m AS cifras globales que, de tiempo en tiempo, te hace conocer al
público, como resultado de estadísticas de las instituciones de ahorro, son halagadoras por el virtuoso concepto y sabio temperamento que entrañan de guardar algo de ¡o que disponemos restándolo a lo superfluo. La significación relativa del dinero, en veinte años a la fecha, ha variado; es cierto que aquel era un dinero que rendía más, pues, con menos que ahora, podíamos comprar en mayor proporción. Se dirá que se gana más. No hay duda en cuanto a ello, pero, quienes añoramos a aquel anterior valor del dinero no nos conformamos al debilitamiento que ha experimentado el numerario aunque las cantidades de hogaño sean más abundantes. Nostalgia del buen dinero que permitió a tantos, con la suma de no forzados ahorros, lograr Ver realizado el sueño de ¡a casa propia, del pequeño taller instalado, del viaje apetecido al viejo mando... Todo eso fué posible por la práctica del ahorro y el ahorro es fructífero y encomiable con cualquier dinero que se lo realice. Si en nuestros días podemos colocar a buen recaudo cualquier suma, grande o pequeña según las posibilidades de cada uno. debemos hacerlo y, hasta con fervor, pues, esta virtud del ahorro, está hecha de confianza en el futuro personal y de nuestro país, al que todos los que lo habitamos ansiamos su incrementada grandeza, para cuya reaBzoción, tan imperiosa incidencia tiene la virtud de ahorro de su pueblo. Este dinero que hoy manejamos, que es producto de nuestro trabajo, alcanzara quizás no dentro de mucho tiempo, un mayor valor. De manera que, hasta por un interés especulativo, debemos ahorrarlo. En esta Nación cuyas riquezas podrían hacer feliz a todo un Continente, cabe esperar ana lógica pronta valorización de la moneda. V, el primer paso para arribar a ello. será, incuestionablemente, AHORRAR.