 menor que el incremento del ntimero tke pleitos iniciados en este tribunals de lo que a bay ee ei Sus el vo- Tanger ile cass crecié con rapide. A principios de Is década de 13 0, el in forme de un oficial real deja traslucir ese aumento al sefialar que la chancilleria sella recibir entre 6.000 y 7.000 nuevas demandas al afio, cilculo que segura- eee ey bastante preciso", Cualquiera que fuera la ciffa exacta, fs afluencia spe eyusae fue tan grande que los oficiales de la chancilleria tuvieron que buscar ‘tajor administrativos para ir al paso de a demands. Estas précticas explican lhe enuchas denuncias por registros ilegibles y escritos apresuradamente, docu- menos perdidos y easpapelados, y la disposicisn de algunos oficiales a emiti «sin firmas autorizadas»". El diluvio de causas en la chan- ribunal no logré mantener curorias fue proporci algunos document cilleria también ayuda a explicar por qué este 1 sus archivos al dia. : Pero la chancilleria de Valladolid no fue una excepcién. Los pleitos presen- tados en la chancillerfa de Granada, una institucién similar, estaban también aumentando. En la década de 1590 este tribunal, que tenfa juri cién sobre tuna poblacién mucho menor que la de Valladolid, recibfa unas cuatro mil nue- vas causas cada aio, lo que creaba dificultades administrativas parccidas a las del tribunal vallisolerano"’. El Consejo Real de Castilla, tribunal superior del reino, también tuvo que aftontar fucrtes aumentos de los asuntos judiciales. No hay estadisticas de este tribunal hasta el siglo XVII, pero en 1572 Felipe II se quejé a su recién nombrado presidente, Diego de Covarrubias y Leyva, de que sus consejeros empleaban demasiado tiempo en resolver pleitos y demasiado poco en otras cuestiones importantes de la politica y la administracién'®, Felipe dio instrucciones a Covarrubias para que cotregiera este desequilibrio, y éte aumenté la cantidad del depésito que el Consejo exigia a los apelantes”. Pero estos esfuerzas para restringir el volumen de asuntos judiciales despachados por Sa reaiad elena ae Saison sou eamtah ee eared eres peer Ape ie ‘onsejo Real una sala de justicia especial dedicada a las causas civiles". 13, BNP: 261, fl. 4 14. Veanse. por ejemplo, las queias por regstas ilegibles en AGS: © cilia de Vlado (1550) especialmente fox cango conta Laper Redhiguas bag y,Vista 2. chan- Y7SK9. Vis sl chances de Granada (3980, 0 “OPE Rosguee, repr. Véanse tambien lps 1S. ARC. Ie 37-8 de epanmen 16. BN: Ms, 1126116, «Advertencia que hizo Felipe I al Sr. Covare % 10 ch ie momento tenia al menor tints ¥ un plete diferentes renga He 1560, indica eres azo rc lan I evn de ons ws be de ower en uate mA ANEAMENE 7. Durante el reinado de Felipe Il, sin embargo, s6lo las causas wale eee (1.500.000 mes) podan ser a a Vee {#280000 ms) pon ser apa Lal de my guinenes dos Vee Bi 18. BN: Me IA, 722, «Memoria de nuevo orden que ha de aver en lass, 17 de febeero de 15 0 de 1598s \és de 4.000 ducados Coton Vespasian C. CASTILLA: {UNA SOCIEDAD PLEITEADORA? 35 RA 1: Chancilleria de Valladolid, cartas ejecutorias emitidas. to Las Cartas Ejecutorias se emitian solamente después de concluidos los juicios, tinicamente a peticién de la parte ganadora. No todos los casos terminados recibian esta clase de documentos. A partir de 1620 el grifico incluye también Jas denominadas provisiones teales que se expedian en lugar de las Cartas Ejecutorias. Mas baratas que éstas iltimas, se hicieron progresivamente popularcs, especialmente en el siglo XVIIL Fuente: ARCV. Cartas Ejecutorias. Reales Provisiones. Los registros de los tribunales, pues, confirman lo que los contemporineos crefan, pero zcwdntos castellanos iban a los tribunales? Ni los jévenes por debajo de la mayoria de edad legal, entonces establecida en venticinco afios, ni las mujeres de cualquier edad, con excepcién de las viudas, podian litigar por cuen- ta propia, aunque unos y otras podian entablar un pleito a través de sus repre- senrantes masculinos designados: tutores, maridos, padres 0 familiares. Los tribunales, por tanto, eran un mundo poblado por varones adultos, y éstos, segiin los registros de los tribunales, los habia de todos los estados civiles (véase capitulo 4). A comienzos del siglo XVI el humanista Baltasar Alamos de Ba- rrientos calculaba que al menos tres cuartos de la poblacién de Castilla estaba acostumbrada a litigar”. Aunque sin duda exagerado, este célculo indica hasta qué punto era verosimil para un castellano culto de la época la idea de que vivia en una sociedad donde los pleitos resultaban familiares a todos, lo mismo a ricos que a pobres. El mayor litigante de toda esta sociedad fue sin duda cl rey. Tenfa que proteger su vasto patrimonio personal, someter a quienes recusaban la jurisdic- cién de sus oficiales, y perseguir cualquier intento de defraudar la hacienda real. EI rey no podia hacer todo esto por si mismo y, desde el siglo XIV, los mo- narcas habian sido representados personalmente en materia judicial por un of - cial denominado fiscal. A mediados del siglo XVI, habla al menos quince 19, HSA: MS. HC 380/80, «Advertencias politicas sobre lo particulary lo pablico de esta monarchia», fol. 133. 36 PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 fsclessituados en los més importantes tribunales del reino. Estos off ritos en derecho, intervenian como parte en los procesos criminales p; tizar que los infractores fueran castigados de acuerdo con la ley del También tomaban parte en los innumerables pletos civiles en los que la coven, tenia intereses y actuaban especialmente en los pleitos de hidalguta, los intennes por parte de particulares de obtener reconocimiento de nobleza con la const guiente exencién de impuestos reales. Indirectamente, pues, el rey era parte en miles de juicios cada afto, y a través de sus fiscales era informado de las causa importantes de los tribunales ast como de cualquier dificultad en la adminig tracién de la justicia real, La aristocracia castellana era tan pleiteadora como el rey. Como propietarios © herederos de grandes patrimonios territoriales, los grandes y titulos vivian atrapados en una interminable red de disputas sobre dotes, vinculos, herencias, donaciones, tenencias de tiertas y obligaciones sefioriales que cada vez més lle. gaban a los tribunales con creciente frecuencia desde mediados del siglo XV. Ademés, la aristocracia, al menos en el siglo XVI, fue continuamente arrastrada a los tribunales por los campesinos, que consideraban los pleitos como tnico instrumento de poner coto al poder y la autoridad de sus sefiores. En conse. Cuencia, la mayoria de las grandes familias castellanas se velan obligadas a man. tener costosas doraciones de abogados y otros expertos que las aconsejaran en materia legal. El duque de medinaceli tenia agentes en Granada, Valladolid y Madrid, asi como un consejo permanente compuesto de licenciados en derecho ara que le ayudaran en la administracién de sus tierras y supervisaran sus nt merosor pleitos!. El condestable de Calla organiz6 un consejo similar, y, se gin cierto testimonio, en 1603 este importante aristécrata _participé simulténeamente en no menos de diecinu ieve pleitos diferentes”. Igualmente Pleitadores fueron los duques de Béjar, cuyo cuerpo de asesores juridicos Lleg6 en algtin momento casi veinte®. cales, pe. ata Baran. Monarca, 2 ena ie fapomante oil ea ex adn por exbine, Una breve intoducin el diva Io hte) YY pe opmcon Mig Angel Ber de Cane ns meats al pape Sar silos XIU al XV, Hise, incomes decunenes 2 (dinate ei, En el siglo XVI, ia gumeonaro describe al Bical como scsi un tutor del reno y un ert de las haziendas de fo, tore estos, Vasc ACE: lib 17, coma, 31 de dcicmine sete ti tey estaba representado Randa, a Ca 2 os es oh sae, ete a be Pract lundo, y en la Casa de Contratacién de Sevilla. ue 21; “ACM: leg. 139 mencions que, en 1585, el doctor Mateo de Espn . 4 ead ele aed e375 ‘Adem aoe geet membre dl cone de Valldolid un salaro de 30.000 mis. y 2 der abopaton to a peg ele src ae na ls tare, el Lic Mati! de Salto un oe dl ons 20 ible unt salar anual de 100,000 mes, Véase ACM: lep. 231, consulee 5. uaUe, reciba un salario CASTILLA: (UNA SOCIEDAD PLEITEADORA? 37 Pero la aristocracia no fue la unica que tuvo que pagar los costosos servicios de abogados, procuradores y otros agentes legales. Las ciudades castellanas se enredaron también en la marafia de los pleitos. En 1555, por ejemplo, Sevilla tenia ochenta y cinco diferentes pleitos simulténeamente pendientes en la chan- cillerfa de Granada, y para administrar estas y otras causas el municipio contraté los servicios de por lo menos doce abogados™. Algunos afios, el dinero pagado al procurador mayor de Sevilla en Madrid pata «gastos de pleitos» ascendia a més de un millén de maravedis, una suma considerable. Madrid y Toledo mantenian una extensa red de abogados en diferentes tribunales y seguramente gastarian cantidades similares*, Parece también que muchos ciudadanos corrientes hicieron uso frecuente de los tribunales; caso notable fue El Greco, residente en Toledo por mucho tiempo, para quien un pleito no era un suceso extraordinario ni infrecuente, sino una prdctica corriente en su negocio, un recurso para establecer el valor de su trabajo. Los bidgrafos del Greco han hecho referencia 2 su «cardcter liti- gioso», pero la verdad es que en esto no fue distinto de muchos artistas y ar- tesanos del Siglo de Oro. No obstante, su famoso caso contra el alcabalero de Ilescas en 1604 es especialmente importante porque establecié el precedente de que la pintura debia estar exenta de impuestos reales. Esta trascendente deci- sin, citada mas tarde en una serie de causas iniciadas por pintores como Vi- cente Carducho, Eugenio Caxés, y Diego Velazquez, tuvo un gran peso en los esfuerzos de estos artistas por lograr que su oficio ganara la consideracién de «noble» y de este modo hacerlos dignos de diversas gracias y honores reales”. ePero qué hay del grueso de los castellanos, de los cuales la inmensa ma- yoria cran campesinos analfabetos carentes a menudo de los recursos econémi- cos necesarios para llevar un caso a los tribunales? ;Eran tan litigiosos como Alamos de Barrientos podria hacernos creer? En teotia, el «pobre» tenia derecho a servicios jutidicos gratuitos, y desde finales del siglo XIII la corona mantuvo en cada uno de sus tribunales superiores un abogado y un procurador «de po- bres» cuyo trabajo cra ayudar a los litigantes de esta condicién a llevar sus casos al foro, Muchas ciudades prestaban servicios similares. En la prictica, sin embargo, muchos de estos «pleitos de pobres» recibfan sélo un tratamiento su- mario. En 1590 el visitador oficial a la chancilleria de Valladolid decfa que los 24, AMS: Sece. II, tomo 12, fols. 1-48 25. AMS: Secc. Il," carpera 201, listas de los gastos de pleitos de Sevilla en vatios afos. 26. Sobre el personal juridico de la ciudad de Toledo, ‘véase AMT: Libro de la Contadurla Mayor de ‘Toledo, af 1587, bl. 29. Sobre Madrid, véate el Archivo de la Vila de Madrid, 2404/89, 127. Para mis datos sobre estos pleitos y sus implicaciones para la pintura espafola, véase Julién G&- lego, El pintor de ascano a arta (Granads, 1976) pp 101-48, 167-85, Sobre los liigios del Greco, vee Richard {. Kagan, «El Greco y la ley», en Vasiones del persamniente: El Greco como intdrprere de le historia, la tradicin las ideas, ed, 2 cargo de Jonathan Brown (Madrid, 1984): 127-142. 28. Pérez de la Canal, pp. 428-40. 35. Sevila, por ejempla. Vease Recpilacn de ls ordenamientos de Seila (Sevilla, 1620), titulo 21. 38 PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 ‘ a «vender sus capas» para Pagar los hon, HE etna cokake cl abiyade de pl nae ee fee Be ee apareiezon segularmente en los tribunales de la con ee “ofeiales de la chancilleria de Granada sugieren ue al menos ¢ 10% de las causas llevadas a este tribunal eran pleitos de pobres", y en Valle dolid durante el siglo XVI, los insolventes pusieron entre doscientos y trescien- tos plitos cada afo”, Valgan como muestra Marita, una esclava, que en 155] pidié a Antonio Alonso, vecino de Alba de Tormes, «su libertad»; Juan Her- moss, un pobre labrador de Medina del Campo, que reclamé a Agustin Casto, boticario, unos «maravedis»; y una mujer del pueblo de Traspifiedo, en cuyo juicio contra el concejo de la localidad en 1580 pedia «mandar que se salga de la villa y vaya a buscar a su marido»?, Los pobres no eran, sin embargo, los tinicos castellanos humildes que lle- vaban sus litigios a algtin importante tribunal real, En 1589, un abogado de la chancilleria de Valladolid afirmaba que «en esta real audiencia de las diez Partes, las nueve [son] curtidores, zapateros, tinteros, mesoneros, y de todos oficios»*, Tan abundante era el flujo de castellanos ordinarios « lee tribunales del rey que muchos oficiales echaban Ja culpa de los retrasos y la ineficacia en la adminis- sentaba una cantidad de dinero considerable, Primera mitad del XVI alteré gravemente ol fica, En la década de 1530, 6.000 mrs. no val de 1480. Esta inflacién hizo Pero una répida inflacién en la entido de esta restriccién. espect- 2 AGS: CC leg. 2719, Visa g la cha put fieon a boas ferbucion chance rte ll 59). Uns de scan de es , una suma. fi mate par nPlo. so 0 + que lo. hactan buscata Ir dor le a eas os ag sa a a sk ebm xe CASTILLA: UNA SOCIEDAD PLEITEADORA? 39 Otro signo mas del afin litigante de esta época fueron las deudas surgidas directamente del continuo pleitear. A principios del siglo XVI, por ejemplo, el Convento de la Madre de Dios de Salamanca informé a Carlos V que habia gastado més de un milln de maravedis en cierto pleito a lo largo de exsi cuatro Bos, y en consecuencia el convento se hallaba «muy empeftado y necesitado»”. E] monasterio pidid entonces permiso al monarca para hipotecar una de sus propiedades con un censo valorado en 1.400.000 mrs. y para emplear el dinero obrenido de esta transaccién en el pago de sus deudas judiciales, Muchas ciu- dades pequefias y pueblos hicieron peticiones similares. En 1552, el pueblo de Castropol tuvo que rogar a Carlos V que les permitiera recaudar 40.000 mrs. entre sus vecinos, cantidad necesaria para «fenecer y terminar» un pleito im- portante que Castropol tenia con Ia ciudad de Oviedo™. Los costosos pleitos también figuraron en la peticién del pueblo de Castilla la Nueva, Corral de Almaguer, que pregunté a Felipe II si podia cobrar un impuesto especial ex- traordinario a sus vecinos”. El dicho concejo deve mucha cantidad de maravedis a personas particulates ¢ concejos y_que tiene muchos pleitos ansi en la corte de Su Magestad como en Ia ciudad de Granada y en la audiencia de esta gobernacién [Valladolid] y que para ello no tiene propios ni rentas ni alcanzes de quentas de que se pueda pagar y que ticnen dello muy grande necesidad y que Jos vecinos de la dicha villa son ricos y que casi ellos vienen y son de parecer que se haga entre ellos el repartimiento de los trescientos ducados... no hay otra cosa de donde se puedan pagar, las dichas deudas y seguir los dichos pleitos siendo como son de grande importancia. Otra comunidad que tuvo un problema parecido fue la ciudad de Teba. En 1576, pidié permiso al rey para cobrar un nuevo impuesto y asi poder pagar «los derechos devidos a relatores y secretarios y salarios de letrados y procurador y solicitador»™. El aumento de las deudas por litigios forzé a las ciudades de Carmona y Pedrosa y los pueblos de Melgar de Fernamental, Hinojosa y Torregonillo a pedir ayuda a la corona”. Los pieitos interminables fueron también causa de problemas econémicos para algunos miembros de la aristocracia castellana. En 1634, por ejemplo, el Conde de Rivadavia declard que debfa por gastos judiciales 487.500 mrs., més otro 1.350.000 mrs. a sus abogados, procuradores y solicitadores®. No era Ri- vadavia el Unico; los comienzos del XVII fueron tiempos dificiles para la mayor 35. Ibid., Pueblos leg, 16. 4 vo ss, EN documentos echo 17 de mayo de 1552 ‘de mi propiedad. Se facilitan copias a quien solicit. 37. AHN: Ordenes Militares, pleito 21161 38. AHN: Cons., leg. 7043, 1. 14. 39. Véase AHN: Cons. lib. 1419, Consultas de Viernes (1578. 40, AHPV: Prots. 2019, fol. 403. 40 PLEITOS Y PLEITEANTES EN CASTILLA, 1500-1700 parte de la eae eae la carga econdmica de los multiples Pleitos rincipales causas". fue randy i eee participacién de todos los estamentos de la sociedad castellana en los litigios, resulta dificil, si no imposible, poe la pregunta propuesta al comienzo del capitulo: fue Castilla una sociedad pleiteadora? Ny. merosos indicios, como la creciente acumulacién de casos, sugieren que el nj mero de casos era mayor del que los tribunales podian absorber sin problemas, pero no habria que confundir esto con una propensién al litigio. Bste es un término relativo, y lo ideal seria comparar la experiencia en pleitos de la socie- dad castellana con la de otras sociedades. Desgraciadamente hay pocos estudios sobre litigios en otros paises en el siglo XVI, pero la comparacién con las ac- tuaciones de los tribunales de apelacién (los tinicos de los que se poseen cifras) sugiere que Castilla era bastante aficionada a los pleitos. La chancillerfa real de Valladolid, que tenia bajo su jutisdiccién a unos cuatro millones de personas, recibia unos seis mil o siete mil pleitos por afio a finales del siglo XVI. En cambio el Tribunal de la Chancillesfa (Chancery Court), el més grande de los cinco centrale de Inglaterra, recibia durante el reinado de Isabel I (1558-1603) sélo cerca de quinientos nuevos casos al afo, en un pals cuya poblacién sobre- Pasaba ampliamente los cuatro millones". No se conocen las cifras del ntimero de pleitos registrados en los parlements de Francia durante esta época, pero sor- Brenderia encontrar que cualquiera de estos tribunales hubicra reibide tuna ria- de pleitos proporcionalmente mayor que la chancillerfa de Valladolid. Jurgindola, pues, en el contexto de su tiempo, Parece que Castilla, en efecto, fue una sociedad pleiteadora. La comparacién con otros Premos en los Estados Unidos, Hae 1 lcigosa, y Ia de la chancillera de Valladolid finales de XVI podria ser Ie smuctna. Los primeros se asemejan a la chancillern en que som eb ze ra apelacién, se utilizan como tribunales de dig iat sas Méate W. J. Jones, The Elisabeth, jhitiganes and Attorneys in the King’s are (Ortord, 1967), p. 305, Huson, oa capes jets Kies Bench and Conner Be '560-1640s, en Legal Acigh, Brooks, embarge, son un po a bake onde, 1978), peas tat Records and the “as cas presentadas por ee tig ft CASTILLA: {UNA SOCIEDAD PLEITEADORA? 41 afio por millén de habitantes. Por su parte, la chancillerfa emitia entre 1.200 y 1.400 cartas ejecutorias al afio, cifra que supone més de trescientas sentencias por millon de personas, un promedio superior en un tercio al de los tribunales supremos en los Estados Unidos. Claro que alli junto a los tribunales supremos de los estados esta el sistema paralelo de los tribunales federales. Incluso en 1970, sin embargo, los once circuitos de los tribunales federales de apelacién de los Estados Unidos registraron sélo 11.662 causas“’. La poblacién de Estados Unidos en ese momento se sittia aproximadamente en doscientos millones. Cas- tilla a finales del siglo XVI tenia una poblacién de poco més de seis millones, y sus dos chancillerias (Granada y Valladolid) recibian 10.000 nuevas causas al aio. Por tanto, medida por cualquiera de estas dos cifras, la experiencia caste- lana en materia de litigios parece, en efecto, importante. Sin embargo, pese a su aparente aficién a pleitear y posiblemente como consecuencia de ella, los castellanos del siglo XVI veian los pleitos con desagrado, y desconfiaban de los abogados, escribanos y otros oficiales que habian medrado con la cosecha de los tribunales. Cuanto més se generalizaban los pleitos, més crecia la desapro- bacién y el disgusto de los castellanos. Algunos los vefan como una enfermedad, otros como una lucha encarnizada, 0 los consideraban otro medio més para que el «fuerte» oprimiera al «débil», permitiendo que floreciera la injusticia’’. Por esta razdn los pleitos se consideraban en general como pecaminosos, aunque Alamos de Barrientos, escribiendo a principios del siglo XVII, fue incluso més alli: los clasificé junto al crimen, el vicio y el lujo como «pecados publicos», fomentados por la envidia y la codicia humanas, que debian ser para siempre ertadicados de Castilla. Su contemporaneo Antonio Lifién y Verdugo, contes- tando a la pregunta, gqué son pleitos? escribié: «Pleitos son pedir uno a otro la hacienda y litigar sobre cual de los dos la posee, justa o injustamente»”, Segiin parece la opinién popular sobre a los pleitos durante esta época era muy parecida. Los refranes que abren este capitulo dan idea de la desconfianza pro- fundamente artaigada que muchos castellanos parecian compartir respecto a los pleitos, una desconfianza que manifiesta as{ mismo la destacada filésofa del si- glo XVI, Oliva Sabuca de Nantes: «De gran dafio y perdicién en este mundo son los pleitos; los quales también matan a muchos con sus enojos, y por ser inmortales les consuman las haciendas, traen grandes pesadumbres, y desasosie- a sn Bliss Carewright, Laurence M, Friedman y Stanton Wheser,

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