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Y el mundo enloqueció.

Suprimidos los besos, los abrazos,


el apretón de manos,
ya no quedó el saludo,
la charla sin horario en el café,
la muestra del poema.
Hubo una desconfianza geográfica de voces,
horarios sin sentido,
consejos, advertencias
y una sombra del miedo.
La vejez encerrada tras la ventana abierta
para atrapar al sol en su paso cortísimo.
La puerta, una olvidada maravilla perdida.
Algo hay que sobrevuela la ciudad que cambiamos:
todo parece lejos.
Y el tiempo es una duda que sugiere contarse
con otra cuenta extraña casi desconocida.
La ausencia es sólo un eco del canto de sirenas
que atormentara a Ulises.
Cuándo es una palabra que el idioma ha extraviado.

Rafael Vásquez,
Argentina.

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