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REDACCIÓN EN INTERNET

Prof. Ramón Salaverría

UNIDAD 1

Texto 1.2 – Elementos de la redacción en internet: hipertextualidad, multimedialidad e


interactividad

Si a principios de los años 1990 alguien nos hubiera dicho que nuestra escritura en el
futuro sería hipertextual, interactiva y multimedia, habríamos pensado que a nuestro
interlocutor –al igual que a Don Quijote– se le había esponjado el cerebro por leer
demasiadas novelas de ciencia ficción.

Y, sin embargo, aquí estamos: solo dos décadas después, esos rasgos se han
convertido en elementos cada vez más habituales para cualquier profesional que
publica en internet. Porque todos hemos aprendido que un texto en internet puede ser
enriquecido con diversos recursos que no estaban al alcance de los escritores hace
apenas 25 años.

Esas claves, ya lo hemos dicho, son tres: la hipertextualidad, la interactividad y la


multimedialidad. Las veremos una por una.

Para ser exactos, habría que matizar que esos tres rasgos ya estaban presentes en
otras plataformas comunicativas anteriores a internet. La hipertextualidad, la
multimedialidad y la interactividad no son privativas del ciberespacio. Podemos hallar
manifestaciones de todos esos fundamentos comunicativos en otros medios tan
alejados de los digitales como… un simple periódico impreso.

Piénselo un momento. Un diario es un medio con rasgos hipertextuales: al fin y al


cabo, «enlaza» unos textos con otros (¿acaso leyendas como “sigue en página #” no
cumplen la función de hipervínculos?). Un periódico también es multimedia (combina
textos e imágenes) e interactivo (admite cartas al director, por ejemplo). En esencia,
por tanto, un diario impreso es un medio con esos tres rasgos comunicativos. Y no es
el único medio tradicional que los integra.

La diferencia en el caso de internet no es tanto de cualidad como de intensidad. El


ciberespacio permite desplegar de modo mucho más rico que otros medios anteriores
las posibilidades hipertextuales, interactivas y multimedia. Otra cosa es que, por su
corta historia, la exploración de esas posibilidades por parte de los medios digitales
sea todavía modesta.

Sin embargo, para que los escritores avancen en esa exploración creativa de nuevos
lenguajes, primero deben hacerse cargo de los ingredientes que pueden combinar. A
ello dedicaremos las próximas páginas. Profundizaremos en los conceptos de
hipertextualidad, interactividad y multimedialidad.

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1.2.1. Hipertextualidad

Habitualmente asociamos el concepto de hipertexto a contenidos de las redes


digitales. Lo vinculamos a navegar y para eso, pensamos, son imprescindibles los
enlaces. Por tanto, en principio estamos a inclinados a pensar que no hay hipertexto
fuera de internet. ¿Seguro?

Sin embargo, si lo pensamos dos veces, nos daremos cuenta de que, sin ir más lejos,
un simple periódico tiene, de hecho, algunos rasgos hipertextuales. Su estructura
editorial, por ejemplo, se basa en secciones donde la información se ordena de
manera no consecutiva. Esas secciones y los titulares permiten «navegar» el periódico
de un punto a otro.

Si no lo ves claro todavía, piénsalo un momento. Un diario es, ciertamente, un medio


con rasgos hipertextuales: al fin y al cabo, «enlaza» unos textos con otros (¿acaso
leyendas como “este artículo sigue en la página #” no cumplen la función de
hipervínculos?).

La diferencia hipertextual de internet con el periódico no es tanto de cualidad como de


intensidad. El ciberespacio permite desplegar de modo mucho más rico que otros
medios anteriores las posibilidades hipertextuales, interactivas y multimedia. Otra cosa
es que, por su corta historia, la exploración de esas posibilidades por parte de los
medios digitales sea todavía modesta. Pero es simple cuestión de tiempo: ya verás
cómo en los próximos años se producen importantes novedades en el uso creativo de
esos recursos.

Esto nos muestra cómo, en efecto, podemos entender el hipertexto desde dos puntos
de vista: uno tecnológico y otro narrativo. Los periódicos impresos (así como los
informes, las enciclopedias, los textos legales y todos los demás documentos extensos
que existen en papel) no son hipertextuales desde el punto de vista tecnológico, pero
sí lo son desde el punto de vista narrativo. Su estructura sí responde a una
organización hipertextual.

De hecho, hay ejemplos literarios que tienen una concepción claramente hipertextual.
Pensemos en la novela «Rayuela», por ejemplo. Fue publicada por el narrador
argentino Julio Cortázar en 1963. Es decir, años antes de que se hicieran los primeros
experimentos de redes digitales.

¿Cuál es la peculiaridad de «Rayuela»? Leamos su arranque:

Tablero de dirección

A su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El lector
queda invitado a elegir una de las dos posibilidades siguientes:

El primer libro se deja leer en la forma corriente, y termina en el capítulo 56, al


pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por
consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue.

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El segundo libro se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego
en el orden que se indica al pie de cada capítulo. En caso de confusión u
olvido, bastará consultar la lista siguiente: 73 - 1 - 2 - 116 (…)

¿No es esto algo muy parecido a lo que nos permiten hacer las publicaciones digitales
de nuestros días? ¿Acaso Cortázar no escribió su novela utilizando algo que hoy sin
duda llamaríamos «enlaces»?

El concepto teórico del hipertexto no lo acuñó, sin embargo, ningún novelista. La


paternidad del término se atribuye al pionero norteamericano de las tecnologías de la
información Ted Nelson. En los años 60 este visionario acuñó el término ‘hypertext’ en
uno de sus artículos, y lo utilizó para describir precisamente un sistema en el que los
usuarios pudieran desplazarse libremente por un entorno de texto, imágenes y
sonidos.

Antes que el propio Nelson, en 1945 el también estadounidense Vannevar Bush


inventó el Memex –término que surge de la contracción de dos palabras: “Memory
Expander”-. Este artilugio tecnológico fue, en su estructura y concepción, un anticipo
de la actual World Wide Web. Asimismo, un texto del propio Bush, titulado “As We May
Think” (‘Cómo podríamos pensar’ [disponible en la bibliografía complementaria]), está
considerado la propuesta fundacional del hipertexto como concepto. Te animo a leerlo
para entender a fondo toda esta unidad.

En todo caso, y más allá de esos conceptos teóricos originales, lo que nos importa es
que hoy día el hipertexto nos permite enriquecer nuestros textos de dos maneras.

En primer lugar, aportando una tercera dimensión de profundidad gracias a los


enlaces. Un enlace insertado en un texto es, en efecto, una puerta que permite
acceder al lector a un contenido más profundo. Por eso hablo de tres dimensiones:
porque a la anchura y la altura del texto se le suma una tercera dimensión de
profundidad.

El segundo gran aporte del hipertexto a la escritura es la posibilidad de estructurar los


textos de manera no lineal, permitiendo que sea el lector quien determine el itinerario
de lectura. Jorge Luis Borges, en su cuento titulado “El jardín de senderos que se
bifurcan” (1941), ya vislumbró esta idea: la de que es el lector quien, con sus
decisiones de dirigirse por un lado o por otro, construye su propio camino. En un
hipertexto, el autor propone caminos posibles, pero es el lector quien finalmente
dispone cuál es el camino que recorrerá.

Textos de tres dimensiones y múltiples caminos: esto es lo que aporta el hipertexto a


nuestra escritura.

Lecturas complementarias

a) Conceptos clave

Hipertexto - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipertexto

Memex - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Memex

b) Ejemplos de relatos con rasgos hipertextuales


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Cortazar, Julio (1963) Rayuela. Disponible en:
http://red.ilce.edu.mx/sitios/micrositios/cortazar_aniv/pdf/8_Cielo_Rayuela_libr
o.pdf

Borges, Jorge Luis (1941) “El jardín de los senderos que se bifurcan”, Ficciones,
pp. 43-48. Disponible en:
http://www.aldevara.es/download/Ficciones_%20JorgeLuisBorges.pdf

c) Textos complementarios de otros autores

Bosco, Roberta & Caldana, Stefano (2013) “Cortázar y la génesis del hipertexto”,
Blog El Arte en la Edad del Silicio, ElPais.com, 10 julio. Disponible en:
http://blogs.elpais.com/arte-en-la-edad-silicio/2013/07/cortazar-y-la-genesis-
del-hipertexto.html

Bush, Vannevar (1945) “Cómo podríamos pensar”. Disponible en:


http://biblioweb.sindominio.net/pensamiento/vbush-es.html

d) Textos complementarios del profesor

Salaverría, Ramón (2005) “Hipertexto periodístico: mito y realidad”, Trípodos.


2005. Vol. Extra 2005. pp. 517-524. Disponible en:
http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5095

Salaverría, Ramón (1999) “De la pirámide invertida al hipertexto: hacia nuevos


estándares de redacción para los periódicos digitales”, Novática, 142,
noviembre-diciembre 1999: 12-15. Disponible en:
http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5186

Salaverría, Ramón (2005) “Hipertextualidad”. Redacción periodística en internet.


Pamplona: Eunsa, pp. 28-32 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en
internet.

Salaverría, Ramón (2005) “Estructura del texto informativo en ciberespacio”.


Redacción periodística en internet. Pamplona: Eunsa, pp. 99-122 (ISBN: 84-
313-2259-4). No disponible en internet.

Díaz Noci, Javier & Salaverría, Ramón (2003) “Hipertexto periodístico: teoría y
modelos”. Manual de redacción ciberperiodística. Barcelona: Ariel, pp. 81-139
(ISBN: 84-344-1297-7). No disponible en internet.

1.2.2. Interactividad

El segundo gran ingrediente de la escritura en los entornos digitales es la


interactividad. Podemos definir este concepto como la capacidad de un sistema para
que cualquiera de sus actores actúe sobre el propio sistema y sobre los demás
actores.

La interactividad en internet puede tener tres grados: selección, personalización y


participación.

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La interactividad de selección se da cuando el usuario posee únicamente una
capacidad electiva ante la información. Es decir, puede elegir qué ve, pero no tiene
capacidad para personalizar lo que ve. Se trata, por tanto, de un tipo de consumo
pasivo. El modelo más común es el que se practica ante la televisión: el televidente
tiene capacidad para elegir un canal, pero no puede organizar los contenidos de ese
canal a su antojo.

Esa capacidad llega con el segundo grado: la personalización. En este nivel de


interactividad, el usuario puede elegir cómo se le presenta el contenido. La navegación
en un sitio web es una modalidad de esa personalización: el usuario puede determinar
cuál es su itinerario de lectura y no se somete a ningún itinerario predefinido.

El tercer grado de la interactividad es la participación. Se trata del nivel superior. En él,


el usuario no se limita a elegir qué ve y cómo lo ve, sino que asume también un rol
interlocutor. El usuario deja de ser, por tanto, un simple receptor de información y se
convierte también en emisor.

Podría pensarse que, a diferencia del hipertexto, que está íntimamente a la escritura,
la interactividad en cambio no lo está. Pero no es así. Cuando escribimos en la red
debemos ser conscientes de que siempre lo hacemos para alguien. Y, por tanto, en
muchos casos convendrá incluir en nuestros textos distintos elementos que favorezcan
la respuesta activa por parte de los destinatarios.

Lecturas complementarias

a) Conceptos clave

Multimedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Multimedia

Hipermedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipermedia

b) Textos complementarios del profesor

Salaverría, Ramón (2001) “Aproximación al concepto de multimedia desde los


planos comunicativo e instrumental”, Estudios sobre el mensaje periodístico,
7, Universidad Complutense, Madrid, 2001: 383-395. Disponible en:
http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5068

Salaverría, Ramón (2005) “Interactividad”. Redacción periodística en internet.


Pamplona: Eunsa, pp. 34-37 (ISBN: 84-313-2259-4). No disponible en
internet.

1.2.3. Multimedialidad

El tercer y último ingrediente de la escritura en las redes digitales es la


multimedialidad. Se trata de un concepto muy popular y aparentemente conocido.
Estamos constantemente escuchando el término multimedia: dispositivos multimedia,

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contenidos multimedia, servicios multimedia… Pero, ¿qué significa exactamente?
¿Sabrías definirlo?

El adjetivo ‘multimedia’ es uno de los más empleados en el ámbito de las tecnologías


digitales. Lo comprobamos en todo momento. Hoy día, prácticamente cualquier nuevo
dispositivo digital, aplicación informática o contenido difundido en internet suele ir
acompañado de ese término. Todo es multimedia.

Concretamente en el ámbito de los medios, esta etiqueta suele ser empleada para
definir realidades bien diferentes entre sí. Conviene, por tanto, estar atento a los
matices. La hallamos, por ejemplo, en expresiones tan habituales como ‘redacción
multimedia’, ‘periodista multimedia’ o ‘información multimedia’. Pero, ¿acaso significa
lo mismo en todos los casos? Salta a la vista que no.

En el primer caso, cuando hablamos de ‘empresas periodísticas multimedia’, nos


referimos a organizaciones que se caracterizan por coordinar la actividad de distintos
medios de manera unificada. En este caso, el adjetivo ‘multimedia’ alude a la
multiplicidad de medios de comunicación.

En el segundo caso, expresiones como ‘periodista multimedia’ apuntan hacia una


concepción de la multimedialidad como polivalencia funcional o, si se prefiere un
término más coloquial, la multitarea. Aquí el término multimedia no trataría tanto de
señalar la multiplicidad de medios, como la versatilidad a la hora de producir
contenidos para cualquier plataforma. Frente a los periodistas de antaño que con
frecuencia se centraban en una única función (bien redactar, diseñar, fotografiar,
grabar o lo que correspondiera), los modernos ‘periodistas multimedia’ se
caracterizarían por asumir varias de esas disciplinas. No abundaremos aquí en la
mayor o menor conveniencia de este modelo polivalente de periodista, pues esa es
harina de otro costal. Nos interesa apenas constatar el uso del apelativo ‘multimedia’
aplicado a ciertos profesionales de la información, y su especial significado en ese
contexto.

Finalmente, la tercera acepción a la que hemos aludido más arriba es la que se


emplea en expresiones como ‘información multimedia’. En este contexto, el adjetivo
multimedia describe la combinación de distintos formatos comunicativos (texto, sonido,
imagen, vídeo), puestos al servicio de un mensaje informativo. Esta tercera acepción
es la que podemos denominar propiamente como multimedialidad.

Denominamos, por tanto, información multimedia a aquella pieza periodística digital


que se compone de elementos textuales, gráficos, sonoros o audiovisuales. De hecho,
para que una información pueda considerarse multimedia no es obligatorio que
aparezcan todos esos formatos al mismo tiempo. En realidad, atendiendo a la
literalidad del término multimedia, bastaría con que se combinaran al menos dos
códigos (texto y fotos, por ejemplo). Al fin y al cabo, todo lo que no es monomedia es
multimedia.

Conforme a esta concepción, hemos definido en publicaciones anteriores la


multimedialidad como “la capacidad, otorgada por el soporte digital, de combinar en un
solo mensaje al medios dos de los tres siguientes elementos: texto, imagen y sonido”
(Salaverría, 2005: 32).

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Sin embargo, quizá por el propósito de diferenciar ciertos contenidos digitales de otros
productos informativos distribuidos por medios analógicos, en los cibermedios se suele
calificar como ‘informaciones multimedia’ especialmente a aquellas piezas que
integran contenidos en múltiples formatos, entre los que destacan especialmente los
recursos gráficos y audiovisuales. En ese contexto, una información multimedia es, en
suma, aquella que incluye de manera destacada elementos gráficos y audiovisuales,
combinados en estructuras de navegación hipertextual relativamente complejas.

El prefijo “multi” indica una pluralidad y “media” se refiere a los medios o formatos. La
pluralidad, como es bien sabido, comienza con dos: basta, por tanto, que un contenido
sea “bimedia” para que lo califiquemos como “multimedia”. Y, ¿acaso un simple
periódico de papel no es ya un objeto bimedia? Al fin y al cabo, integra texto e
imágenes. Conforme a nuestra definición, por tanto, no solo la televisión e internet,
sino incluso el propio periódico impreso son multimedia.

Si acaso, la peculiaridad de internet frente a los demás medios es que permite un


mayor grado de multimedialidad. Sus características tecnológicas la hacen capaz de
reproducir todo tipo de formatos textuales, sonoros y gráficos. Su diferencia respecto
de medios anteriores no es, por tanto, de cualidad, sino de intensidad. Internet es más
multimedia que otros medios anteriores.

De hecho, en internet podemos encontrar dos tipos de multimedialidad: por


yuxtaposición y por integración (Salaverría, 2001: 388-390). ¿En qué consisten? Para
explicarlo, es preciso recordar algunos conocimientos gramaticales que aprendimos en
la escuela.

Como recordarás de aquella época, la yuxtaposición se refiere a aquellas cláusulas


oracionales que se colocan una al lado de la otra, sin ningún tipo de conector. En este
sentido, se dice que dos oraciones se yuxtaponen cuando las separa, por ejemplo, un
simple signo de puntuación. Este rasgo distingue a la yuxtaposición de otras
modalidades de conexión entre oraciones, como la coordinación y la subordinación. En
estas últimas, la conexión sí se realiza mediante un elemento conjuntivo. En el caso de
las oraciones coordinadas, las cláusulas oracionales de idéntico rango se conectan
entre sí mediante conjunciones coordinantes (que pueden ser copulativas,
adversativas, disyuntivas, explicativas o distributivas). En el caso de las oraciones
subordinadas, se establece una relación jerárquica entre una oración principal y otra
secundaria, y estas se conectan mediante diferentes tipos de conjunciones
subordinantes (causales, consecutivas, concesivas, finales, condicionales, etc.).

Hemos refrescado estos conceptos gramaticales, porque se puede establecer una


analogía entre esos conceptos y los mecanismos de estructuración de los contenidos
multimedia. En efecto, la mayoría de las páginas web actuales casi siempre se
construyen a partir de una yuxtaposición de los elementos multimedia (texto, foto,
vídeo, audio, animaciones…). Es decir, esas páginas se articulan mediante la simple
colocación de esos elementos uno al lado del otro. Piensa en tu experiencia personal
al leer, por ejemplo, una noticia multimedia convencional en un diario digital: ¿verdad
que el único modo de consumir esos elementos es uno detrás uno? ¿A qué no puedes
prestar atención a todos ellos a la vez?

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Ahora bien, poco a poco van apareciendo páginas web donde los elementos
multimedia, en lugar de estar yuxtapuestos, se coordinan. Son páginas donde
comenzamos a atisbar lo que he dado en llamar multimedialidad por integración. En
este caso, nos referimos a aquel tipo de composición donde los elementos multimedia
poseen una unidad de discurso y pueden incluso ser consumidos de manera
simultánea. Se trata, en fin, de algo similar a lo que ocurrió con la cinematografía a
partir de los años 1920, donde la imagen y el sonido pasaron a ser indisolubles. De
manera parecida, en las páginas multimedia más vanguardistas, comenzamos a
encontrar relatos donde el texto, las fotos, el vídeo, el sonido y las animaciones se
presentan en una amalgama perfecta.

Si quieres entender bien a qué me refiero, visita este par de ejemplos de narrativa
multimedia integrada:

1) “Snowfall – The Avalanche at Tunnel Creek”, NYTimes.com:


http://www.nytimes.com/projects/2012/snow-fall
2) “Firestorm: The story of the bushfire at Dunalley”, The Guardian:
http://www.theguardian.com/world/interactive/2013/may/26/firestorm-bushfire-
dunalley-holmes-family

Nuestro objetivo como escritores no es, por supuesto, alcanzar semejantes cotas de
desarrollo multimedia. Pero sí que, al menos, tenemos el desafío de aprovechar las
crecientes capacidades multimedia de internet para extraer el máximo provecho.
Debemos aprender a coordinar el texto con los demás formatos sonoros y gráficos. Se
trata, en definitiva, de aprender cuándo una imagen vale más que mil palabras, y
cuándo un sonido es capaz de evocar más que mil imágenes.

Escribir bien en internet significa a seleccionar y utilizar con acierto todos los
ingredientes comunicativos. En las próximas unidades, profundizaremos en las claves
para conseguirlo.

Lecturas complementarias

a) Conceptos clave

Multimedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Multimedia

Hipermedia - Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Hipermedia

b) Textos complementarios del profesor

Salaverría, Ramón (2001) “Aproximación al concepto de multimedia desde los


planos comunicativo e instrumental”, Estudios sobre el mensaje periodístico,
7, Universidad Complutense, Madrid, 2001: 383-395. Disponible en:
http://dspace.unav.es/dspace/handle/10171/5068

Salaverría, Ramón (2005) “De la escritura textual a la composición multimedia”.


Redacción periodística en internet. Pamplona: Eunsa, pp. 56-61 (ISBN: 84-
313-2259-4). No disponible en internet.

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