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RJ 34 V 5 PDF
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el plazo de quince años a contar desde que devenga firme la sentencia de privación,
hace que la trayectoria histórica de la transferencia se dilate en exceso.
La responsabilidad derivada de la evicción alcanza, de acuerdo con el artículo
1478 del Código Civil, a la restitución del precio, a los frutos o rendimientos del bien,
las costas de los pleitos, a los gastos del contrato y a los daños, intereses e impensas
voluntarias. Para la fijación del precio del bien se acude a una vía intermedia entre el
satisfecho por la cosa y su valor en el momento de la reparación: así, se toma como
referencia el precio que tuviere la cosa vendida al tiempo de la evicción. Más que al
precio, se considera indudable que la norma se refiere al valor del bien, y dicho ele-
mento se somete a una equivalencia económica objetiva. La fecha de la evicción plan-
tea dos opciones: la de la sentencia declarativa que beneficie al tercero o la del efectivo
despojo del comprador. El profesor Durán opta por la segunda, “pues la privación que
sufre quien adquirió ha de ser física –no cometida en el mundo de las ideas o de los
deberes-, y guarda correspondencia con el tipo de acción que resulta oportuna para la
pérdida eviccionaria, real y de condena”. Como la entrega es uno de los requisitos
ineludibles de la evicción, pues exige un despojo por el tercero, los frutos quedan
sometidos a las reglas de la liquidación de los estados posesorios. Las costas, por su
parte, poseen carácter condicional, pues solamente han de satisfacerse sobre un hipoté-
tico pleito seguido para el saneamiento; en otras palabras, mientras la demanda evic-
cionaria es instada por un tercero ajeno a la transmisión de la cosa, el litigio para el
saneamiento les une de manera directa. Los gastos abarcan no únicamente los de la
escritura pública sino también, por ejemplo, los correspondientes a las cargas fiscales o
los propios de gestoría o los derivados de la practica del asiento en el Registro de la
Propiedad. Por último, la referencia a los daños, intereses e impensas voluntarias es, a
juicio del autor, una cláusula residual un tanto desafortunada pues mezcla diferentes
partidas sujetas a un régimen material diferente según se aprecie buena o mala fe por
parte del vendedor. Las complicaciones que ello conlleva se hubieran evitado si los dis-
tintos capítulos contenidos en el artículo 1478 del Código civil se hubiesen escindido,
máxime cuando alguno de ellos son de contenido muy vago.
La tercera parte de la monografía se dedica a los regímenes singulares que pue-
den ser aplicados a la evicción. Por un lado las variaciones como consecuencia de los
posibles pactos entre las partes y, por otro, los particulares supuestos eviccionarios
–cuando concurra de forma parcial, el gravamen oculto del artículo 1483 del Código
civil, la evicción invertida y el saneamiento con pluralidad de intervinientes– y las
excepciones legales a la responsabilidad por evicción.
Sobre la evicción y el saneamiento caben dos clases diferenciadas de acuerdo: el
primero agrava el ámbito de la responsabilidad prevista por nuestro ordenamiento jurí-
dico, teniendo en cuenta la posible incidencia de un tercero en la eficacia del traspaso
conferido. Sería el caso de una cláusula penal que contemple como hipótesis la perdida
de la cosa por el comprador o la dispensa de los requisitos formales que acompañarán
a la exigencia jurídica de la evicción o su responsabilidad o simplemente un incremen-
to de las cuantías reparatorias. El segundo tipo de pacto contempla la despenalización
del hecho, es decir, se trata de los acuerdos dirigidos a minimizar las consecuencias
ordinarias de la evicción. Ahora bien, esta hipótesis presenta notables dificultades; el
profesor Duran considera que, en el fondo, el mitigamiento de los deberes saneatorios
se aproxima mejor a la renuncia limitada que a otro tipo de modificación voluntaria.
Existe también un pacto de simple supresión del resarcimiento recogido en el Código
Civil pero que el propio artículo 1477 limita generosamente.
La evicción parcial constituye una pérdida fragmentada en el conjunto de bienes
de que se dispusieron globalmente. El despojo eviccionario abarca exclusivamente a
una parte de los bienes transmitidos. La Ley distingue dos hipótesis de evicción parcial
que son tratadas de forma independiente por el autor: la primera tiene lugar con un
bien específico que admite fragmentación o incluso de varias cosas individualizadas
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vendidas por precio alzado y de manera indisociable; la segunda viene referida a uni-
versalidades tales como un patrimonio conjunto. En cualquier caso, se entiende que el
criterio a seguir para la determinación de la cuantía del saneamiento debe ser pondera-
do en cada caso concreto.
El gravamen oculto al que alude el artículo 1483 del Código presenta notables
incertidumbres en su relación con la evicción. La tesis mantenida en la obra es la de
que las cargas o gravámenes ocultos operan por sí mismos sin que sea necesario un
reconocimiento en una sentencia y tampoco suponen una privación directa del bien,
aunque supongan una reducción de su aprovechamiento. Se aleja, por tanto, de los
supuestos de evicción parcial pues ésta requeriría un despojo de parte de los bienes
transmitidos. Su inclusión dentro de la esfera de la evicción únicamente puede justifi-
carse por razones meramente sistemáticas e históricas.
Una de las variantes más significativas dentro de la evicción es la denominada
evicción invertida que el autor define como el suceso surgido cuando el adquirente,
temiendo por su titularidad, emprende las acciones de defensa contra el ejercicio pose-
sorio por quien, a la postre, resulta vencedor. A la luz de nuestro derecho positivo esta
hipótesis no es propia de la evicción sino más bien de un incumplimiento y a sus dis-
posiciones habrá que remitirse. No se trata de una pérdida por sentencia firme sino de
una adquisición por título distinto de un objeto propio que podría conducir a la nulidad
de la primera de las transmisiones. Quien insta la demanda no es el tercero, sino el
comprador, pero en el curso del pleito aflora la evicción al verse privado del bien
adquirido en virtud de sentencia firme y como consecuencia de un derecho previo al
negocio que le otorga mejores facultades al reclamante. Es el adquirente el que inter-
pone la demanda contra las agresiones que recibe de un extraño.
Ampliamente discutido en nuestra doctrina es el supuesto de pluralidad de inter-
vinientes, ya sean los transmitentes o los adquirentes. En este sentido, el profesor
Durán ahonda en los variados argumentos que se nos ofrecen para determinar el encaje
de esos sujetos en el mecanismo de funcionamiento de la evicción y de su subsiguiente
responsabilidad.
Tras el estudio de la regulación eviccionaria en el Derecho Navarro, que es la
única que se ha producido entre nuestros derechos forales, la obra finaliza con las
excepciones que la Ley establece a su puesta en práctica. Existen dos grandes grupos:
el primero responde a las excepciones que nacen de los antecedentes jurídicos en la
materia y cuya vigencia en la actualidad es dudosa, y el segundo responde a la protec-
ción de los terceros de buena fe por encima de los derechos causales concurrentes, por
cuanto se juzga de mayor relieve la seguridad jurídica que la justicia. A modo de ejem-
plo, se analiza la falta de notificación al vendedor, la negligencia del comprador, la pri-
vación mediante el retracto ejercitado por un tercero o el despojo fortuito de la cosa.
Como conclusión final el autor incide en que la evicción responde a un presu-
puesto de fondo del sistema de transmitir los derechos reales que hoy atraviesa por una
profunda crisis en su vigencia, lo que le lleva a plantease la inviabilidad de conciliar el
sistema de título y modo y el régimen de protección a ultranza de los terceros de buena
fe. Se incluye un completo repertorio de las sentencias y resoluciones citadas y un
extenso índice de bibliografía.
EDUARDO SERRANO GÓMEZ
Profesor Titular de Derecho Civil.
Universidad Jaume I de Castellón.