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LA HISTORIA CULTURAL

Justo Serna y Anaclet Pons

Los preparativos del viaje. Naturaleza y cultura


Los objetos de la historia cultural se multiplican sin cesar, abarcando no sólo la literatura, el arte, el
pensamiento, que han sido sus dominios tradicionales, eso que en otro tiempo se llamo alta cultura,
sino también otras elaboraciones humanas a las que se les suponía escaso prestigio.
De acuerdo con esto, sería propio de la historia cultural de hoy en día todo producto humano que
nos distanciara de la naturaleza, que nos sirviera para edificar un entorno propiamente artificial.
Lo natural es lo que no producen o controlan los hombres, si no que les sobreviene sin el gobierno
de su voluntad.
Lo cultural es el dominio de los seres humanos, aquello que ellos mismos han producido individual
o colectivamente, reciente o remotamente, deliberada o inconscientemente. La cultura es un molde,
una demarcación que delimita los confines de lo humano. Por un lado, es todo aquello que nos aleja
de los animales, es una frontera frente a lo natural. Por otro, aparece cuando modificamos esa
naturaleza que es constitutiva de los individuos o del entorno que les rodea.
La cultura no es sólo ese límite que los seres humanos imponen a la naturaleza, sino que es también
prolongación. Para Freud, otra dimensión de lo propiamente humano es ese conjunto de prótesis
del que nos servimos para llegar a donde no podemos por nuestros propios medios naturales o el
instrumento que nos permite alterar el estado natural de las cosas.
También la cultura es el sentido propiamente humano que le damos a lo natural, a aquello que los
hombres no han producido, y a lo artificial, a esas elaboraciones que las personas han contribuido a
hacer. Herramientas, prótesis y significados constituyen la cultura.
Los seres humanos no perciben desde el vacío primigenio y precultural, no sienten sin esquemas
perceptivos previos. Todos los individuos, nos valemos de ciertos recursos heredados, para
desplegar nuestros sentidos. No hay para nosotros, o al menos jamás podremos recordarlo, un
momento original en que viéramos, oyéramos, saboreáramos o sintiéramos por primera vez sin
mediación alguna, sin cultura previa que nos diera pistas acerca de cómo sentir. A la manera de
adentrarnos en el mundo, de averiguarlo, lo llamamos otorgar significado. No vemos lo que ocurre,
sino lo que nuestros esquemas perceptivos nos permiten advertir.

Definiciones de cultura
La cultura es un repertorio amplio de códigos o de convenciones, un compendio vastísimo de
prótesis y de instrumentos, un depósito de reglas, de significados, de prohibiciones y prescripciones,
que nos limitarían y que a la vez nos harían vivir, que nos servirían para resolver mejor o peor
nuestra relación con el entorno social y físico.
Talcott Parsons (1951): la cultura está compuesta de aquellos valores, ideas o creencias que
forman una determinada tradición.
Edward Barnett Tylor (1871): fue el primero en conceptualizar modernamente el término de
cultura. Para él, la cultura o civilización son todo complejo que incluye el conocimiento, las
creencias, las artes, la moral, el derecho y la ley, además de las costumbres y cualesquiera otros
hábitos y capacidades adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad.
Está noción de Tylor era novedosa porque reconocía que los pueblos “inferiores” tuvieran una
cultura y porque hacía de las prácticas ordinarias objeto de estudio.
Kroeber y Kluckhohn: rescatan el concepto de cultura de Tylor. Pero, a la altura de los años
cincuenta, la definición de Tylor sería demasiado vaga, pues incluiría algunos aspectos propios de la
sociología, como las instituciones. Es decir, una cosa sería la organización social y otra la cultura.
Lo más característico de la cultura serían lo valores y los símbolos, es decir, las metáforas sociales
en que cristaliza la operación humana de observar el mundo que reciben los individuos y de
interpretarlo, y que les sirven para enfrentar significativamente la realidad.
Esto abrirá una brecha en el sólido edificio funcionalista, por la cual a finales de los cincuenta y
principios de los sesenta, irán filtrándose perspectivas y corrientes, más o menos alejadas de
Parsons.
En 1952, definen a la cultura como un sistema de significados, actitudes y valores compartidos, así
como de formas simbólicas a través de las cuales se expresa y se encarna. Esta definición excluye
expresamente las instituciones.
Peter Burke (1991): llegaba a la conclusión de que el concepto de cultura se había vuelto
problemático conforme se le había ido atribuyendo un sentido cada vez más amplio. Este término se
empleaba ahora y cada vez más para designar todo aquello que pudiera ser aprehendido de una
determinada sociedad (comer, beber, andar, etc.).

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