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INTRODUCCIÓN

a) Problemas, Hipótesis y Objetivos

A partir de la fragmentación de los estudios históricos la enfermedad como


objeto de ESTUDIO ha ido ganando terreno en nuestra historiografía, evidenciándose su
proliferación a partir de LA DÉCADA DE LOS AÑOS noventa.
Su ostensible presencia se enmarca en diversos trabajos promovidos no sÒlo por
los intentos DE renovar la tradicional historia de la medicina, sino además por la
intención de aplicar renovadas teorías Y metodologías derivadas de otras disciplinas.1
Uno de los más influyentes historiadores dedicados a estos estudios HA señalado
que “lo que está surgiendo de este dinámico proceso historiográfico ha sido etiquetado
como nueva historia de la medicina, historia de la salud pública o historia sociocultural
de la enfermedad. Es evidente, sin embargo, que cuando se evalúa lo que estas distintas
historias están produciendo, algunos de sus temas, no así, necesariamente, el modo de
abordarlas, tienden a repetirse.”2
EstAs ORIENTACIONES historiográficAs coinciden en analizar las
enfermedades más allá de su aspecto biológico, pero a la vez difieren, en cuanto a los
abordajes temático/problemáticos focalizados (su proceder metodológico) en el tipo de
fuente a relevar y en el marco teórico empleado para repensar el objeto de estudio.
Señalado esto, EL PRESENTE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN sÒlo SE
interesa EN AHONDAR EN UNA CUESTIÓN: la historia sociocultural de la
enfermedad.
NUESTRO abordaje reconoce a las enfermedades como fenómenos complejos,

1
Para una profundización de estas cuestiones véase: Armus, Diego. La enfermedad en la historiografía
de América Latina moderna. en Asclepio revista de historia de la medicina y de la ciencia, Madrid, LIV,
2, 2002, pp. 41-60. Ibídem. Cultura, Historia y enfermedad. A modo de Introducción. en Ídem (Ed.)
Entre médicos y curanderos. Cultura, historia y enfermedad en América Latina moderna, grupo editorial
Norma, Buenos Aires, 2002, pp. 11-26. Recalde, Héctor. La salud de los trabajadores en Bs. As. (1870-
1910) A través de las fuentes médicas. Grupo editorial universitario, Buenos Aires, 1997, pp. 23-62.
Bernabeu Mestre, Joseph. La actualidad historiográfica de la Historia social de la enfermedad. En
Boletín de la asociación de demografía histórica, Madrid, XI, 1, 1993, pp. 23-36. Bourdelais, patrice.
Epidemias y población: balance y perspectivas de las investigaciones. en Ídem, La población en
Francia siglos XVIII-XIX, Instituto Mora, México, 1999. Cueto, Marcos. Salud, Cultura y Sociedad en
América Latina. Nuevas perspectivas históricas. IEP-OPS, Lima, 1996.
2
Armus, Diego. Legados y tendencias en la historiografía sobre la enfermedad en América Latina. en
Ídem (ed.) Avatares de la medicalización en América Latina. Lugar Editorial, Buenos Aires, 2005, p.:13.
2

capaces de transformarse en nudos problemáticos que permiten la discusión deSDE


otrAs PERSPECTIVAS cargadAs DE connotaciones sociales, culturales, políticas y
económicas, que trascienden lo meramente biomédico.
En líneas generales, las producciones elaboradas desde estA RECIENTE
INICIATIVA HISTORIOGRÁFICA se centrAN, en su mayoría, en las metáforas y
percepciones CONSTRUIDAS alrededor de las enfermedades, en el rol del Estado en
cuestiones sanitarias, como actor que avanza sobre la vida privada de las personas en su
función de agente modernizador y su consecuente imposición dE “disciplinamiento del
cuerpo y la moral”, en los procesos de profesionalización médica y sus avatares, en las
cuestiones de infraestructura y las condiciones de vida y de trabajo de los sectores más
desprotegidos. (PODRÍA INCORPORARSE ALGUNA CITA DE FOUCAULT
EXTRAIDA DE EL ORDEN DEL DISCURSO O VIGILAR Y CASTIGAR,
HERMENÉUTICA DE LA SUBJETIVIDAD)
Estas cuestiones enriquecedoras para aproximarse al análisis de una determinada
realidad social se han mantenido YA MARGINADAS, YA IGNORADAS, cuando se ha
tratado sobre la epidemia de fiebre amarilla de 1871. DE la diversa cantidad de trabajos
sobre la epidemia sÓlo unos pocos abordan LA CUESTIÓN desde esta perspectiva.3
El itinerario SE nos APARECIÓ COMO un panorama ABIERTO A
MÚLTIPLES interrogantes: ¿Cómo no analizar la dimensión social y cultural de una de
las epidemias (sino «la epidemia») que más ha impactado sobre BUENOS AIRES a lo
largo de su historia? ¿Por qué no aproximarse a los constructos e imaginarios sociales
que se construían alrededor de una de las epidemias más cruentaS que SE haya
PADECIDO EN la ciudad?
Pues bien, estos planteamientos estaban ligados con un tema en particular El
impacto sociocultural de la epidemia de fiebre amarilla de 1871 en la ciudad de
Buenos Aires, y su problematización partía del cómo había impactado en dicha
dimensión tal fenómeno:
¿Qué percepciones y representaciones sobre la enfermedad se erigíaN bajo las
pupilas de los actores que convivían con ella?;
¿A qué [y por Qué] atribuían la etiología y propagación de la epidemia?;
¿De qué modo SE PLANTEABA SU profilaxis y cura?;
¿Cuáles y cÓmo fueron las acciones DESPLEGADAS para enfrentarla?;
¿Qué conflictos suscitaron las mismas?
3
La apreciación se amplía y profundiza en el Estado de la cuestión.
3

Entonces, el marco temporo-espacial en el cual se inserta NUESTRO estudio es


EL fatídico primer semestre (entre enero y junio) de 1871 en la ciudad de Buenos Aires.
El arco temporal considerado responde, en primer lugar a la identificación de los
primeros brotes de la peste, su ascenso y SU lento y “difuso” descenso.
Esta idea SIGUE el razonamiento de uno de los pioneros renovadores de la
historia de las enfermedades, Charles Rosenberg, quien sostiene que “esta manera de
escribir la historia de las enfermedades asume que una dolencia, mal o patología existe
luego de que se ha llegado a un acuerdo que revela que se la ha percibido como tal,
denominado de un cierto modo y respondido con acciones más o menos especificas”.4
En segundo lugar, es el momento en que la enfermedad aparece como una suerte
de espejo que refleja las condiciones socioculturales de la realidad que estudiamos. Ante
la crisis generada Y las incertidumbres médicas, las premisas discursivas (científicas o
no) se abren paso en estampida; MESES en LOS que la epidemia además de enfermar y
matar se convirtió en un recurrente recurso metafórico para entramar temas que
excedían lo biomédico, donde se construían todo tipo de imágenes, representaciones y
prácticas.( PARA LA EXPRESIÓN PRÁCTICAS DISCURSIVAS, VER FOUCAULT
LA ARQUEOLOGÍA DEL SABER)
Finalmente, este acotado horizonte Es el resultado de la interpretación del
fragmentario mundo que puede reconstruirse con las fuentes DE que disponemos.
[CREO QUE PODRÍA QUITARSE EL SENTIDO DE «POCAS FUENTES» Y
REEMPLAZARSE POR EL DE «DIVERSAS FUENTES»]

En nuestro caso puntual, teniendo en cuenta los lineamientos trazados,


enfatizaremos en los esfuerzos de la época por explicar (desde una matriz científica,
religiosa, periodística y artística) la presencia y azotes de la epidemia, sus asociaciones
CON……….. y significados; presentados desde un enfoque sincrónico, con el fin de
demostrar la compleja trama que enmaraña EL fenómeno.
Con respecto a ello Marcos Cueto advierte que [EL EXAMEN DE] una

epidemia magnifica la relación entre los sistemas económicos y las condiciones de


existencia; ilumina dimensiones poco conocidas de las mentalidades [LA
EXPLICACIÓN DE LA VOZ PUEDE IR A PIE DE PÁG.], ideologías

4
Charles Rosenberg, «Framing disease: Illness, soecito and history». EN: Ch. Rosenberg y J. Golden,
Framing dissease. Studies in cultural history, Rutgers University Press, New Jersey, 1992.
4

[EXPLICACIÓN PIE DE PAG.]y creencias religiosas, e ilustra ACERCA DE los


esfuerzos y las carencias por EL CUIDADO DE la salud pública.
Las epidemias son a veces un estímulo para la ampliación de la autoridad del

Estado en áreas sociales que, como la salud, no siempre estuvieron bajo su

responsabilidad y SE PROYECTAN como unA lente de aumento para observar los


temores, prejuicios, normas y estereotipos sobre los enfermos, el cuerpo humano, el
género, los grupos étnicos y las clases sociales. [RELACIÓN TEMOR, EPIDEMIA,
PODER. IMPORTANTE OBRA DE FOUCAULT SOBRE MIEDO Y PODER:
VIGILAR Y CASTIGAR] La variedad de percepciones, prácticas y testimonios que
surgen en una crisis epidémica, hacen evidente que la enfermedad no es un simple
hecho biológico de responsabilidad limitada de los médicos.5
Nuestra hipótesis de trabajo sostiene que:

El impacto de la epidemia provocó una diversidad de imaginarios sociales, plasmadOs


en un conjunto variado de prácticas discursivas que se esforzaban por interpretarla
desde diferentes ámbitos de sentido; y Éstos, de naturaleza marcadamente opuestos
entre sí, (re)construyeron una realidad social compleja, con puntos de encuentro y
desencuentro en sus explicaciones sobre la etiología, profilaxis, tratamiento y cura de
la enfermedad.6

NUESTRA HIPÓTESIS BÁSICA PLANTEA COMO VARIABLES U OBJETIVOS


GENERALES, LOS SIGUIENTES:

[TAL VEZ SE PODRÍAN ENUMERAR UNO A CONTINUACIÓN DEL OTRO: (1)


…………..; (2)…….; (3)………]
 Analizar el impacto de las epidemias en los constructos socioculturales y sus
implicancias en la construcción narrativa de la realidad social.
 Interpretar la respuesta sociocultural hacia la epidemia comparando la relación
existente entre su impacto real e imaginario.
 Aportar evidencia empírica a la teoría del imaginario social a través de la

5
CF. SOBRE LA CUESTÍON: Marcos Cueto, El regreso de las epidemias. Salud y sociedad en el Perú
el siglo XX, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1997, p. 18.
6
OPORTUNAMENTE definiremos las categorías conceptuales de imaginario social, representación,
percepción, discurso y ámbitos de sentido.
5

resignificación de las inmensas potencialidades del aporte de las producciones


discursivas como fuentes para la historia sociocultural.

RESPECTO DE LOS OBJETIVOS ESPECÍFICOS NOS IMPORTA SUBRAYAR


[Al mismo tiempo detallamos los siguientes Objetivos particulares: ]

ÍDEM AL ANTERIOR
 Identificar Representaciones de actores sociales pertenecientes a diferentes
ámbitos (científico-religioso-periodístico-artístico) sobre un mismo fenómeno.
 Desentrañar las estigmatizaciones y estereotipos que emergen de esas
percepciones.
 Profundizar el análisis sobre el tratamiento de la epidemia en el material
impreso de la época (prensa, revistas, tesis, folletos, obras literarias,
EXPRESIONES PLÁSTICAS) enfatizando sobre los constructos sociales que
se desprenden de ellas, sus puntos de encuentro y desencuentro.
 demostrar la conexión entre los discursos y la realidad social en la que se han
producido.
 [Aportar a los estudios realizados sobre la epidemia de fiebre amarilla en
BUENOS AIRES conocimientos sobre cuestiones no trabajadas aun, empleando
un novedoso enfoque y apoyatura empírica.] CREO QUE HABRÍA QUE
EVITAR ESTE ENUNCIADO

b) Marco teórico, metodología y fuentes

ENTENDEMOS QUE UNA de las obras mejoR logradas sobre historia,


enfermedad y cultura es la tesis doctoral de Diego Armus: La Ciudad impura7. Años
después de publicadA, El Autor EN UN ARTÍCULO DE …..se encargaría de alertar
sobre el uso de modelos teóricos en los trabajos de investigación. “Las teorías-sus
categorías, sus modelos- así como las metodologías sirven en la medida en que permiten
empezar a ordenar y leer ese bagaje de evidencias discontinuas, incompletas y parciales.
Pero sirven poco o mal cuando la reconstrucción del pasado que se termina haciendo
resulta de un más o menos indisimulado empeño por forzar la realidad pretérita a la
7
Diego Armus, La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, Edhasa,
Buenos Aires, 2007. [COMO EL TRABAJO DEBELLEVAR BIBLIOGRAFÍA FINAL, LAS CITAS A
PIE DE PÁG. SE PODRÍAN ABREVIAR DE ESTA FORMA: D. Armus, La ciudad … cit.,p. …
6

teoría (…) Las teorías son solo recursos para entender el pasado pero no pueden
reconstruirlos.”8
Pues bien, desde este prisma, en nuestro trabajo el lector SE toparÁ con un
ENcuadrE teórico bastante hibrido [PUEDE SER ECLÉCTICO?]. La intención fue leer
críticamente las fuentes trabajadas y realizarles tantas preguntas como fuera posible
desde postulados de variados pensadores como Emilio Durkheim, Michel Foucault,
Pierre Bourdieu, Norbert Elías, Mary Douglas, Susan Sontang, Claudine Herzlich,
Roger Chartier o historiadores que centraron sus estudios en las epidemias, como
Sheldon Watts, William Mc Neill O AQUELLOS que EMPLEARON UN ENFOQUE
HISTÓRICO sociocultural de la fiebre amarilla APLICADO A OTROS PAÍSES en
períodos similares, como Marcos Cueto para el caso de Perú Y Sidney Chalhoub para el
caso de Brasil.
A lo largo de la investigación, y en la medida que el análisis lo requiera,
confrontaremos nuestros postulados con la impronta de estos pensadores, y por esta
razón creemos prudente no explayarNOS aquí sobre la cuestióN; En su lugar optamos,
por definir aquí las categorías de análisis citadas en el trabajo: imaginarios sociales,
representación, percepción, discurso y ámbito de sentido.
Emplear en una investigación histórica la noción de imaginario como categoría de
análisis no resulta sencillo en lo absoluto, en primer lugar su uso ilimitado puede
transformarlo en ambiguo, razón que condiciona a cualquier ciencia social; en segundo
lugar, para una investigación histórica (que trata sobre la 2° mitad del siglo XIX), el
problema se profundiza [DIFICULTA?] por los límites cuantitativos y cualitativos que
presentan las fuentes Y las herramientas que despliega el historiador para aproximarse a
ellos ( nuestros propios límites para el análisis). El caso de los estudios centrados en los
imaginarios, representaciones y percepciones, desde la una perspectiva sociocultural de
la enfermedad, provienen en su mayoría de investigaciones antropológicas que tratan
enfermedades que impactaron a partir del último cuarto del siglo XX (enfatizando sobre
S.I.D.A. y Cáncer), a través de entrevistas y empleando el método etnográfico.
DE allÍ esa deriva terminológica QUE con finalidades diferentes SE ADVIERTE
ya en los clásicos: “Marx insiste en los orígenes de los imaginarios sociales, en
particular de las ideologías, así como de sus funciones en el enfrentamiento de clases
sociales; Durkheim pone el acento en las correlaciones entre las estructuras sociales y

8
D. Armus, ¿Qué historia de la salud y la enfermedad? en Salud Colectiva, Buenos Aires, 6(1):5-10,
Enero - Abril, 2010, p.: 5.
7

las representaciones colectivas, así como en la cohesión social que éstas asegurarían;
Weber da cuenta del problema de las funciones que pertenecerían a lo imaginario en la
producción de sentido que los individuos y los grupos sociales dan necesariamente a sus
acciones.”9 SURGE ENTONCES EL IMPERATIVO DE DELIMITAR SU ALCANCE
A LOS EFECTOS OPERATIVOS DE NUESTRA investigación.
Es desde la Sociología constructivista del conocimiento donde el concepto se ha
ido puliendo (aunque claro está, continua en proceso de elaboración). Un legado tan
amplio que incluye A pensadores que van desde Durkheim, Berger y Luckman, Mauss,
Levi Strauss, hasta Pierre Bourdieu, Cornelius Castoriadis, Bronislaw Baczko, Juan
Pintos, entre otros.
B. Baczko destaca en primer lugar como el adjetivo «social» tiende a sortear la
fatal polisemia que encierra el solo concepto de «imaginario» o «imaginación», los
cuales “se refieren a un elemento fundamental de la conciencia humana, y es por eso,
que sus definiciones no pueden obtenerse nunca. El adjetivo social delimita una
acepción más restringida al designar dos aspectos de la actividad imaginante. Por un
lado, la orientación de Ésta hacia lo social, es decir, la producción de representaciones
globales de la sociedad y de todo aquello que se relaciona con ella, por ejemplo del
`orden social´, de los actores sociales y de sus relaciones recíprocas (jerarquía,
dominación, conflictos, etc.), por otro lado, el mismo adjetivo designa la inserción de la
actividad imaginante individual en un fenómeno colectivo”.10 Cabe agregar que los
estudios sobre los imaginarios sociales “no se proponen fijar una “facultad” psicológica
autónoma. Se trata de delimitar un aspecto de la vida social, de la actividad de los
agentes sociales, aspectos cuyas particularidades sÓlo se manifiestan en la diversidad de
sus productos. Los imaginarios sociales son referencias específicas en el vasto sistema
simbólico que produce toda colectividad y a través del cual ella se percibe, se divide y
elabora sus finalidades.”11
Para el autor la noción de imaginario social es fundamental para la comprensión
de las representaciones simbólicas que caracterizan y distinguen los valores y creencias
de una determinada sociedad (o sector de está), en un determinado tiempo y lugar. Es
por medio del imaginario social que se puede alcanzar las aspiraciones, los miedos y las
esperanzas de un pueblo. En él, las sociedades esbozan sus identidades y objetivos,

9
Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memoria y esperanzas colectivas, Nueva Visión, Buenos
Aires, 2005, p. 23.
10
Ibídem: p.: 27.
11
Ibídem: p.: 28.
8

detectan sus enemigos y organizan su presente. Se trata deL lugar CLAVE DONDE SE
expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la vida colectiva, aunque aquí
también agregaríamos un lugar CLAVE que permite, justamentE estrategias12 por parte
de los actores sociales que sortean en parte los determinismos estructurales que se
intentan imponer.
Por otro lado, J. Pintos define los “imaginarios sociales” como aquellos esquemas
(mecanismos o dispositivos) construidos socialmente, que nos permiten percibir /
aceptar algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada sistema
social se considere como realidad.13
Con relación a esto último, los cientistas ya no operan separando el imaginario de
lo real y lo ilusorio, Baczko afirma que las ciencias humanísticas les otorgan a los
imaginarios sociales un lugar preponderante entre las representaciones colectivas y no
loS consideran “irreales”, si no es, precisamente, entre comillas.14
Dicho esto, es tiempo de preguntarnos: ¿dónde está representado ese imaginario
social?; ¿cómo, y a través de qué, nos podemos aproximar a él?
Una posible respuesta al primer interrogante la hallamos EN el campo de la
semiótica, donde uno de sus más activos representante, Juan Magariños de Morentín ha
expresado (más allá de la vaga definición que postula respecto a los imaginarios
sociales), un punto capital para nosotros: su materialización, es decir, donde los
imaginarios y representaciones se vuelven “palpableS”. “Estos discursos sociales son
los que materializan el imaginario social, que hasta que no está representado por su
intermedio no es objeto de conocimiento riguroso.”15
Entonces lo real importa en cuanto excedente del lenguaje, rebasamiento que
persiste y retorna por los intersticios de las construcciones simbólicas emergentes en los
discursos que subyacen desde el ámbito de sentido científico (la enfermedad se explica
así en virtud del método y de las leyes que esta engendra),o religioso (la enfermedad es
así en virtud de las leyes divinas, extramundano),o artístico (la enfermedad se muestra
así en virtud de las pasiones que atraviesan lo creativo) y/o periodístico (la enfermedad
es así en verdad porque nosotros mostramos esa verdad).
Esta es una adaptación a nuestro abordaje realizada desde los postulados de Pedro
12
El concepto de estrategia resulta especialmente interesante para evaluar la parte de libertad con que
actuaban los actores sociales dentro de ciertos márgenes de movimientos autorizados en la búsqueda de
optimización de los beneficios.
13
J. L. Pintos, Los imaginarios sociales …, p.…..
14
B. Baczko, op; cit. p. 14.
15
J. Magariños de Morentín, Comunicación Red Semiticians. 21/5/2000.p…..
9

Gómez, quien en su interesante artículo se esforzaba por precisar este sentido,


enumerando una serie de afirmaciones:
1. Solo es posible “dar con” y “dar cuenta de” los imaginarios sociales en y a
través de la materialización discursiva de esos imaginarios en textos concretos,
esto es, en y a través de representaciones efectivas.
2. No son posibles las representaciones sin la intervención/presencia de los
imaginarios.
3. Los imaginarios son los que hacen posibles las representaciones.16
Siguiendo la premisa, los imaginarios sociales son definidos como matrices que
permiten que se elaboren las representaciones y, éstas, declaradaS como el proceso de
investidura de sentido en donde se aplica la asignación a determinados significantes,
determinados significados.
Los imaginarios sociales hacen posible el acceso a la interpretación de lo social.
El instrumento básico mediante el cual Éstos construyen algo como real es la

percepción, la cual supone una organización en las representaciones


tiene una función ordenadora (PUEDE HABER ALGÚN ERROR
TIPOGRÁFICO?) de la relación entre los actores sociales y sus experiencias.

Esta idea sugiere que la representación social es la identificación perceptual de


determinadas fenómenos en función de su interpretación posible, en determinado
momento y determinada sociedad.
En relación al trabajo presente, desde la Antropología médica se sostiene que
“conocer el significado que una enfermedad adquiere en determinado contexto cultural
e histórico y los usos sociales a que se presta pueden ser tan peligrosos como la misma
enfermedad (…) vemos a la enfermedad como construcción social, viendo configurada
a partir de los modelos simbólicos y cognitivos que una sociedad dispone y utiliza para
aprehenderla. Tratar antropológicamente una enfermedad es en gran medida, relativizar
el saber médico, percibiendo las conexiones existentes entre los paradigmas y axiomas
sobre los cuales se asienta el valor, las representaciones e intereses sociales más
amplios.”17

16
P. Gómez, Imaginarios sociales y análisis semiótico …, p. 198.
17
S. Carrara, S. Naves Rebeiro, B. Soares Musumeci, «O tributo a Venus ...», p. 29. [CUESTIONES DE
FORMA: LA CITA COMPLETA SE REMITE A LA BIBLIOGRAFÍA FINAL][LA CITA DE ESTA
OBRA VA EN COMILLA FRANCESA (COMILLA ACOSTADA) PORQUE SE TRATA DE UN
10

Pedro Gómez reconoce en el camino generativo que recorre la acción simbólica


(semiosis) en la producción de representaciones particulares (los registros concretos de
la praxis discursiva), la cual va, desde un plano de matrices de sentido [imaginarios
sociales] hasta el proceso mismo de volcar en ciertas formas concretas (significantes)
ciertos conceptos (significados), ya previamente ordenados por esos imaginarios.
A grandes rasgos, este proceso integra en su recorrido tres planos de significación:
(i) un plano de los imaginarios, Plano de los esquemas o estructuras de base de la
representación; (ii) el plano de las representaciones, plano donde se despliega la acción
simbólica mediante el ejercicio de la función semiósica y (iii) el plano de los regímenes
u órdenes normativos de significación (repertorio, cuerpo de saberes/ estructuras de
marcos y guiones, paradigmas culturales, discursos/géneros discursivos, universos
simbólicos, iconografías, etc.).
En la articulación de estos tres planos se configura la “realidad” en cuanto
construcción social, puesto que en esta articulación se lleva a cabo la intersección de lo
imaginario y lo simbólico que da lugar a la realidad.18
Las premisas delineadas resultan sugerentes, empero deben ABORDARSE con
debidas precauciones19, recordemos que el trabajo intenta realizar el análisis de un
fenómeno pretérito y (como tal), aplicar solamente un procedimiento semiótico de las
formas, puede arrojar como resultado una historia “descarnada”; focalizada lineal y
unívocamente en los signos o símbolos, es decir, toda manifestación del imaginario en
los discursos DESPOJADO Del ropaje contextual que lo reviste, DETERMINA QUE
SE PIERDA en ellos el despliegue de estrategias discursivas de actores sociales, dentro
de los márgenes que disponen y permiten laS posibilidadES de acción.20
Es INELUDIBLE en este punto tener en cuenta las advertencias de Roger
Chartier, uno de los mayores cultores de la Nueva Historia Cultural, quien destaca que

ARTÍCULO DENTRO DE UNA OBRA MAYOR. ESTA OBRA SE TRANSCRIBE EN CURSIVA


(ITÁLICA).
18
P. Gómez, op. cit. p. 200.
19
No debemos olvidar la crítica propiciada a la Semiótica Estructural en el último cuarto del siglo XX,
con respecto a la consideración de la estructura textual de los discursos como algo autónomo y al margen
de los sujetos que los producen. Como así tampoco, emplear el método más recurrente por los post-
estructuralistaS (Deconstrucción) [ siendo la (su) demostración de la intrascendencia del discurso que
persigue una abierta oposición a los objetivos del trabajo.[ CREO QUE DEBERÍA REELABORARSE
ESTA PÁRRAFO]
20
Alan Touraine destaca el rechazo de todo tipo de reduccionismo. Reducir el actor a la estructura,
“escenarios sociales vacíos, sin actores”, como así tampoco la estructura al actor. Tampoco la separación
entre Estructura y actor. El actor se sitúa siempre “en un lugar entre el determinismo y la libertad”.
,apud. G. Giménez, Para una teoría del actor en las Ciencias Sociales.[ en Cultura y Representaciones
Sociales. Año 1, numero 1. Instituto de investigaciones sociales, UNAM, México, Septiembre 2006],
p…………….
11

el objeto fundamental de ésta consiste en reconocer la manera en la que los actores


sociales dan sentido a sus prácticas y a sus discursos situándose en tensión entre, por
una parte las capacidades inventivas de los individuos o de las comunidades y por la
otra, las coacciones y convenciones que limitan lo que es posible pensar, decir, hacer. 21
Aunque, vale aclarar que este trabajo no trata sobre la identificación de sus lectores y la
naturaleza de sus lecturas, así como tAMPOCO las diversas formas de aproximarse a
ellas, aproximaciones no exentas de problemas.22
En el prólogo de una de las obras de mayor repercusión en las últimas décadas el
historiador francés exponía su crítica diciendo que “es sabido el fundamento del
´Linguistic Turn´ [«giro lingüístico»] propuesto a los historiadores de los textos y de las
practicas: mantener el lenguaje como un sistema cerrado de signos que producen sentido
por el único funcionamiento de sus relaciones. De donde un doble corolario: considerar
como impersonal y automática la producción de la significación, desembarazada de toda
intención y todo control subjetivos. Pensar la realidad social como un ente constituido
por el lenguaje, independientemente de toda referencia objetiva De esta irreductibilidad
de la experiencia al discurso toda historia social debe dar cuenta, guardándose de un uso
incontrolado de la categoría de ´texto´, frecuentemente manejada de forma indebida
para designar unas prácticas, ritualizadas o habituales, cuyos procedimientos no
obedecen para nada al orden del discurso.”23
Centrándose en el problema de la apropiación y sus consecuencias (siendo una
cuestión capital para el autor) destacaba más adelante: “Nuevos lectores crean nuevos
textos y sus significados son una función de sus nuevas formas. [Y agregaba] Los
autores no escriben libros: no, escriben textos que otros transforman en objetos
impresos. La separación, que es justamente el espacio en el cual se construye el sentido
(o los sentidos) fue olvidada muy a menudo, no sólo por la historia literaria clásica, que
piensa la obra en sí misma, como un texto abstracto cuyas formas tipográficas no

21
R. Chartier, ¿Existe una nueva historia cultural? …, p. 41.
22
Las listas seleccionadas, ¿son representativas del conjunto de la población? ¿Podemos derivar
conclusiones significativas sobre los libros leídos por las gentes menos acomodadas, cuando sus
inventarios en ocasiones no mencionan más que «un fardo de libros»? La posesión de libros en el
momento de la muerte, ¿se corresponde necesariamente con un interés sostenido? Y por último ¿hasta qué
punto es relevante la propia posesión de libros, en una época en la que era cada vez más fácil tomar libros
prestados de una biblioteca o de un amigo? J. Prat Sedeño, La lectura en el contexto sociocultural.
Métodos y fuentes.[ EN: Documentación de las Ciencias de la Información, Numero 26, Universidad
complutense de Madrid, Madrid, 2003, pp.: 155-163.], p 159. [TAL VEZ SERÍA IMPORTANTE SUBIR
EL CONTENIDO DE LA NOTA AL CUERPO PRINCIPAL DEL TEXTO]
23
R. Chartier, El mundo como representación.[Estudios sobre Historia cultural. Gedisa. Barcelona, 1992
EN BIBLIOGRAFÍA FINAL], p. IX.
12

importan, sino también por la Rezeptionsästhetik que postula, a pesar de su deseo de


convertir en historia la experiencia que los lectores tienen de las obras, una relación
pura e inmediata entre los "signos" emitidos por el texto (que juegan con las
convenciones literarias aceptadas) y "el horizonte de alcance" del público al cual están
dirigidos. En una perspectiva así, "el efecto producido" no depende sólo de las formas
materiales que contiene el texto. Sin embargo, ellas también contribuyen plenamente a
moldear las anticipaciones del lector con respecto al texto y a atraer nuevos públicos o
usos inéditos.”24
Aquí no ponemos en duda la resignificación que atribuyen a los discursos los
lectores, LOS RECEPTORES ORALES (en el caso de analfabetos) o los observadores
de una pintura, ENTENDIENDO que ese nuevo significado otorgado dependerá de las
capacidades con las que cuente el actor, que en ningún momento es pasivo al
contemplar el objeto impreso. Empero ¿el sentido sÓlo se construye cuando se cruza “el
mundo del texto y el mundo del lector”? Planteado de otra manera: ¿el autor del
discurso [que luego SERÁ RESIGNIFICADO POR el lector] no está construyendo un
(su) sentido de la realidad? ¿En esos discursos sus autores no están también
transformando, recortando, interpretando y construyendo la realidad?

[Pues, si bien nuestro trabajo se alinea con la construcción discursiva de lo


social, ELLO NO SUPONE “abandonar” el intento de aproximarnos, en un gran
desafío, A la construcción social de los discursos. ESTE PÁRRAFO ME PARECE
DETERMINANTE EN LA TESIS Y TAL VEZ DEBERÍA ANUNCIARSE YA EN
ELINICIO DE LA INTRODUCCIÓN]

Antes de REFERIRNOS Al método con el cual experimentaremos ese “cómo”


aproximarnos al objeto en cuestión, saldemos la deuda de definir el sentido que daremos
a los conceptos de discurso y ámbitos de sentido.
Rubén Salas plantea que el discurso es marca afectiva (lenguaje figurado) pero,
en el mismo acto, huella lógica del hablante /escritor, donde un determinado sujeto
empírico está presente y con él su época. Más aún, un discurso es más exhibición de una
época que de su portador.25

24
R. Chartier (1992), op. cit. pp. 52, 55 y 56. Para una ampliación: ÍDEM, El presente del pasado …[:
escritura de la historia, historia de lo escrito. Universidad Iberoamericana, México, 2005], pp. 13-38.
25
R. D. Salas, «Perspectiva Retórica-Hermenéutica …» [ del discurso histórico y político. En Actas del
III Coloquio Nacional de Investigadores en Estudios del Discurso. Asociación Latinoamericana de
13

De forma simplificada, se puede definir al discurso como cualquier práctica por


la que los actores sociales dotan de sentido a la realidad. Esos sentidos no son producto
sÓlo de las constricciones individuales, sino, sobre todo, producido y compartido
socialmente.

SOBRE EL CONCEPTO «ÁMBITO DE SENTIDO»[CREO QUE CONVENDRÍA


INCORPORAR PEQUEÑOS SUBTÍTULOS SOBRE EXPRESIONES
CONCEPTUALES PARA LLAMAR LA ATENCIÓN DEL LECTOR]

ATENDIENDO A los ámbitos de sentido, Alfred Schutz señala la necesidad de


tener en cuenta el punto de vista del sujeto como base para la explicación de la acción
social y sostiene la importancia de la intersubjetividad como característica esencial de la
estructura del mundo del sentido común.26 Asimismo, postula que nuestra percepción
del sentido se elabora desde ciertos ámbitos, partiendo de la idea de sub-universos
múltiples de la realidad.27 Por tanto, existen muchos ámbitos o “mundos”, aquí
focalizaremos en el ámbito científico, el religioso, el periodístico y el artístico.
El sujeto se ubica para percibir esa realidad, desde uno o varios ámbitos, en la
redacción de un periódico, en la participación en una iglesia, o en un laboratorio (o en la
Facultad de Medicina). Cada uno de estos ámbitos supone determinadas prácticas
asociativas que estructuran la percepción y la creatividad. El emisor de símbolos
necesita contexto para definir el sentido de lo que expresa. La expresión se convierte en
un enunciado que debe interpretarse en función de ciertas pautas asociativas dadas antes
de aplicar un sistema simbólico (SS).
En palabras de José Paoli, un SS se define como un modelo, una convención
formal mediante la cual interpretamos el sentido de la relación social y organizamos la
expresión. En nuestra vida diaria recurrimos al uso de distintos sistemas simbólicos para
estructurar y definir formas de percepción y pensamiento diversos, es decir, a través de
ellos seleccionamos datos para estructurar interpretaciones. A su vez un SS se
constituye por reglas y valores, aspectos a través de los cuales los individuos y grupos
de individuos construyen un imaginario espacio-temporal que determina su percepción
y comportamiento.

Estudios del Discurso, 2004. SITIO EN INTERNET]


26
A. Schutz, El problema …, p. 35.
27
Ibíd., p.: 215.
14

La aplicación de un SS a una realidad determinada, desde un determinado


ámbito de sentido y desde un medio específico, determinan un contexto de enunciación;
por lo tanto, no basta con referir lo que se dice, ni siquiera basta con especificar desde
qué SS se construyó lo dicho. Es importante clarificar el ámbito de sentido desde el que
se emitió una determinada interpretación y el medio por el que fue transmitido. De esta
manera se revitaliza y contextualiza el sentido.28
Por todo, el ámbito de sentido es realidad contemplada desde ciertas relaciones y
presupone la adopción de ritmos intencionales, en espacios orientados hacia formas de
experimentar, entender, juzgar y decidir; perspectivas desde las cuales nos ubicamos
frente a la realidad social que se reconstruye. Empero, no debe pensarse en un sistema
rígido, estructurado y determinante en los actores, ya que estos pueden pertenecer o
interpretar esa realidad desde varios ámbitos de sentido; como así tampoco debe
pensarse ideológicamente estáticos. En el interior de cada ámbito existe cierto
dinamismo, confrontación e intento de imposición de construir de determinada manera
esa realidad.
El sujeto adapta cada SS al ámbito específico de la sociedad en el que decide
expresarse. La expresión puede pasar de uno a otro ámbito, con lo cual trama una lógica
que interpreta a la acción no sólo en función del SS, sino también del ámbito en el que
éste opera.29
En resumen, si el mundo social es, en buena medida, un espacio de sentidos
compartidos, parece clara la importancia que tienen las «prácticas discursivas» para el
conocimiento y la comprensión de la realidad social.
Si consideramos que el discurso tiene que ver con los procesos cognitivos que
intervienen en la construcción y expresión de la realidad, es decir las maneras como las
personas perciben el mundo y lo interpretan, tendríamos que buscar dentro del análisis
del discurso (AD) las herramientas metodológicas para abordarlo.

APROXIMACIONES AL ANÁLISIS DEL DISCURSO

Uno de los académicos e investigadores más reconocido a nivel mundial en el


campo de los estudios del discurso es el holandés Teun Van Dijk, quien plantea que el

28
J. A. Paoli, «Los sistemas simbólicos …» [y sus contextos de enunciación. En Revista Comunicación y
Sociedad, Universidad de Guadalajara, Mayo-Diciembre, México. 1994], pp. 23-60.
29
J. A. Paoli, «Ámbito de sentido …» , [sujeto social y Estado Nación. EN: Razón y Palabra. Revista
electrónica, Número 17, Febrero abril 2000.] s/f.
15

discurso es el uso interaccional y comunicativo del lenguaje, en el modo oral y/o escrito,
dentro de cierta situación comunicativa inscripta en una comunidad sociohistórica.30
Esta definición amplia del objeto de estudio del AD muestra coincidencias con el
objeto de estudio de la pragmática. Van Dijk define a la pragmática como el estudio
del uso del lenguaje en tanto acción socioculturalmente contextualizada.
El interés por el uso comunicativo y contextualizado del lenguaje se especifica
en ciertas prácticas y preferencias teóricas y metodológicas más o menos consensuadas
dentro de la disciplina31, entre ellas, en su reciente tesis doctoral, Federico Navarro
enumera: En primer lugar, el análisis del discurso busca explorar las relaciones entre los
textos y los condicionantes comunicativos de la situación local (comunicativa) y global
(social, cultural, histórica y política), considerando aspectos como las características del
entorno comunicativo; los objetivos, opciones y expectativas de los participantes; las
normas, presupuestos y posiciones culturales e institucionales; y, en menor medida, el
entorno cognitivo constituido por procesos y representaciones mentales.32 En segundo
lugar, se interesa por los significados y las funciones del lenguaje, y considera que Éste
está guiado por reglas, principios y, especialmente, estrategias comunicativas
disponibles a los usuarios. En tercer lugar, permite la explicación y la interpretación
crítica de los fenómenos textuales estudiados a partir de su estudio contextualizado,
considerando que entre los factores textuales y contextuales se da una influencia
dialéctica y bidireccional. En cuarto lugar, utiliza preferentemente textos reales (en este
sentido, es una disciplina empírica), sin privilegiar el discurso escrito frente al discurso
oral, aunque con cierta preferencia por este último. En quinto lugar, va más allá de
unidades suboracionales tradicionalmente favorecidas por la lingüística formal y
explora estructuras organizativas amplias y funciones discursivas, aunque los niveles
suboracionales también integran su espectro de interés. En sexto lugar, tiene cierta
tendencia a priorizar el estudio cualitativo por sobre el estudio cuantitativo y prefiere
estudiar textos en su totalidad.33
En lugar de enumerar los objetos, Salvio Menéndez propone hablar de
perspectiva funcional para el análisis del lenguaje como el objeto general, y Éste “se
analiza a partir de textos que los usuarios de la lengua, los hablantes, producen en
30
T. van Dijk, « The study of discourse» … [En ÍDEM (ed.), Discourse studies. A multidisciplinary
introduction. I. Discourse as structure and process, Sage Publications, London, 1997], pp. 2-3.
31
Ibíd., pp. 14,29 y s.
32
Ibíd., p. 31.
33
F. Navarro, Análisis Histórico del Discurso. [ La evaluación en las reseñas del Instituto de Filología
de Buenos Aires (1939-1989). Valladolid, Universidad de Valladolid, 2011], pp. 27-28.
16

situaciones comunicativas determinadas dentro de su comunidad”. Es decir, el análisis


del discurso aborda el lenguaje como fenómeno comunicativo e interactivo entre
agentes condicionados por factores situacionales y sociohistóricos. Por otro lado, la
lengua se entiende “como un sistema de significados que se codifican formalmente”. El
énfasis se coloca en el significado, y las descripciones, explicaciones e interpretaciones
de aspectos formales, se fundamentan en explicaciones semánticas, ya que la
perspectiva funcional se centra en “como la lengua crea significados y como permite
intercambiarlos por medio de textos”.34
En cualquier caso el analista debe especificar aspectos o dimensiones discursivas
de interés. Es decir, entender el análisis del discurso en sentido amplio permite
establecer una base común, aunque general y heterogénea, para enfoques diversos. A
partir de este punto de partida consensuado, cada subdisciplina puede delimitar su
objeto de estudio, el enfoque y las herramientas de análisis apropiadas para abordarlo.35
Teniendo en cuenta esas referencias y las advertencias subrayadas para nuestro
trabajo en particular (su carácter de investigación histórica, el corpus a analizar, el
propiciar una historia “descarnada” en lo meramente textual-formal, etc.), el estudio

presente se inscribirá metódicamente en el análisis histórico del discurso36 (en


34
S. M. Menéndez, ¿Qué es una gramática textual? [ Littera, Buenos Aires, 2006], pp. 8-10.
35
F. Navarro, op; cit. pp.: 28-29. Van Dijk, por ejemplo, propone partir de una distinción general entre
tres aspectos o dimensiones discursivas interdependientes. En primer lugar, aspectos estructurales, ligados
a fenómenos propiamente lingüísticos del uso del lenguaje. En segundo lugar, aspectos interactivos,
ligados a fenómenos sociales y antropológicos del uso del lenguaje. En tercer lugar, aspectos cognitivos,
ligados a los procesos mentales involucrados en la producción y comprensión del lenguaje (T.van Dijk,
(1997) op; cit., pp. 13-17.
36
En exhaustivo análisis sobre esta subdisciplina Federico Navarro expresa: El AHD no es, ciertamente,
un campo de estudio nuevo. Desde comienzos de los años 70 se han publicado investigaciones dentro del
análisis del discurso, en sentido amplio, que analizan fenómenos discursivos no contemporáneos. Las
denominaciones diversas que fueron propuestas reflejan la heterogeneidad del propio análisis del
discurso: lingüística sociohistórica, sociolingüística histórica, historia lingüística, nueva filología y, más
recientemente, pragmática histórica (Jucker, 1995), o análisis histórico del discurso (Brinton, 2001). Estas
etiquetas delimitan subdisciplinas que, aunque distintas, muchas veces comparten ciertos objetos y
objetivos, herramientas metodológicas y tradiciones teóricas. Sin embargo, desde hace poco más de una
década, el AHD ha ganado en visibilidad, especialmente bajo la denominación de pragmática histórica.
Dos hitos se destacan: la extensa selección de artículos editada por Andreas H. Jucker (1995) y la
fundación en el año 2000 de la Revista científica Journal of Historical Pragmatics (de la editorial
holandesa John Benjamins). Se trata de un campo de investigación especialmente desarrollado en los
Departamentos de inglés de universidades de Europa central y Escandinavia (Alemania, Suiza, Finlandia,
Suecia). En el ámbito hispánico debe destacarse una marca llamativa de esta gradual institucionalización:
los apartados “Sociolingüística y Dialectología Históricas” y “Análisis del Discurso y Pragmática
Histórica” sÓlo aparecen a partir de las actas del VI Congreso Internacional de Historia de la Lengua
Española, publicadas en 2006. Las denominaciones más frecuentes para esta subdisciplina han sido
pragmática histórica y análisis histórico del discurso, aunque, hoy en día, se usan de forma
prácticamente indistinta. Sin embargo, la definición amplia del objeto de estudio del análisis del discurso
incorpora diversas subdisciplinas, entre ellas la pragmática, y sus intereses particulares. Por este motivo,
creemos que la denominación análisis histórico del discurso delimita más adecuadamente la amplitud de
tradiciones, enfoques y objetos de estudio que caracteriza la subdisciplina. La alternativa pragmática
17

adelante AHD), subdisciplina que estudia fenómenos pragmático-discursivos no


contemporáneos en contexto sociohistórico determinada.

Producida esta distinción, el de tomar como corpus discursos de carácter


histórico, el AHD “aborda el estudio funcional del discurso histórico. Se trata de una
subdisciplina multidisciplinar y empírica, [la cual] se interesa por un conjunto tan
heterogéneo y amplio de aspectos de estudio como los del propio análisis del discurso

[cuyos] límites disciplinares son marcadamente elásticos”.37 Los temas de interés para
esta subdisciplina poseen una perspectiva sobre el lenguaje, como instrumento
comunicativo y contextualizado; con respecto a ello las investigaciones sueleN utilizar
el contexto (situacional, sociocultural, histórico y político-económico) como factor
explicativo, y tiende a estudiar funciones comunicativas (y sus manifestaciones
lingüísticas) organizadas en géneros discursivos. Asimismo estos trabajos se dividen y
centran en dos ramas o vertientes principales, denominaciones que varían según el/los
autor/es que lo define, pero que, en resumidas cuentas, se asemejan por EL carácter
pragmático y se diferencian en cuanto a la perspectiva sincrónica o diacrónica que
establecen.
Sin extendernos EN EXCESO en la cuestión, sÓlo agregaremos que, operarían
dos estrategias explicativas dentro de la subdisciplina. Por un lado, puede COLOCARse
el énfasis en explicaciones internas al sistema lingüístico, tal como la
pragmaticalización, lexicalización o idiomatización. Por otro lado, puede ponerse el
énfasis en explicaciones externas al sistema lingüístico, o, ligadas dialécticamente a él,
tales como diferencias en los sistemas convencionalizados de pensamiento o en factores
más concretos de los contextos situacionales.38 Nosotros optamos POR integrar ambas.
Sobre esta CUESTIÓN, Taavitsainen y Fitzmaurice destacan que las investigaciones
actuales son especialmente eclécticas y combinan metodologías, tradiciones e intereses
diversos. En cualquier caso, proponen distinguir dos perspectivas metodológicas muy

histórica parece demasiado atada a un conjunto de objetos muy particulares de estudio y tradiciones
teóricas más específicas que restringen la amplitud de la subdisciplina (F. Navarro, op; cit.: pp. 31-33).
[ENTIENDO QUE POR VINCULARSE DIRECTAMENTE AL MÉTODO DE LA TESIS DEBERÍA
TRANSCRIBIRSE EN EL CUERPO DE LA MISMA]
37
Traducción nuestra (addresses the functional study of historical discourse (...) is a multidisciplinary and
empirical subdiscipline (...) is interested in a group as diverse and broad areas of study such as the DP and
its own disciplinary boundaries are remarkably resilient) (I. Taavitsainen, y S. Fitzmaurice, «Historical
Pragmatics: what it is and how to do it». EN: ÍDEM (eds.) Methods in Historical Pragmatics, Mouton de
Gruyter, Berlín/New York, 2007, pp. 1, 11 y 13.
38
F. Navarro, op; cit., p. 36.
18

generales, atadas a tradiciones distintas, un estudio cuantitativo y un estudio


cualitativo.39
Nuestro trabajo se identifica con los desafíos metodológicos que emergeN desde
la perspectiva funcional del AHD, puesto que el analista debe reconstruir una función
discursiva, posiblemente contraria a las intuiciones contemporáneas. Como ya se
mencionó arriba muchos procedimientos o estrategias metodológicas para analizar
discursos no están disponibles para los usos históricos (al menos, y en parte, tratándose
de historia reciente); la recolección de datos orales, las entrevistas y la introspección
del analista, la observación directa, el trabajo etnográfico, la interpretación de roles o los
formularios para completar, escollos que se encuentran cuando se intenta analizar el
impacto sociocultural de una enfermedad a través de los discursos de un periodo
histórico lejano; procedimientos que han proliferado en los trabajos de antropólogos y

sociólogos en esta línea dentro de un eje temporal contemporáneo (entendiéndose a


partir de la 2° mitad del siglo XX).
En consecuencia, debemos servirnos de herramientas metodológicas múltiples

para enfrentar las limitaciones, estimando el período, el espacio geográfico y social, el

corpus y el fenómeno discursivo que nos imponemos estudiar.

PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS

Para esto, primero detallaremos algunos de los procedimientos metodológicos


posibles para el análisis de fenómenos pragmático-discursivos históricos, puestoS en
práctica por otros analistas40 y que nos serán de utilidad, segundo estableceremos EN los
niveles de análisis que propondremos en la investigación:
Nuestro trabajo estará centrado en el método cualitativo y en la vertiente
sincrónica dentro del AHD.
Consignado esto, los procedimientos a implementar serán los que siguen:
el análisis detallado de factores contextuales, sobre todo del contexto sociocultural,
tanto en lo que hace a las convenciones de uso de la lengua de la época estudiada, como

39
I. Taavitsainen y S. Fitzmaurice, ibíd., pp. 11 y ss.[SI LA DOBLE SS. HACE REFERENCIA A
MUCHAS PAG. SE RECOMIENDA COLOCAR EL TOTAL DE PÁGS. DE REFERIR SÓLO A UNA
SE CONSIGNA S]
40
Estos procedimientos son propuestos en F. Navarro, op. cit., pp. 40-43.
19

a factores no lingüísticos que expliquen estas convenciones. Recurrir a fuentes


metatextuales de la época como diccionarios, gramáticas, manuales de estilo o
diccionarios actuales que describen usos anteriores de la lengua en cuestión. La
construcción de micro-corpus especializados de textos con funciones sociales y
pertenencia sociohistórico similares, esto es, pertenecientes a géneros comunes. Estos
micro-corpus deben poseer una extensión suficientemente amplia para ser
representativos, pero suficientemente acotada para posibilitar el estudio cualitativo.
En ese sentido, Taavitsainen y Fitzmaurice advierten: la utilización de corpus
históricos excesivamente amplios impide el análisis cualitativo de muchos fenómenos
textuales de manifestación formal compleja, pero además dificulta la reposición del
contexto local y general.41 Además, la interpretación (o análisis?) histórica del

discurso a través de un reducido número de discursos permite formular inferencias


inductivas, es decir, basta examinar una muestra reducida de discursos de sujetos
situados en posiciones significativas respecto a la cuestión a investigar. Finalmente, y
con especial cuidado, el examen sincrónico de usos actuales de la lengua,
relacionados con usos previos que se busca estudiar, permiten servir como punto de
partida para el análisis, con las debidas precauciones.
El estudio se centrará en dos tipos de análisis: a) un nivel textual, b) un nivel
contextual. Estos niveles, en parte, son análogos a los presentados tanto desde el

análisis crítico del discurso como desde el análisis sociológico del discurso.42 Sin

embargo, la manera en que lo aplicaremos nos diferencia. Primero, esos análisis hablan
de niveles, lo que supone una disposición jerárquica tal que el análisis macro abarca lo

41
Ibídem: p. 26-27.
42
Desde el análisis crítico del discurso van Dijk señala dos tipo de análisis: uno a nivel macro y otro a
nivel micro. El primero tiene que ver con las estructuras lingüísticas y sus relaciones con el texto; a su
vez, el nivel macro se asocia a los niveles sociales y culturales, y el establecimiento, reproducción y
legitimación del poder. Fairclough caracteriza un enfoque tridimensional: la micro o análisis textual que
tiene que ver con las formas y significados en los textos, la meso o práctica discursiva, que se enfoca en la
producción e interpretación del texto, y la finalmente la macro, o sea, la practica sociocultural que opera
en un estrato más amplio del análisis social (T. van Dijk, ed., El discurso como interacción social.
Estudios sobre el discurso: introducción multidisciplinaria. Gedisa, Barcelona, 2000. N. Fairclough, ed.,
Critical discourse analysis: The critical study of language. Logman, Nueva York, 1995). De
importancia resultan las obras de: Benavidez, Jorge. Una aproximación interdisciplinar al
análisis del discurso crítico al estudio de la Historia. En Rhec, N° 11, Universidad de Nariño, San Justo
de Pasto, 2008, pp. 9-31. Desde el análisis sociológico del discurso, los niveles se dividen en textual,
contextual e interpretativo. Ver J. Ruiz Ruiz, Análisis sociológico del discurso: métodos y lógicas.
Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 10 (2), Art. 26, 2009. s/f.
(http://nbnresolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs0902263). Un esquema similar se puede apreciar en L. E.
Alonso, La mirada cualitativa en sociología. Fundamentos, Barcelona, 1998.
20

micro pero, siguiendo la complejidad analítica asignada, comienza por lo micro para
finalizar en lo macro. Nosotros planteamos el análisis como «tipos» que se dan de

forma simultánea, entretejida, en un permanente ir y venir; en constante diálogo,

dándose por concluida su aplicación en tanto advirtamos que hemos alcanzado los
objetivos perseguidos en el análisis.
Segundo, como se apreciará [en la última cita a pie de página. INDICAR
DIRECTAMENTE ELNÚMERO], estos modelos suele presentar tres niveles de
análisis. Nosotros, en cambio, estableceremos dos tipos, porque creemos que la
interpretación43 [o dimensión macro], se encuentra a lo largo de todos los niveles del
proceso de análisis, al menos, si se establecen las conexiones planteadas más arriba. ¿O
es qué el nivel textual debe ser solamente descriptivo? ¿O el contextual sÓlo
interpretativo? Consideramos que se trata más bien de “moverse” entre la descripción,
interpretación y explicación.
Análisis textual: con el propósito de caracterizar la composición y estructura del
discurso, recurriremos a dos componentes: a) Semántico, donde se examinan los
contenidos ideacionales que trasmite el autor al lector en función de las necesidades de
la acción, el componente semántico es donde se identifican los contenidos y sus
significados. Se comprende un procesamiento mental de información o re-estructuración
de mapas representacionales. b) [Sintáctico, en él se examina el sistema de señales o
signos que exteriorizan los contenidos previstos por el componente semántico.
Prefiriendo algunas expresiones particulares de ese sistema de señales: palabras,
imágenes, formas geométricas, tipo de lenguaje escogido y las reglas de selección de
signos. De allí que trabajemos con herramientas Semiótica, problematizando el sentido,
relevando el léxico utilizado, el uso de figuras retÓricas (metáforas, metonimias) y las
formas sintácticas, en la medida en que constituyen mecanismos generadores,
constructores de sentidos,44 cuestión central en nuestro trabajo. SE ADVIERTE
ALGÚN PROBLEMA SINTÁCTICO NO DE CONTENIDO]

43
Aquí tomamos el sentido propuesto por Gadamer, donde la interpretación es la forma en la que se
realiza la comprensión; es decir no habría comprensión si no existe una interpretación del texto como
discurso (Hans-Georg Gadamer, Verdad y método: fundamentos de una hermenéutica filosófica.
Sígueme, Salamanca, 1977). [DE NO ENCONTRAR LA PÁG. DE LA CITA CONSÚLTEME]
44
Resultan fundamentales los debates y aportes de Juan Magariños de Morentín en Comunicación Red
Semiticians. Entre ellos: La semiótica de los bordes. Apuntes de metodología semiótica. Ultima
actualización Enero 2009.
21

Análisis contextual: Por contexto se entiende el espacio en el que el discurso ha surgido


y en el que adquiere sentido. El propósito es entonces entender a esos discursos como
producciones insertas en un espacio y tiempo concretos, en un universo simbólico
determinado y con intenciones discursivas propias.45 Recurrimos al componente
pragmático, donde se examinan los datos tales como la situación socio-espacial-
temporal que envuelve al autor, y al conjunto de valores y conocimientos compartidos;
este componente exige que la producción del texto sea vista como una acción porque el
autor del discurso establece una serie de estrategias para lograr unos resultados,
establece estrategias globales y locales y privilegia tópicos.
Se suele distinguir dos tipos de contextos, el situacional y el intertextual, ambos
encierran un conjunto de procedimientos para su reconstrucción; por tanto, nos
limitaremos a indicar aquellos que aplicaremos en el trabajo.
El análisis situacional del discurso requiere de la descripción detallada de las
circunstancias en que ha sido producido y de las características de los sujetos que lo
producen. Por ello optamos por el análisis de posiciones discursivas como
procedimiento de conexión entre el discurso concreto y el espacio social en el que se ha
construido. Desde allí, las posiciones discursivas pueden ser entendidas como papeles
discursivos típicos socialmente definidos (o roles) que los sujetos adoptan en sus
prácticas discursivas concretas. Pero en el análisis contextual no interesa tanto el
carácter más o menos generalizable de estas posiciones, cuanto su consideración como
estrategias discursivas adoptadas por los sujetos. Las posiciones discursivas,
entendidas en este sentido, permiten reconstruir las interacciones comunicativas
mediante las que el discurso se ha producido y, de esta manera, comprender mejor su
sentido desde el punto de vista de los sujetos implicados en las mismas.46
El análisis intertextual nos remite a la comprensión del discurso por referencia
al conjunto de discursos que se encuentran en el espacio social. Los tipos de análisis
más recurrentes para lograrlo son dos, uno asentado en las premisas de Norman
Fairclough47, quien interpreta los discursos como síntomas de una dominación
ideológica y en cuanto a ello los actores son reducidos a meros reproductores de los
discursos dominantes, lo que lo aleja de lo buscado en el trabajo. Más acorde a lo
delineado se encuentra la concepción de la intertextualidad defendida por Michel

45
J. Ruiz Ruiz (2009) op. cit.: s/f.
46
Ibíd., s/f.
47
Cf. N. Fairclough (1995) op; cit., apud. Jorge Benavidez (2008) op. cit.
22

Foucault48 que lleva, más que a la identificación de discursos ajenos, a un análisis de


tipo comparativo, donde el sentido del discurso está referido a otros discursos con los
que dialoga explícita o implícitamente. Se trata de preguntar “a cada fragmento de un
discurso analizado sobre sus presuposiciones, con qué otro discurso se encuentra
dialogando y, por tanto, con qué otro discurso o discursos se encuentra en una relación
asociativa o conflictiva”.49 El valor del discurso se establece, por tanto, en función de
sus similitudes y diferencias respecto de otros discursos.
En balance, el propósito de establecer conexiones entre los discursos analizados
y el espacio social en el que han surgido, requiere interpretación del discurso, y esta
ultima exige de un salto o discontinuidad en el análisis, un ir más allá de los discursos
concretos analizados. Entendemos que este camino ofrece posibilidades concretas
de alcanzar nuestros objetivos.
Las interpretaciones del discurso suelen reducirse a tres tipos, imbricadas entre
sí: las que consideran el discurso en su dimensión de información de lo social; las que lo
consideran como reflejo de las ideologías de los sujetos que los sostienen; y las que lo
consideran como un producto social.50
En cuanto información, los actores al estar en contacto con la realidad social
disponen de cierto conocimiento sobre la misma, conocimiento que se plasma en los
discursos, aunque se trate de una información parcial y limitada en cualquier caso. En
primer lugar, porque subyace [del?] limitado contacto con una parcela de la realidad;

sin embargo, intentaremos superar esta limitación recurriendo a las


construcciones de distintos actores, desde distintos ámbitos de sentido, ofreciendo una
visión panorámica y compleja de esa realidad que nos interesa. En segundo lugar,
porque esa información se halla “filtrada” por los puntos de vista de los actores, es

decir, los discursos de los actores están compuestos por información, pero también por
ideología. Esta limitación puede ser soslayada o, al menos, minimizada abstrayendo en
la interpretación todos aquellos aspectos del discurso atribuibles a la posición subjetiva
adoptada por los actores/informantes. Lo que interesa precisamente es el particular
punto de vista del sujeto, pero no como un sesgo subjetivo del discurso, sino como
indicio de construcciones ideológicas, entendidas como modos intersubjetivos de

48
M. Foucault, El orden … [Tusquets, Barcelona, 1973], p. ………………..
49
L. E. Alonso y J. Callejo, «El análisis del discurso …» [En Revista Española de Investigaciones
Sociológicas, 88, 37-74, Madrid, 1999.], p. 49.
50
J. Ruiz Ruiz, op; cit., s/f.
23

percibir el mundo y posicionarse en él, propios de sujetos insertos en contextos socio-


históricos concretos.51 Además de verlo como un producto social, se lo debe interpretar
en este sentido.

51
Ibíd., s/f.

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