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________________________________________________________________
INTRODUCCIÓN
1
Para una profundización de estas cuestiones véase: Armus, Diego. La enfermedad en la historiografía
de América Latina moderna. en Asclepio revista de historia de la medicina y de la ciencia, Madrid, LIV,
2, 2002, pp. 41-60. Ibídem. Cultura, Historia y enfermedad. A modo de Introducción. en Ídem (Ed.)
Entre médicos y curanderos. Cultura, historia y enfermedad en América Latina moderna, grupo editorial
Norma, Buenos Aires, 2002, pp. 11-26. Recalde, Héctor. La salud de los trabajadores en Bs. As. (1870-
1910) A través de las fuentes médicas. Grupo editorial universitario, Buenos Aires, 1997, pp. 23-62.
Bernabeu Mestre, Joseph. La actualidad historiográfica de la Historia social de la enfermedad. En
Boletín de la asociación de demografía histórica, Madrid, XI, 1, 1993, pp. 23-36. Bourdelais, patrice.
Epidemias y población: balance y perspectivas de las investigaciones. en Ídem, La población en
Francia siglos XVIII-XIX, Instituto Mora, México, 1999. Cueto, Marcos. Salud, Cultura y Sociedad en
América Latina. Nuevas perspectivas históricas. IEP-OPS, Lima, 1996.
2
Armus, Diego. Legados y tendencias en la historiografía sobre la enfermedad en América Latina. en
Ídem (ed.) Avatares de la medicalización en América Latina. Lugar Editorial, Buenos Aires, 2005, p.:13.
2
4
Charles Rosenberg, «Framing disease: Illness, soecito and history». EN: Ch. Rosenberg y J. Golden,
Framing dissease. Studies in cultural history, Rutgers University Press, New Jersey, 1992.
4
5
CF. SOBRE LA CUESTÍON: Marcos Cueto, El regreso de las epidemias. Salud y sociedad en el Perú
el siglo XX, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1997, p. 18.
6
OPORTUNAMENTE definiremos las categorías conceptuales de imaginario social, representación,
percepción, discurso y ámbitos de sentido.
5
ÍDEM AL ANTERIOR
Identificar Representaciones de actores sociales pertenecientes a diferentes
ámbitos (científico-religioso-periodístico-artístico) sobre un mismo fenómeno.
Desentrañar las estigmatizaciones y estereotipos que emergen de esas
percepciones.
Profundizar el análisis sobre el tratamiento de la epidemia en el material
impreso de la época (prensa, revistas, tesis, folletos, obras literarias,
EXPRESIONES PLÁSTICAS) enfatizando sobre los constructos sociales que
se desprenden de ellas, sus puntos de encuentro y desencuentro.
demostrar la conexión entre los discursos y la realidad social en la que se han
producido.
[Aportar a los estudios realizados sobre la epidemia de fiebre amarilla en
BUENOS AIRES conocimientos sobre cuestiones no trabajadas aun, empleando
un novedoso enfoque y apoyatura empírica.] CREO QUE HABRÍA QUE
EVITAR ESTE ENUNCIADO
teoría (…) Las teorías son solo recursos para entender el pasado pero no pueden
reconstruirlos.”8
Pues bien, desde este prisma, en nuestro trabajo el lector SE toparÁ con un
ENcuadrE teórico bastante hibrido [PUEDE SER ECLÉCTICO?]. La intención fue leer
críticamente las fuentes trabajadas y realizarles tantas preguntas como fuera posible
desde postulados de variados pensadores como Emilio Durkheim, Michel Foucault,
Pierre Bourdieu, Norbert Elías, Mary Douglas, Susan Sontang, Claudine Herzlich,
Roger Chartier o historiadores que centraron sus estudios en las epidemias, como
Sheldon Watts, William Mc Neill O AQUELLOS que EMPLEARON UN ENFOQUE
HISTÓRICO sociocultural de la fiebre amarilla APLICADO A OTROS PAÍSES en
períodos similares, como Marcos Cueto para el caso de Perú Y Sidney Chalhoub para el
caso de Brasil.
A lo largo de la investigación, y en la medida que el análisis lo requiera,
confrontaremos nuestros postulados con la impronta de estos pensadores, y por esta
razón creemos prudente no explayarNOS aquí sobre la cuestióN; En su lugar optamos,
por definir aquí las categorías de análisis citadas en el trabajo: imaginarios sociales,
representación, percepción, discurso y ámbito de sentido.
Emplear en una investigación histórica la noción de imaginario como categoría de
análisis no resulta sencillo en lo absoluto, en primer lugar su uso ilimitado puede
transformarlo en ambiguo, razón que condiciona a cualquier ciencia social; en segundo
lugar, para una investigación histórica (que trata sobre la 2° mitad del siglo XIX), el
problema se profundiza [DIFICULTA?] por los límites cuantitativos y cualitativos que
presentan las fuentes Y las herramientas que despliega el historiador para aproximarse a
ellos ( nuestros propios límites para el análisis). El caso de los estudios centrados en los
imaginarios, representaciones y percepciones, desde la una perspectiva sociocultural de
la enfermedad, provienen en su mayoría de investigaciones antropológicas que tratan
enfermedades que impactaron a partir del último cuarto del siglo XX (enfatizando sobre
S.I.D.A. y Cáncer), a través de entrevistas y empleando el método etnográfico.
DE allÍ esa deriva terminológica QUE con finalidades diferentes SE ADVIERTE
ya en los clásicos: “Marx insiste en los orígenes de los imaginarios sociales, en
particular de las ideologías, así como de sus funciones en el enfrentamiento de clases
sociales; Durkheim pone el acento en las correlaciones entre las estructuras sociales y
8
D. Armus, ¿Qué historia de la salud y la enfermedad? en Salud Colectiva, Buenos Aires, 6(1):5-10,
Enero - Abril, 2010, p.: 5.
7
las representaciones colectivas, así como en la cohesión social que éstas asegurarían;
Weber da cuenta del problema de las funciones que pertenecerían a lo imaginario en la
producción de sentido que los individuos y los grupos sociales dan necesariamente a sus
acciones.”9 SURGE ENTONCES EL IMPERATIVO DE DELIMITAR SU ALCANCE
A LOS EFECTOS OPERATIVOS DE NUESTRA investigación.
Es desde la Sociología constructivista del conocimiento donde el concepto se ha
ido puliendo (aunque claro está, continua en proceso de elaboración). Un legado tan
amplio que incluye A pensadores que van desde Durkheim, Berger y Luckman, Mauss,
Levi Strauss, hasta Pierre Bourdieu, Cornelius Castoriadis, Bronislaw Baczko, Juan
Pintos, entre otros.
B. Baczko destaca en primer lugar como el adjetivo «social» tiende a sortear la
fatal polisemia que encierra el solo concepto de «imaginario» o «imaginación», los
cuales “se refieren a un elemento fundamental de la conciencia humana, y es por eso,
que sus definiciones no pueden obtenerse nunca. El adjetivo social delimita una
acepción más restringida al designar dos aspectos de la actividad imaginante. Por un
lado, la orientación de Ésta hacia lo social, es decir, la producción de representaciones
globales de la sociedad y de todo aquello que se relaciona con ella, por ejemplo del
`orden social´, de los actores sociales y de sus relaciones recíprocas (jerarquía,
dominación, conflictos, etc.), por otro lado, el mismo adjetivo designa la inserción de la
actividad imaginante individual en un fenómeno colectivo”.10 Cabe agregar que los
estudios sobre los imaginarios sociales “no se proponen fijar una “facultad” psicológica
autónoma. Se trata de delimitar un aspecto de la vida social, de la actividad de los
agentes sociales, aspectos cuyas particularidades sÓlo se manifiestan en la diversidad de
sus productos. Los imaginarios sociales son referencias específicas en el vasto sistema
simbólico que produce toda colectividad y a través del cual ella se percibe, se divide y
elabora sus finalidades.”11
Para el autor la noción de imaginario social es fundamental para la comprensión
de las representaciones simbólicas que caracterizan y distinguen los valores y creencias
de una determinada sociedad (o sector de está), en un determinado tiempo y lugar. Es
por medio del imaginario social que se puede alcanzar las aspiraciones, los miedos y las
esperanzas de un pueblo. En él, las sociedades esbozan sus identidades y objetivos,
9
Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memoria y esperanzas colectivas, Nueva Visión, Buenos
Aires, 2005, p. 23.
10
Ibídem: p.: 27.
11
Ibídem: p.: 28.
8
detectan sus enemigos y organizan su presente. Se trata deL lugar CLAVE DONDE SE
expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la vida colectiva, aunque aquí
también agregaríamos un lugar CLAVE que permite, justamentE estrategias12 por parte
de los actores sociales que sortean en parte los determinismos estructurales que se
intentan imponer.
Por otro lado, J. Pintos define los “imaginarios sociales” como aquellos esquemas
(mecanismos o dispositivos) construidos socialmente, que nos permiten percibir /
aceptar algo como real, explicarlo e intervenir operativamente en lo que en cada sistema
social se considere como realidad.13
Con relación a esto último, los cientistas ya no operan separando el imaginario de
lo real y lo ilusorio, Baczko afirma que las ciencias humanísticas les otorgan a los
imaginarios sociales un lugar preponderante entre las representaciones colectivas y no
loS consideran “irreales”, si no es, precisamente, entre comillas.14
Dicho esto, es tiempo de preguntarnos: ¿dónde está representado ese imaginario
social?; ¿cómo, y a través de qué, nos podemos aproximar a él?
Una posible respuesta al primer interrogante la hallamos EN el campo de la
semiótica, donde uno de sus más activos representante, Juan Magariños de Morentín ha
expresado (más allá de la vaga definición que postula respecto a los imaginarios
sociales), un punto capital para nosotros: su materialización, es decir, donde los
imaginarios y representaciones se vuelven “palpableS”. “Estos discursos sociales son
los que materializan el imaginario social, que hasta que no está representado por su
intermedio no es objeto de conocimiento riguroso.”15
Entonces lo real importa en cuanto excedente del lenguaje, rebasamiento que
persiste y retorna por los intersticios de las construcciones simbólicas emergentes en los
discursos que subyacen desde el ámbito de sentido científico (la enfermedad se explica
así en virtud del método y de las leyes que esta engendra),o religioso (la enfermedad es
así en virtud de las leyes divinas, extramundano),o artístico (la enfermedad se muestra
así en virtud de las pasiones que atraviesan lo creativo) y/o periodístico (la enfermedad
es así en verdad porque nosotros mostramos esa verdad).
Esta es una adaptación a nuestro abordaje realizada desde los postulados de Pedro
12
El concepto de estrategia resulta especialmente interesante para evaluar la parte de libertad con que
actuaban los actores sociales dentro de ciertos márgenes de movimientos autorizados en la búsqueda de
optimización de los beneficios.
13
J. L. Pintos, Los imaginarios sociales …, p.…..
14
B. Baczko, op; cit. p. 14.
15
J. Magariños de Morentín, Comunicación Red Semiticians. 21/5/2000.p…..
9
16
P. Gómez, Imaginarios sociales y análisis semiótico …, p. 198.
17
S. Carrara, S. Naves Rebeiro, B. Soares Musumeci, «O tributo a Venus ...», p. 29. [CUESTIONES DE
FORMA: LA CITA COMPLETA SE REMITE A LA BIBLIOGRAFÍA FINAL][LA CITA DE ESTA
OBRA VA EN COMILLA FRANCESA (COMILLA ACOSTADA) PORQUE SE TRATA DE UN
10
21
R. Chartier, ¿Existe una nueva historia cultural? …, p. 41.
22
Las listas seleccionadas, ¿son representativas del conjunto de la población? ¿Podemos derivar
conclusiones significativas sobre los libros leídos por las gentes menos acomodadas, cuando sus
inventarios en ocasiones no mencionan más que «un fardo de libros»? La posesión de libros en el
momento de la muerte, ¿se corresponde necesariamente con un interés sostenido? Y por último ¿hasta qué
punto es relevante la propia posesión de libros, en una época en la que era cada vez más fácil tomar libros
prestados de una biblioteca o de un amigo? J. Prat Sedeño, La lectura en el contexto sociocultural.
Métodos y fuentes.[ EN: Documentación de las Ciencias de la Información, Numero 26, Universidad
complutense de Madrid, Madrid, 2003, pp.: 155-163.], p 159. [TAL VEZ SERÍA IMPORTANTE SUBIR
EL CONTENIDO DE LA NOTA AL CUERPO PRINCIPAL DEL TEXTO]
23
R. Chartier, El mundo como representación.[Estudios sobre Historia cultural. Gedisa. Barcelona, 1992
EN BIBLIOGRAFÍA FINAL], p. IX.
12
24
R. Chartier (1992), op. cit. pp. 52, 55 y 56. Para una ampliación: ÍDEM, El presente del pasado …[:
escritura de la historia, historia de lo escrito. Universidad Iberoamericana, México, 2005], pp. 13-38.
25
R. D. Salas, «Perspectiva Retórica-Hermenéutica …» [ del discurso histórico y político. En Actas del
III Coloquio Nacional de Investigadores en Estudios del Discurso. Asociación Latinoamericana de
13
28
J. A. Paoli, «Los sistemas simbólicos …» [y sus contextos de enunciación. En Revista Comunicación y
Sociedad, Universidad de Guadalajara, Mayo-Diciembre, México. 1994], pp. 23-60.
29
J. A. Paoli, «Ámbito de sentido …» , [sujeto social y Estado Nación. EN: Razón y Palabra. Revista
electrónica, Número 17, Febrero abril 2000.] s/f.
15
discurso es el uso interaccional y comunicativo del lenguaje, en el modo oral y/o escrito,
dentro de cierta situación comunicativa inscripta en una comunidad sociohistórica.30
Esta definición amplia del objeto de estudio del AD muestra coincidencias con el
objeto de estudio de la pragmática. Van Dijk define a la pragmática como el estudio
del uso del lenguaje en tanto acción socioculturalmente contextualizada.
El interés por el uso comunicativo y contextualizado del lenguaje se especifica
en ciertas prácticas y preferencias teóricas y metodológicas más o menos consensuadas
dentro de la disciplina31, entre ellas, en su reciente tesis doctoral, Federico Navarro
enumera: En primer lugar, el análisis del discurso busca explorar las relaciones entre los
textos y los condicionantes comunicativos de la situación local (comunicativa) y global
(social, cultural, histórica y política), considerando aspectos como las características del
entorno comunicativo; los objetivos, opciones y expectativas de los participantes; las
normas, presupuestos y posiciones culturales e institucionales; y, en menor medida, el
entorno cognitivo constituido por procesos y representaciones mentales.32 En segundo
lugar, se interesa por los significados y las funciones del lenguaje, y considera que Éste
está guiado por reglas, principios y, especialmente, estrategias comunicativas
disponibles a los usuarios. En tercer lugar, permite la explicación y la interpretación
crítica de los fenómenos textuales estudiados a partir de su estudio contextualizado,
considerando que entre los factores textuales y contextuales se da una influencia
dialéctica y bidireccional. En cuarto lugar, utiliza preferentemente textos reales (en este
sentido, es una disciplina empírica), sin privilegiar el discurso escrito frente al discurso
oral, aunque con cierta preferencia por este último. En quinto lugar, va más allá de
unidades suboracionales tradicionalmente favorecidas por la lingüística formal y
explora estructuras organizativas amplias y funciones discursivas, aunque los niveles
suboracionales también integran su espectro de interés. En sexto lugar, tiene cierta
tendencia a priorizar el estudio cualitativo por sobre el estudio cuantitativo y prefiere
estudiar textos en su totalidad.33
En lugar de enumerar los objetos, Salvio Menéndez propone hablar de
perspectiva funcional para el análisis del lenguaje como el objeto general, y Éste “se
analiza a partir de textos que los usuarios de la lengua, los hablantes, producen en
30
T. van Dijk, « The study of discourse» … [En ÍDEM (ed.), Discourse studies. A multidisciplinary
introduction. I. Discourse as structure and process, Sage Publications, London, 1997], pp. 2-3.
31
Ibíd., pp. 14,29 y s.
32
Ibíd., p. 31.
33
F. Navarro, Análisis Histórico del Discurso. [ La evaluación en las reseñas del Instituto de Filología
de Buenos Aires (1939-1989). Valladolid, Universidad de Valladolid, 2011], pp. 27-28.
16
[cuyos] límites disciplinares son marcadamente elásticos”.37 Los temas de interés para
esta subdisciplina poseen una perspectiva sobre el lenguaje, como instrumento
comunicativo y contextualizado; con respecto a ello las investigaciones sueleN utilizar
el contexto (situacional, sociocultural, histórico y político-económico) como factor
explicativo, y tiende a estudiar funciones comunicativas (y sus manifestaciones
lingüísticas) organizadas en géneros discursivos. Asimismo estos trabajos se dividen y
centran en dos ramas o vertientes principales, denominaciones que varían según el/los
autor/es que lo define, pero que, en resumidas cuentas, se asemejan por EL carácter
pragmático y se diferencian en cuanto a la perspectiva sincrónica o diacrónica que
establecen.
Sin extendernos EN EXCESO en la cuestión, sÓlo agregaremos que, operarían
dos estrategias explicativas dentro de la subdisciplina. Por un lado, puede COLOCARse
el énfasis en explicaciones internas al sistema lingüístico, tal como la
pragmaticalización, lexicalización o idiomatización. Por otro lado, puede ponerse el
énfasis en explicaciones externas al sistema lingüístico, o, ligadas dialécticamente a él,
tales como diferencias en los sistemas convencionalizados de pensamiento o en factores
más concretos de los contextos situacionales.38 Nosotros optamos POR integrar ambas.
Sobre esta CUESTIÓN, Taavitsainen y Fitzmaurice destacan que las investigaciones
actuales son especialmente eclécticas y combinan metodologías, tradiciones e intereses
diversos. En cualquier caso, proponen distinguir dos perspectivas metodológicas muy
histórica parece demasiado atada a un conjunto de objetos muy particulares de estudio y tradiciones
teóricas más específicas que restringen la amplitud de la subdisciplina (F. Navarro, op; cit.: pp. 31-33).
[ENTIENDO QUE POR VINCULARSE DIRECTAMENTE AL MÉTODO DE LA TESIS DEBERÍA
TRANSCRIBIRSE EN EL CUERPO DE LA MISMA]
37
Traducción nuestra (addresses the functional study of historical discourse (...) is a multidisciplinary and
empirical subdiscipline (...) is interested in a group as diverse and broad areas of study such as the DP and
its own disciplinary boundaries are remarkably resilient) (I. Taavitsainen, y S. Fitzmaurice, «Historical
Pragmatics: what it is and how to do it». EN: ÍDEM (eds.) Methods in Historical Pragmatics, Mouton de
Gruyter, Berlín/New York, 2007, pp. 1, 11 y 13.
38
F. Navarro, op; cit., p. 36.
18
PROCEDIMIENTOS METODOLÓGICOS
39
I. Taavitsainen y S. Fitzmaurice, ibíd., pp. 11 y ss.[SI LA DOBLE SS. HACE REFERENCIA A
MUCHAS PAG. SE RECOMIENDA COLOCAR EL TOTAL DE PÁGS. DE REFERIR SÓLO A UNA
SE CONSIGNA S]
40
Estos procedimientos son propuestos en F. Navarro, op. cit., pp. 40-43.
19
análisis crítico del discurso como desde el análisis sociológico del discurso.42 Sin
embargo, la manera en que lo aplicaremos nos diferencia. Primero, esos análisis hablan
de niveles, lo que supone una disposición jerárquica tal que el análisis macro abarca lo
41
Ibídem: p. 26-27.
42
Desde el análisis crítico del discurso van Dijk señala dos tipo de análisis: uno a nivel macro y otro a
nivel micro. El primero tiene que ver con las estructuras lingüísticas y sus relaciones con el texto; a su
vez, el nivel macro se asocia a los niveles sociales y culturales, y el establecimiento, reproducción y
legitimación del poder. Fairclough caracteriza un enfoque tridimensional: la micro o análisis textual que
tiene que ver con las formas y significados en los textos, la meso o práctica discursiva, que se enfoca en la
producción e interpretación del texto, y la finalmente la macro, o sea, la practica sociocultural que opera
en un estrato más amplio del análisis social (T. van Dijk, ed., El discurso como interacción social.
Estudios sobre el discurso: introducción multidisciplinaria. Gedisa, Barcelona, 2000. N. Fairclough, ed.,
Critical discourse analysis: The critical study of language. Logman, Nueva York, 1995). De
importancia resultan las obras de: Benavidez, Jorge. Una aproximación interdisciplinar al
análisis del discurso crítico al estudio de la Historia. En Rhec, N° 11, Universidad de Nariño, San Justo
de Pasto, 2008, pp. 9-31. Desde el análisis sociológico del discurso, los niveles se dividen en textual,
contextual e interpretativo. Ver J. Ruiz Ruiz, Análisis sociológico del discurso: métodos y lógicas.
Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 10 (2), Art. 26, 2009. s/f.
(http://nbnresolving.de/urn:nbn:de:0114-fqs0902263). Un esquema similar se puede apreciar en L. E.
Alonso, La mirada cualitativa en sociología. Fundamentos, Barcelona, 1998.
20
micro pero, siguiendo la complejidad analítica asignada, comienza por lo micro para
finalizar en lo macro. Nosotros planteamos el análisis como «tipos» que se dan de
dándose por concluida su aplicación en tanto advirtamos que hemos alcanzado los
objetivos perseguidos en el análisis.
Segundo, como se apreciará [en la última cita a pie de página. INDICAR
DIRECTAMENTE ELNÚMERO], estos modelos suele presentar tres niveles de
análisis. Nosotros, en cambio, estableceremos dos tipos, porque creemos que la
interpretación43 [o dimensión macro], se encuentra a lo largo de todos los niveles del
proceso de análisis, al menos, si se establecen las conexiones planteadas más arriba. ¿O
es qué el nivel textual debe ser solamente descriptivo? ¿O el contextual sÓlo
interpretativo? Consideramos que se trata más bien de “moverse” entre la descripción,
interpretación y explicación.
Análisis textual: con el propósito de caracterizar la composición y estructura del
discurso, recurriremos a dos componentes: a) Semántico, donde se examinan los
contenidos ideacionales que trasmite el autor al lector en función de las necesidades de
la acción, el componente semántico es donde se identifican los contenidos y sus
significados. Se comprende un procesamiento mental de información o re-estructuración
de mapas representacionales. b) [Sintáctico, en él se examina el sistema de señales o
signos que exteriorizan los contenidos previstos por el componente semántico.
Prefiriendo algunas expresiones particulares de ese sistema de señales: palabras,
imágenes, formas geométricas, tipo de lenguaje escogido y las reglas de selección de
signos. De allí que trabajemos con herramientas Semiótica, problematizando el sentido,
relevando el léxico utilizado, el uso de figuras retÓricas (metáforas, metonimias) y las
formas sintácticas, en la medida en que constituyen mecanismos generadores,
constructores de sentidos,44 cuestión central en nuestro trabajo. SE ADVIERTE
ALGÚN PROBLEMA SINTÁCTICO NO DE CONTENIDO]
43
Aquí tomamos el sentido propuesto por Gadamer, donde la interpretación es la forma en la que se
realiza la comprensión; es decir no habría comprensión si no existe una interpretación del texto como
discurso (Hans-Georg Gadamer, Verdad y método: fundamentos de una hermenéutica filosófica.
Sígueme, Salamanca, 1977). [DE NO ENCONTRAR LA PÁG. DE LA CITA CONSÚLTEME]
44
Resultan fundamentales los debates y aportes de Juan Magariños de Morentín en Comunicación Red
Semiticians. Entre ellos: La semiótica de los bordes. Apuntes de metodología semiótica. Ultima
actualización Enero 2009.
21
45
J. Ruiz Ruiz (2009) op. cit.: s/f.
46
Ibíd., s/f.
47
Cf. N. Fairclough (1995) op; cit., apud. Jorge Benavidez (2008) op. cit.
22
decir, los discursos de los actores están compuestos por información, pero también por
ideología. Esta limitación puede ser soslayada o, al menos, minimizada abstrayendo en
la interpretación todos aquellos aspectos del discurso atribuibles a la posición subjetiva
adoptada por los actores/informantes. Lo que interesa precisamente es el particular
punto de vista del sujeto, pero no como un sesgo subjetivo del discurso, sino como
indicio de construcciones ideológicas, entendidas como modos intersubjetivos de
48
M. Foucault, El orden … [Tusquets, Barcelona, 1973], p. ………………..
49
L. E. Alonso y J. Callejo, «El análisis del discurso …» [En Revista Española de Investigaciones
Sociológicas, 88, 37-74, Madrid, 1999.], p. 49.
50
J. Ruiz Ruiz, op; cit., s/f.
23
51
Ibíd., s/f.