Hablar de inflación llena de incógnitas y temor, puesto que se ha implantado a la
sociedad una idea no muy agradable en cuanto este término. La interpretación que se toma provoca un choque emocional y social. Actualmente en Venezuela, la colectividad venezolana, no sólo cuenta con el significado de la palabra “inflación”, sino que también vive a carne fría la dura realidad que el país años atrás viene arrastrando y toda esta lamentable situación, es gracias al desequilibrio económico y al desinterés de querer y poder resolver de una manera viable y confiable la situación-país que se vive. Existan o no; culpables, la mejor manera de demostrarlo es tomando en cuenta la administración tan fatal que el Gobierno de Venezuela “inconscientemente” o muy consciente ha realizado, cada uno de los pasos que han dado, van de retroceso, no hay un propósito honesto que confirme que la inflación actual de por terminada en meses o en años, pero la pregunta es ¿Cuántos años se deben esperar para retomar una vida normal sin inflación? ¿En cuánto porcentaje debe estar el índice de mortalidad, para recurrir a soluciones? O ¿Cuál debe ser el precio justo y estable para acabar con los aumentos de salarios mínimos? Las interrogantes estarán latentes en cada circunstancia que sean necesarias.
Es importante también destacar que; Venezuela ha perdido la confianza de su
gente, lo cual ha disminuido la producción, exportación e importación que ayudaban de una manera ilícita a tener inversión eficaz y, todo esto se agrava por la falta de bienes en general. El Gobierno se ha encargado de obligar al Banco Central de Venezuela a reimprimir dinero que, injustamente no tiene un respaldo que lo proteja y esto provoca una abundante oleada de dinero más no de producción en bienes y servicios; estas dos razones son necesarias porque mantiene a un país andando de forma constante y hace que la línea de inversión-empleo-consumo se conserve en curso y no se detenga. No está de más señalar, el papel tan fundamental que ha jugado el salario, ya que entra en una de las tantas intranquilidades de la gente y más allá de ser una preocupación, podría ser una de las razones por las cuales Venezuela no establece un límite para darle un paro a tan desconcertante episodio. En estos tiempos de crisis e inflación, el aumento constante de salario mínimo empeora la situación, puesto que en cada aumento de salario, el precio de los productos en general; aumentan. No tiene sentido alguno proveer al fabricante o comprador una cantidad que al instante perderá valor y hará de las suyas un desconcierto total, dejando de igual forma una población disgustada, que más adelante alzará su voz por medio de protestas y al final obtendrán los mismos resultados, aumento de salario, aumento de productos, pocos bienes y servicios, escases, un porcentaje alto en desnutrición, mortandad y unos tantos más problemas que no serán tomados en cuenta por las principales autoridades. Existen ciertos motivos de poder humano, madurez y compromiso que generan confiabilidad en las grandes industrias y en pequeños emprendimientos que, cabe destacar, por pocos que sean, son los primordiales protagonistas, porque a pesar de tan fuerte circunstancia decidieron surgir y creer en el potencial que se tiene como venezolano, sin dejar atrás lo difícil que ha sido conseguir una posición económica, pero teniendo en mente que no es imposible surgir hacia adelante por construir un mejor futuro en tan mágico paraíso como lo es VENEZUELA.