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En general, la Teoría de los Rasgos, señala que la gente difiere en

varias características o rasgos, tales como, dependencia, ansiedad,


agresividad y sociabilidad. Todos poseemos estos rasgos, pero unos
en mayor o menor grado que otros.

Es imposible observar los rasgos directamente ya que son intangibles,


sólo es posible reconocerlos a través de las interacciones y
manifestaciones, para lo que se requiere de procesos sistemáticos de
observación y análisis de los comportamientos que se repiten en un
individuo.

Por ejemplo, si un paciente llega siempre al consultorio con una


sonrisa,

pregunta al médico sobre su estado de ánimo e inicia una


conversación, se podrá definir como un ser sociable.

De acuerdo a esta Teoría, las grandes categorías de la personalidad

son:

Extroversión: Locuaz, atrevido, activo, bullicioso, vigoroso, positivo,


espontáneo, efusivo, enérgico, entusiasta, aventurero, comunicativo,
franco, llamativo, ruidoso, dominante, sociable.
Afabilidad: Cálido, amable, cooperativo, desprendido, flexible, justo,
cortés, confiado, indulgente, servicial, agradable, afectuoso, tierno,
bondadoso, compasivo, considerado, conforme.

Dependencia: Organizado, dependiente, escrupuloso, responsable,


trabajador, eficiente, planeador, capaz, deliberado, esmerado, preciso,
practico, concienzudo, serio, ahorrativo, confiable.

También se puede estudiar la personalidad atendiendo a variables


como el sexo y la edad, vinculados con la genética y a factores
culturales.

También se pueden analizar diferencias de personalidad, dependiendo


de la edad como variable biológica que juega un papel importante en
la maduración del sistema nervioso y endocrino. De ahí las crisis que
se producen a ciertas edades y que explican reacciones y
comportamientos.

Otra manera de estudiar la personalidad es en el ámbito del factor


social

como medio que potencia y determina los rasgos de personalidad. Es


la unidad familiar, donde tenemos nuestras primeras sensaciones
afectivas, y ligado a ella la educación y las pautas culturales.

Cualquier estudio de la personalidad es complejo, hay que realizarlo


de

forma global tomando en cuenta variables internas y externas.


Hay tres elementos esenciales que determinan la personalidad: la
constitución o morfología, el temperamento y el carácter. Estos
aspectos se ven muy influenciados por variables como la herencia,
cultura y sociedad:

Constitución y morfología: Dada por características estables y


dominantes que derivan fundamentalmente de su herencia biológica
teniendo en cuenta que no están libres de factores psicológicos. Se
percibe a una persona con mayor o menor agrado, principalmente en
un primer contacto, “primera impresión”.

Carácter: Dado por conductas más habituales o más persistentes

siendo de gran importancia e influencia las circunstancias y factores


del

medio ambiente.

Temperamento: Constituida por los caracteres afectivos más estables


y

predominantes. En este caso las influencias ambientales son


importantes, por ejemplo, una persona agresiva es así porque en su
infancia se portaban de forma agresiva con ella.
Así se pueden encontrar personas con un temperamento fuerte,
agresivo y de un carácter nervioso.

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