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Los teólogos, basándose en la Biblia, con razón, han puesto el énfasis en que el hombre es la
obra de Dios, de cuerpo material y de alma espiritual. Las teorías evolucionistas se han
enfocado más en la explicación biológica del origen del hombre y han intentado buscar
eslabones entre el hombre y otros primates. Las teorías científicas han generado interminables
debates debido a muchas incertidumbres. Después ha surgido la teoría de las causas actuales
que sostiene que la historia geológica de la tierra se ha desarrollado lentamente pero de manera
uniforme y no rechaza la existencia de catástrofes pero siempre que no se trate de catástrofes
de amplitud planetario. Luego esa teoría se ha sustituido por las teorías catastrofistas (Cuvier).
Se ha implicado que la evolución geológica de la tierra se puede derivar de una evolución
biológica de los seres vivos. Otros investigadores han procurado constatar la evolución biológica
a partir de los estudios de fósiles. En el siglo XX el abanico de las teorías filio-biológicas se ha
ampliado más y el número de pruebas de la uniformidad en el ciclo reproductivo, las de carácter
paleontológico y embriológico, etc. también.
En ese laberinto de las teorías lo único que queda claro que la búsqueda del origen humano y
del comienzo del universo no es un asunto nada fácil y no puede ser exclusivo de una disciplina
académica, que la ciencia sola no es capaz de dar respuesta a un problema tan metafísico, y
para obtener un resultado fidedigno y no contradictorio es menester abordarlo desde diversos
enfoques interdisciplinares: científico, filosófico y religioso. Es decir, que estas tres formas del
saber humano (ciencia, filosofía y religión) dialogaran abiertamente. A mi entender, es ese el
mensaje nuclear de Mariano Artigas y Daniel Turbón, autores de «Origen del hombre: ciencia,
filosofía y religión» (EUNSA, Pamplona, 2007). De hecho en múltiples ocasiones los eruditos
realzan la idea:
Comp.: «La armonía entre ciencia, filosofía y religión es el camino para conseguir una auténtica
sabiduría capaz de dar sentido a los problemas humanos» (p.145); «Las teorías científicas de
la evolución no resuelven los interrogantes filosóficos y religiosos» (p.75); la perspectiva
científica «es sólo una perspectiva, que no sólo no se debería oponer a las perspectivas
metafísica y teológica, sino que más bien las exige, al menos se desea obtener una idea
completa de los problemas» (p.78).
Otro elemento clave en que los autores hacen especial hincapié es que «Dios no compite con
la naturaleza y los planteamientos que contraponen a Dios y a la naturaleza se basan en
equívoco» (p.80). Insisten en que no se debería formular el problema como una competencia
entre Dios y la evolución para la explicación de la finalidad natural. La acción divina debe servir
de fundamento a todo lo que existe. «Dios es diferente de la naturaleza y la transciende
completamente, pero a la vez, como Causa Primera, es inmanente a la naturaleza, está
presente dondequiera que existe y actúa la criatura, haciendo posible su existencia y su
actuación. Además, para la realización de sus planes Dios cuenta con las causas segundas, de
tal modo que la evolución resulta muy coherente con esa acción concertada de Dios con las
criaturas» (p.82).
Conclusión: las tesis planteadas en el libro suscitan mucho interés e invitan a reflexionar con
más seriedad acerca del objeto de estudio, asimismo permiten acercarse a la problemática
desde un nuevo enfoque. Nuevo en lo que atañe al planteamiento de cómo la ciencia, filosofía
y religión pueden tener un punto de convergencia sobre la cuestión del origen del hombre.
Respecto a los aspectos formales del libro, es de señalar que abarca rico y actualizado material.
Los autores estudian el asunto metódicamente, primero van sentando las bases de las teorías
biológicas, después pasan al ámbito filosófico y religioso, con el fin enlazarlos y sacar
derivaciones lógicas. Y todo aquello con un lenguaje claro y coherente para que el lector, sin
ser especialista, llegue a entender las complejas y específicas cuestiones que abordan: el valor
de la teoría de la evolución, los descubiertos de la genética, la actitud de la filosofía y religión
en ese contexto, los avances de la ciencia acerca de los prehumanos, el proceso de
encefalización, el nacimiento del lenguaje, el origen de la humanidad, la relación entre evolución
y acción divina o evolución y finalidad, el diseño inteligente, etc.