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ENVEJECIMIENTO, SALUD Y DEPENDENCIA

BIBLIOTECA DE INVESTIGACIÓN
n.º 42
Joaquín Giró Miranda
(coordinador)

ENVEJECIMIENTO, SALUD Y DEPENDENCIA

UNIVERSIDAD DE LA RIOJA
SERVICIO DE PUBLICACIONES
2005
Giró Miranda, Joaquín
Envejecimiento, salud y dependencia / Joaquín Giró Miranda (coordinador).-
Logroño : Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2005
208 p. ; 24 cm.- (Biblioteca de investigación ; 42)
ISBN 978-84-693-0771-7
1. Envejecimiento de la población. I. Giró Miranda, Joaquín. II. Universidad de
La Rioja, Servicio de Publicaciones
314.47

Envejecimiento, salud y dependencia


Coordinado por Joaquín Giró Miranda (publicado por la Universidad de La Rioja) se encuentra bajo una
Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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© El autor
© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2011
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E-mail: publicaciones@unirioja.es

ISBN: 978-84-693-0771-7
ÍNDICE

Los autores ............................................................................................... 9

Presentación
Joaquín GIRÓ MIRANDA............................................................................ 11

El envejecimiento demográfico
Joaquín GIRÓ MIRANDA............................................................................ 17

Ocio en los mayores: calidad de vida


Inés ALCALDE MERINO y Milagros LASPEÑAS GARCÍA .............................. 43

Sexualidad y afectividad en la vejez


María Victoria HERNANDO IBEAS ............................................................. 63

Música y salud: la danza calidad de vida


Manuela BUADES JIMÉNEZ y África RODRIGUEZ BLANCO ...................... 81

Género y educación sanitaria en el anciano


Javier IRUZUBIETA BARRAGAN ................................................................ 99

Enfermedades de alta prevalencia en el anciano


José María URRACA FERNÁNDEZ ............................................................... 121

Estimulación cognitiva y prevención del envejecimiento cerebral


Anabella MARTÍNEZ PÉREZ ....................................................................... 133

Estimulación cognitiva con enfermos de Alzheimer


Verónica ACINAS JULIÁN ........................................................................... 153

Diseño de centros y servicios para mayores


Alicia FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAON ...................................................... 173

Cuidados en situaciones de dependencia: las úlceras por presión


José Javier SOLDEVILLA AGREDA .............................................................. 189

7
LOS AUTORES
Dr. JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA (Coordinador del Curso)
Licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor por la Universidad de La Rioja
Director de la Unidad Predepartamental de Ciencias Sociales del Trabajo
Profesor de Sociología en la Universidad de La Rioja

Dña. INÉS ALCALDE MERINO


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Master en Psicología Clínica Conductual (Aplicación de Adultos) del Centro
Luria.
Master en Sexualidad Humana por la UNED
Psicóloga responsable del Plan de Prevención del Centro de Prevención y
Atención del Alcoholismo [CPAA]

Dña. MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA


Licenciada en Sociología por la UNED
Profesora de Sociología de la UNED
Socióloga responsable del Plan de Prevención del Centro de Prevención y
Atención del Alcoholismo [CPAA]

Dña. MARÍA VICTORIA HERNANDO IBEAS


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Tesis doctoral en elaboración: Vínculos afectivos y sexualidad en la vejez.
Experta en Gerontología (Título propio de la Universidad de Salamanca)
Master en Gerontología (Universidad de Salamanca)
Profesora de Trabajo Social en la UR

Dña. MANUELA BUADES JIMÉNEZ


Licenciada en Música
Profesora de danza clásica y de danza española.
Profesora de Didáctica de la expresión musical en la Facultad de Ciencias de
la Educación de Granada. Campus Universitario de Ceuta

Dña. ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO


Licenciada en Música
Profesora titular de Didáctica de la expresión musical en la Facultad de
Ciencias de la Educación de Granada. Campus universitario de Ceuta

9
D. JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
Licenciado en Humanidades por la Universidad de La Rioja
Diplomado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza
Diplomado en Sanidad por la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid
Experto Universitario en Promoción de la Salud en la Comunidad por la UNED
Profesor de Salud Pública y Enfermería Comunitaria de la EU de Enfermería
de la UR

Dr. JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ


Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Oviedo.
Premio Fin de Carrera de la Especialidad en Medicina de la Educación Física
y Deporte. Premio extraordinario de Doctorado del Departamento de Medicina
de la Universidad de Oviedo.
Profesor de Medicina y Salud Pública de la UR.

Dña. ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ


Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona
Profesora de Servicios Sociales de la UR
Docente en el taller de empleo en la especialidad de “Servicio de atención al
anciano”.
Ha dirigido talleres de “Entrenamiento de la memoria para mayores de 60
años”

Dña. VERÓNICA ACINAS JULIÁN


Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de Salamanca
Master en Psicogerontología y Neurociencias aplicadas.
Psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de La Rioja

Dña. ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Master en Residencias, Geriatría y Gerontología (Universidad de A Coruña-
Fundación Española de la Tercera Edad).
Master en Intervención Psicosocial, especialidad Gerontología. (UPV)
Coordinadora de la Comisión de Psicología del Envejecimiento del Colegio de
Psicólogos de La Rioja.
Profesora de Psicología Social de la UR

D. JOSÉ JAVIER SOLDEVILLA ÁGREDA


Diplomado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza
Licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad del País Vasco
Titulado Superior en Gerontología por la Universidad de Santiago de
Compostela
Profesor de Enfermería Geriátrica de la EU de Enfermería de la UR.
Presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica
(Nov. 1987- Abril 2004)
Director del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Ulceras por
Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP)
Director de la revista científica GEROKOMOS

10
PRESENTACIÓN

Joaquín Giró Miranda

Este libro recoge la información, el estudio y las reflexiones de diversos


especialistas acerca del proceso de envejecimiento de la población. Aunque si
quisiéramos ser más precisos, deberíamos hablar del fenómeno de rejuveneci-
miento de la población española, pues a nadie se le escapa que los
denominados mayores en el pasado reciente (mayores de cincuenta años), hoy
día son considerados personas en la plenitud de la vida al trasladar la crisis
vital a los ochenta y más años. El rejuvenecimiento de la población ha
conllevado un periodo de actividad extra que no tiene carácter productivo y
que se caracteriza por el desarrollo de ocupaciones de tiempo libre. Sin
embargo, este rejuvenecimiento de la población no hace sino trasladar los
problemas de salud en el tiempo hacia las cohortes más longevas, las cuáles
han desarrollado patologías que implican una dependencia extrasanitaria,
como ocurre con las enfermedades cerebrales y de carácter cognitivo.
Ha sido pues el rápido proceso de envejecimiento de la estructura de
población en los países desarrollados el desencadenante del interés por la
gerontología social y no sólo por la geriatría (rama de la medicina que se
interesa por los procesos degenerativos propios de la edad avanzada), pues el
envejecimiento de la población no se refiere exclusivamente a un proceso
biológico determinante de las condiciones de salud de las personas, sino a un
proceso social por el que la sociedad se transforma de manera significativa, en
virtud de su estructura y organización en torno a la edad como componente
diferenciador de los estatus de las personas. En el desarrollo de este proceso
de envejecimiento, el grupo de personas de edad se incrementa (es decir, los
mayores de sesenta y cinco años), aunque no de forma homogénea en todas
las edades de la vejez (el crecimiento en los últimos tramos de edad biológica
es menor aunque porcentualmente haya sido superior en estos últimos años
el crecimiento de los mayores de ochenta años –la llamada cuarta edad-), ni
tampoco en la relación entre los sexos (las mujeres han logrado una mayor
longevidad que los varones), en detrimento de la población joven (por caída
de la natalidad y los índices de fecundidad), dando lugar a lo que se denomina
el envejecimiento demográfico.
Buena parte de estas reflexiones se expusieron y discutieron en el II curso
de Gerontología Social celebrado en la Universidad de La Rioja durante el mes

11
de noviembre de 2003, organizadas por profesores de la Unidad
Predepartamental de Ciencias Sociales del Trabajo en colaboración con
profesores de la Escuela Universitaria de Enfermería de La Rioja, gracias al
apoyo financiero de la Universidad de La Rioja en su convocatoria de ayudas
para la realización de actividades de extensión universitaria, mediante la cual
se pudo invitar a especialistas y profesionales de otras áreas disciplinares.
Así pues y a lo largo de este libro, se tratan diferentes aspectos de un
mismo proceso, el de envejecimiento, resaltando las relaciones con la salud y
la dependencia (Giró), como cuestiones que pese no ser sinónimas están
presentes en un gran número de personas que alcanzan edades avanzadas. La
independencia personal es una expresión de calidad de vida; por ello, la
dependencia supone en líneas generales la carencia de algo que se supone
fundamental para el desarrollo de una vida plena.
Precisamente un componente de la calidad de vida, aunque para algunos
la esencia de la misma, es el ocio y su disfrute. En este sentido se trata el
envejecimiento desde una perspectiva sociocultural (Alcalde y Laspeñas),
relacionándolo con el aumento del tiempo libre que, en general, infrava-
loramos, y del que desconocemos su manera de empleo. Las autoras, además
de constatarlo, incitan a la utilización voluntaria, satisfactoria y positiva del
mismo, pues este tiempo de ocio es el que más significativamente, conlleva
-repercute o incrementa- el bienestar y calidad de vida entre las personas
mayores. Entienden por un buen envejecimiento, por un envejecimiento
satisfactorio, aquel que entiende la salud, no únicamente como ausencia de
enfermedad, sino desde una triple perspectiva: biológica (envejecimiento sano
y pleno), psicológica (envejecimiento positivo y adaptado) y social (envejeci-
miento integrado, activo y participativo).
Las diferentes variables bio-psico-sociales que afectan al individuo desde
que nace hasta que muere, y no sólo la edad, hacen que se produzcan
cambios en las diferentes capacidades. Sin embargo, el peso de los mitos y
prejuicios que acompañan al concepto de vejez aún es demasiado signifi-
cativo, y los propios mayores se ven en la obligación de corresponder y asumir
el rol asignado, puesto que también participan de éstos estereotipos culturales
(Hernando). La construcción social existente sobre la etapa de la vejez pone
de manifiesto, en numerosas ocasiones, una perspectiva que niega, entre otras,
la posibilidad de interés y actividad sexual en los hombres y mujeres mayores.
Esta perspectiva construye y genera mitos y creencias erróneas, que no
facilitan vivenciar saludable y placenteramente la sexualidad. Sin embargo, el
desarrollo y expresión de la personalidad humana exige el abordaje de los
aspectos afectivos y sexuales.
Es una obligación ética respetar el pasado de quienes hoy son mayores,
y ofrecerles alternativas que les permitan vivir sus experiencias sexuales como
consideren más oportuno, eligiendo, sin presionarles a cambiar unos
esquemas por otros. Pero la sociedad también debe comprometerse a trabajar
(educación, prevención, intervención...) por la creación y el mantenimiento de
vínculos afectivos estables y seguros, puesto que éstos son fuente estructural
del ser humano, sin importar la edad, el género o la condición.

12
El concepto de calidad de vida se popularizó a partir de los años sesenta
convirtiéndose en un término utilizado en muy diversos ámbitos: la salud, la
educación, la política, el mundo de los servicios en general y muy
especialmente en la salud mental y física de los mayores. El cambio de
costumbres y hábitos en las sociedades industrializadas hizo surgir la
necesidad de medir esta realidad y planificar una actuación centrada en la
persona, así como la adopción de modelos de apoyo y técnicas de mejora,
incluyendo la evaluación de las necesidades y sus niveles de satisfacción. En
este contexto de salud y calidad de vida, las denominadas terapias creativas
(Buades y Rodríguez), permiten aumentar la vitalidad de las personas
mayores, al contribuir mediante el uso de terapias tales como la musicoterapia
y la danzaterapia mejorar su estado de ánimo, aumentando la creatividad,
relajándolas y recuperando su ilusión.
Toda clase de medidas terapéuticas y preventivas serán pocas, pues en la
medida que la dinámica de envejecimiento poblacional persista, los sistemas
de atención se verán sometidos a unas cargas asistenciales progresivamente
mayores debido a que la población de más edad tiende a utilizar en mayor
medida los servicios asistenciales. Esta mayor presión asistencial se ve
favorecida por otros factores (Iruzubieta), además del demográfico, como son
los avances científicos que se traducen en la aplicación de nuevas y más
sofisticadas tecnologías en el campo sanitario, el incremento del nivel socioe-
conómico de la población en general, y los cambios que se han producido en
la organización de los servicios socio-sanitarios que permiten a la población
tener a su alcance mejores recursos tanto desde un punto de vista cualitativo
como cuantitativo. En cualquier caso, los sistemas sanitarios están pensados
para solucionar situaciones episódicas, agudas, las cuales no son las
prevalentes en el caso de los ancianos que se ven afectados fundamentalmente
por procesos de tipo crónico.
Dentro de este contexto, la educación sanitaria dirigida al anciano juega
un papel decisivo. Los ancianos con problemas crónicos reciben la mayor
parte de los cuidados del entorno familiar que van a depender de factores
económicos, afectivos y estructurales, donde el cuidador principal aporta hasta
el 90% de las horas de atención familiar. El género será una variable a tener
muy en cuenta en estos cuidados, muy ligados al papel tradicional
desempeñado por la mujer en el ámbito familiar. Asimismo, el conocimiento
de los determinantes de la salud y las metodologías utilizadas en la educación
sanitaria del anciano y de su entorno, serán claves en la mejora del bienestar
de esta población.
Pero si la educación sanitaria es una medida preventiva fundamental, no
por ello la sanidad debe ver los problemas geriátricos como enfermedades
únicas en las que es necesario saber de forma exacta el diagnóstico o las
causas últimas; además, estas enfermedades pueden y deben ser tratadas, y
sino curadas, por lo menos paliadas.
Las enfermedades en las personas mayores tienen unas características
especiales que las diferencian de las patologías en personas más jóvenes. Las
diferencias más importantes proceden de la aparición de patologías múltiples

13
(Urraca). Es común en este grupo de población que las personas tengan
varias enfermedades a la vez; por ejemplo, es frecuente que una persona
diabética tenga asociados problemas circulatorios, insuficiencia cardiaca,
insuficiencia respiratoria, etc. Estas situaciones hacen pensar al personal
sanitario sobre qué síntoma es más urgente a la hora de comenzar el
tratamiento, pero teniendo en cuenta que los fármacos para una dolencia
pueden agravar o desencadenar la aparición de otra nueva.
Mientras las enfermedades que aparecen en las personas más jóvenes
suelen ser agudas y autolimitadas, en el caso de las personas mayores las
enfermedades tienen características diferentes como son la cronicidad y la
asociación de varias enfermedades al mismo tiempo. Esta situación conlleva
tratamientos más prolongados, incluso de por vida. Si a esto le añadimos la
polimedicación, lo que nos encontramos es una persona de edad que debe
tomar varias medicinas a lo largo del día durante toda su vida.
Las limitaciones en la salud de las personas mayores que en ocasiones
conlleva la polimedicación como expectativa vital, no es comparable con el
deterioro de la memoria y la inteligencia, auténticos factores claves del enveje-
cimiento (Martínez). En este sentido se informa sobre el avance en el conoci-
miento de estos soportes mentales para el mantenimiento de la calidad de vida
entre los mayores, que se complementa con la propuesta de algunos
principios de actuación con el fin de lograr su estimulación en el marco de las
aportaciones novedosas de la psicología cognitiva. Del mismo modo se
establecen los rudimentos de técnicas de estimulación, así como algunas
orientaciones profesionales.
El tratamiento no farmacológico para tratar el síndrome de demencia en
general y en especial la enfermedad de Alzheimer, consiste en una serie de
técnicas muy diversas que persiguen diferentes objetivos, tales como mantener
las funciones cognitivas que el paciente conserva, controlar las alteraciones de
conducta de los pacientes, mantener las AVD básicas e instrumentales, propor-
cionar apoyo al cuidador disminuyendo el estrés a través de la información y
formación, y mejorar la calidad de vida del paciente y de su entorno (Acinas).
La intervención cognitiva se puede llevar a cabo a través de múltiples técnicas,
tales como la orientación a la realidad, psicomotricidad, reminiscencia,
musicoterapia, etc. La estimulación puede igualmente realizarse en el
domicilio de la persona enferma, para lo cual se necesita que el cuidador o el
personal especializado estén formados.
Cuando los cuidados exceden el marco familiar, entonces hay que recurrir
a los centros y servicios para mayores, los cuáles exigen unos principios
básicos de planificación y diseño (Fernández), haciendo hincapié en la
necesidad de conocer las características y demandas de los beneficiarios, la
importancia de la correcta evaluación (del recurso y de la persona), y en
especial a la adecuación a criterios de calidad del centro o servicio, así como
el bienestar y la calidad de vida de la persona.
La falta de autonomía personal para satisfacer actos básicos de la vida
diaria es un problema creciente tanto en las personas potenciales de riesgo,

14
sus cuidadores familiares y las estructuras sociales y sanitarias que deberán
cubrir esa carencia, proporcionando cuidados de forma continuada, con la
sobrecarga que en todos estos niveles va a generarse, hasta convertirla sin
duda en un desafío para el Sistema. La limitación física que caracteriza muy a
menudo al anciano dependiente y merma o impide la capacidad de
movilizarse de forma autónoma e incluso cambiar por sus propios medios de
posición durante su estancia en la cama o en el sillón, perfil muy frecuente de
un gran grupo de esta población, conlleva entre otras complicaciones posibles
el desarrollo de úlceras por presión (Soldevilla), silente “epidemia viva aún
en el siglo XXI”, considerada a menudo como un problema banal e
imprevisible, aún cuando paradójicamente estamos en situación de poder
evitarlas al menos en un 95 % de todos los casos.
Es así como con las diferentes aproximaciones a los aspectos sanitarios y
de dependencia de la población mayor, siempre con la perspectiva de mejorar
la calidad de vida de su existencia, cerramos este libro que esperamos sirva al
desarrollo del conocimiento que demanda una buena parte de la sociedad,
especialmente quienes de una forma voluntaria o profesional se encuentran
más cerca de la población mayor.

15
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

Joaquín Giró Miranda

Ha sido el rápido proceso de envejecimiento de la estructura de población


en los países desarrollados el desencadenante del interés por la gerontología
social y no sólo por la geriatría (rama de la medicina que se interesa por los
procesos degenerativos propios de la edad avanzada), pues el envejecimiento
de la población no se refiere exclusivamente a un proceso biológico
determinante de las condiciones de salud de las personas, sino a un proceso
social, por el que la sociedad se transforma de manera significativa en virtud
de su estructura y organización en torno a la edad como componente diferen-
ciador de los estatus de las personas.
En el desarrollo de este proceso de envejecimiento el grupo de personas
de edad se incrementa (es decir, los mayores de sesenta y cinco años), aunque
no de forma homogénea en todas las edades de la vejez (el crecimiento en los
últimos tramos de edad biológica es menor aunque porcentualmente haya sido
superior en estos últimos años el crecimiento de los mayores de ochenta años
–la llamada cuarta edad-), ni tampoco en la relación entre los sexos (las mujeres
han logrado una mayor longevidad que los varones), en detrimento de la
población joven (por caída de la natalidad y los índices de fecundidad), dando
lugar a lo que se denomina el envejecimiento demográfico.
La población española, como todas las sociedades desarrolladas, no ha
dejado de envejecer en los últimos cien años. La estructura poblacional
española, presenta las mismas tendencias que el resto de países de la Unión
Europea, aunque de forma más tardía. En la actualidad, España ocupa el
quinto lugar en la Unión Europea (por detrás de Italia, Grecia, Suecia y
Bélgica) en cuanto al número de personas mayores, pero este incremento ha
sido más intenso en las dos últimas décadas. Mientras en la década de los años
ochenta había en España algo más de cuatro millones de personas mayores de
sesenta y cinco años, lo que equivalía a más del 11% del total de la población,
en la década actual ha supuesto la existencia de siete millones trescientas mil
personas mayores de sesenta y cinco años, equivalente al 18,7% del total de
la población. Por tanto, durante el siglo XX, los españoles con sesenta y cinco
y más años, han crecido en volumen poblacional siete veces, especialmente
los más longevos que se han multiplicado por diez.

17
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

El aumento de la esperanza de vida de los mayores de sesenta y cinco


años en España, ha sido superior al aumento observado en otros países
desarrollados, dado que se partía de niveles más bajos. No obstante, los
contingentes de personas mayores de sesenta y cinco, disminuirán en los
próximos años con la llegada de las generaciones de nacidos durante la
Guerra Civil y la posguerra, a causa de las bajas tasas de fecundidad que se
dieron entonces y la mortalidad de su población.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VEJEZ


Es verdad que el concepto de ser mayor de edad ha cambiado
radicalmente en estos años, y que la probabilidad de vivir esos años (dilatados
años, cada vez con mayor frecuencia), con ciertas cotas de bienestar y de
calidad de vida, al menos entre la población de los países desarrollados,
empieza a ser una realidad; sin embargo, este notable aumento de la
longevidad también tiene su parte menos positiva, y es que ha repercutido en
el incremento de problemas y enfermedades relacionadas con la edad, como
son la demencia senil y presenil que tiende a precipitarse a partir de los
setenta años.
El proceso de envejecimiento, en líneas generales, forma parte de un
mensaje de carácter positivo, pero la ancianidad, como concepto, es una
construcción social, una situación que muchas personas asocian indefecti-
blemente con la palabra clave: la pérdida1. Pérdida de autonomía: necesidad
de otras personas para cumplir funciones higiénicas básicas; pérdidas
económicas y de autosuficiencia material; pérdida de funciones sensoriales
(vista y oído) y locomotoras; pérdidas afectivas y de compañía (esposo/a,
hijos, amigos...); pérdida de capacidad física, vital (menos energía) y sexual;
pérdida de capacidad mental: menos reflejos y memoria; pérdidas sociales:
jubilación, etc.; pérdida o limitación en las posibilidades de comunicación,
factor decisivo dada la importancia de la comunicación en la familia y en la
sociedad2.
Y esas pérdidas están engarzadas en el imaginario social con la
dependencia de unos o de otros, familiares o ajenos, privados o institu-
cionales, lo cual significa que no hay autonomía total porque ya no se es en

1. En un estudio del Departamento de Psicología de la Universidad Rovira i Virgili


sobre significados asociados a la jubilación se apreciaba que los significados que
presentaban menos frecuencia eran los relativos a la idea de pérdida. Sin embargo, la
muestra sobre la que se realizó el estudio ofrecía un gran sesgo que no permite su extensión
al conjunto de la población mayor, pues los 170 individuos seleccionados eran asistentes a
las conferencias y cursos para personas mayores de la propia Universidad, lejos por tanto
de la necesaria heterogeneidad del universo de donde se debe extraer una muestra signifi-
cativa. Ver Pastor, Estanislao et alt. (2003): “Significados asociados a la jubilación e influencia
con la actividad de ocio y la ética del trabajo”, en Rev. Mult. Gerontol. nº 13 (1), pp. 15-22.
2. Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Educación, nº
325, pág. 33.

18
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

su totalidad. Porque esta totalidad depende de los servicios familiares,


sanitarios o sociales, o de todos en su conjunto; y entonces, el bienestar es
dependiente de la buena voluntad de los otros, que no siempre se manifiesta
en tal sentido, como se puede desprender de las denuncias por abandono,
malos tratos, incluso violencia y muerte, señalada en ocasiones por los medios
de comunicación. Precisamente Hernández indica que una de las pérdidas más
graves que puede experimentar el ser humano es la de la propia dignidad; no
cabe duda de que, el ser víctima de malos tratos y tener que sufrirlos o
soportarlos por no disponer de medios, fuerzas o recursos para rechazarlos
implica una grave pérdida de dignidad, y especifica que junto a los tres tipos
de violencia contra las personas mayores: la violencia psíquica, la violencia
sexual y la violencia física señalados por la Unión Nacional de Asociaciones
Familiares, se encuentran los abusos económicos.
Aunque sin llegar a estas situaciones de violencia y pérdida de dignidad,
lo peor de la vejez y de sus componentes sigue siendo la pérdida de
autonomía en general, o como especifica el sociólogo Gil Calvo3, la pérdida
de autonomía moral e independencia civil, que les somete al dominio de
aquellos poderes públicos y privados (la familia, los médicos, las autoridades)
de los que dependen. Lo más triste del trato que damos a los ancianos no es
que les abandonemos a su suerte (lo que al menos les obliga a valerse por sí
mismos), sino que les tratemos como a menores de edad necesitados de
protección y tutela, lo que les coloca bajo nuestro poder discrecional y
arbitrario. Pues al sentirnos magnánimos y aceptar protegerles, lo hacemos
privándoles de sus derechos, tras expropiarles su propia responsabilidad
personal como sujetos agentes. Por eso les engañamos con mentiras piadosas,
les impedimos que elijan por sí mismos y tomamos decisiones por ellos,
llegando en la práctica a incapacitarlos aunque sólo sea informalmente”.
Es posible que en el imaginario social la construcción de la vejez se haga
desde la idea de pérdida, principalmente de autonomía, y por tanto se asocie
con las dependencias de cualquier tipo, a partir de las cuales, la familia, los
servicios sanitarios y otro tipo de instituciones toman su protagonismo; pero
si hay algo que conceptúa la vejez y define su estatus social, esto es la edad.
Ahora bien, la idea que el conjunto de la sociedad tiene de los ancianos y la
que ellos tienen de sí mismos, no siempre se relaciona con los rasgos
biológicos o la edad, como muestra Hernández4 a través de los resultados de
las investigaciones del Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social
(CIRES, 1994-1995) y del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, 1998-
1999).
En el estudio del CIRES se muestra a los españoles opinando que la edad
(46%), el aspecto físico (14%), la forma de ser o de pensar (12%), las

3. Gil Calvo, E. (2003): “El maltrato de la vejez”. Diario El País de 21 de septiembre de


2003, pág. 19.
4. Ver Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Educación,
nº 325, pág. 32.

19
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

capacidades físicas (10%), las capacidades intelectuales (4%) y la salud (4%),


por ese orden de importancia, son las circunstancias que define a una persona
como anciana. Así pues, la edad es –con gran diferencia sobre cualquier otro
rasgo– la característica más importante que lleva a los entrevistados a
considerar a una persona mayor (94%), de la tercera edad (20%) anciana (18%)
o vieja (7%) por ese orden de calificativos. Por otra parte, para describir a los
“mayores” según criterios de “edad”, y utilizando diecinueve calificativos, se
observa que los españoles atribuyen a los mayores los rasgos de sabios,
serenos, inteligentes, tristes, lentos y enfermos; y que en conjunto manifiestan
una visión positiva de los mismos sobre la percepción de carácter negativo,
atendiendo a los resultados obtenidos en otra investigación llevada tres años
antes.
Por su parte, los mayores piensan que la imagen que la sociedad tiene de
ellos está asociada a connotaciones negativas, ya que según el CIS, nuestros
mayores consideran que la sociedad les percibe básicamente como personas
enfermas (47%), molestas (46%), inactivas (46%) y tristes (42%); sólo uno de
cada tres piensa que la sociedad les percibe como personas divertidas (32%)
y uno de cada cuatro como personas sabias (27%). Mientras que ellos se ven
a sí mismos, principalmente como personas divertidas (54%), aunque sólo uno
de cada cuatro se reconoce como sabio (24%) Entre las características
negativas, uno de cada cuatro se percibe como enfermo (25%), y un poco
menos como inactivo (22%), o triste (20%). Desde luego, como no se ven, es
como personas molestas (7%). Es decir, la autopercepción está muy próxima
a la visión positiva de la sociedad, pese a que ellos piensen que la sociedad
les achaca una imagen de carácter negativo.
Hemos constatado que de las investigaciones señaladas, se desprende la
edad como el principal componente definidor de estatus social. Sin embargo,
en la determinación del estatus también utilizamos criterios económicos o de
actividad económica. Por ejemplo, cuando respondemos a la pregunta de ¿a
qué edad se es viejo?, o su contrapunto ¿qué edades son las de la persona
joven?, las respuestas tratan de limitar estructuralmente el paso de la edad
adulta a la edad vieja, o de la edad joven a la edad adulta; aunque no son sino
límites artificiales establecidos sobre concepciones sociales determinadas por
el proceso de actividad productiva o económica.
Como señala Zamora5, las edades a partir de las cuales uno es joven o
viejo, no cabe duda de que éstas se han modificado sustancialmente en el
curso del tiempo. De tal forma se ha acortado la edad adulta, es decir, la que
supone una independencia o una participación económica por sus dos
extremos: en primer lugar, por un incremento de la edad anciana que
corresponde a una disminución de la edad de jubilación, y en segundo lugar
por una dilatación de la edad joven como consecuencia de un retraso cada vez
mayor en la edad de emancipación y en el acceso a una actividad. Se aprecia

5. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?”, en Sistema, nº 175-176, pág.


203-204.

20
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

perfectamente que no es tanto el proceso biológico de envejecimiento lo que


incide en los cambios que se han producido en la definición de las distintas
edades, como el significado y el contenido social que se les atribuye. En este
sentido, Díez Nicolás (1996) apunta que «la edad constituye junto al sexo, la
base fundamental que utiliza la sociedad para adscribir los estatus a los
individuos (...). Pero mientras que el sexo confiere, en general, un estatus para
toda la vida, la edad confiere un estatus cambiante con el tiempo». En nuestro
caso, la conversión del adulto en anciano viene determinada por el paso de la
actividad a la inactividad económica, paso sancionado por la jubilación e,
incluso, por la prejubilación.
El mercado laboral impide con sus presiones estructurales la emanci-
pación del joven, manteniéndolo en ese estatus de persona dependiente del
adulto e impidiendo que este pase a esa categoría superior; pero, por otra
parte, elimina y destruye empleos entre la población adulta mayor de
cincuenta y cinco años, prejubilando y sacando del mercado laboral a los
adultos comprendidos en edades en las que todavía podrían desarrollar una
actividad productiva.
De este modo, encontramos mayores jóvenes (desde los cincuenta y cinco
y sesenta años prejubilados y jubilados anticipadamente –la media en nuestro
país se sitúa en los sesenta y tres años-), y jóvenes viejos (desde los
veintinueve años a los treinta y muchos), que no logran algunos de los
procesos de independencia (afectiva, económica, laboral, residencial). Como
resalta Zamora6, de no ser porque se asimila el envejecimiento con la salida de
la actividad económica, salida que por otra parte se adelanta cada vez más, no
se entiende muy bien que la vejez se defina por una edad cada vez más joven,
es decir, que se haga pasar cada vez más pronto a los individuos de la
categoría adulta a la categoría anciana, cuando simultáneamente se afirma que
el envejecimiento biológico se está retrasando. Pero si no se explica
socialmente esta situación de anomalía en la estructura por edades, sí
encontramos explicación al porqué del crecimiento de la población mayor,
una población que crece por sus dos extremos: por el anticipatorio (mayor
cada vez a edades más jóvenes), y por el terminal (mayores hasta edades más
viejas).
Además, este proceso de crecimiento del grupo de edad de los mayores,
ha conducido a una subdivisión en su interior, pues algunos demógrafos ya
hablan de viejos jóvenes hasta los setenta y cinco u ochenta años, porque en
general están en perfectas condiciones, y de los viejos más viejos pues a partir
de esa edad es cuando las condiciones de salud comienzan a deteriorarse.
Precisamente los mayores de ochenta años son considerados como el grupo
de edad avanzada en el cual se producen mayores demandas de asistencia
social y sanitaria. Es la llamada cuarta edad, y son ya la porción del total de
población española que más va a crecer. Se ha señalado incluso que el grupo

6. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?”, en Sistema, nº 175-176, pág.


204.

21
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

de ochenta y más años crecerá hasta el 80% en los próximos veinte años,
mientras que los del grupo comprendido entre 20-34 años perderán casi un
tercio de sus efectivos.
Quizás las previsiones de envejecimiento produzcan más alarma (por sus
repercusiones sobre la economía), con la llegada del año 2015, pues será a
partir de este año cuando comiencen a jubilarse las generaciones nacidas en
los cincuenta, mucho más numerosas que las de la Guerra Civil y posguerra.
Según el INE, en la actualidad casi 31.000 españoles celebran sus sesenta
y cinco cumpleaños cada mes. Esta cifra contrastará con los 47.500 que lo
harán en la década de los veinte, década en la que se espera que se inicie la
llegada a las edades de jubilación de las generaciones del baby-boom español
(nombre con que se designa a la gran explosión demográfica de los nacidos
entre 1957 y 1977), y no finalizarán previsiblemente hasta el año 2040 cuando
los abultados efectivos de esta generación hayan alcanzado finalmente la
jubilación. Este hecho acontecerá con una media de diez años de retraso
respecto al mismo fenómeno en Europa.
Si atendemos al Índice de Vejez (o relación entre la población de sesenta
y cinco años y más y la menor de quince), ha crecido a partir de la década de
los ochenta del pasado siglo, precisamente a causa de la combinación y
reforzamiento de estas dos tendencias poblacionales opuestas: el aumento del
número de mayores y la disminución del número de jóvenes. Esto significará
una menor presión sobre el mercado de trabajo de los jóvenes, lo que puede
suponer una ventaja al disminuir las cifras de paro, pero terminará erigiéndose
en un inconveniente, al tener que soportar la población activa un mayor índice
de dependencia senil.

FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ
En la actualidad viven en España alrededor de 1,6 millones de personas
mayores de ochenta años. Incluso hemos empezado a familiarizarnos con la
existencia de centenarios, donde claramente dominan las mujeres.
Precisamente, otro componente del proceso de envejecimiento demográfico es
la feminización de la vejez, dado el volumen superior de las mismas sobre los
hombres principalmente en las edades más avanzadas. Como señala Gerardo
Hernández7, la considerable supremacía cuantitativa de las mujeres sobre los
hombres en el peso demográfico es nota característica común en todos los
datos estadísticos referidos a las edades más avanzadas. Ya en el Censo de
Población de 1991, se presentaba un panorama en que las mujeres de más de
ochenta años doblaban en número a los varones de esa misma edad.
Una de las consecuencias de tener una vida más larga, es que la viudedad
es mucho más probable en las mujeres. De hecho, según el Censo de 2001,

7. Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Educación, nº


325, pág. 31.

22
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

era el estado civil de prácticamente la mitad de las mujeres de más de 64 años


(46%), mientras que entre los hombres del mismo intervalo de edad, suponía
menos del 15%. Los hombres suelen acabar sus días junto a su cónyuge; las
mujeres no. El aumento de la dependencia respecto a su cónyuge que experi-
mentan los hombres tras jubilarse, tiene también su reflejo en las tablas de
mortalidad por edades: los hombres, cuando enviudan, tienen una esperanza
de vida menor que sus congéneres de la misma edad que continúan
conviviendo en pareja. Si la que enviuda es ella, situación mucho más
frecuente, no es visible el mismo fenómeno, por mucho que la viudedad sea
también una situación penosa y traumática para la mujer.
Esa diferencia en la mortalidad influye negativamente en las mujeres, pues
multiplica sus posibilidades de pasar viudas los últimos años de sus vidas, ya sea
solas o dependiendo de sus hijos. La feminización de la ancianidad y sobre todo
de la ancianidad elevada (ochenta años en adelante) conlleva una serie de
problemas derivados de la precaria situación de muchas mujeres, que están
viudas o solteras y, al no haber participado en el mercado laboral, carecen de
los recursos suficientes para hacer frente a su más que probable situación de
dependencia. El sistema de transmisión patrimonial, la escasa participación fuera
del hogar cuando estaban en la edad activa, la menor cuantía de las pensiones
de viudedad respecto a las de jubilación, la mayor morbilidad, etc., presentan
un cuadro muy diferente de la vejez para los sectores masculino y femenino.
Entre las diferencias asociadas al género encontramos que, mientras los
varones tienen quien les atienda si caen en dependencia cuando la salud les falla
(principalmente su cónyuge), las mujeres no, ya que no se ha desarrollado ese
compromiso de cuidado entre los varones. Otra consecuencia, también relativa
a las diferencias de género pero en conjunción con el estado civil, es de carácter
económico y afecta a las mujeres, a la sociedad y a los sistemas de Seguridad
Social, pues las viudas suelen experimentar un declive en sus condiciones
materiales de vida como consecuencia del menor importe de sus pensiones de
viudedad y a consecuencia de la probable dependencia asociada a la
longevidad.

FACTORES DE LONGEVIDAD
En la actualidad, percibimos que se vive más tiempo desde el umbral de
los sesenta y cinco años, y el alargamiento de la vida se acompaña de una
mejora del estado de salud en todas las edades. El declive de la autonomía
personal y, finalmente, la muerte, acaban por llegar, pero cada vez más tarde.
Dadas estas circunstancias, el proceso de envejecimiento en España aparecerá
más tarde pero con mayor intensidad que en otros países. Ya en un informe8
de la Comisión Europea se hablaba del aumento de la esperanza de vida entre

8. Comisión de la Unión Europea: “Hacia una Europa para todas las edades”, Informe
de 21 de mayo de 1999. Citado por Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva
perspectiva del envejecimiento”, en Revista de Fomento Social, nº 58, pág. 110.

23
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

los ciudadanos europeos, que supuso en el plazo que media entre 1960 y
1995, un aumento de ocho años para los varones y de siete años para las
mujeres. Pues bien, este informe hacía una observación acerca del aumento de
la esperanza de vida, que unido al descenso de la fecundidad por debajo del
nivel de sustitución, haría que el envejecimiento demográfico constituyera un
fenómeno no sólo evidente, sino también inquietante en el nuevo siglo.

EL FACTOR MIGRATORIO
La población que reside en España ha crecido en gran medida gracias a la
llegada de población extranjera. Así, se ha multiplicado casi por cinco, al pasar
de 353.000 residentes extranjeros en el año 1991, a los 1.572.000 del año 2001.
Esta circunstancia, ha llevado a pensar que la aportación de adultos
jóvenes inmigrantes, podría conseguir:
1) Aumentar la población en edad activa, pues sus efectivos más
numerosos se concentran en el periodo de mayor fertilidad (25-34 años); lo
que induce un rejuvenecimiento adicional, tanto por el aumento de la
natalidad, como por los reagrupamientos familiares.
2) Corregir la insuficiente capacidad de reemplazo, y ensanchar la base de
la pirámide con la incorporación de la fecundidad de las inmigrantes, en
principio más alta que la de las mujeres españolas, y de los hijos pequeños ya
habidos.
3) Y por último, mejorar la tasa de dependencia
Pero con la inmigración, no es posible predeterminar la intensidad de los
flujos, ni la tipología de los inmigrantes, especialmente cuando lo que se
precisa son flujos sostenidos durante largos periodos de tiempo. La solución
demográfica en este caso, exigiría tener capacidad de incorporar los flujos de
inmigrantes precisos con unos perfiles determinados, como si se pudiesen
obtener a voluntad de un enorme almacén de inmigrantes, siempre con exceso
de stock.

LA ESPERANZA DE VIDA
La menor mortalidad infantil se combina con la menor mortalidad en
general de la población, para definir el aumento de la esperanza de vida, la
cual nos indica que, si bien a principios del siglo XX tan sólo un 26% de los
nacidos llegaba a viejo, hoy lo consigue el 85% del total de la población.
Si bien la esperanza de vida de las mujeres siempre ha superado a la de
los varones, esta diferencia se ha ido incrementando como consecuencia de su
menor mortalidad. Según Eurostat, las españolas se mantienen como las
ciudadanas comunitarias con mayor esperanza de vida e incluso aumentan las
distancias. Así, en 2003 ascendió a 75,85 años para los hombres (sólo superada
por Italia, Holanda y Suecia) y 83,23 años para las mujeres (la más alta de toda
Europa). La esperanza de vida media para las mujeres de la UE es de 81,6 años,

24
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

un lustro más que para los hombres (75,5 años), por ello es preciso tomar en
consideración los problemas de la longevidad y la dependencia desde el punto
de vista del género, dado el volumen y características de los mismos.
No obstante, las proyecciones de la esperanza de vida al nacer señalan un
acortamiento en las diferencias entre hombres y mujeres, posiblemente a causa
de un cambio en los hábitos saludables de la mujer.
La prolongación de la esperanza de vida del cada vez más numeroso
grupo de población de más de sesenta y cinco años, se manifiesta de forma
más espectacular en la proporción creciente de población mayor de ochenta
años, que según las previsiones del INE se duplicará entre el año 2001 y el
2010, pasando de suponer 1,1 millones a 2,2 millones de personas. En el año
2020 superará los 2,4 millones de personas para alcanzar los 3,1 millones de
efectivos en el horizonte del 2040.
Así pues, el aumento de la esperanza de vida constituye uno de los
mayores logros de la existencia humana, y esto ha permitido prolongar los
efectivos de los grupos de personas de edad avanzada, aumentando de ese
modo el conjunto de personas mayores de sesenta y cinco años. Aunque no
por esto podemos relacionar longevidad con envejecimiento de la población,
pues también hay que apuntar otro fenómeno como es el descenso de la
natalidad y la mortalidad, fenómenos que en sí mismos caracterizan el proceso
de transición demográfica.

LA MORTALIDAD
El descenso de la mortalidad y, por tanto, la creciente concentración de
decesos en las edades más avanzadas, así como el descenso de la mortalidad
infantil, son indicadores destacados del aumento de la esperanza de vida. La
disminución de las tasas de mortalidad ha sido una constante desde principios
del siglo XX, y si bien en las dos últimas décadas ha existido un repunte en la
mortalidad, más debida a la conclusión vital de grandes cohortes de personas
con edades avanzadas, España sigue siendo uno de los países de la Unión
Europea con menores tasas de mortalidad, sólo superada por Irlanda,
Luxemburgo y Países Bajos. Las poblaciones de los países desarrollados
mueren más viejas (progresivo aumento de la edad media de fallecimiento) y
además mueren más envejecidas (progresiva disminución de la varianza en la
distribución de los decesos por edad).
No obstante esta perspectiva exitosa en el proceso de transición
demográfica, se ha producido la denominada muerte social, que no acaece
con la muerte biológica como tradicionalmente venía sucediendo, sino con
anterioridad a la misma. Esta muerte social9 anticipada a la muerte física está
relacionada con el desplazamiento de la mayoría de las muertes hasta edades

9. Jiménez, R. (2003): “Construcción social de la muerte en un sistema demográfico de


baja mortalidad”, en Sistema, nº 175-176, pág. 168.

25
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

muy avanzadas, afectando a personas jubiladas que reducen su participación


en la vida social activa, con cuerpos envejecidos y cuyos proyectos de auto-
identidad avanzan hacia su conclusión. La «devaluación general de lo viejo» y
la extensión de su estigmatización, junto con la segregación física de ancianos
y moribundos en marcos institucionales especializados, que están gestionados
por expertos en vejez y/o en salud, ha contribuido a «secuestrar» el problema
social de la muerte desplazándolo hasta hacerlo poco visible en ámbitos
etéreos, espaciales e institucionales muy concretos.

TASAS DE FECUNDIDAD
En el descenso de la natalidad, que depende del número de hijos que
tienen las mujeres, y de cuántas mujeres hay en edad de tener hijos, influyen
varios factores. En primer lugar, el descenso de la mortalidad infantil conlleva
que no sea necesario mantener un alto nivel de fecundidad. Los procesos
modernos de industrialización (trabajo femenino y autonomía de las mujeres),
y urbanización (viviendas de pequeñas dimensiones que favorecen grupos
familiares reducidos), así como los cambios sociales y de valores (mayor
capital cultural y educativo de las mujeres, uso de métodos anticonceptivos,
emancipación tardía de los jóvenes, individualismo), también han contribuido
en distinta medida a la reducción de la natalidad.
La tasa de fecundidad en España (mide el número medio de hijos por
mujer en el año de referencia), ha mostrado por cuarto año consecutivo un
ligero repunte de la natalidad, más imputable a la aportación de las mujeres
inmigrantes que a las propias españolas. Durante 2002 se registraron en
España 416.518 nacimientos, 12.659 más que en 2001; por su parte, las madres
extranjeras registraron 43.469 nacimientos en 2002, un 31,4% más que el año
anterior en que fueron 33.076. También, la oficina estadística comunitaria
Eurostat, señalaba que los datos referidos a 2002 muestran a las españolas
como las ciudadanas europeas con el menor índice de fecundidad; inferior a
la media europea situada en 1,47 hijos por mujer en edad fértil. Además, las
inmigrantes, que llegan con hábitos sociales y culturales muy arraigados y
diferentes, terminan adaptándolos paulatinamente a los del país de acogida
reduciendo su tasa de fecundidad. Si hoy nacen tantos hijos de madre
extranjera es, sobre todo, porque llegan en plena edad fértil.

CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA FAMILIAR


Ciertamente, y en paralelo al proceso de envejecimiento y la mayor
esperanza de vida, se ha producido un gran cambio en la institución familiar
en su consideración de institución permanente, lo cual ha incidido de modo
directo sobre las situaciones de dependencia de las personas mayores. Porque
si hay una institución que ha sufrido más cambios en el último cuarto de siglo,
esta ha sido la familia y las formas de convivencia familiar. La familia ya no
convive en el mismo domicilio que la persona dependiente, los lazos afectivos
y emocionales son más débiles y la presión del entorno familiar y social para

26
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

atender a la persona dependiente ya no es tan intensa como antaño; esto sin


olvidar el papel de la mujer en su incorporación al mercado laboral y los
nuevos estatus adquiridos en competencia con el varón. Así pues, los cambios
que ha sufrido la estructura familiar muestran la existencia de una pluralidad
de modelos familiares, ya lejos del modelo de familia extensa tradicional,
como son las familias monoparentales o los hogares de parejas sin hijos, los
hogares unipersonales, etc.
Aquel modelo de familia extensa donde el pater familiae (generalmente
el varón de más edad) llevaba el control y la dirección de los asuntos
familiares y donde se encontraban incorporados más de un núcleo familiar y
más de dos generaciones, dio paso con la industrialización al modelo de
familia nuclear, reducida a la pareja de cónyuges y su descendencia, aunque
en ocasiones incorporando a uno de los progenitores de uno de los dos
miembros de la pareja, y donde la dirección y decisiones sobre el devenir de
la familia ya no se encuentra en el más anciano, sino en la pareja sustentadora
del hogar pese al carácter patriarcal de su fundación. En este sentido, el
anciano ha sufrido un cambio tanto en su estatus como en el desempeño de
los roles que tradicionalmente se le suponían en la organización familiar. Las
familias extensas de antaño se han convertido básicamente en una red de
familias nucleares unidas por lazos emocionales y afectivos, que se distribuyen
en un número de hogares disperso, cuya composición y tamaño varía en el
tiempo.

EL TAMAÑO FAMILIAR
En España se acusa una tendencia a vivir de forma autónoma. Sin
embargo, la familia resulta un elemento de relación importante con el que se
establecen interacciones diarias, especialmente si hay proximidad residencial.
Precisamente la autonomía residencial es la forma de convivencia mayoritaria
de los mayores, aunque la proporción de los que viven solos es todavía relati-
vamente baja. Los mayores permanecen en su propia vivienda, solos o en
compañía, generalmente con la pareja, aunque también es relativamente
común la convivencia con los hijos, salvo en la franja de edad de 70-79 años.
Género y edad parecen ir indisolublemente unidos en la explicación de
las formas de convivencia de los mayores10. Por una parte, la vida en solitario
o solamente en compañía de hijos, son asuntos fundamentalmente de mujeres;
mientras que vivir con la pareja es un asunto eminentemente masculino.
En los últimos treinta años se ha pasado de una media de casi cuatro
miembros por hogar, a estar claramente por debajo de tres. Entre las causas
están el aumento del número de personas que viven solas, y la disminución
del número de hogares con cinco y más miembros, consecuencia, sobre todo,
del descenso de la natalidad. Esa disminución del tamaño medio de los

10. CIS-IMSERSO: “La soledad de las personas mayores”. Estudio 2.279, Febrero 1998.

27
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

hogares se produce a pesar de que el 73% de las personas con veinticinco


años siguen aún solteras, y viviendo con alguien de una generación anterior,
normalmente sus padres. (El 40% de entre 25-34 años).
Hay además indicios de que se van a producir nuevas dimensiones de
tamaño (dejando aparte el envejecimiento de la población y el descenso de la
natalidad), como el aumento del número de separaciones y divorcios, que en
tan solo veinte años se han multiplicado por más de siete, pasando de 16.000
cuando se estrenó la ley en 1982, a las 122.000 rupturas registradas en 2003.
También, pero en menor grado, la viudez. Estos cambios en el estado civil de
los cónyuges influyen e influirán sobre el desarrollo de las familias.
Otra razón que puede haber influido en la reducción del tamaño familiar
es el aumento registrado en la actividad laboral de las mujeres. En 1981
estaban ocupadas más de tres millones de mujeres, y en 2002 se habían
duplicado. Sin embargo, la tasa media de actividad de las mujeres alcanza en
España el 43%, porcentaje inferior al europeo situado en el 47%. Si como se
prevé, en veinte años dicho porcentaje alcanza el 70-75% de este colectivo
femenino, el problema de la dependencia aflorará con contundencia, pues
según múltiples encuestas, el cuidado de personas mayores junto con el
cuidado de los niños y la parte principal de las tareas domésticas lo vienen
soportando las mujeres.

LA ESTRUCTURA DE HOGARES
Otra cuestión que se observa en la evolución del tamaño y la estructura de
los hogares en España, es que a la vez que se reduce el número medio de
personas en cada hogar (menos de tres), aumenta el peso de los hogares
formados por parejas sin hijos, el de los monoparentales y el de los uniper-
sonales.
Según el Censo de 2001 publicado por el INE, en España hay ya casi tres
millones de hogares unipersonales (el 20,7% del total), de los cuáles el 26,4%
está ocupado por personas de entre sesenta y cinco y setenta y cuatro años;
el 15,6% son personas de entre setenta y cinco y setenta y nueve años y,
finalmente, el 11% son personas de entre ochenta y ochenta y cuatro años. Es
decir, las personas cuyas edades oscilan entre los sesenta y cinco y los ochenta
y cinco años son el 53% del total de hogares unipersonales.
Y, en contra de lo que pudiera pensarse, este fenómeno de los hogares
unipersonales no es precisamente urbano, puesto que su número relativo
aumenta en los municipios más pequeños, que, por otra parte, son los más
envejecidos. De modo que mientras en los municipios que superan los cien
mil habitantes sólo hay un 12,5% de hogares unipersonales, en los municipios
que no alcanzan los dos mil habitantes el porcentaje aumenta de manera
considerable hasta un 19,2% de hogares con una sola persona.
Uno de los mayores problemas del aumento de los denominados hogares
unipersonales u hogares de un solo miembro, es que las personas que viven

28
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

solas, sobre todo cuando son ancianas, sufren de múltiples limitaciones para
realizar hasta las tareas más simples de la vida cotidiana, como vestirse,
asearse, preparar la comida, etc., lo que les lleva a necesitar ayuda de tipo
asistencial.
Por todo ello, la estrategia para hacer frente a este reto sociosanitario sería
potenciar todos los servicios asistenciales que mantuvieran a los ancianos en
su entorno habitual. En los países nórdicos gran parte de esta responsabilidad
es asumida por el Estado, mientras que en la cultura española sigue siendo un
deber moral de la familia. Sin embargo, los cambios en la estructura familiar
están cuestionando la sostenibilidad futura de este modelo.
No obstante, la creciente independencia de las mujeres mayores y el
papel fundamental en la gestión de sus propios hogares, incluso con unos
recursos mínimos (ya sea en pareja o viviendo solas), ha permitido que
muchas de estas mujeres continúen ejerciendo funciones familiares inesti-
mables, constituyéndose en el auténtico eje de la red de apoyo familiar. Como
llama la atención Julio Pérez Díaz (2002), no se ha valorado suficientemente
su papel en la masiva incorporación de las hijas jóvenes al mercado de trabajo,
pero es evidente que muchas mujeres trabajadoras cuentan con sus madres
para hacer ciertas compras, para “arreglar papeles”, para cuidar de los hijos
muy pequeños, o para traerlos y llevarlos del colegio cuando ya han crecido
un poco. Son las mujeres mayores de hoy día quienes contribuyeron a hacer
posible para sus hijos la dedicación exclusiva y prolongada a los estudios,
dedicación que ha permitido a las jóvenes actuales igualar y superar el nivel
de instrucción de los hombres de su misma edad.
Más que estereotipos de mayores solitarios, los datos demuestran la
preferencia por permanecer en su propio domicilio cuando las condiciones
económicas y de salud son favorables. Lo más habitual en estos casos es que
ellos ayuden a los otros miembros de la familia.

LA DEPENDENCIA
Pese a que la calidad de vida depende de las condiciones socioeco-
nómicas de la población, se ha constatado que el principal factor de
desigualdad en la percepción subjetiva de la propia salud es el nivel educativo.
Al respecto señalan García y Benito11 que recientes estudios transculturales
acerca del autoconcepto de las personas mayores sugieren que una dimensión
significativa de una madurez plena es encontrar nuevas y diversas vías para
seguir teniendo una vida plena de sentido. O sea, que las habilidades
adquiridas por los mayores para encontrar un sentido a la vida contribuyen
positivamente a la experiencia de envejecer. Dichos estudios (Katzco et alt.,
1998 y Bazo, 1996), sugieren también que existe una correlación importante

11. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo socioeducativo


con personas mayores”, en Educación Social, nº 22, pág. 60.

29
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

entre bienestar y buena situación de salud, así como entre los estilos de vida
desarrollados en las etapas anteriores de la vida y los efectos de los cuidados
de salud en la calidad del envejecimiento. En este sentido, el bienestar de los
mayores en la actualidad se encuentra en riesgo, pues existen indicadores que
los presentan con un estilo de vida poco saludable.
También, el acondicionamiento o adaptación del entorno doméstico es,
igualmente, un reto importante para preservar la salud y aumentar la calidad
de vida de las personas mayores sin necesidad de abandonar el vecindario de
su elección. El aislamiento social y la soledad tienen, como se ha demostrado,
un impacto importante tanto en las expectativas de vida como en el manteni-
miento de un buen funcionamiento y de salud de las personas mayores. De
este modo, las condiciones socioeconómicas, el nivel educativo, las
habilidades y estilos de vida, así como la adaptación al entorno doméstico y
familiar en situaciones de soledad, son algunos de los condicionantes que
definen el estado de salud de los mayores y su calidad de vida.
La evolución demográfica ha obligado a los poderes públicos, pero
también a la sociedad en su conjunto, a reconsiderar el funcionamiento de los
sectores más costosos de la sociedad española, como la educación, la sanidad
y las pensiones. Respecto a los gastos sanitarios conviene separar los gastos
directamente ligados a la salud, de los que dependen más estrictamente del
cuidado de los ancianos. En este sentido, es más importante ofrecer
alternativas gerontológicas respecto a la atención de las personas mayores e
incidir en la prevención, además del enfoque puramente curativo.
Para ello, los servicios sanitarios deberían transformarse en las próximas
décadas ofreciendo otros que se centren en los cuidados y la atención de los
mayores, siendo necesario que se atiendan los nuevos requerimientos de las
personas de edad avanzada, orientando la formación de los profesionales a
este cambio, y promoviendo hábitos de vida saludables. También una mayor
participación del Estado en la oferta de infraestructuras de acogida (centros o
viviendas colectivas) y de servicios de atención y de ayuda médica y doméstica
a domicilio; un Estado que no podrá delegar en la familia con la misma
facilidad que en el pasado, o en la actualidad, la función asistencial a los
ancianos. En este sentido, la sustitución de mujeres cuidadoras informales que
no reciben ninguna remuneración por sus diversas actividades, por
profesionales a los que sí hay que pagar un sueldo, supondrá con toda
seguridad un aumento de los gastos de salud que responde más a un traspaso
de responsabilidades, desde la esfera de lo privado hacia lo público, que a una
consecuencia directa del envejecimiento demográfico.
También resulta prudente distinguir entre los conceptos de atención a la
dependencia y atención sociosanitaria. Si la dependencia no es una cuestión
privativa de los mayores, tampoco la atención sociosanitaria lo es de la
dependencia. La atención sociosanitaria debe ser una pieza más en el
complejo entramado de prestaciones que ha de integrar un completo sistema
de cobertura a la dependencia, el cual debe comprender, además de recursos
cuasi hospitalarios, prestaciones económicas y técnicas, así como medidas

30
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

fiscales, tanto a favor de las personas dependientes como de sus cuidadores


informales, y cualesquiera otras medidas que favorezcan la compatibilidad del
desarrollo de una actividad laboral y la dispensación de los debidos cuidados.
Sin embargo, y pese a que la atención sociosanitaria constituye un elemento
esencial en cualquier política de apoyo a las situaciones de dependencia,
también es cierto que desborda el ámbito de ésta para proyectarse hacia otras
situaciones que requieren la prestación combinada de medidas sanitarias y
sociales12.
También resulta prudente diferenciar los servicios sociales y los servicios
sanitarios al estar organizados de distinta manera. Los servicios sociales se han
descentralizado por completo y están en manos de las comunidades
autónomas y otras instituciones locales, cada una con sus propias redes y
centros de asistencia social, por lo que se dan diferencias en la atención a los
grupos de edad en función de las políticas aplicadas. Por su parte, los servicios
sanitarios, pese a las transferencias autonómicas tienen disponibilidad
universal sin que la cobertura se fije por mecanismos de estatus o edad, y son
esencialmente públicos y gratuitos. Los pensionistas están exentos de pago en
la compra de los medicamentos y la atención médica es gratuita.
Los modelos vigentes en los países de la UE tienen distintas estructuras
de protección. Se han aprobado, o están en curso de aprobación, medidas de
reconocimiento del derecho a la dependencia en Alemania, Austria, Francia,
Bélgica, Reino Unido, Holanda, Luxemburgo y los países nórdicos. Un sistema
que llega a todo el colectivo afectado con carácter de derecho universal es el
de Alemania, que ha regulado la atención a los dependientes como una
prestación pública de carácter obligatorio, aunque también rige un sistema de
seguro alternativo que puede mejorar la prestación mediante una cobertura
adicional suscrita con una entidad aseguradora privada. El tipo de cotización
es el 1,7% de la base reguladora que pagan al 50% empleado y empresa. Las
personas con dependencia reciben entre 400 y 1.400 euros. Bélgica fue el
segundo país europeo que reguló el seguro de dependencia. Ocurrió en 1999
y lo hizo de forma muy similar al modelo alemán, aunque de forma sencilla.
Por su parte, Francia es el mercado europeo más desarrollado para el seguro
de dependencia después de Alemania. Se trata de una ayuda económica
destinada a esas personas y a la atención que requieren. Financia el subsidio
de las personas dependientes con la supresión de un día festivo y con cotiza-
ciones (20% a cargo de la empresa y 80% del trabajador) que nutren el Fondo
Nacional para la Dependencia. Luxemburgo, que tiene una prestación especial
de dependencia, ha sido el último país europeo en regular esta materia, y su
regulación ha sido el resultado de un serio debate nacional. En el Reino Unido
-ni en los países nórdicos- la Seguridad Social no contempla el riesgo ni la
prestación de dependencia. En esos países hay una red municipal de servicios
sociales financiada con impuestos locales y transferencias de la administración

12. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 112.

31
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

central. Disponen de un programa de atención a los mayores con una


prestación de cuidados de larga duración que es similar a la dependencia13.
España está a punto de regular la atención de las situaciones de
dependencia de sus ciudadanos, y como señala Moya14, este es el momento de
observar con detenimiento las soluciones que al mismo problema han dado
los países de nuestro entorno. Todo parece indicar que nuestro país optará por
un modelo mixto, inspirado en el modelo alemán con una importante cartera
de servicios prestados a través de la Seguridad Social, y que admitirá la
complementariedad de los seguros privados a los que se primará mediante
importantes deducciones sobre la cuota del IRPF. Estaríamos a las puertas de
un sistema que proveerá de servicios sociales a las personas con riesgo de
dependencia o con dependencia real, pero que en algunos casos se conciliará
con un sistema de pago en función de su riqueza personal o de la posesión
de un seguro privado (el seguro de dependencia), que quizás acabe siendo
obligatorio dadas las perspectivas de dependencia para las próximas décadas
de gran parte de la población.
En cuanto al sistema de pensiones de la Seguridad Social, que periódi-
camente se encuentra en candelero creando estados de opinión sobre su
viabilidad o su insuficiencia para mantener la calidad de vida de los mayores,
ha mostrado una gran capacidad para aunar proyectos de diversa índole, como
el retraso de la edad de jubilación y la ampliación a toda la vida laboral para
el cálculo de las prestaciones. Entretanto, se traslada en el tiempo la decisión
más urgente, que es la creación de un sistema de pensiones adaptado a una
estructura de población envejecida, como muestran los indicadores
demográficos que sucederá en las próximas décadas.
El sistema de pensiones se construyó sobre los principios de univer-
salidad, unidad, solidaridad e igualdad del sistema, aunque la insuficiencia de
ciertas pensiones, como las no contributivas, es decir, las pensiones más bajas
del sistema que reciben los jubilados o inválidos que no han cotizado a la
Seguridad Social o no lo han hecho los años suficientes para tener derecho a
las prestaciones contributivas, ha roto en ocasiones estos principios de unidad
e igualdad que se deben dar entre territorios, al promocionar algunos de ellos
(Andalucía, Cataluña, Navarra) ayudas complementarias a colectivos en
situación de necesidad y con riesgo de sufrir exclusión social, pero siempre
como una medida de asistencia social de carácter complementario.
El caso de las ayudas complementarias a las pensiones no contributivas
es uno de los indicadores de cómo en España el gasto público en protección

13. Una buena descripción sobre los modelos existentes del seguro de dependencia y
su financiación, tanto en Europa como en EEUU y Japón, se ofrece en el artículo de Javier
Moya (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejecimiento”, en
RFS, pp. 114-122.
14. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 133.

32
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

de la vejez (pensiones, plazas hospitalarias y servicios sociales), es el más bajo


de Europa, pese a que la demanda de servicios especializados para atender el
proceso de envejecimiento de la sociedad es cada vez mayor, principalmente
los derivados de la atención primaria, la sociosanitaria (residencias y ayuda
domiciliaria) y la hospitalaria (unidades geriátricas de agudos). Por otra parte,
la distribución de recursos15 debe basarse en los niveles de salud y su mejora
y/o incremento y no sólo en la presencia de enfermedad y su solución, ya que
el hecho de llegar a los sesenta y cinco años refleja en sí mismo un estado de
bienestar que debe ser mantenido.
Sabemos que la población mayor de edad se caracteriza por la heteroge-
neidad, basada principalmente en factores socioeconómicos. En este sentido,
las personas mayores con indicadores socioeconómicos desfavorables16
padecen graves riesgos de salud, viéndose forzadas a entrar en el circuito de
los cuidados del entramado institucional y padeciendo enfermedades.
Únicamente a través de asegurar unas pensiones que garanticen un nivel
económico mínimo para afrontar las necesidades de la vejez es posible romper
esa lógica. Este nivel de ingresos mínimos se puede establecer como resultado
de sumar los gastos de atención médica (en institución o en domicilio) que
una persona ha de pagar, además de los gastos corrientes de la vida cotidiana.
De ahí la necesidad de priorizar el acceso a tales ingresos por parte de las
actuales -y próximas- generaciones de mayores, lo que supone poner las bases
para hacer que su entorno vital sea saludable, disfrutando de una alimentación
adecuada y un ocio gratificante. Además, esto conduce a prestar una singular
atención a aquellas personas, en su mayoría mujeres, cuyas pensiones son
asistenciales o derivadas de sus cónyuges (por viudedad o divorcio).
Una cuestión que pese a no ser sinónima está presente en los procesos
de envejecimiento, es la situación de dependencia de un gran número de
personas que alcanzan edades avanzadas. Y decimos que la dependencia no
es sinónima del envejecimiento porque en esas circunstancias pueden
encontrase niños y jóvenes a causa de accidentes o sucesos vitales que les
puede llevar a esas situaciones. Sin embargo, la dependencia cada vez más
acusada de las personas mayores, ha llevado a los Gobiernos la preocupación
de sacar adelante una legislación específica que permita atemperar estas
situaciones que por lo general recaen sobre las redes sociales y familiares de
la persona dependiente.
La independencia personal es una expresión de calidad de vida; por ello,
la dependencia supone en líneas generales la carencia de algo que se supone
fundamental para el desarrollo de una vida plena. Según la OMS la
dependencia está definida por las limitaciones de orden físico o mental que
requieren la ayuda de otras personas. También los bajos niveles de renta y

15. Fernández-Mayoral, G., et alt. (2003): “Envejecimiento y salud. Diez años de investi-
gación en el CSIC”, en Revista Multidisciplinar de Gerontología nº 13 (1), pág. 44.
16. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo socioeducativo
con personas mayores”, en Educación Social, nº 22, pág. 65.

33
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

formación cultural son factores de riesgo de dependencia. De hecho, en este


sector de población había un 50% más de ancianos discapacitados que en el
mismo grupo de personas con mayor renta y formación educativa según la
Encuesta Nacional de Dependencias de 1999. Por esto, son las sociedades17
quienes pueden contribuir al desarrollo permanente de las personas mayores
y a su bienestar a través de mecanismos que animen a los mayores a contribuir
a la vida de su comunidad, a permanecer insertados en las redes sociales y a
mantener su independencia personal. Entre ellos podemos enumerar el
estímulo de la acción voluntaria, la participación en el trabajo (remunerado o
no), la educación permanente y la ayuda a las tareas y actividades de sus
familiares, la promoción de la salud (grupos de autoayuda, redes de acción
comunitaria...) y la atención temprana a los problemas de salud emergentes.
Como puede apreciarse, se trata de mecanismos que en vez de orientarse a la
cura de patologías potencian los factores que permiten aumentar o mantener
actividades que prevengan el declive de la independencia. A pesar de todo, el
cuidado de las personas mayores sigue siendo una asignatura pendiente. La
falta de residencias y la dudosa calidad de algunas de ellas se unen a una
limitada asistencia domiciliaria. Un verdadero problema, especialmente en el
caso de ancianos con minusvalías o alguna discapacidad grave que no les
permite desarrollar determinadas actividades de la vida cotidiana y a menudo
viven solos y se encuentran desatendidos.
Si los mayores han dejado de ser un grupo homogéneo (distinguimos
tercera de cuarta edad), es porque buena parte de estos mayores disfrutan en
general de autonomía económica y personal y no admiten ser llamados
ancianos o viejos en igualdad con las personas que no disfrutan de autonomía,
principalmente los mayores de ochenta años, umbral a partir del cual parece
que se reducen las posibilidades de autonomía personal y comienzan las
dependencias. Según una encuesta del INE de 1999, el 55% de ese grupo de
edad presentaba alguna discapacidad, es decir, más de la mitad precisaba
ayuda en la vida cotidiana; además, el 23% no podía cuidar de sí mismo. La
evolución previsible de este grupo de edad de ochenta y más años indica que
a partir del Censo de 2001 que arroja la cifra de 1,6 millones de personas de
más de ochenta años (1,7 millones en 2003), estas llegarán a los 2,6 millones
en 2025 y a más de cuatro millones en 2050. Por eso, el proceso de envejeci-
miento incrementará la demanda de asistencia social para las personas
mayores dependientes, algo de lo cual actualmente se ocupan las familias de
manera informal, principalmente las mujeres, aunque indefectiblemente
descenderá su número debido a la disminución del tamaño de las familias, del
número de hijas habidas en el seno de las familias, de su independencia social
y laboral, de la asunción de responsabilidades por los servicios públicos, etc.
Según el estudio18 “Modelos de atención sociosanitaria: una aproximación

17. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo socioeducativo


con personas mayores”, en Educación Social, nº 22, pág. 60.
18. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2002. Citado por Julia Monserrat (2003):
opus cit. pág. 197.

34
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

a los costes de la dependencia”, el gasto sanitario y social está estrechamente


ligado al nivel de dependencia, aumentando a medida que aumenta la
dependencia y siendo uno de los principales factores explicativos del gasto y
el consumo de servicios en centros de internamiento. Por ello, el aumento de
las demandas asistenciales ante las expectativas de descenso de las cuidadoras
informales, exige una urgente reforma de las estructuras sociosanitarias
dirigida a generalizar la atención geriátrica y a potenciar la ayuda domiciliaria.
También, porque de acuerdo con el estudio sociológico de Mª Ángeles
Durán19, la mitad de la población española (48%) considera que corresponde
al Estado garantizar el derecho a recibir cuidados cuando se está enfermo,
frente a un 33% que piensa que corresponde a la familia y un 8% a la sociedad
en general; en este sentido, el cuidado de los mayores en situación de
dependencia es un asunto que compete a las instituciones públicas y no sólo
a la familia como tradicionalmente ha sucedido y sucede, pese a que poco a
poco esta situación está cambiando.
Tener una edad avanzada no es una enfermedad, pero hace que cualquier
dolencia grave que requiera una hospitalización se convierta en una
enfermedad aguda20, porque uno de los mayores peligros de la hospitalización
de personas muy mayores es que se generen situaciones de dependencia y los
enfermos pierdan su autonomía. Otro aspecto que no puede descuidarse es el
bienestar emocional y la desorientación que puede sufrir una persona mayor
cuando sale de su entorno y su rutina. Finalmente, la hospitalización de una
persona21, sobre todo si es inesperada, provoca un cambio en su entorno
inmediato que a veces da como resultado que la familia haga unos “montajes
irracionales” (guardias nocturnas, relevos entre hermanos, cuidadores
privados...). El proceso que va desde la hospitalización hasta la reorganización
familiar está condicionado por los sentimientos de tristeza, rabia, impotencia...
y sobre todo por la angustia de no saber el estado final del enfermo, no saber
que va a pasar ni como afrontarlo, o de sí saber que va a pasar pero no tener
los medios humanos, materiales ni económicos para afrontarlo.
El Informe del Defensor del Pueblo de 2001 reconocía que la protección
universal a la salud está garantizada por la Constitución española y regulada
mediante la Ley General de Sanidad de 1986; sin embargo, encontraba muchas
deficiencias en lo relativo a los servicios sociales. Pese a que subrayaba la
importancia del Plan Gerontológico, el Informe reconocía que, al carecer de
rango de ley, no gozaba de la misma fuerza como instrumento de desarrollo
de políticas sociales. El Informe sugería el replanteamiento de un marco
general en el que pudiera moverse el sistema protector de la Seguridad Social,
pues los estudios en que se apoyaba el Informe señalaban que más del 80%

19. Durán Heras, Mª A. (2002): Los costes invisibles de la enfermedad. Bilbao:


Fundación BBVA
20. Afirmaba el presidente de la SEGG, en El País, 12 de noviembre de 2003
21. Codinach, T. (2003): “Dependencia y vejez. Consecuencias socio-familiares, en
Revista de Servicios Sociales y Política Social, nº 64, pág.120

35
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

de casos con dependencia recaía su cuidado en la familia y que los mayores


de sesenta y cinco años acaparaban el 77,4% de todo el consumo
farmacéutico, entre el 40% y el 50% de la ocupación hospitalaria, y la mitad
de casi todo el tiempo de la asistencia en atención primaria.
Ahora bien, cuando se habla de dependencia, parece que verdaderamente
se habla de financiación de la vejez más que de mecanismos de solidaridad
familiar, y por tanto, el indicador22 más adecuado debería ser el que relaciona
viejos y activos o, en su defecto, viejos y potencialmente activos, es decir, la
población de veinte a sesenta y cuatro años. En el curso de la primera mitad
del siglo XX, se cuenta aproximadamente entre ocho y diez individuos
potencialmente activos por cada viejo. A finales del siglo XX, la relación
alcanza cuatro por uno y, poco antes de mediados del XXI, la relación debería
ser de dos por uno. El peso soportado por cada individuo potencialmente
activo es creciente a lo largo del periodo considerado, lo cual confirmaría la
cada vez mayor preocupación con respecto a la financiación del envejeci-
miento. Sin embargo, dos elementos tienen que ser considerados. En primer
lugar se procede a una asimilación errónea entre activos que realmente cotizan
y población potencialmente activa, cuando estas dos poblaciones no son
comparables. En segundo lugar no se tiene en cuenta el hecho de que si bien
ha aumentado el peso de los viejos, simultáneamente ha disminuido el de los
jóvenes, lo cual debería haber permitido, de algún modo, una transferencia y
una compensación entre los gastos de los dos tipos de «dependientes»
soportado por los activos. El indicador más adecuado sería entonces el
denominado Índice de Dependencia que relaciona los dependientes, es decir,
la población constituida por los jóvenes y los viejos, y los activos.
El error de asimilar población activa con población cotizante a la
Seguridad Social es uno de los errores más publicitados, máxime en un
periodo como el actual en el que población inmigrante puede cotizar, pero no
ser considerada población activa al no estar registrada. Tampoco se puede
asimilar al conjunto de mujeres potencialmente activas con población
cotizante, pues de todos es bien sabido que la lenta y progresiva incorpo-
ración de la mujer al mercado laboral, está aún lejos de los porcentajes
manifestados entre los varones. Además, no han existido transferencias de
recursos económicos desde la población joven, en disminución, hacia la
población mayor en crecimiento y, sin embargo, se ha asimilado la idea de un
aumento de las cargas sociales de la población activa por esta causa, como si
las cargas sociales representadas por la población joven se hubieran
mantenido en los mismos niveles, pese a la disminución de sus componentes.
Así pues, el indicador más correcto a efectos económicos es el del Índice de
Dependencia.
Según las proyecciones de la ONU, todos los países de la Unión Europea
(con la excepción de Irlanda) tendrán en 2010 una tasa de dependencia de los

22. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?, en Sistema, nº 175-176, pág.


211.

36
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

mayores del 20% al 30%, lo que significa que la proporción de población


mayor de sesenta y cinco años será alrededor de la cuarta parte de la de
quince a sesenta y cuatro años; es decir, si toda la población considerada como
potencialmente activa fuera realmente activa, estaría en una proporción de
cuatro a uno (cuatro trabajadores sostendrían a un pensionista). A parecidas
conclusiones llega Eurostat cuando dice que la población total se mantendrá
a su nivel actual durante los próximos veinticinco años.
La realidad en algunos países como el nuestro, es que la proporción de
trabajadores por pensionista se ha reducido a la mitad, incluso a menos de la
mitad, como ocurre en siete de las diecisiete comunidades autónomas
(Asturias, Galicia, Castilla y León, Cantabria, Aragón, Extremadura, La Rioja)
donde no llegan a los dos trabajadores ocupados por pensionista, lo cual
podría producir la debacle del sistema de pensiones sino fuera por el principio
de solidaridad de la Seguridad Social entre generaciones, sexos y territorios, y
la existencia de la Caja única de la Seguridad Social que resuelve las
deficiencias, equilibrando las cuentas y garantizando la igualdad entre todos
los trabajadores en función de su salario.
La solidaridad intergeneracional, considerada desde su forma más
tradicional de acogida y cuidado de ancianos en casa de los hijos/hijas, podría
verse dificultada por la creciente presión sobre un número cada vez más
reducido de éstos. Como indica Moya23, nos enfrentamos a una cuestión de
solidaridad intergeneracional de la que muchos de nosotros podremos benefi-
ciarnos en un futuro. Recordemos a mero título de ejemplo que la mitad de la
generación de los españoles nacidos en la década de los sesenta, el llamado
baby-boom, tendrán la dicha, por primera vez en la historia de nuestro país,
de alcanzar los ochenta años de edad, y una parte significativa de este enorme
grupo de población llegará a ser centenario. No es descabellado, pues, pensar
que la probabilidad de padecer una situación de dependencia asociada al
envejecimiento es más elevada de lo que a primera vista intuye el ciudadano
medio español.
Efectivamente, el envejecimiento se convertirá en un problema socio-
sanitario de primer orden a partir de 2025 cuando envejezcan las cohortes del
baby-boom que sobrevivirán hasta edades muy tardías pero aquejadas de
múltiples discapacidades crónico-degenerativas, que las hará sumamente
dependientes. Es entonces cuando se planteará en toda su crudeza qué hacer
con la vejez, con su tratamiento o con su cuidado, una vez que esta alcance
el tercio del total de la población. Para entonces24 habría que desarrollar el
cuarto pilar del Estado de bienestar, formado por los servicios sociales, hoy
casi inexistentes en España. Pues como usuarios de tales servicios, necesarios
para atender su creciente discapacidad, los ancianos serán competidores

23. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fomento Social, nº 58, pág. 133.
24. Gil Calvo, E.: “El maltrato de la vejez”, en El País, 19 de septiembre de 2003, pág.
19.

37
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

naturales de los demás usuarios, que son los menores, las mujeres y los
inmigrantes. Y aquí se da la paradoja de que son estas dos últimas categorías
las que hoy están supliendo por defecto la carencia de servicios sociales, pues
asumen la atención domiciliaria que los mayores reciben de las mujeres de su
familia -en detrimento de su trabajo profesional- o de asistentas inmigrantes a
sueldo.
Como acertadamente señala Gil Calvo, los cuidadores informales de la
vejez son los propios familiares (principalmente mujeres en un grado próximo
de consanguinidad) y un creciente número de mujeres inmigrantes que han
encontrado en la atención y los cuidados personales el medio de integración
laboral en nuestro país, por abandono de las instituciones públicas, en
especial la red de servicios sociales que encuentra en los cuidadores
informales una mano de obra sustitutiva a sus propias carencias. Sin embargo,
este tipo de soluciones informales está disminuyendo progresivamente por la
creciente complejidad de la atención a los mayores y la tendencia al aumento
de la participación de la mujer en el mercado del trabajo. En los últimos años
han surgido nuevas opciones: desde los inmigrantes que acompañan a los
mayores, los servicios de ayuda domiciliaria, hasta los servicios de asistencia
telefónica o los centros de día, que facilitan la estancia del anciano durante la
jornada laboral atendidos por profesionales, pero que permiten el regreso con
la familia por la tarde.

LOS CUIDADORES INFORMALES


Cuando en diciembre de 2000 se publicó el estudio “Las personas mayores
dependientes en España: análisis de la evolución futura de los costes asisten-
ciales”, se mostraba a un 34% de los mayores de sesenta y cinco años con
algún grado de dependencia (incapacidad de comprar su comida o ropa sin
ayuda, de tomar un autobús o un taxi, de hacer la cama, cambiar las sábanas,
limpiar la casa o cortarse las uñas de los pies). Pues bien, diferenciando las
personas dependientes según el sexo, encontraron que los cuidados de las
mujeres dependientes eran asumidos por sus hijas (37%), el marido (15%), un
hijo (6%) y, en menor medida por empleadas del hogar y profesionales de
empresas de servicios sociales. Por su parte, los varones eran cuidados por sus
esposas (45%), una hija (21%) y otros familiares (12%). Es decir, tanto mujeres
como varones reciben principalmente la atención de las mujeres pertene-
cientes a la red familiar, aunque proporcionalmente, estos cuidados informales
son superiores en el caso del varón, mientras la mujer recurre más a los
servicios de personas ajenas a la red familiar en ausencia de hijas o por el
absentismo de los varones.
Ya sabemos que gran parte de la carga asistencial demandada por
personas dependientes recae sobre los familiares, siendo la mujer la principal
destinataria, a consecuencia de un proceso de socialización y una educación
que colocaba como modelo a seguir, el de la diferenciación y la desigualdad

38
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

entre los sexos, destinando a la mujer el papel doméstico, secundario y poco


valorado25.
También sabemos26 que el número de personas que informalmente
realizan las tareas de asistencia social se estima en 1,7 millones, de las cuales
un 77% tiene algún vínculo familiar con el atendido y en más del 80% de los
casos se trata de mujeres de edades comprendidas entre los cuarenta y cinco
y los sesenta y cuatro años, precisamente el grupo de población que soporta
más cargas físicas y emocionales, al compaginar la atención a los dependientes
con las obligaciones laborales y/o las domésticas; sobretodo entre mujeres con
hijos menores. Quienes disponen de medios económicos recurren a
empleados, con una presencia cada vez más notable de inmigrantes latinoa-
mericanas.
Es decir, la insuficiencia de servicios sociales provoca que esas tareas
recaigan en la familia, fundamentalmente en las mujeres. Un hándicap más
para la incorporación plena de las mujeres al mercado laboral. Otras han
contribuido al aumento del empleo femenino a costa de asumir una doble
dedicación (laboral y familiar), lo que ha ocasionado que este colectivo se
convierta en “grupo de riesgo”, con estrés y otros problemas físicos y
psíquicos.
Según el informe del Defensor del Pueblo (2001), el 83% del total de
cuidadores de personas dependientes son mujeres, y de ellas, el 61,5% no
reciben ninguna ayuda por su trabajo (más de cuarenta horas semanales). El
26% de estas personas no puede ni plantearse buscar un trabajo; el 11,5% se
han visto obligadas a abandonarlo, y el 12% a reducir su jornada laboral.
Además, el 51% de las cuidadoras presenta cansancio físico y emocional
habitual; el 31% se sienten deprimidas y solas en esta tarea, y el 29% afirma
que su salud se ha visto deteriorada desde que cuida a un familiar.
Las familias, especialmente las mujeres, son las grandes proveedoras de
cuidados. Pero este modelo también está en declive, entre otras cosas por la
creciente incorporación femenina al empleo. Ahora, sólo el 3,2% de los
mayores dependientes reciben cuidados de los servicios sociales (residencias,
centros de día, ayuda domiciliaria o teleasistencia). La Seguridad Social
española y sus redes de protección dejan fuera a 2,4 millones de ciudadanos,
que por sus minusvalías físicas o psíquicas requieren cuidados constantes en
su vida cotidiana, y de ellos un millón sufren una dependencia total o severa.
Una tarea que los servicios sociales presta apenas a medio millón de afectados
según el último informe del IMSERSO.

25. El apoyo informal proviene de la familia cercana (cónyuge e hijas) que realiza el
63,8% de los cuidados. Otros allegados (familiares, parientes, amistades, vecindad, etc.)
asumen el 8% de la carga de atención. A cargo de empleados/as de hogar está el 5,4% del
total de los cuidados. En cuanto a los servicios sociales, estos asumen el 3,8% de los
cuidados. (Colectivo IOE, 1995: 28)
26. Monserrat, J. (2003): “El coste de la dependencia”, en Revista Multidisciplinar de
Gerontología, nº 13 (3), pp. 197.

39
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

Como indica Moya27, los cuidadores informales en nuestro país son


merecedores del mayor de los reconocimientos sociales, y asumen una carga
pesada e ingrata que con demasiada frecuencia constituye una fuente de no
pocos conflictos personales y familiares. Una clara muestra de la importancia
social de este colectivo la constituye el hecho de que el 73% de la población
española dependiente es atendida por cuidadores informales. Baste este dato
para valorar no sólo la importancia de su labor, sino el hecho de que sobre
estas familias recae, de forma silenciosa, casi las tres cuartas partes del coste
de la atención a las personas dependientes de nuestro país.
Sin embargo, este tipo de soluciones informales está disminuyendo
progresivamente por la creciente complejidad de la atención a los mayores, y
la tendencia al aumento de la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. En los últimos años han surgido nuevas opciones: desde los
inmigrantes que acompañan a los mayores, los servicios de ayuda domiciliaria,
hasta los servicios de asistencia telefónica o los centros de día que facilitan la
estancia del anciano durante la jornada laboral, atendidos por profesionales,
pero que permiten el regreso con la familia por la tarde.
Si la situación se mantiene sin cambios, se agudizará la división actual,
marcada por la atención pública a las personas con escasos ingresos mientras
que la clase media28 debe afrontarlos de su propio bolsillo (al no poder
acceder a los servicios públicos por superar los niveles de renta), así como por
las desigualdades originadas entre los niveles de prestación de las distintas
comunidades autónomas.
Aún estamos muy lejos de la media de la Unión Europea, donde los
servicios públicos ayudan a un 25% de la población de más de 65 años. La
escasa oferta de servicios sociales en este ámbito, y en otros, se suple con el
esfuerzo de las familias, o lo que es lo mismo, de las mujeres, que son todavía,
y de una forma mayoritaria las que se ocupan de los niños, de los mayores y,
en general, de las personas dependientes en el ámbito familiar.
Sin embargo, la perspectiva de una progresiva reducción del soporte
familiar para cuidar a los mayores (debido a la disminución del tamaño
de las familias, al incremento de la actividad femenina y a la separación de los
domicilios), y el importante porcentaje de pensiones bajas (procedentes de
biografías laborales con altibajos en sus cotizaciones), nos conduce a un
escenario donde es probable que surjan presiones para la ampliación de la
cobertura de los servicios sociales y para que se articulen medidas de

27. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fomento Social, nº 58, pág. 128.
28. Este divorcio entre oferta y demanda de recursos está provocando el aumento de
la presencia del mercado privado en todo el ámbito de los servicios sociosanitarios lo que
provoca que familias de clase media tengan grandes dificultades económicas para acceder a
servicios privados y a la vez no reúnan las condiciones para beneficiarse de una plaza
pública. Codinach, T. (2003): “Dependencia y vejez. Consecuencias Socio-familiares”, en
Revista de Servicios Sociales y Política Social, nº 64, pág. 124.

40
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

financiación (cheques-servicio y otras) que permitan a todos los individuos el


acceso a los servicios adecuados a su dependencia.
Por último, no voy a finalizar esta exposición que muestra el claro
proceso de envejecimiento de los grupos componentes de la población adulta,
y su relación de dependencia entre los más longevos, sin hacer hincapié en el
mensaje que de forma alternativa se ha consolidado en el seno de la sociedad,
que es más bien de carácter positivo, no sólo por lo que significa de prolon-
gación de la vida, de la esperanza de vida, sino principalmente por lo que
entraña de aumento de los niveles de bienestar y calidad de esa vida, pues
como acertadamente mostraba el sociólogo Julio Pérez Díaz29, la pésima
situación relativa de la vejez ha experimentado un vuelco radical en cuestión
de sólo dos o tres décadas. A medida que se produce el relevo generacional,
disminuye la proporción de mayores que viven en malas condiciones
(herencia de épocas muy duras), y aumenta la de quienes llegan a esa etapa
de la vida con una saludable situación económica. Con mejores pensiones,
vivienda propia y, en muchos casos, con reservas patrimoniales suficientes
para compensar los obstáculos que encuentran sus hijos para emanciparse, por
las dificultades de acceso a la vivienda y al mercado de trabajo.
La situación de los actuales mayores de ochenta años, de trayectoria
laboral y vital muy difícil, está lejos aún de ser favorable, pero la de quienes
tomen el relevo será mucho mejor. La transmisión patrimonial se produce
ahora en vida, recibiendo los jóvenes mucho más de sus padres que ninguna
otra generación anterior. El envejecimiento demográfico puede alarmar a
algunos, pero en la trayectoria vital e individual de los jóvenes y adultos
actuales, ha resultado una auténtica bendición. La vejez, horizonte común para
todos, ha irrumpido definitivamente como etapa importante, prolongada y
generalizada en la vida de las personas, y existe una manera óptima de que
no se convierta en penuria y desprotección.

29. Diario El País, 10 de agosto de 2003: Suplemento “España envejece”, pág. 5.

41
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

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en: http://www.eumed.net/cursecon/librería/pedirmadurez.htm.
ZAMORA LOPEZ, Francisco (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?”, en Sistema,
nº 175-176, pp.201-214.

42
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

Inés Alcalde Merino


Psicóloga
Milagros Laspeñas García
Socióloga

“El ocio no es sólo


un componente de la calidad de vida,
sino la esencia de ella”
(John Neulinger)

LA DIMENSIÓN SOCIOCULTURAL DEL ENVEJECIMIENTO


A lo largo de este libro se tratan diferentes aspectos de un mismo proceso,
el del “envejecimiento”. Este capítulo girará sobre una de sus dimensiones: el
envejecimiento tratado desde una perspectiva sociocultural, para relacionarlo
con el aumento del tiempo libre que, en general, infravaloramos y del que
desconocemos su manera de empleo; y, a partir de esta constatación, incitar a
la utilización voluntaria, satisfactoria y positiva del mismo en “tiempo de ocio”,
un espacio que, para las personas mayores más significativamente, conlleva
-repercute o incrementa- el bienestar y calidad de vida. Entendemos por “buen
envejecimiento”, por un envejecimiento satisfactorio, aquel que refiere la
“salud” entendida, no únicamente como ausencia de enfermedad, sino desde
la triple perspectiva biológica -envejecimiento sano y pleno-, psicológica
-envejecimiento positivo y adaptado- y social -envejecimiento integrado, activo
y participativo.
Esta declaración de intenciones requiere de alguna puntualización. En
primer lugar, hablaremos de “proceso de envejecimiento”, por contraposición
al término “vejez” entendida como un estado. Y es que el envejecimiento del
hombre es un proceso natural y paulatino, que le afecta desde su nacimiento
hasta su muerte, y que lleva aparejados cambios y transformaciones de tipo
biológico, psicológico y social, que van unidos igualmente al desarrollo y al
deterioro en estos ámbitos.
Hablamos de cambios progresivos, graduales, en los que intervienen un
número considerable de variables con diferentes efectos, o que darán como
resultado una serie de características diferenciales entre las personas de una

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

misma edad cronológica. Por tanto, la vejez ha de contemplarse como un


proceso variable y diferencial, y no uniforme y homogéneo. No podremos
hablar de un único patrón de envejecimiento, sino que cada individuo tiene
un modelo, un modo de envejecimiento propio.
La segunda puntualización consiste en especificar que entendemos por
“dimensión sociocultural” del envejecimiento. En una primera aproximación,
estaríamos de acuerdo en sostener con Pedro Sánchez Vera (1997) que el
concepto de envejecimiento tiene dos vertientes. Una personal, de la que nos
vamos a ocupar de manera preferente, dentro de la que se conjugan variables
biológicas, psicológicas y culturales. Otra vertiente colectiva o social, hace
referencia a cierto envejecimiento vinculado al proceso natural, consecuencia
del paso del tiempo, que involucra a la totalidad de los miembros de una
sociedad. A este respecto, mencionaremos dos cuestiones que, bajo el
paraguas del análisis sociológico del envejecimiento, tratan de los efectos
cohorte y generación, y que consideramos de relevancia a fin de hacer
mayormente comprensible parte de nuestra exposición futura. La primera de
ellas es la afirmación1 de que “el envejecimiento de cada generación se realiza
conforme a una posición generacional que de una parte es cronológica o
biológica y de otra social”. Cada generación va a percibir la vejez y su propio
envejecimiento de una forma determinada, percepción que va a depender de
la edad cronológica del sujeto y de las vivencias compartidas generacio-
nalmente. La segunda cuestión hace referencia a la socialización de los
jóvenes en un determinado modelo de vejez predominante en el momento.
Las personas en su juventud aceptan la definición dominante de viejo en ese
momento, con la que van a ser socializados. Cuando se llega a viejo se tiende
a vivir con arreglo a esa definición de vejez que se aprendió; pero sin embargo
esta definición habrá cambiado con el paso del tiempo (Anderson, 1972).
Volviendo al envejecimiento personal, al considerar que el envejecimiento
es un proceso ante todo individual, creemos conveniente, asumiendo que
pueda resultar obvio, comenzar efectuando un examen, una deconstrucción,
del término “edad”, diferenciando entre edad cronológica, edad biológica,
edad psicológica, edad social y edad funcional, para concluir con una
definición comprensiva de los distintos factores biológicos, psicológicos y
culturales que se conjugan en el envejecimiento individual.
La edad cronológica se refiere a la edad en años. Es la que va desde el
nacimiento hasta la edad actual de la persona.
La edad biológica se refiere a la situación actual del sujeto en relación con
su ciclo vital potencial. Podría definirse como el desgaste real de las energías
producto del paso de los años (Izquierdo Moreno, 1994). Tiene en cuenta los
cambios físicos y biológicos que se van produciendo en las estructuras
celulares, de tejidos, órganos y sistemas.

1. Sánchez Vera, P. (1997): Dimensiones del envejecimiento, pág. 232.

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OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

La edad psicológica se refiere a la situación de los individuos en relación


con la capacidad de adaptación observada o deducida de sus actividades
básicas vitales, que inducen un comportamiento propio de una etapa en el
proceso de envejecimiento (Izquierdo Moreno, 1994); a la capacidad para
responder a las presiones societales y a las tareas que se le piden al individuo.
Define la vejez en función de los cambios cognitivos, afectivos y de
personalidad a lo largo del ciclo vital.
La edad social se refiere a las costumbres y funciones de un individuo en
relación con su grupo o sociedad; al papel asignado y/o asumido en la escena
de las relaciones sociales y generacionales. (Izquierdo Moreno, 1994). Suele
medirse por la capacidad de contribuir al trabajo, la protección del grupo o
grupos a que se pertenece y la utilidad social. La medida en que el individuo
participa en los roles determinados por la sociedad.
La edad funcional se refiere a la competencia o la habilidad para realizar
las demandas ligadas a la edad, que pueden depender de consideraciones
biológicas, sociales, o personales.
Estas cinco dimensiones dibujan la realidad global del envejecimiento,
que en nuestras sociedades occidentales, al margen de tener una relación
directa con las edades cronológica y biológica del individuo, como es bien
evidente, está determinado por los procesos de producción y reproducción, y
por una serie de ritos vitales impuestos, y tamizado por la subjetividad en la
forma de afrontar, de manera individual y diferente, el propio proceso de
envejecimiento.
Será el significado de la edad social, construido socialmente, y que se
refiere a las actitudes y conductas adecuadas conforme a unos modelos -al papel
asignado y/o asumido en la escena de las relaciones sociales y generacionales,
la perspectiva sobre la que pivote nuestro desarrollo sobre el envejecimiento.

ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO. ADAPTACIÓN E INTEGRACIÓN


SOCIAL DE LOS MAYORES
Si nos referimos a papeles asignados y/o asumidos, a roles ligados a
normas societarias, como señalábamos, nuestras sociedades occidentales se
asientan sobre los valores de producción y de reproducción. Diríamos, en este
sentido, que se es útil y valorado mientras se produce, o se es futuro
productor, y mientras se tiene la capacidad para reproducir vida. No obstante,
el proceso de envejecimiento presupone una serie de cambios sociales y de
roles -laboral, familiar y en la comunidad, fundamentalmente.
En la esfera productiva, el gran cambio es la jubilación del individuo. Las
modificaciones en las costumbres laborales que ésta acarrea tienen
consecuencias, y la adaptación es difícil, puesto que la vida del individuo y
sus valores están orientados en torno al trabajo y a la actividad productiva. En
muchos casos, y sobre todo para los hombres, la jubilación supone una
ruptura con un proyecto de vida forjado alrededor del trabajo, que ha ocupado
su tiempo, ha marcado su ritmo y ha definido sus relaciones personales. Pero

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

la actividad laboral proporciona también la situación social al individuo. La


sociedad valora al hombre activo, capaz de trabajar y generar riquezas, y el
jubilado no lo es productivamente. Pasar a formar parte de la “clase pasiva”
representa ser apartado del núcleo que toma decisiones, y de intervenir en las
cuestiones importantes que influyen en la colectividad. En la esfera
reproductiva, las mujeres viven el cambio en el momento del climaterio y los
años posteriores, sobre todo si han centrado su vida en la familia y van viendo
como sus hijos cada vez reclaman menor atención y protección de su parte
“nido vacío”. La jubilación y “el nido vacío”, como los sucesos evolutivos que
más se destacan en este periodo de la vida, conllevan nuevas condiciones,
como la mayor disponibilidad de tiempo y la disminución de las responsabi-
lidades, que requieren de hombres y mujeres un esfuerzo de adaptación.
De entre las reflexiones teóricas sobre el fenómeno del envejecimiento,
algunas, centradas en las relaciones de las personas mayores con la sociedad,
han pretendido explicar la adaptación de la persona al proceso de envejeci-
miento. Las más representativas: la “teoría del retraimiento o de la desvincu-
lación” formulada por E. Cumming y W.E. Henry (1961), la “teoría de la
actividad” desarrollada por R. Havighurst (1961, 1967, 1968a, 1968b) y la
“teoría de la continuidad o del desarrollo” desarrolla por B.L. Neugarten (1961,
1968) y por R.C. Atchley (1969, 1971, 1993) en un intento de superar las
críticas que reciben las dos teorías precedentes.
De forma resumida, el argumento central de la teoría del retraimiento o de
la desvinculación, es que la desvinculación o desconexión es un proceso
inevitable que acompaña al envejecimiento, en el que gran parte de los lazos
entre el individuo y la sociedad se alteran o llegan a romperse. La desvincu-
lación tendría un carácter bidireccional, mutuo de la sociedad respecto del
individuo (pensemos en la jubilación, la independencia de los hijos, la muerte
de la pareja, de amigos) y, de otra parte, del individuo respecto a la sociedad
(palpable en la reducción de las actividades sociales y una vida más solitaria).
Éste sería un proceso natural -inherente al proceso de envejecimiento-,
universal -presente en todas las culturas- y beneficioso, tanto para la sociedad,
como para el individuo al liberarle de compromisos y obligaciones sociales
adscritas a su anterior rol. Para esta teoría, los mayores deben desvincularse de
la sociedad en la que viven, porque de lo contrario no consiguen adaptarse.
La teoría de la actividad mantiene la tesis contraria a la defendida por la
teoría anterior. Parte de la idea de que la desvinculación entre individuo y
sociedad opera únicamente en el sentido de la sociedad hacia los mayores.
Predice que la satisfacción de los mayores, al margen de cual sea su edad, está
positivamente relacionada con el número de las actividades en las que
participa. Las personas mayores, al igual que el resto de los adultos, tienen las
mismas necesidades psicológicas y sociales de mantenerse activos. Para esta
teoría, sólo cuando el individuo realiza alguna actividad se siente satisfecho y
adaptado. El envejecimiento óptimo implicaría mantenerse activo.
Ambas teorías recibieron fuertes críticas. Por separado, a la teoría de la
desvinculación se le acusó de generalizar sus postulados a todos los mayo-
res, cuando esta vinculación pudiera ser específica de las personas muy

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OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

mayores. Aunque, probablemente, lo más sorprendente de esta teoría es la


idea de que los individuos se desvinculan de todos los roles en la misma
medida. Por su parte, a la teoría de la actividad se le critica que no considere
que existan personas mayores satisfechas con su desconexión de la sociedad.
Conjuntamente a ambas teorías se les critica: que sean prescriptivas y no
informativas; que consideren el envejecimiento como un proceso uniforme,
que no consideren suficientemente los factores físicos, económicos y la
elección del individuo sobre cómo envejecer, puesto que cada persona elegirá
el tipo de actitud que le ofrezca el mayor desarrollo personal y que esté más
en consonancia con sus valores y patrones de autoconcepto; y que subestimen
el nivel de control que la persona ejerce sobre su entorno.
Según la teoría de la continuidad o del desarrollo, las personas realizan
una serie de elecciones adaptativas a lo largo de la etapa adulta y del enveje-
cimiento que suponen una continuación de los patrones de comportamiento
mantenidos a lo largo de su vida, de manera más o menos estable. Las
habilidades y patrones adaptativos que una persona ha ido forjando durante su
vida van a persistir en el tiempo, y van a estar presentes también en este tramo.
Siendo esta una teoría del desarrollo aplicable a todo el ciclo vital, sin embargo,
va a tener una especial relevancia en el proceso de envejecimiento y en la
explicación de los patrones de actividad que presentará la persona durante esta
etapa. Esta teoría no trata de prescribir lo que sería un modelo estándar de
comportamiento exitoso durante la vejez, ya que éste va a depender de la
propia historia del sujeto. Lo que sí establece es, que los mayores preferirán los
patrones de comportamiento que supongan una continuidad con esquemas
anteriores frente a aquellos que supongan un cambio substancial. El nivel de
actividad de los mayores estará en función de sus trayectorias vitales y de los
patrones de actividades que hayan mostrado durante su madurez. Para esta
teoría, la continuidad va a representar un modo de afrontar los cambios físicos,
mentales y sociales que acompañan al proceso de envejecimiento.
En línea con esta última propuesta teórica, creemos que, en su adaptación
a una nueva etapa de su vida, la búsqueda de nuevos roles y actividades a
desempeñar por los mayores, debería estar en observancia con el significado
que cada uno ha dado a su propia vida -continuidad en las actitudes generales
y en los basamentos de su estilo de vida-, y con una puesta en valor del ocio,
que les permita y facilite satisfacer sus necesidades de actividad y, al tiempo,
les proporcione canales de integración social y de realización personal. Como
veremos, el ocio y las relaciones sociales, que en gran medida se ven posibi-
litadas por la propia naturaleza de muchas de las actividades de ocio que
tienen un importante componente de interacción social, son causa
fundamental del bienestar en los mayores.
Es manifiesto, como hemos señalado, que la jubilación, sobre todo para
los hombres, supone una ruptura con su estilo de vida, construido alrededor
del trabajo que ha ocupado su tiempo y marcado sus ritmos; pero no hay que
obviar su influencia sobre sus relaciones personales y sociales. Tras la
jubilación, se van a encontrar sin “su”, hasta entonces, actividad, sin “sus”,
hasta entonces, contactos sociales, y con una gran cantidad de tiempo libre.

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

La falta de alternativas, de otros intereses, les provocará un vacío personal y


una sensación de inutilidad social. Para las mujeres esta situación presenta
particularidades, fundamentalmente debido a que, al margen del ámbito
ocupacional -rol laboral-, no tiene lugar el retiro de su rol doméstico, en las
esferas familiar y educacional. Incluso después de la jubilación, las mujeres
mantienen su papel de ama de casa, y a tiempo completo. Se enfrentan al
cuidado del esposo, ocasionalmente a la atención de sus ancianos y, la
mayoría de las veces, sustituyen el cuidado de los hijos -papel de madres- por
el de los nietos -abuelas-, con lo que, con bastante probabilidad, no sólo
continuarán realizando, en lo posible, actividades similares a las que venían
desarrollando, sino que conservarán parte importante de sus ritmos y de su
mundo relacional, incluso en el espacio público.
El individuo, a lo largo de su etapa de trabajador activo, ha mantenido
una condición social determinada en los diferentes ámbitos de relación social,
portadora no sólo de estatus -cómo la sociedad lo percibe-, sino también de
identidad personal -cómo el individuo se presenta- sobre todo en aquellos
niveles de mayor grado de cualificación y/o prestigio social; una situación que
ha conformado una forma de convivencia, de entendimiento, con los demás.
La pérdida del rol laboral, como venimos mencionado, afectará directamente
a las relaciones personales y sociales del individuo, a su mundo relacional más
próximo -el ámbito familiar- y extenso -las relaciones con el mundo exterior-,
así como al sentido de la competencia social, en tanto que influye en la
implicación en las tareas comunitarias.
Dentro de la familia sufrirán modificaciones tanto las relaciones conyuga-
les, como las relaciones con los hijos, éstas quizás en menor medida debido a
un, más que probable, alejamiento -la independencia de los hijos- anterior en
el tiempo, que van a requerir de una adaptación que atañe a la familia
completa, y en especial a la pareja. Tras la jubilación, a la pérdida del referente
de relaciones sociales abiertas que le proporcionaba el ámbito laboral, se
producirá un repliegue del jubilado hacia ámbitos relacionales más próximos,
en concreto hacia “su” mundo matrimonial y familiar; por otra parte, con el
aumento de la disponibilidad de tiempo libre, las relaciones entre la pareja se
intensificarán, lo cual puede dar lugar a conflictos en la misma. La incidencia
de la calidad de las relaciones matrimoniales y familiares en el bienestar del
individuo, se va a intensificar en estos momentos. Indudablemente el tipo de
relación entre los cónyuges condiciona la calidad de las relaciones familiares.
El hecho de que la pareja trabaje fuera del hogar o no, el que ambos se jubilen
simultáneamente, su lugar de residencia -un hábitat rural o urbano- o la forma
de ocupar su tiempo libre son, entre otros, algunos de los factores que influirán
en el ajuste de la pareja, y la readaptación a esta nueva situación. Igualmente
será precisa una reformulación de las relaciones con los hijos. Una vez perdido
el rol de proveedor principal de la familia, que pasa a ser compartido, las
relaciones entre padres e hijos se plantearán a otro nivel de jerarquía.
Conviene, antes de seguir con la argumentación, hacer hincapié en algo
que apuntábamos al definir el envejecimiento como un proceso que lleva
emparejados cambios y transformaciones unidos al desarrollo y al deterioro.

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OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

En este sentido, se están modificando algunos de los estereotipos sociales en


torno a la vejez, como señalan Juan Muñoz Tortosa y Celia Alix M. Motte
(2002), en un intento de cambiar la noción peyorativa que conlleva el
concepto de envejecimiento, para asociarlo a un periodo de crecimiento y
desarrollo, en el que la experiencia del individuo juega un papel fundamental.
Así mismo, en el terreno de los estudios, en la actualidad se habla de la vejez
en términos de potencialidad, como recoge Maria Teresa Bazo (1992). Se ha
abandonado el modelo basado en los déficits para tomar el modelo basado en
la “competencia”, entendida como la capacidad o habilidades que permiten
hacer frente a los acontecimientos de la vida cotidiana (Lehr, 1991). De esta
forma, y según este argumentario, las modificaciones aludidas en cuanto a los
roles familiares no deben valorarse como limitaciones, sino como posibi-
lidades, si el sujeto es capaz de enfrentarse positivamente a las nuevas
situaciones. Nos referíamos anteriormente a que, tras la jubilación, la
convivencia conyugal se intensifica, lo que puede dar como resultado un
refuerzo en la relación o una crisis importante, cuyo manejo dependerá de los
actores de la relación. Del mismo modo, la variación en el papel de padre que
decide, por otro menos jerárquico, no tiene porque significar una pérdida, sino
tan sólo una modificación, con las posibilidades que el hecho de disfrutar de
hijos adultos y autónomos, potenciales apoyos, pudieran significar para la
persona mayor. A su vez, el rol de abuelo surgirá con una significación e
implicación mayor emocionalmente; un papel hasta ahora menos disfrutado,
debido fundamentalmente a los ritmos laborales.
En cuanto a las relaciones del individuo circunscritas al ámbito laboral, las
mantenidas con los compañeros, a partir del momento de la jubilación tienden
a desaparecer, bien de forma paulatina o repentinamente. Estas relaciones
sociales se reducen de forma importante al abandonar el individuo el ámbito
que las sustentaba. Además, con la pérdida del rol laboral, a nivel social, se
pierde el estatus, el reconocimiento o prestigio, que ese papel pudiera
conllevar; y a nivel individual, el hecho de la jubilación, afectará al grado de
implicación en el trabajo de la comunidad, al sentido de la competencia social
del individuo.
Conseguir una adecuada integración social de los mayores, o una “reinte-
gración”, es el objetivo con la potenciación de otros ámbitos de interacción
social, como pueden ser la familia, las relaciones sociales fuera del ámbito
laboral, la vivencia positiva del ocio y el compromiso social. Porque, una
deficiente integración social tendría consecuencias, ciertos efectos negativos,
entre los que señalaremos, como fundamentales, la “sensación de” exclusión
social y una mayor exposición a los peligros sociales. Y es que si, como
venimos apuntado, nuestra sociedad sitúa el trabajo como valor supremo, estar
fuera del mercado laboral supondrá estar al margen, no sólo del primer
elemento de valoración social del individuo, sino también exponerse a los
riesgos de la marginación, la precarización y la exclusión social. Exclusión que
se cebará, principalmente, en los segmentos sociales cuya capacidad de
afrontar su inserción social es mucho menor, pensemos en los mayores de bajo
estatus, y/o con poco nivel formativo, y/o con alguna discapacidad, por
ejemplo. Por otra parte, a más tiempo libre mayor exposición, potencial, a

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

ciertos peligros sociales, y nos referimos con ello a hábitos y estilos de vida
negativos, y/o comportamientos destructivos, etc.
Por una parte la búsqueda de nuevos roles y la realización de actividades,
y por otra el apoyo en la familia y los amigos, así como en algún tipo de
organización, asociación o club, pueden propiciar, en estas personas, la
reconstrucción de su identidad y su toma de posición social en esta etapa de
su vida. Respecto de las actividades de ocio y altruistas en concreto, María
Teresa Bazo (2002) señala como éstas, en cuanto a actividades que conllevan
compromiso, comparten con la actividad laboral y profesional la cualidad de
estructuración del tiempo, y de proporcionar un sentimiento de utilidad social.
Una “reconquista”, recuperación, de los ritmos y del sentimiento de la
competencia social.
En resumen, el desarrollo de una adecuada adaptación e integración
social permitirá un adecuado ajuste personal y social al mayor, que le aporte
bienestar y calidad de vida en esta nueva etapa. No obstante, no podemos
dejar de considerar que la diferente actitud con la que los sujetos viven esta
época de su vida, cómo se adaptan, cómo se integran, va a depender de
factores biológicos culturales [edad, sexo, salud], de factores sociales y
culturales [género, nivel de estudios, situación económica, situación familiar,
relaciones sociales], y se va a ver afectada por el factor psicológico. Hemos
dado a entender a lo largo de este escrito que sería un error considerar a las
personas mayores como un grupo de comportamiento homogéneo.
Tendremos que observar, entre otras, las diferencias derivadas de la
pertenencia a distintos subgrupos de edad, las que tiene origen en el género
o las que existen por clase social, como entre cualquier otro colectivo o grupo.
Existen formas distintas de envejecer socialmente.

TIEMPO LIBRE Y OCIO EN LOS MAYORES


Como hemos manifestado, el envejecimiento sociocultural conlleva, entre
otros aspectos, una mayor disponibilidad de tiempo. Los mayores disponen de
gran cantidad de “tiempo libre”, definido como aquel del que el individuo
dispone una vez que se ha liberado de la obligación de trabajar. Pero el
individuo en su cotidianidad, además de su ocupación laboral, tiene que
prestar atención a toda una serie de obligaciones en el desenvolvimiento de
su vida -pensamos en la satisfacción de sus necesidades básicas, cuidados de
salud, la atención a familiares, etc.-, que si bien no pueden ser calificadas
como trabajo, tampoco lo son de ocio. Por lo tanto, disponer de tiempo libre
no significa necesariamente disfrutar de ocio. Estaríamos más de acuerdo en
reparar en el ocio como actitud con la que se ocupa el tiempo libre. En este
sentido, ya Aristóteles (Ética a Nicómaco) establece una primera distinción
entre “tiempo libre” y “ocio” [skholé], estableciendo que el primero no implica
necesariamente el segundo, y sólo cuando el tiempo libre se usa de una forma
correcta y sabia puede llegar a ser ocio.
Rechazada por simplista la identificación de tiempo libre con ocio, y con
el propósito de delimitar éste último concepto, acudimos a uno de los autores

50
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

más reconocidos en este campo: John Neulinger (1974), quien considera como
ocio la actividad que es libremente elegida por la persona, y se lleva a cabo
sin tener otro propósito adicional distinto a la propia satisfacción que supone
realizarla. ¿Qué tiene de especial esta definición de ocio?. Su elección
responde a que se trata de una definición que contiene las dimensiones
fundamentales que delimitan el concepto: libertad en la elección -la actividad
es voluntariamente elegida-, motivación intrínseca -la actividad proporciona al
individuo recompensas personales y subjetivas- y orientación finalista -la
actividad contiene en sí misma la finalidad de su realización. Estas
dimensiones rubrican el carácter subjetivo del ocio, y dan idea de la
importante influencia de los factores culturales en la clasificación de una
actividad como tal. A propósito de esto último, habremos de señalar otra
simplificación bastante común consistente en identificar la actividad en sí
[pasear, ver televisión, practicar deporte, jugar a las cartas, hacer teatro,
voluntariado...] como ocio. En el ocio se van a poner de manifiesto muchos
aspectos importantes del individuo, como la etapa de la vida, la edad, los
estilos de socialización y las preferencias en las actividades.
Hay una gran cantidad de actividades que pueden incluirse dentro de la
categoría de ocio. Incluso, ciertas habilidades y actividades, pueden contener
aspectos de las categorías de trabajo o sostén económico y de ocio a la vez.
Dentro de los intentos de clasificación de estas actividades, y con miras en
nuestro desarrollo argumental futuro, recogemos el de Richie (1975) que
agrupa las actividades consideradas como ocio en cuatro ejes, y las clasifica
en: actividades activas frente a actividades pasivas, actividades individuales
frente a actividades grupales, actividades simples frente a actividades
complejas, y actividades que son para pasar el rato frente a actividades que
requieren una mayor implicación.
Pero alrededor del ocio se han construido otras clasificaciones que
focalizan sobre el tipo de necesidades que satisfacen las actividades de ocio.
Para Kabanoff (1982) once son los grandes grupos de necesidades que
subyacen a las diferentes formas de ocio: autonomía -relacionada con la organi-
zación de proyectos y actividades significativas personalmente-, relajación
-descanso de cuerpo y/o mente-, actividades familiares -persiguen el refuerzo
de este tipo de vínculos-, huir de la rutina -evasión-, interacción -compañía y
nuevas amistades-, estimulación -nuevas experiencias-, uso de habilidades,
búsqueda de salud, estima -ganar el respeto y admiración de los demás-,
desafío o competencia -ponerse a prueba- y liderazgo o poder social. En un
sentido similar, Tinsley (1984), identificó, y agrupó en torno a ocho grandes
grupos, los tipos de necesidades satisfechas por distintas actividades de ocio;
necesidad de: “expresión del yo” -manifestarse a través del uso creativo de sus
capacidades-, compañerismo -relaciones de apoyo en las que sentirse aceptado
y valorado por los demás, con el consiguiente incremento de la autoestima-,
poder -percibir control sobre situaciones sociales, y ser objeto de la atención
de los otros-, compensación -experimentar algo novedoso o inusual, de romper
con la rutina diaria-, seguridad -comprometerse en una actividad que le
asegure la ausencia de cambios no deseados, y que garantice que sus
esfuerzos serán reconocidos y valorados-, servicio -ayudar a los demás-,

51
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

intelectual y estética -estimulación intelectual, participar en actividades


artísticas- y autonomía -hacer las cosas por sí mismo.

Envejecimiento y ocio
La etapa de la vida resulta determinante en la concepción del ocio.
Pensemos a este respecto en los cambios personales o en las modificaciones
en las oportunidades posibilitadoras del ocio, a nivel personal y social, que
se van produciendo durante la vida. El segmento de las personas mayores se
constituye como un grupo diferenciado, con características, intereses y
demandas socioculturales propios, frente a un “tiempo de ocio”, que al mismo
tiempo ha de ser interpretado en términos individuales, y en la relación con
los demás miembros del grupo, lo que implicaría la consideración de las
esferas personal y comunitaria.
Otro de los aspectos individuales que se van a poner de manifiesto en el
ocio, son los estilos de socialización, que van a jugar un papel primordial al
respecto. Ya en su momento, aludíamos a la impronta, en la forma de entender
y vivir la vejez, de una socialización en un determinado modelo de vejez, que
por mor del paso de los años perderá vigencia contextual. La implicación
social que ello supone, que se refleja en la expresión y canalización del ocio,
va a resultar palpable, sobre todo, en la demarcación de las oportunidades,
desde la sociedad y en concreto desde sus coetáneos, y en la autorestricción
en la ejecución de las mismas. No habremos de olvidar que las oportunidades
para participar en actividades también de ocio, reflejan expectativas
normativas.
En su momento, nos hemos referido al ocio y las relaciones sociales como
causa fundamental del bienestar de los mayores, en un engranaje en el que
los mayores van a poder satisfacer sus necesidades de actividad a través de las
distintas experiencias de ocio, que al tiempo les van a proporcionar canales
de interacción social y de realización personal. La teoría nos informa de los
beneficios del ocio en los mayores, por su influencia en la salud y el bienestar
subjetivo, mediante su capacidad para facilitar conductas de afrontamiento en
respuesta a los sucesos y estresores vitales (Coleman e Iso-Ahola, 1993). Por
una parte, siendo las principales características del ocio la percepción de
libertad y la motivación interna, ello permite el desarrollo y mantenimiento de
sentimientos de control sobre la propia vida; y cuando las personas sienten que
disponen de capacidad para controlar lo que les ocurre en sus vidas, suelen
experimentar una mayor salud mental y física (Mannell y Kleiber, 1997). Al
tiempo que la participación en actividades de ocio que, por su propia
naturaleza, tienen un importante componente de interacción social, facilitan la
percepción de apoyo a través del compañerismo y de la amistad (McCormick
y McGuire, 1996).

TIEMPO DE OCIO Y CALIDAD DE VIDA EN LAS PERSONAS MAYORES


En este punto, antes de adentrarnos en el diseño de una “propuesta tipo”
de ocio para las personas mayores, quizás sea momento de recopilar los

52
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

pilares teóricos que nos sirven de referencia, y que hemos expuesto a lo largo
de estas páginas.
La perspectiva del envejecimiento con la que trabajamos, observa el
mismo como un proceso natural y paulatino y, lo que para nuestro análisis
requiere gran importancia, variable y diferencial, lo cual nos indica que debe
ser considerado como un proceso sobre todo individual. Un análisis que, por
otra parte, se efectúa en términos de potencialidad, rehuyendo del modelo
basado en los déficits, para aplicar el modelo basado en la competencia.
(María Teresa Bazo, 1992), (Lehr, 1991).
En consonancia con la teoría de la continuidad, entenderemos, con
Havighurst (1961), que diferentes personas con diferentes valores, diferirán de
manera igualmente distinta sobre lo que para ellos es una buena vejez. Esta
teoría establece que las personas mayores preferirán, como en otras etapas de
sus vidas, los patrones de comportamiento que supongan una continuidad a
los que supongan un cambio substancial en sus vidas, aunque ello no quiera
decir que se de una ausencia total de cambio, sino que hay un predominio en
la continuación de esquemas anteriores. De igual modo, establece que no se
puede generalizar la idea de la desvinculación social del sujeto durante el
envejecimiento, ni tampoco que un aumento de su actividad o participación
collevará un incremento, de igual volumen, en su nivel de bienestar subjetivo;
sí, que el nivel de actividad que una persona va a mostrar en esta etapa, estará
en función de su trayectoria vital y del patrón de actividades que haya venido
presentando.
Basamos nuestro desarrollo en la delimitación del concepto de ocio, en
base a la definición de John Neulinger (1974), en la que se resaltan sus
elementos constituyentes: libertad en la elección, motivación intrínseca y
orientación finalista, que sobre todo ponen de manifiesto el carácter subjetivo
del ocio. Y destacar, además, que observamos el ocio como actitud, en
referencia al empleo del tiempo libre, y no como desarrollo de una actividad
concreta.
Compartimos la idea de que las actividades de ocio tendrán importancia
tanto por su efecto altamente significativo en el proceso de adaptación a la
pérdida de los roles productivos (Herzog, Franks, Markus y Holmberg, 1998),
en las que jugarán un papel asimilable a las actividades productivas; como, y
de modo más general, por su influencia en la calidad de vida, en el bienestar
personal de los mayores en esta etapa, a través del fortalecimiento de la
percepción del control sobre la propia vida, de autocontrol, y de apoyo social.
Al hilo de ello, estamos de acuerdo en seguir el esquema dibujado por Tinsley
y Tinsley (1986), que pone de manifiesto la relación entre la satisfacción de
una serie de necesidades y los beneficios psicológicos derivados del ocio, en
una secuencia de experiencias de ocio, que conlleva la satisfacción de las
necesidades psicológicas, lo que contribuye a la salud física y la salud psíquica
y, por ende, coadyuva a la satisfacción vital y al crecimiento personal.
Pero retomando nuestro discurso, centrado ahora en sustentar las bases
para el esbozo de un modelo de ocio para los mayores, debemos recalcar que

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

puesto de manifiesto el carácter subjetivo del ocio, al destacar como aspectos


básicos del mismo la libertad en la elección y la satisfacción personal que
implica su ejercicio, ello nos da idea del número de factores individuales que
influyen en la percepción de ciertas actividades como ocio y en las posibi-
lidades de su ejecución -en la interpretación que del ocio hagan los mayores.
Por otra parte, están el tipo de necesidades que subyacen a las diferentes
formas de ocio: necesidades básicas de vida de los mayores, referidas
fundamentalmente al mantenimiento o recuperación de la salud; necesidades
personales y de desarrollo personal; necesidades de interacción entre
coetáneos y con la sociedad. Ámbos -factores intervinientes en la interpre-
tación del ocio y necesidades subyacentes a las diferentes formas de ocio- van
a ser los ángulos sobre los que construir una propuesta de un modelo de ocio
para las personas mayores.
Comenzando por estos factores, los hay que tienen una base biológica,
son elementos constitutivos del individuo -parte esencial o fundamental del
mismo, y que lo distinguen de los demás- [edad, sexo]. Otros van a forman
parte de la situación sociocultural del individuo, y han sido adquiridos lo largo
de su desarrollo [estado civil, cargas familiares, estudios, profesión, ingresos].
A medio camino entre los primeros y los segundos habremos de observar la
variable salud, por lo que tiene de componente biológico y de relación con
los estilos de vida, saludables o potenciadores de riesgos para la misma. Otros
factores constituyen elementos del entramado de su personalidad [creencias y
actitudes] o vienen derivados de sus propias vivencias sociales [integración
social, valoración de las relaciones]. Por último, están los factores ambientales
o contextuales como coadyuvantes en la interpretación de un tiempo de ocio
[hábitat, lugar de residencia y recursos y medios externos]. Pero, ¿de qué forma
intervienen estos factores en la percepción y la ejecución de ocio?.
A modo de ejemplo, y centrándonos en la percepción que los mayores
tienen del ocio, observamos que la edad influirá desde varios ángulos. Desde
una perspectiva generacional, teniendo en cuenta que cada vez es mayor la
trascendencia y significación que se da al ocio en cualquier etapa de la vida,
es precisamente a partir de la jubilación cuando este adquiere mayor peso
específico. En cuanto a la edad cronológica, el ocio adquiere una mayor
importancia en las edades más jóvenes; y su configuración, con frecuencia, irá
acompañada de una relativización del valor del trabajo, como referente único
en la satisfacción o identificación personal del sujeto. Relacionados con la
edad, los diferentes estilos de socialización que van a jugar un papel
primordial en la forma de entender y vivir la vejez, y consecuentemente en la
conceptualización que del ocio hagan los mayores. En cuanto al sexo, la
percepción del ocio como un valor, siempre con carácter general, y princi-
palmente en las generaciones más mayores, aparecerá valorada más positi-
vamente por los hombres.
En cuanto al estado civil reparamos en que serán las personas solteras o
viudas las que muestren una percepción más positiva hacia el ocio. Muy
relacionado con el anterior, el factor presencia o ausencia de hijos en la
familia, que bien puede hacerse extensible a cargas familiares de otro tipo; los
individuos sin hijos y sin personas dependientes a su cargo, es probable que

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OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

también tengan una visión más positiva del ocio. Los factores nivel de
estudios, profesión y nivel social y económico -estatus-, estarán estrechamente
imbricados en la percepción del ocio. Así, se espera, en general, de los
mayores con un mayor nivel de estudios o formativo que valoren en mayor
medida el ocio, y muestren un mayor interés por sus actividades. En cuanto a
la profesión y el estatus social, observamos que a mayor nivel de cualificación
profesional y estatus social, se dará con frecuencia una valoración más positiva
del ocio; por contra, el segmento de población más ligado a la producción
material y cuyas experiencias de aprendizaje están vinculadas casi exclusi-
vamente al trabajo, mostrará una menor valoración de la creatividad o de la
utilización no productiva del tiempo. Por último, en cuanto al lugar de
residencia, un hábitat urbano creemos favorece, frente a uno rural, un modelo
de vida donde la utilización no productiva del tiempo es valorada más positi-
vamente.
Con referencia a las oportunidades, las posibilidades de ejecución o
realización del ocio, estas se verán influidas por la presencia o ausencia de
recursos tanto personales, como instrumentales. En primer lugar, habremos de
detenernos en los factores de tipo biológico, y en concreto asociados a la
funcionalidad o la competencia, que van a marcar una primera disquisición en
la posibilidad de participación en actividades de ocio. A lo largo del proceso
de envejecimiento, se producen variaciones en la autonomía personal de los
individuos. A este respecto, los estudiosos del tema estarían de acuerdo en
delimitar dos etapas diferenciadas: la primera, que abarcaría aproximadamente
hasta los setenta y cinco años, marcada por la independencia funcional y
caracterizada por el “envejecimiento activo”; y una segunda, a partir de los
setenta y cinco años, marcada por una mayor dependencia funcional, es una
etapa en la que las oportunidades de ocio se van a ver cuando menos
condicionadas o restringidas, si no imposibilitadas. De esta manera, estamos
aludiendo a la impronta de la edad y la salud real en las posibilidades para el
ocio.
Otros predictores de la participación con base en los recursos personales
de los mayores van a ser, por ejemplo, un buen estado de salud, y que así sea
percibido o valorado por la persona, lo que determinará tanto las actividades
que elige, como la medida -frecuencia, ritmo e intensidad- con que las realiza.
La salud real, va a ser determinante en la ejecución de actividades específicas;
a este respecto salud y autonomía serían cuasi equivalentes. Otro predictor
será el sexo, ya que se observa que los hombres participan en mayor medida
en actividades de ocio; y aunque se dan toda una serie de actividades
comunes a hombres y mujeres, los estereotipos sociales sin embargo juegan
un papel importante en la elección, por tanto el sexo orientará el tipo de
actividad, el lugar y los “otros” con los que se llevará a cabo.
Respecto al estado civil, ser soltero/a, separado/a o viudo/a, al igual que
no tener cargas familiares -hijos o personas dependientes-, favorece una
mayor ejecución de actividades de ocio. En cuanto a los estudios, a la
formación, podemos suponer que éste será un factor predictivo sobre todo del
tipo de actividades elegidas. Igualmente creemos que el tipo de actividad
profesional desarrollada hasta el momento, y lo que de ella se derive en la

55
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

forma de organización del tiempo, indicará u orientará el tipo de actividades


a realizar, su frecuencia y ritmo. Así como entenderemos que un poder
adquisitivo acomodado, unos ingresos suficientes, será un propiciador de
primer orden del ocio.
En el apartado reservado a los factores derivados de la personalidad y de
las propias vivencias de los mayores, habremos de señalar como predictores
de la participación en actividades de ocio, una positiva autopercepción del
sujeto; y es que la autoestima, observaremos, determina una mayor predispo-
sición hacia diversos ocios. También, debemos apuntar a la práctica de
actividades de ocio en su historia personal, como un excelente predictor. Pero,
además de estos factores personales, propios del individuo - intrapersonales,
en terminología de Crawford, Jackson y Godbey (1991), existe otro grupo de
factores “interpersonales”, que ampara las circunstancias personales derivadas
del contacto con familiares, amigos o compañeros, que van a condicionar las
actividades de ocio. Entre estos últimos, serán un buen predictor los modelos
próximos de familiares y amigos con una participación positiva en actividades
de ocio, ya que además de permitir observar las consecuencias positivas que
éstos obtienen en su práctica de ocio, facilitan el contar con “otros” en la
realización de actividades. Una integración social y una valoración positiva de
las relaciones interpresonales van a favorecer por lo pronto el mantenimiento
de sus redes sociales, y la apertura a relaciones con grupos extraños a su
círculo relacional más próximo.
Por lo que respecta a la influencia de los recursos instrumentales,
materiales o de infraestructura en las oportunidades de participación de los
mayores en actividades de ocio, serán facilitadores de la misma, por ejemplo,
vivir en un hábitat urbano, puesto que a sus residentes les suponemos una
mayor disponibilidad de acceso a instalaciones, grupos, incentivos y posibi-
lidades relacionados con el ocio, frente a los residentes en el medio rural. Un
caso algo distinto lo plantea el hecho de residir bien en el domicilio o bien
en una institución, ya que deberemos considerar la variable autonomía. En el
caso de que la salud permita la autonomía, la permanencia en el domicilio
favorece la utilización de recursos comunitarios; sin embargo, ante limitaciones
de salud restrictivas de la autonomía, los recursos para el ocio serán mayores
dentro de una institución.
Al ocuparnos de las necesidades que subyacen a las diferentes formas de
ocio de los mayores, quizás sea el momento de retomar la idea de reparar en
el ocio como actitud con la que se ocupa el tiempo liberado de la obligación
de producir, que ha de ser “correcta y sabia” en palabras de Aristóteles; que
potencie un envejecimiento sano y pleno, positivo y adaptado, e integrado,
activo y participativo, a nuestro entender.
Un envejecimiento sano y pleno, implica un tiempo de ocio que aborde
las necesidades básicas de vida de los mayores. Que les permita mantener o
recuperar aquello que parece negárseles por el hecho de ser mayores, como
son la salud mediante el autocuidado, la actividad, la energía. Un ámbito de
diversión y entretenimiento, diferente de lo cotidiano, novedoso, que
favorezca prácticas con fines lúdicos y terapéuticos.

56
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

Un envejecimiento positivo y adaptado, supone un tiempo de ocio que


tenga en cuenta las necesidades personales y de desarrollo de los mayores.
Que les permita sentirse personas activas y útiles, con un proyecto de vida,
con seguridad y confianza en sí mismas y en la etapa que están viviendo. Un
ámbito de posibilidad para aquellas capacidades que, por la edad, se cree ya
no se pueden desarrollar.
Un envejecimiento integrado, activo y participativo, presume un tiempo
de ocio que facilite y potencie la interacción entre coetáneos y con la
sociedad. Que favorezca la amistad, las relaciones sociales y la implicación en
los asuntos de la comunidad. Al tiempo que un espacio en el que se fomente
la realización de actividades diferentes a las domésticas, lo que permitirá abrir,
o en su caso crear, otros ámbitos de identificación con los coetáneos. Un
espacio de participación social y comunitaria, en el que las organizaciones
sociales de personas mayores, a través de lo que significa la idea de asociación
como medio de interacción e integración social de los participantes, tienen
clara relevancia.

Una propuesta tipo de ocio para las personas mayores


Como primera premisa, nuestra propuesta huirá de generalizaciones
absolutas. Al igual que no contemplamos el proceso de envejecimiento como
uniforme, sino como variable y diferencial, como un proceso sobre todo
individual, del mismo modo, deberemos observar la “utilización” del tiempo
de ocio. A este respecto, tendremos que tener en cuenta los factores
personales -físicos, de situación, de personalidad o vivenciales- y la elección
individual -en consonancia con sus valores y modelo de autoconcepto- en la
búsqueda del mayor desarrollo personal.
En el mismo sentido de rechazo de propuestas absolutas y prescriptivas,
nos decantaremos por referir uno u otro tipo de ocio sobre la base de los
beneficios potenciales, tanto objetivos como subjetivos, que su ejercicio
conlleva para los mayores que lo practiquen. Nuestra propuesta contempla el
hecho de que cuanto mayor sea el abanico de actividades -activas o pasivas,
individuales o colectivas, simples o complejas, para pasar el rato o con mayor
implicación- que la persona practica y disfruta, mayores serán sus posibi-
lidades de ejecución, y menores las de tiempo “vacío” o desocupado. De esta
forma, y a modo de ejemplo, si una persona es capaz de disfrutar de un ocio
de tipo individual o de tipo grupal, colectivo, en aquellas ocasiones en que
esta persona no cuente, circunstancial o coyunturalmente, con compañía
podrá desarrollarse de modo individual. No obstante, nuestra propuesta tipo,
basada en la cobertura de necesidades y los beneficios derivados, sugiere un
tipo de ocio activo y productivo, que se ocupe del bienestar cotidiano, que les
permita a los mayores sentirse personas activas y útiles, con un proyecto de
vida y con seguridad y confianza en sí mismas, y potencie o reconstruya las
redes de relación social y que favorezca la participación del mayor.
La configuración del ocio que proponemos, defiende la efectividad de
desarrollar un ocio que, al tiempo que debe ir en consonancia con la

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INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

evolución y valoración personal del individuo, favorezca al máximo la


percepción de control de su propia vida y la interacción social; lo cual
implicará autoestima, elevará el estado de ánimo, disminuirá los efectos
negativos de los sucesos vitales estresantes -viudedad, soledad, jubilación-,
conllevará apoyo emocional y una adecuada integración social, permitiéndole,
todo ello, percibir un mayor nivel de satisfacción vital.
Sobre estas bases, cualquier propuesta de ocio para los mayores ha de ir
encaminada a satisfacer una o varias de sus necesidades individuales, con lo
que el ejercicio de las actividades de ocio, de uno u otro tipo, ha de reportar
potenciales beneficios al sujeto que las realiza. En un intento de relacionar
tipos de actividades [tipología de Richie (1975)] y satisfacción de necesidades
individuales [tipologías de Kabanoff (1982) y de Tinsley (1984)] podremos
entrever que:
Las actividades activas [nadar, jugar al tenis, montar en bicicleta, pescar,
escribir cartas, relatos o poesía, tocar un instrumento musical...] fundamen-
talmente, favorecerán la utilización de las habilidades y destrezas de los
mayores; al tiempo que potenciarán la búsqueda de la salud, a través del
mantenimiento de una buena forma física y un estado vital saludable.
A las actividades pasivas [ver teatro, cine y otros espectáculos...], a primera
vista, se las relacionará con la necesidad de relajación, que permitieran dar un
descanso al cuerpo y/o a la mente; pero también se las vincula a otro tipo de
necesidades como son las intelectuales y estéticas, eso sí, desde el ángulo de
mero espectador.
Las actividades individuales [leer libros, escribir relatos o poesía, pasear,
escuchar la radio...], potenciarán la vivencia de la soledad deseada, la
necesidad de la persona mayor de hacer cosas por sí sola, sin por ello experi-
mentar sentimientos negativos; y favorece la “autonomía”, la organización de
proyectos y actividades que resulten significativas desde un punto de vista
personal.
Las actividades grupales [practicar juegos de mesas, visitar museos,
exposiciones, jugar al tenis, jugar fútbol sala…] abarcan la cobertura de un
número importante de necesidades personales, las principales quizás sean la
de interacción social -que permitirá a los mayores disfrutar de compañía de los
demás- y la de hacer nuevos amigos -que satisfará la necesidad de estima, a
través de acciones que le permitan ganarse el respeto o admiración de los
demás. En concreto, el tipo de acciones grupales incidirán positivamente en
las relaciones de apoyo; a través del compañerismo, en el reconocimiento e
integración, de un modo lúdico, la persona se sentirá aceptada y valorada por
parte de los demás, incrementando así su autoestima. De mismo modo, este
tipo de actividades permitirá satisfacer la necesidad de servicio o de asistencia
y ayuda a los demás, con lo que ello conllevará de autosatisfacción o
valoración personal. También, será en la ejecución de actividades grupales
donde la capacidad de liderazgo pueda ser satisfecha, a partir del desarrollo
de actuaciones en las que poder desempeñar un papel destacado de liderazgo;
de igual modo, es en este ámbito de actuaciones en las que los mayores
pueden satisfacer el deseo de poder social, en la percepción de que controlan

58
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

situaciones sociales y de que, por ende, son objeto de la atención de los


demás. Por último, será a través de este tipo de actividades, esta vez reducidas
al ámbito grupal más próximo, en actividades familiares, que se verán
reforzados los vínculos entre sus integrantes.
Las actividades simples [ojear revistas, ver televisión, escuchar la radio, ir
de compras…], se van a relacionar con la necesidad de los mayores de sentir
control, que manejan las situaciones.
Las actividades complejas [practicar fotografía, manejar un ordenador,
pintar…] cubrirán principalmente las exigencias intelectuales y estéticas de los
mayores, con un compromiso mayor que el de simple espectador; pensemos
en las necesidades de estimulación intelectual o de participar en actividades de
carácter artístico. En un sentido similar, este tipo de actividades satisfará la
necesidad de los mayores de manifestarse a través del uso creativo de sus
capacidades -necesidad de expresión del “yo”-; e, igualmente, la de estimu-
lación, a través de actuaciones que les aporten nuevas experiencias. Por otra
parte, las actividades complejas enfrentan al individuo al desafío, al ponerle a
prueba en situaciones difíciles, con el consiguiente nivel de autosatisfacción
que le proporcionará el superarlas exitosamente, un reto de superación y
estimulación.
Las actividades para pasar el rato [ir de compras, pasear…]. Relacionadas
con la necesidad de seguridad, aludirán a la satisfacción que experimenta la
persona cuando se compromete con una actividad que le asegura la ausencia
de cambios no deseados, y que a la vez le garantizan que sus esfuerzos se
reconocerán y serán valorados por los demás.
Por último, las actividades que requieren de una mayor implicación
[voluntariado, hacer teatro…], permitirán que los mayores satisfagan la
necesidad personal de experimentar algo novedoso o inusual, de romper, de
huir de la rutina diaria, de poder olvidarse de las responsabilidades a través
de actividades que exijan un esfuerzo y dedicación.
Ahora bien, la actividad concreta, específica, a través de la que esas
necesidades individuales se van a ver satisfechas, dependerá de factores
personales. Las preferencias en la elección y ejecución de una actividad u otra,
en cualquier etapa de la vida, van a estar influidas por la satisfacción que la
realización de estas actividades reporta al individuo, y por las normas sociales.
Si bien, en el proceso de envejecimiento, aumentará de forma progresiva el
peso que, a la hora de elegir las actividades para ocupar su ocio, van a tener
las experiencias previas y el placer que se experimenta al realizarlas (Atchley,
1993).
Para finalizar, y a modo de recapitulación y conclusiones, sobre que
aspectos deben tenerse en cuenta en el diseño de un modelo de ocio para los
mayores, diremos que:
• El objetivo que se persigue es que los mayores en esta etapa de la vida,
como en las anteriores, potencien una vivencia positiva y el desarrollen
al máximo sus potencialidades.

59
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

• Las actividades de ocio facilitarán la adaptación personal del mayor a


esta nueva etapa de la vida, le dotarán de una sensación de control o
de autodeterminación sobre su propia vida, y potenciarán una adecuada
integración social.
• La percepción de libertad y la satisfacción personal, rasgos definitorios
del ocio, facilitan, en la ejecución del mismo, el desarrollo y manteni-
miento de sentimientos de control sobre su vida, que conllevará
beneficios físicos y psicológicos para el mayor [incremento de su
autoconcepto, disminución del sentimiento de soledad, aumento del
estado de ánimo, adquisición y mantenimiento de hábitos saludables…]
y actuará como “protector” ante los riesgos provocados o favorecidos
por la ausencia o déficit en su adaptación y/o integración [aislamiento,
mayor exposición a hábitos no saludables o conductas de riesgo,
ausencia o déficit de conductas de autocuidado…].
• A través de la utilización positiva del ocio los mayores deberán poder
satisfacer varias de sus necesidades: las relacionadas con las
necesidades básicas [búsqueda de salud, relajación y descanso, estimu-
lación intelectual y estética, huida de la rutina…], las vinculadas a la
necesidades individuales y de desarrollo personal [autonomía,
seguridad, estima, competencia, expresión del yo…] y las necesidades
de interacción entre coetáneos y con la sociedad [compañerismo,
estima, liderazgo, poder social…].
• Son varias las parcelas personales que cubren las actividades de ocio: la
recreativa, la de identidad, la de sociabilidad, ámbitos que tienen
influencia directa en el bienestar subjetivo del mayor, en su calidad de
vida; cuestión, ésta, importante en cualquier etapa de la vida y más
significativamente en ésta en la que se están produciendo varias
situaciones de estrés vital a un tiempo.
• La elección de actividades de ocio a desarrollar serán opciones
seleccionadas individualmente, con significación en función de la
trayectoria vital previa del sujeto, mediada por su proceso de sociali-
zación, y con referente en la satisfacción derivada de su ejecución. La
percepción que el mayor tenga del ocio influirá, de forma significativa,
en su aproximación a la ejecución, así como en su mantenimiento en la
práctica de las mismas.
• Igualmente, será de gran importancia la facilitación social de oportu-
nidades de ocio para las personas mayores, así como una intervención
que fomente el uso de servicios de recreación, donde las actividades de
ocio puedan ser desarrolladas.
• Por último, nuestra propuesta tipo sugiere un tipo de ocio activo y
productivo, que se ocupe del bienestar cotidiano, que permita a los
mayores sentirse personas activas y útiles, con un proyecto de vida y
con seguridad y confianza en sí mismas, que potencie y reconstruya las
redes de relaciones sociales y favorezca la participación social del
mayor.

60
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

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62
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

Mª Victoria Hernando Ibeas


“…A veces frecuento los claustros cristianos
y a veces la mezquita.
Pero es a ti a quien busco de templo en templo.
Lo tuyo nada tiene que ver con la herejía o la ortodoxia,……..”
ABÚ-L-FAZL AL-ALLAMI
Delhi, fines del s.XVI.

INTRODUCCIÓN
De forma general, entendemos por vejez aquella etapa del ciclo vital que
comienza a partir de los 65 años, pero esta frontera no aporta un sentido
biológico claro, sino que más bien se trata de un criterio de organización más
amparado en cuestiones sociales (jubilación), a partir del cual asignar
funciones, roles, normas y expectativas. Bajo este criterio ciertas sociedades,
donde el modelo de valores dominante es un “modelo joven”, realizan
numerosas atribuciones incorrectas respecto de los mayores y permiten y
transmiten una representación mental de la vejez íntimamente ligada al
deterioro y la involución.
Hoy sabemos que esta concepción del proceso de envejecimiento es
errónea. No existe invariablemente un deterioro o pérdida de capacidades. Las
diferentes variables bio-psico-sociales que afectan al individuo desde que nace
hasta que muere, no sólo la edad, hacen que se produzcan cambios (no obliga-
toriamente ni con tanta frecuencia como se cree en sentido negativo) en las
diferentes capacidades. Mientras algunas de éstas pueden deteriorarse, otras se
mantendrán o incluso pueden enriquecerse algunas y adquirirse otras nuevas,
y en este sentido, podemos hablar tanto de capacidades vinculadas a la
sexualidad de la persona, como de capacidades cognitivas, emocionales, etc.
Sin embargo, el peso de los mitos y prejuicios que acompañan al
concepto de vejez aún es demasiado significativo y los propios mayores se ven
en “la obligación” de corresponder y asumir el rol asignado puesto que
también participan de estos estereotipos culturales. Cambiar esta construcción
social de la vejez se convierte en un objetivo primordial si deseamos plantear
la vida sexual y afectiva como fuente de satisfacción y bienestar, puesto que
si nuestros mayores continúan interiorizando el modelo social y sexual propio

63
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

de la juventud, pueden sentirse frustrados, incomprendidos, insatisfechos e


incluso indignos. La persistencia de ciertos valores y concepciones ideológicas
pueden llegar a convertir en un problema personal y social aquello que de
forma natural es origen de satisfacciones.
“Deberíamos llegar a conocer y conceder el sentido que cada edad puede
tener, en lugar de imponer valores de una u otra a todas las demás. Cada edad
tiene formas de ser que le son propias, como dijo Rousseau, para referirse a
la infancia. Los viejos también tienen maneras de ser que les son propias. Ellos
y la sociedad entera, pueden mejorar si conseguimos darle sentido a la vejez”1.
La sexualidad, al igual que el pensamiento, las conductas y otros aspectos,
aparece sujeta en el individuo a cambios y modificaciones relacionados con la
edad, el medio, la educación…, etc. Hoy, a principios del siglo XXI el
concepto de sexualidad y las manifestaciones de la misma parece diferen-
ciarse, sobre todo en algunos contextos, sustancialmente de la concepción
reinante en el pasado siglo. Sin embargo, obviamente, no es así en todos los
casos y si además, atendemos a la sexualidad de los mayores, la herencia
conceptual y educativa del siglo XX adquiere un peso significativo sobre el
que merece la pena reflexionar cuando queremos acercarnos al mundo
afectivo y sexual de las personas de edad avanzada.
Las circunstancias políticas, religiosas y sociales de la España del siglo XX
proyectaron una “educación” sexual estrictamente definida. Hablamos de una
concepción que identifica la sexualidad funcionalmente (procreación), topoló-
gicamente (genitalidad), jurídicamente (matrimonio), conductualmente
(heterosexual), genéricamente (varón) y cronológicamente (joven/adulto). Un
mínimo de conocimiento, contacto con la realidad y espíritu crítico desbancan
estas limitaciones, sin embargo este encuadre ha permanecido y permanece en
los intereses y manifestaciones sexuales de muchos individuos y no como una
opción elegida sino como la única posibilidad de vivir la propia sexualidad y
de cómo debe ser vivida por los demás.
Predicar que la única o la más lícita finalidad de las relaciones sexuales
es la procreación, elimina automáticamente los objetivos de comunicación,
afectividad, placer, complicidad, ternura y tantos otros beneficiosos efectos
que proporciona el sano ejercicio de nuestra sexualidad, además de mostrar
una cruel medida para todos aquellos a los que la naturaleza ha privado de la
posibilidad de tener descendencia o simplemente no desean tenerla, o como
en el caso de mujeres mayores la capacidad fisiológica no lo permite. A partir
de esta primera premisa se identifica claramente la limitación de las
experiencias sexuales al área genital y a la relación coital aún cuando las
terminaciones nerviosas receptoras de nuestras sensaciones se extienden a lo
largo de todo el cuerpo y por tanto no sólo el área genital puede ser origen
de placer y bienestar.
Coherentemente con estos dos condicionantes anteriores, heredamos la
idea de que la sexualidad aparece en nuestras vidas a partir de la adolescencia

1. López Sánchez, Félix y Olazábal, Juan Carlos (1998): “Sexualidad en la vejez”.


Ediciones Pirámide. Madrid.

64
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

y podemos disfrutar de ella mientras somos jóvenes o adultos, con personas


de distinto sexo y dentro del matrimonio (sobre todo si se es mujer) y
asumiendo diferentes “derechos y deberes” según sexo.
La realidad es, que con la adolescencia se adquiere una funcionalidad del
aspecto sexual y afectivo distinta de la que aparece en el bebé, en el niño o
en el anciano y se adquiere la capacidad reproductora producto de la
maduración física, pero reducir la sexualidad al aspecto fisiológico y dentro de
éste a la capacidad reproductora es limitarla enormemente. La funcionalidad,
los deseos y las manifestaciones afectivas y sexuales suelen modificarse en las
distintos estadios evolutivos pero no tienen porque implicar connotaciones
más o menos positivas o negativas, simplemente hay cambios, elecciones y
circunstancias que, como en los demás aspectos no sexuales, hacen que
vivamos las experiencias de forma distinta a cada edad.
Otra gran limitación es el asignar el calificativo de sana y normal exclusi-
vamente a la orientación del deseo dirigida a personas de distinto sexo.
Diferentes usos y costumbres de las sociedades, el conocimiento de otras
especies animales y un superficial repaso a la historia de la humanidad revelan
como las conductas sexuales pueden manifestarse de forma heterosexual,
homosexual y bisexual.
Podríamos añadir, además, numerosos ejemplos de como los roles
sexistas tan marcados y defendidos por esta concepción de la sexualidad
humana han hecho y continúan haciendo graves daños físicos y psíquicos
difíciles de paliar, pero quizá sea más conveniente subrayar que los seres
humanos nacemos y morimos sexuados y sin ninguna idea preconcebida
orientada hacia el matrimonio, la heterosexualidad, distintas preferencias por
el hecho de ser hombre o mujer, o programados para la práctica coital como
única experiencia sexual. Más bien son los factores ambientales quienes
consiguen de nosotros unas u otras manifestaciones.
El hecho de ser sexuado no es algo que el ser humano pueda elegir.
Ocurre, como con la mayoría de otros aspectos (pensamientos, sentimientos y
conductas), que vivimos la sexualidad (intereses, conductas, actitudes) de
forma diferente a lo largo del ciclo vital dependiendo de nuestra maduración
fisiológica y de las variables psicológicas y sociales que acompañan a cada
individuo. Sí podemos elegir como vivir nuestra sexualidad pero no el hecho
de ser sexuado.
Este somero repaso a la concepción sexual que ha marcado la historia
afectiva de los mayores de hoy, pone de manifiesto una perspectiva que niega,
entre otras, la posibilidad de interés y actividad sexual a los mayores y
construye y genera mitos que no facilitan vivenciar saludable y placente-
ramente la sexualidad. Es necesario insistir en la idea de que todas las
personas somos sexuadas desde el momento en qué nacemos y hasta el
momento en qué morimos y las investigaciones al respecto demuestran que
los ancianos y ancianas conservan el interés y las capacidades afectivas y
sexuales, y en los casos, frecuentes también, en los que no es así, aparecen
como principales condicionantes, además de las deficiencias de salud (como
en cualquier otra edad) los factores ambientales y sociales que les impiden
interesarse y llevar a cabo conductas sexuales.

65
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

En todo caso, conviene recordar y recapacitar acerca de que todavía hoy


vivimos en una sociedad que en demasiadas ocasiones ignora o incluso
reprueba la faceta sexual de los mayores y que muchos ancianos aceptan esa
norma implícita del rechazo hacia las manifestaciones y los intereses afectivos
y sexuales, escondiendo sus sentimientos y deseos a medida que van enveje-
ciendo sin poder encontrar una sana canalización de estos sentimientos,
deseos y comportamientos sexuales que conocemos están presentes a lo largo
de todo el ciclo vital.
Las relaciones íntimas dan sentido a la propia vida. La formación, el
mantenimiento, la pérdida y renovación de los vínculos afectivos desde que
nacemos y hasta que morimos ayudan a un funcionamiento sano de nuestra
personalidad y el envejecimiento no implica automáticamente la pérdida de
interés, deseo o capacidad. Como hemos señalado anteriormente, son más
bien factores de otra índole como los problemas médicos o los factores
psicológicos y sociales los que interfieren en la adecuada expresión de la
sexualidad. Por ello, cabe destacar un conjunto de mitos o creencias
erróneas que limitan las posibilidades de vida sexual en la población anciana
y que podemos resumir en:
• Los mayores no tienen capacidad fisiológica que les permita tener
conductas sexuales
• Los mayores no tienen intereses sexuales
• Los que se interesan por la sexualidad son perversos o están enfermos
• Las manifestaciones sexuales patológicas y desviaciones son más
frecuentes en éstas edades
• La actividad sexual es mala para la salud, especialmente en la vejez.
• La procreación es el único fin de la sexualidad y por tanto no tiene
sentido que en la vejez se mantengan relaciones sexuales.
• La esposa debe ser más joven o de igual edad que el esposo
• Los hombres mayores si pueden tener intereses sexuales pero las mujeres
mayores no.
• Los viejos, por el hecho de ser viejos, son feos.
• Es indecente y de mal gusto que los mayores manifiesten intereses
sexuales.
Obviamente, somos los profesionales de las ciencias sociales y de la salud
(no exentos, por otro lado, de una educación anclada en el “modelo joven” de
organización social) quienes debemos asumir, entre otras, la responsabilidad
de liderar la superación de estas barreras ideológicas. Debemos aportar
actitudes, conocimientos y actuaciones que ayuden a la creación y manteni-
miento de vínculos afectivos estables y seguros en la población anciana.
Esta responsabilidad queda convenientemente amparada, creo, si
atendemos a diferentes razones de índole científico y ético, pero sobretodo y

66
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

quizá más fácilmente, basta con enfocar nuestra mirada hacia la realidad
social: el número de personas mayores aumenta significativamente. El
aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad (en el mundo
occidental) han conseguido una pirámide poblacional que estima para el año
2010, diecisiete millones y medio de personas mayores. Además, las actuales
condiciones de higiene, alimentación, vivienda, educación para la salud,
jubilaciones anticipadas, ...etc. han facilitado que la etapa del ciclo vital que
venimos denominando vejez constituya un periodo largo e importante de
nuestra vida (entre 15 y 20 años) superando cuantitativamente a otras etapas
como la adolescencia o la primera infancia. Pero no sólo conviene ampararnos
en aspectos relativos a la cantidad, sino que quizá sea más edificante
reflexionar sobre como la sociedad no ha sabido articular los recursos
necesarios y responder al mismo ritmo y así, aunque en los últimos años
parece haber existido un vuelco institucional hacia la realidad de los mayores,
las necesidades económicas por un lado y las sociales y afectivo-sexuales por
otro, están frecuentemente mal cubiertas.
Vega, Vega (1990) concede a la propia muestra de población mayor la
oportunidad de ordenar y asignar prioridad a sus principales problemas y los
resultados arrojan, entre otros, los siguientes datos:
• Problemas económicos (46,3%)
• Médicos (43%)
• Soledad (26,6%)
• Rechazo familiar (11,5%)
Así pues, los problemas de soledad y de las relaciones sociales ocupan un
lugar destacado y en otros estudios sobre necesidades individuales, el afecto
se colocó de forma específica en tercer lugar. Sabemos pues, ya desde Maslow,
que la necesidad de afecto no puede interpretarse como un artículo de lujo en
el ser humano, independientemente de su momento evolutivo. La no
satisfacción de las necesidades afectivas y de relación genera serias secuelas
en la salud integral de las personas, y esto ocurre en niños, adolescentes,
jóvenes, adultos y mayores. Sin embargo hay que prestar especial interés al
hecho de que, al menos en las sociedades industrializadas o en el mal llamado
primer mundo, estas necesidades afectivas no suelen estar cubiertas de la
misma forma en unos y otros, y son las personas mayores quienes suelen
tenerlas frecuentemente peor satisfechas.
Analicemos muy superficialmente cuales son las necesidades interper-
sonales básicas o los diferentes tipos de apoyo social que necesitamos las
personas. Hansson y Carpenter (1995) destacan seis necesidades:
1. Apego
2. Integración social
3. Autoestima
4. Alianza fiable
5. Guía informativa
6. Oportunidad de dar apoyo

67
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Si leemos detenidamente cada una de estas necesidades y reflexionamos


sobre su significado, entendemos cuestiones interesantes para el tema que nos
ocupa. Así por ejemplo, las figuras de apego desaparecen más frecuentemente
para las personas mayores (dispersión geográfica de los hijos, viudedad,
fallecimientos de amigos íntimos...). Además tras el rito social de la jubilación,
en algunas ocasiones y sobre todo en grandes ciudades, desparece, aunque
sea paulatinamente, uno de los grupos de pertenencia importantes con los que
compartir actividades y por tanto la integración social puede disminuir.
Respecto de la tercera necesidad, conviene plantearse que la autoestima
es un sentimiento íntimamente relacionado con el autoconcepto y éste, para
que sea positivo, aparece en las sociedades del “modelo joven”, generalmente
demasiado vinculado al trabajo que se desarrolla, el poder adquisitivo, el culto
al cuerpo y otras características como la rapidez, la ambición, etc., caracte-
rísticas al fin y al cabo, más cercanas al estilo de vida joven que al de los
mayores.
La cuarta necesidad, “la alianza fiable”, hace referencia a la seguridad de
que otro nos ayudará cuando se le necesite. Este sentimiento y la satisfacción
de las dos necesidades básicas restantes, (guía informativa/oportunidad de dar
apoyo) está claramente relacionado con la existencia cercana de figuras de
apego y con la integración social, que como se ha comentado, la probabilidad
de que estén cumplidamente satisfechas parece disminuir con la edad. Así
pues, en este sentido, tampoco aparecen bien parados los mayores de este
principio de siglo. Las personas que actualmente superan los 65 años han sido
educadas en costumbres familiares y sociales que en muchos casos van
desapareciendo y esto les hace, en ocasiones, sentirse abandonados. Hasta
hace pocas generaciones, la mujer asumía el rol de cuidadora de los ancianos
de la familia y las casas familiares solían tener espacio suficiente para todos o
bien, los hábitos de vida tan distintos, hacían posible la convivencia interge-
neracional que todos parecían asumir con naturalidad. Si no era posible la
convivencia absoluta, al menos lo frecuente era vivir en el mismo pueblo o
ciudad que las figuras de apego.
Hoy, la mujer desarrolla una labor profesional fuera de casa y además
resulta difícil para la mayoría de las familias poder prescindir de un sueldo, ya
sea el del hombre o la mujer. Los hogares son pequeños y diferentes
costumbres ya instauradas como la intimidad de los miembros de la familia,
entre otras características, dificultan que los mayores puedan convivir con las
familias de sus hijos e hijas. Todo esto sin tener en cuenta, la dispersión
geográfica comentada anteriormente y que resulta tan frecuente. Además,
anteriormente las relaciones vecinales cumplían por ejemplo, con esta
satisfacción de la “alianza fiable”. Hoy los estilos de vida no siempre parecen
favorecer estas relaciones.
Si, por otro lado, tenemos en cuenta los diferentes tipos de apoyo social
descritos en otros estudios, la amenaza en la satisfacción de las necesidades
afectivas y de relación en las personas mayores vuelve a resultar patente. Estos
estudios relatan la necesidad de aspectos materiales, concretos y tangibles
(apoyo instrumental), la necesidad de información y ayuda en la búsqueda de

68
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

alternativas (apoyo informativo) y la necesidad de sentirse valorado, ser


cuidado, deseado, querido, etc. (apoyo emocional). Sin caer en la generali-
zación, es fácil pensar que el apoyo emocional a las personas nos viene dado
habitualmente por las figuras de apego y por la pareja más específicamente,
pero en un contexto social que no lo favorece, la amenaza para los mayores se
hace más fuerte.
Obviamente no se trata de retroceder en el tiempo, pero la sociedad debe
prever estas variables y ofertar alternativas de vivienda, de convivencia, de
recursos de ayuda, etc., que mitiguen el sentimiento de abandono, de poca
utilidad o de desamparo ante situaciones nuevas, que las nuevas circunstancias
sociales pueden generar en los mayores. Para ello es necesario, no sólo que
estas alternativas sean dignas, fiables y portadoras de calidad de vida, sino que
además, es ineludible una educación y formación a los mayores y al resto de
la sociedad, para saber transmitir la existencia de estas alternativas sin
apoyarnos en connotaciones tan negativas como la compasión, la benefi-
cencia, el aislamiento, etc. Esta responsabilidad, creo, empieza una vez más
por los profesionales de las ciencias sociales y la salud.
En conclusión, debemos ofrecer a los mayores y a la sociedad en general,
la información, educación e intervención necesaria para la superación de mitos
y falsas creencias, para así posibilitar la libre elección de las personas a
satisfacer sus necesidades afectivas, sexuales o de relación de la manera que
consideren oportuna, sin imposición de modelos “universales” y afianzados.
“Existe una inquietante tendencia a equiparar la actividad sexual a la
actividad coital. Las necesidades emocionales del individuo en la vejez (retener
una sensación de identidad y de autovaloración, así como de combatir la
soledad, por ejemplo) pueden cubrirse por completo mediante una actividad
sexual que no siempre lleva al coito. La necesidad de abrazar y ser abrazado,
la necesidad de relacionarse con otra persona, o la necesidad de expresar
sentimientos y de ser receptor de los2 que otra persona le comunica a uno no
se atrofia ni desaparece con la edad” .

CAMBIOS FISIOLÓGICOS Y FACTORES PSICOSOCIALES


QUE CONDICIONAN LA SEXUALIDAD EN LA VEJEZ
Como afirman Master y Johnson3, “la sexualidad es más que la biología de
los genitales, más que la procreación, el contacto sexual, las hormonas o el
orgasmo; es una función y fusión de todo que afecta completamente al
hombre y a la mujer de cualquier edad. Es la persona/personalidad entera la
que participa en una relación con otro individuo e incluso consigo mismo en
la búsqueda de la satisfacción y el placer, y no sólo y exclusivamente a través
de los genitales”.

2. Masters, W.H. y Johnson, V.E y Kolodny, R.C. (1992): Human Sexuality. New York:
Harper Collins Publishers.
3. Masters,W, y Johnson,V. (1966): Human Sexual Reponse. Londres: Churchill
Livingstone.

69
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Hemos relatado como la historia sexual y afectiva de los mayores aparecía


estrechamente vinculada a la localización anatómica genital y circunscrita a
“jóvenes principios” como los resultados, la eficacia, la cantidad…etc. Desde
esta perspectiva, las modificaciones que ocurren en el cuerpo de hombres y
mujeres así como en su funcionalidad a lo largo de la vida, han sido asumidas
con un carácter altamente negativo y si atendemos más concretamente al
aspecto sexual y relacional de las personas, incluso peyorativamente. Si
nuestro deseo es insistir en la necesidad innata de la relación afectiva y lidiar
a favor de que ésta pueda desarrollarse de forma sana y natural en la etapa de
la vejez, es necesario conocer sus principales características fisiológicas y
psicosociales.

PRINCIPALES CAMBIOS FISIOLÓGICOS EN LA MUJER


1. Disminución de estrógenos
2. Vagina más corta, más estrecha y con menor elasticidad y lubricación
3. Menor vasocongestión del área genital durante la respuesta sexual
4. Cambio en la figura corporal general. Una distribución diferente de la
grasa y menor tamaño, turgencia, y cambios asociados a la respuesta
sexual en los senos.
5. Fase de excitación sexual más lenta
6. Disminuye la intensidad y frecuencia en las contracciones del orgasmo

Fisiológicamente, el proceso de envejecimiento sexual comienza entre los


treinta y treinta y cinco años de edad. Pero no existe una forma universal para
envejecer y este lento proceso presenta una alta variabilidad entre sujetos. En el
caso del varón, no existe siquiera una manifestación biológica clara en el
transcurso de este proceso, no así en la mujer, dónde se aprecian nuevas
condiciones fisiológicas a partir del último periodo menstrual natural: la
menopausia.
Es importante señalar que la influencia que estos y otros cambios tienen
en la satisfacción y calidad de las relaciones sexuales de las mujeres mayores,
está íntimamente relacionada con el grado de satisfacción en la actividad
sexual previo a las modificaciones. “Aproximadamente un 50 por 100 de las
mujeres de nuestro entorno refieren un deterioro de su sexualidad, que afecta
a todas las fases de la respuesta sexual humana, con reducción de deseo
sexual y frecuencia de coito, así como reducción en la consecución del
orgasmo”.4 Conviene quizá plantearnos la causa de este reparto aparentemente
tan ecuánime y las causas parecen ser muy variadas. Estas van desde
problemas de la salud general hasta los problemas más cercanos a la vivencia

4. Félix López Sánchez y Juan Carlos Olazábal 1998: “Sexualidad en la vejez”. Ediciones
Pirámide. Madrid.

70
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

de la sexualidad, sin olvidar factores psicológicos y sociales (vaginitis atrófica,


déficit de hormonas sexuales).
En todo caso, el hecho de que la mitad de las mujeres mayores
consultadas no refieran este deterioro facilita desterrar el mito tan extendido
que proclama la no existencia de capacidad fisiológica para mantener
relaciones sexuales, coitales o no, en las personas mayores. Sabemos además
que es la propia actividad sexual regular la que ayuda a reducir las posibles
molestias que pueden originarse a partir de las modificaciones fisiológicas en
la mujer mayor cuando lleva a cabo prácticas sexuales, puesto que la atrofia
vaginal y el dolor en el coito aparecen más probablemente al eliminar las
prácticas sexuales.
“Por otra parte hay un 25 por 100 de mujeres que refieren mejoría de la
actividad sexual, pudiendo guardar relación tanto con la desaparición del
miedo a un embarazo no deseado, como a los cambios de la respuesta sexual
humana del varón que conllevan una menor urgencia eyaculatoria, que puede
facilitar la satisfacción de la mujer durante la actividad sexual”5.
En definitiva, el peso significativo que los cambios fisiológicos puedan
tener en las manifestaciones sexuales de la mujer mayor, parece estar
relacionado con la información, actitud y deseo que la mujer conserve. Existe
un número importante de mujeres mayores que no ha tenido acceso a una
educación que les permita aceptar la sexualidad como fuente de placer,
comunicación y bienestar, sino más bien al contrario, atribuyen a las prácticas
sexuales un valor asociado a los “deberes” conyugales. Esta actitud, la
valoración que se tenga del propio proceso de envejecimiento en general, la
aceptación o rechazo de los cambios corporales, el conocimiento y acceso
hacia ayudas específicas indicadas para evitar el dolor durante la práctica del
coito, son, entre otros, factores a los que atribuir importancia si pretendemos
estudiar la satisfacción y calidad de las relaciones afectivas y sexuales de las
mujeres mayores.
De la misma forma, la complicidad y comunicación con la pareja puede
verse reforzada si estas modificaciones fisiológicas son compartidas, aceptadas
y afrontadas en común.
A la hora de evaluar el impacto de estas innovaciones físicas en la calidad
de las relaciones afectivas y sexuales del hombre mayor, una vez más hemos
de remitirnos a su noción de la sexualidad y del hecho de ser sexuado.
Cuando su pensamiento interiorizado al respecto está ligado al modelo joven
de sexualidad que sobrevalora el coito, la rapidez de respuesta y la frecuencia
de coitos, ciertas características asociadas a su nueva realidad pueden
vivenciarse como limitaciones o deterioros. “Un varón6 de dieciocho años

5. Félix López Sánchez y Juan Carlos Olazábal 1998: “Sexualidad en la vejez”. Ediciones
Pirámide. Madrid.
6. Cruz Jentoft, J.C y Mercé Cortés, J. (1992): “La función sexual”, en J. M. Ribera Casado
y J.C. Cruz Jentoft, Geriatría. Uriach, pp. 170-177.

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Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

puede alcanzar una erección completa en tres segundos, aumentando este


tiempo a veinte segundos a los 45 años, pudiendo requerirse hasta cinco
minutos a los 75 años”.
Sin embargo, resulta casi cómico adjudicar tanta importancia a cinco
minutos de tiempo cuando por otro lado, numerosos varones se lamentan
justamente de la dificultad que encuentran en controlar sus rápidas reacciones,
bien durante el proceso de excitación o bien hacia el momento de la
eyaculación. Así mismo, el aumento en el periodo refractario podría ser
vivenciado más como una oportunidad para la búsqueda de alternativas en la
relación con la pareja que satisfagan las necesidades afectivas básicas y para
el encuentro de nuevas zonas erógenas desvinculadas del área genital.

PRINCIPALES CAMBIOS FISIOLÓGICOS EN EL VARÓN


1. Disminución en la producción de esperma y de los niveles de testosterona
2. La respuesta eréctil es más lenta y necesita de mayor estimulación
3. La turgencia del pene es menor
4. La cantidad de eyaculación disminuye
5. Durante la respuesta sexual, los testículos presentan menor elevación y las
contracciones orgásmicas disminuyen en número e intensidad.
6. Aumenta el periodo refractario tras el orgasmo

Por consiguiente, los principales cambios fisiológicos que durante el lento


proceso del envejecimiento se suceden en hombres y mujeres, no justifican
por sí mismos la no existencia de vínculos afectivos y sexuales en la etapa de
la vejez que proporcionen placer, comprensión, complicidad, afecto, comuni-
cación, descubrimientos hacia el propio cuerpo y el de los otros, intimidad,
confianza, y un largo etcétera de necesidades básicas que el ser humano
mantiene hasta el momento de su muerte.
Quizá, comenzar por una visión más amplia de la sexualidad, no ceñida a
la aportación que la fisiología puede ofrecer a nuestras relaciones sexuales,
posibilitaría también, una vez relegadas las presiones, los miedos y las
exigencias, las prácticas coitales más frecuentes y menos dolorosas si así se
deseara.
Respecto de los factores psicosociales que pueden condicionar la
sexualidad, ocurre como con otras facultades y hábitos del ser humano, que
conviene insistir en el carácter predictivo que posee la historia previa a esta
etapa de la vejez. Unas actitudes, nociones y conductas sexuales cuantitati-
vamente y cualitativamente satisfactorias a lo largo de los diferentes momentos
evolutivos parecen garantizar una vida sexual frecuente y de calidad en los
mayores.

72
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

Sin embargo, si nos ceñimos a la realidad española, sabemos que los


antecedentes educativos, sociales y laborales de los mayores de hoy no son
demasiado halagüeños. Muchos de ellos tienen solamente estudios primarios
o incluso no pudieron asistir a la escuela desde muy pequeños puesto que las
exigencias familiares y laborales así lo requerían. Quizá por ello, en estudios
como el de Nieto7, el 95% afirma no haber recibido ningún tipo de información
sexual en su infancia y únicamente un 6% de ellos asegura haber transmitido
algún tipo de información sexual a sus hijos.
Durante generaciones España ha vivido, como se ha apuntado ya,
patrones de conducta sexual muy represiva que han favorecido las actividades
sexuales pobres, tardías, esporádicas, cargadas de culpa y poco satisfactorias
en general, por lo que las capacidades fisiológicas y mentales, así como las
destrezas y habilidades para las prácticas sexuales, lejos de haber sido
entrenadas y favorecidas con la edad han ido deteriorándose. Tampoco las
condiciones de vida frecuentes en la época ayudaban a rebelarse contra esta
moral sexual nada benefactora. Las horas de trabajo eran muchas, las
condiciones originarias de higiene y calidad de vida como la calefacción, la
alimentación, el agua corriente, los espacios íntimos dentro del hogar, etc.,
escasas, y la situación económica precaria. Estos y otros factores influían
obligatoria y negativamente en la aparición del deseo sexual y en el desarrollo
natural y placentero de las relaciones de pareja.
Aún así, amparándonos en un principio popular de supervivencia, no
conviene dramatizar y cabe pensar que, aunque los escasos estudios existentes
al respecto (Nieto,1995; Malo de Molina,1988) apuntan hacia una vida sexual
pobre e insatisfecha, también ciertas parejas que vivieron su etapa adulta en
este periodo, supieron encontrar la fórmula más o menos aceptada
socialmente que les condujera directamente al refugio de intimidad y placer
que proporcionan las relaciones sexuales, aunque el contexto socio-político
haya pesado más y conducido al sesgo (deseabilidad social) en los datos que
arrojan estos trabajos donde; por cierto, lo más significativo es la variabilidad
entre los sujetos.
Por otro lado, además de los estigmas sociales ya comentados podemos
hablar de otros factores que pueden condicionar negativamente la sexualidad
en la vejez como las consecuencias psicosociales de la jubilación o la
resistencia de la familia.
A lo largo de la historia la forma de concebir la jubilación ha sido
diferente según las culturas y países. El pueblo judío creía que el año de
jubilación era un año consagrado a Dios y al descanso y suponía un motivo
de gozo y celebración puesto que supone la ruptura con las obligaciones que
han presionado al individuo hasta ese momento. Esta liberación también fue
asimilada más tarde por los primeros cristianos y toma forma en la expresión
“ganar el jubileo”, expresión que los romanos adoptaron en su lengua como
júbilo y que hoy permanece en nuestra lengua.

7. Nieto, J. A. (1995): La sexualidad de las personas mayores en España. Madrid:


Inserso.

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Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Sin embargo, a pesar de una raíz lingüística tan favorable y de que la


jubilación como consecuencia del mundo industrializado, es claramente una
conquista sobre generaciones anteriores producto de reivindicaciones obreras,
en España, hasta hace muy poco tiempo el periodo de jubilación se asociaba
a un periodo inútil y todavía hay quien lo define como una carga social que
hay que soportar. Quienes hoy se han ganado un puesto de honor en nuestra
pirámide de población, tampoco se libraron de una educación que transmitía
ésta percepción tan negativa de la jubilación aunque su asociación varíe
cualitativamente según atendamos a su cruce con otras variables como medio
rural/urbano, ser hombre/mujer, status económico, rol profesional, etc.
Las influencias de la jubilación no se limitan, por tanto, al plano
económico (a pesar de ser un acontecimiento de la vida laboral), sino que
afectan a otros niveles de la personalidad y la adaptación a esta nueva etapa
dependerá de numerosos factores personales y sociales, y así, quienes hoy son
jubilados y mayores parecen, en ocasiones, todavía hacerse eco de las palabras
escritas por Simone de Beauvoir8 en el siglo pasado y obrar en consecuencia.
Pero la realidad más significativa es que hoy el hecho de ser viejo ya no
es una dispensa de unos pocos sino al alcance de la mayoría y si la jubilación
es entendida como la puerta de entrada de ésta nueva etapa, es importante
modificar la percepción negativa que tengamos de ella. Si la conciencia
colectiva mantiene la idea de que jubilarse consiste en la pérdida de privilegios
(económicos, sociales, mantenimiento del cuerpo, etc.), obviamente se verán
afectadas el resto de las dimensiones del individuo y seguramente las
relaciones afectivas y sexuales en primer orden, puesto que éstas necesitan
para su sana expresión de una adecuada autoestima y apropiado
autoconcepto.
Es importante invertir el sentido de las consecuencias psicosociales de la
jubilación, de manera que el periodo por vivir tras ella, no represente las
ausencias, sino muchas de las ganancias y dádivas que la vida ofrece. Si éste
planteamiento fuera mayoritario, los familiares, los profesionales implicados, la
mente colectiva y en consecuencia los ancianos y ancianas vivenciarían su
mundo afectivo y sexual como punto cardinal de este regalo.
En todo caso, similares antecedentes no son factores de influencia positiva
en la realidad de los mayores de este principio de siglo. Del mismo modo,
cabe todavía hoy denunciar que en muchos de los recursos sociales existentes,
las normas, los espacios, el personal directivo y asistencial siguen sin favorecer
la expresión sexual de los usuarios o residentes.
Así por ejemplo, cuando se diseña la infraestructura general de una
residencia, no parece tenerse en cuenta la necesidad de intimidad que sus
residentes poseen y en los centros de día, los centros de encuentro o
formación para mayores no es habitual presenciar muestras de cariño entre sus
usuarios aunque se conozca que son antiguas o nuevas parejas. Parece, por

8. Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es
indecente hablar. De Beauvoir, S. (1989): La vejez. Barcelona: Edhasa.

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SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

tanto, que la sociedad sigue alimentando una actitud general oscurantista hacia
todo aquello que se asocie a sexualidad o afecto entre las personas instaladas
en la etapa de la vejez.
Seguramente los mayores nutrientes de esta actitud proceden de la ya
comentada visión que los propios protagonistas poseen de los aspectos
sexuales, pero indudablemente el personal directivo, el personal asistencial y
el resto de profesionales implicados tienen el poder y la responsabilidad de
aderezar esta construcción mental tan negativa. El contacto cotidiano con la
población que nos ocupa ofrece de forma natural muchas situaciones dónde
podemos optar por alimentar las falsas creencias, o bien, por el pequeño
grano de arena que contribuya a la reeducación en materia de sexualidad.
Por último, puede considerarse en este apartado el efecto que los roles de
género poseen en las actitudes y formas de vivenciar la sexualidad. La
adquisición del rol de género tiene lugar en los primeros años de vida y a
partir de ese momento el hecho de ser hombre o mujer tiene un peso
altamente significativo en la mayoría de los acontecimientos que decidimos, en
los hechos que nos acontecen y en la manera de resolverlos o no a lo largo
de la vida. La forma de vivenciar el cuerpo, las relaciones interpersonales, los
sentimientos y otros parámetros relacionados con el hecho de ser sexuado no
están exentos de esta vinculación con el género.
El país, la cultura, la educación, la generación, el status socioeconómico,
la religión, las condiciones políticas, el momento histórico, son, entre otros,
agentes indicadores de cómo experimentar la realidad de ser hombre o mujer.
Hoy, a principios del siglo XXI quizá podamos observar y demostrar que el
género para algunas generaciones no es tan significativamente trascendente en
ciertas dimensiones personales y sociales. O bien, entender que la diferencia
no tiene porqué implicar ventajas y desventajas para diversos semblantes de
la vida y poder asumirla como algo amable. Sin embargo, las generaciones
nacidas hace sesenta, setenta o más años recibieron, por norma general, un
estricto y discriminatorio guión a seguir en el transcurso de su vida, a partir de
nacer hombre o mujer.
Este guión implica directrices para casi todos los aspectos del individuo.
Los colores en la ropa, los juegos, el lenguaje a utilizar, los estudios, las
destrezas, la profesión, la expresión de sentimientos, las aspiraciones, y una
forma “correcta” de percibir los conceptos y el mundo aparecen en este tácito
acuerdo de instrucciones para la vida según el sexo biológico. Obviamente, un
amplio capítulo de este convenio está dedicado a las actitudes hacia la
sexualidad, a las preferencias y a las manifestaciones afectivas y sexuales,
convirtiéndose en la cuna de numerosos mitos y mensajes sociales que tanta
discriminación y daño han causado a hombres y mujeres.
Así por ejemplo, el hombre debe de manifestarse siempre dispuesto a la
relación sexual y coital, siendo el responsable de tomar la iniciativa y parecer
experimentado aunque no lo sea. Debe permanecer fiel a un modelo que le
atribuye vigor, fuerza y la responsabilidad del orgasmo propio y de la pareja.
Su imagen debe ser la de alguien racional, ambicioso, controlador y protector

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Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

que sabe lo que hay que hacer en cada momento. Acorde con este retrato
robot la hombría se demuestra más adecuadamente si se tiene éxito social o
se persigue y si se mantienen relaciones sexuales con muchas mujeres y éstas
son atractivas y más jóvenes. El hombre puede practicar la masturbación pero
especialmente en la adolescencia y años más jóvenes. No debe expresar jamás
los sentimientos de miedo, inadaptación, rechazo o abandono aunque si podrá
manifestar rabia o agresividad.
En oposición, el hombre resultante de este planteamiento no deberá
ceder, jugar, dejarse llevar por los sentimientos, ser honesto con respecto a sus
necesidades sexuales, dejarse acariciar, mantener relaciones sexuales no
genitales, ser vulnerable, débil, receptivo, pasivo en las relaciones y no deberá,
entre otras múltiples indicaciones, responsabilizarse del control de natalidad.
En la pareja puede buscar lícitamente ser admirado, obedecido o incluso el
afianzamiento social.
A partir de aquí resulta sencillo imaginar el rol asignado al sexo femenino.
Entre otras cosas, la mujer debe mostrarse insegura y tímida en las relaciones
sexuales, sobre todo en las primeras ocasiones. Debe ser fuente de ternura,
placer, comprensión y cariño. Mostrarse solícita siempre que el varón lo desee
independientemente de su deseo. La masturbación, en su caso, simplemente
no existe y no debe manifestar experiencia ni deseo sexual aunque lo haya.
Puede hablar de sentimientos siempre que hagan referencia al miedo, la
lástima, la culpa…, pero no aquellos sentimientos que tengan que ver con
valores asociados al varón como la ambición, la cólera o el resentimiento. Le
está permitido llorar en público.
Es evidentemente que este rápido y superficial repaso a las características
asignadas a varones y mujeres de ciertas generaciones no puede asumirse y
generalizarse en todos los casos, además los hombres y mujeres de la época
no tiene porque cumplir estrictamente todas y cada una de las particularidades
aquí reflejadas y que sería necesario un riguroso estudio al respecto si
deseáramos extraer conclusiones significativas. La intención es dejarnos
invadir por un instante por el cúmulo de mensajes sociales que los hombres y
mujeres, hoy mayores, han ido recibiendo a lo largo de su infancia, adoles-
cencia y prácticamente todo su periodo adulto, de forma que podamos
entender algunas de sus reacciones y sus dificultades a la hora de compartir
sus expectativas, sus miedos o inquietudes en el terreno sexual o emotivo.
De la misma forma que tienden a adaptarse otras actitudes debido al
reciclaje natural que el paso del tiempo aporta, cabe esperar que, en algunos
casos, la experiencia y sabiduría que dan los años consiga flexibilizar estos
roles de género tan estrictos. A éste respecto, Sinnott9 y Barer10 concluyen que
los roles sexuales tienden a flexibilizarse, especialmente en el varón, aunque
no hasta el punto de perder su función discriminatoria. Los cambios más

9. Sinnott, J.D. (1986): Sex Roles and Aging: Theory and Research from a Systems
Perspective. New York: Karger.
10. Barer, B.M. (1994): “Men and Women aging differently”, in International Journal
Aging and Human Development, 2, pp. 29-40.

76
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

importantes en el varón parecen afectar al terreno de las relaciones interper-


sonales. Pueden, por tanto, permitirse mostrar interés por aportar y recibir
ternura, complicidad y expresión de sentimientos, pero no parecen
evolucionar en el mismo sentido en los repartos de tareas o responsabilidades.
Quizá los cambios aparecidos en las capacidades biológicas como la turgencia
en la erección, su frecuencia…etc., facilitan esta adaptación que aunque puede
valorarse como positiva, refuerza, por otro lado, los estereotipos femeninos,
dificultando a la mujer la flexibilidad de su propio rol. De hecho cuando se
pregunta a las mujeres mayores sin actividad sexual por el motivo de esta
situación sus respuestas se asientan en el rol femenino aprendido: están
viudas, son feas, los cambios corporales no las hacen deseables, etc., es decir
atribuyen la falta de relaciones sexuales a causas ajenas a ellas mismas. No
parecen verse capaces de decidir y elegir su propia vida sexual.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Los estudios sobre sexualidad en la vejez son ejemplo de la variabilidad
interindividual, pero de ellos se desprenden ciertas conclusiones importantes
acordes a lo expuesto anteriormente como que la actividad sexual puede
mantenerse durante el periodo de la vejez y que ésta no tiene que ser más
insatisfactoria que en otros momentos evolutivos. Incluso, un número
importante de sujetos mejora su experiencia sexual en esta etapa de su vida.
Por todo ello, conviene insistir en la idea de que la edad por sí misma no
determina la calidad de las relaciones, sino que más bien son los factores
psicosociales los responsables de la insatisfacción en este campo si la hubiese.
Podemos incluso invertir la costumbre de focalizar nuestra atención en los
aspectos que pueden considerarse negativos y dirigir la mirada hacia distintas
circunstancias que pueden favorecer la calidad de las relaciones sexuales en
los mayores.
Así, por ejemplo, existe por parte del varón mayor un mejor control sobre
las fases de la respuesta sexual, con menor necesidad eyaculatoria por lo que
puede adaptarse más fácilmente al ritmo que la mujer desee, generalmente
más lento. Esta lentitud que los nuevos cambios fisiológicos procuran en
ambos sexos, permiten una mayor relajación y tranquilidad en las relaciones,
además de propiciar un interés mayor por descubrir nuevas zonas erógenas
fuentes de placeres no tan centrados en la genitalidad y el orgasmo.
Acerca de aspectos psicosociales positivos que aportan los años también
podemos hallar circunstancias propicias como la mayor disponibilidad de
tiempo, la ausencia de hijos pequeños alrededor de la pareja, la falta de
responsabilidad sobre las problemáticas de los mismos, la no preocupación
por la eficacia de los métodos anticonceptivos, la desaparición del miedo al
embarazo cuando no es deseado, la falta de responsabilidades laborales, más
posibilidades de viajar, la flexibilización de actitudes y miedos anteriormente
muy arraigados, que se traduce en una mayor aceptación del propio cuerpo
sin tener en cuenta los estrictos baremos sociales y en una sabiduría capaz de
identificar las verdaderas necesidades de uno mismo/a, en vez de optar por
necesitar aquello que la sociedad dicta.

77
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Concebimos la sexualidad como una capacidad humana que al igual que


otras capacidades debemos acomodar y desarrollar a nuestra medida. Por
tanto, el desarrollo y expresión de la personalidad humana exige el abordaje
de los aspectos afectivos y sexuales. Comfort11 defiende que en la especie
humana el sexo puede cumplir tres funciones: a) puede ser productivo, es
decir, mecanismo de reproducción de la especie; b) puede ser relacional.
Implica comunicación entre las personas y es medio de expresión de
sentimientos como el amor o la vinculación y c) puede ser recreativo. Se
asocia a experiencias placenteras que tienen que ver con el juego y la
diversión. Y continua diciendo el autor “(...) que la mayor parte de los
problemas que se les plantean a los seres humanos relativos al sexo, nacen de
la confusión entre las tres modalidades y la angustia consiguiente”.
Es posible que de esta simple confusión nazcan algunas de las grandes
barreras que no permiten a las personas vivir la sexualidad positivamente a lo
largo de sus diferentes etapas y más especialmente en la vejez. Quizá el reto
para la educación sexual del siglo que comienza consista en ayudar a concebir
el placer como un derecho que exigir con responsabilidad, cómo otra
conquista más de la historia humana. Insistir en la necesidad de liberarse de
presiones sociales o personales que nos obliguen a mantener relaciones
sexuales que no deseemos y a desistir de la búsqueda de lo que sí deseamos.
Es importante una concepción distinta y actual de la sexualidad que nos
permita, desde que nacemos, asociarla al placer, al afecto, a la ternura, la
complicidad, la comunicación, la pasión, la generosidad, la intimidad, la
aceptación personal sin culpa, la satisfacción, la responsabilidad personal y un
hondo caudal de connotaciones saludables que conlleva el uso y disfrute de
nuestros aspectos sexuales.
Ya en 1975 la OMS define salud sexual como “(…) la integración de los
elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por
medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la
personalidad, la comunicación y el amor”. La formación sexual de las personas
contribuye al desarrollo de actitudes positivas y al respeto de las diferentes
expresiones sexuales, dando lugar a comportamientos sexuales saludables,
tanto con uno/a mismo/a, como en las relaciones con los demás.
No conviene olvidar en este reto que aunque cada persona sea única
e irrepetible, la educación y formación en y para la sexualidad no requiere
una mayor personalización que otro tipo de materias. Si la tradición nos
pone de manifiesto serios errores, uno de ellos ha sido el considerar la
sexualidad como algo demasiado especial, casi capaz de degradar o sublimar
a las personas. Este principio no favorece un acercamiento natural de las
personas hacia los intereses sexuales que puedan ocurrir durante los ciclos de
su vida.
Perdamos por tanto el miedo a considerar la sexualidad como sólo un
aspecto más. Hablar de sexualidad adaptada a la edad no causa traumas, a lo

11. Comfort, A. (1980): Información sexual para jóvenes. Lóguez.

78
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

sumo, incomprensión; hablar de sexualidad no redunda en una degradación


moral, más bien relaja y flexibiliza planteamientos; hablar de sexualidad no
incita a la práctica sexual, redunda en prácticas sexuales más seguras,
deseadas y responsables.
Consigamos que el placer, el afecto, las relaciones coitales, las relaciones
no coitales, la genitalidad, la no genitalidad, la comunicación en suma,
dependa de la voluntad de las personas. Aprendamos que la satisfacción
sexual general no tiene hilo directo con el número de coitos, no está sujeta a
reglas de edad, no es directamente proporcional al género o a la orientación
del deseo. De esta forma, quizá generaciones venideras puedan asumir las
ventajas y desventajas (características al fin y al cabo) de pertenecer a un
grupo de edad o a un género de forma natural como hacemos en otros
aspectos de la vida, sin que el peso de estereotipos sociales negativos nublen
el acceso a nuevas y enriquecedoras experiencias relaciónales.
Es una obligación ética respetar el pasado de quienes hoy son mayores y
ofrecerles alternativas y posibilidades que les permitan vivir sus vínculos
afectivos y sexuales como consideren más oportuno, eligiendo, sin presio-
narles a cambiar unos esquemas por otros. Pero la sociedad también debe
comprometerse en trabajar (educación, prevención, intervención...) por la
creación y el mantenimiento de vínculos afectivos estables y seguros, puesto
que éstos son fuente estructural del ser humano, sin importar la edad o la
condición.
Para terminar, podemos regocijarnos en las palabras escritas por José Luis
Sampedro12 a quien, por cierto, la edad tampoco le ha privado de la capacidad
de seguir sorprendiéndonos con extraordinarios regalos como el siguiente texto:
“Y el cuerpo del viejo o de la vieja, cuidado y limpio, no es tan negativo al
deseo como se nos propone. En los aromas del esqueleto, en las venas
abultadas, en las manchas de las manos, en los pechos caídos hay carácter,
personalidad, rasgos de historia, sin belleza juvenil. Ese cuerpo tiene todavía
recursos para la sexualidad y siempre para la sensualidad. Los sentidos siguen
ahí, quizás amortiguados, pero en cambio mucho más sabios si hemos sabido
vivir con acierto.
Acariciar y ser acariciado, todo el cuerpo se presta a ese goce, sólo los
prejuicios pueden privarnos de él. La espalda recorrida por la mano, el beso
exploratorio, el contacto mismo de los cuerpos es sexualidad.
Es necesario la autoestima, la huida del cuerpo convencional, censurado e
ignorado, la imagen del canon establecido. Se nos educa imbuyéndonos
prejuicios acerca de la valoración estética del cuerpo, ya sea del todo o de sus
componentes, se rechazan las arrugas, la calvicie, se asignan significados
sensuales a ciertas partes del cuerpo, no siendo esto más que un producto
cultural de la historia. Hay que huir de esto y desmitificar, descubrir e inventar
el cuerpo…”

12. Sampedro, J.L. (1989): Mi cuerpo soy yo. Afectividad y sexualidad.

79
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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VEGA VEGA, J. L. (1990): Psicología d la vejez. Salamanca: Narcea.

80
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Manuela Buades Jiménez


África Rodríguez Blanco
Universidad de Granada

Desde tiempos inmemorables ha existido un interés por dotar a las


personas de lo que se ha dado en denominar Calidad de Vida. Pero podemos
asegurar que a partir de los años 60 se ha popularizado el término y se ha
convertido hoy en un concepto utilizado en muy diversos ámbitos: la salud, la
educación, la política, el mundo de los servicios en general y muy
especialmente en la salud mental y física de nuestros mayores, o desde otro
planteamiento concurrente, como alcanzar esta calidad de vida por parte de
los que seremos próximamente mayores.
El cambio de costumbres y hábitos en las sociedades industrializadas hace
surgir la necesidad de medir esta realidad y planificar una actuación centrada
en la persona y la adopción de modelos de apoyo y técnicas de mejora,
incluyendo la evaluación de las necesidades y sus niveles de satisfacción.
El carácter multidimensional de la calidad de vida incide en cuatro
elementos principales:
- El estado físico del sujeto (autonomía, capacidades físicas…).
- Las sensaciones somáticas (síntomas, consecuencias de los trauma-
tismos, dolores…).
- Los estados psicológicos (emotividad, ansiedad, depresión…).
- Las relaciones sociales y su vinculación con el entorno familiar de
amistad o profesional.
Los ámbitos de la salud y la calidad de vida son complementarios y se
superponen. La calidad de vida refleja la percepción que tienen los individuos
de que sus necesidades están siendo satisfechas. La meta de mejorar la calidad
de vida ha cobrado una mayor importancia en promoción de la salud y es
especialmente importante en relación con la satisfacción de las necesidades de
las personas de edad avanzada, los enfermos crónicos, los enfermos terminales
y las poblaciones discapacitadas.

81
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

La percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el


contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación
con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes está
ampliamente influenciado por la salud física del sujeto, su estado psicológico,
su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con
los elementos esenciales de su entorno.
“La calidad de vida de nuestra vida, que equivale a la calidad de nuestro
envejecimiento, es elegible en la medida que elegibles son individual y socio-
culturalmente las condiciones en que vivimos, nuestras actitudes nuestras
formas de comportarnos” (Prieto O., y Vega E., 1996).

UNA TERAPIA REAL: MUSICOTERAPIA


Bajo la denominación de “Terapias Creativas” se agrupan formas de
terapias tales como la musicoterapia, la danzaterapia, el arte-terapia
(aplicación de las artes plásticas) y el psicodrama.
La musicoterapia data de los años 40 como rama de medicina recupe-
rativa, que con los efectos fisiológicos, afectivos y mentales de la música,
contribuye a un equilibrio psicofísico de las personas. Es una especialidad
orientada a los canales de comunicación por medio del sonido, la música, el
gesto, el movimiento, el silencio. La relación input-output que ocurre entre la
persona y el terapeuta se ve acompañada por la música. La musicoterapia
pretende posibilitar la comunicación y expresión en aquellas personas
necesitadas de ello, facilitando la apertura emocional y el acceso hacia el
lenguaje, lo que contribuye enormemente en el proceso de curación.
La musicoterapia se basa en los elementos fundamentales de la música
(pulso, ritmo, escalas, tonalidad, melodía y armonía, textura, timbre). En las
formas musicales (motivos, frases, improvisaciones, composiciones,
actuaciones y composiciones) y en los objetos musicales (instrumentos, voz,
cuerpo, partituras, grabaciones, etc.)
Los objetivos pueden ser educacionales, recreativos, de rehabilitación,
preventivos o psicoterapéuticos y pueden ser programados hacia las
necesidades físicas, emocionales, intelectuales del paciente a nivel general esta
terapia pretende:
- Desarrollar los aspectos referidos al bienestar emocional, la salud física,
el funcionamiento social, las habilidades de comunicación y cognos-
citivas a través de las respuestas musicales.
- Planificar sesiones musicales para los individuos y grupos teniendo en
cuenta las necesidades de los mismos, trabajando con: improvisaciones
musicales, audiciones receptivas, análisis y comentarios de canciones,
actividades expresivo-creativas (dibujo, danza, modelado, movimiento,
expresión corporal).
- Recalcar la importancia de lo vivido corporalmente.

82
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

- En la persona de edad avanzada se trata de favorecer el recuerdo y el


mantenimiento de la memoria (por ejemplo con música de su pasado),
al tiempo que se trata de disminuir la agitación e incrementar la
orientación en la realidad.
Los métodos de tratamiento pueden hacer resaltar la escucha, la improvi-
sación, la actuación, la comprensión, el movimiento y puede incluir
experiencias adicionales en el arte como la danza, el teatro y la poesía.
La música invita al dialogo corporal entre paciente y terapeuta a la vez
que teniendo como punto de partida el movimiento, comenzar con ello un
proceso de recuperación funcional, ayudada a través del ritmo conseguir así
mayor coordinación de los movimientos.
El ritmo como elemento dinámico y básico en la música es el estimulo
orientador de procesos psicomotores a través del cual se ejecutaran
movimientos controlados, desplazamientos en el espacio, todo ello vivenciado
a través del propio cuerpo.
Estas formas de terapias provocan respuestas precisamente al nivel en el
cual los psicoterapeutas tratan de llegar al paciente y los consiguen de un
modo más directo o inmediato que otras terapias verbales. El proceso de
creación es de crecimiento y este proceso es radical y fundamentalmente
diferente del de elegir señales adecuadas para transmitir un mensaje
preexistente.
El proceso de creación estética consiste en explorar la expresividad de un
particular medio sensorial. No hay ningún área en nuestra percepción
sensorial que no haya sido bendecida con este estado de gracia que nos lleve
a ser creativos. El artista es llevado a descubrir nuevas posibilidades de
sentimiento. Para los humanos no existe otro medio de explorar el reino de
los sentimientos más que explorando las cualidades sentimentales o
emocionales de las personas y de las cosas. De ahí la importancia enorme en
proceso terapéutico ya que existe interacción entre el artista y la misma obra
de arte. Entendemos que el arte es un sustituto de la relación humana
emocional-afectiva, lo cual es muy importante cuando lo humano falla o para
potenciar y embellecer y dar profundidad a una relación afectiva.
Por ello se ha dicho que la música, y también las Bellas Artes, son un
patrón autocurativo del que la humanidad se ha servido desde que existe. El
arte es inherente al ser humano porque “Todo arte es la creación de formas
perceptibles expresivas de emociones y sentimientos humanos” (Langer, 1957).
Las percepciones sonoras y musicales placenteras alimentan el psiquismo
humano de una manera muy particular. Pero además el trato cotidiano con los
objetos musicales vuelve a la persona naturalmente sensible a la vez que
experta en el manejo de las estructuras sonoras. Tanto la degustación del
sonido como su manipulación interna (procesamiento mental) y externa
(producción y reproducción sonora) promueven procesos de realimentación
permanentes que estimulan el desarrollo humano a todo nivel. El archivo
musical interiorizado por un individuo manifiesta, por una parte, su nivel de

83
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

apetencia por el sonido y, por otra, su capacidad potencial para continuar


incorporando, procesando y produciendo nuevos estímulos sonoros.
En un proceso interactivo regido por el movimiento y la creatividad, la
música tiene la virtud esencial de seducir a los humanos, quienes ceden al
hechizo sonoro, no solo permitiendo que la música penetre en su interior sino
abriendo espacios cada vez más amplios para albergarla. (Hemsy de Gainza,
1997).

LA DANZA TERAPÉUTICA: ORIGEN Y ANTECEDENTES


Con la danza, la música nos abre una vía de autoexpresión holística, un
placer rítmico-meditativo que nos colma de energías positivas que favorecen
a través de la autoexpresión el desarrollo psíquico, armonía interior, interiori-
zación sonora etc. La danza y el movimiento desarrollan el equilibrio entre la
mente y el cuerpo.
El término danza es muy amplio ya que incluye multiplicidad de
actividades, desde prácticas naturales o instintivas de algunos animales hasta
las creaciones artísticas más elaboradas.
Etimológicamente danza, proviene del latín danzare, forma secundaria de
“danzon” voz alemana que significa estirarse... En la antigua Grecia, Platón
sugirió que danza o chorrez podría venir del término Kara que significa
alegría: Kara unido al vocablo Terpis que significa “lo agradable” forma el
nombre de la musa “Terpsiocore”, que entre los griegos personificaba la
danza.
A través de La Biblia considerado como uno de los documentos más
antiguos de la Humanidad podemos ver que hay una gran alusión a la danza.
Las manifestaciones bailadas se evidencian a través de los Salmos. En el
Antiguo Testamento hay momentos importantes. Tras cruzar, los israelitas el
Mar Rojo, Miriam, la profetisa hermana de Moisés y Aarón “cogió una
pandereta y todas las mujeres la seguían con panderetas bailando (Éxodo Cáp.
15 versículo 20) Jefté había prometido a Dios sacrificarle en holocausto a quien
primero saliera a recibirle si regresaba victorioso en su lucha contra los
amonitas. A su vuelta, su única hija apareció ante él bailando al son de las
panderetas; Jhefté tuvo que cumplir su promesa (Jueces Cáp.11 versículo 34)
En el Nuevo Testamento en el Cáp. 6 versículo 22 al 25 de Marcos la decapi-
tación de Juan el Bautista es el precio a pagar por la danza de Salomé.
Existen múltiples definiciones de la danza que se han ido dando a lo largo
de la historia y por destacadas personalidades hemos seleccionado algunas de
ellas:
“La danza es una coordinación estética de movimientos corporales”
(Salazar 1986, pág. 9).
“La danza es un arte que utiliza el cuerpo en movimiento como lenguaje
expresivo” (Willems, 1985, pág. 5).

84
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

“La danza es la más humana de las artes (...) es un arte vivo: el juego
infinitamente variado de líneas, de formas y de fuerzas, de direcciones y de
velocidades, concurre a la realización de perfectos equilibrios estructurales que
obedecen, tanto a las leyes de la biología como a las ordenaciones de la
estética” (Bougart, 1964, pág. 5).
“La expresión corporal, así como la danza, la música y las otras artes, son
una manera de exteriorizar los estados anímicos” “La Expresión Corporal y la
Danza es muchas veces música traducida a movimiento” (Stokoe, 1967).
La danza es un medio capaz de expresar emociones y sentimientos
mediante la sucesión de movimientos organizados que dependen de un ritmo.
La forma de bailar de la gente nos dice mucho sobre su manera de pensar o
vivir. Las danzas difieren mucho unas de otras. No son iguales los bailes de las
personas que viven en las montañas que suelen ser más vivos y rápidos que
los bailes de las personas de la ciudad que son con pasos más lentos y
majestuosos.
La danza es un instinto, si se pone música a un bebé de 6 meses, instin-
tivamente empieza a mover sus manos o sus pies; antes de empezar a andar,
se balancea como puede etc. Dentro de nosotros hay algo que nos incita a
bailar. Pero además de estos movimientos instintivos, se necesita una organi-
zación para poder expresar todos los movimientos que se llevan dentro. La
danza nace con la propia humanidad estando presente en todas las culturas,
en todas las razas y civilizaciones.
A través de la danza se comunican sentimientos de alegría, amor, tristeza,
vida muerte. A lo largo de la historia, la danza no solo se ha utilizado como
liberación de tensiones emocionales, sino desde otros aspectos, como ritual,
mágico, religioso, artístico etc.
La danza desde la antigüedad ha sido una constante necesidad de
comunicación lo podemos ver a través de:
- Rituales mágico-religiosos ya que la danza formó parte de estos rituales
dirigidos a los poderes de la naturaleza.
- Recreación social: facilitando vínculos sociales como necesidad de
expresar los sentimientos a través del movimiento rítmico, en una
coordinación colectiva.
- Espectáculo teatral. El ejecutante siente la música, la expresa a través de
sus movimientos y lo exterioriza bailando para un público sensible que
presta atención y valora su ejecución.
- La vía terapéutica: La danza como terapia aplicada y estructurada a la
prevención y curación de acuerdo al desarrollo del arte y la ciencia.

ELEMENTOS CORPORO-SONORO-MUSICAL
La interacción de diferentes elementos en la danzaterapia nos lleva a
diversas consideraciones de los elementos que conforman la danza:

85
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

El Cuerpo:
- Alineación Corporal.
- Regulación Tónica y Ajuste Postural.
- Estiramientos.
- Conocimiento de las posibilidades del cuerpo (percepción cinestésica)
- Posibilidades motrices -locomotoras, no locomotoras-.
- Relajación y Respiración.
El Cuerpo en Movimiento:
- En el Espacio (próximo-distante, formas, planos, direcciones, niveles,
trayectorias, foco, formaciones).
- En el Tiempo (duración, pulsación, velocidad, pausa, frases).
- En Interacción (grupo, espacio, tiempo, temas).
- Con una Estructura Rítmica (acentuación, duración, sincronización,
apoyos).
- Con una Energía (fuerte, débil, espontánea, mantenida).
Características de las danzas:
- Expresiva, con enormes efectos de comunicación.
- Progresiva, parte de un estado del individuo y le permite un
crecimiento progresivo.
- Integrativa, restablece los patrones del movimiento y elimina gestos
inapropiados.
- Inclusiva, trabajan en grupos e individualmente.
La danza refleja estados emocionales internos. Los cambios de conducta
del movimiento pueden inducir a cambios en la psique, promoviendo la salud
física y emocional.

LA DANZATERAPIA
La Danzaterapia es una técnica corporal que interrelaciona arte y ciencia,
en este caso la danza y la psicología, para atender y prevenir problemas de
salud y educación.
La utilización del movimiento corporal, aunado a la música en la
búsqueda de un lenguaje no verbal, permite descubrir el mundo emocional
interno, conocimiento y mejoramiento de la imagen corporal, contribuyendo
mejorar las disfunciones físico-psíquicas en individuos y grupos sociales.
La danza nace en su forma más simple y de los movimientos naturales y
espontáneos del ser humano. Es la expresión del interior de las personas a
través de la danza-movimiento; permite emerger la creatividad por medio de
la expresión y la sensibilidad para promover la aceptación de uno mismo y de
los demás.
Danzaterapia es el uso terapéutico del movimiento y la danza dentro de un
proceso que busca la integración psicofísica; trabaja sobre la imagen y el
esquema corporal aproximando a las personas a conocer su cuerpo y sus
posibilidades.

86
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Como disciplina multidisciplinaria se funda en la investigación sobre la


comunicación no verbal, la psicología del desarrollo y los sistemas de análisis
de movimiento.

INCIDENCIAS A TRAVÉS DE LA DANZA


En su artículo “La danza y la tercera edad” Molero Navajas, 1999, cita
autores estudiosos de las mejoras que produce la danza en las diferentes áreas.
En el área Física: Tomar conciencia, control de las posibilidades de
movimiento y fuerza muscular (Munns1981). Mejorar la flexibilidad, coordi-
nación (Bassett, 1982) y equilibrio (Clark, 1975, Gutman, 1977) (Van Fechen,
1977 y Gabell, 1986) tiempo de reacción (Clark, 1977), sistema cardiovascular
(Bassey, 1978 y Stanford, 1972).
En el área Psíquica: Estimular la comprensión, la percepción y la memoria
(Bassett, 1982).
En el área socio-afectiva: Reducir la ansiedad, incidir en la mejora de la
cooperación y la elaboración, establecer relaciones de apoyo mutuo y
revalorizar el propio cuerpo (Leste y Rust, 1984).

MEJORAS A TRAVÉS DEL EJERCICIO


La Resistencia. Las actividades de resistencia que aumentan el ritmo
cardíaco y la respiración. La salud del corazón, los pulmones, y el sistema
circulatorio.
La Fuerza. Los ejercicios de fortalecimiento hacen que obtengan suficiente
fuerza para realizar sus actividades habituales.
El Equilibrio. Los ejercicios de equilibrio ayudan a prevenir caídas, causa
frecuente de incapacitación.
Los Estiramientos. Los ejercicios de estiramientos ayudan a conservar el
cuerpo fuerte y flexible.

ESTUDIOS PREVIOS
Uno de los aspectos que puede servir para frenar el envejecimiento para
las personas mayores es la actividad física moderada ya que es muy
beneficiosa para la salud. La utilización de la danza no solo como manifes-
tación artística, ni espectáculo escénico, sino como una forma de vida y medio
de rehabilitación física y mental del individuo favoreciendo la integración y
cooperación dejando a un lado los sentimientos de soledad y aislamiento.
Es evidente que la inactividad física aumenta el riesgo de enfermedades y
disminuye la calidad de vida del mayor siendo un factor a combatir. Hablar de
Danza terapéutica en esta época, es hablar de una disciplina nueva y poco
abordada en nuestro país, aunque en países como los EEUU se trabaja desde

87
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

la década de los 40 con excelentes resultados. Las instituciones que se han


dedicado a esta modalidad inicialmente fueron los hospitales. En un inicio la
danza terapéutica se utilizó en pacientes con desordenes psíquicos, aunque
con el tiempo se observo que la rehabilitación física de los pacientes era
posible también utilizando la danza como terapia.
En 1942 Marian Chance inició sus trabajos en el St. Elizabeth Hospital con
adultos y niños en sus sesiones incluía su experiencia en danzas étnicas.
En los años sesenta se inician investigaciones sobre la comunicación no
verbal y en ellas se observó que los ejercicios con movimientos corporales
mejoraban la autoestima y aumentan la habilidad de expresarse así como el
afecto. Se comprobó que la experiencia del movimiento desarrolla la
sensitividad y reduce las reacciones defensivas.
En 1966 se forma la Asociación Americana de Danza terapéutica cuya
meta fue la de sistematizar el trabajo de terapeutas, utilizando la danza aunada
con la música como instrumento de rehabilitación. En México con la creación
del Centro Universitario de la Danza se propone en un inicio la carrera de
Técnico en Danza terapéutica y actualmente con valor de Licenciatura, al igual
que diplomados y talleres pretendiendo con esto subsanar por una parte y por
otra la utilización de la danza no sólo como manifestación artística, ni
espectáculo escénico, sino como una fórmula de catarsis, de forma de vida, de
terapia, de rehabilitación física; es decir, ver a la danza en su aspecto integral
rescatando de ella sus posibilidades y coadyuvar por medio de esta a la salud
física y mental del individuo, contemplando una formación integral de sus
alumnos al proporcionar elementos psico-pedagógicos, kinesiológicos y
técnico artísticos que proporcionen una visión global del fenómeno y que sea
capaza de participar en la rehabilitación integral de las personas que lo
requieran.
En 1983 el Center for Heralth Promotion de la Geeorge Mason University
promocionado por el departamento de Heath Education and Physical Fitness
realizó el “Project Older Adults” cuyo objetivo era incrementar el número de
mayores que hacían ejercicio regularmente y estudiar los factores que
producían modificaciones en el comportamiento de esta población.
En 1984 dos estudios pilotos realizados por las universidades de Dormund
y Frankfurt, investigaron acerca de los “Fitness Test” cuando preparaban el
Trimming-130. El programa consistía en dos sesiones a la semana de sesenta
minutos y una opción era la danza En el primero, seleccionaron las variables
del nivel fitness en pruebas de resistencia a mayores. En las conclusiones se
determinaron los futuros modelos de programas fitness del Trimming-130. En
el segundo estudio piloto se examinaron los niveles de las variables
seleccionadas. Los resultados determinaron el alto grado de aprendizaje motor
en el campo de las habilidades coordinativas.
Desde 1991 a través del departamento de Educación Física del Campus de
Río Claro de Brasil (M.A. y Farias S.F., 1993) se aplica el programa “Folklore
portugués como actividad física en la Tercera Edad” cuyos objetivos eran el
intercambio generacional y favorecer las condiciones biopsicosociales de los

88
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

mayores. El programa se inicia con gimnasia geriátrica y al mejorar las


condiciones físico–motoras comienza la enseñanza de las coreografías y las
clases de danza. Los resultados muestran desde entonces que los grupos
trasmiten vitalidad, emociones placenteras con la actividad y aumenta la
sensación de felicidad individual y son conscientes de los beneficios que les
aporta y hace que se sientan útiles con un elevado grado de motivación.
En estudios experimentales que se han llevado a cabo sobre el efecto a
largo plazo de la práctica de ejercicio sobre el corazón, los individuos inician
un programa de ejercicios regular u después se comparan una serie de
funciones fisiológicas pertinentes, como la capacidad respiratoria o frecuencia
cardiaca, con el grupo de control. Al término de un año la capacidad pulmonar
era mucho mayor en los individuos que habían practicado ejercicio que en los
que no lo practicaron.

PRECURSORES EN EUROPA
Francois Delsarte.- Relación entre cuerpo espíritu, gesto y pensamiento.
Sus estudios se basan en el cuerpo humano con relación a las emociones y a
la energía vital.
Rudolf Von Laban, su descubrimiento fue: “Sacar las emociones a través
del movimiento del cuerpo” Cada movimiento originario a partir de un
impulso interno o externo ha sido almacenado en la memoria
Irmgard Bartenieff. Uniendo los principios de Laban con la anatomía la
neurología desarrollo una serie de ejercicios correctivos para pacientes
enfermos de poliomielitis.
Isadora Ducan. “La danza no es sólo transmisión de una técnica sino
también de un impulso vital profundo. Soñaba con redescubrir el maravilloso
movimiento rítmico del cuerpo, el movimiento ideal que debería estar en
armonía con el movimiento físico más perfecto y rescatar un arte que ha
dormido por dos mil años.

PRECURSORES AMERICANOS
Francisca Boas: Trabajó con niños con disturbios promoviendo la
expresión de sus fantasías a través de técnicas del movimiento.
Marian Chance: Considerada la Gran Dama de la Danzaterapia. Trabajó
sobre todo con pacientes psiquiátricos. Influenciada por la teoría de Sullivan,
enfatizó la individualidad de los esquizofrénicos y su capacidad de interacción
genuina. Su mayor contribución fue: a través del movimiento, el uso del ritmo
como fuerza organizadora y clarificadora; el uso de la danza como un proceso
de cohesión grupal.
Trudy Schoop: Consideraba que “quienes somos está reflejado y
manifestado en nuestros cuerpos” Lo que sucede en la mente tiene una
reacción concomitante en el cuerpo y lo que sucede con el cuerpo tiene una

89
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

reacción en la mente. Por esta razón actitudes posturales y de alineación física


reflejan nuestro estado mental y de ánimo.

PRECURSORES EN ARGENTINA
Patricia Stokoe: Influenciada por Martha Graham; escuela de Laban,
Feldrelkrais y Agnes de Milles: El ser humano es cuerpo, la actividad psíquica
se gesta dentro de ese cuerpo que somos. “Creo que lo que más me ocupa y
preocupa es propagar esta filosofía del ser humano como un ser integral, en
busca de sí mismo, insertado en su ecología, respetable como individuo pero
siempre considerado con relación a otros. También al adulto reconectado con
la alegría de la vida, del reír o llorar, de alcanzar la plenitud en un mundo que
es indiferente y hasta agresivo con él.
Maria Fux: La danza no tiene edad, pues el cuerpo responde siempre a
palabras movilizadoras buscando manifestar su esencia íntima. Influenciada
por Isadora Duncan desarrollo su trabajo con personas afectadas por sordera,
Síndrome de Down y otras afecciones neurológicas y de personalidad.

DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA
Basándonos en todo lo anteriormente expuesto nos planteamos la
necesidad de llevar a cabo un estudio de campo desarrollado en la Ciudad
autónoma de Ceuta, en esta ciudad española situada en la orilla africana del
estrecho de Gibraltar se da una característica peculiar de población debido
precisamente a su condición de ciudad fronteriza y vía de paso de diferentes
culturas a lo largo de su amplia y dilatada historia.
En los países avanzados uno de los rasgos más característicos es el enveje-
cimiento de la población, el aumento de parte de población de mayor edad
en relación al envejecimiento poblacional se produce por la dilatación de la
vida, derivada de la mejora en las condiciones de vida, al progreso en
medicina, salud, higiene, nutrición, además de la escasa natalidad. El enveje-
cimiento de la población ha producido enormes cambios sociales en los
movimientos migratorios y en la economía.
En 1900 menos de un millón de españoles superaban los 65 años,
representando el 5,20% de la población; en 1950 sumaban dos millones lo que
significa el 7,23%; en 1970 los españoles alcanzaban 3.290.600 suponiendo el
9,67% de los españoles. En 1991, 5.370.300 un 13,82 % y, hoy en día, se estima
la cantidad de 6.800.000 un poco más del 17%
La población española junto con la de Italia encabezan el grupo de países
con menores tasas de natalidad. La falta de recursos y la incorporación de la
mujer al mercado laboral hacen prever una disminución de la población.
Según estudios en el año 2030 empezaran a jubilarse, con quince años
más de esperanza de vida.

90
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

La disminución de la mortalidad y alargamiento de vida, se observa en los


países europeos más avanzados. En España a principios de siglo la edad era
inferior a los 35 años. En 1910 se aproxima a los 41 años. Quedando estancada
durante la Guerra civil y epidemias. En 1950 supera los 62 años. Alcanzando
los 70 años de esperanza de vida en 1960. 75 años en 1980, 77 años en 1990
y actualmente se estima ronda los 78. Iniciándose actualmente fijar la cuarta
edad a los 80 años.
La ciudad autónoma de Ceuta tiene características diferenciales del
territorio y la población haciendo difícil su alineación demográfica con otras
comunidades y provincias. La ciudad de Ceuta presenta un perfil demográfico
muy diferente a los del territorio peninsular. Un rasgo específico es su alta
densidad: 3762 h/km2 (frente a 78h/km.), muy superior en densidad a la de
Madrid o Barcelona. Otra característica propia de su carácter urbano, es el
crecimiento intensivo: Ceuta ascendió un 50% en 70 años. Su naturaleza
predominantemente urbana y su territorio marcan unas diferencias que
derivan también la estructura de su población.
En Ceuta puede decirse que no ha existido recesión natalicia. En índices
de mortalidad Ceuta tiene la tasa de mortalidad más baja de España y revela
una estructura demográfica mucho más joven que la del resto de España, el
porcentaje de menores de 15 años supera el 21%, mientras que los mayores
de 65 representan el 10,21, contrariamente a lo que sucede en el resto del país,
los mayores de 65 años están ausentes del 75% de los hogares.
Ante este hecho la comunidad tiene la obligación de atender las
necesidades, preocupaciones y problemas de los mayores y sean parte activa
de ésta participando y disfrutando de unas condiciones de vida dignas.
Atención sanitaria prevención de enfermedades, preocupación de bienestar
psicosocial e integración en su vida dentro de la sociedad, estudiar mejor el
proceso de envejecimiento, investigación en todos los aspectos que atañen a
los mayores.
La organización Mundial de la Salud en su reunión de 1987, según el
criterio de las Naciones Unidas acordó considerar ancianos a los de 60 años y
“viejos” a partir de los 80 años de edad. Dentro del trabajo que se expondrá
a continuación los participantes en los programas de actividades se sitúan en
las dos franjas de edad. Los objetivos de este trabajo son estudiar los beneficios
que pueden obtener los mayores al hacer danza y /o actividades rítmicas en
grupo.
En el ÁREA FÍSICA
En el ÁREA PSÍQUICA
En el ÁREA SOCIOA-FECTIVA

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MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

METODOLOGIAS UTILIZADAS
Joseph Pilates. El equilibrio entre la mente y el cuerpo.
Lo más importante es la alineación, la respiración correcta y el centro del
cuerpo mantenerlo controlado y fuerte para proteger la espalda. Los centros
de fuerza están localizados en el abdomen, lumbar y en los glúteos, el resto
del cuerpo se mueve con libertad. La repetición de los ejercicios sencillos
combinados con algunos aparatos especiales que añaden diferentes grados de
resistencia al esfuerzo muscular.
Pilates opinaba que los ejercicios más que repetir hay que hacerlos con
concentración y precisión. “Tu mente dirige tu cuerpo, consiguiendo que el
ejercicio sea más interesante y eficaz”
Este método va dirigido a cualquier persona que quiera mejorar su fuerza
y flexibilidad sin añadir masa muscular o para prevenir cualquier tipo de lesión
a nivel muscular y de tejido blando. Los fisioterapeutas los consideran muy
eficaz para rehabilitación. Al no tener ninguna contraindicación Todo el
mundo e incluso niños, personas de tercera edad, mujeres embarazadas.
Sentados, bailando, de pie etc. trabajando con aparatos de musculación...
todas estas actividades dan lugar a que algunos músculos se fortalezcan y otros
no sean usados terminando atrofiados.
Trabajando el método Pilates de forma prolongada camina y se sienta más
recto, duerme mejor y desarrolla una musculatura más firme.

Moshe Feldenkrais. El movimiento como encarnación de la intención.


Basa su método en la importancia que tiene la toma de conciencia por el
movimiento para el funcionamiento del cuerpo. Los movimientos se realizan a
diferentes velocidades, aprendiendo a diferenciar pautas de acción, rompiendo
patrones habituales de conducta y de movimiento.
Este método permite mejorar la motricidad, coordinación, orientación,
aclara la imagen corporal elimina dolor, tensiones, estrés y previne y recupera
lesiones. No tiene ninguna contraindicación.

Alexander. Reeducación física y mental sobre cómo ayudarse a sí mismo


La técnica de Alexander lleva la atención a las áreas de tensión, con
mayor tensión de la necesaria. Para él lo más importante es que la cabeza dirija
el tronco, ya que el desplazamiento de la cabeza afecta a todo el movimiento,
y que en la zona del cuello no se produzca tensión. Si te concentras en la
imagen del movimiento, el sistema nervioso central puede elegir la más
eficiente coordinación neuromuscular para su actuación. Para ello, ver la
localización exacta del movimiento, ver la dirección del movimiento y tener el
deseo de mover.

92
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Jacques Dalcroze. Educación Rítmica basada en el equilibrio rítmico-motriz y


psico-motriz. Relación espacio temporal.
Desarrollo del sentido rítmico, coordinación de movimiento y estimu-
lación de las capacidades expresivas y creadoras a través de música y
movimiento, movimiento e improvisación corporal y la práctica de la audición
interior.

Edgard Willems. Desarrollo psíquico y social a través de la sensorialidad


auditiva.
Desarrollo de la percepción auditiva y de la práctica rítmica. Participación
activa para pasar de lo concreto a lo abstracto. Improvisaciones melódico-
rítmicas.

Karl Orff. Actividad a través de los elementos fundamentales de la música


ritmo, melodía, armonía, y timbre.
Desarrollo de las posibilidades motrices del cuerpo. Expresión a través del
lenguaje –ritmo en el lenguaje-ritmo con instrumentos- ritmo en movimiento.

Maurice Martenot. Relajación y control muscular a través de la audición


interior y su evolución.
Desarrolla el control muscular a través de la relajación.

RELAJACIÓN
Las técnicas de relajación son una serie de técnicas que permiten educar
el control de nuestra activación física y psíquica. De este modo se consigue
una percepción, conocimiento y control progresivo de los elementos del
cuerpo, y cuando se asocia a la respiración favorece el equilibrio emocional y
disponibilidad mental. Lo básico para realizar correctamente en un ejercicio de
relajación es saber respirar, porque no nos podremos relajar si nuestra
respiración no es la adecuada.
A través de la relajación encontramos el medio idóneo para combatir la
ansiedad, la angustia, la agitación, y el estrés. Es una práctica idónea para ir
soltando todas las tensiones del cuerpo y tranquilizando la mente. La
relajación no solo proporciona un reposo muscular y seda el sistema nervioso
sino que mejora el tono vital, regula las funciones vitales y proporciona
energías y equilibra la unidad psicosomática. La relajación permite descubrir y
explorar directa y vivencialmente el esquema corporal, detectar las tensiones,
serenar la mente y calmar emociones.

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MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

SELECCIÓN DE LOS TIPOS DE DANZA


Se han seleccionado aquellas más adecuadas para conseguir los objetivos
propuestos en función de las motivaciones e intereses de los mayores así
como de su desarrollo motor y expresividad, adaptadas al grupo para que
adquieran control de sus movimientos y apropiadas a su fuerza muscular (área
física) Tiene como objetivo mejorar la flexibilidad, coordinación y equilibrio
así como el sistema cardiovascular.
Estimulación de la comprensión, percepción de memoria, concentración
etc. (área psíquica). Reduciendo la ansiedad, mejorando la cooperación y
colaboración, estableciendo relaciones de apoyo mutuo.
Los tipos de danza que se proponen son: danzas regionales, interna-
cionales y populares. La elección atiende a una progresión en la dificultad de
ejecución, la expresividad, la autonomía, la creatividad y la desinhibición.
En lo referente a lo corporal, se parte de danzas sencillas con automa-
tismos básicos para pasar a otras con mayor dificultad.
En lo espacial, desde danzas y situaciones en las que la posición inicial,
los desplazamientos y evoluciones por espacio son simples.
En lo temporal es sencillo (compás de 4/4 con cadencia a negras, muy
marcadas y sin silencios) hasta otras en las que se utilizan compases de 3/4
con cadencias y silencios.
DANZAS INTERNACIONALES. Danzas de otros países, sencillas en su
ejecución. Los movimientos de brazos y piernas se repiten. Su estructura
rítmica es sencilla y bien definida, existe contacto físico y cambios de pareja.
Son motivantes y dinámicas, variadas y fáciles de aprender sirven para
introducir la danza y conseguir objetivos: derecha, izquierda, delante, atrás,
paso arrastrado, paso grande, paso pequeño.
Actualmente las personas mayores apenas son tocadas, esta pérdida literal
de contacto contribuyendo grandemente a la sensación de aislamiento que
sienten los ancianos (Davis, 1976).
DANZAS REGIONALES. Danzas con música más o menos oídas por ellos
seleccionando danzas fáciles para su ejecución. No existe contacto físico. Son
motivantes por la proximidad de la identificación cultural.

CONCLUSIONES
Se ha comprobado:
Activa y mejora la circulación sanguínea.
Fortalece los pulmones.
Regula la tensión arterial.
Fortalece los músculos y los huesos.
Disminuye el riesgo de padecer osteoporosis.
Mejora la flexibilidad de todas las articulaciones.

94
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Contribuye a conciliar el sueño con mayor facilidad, y mantiene el cerebro


en forma, ya que requiere concentración durante la coreografía.
Asimismo, la danza influye en variables como pueden ser la vitalidad-
aumenta la energía vital; autoestima-aumenta la seguridad, al sentirnos
capaces de seguir el ritmo; amistad-las clases fomentan el sentimiento de
pertenencia a un grupo-evasión-al bailar se consiguen olvidar por un tiempo
los problemas-; la danza permite expresar corporalmente las sensaciones de
manera más natural y desinhibida.
La danza contribuye a mejorar el ánimo, aumenta la creatividad y ayuda
a las personas mayores, en ocasiones, a alejarse de la frustración, depresión y
soledad. Consiguen relajarse y recuperar la ilusión al tener una regularidad
que les permite olvidar su edad y sentirse jóvenes.
En cuando al aspecto social, las sesiones de actividad con la danza en
grupo proporcionan un punto de encuentro, aumentan su círculo de
relaciones, y favorecen su integración social.
Desde el punto de vista psicológico, en cuanto a lo afectivo, estas sesiones
son un buen medio para descargar tensiones, mejora de autoestima, vivir
situaciones alegres, reconocimiento aceptación de uno mismo y facilitar su
expresión y comunicación. Su apariencia física mejora.
Respecto a lo cognitivo, parece ser que al tener mayor aflujo de oxígeno
en el cerebro estimula las funciones intelectuales: Concentración, memoria,
interés…
Queremos terminar con estas bellas palabras:
Vivir es conservar la capacidad de entusiasmo.
Seguir vibrando por toda la vida que sientes a tu alrededor y participar en ella.
Vivir es saberse vivo hasta el instante final. Los años solo enriquecen…
“Y mientras se vive, se mantiene la capacidad de vivir, de sentir…”.
Mientras se vive hay que esperar la vida.
Vicente Alexandre

95
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

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97
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

REVISTAS ESPECIALIZADAS
-American Journal of Dance Therapy: Revista especializada en Danzaterapia
-Revista Española de Musicoterapia Enero 1999, nº 1, Simposium Internacional
de Musicoterapia “X Congreso Mundial de Psiquiatria (Madrid)
Barcelona.

PÁGINAS WEB
www.del cuerpo.com
www.eter.com/danza/
www.danzarevista.com

DISCOGRAFÍA
MÚSICA CLÁSICA
ALBINONI: Adagio. DECCA
ADAM: Giselle. DECCA
BIZET. Carmen. DECCA
DELIBES: Coppelia.DECCA
DELIBES. Sykvia. DECCA
GRIEG: Peer Gynt DECCA
KETELBEY: En el Jardín de un Monasterio; En un Mercado Persa. DECCA
MINKUS. La Bayadera. EMI
MINKUS. El Quijote EMI
MINKUS. Paquita EMI
OFFENBACH: Los Cuentos de Hoffmann. DECCA
PACHEBEL: Canon. DECCA
SHUBERT: Marcha Militar, Colección “Las melodías más bellas del
mundo”DECCA
TCHOIKOVSKY: La Bella Durmiente. DECCA
TCHOIKOVSKY: El Lago de los Cisnes. DECCA
TCHOIKOVSKY: Cascanueces. DECCA
VARIOS: Danzas Napolitanas DECCA
VARIOS: Música Americana DECCA
WAULDTEUFEL: Estudiantina. Colección “Las melodías más bellas del
mundo DECCA

VARIOS
ABDESSADEK CHEKAR.-KTP 1604 A/b/c/d KPUTPUBIAPHONE
CLASICOS DIVERTIDOS Philips
JESU GALLASTEGUI. Piano Music for Ballet Class Sugal Records SR – 9506
FRANCK POURCEL.-EGF 688 Mosaque Orientale EGF 688 EMY
LEROY ANDERSON. - Waltzing Cat. DDD

98
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

Francisco Javier Iruzubieta Barragán

“Para que la vejez no sea una parodia ridícula


de nuestra existencia anterior, no hay más que
una solución, y es seguir persiguiendo fines que
den sentido a nuestra vida: dedicación a
individuos, colectividades, causas, trabajo
social o político; trabajo intelectual, creador”.
(Simone de Beauvoir)

DEPENDENCIA VERSUS AUTONOMÍA


El envejecimiento es una dinámica en la que se encuentra involucrada la
población mundial en general y la española muy en particular, tendencia que
se incrementará en años venideros1. Esta situación va pareja a un incremento
de la demanda de atención socio-sanitaria. En la medida que esta dinámica de
envejecimiento poblacional persista, los sistemas de atención se verán
sometidos a unas cargas asistenciales progresivamente mayores, debido a que
la población de más edad tiende a utilizar en mayor medida los servicios
sociosanitarios2. Esta mayor presión asistencial se ve favorecida por otros
factores, además del demográfico, como son los avances científicos que se
traducen en la aplicación de nuevas y más sofisticadas tecnologías en el campo
sanitario, el incremento del nivel socioeconómico de la población en general,

1. Se prevé que en 2025 el número de personas de más de 60 años habrá aumentado


en unos 875 millones respecto de la cifra correspondiente a 1970 (incremento del 281%). En
2025 habrá 1200 millones de personas de más de 60 años de las cuales 840 millones vivirán
en países en desarrollo. Informe de la Secretaría de la Organización Mundial de la Salud,
Envejecimiento y salud. 55ª Asamblea Mundial de la Salud, A55/17, 4 de abril de 2002.
2. El impacto en la utilización de servicios sanitarios tiene un mayor interés el
incremento de la población anciana y de la esperanza de vida que la reducción en la tasa
de natalidad, debido a que la frecuentación de los servicios sanitarios aumenta de forma
muy considerable con la edad. Castells, X., Mercadé, L. y Riu, M. (2002): Envejecimiento y
utilización hospitalaria. En Informe de la Sociedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria (SESPAS) 2002, pág. 496.

99
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

los cambios que se han producido en la organización de los servicios socio-


sanitarios que permiten a la población el tener a su alcance mejores recursos
tanto desde un punto de vista cualitativo como cuantitativo3.
En cualquier caso, los sistemas sanitarios están pensados para solucionar
situaciones episódicas, agudas, las cuales no son las prevalentes en el caso de
los ancianos que se ven afectados fundamentalmente por procesos de tipo
crónico. Es necesario reforzar la atención hacia las auténticas necesidades de
la población anciana, mejorar la integración entre los distintos niveles de
atención socio-sanitaria para asegurar una imprescindible continuidad en la
atención4. Las enfermedades crónicas son el origen de situaciones de
discapacidad y disminución significativa de la calidad de vida que pueden
llegar a comprometer seriamente la autonomía del anciano5. En esta situación,
la atención primaria se convierte en el ámbito ideal para prestar apoyo a los
ancianos y los cuidadores informales, estos últimos, figuras claves en la
atención crónica de los ancianos dependientes en sus hogares. Los ancianos
con problemas crónicos reciben la mayor parte de los cuidados del entorno
familiar que van a depender de factores económicos, afectivos y estructurales6,
el cuidador principal aporta hasta el 90% de las horas de atención familiar.
El envejecimiento es, ante todo, un proceso fisiológico, caracterizado por
el cambio que se experimenta en distintos aparatos, órganos y estructuras y
que implica para el ser humano una paulatina alteración de sus funciones.
Existe una amplia gama de variaciones en términos de lo que este hecho
supone para las personas y su capacidad de llevar una vida activa y
satisfactoria. Muchas personas mayores permanecen activas y totalmente
independientes hasta el final de sus vidas, otras desarrollan patologías que
inciden claramente en su nivel de dependencia. En cualquier caso, la mayoría
de las personas mayores expresa el deseo de permanecer en sus hogares

3. La población solicita acciones curativas porque enferma más y esto es debido en


gran parte a que vive más. Al mejorarse de una enfermedad, por una acción curativa eficaz,
la población queda lista para poder desarrollar otra patología. No sólo han aumentado las
posibilidades matemáticas de enfermar, sino que la población, por alcanzar edades
avanzadas, llega a edades en que se enferma más, como ocurre con la vejez. Iruzubieta, F.J.
(2004): “Promoción de la salud y prevención de la enfermedad en el anciano”, en
Envejecimiento y sociedad: una perspectiva pluridisciplinar. Servicio de Publicaciones de la
Universidad de La Rioja, pág. 85.
4. La integración y coordinación de los servicios sociosanitarios en España es una de
las asignaturas pendientes que condiciona de forma notable la asistencia. Esta situación, que
podríamos calificar de grave disfunción, influye muy especialmente en aquellos sectores de
la población que requieren con mayor frecuencia de servicios asistenciales, es decir los
ancianos.
5. Las discapacidades físicas o mentales limitan las actividades básicas de la vida diaria
del anciano como, asearse, alimentarse, desplazarse, cocinar, etc.
6. La disponibilidad de los familiares o las características del problema crónico que
afecta al anciano son algunos de los factores a tener en cuenta.

100
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

mientras sea posible, esta es la reacción ante el desarraigo que implica una
salida del hogar, generalmente irreversible, acompañada en algunos casos de
la pérdida del contacto familiar o, en cualquier caso, de una disminución de
éste tanto en frecuencia como en calidad.
Ante este panorama, no debe de extrañarnos este deseo de permanencia
en el hogar expresado anteriormente y que choca con los limitados recursos
de atención domiciliaria que podrían suplir las limitaciones de las personas
mayores en la satisfacción de sus necesidades básicas. Es preciso fortalecer los
servicios sanitarios orientados hacia las necesidades de las personas mayores
y mejorar su integración con otros niveles de atención para asegurar la
necesaria continuidad en la atención.
Los temas referentes a la edad avanzada y al envejecimiento constituyen
un enorme desafío para toda la sociedad y suscitan dudas morales y éticas
básicas sobre la postura social y la supervivencia de nuestra sociedad. Los
problemas de edad son básicamente sociales y no meramente personales e
individuales. Además no podemos olvidar que, más o menos, el 10% de la
población anciana vive en instituciones y que el otro 90% es autónoma e
independiente. Sin embargo los ancianos son una población de alto riesgo en
lo concerniente a problemas de salud. Un estudio del Departamento de
Sanidad y Consumo revela que la población mayor de 65 años padece como
media, entre dos y tres enfermedades diferentes. Precisamente, este mal estado
general de salud entre los ancianos hace que los viejos sean los mayores
consumidores de servicios sanitarios y sociales. La falta de una asistencia
adecuada al anciano en el nivel primario de salud, que posibilite un control
precoz y eficaz de sus enfermedades trae como consecuencia que en la
actualidad el anciano deba acudir con frecuencia a un centro hospitalario,
precisando el ingreso en numerosas ocasiones con los riesgos que ello
conlleva para el anciano el desarrollo de estados de inadaptación, inseguridad,
dependencia. Desde la atención primaria, los profesionales sanitarios y
sociales deben de jugar un importante papel para evitar estas situaciones, es
necesaria una toma de conciencia del abandono y marginación que con
frecuencia sufre el anciano y realizar un esfuerzo para comprender las
necesidades y problemas que presenta a fin de contribuir en lo posible a su
satisfacción.

101
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

Porcentaje de ancianos residentes en residencias


y receptores de atención domiciliaria

Residencias de ancianos Reciben atención domiciliaria


Holanda 10 8
Bélgica 4 6
España 2 1
Irlanda 5 3
Gran Bretaña 5 9
Italia 2 1
Grecia 0,5 -
Portugal 2 1
Francia 3 7
Suecia 5 12
Alemania 6 3
Finlandia 7 10
Dinamarca 6 20
Fuente y elaboración: Sociedad Española de Administración Sanitaria y Salud Pública7

A pesar del evidente aumento que han experimentado durante las dos
últimas décadas los servicios de atención domiciliaria8, los ancianos siguen
sufriendo las insuficiencias de un sistema incapaz de dar una respuesta
adecuada a las demandas de la población. Podemos apreciar una clara
incongruencia entre los mensajes que se transmiten a la población desde las
instituciones sobre las bondades del envejecer en casa, acompañado por los
seres queridos, y la realidad de un país como España que sigue a la cola de
la Unión Europea en cuanto a servicios de atención domiciliaria. Existe un
erróneo enfoque que generalmente caracteriza los servicios de atención

7. Artazcoz, L., et cols. (2002): “Desigualdades de género en salud: la conciliación de


la vida laboral y familiar”, en Informe de la Sociedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria (SESPAS), pág. 77.
8. La evolución y extensión de los Servicios de Atención Domiciliaria, según el Informe
2000, Las personas mayores en España, ha sido claramente progresiva a lo largo de la década
de los años 90. En 1990 los usuarios del SAD 34.181 ancianos, el 0,48 % de la población de
más de 65 años, en 1995 existían 63.712 usuarios del SAD, el 1,04 % de la población de más
de 65 años, en 1998 ya eran 112.797 usuarios, el 1,82 %, y en el año 2000 los 138.101
usuarios superaban el 2 % del total de ancianos del país. Estos Servicios de Atención
Domiciliaria, en el año 2000, alcanzaban al 9 % de la población anciana británica, al 11 %
de los ancianos franceses, al 21 % de los ancianos holandeses y llegaba hasta el 31 % de los
ancianos daneses. Sancho Castiello, T. (2002): “De la planificación gerontológica a la acción.
Actualidad de los servicios sociales”, en 7DM, 20-XII-2002, pág. 34. También, existen estados

102
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

domiciliaria, en los que priman el tema relacionado con la atención de las


tareas domésticas por encima de lo que son los cuidados personales de los
ancianos y de su entorno9.
A pesar de que los modelos culturales para comprender y vivir la vejez
en nuestra sociedad están cambiando de modelos deficitarios a modelos de
desarrollo personal, se mantienen imágenes sociales que incluyen estereotipos
y aspectos peyorativos asociados al envejecimiento como carga, problema,
pérdida de poder, déficit, disminución de facultades, asexuados, etc. El culto
a la juventud y esta imagen social negativa de lo viejo dificulta la integración
de esta etapa en la vida, contrasta con la positiva vivencia personal de muchos
ancianos y no contempla las mejoras producidas en las últimas décadas en su
calidad de vida.
El aumento de la esperanza y calidad de vida no ha sido seguida por una
equivalente evolución social en modelos socioculturales relacionados con el
envejecimiento. Aunque van teniendo más posibilidades, el contexto social
ofrece todavía oportunidades limitadas a las personas mayores. Los servicios y
alternativas socioculturales, educativas, deportivas y de ocio en general, son
recursos muy útiles para esta edad pero todavía poco extendidos.
Es necesario analizar cómo es el anciano, tanto desde los aspectos físicos
como psicológicos y sociales, y al mismo tiempo analizar la relación con ellos,
las razones de determinadas posturas, el paternalismo, el rechazo. Ante esto,
teniendo en cuenta todas sus necesidades, los profesionales socio-sanitarios
deben asumir el lugar de quien cuida y controla la salud del anciano y de que
quien ayuda a éste a convivir saludablemente con su edad.
Debemos establecer medidas encaminadas a lograr un objetivo que nos
relacione conceptos como salud y actividad con el término envejecimiento.
Esta aparente relación paradójica debe convertirse en un motor impulsor de
acciones desde la sociedad en general y, muy particularmente, desde institu-
ciones públicas, tanto sanitarias como sociales, que consigan en última
instancia añadir calidad a una vida cada vez más prolongada. La O.M.S.

americanos, como Maine o Kentucky, que han desarrollado programas de atención global a
los ancianos y sus familias, tratando de evitar la institucionalización de los ancianos
apoyando el papel asistencial desarrollado por las redes sociales en general y más concre-
tamente amigos y familias, a través de: 1.- suministro de servicios integrados específicos,
para evitar la sobrecarga funcional de las redes. 2.- suministro de servicios sustitutorios para
aquellas necesidades que no pueden ser cubiertas y satisfechas por las redes primarias. 3.-
Transferencias monetarias. Donati, P. (1994): Manual de sociología de la salud. Madrid: Díaz
de Santos, pág. 230-231.
9. Un programa de ayuda a domicilio debe desplegarse entorno a dos funciones
básicas: 1.- Prestar apoyo psicosocial a la convivencia familiar. 2.- Proporcionar apoyo
doméstico, compañía y movilidad para las relaciones sociales de las personas sin autonomía
personal. MAZARRASA, L. y GERMÁN, C. (1996): “La vejez: demografía. Salud. Actitudes y
atención social”, en Salud pública y enfermería comunitaria, Madrid, Mc. Graw-Hill, pág.
1422.

103
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

establece el objetivo final de un envejecimiento sano y activo, para lo cual


desarrolla un marco normativo que complementa las recomendaciones
contenidas en el plan internacional de acción sobre el envejecimiento10. Este
marco se explicita en los siguientes objetivos11:
- Prevenir y reducir la carga de las discapacidades, las enfermedades
crónicas y la mortalidad prematura.
- Reducir los factores de riesgo asociados con las enfermedades no
transmisibles y la disminución de las funciones relacionada con la edad,
reforzando al mismo tiempo los factores que preservan la salud.
- Establecer políticas y estrategias encaminadas a prestar una atención
continua a las personas que padecen enfermedades o discapacidades
crónicas.
- Impartir capacitación y educación a dispensadores formales o
informales de atención.
- Velar por la atención, seguridad y dignidad de las personas que
envejecen.
- Lograr que las personas que envejecen puedan seguir contribuyendo al
desarrollo económico y participando en la actividad es tanto de los
sectores formal e informal como de su comunidad y de su familia.

GÉNERO Y ENVEJECIMIENTO
En el proceso del envejecimiento se establecen diferencias ligadas
al género. Estas características distintivas de las actitudes y aptitudes vita-
les desplegadas por los ancianos en función de su sexo no dejan de ser
el reflejo de una impronta social del proceso evolutivo que ha determi-
nado la vida del anciano. Tanto la salud como el envejecimiento no son
únicamente el resultado de un proceso biológico si no que también
son el resultado de consecuencias sociales y culturales. Existen tres fac-
tores claves en el envejecimiento, los determinantes hereditarios, los
aspectos socioeconómicos que han rodeado la vida del anciano12 y el

10. El Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento aprobado por la II


Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Madrid, 2002) abarca tres líneas prioritarias:
1.- las personas mayores y el desarrollo.
2.- la promoción de la salud y el bienestar para la vejez.
3.- la creación de entornos propicios y de apoyo.
11. Informe de la Secretaría de la Organización Mundial de la Salud, Envejecimiento y
salud. 55ª Asamblea Mundial de la Salud, A55/17, 4 de abril de 2002.
12. La O.M.S. plantea la necesidad de investigar en qué medida las raíces de las
desigualdades de salud en la tercera edad se encuentran en las circunstancias socioeco-
nómicas de la vida anterior. Las mujeres tienden a contar con menos ingresos que los

104
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

estilo de vida13. Las diferencias de género están presentes en los tres as-
pectos.
Las actitudes del anciano ante su vida y la de los que le rodean son, sin
duda, distintas en función del sexo de éste y determinarán en mayor o menor
grado aptitudes o capacidades para desenvolverse en el día a día. El nivel de
dependencia del anciano está determinado por su sexo. Las ancianas
desarrollan un elevado grado de autonomía que le capacitan para satisfacer
sus necesidades básicas con gran suficiencia, por el contrario, los ancianos
están frecuentemente sujetos a importantes niveles de dependencia. Esta
situación explica en parte la elevada proporción de mujeres mayores que
cuidan de otras personas. La ayuda dentro de la familia recae muy
especialmente sobre la esposa, de tal modo que es muy probable que mujeres
mayores cuiden de sus maridos de más edad y no a la inversa. Cuando no
existe una esposa que pueda ejercer de cuidadora son otras mujeres, hijas o
nueras, las que asumen este papel. Con cierta frecuencia serán mujeres de 50
o más años que cuidarán a sus progenitores de 70, 80 o más años.
Las mujeres asumen mayoritariamente el papel de cuidadoras informales,
la propia O.M.S. ha reconocido la importancia de un papel que las institu-
ciones públicas no han sido capaces de asumir convenientemente. Pero es
evidente que hay que proporcionar asistencia a los cuidadores, y es esencial
relevarles regularmente de su responsabilidad. Aunque los aspectos positivos
que se derivan del papel de cuidadora son importantes, no lo son menos los
efectos emocionales y físicos adversos que se derivan de cuidar a un anciano
con un cierto nivel de discapacidad, durante años.
El envejecimiento establece diferencias en cuanto a sexo en aspectos
relacionados con los tipos de problemas de salud y la edad en la que se
implantan estos. Por ello es necesario desarrollar estrategias en función del
género que permitan conocer mejor la situación de salud de los ancianos y
establecer medidas adecuadas a la situación de la población anciana.
En cuanto a las mujeres ancianas, la O.M.S. plantea la necesidad de
desarrollar programas que permita conocer las causas subyacentes de los
problemas de salud que afectan negativamente a la salud de las mujeres al
envejecer. Las mujeres viven más tiempo que los hombres, pero esta esperanza

hombres en el mejor de los casos, cuando muchas veces lo que existe es una dependencia
económica del 100%. La mala salud percibida es mayor en las mujeres que en los varones,
en las personas mayores de 75 años se ha observado una asociación entre trastornos
mentales y la red social, de tal modo que los ancianos que no ven a los amigos de forma
regular presentan un mayor riesgo de trastornos mentales que si los ven. Existen numerosos
estudios que han relacionado el grado de apoyo social y emocional y la salud mental del
anciano. Borrell, C. et cols. (2004): “La influencia de la red social en la salud mental de la
población anciana”, en Gaceta Sanitaria, 18 (2), pág. 90.
13. Los factores conductuales como el consumo de tabaco, el ejercicio físico, las
actividades diarias, el consumo de alcohol y el tipo de actividad laboral, son determinantes
importantes del envejecimiento saludable.

105
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

de vida adicional va frecuentemente acompañada de enfermedades crónicas o


discapacidades que limitan a las ancianas en su actividad diaria. Estos
programas14 deben desplegarse mediante estrategias que:
- Centren su atención sobre los principales problemas de salud evitables
de la mujer al envejecer, reconociendo que:
- Las enfermedades cardiacas y los accidentes cerebrovasculares son
igual de prioritarios para la mujer que para el hombre.
- El tabaquismo es un asunto importante tanto para las cohortes
actuales de mujeres mayores como para las cohortes futuras de
mujeres mayores.
- Las mujeres de edad avanzada tienen mayor riesgo de sufrir cáncer
de cuello de útero, y cáncer de mama que las mujeres jóvenes.
- Las enfermedades no transmisibles son la mayor causa de problemas
de salud para las mujeres mayores.
- Desarrollen enfoques de prevención con una base amplia y que
estudien simultáneamente varias áreas prioritarias en materia de salud,
mediante:
- El desarrollo de programas para fomentar la prevención de
enfermedades no transmisibles (en especial las enfermedades
cardíacas y los accidentes cerebrovasculares), como programas de
nutrición y que animen a mantener una buena forma física.
- La insistencia, entre las mujeres más jóvenes, de los beneficios que
tiene no fumar sobre la salud de toda la vida, y el fomento de los
programas para dejar de fumar entre las mujeres mayores.
- La comprobación de que los programas de población para la
detección precoz del cáncer de útero incluyen a las mujeres postme-
nopáusicas, y que los programas de exploración para detectar el
cáncer de mama estén dirigidos a todas las mujeres postmeno-
páusicas (sin límite máximo de edad).
- Extiendan una alfabetización básica para las mujeres de avanzada edad
de modo que puedan beneficiarse de los programas de educación
relacionados con la salud y otros programas educacionales, y así
aumentar su capacidad de participar continuadamente en la sociedad.
- Reconozcan el papel de las mujeres mayores como cuidadoras y
proporcionen ayuda para éstas como parte de los servicios de atención
sanitaria primaria basados en la comunidad.
Es necesario desplegar acciones encaminadas a proporcionar una mayor
información y de más calidad sobre el proceso del envejecimiento. Resulta
imprescindible potenciar medidas que permitan promocionar el envejeci-

14. Bonita, R. (1998): Mujeres, envejecimiento y salud. Conservar la salud a lo largo de


la vida. O.M.S., Ginebra, pág. 62.

106
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

miento de una forma positiva y activa15. Así mismo, se debe potenciar la


formación de trabajadores de asistencia sanitaria primaria que puedan atender
los problemas específicos ligados al género del anciano.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD


Existe una clara justificación del despliegue de actividades preventivas en
la población de más edad, justificación no siempre bien entendida desde
ámbitos de decisión que no han dejado de apostar por atenciones más “gratifi-
cantes” desde un punto de vista social como es la atención de las capas más
jóvenes de nuestra sociedad, niños, adolescentes, jóvenes adultos, adultos. La
atención al anciano desde un punto de vista preventivo, tiene claros efectos
de mejora de la calidad de vida de estos y, por ende, de mejora de una
sociedad cada vez más envejecida que no puede obviar una realidad que le
atañe en su conjunto.
La calidad de vida es importante en todas las edades, pero en etapas
avanzadas de la vida reviste una importancia fundamental por el número
adicional de años de vida que los mayores tienen por delante. Tanto en los
países desarrollados como en los países en desarrollo las enfermedades no
transmisibles crónicas son las causas principales de mortalidad, morbilidad y
discapacidad en la vejez. Las personas mayores no suelen contar con una red
social amplia y, por consiguiente, es más probable que se encuentren aisladas.
La soledad puede ser causa de una depresión, enfermedad que, generalmente,
no se diagnostica correctamente ni recibe tratamiento adecuado. La depresión
reduce en gran medida la calidad de vida tanto de los enfermos como de
quienes los atienden. El tratamiento oportuno y apropiado reduce la
utilización, y por lo tanto el coste, de servicios de atención socio-sanitarios. El
enfoque de la educación sanitaria del anciano debe situarse en el entorno del
autocuidado, de la capacidad del anciano para cubrir las necesidades de la
vida cotidiana entre las que se encontraran las derivadas del proceso crónico
que pudiera afectarle. Se trata de fomentar que la población anciana cuide su
salud como lo ha hecho durante muchos siglos antes de que los profesionales
de la salud medicalizarán su vida16 y aumentarán de forma notable su grado
de dependencia. El autocuidado supone un importante grado de autonomía
en la vida cotidiana de los ancianos, e implica su adaptación a las limitaciones
que pudieran aparecer con la edad. Cuando aparece la enfermedad crónica el

15. Documento O.M.S. “Hombres, envejecimiento y salud” ( 2001): Unidad del enveje-
cimiento y el curso de la vida. Ginebra, pág.58.
16. La medicalización de nuestras vidas ha corrido pareja al desarrollo tecnológico de
nuestra sociedad. Las acciones sanitarias no son neutras y condición nuestra vida, dejamos
de tener, en ciertas ocasiones, las riendas de nuestro devenir, se toman decisiones desde el
ámbito de lo sanitario que afectan a nuestras vidas. El individuo puede llegar a desarrollar
una sensación de pasividad, que se percibe de forma notable en los ancianos. Esta situación
es de total incompatibilidad con el concepto de autocuidado, de autoresponsabilización, que
cada individuo pueda asumir, ante la vida y la enfermedad.

107
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

anciano pierde capacidades de autocuidado que irá recuperando en la medida


que seamos capaces de desarrollar un programa de educación sanitaria que le
permita recuperar la capacidad de cuidar de sí mismo ante la nueva situación.
La finalidad de la educación sanitaria es conseguir un aumento del nivel
de cultura sanitaria tanto en la población anciana como de su entorno más
cercano, la familia y amigos, para modificar conductas y actitudes que influyen
negativamente en la salud del anciano. La mayoría de los ancianos recibe
ayuda por parte de sus familias, por lo que resulta básico apoyarlas para
reducir el estrés y mejorar las capacidades asistenciales que puedan desplegar.
El que la familia adquiera una serie de conocimientos y aptitudes aumentará
su capacidad para resolver los problemas de sobrecarga y psicológicos que la
presencia de una persona con limitaciones conlleva. La educación sanitaria de
la familia desempeñará un papel importante en esta circunstancia y tendrá
como objetivo la reducción del estrés y el aumento de las capacidades de
atención y asistencia al anciano. Se realizará a través de la formación y la
información de aspectos relacionados con el proceso del envejecimiento,
control del estrés, asistencia al anciano conocimiento de los recursos que la
comunidad pone a disposición de los ancianos y las familias así como, de la
correcta utilización de estos recursos.
La educación sanitaria no es una actividad exclusiva de los trabajadores
sanitarios o sociales, otros ámbitos, como los medios de comunicación, juegan
un papel decisivo en la divulgación y formación en temas que influyen en la
calidad de vida de los ancianos. Según la O.M.S. la educación sanitaria se
define como el “conjunto de oportunidades de aprendizaje elaboradas
conscientemente, incluyendo formas de comunicación, con objeto de mejorar
el conocimiento sobre la salud y el desarrollo de habilidades para la vida que
puedan conducir tanto a la salud individual como colectiva”17. La educación
sanitaria no debe centrar sus esfuerzos en la mera información sobre ideas o
actitudes que influyen en la salud del anciano. Debe ir mucho más allá,
trabajando sobre conceptos como habilidades y motivación que puedan
garantizar un mayor adherencia a programas educativos que buscarán mejorar
la calidad de vida del anciano.
La educación sanitaria se explicita en los siguientes objetivos18:
1. Informar sobre la salud y la enfermedad y los medios para proteger la
salud del anciano. Como comentábamos anteriormente, la sola
información difícilmente nos permitirá conseguir modificaciones en
hábitos malsanos y generalmente muy arraigados tras años de
evolución pero, en cualquier caso, es el primer paso de un proceso
complejo como es el de la educación sanitaria en el anciano.

17. Nájera Morrondo, P. y Hernández Martínez M.C. (2001): “Educación para la salud”,
en Sarría Santamera, A. Promoción de la salud en la comunidad. Universidad Nacional de
Educación a Distancia, Madrid, pág. 199.
18. Nájera Morrondo, P. y Hernández Martínez M.C. (2001): opus cit, pág. 200.

108
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

2. Informar sobre la correcta utilización de los servicios socio-sanitarios


por parte del anciano. Este objetivo pasa, en primer lugar, por el
conocimiento de la existencia de los servicios y, en segundo, lo que
pueden aportar para el cuidado del anciano.
3. Motivar para que los ancianos quieran incorporar estilos de vida más
saludables. Este es sin duda uno de los pasos más complejos en este
proceso educativo, la motivación. Una de las claves del éxito de
este objetivo reside en la percepción por parte del anciano de que
estamos trabajando sobre una necesidad sentida19. Aquellas nece-
sidades no sentidas detectadas por los profesionales socio-sanitario y,
por su naturaleza, etiquetadas por estos como prioritarias, exigirán un
abordaje especial que implicará una aceptación previa por parte del
anciano de las actividades planteadas.
4. Ayudar a los ancianos a adquirir los conocimientos, valores y
habilidades para adoptar estilos de vida saludables y mantener en el
tiempo estos. Este proceso de capacitación debe ir parejo a la partici-
pación activa del anciano en la toma de decisiones razonadas20.
5. Propugnar cambios en el medio ambiente físico y social que faciliten
estilos de vida saludables.
6. Participar en la formación de los agentes de salud de la comunidad.
7. Investigar y evaluar las actividades de educación sanitaria en el
anciano para incidir en los métodos más eficaces de conseguir estilos
de vida saludables.
Los ancianos poseen unas características asociadas al proceso del enveje-
cimiento que deben ser consideradas al realizar educación sanitaria. Por una
parte, nos encontramos ante un grupo con costumbres y hábitos muy
arraigados que dificultaran cualquier intento de modificación de conductas.
Eliminar hábitos negativos que han podido acompañar al anciano a lo largo
de toda su vida puede convertirse en una ardua empresa con resultados
previsiblemente poco satisfactorios. Por otra parte, no debemos olvidar que el
anciano tiene una menor capacidad de aprendizaje y memoria de fijación. La
frecuente presencia de enfermedades crónicas o el simple hecho fisiológico
del progresivo deterioro neurológico o vascular va a condicionar las posibi-
lidades del anciano de adquirir nuevos conocimientos que puedan catalizar
nuevas formas de comportamiento más saludables.

19. Una necesidad sentida puede no ser necesariamente prioritaria en el conjunto de


nuestra actividad de educación sanitaria. Esto exigirá por parte del educador un esfuerzo al
plantear iniciativas y actividades centradas en aspectos considerados claves en el manteni-
miento de la salud o la mejora de procesos patológicos.
20. Salleras Sanmartí, L. (1990): Educación sanitaria: principios, métodos y aplica-
ciones. Madrid: Díaz de Santos, pág. 63.

109
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

En cualquier caso, esto no implica que el anciano sea incapaz de adquirir


nuevos conocimientos y destrezas, más bien este aprendizaje será más lento y
su logro estará muy condicionado por el nivel de salud en el que se encuentre
y por el método educativo empleado. En situaciones de mayor deterioro serán
las actividades individualizadas de educación sanitaria las elegidas. A través
del diálogo interpersonal entre el trabajador socio-sanitario y el anciano y su
familia, se conseguirá una acción más directa que solventará las posibles
carencias del anciano. Desde un punto de vista metodológico podemos
abordar la educación sanitaria desde dos perspectivas que, en numerosas
ocasiones resultan complementarias:
1. Actividades grupales, serán todas aquellas que se desplieguen como
charlas, coloquios, mesas redondas, conferencias y un largo etcétera.
Estos métodos estarán supeditados a las características del anciano,
como comentaba anteriormente, algunas de las limitaciones implicarán
que esta metodología no sea utilizada primordialmente.
2. Actividades individualizadas, en estas primará el diálogo entre el
profesional sanitario y el anciano o su familia. Estamos ante un método
más directo, más adecuado a las posibles limitaciones que pueda tener
el anciano y, por lo tanto, de una efectividad muy superior.
El despliegue de estas dos metodologías educativas implica por parte del
trabajador socio-sanitario el adecuado manejo de la comunicación oral,
teniendo en cuenta que no se deben emitir múltiples mensajes en un periodo
corto de tiempo y que el código del mensaje ni transmitirse con un léxico
apropiado al nivel cultural del anciano. El dominio de la comunicación escrita
tendrá una especial relevancia puesto que completará la información
transmitida oralmente por medio de folletos, dibujos. En cualquier caso, los
textos utilizados deberán ser escuetos, claros y breves en cuanto a su
contenido.
No debemos olvidar que es importante no emitir mensajes negativos
involuntarios a través del comportamiento, aspecto y hábitos del personal
educador. La credibilidad del educador estará directamente relacionada con la
mayor o menor coherencia que perciba el anciano entre los mensajes emitido
y las actitudes que puedan llegarle de forma directa o indirecta.
Al evaluar la percepción y comprensión del mensaje emitido no deben
esperarse respuestas inmediatas, ya que todo el grupo de población precisa
más tiempo para pensar, asimilar y responder a las nuevas ideas.
La educación sanitaria al anciano y su familia debe ser una actividad
integrada y simultánea, evitando caer en el error de obviar a cualquiera de las
partes. El abordaje desde una perspectiva global permitirá aumentar el grado
de éxito de nuestras acciones.

110
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN SANITARIA AL ANCIANO


El objetivo de las actividades de educación sanitaria y de prevención de
los problemas de salud en el anciano es el aumento de las expectativas de una
vida plena y activa, sin las limitaciones que las incapacidades conllevan. Estas
actividades deben prevenir un temprano deterioro funcional o mejorar la
calidad de vida si este deterioro se ha implantado. El objetivo último no puede
ser otro que el anciano pueda permanecer en su domicilio el mayor tiempo
posible, desempeñando las actividades propias de una vida diaria autónoma.
La valoración funcional se considera prioritaria por ser uno de los mejores
indicadores del estado de salud y de la calidad de vida del anciano21.
En este grupo de población la prevención secundaria y la terciaria, y la
educación sanitaria asociada a esos niveles de prevención, tendrán una mayor
relevancia. El despliegue de acciones educativas encaminadas a abordar
problemáticas subyacentes que, gracias a unas acciones precoces de detección
y tratamiento, puedan limitar de forma considerable las posibles limitaciones
asociadas a un problema de salud, serán sin duda de un gran beneficio. Éstas
serán las acciones asociadas a la prevención secundaria. Por otra parte, si
nuestros esfuerzos educativos se encaminan a evitar complicaciones o hacer
éstas más llevaderas para el anciano, estaremos hablando de prevención
terciaria. Se deberán desarrollar actividades que de algún modo puedan
suponer una mejora desde un punto de vista individual, valorando no
solamente la edad sino también las expectativas de vida.
Los contenidos que podremos abordar en la educación sanitaria serán
muy variados y tendrán que ver con la higiene en el sentido más amplio del
término. Podremos abordar aspectos relacionados con la higiene individual,
aquello que tenga que ver con aspectos como la alimentación, higiene
corporal, ejercicio físico, hábitos tóxicos e higiene mental. Pero no debemos
olvidar la importancia de lo relacionado con el entorno del anciano, es la
higiene del medio físico y social en el que se desenvuelve el anciano.

21. La O.M.S. comentaba, en el lejano 1959, que “la salud del anciano como mejor se
mide es en términos de función”. En el 2001, la O.M.S. establece nuevas directrices para
medir la salud con respecto a la capacidad de las funciones mentales, funciones sensoriales
y del dolor, funciones de la voz y del habla, funciones de los sistemas cardiovascular,
hematológico, inmunológico y respiratorio, funciones de los sistemas digestivo, metabólico
y endocrino, funciones genitourinarias y reproductoras, funciones neuromusculoesqueléticas
y relacionadas con el movimiento y funciones de la piel y estructuras relacionadas. Estas
ocho funciones son medidas en cuanto a limitaciones funcionales del cuerpo, limitaciones
de estructuras corporales, limitaciones de actividades y restricciones participativas y factores
medioambientales. Las mediciones tratan de establecer por un lado las realizaciones del
individuo y, por otro, las potencialidades. Esta doble valoración permitiría establecer las
capacidades funcionales y el margen de mejora que estas pudieran ofrecer al amparo de las
acciones socio.sanitarias que se pudieran impulsar. O.M.S. (2001): Clasificación
Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud. Documento nº 48.

111
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

Higiene del medio


El entorno físico está constituido por un conjunto de elementos que
determinarán de una forma importante la calidad de vida del anciano, su grado
de autonomía y capacidad de relación con otros individuos. La vivienda o los
transportes constituyen un obstáculo, a veces insalvable, para el correcto
mantenimiento de unas redes sociales que preserven la funcionalidad del
anciano.
Las condiciones de las viviendas de los ancianos con frecuencia no
reúnen suficientes condiciones higiénicas: malas condiciones de conservación,
deficiente salubridad, humedades, poca iluminación. Podríamos decir que una
vivienda es higiénica cuando reúne todos los requisitos de tipo estructural y
arquitectónico, ciertas condiciones para evitar accidentes y enfermedades y,
además, que pueda satisfacer las necesidades físicas, psíquicas y sociales del
individuo. El problema de la vivienda se ve agravado en la ancianidad.
Generalmente son viviendas viejas y en malas condiciones y su reforma resulta
compleja ya que los recursos económicos de los que disponen los anciano son
bajos y las ayudas públicas escasas.
Los contenidos de una iniciativa de educación sanitaria tendentes a
informar y mejorar las condiciones de la vivienda deberán abordar aspectos
como:
- Influencia de la higiene de la vivienda y la salud.
- Forma de mantener la limpieza del hogar.
- Desinsectización.
- Ventilación, importancia y forma de realizarla.
- Precauciones y normas de higiene cuando se convive con animales
domésticos.
- Riesgos de accidentes que existen en el hogar, pautas a seguir para
evitarlos.
- Normas básicos sobre primeros auxilios.

Un ejemplo de educación sanitaria del medio: las caídas


Las caídas constituyen por su frecuencia22, por su alta mortalidad23, por su

22. La incidencia de caídas registrada después de un año alcanzó el 32,1% (el 25,1%
en varones y el 37% en mujeres) porcentaje parecido al observado en países de nuestro
entorno. Tuvieron caídas múltiples un 3,8% de los varones y un 10,9% de las mujeres. Se
encontró una relación positiva de las caídas con la edad, la actividad física reducida, las
funciones físicas y cognitivas disminuidas, las enfermedades crónicas asociadas y con la
existencia de caídas previas. Más del 70% de las caídas tuvo repercusiones sobre el estado
de salud y un porcentaje considerable de casos requirió asistencia sanitaria. Medicina clínica
(2004); 122; pág. 175.
23. En el Seminario sobre Motilidad y Envejecimiento que se celebró dentro de los

112
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

asociación a la inmovilización y la pérdida de independencia, un problema de


primer orden entre los ancianos. Esta situación es el reflejo de un problema
de adaptación entre el anciano y su entorno, generalmente su vivienda. El
conocimiento de los factores que pueden predisponer al anciano a las caídas
es primordial para evitarlas y reducir la frecuencia y la gravedad de las
consecuencias asociadas a estas.
La educación sanitaria tratará de informar al anciano y su familia para que
puedan identificar correctamente estos factores de riesgo y, de este modo,
eliminarlos o en el peor de los casos minimizarlos. El grupo de expertos del
Grupo de Actividades Preventivas en el Anciano24 establece una relación entre
factores de riesgo asociados a las caídas y las medidas potenciales de
prevención que constituirán la base de los mensajes educativos:
- Hipotensión postural:
- elevar la cabecera de la cama.
- medias que mejoren el retorno sanguíneo.
- sustitución o supresión si es posible de los fármacos que contribuyan
a la hipotensión.
- Uso de benzodiacepinas o hipnóticos sedantes:
- educación sobre el uso adecuado de hipnóticos y sedantes.
- buscar las causas del insomnio.
- potenciar medidas no farmacológicas.
- uso discontinuo de hipnóticos y sedantes.
- Uso de más de 4 medicamentos:
- revisión del tratamiento por parte del médico.
- revisión regular del tratamiento.
- Alteraciones en la marcha, en el equilibrio y en la musculatura:
- utilizar adecuados sistemas de apoyo (bastón, andador).
- ejercicios de entrenamiento para andar.
- ejercicios de estiramiento, equilibrio y resistencia de desarrollo
progresivo.
- Alteraciones visuales, auditivas y de los pies:
- correcciones protésicas o quirúrgicas.
- cuidado diario de los pies, durezas y deformidades.
- acudir al podólogo y utilización de plantillas.

cursos de verano de 2002 de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Figueroa, jefe


del Servicio de Reumatología del Hospital Donosita, afirmaba “las fracturas cerebrales suelen
afectar significativamente a la calidad de vida de quien las padece, pero son las de cadera
las que mayor gravedad revisten: el 24 % de los afectados fallece al cabo de un año de
producirse la misma, en la mitad de los casos arrastra alguna deficiencia para la marcha y
el 33% experimenta una dependencia absoluta.”
24. Estos factores son el resultado de 60 estudios observacionales que evidencian la
mutifactoriedad de las caídas. De Alba Romero, C. et cols. (2001): “Actividades Preventivas
en los ancianos”, en Atención Primaria, vol. 28, Supl. 2, noviembre, pág. 164.

113
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

- Iluminación en el lugar de residencia:


- Evitar deslumbramientos y sombras.
- Los interruptores de la luz accesibles a la entrada de las habitaciones.
- El baño, pasillo y dormitorio con luz nocturna.
- Suelos:
- no deslizantes.
- usar cera no deslizante.
- evitar alfombras y, si las hubiera, con los bordes y esquinas adheridos
al suelo y poco gruesas.
- eliminar objetos del suelo y cables.
- Escaleras:
- siempre iluminadas al principio y al final con interruptores de luz.
- peldaños de altura máxima de 15 cm, con fondo y borde resaltado y
en buen estado.
- pasamanos bilaterales que se extiendan más allá del principio y fin de
la escalera.
- Mobiliario:
- utensilios de uso diario siempre a mano, evitar alturas.
- cerrar siempre los cajones y mejor armarios de puertas correderas.
- las sillas que tengan reposabrazos para apoyarse al levantarse y de
respaldo alto, sin ruedas.
- camas anchas de altura adecuada.
- evitar muebles bajos.
- Cuarto de baño:
- asideros de sujeción en baño, ducha e inodoro.
- alfombrilla o suelo antideslizante en baño y ducha.
- ducha de teléfono con silla.
- wc alto.
- la puerta se abrirá hacia el exterior y sin cerraduras.
- Factores de la calle:
- cuidarse de los semáforos de corta duración o intermitentes.
- usar bancos altos.
- evitar zonas de obras o aceras estrechas.
- prestar atención a obstáculos como farolas, buzones, señales de
tráfico, contenedores y existencia de charcos y placas de hielo.
- Factores climáticos:
- no salir a la calle si ha helado por peligro de caída.
- evitar exposiciones a temperaturas excesivamente altas.
- Factores en el transporte :
- escalones de subida al autobús de altura adecuada o existencia de
rampa.
- intentar ir sentado o bien sujeto para evitar los riesgos de los
movimientos bruscos del vehículo.
- prepararse con antelación para salir y avisar para evitar arranques
bruscos.

114
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

- Calzado y ropa:
- suelas antideslizantes.
- evitar tacones altos a menos que esté muy acostumbrada.
- no andar solo con calcetines.
- no usar zapatillas sueltas.
- cuidado con la ropa que dificulta el movimiento.
- Residentes solos en la comunidad:
- conexión de sistema de alarma.
- centros de día.
- organización de actividades comunitarias.

Higiene social
Otro de los aspectos que debemos considerar dentro de la higiene del
medio como elemento susceptible de ser abordado desde la educación
sanitaria es lo concerniente a lo social. Los ancianos tienen dificultades para
adaptarse a los cambios, cada vez más acelerados, de la sociedad. Tienen
disminuida la capacidad de adaptación y se convierten en personas
introvertidas y aisladas. La educación sanitaria tratará de facilitar la integración
social del anciano actuando sobre él y las personas que le rodean. Es evidente
que este tipo de situación de aislamiento que pueda sufrir el anciano debe
abordarse en todos los ámbitos de la sociedad, más allá del entorno próximo
del anciano. Es necesario inculcar los valores asociados con el envejecimiento
como un activo de gran valor social y para ello, será necesario trabajar con los
más jóvenes la idead de respeto y comprensión hacia los mayores.
Los contenidos que podrían abordarse desde una iniciativa de educación
sanitaria acerca del entorno social del anciano son:
- Situación actual de los ancianos en cuanto a aspectos económico, social
y familiar. Tratando de resaltar las dificultades con las que viven y las
soluciones que se pueden aportar.
- Importancia del papel del anciano en nuestra sociedad y plusvalía que
puede aportar a esta.
- Trabajar las formas de integración social y familiar.
- Resaltar la importancia de mantener una actitud activa ante la vida,
participando en actividades de ocio, culturales, creativas...
- Informar de los recursos que existen en la sociedad y que son suscep-
tibles de completar aquellos aspectos que no pueda cubrir el entorno
del anciano. Cómo se puede acceder a ellos y cómo se deben utilizar
adecuadamente.

Higiene individual
La alimentación es un aspecto básico en cualquiera de las etapas vitales
del individuo, en el anciano no podría ser menos. Existen factores que

115
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

influyen de forma decisiva en su alimentación como son las dificultades


económicas, el estado de su boca, la soledad o las arraigadas costumbres
alimentarias. Podemos establecer acciones educativas relacionadas con la
alimentación que desarrollen los siguientes contenidos:
- Los elementos de una dieta equilibrada, alimentos necesarios, alimentos
a suprimir o reducir, elaboración de dietas adecuadas al estado de salud
del anciano.
- Importancia de la ingesta de líquidos.
- Formas de preparar y conservar los alimentos.
- Importancia de las prácticas higiénicas.
- Importancia de los buenos hábitos: número, horario y cantidad de las
comidas.
- Importancia de la dieta en la salud de los ancianos.
La higiene corporal es otro aspecto a tener en cuenta ya que se encuentra,
en algunas ocasiones, limitada por las deficientes condiciones de la vivienda
o una inadecuada educación sanitaria que pudiera abordar:
- La importancia del aseo corporal.
- El cuidado de las manos y de las uñas
- El cuidado de los pies, este aspecto es especialmente importante en el
anciano en el que callos, durezas, etc., pueden generar situaciones de
inmovilidad que pueden ocasionar una importante pérdida de la calidad
de vida.
- El cuidado de la boca es importante en esta franja de edad en el es
bastante malo debido a la falta de atención.
- Importancia del vestido y calzado, adecuación de estos para que
favorezcan el mantenimiento de una adecuada temperatura corporal y
sean lo suficientemente cómodos para permitir una correcta movilidad.

Hábitos tóxicos
Los hábitos tóxicos son elementos a tener en cuenta en la educación
sanitaria del anciano y muy especialmente el consumo de alcohol y tabaco y,
la muy extendida, automedicación. Transmitiremos al anciano:
- Las consecuencias de los excesos relacionados con el alcohol y el
tabaco en cuanto al empeoramiento de las patologías que pueda tener
el anciano o la aparición de otras nuevas.
- Importancia de una correcta medicación, consecuencias de la autome-
dicación y de la interrupción de tratamientos.
- Importancia de la familia en el adecuado cumplimiento de los
tratamientos.

116
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

- Riesgos relacionados con la polimedicación, llevar un registro de los


medicamentos que toma y de los efectos secundarios de éstos, utilizar
ayudas para la memoria y evitar riesgos de equivocaciones.
- Revisar botiquines al menos una vez al año y desechar medicaciones
caducadas o tratamientos finalizados. No acumular medicamentos.

Higiene física
El ejercicio físico es un elemento a abordar en la educación sanitaria, el
anciano verá favorecida su capacidad respiratoria, activará su circulación,
favorecerá su higiene mental y mejorará su estado motor. En los contenidos se
abordará:
- La actividad física y su relación con la salud.
- Ejercicios recomendados.
- Lugares donde se puede practicar.

Higiene mental
Por último, mencionaré la importancia de la higiene mental en el marco
de un programa de educación sanitaria. Como he mencionado con
anterioridad, los ancianos viven unos cambios vitales que pueden influir de
forma negativa en su salud mental. Las situaciones de viudedad, soledad,
pérdida de relaciones sociales, pérdidas de memoria, apatía, pérdida de la
autoestima, así como, los abordajes erróneos que la sociedad en general o la
familia en particular despliegan ante las necesidades del anciano
(paternalismo, rechazo, negación o inhibición ante las necesidades del
anciano), pueden plantear situaciones críticas en el ámbito de la higiene
mental. Por lo tanto, será necesario trabajar aspectos como:
- El mantenimiento y aumento de las relaciones socio-familiares.
- Realización de actividades que ayuden a mantener la capacidad física y
mental del anciano.
- Favorecer la motivación y la autoestima.
- Trabajar las actitudes del entorno del anciano.

Recomendaciones
Por lo tanto, debemos reafirmar la idea inicial de la importancia y utilidad
de llevar a cabo acciones de promoción de la salud y prevención de la
enfermedad del anciano utilizando como herramienta básica la educación
sanitaria. Podemos y debemos desarrollar acciones de educación sanitaria en
el anciano y en la red social en la que éste se mueve, que le permitan25:

25. Quedan reflejados distintos aspectos planteados en los distintos niveles de higiene,

117
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

- Tener todavía proyectos.


- Mirar hacia delante y no sólo hacia atrás.
- No sentirse peor que otros de su edad.
- Ser independientes desde el punto de vista funcional.
- Relacionarse con amigos.
- Emprender actividades.
- Dar y recibir ayuda.
- No estar agobiado por los dolores.

individual y del medio. No debemos olvidar que la clave del éxito de estas acciones pasa
por el abordaje global de los distintos aspectos reflejados en los dos niveles. GERMÁN, C. y
MAZARRASA, L. (1996): “Promoción de salud en mayores. Implicaciones para le enfermería
comunitaria”, en Salud pública y enfermería comunitaria. Madrid: Mc. Graw-Hill, Tomo III,
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118
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

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120
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

Dr. José María Urraca Fernández

El incremento del número de personas de edad avanzada ha supuesto un


problema para la sanidad de los países desarrollados. Actualmente la sanidad
no debe ver los problemas geriátricos como enfermedades únicas en las que
es necesario saber de forma exacta el diagnóstico o las causas últimas y
además que estas enfermedades pueden y deben ser tratadas, sino curadas,
por lo menos paliadas.
Las enfermedades en las personas mayores tienen unas características
especiales que las diferencian de las patologías en personas más jóvenes. Las
diferencias más importantes son:
La aparición de patologías múltiples. Es común en este grupo de
población que las personas tengan varias enfermedades a la vez, por ejemplo
es frecuente que una persona diabética tenga asociados problemas circula-
torios, insuficiencia cardiaca, insuficiencia respiratoria, etc. Estas situaciones
deben hacer pensar al personal sanitario qué síntoma es más urgente a la hora
de comenzar el tratamiento, pero teniendo en cuenta que los fármacos para
una dolencia pueden agravar otra o desencadenar la aparición de una nueva.
Las enfermedades que aparecen en las personas más jóvenes suelen ser
agudas y autolimitadas. En el caso de las personas mayores las enfermedades
tienen características diferentes como son la cronicidad y la asociación de
varias enfermedades al mismo tiempo. Esta situación conlleva unos
tratamiento más prolongados, incluso de por vida. Si a esto le añadimos la
polimedicación ya comentada, lo que nos encontramos es una persona de
edad que debe tomar varias medicinas a lo largo del día durante toda su vida.
Esta polimedicación tiene varias consecuencias negativas. Por un lado la
posibilidad de equivocaciones a la hora de tomar las pastillas, cosa que ocurre
con frecuencia. También ocurre lo contrario, que una persona no se acuerde
si ha tomado la medicación y “por si acaso” vuelve a ingerir las pastillas. Por
otro lado los efectos secundarios de los principios activos se multiplican
cuando son varios los preparados farmacéuticos que se ingieren. En ocasiones
es necesario recetar medicinas que contrarresten los efectos secundarios de
otras, por ejemplo añadir potasio cuando se toman ciertos diuréticos o
protectores gástricos cuando se toman antiinflamatorios…

121
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Un problema importante que surge en los ancianos es la frecuencia con


que aparecen los denominados grandes síndromes geriátricos. Se denomina
síndrome a un conjunto de signos y síntomas que caracterizan una
enfermedad. Los síndromes geriátricos son situaciones de gran prevalencia en
la población anciana, además suelen ser el resultado de la conjunción en el
tiempo de diferentes patologías. Todo ello desemboca en cuadros de
alteración de la capacidad funcional del anciano y de la disminución
importante de la calidad de vida.
Los principales síndromes geriátricos son:
- La malnutrición
- Incontinencia urinaria
- Incontinencia fecal
- Caídas
- Depresión
- Alteraciones de la visión
- Alteraciones de la audición
El tratamiento de estos síndromes es complejo ya que muchas veces no
se conoce la causa última que produce el síndrome o está enmascarada por
otra o está provocada por el tratamiento de otra enfermedad.

DEMENCIAS
La demencia se define como un síndrome adquirido y persistente de
deterioro de varias funciones mentales superiores producido por patología
orgánica en un paciente sin alteraciones del nivel de conciencia y que le
produce una incapacidad en la actividad social y laboral.
Los síntomas iniciales son muchas veces imperceptibles. Lo primero que se
aprecia son pequeños olvidos que se confunden con facilidad con situaciones
de cansancio, cuadros leves de depresión… Las personas que primero se dan
cuenta de la aparición de este síndrome son los familiares más cercanos y/o los
compañeros de trabajo. A medida que pasa el tiempo y el cuadro avanza
aparecen cuadros más característicos como la dificultad para acordarse de
nombres propios, citas, conversaciones… Con el tiempo empiezan los cuadros
de desorientación temporo-espacial y los cambios bruscos de humor, también
aparece de forma paulatina la desconexión con los acontecimientos sociales y
por último nos encontramos a una persona que no reconoce a su familia y que
es incapaz de vestirse, lavarse, etc. por si sola. Muchas veces acaban
encamados por un deterioro cognitivo y suelen fallecer por infecciones intercu-
rrentes. La causa más frecuente de demencia es la enfermedad de Alzheimer.

Enfermedad de Alzheimer (EA)


Clínicamente se define como la pérdida gradual y progresiva de memoria.
Hasta 1978 se creía que la demencia presenil era sinónimo de EA. Desde
entonces esta enfermedad se diferencia del resto de las demencias por la

122
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

anatomía patológica, que se caracteriza por la presencia de placas seniles y


ovillos neurofibrilares.
La EA supone el 75% de las demencias y se considera como la
enfermedad mental más frecuente en los países occidentales. La prevalencia
varía con la edad desde el 2% a los 65-70 años al 20% en mayores de 80 años.
Las causas son desconocidas, pero existen ciertos factores que
predisponen a su aparición. Algunos de estos son los traumatismos craneoen-
cefálicos repetidos con anterioridad, el bajo nivel educativo, el género
femenino -aunque no está totalmente demostrado-, la hipertensión arterial
crónica, la alta incidencia familiar, las intoxicaciones alcohólicas crónicas... Por
otro lado en los últimos años se ha demostrado que el uso repetido a lo largo
de la vida de antinflamatorios no esteroideos protegen de la aparición de EA.
Los síntomas clínicos más frecuentes son:
Pérdida de la memoria: Lo primero que se deteriora es la memoria a corto
plazo, aquella que se refiere a lo ocurrido en los minutos, horas e incluso días
anteriores. La memoria inmediata, aquella que recuerda lo ocurrido en
segundos previos, no se afecta mientras esté consciente. En últimas fases de la
enfermedad se altera también la memoria a largo plazo.
El pensamiento abstracto sufre alteraciones y el paciente suele tener
problemas para enfrentarse con situaciones novedosas y por ello intenta
evitarlas.
Otras alteraciones que se encuentran con frecuencia es el deterioro de la
capacidad del juicio y del control de impulsos con descuido de la higiene
personal, lenguaje grosero, insinuaciones sexuales a desconocido, afasias,
agnosias, apraxias…
El tratamiento médico actual no es demasiado efectivo. Por un lado se
encuentran los que tratan los síntomas aunque con poca utilidad. Por otra
parte se encuentra los estabilizadores de la EA, los más efectivos, dentro de
un orden, son la vitamina E y la selegilina. Los tratamientos preventivos en
personas con numerosos factores de riesgo son los antinflamatorios no
esteroideos, los antioxidantes, los estrógenos… aunque con poco éxito.
Otros tratamientos utilizados son los tratamientos no farmacológicos cuya
utilidad es la mejora de la capacidad cognitiva y la mejora de los trastornos de
conducta.
La falta de tratamiento de esta enfermedad implica que se realice un
diagnóstico veraz de esta patología porque existen otras enfermedades que
cursan con síntomas semejantes pero que tienen curación si se ofrece un
tratamiento correcto. Un ejemplo claro es diferenciar los síntomas de la EA con
los de una enfermedad confusional aguda. Las diferencias más importantes son
la alteración de todos los tipos de memoria, la inmediata, la reciente y la
remota, así como la rápida evolución, la alteración del sistema nervioso
vegetativo, el nivel de conciencia alterado… La mejora de todos estos síntomas
pasa por el tratamiento de la causa que lo produce; una infección, una intoxi-
cación aguda…

123
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Otras veces encontramos a pacientes de edad avanzada con síntomas muy


semejantes a los de la EA pero que son secundarios a un proceso depresivo,
a una crisis de histeria… A este síndrome se le denomina pseudodemencia y
el tratamiento es el de la depresión o el del cuadro de histeria.
Otro cuadro que cursa con síntomas de demencia sin ser una EA
propiamente dicha es la demencia multiinfarto. Esta enfermedad cursa con
síntomas semejantes a la EA pero de curso más rápido. La causa es la
repetición de pequeños infartos cerebrales que por si mismo no producen
síntomas pero el acumulo de regiones cerebrales infartadas provoca una
sintomatología demencial. El único tratamiento de esta enfermedad es evitar
que se produzcan más infartos cerebrales controlando la tensión arterial y
otros factores que favorezcan la aparición de estas lesiones.

ACCIDENTES CEREBROVASCULARES
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) también se denominan ictus. Son
patologías, generalmente de instauración súbita, causadas por el déficit de
riego sanguíneo en una parte del sistema nervioso central. Suponen la tercera
causa de muerte en los países occidentales, detrás de las enfermedades cardio-
vasculares y del cáncer. Son la causa más frecuente de ingreso hospitalario de
causa neurológica. Constituyen la causa más frecuente de secuelas
neurológicas. Los ACV se dividen en dos grupos: los ACV isquémicos, que
suponen el 80% y ACV hemorrágicos (20%).

Accidentes cerebrovasculares isquémicos


La causa es el déficit de aporte sanguíneo en una zona localizada o
generalizada del SNC. Los síntomas dependen del lugar anatómico donde se
produce la isquemia.
Las causas de los ACV isquémicos son tres fundamentalmente:
- Trombosis de la arteria que corresponda debido con mayor frecuencia
a enfermedad aterosclerósica.
- Embolia de una arteria por la incrustación de un émbolo originado en
el corazón o en un gran vaso. Habitualmente el émbolo suele ser un
acumulo de sangra coagulada que obstruye una arteria cuando esta se
bifurca en dos de menor diámetro.
- Disminución del flujo sanguíneo por un shock o por otra patología que
disminuya el volumen sanguíneo.
Los síntomas clínicos dependen de diversos factores:
- De la causa responsable: Lo más frecuente es la hipertensión arterial
- De la duración de la clínica: Encontramos el accidente isquémico
transitorio cuyos síntomas persisten menos de 24 horas y no deja

124
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

ninguna secuela. Otro es el déficit neurológico reversible que dura más


de 24 horas y menos de 3 semanas y tampoco deja secuelas. El
accidente cerebrovascular en evolución que es aquel que aparece de
forma gradual y con síntomas que se van incrementando y que dejan
secuelas. Por último está el ACV establecido que aparece con la clínica
definida y que no progresa pero deja secuelas.
- Del territorio vascular afectado: En función de la arteria que deje de
recibir aporte sanguíneo los síntomas variarán.
El tratamiento debe ser urgente y debe tratarse la causa y también la
administración de anticoagulantes para procurar que esos émbolos disminuyan
de tamaño y mejore la clínica e incluso que desaparezcan.

Accidentes cerebrovasculares hemorrágicos


Constituyen aproximadamente el 20% de los ACV. Pueden ser
hemorragias intracerebrales o subaracnoideas.
Las ACV hemorrágicas intracerebrales se deben a la rotura de una arteria
cerebral secundariamente a la hipertensión arterial o en menor frecuencia a la
existencia de una anomalía arteriovenosa. Los síntomas clínicos son de
comienzo brusco, con gran deterioro de la conciencia y suelen acompañarse
de vómitos y cefaleas importantes. Con frecuencia llevan a la muerte y si esto
no ocurre las secuelas no suelen ser graves. El 70% mueren en los tres
primeros días. El tratamiento más importante es corregir la causa y recurrir a
la neurocirugía si es posible.
Las ACV subaracnoideas suelen ser causadas por la rotura no traumática
de una malformación arteriovenosa como puede ser un aneurisma. Los
síntomas clínicos son de inicio brusco y con una cefalea muy importante y
suele estar acompañados de vómitos espontáneos, sin nauseas previos. En el
caso de supervivencia es frecuente la rotura recurrente pocos días después. El
tratamiento está formado por el reposo y la cirugía pasados unos días.
La prevención de ambos síndromes pasa por el control de los factores de
riesgo: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las cardiopatías, las
dislipemias, el tabaquismo y el etilismo, la obesidad, el sedentarismo

Complicaciones de los accidentes cardiovasculares


En los pacientes de edad avanzada la gravedad del estado depende del
accidente cerebrovascular en sí mismo y también de las complicaciones
derivadas de él, sobretodo aquellas secundarias a la inmovilidad funcional.
Las complicaciones más frecuentes don las siguientes:
1. Cardiopulmonares: descompensación de la hipertensión, arritmias,
fallo cardiaco congestivo, infarto agudo de miocardio, embolia de
pulmón, atelectasias, neumonía por aspiración, enfermedad pulmonar
obstructiva crónica

125
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

2. Urinarias: incontinencia, infecciones del tracto urinario, vejiga espástica.


3. Digestivo-nutricionales: disfagia, alteraciones hidroelectrolíticas, deshi-
dratación, diabetes, necesidad de alimentación por sonda nasogástrica
o gastrostomía.
4. Neurológicas: hidrocefalia por edema cerebral, crisis epilépticas,
depresión del nivel de conciencia, estados confusionales, demencia,
encefalopatía.
5. Neuromusculares y cutáneas (derivadas de la inmovilidad y encama-
miento): contracturas musculares, atrofias por desuso, alteraciones del
tono muscular, trombosis venosa, úlceras por decúbito.
Una de las complicaciones más importantes por su gravedad y por su
frecuencia es la infección. Es una causa importante de muerte en estos
pacientes. Las infecciones más frecuentes son las urinarias y las respiratorias.
Lo fundamental en estos cuadros es la prevención, por ello hay que evitar en
lo posible el uso de sondas vesicales y procurar el empleo de sondas nasogás-
tricas para evitar las infecciones por aspiración.

HIPERTENSIÓN ARTERIAL
Los datos actuales muestran el incremento cuantitativo de este grupo de
población. Esto orienta sobre la enorme importancia que conlleva a todos los
niveles un buen conocimiento de la evaluación diagnóstica y del manejo
terapéutico de la hipertensión arterial. El riesgo de complicaciones no
disminuye con el envejecimiento. El desarrollo de la enfermedad
arterioesc1erótica contribuye al fallo renal en los sujetos de edad avanzada,
añadido en ocasiones a enfermedad vascu1ar periférica. El conocimiento de
estas patologías nos llevará a medir la presión arterial con cierta frecuencia. La
variabilidad de la presión arterial hace que determinemos sus cifras en
repetidas ocasiones separadas en el tiempo.
La hipertensión constituye el factor de riesgo más prevalente y con
personalidad propia en el anciano asociado con frecuencia a tabaquismo,
hipercolesterolemia y abuso de alcohol. Se estima que solo el 10% de los
mayores presentan hipertensión como único factores de riesgo cardiovascular.
Constituye la primera causa de muerte y la segunda de deterioro
funcional. La forma esencial es la forma más frecuente de presentación y uno
de los principales factores de riesgo cardiovasculares de cardiopatía isquémica,
de accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
El anciano hipertenso duplica la mortalidad global y llega a triplicar la
morbimortalidad cardiovascular con relación al normotenso. Esta forma
representa el 8% de los sujetos entre los 60 y 80 años y hasta un 25% en
mayores de 80 años. Se sabe que la HTA es el factor de riesgo más importante
en la demencia vascular. El riesgo de deterioro cognitivo es de 1.29 veces
superior por cada incremento de 10 mm Hg en la PAD, independientemente
del resto de variables.

126
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

La OMS define Hipertensión Arterial (HTA) en mayores de 18 años a una


presión arterial sistólica mayor o igual a 140mm de Hg y/o una presión arterial
diastólica mayor o igual a 90 mm de Hg que no estén tomando tratamiento
farmacológico antihipertensivo y que esté medido al menos en dos ocasiones
diferentes.
La OMS clasifica la hipertensión arterial según el siguiente cuadro:

Cuadro 1: Clasificación de la hipertensión arterial

Categoría Sistólica (mm Hg) Diastólica (mm Hg)


Optima <120 <80
Normal 120-130 80-85
Normal-alta 130-139 85-89
Hipertensión grado 1 140-159 90-99
-Limítrofe 140-149 90-94
Hipertensión grado 2 ≥ 180 ≥ 110
Hipertensión sistólica
Aislada ≥ 140 <90
Limítrofe 140-149 <90
Fuente: OMS-Sociedad Internacional de Hipertensión. 1999

La HTA es una enfermedad muy frecuente con una prevalencia del 50%
en mayores de 50 años. Los factores de riesgo más importantes son:
El género femenino, la raza negra, la edad avanzada, (aunque cuanto más
precozmente aparece pero pronóstico tiene), el estrés, la obesidad, los hábitos
tóxicos y alimenticios…
El incremento de tensión arterial sistólica suele deberse a arteriosclerosis.
La causa de hipertensión sistólica y diastólica más frecuente es la idiomática
(90%), es decir, de causas desconocidas. Cuando la HTA es secundaria las
causas más frecuentes son:
- Patología renal: estrechamiento de la arteria renal, enfermedad del
parénquima del riñón…
- Patología endocrina: Hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, acromega-
lia…
- Patología neurogénica: Hipertensión intracraneal, polineuritis, sección
medular…
- Toxemia en el embarazo: de causa desconocida
- Agentes exógenos: plomo, fármacos, regaliz…

127
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Lo peor de la hipertensión no es la propia HTA, sino las consecuencias


que puede provocar en cualquier órgano. En el corazón puede provocar
hipertrofia del ventrículo izquierdo que puede desembocar en un cuadro de
muerte súbita. En el sistema nervioso central puede provocar mareos, inesta-
bilidad, vértigos, infartos cerebrales, hemorragias cerebrales por rotura de
aneurisma… En el riñón puede provocar la disminución de su funcionamiento
y la destrucción de los glomérulos renales y la insuficiencia renal secundaria.
Lo más frecuente es que sea asintomática. En estos casos cuando
aparecen los síntomas son debidos a las consecuencias en otros órganos y
muchas veces son irreversibles. Cuando la HTA produce síntomas lo más
frecuente es la cefalea, la epistaxis, los mareos, las palpitaciones, la
impotencia…
El tratamiento se enfoca desde dos puntos de vista:
Por un lado las medidas higiénicas: disminuir el estrés, disminuir la
ingesta calórica, disminución de la obesidad, el incremento controlado de
ejercicio físico aeróbico, la restricción del tabaco, el alcohol y la sal común.
Por otro lado el tratamiento farmacológico. Los betabloqueantes, los
vasodilatadores, los diuréticos…
Existe un cuadro especial de HTA que se denomina Hipertensión maligna.
Este cuadro se diagnostica cuando la tensión arterial diastólica supera los
120mm Hg. Suele aparecer en el 1% de los enfermos con HTA. La causa es
desconocida y el tratamiento es de urgencia para evitar secuelas importantes.
Son evidentes los beneficios del tratamiento antihipertensivo en mayores
de 60 años sobre la aparición de infarto cerebral, enfermedad coronaria,
cardiovascular, insuficiencia cardiaca y mortalidad general.
En el anciano debemos tener en cuenta una serie de factores muy
importantes. Los hipertensos metabolizan los fármacos de forma diferente
debido a la deterioro de las funciones hepáticas y renales que se produce con
la edad, lo que hace que la dosis máxima y mínima de los fármacos sean me-
nores y mayor el efecto terapéutico. La elección de la dosis debe ser lo más
ajustada posible. Además es muy frecuente la pluripatología y el tratamiento
con otros fármacos, planteando problemas de elección del fármaco antihiper-
tensivo en función de la patología asociada. También es importante conocer
las posibles interacciones entre los fármacos antihipertensivos y los que pueda
tomar el paciente por otras causas, como es el caso de los antiinflamatorios no
esteroideos, que pueden elevar significativamente la presión arterial.

ENFERMEDADES PULMONARES
El envejecimiento provoca una pérdida gradual de las propiedades y de
la función pulmonar. Los daños que aparecen en este órgano se deben a varios
factores, por un lado el paso de los años y por otro y no menos importante el
acumulo de agresiones debidas al tabaco, la polución, las infecciones, los
irritantes ambientales…

128
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

Los cambios más frecuentes en el tejido pulmonar son los siguientes:


- En el pulmón propiamente dicho:
- Disminución del calibre de las vías aéreas
- Disminución de la capacidad elástica del tejido pulmonar
- Disminución de la capacidad de difusión de los gases
En los músculos respiratorios y el la pared torácica:
- Rigidez de la caja torácica
- Artritis de las articulaciones costovertebrales
- Calcificación de los cartílagos costales
- Disminución de la fuerza muscular, fundamentalmente la del diafragma
- Atrofia de los músculos intercostales
Algunas de las consecuencias de estas alteraciones son la disminución de
la capacidad de esfuerzo, unida naturalmente a la pérdida de capacidad
cardiovascular. Otra consecuencia importante es el incremento del número de
infecciones respiratorias. Este incremento también se debe a la malnutrición
que aparece con frecuencia, a la colonización de las vías respiratorias por
gérmenes y a alteraciones del sistema inmune.
La infección más frecuente en personas mayores es la neumonía, llegando
a ser la primera causa de muerte infecciosa en el anciano. El germen más
frecuentemente encontrado en las neumonías del anciano es el streptococcus
pneumoniae, también llamado neumococo, aunque puede ser provocado por
multitud de microorganismos e incluso con frecuencia es debida a varios a la
vez, lo que se denomina polimicrobiana.
Para prevenir la aparición de cuadros de neumonía es importante la
prevención con la vacuna de la gripe y también la del neumococo en personas
mayores de 65 años.
Las patologías pulmonares más importantes en el anciano son las
siguientes:
Infecciones pulmonares
Existen diferentes causas que provocan la aparición de infecciones
respiratorias:
La neumonía por aspiración se debe al paso de alimentos ingeridos desde
la vía digestiva a los conductos respiratorios. Al pasar estos restos se produce
una colonización de bacterias en el tracto respiratorio con la consiguiente
infección. Las causas que aumentan las aspiraciones son:
Alteración del nivel de conciencia
Uso de fármacos
Abuso de alcohol
Enfermedades del sistema nervioso central
Las alteraciones de la mecánica respiratoria que conllevan una dificultad
en la eliminación del moco producido en las vías respiratorias. También
produce una tos ineficaz. Todos ellos se incrementan si la persona ha sido o
es fumador.

129
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

La desnutrición o la mala nutrición desencadenan un mayor porcentaje de


infecciones respiratorias por el descenso de producción de linfocitos, de
inmunoglobulinas…

• Cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón es una enfermedad frecuente en personas de edad
avanzada, aunque con mayor frecuencia están apareciendo en sujetos más
jóvenes. Este cuadro es más frecuente en hombres y el factor de riesgo mayor
es el tabaco, siendo además dosis dependiente, es decir, a mayor número de
cigarrillos/día fumados, mayor probabilidad de tener cáncer de pulmón.
Existen también otros factores de riesgo como la polución, determinados
trabajos con altos índices de compuestos químicos como el asbesto…

• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica


La enfermedad obstructiva crónica (EPOC) consta de diversas entidades
nosológicas como la bronquitis crónica, el enfisema, las bronquiectasias y el
asma. El principal agente causante es el consumo de tabaco. La prevalencia de
EPOC es aproximadamente del 20% en mayores de 65 años, siendo la 5ª causa
de mortalidad en este grupo de edad. El pronóstico de vida es del 50% a los
10 años de realizarse el diagnóstico.

130
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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y la función endotelial”. Med Clin (Barc), 112, pp. 508-515.
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FARRERAS, P.; ROZMAN, C. (2001): Medicina Interna. 14ª ed. Barcelona:
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PIÉDROLA GIL, G. (2001): Medicina Preventiva y Salud Pública. 10ª ed. Madrid:
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World Health Organization - International Society of Hypertension (1999):
“Guidelines for the Management of Hypertension”.

131
ESTIMULACIÓN COGNITIVA
Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Anabella Martínez Pérez

“Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su inteligencia”


François de la Rochefoucauld

El envejecimiento es un fenómeno universal al que se ha prestado


atención en todas las épocas y en todas las culturas y civilizaciones, cada una
de las cuales ha destacado diferentes cualidades, algunas coincidentes –la
sabiduría fruto de la experiencia, la prudencia derivada del conocimiento
profundo de la naturaleza humana, etc.-, otras, fruto de la distinta posición
adoptada por la sociedad civil, la cultura religiosa, etc. en cada época, sin
excluir fenómenos atávicos como la burla del anciano decrépito, rijoso,
inmoderado, tan frecuente en la sátira romana –y de todos los tiempos-, o el
abandono de los que no podían valerse por sí mismos, en especial en
sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas, en pueblos nómadas, etc.1
Nuestro conocimiento acerca de este proceso y nuestras actitudes no son
nuevas, ni provienen de nuestra propia experiencia o de las aportaciones
sociológicas o psicológicas en exclusiva; tampoco son reflejo de una sociedad
especialmente evolucionada, o patológicamente desequilibrada. En realidad,
son el resultado de la experiencia cultural, económica y científica desarrollada
por la sociedad a lo largo de la historia.
Desde el mismo momento en que nacemos comienza el proceso de
envejecimiento, hoy científicamente conocido y que consiste, en esencia, en
la etapa de desarrollo biológico que va desde la plenitud del ser vivo hasta su
definitiva consunción. Lo específico del hombre en este proceso de
declinación está en las manifestaciones sociales, afectivas, culturales, etc. que

1. Desde hace unas décadas, la investigación histórica ha evolucionado hacia temas


monográficos mucho más antropológicos y sociológicos. Véase Alba, Víctor (1992). Historia
de la vejez, Barcelona; Minois, G. (1987). Historia de la vejez: de la Antigüedad al
Renacimiento, Madrid; Bernis Carro, C. (2004). “Aspectos evolutivos y ecológicos del enveje-
cimiento”, en Encuentros multidisciplinares, nº 16, pp. 2-10.

133
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

lo acompañan y que le hacen diferente, tanto en el ámbito general de las


especies, como en cada individuo, en función de factores extrabiológicos
(aunque exista obviamente una relación). Esto es: no todos los seres humanos
envejecen de la misma forma ni a la misma velocidad, pues la situación socio-
económica, la cultura general y las experiencias vividas, así como el cuidado
de la salud –física y mental2- influyen decisivamente en todos los momentos
vitales del ser humano, lo que condiciona específicamente su futuro. Hay,
pues, una posibilidad de intervenir preventivamente desde distintos campos,
desde luego desde la medicina –educación para la salud, medicina preventiva,
etc.-, pero también desde los que atañen a factores cada día más involucrados
en lo que venimos llamando calidad de vida y que responden perfectamente
a la estimulación cognitiva3. En definitiva, no sólo se puede envejecer más
tarde, sino que se puede envejecer mejor.
El paso del tiempo afecta a aspectos físicos como el peso o la talla,
biológicos como la visión o la capacidad pulmonar, pero también a la
actividad mental, entendida como nuestra capacidad para recordar, resolver
problemas, realizar operaciones matemáticas, orientarse en el espacio, etc.
Esto es lo que llamamos inteligencia4.

EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO Y LA INTELIGENCIA


Existen posturas diferentes a la hora de estudiar como afecta la vejez a las
habilidades que componen la inteligencia. Para una amplia mayoría, el paso
de los años proporciona un amplio bagaje de experiencias y conocimientos
que se van acumulando, por lo que nos encontramos con personas mayores
que son verdaderos sabios en diferentes ámbitos y pueden ayudar, guiar y
aconsejar a sus conciudadanos; es la posición histórica, resuelta sin más con
una simple observación de la edad de muchos de los políticos europeos. En
el otro extremo, los ancianos serían seres indefensos, dependientes e
incapaces que deben ser ayudados y guiados, una posición psico-social,
evidente en los centros de atención social, en los consultorios médicos, etc. y
en general en el mundo subdesarrollado. Las dos posturas son el resultado de
la observación de la realidad (todos conocemos a personas mayores que nos

2. Buendía, J. et al. (1994). Envejecimiento y psicología de la salud, Madrid: Siglo XXI


de España; Abengózar Torres, Mª C. (1997): Envejecimiento normal y patológico. Valencia:
Promolibro.
3. García Arroyo, M.J. (1995): Entrenamiento de habilidades psicocorporales en la vejez:
un modelo alternativo de educación para la salud. Salamanca: Amarú; Ramos Campos, F.
(2001.2002): “Salud y calidad de vida en las personas mayores”, en Tabanque: Revista
pedagógica, Nº 16, p. 83-104; Eichenbaum, H. (2002): Neurociencia cognitiva de la memoria.
Barcelona: Ariel; Belando Montoro, M.R. (1999): “Currículum, educación para la salud y
vejez. Algunas reflexiones y propuestas”, en Jornadas de Teorías e Instituciones Educativas
Contemporáneas. Santander: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria.
4. Una buena introducción, en Khalfa, J. (ed.) (1995). ¿Qué es la inteligencia? Madrid:
Alianza.

134
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

servirían para ilustrar estos puntos de vista), pero también, fruto de los
estudios comparativos de las ejecuciones de tareas entre ancianos y jóvenes
que se han ido realizando a lo largo del siglo XX en el campo de la
psicometría. Las capacidades intelectuales que se medían y comparaban en
estos estudios eran la memoria, la orientación espacial y el razonamiento
lógico y lingüístico, aquellas en que más se había desarrollado la psicometría
y que iban a producir los principales argumentos de separación rígida de
edades5.
Sin embargo, respecto a algunas manifestaciones de la inteligencia,
adelantaremos algunas conclusiones, como planteamiento de contradicciones
entre los viejos axiomas y las nuevas investigaciones que pueden resumirse en
las siguientes6. En cuanto a la memoria, la memoria sensorial o inmediata, que
es donde se guarda durante unos segundos la información que nos propor-
cionan nuestros sentidos, permanece estable a lo largo de los años, es decir,
está prácticamente igual en jóvenes que en mayores. También la memoria a
largo plazo, que es el gran almacén donde se conservan los datos y hechos
sucedidos a lo largo de la vida, se mantiene en los individuos sanos y no se
encuentran cambios significativos en los dos grupos. Por el contrario, en la
memoria a corto plazo, que es donde se almacena el material que tendremos
que recordar durante un corto espacio de tiempo, es donde parecen existir
más diferencias entre jóvenes y ancianos, sobre todo en la manera en que se
guarda la información y en lo relacionado con la “memoria de trabajo” en la
que se requiere que la persona haga un esfuerzo para retener los datos que
se deben recordar.
Una primera conclusión, a retener cuando nos enfrentemos a la justifi-
cación empírica de la estimulación cognitiva, es que los problemas de
memoria se manifiestan cuando la información que debe recordarse exige
esfuerzo por parte de la persona.
Otra de las capacidades de la inteligencia estudiadas, la orientación
espacial, se iría perdiendo, según algunos autores, con la edad. Sin embargo,
no está claro el factor desencadenante, pues la desorientación obliga al
individuo a reducir el espacio que utiliza diariamente, lo que provocará una
disminución de las actividades y de las respuestas a los estímulos del entorno,
así como una mayor dependencia y falta de práctica, lo que influiría, como en

5. Alonso Tapia, J., “Evaluación de la Inteligencia desde el enfoque Factorial”, en


Fernández-Ballesteros, R. (1992): Introducción a la Evaluación Psicológica I, Madrid,
Pirámide; De Juan Espinosa, M. (1997). Geografía de la inteligencia humana. Las aptitudes
cognitivas. Madrid: Pirámide.
6. Para un estado de la cuestión, véase Tulving, E. y Craik, F.I.M. (2000): The Oxford
Handbook of Memory. Oxford: Oxford University Press; Horn, J.L. y Hofer, S.M. (1992):
“Major abilities and developement in the adulthood period”; en Sternberg, R.J. y Berg, C.A.
(eds.). Intelectual Development, Nueva York: Cambridge University Press; Eichenbaum, H.
(2002). Neurociencia cognitiva de la memoria. Barcelona: Ariel.

135
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

un círculo vicioso, realimentando el factor desencadenante, cualquiera que


sea7.
Otro de los caracteres particularmente relevante en las nuevas aporta-
ciones científicas afecta a la disminución de la capacidad para resolver
problemas lógicos y, en general, del razonamiento lingüístico, que se iría
agudizando sobre todo cuando los problemas lógicos se presentan con
material gráfico, pero, por el contrario, el razonamiento lingüístico no sólo se
mantiene con la edad, sino que incluso podría ir en aumento, es decir, que las
habilidades necesarias para conocer palabras, entenderlas, resolver problemas
con ellas, etc. son mejores en los ancianos que en los jóvenes8.
En definitiva, la forma en que la edad afecta a las funciones cognitivas
sigue lo que se llama tradicionalmente el “patrón de envejecimiento clásico”,
que representamos en la siguiente figura, diferenciando en dos las formas de
inteligencia, cristalizada y fluida:

Según la teoría de los dos factores de la inteligencia9, la inteligencia


fluida, que refleja la capacidad para razonar bien y con rapidez ante labores
novedosas, alcanza su punto culminante en la primera madurez y después
disminuye de forma constante, mientras que la inteligencia cristalizada, que

7. Castelló, A. (2001). Inteligencias. Una aproximación multidisciplinar. Barcelona:


Masson; Ruiz Vargas, J.M. (2002): Memoria y olvido. Madrid: Trotta.
8. Mayor, J. y de Vega, M. (1992): Memoria y representación. Madrid: Alhambra.
9. Horn, J.L. y Hofer, S.M., “Major abilities and developement in the adulthood period”,
in Sternberg, R.J. & Berg, C.A. (eds.) (1992). Intelectual Developement. New York: Cambridge
university Press, pp. 44-99.

136
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

refleja la base de conocimientos de una persona, al implicar experiencia y


aprendizaje, sigue un camino distinto a medida que envejecemos. Este tipo de
inteligencia se mantiene relativamente estable o aumenta con los años, porque
el ritmo al que adquirimos información nueva en el transcurso de la vida
tiende a contrarrestar el ritmo al que la olvidamos.
El desarrollo de estas dos formas de inteligencia es, pues, bastante
parecido al principio, esto es, ambos aumentan prácticamente al mismo ritmo
durante la infancia y la adolescencia, hasta una edad de 30 o 35 años, y van
diferenciándose conforme cumplimos más años. La inteligencia fluida estaría
relacionada con aspectos biológicos y la cristalizada con aspectos culturales,
lo que explicaría que ciertas funciones se mantuvieran con la edad y otras
declinaran, pues el órgano en el que residen estas habilidades, esto es, el
cerebro también sufre los efectos del envejecimiento y se deteriora con el paso
del tiempo igual que los demás órganos que forman el cuerpo humano. En
suma, las teorías que defienden la existencia de unas habilidades que declinan
con la edad mientras otras permanecen estables han gozado de amplio
consenso científico a lo largo del siglo XX. Sin embargo, investigaciones
realizadas recientemente plantean algunas objeciones que sintetizamos en las
siguientes10:
a. El mantenimiento de la inteligencia cristalizada puede ser explicado
porque esta inteligencia es reforzada por la cultura, la educación, el
trabajo, los hobbies; mientras que la pérdida de habilidades que
forman la inteligencia biológica puede deberse, al menos en parte, a
que dejan de utilizarse muy pronto en la vida de la mayoría de las
personas.
b. La mejora en las condiciones de vida ha posibilitado el aumento de las
capacidades humanas. Así como hemos mejorado en estatura, o ha
aumentado la esperanza de vida, también ha evolucionado la inteli-
gencia, lo que está refrendado por los cálculos sobre el coeficiente
intelectual medido por los test, que habría aumentado 20 puntos desde
1920 a 1990. (Ante lo que hay que advertir de una obviedad: el
aumento se ha producido significativamente en los jóvenes).
c. La transformación en los modos de vida que se ha producido a lo largo
del siglo XX ha provocado cambios en la educación que se imparte.
Las habilidades que se aprendían a mediados de siglo (lengua y
matemáticas) no tienen mucho que ver con la educación actual,
centrada en la imagen y lo visual, lo espacial y lo técnico. Esto quiere
decir que las personas mayores aprendieron una serie de aptitudes

10. Véase Sternberg, R.J., Lautrey, J. & Lubart, T. (2003): Models of intelligence.
Washington: American Psychological Association; Tulving, E., y Craik, F. I. M. (2000). The
Oxford Handbook of Memory. Oxford: Oxford University Press; Aguilar, M. et al. (2002):
“Estudio comparativo de los niveles de pensamiento en la memoria de niños y personas
mayores”, en Revista de psicología general y aplicada, 55, Nº. 4, p. 541-552.

137
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

que no son muy útiles o que hay que adaptar a la actual sociedad
(y que son menos susceptibles a las mediciones Standard).
d. Además cada persona es única e irrepetible, tiene su propia historia y
ha desarrollado y puesto en práctica una serie de habilidades que
pueden no tener mucho que ver con las practicadas por alguno de sus
coetáneos. Cada individuo tiene más desarrolladas aquellas
habilidades que más ha practicado a lo largo de su vida.
e. El estado de salud está vinculado al funcionamiento de nuestra mente.
La gente mayor que dice no gozar de buena salud y la que padece
alguna enfermedad crónica siempre obtienen peores resultados que
los mayores sanos en los test de inteligencia. Las capacidades
sensoriales y motrices (la visión, el oído y la capacidad de estar de pie
y de andar) pueden influir positiva o negativamente en nuestra
actividad mental.
f. La actitud ante la actividad también es fundamental. “Las ganas de…”,
la motivación, es un factor importante para mantener el rendimiento.
En algunas personas mayores hay sensaciones de pérdida de
capacidades que a veces no se corresponde con la realidad. Las quejas,
sobre todo respecto a la memoria, frecuentemente no tienen que ver
con los problemas reales.
g. La queja más habitual que plantean las personas mayores es que se
olvidan de cosas que hacen en su vida cotidiana. La explicación a
estos fallos es fácil: realizan estas acciones de forma automática,
parece que su cuerpo funciona sin que haya intervención, como si se
tratara de robots; mientras se está pensando en otra cosa. Los
problemas aparecen cuando la atención que se presta a tareas
cotidianas es menor que la mínima requerida. Muchos fallos de
memoria se explican por el desinterés, la falta de atención, la rutina o
la inactividad y no por la edad.

INTELIGENCIA Y ESTIMULACIÓN COGNITIVA


Puede afirmarse que lo que existen son unas variables que influyen en
nuestro rendimiento intelectual, no tanto en nuestra capacidad. La edad
provoca una serie de cambios físicos en los órganos a través de los que
percibimos el mundo, tanto en el sistema visual (pérdida de bastoncillos y
conos, cambios en el iris y en el cristalino, en la pupila, etc.), y en el auditivo
(atrofia de las células pilosas) como en el gusto, el olfato y el rendimien-
to motor. Las pérdidas de visión que se dan en la vejez provocan un
aislamiento del mundo físico; la audición deficiente produce trastornos
en otras áreas pues impide utilizar el lenguaje que es el puente que nos une
con los otros seres humanos, por lo que se produce una disminución de la
participación en la vida social.
El Estudio Berlín sobre el Envejecimiento proporcionó pruebas contun-
dentes sobre el hecho de que los problemas de visión y audición están

138
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

relacionados con un deterioro general del sistema nervioso. Los investigadores


descubrieron una sorprendentemente elevada correlación entre el rendimiento
de las personas en las pruebas (de visión, de audición, de equilibrio y modo
de andar) y sus puntuaciones en los test de inteligencia. De ahí que haya que
insistir en cualquier terapia en la obligatoriedad de utilizar correctamente las
prótesis habituales: gafas, audífonos, dentadura (por su influencia en el habla),
etc.
Por otra parte, los factores biológicos se relacionan estrechamente con los
neuronales. Toda la información que obtenemos del mundo a través de
nuestros órganos sensoriales llega al cerebro, que está formado por millones
de neuronas de diferentes formas y tamaños y dedicadas a funciones diversas.
Entre los treinta y los ochenta años se pierden 100.000 neuronas diarias, pero
esto, contra lo que se creía vulgarmente, no causa la pérdida de funciones
intelectuales, pues millones de neuronas no son utilizadas nunca, el ochenta
por ciento son neuronas silenciosas. Nuestro cerebro es un órgano extraor-
dinario que posee dos características muy particulares; primera, plasticidad
funcional, esto es, cuando una neurona muere por falta de sustancias que le
son necesarias a causa de una trombosis, por drogas, por un accidente, etc.,
otras neuronas pueden ocupar su lugar y la persona después de un tiempo de
recuperación vuelve a poseer las habilidades que había perdido. La segunda
característica es la plasticidad neuronal estructural que se pone en funciona-
miento cuando las neuronas funcionan mal, lenta o defectuosamente, a causa
del alcohol, drogas, nerviosismo, etc., y consiste en la recuperación del funcio-
namiento a base de que las neuronas crean nuevas conexiones entre sí. En
resumen la pérdida de neuronas no implica un deterioro de facultades, ya que
existen mecanismos que compensan esas pérdidas11.
Además de estos factores sensoriales y neuronales existen factores
personales y sociales que influyen determinantemente en el funcionamiento
intelectual. Con la edad los procesos atencionales se hacen más difíciles,
requieren más esfuerzo y además el interés por el entorno suele disminuir; por
otro lado la historia individual, la educación recibida y el ejercicio intelectual,
hacen que las habilidades practicadas durante la vida de una persona se
mantengan, mientras que las que no se practican empeoran en la ejecución.
El ambiente social en el que se mueve el individuo también es importante,
cuando una persona se jubila la consecuencia inmediata es la reducción de su
entorno, es decir, del número de personas con las que trata y la reducción del
espacio; también deja de hacer una serie de actividades y esto se traduce en
una disminución de la estimulación, en una disminución de las posibilidades
de enfrentarse a nuevas situaciones y en la dependencia de otras personas,
sobretodo de la familia; y además cuando se le olvida algo o comete algún
pequeño error todo el ambiente muestra una actitud comprensiva, “es la edad,
no tiene importancia”, y esta comprensión provoca cierta dejadez y una falta
de ganas de esforzarse. De esta forma la persona va reduciendo su actividad
y su entorno fomenta esta disminución de su capacidad intelectual.

11. Habib, M. (1994): Bases del estudio neurológico. Madrid: Editorial Masson.

139
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

La idea principal es que, mediante el entrenamiento y la práctica, la


disminución de la inteligencia que se produce en los mayores, que no tienen
enfermedades como la demencia, puede ser compensada y que todos,
también las personas mayores, tenemos una amplia capacidad que nos
permite compensar la disminución de algunas capacidades. Una forma de
compensar estas disminuciones es utilizar estrategias, por ejemplo, seleccionar,
optimizar y compensar12, o bien, utilizar ayudas externas (llevar gafas, usar
agendas, poner carteles, depender de una persona que nos avisa), o ayudas
internas para conseguir mantener nuestra actividad mental (gimnasia mental).
Se ha comprobado que el entrenamiento mental produce efectos positivos en
los mayores cuando éstos lo realizan de forma intensiva durante un tiempo
determinado y se centran en las habilidades que están declinando. Además el
efecto de esta gimnasia mental se mantiene durante un tiempo, lo que quiere
decir que no es necesario entrenarse cognitivamente de forma continua, ni
hace falta entrenar todas las habilidades, sino que es suficiente con entrenar
las que declinan que son generalmente las que no practicamos.
Teniendo presente este argumento, presentamos a continuación, en forma
muy sintética, algunos ejercicios de actividad que hemos aplicado en talleres
de estimulación.
1. Prestar atención a lo que se haga, interrogándose constantemente,
incluso dándose una puntuación por haber conseguido captar más
detalles.
2. Diferenciar en cualquier circunstancia lo importante de lo accesorio.
No dejarse llevar por las apariencias.
3. Ejercitar deliberadamente la memoria. Jugar a recordar.
4. Ante cualquier situación, hacer antes un análisis de todos los factores
concernidos.
5. Varíe de actitud en los hábitos sencillos (recorridos diarios).
6. Cambiar a menudo de pasatiempos (crucigramas, cartas, etc.). Intentar
hacer los que no se hayan hecho nunca y no renunciar a lo nuevo (por
ejemplo, los medios técnicos).
7. Recuperar hábitos de lectura, escritura, etc. Escribir cartas, postales;
hacer resúmenes, operaciones aritméticas, etc.
8. Plantear de nuevo los problemas, proponerse otro punto de vista.
Jugar al abogado del diablo.
9. Contrastar la información en varios periódicos, discutir amigablemente,
buscar entre varios alternativas diferentes (cómo podría haber acabado
la película).

12. Baltes, P. y Baltes, M. (1990): Sucessful aging. Cambridge: Cambridge Press.

140
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Además de estos ejercicios, es útil recordar algunos principios generales


que se han de tener en cuenta en la actividad habitual y que, básicamente,
responden a la necesidad de mantenerse ocupado (por ejemplo, en el
voluntariado) y no ser dependiente. Es necesario crear un espacio vital
agradable, preocuparse por la salud activamente –es decir, sustituyendo los
pensamientos negativos por los positivos: cuidar la dieta, hacer ejercicio- e
imponerse una disciplina con objetivos realizables, tanto individuales como
sociales. Ampliar el círculo de amistades, realizar cursillos, actividades nuevas
(pintura, bricolaje, etc.), vivir despierto, completan este breve sumario de
ejercicios, encaminado claramente a mantener y ampliar la actividad y el
interés por nosotros y por lo que nos rodea.

ASPECTOS BÁSICOS SOBRE LA MEMORIA HUMANA


Una de las habilidades que forman parte de la inteligencia y quizás la más
estudiada desde el siglo XIX es la memoria. Esta capacidad humana13,
constante objeto de curiosidad por cualquier individuo, es también uno de los
temas clásicos de los investigadores de varias ramas de la ciencia, y desde
luego, forma parte del acervo cultural de todas las sociedades, en todos los
niveles. Novelistas, políticos, banqueros o profesores, igual que amas de casa
o empleados municipales, han debido lamentar con mucha frecuencia las
consecuencias de esa ingrata, voluble y misteriosa dueña de nuestros
recuerdos y, en suma, de nuestra propia identidad, que es la memoria.
Nuestro objetivo en este trabajo exige plantear al menos sintéticamente la
naturaleza de la memoria, su funcionamiento, con especial atención a la
influencia de la edad. Antes de nada, para evitar tópicos en lo sucesivo,
presentaré algunas creencias falsas muy extendidas sobre las relaciones entre
memoria y edad, que podemos agrupar en tópicos biológicos pseudocien-
tíficos y tópicos culturales. Entre los primeros están los siguientes:
“Los frecuentes olvidos de las personas mayores se deben a la pérdida
constante de neuronas” (las células nerviosas). “Las personas adultas pierden
cada día unas 10.000 neuronas” (hemos visto que sólo ocurre en algunas zonas
muy concretas del cerebro y que no es definitivo). “El olvido es un síntoma
de que el cerebro no funciona del todo bien”.
Entre las creencias instaladas en la cultura general, son comunes las
siguientes:
“La capacidad de la memoria va disminuyendo inevitablemente con la
edad hasta casi desaparecer”. “La memoria empeora a medida que se envejece
y no se puede hacer nada para evitarlo”. “El presente de los ancianos es tan
pobre que tienen que refugiarse en los recuerdos de su pasado”. “Algunas
personas son demasiado viejas para mejorar su memoria”. “Los fallos de

13. Véase Davidof, F. (1989): Introducción a la psicología. México: Editorial McGraw


Hill.

141
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

memoria de los adultos mayores anuncian el comienzo de la enfermedad de


Alzheimer”.
Estas ideas son equivocadas; ninguna de ellas tiene fundamento
científico14. Antes al contrario, los resultados de la investigación en psicología
cognitiva demuestran que el envejecimiento no produce un deterioro genera-
lizado de todas las funciones de la memoria (la mayor parte de los sistemas
de memoria no se ven afectados por la edad). Los sistemas de memoria no
pierden un número significativo de neuronas cuando envejecemos (sólo
algunas regiones o áreas del cerebro pierden un número elevado de
neuronas), mientras el hecho de que los ancianos parezcan prestar más
atención al pasado se debe a diversas razones explicables en términos
naturales, no patológicos.
“La memoria es el tesorero y el guardián de todas las cosas”, decía
Aristóteles, pero la “literaria” definición no era más que el reconocimiento de
la superioridad de las funciones intelectuales sobre el soporte corporal, lo que
se mantuvo en vigor hasta que se incorporó la experimentación al conoci-
miento del “alma”, sobre todo a partir del siglo XVIII. No obstante, los
primeros estudios científicos sistemáticos sobre la memoria los llevó a cabo el
alemán Hermann Ebbinghaus hacia 1870, utilizándose a sí mismo como
“conejillo de indias” y demostrando algunas características de la memoria que
aún hoy tienen plena vigencia, como por ejemplo, que la cantidad de
información aprendida depende del tiempo invertido en aprender, por lo que
la memoria no era ya un “don” natural sino algo susceptible de intervención
humana. De ese “axioma” parten los fundamentos de los actuales conoci-
mientos que, en síntesis, definen la memoria como la capacidad de registrar,
almacenar y recuperar información. La memoria ya no es una “guardiana”
pasiva, sino una herramienta fundamental para el desarrollo de la vida
humana, su hilo conductor. Prácticamente todo lo que sabemos y hacemos
depende de nuestra memoria, que nos permite utilizar la experiencia pasada
para enfrentarnos al presente y planificar el futuro. La memoria no es sólo la
capacidad de recordar, sino además la que proporciona los elementos
necesarios para desarrollar la propia vida, individual, social e incluso
biológica15.
Hoy sabemos que la memoria tiene una estructura compleja y dinámica.
“La memoria inteligente no es un almacén, es un sistema dinámico, una
riquísima fuente de operaciones y ocurrencias”16. La memoria humana está
formada por un conjunto de sistemas independientes pero fuertemente

14. Véase Eichenbaum, H. (2002). Neurociencia cognitiva de la memoria. Barcelona:


Ariel; Leahey, T.H. y Harris, R.J. (1998): Aprendizaje y cognición. Madrid: Prentice Hall;
Navarro Guzmán, J. I. (1993): Aprendizaje y memoria humana. Aspectos básicos y evolutivos.
Madrid: McGraw-Hill.
15. Ruiz-Vargas, J.M. (1991): Psicología de la memoria. Madrid: Alianza.
16. Marina, J.A. (1996): Teoría de la inteligencia creadora, Madrid: Anagrama.

142
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

relacionados entre sí, por lo que sería mejor hablar de memorias más que de
memoria. Cada uno de estos sistemas se ocupa de procesar un tipo de
información diferente, mientras las áreas cerebrales que se activan en cada
caso también son distintas. Los investigadores hablan de cinco sistemas: el
sistema de representación perceptual, la memoria procedimental, la memoria
a corto plazo, la memoria semántica y la memoria episódica.
1. El sistema de representación perceptual sirve para poder identificar los
objetos que se corresponden con palabras y símbolos. Nuestro cerebro crea
una imagen mental de todos los objetos concretos y abstractos que forman
parte de la realidad, gracias a la cual podemos hacer algo tan sencillo como
reconocer las caras de nuestros conocidos, identificar nuestro coche,
reconocer símbolos, etc. Aunque el reconocimiento de objetos no sólo
depende de esta memoria su participación en el inicio del proceso es impres-
cindible.
2. La memoria procedimental es la memoria de la acción. Nuestra
conducta y todas las operaciones que realizamos para llevarla a cabo
dependen de este sistema de memoria. Aquí se almacenan las secuencias de
movimientos que realizamos la mayor parte de las veces de forma inconsciente
y que nos permiten movernos en el medio ahorrándonos operaciones
mentales que empleamos en otros procesos. Nadar, andar en bicicleta, coser
o tocar un instrumento musical mientras pensamos, conversamos, cantamos,
serían ejemplos de las acciones que podemos realizar gracias a este sistema.
3. La memoria semántica es el sistema que se encarga de adquirir, retener
y utilizar el conocimiento que tenemos sobre el mundo en su sentido más
amplio fijándolo a un código preestablecido, el lenguaje. Todo lo que sabemos
sobre el mundo, lo que llamamos conocimiento, constituye el contenido de
sistema, por ejemplo, saber que París es la capital de Francia, que el agua
moja, que en el sistema solar hay planetas, entre ellos el nuestro, que la
ballena es un mamífero y que se escribe con “b” y con “ll”, etcétera. Todo esto
es posible gracias a la memoria semántica.
4. La memoria a corto plazo es un sistema que permite mantener una
cantidad limitada de información en un corto espacio de tiempo mientras
realizamos otra actividad. Los investigadores distinguen dentro de este sistema:
la memoria primaria y la memoria operativa. La memoria primaria se pondría
en funcionamiento cuando la tarea a realizar requiere que la persona
mantenga pasivamente el material y que responda con dicho material en la
misma forma que le fue presentado; por ejemplo: recordar el número de
teléfono que vamos a marcar en ese corto espacio de tiempo, desde que lo
vemos escrito, o nos lo dicen, hasta que lo marcamos. La memoria operativa
se encargaría de tareas en las que hay que mantener una determinada
información al tiempo que reorganizamos o integramos información nueva
con otra ya aprendida. El cálculo mental sería una tarea de memoria operativa;
por ejemplo, averiguar mentalmente cuánto es 256 por 8.
5. La memoria episódica es la memoria que tenemos de los aconteci-
mientos que hemos vivido personalmente. Este sistema nos permite recuperar

143
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

de manera consciente los sucesos y eventos de nuestro pasado y dónde y


cuándo ocurrieron. Esta memoria guarda la historia de nuestra vida, nuestra
autobiografía.
Estos cinco sistemas podemos organizarlos también dependiendo de la
forma en que recuperamos o expresamos los contenidos en cada uno de ellos.
Así, la recuperación de los contenidos se puede llevar a cabo de forma
explícita o implícita. La recuperación explícita significa que la persona
recuerda algo de forma intencional, voluntaria y consciente; una recuperación
implícita significa que los contenidos de la memoria se manifiestan de un
modo automático, involuntario e inconsciente. Los tres primeros sistemas, esto
es, la representación perceptual, la memoria procedimental y la memoria
semántica se expresan implícitamente, mientras que los dos últimos, es decir,
la memoria a corto plazo y la memoria episódica se manifiestan explíci-
tamente. Esta dimensión explícita e implícita nos interesa particularmente
porque parece que en la vejez se produce un buen funcionamiento de la
memoria implícita y un funcionamiento disminuido de los sistemas de
memoria explícita.
Los procesos básicos en que podemos resumir el funcionamiento de la
memoria son tres: registro (codificación), retención (almacenamiento) y
recuperación. La información que queremos memorizar ha de pasar por estas
tres fases.
El registro o la codificación se refiere a todas las operaciones que
realizamos para que una información quede representada en la memoria,
desde los procesos atencionales, a las estrategias de repetición, incluyendo la
extracción del significado y comprensión de la información que nos ayuda a
recordar mejor. Como veremos luego, estudios recientes indican que la vejez
afecta negativamente a la codificación de la información17.
La retención o almacenamiento se refiere a la permanencia de la
información en los sistemas de memoria. La información que almacenamos,
salvo en la memoria a corto plazo, queda guardada virtualmente toda la vida.
Este almacenamiento requiere un proceso de consolidación que lleva algún
tiempo desde que la información que obtenemos del exterior se convierte en
huellas duraderas de la memoria. No sabemos cuál es la influencia del enveje-
cimiento en estos procesos, pero sí sabemos que la edad no tiene ningún
efecto pernicioso sobre las huellas de memoria ya consolidadas, por eso los
ancianos recuerdan muy bien sucesos antiguos.
La recuperación se refiere a los procesos que posibilitan el acceso a la
información que está almacenada en nuestra memoria siempre que lo
necesitemos. Con cualquier recuerdo o acto de reconocimiento ponemos en
marcha este proceso y parece que la edad afecta negativamente a la recupe-
ración de la información almacenada en nuestro cerebro.

17. Muñoz Tortosa, J. (2002): Psicología del envejecimiento, Madrid: Pirámide.

144
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO Y LA MEMORIA


Cuando comparamos el rendimiento de la memoria de un grupo de
personas mayores con el rendimiento de un grupo de jóvenes tienden a
aparecer diferencias a favor del grupo de jóvenes. Si analizamos la memoria
de las personas de edad encontramos que su rendimiento es muy variable: en
unas condiciones presentan un rendimiento deficitario mientras que en otras
sus resultados son tan buenos como los de los jóvenes.
Existe, pues, una gran variabilidad en el funcionamiento de la memoria
de las personas mayores, pero es posible fijar algunas tendencias a raíz de la
comparación viejos-jóvenes en función de las condiciones y del rendimiento.
Así, la memoria de las personas mayores es peor que la de los jóvenes en:
a) Tareas o test de recuerdo libre (por ejemplo en tareas en las que se
les pide que recuerden las palabras que se les han leído unos minutos
antes).
b) Cuando tienen que recordar el orden temporal en que sucedieron las
cosas ( por ejemplo cuando se les pregunta: qué le dije primero que
“la boda fue ayer” o que “la lluvia estropeó la ceremonia”).
c) Cuando tienen que recordar llevar a cabo una acción determinada en
un futuro cercano (por ejemplo, cuando se les dice “Antes de irse,
tiene que decirme cuál es la capital de Alemania”). Esto es lo que se
llama “memoria prospectiva” o memoria de futuro con claves autoge-
neradas, es decir, el propio sujeto tiene que poner en funcionamiento
un proceso futuro de recuerdo.
Mientras, se aprecian también otros resultados que permiten observar que
la memoria de los mayores es normal o comparable a la de los jóvenes en:
a) Tareas o test de reconocimiento (por ejemplo, cuando se les pide que
identifiquen qué palabras, de entre un conjunto que se les presenta,
les fueron leídas unos minutos antes).
b) Cuando tienen que recordar el lugar o el espacio en el que se les
presentaron unos dibujos (por ejemplo, cuáles aparecieron a la
izquierda y cuáles a la derecha).
c) Cuando tienen que recordar llevar a cabo una acción determinada en
un futuro cercano pero que depende de claves externas (por ejemplo,
cuando se les dice “cuando venga su hijo pregúntele si sabe donde
está su libro”). Esto es lo que se llama memoria prospectiva con claves
externas, ya que su acción futura va a ser recordada por una señal o
una clave externa al sujeto: la visión de su hijo le recordará que tiene
que hacer algo, preguntar por su libro.
Resumiendo, las personas mayores presentan una memoria disminuida en
tareas de recuerdo libre, memoria del orden temporal y memoria prospectiva
con claves autogeneradas; y una memoria normal en taras de reconocimiento,
memoria espacial y memoria prospectiva con claves externas. De estos
resultados podemos extraer una conclusión y es que el envejecimiento no

145
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

produce un declive general de la memoria, puesto que la memoria de las


personas mayores a veces presenta fallos y otras funciona perfectamente.
Las últimas investigaciones están demostrando que el envejecimiento
normal tiene distintos efectos en los diferentes sistemas de memoria. En
síntesis, estos serían en cada uno de ellos:
a) El sistema de representación perceptual: se mantiene preservado en la
vejez.
b) La memoria procedimental: se mantiene preservada en la vejez.
c) La memoria semántica: se mantiene preservada en la vejez.
d) En cuanto a la memoria a corto plazo, habría que distinguir entre
memoria primaria, que no se altera, y memoria operativa, que sí se ve
afectada por el envejecimiento.
e) La memoria episódica: sufre un declive en la vejez.
En resumen, sólo la memoria operativa y la memoria episódica declinan
con la edad.
Los efectos que el envejecimiento provoca en el cerebro pueden
ayudarnos a entender cómo la edad incide en la memoria. En la actualidad el
desarrollo de nuevas técnicas para el estudio de cerebro, como las imágenes
por resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones,
permiten a los investigadores realizar avances interesantes; por ejemplo, que
el cerebro de algunas personas apenas si se atrofia o sufre cambios volumé-
tricos con la edad, o que factores como el ejercicio físico, la dieta y la actividad
mental ejercen posiblemente un papel amortiguador sobre los cambios
cerebrales18.
En cuanto a la muerte de las neuronas, que hasta hace poco tiempo era
aceptada como inevitable e inherente al proceso de envejecimiento, los
últimos estudios han llegado a la sorprendente conclusión de que el envejeci-
miento normal no produce una muerte neuronal significativa ni en el
neocórtex ni en el hipocampo (estas regiones cerebrales desempeñan un
papel fundamental en la memoria a través de su participación en sistemas y
circuitos de memoria). Ahora bien, estos mismos estudios concluyeron que el
envejecimiento sí provoca una pérdida de neuronas significativa en algunas
estructuras subcorticales, concretamente en el prosencéfalo basal, que es la
estructura cerebral que suministra al hipocampo la acetilcolina, que es un
neurotransmisor básico para la memoria, (cuando el prosencéfalo basal se
daña, se produce amnesia). Estas pérdidas neuronales podrían explicar, por
tanto, algunos problemas de memoria19.

18. Abengózar Torres, Mª C. (1997): Envejecimiento normal y patológico. Valencia:


Promolibro.
19. Eichenbaum, H. (2002): Neurociencia cognitiva de la memoria. Barcelona: Ariel;
Habib, M. (1994). Bases del estudio neurológico. Madrid: Editorial Masson.

146
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Otras estructuras cerebrales que se ven afectadas por el envejecimiento


son los lóbulos frontales que parecen sufrir una disminución de tamaño, una
reducción en el aporte sanguíneo y en la utilización de glucosa. Los lóbulos
frontales desempeñan un papel clave en el recuerdo pero no en el reconoci-
miento, en la memoria del orden temporal pero no en la memoria espacial y
en las situaciones en las que el recuerdo depende de la puesta en marcha de
estrategias voluntarias y conscientes de recuperación.
En resumen, los datos sobre el envejecimiento de las áreas y regiones
cerebrales involucradas en el funcionamiento de la memoria parecen claros
respecto a tres hallazgos:
1. La vejez no conlleva una pérdida significativa de neuronas ni en el
neocórtex ni en el hipocampo.
2. El envejecimiento produce una pérdida significativa de neuronas en el
prosencéfalo basal.
3. El envejecimiento reduce el tamaño de los lóbulos frontales.
Estos datos sobre el efecto del envejecimiento en algunas estructuras del
cerebro explicarían porqué los ancianos tienen más dificultades en la
realización de determinadas tareas (recuerdo libre, memoria del orden
temporal y memoria prospectiva con claves autogeneradas) en las que se
deben realizar procesos, como la codificación elaborativa y la recuperación
estratégica, en los que la intervención de algunas áreas de los lóbulos frontales
es imprescindible. Así pues los procesos de codificación y de recuperación
sufren los efectos negativos de la edad.
Pero no es lo único a tener en cuenta, como ya sabemos. Por ejemplo, la
sensación de que los ancianos parezcan estar más pendientes de su pasado
que del presente podría explicarse en función de dos hechos contrastados por
los científicos: en primer lugar, porque los procesos de codificación y recupe-
ración se ven afectados por los efectos de la edad, de modo que su memoria
actual presenta cierta dificultad para guardar lo nuevo. Sus sistemas de
memoria parecen no registrar bien las experiencias y los episodios cotidianos,
por lo que se muestran incapaces de relatarlos más tarde.
En segundo lugar porque se produce un aumento de los recuerdos de la
adolescencia y primera juventud. A este incremento de recuerdos autobio-
gráficos correspondientes a acontecimientos vividos cuando tenían entre 15 y
25 años, que se produce entre los 40 y 50 años de edad, se le ha llamado
“efecto reminiscencia” y no se sabe porqué aparece, el hecho es que se
produce y de ahí la insistencia en contar acontecimientos antiguos aunque
esto no signifique una huida hacia atrás o un refugiarse en el pasado20.

20. Lehr, U. (2003): Psicología de la senectud: proceso y aprendizaje del envejecimiento,


Barcelona: Herder.

147
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

MEMORIA Y ESTIMULACIÓN COGNITIVA


Para diseñar o elaborar cualquier programa de entrenamiento para paliar
los efectos que la edad tiene sobre la memoria se han de tener de cuenta las
últimas investigaciones realizadas que han ampliado radicalmente el campo de
actuación psicológica. Está suficientemente demostrado que cuando se enseña
a las personas mayores a utilizar su conocimiento para codificar la información
de forma elaborada y, más tarde se les dan claves de recuperación, es decir,
cunado se les proporciona recursos que les ayuden a buscar adecuadamente
la información que tienen que recordar, su memoria de recuerdo funciona
como la de los adultos jóvenes. Es decir, que, si aprenden a utilizar estrategias
de codificación o de recuperación, su memoria funcionará como la de los
demás aunque el esfuerzo que tengan que realizar en los procesos de codifi-
cación y recuperación sea mucho mayor. Con entrenamiento las personas
mayores pueden superar un gran número de sus problemas de memoria21.
Así pues los fallos de memoria propios de la vejez pueden ser paliados,
pero para que un programa de mejora de la memoria funcione, la persona que
se someta a él tiene que cumplir al menos estos requisitos: Primero, estar
motivada. Segundo, poner de su parte todo lo que pueda. Y tercero, tener una
actitud positiva, es decir estar convencida de que funcionará.
A continuación, proporcionamos un esquema básico para cualquier tipo
de actuación:
Consejos específicos:
1. En cuanto al registro o la codificación:
Registrar la información frecuentemente y en pequeña cantidad
Simplificar, reducir a esquemas la información
Primero entender, luego registrar
Relacionar una información nueva con otras ya codificadas
Organizar de una manera personal la información
2. En cuanto a la retención o al almacenamiento:
Repensar lo que se almacena y retenerlo
Analizar y repetir (recordar los esquemas)
Verbalizar intentando dar coherencia al discurso
3. En cuanto a la recuperación:
Situar lo que se va a recordar en su contexto
Reglas nemotécnicas: la primera letra, coincidencia de números, etc.
Relacionar lo recordado con sus peculiaridades (sonoridad,
musicalidad, etc.)

21. De Miguel Negredo, A. (2001-02): “Adaptación positiva en el proceso de envejeci-


miento”, en Tabanque: revista pedagógica, 16, pp. 49-82; Tournier, P. (2003).

148
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Todas estas pautas se resumen en algunos principios generales como


utilizar la memoria conscientemente y de manera frecuente, prestar atención a
lo que hacemos en cada fase; y como norma general, repetir, repetir y repetir.
Con todo, hay que insistir en la necesidad de organizar la información
previamente (entender), asociar elementos tanto con palabras como con
imágenes mentales y, por supuesto, utilizar ayudas externas (agendas,
calendarios, notas, etc.)

CONCLUSIONES
La edad o el envejecimiento afecta al funcionamiento general de la inteli-
gencia, algunas habilidades disminuyen con el paso de los años, pero no es
sólo el envejecimiento biológico el que produce esta pérdida; existen otros
factores como los personales y sociales que también ayudan e influyen de
forma determinante en esta disminución. Las últimas investigaciones
demuestran que el declive de la inteligencia que se produce en personas
mayores, sin enfermedades mentales, puede ser compensado con entrena-
miento y práctica, utilizando estrategias y ayudas tanto externas como internas,
y que la mejora en las habilidades que obtenemos con la práctica se mantiene
durante un tiempo; su efecto es acumulativo. En cuanto a la memoria, que es
una de las habilidades intelectuales más importantes y estudiadas, sólo
determinados procesos y sistemas se vuelven menos eficaces por razones
biológicas. La vejez no afecta de modo general y uniforme a todos los sistemas
de memoria, lo que permite una actuación selectiva basada en técnicas activas
conductuales y cognitivas en aquellos que sabemos responden a la estimu-
lación. Así, está comprobado que la memoria de las personas mayores mejora
si se les da la posibilidad de utilizar estrategias sobre la adquisición, almace-
namiento y recuperación de la información, es decir, si se siguen pautas de
aprendizaje, entrenamiento y práctica de la memoria. Las experiencias
positivas de talleres de entrenamiento de la memoria, generalizadas en los
últimos años, están incentivando la investigación sobre métodos de estimu-
lación cognitiva cada día más eficaces. Tanto en el caso de la inteligencia
como en el de la memoria, hemos presentado un esquema de actuación
basado en nuestra propia experiencia, que puede servir además para aportar
nuevos conocimientos empíricos a través de la activación de nuevas hipótesis
de trabajo.

149
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

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ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

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151
ESTIMULACIÓN COGNITIVA
CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Verónica Acinas Julián

Hace pocos años se creía que la senilidad (pérdida progresiva de


facultades mentales, confusión, pérdida de la capacidad de atender las propias
necesidades y comportamiento irracional) era la consecuencia natural e
inevitable de la edad. Sin embargo, desde 1977 los médicos, a través de
trabajos realizados, han visto que el 10% de las personas mayores de 65 años
sufren lesiones cerebrales orgánicas que se relacionan con la senilidad.
La demencia es la pérdida global de la función cognitiva que interfiere en
las actividades habituales de la persona, tanto en su relación social como
laboral. El estado de demencia se caracteriza por la disminución de la memoria
reciente y retrógrada junto a otros déficits, como, por ejemplo, alteraciones en
el pensamiento abstracto, juicio, coordinación, planificación y organización,
habla, escritura y cálculo, cuya evaluación es necesaria para llegar al
diagnóstico.
La demencia más frecuente en nuestro ámbito es la enfermedad de
Alzheimer, seguida de la demencia de tipo vascular. La importancia relativa
de la demencia vascular es más elevada en aquellas poblaciones en las que la
hipertensión y los accidentes vasculares cerebrales son más comunes, como es
la población mayor de 85 años. Otras causas de demencia neurodegenerativa
son la enfermedad de Pick y otras demencias frontales. La demencia asociada
a la enfermedad de Parkinson y otros parkinsonismos o secundarias a causas
metabólicas y carenciales (alcoholismo, déficit de vitamina B12, hipoti-
roidismo), infecciones del sistema nervioso central (VIH, sífilis) y lesiones
intracraneales (p. ej. los traumatismos craneales en poblaciones más jóvenes)
son menos frecuentes.
La demencia es cada vez un tema de salud más importante por su carga
social; en un futuro inmediato, las demencias edad – dependientes son las que
localizarán los planes sanitarios de la comunidad europea.
Los avances tecnológicos en las neurociencias han aumentado los conoci-
mientos sobre la función cerebral, sin llegar a clarificar si el deterioro cerebral

153
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

global atribuido en gran medida al envejecimiento se percibe como el espectro


de los trastornos que anteceden a la enfermedad de Alzheimer.
Diagnosticar la demencia en estados avanzados es relativamente fácil,
pero en su inicio los síntomas pasan fácilmente desapercibidos. Las razones
son variadas y múltiples; algunas veces la sintomatología inicial se manifiesta
de forma tan insidiosa que es interpretada, tanto por parte del paciente como
por su familia y el mismo médico, como cambios atribuibles a la edad.
Algunos intentan disimular la sintomatología, otros, al no ser conscientes de
sus limitaciones, llegan al diagnóstico demasiado tarde. La historia clínica, la
exploración física y neurológica no son procedimientos sensibles para
diagnosticarla en su fase inicial, en especial cuando no hay familiares o buenos
informadores de los antecedentes y cambios producidos y que conozcan la
situación global de la persona, o bien que no estén presentes para corroborar
la información aportada por el paciente.
Se entiende por deterioro cognitivo cualquier alteración de las
capacidades mentales superiores. Puede tratarse de un deterioro focal: cuando
está limitado a una operación mental aislada, como el habla, o a un conjunto
interrelacionado funcional o topográficamente; o difuso si afecta a varias
capacidades mentales a la vez. Utilizando los criterios operativos propuestos
por Marsden de 1978, y ratificados por el Grupo de Estudio de Demencias de
la Sociedad Española de Neurología, se define la demencia como un síndrome
orgánico adquirido, que ocasiona un deterioro global persistente, sin altera-
ciones en el nivel de conciencia, que interfiere en el ámbito social y/o laboral
y que aboca a la incapacidad para el autogobierno de la persona.
Hasta la fecha no es posible realizar el diagnóstico de enfermedad de
Alzheimer y otras demencias en su estado preclínico, por dos razones
importantes: la primera, es que las bases biológicas y genéticas no tienen la
suficiente y probada fortaleza para asegurar con certeza el diagnóstico e iniciar
una actividad preventiva; la segunda, es que carecemos de un tratamiento
curativo. Ambas comportan una tercera razón de mayor relevancia: la actitud
ética de los profesionales delante de las especulaciones diagnósticas y de
pronóstico.
La detección precoz de la demencia antes de que los enfermos se
encuentren en un estadio muy evolucionado presenta conocidas ventajas:
identificar causas reversibles y tratables de demencia, utilizar estrategias
farmacológicas y no farmacológicas disponibles a fin de enlentecer la
progresión de la enfermedad, controlar la morbilidad asociada y mejorar la
calidad de vida del paciente y su cuidador.
En el ámbito gerontológico la dificultad estriba en diferenciarla del
deterioro cognitivo benigno o leve, como un hecho inherente a la vejez.
El análisis compartido y consensuado con los familiares y cuidadores
inducirá el tipo de intervención terapéutica, sobretodo en cuanto a la
aplicación de terapias blandas basadas en las técnicas de la neuropsicología
cognitiva. La información que sobre las actividades cotidianas aportan los
familiares constituye un valor añadido a los datos de la exploración clínica y

154
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

neuropsicológica, al hacer evidente el conjunto de conductas que definen al


individuo en relación con sus preferencias, habilidades y competencias que le
permiten vivir de forma autónoma e independiente y ejercer su papel social.
Todas estas actividades, desde las más avanzadas hasta las más básicas se
deterioran a medida que progresa la enfermedad, incidiendo de forma
desigual en cada individuo y su grupo familiar.
El objetivo final de la intervención terapéutica estará dirigido, bien sea a
corto plazo o largo plazo, a restaurar habilidades cognitivas, enlentecer la
progresión del deterioro y mejorar el estado funcional del enfermo con
demencia, procurar su estabilización durante el mayor tiempo posible, controlar
los síntomas y prevenir las complicaciones y problemas de salud más
prevalentes y, finalmente, garantizar la confortabilidad en la fase terminal de la
enfermedad.
La intervención desde un programa de psicoestimulación cognitiva que
abarque en gran medida aquellas funciones intelectuales conservadas y su
interacción con las actividades instrumentales de la vida diaria, favorecerá el
papel social del enfermo, aumentará la eficacia de los fármacos disponibles en
la actualidad para la enfermedad de Alzheimer y, en todo caso, aportará
beneficios en cualquier tipo de demencia.
La suma de las condiciones intelectuales, físicas y biográficas del enfermo,
marcará el campo de apoyo en el que movernos y permitirá definir y ajustar
el tipo adecuado de intervención.

NEUROPLASTICIDAD Y PSICOESTIMULACIÓN INTEGRAL


El punto de partida con base científica, en el que se asienta la
intervención terapéutica no farmacológica en el campo de las demencias, es
la capacidad plástica del cerebro, conocida como neuroplasticidad. La
neuroplasticidad se define como “la respuesta que da el cerebro para
adaptarse a las nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado, después
de una lesión. Recientes investigaciones ponen en evidencia la capacidad que
tienen las neuronas lesionadas para regenerarse y establecer conexiones
nuevas. Existe neuroplasticidad en el cerebro anciano, incluso en el demente,
si bien en menor intensidad. Es evidente que en las fases de elevado deterioro
cognitivo, la neuroplasticidad será nula debido a la gran pérdida de masa
neuronal, desarborización sináptica y bloqueo de neurotransmisores.
Las personas con demencia mantienen cierta capacidad de neuroplas-
ticidad, un potencial de plasticidad cognitiva, de aprendizaje o capacidades de
reserva que pueden ser desarrollados y estimulados a fin de modificar
y optimizar su adaptación al medio, especialmente en los estadios leve y
moderado, donde el proceso neurodegenerativo no está tan avanzado.
Así pues, el objetivo básico de los tratamientos de psicoestimulación es el
de favorecer la neuroplasticidad mediante la presentación de estímulos,
debidamente estudiados, que eliciten las capacidades intelectuales,
emocionales, relacionales y físicas de forma integral.

155
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y DEMENCIAS


La Enfermedad de Alzheimer presenta un inicio generalmente insidioso y
un curso progresivo, caracterizado por una pérdida de las capacidades
cognitivas y cambios de conducta que interfieren progresivamente en la
autonomía de las personas que la sufren, lo que les hace dependientes de su
entorno.
Estas pérdidas y cambios pueden observarse, inicialmente, en las
actividades avanzadas e instrumentales de la vida diaria, ampliándose
posteriormente a las actividades básicas de ésta.
En las fases iniciales (cuadro 1.), es la memoria la función más alterada,
pero no es la única y no se altera de manera uniforme. La pérdida de otras
funciones se manifiesta en la dificultad para planificar actividades cotidianas
habituales o no habituales, no poder seguir una conversación o una noticia
por la radio o la televisión... Todas estas dificultades observadas en el día a
día, son también manifestaciones de la enfermedad en las fases leves.

Cuadro 1: Fases en la EA

1ª Fase 2ª Fase 3ª Fase


Dependencia Leve Dep. Moderada Dep. Severa

Duración 1 a 3 años aprox. 1 a 3 años aprox. 1 a 3 años aprox.

Características Olvidos ocasionales Pérdida grave del habla


Cierta confusión Movilidad dificultosa Inmovilidad
Pérdida de la autoestima No se vale por sí Pasividad
Angustia mismo

Consejos a los Información Paseos Alimentación adecuada


cuidadores Comprensión Mantener rutinas Cama articulada
Planificación Horarios Colchón de aire
Gimnasia Protectores cutáneos

Precauciones Trámites legales Vigilar alimentación


Revisiones médicas y padecimientos Vigilar aparición
Organización de la agregados de escaras y atrofias
vida del enfermo

Necesidades En los comienzos, ninguna Asistencia domiciliaria Asistencia domiciliaria


auxiliares Pronto, supervisión Centro de día Posible ingreso en
en domicilio residencia especializada

A medida que progresa la enfermedad, en las fases moderadas aparecen


alteraciones más severas en otras funciones cognitivas, apareciendo así el clásico
síndrome afaso–apraxo–agnósico, que caracteriza la enfermedad de Alzheimer.

156
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Las alteraciones que presentan los enfermos de Alzheimer en las fases


moderadamente graves y graves de la enfermedad afectan globalmente todas
las funciones cognitivas, agravándose el síndrome afásico (habla reducida a
varias palabras), apráxico (comer con las manos) y agnósico (no reconoce a
sus familiares ni incluso así mismo en una fotografía o en el espejo), de
manera que pierde su autonomía para casi todas las actividades básicas y
necesita supervisión permanente las 24 horas del día.
Las alteraciones de conducta que pueden presentarse a lo largo de la
evolución de la enfermedad de Alzheimer han de ser tenidas muy en cuenta
a la hora de desarrollar cualquier tipo de intervención terapéutica.
No hemos de olvidar que no hay una sola enfermedad de Alzheimer sino
muchas, tantas como enfermos. No todos los enfermos de Alzheimer se
encuentran en el mismo estadio de la enfermedad.
Previa a la intervención hemos de contar con la información necesaria a
cerca de la persona con la que vamos a trabajar (nivel educativo e intelectual,
déficits, deterioro y capacidades preservadas, grado de afectación, estadio de
la enfermedad, etc.), de esta forma conseguiremos acercarnos a estrategias de
intervención más personalizadas.
Por ser una enfermedad progresiva con grados de afectación diferentes en
los distintos sujetos y por la gran heterogeneidad con la que se manifiesta,
tanto al inicio como en la fase terminal, no existe una única manera de
abordarla desde un programa de estimulación.
Es necesario adaptar el programa a la valoración neuropsicológica, a las
capacidades residuales y a la historia personal y estilo de vida de la persona.
A continuación se presenta una breve diferenciación en lo que a la
estimulación cognitiva se refiere dependiendo del estadio en el que la persona
se encuentre.

Enfermos con deterioro cognitivo moderado o demencia leve (GDS 4)


La estimulación cognitiva se dirige hacia las capacidades mentales más
elevadas y complejas, como la lectura y escritura, el cálculo y el razonamiento
abstracto. Las personas en este estadio suelen conservar mecánicamente la
escritura y lectura, al igual que se encuentran preservados los conocimientos
generales del mundo. En esta fase también hemos de estimular capacidades
más básicas, como la atención, la orientación y la memoria, en sus diferentes
tipos.

Enfermos con deterioro moderadamente grave o demencia moderada


(GDS 5)
En esta fase la estimulación cognitiva persigue los aspectos básicos de la
cognición: la atención, la orientación temporal y espacial más simple (día de
la semana) orientación en persona, la memoria, sobre todo la memoria remota,
sin abandonar los aspectos cognitivos más instrumentales como el lenguaje, la

157
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

percepción visual y las capacidades práxicas. En esta fase se utilizan estímulos


más simples que en la fase precedente. La lectura continúa siendo una de las
capacidades residuales del enfermo en las cuales se apoya la psicoestimu-
lación para facilitar las tareas. Asimismo, la realización de ejercicios a diario,
de una manera repetitiva y rutinaria, constituye una ayuda a la permanencia
de una memoria reciente muy reducida.

Enfermos con deterioro grave o demencia moderadamente grave (GDS 6)


La estimulación cognitiva en este estadio se halla mucho más limitada y
debe adaptarse al modelo involutivo correspondiente a la pérdida de las
operaciones concretas, utilizando ejercicios de simulación con objetos reales y
básicos de la vida diaria.
Existen numerosas propuestas de intervención cognitiva en la ancianidad
y en la enfermedad de Alzheimer: orientación a la realidad, reminiscencias,
terapia de resolución, terapia de validación, revisión de vida, remotivación,
modificación de conducta, psicoestimulación “integral”, activación cerebral,
“gimnasia mental”, estimulación psicomotriz, ejercicio físico, cinesoterapia,
entrenamiento en las actividades de la vida diaria, terapia ocupacional, terapia
de apoyo, entrenamiento cognitivo, socioterapia, psicoterapia, relajación,
diversión, musicoterapia, masajes... Ninguna de las propuestas citadas
constituye por sí misma algo sólido, específico y generalizable a todos los
casos.
Cada técnica puede tener un cierto sentido para aspectos parciales del
paciente, aunque algunas sean más globales. Algunas pueden causar
problemas a los enfermos si no se aplican adecuadamente o con flexibilidad.
Ciertas técnicas se han desarrollado para ser aplicadas a personas sin
trastornos neurológicos evidentes que padecen un “trastorno de memoria
asociado a la edad”. Otros enfoques carecen de sentido o de unas bases
racionales con suficiente justificación científica. El progreso científico ha de
permitir eliminar cuanto carezca de fundamento y poner en duda creencias y
dogmas.
Partiendo de la idea de que cada paciente tiene unas características
específicas, es fundamental recordar una vez más la importancia de la
evaluación individualizada y la obligada flexibilidad de toda intervención.
Lo que puede ser bueno para un paciente puede tener efectos fatales en
otro. La flexibilidad y la personalización son reglas de oro de la evaluación y
de la intervención cognitiva. Además, las tareas de intervención cognitiva no
se deben convertir nunca en un problema para el paciente ni para la familia.

TIPOS DE INTERVENCIÓN COGNITIVA


A lo largo del desarrollo de este tema deberemos tener presente qué es
lo que entendemos por “Intervención Cognitiva” (Cuadro 2.)
Es el conjunto de métodos, técnicas y estrategias cognitivas que pretenden
minimizar el impacto del deterioro cognitivo, optimizar las capacidades

158
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

residuales, compensar la incapacidad por un contexto estructurado y


predecible en el que se persigue un envejecimiento saludable y la dignidad de
la persona en su enfermedad degenerativa.

Cuadro 2: La estimulación cognitiva

Lo que NO es Lo que SÍ es

No se trata de intentar curar la enfermedad Se trata de enlentecer al máximo el avance


de Alzheimer o de parar definitivamente su de la enfermedad de Alzheimer y de aportar
avance mediante técnicas mágicas o terapias calidad de vida a la persona afectada a través
milagrosas de una serie de métodos y técnicas no
farmacológicas

No consiste en curar las alteraciones Consiste en promover la actividad mental


cognitivas (memoria, lenguaje, atención...) para mantener o mejorar el rendimiento
que provocan la enfermedad de Alzheimer cognitivo y funcional de la persona con
Alzheimer.

No se trata de curar todos los síntomas de la Se trata de prevenir y/o tratar algunos
enfermedad de Alzheimer. síntomas secundarios de la enfermedad de
Alzheimer como la ansiedad y la depresión.

No se trata de forzar u obligar rígidamente a Se trata de animar y guiar inteligentemente a


la persona con Alzheimer a estudiar, a la persona con Alzheimer para que se
aprender cosas nuevas, a entrenar o a interese por hacer determinadas actividades
ejercitar sin más sus facultades mentales. que movilicen sus capacidades cognitivas y
funcionales.

No se trata de hacer cualquier actividad y de Se trata de realizar actividades cognitivas


repetirla continuamente. recomendadas y adaptadas a cada momento
de la evolución del enfermo.

No consiste en perseguir un rendimiento y Consiste en centrarse en el proceso y en la


unos resultados con respecto a las actividad en sí misma, independientemente
actividades de estimulación cognitiva. del rendimiento y de los resultados que se
consigan.

No se trata de exigir más de lo que la Se trata de motivar a la persona con


persona con Alzheimer quiera o pueda dar. Alzheimer e intentar obtener el máximo de
sus capacidades y vocaciones.

No se trata de obsesionarse con estimular a Se trata de ser regular y aprovechar objetos,


toda costa y en todo momento. circunstancias, situaciones y actividades
cotidianas para estar activo y disfrutar con la
vida.

No se pretende realizar la estimulación Se pretende buscar el mejor momento para


cognitiva a toda costa sin importar el que la persona con Alzheimer lo pase bien y
momento y la forma. disfrute durante la estimulación cognitiva.

Debido al carácter actualmente irreversible Salvo en casos muy específicos, se trata de


de la enfermedad de Alzheimer, no se trata centrarse en la estimulación de las facultades
de intentar recuperar aquellas facultades mentales preservadas, es decir, de mantener
mentales que ya están deterioradas. aquellas capacidades que todavía funcionan
bien, hasta el máximo de sus posibilidades.

159
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

Dentro de la amplia variedad de técnicas o métodos de intervención con


los que podemos contar en el trabajo con enfermos de Alzheimer, nos
centraremos en los siguientes: Terapia cognitiva, Psicomotricidad, Orientación
a la Realidad, Reminiscencia, Jardinoterapia, Musicoterapia, actividades
ocupacionales y Terapia de validación.

Terapia Cognitiva Específica


Más allá del enfoque de la estimulación y la actividad cognitiva en
general, la terapia cognitiva pretende avanzar unos pasos más desde un punto
de vista teórico y metodológico. Se fundamenta en un análisis detallado de las
capacidades mentales y posteriormente se centra en el tratamiento de aspectos
particulares de las capacidades cognitivas.
Objetivo: Realizar intervenciones terapéuticas específicas basadas en un
análisis detallado de las capacidades mentales a fin de establecer estrategias
de intervención fundamentadas en los planos teórico y metodológico.
La terapia cognitiva representa un conjunto de técnicas de neuropsi-
cología rehabilitadora en las que el paciente es sometido a ejercicios dirigidos
a modificar aspectos concretos de las capacidades mentales. En este caso, la
actividad terapéutica se puede concretar, por ejemplo, en tareas que pretendan
mejora las capacidades lexicosemánticas o en superar trastornos de la denomi-
nación.
Los pasos a seguir, por tanto, serían los siguientes:
- Valoración cognitiva
- Reconocimiento de áreas alteradas / preservadas
- Diseño de actividades específicas para la persona (individualizadas:
preferencias, gustos, GDS...)
- Puesta en marcha y revisión

Psicomotricidad
Podemos definir la Psicomotricidad como técnica que tiende a favorecer
por el dominio del propio cuerpo, la relación y comunicación con uno mismo
y con los demás objetos y personas en el espacio que le rodea. Esta terapia se
aplica abarcando los tres esquemas que conforman nuestra psicomotricidad.
Estos esquemas son:
- Esquema corporal: es el conjunto de capacidades relacionadas con la
percepción y conocimiento del propio cuerpo. Del esquema corporal
dependen funciones como la imagen corporal, el control de la postura,
la lateralidad (discriminar partes derechas e izquierdas del cuerpo), el
equilibrio y la coordinación.
- Esquema espacial: son las capacidades de percepción del espacio y
localización en él, de uno mismo y de otros objetos y personas. Del
esquema espacial depende la capacidad de seguir itinerarios o
movernos en parcelas limitadas, el manejo de conceptos como:

160
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

cerca–lejos, encima–debajo, detrás–delante, etc.; y la capacidad de


salvar obstáculos.
- Esquema temporal: comprende las capacidades relativas a la orientación
en el tiempo y noción de uno mismo. De él depende la percepción de
la duración de los acontecimientos, su ordenación en el tiempo, el
conocimiento del momento actual (fecha y hora), el sentido del ritmo y
la periodicidad, etc.
La Enfermedad de Alzheimer puede afectar a todas estas áreas, en mayor
o menor medida, produciendo limitaciones en el dominio de nuestro cuerpo,
de sus movimientos, posturas y sensaciones que percibimos a través de él.
Objetivo: Mantener el máximo tiempo posible las funciones que el
enfermo todavía conserva, así como proporcionar sensación de seguridad al
tratar de intentar rehabilitar sus déficits.
Un músico suizo llamado Émili Jacques – Dalcroze fue el pionero en
desarrollar técnicas que potenciaran la rítmica de las personas a través del
movimiento corporal. Su metodología, dirigida inicialmente a estudiantes de
música, tenía el objetivo de ayudarles a regular sus hábitos motores, crear
nuevos reflejos y desarrollar las facultades de la imaginación y la creación. La
música era la base del método, y el movimiento corporal, su instrumento
ejecutor.
Por medio de ejercicios de ritmo consiguió potenciar en sus alumnos
nociones como las de velocidad, duración, simultaneidad y sucesión. Y de ese
modo, perfeccionando los mecanismos de su cuerpo, consiguió que desarro-
llaran todas sus facultades y que corrigieran defectos, al facilitar la sensibili-
zación de su cuerpo.
La aplicación de este método será útil para realizar ejercicios de estimu-
lación cognitiva que nos permitan mantener aquellas funciones superiores que
el paciente todavía no ha perdido, tales como la memoria remota, la
motricidad, la capacidad de comprensión de órdenes sencillas, el reconoci-
miento de las formas geométricas o de los colores, a través de un estímulo, la
música, que desencadena una respuesta emocional relacionada con la
biografía de cada paciente. Por ello es imprescindible conocer los gustos que
tuvo en su juventud en el campo musical, y utilizar en algunos ejercicios
tonadas de cantantes o de bailes de su época y músicas clásicas conocidas por
todos. Este continuo recuerdo del pasado, unido a su respuesta emocional y
al ejercicio como patrón social de mantenimiento de la salud, motivará a los
pacientes a participar en los talleres de psicomotricidad, con el objetivo final
de mantener durante el máximo tiempo posible las funciones superiores que
conserva.
La estructura propia de un taller no podrá olvidar:
- Espacio físico adecuado
- Duración del taller
- Número de asistentes, sus capacidades y GDS
- Objetivos a conseguir
- Materiales a utilizar

161
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

Propuesta de talleres (GDS 3–4)


- Ejercicios de calentamiento
- Movimientos libres
- Recordemos el ritmo
- Figuras geométricas
- Relajación
Dentro de la Psicomotricidad podemos incluir la Movilización pasiva.
Nos referiremos a ella como técnica en la que el profesional mueve las
distintas partes del cuerpo del enfermo, con la amplitud y dirección que cada
articulación permita.
Objetivo: enlentecer la atrofia muscular, rigideces, así como prevenir la
aparición de úlceras.
Esta movilización estaría indicada para enfermos en estadios avanzados o
iniciales con dificultades de comprensión, interpretación o ejecución de
órdenes sencillas.

Orientación a la Realidad
La Orientación a la Realidad constituye un método de tratamiento de la
confusión y las alteraciones de la orientación y la memoria a través de la
estimulación de los pacientes con el objetivo de que compensen o reaprendan
datos sobre sí mismos y sobre su entorno. De hecho, la Orientación a la
realidad no deja de ser una aproximación conductual de reentrenamiento de
la orientación. La OR es adecuada para personas afectadas de diferentes tipos
de demencia y de trastornos cognitivos. En las demencias leves una de las
características típicas es la desorientación temporal en la fecha, el mes, incluso
día de la semana, conservando la orientación en el año; en fases moderadas y
más graves de las demencias, la desorientación temporal es completa.
También se observa desorientación espacial en el lugar en el que se
encuentran. Algunos aspectos de la desorientación en el tiempo y en el
espacio inmediato, se encuentran relacionados con la pérdida de la memoria
reciente. Otros aspectos de la orientación temporal y espacial son más
permanentes y más resistentes al deterioro en las fases leves de la demencia.
Respecto a la orientación persona, los aspectos que más se pierden en las fases
leves son aquellos referentes a su edad, siendo la fecha de nacimiento y el
nombre de sus familiares, la información más resistente al deterioro en las
primeras fases.
Desde un punto de vista cognitivo, la orientación a la realidad es una
forma de ayudar a superar los problemas de la memoria episódica a corto y
medio plazo y de facilitar y estimular los sistemas de acción (ejecutivos)
cerebrales. Al trabajar aspectos personales antiguos, de ayuda a superar
problemas de memoria episódica biográfica (a largo plazo). Lógicamente,
tienen que quedar capacidades residuales para poder aplicar adecuadamente
esta técnica.

162
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

La terapia de orientación a la realidad, entendida como un conjunto de


técnicas mediante las cuales una persona toma conciencia de su situación en
el tiempo (orientación temporal), en el espacio (orientación espacial) y en
persona, es una terapia imprescindible en un programa terapéutico de
demencias.
Objetivo: Tratar y superar la confusión y desorientación e incrementar la
autonomía (objetivo final)
Evitar la desconexión del conjunto del entorno personal, familiar y social.
Existen dos posibilidades prácticas que pueden desarrollarse en el
domicilio o en instituciones:
- Orientación a la realidad de veinticuatro horas: Esta variedad de OR se
denomina “informal” o básica”. Constituye un proceso continuado de
realización de actividades a lo largo de todo el día, de forma que al
paciente se la va suministrando información que le ayuda a orientarse.
Cada vez que una persona interacciona con el paciente le recuerda el
día, el lugar y la actividad, y ante sus preguntas le proporciona
información detallada.
Este procedimiento presupone organizar un programa sistemático de
actividades, desde el momento de levantarse hasta el momento de
acostarse. Se trata de animar y dar apoyo con el objetivo de disminuir
el número de situaciones de desorientación y ansiedad.
- Orientación en sesiones: Esta variedad recibe el nombre de “intensiva”,
“formal” o “clase de OR”. Consiste en la celebración de sesiones indivi-
duales o grupales, de unos treinta minutos o sesenta minutos, donde se
trabaja una serie de aspectos concretos de la orientación, se pone en
contacto a los pacientes con el entorno y se realiza estimulación
cognitiva.
Una propuesta de taller de OR grupal podría ser la siguiente:
- Presentación de los asistentes, recuerdo de nombres
- Día, mes, estación del año, año, dirección, ciudad, país
- Zodíaco (día, mes, año personal)
- Lectura noticias actuales, fiestas locales...
- Despedida y cierre.

Reminiscencia
Constituye una forma de reactivar el pasado personal y de ayudar a
mantener la propia identidad. Utiliza la estimulación, la comunicación, la
socialización y el entretenimiento como técnicas.
Se pueden rememorar hechos generales y no necesariamente
relacionados con experiencias personales. No se estimula la evaluación de los
recuerdos ni tampoco trata de que éstos sean perfectos, sino que sean lo más
vivos posibles, en todas su amplitud, y vayan acompañados de las emociones
correspondientes. La aparición de las emociones tristes, incluso trágicos,
requiere la intervención del profesional.

163
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

Las personas afectadas de demencia, al igual que los ancianos sanos,


tienen más memoria de su juventud, ya que normalmente se trata de recuerdos
muy aprendidos, fijados y repetidos o que tienen un especial significado
emocional o personal.
El paciente afecto de la enfermedad de Alzheimer presenta trastornos
graves en la memoria más reciente (a corto y medio plazo), mientras que los
recuerdos antiguos y remotos están relativamente preservados según sea la
etapa de la enfermedad.
Para los cuidadores profesionales y los voluntarios que trabajan con
personas de edad en centros de día, hospitales y hogares, las actividades de
reminiscencia ofrecen una forma de individualizar a los mayores, recono-
ciendo los rasgos de sus experiencias en el pasado y llegando a conocerlos
mejor. Cuando se puede contactar con los cuidadores familiares y éstos están
dispuestos a participar, ellos pueden ayudar a completar las lagunas de
información sobre otras personas y los acontecimientos que hayan
desempeñado un papel importante en la vida de las personas a su cuidado.
Ello puede constituir una experiencia positiva para ellos, al darles un papel
continuado que desempeñar aunque no sean los únicos cuidadores para esa
persona. Por supuesto, es posible que existan enormes diferencias entre las
versiones de una misma historia que cuentan una persona que padece
demencia y el cuidador, y ambas versiones deben ser respetadas.
Muchos estudios han demostrado que los cuidadores profesionales que
están en conocimiento de la historia vital de las personas a su cargo les tratan
con más respeto y sensibilidad. Además, su propio trabajo suele parecerles
más enriquecedor, como resultado de los estrechos vínculos y la mayor
comprensión que se desarrolla entre ellos y sus pacientes.
Para los cuidadores familiares, la reminiscencia puede ser una forma de
permanecer en contacto con la vida pasada que han compartido con la
persona que está bajo sus cuidados en la actualidad. Recurrir a experiencias
positivas del pasado puede ayudar tanto al cuidador como a quien padece la
demencia a enfrentarse mejor a las dificultades que entraña el presente. Si los
cuidadores pueden incluir la reminiscencia en las actividades cotidianas de la
persona con demencia, descubrirán que es una forma muy útil de estimular
buenos sentimientos y de suavizar la rutina diaria. La reminiscencia puede
encajar muy bien con otras estrategias ya utilizadas para paliar los efectos de
la enfermedad, contribuyendo a potenciarlas.
La reminiscencia nos permite intervenir con enfermos tanto a nivel grupal
como a nivel individual, así como el realizar una intervención en el propio
domicilio de la persona, al aire libre o en instituciones.
Una propuesta de taller de reminiscencia para GDS 3 – 4 podía ser el
siguiente:
- Tipo de taller: tema a trabajar (escuelas)
- Recolectar material (personales: tinteros, libros...)
- Trabajar con los asistentes el tema (horarios de escuela, años de
duración, pupitres, maestros, uniformes, comparar con escuelas
actuales...)

164
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

- Puesta en común de resultados (al grupo, a los familiares, a la


Asociación...)
La reminiscencia en GDS avanzados, al igual que ocurre con otros tipos
de técnicas de intervención, ha de encontrase muy estrechamente ligada con
las preferencias previas del enfermo. Se podrá trabajar con el enfermo el
reconocimiento de texturas, olores, músicas, la lectura de textos conocidos
para la persona enferma.
En estos momentos de la enfermedad, la intervención deberá ser más
individualizada.

Jardinoterapia
El cuidado integral de la persona implica también la ejecución de
actividades que la motiven, que se encuentren basadas en sus creencias y en
sus costumbres. El trabajo de la agricultura, cuidado de huertos y jardines se
ha encontrado muy ligado a la vida cotidiana de muchos de nuestros mayores,
y es con ellos con los que esta forma de intervención estaría más indicada.
Objetivo: potenciar la socialización, minimizar los trastornos de compor-
tamiento, fomentar los sentimientos de utilidad, favorecer la estimulación
sensorial así como el movimiento, la comunicación y la actividad recreativa.
El Hospital Sant Jaume (Manlleu, Barcelona), lleva a acabo el taller de
Jardinoterapia estableciendo dos ciclos diferentes en su desarrollo:
- Mantenimiento del jardín: Este primer ciclo se alargaría durante todo el
año, contaría con unas cinco o seis personas, en una fase moderada de
su enfermedad y las actividades a realizar serían las siguientes: barrer,
quitar hojas secas, limpiar complementos del jardín...
- Cuidado de las plantas: En este ciclo las actividades se encontrarían más
condicionadas estacionalmente. Contaría con unas dos o tres personas,
en una fase leve – moderada de su enfermedad y cuyas actividades
girarían en torno a: transplantar, podar, cavar y quitar malas hierbas.

Musicoterapia
La Musicoterapia es un abordaje particular del sujeto y su problemática
vital, a través de sus producciones sonoras y el movimiento corporal, que esta
relacionado con un elemento fundamental de la música como lo es el ritmo.
Entendiendo como sujetos a una unidad bio–psico–social–espiritual.
Durante la evolución de la enfermedad de Alzheimer podemos observar
como la persona comienza a presentar problemas de lenguaje, así como sus
dificultades de memoria cada vez se hacen más evidentes; sin embargo,
muchos de ellos continúan cantando, un material que poseen hiperapendido
y del cual podemos servirnos para la intervención.

165
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

La capacidad de emocionarse que mantiene el enfermo de Alzheimer


puede ser estimulada a través estímulos externos, en este caso mediante la
música.
Se promueve en el paciente el juego musical y el descubrimiento de su
creatividad utilizando, la voz, el cuerpo, el canto, la palabra y los instrumentos
musicales.
Objetivo: Mantener o mejorar las capacidades cognitivas, sociales, físicas
y emocionales.
La música puede servirnos además como elemento desencadenante de
reminiscencias, de establecer una comunicación entre enfermo y cuidador, y,
por otro lado encontraremos unos grandes resultados sirviéndonos de ella
como estimulante o como sedante.
En un proceso musicoterapéutico en general, y con enfermos de
Alzheimer en particular, no se busca la genialidad, la buena técnica, o lo estéti-
camente bello al tocar o explorar un instrumento, la voz o el cuerpo, sino la
posibilidad que tiene todo ser humano de expresarse y crear libremente.
Por otro lado, la música proporciona:
- Orientación a la realidad en la que vive la persona.
- Ambiente terapéutico favorecedor, proporcionando la seguridad y
confianza que se precisa en determinados estados de agitación o miedo.
- Medio de expresión para los problemas de comunicación
- Estimulación para ayudar a mantener las capacidades físicas de las
personas que tienen dificultad de movimiento.
Una propuesta de Intervención, con enfermos de Alzheimer en GDS
3 – 5, podía ser el siguiente:
- Presentación de los asistentes con una canción de bienvenida
- Ubicación en el tiempo y espacio
- Elección de un tema de trabajo
- Escucha activa de la pieza elegida
- Justificación de la pieza
- Canción de despedida y cierre de sesión

Actividades ocupacionales
La realización de actividades significativas (ocupacionales) y de la vida
diaria constituye un método de rehabilitación y de readaptación. Se pretende
rehabilitar a través de la terapia ocupacional o de unas actividades que
conducen a un fin. Por otro lado, se realiza una readaptación a través de
nuevas formas de acción y de la adaptación del medio técnico.
Objetivo: Facilitar que el paciente realice tareas y sea autónomo en las
actividades de la vida diaria, aumentando así su autoestima.
Para planificar un programa de actividades significativas deberán
evaluarse previamente las capacidades cognitivas funcionales del paciente.

166
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Durante la selección de los ejercicios se deben valorar las preferencias de la


persona enferma y las relaciones entre las tareas y las actividades de la vida
diaria. Las actividades deberán escogerse con una finalidad terapéutica y,
lógicamente, en función del grado de deterioro, por tanto, no deberemos
olvidar las posibles dificultades en la retención de la consigna, en planificación
y ejecución de las actividades, en la comprensión de las órdenes dadas, así
como dificultades práxicas...
El tipo de actividades del que podríamos servirnos serían las siguientes:
actividad física, cuidado de la casa, cocinar, costura, aseo personal, compras,
jardinoterapia, manualidades y arte...
Por otro lado, las actividades de la vida diaria comprenden todo el marco
de actividades que desempeña un individuo, sea cual sea su condición;
abarcan una gran parte de nuestro día a día, y por lo tanto merecen ser
estudiadas y dotarlas de la importancia que como intervención terapéutica les
pudiera corresponder.
Las actividades de la vida diaria tienen la “extraña” virtud de distin-
guirnos a unos de otros, no solo en su desempeño, sino también en el orden,
en la planificación, en la ejecución y en la revisión mental de nuestros actos.
Esto quiere decir que no sólo hay que incidir en el desempeño, donde se dan
los fallos más objetivables, sino también en todos los demás componentes que
pueden estar siendo minados por la enfermedad.
Es de la mayor importancia llevar a cabo el máximo de actividades
posibles ya que, cuando realizamos tareas tan sencillas como, por ejemplo,
limpiar el polvo o comer, estamos, al mismo tiempo, reforzando, manteniendo
o estimulando otros aspectos muy importantes sin darnos cuenta:
- Trabajamos las capacidades sensoriales, perceptivas, cognitivas y
motrices.
- Estimulamos las actividades productivas, con las que conseguimos
resultados.
- Nos entrenamos en las propias actividades que realizamos.
- Se fomentan las actividades domésticas.
- Conectamos con el entorno.
- Potenciamos las relaciones con los demás y con uno mismo.
- Trabajamos los reflejos.
- Coordinamos los movimientos amplios y precisos.
- Ejercitamos la percepción sensorial a través de los sentidos.
- Desarrollamos la integración corporal.
- Estamos orientados en tiempo, espacio y persona.
- Fomentamos la memoria, la atención, la concentración, el juicio, la
organización y la resolución de problemas.
Con todo lo anterior, se mantiene el nivel de independencia en general
para llevar a cabo las actividades requeridas.
La estimulación en y desde las actividades de la vida diaria se platea
porque es una herramienta que tenemos a nuestra disposición las 24 horas del

167
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

día; porque es una tarea cotidiana en la que va a intervenir, sin pensar en el


éxito, en la ejecución (está en su rutina) y porque cuantas más actividades
realice, más seguirá siendo él mismo.
Un taller interesante al respecto es el que La Fundació Hospital Sant
Jaume de Manlleu (Barcelona) viene desarrollando en referencia a la Costura.
Con la valoración de las necesidades de la persona, obtienen datos sobre
su historia de vida, para comprender mejor a la persona, identificando sus
cualidades, habilidades y gustos, que les ayuda a:
- Organizar las actividades significativas a partir de la historia de vida.
- Potenciar la socialización, disminuir el aislamiento social con una
actividad que puede llevarse a cabo de forma grupal.
- Reconducir y minimizar los trastornos de comportamiento con
actividades representativas y motivadoras.
- Mantener las actividades cotidianas que han llenado muchas horas de
su trabajo laboral y de sus tareas domésticas.
Diferencian dos tipos de actividades cotidianas, para mujeres sobretodo,
las labores (coser, media y ganchillo) y el trabajo con telas y lanas (enrollar
vendas, devanar hilos y lanas, clasificar telas). Estas actividades han formado
parte de la vida de las usuarias y son un signo de identidad para sus genera-
ciones, contribuyendo a su desarrollo como personas.
- Trabajo con telas y lanas:
En esta actividad participan a lo largo del año de 10 a 15 personas con
un FAST de 4 – 7. Se trata de una actividad productiva, el objetivo de la
cual es el de minimizar y/o anular los trastornos conductuales, ya que
la mecánica del trabajo es de secuenciación muy simple.
- Labores:
Participan a lo largo del año de 13 a 15 usuarias por semana:
• 4 – 5 personas sin trastorno cognitivo, pueden trabajar técnicas más
complicadas y ayudan en la preparación del trabajo a las personas
con más deterioro.
• 6 – 7 personas con trastorno cognitivo entre 3 – 5 de la escala FAST
de Reisberg cosen con las técnicas más sencillas, y precisan de
supervisión y finalización de su tarea. Ayudan a la confección
hilvanando, sobrehilando y deshilvanando, las técnicas de punto de
ganchillo. Una de estas personas cose a máquina (FAST 3).
• 2 – 3 personas con trastorno cognitivo entre 5 – 6 de la escala FAST
de Reisberg deshilvanan y hacen punto de cadeneta.
Las características comunes básicas de las técnicas utilizadas:
- Son sencillas y con ellas se confeccionan piezas diversas, orgullo de sus
creadoras, que se exponen y venden.
- Tienen una secuencia de ejecución simple o muy simple, automatizada
por las usuarias.
- Son técnicas conocidas e integradas en su quehacer diario, aspecto que
aumenta la seguridad y la autoestima de las pacientes.

168
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Terapia de Validación
Las Técnicas de Validación, desarrolladas por Naomi Feil en 1963,
representan una reacción a la práctica exagerada de la Orientación a la
Realidad. La validación constituye un conjunto de técnicas simples de comuni-
cación con personas enfermas de Alzheimer. Se basa en una actitud de respeto
y empatía con el enfermo y se fundamenta en una serie de principios que
presentamos simplificados:
- Cada persona es única y debe ser tratada como un individuo específico.
- Cada persona tiene valor propio con independencia del grado de
desorientación o demencia. Se debe aceptar al paciente sin prejuicios.
- Se ha de considerar que existe una razón tras las conductas de las
personas desorientadas y dementes. La conducta observada no es el
simple resultado de cambios anatómicos acontecidos en el cerebro, sino
la combinación de cambios físicos, sociales y personales que tienen
lugar a lo largo de la vida.

Conducta = Cambios físicos + Sociales + Personales

- Las conductas que aparecen se asocian normalmente con una fase de la


vida. Los fallos, problemas o vivencias de un momento de la vida
pueden conducir a ulteriores problemas psicológicos.
- Cuando falla la memoria reciente, las personas de edad y dementes
tratan de restaurar el equilibrio en sus vidas a través de la evocación de
recuerdos tempranos (antiguos).
- Los sentimientos dolorosos que sean reconocidos y validados
disminuirán su efecto negativo. La empatía crea confianza, reduce la
ansiedad y restablece la dignidad.
En ciertos casos es posible que tras las conductas anómalas observadas
exista una razón relacionada con conflictos o problemas no resueltos, pero no
se puede pasar por alto las frecuentes causas actuales o recientes. Además, es
lógico que una persona use recuerdos antiguos en su expresión emocional y
conductual si están fallando los recuerdos actuales.
La validación no tiene como objetivo adquirir conciencia sobre el tiempo
y el espacio actual, sino que pretende respetar la realidad de la persona
enferma de Alzheimer, que puede encontrarse en el tiempo presente o no.
El Objetivo es desarrollar técnicas de comunicación con empatía con las
personas con demencia para restablecer dignidad, reducir la ansiedad y
prevenir el abandono.
Algunas de las técnicas específicas de validación revisadas son:
- Concentrarse: Se trata de que el cuidador se libere al máximo de toda
su cólera y frustración a fin de estar más abierto a los sentimientos de

169
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

la persona demente. El cuidador puede realizar ejercicios de relajación,


respiraciones profundas...
- Usar palabras no amenazadoras, que den confianza: Evitar siempre las
preguntas que fuercen al paciente a encarar sus actos y emociones. No
preguntar el motivo de una conducta, por qué motivo ha hecho tal o
cual cosa. Se pueden formular preguntas progresivas que lleven al
paciente a realizar reminiscencias positivas.
- Parafrasear o repetir: Se trata de repetir lo esencial de lo que acaba de
decir el paciente empleando sus mismas palabras, imitando el tono de
voz y la cadencia del habla. La persona anciana validada con esta
técnica se siente más segura.
- Mantener contacto ocular próximo y sincero: Las personas confusas se
sienten más seguras cuando el cuidador muestra afecto a través del
contacto ocular cercano. Es importante el contacto ocular como
elemento acompañante del contacto verbal.
- Tono de voz amable, claro y suave: Una voz amable evoca recuerdos
positivos y reduce el estrés.
- Usar el tacto, la música: Si el paciente tiene limitaciones en los sentidos
de la visión y de la audición, el tacto le permitirá notar la presencia de
otro ser humano. La aproximación táctil se realizará por delante para
evitar asustarlo. El tacto constituye un acto de intimidad y los
cuidadores deben siempre respetar a las personas que lo eviten. Toda
manifestación de resistencia indicará que el tacto no es apropiado.
Las melodías aprendidas en una edad temprana pueden reaparecer en
estados de confusión y demencia moderada. El canto al unísono puede
reforzar la autoestima del paciente.
- Identificar y usar el sentido preferido: Valorar cuál es el sentido
preferido de la persona (visión, olfato, tacto...). Conocer su sentido
preferido es un sistema de establecer confianza, ya que permite al
cuidador emplear el mejor sistema para entrar en el mundo de la
persona. El sentido se puede determinar a través de reminiscencias y de
la experiencia con el paciente.
- Imaginar lo opuesto: Con frecuencia permite evocar soluciones al
problema.
- Realizar reminiscencias: Evocando el pasado se pueden restablecer
métodos de control para superar las exigencias de la actualidad.
- Observar e imitar los movimientos y emociones de la persona: Si se
realiza con empatía, la imitación puede ser efectiva y crear confianza.
Permite entrar en el mundo del paciente y crear una relación verbal y
no verbal.
- Emplear la ambigüedad: Ante comentarios o expresiones sin significado
podemos hacer comentarios o preguntas ambiguas que pueden ser

170
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

válidas para el sujeto. La persona mantendrá la comunicación y el


contacto, se validará la conducta y se evitarán enfrentamientos.
- Relacionar una conducta con una necesidad humana no satisfecha:
Las personas necesitan ser amadas, estar activas y ocupadas, así como
expresar sus emociones a una persona que escuche con empatía. En el
fondo de muchas conductas existen estas necesidades.
La terapia de validación ha sido criticada por sus principios teóricos, su
terminología particular y porque su énfasis en antiguos conflictos no resueltos
devalúa claramente las causas actuales de incomodidad y de los trastornos de
conducta. Las valoraciones de la terapia de validación no son concluyentes
pero en muchas ocasiones sus técnicas representan una gran ayuda para la
comunicación y el manejo de los pacientes.

CONCLUSIÓN
Como se habrá podido comprobar, cada método tiende a hacer hincapié
en uno u otro aspecto de las alteraciones de los enfermos de Alzheimer o en
mejorías globales. Para evaluar el efecto de las técnicas de intervención
cognitiva es necesario definir previamente qué entendemos por “efectividad”
en este ámbito. En función de lo que esperemos y definamos como efectividad
podremos establecer métodos de control y de medida.
En general, toda intervención cognitiva, y en especial los programas de
estimulación, ejerce un efecto positivo en el nivel de atención y estimulación.
La Intervención Cognitiva debe ser un aspecto más dentro del concepto
de terapia integral y multidisciplinar que se debe aplicar a cada paciente,
ligada de forma inseparable a la terapia farmacológica y no se debe plantear
independientemente de los aspectos emocionales.
Dicha intervención, basándose en los principios de:
- Relentizar la progresión del deterioro cognitivo y restaurar las
habilidades cognitivas en desuso, partiendo de las funciones intelec-
tuales conservadas.
- Mejorar el estado funcional de la persona y su capacidad para actuar,
desarrollando las competencias que le permitan vivir de la forma más
autónoma posible.
- Promover la actividad, en general, y proporcionar las bases para una
interacción personal útil y amena para compartir experiencias y, en
definitiva, para mantener la dignidad de estos enfermos.
A su vez, pretende conseguir que el mejor estado general del paciente,
implique una menor carga para el familiar o cuidador, aspecto importante
dado que entre el 60 y el 70% de los cuidadores de enfermos de Alzheimer
presenta algún trastorno del estado del ánimo, como depresión, ansiedad o
insomnio.

171
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALBERT, L (Coord.) (2000): Guía practica de reminiscencia. Reminiscing with


people with dementia. A handbook for Carers. Departamento de Proyectos
Sociales y Asistenciales. Barcelona: Fundación La Caixa.
AZPIAZU, P, CUEVAS, R y TRIAS, N. (1999): La psicomotricidad: Un método de
estimulación cognitiva. Barcelona: Fundación La Caixa.
PEÑA CASANOVA, J. (1999): Enfermedad de Alzheimer: Del diagnóstico a la
terapia: conceptos y hechos. Barcelona: Fundación La Caixa.
PEÑA CASANOVA, J. (1999): Intervención cognitiva en la enfermedad de
Alzheimer: Fundamentos y principios generales. Barcelona: Fundació La
Caixa.
REDONDO, A. y CARRASCO, P. (2002): El baúl de los recuerdos. Manual de
Estimulación Cognitiva para enfermos de Alzheimer en ambiente familiar.
Barcelona: AFAL, Fundación La Caixa.
SENDAGORTA MC DONNELL, B. (2000): En casa tenemos un enfermo de
Alzheimer. ¿Qué es la Enfermedad de Alzheimer? Bilbao: Obra Social Caja
Madrid y Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzheimer y
otras demencias.
TÁRRAGA, T. y otros (1999): Volver a empezar: Ejercicios prácticos de estimulación
cognitiva para enfermos de Alzheimer. Barcelona: Glosa ediciones.

GLOSARIO

Agnosia: Incapacidad para reconocer las cosas que nos rodean, por la vista, el
tacto, el oído, el olfato o el gusto.
Afasia: Incapacidad para poder hablar o comprender el lenguaje verbal,
consecuencia de una afectación cerebral.
Apraxia: Incapacidad para poder llevar a cabo movimientos aprendidos. Siempre
son consecuencia de una afectación cerebral.
Deterioro: Disminución de las capacidades cognitivas, mentales o intelectuales
respecto al nivel previo de la persona. En ausencia de un nivel previo, se sitúa
a la persona en un grupo normativo de iguales características como edad,
sexo y nivel de escolaridad y se compara con él.
Capacidades Cognitivas: Capacidades mentales, inteligencia.
Funciones Cognitivas: habilidades mentales en general, como lenguaje, cálculo,
reconocimiento, razonamiento, abstracción, etc.
Capacidades residuales: En relación con la plasticidad cerebral y con la
presencia de circuitos cerebrales funcionales presentes en procesos neurode-
generativos.

172
DISEÑO DE CENTROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Alicia Fernández Sáenz de Pipaón

“Nada hay tan agradable como


tomarse trabajo por una persona que lo merece”
(Marcel Proust)

REFLEXIONES INICIALES
De lo que no cabe duda es de que el fenómeno del envejecimiento y del
sobre-envejecimiento que viven las sociedades actuales exige la mejora y el
incremento de recursos que den respuesta a las demandas de atención, pero
también a las de calidad que el colectivo merece.
El paso previo al diseño y planificación de cualquier proyecto ha de ser
el conocimiento exhaustivo de las personas a quienes va dirigido. En el caso
de las personas mayores, el grupo se conforma como heterogéneo y muy
amplio. Entre las características del colectivo debemos destacar:
- Tercera y cuarta edad. No perdamos de vista que la esperanza de vida
en nuestro país supera los 83 años, y que la prevalencia de nonage-
narios cada vez es mayor. Por tanto, no podemos pensar que el grupo
de personas entre 65 y 74 años va a presentar las mismas demandas que
el grupo de 75 en adelante. La edad va a incidir sobre variables tan
importantes como la dependencia, el estado de salud, el estado civil, los
intereses, los gustos, etc.
- Distribución geográfica. Esta variable demográfica también marca de
manera fundamental al grupo. En general sabemos que las mayores
tasas de envejecimiento se dan en las zonas rurales y que, su distri-
bución en las ciudades también suele concentrarse en los cascos
antiguos. En el primero de los casos, la dispersión del colectivo va a
dificultar su atención. En el caso de las ciudades, la ubicación de las
viviendas en las zonas viejas va a conllevar problemas como la falta de
accesibilidad y la no adecuación de las mismas.
- Acceso a recursos. Entre los cambios que se asocian al proceso del
envejecimiento nos encontramos con uno social que afecta de manera
decisiva al grupo de mayores: la jubilación, que conlleva reducciones

173
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

importantes a nivel de relaciones sociales, de responsabilidades y de


ingresos económicos. Esta disminución de ingresos, va a dificultar el
acceso a determinados recursos. El nivel cultural del grupo también
impone serias diferencias, ya que, si bien el grupo de los mayores más
jóvenes está alcanzando cotas cada vez más altas en cuanto a formación,
el grupo de los más mayores presenta niveles muy inferiores de nivel
cultural. Por último, el grupo de los más jóvenes ha aprendido a
planificar y disfrutar de su tiempo libre, mientras que el de los más
mayores no ha recibido esa formación o ese patrón social. Las
diferencias señaladas van a determinar de nuevo el acceso y utilización
que hagan de los recursos, así como van a imponer diferencias a la hora
de su planificación.
- Género. En el caso del grupo de mayores, el género también va a
resultar decisivo. Sabemos que la mujer va a tener una esperanza de
vida más larga, que provoca la feminización del grupo de los más
mayores. Estas mujeres además cuentan con niveles culturales más
pobres que los hombres, viven más años, pero con mayores niveles de
dependencia y cobran, en la mayoría de los casos pensiones de
viudedad, que son significativamente más escasas que las de jubilación.
Además, el genero interviene de forma decisiva en el momento de la
jubilación, en el caso de los varones, la jubilación tiene una fecha
socialmente impuesta que le impone cambios bruscos en su estilo de
vida, sin embargo, en el caso de las mujeres, tradicionalmente
cuidadoras de la casa, su rol no se ve modificado por el cumplimiento
de años, sólo alteraciones físicas o psíquicas van “jubilarla” de sus
ocupaciones, por lo que su demanda de recursos seguramente ha sido
previa a los 60 años y sólo variará en caso de alteraciones en su
autonomía. No obstante, con el acceso de la mujer al mercado laboral,
es posible que esta circunstancia llegue a igualarse en un futuro relati-
vamente cercano.
La aparición de dependencia o de enfermedad, el estado civil y las
relaciones familiares y sociales, el género, el lugar de residencia, el nivel de
ingresos, el nivel cultural, las actitudes ante el propio envejecimiento, la
capacidad de gestionar el tiempo libre, la autoestima, las actitudes de la
sociedad en que viven, etc. son, por tanto, aspectos fundamentales que
definen el tipo de recursos que se deben dotar.
Pero no olvidemos que este grupo cada vez más numeroso, es un grupo
exigente y cada vez más, a medida que se adhieren a él personas de niveles
socioculturales mayores y a medida que las familias de las personas mayores
dependientes se implican en la reivindicación de servicios de calidad.
Estamos siendo testigos de una sociedad cambiante, en la que las
personas mayores tienen mucho que decir y su voz cada vez es más tenida en
cuenta. Sin embargo existen todavía muchos mitos y prejuicios asociados al
envejecimiento que mantienen los propios mayores y también la sociedad en
que viven. Sirva el siguiente cuento de J. Bucay para entender la importancia

174
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

que las propias creencias van a tener sobre nuestro propio envejecimiento y
sobre cómo observamos y atendemos el de los demás:
“Cuando1 yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de
los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que,
como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la
función la enorme bestia hacia gala de un peso, un tamaño y una fuerza
descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al
escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en
el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Si embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado
unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me
parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,
podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no
huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los
mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del
elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba
amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”.
No recuerdo haber recibido una respuesta coherente. Con el tiempo olvidé el
misterio del elefante y de la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba
con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años descubrí, que, por suerte para mí, alguien había sido lo
suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida
desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando
de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca
era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro
día, y al otro... Hasta que un día, un día terrible en su historia, el animal aceptó
su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo, no escapa porque, cree
que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco
después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente
ese recuerdo.
Jamás, jamás volvió a poner a prueba su fuerza...”

Tomemos de lo anterior dos ideas fundamentales: La importancia de


conocer muy bien las características de las personas que se beneficiarán del
recurso que diseñemos y la necesidad de potenciar TODAS las capacidades e
intereses de las personas que los utilicen, para que, en ningún caso, coarten
sus aptitudes y deseos ya que de lo contrario podemos favorecer la
dependencia y la aparición de problemas emocionales.

1. Bucay, J. (2003): Déjame que te cuente. Barcelona: RBA Libros, S.A., pág. 11-13.

175
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

¿QUÉ ENTENDEMOS POR CALIDAD DE VIDA Y BIENESTAR?


Los conceptos que siempre deben estar presentes cuando nos planteamos
el diseño de cualquier recurso son los de Calidad de Vida y Bienestar. La
optimización de ambos debe ser el objetivo fundamental, pero hemos de tratar
de tener claro y concretar qué significan o qué queremos decir cuando nos
referimos a ellos, ya que las definiciones son muchas:
Ostroot et al. (1982) nos definen la calidad de vida como “un concepto
unido a lo que se denomina bienestar y asociado al concepto de felicidad”.
Setién (1993) también se refiere a ella como un concepto ligado a varias
dimensiones, “se suele recurrir a un conjunto amplio de áreas de la vida para
poder captar globalmente la calidad de vida”. El mismo autor nos habla de las
dificultades para concretarlo y de los factores subjetivos que conlleva, “se
refiere más a la experiencia de vida que a las condiciones de vida”.
Quizá una definición válida podría venir de la mano de Schalock (2003)
quien nos dice que la calidad de vida es una “percepción individual o del
grupo de que se satisfacen sus necesidades y de que no se están negando las
oportunidades para conseguir mayor grado de felicidad, bienestar y
satisfacción”. También en esta definición se deduce su relación directa con
otras dimensiones.
La subjetividad asociada al concepto complica también los medios para
evaluarlo ya que podríamos definir tantas calidades de vida como personas
evaluadas, por lo que “sólo puede evaluarse indirectamente, a través de los
indicadores de vida, estos indicadores se basan tanto en hechos objeti-
vamente observables y en las condiciones de vida en sociedad, como en las
percepciones y juicios subjetivos de la propia gente respecto de su vida y de
sus circunstancias concretas” (Szalai, 1980).
De lo anterior se deduce que si bien contamos con algunos indicadores
que pueden ser “universales” y que van a afectar a la calidad de vida de todos
(indicadores relacionados con salud física, condiciones de vivienda, de
ingresos económicos, etc.), habrá otros que sean más individuales o más
propios de unos colectivos o grupos que de otros, por ejemplo, percepción de
autonomía, de libertad, de control sobre la propia vida, etc.
El segundo concepto que debemos tener en cuenta es el de bienestar, que
se observa claramente relacionado con el anterior. El concepto de bienestar
debe tener en cuenta lo físico, lo psíquico y lo social (OMS, 1946), pero de
nuevo, el concepto de bienestar psíquico o subjetivo puede tener lecturas o
definiciones bien diferenciadas. Encontramos al respecto dos teorías que en
principio se contraponen: Teorías de abajo-arriba frente teorías de arriba-
abajo. La de abajo-arriba sostiene que la felicidad es la suma de los momentos
felices. La de arriba-abajo conciben la tendencia a la felicidad como un rasgo,
defendiendo que existe una predisposición a percibir los acontecimientos de
forma positiva. No obstante, Kozma, Stone y Stones (1997), tras revisar
evidencia empírica sostienen que el constructo bienestar subjetivo tiene ambos
componentes: rasgo (estable) y de estado (reactivo).

176
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Considerando ambos enfoques como complementarios, la visión actual de


muchas intervenciones sociales debe perseguir el objetivo de devolver el
sentimiento de competencia y de control, así como modificar las atribuciones
de causalidad.

¿A QUIÉN SE DIRIGEN LOS RECURSOS?


Cuando hablamos de diseñar o planificar Centros o Servicios para
Mayores, hemos de tener en cuenta que no sólo aquellos que intervienen de
manera directa con este grupo buscan como objetivo la mejora de su atención
y calidad de vida.
Independientemente de que el objetivo de la atención se dirija al grupo
de mayores, la intervención puede enfocarse hacia diversos grupos: Familia,
profesionales, población en general y los propios mayores.
Entre los recursos orientados a la familia podemos encontrar: Programas
de respiro familiar, grupos de apoyo o apoyo psicológico individual,
formación para familiares, información y orientación, asesoramiento legal, etc.
Entre los orientados a los profesionales: Programas de formación en
tratamientos, cuidados, habilidades de comunicación, cambio de actitudes, etc.
Entre los orientados a la población en general: Campañas de información
y cambio de actitudes (hacia los mayores y hacia el propio envejecimiento),
captación de voluntariado, reivindicación política, etc.
Por fin, entre los que se dirigen directamente a los mayores, cabe
distinguir entre recursos generalistas (o de base) y especializados. Entre los
primeros podemos destacar los servicios de información y orientación, los
viajes subvencionados, los servicios de ayuda a domicilio, etc. y entre los
segundos podríamos hablar de los hogares, centros de día, hospitales de día,
residencias, grupos de terapia, etc.

CENTROS Y SERVICIOS
Entrando ya en el aspecto concreto que nos ocupa, debemos comenzar
definiendo qué entendemos por Centros y Servicios.
Un Centro es la infraestructura desde la que se articulan diversos servicios
o donde se presta un servicio concreto. Podemos encontrar centros poliva-
lentes, desde los que se ofertan varios servicios generales y centros especia-
lizados, en los que se oferta un servicio concreto orientado a un colectivo muy
delimitado.
Un Servicio es el recurso específico que da respuesta a una o varias
necesidades biopsicosociales. Similar a los anteriores, podemos encontrar
Servicios generalistas que pueden dar respuesta a personas y necesidades
diversas y los Servicios especializados, que se centran en necesidades mucho
más concretas y de colectivos determinados.

177
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

AREAS DE INTERVENCIÓN
Siguiendo la definición que hemos hecho de Bienestar y de Indicadores
de evaluación de la calidad de vida, dividiremos las áreas de Intervención en
tres grandes bloques: bienestar físico, bienestar social y bienestar emocional.
Cada una de ellas a su vez estará compuesta por diferentes aspectos que en
muchos casos darán lugar a centros y servicios bien diferenciados.

ÁREA DE BIENESTAR FÍSICO


Dentro de ella se deben incluir recursos orientados a optimizar tanto la
salud física como la psíquica, las habilidades sensoriales, la atención médica
general y especializada, la autonomía personal (AVD), el deporte, la higiene,
la nutrición, etc

ÁREA DE BIENESTAR SOCIAL


En ella podemos distinguir varios bloques importantes: la integración
social, en la que se incluirían la familia, los amigos, las relaciones sociales, los
apoyos, los recursos formales, etc.; el bienestar material, en el que encontra-
ríamos aspectos relacionados con la vivienda, el nivel socioeconómico, la
pensión de jubilación, etc.; los derechos; y la inclusión social, en la que se
engloban aspectos tan importantes como la presencia social, los roles, el
ambiente residencial, el voluntariado, etc.

ÁREA DE BIENESTAR EMOCIONAL


Si atendiéramos a la pirámide de Maslow, veríamos que esta área
responde a necesidades de la persona que se ubican en la parte superior de
dicha pirámide, lo que significa que, si algunas de las necesidades más básicas
no están cubiertas, difícilmente podremos lograr optimizar estas otras.
Entre las áreas de bienestar emocional, hemos de atender fundamen-
talmente a la satisfacción, al autoconcepto, a la salud mental, al desarrollo
personal (nivel de competencia social, habilidades, educación, etc.), al control
sobre la propia vida y la toma de decisiones propias, a la autonomía, a la
libertad, a la intimidad, a las metas y valores individuales, etc.

¿CÓMO EVALUAR Y VALORAR?


Como ya hemos dicho, previo al diseño de cualquier recurso es necesaria
la evaluación exhaustiva de las características y necesidades biopsicosociales
del colectivo al que irá destinado.
Asimismo, una vez dotado el centro o servicio, será necesario valorar a
cada uno de los potenciales beneficiarios para conocer la idoneidad o no del
recurso para él.

178
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

La evaluación de la persona mayor contempla una serie de limitaciones


que deben ser salvadas para garantizar una correcta recogida de la
información. Entre los riesgos a los que está expuesta esta situación nos
encontramos con: Riesgos de la persona mayor: riesgo de fatiga, condiciones
sensoriales, motivación, ansiedad al sentirse evaluados; Riesgos del evaluador:
condicionamiento verbal, características psicológicas (actitud de vigilancia) y
físicas (sexo y apariencia externa), expectativas del evaluador (“edadismo”: se
valora aquellos que responde a estereotipos o mitos sobre la vejez); y Riesgos
de la situación de evaluación: ambiente físico (condiciones de iluminación e
insonorización), falta de familiaridad con las pruebas y estímulos que se
utilizan, uso de pruebas contrarreloj.
Entre los procedimientos de recogida de información, los más utilizados
de manera genérica son:

La Entrevista: Considerada la técnica más antigua y de más amplio


espectro. Precede a cualquier otra técnica y continúa utilizándose a lo largo de
todo el proceso de evaluación. Se utilizan para obtener información de todo
tipo e, incluso, para obtener muestras de conducta del individuo (por ej.,
observación del comportamiento ante la aplicación de ítems o su forma de
interactuar con el entrevistador). La información recogida debe ser concreta y
específica. Ejemplos de entrevista dirigida adaptados a personas mayores son
el OARS (Escala de Recursos Sociales del Duke University Center (1978) y el
CARE.
La Observación: La observación en situación natural ha sido considerada
una de las formas más valiosas de recogida de información en la evaluación
de ancianos, ya que no se ve afectada por problemas relacionados con la
edad. Esta técnica presenta algunos problemas: Reactividad, intromisión en la
intimidad y cantidad de tiempo necesario para obtener muestras represen-
tativas; por ello ha sido muy poco utilizada.
Algunos ejemplos de registros de observación son el NOISIE 30 (Escala
de observación para la evaluación de residentes), SGRSM PAMIE, SCAG, etc.
El Autoinforme: Deben ser diseñados específicamente o modificados con
las siguientes características: Breves en extensión, fácilmente comprensibles
(adaptados a nivel cultural y tamaño de letra adecuado), incluir ítems
relacionados con la edad, proporcionar datos normativos para la población
anciana. Ejemplos de esta técnica son: BDI (Inventario de depresión de Beck),
MMPI (Escala de depresión de Hathaway y Mckinley).
El Autoregistro: Posibilita la investigación de los problemas o síntomas
específicos mostrados por un individuo en el mismo momento en que ocurren,
recogiendo in vivo dimensiones de la conducta o de determinadas situaciones
que son, difícilmente analizables mediante otras formas de evaluación.
Contribuye a mejorar la generalizabilidad de los resultados. A pesar de la
importancia de esta técnica, ha sido escasamente utilizada, en especial por las
siguientes desventajas: deseabilidad social (tendencia a registrar menor

179
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

ocurrencia o una tasa más baja de comportamientos no normales), deterioro


cognitivo, “Recelo”, No tener las habilidades para la observación y la cumpli-
mentación del autoregistro.
Todas las técnicas de evaluación comentadas arriba son genéricas y han
sido utilizadas para cualquier tipo de población. Presentan ventajas e inconve-
nientes que deben ser tenidas en cuenta por el evaluador y especialmente, han
de ser adaptadas al colectivo al que se pretenden administrar.
Para la evaluación específica de determinadas áreas de intervención,
encontramos algunas pruebas estandarizadas y/o indicadores objetivos,
algunos ejemplos se detallan a continuación:
Salud Física: Además de pruebas médicas específicas para las diferentes
enfermedades o síntomas que puedan presentarse, la evaluación del Bienestar
Físico puede obtenerse a través de indicadores como pueden ser: el número
de enfermedades diagnosticadas, el número de días en cama, el número de
hospitalizaciones, el número de consultas médicas, dolor físico, síntomas,
signos de examen físico, tratamientos médicos recibidos, consumo medica-
mentos...
Funcionamiento Cognitivo: Además de los datos que la observación
directa y la información de familiares y cuidadores, contamos con algunas
pruebas estandarizadas: Miniexamen cognoscitivo (MEC), CAMDEX y Test de
Barcelona.Funcionamiento Psico-Afectivo: También la observación puede
ofrecernos información relevante acerca de la situación afectiva de la persona
evaluada. Como pruebas estandarizadas contamos, entre otras, con: la Escala
de Satisfacción Filadelfia (Lawton, 1972), el BDI (Inventario de Depresión de
Beck), la GDS (Geriatric Depresion Scale), Brink, Yesavage et alt.; y para
evaluar el estado emocional de los cuidadores informales la Escala de
Sobrecarga percibida en cuidadores (Zarit y Zarit).Habilidades y Relaciones
Sociales / Familiares. Apoyo Social: Aunque de la entrevista y de la
observación obtendremos también información relevante a este respecto,
contamos con dos ejemplos de evaluación contrastada: Inventario de recursos
sociales en el anciano (Diaz Veiga, 1985) y la Escala de Recursos Sociales
(OARS), Duke University Center (1978).
Capacidad Funcional y Competencia Conductual: Esta evaluación, de
especial relevancia, es de fácil cumplimentación y conviene hacerlo de manera
periódica. Entre los sistemas de evaluación contamos con los Cuestionarios de
AVD (Actividades Instrumentales de la Vida Diaria y Actividades Básicas de la
Vida Diaria): Indice de Katz (1963), la Escala de actividades Instrumentales de
la Vida Diaria (Lawton y Brody, 1969) y la NOSIE-30, Escala de observación
para la evaluación de residentes.Contexto Residencial. Esta evaluación, más
dirigida al contexto que a la persona, cobra especial relevancia en el tema que
nos ocupa, por lo que será desarrollada más adelante. El único cuestionario
estandarizado para evaluación de los centros residenciales que acogen a
personas mayores en nuestro país es el SERA (Sistema de Evaluación de
Residencias de Ancianos), Fernández-Ballesteros, Izal, Montorio, Llorente,
Hernández y Guerrero.

180
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Antes de finalizar este espacio destinado a la evaluación quisiera destacar


que lo comentado aquí no son más que algunos ejemplos de los instrumentos
tradicionalmente utilizados, pero el lector debe saber que existen muchas otras
herramientas de evaluación que pueden ser empleadas, por lo que redundo
en la idea de la importancia que el criterio del evaluador tiene a este respecto.

¿QUÉ PASOS DEBEMOS SEGUIR PARA DISEÑAR EL CENTRO O SERVICIO


ADECUADO?
Una vez que contamos con la evaluación de las características y
necesidades del colectivo, la planificación es el segundo paso fundamental
antes de iniciar cualquier actividad.
“La planificación consiste en concebir un futuro deseado, así como los
medios reales para alcanzarlo” (Ackoff, 1973).
Características de la planificación:
1. Va dirigida al futuro.
2. Es un proceso continuo y dinámico que debe ser flexible.
3. Facilita la toma de decisiones.
4. Ha de tener en cuenta las características del contexto.
5. Su fin último es la acción.
6. Debe prever el método de evaluación que se aplicará en los distintos
momentos de su desarrollo.
Algunos aspectos que se deben valorar en la toma de decisiones son: la
racionalidad política (apoyo y consenso institucional), la racionalidad legal y
la racionalidad sustancial o material, que debe responder a la doble vertiente:
racionalidad económica y eficacia ante las necesidades sociales.
Una herramienta eficaz para la planificación es el método de las nueve
preguntas (Ander-Egg), que resulta un ejercicio eficaz para determinar los
aspectos que van a ser decisivos en el proyecto. Las preguntas que debe
hacerse quien planifique son:

1.- ¿QUÉ... voy a planificar?


Esta cuestión responde a la naturaleza del proyecto, y trata de clarificar si
vamos a diseñar un centro o un servicio, un recurso general o específico, qué
tipo de centro queremos (residencial, de día, ocupacional...) o qué tipo de
servicio (SAD, información, catering a domicilio, curso...).

2.- ¿POR QUÉ... lo voy a hacer?


Esta segunda cuestión hace referencia al origen y fundamento, es decir a
la necesidad detectada que debemos atender, se trata de justificar la necesidad
de su puesta en funcionamiento.

181
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

3.- ¿PARA QUÉ... lo voy a hacer?


Es decir, qué objetivos pretendo conseguir con la puesta en funciona-
miento del recurso, qué necesidades de las descritas antes tengo pensado
cubrir y en qué medida.

4.- ¿CÓMO... lo voy a hacer?


En este punto nos corresponde hablar de la metodología que seguiremos
para poner en práctica el proyecto. Si hay que hacer obras o no, si hay que
equipar o no, si va a haber unas actividades u otras y cuáles, qué sistemas de
evaluación voy a emplear, etc.

5.- ¿PARA QUIÉN... lo voy a hacer?


Ahora hemos de delimitar los posibles beneficiarios de nuestro proyecto,
debe quedar muy bien reflejada la población a la que va dirigido ya que este
aspecto va a definir el número de plazas, el perfil de los usuarios, los ratios
de personal, etc.

6.- ¿CUÁNDO Y EN QUÉ ORDEN... lo voy a llevar a cabo?


El cronograma es un aspecto de vital relevancia. Debe ser diseñado de
manera muy realista ya que va a imponer el ritmo de trabajo posterior,
afectando a todas las personas y procesos implicados en el proyecto.

7.- ¿DÓNDE... lo voy a hacer?


La ubicación / localización del proyecto también debe ser definida. Por
una parte la región o localidad que lo acogerá o donde se centralizará su
gestión, por otra, la zona concreta del municipio y por último si se integrará
en un edificio o centro ya existente o necesitará un solar concreto para sí.

8- ¿QUIÉN (LO)... va a hacer?


Esta quizá es la parte que mejor hemos de diseñar, no porque sea más
importante que los objetivos del proyecto, sino porque va a definir tanto la
calidad de atención futura, como la viabilidad económica del proyecto. Los
recursos humanos deben ser escrupulosamente estudiados para prevenir la
sobrecarga, las limitaciones en el cuidado y en definitiva los tiempos de
atención que se destinarán a los beneficiarios.

9.- ¿CON QUÉ... lo voy a hacer? / ¿CON QUÉ... lo voy a costear?


También los recursos materiales, los espacios y equipamientos van a ser
determinantes en la correcta atención, por lo que deben ser muy bien
estudiados y planificados de antemano. Cuando hablábamos de la viabilidad

182
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

técnica y económica del proyecto, destacábamos su importancia. Ya que no sólo


estamos planificando un recurso sino que este debe ponerse en funcionamiento
y mantenerse en el tiempo. Por tanto, antes de comenzar será vital concretar si
el proyecto parte de una iniciativa privada (empresarial o de una entidad sin fin
de lucro) que puede hacer frente a todos los gastos y a la óptima gestión del
recurso, con o son convenios con la administración pública y/o por el contrario
si estamos hablando de un recurso público al 100%, lo que conllevará
oposiciones, una gestión determinada, una burocracia particular, etc.

PRINCIPIOS BÁSICOS DE LOS RECURSOS PARA PERSONAS MAYORES


Todo recurso de atención a personas mayores debe priorizar y buscar la
optimización de las siguientes dimensiones:
- Integración Social / Normalización. La presencia social, la realización de
actividades en espacios públicos próximos a la vida del municipio o
barrio y la normalidad y cotidianeidad de las actividades que se
propongan son aspectos que deben perseguirse al objeto de que la
persona mayor no padezca el sentimiento de desarraigo, ni de distin-
tividad y pueda desenvolverse normalmente con su repertorio de
conductas habitual.
- Control / posibilidad de elección. La percepción de control sobre la
propia vida y la libertad de elección son otras de las dimensiones
relevantes para el bienestar subjetivo como ya hemos visto, por lo que
deben primarse sobre otros intereses.
- Accesibilidad al recurso y su entorno. Es importante que la persona
mayor pueda acceder al recurso de manera sencilla y autónoma lo cual
también favorecerá su percepción de control.
- Adaptación a intereses y motivaciones. Como ya hemos visto, la
evaluación previa de las necesidades y características del colectivo es
fundamental, ya que se trata de planificar sobre intereses concretos del
colectivo, no sobre potenciales motivaciones que intuitivamente
hayamos pensado. En estos casos es fácil caer en el error de atribución,
según el cual podemos convencernos de que aquello que para nosotros
es interesante también lo es para la persona mayor, lo cual deja de lado
a los verdaderos protagonistas de nuestro diseño.
- Adaptación a otras características personales: físicas, sensoriales,
cognitivas, culturales...
- Familiaridad y continuidad respecto al ambiente previo del individuo.
Ligado a la integración / normalización debe ir el mantenimiento de la
relación con el entorno, que favorece el arraigo, las relaciones
anteriores, la familiaridad, etc.
Ligado a las dimensiones anteriores, en la actualidad se pone el acento en
otros principios que deben marcar la intervención: Libertad, independencia
(autonomía), oportunidad y la reducción de las discrepancias entre
necesidades personalizadas y recursos.

183
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

Un ejemplo ya clásico que fue pionero en demostrar cómo las actuaciones


que potenciaban la sensación de control sobre la propia vida y la asunción de
responsabilidades mejoraban el bienestar de las personas mayores, es el de
Langer y Rodin (1976). En su investigación se enviaba dos tipos de mensajes
a dos grupos experimentales compuestos por personas mayores que residían
en un mismo centro residencial. Veamos dichos mensajes:

Mensaje de responsabilidad del personal


Les he convocado hoy para darles información sobre la Residencia. Me
sorprende saber que muchos de ustedes desconocen qué cosas están a su
disposición; que muchos de ustedes ignoran todo lo que está permitido
hacer aquí. Deténganse un minuto a pensar en todas las opciones que se
les han dado en relación con su vida para que ésta sea más interesante.
Por ejemplo, se permite visitar a otras personas de otras plantas y usar el
salón de esta planta para las visitas, así como también el comedor o sus
propias habitaciones. Deseamos que sus habitaciones sean tan agradables
como sea posible; queremos que ustedes estén felices aquí. Es nuestra
responsabilidad hacer de este lugar una casa de la que ustedes puedan
estar orgullosos y en la que ser felices y nos gustaría hacer todo lo que
sea posible para ayudarles. También, aprovecho la oportunidad para
darles a cada uno de ustedes, un regalo de la Residencia. La enfermera
les mostró una cesta llena de plantas y entregó una a cada residente: las
plantas son para ustedes, el personal de planta las regará y estará
encargado de cuidarlas.
Por último quería decirles que la próxima semana se proyectará la misma
película dos veces: el jueves y el viernes. Después les diremos que día
está previsto que la vea cada uno de ustedes.

Mensaje de responsabilidad del individuo


Les he convocado hoy para darles información sobre la Residencia. Me
sorprende saber que muchos de ustedes desconocen qué cosas están a su
disposición y lo que es más importante que muchos de ustedes ignoran
la influencia que tienen sobre su vida aquí. Deténganse un momento a
pensar en las decisiones que pueden tomar. Por ejemplo, tienen la
responsabilidad de cuidar de sí mismos y decidir si desean o no hacer de
este lugar una casa de la que poder sentirse orgullosos y en la que vivir
felices. Deberían decidir cómo les gustaría que fuera su habitación si
desean que les visiten amistades que viven en esta u otras plantas o si
desean visitar a sus amigos en su propia habitación o en la de ellos. En
otras palabras es su vida y pueden hacer con ella lo que deseen.
También aprovecho la oportunidad para darle a cada uno de ustedes un
regalo de la Residencia. Se les entregó una cesta llena de plantas y se les
dieron dos posibilidades: primera decidir si deseaban una planta y

184
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

segunda elegir una de ellas. Todos los residentes se llevaron una planta.
Las plantas son para ustedes y pueden cuidarlas como crean conveniente.
Por último, quería decirles que se proyectará la misma película dos veces
la próxima semana, jueves y viernes. Pueden decidir qué día les gustaría
ir, en el caso de que decidan verla.
Como se desprende de los mensajes, la diferencia entre los grupos
estribaba en que al primero no se le animaba a tener control sobre los aconte-
cimientos diarios, a tomar decisiones o a asumir la responsabilidad de su propio
bienestar, cosa que sí se hacía en el caso del segundo grupo. Dieciocho meses
después se contrastó que en los miembros del segundo grupo se encontraban
significativamente más activos, más alerta, mostraban mayores sentimientos de
felicidad y mejores estados de salud física. Además mientras la tasa de
mortalidad del centro residencial antes del experimento era del 25%, se
contrastó que mientras en el primer grupo (aquel sin responsabilidades) la tasa
ascendió al 30%, en el grupo con responsabilidades, descendió al 15% (Rodin,
1980).
Si bien los mensajes vistos pueden formar parte de la organización de
cualquier recurso sea centro o servicio, nos centraremos ahora en aspectos
concretos de los centros que pueden mejorar la calidad de vida de las
personas mayores.

DIMENSIONES DE CALIDAD DE LOS CENTROS PARA MAYORES


Siguiendo a Montoro (1999), podemos extraer muchas variables que
afectan a la calidad asistencial. En orden de importancia el autor nos destaca
tres grandes grupos:
Aspectos Institucionales: Se contrasta que la mayor calidad la ofertan los
centros sin ánimo de lucro, los que cuidan el ambiente y presentan configu-
ración familiar, aquellos en que las ratios profesional-cama son ajustados y los
que cuidan la formación del personal y su entrenamiento para combatir el
estrés laboral, así como los que ofertan mayor estabilidad laboral.
Aspectos Relacionales: En este sentido los que mayor calidad presentan
son aquellos que fomentan la participación de los residentes así como el
cuidado informal de los cuidadores.
Aspectos Interaccionales: Al contrario de lo que se esperaba, el autor NO
encontró relación significativa entre las habilidades de comunicación y el
conflicto personal con la calidad asistencial.
En lo relativo a Aspectos Ambientales del diseño de centros, Reigner
(1993) destaca2 que éstos deben favorecer: la intimidad, la interacción social,

2. En IZAL, M. (1995). “Características ambientales de las residencias de ancianos.


Evaluación ambiental”. En INSERSO-SEGG: Residencias para mayores. Barcelona: SG
Editores, págs. 92-113.

185
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

el control / posibilidad de elección, la orientación, la seguridad, la accesi-


bilidad y posibilidad de manejo del entorno (ventanas, puertas, grifos, etc.), la
estimulación ambiental, la adaptabilidad a cambios ambientales, la familiaridad
y continuidad respecto al ambiente previo, la estética, la personalización y la
adaptación a características personales.
Estos aspectos ambientales mencionados han sido muy a menudo
desatendidos a favor de las infraestructuras existentes (en ocasiones excesi-
vamente grandes) y los beneficios económicos o escasez de los mismos. No
obstante, las líneas actuales de diseño y planificación de centros, tienden a
reducir el número de residentes lo cual favorece ambientes más familiares, más
orientadores y más flexibles en cuanto a organización y toma de decisiones,
lo cual se torna significativamente positivo para el bienestar de los usuarios.

SERA (Sistema de Evaluación de Residencias de Ancianos)


(Fernández Ballesteros, 1996)
Una vez destacadas las dimensiones más relevantes que afectan al diseño
de los centros o que, al menos, deberían hacerlo, debemos conocer la única
herramienta completa de evaluación de centros residenciales para mayores,
validada en nuestro país por Fernández Ballesteros, Izal y cols. Esta técnica es
una adaptación del Multiphasic Environmental Assessment Procedure (MEAP)
de Moos y Lemke (1979, 1984).
Esta herramienta consta de once instrumentos con baremos españoles,
que aglutinan inventarios, escalas y cuestionarios, finalizando por mapa de
observación. Algunas de las pruebas son rellenadas directamente por los
evaluadores fruto de la observación o consulta a determinados profesionales,
otras serán contestadas por los profesionales y las últimas por los propios
residentes. Prácticamente todas las personas implicadas en el funcionamiento
del centro manifestarán sus opiniones al respecto, por lo que los datos finales
resultan muy completos. Cada una de las pruebas consta a su vez de
subescalas que ahondan en todos los aspectos relacionados con el ámbito de
evaluación. Las escalas de las que consta el SERA se detallan a continuación:
ICAF: Inventario de características arquitectónicas y físicas, localización,
entorno, interior...
ICOF: Inventario de características organizativas y de funcionamiento,
requisitos para acoger a los residentes, disponibilidad de actividades y
servicios...
ICPR: Inventario de características de personal y residentes, aspectos
sociodemográficos, nivel de actividad y funcionamiento de residentes, uso de
servicios y actividades...
ECS: Escala de clima social, percepciones de personal y residentes.
EV: escala de valoración, Aspectos globales: diversidad, etc.

186
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

CIP: cuestionario de información personal, Habilidades funcionales, nivel


de actividad y estado de salud de los residentes.
CS: cuestionario de satisfacción, Nivel de agrado de los residentes en
torno a aspectos de la propia residencia y de relaciones personales dentro y
fuera.
LN: listado de necesidades, de los residentes y del personal hacia los
servicios.
Mapas de interacción conducta-ambiente: Técnica de observación que
informa sobre pautas de comportamiento de residentes en diferentes
momentos y lugares del centro.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Si bien todo lo mencionado en el capítulo puede resultar obvio y de fácil
planteamiento, la realidad se nos presenta, en demasiados casos, poco afín a
lo dicho. La excusa más común a ello resulta el elevado coste económico de
mantener infraestructuras y personal suficiente en centros y servicios; pero esta
“excusa” no hace sino restar valor e importancia a conceptos fundamentales
como la motivación del personal, la comunicación con él, el bienestar de la
plantilla y su autorrealización, las actitudes que se muestra hacia los benefi-
ciarios y los mensajes que se les transmiten, las posibilidades de elección y de
control sobre la propia vida que se les ofertan, etc. En definitiva, sería
recomendable que cada centro y servicio marcase sus propios indicadores y
realizara una auto evaluación continua, de manera sincera y crítica que le
permitiera mejorar la calidad que ofrece por encima de la cobertura de las
necesidades básicas de manutención y cuidado físico.

187
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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vejez. Barcelona: Ancora.
FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, R.; IZAL, M.; MONTORIO, I.; LLORENTE, G.;
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Residencias de Ancianos (SERA). Madrid: INSERSO.
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Evaluación ambiental”. En INSERSO-SEGG: Residencias para mayores.
Barcelona: SG Editores, pp. 92-113.
IZAL, M. y MONTORIO, I. (1993): “Adaptation of the Geriatric Depression Scale in
Spain: a preliminary study”. Clinical gerontologist, 13 (2), pp. 90-91.
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Test Barcelona. Manual. Barcelona: Masson.
RODIN, J. y LANGER, E. (1980): “Aging labels :the decline of control and the fall
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SCHALOCK, R. L. y VERDUGO, M. A. (2003): Calidad de Vida. Manual para
profesionales de la educación, salud y servicios sociales. Madrid: Alianza.
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medición aplicado al País Vasco. Centro de Investigaciones Sociológicas: Siglo
XXI de España.
SZALAI, A. y ANDREWS, F. M. (1980): The quality of life: comparative studies.
International Sociological Association.

188
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA:
LAS ULCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

J. Javier Soldevilla Agreda

DEPENDENCIA EN GERONTOLOGÍA
Un horizonte de envejecimiento acelerado de la población, la estimación
en nuestro país de más de tres millones y medio de personas con discapacidad
en sus distintos grados de falta de autonomía, junto a la transformación de la
estructura familiar, la escasez de recursos humanos capacitados, instalaciones
sociosanitarias y equipamientos, ilustra la enorme atención que se ha desatado
con desigual proporción en los entornos profesionales y sociales por el
fenómeno de la dependencia.
La falta de autonomía personal para satisfacer actos básicos de la vida
diaria es un problema creciente tanto en las personas potenciales de riesgo,
sus cuidadores familiares y las estructuras sociales y sanitarias que deberán
cubrir esa carencia, proporcionando cuidados de forma continuada, con la
sobrecarga que en todos estos niveles va a generarse, hasta convertirla sin
duda en un desafío para el Sistema.
La limitación física que caracteriza muy a menudo al anciano dependiente
y merma la capacidad de movilizarse de forma autónoma e incluso de cambiar
por sus propios medios de posición durante su estancia en la cama o en el
sillón, perfil muy frecuente de un gran grupo de esta población, conlleva entre
otras complicaciones posibles el desarrollo de úlceras por presión (UPP),
silente “epidemia viva aún en el siglo XXI”, considerada a menudo como un
problema banal e imprevisible.
Acercaremos en este capítulo la dimensión real de un problema “de
siempre” con repercusiones mortales, asociado a la inmovilidad, a la
dependencia y a la vejez, y aproximaremos las líneas maestras para su
prevención.
Las úlceras por presión, no en vano son consideradas como un gran
síndrome gerontológico.

189
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

EPIDEMIOLOGÍA DE LAS ULCERAS POR PRESIÓN


A pesar de los avances acaecidos en los últimos años en el desarrollo de
las ciencias de la salud, las úlceras por presión continúan siendo hoy en día
un importante problema que afecta a pacientes de todos los niveles asisten-
ciales, especialmente a ancianos dependientes, también a discapacitados,
enfermos en situación terminal de su enfermedad, etc. Problema sin duda
soportado por un amplio desconocimiento de la dimensión real de sus
consecuencias.
Este somero análisis persigue ayudar a desbancar la subestimación de un
proceso con el que a diario se enfrentan millares de pacientes y a generar
cambios rotundos, tanto en su dimensión clínica, con implicaciones de todos
los profesionales del equipo interdisciplinar de atención de salud, como en
otras dimensiones como la gestión de los responsables sanitarios y sociales y
espacios de tutela en la totalidad de la población, y con especial significación
en la atención de los más mayores y dependientes.
Durante décadas en nuestro país no hemos podido disponer de una
información epidemiológica sobre las ulceras por presión que trascendiera de
realidades locales concretas, y a menudo con enfoques metodológicos que
dificultaban su comparación. Solo podíamos acercar esta dimensión mediante
cifras importadas desde países de ámbito anglosajón. En el Reino Unido la
prevalencia oscila entre un 4,4 % en pacientes de la comunidad a un 37 % en
unidades de cuidados paliativos. También en USA y Canadá el rango de la
prevalencia de UPP es amplio, cifrándose entre un 4,7 % y un 33 % para
pacientes con lesión medular que vive en su domicilio.
Con el nacimiento del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento
en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP) en el año 1994, se
canalizó la necesidad sentida de concienciar,1 tanto a los profesionales
sanitarios como a la sociedad acerca de la importancia del problema de las
UPP, y el vehículo fue la realización durante el año 1999 de un estudio de
prevalencia de las UPP en la Comunidad Autónoma de la Rioja2 que contaba
entonces con una población de 264.941 habitantes en el que se estudiaron los
tres niveles asistenciales, atención primaria, hospitalaria y sociosanitaria. Como
principales resultados de este estudio podemos destacar que la prevalencia de
úlceras por presión en hospitales de agudos fue del 12,26%, en las institu-
ciones sociosanitarias del 12,84% y en la comunidad del 0,26% para el total de
mayores de 65 años. El 43% de los pacientes portadores de úlceras por presión
en la Rioja estaban en la comunidad, el 34,6% en centros sociosanitarios y el

1. Torra i Bou JE. (1998): “Epidemiología de las UPP o el peligro de una nueva Torre
de Babel”, en Rev Rol Enf; nº 238, pp.75-88 y Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ. (2000):
Libro blanco de las úlceras por presión en España. I Congreso Iberoamericano de Geriatría.
III Simposio del GNEAUPP (Libro de actas). Logroño. Conva Tec SA, pp. 45-47.
2. Soldevilla Agreda JJ, Torra i Bou JE. (1999): Epidemiología de las úlceras por presión
en España. Estudio piloto en la comunidad autónoma de la Rioja, en Gerokomos nº 10(2),
pp. 75-86.

190
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

19,9% en hospitales de agudos. Este primer estudio generó una información


epidemiológica de enorme valía, sirviendo al tiempo como pilotaje de estudios
posteriores con ámbito a todo el territorio español.
Aunque la incidencia es considerada como un mejor indicador que la
prevalencia3, el Primer Estudio Nacional sobre Prevalencia de UPP en España4,
diseñado conjuntamente entre el GNEAUPP y la Unidad Interdisciplinar de
Heridas Crónicas del Consorci Sanitari de Terrassa, eligió el cálculo de este
valor debido a la facilidad de su determinación en poblaciones de estudio de
tamaño grande y contextos multicéntricos.
Utilizando el sistema de cuestionario postal, previamente validado, en
noviembre de 2001 se remitieron dos mil ejemplares entre los miembros del
GNEAUPP con una tasa de respuesta fue del 22,9 %, informando acerca de 941
pacientes con UPP y 1739 lesiones.
El hecho de que las personas que respondieron el cuestionario fueran en
su mayoría miembros del GNEAUPP, pudo suponer para el estudio un posible
sesgo a la baja ya que se trataría a buen seguro de personas con una mayor
sensibilidad ante el problema de las UPP, amén de una información bastante
real por el hecho de que sean los profesionales y no las instituciones quienes
facilitaron los datos de prevalencia.
Cada cuestionario iba acompañado de un sobre respuesta con franqueo
previo. A los profesionales informantes de atención primaria se les solicita-
ba que informasen acerca de su lista de usuarios mayores de 14 años (Unida-
des básicas asistenciales de Medicina General) y a los profesionales de
unidades de hospitalización o de centros sociosanitarios, sobre los pacientes
de sus respectivas unidades.
Para el cálculo de la epidemiología de las UPP se utilizaron las directrices
de clasificación5 e indicadores epidemiológicos del GNEAUPP.6
En el caso de la atención primaria se analizó una población de estudio
de 335.235 personas mayores de 14 años (el 0,96% del total según el Instituto
Nacional de Estadística 1/Enero/2000). De ese grupo, 68.810 eran mayores de

3. Ayello EA, Frantz R, Cuddigan J, Lordan R. (1991): “Methods for determining pressure
ulcer prevalence and incidence”, in Cuddigan J, Ayello EA, Sussman C. (eds), National
Pressure Ulcer Advisory Panel. Pressure ulcers in America: Prevalence, incidence and
implications for the future. Reston, VA: NPUPA.
4. Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ, Rueda López J, Verdú Soriano J. (2003): “Primer
Estudio nacional de prevalencia y tendencias de prevención de UPP en España (2001), en
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6. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión (2000):
Directrices para la elaboración de indicadores epidemiológicos sobre las Ulceras por Presión.
Documentos GNEAUPP. Documento V. Logroño: GNEAUPP.

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J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

65 años (un 20,25%) y 4.480 recibían atención domiciliaria (un 6,51% de los
mayores de 65 años y un 1,39% de los usuarios de las listas de globales). La
prevalencia de UPP en el grupo de pacientes atendidos desde la atención
primaria se estimó en:
- un 8,34% de los pacientes que recibían atención domiciliaria (AT DOM),
- un 0,54% de los mayores de 65 años,
- un 0,11% de los mayores de 14 años.
Las lesiones presentes en los pacientes de la atención primaria son las de
mayor antigüedad, severidad y superficie, siendo este medio asistencial dónde
encontramos un menor número de pacientes con UPP que están utilizando
algún tipo de superficie especial para el manejo de la presión (SEMP), un
38,5%, cuando de acuerdo con las evidencias disponibles, la totalidad de los
pacientes con UPP deberían utilizar una SEMP en el tratamiento de sus
lesiones.
En el caso de los profesionales que trabajan en hospitales se analizaron
198 cuestionarios que definían una población de estudio de 5.811 pacientes
ingresados en hospitales de agudos con un 94,35% de ocupación, un 4,34% de
las camas de hospitalización de agudos en España, según datos de propia
elaboración a partir del Catálogo Nacional de Hospitales (actualizado a
31/XII/2000).
La prevalencia media de UPP en Hospital según los datos es del 8,81 +/-
10,21 (DS) % (IC95%: 7,38; 10,24), con un valor mínimo del 0% y un valor
máximo del 45,45%.
El hecho de que aproximadamente una décima parte de los pacientes en
hospitales, con gran variabilidad entre unidades, tengan UPP nos sitúa ante un
grave problema de salud con serias y encadenadas repercusiones para todos
los niveles asistenciales, teniendo en cuenta la menor estancia media en el
hospital y la rápida transferencia de esos pacientes a otros niveles de atención.
Por otra parte, se obtuvo información sobre una dotación teórica de 6.204
camas en Centros Sociosanitarios, con una ocupación del 96,1% correspon-
diendo 5.088 camas a centros geriátricos, 601 a crónicos, 30 a unidades de
convalecencia, 16 a unidades de paliativos y 266 a otros tipos de unidades. La
prevalencia media de UPP según los datos reportados fue del 7,6 +/- 6,68 (DS)
% (IC95%: 6,15; 9,04), con un valor mínimo del 0% y un valor máximo del
31,58%.
En la tabla 1. se presenta información relativa a la prevalencia de UPP en
centros sociosanitarios según tipo de unidad y titularidad del establecimiento.

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CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Tabla 1. Prevalencia de UPP en centros sociosanitarios


según tipo de unidad y titularidad del centro.
(1er Estudio Nacional de Prevalencia de UPP. Beca Huntleigh-GNEAUPP)

Tipo de unidad Media +/- DS IC95% media: Valor mínimo Valor máximo
Geriatría 6,34 +/- 5,67% 4,9 ; 7,78 0 25
Crónicos 9,31 +/- 7,18% 5,16; 13,45 0 31,58
Otros (*) 13,6 +/- 9,1% 6,6 ; 20,59 0 25

Titularidad del Número total de Pacientes con Prevalencia


centro camas estudiadas UPP
Pública 1 955 102 5,22%
Privada 3 839 275 7,16%
(*): Convalecencia, paliativos y otros tipos de unidades
Fuente : Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ, Rueda López J, Verdú Soriano

La lectura de estas cifras en centros sociosanitarios, a pesar de sus


dimensiones numéricas, obligaba a tener cierta cautela y considerar claramente
como sesgo, el hecho de que los profesionales que informaban eran los más
altamente motivados, en centros en los que las UPP son un problema de
primer nivel y alta prioridad, faltando información de una gran cantidad de
centros privados con ánimo de lucro en los que a tenor de lo que se percibe
en otros niveles asistenciales, principalmente en servicios de urgencia y
unidades de medicina interna hospitalarias, las UPP constituyen un importan-
tísimo problema sin controlar.
Por lo que hace referencia a la información relativa a las lesiones, el
trabajo recogía información acerca de un total de 1.739 úlceras por presión,
Siendo un 17,9% de estadio I, un 33,5% de estadio II, un 29,4% de estadio III
y un 17,7% de estadio IV. Es de destacar en este sentido negativamente el
elevado número de lesiones detectadas con estadios más profundos y graves
(III y IV), distinto a lo encontrado en países como el Reino Unido y USA. Un
25,3% del total de las lesiones eran recurrentes.
Como conclusiones generales del análisis de este 1er Estudio Nacional
Prevalencia de las UPP en España, referente epidemiológico más fiel y reciente
en nuestro Estado, apuntar que aún admitiendo el citado sesgo que nos
pudiera conducir a una infravaloración de la situación real, las UPP
constituyen hoy en día un importante problema de salud que afecta primor-
dialmente a personas mayores, de todos los niveles asistenciales y al Sistema
de Salud y de Bienestar Social donde la prevención aún no es considerada
como una prioridad.

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J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

ÚLCERAS POR PRESIÓN: IMPACTO ECONÓMICO


Las personas con UPP y sus entornos familiares inmediatos sufren las
consecuencias de éste problema de salud afectando directamente a su
bienestar, calidad de vida y supervivencia, pudiendo en algunos casos ser los
responsables directos de su muerte.
Sin embargo curiosamente, tratándose de un problema de salud muy
importante en cuanto a número de afectados y consecuencias en la morbimor-
talidad, disponemos de poca información acerca del coste global de la
atención de las UPP. En nuestro país apenas existen trabajos relevantes sobre
la dimensión económica del tratamiento de las UPP a nivel individual.
El Estudio de Prevalencia de Ulceras por Presión en la Rioja (1999), con
unas estimaciones claramente a la baja, ofrecieron una primera aproximación
al costo del tratamiento anual cifrándose por encima de los setenta mil
millones de las antiguas pesetas.
Los datos más recientes y cercanos sobre el coste del tratamiento de las
UPP vienen de Gran Bretaña de la mano de John Ponset, del Health
Economics Consortium de la Universidad de York, que junto al desaparecido
Gerry Bennet y Carol Dealey, y fueron presentados en el Congreso7 del
European Pressure Ulcer Advisory Panel en el año 2001. Los costes del
tratamiento, los determinaron mediante una metodología inductiva, desarro-
llando protocolos de cuidados para reflejar buenas prácticas clínicas en el
tratamiento de úlceras por presión de diferentes grados (definidos por la
clasificación del European Pressure Ulcer Advisory Panel) definiendo la
utilización diaria de recursos relacionada con el tratamiento. El cálculo del
coste consideraba que los pacientes recibían los cuidados en una instalación
institucional en la que no se les ha ingresado únicamente para el cuidado de
úlcera por presión. Los recursos incluían el tiempo de cuidados de enfermería
(cambios de apósitos, reposicionamiento del paciente y valoración del riesgo),
apósitos, fármacos, pruebas de diagnóstico, superficies de apoyo y días de
hospitalización en los casos oportunos.
Los costes de hospitalización se derivaban de la parte de los pacientes que
desarrolla complicaciones como celulitis u osteomielitis. Cifraron costes
medios diarios en función del grado de la úlcera para pacientes que se
curaban de modo normal (sin complicaciones significativas relacionadas con
la úlcera). Definieron otros tres estados de salud para reflejar los motivos más
comunes por los que se retrasa la curación: colonización crítica, celulitis y
osteomielitis, calculando el coste adicional asociado a la resolución de cada
una de estas complicaciones. Obtuvieron una matriz de dieciséis estados de
salud relacionados con las úlceras.

7. Posnett J. Bennet G. Dealey C. (2001): Fifth European Pressure Ulcer Advisory Panel
Open Meeting. Le Mans, 27-29 September.

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CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Las estimaciones del tiempo de curación medio esperado y de la


incidencia de complicaciones las extrajeron de un informe estructurado de
bibliografía clínica a partir de una búsqueda de los trabajos publicados sobre
este tema desde 1966 hasta el año 2000 representando las mejores pruebas
disponibles en ese momento.
La combinación del tiempo de curación con los costes diarios propor-
cionaba una estimación del coste previsto por paciente y por episodio de
cuidado, aplicando la tasa de incidencia cifrada por Clark8 y distintos estudios
de incidencia en el ámbito de las residencias de ancianos, datos estatales de
plazas en centros sociosanitarios, registros puntuales de prevalencia en
servicios comunitarios, llevaron a los autores a establecer que unas 412.000
personas tienen posibilidades de desarrollar una nueva úlcera por presión al
año en el Reino Unido, una de cada 150 personas de la población general y
una de cada 23 de la población mayor de 65 años.
El coste para el sistema de atención sanitaria y social británico en general
fue estimado entre 1650 y 2.000 millones de libras esterlinas anuales, lo que
iguala al gasto total del NHS en enfermedades mentales o el coste total de los
servicios de salud comunitarios.
Con base en este estudio británico, sin duda el más amplio y metodoló-
gicamente certero en el cálculo de costes derivados del tratamiento de las
úlceras por presión en un país europeo, durante el mes de febrero de 2003, el
Dr. Posnett, catedrático de economía de la salud de la Universidad de York y
Joan Enric Torra i Bou, subdirector del GNEAUPP, extrapolaron las bases de
cálculo de coste por proceso empleadas y contextualizaron las ecuaciones a la
realidad económica de nuestro país y los datos epidemiológicos disponibles
más recientes, aproximando el coste estimado por día de tratamiento y por
episodio y el coste global anual de la atención a las Ulceras por Presión en
España (tablas 2 y 3), cifrándolo en mil seiscientos ochenta y siete millones de
euros, más de doscientos ochenta mil millones de pesetas, un 5,20 % del gasto
sanitario total de nuestro país9.

8. Clark M, Watts S. (1994): “The incidence of pressure sores within a National Health
Service Trust hospital during 1991”, in J Adv Nurs, nº 20, pp. 33-36.
9. Xakellis GC, Franz R. (1996): “The cost of healing pressure ulcers across multiple
health care settings”, in Adv Wound Care, nº 9, pp. 18-22.

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J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Tabla 2. Costo tratamiento UPP previsto por día (Euro-PPP España, 2000)

Normal Retardado
Complicaciones CC Celulitis Osteomielitis
Grado I 43 €
Grado II 47 € 62 € 101 €
Grado III 57 € 69 € 213 € 218 €
Grado IV 57 € 69 € 213 € 218 €

Fuente : Posnett J. Torra i Bou JE, [13]

Tabla 3. Gasto total por tratamiento de las Ulceras por Presión en España (2000)

% Pacientes tratados Gasto diario Gasto anual


diariamente (millones €) (millones €)
Grado I 18,2 11.400 0,490 178,9
Grado II 34 21.400 1,284 468,7
Grado III 29,8 18.700 1,627 593,9
Grado IV 18 11.300 1,220 445,3
100 62.800 4,621 m € 1.687 m €

Fuente : Posnett J. Torra i Bou JE, [13]

Puede concluirse este apartado, diciendo que las ulceras por presión son
un problema importante y caro para el Sistema de Salud. Datos valiosos para
crear un marco de referencia que justifique las inversiones, tanto en
prevención como en tratamiento.

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CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

ASPECTOS LEGALES RELACIONADOS CON LAS ULCERAS POR PRESIÓN


Puesto que la mayor parte de las úlceras por presión sabemos que
pueden evitarse, la incidencia de estas lesiones pueden ser, a primera vista
consideradas como una muestra de negligencia clínica, por tanto de
negligencia profesional con importantes implicaciones legales y éticas para los
profesionales asistenciales, así como para las instituciones en las que estos
prestan sus servicios y los gestores de las mismas10.
En España, las demandas a nivel civil o penal contra profesionales
sanitarios o instituciones relacionados con las úlceras por presión, no supera
lo anecdótico y, por supuesto, no existe jurisprudencia al respecto, pero esa
no es la realidad de otros países referentes y cercanos.
“En el Reino Unido son cada vez más comunes las actuaciones judiciales
relacionadas con las úlceras por presión en las que se pueden ver involu-
crados los diferentes actores de la atención de la salud y que han dado como
resultado indemnizaciones millonarias y graves implicaciones penales para los
profesionales y las instituciones, algo que de forma inminente podría ocurrir
en España”, afirmo recientemente en una Mesa de Debate organizada por el
GNEAUPP en nuestro país11, el Juez y médico británico Nigel Chapman.
Cada vez más pacientes del Reino Unido interponen demandas legales
contra el Sistema Británico de la salud (NHS) en los casos en que se cree que
el cuidado no es adecuado. El NHS recibe unas 10.000 nuevas demandas por
negligencia clínica al año, y esta cifra va en aumento12. El coste anual total que
el NHS atribuye a la resolución de demandas se ha multiplicado por siete
desde 1995-96. Relativamente pocas de las demandas actuales todavía están
relacionadas con los daños relacionados con las úlceras por presión y en el
Reino Unido el valor medio de las compensaciones en estos casos es relati-
vamente bajo13 afirma Tingle (1997) (normalmente inferior a las 10.000 libras
esterlinas), pero van en aumento los casos que fallan sobre la responsabilidad
de hospitales y residencias de ancianos por un cuidado inadecuado en la
aparición de úlceras por presión y es seguro que dichas demandas aumenten

10. Taylor JS. (1994): “Malpractice implications of pressure ulcers”, in Adv Wound Care;
7(5); y Moody M. (1997): “Fighting against pressure sores and a rise in legal suits”, in Brit J
Health Care Manag; 3(1), pp. 40-41.
11. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas
Crónicas (2003): Mesa de Debate: “Las ulceras por presión, un reto para el sistema de Salud
y la sociedad. Repercusiones a nivel epidemiológico, ético, económico y legal”. Madrid.
Barcelona. Logroño: GNEAUPP. Disponible en www.gneaupp.org (consultado el 1/IX/2003).
12. Oficina Nacional de Auditoría del Reino Unido (2000-2001) Handling clinical
negligence claims in England (Resolución de demandas por negligencia clínica en
Inglaterra). Informe del Interventor y Auditor General, Cámara de los Comunes, sesión 403.
Londres: Imprenta Nacional.
13. Tingle J. (1997): “Pressure sores: counting the legal cost of nursing neglect”, in Br
J Nurs, nº 6, pp. 757-758.

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J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

en el futuro. Un fenómeno al que están siendo sometidos otros países muy


cercanos al nuestro como Francia, Bélgica, etc.
En EE.UU., el riesgo de litigio por cuidados negligentes aumentó tras la
aprobación de la Omnibus Budget Reconciliation Act (Ley general de reconci-
liación presupuestaria) de 1987 (OBRA-87). Esta ley establecía por primera vez
normas federales de cuidados para las residencias de ancianos y otros
proveedores de atención sanitaria. De este modo, mediante el seguimiento de
la evolución de los daños por presión resultaba más sencillo para los
demandantes demostrar que un proveedor había actuado con negligencia.
Entre 1992 y 1996, el valor medio de la compensación tras ganar un litigio por
negligencia relacionado con una úlcera por presión era de 279.000 dólares
USA14.
Una débil frontera separa a nuestro país de la cotidianeidad en las
demandas legales relacionadas con las Ulceras por Presión de sus vecinos.
Hoy ya se han recogido varias sentencias de los tribunales españoles (Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía y Valencia) donde afloran la responsabilidad
de los establecimientos y profesionales ante la génesis de estas lesiones, y sin
duda, solo es la punta de un iceberg, emergente en un futuro muy cercano.
Al tratarse de un problema de salud evitable, un injustificado accidente,
los profesionales responsables del cuidado, las instituciones sanitarias y socio-
sanitarias de forma directa y siempre subsidiaria, vamos a tener que responder
ante la justicia de esta clara negligencia clínica.
Quizá sea un triste revulsivo para conseguir que se reconozca su
verdadera importancia y el valor soberano y efectivo de su prevención.
Como apuntaba recientemente en un foro eminentemente profesional, el
Director del GNEAUPP [17], “el estado actual de conocimiento y desarrollo
social, ha de lograr desterrar la concepción de las úlceras por presión como
un proceso banal, fatal, inevitable y silente”, y estas líneas sobre su impacto
entendemos que pueden ser un buen contribuyente a esta causa.
En este recién estrenado siglo XXI, a pesar del mayor conocimiento sobre:
- Un problema de Salud Pública, “una epidemia debajo de las sábanas”,
como se refería a las úlceras por presión Pam Hibbs [18]
- La dimensión económica
- Las graves repercusiones legales que puede derivar
- Su prevención y abordaje
Es posible, que sin un esfuerzo de todos los implicados:
- Los profesionales socio-sanitarios

14. Bennett RG, O’Sullivan J, DeVito EM, Remsburg R. (2000): “The increasing medical
malpractice risk related to pressure ulcers in the United States”, in J Am Geriatric Soc, nº 48,
pp. 73-81.

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CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

- Los gestores
- Las familias implicadas y
- La totalidad de la población,
El número de pacientes afectados pueda aumentar en el futuro a expensas
del crecimiento numérico del grupo de los más mayores y dependientes de
nuestra Sociedad.

PREVENCIÓN DE LAS ULCERAS POR PRESIÓN


Si en algún capítulo de las múltiples intervenciones profesionales en el
ámbito socio-sanitario tenemos la certeza de un éxito casi garantizado en la
totalidad de ocasiones, sin duda este es el de la prevención de las úlceras por
presión, pero no sin esfuerzo, inversiones y un plan individualizado y riguroso
de cuidados [19].
Como antes mencionamos, podemos presumir que al menos el 95 % de
todas estas lesiones se pueden prevenir eficazmente.
Las directrices generales de un programa de prevención de UPP [20-23]
han de recoger como pilares básicos la:

Valoración del riesgo


Independientemente del nivel asistencial en el que nos encontremos,
debemos de considerar a todos los pacientes potenciales de riesgo. Se hace
preceptivo realizar una valoración del riesgo en el momento de su incorpo-
ración en cualquier institución de salud o socio-sanitaria o en programas de
atención domiciliaria. La valoración inicial debe de ser continuada con valora-
ciones periódicas según se establezca o dependiendo de la aparición de
cambios en el estado general del paciente que así lo sugieran.
Todas y cada una de estas valoraciones del riesgo deben de quedar
registradas en la historia clínica del paciente, al igual que las actividades
planificadas, superficies especiales para el manejo de la presión sugeridas,
plan de cuidados ejecutado y sus resultados, con el fin de que nos permita
evaluar la efectividad del programa de cuidados, y también como única
salvaguarda legal consistente ante posibles demandas por mala praxis.
Los principales documentos de consenso, tanto a nivel nacional como
internacional, recomiendan el uso sistemático de Escalas de Valoración del
Riesgo de desarrollar Úlceras por Presión (EVRUPP).
Las EVRUPP son instrumentos objetivos que nos facilitan la cuantificación
del riesgo global de desarrollar UPP y los factores de riesgo específicos de
cada paciente. La identificación individual de los factores de riesgo nos
permite iniciar precozmente programas preventivos basados en la individuali-
zación de los cuidados según las necesidades de cada paciente.

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J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Cuidados específicos de la piel


Los cuidados de la piel requieren como premisa previa, realizar al menos
una inspección diaria, especialmente de las zonas de riesgo, tales como
prominencias óseas (sacro, talones, caderas...), zonas expuestas a un exceso
de humedad (por incontinencia, estomas, secreciones...) o por presencia de
sequedad, escoriaciones, eritemas, induración, etc. [24].
La higiene diaria nos permite mantener la piel del paciente limpia y seca.
Para ella utilizaremos jabones neutros o sustancias limpiadoras que no irriten
ni alteren el pH de la piel, agua tibia, aclarando bien los restos de jabones y
realizando un secado minucioso por contacto, evitando friccionar esas zonas
más vulnerables.
Para potenciar la hidratación de la piel nos valdremos de cremas
hidratantes, asegurándonos cuando se aplique su completa absorción y
evitaremos la utilización de cualquier producto que contenga alcohol
(colonias, alcohol de romero...) ya que resecan la piel y pueden producir una
vasoconstricción.
Estudios recientes han demostrado la efectividad de los ácidos grasos
hiperoxigenados en la prevención de UPP [25-26], al posibilitar una óptima
hidratación de la piel, mejorando la resistencia de la piel frente a la fricción y
presión, aumentando la resistencia de la piel senil, favoreciendo el aumento
de circulación capilar y mejorando las condiciones locales de la piel expuesta
a isquemias prolongadas. Para reducir posibles lesiones por fricción, pueden
utilizarse apósitos protectores (hidrocoloides, películas y espumas de
poliuretano) en esas áreas.
No deben de realizarse masajes sobre prominencias óseas puesto que
podríamos favorecer o potenciar la destrucción de los tejidos que hay entre la
epidermis y la zona de prominencia.
La presencia de incontinencia, estomas, fístulas, drenajes o heridas muy
exudativas al igual que padecer una sudoración profusa, si no están
controladas pueden generar un exceso de humedad que favorezca la deshidra-
tación de la piel y el reblandecimiento del estrato córneo de la epidermis. Este
exceso de humedad puede ser el factor coadyuvante o desencadenante de una
pérdida de continuidad en la piel.
Para evitarlo, realizaremos después de cada episodio de micción o
defecación o ante la presencia de un exceso de humedad de cualquier otro
origen, una adecuada higiene de la zona. Siempre que sea posible habrá de
procederse al tratamiento de la incontinencia o en su defecto será necesario
seleccionar adecuada e individualmente el amplio arsenal de absorbentes,
colectores, etc. para mitigar sus efectos indeseables.
Existen en el mercado productos barrera que protegen la piel contra el
exceso de humedad o exudados, siendo eficaces tanto en situaciones de
incontinencia como en el resto de procesos [27].

200
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Manejo de la presión
El conjunto de cuidados a desarrollar para realizar un manejo efectivo de
la presión pasa por tener en cuenta cuatro elementos clave para su control: la
movilización, los cambios posturales, las superficies especiales para el manejo
de la presión y las protecciones locales ante la presión [28-31].

Movilizaciones
La movilidad y la actividad son dos factores predictores del desarrollo de
UPP, siendo preceptivo elaborar un plan de cuidados que potencie y mejore
la movilidad y la actividad del paciente.

Cambios posturales
Los cambios posturales se realizarán a aquellos pacientes que no pueden
cambiar de posición por sí mismos. La frecuencia de éstos, dependerá del
riesgo que presente el paciente para desarrollar UPP y la disponibilidad de
superficies especiales y otros dispositivos de manejo de la presión, si bien por
norma general se aconseja su realización cada 2-3 horas en pacientes
encamados, siguiendo una rotación programada (decúbito supino, lateral
derecho, lateral izquierdo) e individualizada que nos permita una continuidad
y adecuación de los cuidados. Deberemos de asegurarnos que el paciente no
apoye sobre sus lesiones en el caso que proceda, no exista contacto entre
distintas prominencias óseas, no se sobrepase los 30º de inclinación en los
decúbitos laterales y si fuese necesario incorporar la cabecera, ésta no deberá
de sobrepasar los 30º de inclinación como máximo manteniendo esta posición
el menor tiempo posible. Una vez colocado el paciente en la posición elegida
deberá de mantener el alineamiento corporal, la distribución del peso y el
equilibrio.
Recordarle que la sedestación supone un mayor riesgo para el desarrollo
de UPP debido a la peor distribución de las presiones. Durante estos periodos
se realizarán movilizaciones cada hora y si el paciente puede realizarlo de
forma autónoma, deberemos de invitarle a hacerlo cada quince minutos.

Superficies especiales para el manejo de la presión


Las superficies especiales para el manejo de la presión (SEMP) dan
nombre a un conjunto de dispositivos que han sido diseñados específicamente
para esta misión.
Hoy en día, y de acuerdo con las evidencias disponibles, las SEMP
constituyen un elemento básico tanto para la prevención de las úlceras por
presión (UPP) cómo para el tratamiento de las mismas.

201
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Las SEMP aportan elementos que permiten reducir o minimizar el efecto


de la presión en el desarrollo de UPP y a pesar de ese valor potencial su
utilización es hoy en día muy escasa en las instituciones de nuestro país. Existe
un gran desconocimiento acerca de las mismas y de sus potenciales beneficios,
tanto a nivel de los profesionales asistenciales, como a nivel de los respon-
sables de la gestión.
Es muy importante destacar que la utilización de las SEMP debe
considerarse siempre en un contexto de atención integral a los pacientes. Es
por ello que su utilización debe efectuarse siempre de acuerdo con estas otras
medidas de prevención expuestas en estas líneas.
En el mercado hay una gran cantidad de SEMP. No existe una SEMP
universal, de la misma manera que existen una gran cantidad de diferencias
entre ellas en cuanto a prestaciones, indicaciones y precios.
Podemos diferenciar entre sistemas estáticos que buscan que el peso del
paciente se redistribuya sobre una mayor superficie de contacto. El alivio de
los niveles de presión se consigue con sistemas de tipo dinámico, los cuales
mediante procesos de hinchado y deshinchado actúan variando (de mayor a
menor intensidad) los niveles de presión de la superficie de contacto con el
paciente durante un período de tiempo determinado.
Los dos grandes elementos a tener en cuenta en la asignación de una
SEMP a un paciente son, el nivel de riesgo para el desarrollo de UPP y/o la
severidad de sus UPP en el caso de tenerlas (Tabla 4).

202
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Tabla 4. Criterios para la asignación de una SEMP

Riesgo de desarrollo Severidad de las


de UPP(*) UPP
Bajo riesgo Sistemas estáticos Estadio I Sistemas estáticos
(colchoneta o colchón) (colchoneta o colchón)
De bajo a Sistemas estáticos (colchón) Estadio II Sistemas dinámicos
medio riesgo o colchoneta alternante de (colchonetas alternantes
celdas pequeñas de celdas pequeñas
o medianas)
Medio riesgo Sistemas dinámicos Estadio III Colchonetas alternantes
(colchonetas alternantes de de celdas medianas o
celdas pequeñas colchones dinámicos de
o medianas) reemplazo)
De medio a Sistemas dinámicos Estadio IV Colchones dinámicos de
alto riesgo (colchonetas alternantes de reemplazo o camas
celdas medianas o colchones fluidificadas
dinámicos de celdas grandes)
Alto riesgo Colchones dinámicos de Pacientes Colchones dinámicos de
celdas grandes multiulcerados grandes prestaciones o
camas fluidificadas
Muy alto riesgo Colchones dinámicos de
celdas grandes de grandes
prestaciones o camas
fluidificadas

(*): De acuerdo con la puntuación y los puntos de corte de una Escala de Valoración de
Riesgo para el desarrollo de Úlceras por Presión (EVRUPP).
Fuente : Torra JE; Arboix M.; Rueda J.; Ibars P. Superficies Especiales para el Manejo de la
Presión. En: Soldevilla JJ.; Torra JE. (ed) . Atención Integral de las Heridas Crónicas. SPA.
Madrid. 2004 (en prensa)[31]

Protección local ante la presión


Las zonas de especial riesgo para el desarrollo de UPP, talones, codos,
región occipital..., pueden beneficiarse de dispositivos de protección local ante
la presión: apósitos, sistemas bota-botín..., los cuales han de caracterizarse por:
permitir la inspección de la piel al menos una vez al día; ser compatibles con
otras medidas del cuidado local; y que no lesionen la piel de la zona de
colocación en el momento de su retirada.

203
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Existen otro conjunto de elementos, como cojines, almohadas, protectores


locales... que junto con los anteriores pueden servir para reducir localmente la
presión y evitar la fricción y las fuerzas tangenciales.

Cuidados Generales
El control y tratamiento de las distintas entidades que pueden predisponer
al desarrollo de ulceras por presión será una norma básica en el programa de
prevención de las úlceras por presión.
El seguimiento de pacientes crónicos, especialmente aquellos con
moderadas o graves dependencias relacionados con trastornos respiratorios,
circulatorios, metabólicos o neurológicos es un aliado valioso en el proceso de
prevención de estas lesiones.
Dentro de los cuidados generales para la prevención de UPP, la dimensión
nutricional cobra una gran importancia. Es preciso Identificar y corregir si se
precisaran, los diferentes déficits nutricionales relacionados con el aporte de
calorías, proteínas, vitaminas y minerales.
Un estado de hidratación adecuado aumentará el potencial de resistencia
de los tejidos ante la presión o fricción.

Continuidad de los cuidados


Como norma capital deberemos de procurar garantizar la continuidad de
los cuidados de prevención en los posibles tránsitos de los ancianos,
convertidos en pacientes entre los distintos niveles asistenciales.

UN DESEO FINAL
Sería mi deseo que estas pocas líneas fueran un contribuyente para lograr
desterrar la concepción de las úlceras por presión en el ámbito de la
gerontología, como un proceso banal, fatal e inevitable con el que el anciano
inmóvil y otros aquejados de esta discapacidad deben convivir y por el que
acaso morir, acercar y especialmente declarar, el valor soberano y efectivo de
su prevención como objetivo de la calidad en sus cuidados.

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CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AYELLO, E. A.; FRANTZ, R.; CUDDIGAN, J.; LORDAN, R. (1991): “Methods for
determining pressure ulcer prevalence and incidence”. En CUDDIGAN, J.;
AYELLO, E. A.; SUSSMAN, C. (eds.), National Pressure Ulcer Advisory Panel.
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