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El sistema jurídico penal incaico:

raíces antediluvianas del castigo


Manuel Cueto Fernández

I. INTRODUCCIÓN

“La gran interrogante de nuestros orígenes, es decir, la noción de la


existencia del hombre sobre la tierra antes de los tiempos históricos, tuvo
como respuesta en la antigüedad las leyendas y relatos fabulosos”[1].

En este trabajo quiero ocuparme de la institución del castigo en


el imperio de los incas y de la concepción que de esta tuvo el hombre
andino. Pero antes debo apuntar que la Historia del Derecho y su
contribución en la comprensión de nuestra realidad jurídica tienen una
gran importancia, aunque existan posiciones antagónicas que critican su
estudio en el ámbito jurídico penal, como el profesor Luis Jiménez de
Asúa, quien en su Introducción al derecho penal, manifiesta que:

El valor de la historia en el derecho penal no es tan grande como en el


derecho privado. Tiene razón Augusto Cornaz cuando dice que el
derecho civil depende del pretérito, de la historia de un pueblo y de su
formación y que, en cambio, “la reforma del derecho penal está
íntimamente ligada al movimiento general de la civilización. El derecho
penal es eminentemente moderno y filosófico, independiente del
pasado[2].

El gran jurista español, considera que el Derecho penal, a diferencia de


otras disciplinas, se desvincula completamente de sus instituciones del
pasado, porque revisten un valor incipiente, encontrándose por el
contrario, estrechamente ligado a las tendencias filosóficas modernas.
Esta perspectiva representa el pensamiento contemporáneo de los
especialistas en el ámbito penal, caracterizados por el interés en
cuestiones estrictamente dogmáticas, despreocupándose por la
evolución de sus instituciones jurídicas.
Existen, por el contrario, posiciones que definen a la Historia del Derecho
y resaltan positivamente su campo de estudio en otras disciplinas, como
el profesor Mario Alzamora Valdez, en Introducción al Derecho, cuando
cita a Radbruch, quien al precisar el contenido de la Historia del Derecho,
señala que: “tiene por objeto el estudio del ser, el desarrollo inmanente del
Derecho, pero puede también investigar la interacción del Derecho con
otras manifestaciones de la cultura o bien tratar de comprender, desde el
punto de vista científico espiritual, el derecho de una época partiendo de la
totalidad de la cultura de la época en cuestión”[3].

Esta definición nos permite comprender que el estudio histórico del


derecho de una época, como por ejemplo el imperio incaico, puede
resultar enriquecedora para nuestra realidad jurídica, debiendo basarse
en una investigación integral, es decir vertical y horizontalmente, con la
finalidad de conocer las relaciones jurídico-sociales del hombre andino y
su comprensión sobre el castigo.

En ese sentido, Pertti J. Pelto, en su obra El estudio de la


antropología, señala que: “Cada nueva generación baraja y transforma los
sistemas ideológicos, los significados y las normas; ninguna tradición
social permanece fija ni invariable en una sociedad”[4].  El autor citado, nos
enrostra que las instituciones de una civilización no pueden permanecer
inalterables en el tiempo, variando  su concepción producto de la
evolución cultural de las nuevas generaciones. La objetivación del
espíritu de una determinada cultura, puede materializarse en las
formaciones sociales (la costumbre, el derecho) en las que se encarnan
el espíritu colectivo (…)[5]. La evolución del derecho como objetivación
del espíritu del hombre en la persecución de determinados valores,
reviste una vital importancia, en la  comprensión de nuestra realidad
jurídica y la idiosincrasia social de determinadas épocas. En este trabajo,
la historiografía jurídica nos permitirá comprender las instituciones
jurídicas penales y el grado de desarrollo cultural de la civilización
incaica.

La historia como disciplina que estudia los acontecimientos y hechos que


pertenecen al tiempo pasado, y especialmente los que han tenido una
especial importancia y han afectado a un grupo amplio de personas,
abarcando también el estudio de las instituciones jurídicas, en el ámbito
penal no ha tenido una vital importancia, quizás porque nuestras
instituciones penales actuales fueron extraídas de otras realidades
jurídicas. Las fuentes romano-germánicas que inspiran nuestro
ordenamiento, nos hicieron olvidar nuestro pasado milenario y nos
proyectaron hacia un futuro incierto, que no podrá comprenderse del
todo, en la medida que desconozcamos nuestra propia historia.

El estudio integral de las instituciones de carácter religioso, político,


económico, histórico y social de la civilización incaica, nos permiten
comprender la organización y las relaciones sociales en diversos ámbitos
del mundo andino y su concepción sobre las prohibiciones y castigos. La
historiadora Ella Dunbar Temple, señala sobre el concepto de institución,
lo siguiente: “Las instituciones son así formas de relación, de
organización, establecidas en la vida social por una voluntad común y para
ser tales se requiere además que sean apreciadas conscientemente por
una comunidad, que sean recogidas por la voluntad común; es decir, que
en su concepto está implícita la noción del reconocimiento social” [6].

El estudio histórico de derecho nos brinda una radiografía sobre el origen,


evolución y finitud de las instituciones jurídicas de una determinada
cultura. En este contexto, las fuentes documentales sobre la Historia de
los Incas, resulta de vital importancia, para el estudio de sus
instituciones, entre ellos podemos citar a las siguientes
contribuciones: Crónica del Perú, que trata del señorío de los incas
yupanquis y de sus grandes hechos y gobernación, de Pedro de Cieza de
León; Nueva crónica y buen gobierno  del indígena Felipe Guamán Poma
de Ayala; Informaciones acerca del señorío y gobierno de los
incas elaborado por Cristóbal Vaca de Castro; El imperio socialista de los
incas  de  Luis Baudin; Delitos y castigos en el antiguo Perú, de Hermann
Trimborn, Ensayo sobre el sistema penal incaico de Luis Antonio
Eguiguren Escudero y otros trabajos relevantes que nos dan cuenta sobre
el Imperio del Tahuantisuyu.

En lo relativo a la historia del antiguo Perú o Nuevo Mundo, como señalan


algunos autores, encontramos trabajos pioneros que sentaron las bases
de la Historia del Derecho peruano, como la obra Curso de Historia del
Derecho peruano de Román Alzamora, donde se estudia las instituciones
públicas y privadas del Tahuantinsuyo. Asimismo, la obra Los
fundamentos de la historia del derecho, del historiador Jorge
Basadre; Historia del derecho peruano de Javier Vargas Vargas, Historia
del Derecho de Jorge Basadre Ayulo, Algunos delitos contra el patrimonio
en el Tahuantinsuyo, de Juan José Vega Bello; El concepto de derecho
entre los incas, tesis presentada por Franklin Pease García-Yrigoyen,
entre otros trabajos fundamentales de la historiografía jurídica.

No debemos olvidar también, que existen posiciones antagónicas, como


la sustentada por el historiador Francisco José del Solar Rojas, quien
rechazó la idea de un ordenamiento jurídico en el imperio de los incas en
su obra Historia del derecho peruano. Las instituciones jurídicas penales
del imperio  incaico como fuente de nuestro sistema jurídico penal y del
derecho consuetudinario, pese a los trabajos citados, no han sido objeto
de un estudio riguroso desde la perspectiva histórico-jurídica. Existen
solamente investigaciones de fuentes documentales, que se preocuparon
incipientemente por las instituciones jurídicas penales y su evolución, en
base a una apreciación jurídica romanista de las crónicas y desde una
perspectiva de nuestro derecho penal actual, lo que resulta perjudicial
para una fidedigna comprensión de la cultura jurídica en
el Tahuantinsuyu. Esta postura es compartida por Ella Dunbar Temple,
cuando manifiesta que: “Nada seria sí más arbitrario que estudiar la
historia de las instituciones jurídicas de los Incas, su derecho penal por
ejemplo, a la luz de nuestras instituciones jurídicas actuales, de nuestro
derecho penal”[7].

II. HIPÓTESIS

El profesor Mario Alzamora Valdez, señala que: “Derecho y norma se


presentan como dos conceptos inseparables: el Derecho es un sistema de
normas y la norma el  modo como se concibe y se expresa el
Derecho”[8]. Sobre esta idea básica de derecho, quiero ensimismarme y
señalar que sobre la compresión actual del derecho, expresado en la
norma y sus consecuencias jurídicas no podemos estudiar las
instituciones jurídico penales del antiguo mundo andino.
El Imperio del Tahuantinsuyo se basaba en una organización social
estratificada o estamental, donde el Inca era considerado divinidad
suprema del mundo andino. El hombre andino como animal vertical,
legitimó su poder absoluto en diversas esferas del orden social y sus
prohibiciones destinadas a mantener un modo de existencia social
pacífico, en base a los principios “Ama súa, Ama llulla, Ama kella”  (No
seas ladrón, ni perezoso, ni mentiroso).

Estas prohibiciones por la naturaleza de sus consecuencias, podrían


considerarse la base del sistema penal incaico. En ese sentido, Bertrand
Flornoy, señala que “Las reflexiones de Pachacútec no eran los cimientos
de una moral nueva, si no que recordaban las cinco interdicciones
esenciales de la ley incaica: la mentira, la flojera, el robo, el asesinato y el
libertinaje[9].

El profesor Luis E. Valcárcel, en su obra Etnohistoria del Perú Antiguo.


Historia del Perú (Incas), manifiesta que: “Todo era regido por normas o
leyes, lo que constituye un verdadero Derecho; no estaban compiladas en
forma escrita, pero eran prescripciones tan claras, precisas y poco
numerosas que podían ser incorporadas en el acervo individual. Cada uno
sabía lo que debía y lo que no debía hacer.  Lo que se puede llamar la Ley
del Inca se reduce a muy pocas prescripciones».[10]

Podemos comprender que ante la ausencia de escritura en el mundo


andino (cultura ágrafa), se podría presentar un panorama de
incertidumbre sobre la existencia o no de las citadas prohibiciones, pero
no es así, porque del estudio e interpretación de las fuentes
documentales, podemos encontrar la descripción de hechos en
el Tahuantinsuyu, donde se imponían determinadas sanciones a quienes
infringían ciertas prohibiciones, con la finalidad de mantener un equilibrio
social.

Considero que puede fundamentarse la génesis y evolución de una


determinada sociedad, sobre la base de un sistema de prohibiciones y
castigos, que permitirían un orden social, porque de lo contrario la
mentalidad instintiva del hombre destruiría todo a su paso. La
problemática sobre la comprensión del mundo andino, especialmente de
sus instituciones de naturaleza jurídica, las podemos encontrar en las
limitaciones personales de quienes recogieron por interés propio o por
encargo, los diversos sucesos acaecidos en el imperio incaico.

El conflicto cultural expresado entre la conservación de la identidad


andina contra la imposición de las nuevas creencias de los
conquistadores, se convirtió en el principal obstáculo sobre la veracidad
de las fuentes históricas. El presente artículo quiere hacer hincapié en la
necesidad de retomar el estudio de las fuentes incaicas del derecho, con
la finalidad de rescatar aquellos principios que puedan orientar a nuestro
ordenamiento jurídico y la justicia consuetudinaria, que todavía se
mantiene vigente en algunas comunidades campesinas. La
determinación de las fuentes documentales y su correcta interpretación,
reviste una vital importancia, porque nos permitirá en el futuro sentar la
base de la Historia del Derecho Penal Peruano.

El historiador Javier Vargas, en su Historia del Derecho peruano. Parte


general y Derecho incaico, señala que: “Norma, autoridad, sanción,
repetimos, constituye el trípode que sustenta la vigencia del derecho.
[11]”  Para el autor, el origen del imperio incaico se encuentra
estrechamente ligado a la autoridad del Inca como depositario del poder
de mantener un orden y castigar. La retribución mediante el castigo del
mal ocasionado, se encuentra monopolizado por la autoridad divina del
Inca y quienes detentan el poder por delegación. El catálogo de
prohibiciones en el imperio los incas, tendrá como primera imposición,
respetar al dios Dios Sol o al Inca como su representante en el mundo
terrenal. En segundo lugar, se castigaran las conductas que
desobedezcan las disposiciones del Inca y todas aquellas que alteren el
sistema actual de las cosas.

Establecer un catálogo de prohibiciones y castigos, en base  a la


protección de bienes jurídicos en el imperio  del Tahuantinsuyo,  resulta
indispensable porque nos permitirá determinar la naturaleza del castigo,
con la finalidad de garantizar los derechos de los indígenas. El etnólogo y
antropólogo francés Bertrand Flornoy, en su obra La aventura inca”,
señala que el Inca Pachacútec, sin necesidad de manuscrito, difundió los
siguientes pensamientos:
 (…) “La paz de un reino se hace con la obediencia de los súbditos.”
 “Deben los jefes tratar con clemencia a los tímidos, y castigar con
severidad a los parlanchines.”
 “Hay que tratar, cual ladrones, a los jueces que aceptan regalos.”
 “En un Estado bien organizado, justo es ahorcar a los cobardes y a los
holgazanes; de no, se volverán ladrones”
 “El adulterio es como el robo: su castigo es la muerte”
 “El hombre se sentencia a sí mismo a muerte, cuando mata sin
mandato”
 “La ira es prueba de debilidad de carácter”
 “La envidia es un gusano que roe las entrañas de los hombres”
 “La envidia es como la araña, que saca de las flores más hermosas su
ponzoña”

Del párrafo citado tenemos que los cronistas intentaron rescatar las
máximas establecidas en refranes elaborados por las autoridades
del Tahuantinsuyu,  pero la cultura antagónica de los incas y españoles,
dificulta su correcta interpretación. En los documentos historiográficos,
podemos encontrar algunos datos, que nos brindan  claridad sobre la
concepción punitiva en el mundo andino. Por otro lado, la determinación
de los derechos y deberes del hombre andino en sus diversos
estamentos nos permitirá  establecer que bienes necesitaban protección
del poder punitivo en el Imperio Incaico, discriminando aquellos
comportamientos antisociales o de trato social, donde incidían
mecanismos de control alternativos a la esfera penal.

El poder de castigar podía ser ejercido por las autoridades designadas de


forma exclusiva por el Inca; porque conducirse al margen de su voluntad
podría tener consecuencias nefastas, como bien lo explica Waldemar
Espinoza Soriano, en su obra La destrucción del imperio de los incas,
donde señala que: “Entre las muchas limitaciones de poder que los incas
aplicaron a los jatuncuracas vencidos, figura el de no matar por mano
propia ni ajena a ningún hombre. En tales casos se les castigaba con una
terrible pena de afrenta: se les golpeaba con una piedra en las espaldas,
pero en la plaza pública. Al curaca reincidente lo eliminaban con la
muerte”[12]. Podemos observar los alcances de  la justicia que se
imponía y sus graves consecuencias.
III. ANÁLISIS Y DISCUSIÓN

La historiadora María Rostworoski, enHistoria del Tahuantinsuyu,


sintetiza en la siguiente frase la problemática sobre la veracidad de las
fuentes documentales y sus consecuencias en la búsqueda de una
historia sobre los incas: “Un abismo debía formarse entre el pensamiento
andino y el criterio español, abismo que hasta la fecha continua separando
a los miembros de una misma nación”.

El criterio español empleado en la descripción de los hechos acontecidos


en el mundo andino, nace de una visión limitada de una cultura
abismalmente distinta, agravada por la preocupación de los
conquistadores, por justificar su proceso de colonización, extirpación de
idolatrías y otras medidas desproporcionadas que tenían como propósito
asentar su  cultura, religión y dominio político. En ese sentido, Pertti J.
Pelto, señala que: “Los primeros españoles que se ocuparon en explorar (y
explotar) el Nuevo Mundo alegaban que los indios del Continente
Americano no descendían de Adán, que por ello estaban fuera de la gracia
de Dios, con lo que se supone trataban de justificar las crueldades
cometidas por los conquistadores”[13].  La religión se convirtió en un
instrumento para legitimar la intervención de los conquistadores y
sojuzgar a los hombres del Tahuantinsuyo  y su dios, como lo manifiesta
Julio Cotler, en su obra “Clases, Estado y Nación en el Perú”, cuando
prescribe que: “Mientras los conquistadores eran “cristianos viejos” o se
destacaban por su “limpieza de sangre”, la población sojuzgada tenía un
origen gentil. Por lo tanto los primeros debían encargarse de cristianizarla
a cambio del cumplimiento de tareas serviles”[14].  Este es un claro
ejemplo sobre las diferencias culturales en el ámbito espiritual,
expresado en la antípoda de la religión católica y la incaica.

Por citar otro ejemplo, la famosa y controvertida crónica del italiano, M.


Jeronimo Benzoni, titulada “La Historia del Mundo Nuevo”, traducida por
primera vez en lengua castellana por otro ilustre historiador Carlos
Radicati di Primeglio, donde se puede observar los prejuicios entre
europeos y la enemistad manifiesta, que limitan la comprensión de
mundo andino. Estos ejemplos, nos dan cuenta de una historia sobre los
incas, limitada por prejuicios culturales, que dificultan la interpretación de
fuentes documentales sobre el antiguo Perú, elaboradas por los
denominados cronistas, como bien lo explica el historiador Luis Alberto
Sánchez, en su obra “Los fundamentos de la historia americana” cuando
dice lo siguiente: “La generalidad de las historias de América han sido, así,
escritas, dentro de una tangible atmósfera  de prejuicios. Aún más: han
sido a menudo escritas para justificar prejuicios» [15]. En lo que
corresponde al estudio de las instituciones jurídicas penales, podemos
encontrar interpretaciones en trabajos actuales que encarnan la misma
problemática.

El historiador Waldemar Espinoza Soriano, en Los Incas. Economía,


sociedad y Estado en la era del Tahuantinsuyu,  señala lo siguiente: “Por
argumentos de carácter metodológico y didáctico, ahora, quienes
repasamos la civilización andina de la era del Tahuantinsuyu, tipificamos
los delitos hasta en 10 categorías: 1º Contra la seguridad del Estado. 2º
Contra el sapainca. 3º Contra la religión. 4º Contra la organización
administrativa. 5º Contra la administración de la justicia. 6º Contra los
deberes de función. 7º Contra el honor sexual y las buenas costumbres. 8º
Contra la vida y la salud. 9º Contra los bienes ajenos. Y 10º Contra la
honra u honor[16]”. El autor citado, ensaya un catálogo de prohibiciones
que supuestamente rigieron en el Imperio de los Incas, posicionándose
entre quienes consideran la existencia de un derecho penal incaico.
Aunque la terminología empleada para encasillar determinas situaciones
y consecuencias puede llevarnos hacia una interpretación  equivocada de
la cosmovisión de la cultura Incaica y su concepción de justicia.

En sus orígenes el hombre andino desarrollo ciertos mecanismos de


protección ante las amenazas de otros hombres (autodefensa),
característica que tiene todas las culturas. Posteriormente su protección
y prohibiciones, recaería en la administración del Imperio Incaico,
limitando la reacción individual y social en el Tahuantinsuyu. La
naturaleza del hombre y su instinto primitivo de venganza, estrechamente
ligado por algunos autores a la génesis del derecho penal, desde mi
punto de vista, sería incorrecto. La génesis del derecho penal, en culturas
incipientes o primitivas, se fundamenta en la limitación de la venganza
privada y social del hombre. La pena como institución arcaica y expresión
del derecho penal, se encuentra estrechamente vinculado a los límites del
poder punitivo, como bien lo fundamenta Eugenio Cuello Calón, en su
obra “Penología. Las penas y las medidas de seguridad. Su
ejecución”, cuando dice que:  “Así, pues, la primera manifestación de la
pena propiamente dicha, según la opinión expuesta, no es la venganza
privada, la venganza es una de las primeras fases de la reacción, pero es la
venganza permitida regulada y limitada por el poder mediante el talión y la
composición”.  El castigo en el mundo andino, para ser comprendido
como expresión del derecho punitivo, debe canalizarse dentro de ciertos
límites. Considero que aquellas  civilizaciones como la Incaica, que tenía
una organización política y social, necesariamente para mantener un
orden establecido, crearon prohibiciones y castigos, con la finalidad de
reprimir conductas consideradas perjudiciales  para su orden social.

Regresando a la problemática sobre la existencia del sistema penal


incaico, resulta importante adentrarse en el estudio de las crónicas y
documentos que dan cuenta de los conflictos entre indios, en los fueros
de justicia de los españoles. Pienso que miembros del antiguo Perú,
defendieron su mejor derecho en base al reconocimiento de sus
derechos y deberes en el Tahuantinsuyo, los cuales creían mantenían
todavía, aunque se encontraban regidos por un nuevo orden social.

La importancia de establecer los alcances del poder punitivo del Inca y su


administración de justicia, responde también a la necesidad de conocer
mediante qué mecanismos de control, establecieron para perpetuarse en
el poder y dominar un vasto territorio. También se tiene que poner énfasis
en la concepción teocéntrica del mundo andino, porque según los
cronistas, las prohibiciones y sus consecuencias giran en torno a las
relaciones entre el hombre andino y las divinidades, como ha dejado de
manifiesto el historiador Franklin Pease G. Y., en un artículo
titulado “Aproximación el delito entre los incas”, donde señala que: “El
castigo reviste entonces una situación especial, desde que no es un poder
humano el que lo establece, sino divino”.

En ese sentido, abarcar el estudio de las instituciones penales en el


imperio de los incas, nos llevaría hacia un trabajo de investigación
riguroso, debido a que las fuentes todavía se encuentran dispersas y sus
interpretaciones difieren unas de otras entre los especialistas,
contradicciones insalvables y concordancias que han permitido obtener
una aproximación sobre la historia del antiguo Perú y sus
acontecimientos relevantes. Debo precisar, que aunque considero que las
instituciones jurídicas, pueden transformarse y evolucionar en
determinadas culturas, la naturaleza irracional del castigo desde su
origen hasta nuestros tiempos, se cubre de un manto oscuro de supuesta
humanidad, como bien lo señala Edmundo S. Hendler, en su obra Las
raíces arcaicas del derecho penal, al manifestar que: “Los arcaismos del
Derecho penal no son características que provienen de sus orígenes de
tiempos remotos. Son rasgos inherentes a sus modalidades de todos los
tiempos”[17].

IV. CONCLUSIÓN

Las ideas vertidas sirven de pretexto para la elaboración de los


fundamentos de la Historia del Derecho penal incaico y la clasificación de
los documentos historiográficos en la materia. Asimismo, esta inquietud
responde a la necesidad de dar a conocer la Historia del Derecho penal
peruano, desde su cimiento trascendental y problemático. Para ello, es
indispensable que la historiografía del derecho peruano continúe con
investigaciones que tengan por objeto de estudio las instituciones
jurídico penales que existieron en el Antiguo Perú. Demostrar la
existencia de un sistema penal incaico nos permitirá rescatar aquellas
instituciones perdidas en el tiempo y que pueden tener vigencia en
nuestros tiempos.

[1] Comas, Juan (1962). Introducción a la prehistoria general. Dirección


General de Publicaciones. México D.F.: Universidad Nacional Autónoma
de México, p. 7.

[2] Jiménez de Asua, L. (2002). Introducción al derecho penal. Editorial


Jurídica Universitaria, S.A., p. 82.
[3] Alzamora Valdez, M. (1987). Introducción a la ciencia del derecho.
Editorial y distribuidora de libros. S.A. Décima edición, pagina 59.

[4] Pertti J. Pelto (1967). El estudio de la antropología. Unión Tipográfica


Editorial Hispano Americana. Primera edición en español, página 112.

[5] Alzamora Valdez, M. (1987). Introducción a la ciencia del derecho.


Editorial y distribuidora de libros. S.A. Décima edición, pagina 36.

[6] Dunbar Temple, E. (2014). Instituciones. Fondo Editorial de la


Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Fundación Temple Radicati.
Primera edición. Lima, mayo de 2014, página 30.

[7] Dunbar Temple, E. (2014). Instituciones. Fondo Editorial de la


Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Fundación Temple Radicati.
Primera edición. Lima, mayo de 2014, página 36.

[8] Alzamora Valdez, M. (1987). Introducción a la ciencia del derecho.


Editorial y distribuidora de libros. S.A. Décima edición, pagina 103.

[9] Flornoy, B. (1957). La aventura inca. Santiago de Chile: Empresa


Editora ZIG-ZAG S.A., p. 182.

[10] Luis E. Valcarcel (1964). Etnohistoria del Perú Antiguo. Historia del


Perú (Incas). Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

[11] Javier Vargas (1993). Historia del Derecho Peruano. Parte General y


Derecho Incaico. Lima: Universidad de Lima.

[12] Espinoza Soriano, W. (1973). “La destrucción del imperio de los


incas. La rivalidad política y señorial de los curacazgos andinos”.
Ediciones Retablo de Papel. Primera edición, diciembre de 1973, p. 55.

[13] Pertti J. Pelto (1967). El estudio de la antropología. Unión Tipográfica


Editorial Hispano Americana. Primera edición en español, pp. 24-25.
[14] Cotler, J. (1988). Clases, Estado y Nación en el Perú. Instituto de
Estudios Peruanos. 5ta Edición, setiembre, p. 34.

[15] Sánchez, A. (1943). Los fundamentos de la historia americana.


Editorial Americalle. Buenos Aires. Primera Edición.

[16] Espinoza Soriano, W. (1997). Los Incas. Economía, sociedad y Estado


en la era del Tahuantinsuyu. Amaru Editores. Tercera Edición, 1997.

[17] S. Hendler, E. (2009). Las raíces arcaicas del derecho penal. Ciudad


autónoma de Buenos Aires. Editores del Puerto. Primera edición, p. 133.

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