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de 2007

imavera
ero 2, pr
ina. Núm
, Argent
Rosario
I,
ña / AEC

edificios serían utilizados para mostrar las


de Espa

1. más sobre el nuevas tendencias del diseño.


edificio de la
maltería: p.16 El edificio, que ofrecía casi una
estela arqueológica para una etnografía pre-
Parque

caria, puesto que entrecortadamente aún


susurraba, era definitivamente clausurado
en tal sentido mediante la congelante mira-
da del buen gusto.
ultural

ii . Resentimiento. Nadie conocía a Edward


Hopper entonces. Después sus imágenes
sufrieron el proceso maltería.
Centro C

—El bar de Urquiza y Vera Mujica; el kiosco De un ayuda memoria


ollo del

bar de Urquiza y Suipacha, cuando estaba


pintado de verde; el bar de Urquiza y anterior (1989)
Francia. Los puestos de los mercaditos que
y desarr

están por Vera Mujica donde San Lorenzo Todo el año en la casa de Pasaje Alemania. El
se interrumpe en la doble manzana del 141, la placita enfrente del café de la parada
Centenario. Toldos a rayas, ese nylon grueso de los colectivos, las vías, cruzar las vías, la
que delimita cada puesto y que sirve de casilla del guardabarreras, el frío, el humo
a

amparo en los días de lluvia a los ocasiona- que sale de la casilla del guardabarreras y se
e, cultur

les clientes. eleva con un color fantasmal en la noche, las


—El bar de Camilo Aldao. noches, el barrio nocturno, los tapiales y
—El bar de Junín y República Dominicana Hopper, el supermercadito por Junín, la
o de art

(cortina de tiras multicolores, televisor en depresión (la inflación), los saqueos, el bar
blanco y negro, mostrador con portavasos de la esquina, Junín, Vélez Sarsfield, el
de aluminio y vasos, ventana verde claro con camión grande, la casa de enfrente con los
Periódic

vidrios transparentes abajo y opacos arriba, patos, mi casa, las visitas de mis suegros y los
la cortina de enrollar metálica y la cortina asados de matambre, los zapallos, los mie-
de tela que se corre, el nombre del bar pin- dos, el patio de atrás, el falso café, el árbol
tado en el vidrio, las paredes: afuera, bicolor que me hace llorar, la bicicleta, andar en
—azul y blanco descascarados—; interior, bicicleta al mediodía, a la noche.
verde claro). A fin de año el dueño de la casa nos pidió
—Carriego y la vía, Barrio Ludueña. La casi- que la dejáramos y nos indemnizó; con eso
lla del guardabarreras, en invierno. El humo pagué seis meses del nuevo alquiler.
que sale de la chimenea de lata es gris claro
y se esfuma en la noche contra el azul negro
del cielo. La sombra de los árboles de la pla- Enero de 1995
cita que está atrás de las vías.
Pequeñas luces dentro de la casilla: el Visita a la casa de repuestos. El dueño del
guardabarrera hace mates (luz azulada de la negocio es un tipo gordo y está sentado a un
llama en la hornacina); una radio encendi- escritorio de esos de chapa que se ensan-
da (luces rojas en el aparato); una estufa de chan hacia la base. El hombre mantiene
hierro donde se queman algunas maderas una larga conversación telefónica con un
(es la que produce el humo gris claro). pariente acerca de un tercer familiar que
Finalmente resplandores anaranjados: los está internado. Va a salir de la clínica, pero
focos de la placita iluminan la zona con una su mayor desafío no es la enfermedad sino
tonalidad anaranjada, por eso el azul es casi su recuperación anímica, creo que le ocul-
negro. La casilla, con la aureola anaranjada tan una muerte. El dueño se está haciendo
detrás de los árboles y en medio del des- cargo del enfermo, lo visita, lo alienta.
El listado de 1990 campado que atraviesan los rieles, tiene La casa comercial está dentro de una
todos los vidrios empañados. galería alejada del centro, concentra nego-
y otras notas rosarinas —La casilla que está sobre el cruce Alberdi. cios relacionados al mercado automotor y
—La otra casilla que está del otro lado, enseguida se nota que pertenece a otra
Juan Manuel Alonso cerca, y se ve desde la avenida, perdida entre época, un cierto olor, determinada esceno-
pastos secos y torres de señalización contra grafía. El local es vidriado, con un mostra-
un cielo celeste claro. dor de fórmica cuya base está cubierta por
—La estación de Paraná y Mendoza. (Por un revestimiento de goma acanalado.
1990 ahí cerca había un bazar con un escaparate Inmediatamente detrás, en un amplio escri-
muy lindo). torio con cubierta de vidrio, un señor de
Lugares, objetos y escenarios anotados en —El depósito del 225 y el bar donde está su edad que a todas luces revista de contador
vista de posibles pinturas, de cuando estu- parada y la placita de enfrente. examina carpetas y saca cuentas en una
diaba artes: máquina de calcular de esas grandes, sin
—Escaparates (las luces eléctricas que los prestar mayor atención a lo que sucede a su
iluminan y se reflejan en sus vidrieras). Dos comentarios, alrededor.
—Escrituras publicitarias (pintadas en la El escritorio del dueño está a la derecha,
pared, en los vidrios de los restaurantes —la escritos 10 años después más alejado. El criterio predominante en el
que está en Salta y Ovidio Lagos por ejem- local es la acumulación, sobre los escrito-
plo—). i. Hacia fines de los 80 los edificios de la rios, en estanterías de chapa, afiches y
—Puestos de choripán por bulevar Seguí. Maltería eran un lugar emblemático de la almanaques en las paredes, cosas deposita-
—El club de bochas de barrio Ludueña, el ciudad. Esos paisajes contiguos al río, con das en el suelo. Es casi palpable la prosperi-
club que está por Junín, el club del barrio de su carga industrial en decadencia y la ilu- dad anterior del negocio, todo concuerda:
las diagonales —Ovidio Lagos al 3600—, el sión (perdida) del progreso inscripta en sus el cenicero que reproduce una rueda de auto
que está por Sarmiento y Cerrito. Sus mos- instalaciones podían asociarse sin esfuerzo con goma incluida, los escritorios ampulo-
tradores, sus mesas y sillas, los azulejos de al tono de El Astillero, de Onetti, y a su his- sos, las biromes publicitarias, la presencia
colores. toria levemente cínica. El vaho húmedo de del contador viejo que registra saldos y
—Tiendas (toldos a rayas, ropas dispuestas sus paredes parecía exudar, aún, ese mo- haberes con números escritos a lápiz... tan
en los escaparates, los mostradores con mento de confianza único —al cual más que palpable como el halo de caída y deterioro
cajoneras, la madera oscura, los mostrado- imprecisamente podríamos ubicar entre que se percibe ineludible, aun cuando, a
res con vidrio en la parte superior, lo que mediados de los 30 y mediados de los 60— diferencia de la correspondencia anterior,
contienen). cuando el capitalismo en la Argentina pare- no posea idéntica ubicuidad.
—Balanzas (las que cuelgan y las de mostra- cía revestirse de una pátina de romanticis- La luz afuera del negocio, la vejez del
dor / se trata de balanzas pre eléctricas). mo. La atención hacia esas ruinas era algo enfermo, la muerte de una persona que le
—Máquinas de cortar carne (la que vi en que estaba en el aire e iba a cambiar de era necesaria y el gordo con todo eso a cues-
Dorrego y Gálvez, otras). signo. Algunos años después esos mismos tas, que no es lo más importante —porque
2 Transatlántico

seguramente en su cabeza debe ocupar


un lugar preponderante qué hacer con ese
negocio, cómo seguir, adónde cambiar, Miércoles 17 de junio
cómo escapar— pero sí lo más preciso,
definido, nítido; algo que debe realizar en de 1998
homenaje a un cariño, un afecto, para ha-
cer más leve el declinar, menos lenta la len- Los negocios en las noches de invierno.
titud. Y la inmovilidad que irá ganando ese El paulatino descubrimiento —después de
ambiente, incluso a pesar de algunos movi- la mudanza— de pequeños almacenes que,
mientos, puertas que se abran y se cierren al otro lado del foso del ferrocarril y de la
violentamente, la presencia de niños, me- calle Necochea, parecen sentir menos el
diodías, asados. efecto de los súper (además del favorecedor
interregno en que el súper de 27 estuvo
cerrado por el cambio de firma). Las luces
19 de agosto de 1995 en las ventanas y las pequeñas estanterías
como excavadas en la negrura, los colores
Desaparecieron la veterinaria de calle San superpuestos en el interior, casi siempre
Lorenzo (entre San Martín y Sarmiento), piezas a la calle que no fueron diseñadas
sus fabulosos verdes interiores, los vidrios para eso, desiertas; los que atienden siem-
facetados, las peceras con peces anaranjados pre están en la pieza contigua, cocina o
y piedras y burbujitas; y la marítima de San comedor conectada al negocio, mirando el
Lorenzo y Maipú (oficina arquetípica, má- noticiero en la televisión. El emocionante
quina de escribir depositada en el olvido intento por reconstruir un mundo fabuloso
sobre el archivero metálico, expuesta hacia en la actualidad.
la ventana de la ochava, inutilidad, perenni- La ligazón de ese intento con una idea
dad de las cosas). de pobreza.

comensales y ellos, no necesariamente ajado, el mozo de ojos achinados, el día


8 de noviembre de 1996 2004. Abril inconscientes, se empeñaran en ignorarlo. azul, el reloj rectangular, Vélez-Gimnasia.
Puede que ese fondo amenazante no Luego, en la iglesia con sus fuertes paños
Paisaje 2: Un paisaje viejo; hay paisajes que La carnicería de Gamarra: la mesa en la tenga por qué estar directamente vinculado rojos de terciopelo, un niño pregunta
persisten. Es el de un dibujo, unas sillas y vereda, al costado de la parrilla de chapa a “los tiempos que corren”, y de este modo —señalando a los santos del altar— si esos
mesas de chapa vistas desde arriba y un pe- donde se hacen los asados, más allá del no exprese otra cosa que la traslación de un son los malos. La confusión que provoca el
queño alerito de chapas, en un lugar que es toldo metálico al frente del local. El medio- sentimiento incontrastable y supra tempo- principio de placer sobre la percepción.
un club de pescadores, en la bajada España, día diferido se encima con el horario co- ral de precariedad de la alegría, de la fugaci-
contra el río, bajo el sol, con las sombras de mercial posterior a ese entremés sin siesta. dad de encuentros y acontecimientos.
las sillas y de las mesas y del techito. El dibujo Amenazado, perdura sin embargo de algún Pero no estoy tan seguro de que sea ésta Miércoles 12 de
es del 25 de agosto de 1988 y hoy es 8 de no- modo en los barrios. la única amenaza que se dibuja sobre el
viembre de 1996; me parece que esas sillas y Contraste con el ajetreo del uso comer- telón de la escena y, por otra parte, la certeza noviembre de 2003
mesas deben estar ahí todavía —ínfimo temor cial del tiempo: los autos que pasan, la de que está precedida por un firme sedi-
a que la escena haya desaparecido. Perfección gente que pasa, los negocios que reabren, y mento económico parece irrefutable. Después del tornado, árboles caídos por
e inasibilidad, sumergida en esa luz pálida—. esa mesa donde aún brilla el frío de la cer- En lo de Gamarra y en la galería se perci- todos lados.
Es un paisaje pre-menemista, un condensa- veza en los vasos, los restos de ensalada, el be además esa relación ambigua de proxi- En la cuadra “cayeron” dos paraísos, y
dor de todo lo que me importa, una idea de pan, el celeste del cielo, el calor de abril o midad entre el uso comercial del tiempo y una acacia en la placita. Las bajas son relati-
afuera, de la felicidad. mayo. su cesación. Y una sensación de angustia. vamente pocas comparadas con otras calles.
Está ese otro fin de almuerzo que vi una No es la fiesta, el descanso, la comida al En casi todos los casos los árboles fueron
vez en una galería que sobrevivía, no de aire libre de domingo, el patio con árboles, arrancados de cuajo; propagaban un extra-
Fines de 1997 pleno centro, un poco desplazada, en el sol en la calle poco transitada de los ba- ño espectáculo: se conservaron completos
Tucumán casi Corrientes, por ahí. Locales de rrios, el fondo del club, los clubes de pesca, —copas intactas plenas de follaje— volcados
Anochecer. Primero un deslizamiento hacia venta de repuestos de auto. Ya el mediodía la mesita contra el río. de lado como navíos escorados. Sus retorci-
el fondo, un obrero último cerraba la puerta había pasado, el local cerrado a posibles Es el declive. das extremidades exhiben la revelación obs-
del alambrado que encierra el terreno de la clientes, adentro, en clausura y exposición cena de la violencia. Si el enrarecimiento
fábrica. Luces eléctricas encendidas, ano- los comensales detrás de las vidrieras y las Gamarra: Gordo, papada a la Troilo en la acerca siempre el horror, observar árboles
checer de un día nublado. Las cosas comien- rejas bajas, en ese lugar acotado por mostra- cara joven, rubio, pero de pelo amarillo, casi desde la raíz lo confirma y constituye una
zan a oscurecerse y el blanco, que ha durado dores, estanterías, calcomanías en los amarillo oscuro, como teñido. Anda, la imagen intranquila. Las profusas raíces des-
todo el día, es intensamente brillante. Se vidrios, molikote, bardall, la mesa pequeña carita en alto, sobre un ciclomotor que cubiertas, a las que costras de tierra arcillosa
produce un efecto de contraluz. En esa parte con botellas, sifones de soda, una torta troza- parece chico bajo su figura enorme. Debe permanecen adheridas, nos recuerdan la
trasera algunos paisajes son de Van Gogh. da, una mujer joven no atractiva, dos hom- vender bien poco. Un hombre de la cuadra subterránea voluntad simétrica de los árbo-
Pinos, cipreses, fondos de árboles, casitas. bres, uno de cierta edad, de traje, maletín. que vuelve del trabajo bastante pasado el les. No la reducción a cenizas, a escombros;
Sobre todo los pinos entre construcciones ¿Qué celebran? Hay un olor como a mediodía hace una parada diaria en la car- el árbol reclinado y la tierra abierta se
envejecidas, los tapiales con ornamentos, el despedida, a final, a separaciones. Están nicería y sale con su botella de tinto para el empeñan en conservar las marcas de lo que
mar de verde. ¿Estarán habitadas esas sentados a la mesa improvisada, pequeña, almuerzo. Carnicería y anexos. fue y apenas, quieren ellos, ha cambiado;
casas?, parecen casas de campo. Regre- cuadrada, un poco baja, sentados en sillas Empezó haciendo asados de noche, sobre pero inclinación y rajaduras introducen
sando, pero sólo unos metros después, el distintas, plegables, sillones de escritorio, todo pescado, bogas en esa parrillita de latas modificaciones definitivas, ya veremos en
paisaje se vuelve aceradamente urbano. Un sentados en ese lugar donde se paran los y chapas pintada de azul que está al frente pocas horas acercarse las grúas, las cuadri-
baldío donde hay una cancha de fútbol des- clientes, el único con una escasa capacidad de la carnicería. Todavía sólo para llevar, llas municipales, motosierras. La vida debe
ierta, la tierra clara y lisa, reverberando, sin para aceptar la mesa y las sillas. caliente, recién hecho. De a poco se convir- seguir y la calle ser transitable, ya están en
pastos. Atrás, las luces de los edificios de Parentesco con la escena anterior (aun- tió en su actividad central, empezaron los otras cuadras, los he visto, llegarán.
departamentos, el pasar de los colectivos que ésta suceda en un interior: se trata de asados al mediodía, las tiras, los chorizos; De todas maneras, no sería posible levan-
iluminados, el taxi en la calle detrás del lugares no cotidianos donde se come, no se ahí apareció esa mesita al sol o debajo del tar la estructura del árbol con un movimien-
hueco del baldío. Una plataforma cuyos trata del hogar, la cocina, el comedor, pero techo que de noche es apenas iluminada to majestuoso —sogas gruesas y complicadas
bordes son el límite de las huertas y la línea tampoco del restaurant o el bar. Cercano tal por la luz que sale del interior del local; ahí poleas— como se eleva la fachada de un
de casas de chapa. vez al puesto de choripán o a esos bares al empezó ese humo que revolotea en el sol del decorado; demasiadas cosas están cortadas,
Todavía más hacia acá, el supermercado paso de la periferia, relacionados al medio- mediodía alargado o sube azulado en las demasiadas se han desunido.
iluminado, el kiosco sobre la avenida, la día de esos trabajadores volátiles y empo- tardecitas. De camino al colegio, sin embargo, los
visión de la hilera de casitas entre árboles brecidos —albañiles, gomeros, vendedores ojos de las niñas contemplan maravillados
frondosos detrás del foso por donde pasan ambulantes—; pero no exactamente. No las posibilidades que intuyen en el paisaje
las vías, el predio donde guardan los camio- exactamente porque en los primeros (lo de Lunes 2 de junio alterado. Atraviesan “por dentro” la acacia y
nes, los colores de las luces de la avenida Gamarra, la galería) hay una reiteración de reconocen su cualidad de refugio, recuer-
sobre el metal de los camiones como líneas la mesa como sitio, un uso del tiempo pro- de 2003 dan con alegría otra tormenta, la que dejó
de neón, el tono del azul que toma el cielo longado, una exhibición de la alegría sin tantas ramas a los costados de la calle que la
por contraste con el naranja del alumbrado razones aparentes o, más bien, contra un Ayer, domingo, caminata por avenida San cuadra tuvo casi dos meses un encanto de
público. fondo que se empeña en desmentirla. Y es Martín. Atardecer en el Lido, sus parro- aserradero.
este desfasaje o contraste el que otorga a la quianos sólo hablan de fútbol, el flaco de Constato cómo se repite, cada fin de
escena una sensación de anomalía; como si pelo largo con lentes comenta el partido, octubre o principios de noviembre, con
distinguiéramos un desamparo en esos jóvenes y viejos se mezclan. Leer el diario increíble puntualidad e idéntica magnitud,
a)
Arte, cultura & desarrollo 3

Ciclo sobre cultura y desarrollo

—Rosario y Córdoba— Entre octubre y noviembre, el Centro Cultural Parque


de España de Rosario y el Centro Cultural España Córdoba realizarán el ciclo
de conferencias sobre cultura y desarrollo “Agenda C+D” en el que interven-
drán intelectuales y profesionales nacionales e internacionales. Este ciclo ofre-
ce un espacio para la reflexión y el debate sobre diversos aspectos de las com-
plejas relaciones y tensiones existentes entre la cultura y su dimensión social,
económica y política. Aspectos que generan nuevas problemáticas y desafíos
como el binomio desarrollo humano y desarrollo cultural; el impacto de la tec-

Todas las fotos: Guillermo Buelga / J. M. Alonso


nología en la conformación de grupos sociales, las nuevas formas de comuni-
cación e interacción social; la creación cultural como trabajo; la creciente
importancia del uso del tiempo libre y del consumo cultural.
El ciclo se inaugurará en el Centro Cultural España Córdoba el 2 de octu-
bre con Octavio Getino, coordinador del Observatorio de Industrias Culturales
de la Secretaría de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la
coordinadora del ciclo “Agenda C+D”, Paula Beaulieu, investigadora, gestora
cultural y docente de Economía de la Cultura en la Universidad Blas Pascal.
Unos días después, el 11 de octubre, Getino inaugurará el ciclo en el Centro
Cultural Parque de España de Rosario, donde analizará la dimensión econó-
mica de la cultura como capital. A su vez, el 8 de noviembre, Paula Beaulieu
profundizará en este mismo tema desde su experiencia en las áreas de gestión
y comunicación institucional en el ámbito privado y de organizaciones no
gubernamentales. El colombiano Ángel Moreno continuará el ciclo el 15 de
una tormenta oscura. En el 2000, sucedió la revela definitiva, instalada, duradera—, en noviembre, analizando la función de la cultura en el siglo XXI. Finalmente, y
madrugada que murió Aldo, fue aquella contraste con la pujanza o movilidad ante- para concluir el ciclo en Rosario, Germán Rey, periodista, y durante años uno
cuyos resultados —las maderas apiladas a la rior (ese estado de convulsión y cambio del de los críticos de televisión más reconocidos en Colombia, le pondrá el punto
vera de la calle— la niña recuerda como una aspecto visual, estado que no excluía aspe- final el 26 de noviembre, aportando su experiencia como coordinador del
fiesta, celebraciones apenas vividas que la rezas o fisuras y que sin embargo, incluso proyecto de indicadores sociales de industrias culturales del Convenio Andrés
2. más sobre
aldo y las tor-
memoria de la breve infancia ter- sin esplendor, exhibía vitalidad), lo que pro- Bello. Rey es maestro consejero de la Fundación Nuevo Periodismo
mentas: p.16 mina por instituir en hito. Al año duce la angustia. Más, mucho más que la Iberoamericano y miembro del Consejo Rector del Premio Nuevo Periodismo,
siguiente fue en noviembre; esa abanicó el percepción de la inmovilidad que llega. El así como asesor en la casa editorial El Tiempo.
aguaribay pero entonces no consiguió doble- vaticinio, por otra parte, no dejó de ser cer- Por su parte, el ciclo cordobés contará el 6 de noviembre con la participa-
garlo. La del 2002, también en noviembre, tero: ese barrio que pasa por la ventanilla ción del sociólogo Alberto Quevedo, investigador y experto en ciencias socia-
lo desencajó, y a la larga lo mató. “Nada, no del colectivo está congelado, y si pudiéra- les y culturales, con un amplísimo currículum docente y actual coordinador
se puede hacer nada; le entró aire en la raíz”. mos prescindir de los automóviles estacio- académico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en
Ahora, este año, para la misma fecha casi, nados en el cordón de la calle —que sí fue- Argentina. Lo seguirán Patricio Rivas y Germán Rey el 13 y 27 de noviembre,
arrancó los árboles de cuajo. ron renovados— recorreríamos casi un pai- respectivamente.
Las sucesión de tormentas —las anotadas saje de infancia, una visión pretérita, un A su vez, en ambas ciudades está pendiente la confirmación de la presen-
y otras que no presencié, y otras aun, que viaje en el tiempo. De esa fijeza viene el gris cia de Ana Rosas Mantecón, para los días 26 y 27 de noviembre, primero en
no recuerdo— modificó la percepción de la y el tono tristón de su belleza. Córdoba y luego en Rosario. Rosas Mantecón, antropóloga mexicana, ha rea-
callecita que mucho antes de venir a vivir lizado numerosos estudios e investigaciones sobre consumo cultural, patrimo-
aquí espiábamos a hurtadillas desde el otro Clase media suburbana: obreros, nio cultural, políticas culturales y globalización.
lado del foso. muchos de ellos industriales, con buenos Las conferencias de Rosario tendrán lugar a las 19, en el Túnel 4 del Centro
Nos llegábamos, de caminata y a la tar- sueldos. Esto fue hasta que esa rama a Cultural Parque de España.
decita, hasta donde la calle Esmeralda, cru- la que pertenecían —la industrial— ade-
zando 27, se interrumpe de pronto al borde más de soportar la brutal y generalizada
del foso por el que corren las vías —y even- depreciación del salario que comienza en
tualmente el tren—. Apoyábamos la cara la Argentina a mediados de los 70 (Ro-
contra el tejido y mirábamos hacia esa fabu- drigazo, dictadura), debió enfrentar a par-
losa callecita de casas iguales y techos de tir de los 90 una impresionante merma de
tejas, enfrente, semiperdida en el follaje de su actividad, el deterioro de sus condicio-
los paraísos. Las luces del alumbrado públi- nes e incluso la amenaza de su mera posi-
co titilando entre las hojas se reflejaban en el bilidad de existencia. Estos obreros, cuan-
naranja de los techos y las copas de los árbo- do aún contaban con algún excedente,
les formaban una especie de túnel que enca- pudieron en su momento declinar la oferta
potaba un fragmento de cielo azul-noche. de monoblocks, y entonces levantaron o
Debajo se alineaban las casitas blancas y sus compraron —o fueron refaccionando— las
tapiales y ventanas. El resultado era una pos- viviendas en una todavía no tan poblada
tal imborrable que el tiempo y el recuerdo periferia.
no se cansan de mejorar. Una calle perdida, Obreros: Gustavo recuerda la infinidad

b)
pasaje, cuento de invierno, con habitantes de pequeños talleres metalúrgicos que
en las cocinas iluminadas tomando los había en la zona sur, cuya existencia deter-
mates previos a la cena. minó en gran medida la fisonomía de esos
Probablemente en el interior de las pie- barrios. La producción de esos talleres se
zas todo fuera distinto. Pero la posibilidad reducía a uno o dos componentes que eran
de la imagen es, de hecho, todavía una comprados en exclusiva por empresas muy
afirmación. grandes (Acindar, Somisa...).

Lunes 4 de abril, 2004 1990/91


El otro día, al venir desde el sur, un domin- Cuatro hombres miran televisión, en blanco
go, nublado, en colectivo; Rosario. Veía las y negro, en el salón de un club donde fun-
casas bajas contra el cielo gris, las calles ciona un bar. El salón es amplio y las perso- Nueva edición del Festival de Jazz
desiertas del domingo, la ciudad descolori- nas parecen más solas o pocas, despojadas.
da, casi triste, pero nítida, sólida, continua, La luz amarilla y pobre, la puerta central a la —Rosario— El domingo 14 de octubre comenzará la décimoprimera edición del
desfilando afuera por la ventanilla sucia del calle, el mostrador, la estructura metálica Festival de Jazz Rosario Santiago Grande Castelli, que organiza el Centro
colectivo, bella. del portavasos. Las poses de maniquíes de Cultural Parque deEspaña junto con la Secretaría de Cultura y Educación de
Y enfrentada a aquella anotación del 91, las personas recuerdan a los estudios de la Municipalidad de Rosario, con la curaduría general del periodista y crítico
donde previsiblemente se adivinaba toda la Cezanne para sus Jugadores de Cartas. Las musical Diego Fischerman. Ese domingo a las 21, en el Túnel 4 del CCPE, se
decrepitud que en los años siguientes caería noches de los días de semana. presentarán el Eduardo Di Melfi Cuarteto, el Trío Martina, Torres, Manassero,
sobre los hogares suburbanos, se me ocurre y el Trío Green, Demogli, Giunta.
que esa incipiencia de pobreza que produ- Una manta de nylon amarillo cubre un La semana siguiente, entre el jueves 18 y el sábado 20, en un circuito de bares
cía una sensación de angustia a comienzos viejo Peugeot, estacionado en el patio y centros culturales —El Levante, Mano a Mano, Berlín—, se presentarán
de los 90 estaba más directamente vincula- delantero de una casa, piso de porlan y cua- algunos de los grupos y solistas locales que fueron seleccionados por
da a la idea de finalización de la época pre- drados de tierra con rosas. Casas de clase Fischerman luego de una convocatoria abierta en la que participaron más de
cedente. media, la pobreza que se va instalando. treinta propuestas: María Elena Etchandy & Grupo, Negras Musas, Ramiro
Todos estos barrios organizados en ¿Hubo felicidad en esas casas, antes? ≈ Escobar Blázquez & Grupo, Matías Damato Cuarteto, Enrique Gule y Gabriela
acuerdo a la rejilla urbana, regulares, pero Sinagra & Grupo.
cuyas casas proceden de emprendimientos El viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de noviembre, en el Teatro La Comedia,
particulares y cuentan con al menos ocho tocarán Paula Shocron Trío, Omar Pogonza Trío, Escalandrum, Luis Lugo,
metros de frente, muchas veces algo retira- Eduardo Elía Cuarteto, Helio Gallo, Tradicional Jazz Band, Cinegraf, Ruggeri-
do de la línea de edificación para dejar lugar Palena Jazz Trío y Carlos Aguirre Grupo.
a ese indeleble y un poco inútil patio delan- Finalmente, a partir del jueves 8 y hasta el domingo 11, se presentarán en el
tero, con garages o sin ellos, con rosales Juan Manuel Alonso nació en Viale, Teatro Príncipe de Asturias, del Parque de España, Roxana Amed & Grupo,
individuales saliendo del cuadrado de tierra provincia de Entre Ríos, en 1966. Allí vivió Moxa Trío, Orquesta de Jazz de la Escuela Municipal de Música (Dirección de
en el porlan, etcétera; esos barrios que hasta los 18 años, cuando se trasladó a Julio Kobryn + compositor residente: Mariano Otero), Le Manouche, Julio
comienzan en los 50, pero es en las décadas Rosario, donde actualmente reside. Estudió Kobryn Cuarteto, Juan Cruz de Urquiza & Grupo, Santa Fe Jazz Ensamble,
siguientes que se extienden y consolidan arquitectura hasta la mitad y bellas artes Jorge Migoya & Grupo, La Big Band de Acá, Muta Sapo y Adrián Iaies Trío.
con una suerte de pujanza, o movilidad al casi hasta el final. Trabaja en medios Además de algunos grupos y músicos cuyo sólo nombre provoca reverencia
menos, atraviesan los 80 aún impelidos por gráficos como diseñador infografista. En y admiración en los amantes del género, y del componente emotivo que
esta inercia. 1999 recibió una mención en el Concurso significa la vuelta a los escenarios locales de Jorge Migoya, acompañado por los
Esa movilidad o pujanza es lo que termi- Iberoamericano de Poesía organizado en hermanos Suárez, en la grilla del Festival se destacan, por un lado, la valoriza-
na. Y es ese cierre —que visiblemente se forma conjunta por Diario de Poesía y Vox. ción de la figura del compositor residente —Ernesto Jodos en 2006, Mariano
manifiesta en una como repentina pobreza En breve publicará el libro Escrito en el aire, Otero en 2007—, que realiza un insustituible trabajo de docencia y creación con
de la pared descascarada y el porlan partido en coautoría con Guillermo Buelga, que los jóvenes integrantes de la Orquesta de Jazz de la Escuela Municipal de
en el piso de los patios, pobreza que si incluye algunas de las notas que se publican Música y, por el otro, la renovación de la escena jazzística local en la que con-
advertimos como repentina no es porque no aquí y de donde fueron tomadas las viven ya tres generaciones de creadores e intérpretes.
existiera ya sino porque en ese momento se fotografías que las ilustran.
4 Transatlántico

Un escritor que pisa los sesenta viaja por primera vez a Europa. Pasa por Madrid y llega a Barcelona, donde
vive su hermano. Será esa ciudad, que por su humedad le recordará a Rosario, la que le ofrecerá las visiones
más alucinadas, frente al modernismo y las sepias, y al paso de un tranvía eléctrico, blanco y alargado.

Barcelona
Fotos: Sergio Kern

Elvio Gandolfo

Vamos por una vez en ómnibus, de noche, con mi hermano, por picada. O peor: que ese salto de meridianos y longitudes, tan gran-
las calles de Barcelona. Hemos caminado hasta el agotamiento, de, me provocará cambios físicos y psíquicos irreversibles. Con
pero curiosamente no estamos muy cansados. Desde que llegué a Fabián, el dibujante que va sentado en la misma fila, nos entretene-
España, unos días antes, un júbilo tranquilo me inunda cada día mos sin embargo en hacer comentarios sobre una mezcla de gitano
desde que despierto o hasta que me duermo: la primera vez con de película y cantor de boleros que va hojeando un libro lujoso de
euforia, la segunda con sueño. Atrás de las ventanillas se ve la for- Tarot, en estridente musculosa, en la misma fila. O sobre el gordito
ma iluminada del Tibidabo, lugar alto iluminado, de referencia que ayuda a las azafatas a servir los minúsculos menúes: con el
máxima, desde muchos puntos de la ciudad. Una postal, sí: el bigotito característico de muchos empleados y funcionarios de
pantalón que llevo puesto lo compré en una sastrería de Monte- Aerolíneas Argentinas, que en más de una ocasión los acercan
video que se llama El Tibidabo. En la charla supieron que venía a notoriamente (sobre todo si son delgados y jóvenes) a los oficiales
la ciudad y no dejaron de recomendarme, cuando ya salía: “¡No de la Policía Federal Argentina.
deje de ver el Tibidabo!”. Lo estoy viendo. “¡Qué notable!”, me No bien pisamos tierra nos unimos al otro dibujante, que co-
digo, encantado. menta que ahora vamos a ver lo que es la T4: espectacular. El local
Es una obviedad, sí. Más aún, es una postal. Pero esa obviedad, donde hacemos la cola me defrauda bastante: típica cancha de
esa postal, aumentan un poco más el júbilo. No dejo de pensar, des- cemento con valijas y bultos que giran en círculo, y colas de gente
de que llegué a Madrid hace unos días, que hacerlo así, venir por ante migraciones. Me lleva unos días enterarme: estuvimos en la
primera vez, y además invitado, a Europa, pisando los sesenta, ha T1, no en la T4, que es re-nueva, y posiblemente re-fashion. Ahí
sido el momento y la ocasión exacta. aterriza Iberia.

Entrando Volviendo

El cruce del Océano lo hicimos con dos dibujantes de historietas Estuve dos días al llegar, y tres al volver: Madrid mata. Pero es otro los gestos al parecer lentos pero muy eficaces de esa máquina. No sé
uruguayos. Los tres íbamos a la inauguración de una muestra del tema. A diferencia de ese primer día en que nos sentíamos, mi her- a Joan, pero a Rosabel esa desaparición la pone muy triste,
cómic uruguayo en un Instituto de la Juventud de Madrid. En el mano y yo, frescos como lechugas después de haber caminado hasta de muy mal humor. Los dos son de una ciudad pequeña de los
avión mismo no pienso mucho en eso, porque cierto primitivismo quedar figuradamente con la lengua afuera, el segundo nos liquidó. Pirineos.
esencial me alerta que en cualquier momento nos podemos caer en Mucha humedad. Barcelona es (o fue) hasta cierto punto un puer-
to. Y tiene clima de puerto, o de lugar junto a mucha agua. Me doy Bajando y subiendo
cuenta tarde de qué pasa (con júbilo, la conciencia siempre demo-
ra). Entretanto me dejaron estupefacto los edificios del así llamado Con mi hermano nos íbamos a ver en Madrid. Pero el día antes se
modernismo, y sobre todo los de Gaudí, aunque no sólo: el Palacio accidentó (junto a Rosabel) en su moto pequeña, su scooter. Una
de la Música es uno de los grandes delirios arquitectónicos colori- conductora dobló sin avisar y se los llevó puestos, bajándose para
dos del mundo. explicar: “No sé qué me pasó. Se me ocurrió doblar, y no los vi”. La
Pasaba que la ciudad, de algún modo, la conocía un poco. Sin gran suerte era que no iban rápido. Igual se han raspado y golpeado
haberla pisado nunca, sin recordar demasiado las películas con bastante, y la camarita digital con que mi hermano iba a registrar
ambiente barcelonés, tampoco. Un motivo era claro: vi sobre todo nuestras actividades madrileñas quedó hecha trizas: la que tiene
sudacas, empezando por mi hermano, y siguiendo con una serie de ahora es un poco inferior. Recuerdo que en un mail me mencionaba
amigos que viven allí. Como yo, pululan por lugares de trabajo que se había comprado el scooter por ciertos problemas en las rodi-
como editoriales, traducciones, disquerías, libros infantiles (mi llas y los pies que lo hacían cansarse en los subtes de Barcelona.
hermano), o comentarios para la prensa, así que intercambiamos Cuando estuve en los subtes de Madrid, se me ocurrió que, bueno,
fichas con entusiasmo. Eso me resulta conocido. Pero inevitable- que él exageraba.
mente no es sólo eso: es la ciudad. ¿Cómo decirlo? Tiene algo rio- Pero no bien conocí los de Barcelona lo comprendí. Son un poco
platense y, diré más, litoraleño. Digamos la palabra por fin: algo de más viejos, y ese poco se nota en cómo te cansan. En algunos mo-
Rosario. Pero agrego en seguida: algo de porteño también. Obvio mentos se parecen a las malas zonas de los subtes de Buenos Aires.
otra vez: es mucho más vieja. Y el barrio gótico no tiene nada que Quiero decir: corredores desolados de una o dos cuadras en las
ver con el Plata o el Paraná. Hablaba de clima, de atmósfera no sólo combinaciones, sin nada, ni kioscos, ni puestos, ni nada, salvo en
El autor nació en Rosario en 1947. Es narrador, poeta, natural, sino humana. Y sobre todo la humedad. todo caso algún músico solitario que se las rebusca. Y después
traductor, editor y periodista. Codirigió con su padre A cierta altura he llegado a conocer bien el barrio donde vive mi docenas, veintenas, centenas de escalones a pie, subiendo y bajan-
Francisco la revista El lagrimal trifurca y dirigió la hermano: Sarriá. Aunque más que un barrio es un pueblito al que do: hay muchas menos rampas y escaleras mecánicas que en
Editorial Municipal de Rosario. Publicó los libros de se lo tragó la ciudad. Llego para un momento (estirado en días) mó- Madrid. Más vale no comentarlo (lo hice): una sorda ira le hace
cuentos Ferrocarriles Argentinos (1994), Parece dicamente histórico: a la cuadra donde viven mi hermano Sergio, entrecerrar los ojos a cualquier catalán acerca del modo en que la
mentira (1993), Boomerang (1993), Cuando Lidia vivía Rosabel y su hermano Joan, le queda una sola casa de la vieja época. ciudad central se chupa el dinero del universo. Aunque no son
se quería morir (1998), Omnibus (2006) y el Libro Y la están demoliendo. La misma noche en que llego a la estación estentóreos: rechinan los dientes y mascullan sin gesticular dema-
de los géneros (2006), entre otros. Trabaja en el Sants de trenes, cuando salimos un rato después a comer, quedo siado: “¡Ellos! ¡Claro! ¡Tienen todo el dinero!”.
suplemento cultural del diario El País, de Montevideo alelado por la serenidad con que está cortada exactamente al medio: Cerca de la plaza Cataluña (en realidad Catalunya), hay un cru-
—donde vive— y en la revista La mujer de mi vida. con el empapelado puesto, con algún elemento de mobiliario toda- ce importante de líneas, tipo plaza subterránea, lleno de personajes
vía pegado a la pared, con una máquina muy parecida a un dino- barrocos de ambos sexos, totalmente de ciudad, un poco derruidos,
saurio torpe y gordo detenida, al acecho en la oscuridad, con los que a medias bailan, tocan, se tambalean, en una especie de carna-
dientes metálicos alzados. En los tres días siguientes, mucho antes val un poco freak.
de volver a Madrid, la casa ya está demolida, vaciada del todo por Me doy cuenta de que si sigo metiéndome seguido en los subtes
Arte, cultura & desarrollo 5

de paso

Fotos: Sergio Kern


se me va a ir un poco el júbilo. Así que me acostumbro casi de se iba al fondo”. “¡Pero no! ¡Todo lo contrario! ¡Salimos de eso
inmediato a tomar los Ferrocarriles Catalanes. Son nuevos, rapidí- mejor que nunca!”, exclama. Ahora vende discos de jazz con gran
simos, silenciosos, baratos, y la estación Sarriá queda a pocas cua- precisión y rendimiento económico. La única dificultad de ser feliz
dras de la casa de mi hermano. es que le cuesta un poco más seguir la novela demencial, testimo-
nio de su loca infancia, que empezó hace tiempo. “Siempre pasa”,
Charlando le digo.
Y le cuento que yo mismo había traído libretas de distintos colo-
Al primer sudaca que veo es a mi gran amigo Eduardo. Como res (periodismo, prosa, poemas, agenda) para anotar todo, y la
siempre, tiene miles de recriminaciones que hacerles a los catala- única vez que abrí una, casi sin usarla, fue antes de que aterrizara
nes. Sin embargo también habla de que en esos días empieza a el avión. El júbilo me come el tiempo para cualquier otra cosa.
hacer un programa de jazz (música que lo apasiona) en una radio Salimos cerca de medianoche y nos vamos hasta la gigantesca
pirata, no le falta el trabajo, y así sucesivamente. Nos sugiere com- diagonal que atraviesa la ciudad. Caminamos y caminamos y
prar unos sandwiches por ahí, y comerlos caminando. Le decimos, Ricardo queda atónito: nunca caminó tantas cuadras en Barcelona,
riéndonos con mi hermano, si está loco. Al fin transamos en una a cualquier hora, sin encontrar un bar abierto. De pronto la sole-
de esas cadenas de hamburguesas, equivalentes de lomitos (en dad relativa es cruzada como por un rayo de cristal por un tranvía
Madrid les llaman “pepitos”) y bebidas. Él tiene una cámara digital eléctrico blanco, alargado, que no sabemos qué hace a esa hora,
que le recomendó mi hermano, y mi hermano tiene la suya. 3. más sobre
el pintor aquí
con dos o tres pasajeros, sino parecerse a una versión
Salimos de ahí, con un sol esplendoroso, y caminamos rumbo a citado: p.16 posmoderna de Edward Hopper.
una gran plaza, cerca de la cual hay pubs y también la radio pirata.
A la noche vemos en pantalla las fotos y nos reímos con mi herma- Recorriendo
no porque a medida que transcurren (no hay límites para la canti-
dad, cuando es digital) a Eduardo se le va yendo el ceño y al final Las muestras son impecables. Acá no llegué, como en Madrid, a dora de césped con motor de explosión. El bar del “casal” donde se
sonríe, sin darse cuenta. museos propiamente dichos. Hicimos planes con mi hermano, desayuna en un clima de pequeña comunidad tranquilizadora. La
A Diego lo veo cerca de una estación de subte (ahí sí lo tomé, pero al único que arribamos estaba cerrado ese día. Una muestra Sagrada Familia, de un lado hecha por Gaudí, del otro continuada
porque me dejaba justo). Está a un par de cuadras del parque que vemos es en La Pedrera, una de las casas de Gaudí (casi pongo hasta el fin de los tiempos por comisiones diversas: la diferencia
Güell. Hay que rodear un pozo gigante donde están haciendo una Dalí, por Dios): La Música y los Nazis. Está tan bien montada, tie- entre el Individuo Creador y el Estado, o la Institución. Las calleci-
terminal nueva de subte. Su casa está bajo tierra, pero es extraordi- ne tanto para ver y oír, hay tantos canales de entrada (entre otros, tas del Barrio Gótico, y la librería Central donde tenían el libro de
nariamente luminosa, forrada de libros. Prepara con rapidez y los auriculares que llevás puestos y te dicen cosas cuando te parás Jules Laforgue sobre Berlín que había buscado tanto, y el cajero era
sabor un trozo de pescado y comemos tranquilos, riéndonos y adelante de un cuadro, apretando un botón), que al final lo dejo a de Rosario y de Ñúbel. El Hospital de Sant Pau, de alucinante esti-
comentando libros, películas y vidas amigas. Lee, estoy seguro, mi hermano absorto en un cuarto pequeño donde pasan películas lo modernista, al final de la avenida Gaudí, llena de barcitos a los
mucho más que yo, lo cual es decir. Después vamos al parque de Marlene Dietrich, de submarinistas nazis que escuchan a Lili costados.
Güell. Marlene bajo las olas, y otras atracciones. Voy hasta el mostrador y
Todos los incontables y sorprendentes edificios de Barcelona compro un suculento catálogo, tan completo como la muestra, y, Saliendo
son del modernismo aquel, cuya cabeza fue claramente Gaudí. El desde luego, con un CD.
parque Güell es el colmo: casi como si tratara de crear el entorno Un día queremos ver el famoso cine Súper-Extra o algo por el Vamos con mi hermano y Eduardo hasta la estación Sants. Vine en
completo de otro mundo (planetario o espiritual), sin llegar del estilo: una pantalla que te envuelve por completo. Cuando llega- primera (no había otro pasaje: se viaja mucho en tren), a la vuelta
todo a concretarlo, torciendo un poco la dirección. Hay aquí, por mos están agotadas las dos funciones que siguen. Al lado está el en segunda. Va atardeciendo. Atrás de las ventanillas desfilan una
ejemplo, monstruos, pero no tienen nada de monstruosos. Gale- Acuario (una de las cosas que mi hermano quería aprovechar de urbanización (balnearia o no) tras otra: el olor de la especulación,
rías casi góticas, pero con algo de inconcluso, que las vuelve más ver, ahora que yo estaba), pero es tarde. Vamos unos días después. del dinero, de la carrera de ratas por el espacio. Los sórdidos ras-
geniales. Todo el modernismo se hizo con la plata abundante de los Otro viaje a otro mundo. Lo bueno es que no tiene ningún tipo de tros arquitectónicos grises que dejaron las Olimpíadas (como el
comerciantes prósperos de la época, y se nota. Ignacio comentó, espectacularidad a la norteamericana. Más bien silencio, y movi- triste shopping donde fuimos al cine), el taxista que comenta, entre
por ejemplo, que eran un derivado de la muy genial repostería mientos lentos de los animales más raros que sea posible ver, apar- sorprendido y reverente: “En el verdadero barrio caro las casas han
catalana. Como si todo deseo fuera posible, los arquitectos meno- te de los clásicos. Hay un cubo grande de cristal donde flotan en llegado al millón de euros”.
res a Gaudí se dan los gustos, y a veces las arruinan, o terminan por el agua clara “sepias”: propiamente bichos de La guerra de las gala- Todo se va. El júbilo sigue mientras emprendo el regreso a
proyectar un sano sentimiento de juego infantil, más que de arqui- xias, con ojos inteligentes, tentáculos cortos colgando y un cartelito Madrid. El júbilo me impidió anotar, tomar fotos, incluso recordar.
tectura. Por ejemplo: en el centro una ventana ovalada que da a que anuncia que es un espectáculo transitorio, porque cuando pro- Le pedí a mi hermano que me enviara por mail algunos nombres
una de las ramblas tiene dos dragones enmarcándola. En cualquier crean, una buena parte se muere. En el tanque principal no se para que esto no pareciera una hoja en blanco con algunos acci-
otra parte, los dos dragones serían iguales, simétricos. Aquí no: entiende bien cómo conviven sin mayor molestia un tiburón hecho dentes. Pero en cuanto la recibí me di cuenta de todo lo que falta-
aunque la única variación es que uno tiene colmillos alargados y el y derecho con todo otro tipo de pez de cualquier tamaño. Los pul- ba. Las docenas, incluso cientos de fotos, quedaron en el hiperes-
otro chatos. pos se pegan con las sopapas de los tentáculos al vidrio y después pacio: quedó en enviarlas mi hermano en un CD, por el tamaño.
A Ricardo lo veo de noche, en un restaurante al que me acos- dejan fluir su carne. Es increíble que Caillois se haya asombrado de Pero muchas veces lo digital es el camino más lento. No hablé del
tumbré de inmediato, cerca de la casa de mi hermano, atendido, que hubiera tanto mito a su alrededor. idioma catalán, de los catalanes (y su secreto vínculo con los porte-
si no me equivoco, por mozos paquistaníes, entre otros. Es incon- Lugares. Ramblas. Los bares de las ramblas. El banco de las ños), de Nicolás, en un bar de la plaza Catalunya, recién recibido
cebible, pero las milanesas (que me recomendó mi hermano) son ramblas donde lo estuvimos esperando un rato a Ignacio, que iba a en psicología, explicándome con una sonrisa: “Ojo: no en Freud.
de carne, incluso levemente jugosas. Si conociera a dos o tres sud- venir en bicicleta, con una humedad fría que te mataba, casi lite- Aquí en España, en psicología, Freud no existe”. ≈
acas más de la estatura, el nivel de energía demencial y el impacto ralmente. La plaza Artós muy cerca de la casa de mi hermano, muy
gesticular de Ricardo haría la película Yo encontré sudacas felices. acogedora. El parque Santa Amélia donde empezamos a corregir
Cuando se vino con su mujer, gastrónoma, la pasaron tan mal, sin las pruebas de un libro de mi padre que me habían enviado por
papeles y toda la historia, que, dice, “estaba seguro de que la pareja mail, y nos tuvimos que ir porque empezó a funcionar una corta-
6 Transatlántico

Mosquerópolis
Un crítico cultural le sigue los pasos en
Buenos Aires al curador cubano Gerardo
Mosquera, ensaya una taxonomía de los
asistentes a sus conferencias y, adormilado
por los consensos, festeja las discrepancias
como si viera, donde crecen las polémicas,
destellos eléctricos que activan las cosas.

1
Rafael Cippolini tos me sorprendía que nos pusiéramos tan
rápidamente de acuerdo.
Episodio Uno Destaco y aplaudo las intervenciones de
Victoria Verlichack y Ana Battistozzi. A su
1.0 La primera sensación que me asaltó modo, fueron implacables, sobre todo en la
cuando ya habían transcurrido aproximada- constatación de algunas de las premisas de
mente diez minutos del taller oral, imantados Mosquera con respecto a la progresiva des-
por el elegante dictum de Mosquera, es que mantelación de las instituciones validantes
todos (absolutamente todos) conocíamos de en el arte contemporáneo. Veamos.
antemano cada una de las palabras que salían
de la boca del curador cubano. Parecía que 3.0 Mosquera insistía: “(...) Un ejemplo
los asistentes extraíamos de su cerebro cada claro de lo que afirmo es Jorge Macchi.
una de sus sílabas antes de que las verbaliza- Macchi es un artista influyente internacio-
ra. Claro que no era así: no pasó mucho más nalmente y a la vez es un claro producto de
en volverse evidente que todos (absoluta- la cultura rioplatense. Y a diferencia de lo
mente todos) los presentes (¿seríamos quin- que sucedía en otras épocas, Macchi no
ce? en todo caso menos de veinte) conocía- necesita fijar su residencia en América del
mos bastante acabadamente sus hipótesis, Norte ni en Europa. Puede seguir viviendo
tesis y el desarrollo de sus estrategias. en un barrio de Buenos Aires. Es más: es
Al fin de cuentas, los textos de Mosquera muy común que los artistas del circuito
circularon bastante en Buenos Aires en los internacional produzcan materialmente sus
últimos años, mucho más en archivos Word obras en el sitio mismo de la exhibición. Ya
impresos que en catálogos o libros. no resulta necesario que un artista nacido en
No me resultó nada difícil ensayar rápi- América latina, Asia, África u Oceanía tenga
damente las distintas taxonomías a las que que abandonar sus escenarios. Con esto
se ajustaban los talleristas (perdón, nos quiero señalar que, sin dudas, estamos avan-
ajustábamos, aunque esta vez fuera más un zando de a poco en las tan deseadas conexio-
intruso que un tallerista). nes sur-sur sin necesidad de pasar siempre
Atentas y decididamente abocadas a sus por la aduana de los que aún son grandes
apuntes —todas chicas de cuaderno y lapi- centros de arte”.
cera entre manos— las estudiantes avanza-
das de la carrera de historia del arte tenían 3.1 Lapsus. Ahora me viene a la mente un
sus pupilas clavadas en los gestos del cuarto grupo de asistentes por cierto mino-
ponente. Al fin de cuentas, todas (absoluta- ritario, compuesto por sólo dos personas
mente todas) las futuras historiadoras tie- (digamos, una taxonomía en dos excepcio-
nen entre sus metas dedicarse profesional- nes). Una señora muy chic que, sentada en
mente a la curaduría. Sin dudas, se trataba una de las últimas filas, perdía insistente-
de las más entusiastas participantes: obser- mente su mirada en el techo (no exagero si
vaban cada gesto del curador internacional les digo que no desentonaría en un casting
como quien mira un ejemplar ya ganado de David Lynch) y otra mujer que, según
por el tiempo histórico (apuesto que en sus repitió en varias oportunidades, trabajaba
cabezas Mosquera ya estaba siendo veloz- en una embajada, y no dejó de insistir con
mente preterizado). sus comentarios acerca de lo mucho que
El segundo grupo era un tanto más hete- impresionaban a altos funcionarios las ideas
rogéneo: me refiero a los artistas-gestores (y de Mosquera cuando ella las retransmitía en
también algún que otro gestor-artista). los cócteles a los que era habitué.
Rápidos, educados, pero también algo Realmente, la paciencia y la bonhomía
escépticos, sin dudas fueron los más infor- del célebre curador resultan tan admirables
mados de la tarde sobre los movimientos como su oratoria.
profesionales de Mosquera. Respetuosos
con su investidura y con el extenso trabajo 3.2 Apuntes personales. Los tiempos del
que sostiene su carrera (al fin de cuentas, mundo del arte jamás resultan homogéneos,
estábamos frente a un star curator), sin por la simple razón de que coexisten en
embargo desplegaron desacuerdos notables simultáneo muchos mundos del arte. Existe
con algunas de sus apreciaciones, sobre todo un mundo del arte internacional que posee
en lo referido a ciertas supuestas igualdades su inner timing que muy poco tiene que ver
Gerardo Mosquera (La Haba-
—de artistas y teóricos— en el abanico de con las agendas a las que estamos habitua-
oportunidades que ofrece la expandida esce- dos los que desarrollamos nuestra actividad na, 1945), quien se ha autodefi-
na del arte global. en un espacio jamás tan extenso. Un buen nido como nómade, es licencia-
rato más tarde, después de finalizado el do en Historia del Arte en la
2.0 El tercer y último grupo, quizás aún taller, Patricia Hakim le preguntó a Mos-
Universidad de La Habana y
más informado todavía y sin dudas el más quera dónde tenía su residencia, en qué ciu-
abierto a la discusión, era el de los críticos. dad estaba su hogar. Contestó: “Mi bibliote- uno de los máximos propulso-
Insisto: si en este conjunto también sobre- ca la tengo en La Habana, pero voy realmen- res de la Bienal de esa ciudad.
volaba intensamente cierta prevención hacia te muy poco por allí. Soy básicamente un De reconocidísima trayectoria,
algunos puntos de la agenda teórica de Mos- nómade. Todos los curadores internaciona-
se desempeña como curador del
quera (el blanco predilecto fue la insistencia les somos viajeros en permanente tránsito”.
del cubano en argumentar que las capitales Más allá de las diferencias políticas con el New Museum of Contemporary
artísticas del denominado primer mundo — gobierno de su país (con el que Mosquera Art de Nueva York y como ase-
como París o Nueva York— habían descen- suele ser respetuosamente crítico) la activi- sor de la Rijksakademie van
dido estrepitosamente en su poder de irra- dad curatorial que lo caracteriza no le da
Beeldenden Kunsten, Amster-
diación e influencia), el modo en ningún respiro. Podría decir: es inversamente pro-
momento abandonó la afabilidad y el reco- porcional a la vida de los artistas que pro- dam, y es miembro del consejo
nocimiento. Es cierto, todos fuimos extre- mociona, que únicamente abandonan sus editorial de Art Nexus (Bogotá),
madamente civilizados. talleres periféricos para participar de alguna Atlántica (Las Palmas), Nka y
También es verdad que la polémica desde bienal o evento de similar envergadura.
Calabash (Nueva York), y Third
hace rato suele recaer rápidamente en la
obsecuencia, el vedettismo y el aburrimien- 4.0 Regreso al taller. Coincido plenamen- Text (Londres).
to, pero tengo que confesar que por momen- te con los argumentos de Battistozzi y Verli-
Arte, cultura & desarrollo 7

!
Acerca de la fabricación de los pensa-

En la práctica En la práctica En la práctica En la práctica


mientos. Todos los días, antes del ama-
necer, una mujer atraviesa la ciudad rum-
bo al trabajo. El recorrido del colectivo,
la calle, un balcón, son para ella hendijas
por las que se filtra un mundo invisible.
chak que, con estilos y matices diferentes, La portada explosiva. Gerardo Mos-
opinan que los grandes centros de arte de quera fue propuesto como editor-especta-
ninguna manera están perdiendo su poder, o
dor de Copiar el Edén, libro sobre la pro-
lo que no es lo mismo pero puede deducirse
de esta última afirmación, que las escenas de ducción artística chilena más actual.
las ciudades no centrales de ninguna manera Como curador internacional, Mosquera
están en condiciones de competir con los garantizaba la distancia de alguien por
grandes mercados y la producción de los
fuera de la escena, un visitante, alguien no
megaeventos. Todos los presentes concorda-
mos, seguramente, en lo bueno que sería implicado en las internas locales. Pero
(para nosotros, claro) que los diagramas sin- precisamente en esta distancia descubre el
tomatizados por Mosquera ya funcionaran crítico y curador chileno Justo Pastor

Gabriela Saccone nació en Rosario en 1961. Publicó el libro de poemas Medio Cumpleaños (2000), poemas en Diario de Poesía, Feminaria y poesia.com, y en las antologías El turno y la transición (1997), y Monstruos: el sueño de la poesía (1998).
de la forma descripta (en un más no sea
Mellado un error de concepto, un paso en
principio de nivelamiento de plazas artísticas
internacionales). Mosquera, por supuesto, falso en su carácter político: “Me pregunto
contraatacó: “El tema es el deseo. A ustedes por qué haber sobredeterminado la lectu-
les interesa más viajar a Kassel que ver una ra del libro mediante un procedimiento
buena muestra en Montevideo.”
formal que no proviene del campo plásti-
Episodio dos co, en sentido estricto. ¿Acaso implica una

!
sujeción analítica al modelo de las nuevas
5.0 No puedo acordarme cómo sale el artes populares? No queda clara la utili-
tema del libro que Mosquera acaba de
dad de dicha operación, a menos que se
publicar sobre la escena artística chilena y
que un rato más tarde se presenta en el explique como recurso de mercadeo, en
Tienda Malba. Se trata de Copiar el edén. una coyuntura editorial en que la similitud
Arte reciente en Chile. Ante la pregunta sobre de la portada con una carátula de heavy
las objeciones que Justo Pastor Mellado hizo

D
metal puede otorgar ventajas. (...) El tatua-
sobre la edición (centrados en la elección del
motivo de la tapa, Mellado publicó catorce je de esta portada identifica a los miem-
textos al respecto en su sitio web), Mosquera bros de una tribu; es decir, de una comuni- Gabriela Saccone
elude desenvueltamente el tema y se refiere dad exótica, en relación a la normalidad
a la producción editorial del mismo. Poco ¿Debo adivinar de esa mancha plomo, esti- creo poder desentrañar el ritmo, las rimas
de las comunidades socialmente decisivas.
tiempo después (hace apenas unos días) rada sobre un cielo oscuro, allá en el hori- del viraje a lo nuevo, teniendo esta actitud
ambos curadores internacionales coincidie- No dejo de advertir que este tatuaje de zonte, que se viene una tormenta? Tal vez el menos que contemplativa. Aunque deseara
ron en Rosario, dando sendas charlas el portada define el estatuto del artista chile- origen de esa luz, que hace ver grisáceo intervenir en la vida con el entendimiento
mismo día, a la misma hora y en espacios no como un condenado a presidio. Por eso, sobre negro y convierte al firmamento en (porque en definitiva sería una interven-
diferentes. una galería claroscura, sea nada más que ción) no podría lograrlo. Y además, de cor-
la tribu es remitida a una condición carce-
neones sobre una avenida casi calva. Pero si poreizarse lo incorpóreo, comenzaría inme-
6.0 Mosquera me cuenta que está pen- laria donde el artista es quien cumple con- se tiene en cuenta que amanece, ¿cuál es el diatamente su corrupción…. No sé lo que
sando una actividad en Buenos Aires para el dena. La condena de estar en una edición nombre del color que cambia velozmente digo. De la placidez zonza a la angustia más
año próximo. Me dice que se le ocurrió lo que opera como cárcel de papel”. con la primera luz? ¿Y para qué saberlo? profunda.
siguiente: invitar a curadores a que cuenten Llego cada madrugada hasta el cantero Por esto espero todas las mañanas, por
experiencias y trabajos. Que hablen con los del centro de esta calle que tiene unos esto vengo tan temprano, llego hasta esta
asistentes de su actividad, de sus políticas y arbustos como animales haciendo guardia, parte de la ciudad en el amanecer después de
estrategias a partir de una narración de sus tas, y aunque muy heterogéneamente, la centinelas de la fortaleza que está detrás, a un trayecto nocturno en ómnibus. Pero a no
proyectos puntuales de los últimos años. O dimensión en la que me muevo tampoco es mitad de cuadra, y que esquivo flotando ser por la ilusión continuamente poster-
sea, una suerte de curaduría de curadores. tan compatible con tantas otras. Bah, son como una baba del diablo. El aire de las pri- gada, no obtuve mucho más de estas horas.
Pienso ahora que estamos en una época en épocas. meras horas es un narcótico y su efecto dura No tengo pensamientos acerca de la ciudad;
la cual los modelos curatoriales (las poéticas uno o, como mucho, dos minutos. Aunque quisiera tenerlos, pero no los tengo. Soy un
curatoriales) están fijando de a poco sus 7.0 Un chofer nos lleva en un vehículo por hubo un día en que la policía cortó el tránsi- cuerpo mutilado ¡Cómo se me ocurre existir
perfiles generales. De la misma manera en demás fashion (a Mosquera, Hakim, Lidia to y fueron largos esos minutos entre los sin pensamientos…! Así que decido fabri-
que los historiadores y críticos proponen Blanco y a quien esto escribe) a la presenta- arbustos sin poder salir de la noche silencio- cármelos. Está bien: ahí está la torre de la
clasificaciones de ubicación para los artis- ción del volumen trasandino. Cuento esto sa. Soñé despierta. Soñé un ser en el tiempo iglesia que sube encrespada y claramente se
tas, así no dentro de mucho tiempo tendre- porque, si bien Hakim y yo somos —hasta inicial del mundo. opone a las construcciones vecinas. Tiene la
mos familias estéticas de curadores. Una de donde recuerdo— los únicos que asistimos a Cruzo hacia la vereda de la iglesia que cúpula azul, representa el cielo, la unión del
las estudiantes de la carrera historia del arte ambos acontecimientos, hubo una perfecta tiene rejas de madera, símbolo de la clausu- alma con Dios en la última de las moradas
(muy linda chica, por cierto) se suma a la continuidad entre uno y otro. Casi fueron ra, que protegen su entrada para que ningún de las que habla Santa Teresa de Ávila. Pero

2
conversación. Se la nota entusiasmada. dos capítulos de una misma situación. desahuciado pueda cobijarse, pero igual el resto es marrón como marrones son los
Mientras esperamos que comiencen las todos los días en los escalones veo un bulto hábitos y la suela de las sandalias de sus
6.1 Digresión. Concuerdo con algo que ponencias (acompañaron a Mosquera la envuelto en diarios que duerme. Y entro al frailes franciscanos. Oscuro sobre claro.
argumentó hace ya un tiempo Alfons Hug: el historiadora Andrea Giunta y el artista chi- lugar donde trabajo, una casa de dos plan- Humo sobre el agua. Una falange en el de-
arte contemporáneo internacional (decidida- leno Pablo Langlois Prado) hojeamos el gla- tas, incluida en esos programas de preserva- sierto.
mente existe una categoría bien definida for- moroso volumen y bebemos. Por mi parte, ción urbana, allá en la esquina. Siempre el Debería aprender a no dejarme engañar
malmente que podemos denominar así, aun- un poco de más. mismo recorrido: subo al primer piso, sin por los colores. Tendría que averiguar cuán-
que vaya mutando) produce una zona en la Me acuerdo que comenté algo sobre quitarme el abrigo, agarro los tres juegos de do se construyó y qué la rodeaba en ese
cual las nacionalidades se enrarecen. Los Marinetti y los formalistas rusos en relación llaves que fueron dejados sobre el escritorio entonces. A partir de allí podría, supongo,
curadores internacionales se desplazan en a un viaje mío a Concepción. ¿Qué será y como mejor momento del día abro uno a deducir qué camino hubiese hecho yo si
una dimensión donde las culturas se com- exactamente lo que habré dicho? uno los candados que traban las persianas viniera desde mi barrio, distante unas cua-
portan de otra forma. Todos o muchos de de los tres ventanales. Y miro entonces des- renta cuadras, a esta iglesia a rezar, si yo
nosotros atravesamos muchas veces esa 8.0 Mosquera es dueño de una profesio- de lo alto las últimas estrellas, casi siempre rezara, y como imagino que no hubiese
dimensión, pero no la vivimos de la misma nalidad impresionante. Tanto en el taller confundiendo en un primer instante una hecho un camino tan largo para elevar mis
forma. Quiero decir, nuestro trato con los como en la presentación todo lo hizo bien, con la luz del pararrayos de un edificio que oraciones, qué iglesias tenía más cerca en
efectos de las culturas locales es bien diferen- moderado, exacto, sin palabras o gestos de queda en la otra cuadra, por la avenida hacia aquel momento. Lo que es casi seguro es
te. Leo un blog como Mao y Lenin de Ana más o de menos. Es simpático tanto como el este. Y ahí adelante, recortada en mi hori- que habría unas pocas calles empedradas y
González Tassier y me doy cuenta que esa tiene que serlo, agudo en la misma medida, zonte, está la torre de la iglesia con los hue- con suerte un farol alumbraría cada mil
dimensión (la del arte contemporáneo inter- va al grano, da ejemplos interesantes, es cos por los que se ve la escalerita del campa- metros toda la zona aledaña a las vías del
nacional) no es compatible con muchas anecdótico no más de lo aconsejable. Mien- nario. No alcanzo a ver qué cantidad de ferrocarril. ¿Como a qué hora el sacerdote
otras. No se trata solamente de una jerarquía, tras, tomo unas notas (las primeras del día) campanas tiene. Tampoco escuché alguna abriría sus ojos, prendería un brasero, pen-
sino de un tipo de perfil muy determinado. y después no me entiendo la letra. Suele vez cómo suenan. Y lo espero. Pero ni para saría en la utilidad de su ministerio o en su
pasarme. Giunta y Langlois nos proporcio- la primera misa del día, ni a las doce, sue- inutilidad, entre el frío o el calor ardiente,
6.2 (Pueden saltearse este párrafo: se tra- naron amplios y a la vez ajustados informes nan. Los extraviados se sostienen pegados al para empezar a acomodarse en la idea del
ta sólo de un trip muy personal). Me intere- sobre la escena chilena. Desde dos escorzos enrejado de la entrada, yo a la espera de que sermón matinal? Tal vez también se le ocu-
sa mucho lo que la idea de Mosquera me por demás opuestos y complementarios. alguna madrugada el sonido metálico llene rría existir sin pensar en nada. ¡Y descubro
dispara. Más que la actividad propuesta que Mosquera los dejó hablar y luego, sin perder el pabellón de la oreja, el tímpano, y los así que la promesa de inventarme un esce-
puede ser muy útil para mucha gente, me ni la calidez ni la consistencia, se despidió. huesecillos del oído disparen sobre aquel nario se fuga de su pozo para interrumpir-
pregunto qué o cuál puede ser el común A esta altura ya no entendía mucho de nada. centro nervioso ocupando el cerebro entero. me con las molestias del cura!... No sé qué
denominador en eso que llamamos praxis En verdad, no estaba en estado de entender ¿Estaré hermanada al hombre de la peato- utilidad podría tener ese conocimiento. Ahí
curatorial entre Mosquera y yo. La verdad es nada. Me despedí de todos y felicité a Mos- nal que dirige cuanto sale de los parlantes fallo. O no. Posiblemente el fracaso sea el
que me cuesta muchísimo encontrar intere- quera por la presentación. El aire fresco de de una disquería, compenetrado en los rit- camino para caer en la cuenta definitiva de
ses compartidos. Por favor, no se entienda la noche me hizo bárbaro. En seguida, anoté mos y cadencias, al son de nada, por unas que no estoy ni quiero estar sujeta a las
esto como una crítica (velada o no) a Gerar- no sé qué otras cosas. monedas? No, no. Si ocurriera lo que espe- cosas que veo: ni a los arbustos, candados,
do. Tampoco se trata de disentir porque sí: Sigo sin entenderme la letra. ≈ ro, con la cabeza ocupada por las campana- estrellas, torres, calles, piedras, en pos de
de hecho suelo disfrutar mucho más de un das podría corporeizarse el hueco real del un mundo invisible que desea ser bien
trabajo cuando tiene poco que ver con lo que cráneo. El vacío dado por lo lleno de esas cantado. Sin embargo, sigo confundida.
hago. Es que en el tipo de curaduría en la Rafael Cippolini nació en Lomas de Zamora en notas sería condición de estabilidad, la ¿Cómo se explica que ahora piense en lo
que se desempeña la institución arte cumple 1967. Ensayista y curador autónomo. Autor de seguridad de que lo que es vacío por antono- que mostró la televisión anoche: una nube
un papel esencial. En mi caso se trata de tra- Manifiestos Argentinos. Políticas de lo visual masia pueda ser su contrario con un solo de monóxido de carbono que hace unos
zar más y más fugas: fíjense que ahora estoy 1900-2000 (2003), Xul Solar: Panlingua (2004), golpe. Y muchas cosas, su curso, tendrían la años salió desde abajo de la superficie de un
trabajando en un proyecto de curaduría para Alfredo Prior (2007) y Contagiosa Paranoia esperanza de dar un vuelco, beneficioso en lago y serpenteó, a poco más que a ras del
Second Life. Sí, estoy interesado en estas (2007). Durante cinco años editó la revista de unos casos, neutralizante en otros. Claro piso, matando todo lo que dormía cerca:
plataformas de virtualidad. Al fin de cuen- artes visuales Ramona. que debería mostrarse por sí solo porque no unas mil personas, ganado, perros?≈
8 Transatlántico

Retorno de Perón, 1973.

Asesinato de Rucci, 1973.


La odisea de un semion
Antoni Muntadas, artista, crítico de la cultura, de los medios, de la sociedad y del arte, hizo base e
proyecto Media Sites / Media Monuments, un dispositivo de montaje fotográfico que pone en foco
con la intención de activar nuevas lecturas entre pasado y presente. Un viaje hacia las profundidad
Cecilia Vallina

La operación Muntadas / Buenos Aires Imposible no percibir, de entrada, los mati- Buenos Aires 2007, un experimento que desprenden de la imagen pasado a la ima-
comienza con una advertencia en letras ces del contexto en el que sucede la exposi- realizó antes en Washington DC en 1981 gen presente. Y que, en ese encuentro, pro-
blancas sobre fondo rojo que se repite en ción. Porque efectivamente la muestra suce- y en Budapest en 1998, donde empleó la duce una potencial narración en la que ins-
tarjetas, volantes y en el blindex de la entra- de en un espacio interesado en que nos misma metodología. “Monumentos cribir nuevos testimonios, nuevas capas de
da del Centro Cultural de España en comuniquemos y sucede, además, en el invisibles o espacios de memoria” los llama imágenes.
Buenos Aires: “Atención. La percepción tiempo. Muntadas a sus monumentos mediáticos, Más que una crítica de la imagen, Mun-
requiere participación”. Advertidos de que reuniendo en un nuevo concepto la función tadas propone un recorrido, una zona, un
la apelación se aleja de la que hiciera en los Muntadas / Buenos Aires dejó ver lo más conmemorativa de los monumentos con la dispositivo cuyos botones son las imágenes
años 60 la artista brasileña Ligia Clark, representativo del trabajo que viene reali- imagen que de ellos o con ellos construyen que activan la serie memoria, historia, olvido.
cuando pedía encender frente a sus obras zando el artista catalán desde 1995, cuando los medios de comunicación. En función El artista monta una galería que parece no
“percepción” y “sensación”, para acercarse comenzó con las intervenciones de la serie de esta idea, Muntadas trabajó con series pretender fijar las obras contra un fondo
en cambio a un llamado a la acción menos On Traslation como “La mesa de negocia- fotográficas destinadas a contrastar las estandarizado de lectura sino, más bien,
introspectivo y más político y, además, ción II (1998-2005)”, una mesa dividida en escenas reales que registraron las cámaras despegarlas de los viejos álbumes y reinser-
conociendo el historial del artista nacido en diez partes cada una de las cuales muestra en ciertos espacios de la ciudad con el tarlas en nuevos conjuntos.
Barcelona en 1942 y radicado desde 1971 en un mapa que da cuenta del desarrollo des- aspecto de esos mismos lugares años “Lugares de memoria”. Muntadas elige
Nueva York, sospechamos que seremos par- igual en materia de telecomunicaciones en después. Lo hizo en la versión porteña de llamar así a la Escuela de Mecánica de la
te de un dispositivo preparado para hacer las diferentes regiones del mundo, y “Fear/ este proyecto, que articula tres de ejes de Armada en la que funcionó un centro clan-
visibles los sistemas de producción de obje- Miedo” (2004), un video sobre las tensiones trabajo: la ciudad, la memoria y los medios. destino de detención hoy convertida en
tos que crean valor y de discursos que crean en la frontera entre México y Estados Luego de dos años de visitas y de talleres museo, a la llegada de Perón a Ezeiza, el
sentido. Así, de algún modo, aclimatados Unidos, entre otras. Junto con obras ante- con artistas argentinos, encaró la búsqueda entierro de Evita, a una ronda de las Madres
por el propio autor, entramos al edificio de riores como The Board Room (1987), una de ciertas imágenes clave que lo llevaran a de Plaza de Mayo en la Plaza de Mayo, a la
Espacio Fundación Telefónica de Buenos instalación que recrea una sala de reuniones espacios urbanos ligados con la memoria Estación Avellaneda en la que oficiales de la
Aires, donde la empresa combina sus fun- en cuyas paredes cuelgan retratos de líderes colectiva. Quizás tan interesante como policía bonaerense acribillaron a los jóvenes

...
ciones específicas de políticos y religiosos cuyas bocas están tapa- advertir las capas de tiempo que cargan piqueteros de la organización MTD Anibal
comunicación das por pequeños televisores que retransmi- esos espacios —lo que sería una primera Verón, Darío Kosteki y Maximiliano
con un es- ten incesantemente sus discursos, y City operación al comparar la foto del pasado Santillán, a la esquina en la que los familia-
pacio de Museum (1991-2007), panorámicas de esce- con la del presente—, la propuesta de res de las 193 víctimas del incendio de la
arte. nas urbanas que se observan a través de Muntadas señala que, además, es preciso disco Cromañón levantaron un santuario, a
unos orificios abiertos en una pared. detenerse también en cómo cambian en la la platea del estadio del club River Plate en
Y, como suele suceder en sus intervencio- memoria colectiva las representaciones de el que se sentó el dictador Jorge Rafael
nes, Muntadas habló —o también se podría esos monumentos de memoria. Videla en la final del Mundial de fútbol de
decir, acompañó la recepción de su trabajo 1978, a la cuadra en la que fue acribillado el
con su presencia y su propio protocolo de Espacios de memoria. No en el espacio dirigente sindical José Ignacio Rucci el 25 de
La obra es la punta de una lectura de su obra—, en Buenos aires, en
Córdoba y Rosario donde recorrió los pun-
central de la sala de exposiciones de Funda-
ción Telefónica, sino sobre una pared late-
setiembre de 1973, a las sedes de la Amia y
de la Embajada de Israel en la que produje-
línea sin fin o, mejor, de una tos más significativos de On Translation, su ral, estuvo montada la serie de fotografías ron sendos atentados terroristas, a la renun-
proyecto más resonante y productivo, en el que forman, en conjunto, un damero de cia de Héctor Cámpora a la presidencia de
red que crecerá por caminos que investiga los problemas de codificación, imágenes que combinan pasado y presente. la Nación el 13 de julio de 1973.

...
autónomos a la voluntad del interpretación y transformación de los fe-
nómenos contemporáneos de la cultura.
Una serie de dípticos que exhiben un mon-
taje rudimentario que parece rescatar a la
Con estos materiales tomados de la reali-
dad, pero de una realidad que ya produjo
productor inicial “El título de este trabajo (sobre la traduc-
ción) —señaló Muntadas—, es una metáfora
imagen en blanco y negro del archivo para
volver a ponerla en circulación. Un movi-
una primera versión de sí misma, Munta-
das ofrece su álbum local de imágenes de
que alude a las problemáticas de interpreta- miento de recuperación que cuestiona, tan- memoria. Porque si la pregunta del arte
ción que sufrimos en la sociedad actual, en to en la idea como en su puesta austera, la mutó de ¿qué es lo nuevo que se puede hacer?
la que nuestra experiencia cotidiana está necesidad de novedad y espectacularidad de a ¿qué se puede hacer con?, es decir cómo
determinada por la acumulación de sucesi- las imágenes que consumen y producen los producir nuevos sentidos a partir del flujo
vas capas de traducción”. medios. Un montaje que pone en evidencia infinito e incesante de imágenes, infor-
Junto con las intervenciones que inte- más las rupturas que provocaron los he- mación y textos que conforman nuestro
gran la serie de On traslation, el artista chos, que la pretensión de rellenar con entorno, es aquí donde el catalán obtiene su
montó Media Sites / Media Monuments interpretaciones las continuidades que se materia prima. Sus imágenes han pasado
Arte, cultura & desarrollo 9

Mundial ’78

Retorno de la democracia, 1983.


nauta contemporáneo
en Buenos Aires con su ante cada nuevo uso. Un acercamiento que
estará siempre condicionado por nuestra
detalles que perduran, las marcas que que-
daron, las memorias que como capas han
Sites / Media Monuments —un título que
podría traducirse como “sitios mediáticos”
o espacios de memoria experiencia del presente.
Queda pensar cuál es la base conceptual
ido cubriendo las ruinas (en tanto los restos
de una imagen que ya no existe de la misma
y “monumentos mediáticos”—, parece
confiar más en la capacidad de renovación
des de lo real. sobre la que se monta una operación que
da como resultado que la casi totalidad de
manera), que ya no están aunque allí vea-
mos los edificios, las veredas, los testigos
de las funciones críticas de la institución
arte, que en cualquier posibilidad de los
los lugares de memoria elegidos sean sitios ocasionales que presenciaron los aconteci- medios de comunicación de generar nue-
o momentos marcados por la tragedia, por mientos. vas lecturas de esos sitios y de esos monu-
la presencia de la víctimas de los hechos Pero sobre todo, la producción de Mun- mentos y nuevas experiencias con los
que sucedieron en ese sitio. Como si la tadas está en la creación de un dispositivo públicos. Como si su idea de la comuni-
por el filtro de la cultura, son representacio- categoría de memoria estuviera aún de selección y exhibición de imágenes que, cación aplicada a los medios estuviera atra-
nes, textos transitados, palabras activas, fuertemente ligada a procesos traumáticos ahora, funcionan como la representación pada en las teorías de la dominación de las
planos de sentido cargados de historia. ante los que se impone primero una de un circuito de espacios de memoria. Un audiencias de los años 70 —que no confia-
¿Cómo habitar en este mundo saturado de reflexión de tipo moral antes que política. dispositivo en el que no importa tanto la ban en la posibilidad de los públicos de
objetos de comunicación, saturado de obras El dolor ante el horror de la masacre, el documentación de esos espacios —porque ejercer su libertad y su creatividad, y que
de arte y de discursos sobre el arte y la reclamo de justicia ante la impunidad, la de alguna manera esas fotos de archivo ya no creían en la recepción como problema,
comunicación?, parece preguntarse Munta- indignación frente a los hechos aberrantes. habían documentado el lugar en el que aunque ya desde otra disciplina Michel de
das. El primer punto es que, claro, la idea El tipo de apelación que provoca el asunto sucedieron los hechos y, en algunos casos, Certeau hablaba de mil formas de ejercer la
Muntadas es ser parte del colectivo de los de cada fotografía pareciera estar unos incluso los hechos mismos— sino la invita- resistencia de los débiles—, mientras que
semionautas que navegan los signos y los pasos atrás del nivel de discusión que hoy ción a sacudir la imagen del pasado, la ima- su apuesta artística avanzara más liberada
objetos de la cultura y que, en su navega- existe en la Argentina alrededor del tema gen ícono que nos habla de eso que pasó, a de ese paradigma, aun teniendo que nego-
ción, a la vez que desmontan el mecanismo de la memoria y el testimonio. Quizás el desestabilizarla en lo que cristalizó en ella, ciar sentidos con las instituciones por las
por el cual el arte o la comunicación fijan tipo de intervención que realiza Muntadas a volver a ponerla en discusión. Las imáge- que circula y se legitima su producción.
sentidos y más aún, fijan estructuras de sea responsable de esa situación: su propio nes expuestas nos proponen habitar los Una idea que supone que el mismo con-
sentidos, producen nuevos signos, nuevas traslado, que consiste en instalarse por un relatos que las tienen por escenario, impe- sumidor espectador será más pasivo frente
aproximaciones a los objetos de la cultura. período en un sitio, en este caso Buenos dir que se fijen y empobrezcan y, sobre a los medios y más activo frente al dispo-
“Mi trabajo se relaciona con las posiciones Aires, para ofrecer una versión local de su todo, despegarlas de los fondos en los que sitivo artístico, un camino por el que se
conceptuales de los años setenta o del arte dispositivo conceptual, conlleva el riesgo quedaron adheridas. Volver a tomarlas para podría volver a pensar ¿ingenuamente a
de sistemas. No veo mis proyectos como de perder las pinceladas más frescas que incluirlas en nuevos conjuntos, en un nue- esta altura? que la potencia de agitación
objetuales sino como elementos de cons- cargan los temas y quedar levemente des- vo espacio tiempo. conceptual radica entonces menos en las
trucción de estructuras de trabajo, como fasado del tiempo local de la discusión; un “Rematerializar”, diría el crítico francés propias capacidades de los públicos que en
elementos referenciales”, dice Muntadas en destiempo que la idea de “proyecto” y Nicolás Bourriaud, darles una forma y un el poder cuestionador del arte.
una entrevista recogida en el libro Contextos “trabajo en equipo” pueden minimizar al peso a los procesos más invisibles, “remate-
Dos, que reúne una serie de intervenciones dejar el tema abierto a múltiples devenires. rializar”, entonces, las funciones básicas de Lo inesperado como ocasión. Si la obra en
críticas sobre su obra y es parte de un pro- Y no está de más decir que fue él mismo nuestra vida cotidiana y devolverle un cuer- proceso supone como parte de ese proceso
yecto de investigaciones sobre arte contem- quien dijo que no era “sencillo” producir po a lo que se sustrae a nuestra mirada, no un llamado a la participación, la apuesta de
poráneo de la cátedra de Jorge La Ferla, de un proyecto vinculado a temas de memo- en tanto objetos, lo que implicaría caer en Muntadas busca superar el tipo de interac-
la Universidad de Buenos Aires. Y allí, en ria en Argentina, el lugar que junto con la trampa de la reificación, sino en tanto ción que propone la obra abierta —aquella
las más de seiscientas páginas que suma el Alemania carga con el mayor nivel de ela- soportes de experiencias. Quizás en el que el público debe completar—, y avanzar
volumen puede hacerse una lectura de la boración en ese campo. montaje de estos espacios de memoria sea tras una nueva relación entre emisión y
operación Muntadas. Un libro como un el lugar en el que es posible advertir con recepción, entre creación e interpretación.
artefacto que ofrece múltiples capas de Tiempo y destiempo. No se trata entonces mayor intensidad que Muntadas no practi- Sus proyectos confían sí, en la comunica-
lectura y de montajes y en el que es posible de producir imágenes. Aunque la foto ac- ca la interpretación como lugar de llegada, ción que se genera en las relaciones huma-
—aunque sea en papel—, navegar y despla- tual sea una imagen nueva, su materia no lo sino que su juego nos devuelve el ejercicio nas, y en las posibilidades estéticas que
zarse. es, su punctum tampoco, el foco dramático de una experiencia que sucederá en un exhalan los intercambios entre las personas.
que irradia cada foto nueva actualiza el que espacio y en un tiempo distinto del que Y, esta vez sí, más cerca de la idea de memo-
La moral antes que la política. La obra no contenía de antemano la foto del pasado. transcurrió el proceso creativo del proyecto. ria de Certeau, según la cual el arte debe
es el fin del proceso creativo sino que fun- Lo irradia y lo amplifica ya que la foto ac- provocar “la ocasión” para que haya fuerzas
ciona como un espacio a partir del cual se tual es la que predomina, la de mayor ta- Atrapado en los 70. Muntadas captura capaces de irrumpir en lo cotidiano, de
generan otras intervenciones, que a su vez maño, la que de alguna manera contiene a conceptos y organiza dispositivos que desatar nuevas relaciones entre el pasado y
modifican la obra original. La obra es la la anterior, su predecesora; el presente no generen nuevas relaciones entre imágenes, el presente. Será entonces esa ocasión, eso
punta de una línea sin fin o, mejor, de una borra, sino que expande y resignifica. El entre ideas, entre momentos históricos, inesperado que desencadena un trabajo de
red que crecerá por caminos autónomos a acercamiento entre una foto y otra, la rela- entre personas. Dispositivos que aún memoria, lo que nos permita tener una
la voluntad del productor inicial. Entre las ción de proximidad que establece el monta- confían en el tipo de contrato de lectura experiencia de la profundidad de lo real.
fotos que documentan los acontecimientos je, será entonces el nuevo foco dramático, el que ofrecen los espacios públicos y priva- Quizás el telos de Muntadas sea una
que sucedieron en esos espacios y las fotos espacio y el tiempo aparentemente vacíos dos destinados al arte y que amparan aun apuesta a producir relatos divergentes,
actuales hay un tiempo suspendido que se que median entre un momento y otro. Pero a aquellos proyectos que los cuestionan; poner en escena la atmósfera social y reco-
pone en acto ante cada nueva mirada, un no hay vacío. Ni habrá ya puro pasado y no, sin embargo, al punto de poner en rrer la realidad navegando en nuevas for-
tiempo que trama una relación entre las puro presente, hay ahora un tiempo simul- riesgo la existencia de esos dispositivos. mas sobre causas viejas. “Yo no voy a descu-
imágenes, que podrá convertirse en relato táneo en el que conviven los hechos, los La idea sobre la que se despliega Media brir nada”, dice Muntadas, por las dudas. ≈
10 Transatlántico

Invitada a un congreso de
escritores, una periodista y
también escritora reclama el
derecho a gozar con los excesos
de la lengua y recorre las
variaciones históricas por las que
atravesó el concepto de verdad
en el periodismo. Así, y para des-
granar lo que va del testimonio
a la ficción y de la ficción a la
mentira, pasarán por su collar

La hora de
de argumentos las crónicas de
José Martí, las piezas testi-
moniales de Rodolfo Walsh y

Dionisio la prosa sobreescrita del chileno


Pedro Lemebel.

N
María Moreno

No importa cuán fuera de lugar esté ni su renovaron el mito según el cual, para escri-
cualidad para denostar al periodismo, al que bir la gran novela es preciso convertirse en
Juan Bautista Alberdi consideraba la bús- un escritor con vista al mar como Guillermo
queda de una verdad a sueldo y José María Saccomano o Juan Forn.
Ramos Mejía un oficio de hombres carbono, Y como es más cómodo empezar por la
siempre cuento la anécdota de cuando Raúl negociación diré algo de la crónica, ese
Damonte Taborda debía pasar un módico género tan iberoamericano en el que escribir
examen para llenar una vacante en el diario rajando no excluye la literatura, y que nace
Crítica y Natalio Botana le exigió: “Escriba entre nosotros indefectiblemente enlazada
sobre Dios”, a lo que él respondió “¿A favor o al descubrimiento de lo desconocido (otras
en contra?” Lejos de ilustrar sobre cualquier geografías, otros hombres llamados “salva-
relación entre el oficio y la ética creo que jes”) y a la necesidad de dominarlo, no sólo
Damonte Taborda pretendía examinarse a través de las armas, sino del lenguaje. La
sobre el arte de la argumentación, algo cer- crónica no viene con la conquista, es tam-
cano a la literatura sin necesidad de poner bién la conquista. Luego, al decir de Carlos
en duda la voluntad de saber por qué la Monsivais, contribuye a la feria de la nación
ministra Felisa Miceli ha olvidado siquiera describiéndola y los cronistas representan a
hasta el casero principio inmigratorio de las minorías de vanguardia que hablan en
guardar el dinero bajo los tirantes del col- nombre de las mayorías astrosas.
chón. Así iba a empezar yo a hacerme la Sería tentador considerar al literato me-
simpática de haber continuado siendo el tido a cronista como el que aferrado a un
título de esta mesa “Periodismo y literatura”, sueldo se apresta a ver perdida su autono-
título en donde, sospechaba, un cierto dis- mía estética y encima bajo las puyas de ese
valor de corte moral pesaba sobre el primer supuesto transcriptor de lo real que es el
término en beneficio del segundo: se trata- reporter, al que Tom Wolfe bautizara, años
ba, entendía, de describir las tensiones entre más tarde, periodista del pisotón. Dice Julio
el ganapán y el deseo, el mercado y la obra Ramos en su libro Desencuentros de la
prístina, de denunciar, en nombre de la modernidad en América Latina: “Habría que
novela, la irrupción bajo la forma de libro pensar el límite que representa el periodis-
de notas estiradas y escritas según los talle- mo para la literatura —en el lugar conflictivo
res 1 y 2 de TEA sobre lo que hasta ayer de la crónica— en términos de una doble
habían sido notas de tapa, de hacer la pos- función en varios sentidos paradójica: si
tmoderna hablando de la disolución de los bien el período relativiza y subordina la
géneros a manos de los blogs o de pulverizar autoridad del sujeto literario, el límite, asi-
la dicotomía entre la gestión y la obra, entre mismo, es una condición de posibilidad de
el artículo y la novela, dicotomía que “interior”, marcando la distancia entre el
Barthes describe tan bien en La preparación campo propio del sujeto literario y las fun-
de la novela. Pero ya más cerca de las jorna- ciones discursivas otras, ligadas al periodis-
das me llega por email el título de “Lenguaje mo y a la emergente industria cultural urba-
y verdad en el periodismo” con un acápite na. Es decir, en oposición al periódico, en el
que, amén de convocar a la runfla de mis periódico, el sujeto literario se autoconsoli-
fantasmas de autodidacta, me da la impre- da precisamente al confrontar las zonas
sión de que hubiera sido mejor respondido antiestéticas del periodismo y la cultura de
por Jorge Lanata o Luis Majul. Entonces masas”. Es decir el periódico es, en princi-
decidí correr entre una consigna y otra como pio, uno de los caminos para la autonomía
corriera mi colega Giovanni Guareschi de la literatura. También sería tentador
cuando en la Navidad de 1936, y exigido de afirmar que la renovación tecnológica y de
entregar antes sus habituales colaboraciones lenguaje periodístico enfatizó los conflictos
para el periódico Cándido y el semanario entre los cronistas literatos y los espacios de
Oggi, corrió a quitar de este último el artícu- visibilidad de sus textos. Sin embargo, cuan-
lo ya compuesto para llevarlo al primero que do el diario La Nación adquiere en 1877 el
cerrara media hora antes. telégrafo y la información internacional
Yo iba a empezar diciendo también: La puede obtenerse casi al mismo tiempo que
relación entre periodismo y literatura hoy se han producido los sucesos, cuyas noticias
El artículo que aquí se reproduce fue leído en el III Argentino de Literatura, organizado por la Dirección de Cultura parece un tema liquidado, aunque de apa- antes llegaban luego de costosos y largos via-
de la Universidad Nacional del Litoral, que se realizó en la ciudad de Santa Fe los días 16 y 17 de agosto de 2007. riencia más contemporánea desde que los jes en barco, muchos escritores modernistas
periodistas nostálgicos de la obra no efímera trabajan como corresponsales. Aquí salto a
Arte, cultura & desarrollo 11

eso de la verdad y el lenguaje en el periodis- no rentable por el Estado. La nueva ascética


Función social de la poesía. Un escritor

En la práctica En la práctica En la práctica En la práctica


mo. En la crónica la verdad es aquello que instalada por Borges y el grupo Sur, que
persuade al público, seduciéndolo y cuya marcó aún a sus adversarios ideológicos y
única garantía es la mirada del cronista. No
se trata de “esto es así” sino de “yo lo he visto
que asociaba los fastos del español a la gua-
rangada consumista de nuevos ricos, sirvió le revela a otro escritor la existencia de
con mis propios ojos”. “O lo he leído yo mis- para consolidar ideales económicos en el
mo en el diario local”. ¡Ah los tiempos en
que José Martí leía en un ejemplar del New
lenguaje.
un tercero. El segundo escritor queda
York Herald un caso de violencia étnica Flores a la verdad
sucedido en Nueva Orleáns y, muy lejos del
lugar, se sentaba ante su Rémington, y escri-
Josefina Ludmer opone en su libro El cuerpo
del delito el cronista al investigador. Po- prendado por la revelación literaria.
bía una crónica fabulosa para La Nación dríamos detallar que el cronista está del lado
titulada “El asesinato de los italianos” en
donde la sangre salpicaba al lector!
del testigo y el investigador del lado del juez
y que en los híbridos del periodismo actual Con el tiempo, llega a ser amigo del tipo
La pregunta por la relación entre perio- el modelo es jurídico-policial. ¿Quién actuó
dismo y literatura formó parte de las inqui-
siciones de los periódicos culturales de los
en perjuicio de quien? ¿Quiénes fueron tes-
tigos? ¿Cuáles son las pruebas? Aun en la —que tenía fama de difícil y había escrito
sesenta y setenta. Pero las negociaciones muerte por anorexia de una modelo o las
eran diversas. A menudo se optaba por la
separación de géneros. Del lado de la litera-
correrías de la mujer que porta el fascinante
nombre de Paris Hilton. un libro llamado La Piel de caballo—
tura, Juan Gelman y Francisco Urondo En su “Carta a Vicky”, verdadera carta
y lo acompaña al hospital.

E
hacían poesía, Tomás Eloy Martínez, nove- abierta y por eso política, Rodolfo Walsh
la. No creo que sus ensayos publicados fue- menciona la carta de un soldado donde se
ra del periodismo fueran muy diferentes a relata con detalles sobrecogedores cómo
sus prosas de prensa como no creo que haya murió Vicky. Más allá de que existiera o no,
un Miguel Bonasso escindido entre su esti- se puede sospechar que la carta dentro de la Fabián Casas
lo en Recuerdos de la Muerte y sus artículos carta es un artificio retórico de Walsh debi-
en Página12. En el caso de los escritores do a la necesidad de crear, como lo hiciera en Elvio Gandolfo es un escritor notable. Tiene enfermera nos anunció que le llegó la hora.
militantes la escisión era de contenidos, el comienzo de Operación Masacre —adon- varios libros cuya morfología puede ser —a Lo ayudamos a levantarse mientras el
entre la prensa burguesa y la clandestina, la de era el grito de un colimba durante la simple vista— la de la prosa, pero su infor- médico nos informaba que uno de los dos
novela era nostalgia denegada de la novela represión del levantamiento del general mación genética es la de la poesía. La Reina teníamos que pasar con él. Fui yo. Pasamos
burguesa y plan de una forma revoluciona- Valle lo que generaba la investigación— una de las nieves, Caminando alrededor, dos a un vestuario donde ambos teníamos que
ria en cuyo despliegue un Rodolfo Walsh, tercera instancia, algo así como un represen- grandes textos. Bueno, una tarde, en su casa sacarnos los relojes, cadenas, llaves, etc. El
por ejemplo, se dilataba bajo la forma de tante del civil inocente entre dos ejércitos de Buenos Aires —no sé si lo hace todavía, Zorro se tuvo que sacar el audífono. Enton-
4. más sobre
escritura y
preguntas atormentadoras que enfrentados. ¿Quiere decir esto que ningu- pero en ese entonces vivía saltando entre ces vino un médico y, dándose cuenta de
militancia: p.16 atraviesan sus papeles privados. no de los dos soldados existieron? La pre- Buenos Aires y Montevideo— me leyó un que el Zorro no lo iba a escuchar, optó por
En muchos casos el periodismo era la gunta está mal planteada porque la ficción texto de un libro suyo que se mantiene hacerme preguntas a mí sobre la salud del
cobertura de la militancia clandestina y no es de un orden diferente a la mentira. O, inédito aún hoy. Era un libro sobre escrito- paciente: qué enfermedades había tenido, si
el espacio de ejercer la crítica. La interpela- más bien, sólo no lo es cuando se trata de res que le gustaban y que, también, había era alérgico, etc. Le dije que se fijara en la
ción sobre la ética periodística se ejercía en una falsificación de pruebas destinada a tratado. El capítulo en cuestión trataba de El historia clínica porque yo no sabía mucho
nombre de la ética revolucionaria y desde refutar un argumento contrario. Y Walsh, Zorro, un sobrenombre que Elvio le había sobre él. Me acuerdo que pensé que era
grupos que no militaban en la clandestini- en el comienzo de la carta, dice que, por una puesto a un escritor que ambos admirába- poco lo que sabía en verdad sobre el Zorro.
dad. A menudo un escritor militante tolera- vez, las noticias no tergiversaron los hechos. mos y que, también, había formado parte de “¿Pero usted no es pariente?” me dijo el doc.
ba mejor el periodismo precisamente cuan- Sin embargo la verdad no puede dirimir- nuestras vidas en diferentes momentos. Me “No —dije, buscando las palabras exactas,
do no militaba a través de éste, sino fuera. se entre hechos falsos o verdaderos. A fines parece que el apodo es genial y lo voy a utili- como Urondo—, soy un fan”.
En un artículo titulado “Testimonios de de la Segunda Guerra Mundial la prensa zar yo también en esto que quiero contar. El tipo es un gran escritor, agregué. El
los sobrevivientes”, Héctor Schmucler plan- exhibió fotografías que documentaban la La primera noticia que tuve del Zorro médico hizo silencio y me preguntó cómo se
teaba cómo en el interior de los grupos revo- experiencia de los campos de concentración vino de la mano de Daniel Durand. En ese llamaba. Se lo dije. Más silencio. No, nunca
lucionarios de la década del setenta en nazis para que formaran parte de las prue- entonces teníamos maratónicas reuniones lo leí, me dijo. Después El Zorro, yo y el
Argentina persistían la escisión capitalista bas en los juicios a los criminales y sus cóm- en su casa, con un grupo de amigos con los médico entramos en un recinto similar a un
que separaba a los ideólogos de los hombres plices. Pero en ciertos campos, de los que que hacíamos una revista que se llamó 18 estudio de radio, pero, en vez de la mesa con
de acción, a los que desean y a los que había testimonios de sobrevivientes, no Buitres. Después de la reunión, nos tirába- los micrófonos había una camilla donde
luchan, a los que quieren transformar la había registros gráficos y solían ser precisa- mos a la marchanta en los sillones, almoha- hacían recostar al paciente. Una vez puesto
subjetividad y a los que intentan tramar mente los de prácticas más inhumanas den- dones, piso, etc., para leernos cosas, escu- ahí, la camilla se movía hasta penetrar en
colectivos. Ese modelo fragmentador se ins- tro de lo inhumano. Entonces los diarios char música y fumar. En uno de esos retiros una especie de horno y un ruido poderoso
cribió en los géneros del periodismo apare- utilizaron fotografías de otros campos para espirituales, Durand me pasó un libro muy sonaba por todo el recinto. La mitad del
cido en el período democrático a través del ilustrar los suplicios ocurridos en aquellos finito y me dijo que el autor era entrerriano, cuerpo del Zorro estaba adentro de eso. Yo
trabajo de algunas figuras ligadas a la mili- de los que no había imágenes. ¿No era ésta como él, y que la rompía escribiendo. Era el me senté a su lado, en una silla de plástico y
tancia con la evidente hegemonía de la una verdad más radical que otra meramente Zorro. El libro se llamaba La Piel de caballo. me puse unos auriculares que me dieron.
investigación y, dentro de ésta, la de las vio- fáctica? No tenemos imágenes de los supli- Y Durand tenía razón: era genial. Después de media hora, lo sacaron afuera,
laciones a los derechos humanos. La prosa cios sufridos por los detenidos en los cam- Por esas vicisitudes de la literatura —algo pero no lo bajaron de la camilla. Entró uno
de prensa separa en crónicas color, colum- pos de concentración de la Argentina. que ahora francamente me espanta, como de los médicos que accionaba la máquina y
nas especializadas, análisis político, zonas Paradójicamente, son las fotografías de los las presentaciones de brolis, pero de lo que sacando una jeringa, le inyectó algo al Zorro
de entretenimiento, a los que piensan de los concursantes a la materia llamada “campo en ese entonces era asiduo— conocimos al en el brazo derecho. “Es para tener más con-
que narran, a los que interpretan de los que de prisioneros” del curso de comandos del Zorro. Habíamos escuchado que era un tipo traste”, me dijo. Después le volvieron a dar
levantan testimonio. La estrella pasó a ser el Ejército y de sus verdugos las que funcionan difícil, que había formado parte del mítico otro golpe de horno magnético.
cronista en peligro como garante del cum- como testimonio: de lo que algunos de sus Literal, con la delantera García-Guzmán- Ahora me río, porque me acuerdo que la
plimiento de la ley jurídica, que en el perio- antecesores les hicieron a otros —por ser Lamborghini y poco más. primera vez que lo sacan, el Zorro —como si
dismo se homologa a periodismo político: la precisamente otros y por eso amenazantes—, Con el tiempo, llegué a ser amigo del la conversación de la sala de estar continua-
verdad coincide con la sentencia y el estilo, hasta la aniquilación. Zorro. Que es lo mismo que hacerse amigo ra— me dijo: “¡Basta de parodia!”. Me acuer-
aunque no renuncie al rasero literario mar- Si en la ficción la verdad es autónoma, en de una araña pollito. El Zorro solía pasar por do también que el médico que lo inyectaba
cado por Rodolfo Walsh, instala un ade- periodismo, cuando se la hace coincidir con mi casa una vez por semana para tomar un me miró como preguntándome si estaba
mán, un despliegue ascético y apolíneo, la sentencia y, por tanto, con la exigencia de vino e, invariablemente, ambos terminába- loco.
como si adoptar una lírica modernista para sanción, difundirla requiere medir sus efec- mos borrachos. Pasaron los años, cambia- Hace unos días almorcé con Daniel Hel-
los derechos humanos fuera una violación tos más allá del imperativo abstracto de la ron los gobiernos, algunos amigos se repro- der, otro amigo que también escribe poesía.
de los mismos en el corazón de una lengua libertad de prensa: Cuando allá por los años dujeron y llegué a mis treinta con una falla Me contó que lo había ayudado al Zorro en
herida a través de las nuevas acepciones de ochenta un grupo de bien intencionados en alguna parte de mi ánimo. Caronte me su última mudanza. Las mudanzas del
la palabra “desaparecido”. Como si para con- denunció que en el hospital Muñiz los había inclinado el partido y casi no podía Zorro son míticas, de hecho, en las contrata-
tar ciertas cosas hubiera que renunciar a los enfermos de sida que sufrían condena o salir de mi casa si no me bajaba una colec- pas de sus libros —que él mismo escribe,
goces de la retórica y el uso del español estaban procesados eran mantenidos atados ción de barbitúricos. El Zorro me dijo que como Odracir Nazarayes, cambiando las
debiera limitarse, en una suerte de voto de a sus lechos, el resultado no fue la liberación fuera a nadar, que eso servía para combatir letras de su nombre— se dice que ha perdido
abstinencia, a su función instrumental, a la sino la vuelta a la cárcel donde difícilmente la depresión. Él era un veterano del pánico y infinidad de novelas inéditas saltando de
manera de un ritual de duelo que no cesa. se continuaría con el tratamiento. Durante sabía. También me dijo que lo que yo tenía hotel en hotel. Helder me contó que El
Entonces uno se pregunta qué humus polí- la dictadura una psicoanalista argentina era El Horla. Que Maupasant había escrito Zorro estaba sentado en un colchón pelado,
tico produjo una figura como la del chileno tuvo acceso a una carta donde se denunciaba —antes de terminar loco— un relato increí- como un mono desnudo, mientras él y otros
Pedro Lemebel, que suele extraer la sustan- la presencia de un represor en una institu- ble sobre él y que, ¡oh casualidad!, el Zorro le movían los muebles. De golpe, me dijo,
cia mayor de lo nimio, su soporte económi- ción psicoanalítica brasileña. El resultado había traducido. Me regaló la edición junto me encontré con una foto vieja, donde él
co político y entonces es capaz de describir a fue la expulsión de ese espacio de quien a un libro suyo de los setenta, llamado La estaba muy joven, corriendo, vestido de
Claudia Victoria Poblete en los siguientes había enviado la carta. La verdad de la pren- Obsesión del Espacio. Este libro de poemas deportista. “¡Qué estás mirando!”, le gritó El
términos: “Al mirar su foto y leer su edad de sa debería ser estratégica, la de la literatura también era genial. Zorro. Y cuando Helder le pasó la foto, El
ocho meses al momento de la detención, puede eximirse de ese mandato. Hace poco el Zorro enfermó. Con Santia- Zorro la agarró con la mano y la puso a un
pienso que es tan pequeña para llamarla Sería tentador decir que, como intenté go —un amigo que también escribe poesía y brazo de distancia y desde ahí la escrutó,
Detenida Desaparecida. Creo que a esa edad argumentar, la verdad no es equivalente a la que le debe mucho a los libros del Zorro, casi en trance.
nadie tiene un rostro fijo, nadie posee un sinceridad y a la sentencia y que suele pre- tanto que uno de sus libros lleva su nom- Dicen que El Zorro era un tipo muy fache-
rostro recordable, porque en esos primeros sentarse por desplazamiento. En “Emma bre— lo acompañamos para que se haga una ro. Que siempre estaba vestido de manera
meses, la vida no ha cicatrizado los rasgos Zunz” podemos imaginar el relato borgiano resonancia magnética en un sanatorio de su elegante. Bilingüe, solía gastar a Guzmán,
personales que definen la máscara civil (…). dentro del periodismo y la historia que se obra social. Era un domingo por la noche. El García y Lamborghini, a quienes llamaba,
Desde qué sueño infantil recuperarla sobre- impuso a todos como ficción; ambas versio- Zorro tiene dificultades para caminar (lo despectivamente, “los analfa”.
saltada, bruscamente despierta por los boto- nes proponen una verdad más allá de la hace como un pingüino embolsado), así que En fin, un tipo escribe unos libros muy
tos pateando la puerta. Los enormes zapatos judicial. Recordemos como tantas veces: lo pasamos a buscar por su casa y lo lleva- flacos, de pocas páginas. Y para algunos se
que entraron en su mundo pitufo, pisando “La historia es increíble, en efecto, pero se mos y trajimos en taxi. Ya en el sanatorio, convierte en el mejor escritor del mundo. De
los juguetes que le tenían sus papis en aque- impuso a todos porque sustancialmente es nos sentamos en la sala de espera, uno a hecho, ciertos lugares donde suceden sus
lla pascua”. cierta. Verdadero era el tono de Emma cada lado suyo. Frente a nosotros estaba relatos se modifican para siempre en la per-
Pero a la herencia modernista —experi- Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. sentada una pareja formada por un rugbier cepción de sus lectores. Algunas de las pala-
mental aún en el pase de datos, sobreescri- Verdadero también el ultraje que había vestido impecablemente en Legacy y una bras que él utiliza se vuelven más intensas y
ta— que preserva Pedro Lemebel, los porte- padecido: sólo eran falsas las circunstancias, mujer rubia que tenía los ojos rojos post les sirven a otros para decir algo que no sabí-
ños la perdimos de cuajo en dos momentos la hora y uno o dos nombres propios”. ≈ llanto. El rugbier, de a ratos, la abrazaba. El an cómo hacerlo. Y más. Cuando el partido
muy largos —y esta es una hipótesis en esta- Zorro es sordo, así que habla en voz alta. se complica, aparecen tipos que, desintere-
do de inmadurez—: El primero fue cuando Decía cosas como: “¡En los libros de Osvaldo sadamente, lo ayudan a ser más digno frente
la consolidación del Estado a manos de la Lamborghini no se mueve nada!” O: “¡La a las insistencias de Caronte. Sólo porque
generación del ‘80 y las que vinieron exigió parodia es insoportable!” Hasta que una escribió. ≈
una ficción de ser nacional que patologizó la
lírica modernista con la etiqueta de “neuras-
tenia” y pasión desestabilizadora. Sylvia María Moreno nació en Buenos Aires. Es
Molloy conoce muy bien los versos perfectos periodista, escritora y crítica cultural. Publicó
del poeta anónimo, autor del “Poema de la El affaire Skeffington (1992), El petiso orejudo
pantera y La Venus Felatriz” publicados en (1994), A tontas y a locas (2001), El fin del
los Cuadernos de Psiquiatría de José sexo y otras mentiras (2001), La entrevista Fabián Casas nació en el barrio de Boedo, en Buenos Aires, en 1965. Ensayista, poeta y
Ingenieros, donde la nota al pie asociaba el cultural (2004), Vida de vivos (2005) y Banco narrador. En poesía publicó: Tuca (1990), El salmón (1996), Oda (2003), El spleen de Boedo
despilfarro de tropos a una fiebre antisocial a la sombra (2006). (2004). En prosa: Ocio (2000) y Los lemmings y otros (2005).
12 Capítulo 5 (fragmento) Dos hermanos Milton Hatoum

compraba pescado fresco a los compadres que llegaban de los lagos.


Antes de nuestra charla, le ofreció tabaco de hebra a un compadre del
lago del Janauacá, Pocu, que venía a Manaos para vender serba, fibras de
piazava y harina. Cuando no vendía sus cosas, las cambiaba por sal, café,
azúcar e instrumentos de pesca. Siempre traía un pacú frito como tentem-
pié y contaba anécdotas; había sido comandante de barco y había navega-
do por muchos ríos. Oímos el trechito de una historia que incluso Halim
desconocía: la de una pareja de hermanos que vivía en un barco abando-
nado, escondido, encallado para siempre, allá cerca de la boca del río
Preto da Eva. Dos seres de la misma sangre, hermanos, que vivían lejos de
todo, sin ninguna señal de vida humana cerca. Un atardecer, al final de una
gran pesca, Pocu los encontró y habló con ellos.
“Animales...”, murmuró Pocu. “Vivían como animales”. “¿Animales?”
Halim balanceó la cabeza, miró la agitación del agua, los barcos amonto-
nados en el pequeño puerto de las escalinatas dos Remédios.
“Eso mismo, animales. Sólo que parecían felices”.
“Conozco un animal, sólo que sin mucho coraje”. Halim soltó la lengua,
tomó un trago más de arak, armó un cigarrillo, mientras la mirada vaga-
ba entre la Cidade Flutuante y la selva.
Ahora oíamos el barullo de los que vagaban cargando cachivaches, el
grito de los lancheros, gruñidos de cerdos, las voces vecinas, el llanto de los
niños, la algarabía del anochecer.
“Un animal sin mucho coraje”, repitió él, con el cigarrillo en la boca.
Combinó un encuentro con Pocu, que se diese una vueltita por el negocio,

É
l me había llevado a un boliche en la punta de la Cidade Flutuante. mañana, antes del sol a pique. El ex lanchero salió del boliche y por un
Desde allí podíamos ver las barrancas dos Educandos, el inmenso momento me quedé imaginando el fin de la historia de los hermanos
igarapé que separa el barrio anfibio del centro de Manaos. Era la amantes. ¿Un invento de Pocu? ¿Y qué hay de verdad y mentira en las pala-
hora del alborozo. El laberinto de casas levantadas sobre troncos hervía: un bras de un navegante? Él había contado el suceso con convicción y ardor,
enjambre de canoas navegaba alrededor de las casas flotantes, los habitan- como si fuese una verdad íntima, a tal punto que continué pensando en los
tes llegaban del trabajo, caminaban en fila sobre las tablas estrechas que for- dos hermanos acoplados en un barco.
man una tela de circulación. Los más osados cargaban un botellón, una “Eso mismo, majnun, un verdadero loco”. Halim chasqueó los dedos, des-
criatura, bolsas de harina; si no fuesen equilibristas se caerían en el Negro. pués se rascó la barba canosa de tres días, que le avejentaba aún más el ros-
Uno que otro desaparecía en la oscuridad del río y se convertía en noticia. tro. “Omar quiere vivir con emoción. No renuncia a eso, quiere sentir
Durante los asuetos de los domingos, yo había recorrido los caminos emoción a cada instante de vida. Zana pensó que nuestro hijo...” Halim
de la Cidade Flutuante. Sin embargo, Halim conocía el barrio mejor que miró la margen del río, como si intentase recordar algo. “¿Sabes una cosa?
yo; lo conocía y era conocido. Cuando vendía más de lo que había pen- Yo también... creía que él había estudiado un semestre entero en un exce-
sado, cerraba el negocio más temprano y entraba en el trenzado de calle- lente colegio y que después podría entrar a una universidad. ¡Ni San Pablo
citas del barrio agitado. Iba de casa en casa, saludaba a unos y otros y se corrigió a Omar! Por otra parte, ningún santo ni ninguna ciudad van a
sentaba a la mesa del último boliche, donde tomaba unos tragos y les enderezarlo”.

Dos Hermanos
Entonces Yaqub reveló la verdad, en su versión. Se la contó sólo al padre,
que lo dejó desahogarse. Esta vez, el ingeniero lacónico se largó a hablar mal
del hermano: “Un malagradecido, un primitivo, un irracional, arruinado
hasta el tuétano. Nos ninguneó a mi mujer y a mí”.
Halim había escuchado al hijo doctor con un aire serio, compenetrado.
Ahora, en la mesa del boliche, contraía el rostro y largaba una carcajada que
daba miedo.
Pues bien, el Menor mandó la primera postal de Miami; después mandó
otras, de Tampa, Mobile y Nueva Orleans; contaba sus farras y peripecias
en cada ciudad. Yaqub había rasgado todas las postales menos una, que le
entregó al padre: “Queridos mano y cuñada, Louisiana es América en
estado bruto e incluso brutal, y el Mississippi es el Amazonas de este para-
je. ¿Por qué no se dan una vueltita por acá? Aún salvaje, Louisiana es más
civilizada que ustedes dos juntos. Si vienen, traten de teñirse el pelo de
rubio, así van a ser superiores en todo. Mano, tu mujer, que ya es linda,
puede rejuvenecer con el pelo dorado. Y tú puedes enriquecerte mucho aquí
en América. Abrazos del mano y cuñado Omar”.
“Durante cien días tu hijo fue disciplinado como no lo había sido en casi
treinta años, pero fueron cien días de farsa”, le dijo Yaqub al padre. “Robó
mi pasaporte y viajó a los Estados Unidos. ¡El pasaporte, una corbata de
seda y dos camisas de lino irlandés!”
Yaqub estuvo seguro de eso cuando recibió la primera postal. Ya había
despedido a la empleada, porque ella había llevado a Omar al departamen-
to cuando la esposa y él estaban en Santos durante el feriado del 15 de
noviembre. La empleada había confesado casi todo: Omar la había lleva- Yaqub pasó de la acusación a la recriminación. No se tranquilizaría
do a pasear al Trianon y al Jardim da Luz; habían almorzado en Brás y en los mientras el hermano no le devolviese los ochocientos veinte dólares roba-
restaurantes del centro. ¡Dos vagos! Todo eso con el dinero que ustedes dos. ¡Una fortuna! El ahorro de un año de trabajo. Un año calculando
mandaban, dijo Yaqub iracundo. Después Yaqub se acordó de los dos estructuras de casas y edificios en la capital y en el interior. Un año inspec-
volúmenes viejos y empolvados de cálculo integral y diferencial, libros cionando obras. Zana debía conocer esa historia y, entonces, sí, entende-
que había comprado por una pichincha en una librería de usados de la calle ría el verdadero carácter de su menorcito, el peludito frágil. ¡Mimen a ese
Aurora. Restañaba los dientes, las manos trémulas casi no lograban hoje- crápula hasta que acabe con ustedes! ¡Vendan el negocio y la casa! ¡Vendan
ar el primer volumen; en el otro había guardado los billetes de veinte. a Domingas, vendan todo para estimular su descaro!
Hojeó los dos libros, página por página, después los sacudió, y cayeron “Él no paraba, no lograba parar de insultar al hijo mimado de mi mujer.
billetes de un dólar. ¡El zafado! Muy bien, que el sinvergüenza se llevase el Parece que el diablo hace fuerza para que una madre elija un hijo...”. Halim
pasaporte, la corbata de seda, las camisas de lino, pero dinero... “Dejó me encaró; los ojos turbios parecían querer decir algo más. Se aplomó. “No
una cosa de nada, dejó lo que él es. Ése es tu hijo. ¡Un harami, un ladrón!” estaba furioso sólo a causa de los dólares. La empleada ya le había conta-
“Gritó ladrón tantas veces que pensé que estaba refiriéndose a mí”, dijo do a Omar quién era la esposa de Yaqub. Se enfureció porque el Menor
Halim. “Bueno, él hablaba de mi hijo y, de alguna manera, me tocaba. Pero entró al departamento y escudriñó todo, encontró las fotos del casamien-
dejé que Yaqub hablase, quería que desembuchase todo. Después dije: to, de los viajes, y debe haber visto otras cosas. Sólo yo sabía que Lívia, la
‘¿No se pueden olvidar esas cosas?: ¿Perdonar?’: ¡Dios mío, fue peor!” primera novia de Yaqub, había viajado a San Pablo a pedido de él. Él que-
Dos hermanos Arte, cultura & desarrollo 13

El magma

En teoría En teoría En teoría En teoría En teoría En teoría


de la
cultura se
subleva
Los cambios en las prácticas
y en los consumos culturales
provocados por las nuevas
tecnologías de la comunicación
ría mantener ese secreto, pero Omar acabó sabiéndolo. No sé cuál de los
dos se puso más celoso, pero la verdad es que Yaqub no perdonó los dibu- ponen en crisis el modelo
jos obscenos que Omar hizo en las fotos de casamiento...”.
Halim se puso las manos sobre la cabeza y confirmó: “Eso mismo: Omar “producción, distribución,
llenó el rostro de Lívia de obscenidades, cubrió las fotografías del álbum de
casamiento con palabrotas y dibujos... Yaqub se puso loco... No había exhibición y consumo”. Los
perdonado la agresión del hermano en la infancia, la cicatriz... Eso nunca
se lo había sacado de la cabeza. Juró que algún día se iba a vengar”. circuitos de legitimación se
Ahora él parecía melancólico y tomaba arak con hielo; raramente toma-
ba otra cosa. Dos botellitas azules en la mesa, con la etiqueta de Zahle, com- alteran. Lo exponible, lo exhibible,
pradas a un contrabandista. Tomó tres, cuatro tragos, armó un cigarrillo
más. El río y el cielo se confundían y, a lo lejos, una procesión de canoas ilu-
minadas dibujaba una línea sinuosa en la oscuridad. El viento traía el
los fenómenos dignos de ser
perfume de la selva no muy distante. El vocerío llegaba a su fin, la Cidade
Flutuante se aquietaba.
estudiados cobran vida,
dispuestos a comerse lo que en su
momento fuera su escaparate.

E
Pancho Marchiaro

Milton Hatoum En esta década que empieza a terminar, las instituciones culturales se
enfrentan al reto de re-pensarse, en el marco de una vorágine de
cambios en las prácticas culturales de creadores y públicos. Esta nece-
sidad de adecuación a las dinámicas actuales puede amenazar el espe-
sor de los programas, obligando a los gestores a realizar un movimien-
¿Halim terminaría de hablar de él? Me encaró una vez más, se mordió to oscilatorio frente a una dicotomía: por un lado propuestas rancias
el labio inferior con rabia. Pegó un puñetazo en la mesa, como si pidiese y descontextualizadas del espacio/tiempo actual, y por el otro, ofertas
vistosas, como biyutería falsa, que vuelven a las instituciones espacios
silencio. en busca de una permanente legitimación, en lugar de generar la
“¿Sabes lo que hice después de esas acusaciones?” Parecía agitado, medio situación inversa: ostentar un lugar de privilegio, per se, en el imagi-
borracho, qué sé yo. “¿Sabes lo que uno debe hacer cuando un hijo, un nario colectivo.
En la novela Nieve, del Nobel turco Orhan Pamuk, el poeta y perio-
pariente o un fulano cualquiera se alborota a causa de dinero? ¿Lo sabes?”. dista Ka visita un pueblo, cuaderno en mano, para preparar una nota
“No”, dije, sin darme cuenta. sobre su realidad política y social. Durante su estancia en esa ciudad
“Pues bien. Dejé que Yaqub terminase. Estaba alterado, nunca había hay una revolución, propiciada por una compañía de teatro que dis-
para un puñado de balazos. Al día siguiente el protagonista se ente-
visto así a mi hijo. Después del desahogo, se fue marchitando, se convir- ra que en “el diario de mañana” habrá una nota que le ataca. Con pla-
tió en un aguapé fuera del agua. Entonces dije: ‘Está bien, voy a arreglar eso’. zos muy del siglo XX tiene oportunidad de visitar a los imprenteros del
Pensó que yo saldría atrás de su hermano, o que le contaría todo a Zana. Me diario y hasta de cenar con el director del matutino, por cierto autor
del texto, para intentar disuadirlo de tan desafortunada columna.
levanté, volví a casa, llené de orquídeas los floreros del cuarto, armé la Hoy, la realidad cultural impone otros tiempos, y reacciones. En el
hamaca y grité el nombre de mi mujer... ¡Hijos! Por Dios, nunca tenía mundo youtubizado (y permítaseme esta licencia terminológica), la
que olvidar todas esas porquerías, los ochocientos veinte dólares, el pasa- actualidad se caracteriza por una velocidad desaforada, absoluta-
mente inversa a la poética de Pamuk. No hay tiempo de dialogar, o
porte, la corbata, las camisas y la porquería de Louisiana... Zana entró al comprender, lo que los medios digieren y escupen en cada segundo,
cuarto y me vio en la hamaca. Me vio y entendió. Declamé unas palabras e interactuar con ellos demanda un ejercicio de granhermanismo (este
de Abbas... Era la señal...”. término ya preexiste y fue acuñado por el Premio Nacional de Ensayo
de España, Daniel Innerarity) que no todas las instituciones, obras de
Fue la primera vez que vi a Halim tambalearse; estaba grogui, por poco arte o bienes culturales están en condiciones de acompañar. La exigen-
no se cayó de la silla. Quiso quedarse allí unos minutos más, sin decir ni cia mediática de que toda acción artística será recogida sólo si es noti-
mu. Una pequeña lancha se acercó a los troncos, el comandante lanzó las ciable, es igual a ecualizar cualquier concierto o performance para que
su métrica pase a través de un puerto USB y se comprima como un
cuerdas y yo lo ayudé a atarla. Atracó cerca del boliche, el farol de la lancha MP3.
giró lentamente, enfocó los amparos de madera, nuestra mesa, el rostro de El mecanismo, cuyos engranajes son producción, distribución,
Halim. Vi su labio inferior enrojecido, herido en el rostro en brasas. Le pedí exhibición y consumo de bienes culturales, ha comenzado a chirriar
y, como la maquinaria de la película Tiempos Modernos se tragaba a
al comandante que iluminase nuestra mesa y ayudé a Halim a levantarse. Carlitos Chaplin, el sistema sin sistema actual está deglutiendo cer-
Lo acompañé de vuelta a casa; los dos juntos, abrazados, atravesamos tezas y excretando nuevos hábitos culturales.
pasajes estrechos, caminamos sobre las tablas arqueadas de la Cidade Todo cambió tanto que vivimos, probablemente, el momento de
mayor audición de música de la historia de la humanidad. Y si el
Flutuante. De vez en cuando alguien lo llamaba, pero él no contestaba, con- walkman de Sony nos dio la libertad de escuchar (o, valga la aclara-
tinuaba caminando conmigo en la oscuridad. El silencio de Halim. Yo ya ción, oír) música en movimiento, los formatos de compresión de
sospechaba qué era lo que él más temía. El ingeniero se engrandecía, adi- audio digitales separaron la música de sus soportes, y la liberaron,
transformándola en una enorme sucesión de ceros y unos. Algo de lo
nerado. Y el otro gemelo no necesitaba dinero para ser lo que era, para mismo pasa en el cine, una práctica sociocultural que cada vez corta
hacer lo que hizo. ≈ menos entradas, aunque se reproduce a toda velocidad: filmes que por
vía lícita o ilícita van del productor al monitor de la PC, sin mediar la
instancia de agrandamiento de pantalla a la que estábamos acostum-
Milton Hatoum nació en Manaos, Brasil, en 1952. Es hijo de un inmigrante libanés musul- brados desde niños.
mán y de una brasileña cristiana de origen libanés. Estudió en San Pablo, ciudad donde Así, todas las obras de la prolífica agrupación norteamericana de jazz
se graduó en arquitectura y actualmente vive. Se especializó en Literatura Francesa en la Medeski, Martin & Wood (y perdón por usar una referencia actual, y no
Sorbona, París. Publicó tres novelas: Relato de um certo Oriente (1989), Dois irmãos los consabidos Beatles) caben en una carpeta del iPod de cualquier niño,
(2000) y Cinzas do Norte (2005). Sus obras fueron traducidas en España, Francia, Italia, e inclusive en la memoria de un teléfono celular. Así también, hay un fes-
Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, entre otros países. tival de cine comprimido para internet, el Notodo FilmFest, que se “pro-
yecta” en http://www.notodofilmfest.com, que pronto se podrá des-
El texto que aquí se reproduce es un fragmento del Capítulo 5 de la novela Dos hermanos, cargar a los móviles, que cuenta con premios de cuatro ceros, y que
que acaba de editar Beatriz Viterbo Editora en traducción de Adriana Kanzepolsky. El actualmente promociona —nada menos— que su quinta edición.
mismo sello publicó el año pasado Relato de un cierto Oriente. Hay que decirlo, también esta nota se leerá más en pantalla, desde
14 Transatlántico

El magma
de la
cultura se
subleva Hoy no mido mis versos

una web, que desde el papel, y mientras se la escribe, el soulseek se Hoy no mido mis versos,

poesía y prosa
Hoy no mido mis versos
amamantará de lo que las ubres digitales de otros integrantes de la no disciplino mi corazón,
comunidad P2P han colgado.
De alguna manera vivimos la fiesta del consumo cultural, así lo dejo picotearme las manos
indican cuanto estudio e indicador se tome, y eso inyecta galones de por las gallinas hambrientas,
adrenalina en el desarrollo de casi todos los segmentos de la cultura,
las artes y los negocios perimetrales. Casi todos los segmentos que se doy de comer a los burros,
avengan a ciertas reglas de juego.
En Crímenes Bestiales, el libro de Patricia Highsmith, se narran a los pollos
varias sublevaciones de mascotas y otros seres que llegan, inclusive, de este
a matar a sus dueños o locatarios. Los productos y fenómenos cultu- gallinero,
rales están siguiendo el camino bestial. En resumidas cuentas, lo que
antes era una alta responsabilidad, pero sin ningún riesgo personal, apenas sucios,
como dirigir un área de cultura, un museo o un centro cultural, se ha apenas ruidosos,
vuelto una tarea peligrosa. Cuidado. clásicos
El magma de la cultura se subleva contra las instituciones tradicio- a su manera.
nales y en la encrucijada se está produciendo mucha teoría, mientras
los aparatos de gestión, algunos circuitos de legitimación y otros (Burros, gallinas:
mecanismos de simbología están cambiando violentamente su fun- pendiente
cionamiento debido a factores que les son indiferentes, aunque endó- en bajada,
genos. reino animal
Lo exponible, lo exhibible, el fenómeno digno de ser estudiado, no sin espinas.)
sólo cobró vida sino que es capaz de volverse sobre sí dispuesto a
comerse lo que en su momento fuera el escaparate. Hoy mi corazón es un gallinero
Por citar un ejemplo de cajón, internet y Google son el resultado de sin alambrado, en él
la creatividad y la producción cultural, aunque se hayan tomado el hay confusión y algarabía,
atrevimiento de pretender compendiarla. Ahora, sus respectivas
maneras de categorizarlo todo impactan en los destinatarios de esos a él acuden los versos
contenidos, que a su vez con el uso retroalimentan esas clasificacio- como estas gallinas acuden
nes abstractas, barajando una vez más y terminando de tamizarlo a mis manos de ciudad,
todo. Los “tags”, sin ir más lejos, son las referencias o etiquetas que leen
los buscadores web y, aunque permanecen ocultos al cibernauta, pue- versos llanos,
den contener información que dispare el tacómetro de una página, los menos empinados
independientemente de la calidad o veracidad de la información de mi corazón,
publicada, que sí verá el cibernauta.
Frente a esta panorámica se puede observar que la dimensión de la hermanos menores
economía de la cultura, el cruce y transpolación con las tecnologías de de todos los versos,
la información y comunicación, sumados a una emergencia de la pro-
ducción independiente que constituye una para-realidad en tensión como gallinas y burros
con lo oficial, delinean el nuevo escenario de la realidad cultural. En son hermanos menores
ella los espacios oficiales, o bien se apropian de las “formas” de entrar del ave, del caballo,
en el juego, o bien se “forman” con éstas. Ludwig Mies Van der Rohe
dijo alguna vez que “la forma no es el objetivo de nuestro trabajo sino eso dicen,
Fabio Morabito

su resultado”, y es una frase extraña si se la vincula con la publicación


de una noticia recogida por numerosos medios españoles e interna- porque no poseen
la libertad y belleza
de aquéllos, aunque tienen
algo mejor: la santidad,

mucho más espaciosa,


mucho más misteriosa.

Hoy no mido mis versos


alguien los mide por mí,

no son piedras mis versos,


son aire

a tientas, lento
en las vértebras,

frontera fugaz
en ningún sitio,
cionales. El Instituto Valencia de Arte Moderno, en España, progra- versos apátridas
mó un ciclo de animé que incluye sesiones de proyección de los gran- como todas las gallinas,
des filmes de la disciplina (todo lo japonés tiene aire a arte marcial, y los burros, los charcos.
a “disciplina”). Con ello ha atraído el interés genuino de la prensa con
un proyecto que, por cierto, demanda del espacio de conceptualiza- Hoy no disciplino mis versos,
ción que puede generar un museo de arte moderno. También se no mido mi corazón,
podría decir del mismo ciclo, en la otra vereda, que pareciera —por lo
menos en parte— diseñado por el empleado del cíber de mi barrio, que mi corazón
haciendo una inconsciente labor curatorial, regala desde hace diez a veces
años a sus amigos de verdad, copias piratas de las obras de Miyasaki se inclina hacia alguna parte
o Tezuka. como un burro
¿Cuántas instituciones corren, o mejor dicho, cuantos responsables cansado,
de espacios para las artes y la cultura, corremos detrás de la forma?
Ludwig, sentado en una de sus sillas Barcelona mira desde el más allá se hincha
los intentos de apoderamiento de lo que, en rigor de verdad, debería de sombra,
empoderar. de alguna mala
Todo esto pasa mientras los adolescentes que salieron en skate del hierba, no
cíber enfundados en Vans, escriben sus confusos paradigmas cultu- sé,
rales en las paredes, a su vez que los teatros líricos —esos monstruos
deglutidores de presupuesto— re-re-diseñan su programación, las busco entonces
instituciones expositivas invitan a descargar por bluetooth su audiotour Fabio Morabito un lugar
a los celulares, y los investigadores de los museos comienzan a pregun- nació en Alejandría, abierto y baldío,
tarse cómo se hace para historiografiar en la galería virtual de Saatchi. Egipto, en 1955. Vivíó lujoso como
Saatchi, por su parte, ya lanzó su galería virtual en China. de niño en Milán, Italia, una sonaja,
También en Nieve (para terminar con la misma cita del comienzo), y en 1969 se radicó en
Pamuk apuesta toda la felicidad de su protagonista a una fisura que, Ciudad de México, don- un tranvía vacío
en un contexto ambivalente, está acechada por dogmatismos duros y de vive actualmente. un puente
dañinos de un lado, y cierta charlatanería demagógica e histriónica del Publicó Lotes baldíos un gallinero
otro. ≈ (1985), Material de como éste,
construcción (1989),
La lenta furia (1989), y no tener corazón,
De lunes todo el año me digo, sino un pandero,
Pancho Marchiaro nació en Córdoba en 1976. Es subdirector del (1992), También Berlín todo exterior
Centro Cultural España Córdoba. Director de la Diplomatura en se olvida (2004), y una y sin profundidad;
Producción y Gestión Cultural de la Universidad Blas Pascal y autor antología de su obra
de Cultura de la Gestión (2005), editado por UBP /Forum UNESCO. poética, La ola que burros y gallinas,
regresa (2006). panderos: ésa
Los tres primeros es mi música,
poemas que aquí se
publican fueron la danza enterrada
seleccionados por en mis tobillos,
Transatlántico de
su obra édita, mientras de adentro
que cinco poemas se hacia afuera
publican por primera más próxima
vez, especialmente
elegidos por su autor.
Arte, cultura & desarrollo 15

La esponja

a todo es el océano, Si en un plano colocamos un cierto número de pasillos


aire en vilo; con más verdad y galerías que se cruzan y se comunican, obtenemos un
que todas las promesas. laberinto. Si a este laberinto le conectamos por todas
hoy no mido mis versos Ahora, si escribiera, partes, arriba, abajo y a los lados, otros laberintos, es
no disciplino mi corazón, escribiría a los que ya murieron: decir otros planos de pasillos y galerías, obtenemos
a Ettore, por ejemplo, una esponja. La esponja es la apoteosis del laberinto; lo
mi sangre o a tío Roberto; que en el laberinto es todavía lineal y estilizado en la
se fuga se han vuelto los parientes esponja se ha vuelto irrefrenable y caótico. En la
como alambre en la red más cercanos, esponja la materia galopa hacia afuera, repelente a
se han vuelto transparentes. cualquier centro. Es dispersión pura. Imaginemos una
se calienta Tal vez espero manada de animales que huyen del ataque de un felino
se afina que los otros mueran y, dentro de esa manada, a un grupo de individuos
me reconcilia para amarlos, situados bastante lejos de la fiera pero no por ello
para entenderlos, menos aterrorizados. Ese trozo de manada marginal
corre ligera para decir pero no periférico, cargado de terror pero relativamen-
como un crucé el Atlántico de veras. te a salvo, es una esponja, mezcla de delirio e invulne-
barandal. rabilidad.
Es esa mezcla lo que nos hace sentir que la esponja es
5 poemas la herramienta menos dueña de sí misma, la más exte-
No tener casa rior, la que no guarda nada y la más mirvánica. Sus
Mientras escribía, me picó una avispa. miles de cavidades y galerías son como la disgregación
¿Cómo orientar la casa, Apliqué hielo a la hinchazón del dedo que en cualquier estallido precede la pulverización
cómo orientar lo que no tengo? y cambié el lápiz de dedo, luego de mano, final; su asombrosa falta de peso es ya un principio de
Unos la orientan escribí con la mano que no escribe caída y ausencia. Frente a eso, la ligereza de una pluma
al amanecer, mientras la mano con que siempre escribo de ave tiene escaso mérito; está demasiado conectada
otros la orientan al crepúsculo. se hinchaba a causa del veneno con su pequeñez; es una ligereza que se constata pero
Yo que no tengo casa aún y la mano con que nunca escribo, que no sorprende. La de la esponja, en cambio, es una
puedo orientarla hacia las cosas como si la escritura fuera un avispero, ligereza heroica.
más minúsculas. también se hinchaba. Esa ligereza es prueba de su total disponibilidad y
Puedo tener la casa entrega. Incluso, de tan extrema, esa entrega parece
junto al mar tomar la forma de una rapacidad insaciable. La espon-
pero de espalda al mar, * * * ja chupa y absorbe, pero no tiene ningún receptáculo
de frente a lo que está hechizado fuera de ella misma en donde guardar lo absorbido. No
por el mar, Por fin tiene aparato digestivo. No procesa nada, no retiene
puedo orientar la casa puedo asomarme, nada, no se adueña de nada. Tan sólo es capaz de pres-
por intuiciones súbitas, pongo a remojo la mirada, tarse hasta el último retículo. ¿Para qué? Ni ella lo
a costa de perderla, pongo a ramaje los sentidos como un árbol sabe. Por eso no habla, confabula. El agua la invade
de no alcanzarla nunca. y descubro como una consigna que nadie entiende pero que todas
Yo sé que cada muro que los árboles se asoman, sus galerías repiten con apuro propagándola como un
es el comienzo que todo: el tronco que se subdivide incendio. Ninguna boca queda muda. La esponja es
de una nueva casa, y vuelve a dividirse acrítica. De ahí lo fácil que es penetrarla por arriba y
es el atisbo de una casa hasta sentir un día el ala de una mosca, por abajo, hurgar hasta en sus últimos escondrijos y
aún posible, busca lo mismo que yo busco. aligerarla de todos sus secretos. Basta volverse agua. Y
de otra manera de vivir. quién no se vuelve agua frente a una esponja?
Quiero una casa que no apague Miremos al hombre que tiene una esponja en la mano,
esos vislumbres, * * * cómo la manosea y la observa está mimando, sin que-
que no se oriente hacia ningún rerlo, los movimientos del agua. Y el agua no se halla
país feliz, ¿Por qué no sé asomarme? nunca tan dueña de su expresión, de su voz, como
que esté empezando siempre, ¿Por qué sólo asomarme dentro de una esponja. Su principal ocupación, que es
sin ángulos mortales, si te espero? caer, encuentra en la esponja, en ese escenario concen-
sin muros decisivos ¿Por qué no hacerlo trado y tangible, una experiencia cabal de todos sus
ni esfuerzos muy profundos sin esperarte a ti ni a nadie, quehaceres y aptitudes, como en un laboratorio. Lo
(estoy cansado de heroísmos). por el gusto de hacerlo? que hace la esponja con sus mil ramificaciones es fre-
Quiero una casa Todos los días me digo lo mismo nar la caída del agua para que el agua se nombre a sí
que se oiga, y estoy a punto de asomarme misma sin dificultad, limpia y humanamente. En la
que no haga esquina, y lo pospongo, esponja el agua recobra fugazmente manos y pies,
que no haga ningún verde tal vez por miedo, tronco, dedos y cartílagos, o sea un germen de auto-
previsible. al asomarme así, por puro gusto, conciencia, y vuelve a sí misma después de cumplir
Quiero una casa que regrese de descubrir que no te necesito. con una tarea concreta: escudriñar a fondo, sin errores
a la primera piedra cada día, ni olvidos, un cuerpo que permanecía seco. Plenitud
que se despoje de sus muros no sólo del agua sino del amor.
en la imaginación de los que duermen, * * * Pocas cosas, pues, tan de cabo a rabo como la esponja.
que ayude a conciliar su sueño, Es el anonimato en su forma más pura. No tiene carác-
que sea una casa abierta Me baño, estés pendiente del teléfono, me dices. ter, es decir hábitos, manías, reincidencias, callosida-
a toda profecía. Mientras estoy pendiente del teléfono, te bañas. des, endurecimientos. Su dibujo capilar es ecuánime,
Puedo dejar de estar pendiente del teléfono, no hay ahí obstrucciones como tampoco vías rápidas,
pero no del suave ruido de tu baño, atajos o brechas; cada membrana y cartílago participan
si bien es más difícil que pender de un timbre, con la misma intensidad en la actividad en común. Es
Mudanza y estoy tan al pendiente de tu baño que el teléfono, como si la materia, por una vez, hubiera renunciado a
si suena, me causa un sobresalto. cualquier acumulación de fuerza en algún punto, a la
A fuerza de mudarme Responde, están llamando, me gritas desde el baño, menor superposición de residuos; como si se hubiera
he aprendido a no pegar pues no has dejado de pender del timbre del teléfono. empeñado en fraccionar el menor asomo de ganglio,
los muebles a los muros, Bien sabes que al pedirme de veta o de nervio; como si a través de tortuosos cálcu-
a no clavar muy hondo, que esté pendiente del teléfono, los, rodeos, idas, vueltas y repasos incesantes hubiera
a atornillar sólo lo justo. estoy pendiente de tu cuerpo que se baña, acabado con toda adiposidad e inercia y terquedad; con
He aprendido a respetar las huellas sabiendo cada gesto de tu baño. toda estupidez. Resultado: una materia ágil y despierta,
de los viejos inquilinos: Por eso me lo pides. recorrible y pronunciable. Y algo más: una materia sin
un clavo, una moldura, poder, ignorante en el sentido más puro, no ajena a la
una pequeña ménsula, emoción.
que dejo en su lugar * * * La mitad de la mitad de la mitad; he aquí la pequeña
aunque me estorben. ley que rige a la esponja. Una ley que la esponja lleva a
Algunas manchas las heredo Siempre me piden poemas inéditos. cabo con una obstinación y un rigor admirables, y que
sin limpiarlas, Nadie lee poesía quiere decir, sin más, la partición al centésimo, al
entro en la nueva casa pero me piden poemas inéditos. milésimo o a lo que haga falta para neutralizar cual-
tratando de entender, Para la revista, el periódico, el performance, quier intento de sedimentación, de tribalización, de
es más, el encuentro, el homenaje, la velada: patriarcado. Siendo que su pasión es la confabulación
viendo por dónde habré de irme. un poema, por favor, pero inédito. y el jolgorio, la lubricación y el bombeo, lo que necesita
Dejo que la mudanza Como si supieran de memoria lo que he escrito. son bifurcaciones y desvíos, y desvíos de desvíos, y
se disuelva como una fiebre, Como si estuvieran colmados de mi poesía ramales de ramales de ramales; todo fraccionado, todo
como una costra que se cae, y ahora necesitaran algo inédito. a la mitad de la mitad, todo en giro, todo femenino,
no quiero hacer ruido. La poesía siempre es inédita, dijo el poeta en un poema, todo ya.
Porque los inquilinos pero ellos lo ignoran porque no leen poesía, De ahí su vocación de filtro, de destilante. El filtro, es
nunca mueren. sólo piden poemas inéditos. bien sabido, es una caída frenada al milésimo, una
Cuando nos vamos, herramienta de disuasión; disuade frenando y marean-
cuando dejamos otra vez do. Es un interrogatorio. La culpa, que es siempre un
los muros como los tuvimos, botín, un fardo ilícito, queda al fin en evidencia y neu-
siempre queda algún clavo de ellos tralizada en forma de grumo. Lo que permanece es la
en un rincón esencia, la pobreza inicial, pues un filtro no es otra cosa
o un estropicio que no supimos resolver. que un viaje a contrapelo en busca del comienzo perdi-
do. Es pues un recordatorio, quizá una confesión. Y,
paradójicamente, la esponja es la expresión de la des-
Emigrantes memoria: no admite sumas ni acumulaciones. Es fran-
ciscana. Y otra cosa: tiene temperamento atlético; no
Los tíos se mueren lejos, puede permitir que nada se enfríe, que envejezca. Así,
en medio está el Atlántico, aunque no lo queramos, cada vez que exprimimos una
los primos envejecen. esponja, en los cartílagos y tendones de nuestra mano
Desde hace años se insinúa el secreto deseo, que nunca nos abandona,
no nos mandamos otras fotos de rehabilitamos a fondo, de ser otros, disponibles y
que las de nuestros hijos. ligeros como el primer día. Pues no cabe duda de que
Qué enorme goma de borrar el primer día era sencillamente eso, una esponja. ≈
c) d)
Transatlántico

NR: La nota sobre el artista catalán Santiago Rusiñol publicada en esta especialista argentina en Literatura Clásica,
columna en la edición anterior debía llevar la firma del poeta y traductora, poeta y gestora cultural. Continúa
ensayista Edgardo Dobry, amigo de T. y autor entre otros títulos de Orfeo en el miércoles 31, a las 19, con “Escrituras e
el quiosco de diarios. Ensayos sobre poesía (Buenos Aires, Adriana Hidalgo
Cuestiones críticas y homenaje a Saer Fronteras nuevas Hibridaciones”, con Ruth Zurbriggen, inte-
editora, 2007), que incluye “Tres viajes (Sarmiento, Darío, Rusiñol)”.
—Rosario— Entre el 16 y el 18 de octubre se —Buenos Aires— “Transamérica: confron- grante de la Colectiva Feminista La Revuel-
realizará en la Facultad de Humanidades y tando las porosas fronteras de la posmoder- ta, Tatyana Kleyn (EEUU), doctora en Estu-
Artes el Congreso Internacional “Cuestiones nidad”, es el nombre del encuentro organiza- dios Internacionales y transculturales con
críticas”, organizado por la Maestría de Lite- do por el Centro Cultural de España en Bue- especialización en educación bilingüe/bicul-
ratura Argentina de la Universidad Nacio- nos Aires dedicado a indagar en las nuevas tural y Ana Sierra (Puerto Rico), doctora en
nal de Rosario, que dirige Sandra Contreras. relaciones entre géneros, disciplinas, saberes Literatura Latinoamericana. La mesa de cie-
Firman al dorso: Albina y Raúl. Gentileza: Carlos Raghi.

El congreso contará con la presencia de más y memorias en un tiempo histórico caracte- rre será el jueves 1º de noviembre, a las 19, y
de doscientos especialistas de literatura rizado por la coexistencia de tradición y nue- estará dedicada a “Tecnologías”, con Mauro
argentina del país y del extranjero, entre los vas tecnologías, en el cual los viejos concep- Cabral, miembro de Mulabi Espacio Latino-
que se destacan Silvia Molloy, Jorge Pane- tos pierden su potencia explicativa. El ciclo americano de Sexualidades y Derechos, y
si, María Teresa Gramuglio, Cristina Iglesia, está coordinado por Fancisco Nájera y Paula Andrés Ramírez (Colombia), especialista en
Editorial: Union Postale Universelle.

Susana Zanetti, Alberto Giordano, Miguel Viturro y se desarrollará los días 29, 30 y 31 de Didáctica de Lenguas Extranjeras.
Dalmaroni. El mismo miércoles 16, a las octubre, y 1º y 11 de noviembre en la sede
19, podrá escucharse en la Facultad de del CCEBA de calle Paraná 1159, en Buenos
Humanidades una conferencia de César Aires.
Aira sobre aspectos vinculados con su pro- “Vivimos en una época en la que el orden
pia obra, una de las más singulares que se sociopolítico y cultural, basado en una racio- Periódico de arte, cultura y desarrollo del
está escribiendo ahora en lengua española, nalidad que a partir del iluminismo se con- Centro Cultural Parque de España / AECI,

1
destacada por el cruce entre ensayo, ficción virtió en el sentido común de ‘Occidente’, se Sarmiento y río Paraná, (2000) Rosario,
Provincia de Santa Fe, Argentina.
y autobiografía con el que este autor viene derrumba. Momento histórico en el que la
Teléfonos: (+54 341) 4260941 y 4402724
El edificio que Juan M. Alonso (en tapa) llama “la Maltería”, visto desde el río, en una desestabilizando las rígidas convenciones incertidumbre acerca del sentido y el valor de Correo electrónico: t@ccpe.org.ar
postal de principios del siglo XX. Fue construido entre 1887 y 1889 por la Refinería genéricas de la literatura. nuestras experiencias sociales, políticas, artís-
Argentina de Azúcar, que fue la primera planta de su tipo en el país. Procesaba el azú- El jueves 18, a las 19, en el Teatro Príncipe ticas y religiosas, que hasta hace poco eran el Consejo editorial: Martín Prieto, Pedro Cantini,
car que llegaba de Tucumán en trenes del Gran Central Argentino y lo exportaba a
de Asturias del Parque de España se con- resultado de límites precisos que separaban Cecilia Vallina, Gastón Bozzano.
Europa desde sus propios muelles. A su alrededor se formó el Barrio Refinería,
memorará a otro de los más grandes escri- a naciones, etnias y clases, nos confronta a Diseño: Pablo Cosgaya, Marcela Romero.
cuna del proletariado industrial rosarino y durante años en cierto modo un gueto, ais-
Ilustraciones: David Nahón.
lado del centro de la ciudad por la gran cantidad de vías y las playas de maniobras del tores argentinos de todos los tiempos: Juan diario. Aclarar por qué coexisten culturas
ferrocarril que confluían hacia Puerto Norte, en lo que hoy son los parques Suncha- Tipografías: Ronnia y Relato.
José Saer. El autor santafesino, que tuvo un tradicionales y nuevas tecnologías, formas Impresión: Cooperativa Gráfica Patricios.
les y Scalabrini Ortiz. En la postal de abajo, elocuentemente, en la vista del sector por estrecho vínculo intelectual y afectivo con de producción contradictorias, y estilos de
el que en ciertos momentos del día se abría el tránsito entre uno y otro lado, el edi-
tor consignó en castellano e inglés: “Entrada al Barrio Refinería” (Entrance to the la ciudad de Rosario desde fines de la déca- vida que redefinen deseos y géneros sexuales,
Refinery Quarter). La firma cerró en 1930. En las mismas instalaciones funcionaron, da del 50 y que murió hace dos años en puede ayudarnos a iluminar los procesos
a partir de 1947, primero la Maltería Argentina y luego, desde 1953 hasta su cierre París, la ciudad donde vivía desde 1968, culturales y sociales, políticos e ideológicos
definitivo en 1988, la Maltería Rosario. será recordado por tres escritores contem- que definen este momento y, de este modo,
poráneos: Arturo Carrera, Juan José Bece- ayudarnos a interpretar la época histórica
rra y Sergio Delgado, quienes se referirán que vivimos”, sostienen los coordinadores.
a la relación de la obra de Saer con las El programa comienza el martes 30 de octu-
suyas propias. Mientras que Julio Premat, bre, a las 19, con la mesa “Polimorfías e Iden-
profesor de la Universidad de Paris VII, tidades”, en la que participan Lohana Ber-
invitado especialmente por el CCPE/AECI, kins, activista argentina y fundadora y presi-
presentará su trabajo sobre la edición crí- denta de la Asociación de Lucha por la Iden-
tica de Glosa, que se publicará próxima- tidad Travesti y Transexual, Wingston Gon-
mente. zález, escritor guatemalteco, Leonor Silvestre,
Gentileza: Carlos Raghi.

2
Cuando el tornado, al borde del camino,
derrumbe la temblorosa hilera de los eucaliptos,
reventando el vientre de alguna liebre inadvertida;
tajando, del ganado, reses mutiladas, no
diferentes a la chatarra de los rastrojeros
incrustados en los frentes de las viejas casas;
cuando el rayo de la tinta
hienda tu frente:
eleva un himno, entonces,
a la verdad de la existencia y ármate de
levantado fuego para trocar lo aparente-
mente real. No salpiques con complicidad
la apariencia de lo inevitable. Corrompe la
furia del acecho que nos improntó; irrumpe y
diluye en la densidad de lo que se finge ser.
Trama el hilaje de tu
nueva túnica. Desvístete de la añejas raigambres
que se ensañaron en tu piel.
Pide perdón de haber sido sólo hombre
y verás el canto de la forma que vendrá.

Aldo Oliva

“Tornado”, de Aldo Oliva. Poesía completa (EMR, Rosario, 2003)

3
“Early Sunday Morning” (87,5 cm x 150 cm, 1930), del pintor estadounidense
Edward Hopper (1882-1967), mencionado por dos de los colaboradores de este
número de T. (págs. 1 y 5)

4
11 de diciembre de 1971

Supongamos que los motivos por los que yo no terminé mi novela son los que yo
mismo digo: que esa novela envejeció conmigo, que hoy sería vieja como de algún
modo son viejos mis textos literarios; no los políticos. Es decir que en Rosendo y en
Operación yo habría encontrado una vía de salida. Sin embargo es una vía que no me
satisface absolutamente: si así fuera, yo dejaría de buscar otra.
Repaso mis propios argumentos: el testimonio presenta los hechos, la ficción los repre-
senta. La ficción resulta encumbrada porque no tiene filo verdadero, no hiere a
nadie, no acusa ni desenmascara. Que la novela, el cuento, son la expresión carac-
terística de la burguesía, que se cuida de no ofender porque teme que la aplasten. En
la ficción, el Mediocre es el otro, yo a lo sumo descubro algunas limitaciones que
puedo superar; quizá podría ser un poco más atento con mis semejantes; y también
algunas posibilidades heroicas: si la agencia de automóviles o el trabajo en el Canal
no me llevaran tanto tiempo, yo podría ser ese guerrillero, quizá lo seré todavía: ¿no
soy joven?

Rodolfo Walsh

De Rodolfo Walsh. Ese hombre y otros papeles personales (Ediciones De La Flor,


Buenos Aires, 2007).

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