DERECHO CIVIL Y COMERCIAL §25. — CONCEPTO.

LAS COSAS Y LOS BIENES EN GENERAL

FRANCESCO MESSINEO 229
PROFESOR DE LA UNIVERS1DAD DE MILAN EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA Y DEL
DERECHO SUBJETIVO
§ 25

MANUAL DE CONCEPTO.- LAS COSAS Y LOS BIENES EN- GENERAL

SUMARIO: 1. Objeto en general. La persona como objeto de derechos. Contenido del

DERECHO CIVIL derecho subjetivo. - 2. Cosa: concepto. Cosas y bienes. Punto de vista para la
clasificación de los bienes. - 2 bis. Requisitos del bien. Comerciabilidad del bien. Las
cualidades del bien. - 3. Nacionalidad del bien. - 4. Principales innovaciones del

Y COMERCIAL código, en materia de objeto del derecho subjetivo.

1. — El objeto del derecho es o puede ser uno de los puntos, o términos de

referencia, de la relación jurídica, o sea, del deber jurídico y del derecho subjetivo.
Per objeto debe concebirse, en general, todo lo que es externo al sujeto y, por
consiguiente, np.es sujeto.
El objeto, por tanto, debe entenderse en la máxima amplitud posible de su
TRADUCCIÓN DE significado.
SANTIAGO SENTÍS MELENDO En este sentido, se habla también de la persona ajena como objeto de derecho (por
DE LA CARRERA JUDICIAL ESPAÑOLA ejemplo, en las relaciones familiares: § 59, n. 3; en algunas relaciones personales: §
MAGISTRADO DE AUDIENCIA 51, n. 2 y § 99, n. 5). Con esto, no se quiere ciertamente decir que la persona sea
PRÓLOGO DE
cosa; se quiere decir únicamente que, en tales casos, la persona ajena es objeto, o
sea término (lógico), que consiente la referencia a algo que está fuera del sujeto. Esta
VITTORIO NEPPI última configuración es propia de algunos derechos absolutos.
Ex Profesor de Derecho Civil en la Universidad de Ferrara
Ex Juez de Carrera en Italia En el uso práctico, se habla también, pero con manifiesta impropiedad jurídica, de
persona como materia de contrato: se dice, por ejemplo, que tal deportista ha sido
"comprado" por tal equipo deportivo, con Io cual se quiere significar solamente que
TOMO II aquel jugador ha estipulado un contrato denominado de alistamiento (cfr., en cuanto
DOCTRINAS GENERALES a éste, § 162, n. 6).
( §§7 a 48) (Sobre el cuerpo humano, .sobre las partes separadas del mismo y sobre el cadáver,
como objeto de derechos, cfr. § 51, n. 2).
Se dice también que los servicios y las prestaciones (o sea, actividades humanas) son
objeto de derechos (relativos: de obligación o de crédito) (arts. 2082, 2195, n.
1,2247).
Y en cuanto a las relaciones y derechos reales, se dice que su objeto es una cosa;
con esto se implica (y es exacto) que la noción de objeto es más comprensiva que la
noción de cosa (y de bien: véase infra).
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El concepto de objeto del derecho subjetivo antes expuesto no es de los más incon-
trovertidos, y hay incluso quien niega la legitimidad de una noción de objeto del
derecho subjetivo.
De todos modos, es necesario establecer la diferencia "entre objeto y contenido;
tampoco aquí faltan incertidumbres, e incluso los autores en genera] se abstienen de
hablar de contenido del derecho.
En general, contenido del derecho es el conjunto de los poderes, pero también de
los deberes que corresponden a ellos.
Tales poderes y deberes resultan, y son diversos, en relación a la naturaleza del
derecho subjetivo singular. Considerados por grupos, los derechos reales tienen un
contenido formalmente diverso del contenido de los derechos de crédito, y así
sucesivamente; y se entiende que, también en el ámbito de cada grupo, es diverso el
contenido de cada derecho subjetivo en comparación con el de los otros. Las
particularidades sobre este punto se darán en los §§ 76, 88 y 99.
A diferencia del contenido, según la noción que se acaba de dar, el objeto del
derecho constituye —como se ha dicho— uno de los elementos (el elemento exter-
no) del derecho subjetivo: el objeto es aquello sobre lo que se exterioriza el diverso
poder del sujeto, o —dicho de otra manera— el contenido del derecho subjetivo.
2. — Mucho más importantes, y de más frecuente aplicación, son el concepto de
cosa y la serie de sus distinciones (en cuanto a estas últimas, §§ 27 y siguientes).
Aquí nos atendremos, por lo general, a la doctrina corriente.
Cosa (res) es una porción cualquiera del mundo externo que (según los criterios
dominantes en una determinada sociedad humana) sea susceptible de ser utilizada o
apropiada, por el sujeto, para satisfacer con ella sus necesidades económicas o,
también, espirituales. Como tal, la cosa se toma en consideración las más de las veces
como objeto de los derechos subjetivos reales y de los derechos sucesorios (retro, §
9, n. 1).
En el sentido aclarado, el concepto jurídico de cosa coincide con los conceptos
económicos de "bien" y de "riqueza"; pero no enteramente.
A veces se habla de "bien", no de "cosa"; sin embargo, el art. 810 hace consistir el
bien en una cosa que pueda constituir objeto de derechos y, además, el legislador de
1942 usa varias veces el término "cosa" indistintamente con el de "bienes" (cfr. arts.
816, 817, 818, 819, 820, 821, 995).
Por algún autor, la relación conceptual entre cosa y bien se concibe como de
especie a género: cosa sería un modo de ser del bien; pero no falta quien concibe la
relación lógica en sentido inverso, por el que bien sería una especie de cosa. Como se
ve, reina en la materia una notable falta de certeza de ideas.
Se suelen llamar bienes "jurídicos", como especificación del concepto de bien,
aquellas utilidades (patrimoniales y aun no-patrimoniales: arg. art. 1028)
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que son dadas, ya por porciones del mundo exterior, ya por energías humanas o
naturales (en cuanto a estas últimas, cfr. expresamente art. 814) y para las cuales se
dispone una tutela jurídica. Desde este punto de vista, el concepto de bien sería más
amplio que el término "cosa".
El criterio diferencial entre cosa y bien, parece que se debe poner en lo siguiente:
que la cosa es por sí entidad extrajurídica; es, en cierta manera, un bien en estado
potencial, y se convierte en tal cuando se la hace materia de una particular califica-
ción jurídica; tal calificación estaría constituida por la idoneidad de la cosa para dar
cumplimiento a una determinada función económica y social, objetivamente conside-
rada; por tanto, bien en sentido jurídico sería una cosa idónea para dicha función.
La doctrina corriente distingue de otra manera la cosa del bien; se observa que se
dan cosas que no son bienes (ejemplos, la luz, el aire atmosférico, el agua del mar:
cfr. § 29 bis. ns. 13 y 15), porque no son susceptibles de constituir objeto de
derechos, según la fórmula a que se hace referencia en el art. 810; y se dan bienes
que no son cosas (como las actividades humanas).
2 bis. —Siempre según la doctrina corriente, requisitos de los bienes, para que
puedan constituir objeto de relaciones jurídicas y de derechos subjetivos, se
consideran:
a)un valor económico (de uso o de cambio): por eso no son bienes las cosas inacce-
sibles y las res communes omnium (en cuanto a estas últimas, cfr. § 29 bis, n. 13) ;
b)la aislabilidad o, respectivamente, la separabilidad de otro bien, en forma que
pueda adquirir una autonomía propia.
Según algún autor, por el contrario, debería afirmarse, respecto del bien, el cono-
cido concepto de la autonomía jurídica, fundada sobre función económica y social
que en concreto el mismo debería llenar y que está determinada por presupuestos
naturalísticos y por la voluntad de los sujetos (sobre todo por ésta).
Además, ulteriores caracteres del bien serían las cualidades, o sea las características,
con relevancia jurídica, a las que las partes quieren o pueden referirse casi siempre,
independientemente de la referencia a criterios físicos o económicos (son aquellas de
las cuales se hablará más adelante, en los §§27-29); y la cualificación por la cual los
bienes suelen distinguirse en públicos y privados (véase infra, § 29 bis).
Carácter ulterior del bien es su libre alienabilidad, en la cual se manifiesta un carácter
más comprensivo: el de la comerciabilidad. Veremos, sin embargo, que tal carácter
falta en la mayor parte de los bienes públicos y que, viceversa, la no comerciabilidad
en cuanto a los bienes privados es la excepción (cfr. §29 bis, ns. 5, 8 y 14).
Se discute si el espacio atmosférico es cosa en sentido jurídico. Lo niega la mayoría,
considerando que el espacio es un concepto de relación, esto es, una relación entre
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cosas y, por consiguiente, no es una cosa. Por otra parte, debe observarse que
cuando se plantea el problema de si es cosa el espacio
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atmosférico, se quiere aludir al ''vacío" o a la ''columna de aire" formada sobre los
fundos, o sea a la falta de construcciones o de plantaciones sobre ellos; ahora bien,
así, el espacio (jurídicamente considerado), es más bien la negación del ser; es un no-
ser, o sea, en todo caso, una no-cosa.
Cualidad es la servidumbre (en sentido activo y en sentido pasivo), respecto del
fundo; cualidad se considera, por la mayoría, la organización ("avviamento") respecto
de la hacienda (cfr. arts. 5591 y 29). Por consiguiente, ni una ni otro pueden
considerarse bienes.
3.- En sentido traslaticio se puede atribuir una nacionalidad a las cosas, así como se
la atribuye a las personas. En efecto, se habla de nacionalidad de la nave, o del
aeromóvil (arts. 143-145 y 751-752 del Cód. de ia naveg.), para expresar, de manera
mediata, el concepto de que la cosa en cuestión está inscrita en un determinado
registro público llevado por una oficina especial (cfr. § 40, n. 3, en nota).
4.- Las principales innovaciones del código, en tema de objeto del derecho
(subjetivo), conciernen a la hacienda, que está orgánicamente regulada (cfr. § 29), y a
la materia de los bienes de las entidades públicas que ha sido convenientemente
sistematizada (cfr. § 29 bis).
Resulta, además, del nuevo código que la diversa función económico-social de los
bienes no se agota por la distinción entre bienes inmuebles y muebles (cfr. §27), aun
cuando los bienes inmuebles conserven una notable importancia. Tampoco deben
considerarse como únicos bienes de importancia social, los que concurren a la
producción; lo son también los bienes de dominio público (§29 bis) y los de
importancia histórico-artística.
§26
EL PATRIMONIO
SUMARIO: 1. Diversos significados de "patrimonio". - 2, El patrimonio separado.
-3. Casos singulares de patrimonio separado. - 4. El patrimonio autónomo. El
patrimonio de destino. El patrimonio bajo administración. El patrimonio "ajeno". -5.
Distinción de las cosas, en relación al concepto de patrimonio. - 6. La "atribución
patrimonial" (remisión).
1. — La noción de objeto de los derechos guarda relación, ante todo, con la de
patrimonio, a la cual se ha hecho implícitamente referencia, al hablar de derechos
patrimoniales (retro, §9. n. 1), como aquellos que están calificados por ser referibles
al patrimonio.
Los elementos constitutivos del patrimonio y el patrimonio mismo, tienen como
característica la de ser aptos para satisfacer necesidades (económicas) y la de ser
valorables, a base del común denominador de los valores económicos que es la
moneda (o dinero). Tienen, por eso, ante todo, un valor de cambio, en cuanto
permiten obtener un cierto valor mediante negocios de cambio cuyo objeto
constituyan: pero pueden tener también un valor de uso, es decir ser valorados por la
razón de que son idóneos para dar utilidad directa,
a) Por patrimonio debe entenderse no un conjunto de objetos, o de cosas,
sino un conjunto de relaciones: derechos y obligaciones (por consiguiente: de
elementos variables, activos, aun de futura realización, y pasivos), que tienen como
titular a un determinado sujeto y que están vinculados entre sí (cfr. arts. 537 y sigtes.,
588, 1010). En este sentido, se puede decir que no hay sujeto que no tenga un
patrimonio, aun cuando éste pueda ser económicamente exiguo.
Por los caracteres antes indicados, el patrimonio, como tal, no constituye materia de
enajenación; se pueden enajenar aun todos los elementos que, en acto, entran (en
un determinado momento) en el patrimonio (ejemplo, artículo 771); pero: con ello,
no se ha enajenado en absoluto el patrimonio como tal, que, en este ulterior sentido,
es la aptitud del sujeto para adquirir en el futuro otros elementos patrimoniales, o
sea, que es la capacidad (patrimonial) de hacer adquisiciones: capacidad que, como
tal, es inalienable.
b) Adviértase que, así como no se puede hablar del patrimonio como objeto,
puesto que el patrimonio está constituido por derechos (y obligaciones) y no por
objetos, tampoco se puede concebir sobre el patrimonio un derecho unitario (salvo,
en cuanto a ciertos efectos, el caso del patrimonio como objeto de sucesión mortis
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causa a titulo universal: §§ 170 y 173);. en
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Él, hay derechos autónomos, teniendo cada cual su propio objeto, y que, en cuanto se
centralizan en torno a un determinado sujeto, constituyen, considerados en su
conjunto, o sea como conjunto de relaciones, el patrimonio de dicho sujeto.
c) Es necesario señalar que las más de las veces, el término '"patrimonio" es empleado
en sentido no-técnico (patrimonio en Sentido impropio), como expresión de
comodidad, para indicar un conjunto (suma) de bienes, sin referirse, por consiguiente,
a un Conjunto de relaciones jurídicas activas y pasivas (ejemplo, patrimonio
inmobiliario: patrimonio mobiliario; patrimonio familiar; patrimonio del quebrado;
administración del propio patrimonio: art. 350, n. 1).
Así también, cuando se dice comúnmente, que el deudor responde con todo su
patrimonio, se quiere decir solamente que responde con todos sus bienes (caso de que
trata el art. 2740). Por consiguiente, tampoco como objeto de ejecución forzada, el
patrimonio del deudor llega a formar una entidad unitaria.
d)Se llama patrimonio neto lo que queda de elementos activos cuando se deduce el
pasivo (o sea, las deudas del titular) : bona non intelleguntur, nisi deducto aere alieno.
Por otra parte, mientras, desde el punto de vista económico, no hay patrimonio cuando
el monto del pasivo iguale o (peor aún) exceda del monto del activo, desde el punto de
vista jurídico, el patrimonio existe, aun en estas últimas hipótesis: lo demuestra el caso
de la herencia onerosa, respecto de la cual se dice asimismo que el heredero se
sustituye en el patrimonio, concebido como universalidad (cfr. en cuanto a este
concepto, §§29, 170 y 173), o sea, en las relaciones jurídicas activas y pasivas del
difunto, cualquiera que sea la relación cuantitativa entre el activo y el pasivo (art.
586).
2. — Por lo general, el patrimonio es uno solo para cada sujeto; no se conciben
varias masas patrimoniales, teniendo como titular un sujeto, puesto que, aun cuando él
las mantenga separadas, por razón de comodidad o por expediente administrativo, las
mismas forman, a los ojos de la ley, una masa única: así, por ejemplo, en el caso de
varias haciendas (individuales) pertenecientes a un mismo sujeto.
Y no podría ser de otra manera, frente al principio según el cual el sujeto responde de
las propias deudas con todos sus bienes (responsabilidad ilimitada) (art. 2740); si
fuese posible, a arbitrio del sujeto, separar del propio patrimonio núcleos de bienes,
para formar con ellos masas separadas, cada uno podría sustraer bienes a los propios
acreedores.
Sin embargo, se habla de patrimonios separados (o de destino), precisamente en el
sentido de que dos o más masas de bienes singulares, aun sin dejar de pertenecer al
mismo sujeto, existen cada una de por sí. El problema del valor jurídico del
patrimonio separado y de la respectiva disciplina jurídica interesa, especialmente en
cuanto ejerciten función de garantía, en las relaciones con los acreedores del sujeto,
que es su titular, o función conservativa.
La utilidad y la función práctica de la creación de un patrimonio separado, en el
ámbito del patrimonio del sujeto, están dadas por la posibili-
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dad: 1) de atribuir o de reservar ciertos bienes a un determinado exclusivo destino, de
manera que quede excluido el destino a otra finalidad, aun cuando no pueda alcanzarse
el propio; 2) o bien de reservar a un cierto grupo de acreedores un determinado núcleo
de bienes, sobre los cuales puedan ellos satisfacerse con exclusión de los otros; con la
consecuencia de que los otros acreedores quedan excluidos y de que, sobre tos otros
bienes, tal grupo de acreedores no puede alegar derechos o que, por el contrario, este
grupo puede satisfacerse sólo subsidiariamente, y si es necesario, sobre los restantes
bienes del sujeto (deudor).
La ley emplea a veces (arts. 169 y 2647), al respecto, los términos "vinculo" y
"vincular" (retro, §14, n. 8).
En el segundo tipo de patrimonio separado, que hemos descrito, se presenta aquel
fenómeno de autonomía patrimonial, al que nos hemos referido, a propósito de la
persona jurídica (§20, n. 4, y § 20 bis). Y se da también, aunque sea bajo otro aspecto,
la distinción entre autonomía pal rimo nial perfecta (que se tiene, aquí, cuando el
grupo de los acreedores al que se reservan determinados bienes del deudor, no pueda
afectar —con acciones ejecutivas o cautelares— los otros bienes y, a la inversa, los
acreedores ordinarios no puedan afectar los bienes reservados) y autonomía
patrimonial imperfecta (que se tiene, en esta particular aplicación, cuando el grupo de
acreedores pueda satisfacerse subsidiariamente sobre los bienes no-reservados, o bien
cuando los acreedores ordinarios puedan satisfacerse —en cuanto antes haya sido
satisfecho por entero el dicho grupo de los acreedores— sobre lo que exceda del valor
de los bienes reservados) y que podría llamarse separación unilateral.
Pueden fijarse otros principios, comunes a las varias figuras de patrimonios
separados:
a) en los casos en que el patrimonio separado sea reconocido por la ley (infra, n.
3), no siempre el mismo se constituye ope legis; a veces, es necesario el impulso del
interesado para la constitución; de lo que deriva el particular trato jurídico, propio del
patrimonio separado;
b) el patrimonio separado no puede ser dedicado a fines diversos de los que le
son propios, y, por consiguiente, no puede ser enajenado, ni siquiera por su titular,
para fines extraños;
c) acabada la función del determinado patrimonio separado, los bienes que
formaban parte del mismo vuelven al único patrimonio del titular; el modo de la
cesación del patrimonio separado varía en cada caso.
3. — El principio fundamental enunciado (bajo el n. 2, al principio) decide en
sentido negativo el problema antes indicado: en términos generales, el individuo no
puede crear patrimonios separados (cfr. § 101).
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Pero la ley puede ciertamente crearlos; se trata de ver si nuestra ley admite figuras
de ese género y cuáles admite.
Para no extendemos ulteriormente sobre ellos, podemos indicar, sin pre-
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tender formular una enumeración completa, los casos (no todos incontrovertidos) que
siguen; en los que, con diferencias entre las diversas figuras puede manifestarse el
fenómeno antes descrito: las oblaciones recogidas por los comités (art. 40); la dote
(art. 188 y arg. a contrario, art. 191); el patrimonio familiar (arts. 167, 170) ; los bienes
del difunto, después de la separación (art. 512); el patrimonio hereditario y el del
heredero, después de la aceptación de la herencia con beneficio de inventarío (art-
490); la suma reservada a los acreedores del armador (art. 275 del Cód. de la
navegación); la comunidad de bienes entre cónyuges (art. 220); los bienes gravados
con hipoteca o con prenda; la masa (activa) de los bienes del quebrado (arts. 51 y
sigtes. de la Ley de quiebras) ; el usufructo legal atribuido al progenitor, que ejercite la
patria potestad (art. 324) (no los bienes sobre los cuales grava tal usufructo) ; el
conjunto de los bienes objeto de sustitución fideicomisaria, antes de pasar al sustituto
(arg. art. 695); el fondo «peca a que se refiere el art. 2117; los bienes no cedidos a los
acreedores, en el caso de que trata el art. 1980, tercer apartado; la masa de las
hipotecas, que está como garantía de la masa de las cartillas inmobiliarias (art. 32, T.
U. de 15 de julio de 1905, n. 646, sobre el crédito territorial); los fondos para gestiones
especiales de determinados grupos de valores mobiliarios que tiene el Instituto
mobiliario italiano (D. L. de 13 de noviembre de 1931, n. 1398; ley de 15 de
diciembre de 1932, n. 1581; art. 3, letra b, del estatuto aprobado por D M. de 4 de
diciembre de 1935) ; el fondo de garantía para los cheques circulares (art. 11 del R. D.
de 7 de octubre de 1923, n. 2283).
No son patrimonios separados, la hacienda (comercial o agraria) ni los patrimonios
denominados bajo liquidación.
El concepto de patrimonio separado presenta nexos con el de universalidad, del que
se hablara pronto (§29) ; y con el problema de la responsabilidad limitada, de que se
hablará en su lugar (cfr. §101, n. 13).
Un fenómeno inverso al de los patrimonios separados, se puede observar, en cambio,
en la sucesión mortis causa a título universal: se da en ella (en el caso de aceptación
pura y simple de la herencia) la que puede llamarse compenetración de dos
patrimonios, antes totalmente autónomos, con el efecto de la unificación de los
pasivos y de los activos (cfr. § 194, n. 1).
4. —a) Debe emplearse la expresión patrimonio autónomo, y no la de patrimonio
separado, cuando se quiera indicar, no ya la separación de un determinado núcleo de
bienes, que continúa perteneciendo al mismo titular, sino el hecho de que se forme,
con elementos sacados de otro, o —más a menudo— de varios otros patrimonios, un
patrimonio aparte y nuevo, con un propio sujeto colectivo o, cuando menos, con
finalidades propias, en espera de reconocimiento, y sobre el cual inciden derechos y
obligaciones autónomos, como se ha visto que ocurre en la formación de la persona
jurídica (retro, §20, n. 4).
Tales bienes escapan, actualmente, a la ejecución forzada de los acreedores de
aquellos que los han constituido en patrimonio autónomo (salvo, sin embargo, a
aquellos acreedores, la posibilidad de la acción revocatoria: en otro caso, sería fácil
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sustraer bienes a los propios acreedores, destinándolos a constituir patrimonios
autónomos); eso, porque aquellos bienes no forman ya parte de los bienes que
responden de las deudas del titular de ellos, según el art. 2740 (cfr. §101, n. 2).
Análogo (no idéntico) es el caso de la herencia yacente (cfr. § 198).
En otro sentido —que no alude ya, como en el caso anterior, al origen del patrimonio
— se llama patrimonio autónomo el que pertenece a entidades no-dotadas de
personalidad jurídica (retro, §20 bis).
Pero patrimonios separados y patrimonios autónomos se subsumen bajo la
denominación común de patrimonios de destino (en alemán, Zweckvermögen
concepto de patrimonio separado se vincula al orden de ideas propio del art 2740
(acerca del cual, véase § 101); el de patrimonio autónomo al hecho de la formación de
un nuevo sujeto jurídico, o de figura asimilada (cfr. §§20 y 20 bis).
Solamente en conexión al concepto de patrimonio autónomo se puede hablar de
autonomía patrimonial perfecta (supra, n. 2); sin embargo, de autonomía patrimonial
imperfecta se puede hablar, tanto con referencia a los patrimonios autónomos (§20
bis), como con referencia a los patrimonios separados (cfr., en cuanto a este último
caso, §101).
b) Se llaman patrimonios bajo administración ciertas situaciones transitorias en
que pueden llegar a encontrarse determinados núcleos de bienes, para los cuales es
necesario que haya un conservador o un gestor de ellos, en
espera de que el titular pueda asumir (o reasumir) su administración. Tales
son, por ejemplo, los casos (muy dispares entre sí) de la herencia yacente,
de los bienes sujetos a expropiación forzada, de los bienes del menor, sujeto
a patria potestad o a tutela, y similares.
La persona del administrador asume la figura de investido de oficio de derecho
privado (en cuanto a esta figura, véase §41), o de derecho público, según los casos;
está provisto de poderes, cuya cualidad y medida varían en cada caso. .
c) Por lo regular, el patrimonio interesa, en cuanto se lo refiera al sujeto que es
su titular; pero hay situaciones (que la ley considera), en las cuales un sujeto realiza
negocios, o ejercita derechos, sobre el patrimonio de un tercero (patrimonio ajeno). El
problema general, que se plantea a propósito de tales casos, es la legitimidad, o la
medida de las legitimidades de tales negocios, o de algunos de ellos, o de aquel
ejercicio de derechos (cfr. §136, n. 17).
5. — En relación al concepto de patrimonio, las cosas se distinguen, según que sean,
en acto, parte de un patrimonio (en cuanto sobre ellas exista un derecho que forma
parte de un patrimonio: cosas en patrimonio), o que estén fuera de patrimonio.
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Estas últimas pueden ser o bien cosas de nadie (res nullius), porque no pertenezcan a
ninguno; o bien cosas abandonadas (res derelictae), porque eran, pero no son ya, de
ninguno (cfr. § 83, n. 5).

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Sobre las cosas extraviadas que, en cambio, forman siempre parte de un patrimonio,
cfr. § 83, n. 5.
6. — Ninguna conexión, si no es genérica, con el concepto de patrimonio tiene la
denominada atribución patrimonial, la cual es un acto y hasta un negocio jurídico
(cfr. § 35, n. 6 y §38, ns. 5 y sigtes.).