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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

Magistrada ponente

SL3333-2020
Radicación n.° 76057
Acta 33

Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual

Bogotá, D. C., ocho (8) de septiembre de dos mil veinte


(2020).

La Corte decide el recurso de casación interpuesto por


la sociedad MINA LA MARGARITA S.A., contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Medellín, el 22 de abril de 2016, en el
proceso ordinario laboral que instauró ALVEIRO DE JESÚS
CHAVARRIAGA, contra la empresa recurrente.

Como quiera que en este asunto no había mayoría


para decidir, por estar pendiente proveer la vacante del
tercer magistrado que conforma la Sala n.° 1 de
Descongestión Laboral de la Corte Suprema de Justicia, se
procedió a sortear un Conjuez, resultando elegido el Dr.
JORGE ELIÉCER MANRIQUE VILLANUEVA, quien, una

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vez posesionado, pasa a integrar la Sala de Decisión.

Conforme al poder que obra a folio 30 del cuaderno de


la Corte, se le reconoce personería adjetiva al doctor Oscar
Alberto Tamayo Naranjo, con T. P. n.° 51.892 del C.S.J.,
para actuar como apoderado sustituto del demandante
Alveiro de Jesús Chavarriaga, esto en razón a que mediante
providencia del 3 de mayo de 2017 (f. 39), la Corte, por
error le reconoció personería para actuar como apoderado
de la demandada Mina La Margarita S.A.

I. ANTECEDENTES

El demandante llamó a juicio a la sociedad accionada


con el fin que se declare que entre ellos existió un contrato
de trabajo, a término fijo, el cual se suscribió el 8 de febrero
de 1999, para ser ejecutado por un término inicial de 4
meses, pero que se prorrogó sucesivamente hasta el 12 de
marzo de 2006, fecha en la cual, aduce, le fue terminado de
forma ilegal, por lo que, considera, tiene derecho al
reconocimiento de la indemnización por despido injusto, en
el periodo comprendido entre el 13 de marzo de 2006 y el 7
de febrero de 2007.

Así mismo, pide que se declare que el accidente de


trabajo que sufrió y la consecuente pérdida de su capacidad
laboral, son imputables a la culpa del empleador y que, por
ese motivo, la accionada está obligada a pagarle la
indemnización total y ordinaria de perjuicios, en los
términos del artículo 216 del CST.

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Como consecuencia de lo anterior, reclama que se


condene a la accionada a reconocer y pagar la
indemnización causada a título de daño emergente, lucro
cesante, perjuicios morales, estéticos y fisiológicos, junto
con la indemnización por despido sin justa causa; la
indexación de las condenas y las costas del proceso.

Para fundamentar sus pretensiones, informó que


celebró contrato de trabajo con la mina La Margarita S.A., el
cual inició el 8 de febrero de 1999 y si bien, inicialmente fue
pactado con una duración de 4 meses, se prorrogó hasta el
12 de marzo de 2006, momento en el que le fue terminada
la relación de forma ilegal. Al respecto, advirtió que el 30 de
marzo de 2006, cuando se encontraba laborando, su
empleador le informó de la finalización de su vínculo
laboral, con efectos retroactivos desde el 12 de marzo
anterior, conducta que califica de ilegal, no sólo porque no
se le informó de esa situación a través de preaviso, sino
porque se desconoció que el despido sólo puede tener
consecuencias hacia el futuro. Por ese motivo, considera
que tiene derecho al pago de la indemnización por el
despido injusto.

En lo que se refiere a las circunstancias en que se


desarrolló el contrato de trabajo, indicó que estaba
encargado de desempeñar «oficios varios», con un salario
promedio mensual de $990.387 y que sus labores las
realizaba al interior de los socavones de la mina La
Margarita, ubicada en el municipio de Titiribí, de donde se

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extrae carbón de piedra, más conocido como «hulla»;


actividad que, según los Decretos 1295 de 1994 y 1607 de
2002 es catalogada de riesgo máximo y clasificada en nivel
V.

En relación con el accidente de trabajo, informó que


ocurrió debido a una explosión que se produjo dentro de la
mina, causada por una extracción insuficiente de los gases
que circulan al interior de los socavones, lo cual originó una
emisión de fuego incontrolable en los túneles, que le
generaron graves y dolorosas quemaduras en un 60% de su
cuerpo, 50% de las cuales fueron clasificadas como de
tercer grado y el 10% restante, de segundo grado, junto con
una pérdida de capacidad laboral del 68.45%, según
dictamen emitido el 22 de noviembre de 2005 por la
administradora de riesgos profesionales del ISS.

Así mismo, señaló que sus músculos, piel,


articulaciones, cara, pelo y manos quedaron destrozados, lo
que le generó una afectación estética y fisiológica, junto con
una afección en su autoestima, su personalidad y
problemas para relacionarse con otras personas, al igual
que un «gran dolor moral» (f.° 6); perjuicios que considera,
deben ser reparados.

En cuanto a la eventual responsabilidad que tuvo el


empleador en la ocurrencia del referido accidente, comenzó
por explicar que, para extraer el carbón, la empresa utiliza
dinamita, elemento que es explotado en condiciones
inseguras, entre otras cosas, porque se utiliza un sistema

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de llama abierta y se emplean cables eléctricos normales y


no protegidos con empalmes cerrados, pese a que dicho
proceder se encuentra prohibido en el ejercicio de
actividades riesgosas en minería.

Puntualizó que, para que se produzca una explosión


en una mina se requiere que dentro de los socavones exista,
de una parte, una presencia de gas y, de la otra, un agente
iniciador que genere una chispa que prenda ese elemento;
condiciones que debe controlar el empleador con el fin de
evitar la ocurrencia de accidentes laborales. Así, aseveró
que, si se hace una debida extracción del gas, no sólo en el
sitio donde se va a efectuar la detonación, sino en los
túneles y en los lugares donde se encuentran las personas
que manipulan ese explosivo, no tendría por qué
presentarse ningún evento desafortunado, lo que le permite
concluir que «si se hizo una bola de fuego, era porque existía
una concentración de éste y con una chispa se prendió» (f.°
2).

Aseveró, respecto del agente iniciador que, en este


caso se emplearon cables de energía que no eran de
seguridad y cuyos empalmes no estaban sellados.
Entonces, afirmó, como la mina tenía concentración de gas
en su interior y entró en contacto con una chispa que
originó un corto circuito, éstos dos factores, en conjunto,
ocasionaron el accidente de trabajo.

Puso de presente que, en el informe elaborado por el


empleador y dirigido a la administradora de riesgos

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profesionales del ISS, se puede leer que el accidente ocurrió


cuando el trabajador «se encontraba en el frente del trabajo
cuando hubo un corto circuito en presencia de metano,
ocasionando una explosión de fuego» (f.° 3). Precisó que en
este caso no se hizo una debida extracción del gas en la
mina, pues se realizó sólo parcialmente y «tampoco utilizó el
agente iniciador de la dinamita» (f.° 3), conductas que, a su
juicio, demuestran el actuar negligente de la sociedad
accionada.

Añadió que, para el momento del suceso, su


empleador no cumplía con las normas y los procedimientos
establecidos para el trabajo al interior de los socavones, ya
que no se verificaban las concentraciones de gas de forma
permanente y sólo se controlaban áreas parcializadas, lo
que llevó a que en este caso no se verificara la presencia de
metano en el lugar en el que se originó el corto circuito.
Además, adujo que se utilizaron cables inseguros para la
manipulación de los elementos explosivos y no se le dio la
inducción necesaria para el desempeño de sus funciones,
toda vez que «no se le indicó los sitios peligrosos y de alto
riesgo, además en el contrato de trabajo figura como minero,
no como dinamitero» (f.° 4).

Agregó que, aparte de los mencionados actos


imprudentes, los trabajadores que estaban encargados de
cumplir otras funciones importantes para controlar las
emisiones de gas, no lo hicieron de manera correcta, ya que
no verificaron si, en el preciso momento en que se iba a
efectuar la explosión, había altas concentraciones de

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metano en el sitio donde ocurrió el accidente. Así mismo,


narró que se le suministraron elementos mínimos de
protección, concretamente, guantes, zapatos y casco, pero
que eran insuficientes para contrarrestar el riesgo al que
estaba expuesto.

En ese orden de ideas, estima que la demandada no


actuó con la debida diligencia y cuidado que los hombres
suelen emplear ordinariamente en sus negocios y que
incumplió los deberes de protección y seguridad
consagrados en los artículos 56 y 57 del CST; 176 de la
Resolución 02400 de mayo de 1979 y 21 del Decreto 1295
de 1994. Consideró que, dado que las actividades a las que
se dedica la demandada son consideradas de riesgo
máximo, su culpa debe presumirse, invirtiéndose la carga
de la prueba.

Como datos adicionales, advirtió que nació el 24 de


febrero de 1968; que la administradora de riesgos
profesionales del ISS adelantó una investigación sobre las
eventuales causas generadoras del accidente, cuyos
resultados se encuentran en poder de la demandada; que
en la reliquidación de sus prestaciones sociales se le tuvo
en cuenta únicamente la suma de $926.786 y que;
mediante Resolución 129 de 2006, el ISS le reconoció
pensión de invalidez de origen profesional.

Al contestar la demanda, la sociedad Mina La


Margarita S.A. se opuso a las pretensiones incoadas en su
contra. Frente a los hechos, admitió aquellos relacionados

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con la existencia del contrato de trabajo; el reconocimiento


de la pensión de invalidez en favor del actor, por parte del
ISS –precisando que por este motivo se dio por terminada la
relación laboral- las labores ejercidas por esta persona y la
elaboración de un informe de accidente de trabajo de parte
de la empresa; los demás, los negó, dijo no constarle o no
tener esa calidad.

En cuanto a la terminación del vínculo laboral entre la


sociedad y el actor, indicó que tuvo como origen el
reconocimiento pensional que el ISS otorgó a esta persona y
aclaró que la falta de un preaviso que diera cuenta de esa
desvinculación no podía convertirse en una causal de
despido injusto, máxime si, de tiempo atrás, aquél no
ejercía ninguna labor en la mina ni hacía presencia en la
empresa, por lo que ese aviso constituiría, a lo sumo, un
acto simbólico. Precisó que el último contrato se ejecutó
entre el 8 de junio de 2005 y el 7 de junio de 2006.

Frente a las circunstancias en que ocurrió el accidente


de trabajo, aclaró que en la mina no se presentó ninguna
explosión, sino simplemente que el gas metano generó una
combustión en el frente en el que operaba el trabajador, sin
que ese fuego hubiese recorrido los túneles del socavón.
Ello explica por qué la única persona que resultó afectada
ese día fuera el demandante, ya que el resto de los
socavones contaba con suficiente ventilación.

Indicó que, contrario a lo sostenido en la demanda, el


accidente se produjo por culpa exclusiva del trabajador,

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quien omitió medir la concentración de gas metano en la


zona de sus labores, pese a que, para ello, contaba con un
instrumento denominado metanómetro «exponiéndose
imprudentemente a sus consecuencias» (f.° 64). Precisó que
la llama abierta, los cables, motores eléctricos normales y
los trabajos de soldadura de arco, son permitidos en las
minas de carbón que no hubieran sido declaradas
previamente peligrosas por una autoridad competente, dado
el alto contenido de metano permanente en su atmósfera, lo
que no había ocurrido con la mina La Margarita. En esa
medida, adujo que la única condición para realizar trabajos
que implicaran el uso de llama abierta, era la de medir la
concentración del gas metano y, en caso de que éste
reflejara niveles superiores al 1%, lo procedente era diluirlo,
ventilando el sitio de trabajo hasta que mostrara una
concentración inferior al máximo permitido.

Advirtió que la mina cuenta con medios para su


ventilación, como los compresores, ventiladores y medidores
de control de gases y reiteró que uno de los metanómetros
estaba a cargo del demandante, quien conocía las
instrucciones de su uso, pese a lo cual, no lo hizo,
«obligación que omitió e infligiéndose por su culpa las
quemaduras que padece» (f.° 65).

Insistió en que una de las funciones del demandante


era la de efectuar la medición de gas en su frente de
trabajo; que contaba con más de cinco años de experiencia
en ese oficio y que recibió un instructivo sobre el control de
metano al interior de la mina. Descartó que el suceso

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hubiera ocurrido por la negligencia de otros trabajadores de


la empresa, pues el día de los hechos, el trabajador se
encontraba sólo y fungía como supervisor suplente, esto es,
no se trataba de un minero cualquiera, sino de una persona
calificada en el oficio, que debía estar al tanto de todo (f.°
66).

Invocó las excepciones de ausencia de culpa por parte


de la empresa, culpa de la víctima, pago con subrogación y
prescripción.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Promiscuo del Circuito Adjunto de Caldas


-Antioquia, mediante fallo del 15 de febrero de 2013,
resolvió:

Primero: Declarar probadas las excepciones de ausencia de


culpa por parte de la empresa y culpa de la víctima, tampoco
habrá lugar a declarar la supuesta ilegalidad del despido, ni a
ordenar el pago de la indemnización consagrada en el artículo
65 del C.S.T. del Trabajo, tal como se indicó en la parte motiva,
dentro del presente proceso Ordinario Laboral de primera
instancia, promovido por Alveiro de Jesús Chavarriaga, contra
Mina La Margarita S.A., despachando así desfavorablemente las
pretensiones del demandante.

Segundo: Se ordena remitir el proceso al HONORABLE


TRIBUNAL SUPERIOR DE MEDELLÍN, SALA LABORAL, tal
como lo dispone el artículo 69 del Código Procesal Laboral, para
que se surta el grado jurisdiccional de CONSULTA, en caso de
que la decisión no sea apelada oportunamente.

Tercero: Costas a cargo de la parte demandada, vencida en


juicio en un 100%. Para efectos de que se tenga en cuenta en la
liquidación de las costas, se fijan como AGENCIAS EN
DERECHO, en la suma de $589.500.oo (Artículo 19 de la Ley
1395 de 2010, que modifica los numerales 1 y 2 del artículo
392 del C. de P. Civil).

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación del demandante, la Sala Laboral del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín,
mediante fallo del 22 de abril de 2016, resolvió:

PRIMERO: REVOCAR el numeral primero de la sentencia


recurrida en cuanto declaró probada la ausencia de culpa por
parte de la empresa Mina la Margarita S.A., y en su lugar
DECLARAR probada la culpa patronal de esta, en relación con
el accidente de trabajo sufrido por el señor Alveiro de Jesús
Chavarriaga y CONDENAR a la sociedad Mina la Margarita S.A.
al pago de las siguientes sumas:

- Por perjuicios materiales del demandante los cuales


ascienden a la suma de CIENTO CINCUENTA Y NUEVE
MILLONES QUINIENTOS MIL NOVESCIENTOS
VEINTICINCO MIL PESOS CON ONCE CENTAVOS
$159.550.925,11, debidamente indexados.

- Perjuicios morales 100 salarios mínimos mensuales legales


vigentes.

ABSOLVER a la sociedad demandada del pago de los


perjuicios fisiológicos, conforme lo expuesto en la parte
motiva de la sentencia, CONFIRMAR el numeral en todo lo
demás.

SEGUNDO: CONDENAR a la Mina La Margarita S.A. al pago de


la suma de CUATROCIENTOS TREINTA Y OCHO MIL
SEISCIENTOS SETENTA PESOS $438.670, por la omisión en el
preaviso que debió dar al trabajador, en los términos
sustentados en este proveído, esta suma deberá ser indexada al
momento de su pago.

Sin costas en esta instancia.

El Tribunal fijó dos problemas jurídicos concretos a


resolver: el primero, si la demandada estaba obligada a
pagar la indemnización por despido injusto al trabajador,
teniendo en cuenta que se invocó como justa causa para
dar terminado el contrato, el hecho de haberle sido
reconocida una pensión de invalidez; el segundo, si estaba

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comprobada la culpa del empleador en la producción del


accidente laboral sufrido por esta persona.

Sobre el primer asunto, puso de presente que, en la


carta de terminación del contrato de trabajo, la demandada
le invocó al actor, como justa causa de su despido, el
reconocimiento de la pensión de invalidez. Señaló que la
normatividad aplicable en esta materia es el numeral 14 del
artículo 62 del CST y el artículo 7 del Decreto 2351 de
1965, a través de los cuales se consagra la obligación del
empleador, en los eventos previstos en los numerales 9 a
15, de dar preaviso al trabajador sobre el hecho del despido,
con un término de anticipación no menor a quince días,
exigencia que, adujo, no se cumplió en este caso.

Ante ese panorama, consideró que la accionada había


actuado con desconocimiento de esa normativa, ya que el
30 de marzo de 2006 informó al trabajador sobre la
terminación de la relación laboral, precisándole que el
despido venía surtiendo efectos desde el 12 de marzo
anterior; con lo que no sólo omitió cumplir el trámite
dispuesto en estos casos, sino que le dio a la
desvinculación, un efecto temporal inadmisible.

De modo que, indicó, si la voluntad del empleador era


dar por terminado el contrato de trabajo, lo procedente
habría sido que hubiera informado al actor de esa situación
previamente. En consecuencia, explicó que, como la
notificación de dicha determinación fue el 30 de marzo de
2006 y, en esas condiciones, el preaviso debió surtirse,

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como plazo máximo, el día 15 del mismo mes y año, el


accionante tendría derecho, por concepto de indemnización,
al pago del valor correspondiente a esos quince días.

Ahora bien, en relación con la culpa del empleador,


indicó que incumbe, a quien alega, acreditar los hechos en
los que apoya sus pedimentos, en los términos del artículo
177 del CPC. Luego de ello, procedió a analizar las pruebas
obrantes en el plenario, las cuales, dado su contenido
descriptivo y la forma en la que las analizó el Tribunal,
resulta pertinente transcribirla en algunos de sus apartes.

En primer lugar, advirtió que, a folio 112 del


expediente, reposaba un documento contentivo de la
investigación adelantada por el empleador accionado, en
relación con el accidente de trabajo sufrido por el
trabajador, en el cual se relatan las siguientes
circunstancias de tiempo, modo y lugar de dicho suceso,
así:

Se realizó medición de gas antes de iniciar la labor, después del


desayuno no se realizó ninguna medición acumulándose gas
metano, me disponía a hacer la voladura en el frente de trabajo
cuando ocurrió un corto circuito en el cable eléctrico (cable
dúplex) presentándose un incendio en el frente de trabajo
quemándome el 60% del cuerpo, brazos, cuello, miembros
superiores y espalda.

Luego de ello, para describir la forma en que se hacen


las voladuras en la mina La Margarita, trajo a colación el
testimonio de Humberto Mejía Laverde quien, al respecto,
explicó que:

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En la mina existen varias formas de hacer las voladuras, todas


ellas utilizan como explosivo base indugel, en unos casos se
utiliza mecha lenta asociada a un fulminante no eléctrico con
utilización de llama abierta que recorre la mecha detona el
fulminante y produce la explosión que a su vez arranca el
carbón, para evitar la utilización de llama abierta conducida a
través de la mecha se opta por hacer detonaciones con
conducción de energía eléctrica hasta el detonador evitando que
en el frente donde está el carbón que es el sitio más peligroso se
produzcan explosiones de gas. En estos casos la fuente de la
corriente eléctrica esta retirada del sitio donde se hace la
voladura, pero como puede allí también haber gas, debe tenerse
la precaución de hacer la medición de éste para que no ocurra
el encendido con producción de llama de este gas. El sistema
que se estaba utilizando al momento del accidente era el
eléctrico.» (f.° 332).

Del mismo modo, expuso que en el manual de


procedimientos y funciones de la mina, constaba una
descripción de las operaciones básicas mineras de arranque
del mineral con explosivo, en las que se resaltaba el hecho
de que, sólo en algunas ocasiones y, ante la ausencia total
de mecha lenta, era posible utilizar espoleta eléctrica, esto
es, dos cables «encauchetados» de bajo calibre unidos por
una resistencia que, al momento de recibir corriente
eléctrica, generan una pequeña chispa al interior del
fulminante, haciéndolo estallar. Precisó que, en tales
eventos, las medidas de seguridad consisten en «mantener
aislado este elemento de las redes eléctricas mediante la
utilización de un recipiente plástico para aislarlo de los
campos electromagnéticos» (f.° 332).

Advirtió que, en el interrogatorio rendido por el


demandante, éste admitió que la medición de gases era un
paso primordial para efectuar cualquier tipo de trabajo en
la mina y que para controlar esa actividad, se diligenciaban
unos cuadernos en los que se anotaba el porcentaje de

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concentración de gas en cada frente de labores; libros que


fueron suscritos por él, durante el tiempo en el que fungió
como supervisor y que «después aparece la firma de la
persona que me recibió a mi» (f.° 332).

Sobre este mismo punto, indicó que, según el testigo


Jesús Humberto Mejía -ingeniero de minas y gerente de la
sociedad demandada- las mediciones de gases en los
socavones podían ser hechas por aquellas personas
encargadas de varios frentes y cuando el responsable
conocía del funcionamiento de los equipos, en una idea de
«autoseguridad». Agregó que dicho declarante explicó que
«cuando un encargado de control de gas, toma mediciones en
los frentes en los cuales él no trabaja, deja constancia de
que le midió el frente a otros trabajadores, cuando el
trabajador hace la medición en su propio frente de trabajo,
no deja la constancia» (f.° 332).

Así mismo, señaló que Juan Felipe Loaiza Oquendo,


ingeniero de minas y trabajador de la sociedad accionada,
puso de presente que, en los eventos de extracción de
carbón virgen al interior de la montaña, es muy común que
se encuentre gas tóxico en el ambiente, por lo que los
controles son más intensos; que las mediciones se realizan
todos los días al iniciar cada turno en la mañana; que en
las zonas en las que las concentraciones de metano son
muy elevadas, el monitoreo debe hacerse antes y después
de realizar trabajos de perforación y voladura y que, el día
del accidente, el encargado de esa labor era Ramiro
Ramírez, quien fungía como supervisor.

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Por el contrario, advirtió que Ramiro Ramírez había


afirmado que, el día del accidente, esa labor le correspondía
al demandante y no a él, pues aquél contaba con un
medidor que estaba a su disposición. Consideró que ésta
última versión no era creíble pues, en todo caso, tal como lo
informó Juan Felipe Loaiza, cuando el actor sufrió el
accidente laboral, se desempeñaba como nivelero y el único
supervisor era Ramírez.

Advirtió que no era claro si el actor tenía a su


disposición el metanómetro cuando se dirigía a realizar la
voladura ya que, por una parte, Juan Felipe Loaiza adujo
que Ramiro Ramírez, una vez hizo la primera medición de
gas, le dijo al trabajador que llevaría ese instrumento a
cargar en la superficie y que éste quedaría «de reclamarlo
después de desayunar para medir y hacer la voladura» (f.°
333). No obstante, adujo que, el propio Ramírez aseveró
que, luego de hacer la medición en la zona en que ocurrió el
accidente, «hizo 5 mediciones más, llevando el metanómetro
y que en dos o tres horas quedaba el metanómetro libre a
disposición del señor Alveiro Chavarriaga» (f.° 333); por lo
que no era posible admitir que el metanómetro se
encontraba en la superficie cargándose y, al mismo tiempo,
que estaba en poder del supervisor. Esa contradicción de
versiones, en su criterio, lo que evidenciaba era que en la
mina no existían los instrumentos suficientes para realizar
ese control de concentración de gases y que el día del
accidente, el actor no contó con uno de ellos a su plena
disposición.

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También analizó el cuaderno de medición de gases y


concluyó que de su estudio podía inferirse que la
demandada no llevaba el suficiente control y cuidado sobre
la concentración de gases en los distintos frentes de la
mina, pues de tales registros era posible deducir que, o
únicamente se hacía una medición diaria y, en otros casos,
«simplemente no se registran mediciones», contrario a lo que
adujo Loaiza Oquendo.

Una vez hechas tales referencias sobre las pruebas


obrantes en el plenario, indicó que podía concluirse lo
siguiente: i) la empresa demandada, a través de sus
supervisores, realizaban la medición de gases en la mina,
sólo una vez al día; ii) «escapa del control de la empresa la
medición de gases que debe realizar el trabajador, una vez
deba iniciar la voladura» (f.° 334) y; iii) es claro que en el
frente en el que trabajaba el demandante, existía un peligro
inminente de concentración de gases, pese a lo cual, la
empresa no probó que en esa zona existieran medidas
extremas de seguridad o que estuviera a disposición
permanente de los trabajadores de ese lugar, un
metanómetro.

Aunado a lo anterior, advirtió las siguientes


irregularidades cometidas por la empresa: en primer lugar,
puso de presente que, si bien era cierto que el trabajador
conocía del funcionamiento de los equipos de medición de
gases -pues aquél admitió que se encargó de esa labor
cuando se desempeñó como supervisor- ello no conducía a

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aceptar que, para el momento en que ocurrió el accidente, a


él le correspondía el deber de controlar la concentración de
gases, pues ello era función del resorte exclusivo del
supervisor. Precisó que a folio 30 del plenario, en el que se
señala el procedimiento a seguir para la medición de gases
con multidetector, se puede observar que se trata de una
tarea asignada al supervisor y que «ningún otro cargo de los
que allí se describen contempla como función realizar dicha
medición» (f.° 335).

Puntualiza que, aunque la demandada pretende


endilgarle la responsabilidad al actor frente a la tarea de
medición de la concentración de gases el día en que sufrió
el accidente –dado sus amplios conocimientos sobre el
tema- esa situación no se traducía en que la sociedad no
debiera ejercer el control de dicha actividad «cuando
persona diferente al supervisor realizara la medición de
gases, tal como era la práctica que se manejaba al momento
de ocurrir el accidente» (f.° 335). Consideró que fue
desacertado dejar esa actividad al criterio de autoseguridad
de los trabajadores.

En segundo lugar, concluyó que la empresa estaba


empleando materiales inseguros para la explosión en los
socavones. Así, indicó que, de conformidad con lo
manifestado por los testigos de ambas partes, para generar
la detonación se usaba una espoleta fabricada por personal
de la empresa, explicando que, si bien, la que emplea las
Fuerzas Militares era más segura -pues consiste en un
cable protegido con empalmes cerrados- su venta comercial

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era restringida, debido a los actos de violencia que ocurren


en el país. Subrayó que, en este caso, la accionada no logró
demostrar que la espoleta artesanal cumpliera con los
estándares exigidos para su uso en actividades de alto
riesgo, máxime si el artículo 127 del Decreto 1335 de 1987,
exige que en frentes de carbón se utilicen dinamitas de
seguridad o permisibles debidamente certificadas por el
fabricante.

Agregó que, del análisis de las fotografías en las que se


evidencian las lesiones y secuelas que le produjo al actor el
accidente de trabajo, podía evidenciarse que la mayoría de
las quemaduras se presentaron en la parte posterior del
cuerpo, la cara y pectorales, lo que permitía inferir que la
llama de fuego hizo contacto con él, mientras estaba de
espaldas «pues en la utilización de este mecanismo, la fuente
de la corriente eléctrica está retirada del sitio donde se hace
la voladura» (f.° 336). Esta situación, en su criterio, era
demostrativa de una falla del instrumento de trabajo que se
manipulaba al momento de la explosión, esto es, un
detonador con conducción de energía fabricado por la
demandada, de forma artesanal.

En consecuencia, resumió que la culpa del empleador


en este caso estaba demostrada, ante su falta de diligencia
en los siguientes aspectos: i) falta de control de la medición
de gases, antes, durante y después de realizar las
voladuras; y ii) falta de elementos indispensables y de
manera permanente a disposición del trabajador, dadas las
circunstancias de peligrosidad de su lugar de trabajo, en

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Radicación n.° 76057

relación con otros frentes, tal como lo manifestaron los


testigos traídos al proceso (f.° 336).

A partir de todas esas reflexiones, concluyó que en


este evento estaba demostrada la culpa del empleador en la
ocurrencia del accidente de trabajo, por lo que lo
procedente era revocar la decisión apelada. Para efectos de
la liquidación de los perjuicios materiales, tuvo en cuenta la
tasación efectuada en el dictamen pericial obrante a folios
161 a 165 del plenario; los morales los fijó según criterio
judicial y aclaró que los fisiológicos no habían podido
calcularse, pese a que en el trámite se insistió en la práctica
de la prueba que determinara su cuantía, sin que hubiera
sido posible.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

El recurso fue interpuesto por la parte demandada,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, por lo
que se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

La sociedad Mina La Margarita S.A. pretende que la


Corte case la sentencia recurrida, para que, en sede de
instancia, confirme el fallo de primer grado.

Con tal propósito formula un cargo por la causal


primera de casación, el cual fue replicado.

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Radicación n.° 76057

VI. CARGO ÚNICO

Acusa la sentencia de ser violatoria, por la vía


indirecta, en la modalidad de aplicación indebida de los
artículos 23, 24, 32, 55, numerales 1, 2 y 3 del 57, 69, 70 y
216 del CST; 16 de la Ley 496 de 1998 y 1, 3, 16, 30 y 51
del Acuerdo de Cartagena y la decisión 584 de 2004,
emanada de la Comunidad Andina de Naciones –CAN.

Indica que dichos quebrantos normativos se


produjeron como consecuencia de la comisión de los
siguientes yerros fácticos:

Dar por demostrado, sin estarlo, que en el presente caso se


acreditó la culpa patronal de Mina La Margarita en relación con
el accidente de trabajo sufrido por el señor Albeiro de Jesús
Chavarriaga.

No dar por demostrado, estándolo, que la causa determinante


en la ocurrencia del accidente del demandante fue su propio
descuido.

No dar por demostrado, estándolo, que, no obstante, el señor


Chavarriaga reconoció lo vital y trascendente que era realizar la
medición de gases dentro de la mina, cuando se disponía a
hacer la voladura no realizó ninguna medición de gas
metano, lo que obviamente fue la causa eficiente del accidente
de trabajo.

No dar por demostrado, estándolo, que en las instalaciones de


la empresa se encuentra expuesto en un lugar visible el
reglamento de trabajo con vigencia del 18 de diciembre de 2006,
actualizado con el tema de acoso laboral, así como el Manual de
procedimientos y funciones en donde se describen las labores a
realizar por los trabajadores, y el Reglamento de Seguridad
Industrial, fijado en lugar visible de las instalaciones de la
empresa, lo cual evidencia el cumplimiento de las medidas de
seguridad industrial por parte de la demandada.

Considera que los anteriores errores de hecho se


originaron por la apreciación indebida del interrogatorio

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Radicación n.° 76057

rendido por la parte demandante (f.° 139) y la investigación


del accidente de trabajo (f.° 112). Y por la falta de valoración
del despacho comisorio 015, mediante el cual el Juzgado
Promiscuo de Titiribí, llevó a cabo inspección judicial a la
mina La Margarita el 10 de diciembre de 2007.

Así mismo, indicó que se apreciaron indebidamente los


testimonios de Juan Felipe Loaiza (f.° 149 a 152) y Ramiro
de Jesús Ramírez y no se valoró la declaración de Orlando
de Jesús Calle Rojas (f. 141 a 143).

Para fundamentar la acusación, reprocha que el


Tribunal hubiera declarado la culpa de la demandada en
relación con el accidente laboral que sufrió el actor y que lo
hubiera hecho con base en pruebas que lo único que
evidenciaban era que la empresa contaba con todas las
medidas de protección y de seguridad, siendo la única
causa determinante de ese suceso, el descuido del propio
trabajador.

Así, explica que el ad quem le dio una lectura


equivocada al interrogatorio rendido por la parte
demandante, deduciendo algo totalmente contrario a lo allí
afirmado, ya que en dicha declaración aquél confesó que el
manejo de gases en los socavones era regla fundamental de
la mina; que fue supervisor durante tres años y medio y que
era considerada una persona «primordial» para la medición
de concentración de metano.

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Radicación n.° 76057

Resalta que para el control de gas en los socavones, el


actor relató que esa actividad quedaba consignada en un
cuaderno y que «todos los días tomaba la medición de gases,
porque eso era primordial y está hasta la fecha en la cual yo
estuve como supervisor laborando en la Mina La Margarita,
después aparece la firma de la persona que me recibió a mí»
(f.° 22), al igual que admitió que en el listado de notificación
del instructivo para personal minero, estaba suscrito por él,
aunque dijo no recordar que se le hubieran dado a conocer.

De otra parte, precisa que el juez de segundo grado


también se equivocó al apreciar la investigación de
accidente de trabajo obrante a folio 112 del plenario, en el
cual consta claramente que, el día de los hechos se realizó
medición del gas antes de iniciar la labor, pero que,
después del desayuno «no se realizó ninguna medición
acumulándose gas metano […]» (f.° 23).

A juicio del censor, las anteriores pruebas son


demostrativas de que, pese a que el demandante admitió
que la medición de gases dentro de la mina era una labor
indispensable y vital a efectos de iniciar sus labores, el día
en que ocurrieron los hechos, no hizo esta tarea «siendo su
responsabilidad, lo que obviamente fue la causa eficiente del
accidente de trabajo» (f.° 23). Advierte que el hecho de que
en la mina sólo se contara con un metanómetro o que el
mismo no estuviera a completa disposición del trabajador,
es un asunto irrelevante, porque lo cierto es que aquél sabía
de antemano la necesidad de efectuar dicho control, pero
que «sin importarle las nefastas consecuencias que su

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Radicación n.° 76057

omisión podía acarrear decidió, con manifiesta negligencia e


imprudencia, realizar la voladura aun cuando existía una
importante acumulación de gas metano» (f.° 23).

Puntualiza que lo anterior se respalda con la


declaración de Orlando de Jesús Calle Rojas -prueba no
apreciada por el Tribunal- quien trabajó con el demandante
hasta un mes antes de que ocurriera el accidente de
trabajo, de acuerdo con la cual, si un supervisor no mide la
concentración de gas, el trabajador corre el riesgo de
quemarse; que las mediciones deben hacerse en la mañana
donde se sabe que existe gas metano; que la empresa
contaba con medidas de protección, como grupos de
seguridad industrial y suministro de elementos de cuidado,
tales como trajes, camisa, pantalones y tapa oídos;
afirmaciones de donde se puede deducir la diligencia de la
empresa en proporcionar a sus trabajadores todas las
herramientas de protección personal.

Así mismo, advierte que Juan Felipe Loaiza Oquendo


manifestó que el trabajador accidentado le informó que,
luego del desayuno, cuando se dirigía a hacer la voladura,
se dio cuenta que había dejado el metanómetro en la
superficie y que, si bien pensó en ir a buscarlo «no salió
para no perder tiempo y se arriesgó a hacer la voladura con
los resultados del accidente» (f.° 24), de modo que, tal como
se concluyó en la investigación sobre el accidente que
adelantó la empresa, el suceso ocurrió por un error
humano, motivado por el afán de hacer el trabajo más
rápido. En el mismo sentido, resalta que dicho testigo

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Radicación n.° 76057

indicó que había nombrado al demandante como supervisor


tiempo atrás, dada su experiencia en las labores mineras y
su capacidad para resolver problemas; que durante su
gestión como supervisor no se presentaron accidentes
relacionados con explosiones por gas y que, en varias
ocasiones, recibió capacitaciones acerca del manejo de
gases y explosivos.

Añade que Ramiro de Jesús Ramírez afirmó que, el día


del accidente, el actor estaba encargado de hacer la
medición de gases y que conocía ampliamente la forma en
que debía hacerlo, pues fungió como supervisor, pero que
no lo hizo porque «se le olvidó llevarlo»; en cuanto al
metanómetro puntualizó que «yo salí a desayunar y él
también salió conmigo y no subió por él» y, en relación con la
presencia de gas en el frente donde laboraba el actor, indicó
que «[…] si a primera hora lo diluimos entre él y yo casi a
cero, a 0.3 o 0.4 y se volvía a medir a la hora de la quemada»
(f.° 25). Considera que esa declaración fue indebidamente
valorada, pues de allí no se dedujo la culpa exclusiva del
demandante, pese a que, de su dicho, era posible inferir que
el accidente se presentó por una explosión de metano y un
corto circuito, generados por la falta de diligencia de aquél.

Expresa que una valoración conjunta de tales


elementos de prueba le hubiera permitido concluir al
Tribunal que el demandante, bajo su propio riesgo, decidió
hacer la voladura sin haber realizado, previamente, la
medición de concentración de gas metano. De haber
cumplido el procedimiento dispuesto para estos casos, el

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Radicación n.° 76057

cual era de amplio conocimiento de aquél, el accidente de


trabajo no hubiera ocurrido, por lo que es claro que se
configuró una culpa exclusiva de la víctima.

Por último, indica que el Tribunal no apreció el


despacho comisorio, con base en el cual, el Juzgado
Promiscuo del Circuito de Titiribí, llevó a cabo inspección
judicial a la mina La Margarita, el 10 de diciembre de 2007.
En dicha diligencia, el juzgado constató que en las
instalaciones de la empresa se encuentra publicado, en un
lugar visible, el reglamento interno de trabajo, con vigencia
del 18 de diciembre de 2006, junto con el manual de
procedimientos y funciones y el reglamento de seguridad
industrial. Igualmente, se encontró un manómetro digital,
en buen estado; dos medidores de multigases M40; una
bomba con tubo para la medición de varios gases y dos
compresores de aire para su dilución. También se evidenció
una carta de recomendación en favor del actor, elaborada
por el jefe de la mina Excarbón de Tiriribí; un formato de
reporte de presunto accidente de trabajo; el informe médico
de lesiones; fotografías; autoliquidaciones del Seguro Social;
copias de cheques de pago y cuaderno de control de gases;
elementos todos estos que, indica, demuestran que la
empresa cumplía a cabalidad las medidas de seguridad
para la prevención de accidentes laborales.

Concluye que en este evento se encuentra demostrado


que la sociedad accionada adoptó todas las medidas de
protección y de seguridad, dentro de las que se destacan,
sistemas de ventilación y medidores para el control de

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Radicación n.° 76057

gases, de manera que la causa determinante en la


ocurrencia del accidente de trabajo, fue el descuido del
trabajador al no seguir los procedimientos seguros para
efectuar la explosión en los socavones, específicamente, no
realizar la medición de metano el día del referido suceso,
pese a contar con la experiencia y el conocimiento suficiente
acerca de los protocolos necesarios en el oficio de la
minería.

Agrega que el Sistema de Seguridad Social Integral


pagó los derechos en favor del demandante, derivados de la
responsabilidad objetiva «pero no tiene derecho a lo pedido
en esta demanda pues jamás se demostró la culpa patronal
en la ocurrencia del accidente» (f.° 27).

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VII. RÉPLICA

El demandante considera que el alcance de la


impugnación no comprende la totalidad de las
condenas impuestas a la demandada por parte del
Tribunal pues, si bien solicita la casación total del fallo
de segundo grado, el cargo que formula se dirige
exclusivamente a desvirtuar la legalidad de aquella
relacionada con la indemnización de perjuicios a título
de culpa patronal, dejando indemne la relativa a la
indemnización por el despido injusto. De modo que,
estima que en el evento en que se case la sentencia, no
sería posible revocarla en su integridad.

Aduce que no se configuraron los errores de


hecho denunciados por la censura, pues para
demostrarlos se recurre, casi que fundamentalmente,
a prueba no apta en casación, a saber, la testimonial.
Sobre los demás elementos de juicio denunciados,
considera que no evidencian un yerro derivado de su
valoración, toda vez que no existe ninguna confesión
en su interrogatorio y el acta de inspección judicial
revela asuntos que no fueron desconocidos por el juez
de segundo grado.

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Radicación n.° 76057

Añade que el ataque no logra derruir todos los


soportes de la sentencia impugnada, concretamente,
aquellos que evidencian una falla en el suministro de
elementos de trabajo al actor, autorizando la
denotación a través de conductores de energía
elaborados artesanalmente; supuesto que, aunado a la
inexistencia de un control en la medición de gases,
fueron las causas de la ocurrencia del accidente de
trabajo.

De manera que, precisa, es claro que el accidente


de trabajo ocurrió por culpa del empleador quien, pese
a dedicarse a actividades altamente riesgosas, no
adoptó las medidas necesarias para proteger a sus
trabajadores ni empleó los elementos idóneos para la
ejecución de ese tipo de labores. Alude que, en el
evento en que se llegara a considerar que hubo algún
descuido de su parte, «está lejos de configurar una
culpa exclusiva» (f.° 36).

VIII. CONSIDERACIONES

Previo a resolver el asunto planteado, la Sala debe


poner de presente que, dada la forma en que el cargo fue
formulado, se entiende que lo pretendido por el casacionista
es que se revoque la decisión de segundo grado, en lo que
tiene que ver con la declaratoria de culpa del empleador y
las consecuencias económicas que de ello se derivan y, en
ese sentido, confirmar la absolución del a quo. De manera
que, de prosperar sus reproches, la casación sólo se

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Radicación n.° 76057

referiría a esa específica condena y no, a la indemnización


por la terminación de la relación laboral, sobre lo que no
discutió el recurrente. Con esto queda resuelta la duda
planteada por la opositora.

Hecha esta aclaración, se tiene que la tesis que la


censura plantea se centra en un aspecto puntual: que el
accidente de trabajo ocurrido en la mina La Margarita se
debió a un actuar negligente y exclusivo del trabajador,
quien, previo a hacer la respectiva voladura, omitió medir la
concentración de metano en los socavones, pese a que
contaba con amplios conocimientos acerca de la necesidad
de adelantar esos controles y desatendiendo el hecho de
que, anteriormente, se había desempeñado como
supervisor, cargo al que le está asignado específicamente, el
monitoreo constante de los niveles de gases tóxicos.

Para demostrar esa culpa exclusiva de la víctima, la


censura denuncia varios elementos de prueba que, a su
juicio, al no ser valorados o apreciados correctamente por el
Tribunal, condujeron a que se condenara al empleador,
pese a que éste cumplió los protocolos de seguridad
dispuestos en los reglamentos internos de la empresa y
suministró al trabajador todos los elementos de protección,
precisamente, con el fin de evitar sucesos como el que
ocurrió, pero que «fueron inevitables, en razón de la
negligencia de aquél en acatarlos».

En consecuencia, la Sala procede a estudiar dichos


medios de convicción, precisando que abordará el análisis

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Radicación n.° 76057

de aquellas pruebas que son aptas en casación y, sólo en el


evento de demostrarse un yerro evidente en la valoración de
alguna de ellas, será viable la referencia a las de naturaleza
testimonial, igualmente denunciadas por la censura.

Pruebas no apreciadas

a. Despacho comisorio, mediante el cual el Juzgado


Promiscuo de Tiriribí llevó a cabo inspección judicial a
la Mina La Margarita (Cuaderno 2)

Sobre este elemento de prueba, el censor dice que el


juzgado comisionado pudo constatar que, en las
instalaciones de la mina, estaban publicados en un lugar
visible, el reglamento interno de trabajo; el manual de
procedimientos y de funciones y el reglamento de seguridad
industrial de la empresa; al igual que se constató que se
contaba con un manómetro, dos medidores de gases; una
bomba con tubo; dos compresores de aire para su dilución
y otros elementos de protección. Esos hallazgos, en su
criterio, demuestran que la empresa adoptó todas las
medidas necesarias para proteger a sus trabajadores y que,
en consecuencia, la causa determinante de ocurrencia del
accidente fue el propio descuido del actor, al no seguir los
procedimientos dispuestos para la voladura «puesto que al
momento del infortunio era el demandante quien debía hacer
la medición de gases […] y quien, además, tenía amplia
experiencia como minero […]» (f.° 26).

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En dicha diligencia de inspección judicial se precisó lo


siguiente:

DILIGENCIA DE INSPECCIÓN JUDICIAL


A LA MINA "LA MARGARITA"

JUZGAD0 PROMISCUO DEL CIRCUITO. Titiribi, diez de


diciembre de dos mil siete. En esta fecha, siendo el día y hora
señalados en auto anterior, el Despacho se constituyó en
audiencia pública con el objeto de llevar a cabo la diligencia de
Inspección judicial de la mina "La Margarita S. A.", conforme a
la comisión conferida por el Juzgado Promiscuo del Circuito de
Caldas (Ant.), en comisorio Nro: 015 dentro del proceso
ordinario laboral de primera instancia promovido por Alveiro
Chavarríaga contra la sociedad Mina "La Margarita", radicado:
2006-00616-00. La Inspección se realizará con el fin de verificar
los datos y hechos insertos y relacionados en el comisorio.
Iniciado el acto, el Despacho se traslada a la finca "La
Margarita", ubicada en zona rural del Municipio a unos cuatro
Kilómetros del casco urbano, en compañia del doctor CARLOS
FEDERICO DELGADO SAÑUDO, quien es el apoderado de la
parte demandada, así como el ingeniero de la mina Jesús
Humberto Mejía Laverde, gerente de la mina "La Margarita". No
asiste la parte demandante ni su apoderado. Una vez en las
instalaciones del jefe de la mina "La Margarita", con la
colaboración del ingeniero Mejía Laverde y del ingeniero Juan
Felipe Loaiza Oquendo, quien es el ingeniero Jefe de Minas y
graduado en la Universidad Nacional en el año 1995, quien
trabaja desde el 22 de septiembre de 2000. En la oficina
procedemos a solicitar los documentos requeridos en el
comisorio, y efectivamente se nos exhibe la mayoría de ellos, los
cuales son revisados someramente y se dispone que su aporte
al expediente comisorio, previa toma de copias en el casco
urbano de Titiribi. Nos enteramos de la conversación con el
ingeniero Juan Felipe que él estuvo al tanto del asunto el día de
su ocurrencia, estaba presente y desde hacía varios años
conocía al demandante y sabía de su experiencia. Además,
compuso personalmente ciertos conceptos escritos y fue
interlocutor de la ARP e ilustro igualmente a sus superiores. Se
dispone escucharlo brevemente a fin de que se plasmen sus
palabras. Al efecto, se le toma el juramento de rigor conforme a
las normas legales, por lo cual juró decir la verdad y nada más
que la verdad. Se le toman los datos civiles y personales y DIJO.
mis nombres están escritos, soy hijo de Jesús y Carolina,
natural de Medellín y residente en Titiribí, casado, tengo 39
años, soy ingeniero jefe de Mina, en la mina "La margarita", con
c.c. nro: 71.701.427 de Medellín. Se le pregunta por el
Despacho. Sírvase hacer un relato extenso y detallado frente a
lo relacionado con el accidente de trabajo sufrido por el señor

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Radicación n.° 76057

Alveiro Chavarriaga, ex empleado de esta empresa; incluyendo


los antecedentes de trabajo, qué actividad desempeñaba en la
mina, y la frecuencia de su trato, cómo lo conoció, etc.
Contesto: Yo conocí a Alveiro desde el momento de mi ingreso a
la empresa. Dada su experiencia en el manejo de todas las
operaciones mineras, a su inteligencia y a su capacidad de
trabajo lo puse en el cargo de supervisor desde el 2001 hasta el
2004, como supervisor; luego, paso a ocupar el cargo de
supervisor auxiliar y su labor principal era como barretero o
avanzador de tambores y nivelero. También desde el 2001
empezó a figurar como dinamitero ante el ejército nacional en
representación de la Mina "La margarita". Tenía entre otras
tareas supervisar todos los frentes de trabajo, realizar las
mediciones de gases diariamente, tomar las medidas correctivas
ante la presencia de gases perjudiciales para las personas,
hasta normalizar las condiciones normales del ambiente de
trabajo, advertir a los trabajadores acerca de cualquier peligro o
riesgo relacionados con la actividad minera, los riesgos que se
presentan pueden ser tales como presencia de gases, derrumbe,
peligros electromecánicos, incendio e inundación. El desarrolló
cabalmente este oficio al punto en que salvo casos esporádicos
no se presentaron accidentes graves durante su gestión en lo
relacionado con el manejo de explosivos y la presencia de gases.
El día del accidente, 22 de marzo de 2005, estaba avanzando el
tambor 45 del nivel I, manto grande. Él tenía a cargo un
metanómetro para dicha labor, ya que en ese sitio por ser el
frente de trabajo más alejado se presentaba constantemente
altas concentraciones de metano. Conocido este peligro, él
procedía a medir durante todo el turno la concentración de
metano antes y después de ejecutar cualquier labor que
implicara la presencia de chispas o llama abierta. En ese
tambor se había optado por el uso de la espoleta eléctrica ya
que no genera humo en comparación con la mecha lenta que
produce llama abierta durante dos minutos y adicionalmente
genera mucho humo por la combustión de su recubrimiento
plástico y de la tela que la cubre y de la pólvora negra que está
en su interior. El gas metano es más sensible y mucho más
peligroso ante una fuerte llama que dura dos minutos que es el
tiempo de combustión de un metro de mecha lenta. De su
parte, la espoleta eléctrica solo produce una pequeña chispa en
una centésima de segundo comparativamente es muchísimo
más seguro trabajar con la espoleta eléctrica desde que las
concentraciones de metano estén en los niveles permisibles. A
eso de las 6 de la mañana de ese día del accidente, el supervisor
Ramiro Ramírez visitó el frente de trabajo con Alveiro y la
concentración de metano estaba a 2.8%, procedieron mediante
ventilación a disminuir la concentración del gas por debajo del
1%. El supervisor le dijo a Alveiro que iba a llevar el medidor a
superficie para ponerlo a cargar para que él lo recogiera en
superficie después del desayuno, a lo cual Alveiro aceptó.
Alveiro salió a superficie a las 8:30 de la mañana, desayunó,
reclamó el material explosivo y entró a la mina al frente de

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trabajo. Una vez allí se dio cuenta que habla dejado olvidado el
metanómetro en superficie. Según él manifestó: le dió pereza
subir por el metanómetro y se arriesgó a modo propio para
ejecutar la voladura, motivo por el cual se accidentó por la
explosión de gas metano en ese tambor. El supervisor Ancízar
Saldaña me manifestó que en varias ocasiones le tuvo que
llamar la atención a Alveiro debido a que él hacía voladuras por
encima del 1% de la concentración de metano. Hasta ahí.
PREGUNTADO: ¿Por favor describa detalladamente cómo se
explota o activa la dinamita en la empresa y en especial la
técnica, sistema y elementos que se usaron en aquella ocasión
especifica en que resultó herido Alveiro? Contesto: Anexamos
manual de procedimiento que es redactado por la empresa, con
base en normas de seguridad industrial emitidas o fijadas por
Indumíl, fotocopia de aparte del libro técnicas sueca de
voladuras por "Rune Gustafsson”, en donde se define el
concepto de iniciación eléctrica y fotografías que muestran los
detonadores eléctricos y la mecha utilizada en Mina La
Margarita, además fotografías del manejo del explosivo en
cuanto a su almacenamiento y cargue en los frentes. En el día
del accidente se inició la voladura con detonador eléctrico tal
como lo define el manual de procedimiento de operaciones en la
mina y con un detonador eléctrico que es definido en el libro de
Voladuras antes citado. Cualquier trabajador que ejecuta
trabajos de perforación o voladura, más aún cuando se tiene
más de 10 años de experiencia en el oficio que ha sido
supervisor por más de dos años, que recibió instrucción no solo
del ingeniero Jefe de la Mina, sino de otros profesionales de
seguridad industrial en minería, tiene qué saber que ante la
presencia de gases explosivos es indispensable medir
permanentemente la concentración de metano antes de generar
cualquier chispa o llama abierta. En este caso, Alveiro ignoró
todos los protocolos mínimos de seguridad, arriesgó su vida y
su integridad física innecesariamente porque, según él, le dio
pereza ir por el metanómetro que le había sido asignado. Alveiro
había recibido capacitación el 30 de agosto de 2004, unos 6
meses antes del accidente, él había recibido capacitación según
documento "Instructivo para el personal minero en caso de
presencia de gases al interior de la mina "La Margarita" y
"Instructivo al personal acerca del manejo de material
explosivo"; está firmado por él. También en el 2004 Alveiro
recibió capacitación por el técnico profesional en salud
ocupacional, Elkin Carvajal, acerca del riesgo eléctrico al
interior de la mina, que, aunque no está firmado por él fue de
su conocimiento ya que él era supervisor de la mina; esta
capacitación se hizo el 17 de enero de 2004. El ingeniero testigo
exhibe el documento. No es más. Seguidamente, el Despacho
procede a relacionar la documentación que se anexará entre
todas las carpetas que fueron puestas a disposición del
despacho. En relación al primer punto de la hoja de vida del ex
trabajador Alveiro Chavarriaga, se sustrajeron de la hoja de vida
del señor Alveiro de Jesus Chavarriaga los siguientes

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Radicación n.° 76057

documentos: 1). Carta de recomendación de la empresa


excarbón S.A. con fecha 21 de enero de 1999; copia del control
de asistencia en capacitación de primeros auxilios Mina "La
Margarita" septiembre 28 de 2004; 2) Hoja de Vida de solicitud
de empleo previa a la contratación del señor Chavarriaga por
parte de Minas "La Margarita". Frente al segundo punto del
comisorio, se presenta el acta de reporte de presunto accidente
de trabajo; la ARP del Seguro Social no consideró oportuno
hacer una investigación o estudio del accidente de trabajo; 3)
punto: se aportan fotocopias del pago de los salarios y
prestaciones sociales durante la vigencia del contrato de
trabajo. 4) Punto: Se constató que en las instalaciones de la
empresa se encuentra expuesto en un lugar visible el
reglamento de trabajo con vigencia del 18 de diciembre de 2006,
dado que hubo qué actualizarlo incluyendo lo pertinente al
tema del acoso laboral. 5) Punto: Estudio del puesto de trabajo
y las actividades que realizaba el demandante, se anexa el
manual de Procedimientos y Funciones en donde se describe las
labores a realizar por los trabajadores en los diferentes puestos
de trabajo. 6) Punto: Reglamento de Seguridad Industrial. Se
encuentra fijado en un lugar visible de las Instalaciones de la
empresa (Mina La margarita), con fecha del 28 de mayo de
1999. 7) Se aporta listado de aportes a riesgos profesionales al
seguro social. 8) Con respecto al informe del comité paritario de
seguridad industrial con respecto al accidente, el ingeniero
Humberto Mejía explica que dada la claridad de lo ocurrido los
trabajadores que conforman el comité paritario y las personas
de la empresa que conforman el comité paritario no
consideraron necesario hacer un informe sobre este particular.
8) punto: Correctivos tomados como producto del accidente de
trabajo. El ingeniero Humberto Mejía manifiesta que desde
antes del accidente de trabajo, durante y hasta la fecha hemos
seguido trabajando en la misma forma descrita en el manual de
procedimientos que se anexa y por lo tanto no se toman
correctivos. Frente al noveno punto, ya se hizo una exposición
clara y detallada de cómo se explota la dinamita en la empresa
mina "La Margarita", en la cual se informa de los documentos
que se anexa. Se constata la existencia en la empresa de un
metanómetro digital en buen estado de funcionamiento;
igualmente, dos multimedidores de gases "M40", que mide entre
otros gases, metano. También hay una bomba con tubos para la
medición de varios gases, en buen estado de funcionamiento. Se
constató, igualmente, que mina "La Margarita S.A. cuenta con
tres compresores de aire, dos de ellos Diesel y uno eléctrico con
los cuales por medio de tubería metálica se inyecta aíre
compromido a la mina que sirve para hacer la dilución de gases
en los sitios de trabajo donde estos se presentan. Se anexa
fotocopia de todos los documentos antes relacionados. No
siendo otro el objeto de la presente diligencia se termina y se
firma siendo las 12 meridiano, por quienes en ella intervienen.

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Radicación n.° 76057

Pues bien, teniendo en cuenta los términos en los que


la censura denuncia este elemento de prueba, la Sala
advierte que sus reproches no logran desvirtuar las
conclusiones efectuadas por el juez de segundo grado. De
una parte, en el fallo cuestionado no se desconoció que la
empresa hubiera informado a sus trabajadores el contenido
de los reglamentos de seguridad o que los mismos no
estuvieran en un lugar visible; menos aún, que aquella no
contara con instrumentos aptos para medir y controlar la
concentración del gas metano en los socavones, por lo que
el hallazgo de tales publicaciones no desvirtúa las causas
que llevaron al Tribunal a endilgarle a la accionada, culpa
en la ocurrencia del accidente de trabajo.

En efecto, el reproche que el ad quem hizo a la


demandada, consistió puntualmente, en que el día del
accidente, la persona encargada de efectuar el monitoreo de
concentración de gas, no lo hizo, delegándolo
indebidamente en el actor; negligencia que no es posible
derruir con la simple alusión a la existencia de elementos
de protección en la mina, precisamente, porque al margen
de los manuales y reglamentos dispuestos para el desarrollo
de tales operaciones, lo relevante es que se acaten en rigor,
lo que, para el juez de segundo grado no cumplió Ramiro
Ramírez, como encargado de esa tarea.

Debe recordarse que el ad quem advirtió que, según el


manual de instrucciones obrante a folio 30 del expediente,
la tarea de controlar las concentraciones de gas inflamable
en la mina La Margarita correspondía al supervisor –para el

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Radicación n.° 76057

día de los hechos, Ramiro de Jesús Ramírez- y que, ningún


otro cargo de los que se relacionaban en ese reglamento,
tenía asignada esa función, lo que descartaba que al actor
le estuviera asignada esa labor de control y que, por
negligencia, hubiera decidido no efectuar.

Además, si bien la demandada menciona que la


empresa contaba con elementos de seguridad, se trata de
una diligencia judicial efectuada dos años después de
ocurrido el accidente –el cual se produjo el 22 de marzo de
2005 y la inspección se llevó a cabo, el 10 de diciembre de
2007- por lo que no evidenciaría con certeza las condiciones
reales de la mina en el día en que se originó el fuego en una
de las áreas del socavón.

Por lo demás, se aclara que, aunque en esa diligencia


se incluyó la declaración hecha por el testigo Juan Felipe
Loaiza Oquendo, la censura no hizo referencia a esas
manifestaciones para deducir de ellas algún error del
Tribunal y, en todo caso, de haberlo hecho, su estudio no
habría sido posible en esta sede, al tratarse de
manifestaciones que se asimilan a un testimonio de tercero,
no apto en casación. Tal y como se señaló en la sentencia
CSJ SL 28 de jul. de 2009, rad. 34798, donde se dijo:

5.-El acta de la continuación de la cuarta audiencia de trámite,


de 28 de junio de 2006 (folios 406 a 409), da cuenta, como lo
aseveró el ad quem, de que “en autos se cuenta con el
testimonio de la señora Martha Azucena Mejía Camacho (folios
406 a 409) quien indica que según acta realizada por el
Ministerio de la Protección Social de fecha 24 de enero de 2003,
por medio de la cual se constató el cese de actividades en las
instalaciones de TELEBUCARAMANGA S.A. E.S.P, se pudo

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Radicación n.° 76057

comprobar que el vehículo de placas OSA-607, asignado al


señor DIEGO PICON MORALES, se encontraba estacionado
frente a las instalaciones de TELEBUCARAMANGA S.A. E.S.P.,
en el momento en que se realizaba el cese de actividades y que
los vehículos de la empresa se asignan a ciertos trabajadores de
nivel operativo como una herramienta de trabajo para
desempeñar sus labores, pero: “la imagen del señor DIEGO
PICON MORALES no se aprecia en el video proyectado en la
presente diligencia como equivocadamente lo manifesté en la
diligencia testimonial que rendí en fechas anteriores en este
Juzgado, en la cual a la pregunta de si el señor DIEGO PICON
MORALES se apreciaba en la (sic) imágenes del video, manifesté
equivocadamente que sí y que de forma activa, con micrófono
en mano cuando en realidad él no se aprecia en las imágenes”
(folio 459).

Es claro, entonces, que lo que allí obra es una declaración que,


por la circunstancia de haberse recibido en una diligencia de
inspección judicial, no pierde su carácter de prueba testimonial
que, como es sabido, no es hábil en la casación del trabajo para
fundar un error manifiesto de hecho, salvo que previamente se
haya demostrado uno con base en los medios de prueba
calificados. (Subraya la Sala)

Así las cosas, la Sala descarta un yerro en la


valoración de este elemento de prueba, que desvirtúe las
conclusiones fácticas del Tribunal sobre la existencia de un
comportamiento negligente por parte de la sociedad
accionada y, en su lugar, demuestren una culpa exclusiva
de quien fue víctima en el accidente de trabajo.

Pruebas indebidamente valoradas

a. Investigación del accidente de trabajo (f.° 112)

Se trata de la investigación adelantada por la


vicepresidencia de protección de riesgos laborales del
Instituto de Seguros Sociales, con el fin de esclarecer las
causas que condujeron a la ocurrencia del accidente de
trabajo. De la lectura de ese documento, es posible observar

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Radicación n.° 76057

que en la zona rural de Titiribí –Antioquia, el 22 de marzo


de 2005, a las 9:30 a.m., en la mina La Margarita, Albeiro
de Jesús Chavarriaga, de 37 años de edad, sufrió un
accidente laboral. En la casilla correspondiente a la
información sobre cómo ocurrió, el trabajador demandante
explicó:

Se realizó medición del gas antes de iniciar la labor después del


desayuno no se realizó ninguna medición acumulándose gas
metano, me disponía a hacer la voladura en el frente de trabajo
cuando ocurrió un corto circuito en el cable eléctrico (cable
dúplex) presentándose un incendio en el frente de trabajo
quemándome el 60% del cuerpo, oreja, cuello, miembros
superiores, espalda, muslos.

Además de esos datos, la entidad señaló como agente


del accidente: el gas metano; como factores causales: los de
tipo ergonómico, de medio y de seguridad; se precisó
igualmente, que existía programa de salud ocupacional en
la empresa y se relacionaron como causas inmediatas del
suceso: el no acatamiento de procedimientos, el empleo de
equipo defectuoso y la presencia de riesgos de incendio y
explosión. Por último, en las conclusiones se sugirió la
adopción de campañas de seguridad para una buena
ventilación en los frentes de trabajo y la concientización a
cada trabajador de cumplir con las normas de seguridad.

Según la censura, este elemento de prueba fue


indebidamente apreciado por el Tribunal, ya que de allí es
posible derivar la culpa exclusiva del demandante en la
ocurrencia del accidente laboral, concretamente, de la
afirmación que hizo esta persona, cuando indicó que
«después del desayuno no se realizó ninguna medición

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Radicación n.° 76057

acumulándose gas metano […] haber reconocido lo vital y


trascendente que era realizar la medición de gases […]
siendo su responsabilidad, lo que objetivamente fue la causa
eficiente del accidente de trabajo» (f.° 23).

Sin embargo, de la manera en la que el actor narró


dentro de la investigación los hechos, no es posible inferir
que admitió su responsabilidad, como lo sugiere la censura,
no sólo porque no se hizo dentro de un trámite judicial –por
lo que no puede ser confesión- sino porque se trata
simplemente una descripción objetiva de las circunstancias
en que ocurrió el accidente de trabajo. De hecho, no existe
ninguna referencia de su parte, en la que admita que esa
labor estuviera a su cargo, ya que debe advertirse que lo
que dijo fue que «después del desayuno no se realizó
ninguna medición», sin entrar en detalles sobre a quién le
correspondía hacer esa tarea.

En esa medida, no es cierto que en ese documento se


deduzca la responsabilidad exclusiva de la víctima en la
producción del accidente de trabajo pues, además de que
no se dio en un contexto judicial, no existe alguna
aceptación sobre su eventual negligencia en el origen de la
explosión, también lo es que, en ese documento, se
mencionan como sus causas inmediatas, el no acatamiento
de procedimientos –que eventualmente podría endilgársele
al trabajador- junto con el empleo de equipos defectuosos y
la existencia de riesgos de incendio y explosión –atribuibles,
en este caso a la demandada- lo que descarta la tesis de la

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Radicación n.° 76057

censura sobre la responsabilidad exclusiva de la víctima


como causa única del infortunio.

Por ese motivo, la Sala descarta un yerro en la


valoración de ese medio de convicción.

b. Interrogatorio de la parte demandante

El casacionista considera que este elemento de prueba


fue mal valorado por el juez de segundo grado, pues de su
contenido era posible evidenciar manifestaciones claras
hechas por el trabajador, en las que admitió que, medir la
concentración de gases en el sitio donde se va a efectuar
una explosión es una tarea «primordial»; afirmó que conocía
el funcionamiento del metanómetro -dado que había
fungido como supervisor de varios frentes de la mina-;
reconoció la existencia de libros en los que constaba el
control de la realización y frecuencia de esa actividad y
aceptó que, el día del accidente, sólo se hizo un monitoreo
en la mañana, pero no al momento de la detonación; todo lo
cual, aduce el recurrente, es evidencia clara de su actuar
imprudente.

Por su parte, el Tribunal, al referirse sobre dicho


interrogatorio, estimó que, aunque no había duda de que el
trabajador conocía el funcionamiento de los equipos de
medición de gases, ello no podía llevar a concluir que él era
la persona encargada de realizar esa tarea pues, era claro
que se trataba de una labor asignada al supervisor, quien
omitió hacer un segundo control en el área en la que

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Radicación n.° 76057

ocurrió el accidente, luego de que tanto él como el


trabajador, regresaran de desayunar.

Al respecto, el ad quem recalcó que, de acuerdo con el


manual de procedimientos y funciones obrante en el
expediente, el deber de efectuar las mediciones de gases con
multidetector y actualizar el tablero (f.° 30, C2) estaba a
cargo de los supervisores, lo que explica por qué, el día del
accidente, quien hizo esa tarea, al iniciar el turno, fue
precisamente el supervisor encargado, Ramiro de Jesús
Ramírez. Además, añadió que, aunque el trabajador había
admitido que, durante algún tiempo, se encargó de ese
monitoreo, dicha labor ya no estaba a su cargo, motivo por
el cual, en los cuadernos en los que se dejaba constancia de
dichos controles, su firma apareciera sólo hasta el momento
en que cumplió esa tarea y, luego de ello, «aparece la firma
de la persona que me recibió a mi» (f.° 139).

De esta manera, el juez de segundo grado concluyó


que, el día de los hechos, el demandante no ejercía el cargo
de supervisor sino el de nivelero y, bajo ese entendido, no
tenía el deber de tomar las mediciones de gas metano en los
socavones. Sobre este punto, la censura se limitó a afirmar,
sin más, que esa tarea era responsabilidad del actor, pero
se trata de referencias sin sustento probatorio a las que
hace mención como si se tratase de un hecho cierto e
indiscutible, cuando el Tribunal concluyó todo lo contrario.
Era necesario entonces, denunciar elementos de prueba
que desacreditaran ese supuesto, lo que, como no se hizo,
dejan indemne esta específica conclusión.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 76057

Pues bien, teniendo claras ambas posturas, la Corte


empieza por recordar que el interrogatorio de parte solo es
prueba calificada en casación, en la medida en que
contenga confesión, esto es, aquella que verse sobre hechos
que produzcan consecuencias jurídicas adversas al
confesante o que favorezcan a la parte contraria. Bajo ese
entendido, pasa la Sala a transcribir y analizar dicha
declaración:

PREGUNTA 1°: Es cierto que Mina La Margarita le dio


instrucciones sobre el manejo de gases al interior de la mina?
RESPONDE: Esas instrucciones prácticamente son reglas
fundamentales allá. PREGUNTA 2°: Se le pone de presente los
folios 85 a 91 de este expediente, para su reconocimiento y si en
folio 91 aparece su firma. RESPONDE: La verdad desconozco el
contenido de ese documento en la empresa, eso no me lo
enseñaron respecto a la firma si es mi firma. No me acuerdo, no
me han dado a conocer ese documento. Yo fui supervisor de la
Empresa Mina La Margarita 3 años y medio y con una de las
personas que para la medición de gases era primordial la
medición todos los días y quedaba anotado en un cuaderno,
más no en actas y contábamos con un solo medidor.
PREGUNTA 3°. Se le pone de presente un cuaderno de control,
denominado control de gases, ¿a fin de que reconozca su
contenido y si reconoce en él su firma? RESPONDE: Si
reconozco el cuaderno, donde todos los días se tomaba la
medición de gases, porque eso era primordial, y está hasta la
fecha en la cual yo estuve como supervisor laborando en La
Mina La Margarita, después aparece la firma de la persona que
me recibió a mí. PREGUNTA 4°: ¿Se le pone de presente
nuevamente el libro, díganos si aparece el nombre suyo y por
qué en la fecha 27-11-001? RESPONDE: Aparece en tres veces
en esta hoja mi nombre o mi firma, reconozco que es mi firma
porque cuando tenía mi turno, nosotros hacemos mediciones,
podría una repetir unos días, porque muchas veces el otro
supervisor no podía hacer las supervisiones y me tocaba
repetirlas a mí, por lo tanto, al tocarme medir a mí, tendría que
corresponder con la firma toda medición. PREGUNTA 6°:
Continuando con el libro encontramos las fechas, 25-2-02, 26-
2-02 y 27-2-02, ¿usted reconoce la firma? RESPONDE: Si es mi
firma. PREGUNTA 8°: Continuando con el libro encontramos las
fechas: 22-07-02, 31-01-01, usted reconoce la firma?
RESPONDE: Si es mi firma. PREGUNTA 9°: Continuando con el

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Radicación n.° 76057

libro encontramos las fechas 26-08-02, 3-09-02, 5-09-02, 9-09-


02, 12-09-02, 24-09-02, 27-09-02, ¿usted reconoce la firma?
RESPONDE: Si es mi firma. PREGUNTA 10°: Usted manejaba el
manómetro? RESPONDE: Si. PREGUNTA 11°: Cuanto tiempo
utilizó el manómetro? RESPONDE: Más que todo en el tiempo
en que estuve como supervisor en Mina La Margarita, que fue
tres años y medio. PREGUNTADO: ¿Díganos si usted tiene algo
más que agregar a la presente declaración? RESPONDE: La
inquietud mía es por qué aparecen firmas que no son mías en el
cuaderno de las mediciones de gases. No siendo otro el objeto
de la presente diligencia se firma por el demandado, una vez
leído y aprobado.

De la lectura de las respuestas dadas por el


demandante en el interrogatorio referido, la Corte observa
varias manifestaciones que comprometen su
responsabilidad en la ocurrencia del accidente de trabajo y
que, en esa medida, constituirían confesión sobre aspectos
que lo perjudican. Es de aclarar que, si bien se trata de
afirmaciones que fueron advertidas por el juez de segundo
grado, su deficiente valoración no le permitió darles el
alcance que merecía este caso, al menos, para considerarlas
como un antecedente importante en la producción del
resultado.

Al respecto, resultan relevantes aquellas referencias en


las que el actor puso de presente que la medición de gases
en un determinado frente de trabajo es un paso primordial
e ineludible, el cual, en la mina La Margarita era una regla
fundamental antes de proceder a hacer cualquier
detonación. Así mismo, es importante el hecho de que
admitiera que había sido supervisor en la empresa durante
tres años y medio, tiempo en el que tuvo a su cargo,
precisamente, la medición de sustancias nocivas «todos los
días […] porque eso era primordial» (f.° 139); que manejaba el

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Radicación n.° 76057

metanómetro y que lo utilizó durante todo el tiempo en el


que fue supervisor. Todas estas aseveraciones permiten
advertir una conducta negligente de parte de aquél. Véase
por qué.

Sin perjuicio de lo dicho en precedencia –esto es, que


el actor no fungía como supervisor encargado de medir las
concentraciones de metano en el frente de trabajo y por eso
no se le podía exigir no haber hecho ese control el día del
infortunio- sí resulta significativo que supiera con claridad
y, de tiempo atrás, en qué consistía el procedimiento que
debía agotarse antes de proceder a una detonación; que
durante tres años y medio hubiera ejercido el cargo de
supervisor en la mina La Margarita y que hubiera calificado
la actividad de monitorear la concentración de gases, como
una tarea «primordial», pues tales juicios de valor, junto con
sus conocimientos previos y su experiencia sobre el tema,
permiten inferir que lo ocurrido también se habría
ocasionado por un exceso de confianza de su parte, al creer
imprudentemente que podía proceder a la voladura, aunque
no se hubieran hecho los controles del caso y, a pesar de
que, en la mañana, el metanómetro había reflejado unos
niveles de metano superiores a los permisibles.

Entonces, en gracia de discusión, es posible advertir


que el actuar del trabajador no queda completamente a
salvo, como lo entendió el Tribunal, por el simple hecho de
que, el día de accidente, no estuviera a su cargo la medición
de gases al interior de la mina, porque ya no fungía como
supervisor. Tal conclusión, desconoce las calidades

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 76057

profesionales y la experiencia laboral del trabajador como


criterios importantes para habérsele exigido, al menos, una
conducta distinta a la que tuvo el día del infortunio.

De manera que, aunque en estricto sentido, no es


posible endilgarle al actor un deber que no le competía, lo
cierto es que su amplio conocimiento sobre el tema; sobre
los riesgos que implicaba la activación de una detonación
sin la verificación de la presencia de esa sustancia en la
mina y del manejo del metanómetro, sí resultan
significativos para reprocharle que, por lo menos, no se
hubiera abstenido de activar la explosión sin que tales
controles se hubieran efectuado pues, al hacerlo, confió
imprudentemente en evitar un resultado infortunado,
previsible para él.

Ahora, si en gracia de discusión la Sala entendiera que


el actuar del trabajador fue negligente –en los términos aquí
explicados y no en los sugeridos por la censura- y, en esa
medida, que sea un antecedente importante del accidente
de trabajo, sí hay que resaltar que, sólo en la medida en
que ese comportamiento sea suficiente para imputarle,
desde un punto de vista jurídico, las consecuencias de esa
responsabilidad y, por esa vía, absolver plenamente al
empleador, es que su conducta imprudente resultaría
relevante en la comisión del resultado.

En otras palabras, analizada la conducta de la víctima,


desde su propio riesgo de exponerse al daño
imprudentemente, es claro para la Sala que aquella

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Radicación n.° 76057

intervino en la creación del suceso que ocasionó el daño que


sufrió. Sin embargo, únicamente en el evento en que esa
lesión se hubiera ocasionado por su negligencia exclusiva,
esto es, sin la presencia de otra causa adicional, habrá
lugar a imputarle la responsabilidad a nadie más que a ella.
Lo anterior, atendiendo las reglas que rigen en materia
laboral, de acuerdo con las cuales, sólo podrá absolverse al
empleador del deber de indemnizar los daños y perjuicios
causados a sus trabajadores con ocasión de un accidente
de trabajo o una enfermedad profesional, cuando hubiera
mediado culpa «exclusiva» de la víctima.

Y lo anterior es importante, dado que, aparte de las


omisiones relacionadas con la falta de control de gases en la
zona del accidente, el Tribunal contempló otros supuestos
adicionales que también calificó como causas importantes
del accidente –imputables al empleador-, las cuales, al no
ser desvirtuadas con los elementos de prueba denunciados
por la censura, descartarían la tesis de exclusividad
planteada en este cargo y, al menos, dejaría el asunto en el
plano de una concurrencia de culpas que resulta
insuficiente para absolver al empleador del deber
indemnizatorio previsto en el artículo 216 del CST.

En efecto, si se leen con detenimiento los argumentos


del Tribunal, se observa que, una vez tuvo por descartada la
imprudencia del trabajador en la producción del accidente
de trabajo, advirtió que la empresa, con el fin de efectuar
las explosiones de dinamita o indugel, se valía de materiales
inseguros, concretamente, efectuaba las voladuras de

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Radicación n.° 76057

carbón con una espoleta fabricada por personal de la mina


de manera artesanal, sin que estuviera acreditado que tales
elementos cumplieran los estándares mínimos de calidad
para su uso en actividades de alto riesgo.

Además de ello, también le reprochó al empleador que


no tuviera controles rigurosos y constantes para medir las
concentraciones de metano –pues en los libros se registraba
un solo monitoreo para cada frente o a veces ninguno-; que
no contara con suficientes metanómetros, lo que llevó a que
el día del accidente, el actor no tuviera a su disposición uno
de ellos; que se hubiera empleado el criterio de
«autoseguridad» para encargar a otros trabajadores,
distintos del supervisor, de control de la dispersión de gases
inflamables y que, pese a que se conocía que el frente de
trabajo del demandante, era catalogado como peligroso
debido a la alta concentración de metano, no se hubieran
adoptado medidas extremas de seguridad.

En ese sentido, al entender el juez de segundo grado


que concurrieron varias causas en la producción de la
explosión, la censura debió desvirtuar que todas estas
hubieran intervenido, máxime si fueron atribuidas a un
actuar negligente del empleador, lo que no hizo en este
caso.

Ahora, la Sala entiende que, a juicio de la sociedad


accionada, lo único que generó el accidente de trabajo fue la
presencia de gas metano en el socavón, por lo que,
demostrado que el actuar negligente del trabajador fue la

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única causa de ese evento, quedarían descartadas las


demás y la empresa quedaría absuelta de toda
responsabilidad. Ello, sin embargo, no resulta ser cierto en
sede de casación, pues es indispensable desvirtuar todos
los fundamentos del fallo impugnado para lograr su
casación, de modo que, la tesis acerca de la responsabilidad
exclusiva de la víctima en la ocurrencia del accidente que se
propone en este evento, está condicionada, a su vez, a que
no exista ninguna otra causa que concurra con ella.

No debe olvidarse que, cuando en la ocurrencia del


accidente de trabajo ha mediado tanto la culpa del
trabajador como la del empleador, no desaparece la
responsabilidad de este último en la reparación de las
consecuencias surgidas del infortunio, como tampoco
cuando ha habido concurrencia de culpas con un tercero.

Así, en sentencia CSJ SL 10 mar. 2004, rad. 21498,


reiterada en CSJ SL 3 jun. 2009, rad. 35121 la Corte
precisó que no hay responsabilidad del empleador cuando
el accidente de trabajo haya ocurrido por culpa atribuible
exclusivamente al trabajador accidentado, pero no cuando
en tal infortunio concurra la culpa de los dos sujetos de la
relación de trabajo, dado que no es posible que la
responsabilidad laboral del empleador desaparezca por la
compensación de las faltas cometidas por las partes. En esa
oportunidad puntualizó:

[…] La otra inconformidad de la impugnante con el fallo del


Tribunal estriba en que éste para determinar la responsabilidad
de la empleadora demandada en el accidente de trabajo donde

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Radicación n.° 76057

murió el empleado Rigoberto Rendón Rendón no examinó, como


era su deber, si hubo negligencia, imprudencia o descuido del
trabajador en la ocurrencia de dicho percance.

Pero lo cierto es que a la luz del artículo 216 del Código


Sustantivo del Trabajo, que contiene una regulación especial de
la responsabilidad laboral, para determinar la obligación del
empleador al reconocimiento y pago de la indemnización total y
ordinaria de los perjuicios le basta al juzgador establecer la
culpa “suficientemente comprobada”, en la ocurrencia del
accidente de trabajo o en la enfermedad profesional, de suerte
que, en este caso, una vez determinada esa conducta culposa
no se hacía necesario analizar la responsabilidad que en el
infortunio pudiera
haber correspondido al trabajador, salvo que se hubiese alegado
por las demandadas que el accidente laboral se produjo por un
acto deliberado de aquél, lo que no aconteció. Y se afirma lo
anterior, por cuanto, como lo ha explicado esta Sala de la Corte,
no es posible que la responsabilidad laboral del empleador
desaparezca por la compensación de las faltas cometidas por las
partes.

Así lo dijo en la sentencia de la extinta sección primera del 9 de


febrero de 1984, a la que corresponden los apartes que a
continuación se transcriben:

Los principios jurídicos arriba expuestos, que surgen


nítidamente en el campo del derecho laboral, encuentran apoyo
inequívoco en el moderno derecho civil que en materia de
‘neutralización de actividades peligrosas’ o ‘neutralización de
culpas’, no acepta que la responsabilidad desaparezca por la
compensación de faltas cometidas por las partes. Menos aún en
casos como el presente, en que no hubo acto deliberado y ni
aún voluntario de la víctima, ni culpa grave de su parte-
conforme se ha visto- de suerte que no tiene aplicación la
fórmula clásica volenti non fit incuria.

De lo citado se concluye que no se presentará la


responsabilidad del empleador de que trata el señalado artículo
216 del Código Sustantivo del Trabajo cuando el accidente de
trabajo haya ocurrido por culpa atribuible exclusivamente al
trabajador, pero no cuando en tal insuceso concurra la culpa de
los dos sujetos de la relación de trabajo”.

En consecuencia, se tiene que el juzgador de segundo grado no


incurrió en las infracciones que se le atribuye

Lo anterior es importante porque, tal como lo advirtió


el juez de segundo grado, con el fin de evitar que se

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produjera una explosión o se generara fuego en los


socavones, era necesario mantener la concentración del gas
por debajo de los porcentajes de explosividad y evitarse las
fuentes energéticas capaces de inflamar el metano. Para lo
primero, era indispensable la existencia de sistemas de
ventilación y de medición de concentración de gases; para lo
segundo, la utilización de equipos y materiales
especialmente diseñados para ser empleados en atmósferas
explosivas.

Teniendo esto claro, la Sala advierte que la eventual


imprudencia en la que habría incurrido el trabajador al
iniciar la voladura sin que el encargado hubiera hecho el
control de concentración de gas –que sería lo único que
podría endilgársele- lo que, en realidad, resulta relevante en
este caso, es que el supervisor no hubiera efectuado
directamente esa labor o que la empresa demandada
hubiera entregado al actor cables domésticos para
suministrar corriente a los motores eléctricos, pues ello
hacía que las condiciones de trabajo en la mina, fueran
inseguras.

Sobre este punto, el juez de segundo grado recalcó que


en la mina no se usaban espoletas de seguridad, sino
cables inseguros que generaban corto circuito «es decir, se
juntaban dos cables para que todo explotara, pero esa
chispa prendía necesariamente el gas, esta es la causa del
fuego que quemó y desfiguró al trabajador […]» (f.° 335).
Agregó que los testigos de ambas partes admitieron que,
para la detonación, se utilizaba una espoleta fabricada por

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personal de la empresa -porque no disponían de aquella


elaborada por las Fuerzas Militares, esto es, cable protegido
con empalmes cerrados- y que no se demostró que ese
elemento artesanal cumpliera con los estándares mínimos
de calidad y seguridad para los trabajadores. (Subraya la
Sala)

Además, para esta Sala es relevante lo dicho, según el


Tribunal, por Juan Felipe Loaiza Oquendo, ingeniero de
minas y testigo de la parte demandada, quien al
preguntársele si el trabajador estuviera usando los
elementos de INDUMIL, la explosión se hubiera ocasionado,
respondió «Posiblemente no» (f.° 152).

Al respecto, vale la pena traer a colación un fragmento


de la «Guía de mejores prácticas para alimentar los equipos
que se emplean en la actividad minera» en el cual se enseña
que, si bien la electricidad es necesaria para alimentar tales
equipos, debe utilizarse de manera segura, a través de
protección antideflagrante, uso de cables blindados y de
conectores de seguridad1.

Entonces, aunque los argumentos de la censura se


dirigen a demostrar la culpa exclusiva de la víctima y, en
esa medida, pretenden desvirtuar cualquier otra causa
generadora del accidente de trabajo, resultaba
indispensable para tales efectos, dejar sin piso la existencia

1
Serie Cepe Energía, num. 47, Guía de mejores prácticas para un drenaje y uso
eficaz del metano en las minas de carbón 2 ed. Naciones Unidas, diciembre de
2016, p.40. https://www.unece.org

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de otros supuestos que, según el Tribunal, también


contribuyeron a la producción del resultado y que, además,
provenían de un actuar negligente de la demandada pues,
se insiste, al margen de que los elementos de prueba
evidencien un comportamiento negligente de la víctima,
como quiera que el ad quem contempló otras causas
adicionales que concurrieron a la producción del resultado,
ese razonamiento permanece indemne, lo que impide que la
única causa del accidente fuera el hecho exclusivo del
trabajador y, con ello, absorbiera toda la responsabilidad
indemnizatoria que le asiste a la empresa.

Así las cosas, es claro que el Tribunal tuvo como


causas generadoras del accidente, conductas y omisiones
concretas de la parte demandada que no lograron ser
desvirtuadas con la evidencia de un actuar negligente del
trabajador, porque, a lo máximo, dicha situación implicaría
una concurrencia de culpas, insuficiente para absolver al
empleador del pago indemnizatorio al que fue condenado.

Resta decir, en lo referente a la prueba testimonial,


que no está calificada para fundar sobre ella un error de
hecho manifiesto en la casación del trabajo, en los términos
del artículo 7o. de la Ley 16 de 1969, de suerte que
únicamente podría haber sido examinada si previamente se
hubiese establecido un desacierto valorativo originado en
medios de convicción idóneos para estructurar un yerro
fáctico, lo que no ocurrió en este evento.

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Radicación n.° 76057

En consecuencia y al no haberse acreditado la


existencia de un error derivado del ejercicio valorativo que
de las pruebas hizo el Tribunal, el cargo no es fundado.

Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo


de la parte demandada. Se fija como agencias en derecho la
suma de ($8.480.000), que se incluirá en la liquidación que
se practicará conforme al artículo 366 del Código General
del Proceso.

IX. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia proferida por la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, el 22 de
abril de 2016, en el proceso ordinario laboral que instauró
ALVEIRO DE JESÚS CHAVARRIAGA, contra la sociedad
MINA LA MARGARITA S.A.

Costas como se indicó en la parte motiva. 

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

MARTÍN EMILIO BELTRÁN QUINTERO

SCLAJPT-10 V.00
54
Radicación n.° 76057

Salvo Voto

DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA

JORGE ELIÉCER MANRIQUE VILLANUEVA


Conjuez

SCLAJPT-10 V.00
55

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