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Imari

El niño del maíz


Logan

Personajes
Imari
Papá
Mamá
Don Juan
Dios Tláloc
Cintéotl (Madre maíz)

Escena 1

Milpa medio seca, amanecer, calor fuerte. El papá está revisando la cosecha. Camina entre
ella, se agacha a agarrar la tierra, se limpia el sudor de la frente. Entra la mamá con un
guaje, se lo da al papá.

Mamá: Toma viejo, te traje un poco de agua.

Papá: Gracias viejita.

Mamá: (Desanimada) ¿Qué pasó viejo, otra vez con esa cara?

Papá: Pues cómo no quieres que esté así, ve cómo está la milpa y nomás no llueve, este
maldito sol nos está arruinando una vez más.

Mamá: Ten fe viejito, vas a ver que en pocos días nos llega la lluvia.

Papá: Pues espero que tengas razón, porque si no, no sé lo que vamos a hacer.

Mamá: Anda, vamos a comer y ya pensaremos en algo.

Papá: Está bien, vieja. (Mutis)

Don Juan: Buenos días, vecino. (Sale mamá)

Papá: ¿Cómo está Don Juan?

Don Juan: Pues aquí, viendo cómo perdemos nuestra cosecha.

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Papá: Lo sé, Don Juan, este clima nos está fregando cada vez más.

Don Juan: ¿Pero tú que te quejas? eres joven y fuerte, puedes conseguir trabajo en cualquier
lado, pero yo estoy viejo, ya no contratan a viejos como yo, ya somos un estorbo.

Papá: No diga eso, Don Juan, usted todavía está fuerte.

Don Juan: Qué fuerte ni que nada, estoy viejo y solo, si yo no veo por mí, nadie lo va a hacer.

Papá: Usted sabe que aunque no somos familia, mi esposa y yo lo queremos, y no se diga
Imari, mi chamaco lo quiere, nosotros vamos a ver por usted así que no se agüite.

Don Juan: Pero no es lo mismo.

Papá: Lo sé, pero aun así sabe que puede contar con nosotros para lo que sea.

Don Juan: Gracias (Pausa) Mira esta tierra, cuarteada, seca. Ese Tlaloc nos está castigando;
cómo recuerdo cuando tu abuelo nos contaba historias sobre el Dios Tlaloc y los rituales que
hacía para que lloviera, qué tiempos tan buenos eran esos, las milpas estaban hermosas, el
sol las hacía brillar de un amarillo reluciente, pasábamos toda la mañana recolectándolas no
importaba el sol, no importaba el hambre o la sed, lo único que importaba era recolectar esas
hermosas mazorcas, deliciosas como manjar de dioses; Tlaloc nos mandaba las lluvias más
hermosas y gratificantes, “vino de la tierra” como decía tu abuelo, esa agua que caía, llegaba
a saber a miel pura, siempre que creíamos que no iba a llover, tu abuelo le hacía un
ofrecimiento a Tlaloc y la lluvia llegaba. (Pausa) ¿Sabías que se me apareció?

Papá: ¿Quién?

Don Juan: Tlaloc.

Papá: ¡Ay, Don Juan!

Don Juan: ¡En serio!

Papá: Mire Don Juan, yo crecí con esas historias que me contaba mi abuelo, pero mi padre
me enseñó que la fantasía no paga las cuentas ni lleva comida a la mesa.

Don Juan: Tu abuelo era un hombre sabio, él sabía cómo tener contento al Dios, ¿por qué
crees que fue la época con más prosperidad que tuvimos? Haz la cuenta, tu padre nunca
creyó, pensó que eran puras tonterías, por eso desde que murió tu abuelo, toda la milpa
murió con él, el Dios sabía que podía estar agradecido con tu abuelo pero no con tu padre, él

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le dio la espalda a las creencias, a su tierra, a su herencia, no la cuidó, no la bendijo, no
creyó en ella ni en lo que le podía dar, pensó que con sólo echarle abono y esperar a que
lloviera era suficiente y no es así, para que esta tierra dé frutos debes creer en ella, debes
hacer todo para que el Dios esté satisfecho y él cuidará de tu tierra como si fuera suya.

Papá: No sabía que aún creía en esos cuentos.

Don Juan: No te creas, yo también dejé de creer, tu padre me convenció: antes le creía
ciegamente a tu abuelo, hice todo para que nuestra milpa estuviera a la altura de la de tu
familia y así fue, no creo que te acuerdes pero yo lo recuerdo como si fuera ayer. Cuando
murió tu abuelo, tu padre me convenció de que todo lo que nos dijo eran las tonterías de un
viejo senil y yo le creí, pensé que si soñaba menos y trabajaba más esta tierra daría más
frutos de los que ya daba. Tu padre quería ganarle a la memoria de tu abuelo y lo único que
logró fue consumirse en ella. Nunca lo consiguió, por eso murió amargado, pensando que lo
mejor que había hecho en la vida era quitarle la ilusión y la fantasía a su único hijo, tú. Pero
yo ya estoy viejo, estoy en la etapa de pensar en lo bueno y lo malo que he hecho y he
pensado que debí seguir dándole tributos al Dios por esta tierra, porque lo vale. Y creo que
aún no es tarde, por eso he pensado que no todo está perdido, esta tierra necesita sangre
joven y nueva e Imari ...

Papá: (Interrumpiendo) A mi hijo no lo meta.

Don Juan: ¿Qué no te das cuenta?

Papá: De lo que me doy cuenta es que no voy a llenar la cabeza de mi hijo con historias
viejas y tontas para que la milpa reviva. Eso no existe Don Juan, son tonterías que nos
contaba mi abuelo pero nunca han existido.

Don Juan: Bueno, si no quieres creerme está bien, pero deja que le platique esas historias a
Imari.

Papá: Perdóneme Don Juan, pero no. Le prohíbo que le llene la cabeza a mi hijo de
tonterías.

Don Juan: No son tonterías.

Papá: He dicho que no y le voy a pedir que no volvamos a tocar este tema, es demasiado
desagradable recordar a mi padre y a mi abuelo, ellos ya están muertos y a los muertos hay

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que dejarlos descansar y si me permite mi esposa me espera para desayunar, buenos días.
(Sale. Pausa)

Don Juan: Qué mal le hiciste a tu hijo, querido amigo, le impediste soñar y creer y ahora él
está haciendo lo mismo con su hijo...

Voz en off mamá: ¡Imari, a desayunar! (Don Juan empieza a caminar entre la milpa, revisa
las mazorcas y la tierra, un poco triste y sobrecogido. Entra Imari, un niño de entre 9 y 10
años, trae una pelota, la deja en la tierra preparándose para pegarle)

Imari: El delantero Imari está solo frente al portero, se ven cara a cara...

Voz en off mamá: ¡Hijo ya es hora de desayunar!

Imari: El portero sabe que Imari es mejor que él, Imari toma su distancia, se concentra, tira y
¡Goooool!

Voz en off mamá: ¡Imari!

Imari: Que golazo señores, que golazo, los aficionados se ponen de pie, es un momento
histórico, a pocos segundos de terminar el partido Imari logra ganar el juego para su equipo...

Papá: (Saliendo) ¡Imari! ¿Qué no escuchaste a tu madre?

Imari: Sí, papá , pero...

Papá: Pero nada, ya te dije que dejes de perder el tiempo con ese balón, no sirve para nada.

Imari: Sí, papá.

Papá: (Imitando) “Sí, papá” Nunca vas a ser un jugador como los que salen en la tele, a la
gente como nosotros no nos pasan esas cosas, debes trabajar si quieres lograr algo en la
vida. ¿Crees que mis sueños van a pagar la comida en la mesa?

Imari: No, papá.

Mamá: (Saliendo) Imari, entra a la casa.

Imari: Sí mamá. (Sale)

Mamá: Viejo, no puedes descargar tu enojo en Imari, él no tiene la culpa.

Papá: Estoy harto, vieja, estoy harto, ya no aguanto más. Estoy harto de no tener dinero para
poder darles una vida digna, de intentar con todas mis fuerzas que esta milpa dé frutos sin

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ningún resultado. (Pausa) Se parece tanto a él, nunca conoció a su bisabuelo y no puedo
creer que sea tan parecido a él, igual de soñadores; por eso debo enseñarle que deje de
soñar, los sueños sólo te distraen de tus verdaderas labores.

Mamá: Deja de ser tan rudo con él, Imari es sólo un niño que le gusta jugar fútbol, entiendo
que tu padre te hizo madurar a la fuerza pero tú no debes hacer lo mismo con nuestro hijo.

Papá: ¿Ahora te vas a poner en mi contra?

Mamá: No estoy en tu contra ni en la de nadie, solo intento hacerte entrar en razón, pero
como ya vi que no se puede mejor ahí la dejamos. (Sale, dejando al papá solo, éste voltea
ve a Don Juan.)

Papá: ¿Qué? (Sale molesto)

Escena 2

Días después. Mañana soleada, Imari está haciendo dominadas con su balón cerca de la
milpa de Don Juan.

Imari: Buenos días, Don Juan.

Don Juan: Buenos días, hijo.

Imari: ¿Qué está haciendo Don Juan?

Don Juan: Lamentándome por lo que pude haber hecho en muchos años y no hice...

Imari: No entiendo.

Don Juan: No me hagas caso, hijo, a veces los viejos como yo hablamos solos.

Imari: Y por qué habla solo si yo estoy aquí..

Don Juan: Sí ¿verdad? A ver, hijo, ¿qué le ves de raro a la milpa de tu familia?

Imari: Pues está pálida y seca.

Don Juan: ¿Y por qué crees que sea eso?

Imari: Será porque… ¿le falta agua?

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Don Juan: Lotería, falta agua. ¿No te has dado cuenta que no ha llovido en meses? La milpa
comienza a secarse, se cuartea la tierra y el maíz no nace con ese color y frescura como si le
cayera lo necesario de agua y si seguimos así nuestra cosecha se perderá. El año pasado
nos envió la inundación y este año lo perderemos todo.

Imari: ¿“Nos envió” ? ¿Quién nos envió qué Don Juan?

Don Juan: (Dudando) No puedo decirte.

Imari: ¿Por qué no?

Don Juan: Porque es un secreto muy importante.

Imari: Yo puedo guardar secretos importantes.

Don Juan: ¿Estás seguro? (Imari afirma) Pues bien te lo voy a decir, ¡Tlaloc!

Imari: ¿Tlaloc?

Don Juan: ¿Qué en la escuela nunca te enseñaron quién era Tlaloc?

Imari: No

Don Juan: Tlaloc era uno de los dioses más importantes para los aztecas, era el dios de la
lluvia y el relámpago, era conocido como el “proveedor” porque en su poder estaba la
producción de lluvia que hacía crecer el maíz. Desde tiempos remotos los pueblos le hacían
ofrendas de todo tipo y hasta sacrificios humanos para tener al Dios contento. Tlaloc quiere
decir néctar de la tierra, su agua sirve para germinar nuestras semillas, pero también puede
producir inundaciones, tormentas y puede hacer que no llueva como ahora y tengamos
sequía.

Imari: Wow, ¿en serio?

Don Juan: Sí. Y ahora necesitamos que haga que llueva.

Imari: ¿Y por qué no se lo pedimos?

Don Juan: Eso es exactamente lo que me estaba preguntando yo, ¿por qué no se lo
pedimos?

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Imari: Vamos a hacerlo, Don Juan, mi papá ha estado preocupado, él no lo sabe pero lo he
escuchado hablar con mi madre, no tenemos dinero y no se va a vender nada porque no va a
haber cosecha este año.

Don Juan: Lo sé hijo, muchas familias están preocupadas por sus cosechas y tu padre no es
la excepción. (Dudando) ¿Sabes? yo conocí a tu bisabuelo, él era un hombre sabio, nos
contaba a tu padre y a mí historias sobre el dios Tlaloc.

Imari: ¿En serio? Mi padre nunca me ha contado sobre mi bisabuelo, ni de mi abuelo.

Don Juan: Es que tu padre no se llevaba bien con tu bisabuelo, ni con tu abuelo.

Imari: ¿Por qué?

Don Juan: Pues a veces las personas no piensan igual a nosotros -pero eso no quiere decir
que estén mal- solo que hay personas que no aceptan opiniones diferentes a las de
nosotros.

Imari: ¿Entonces mi papá no pensaba igual que mi bisabuelo?

Don Juan: Exacto. Y ahora que lo pienso, eres muy parecido a él, no solo físicamente, si no
en tu carácter, igual de soñador.

Imari: A mi me gusta soñar que soy un jugador famoso, mi maestra dice que la imaginación
es muy importante, que hace que se expanda nuestro cerebro.

Don Juan: Pues tiene razón, no dejes de hacerlo.

Imari: Pero a mi padre no le gusta que sueñe, cuando me ve jugando con mi balón me
regaña diciendo “esos juegos no sirven para nada”

Don Juan: Lo sé, lo he oído.

Imari: Mi madre me dice que no le haga caso, que está preocupado y que por eso se
molesta. A veces pienso que no me quiere.

Don Juan: Claro que te quiere, no pienses eso, los padres a veces tenemos formas raras de
querer a nuestros hijos, pensamos que lo que hacemos es lo mejor para ellos sin darnos
cuenta de que tal vez les estamos haciendo daño, pero créeme cuando te digo que te quiere
y mucho, sólo que no sabe como expresar sus sentimientos, la única forma que conoció es la
que tu abuelo le enseñó y mi querido amigo no era muy bueno en eso...

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Imari: Gracias, Don Juan, ¿sabe? usted es como mi abuelo, que no conocí.

Don Juan: Y tu eres como el nieto que no veo hace mucho tiempo.

Imari: Pues ya que es como mi abuelo, ¿le puedo contar también un secreto y promete
guardarlo?

Don Juan: Claro, yo guardo tu secreto y tu guardas el mío, ¿está bien? (Imari afirma)

Imari: El otro día, estuve caminando entre la milpa y escuché algunos ruidos, primero
escuche el sonido de una serpiente, pero lo raro es que al buscarla el sonido cambió y era
más bien un jaguar, alguna vez le intente contar a mi papá pero no me creyó, pensó que era
uno más de mis juegos pero le juro Don Juan que no es así, yo escuché algo raro, tal vez
haya algún animal que está comiéndose parte de la milpa.

Don Juan: ¿Y esos ruidos sólo los has escuchado en tu milpa?.

Imari: Sí, sólo ahí, a veces camino por la suya, pero sólo lo escucho en nuestra milpa. ¿Cree
que sea algún animal?

Don Juan: No lo sé hijo.

Imari: Tal vez un día pueda acompañarme para encontrar al animal y cazarlo, ¿cómo ve?

Don Juan: No creo que sea buena idea.

Imari: ¿Por qué?

Don Juan: Porque no creo que esos ruidos sean de una serpiente y mucho menos de un
jaguar.

Imari: ¿Entonces?

Don Juan: Mira, no me hagas caso, a veces los viejitos como yo no sabemos lo que decimos
(Saliendo)

Imari:¿A dónde va?

Don Juan: Ahh... es que recordé que tengo algo que hacer, luego hablamos hijo, adiós.
(Sale)

Imari: Adiós, Don Juan.

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Escena 3

Un par de días después. Casa de Imari.

Papá: Ningún cambio, invertí el último dinero guardado que tenía para comprar esta cosa
que según para que se salvara la cosecha y nada, vieja esto está mal, muy mal, muchos por
aquí dicen que no va a llover; perderemos el poco dinero que nos dan por el maíz...

Mamá: Podría volver al pueblo y vender flores o lavar ropa.

Papá: ¿Qué haría yo sin ti? No vieja, ya es tarde para eso. Algunos hombres han estado
hablando de irse a la ciudad. Y pues la verdad, lo estoy pensando.

Mamá: ¿Solo? No viejo, no puedes dejarnos. ¿Qué vamos a hacer sin ti?

Papá: Entiende, vieja, necesitamos dinero, esta milpa ya no va a dar nada, y no puedo
quedarme sentado con los brazos cruzados.

Mamá: Pero con el trabajo que consigues luego en el pueblo hemos estado bien.

Papá: Pero no es suficiente. Con lo que gano aquí de cargador o despachando un puesto, lo
puedo hacer allá en una de esas fabricas y ganar el doble, tenemos muchas deudas. Sabes
que eso no es lo mío, lo mío es la siembra, pero debo de aceptar que perdimos la milpa
hace tiempo y que debo buscar otra manera de mantenerlos a ti y a Imari.

Mamá: No lo sé viejo, no estoy segura.

Papá: Vieja es lo mejor para todos. Te prometo que voy a volver pronto, sólo voy a ir por un
tiempo a juntar dinero y voy a volver por ustedes. ¿Está bien?

Mamá: No viejo, no estoy de acuerdo, si vamos a salir adelante lo vamos a hacer juntos, no
tú por tu lado y yo por el mío, entiende viejo, las mujeres hablan y cuentan cosas; hombres
que no vuelven, que hacen sus vidas por allá o que no consiguen lo que se proponen, allá
también está muy duro, no a todos les dan la chamba. No quiero quedarme sola con Imari.

Papá: Pero si no va a pasarme nada.

Mamá: ¿Eso cómo lo sabes?... no viejo, si buscas mi aprobación, la respuesta es no, no


quiero que nos dejes, Imari está muy chico aún, necesita a su padre con él.

Papá: (Pensativo) Está bien, vieja, no me voy a ir.

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Mamá: Vas a ver que pronto saldremos de ésta, debemos encontrar la forma y la vamos a
hallar, juntos viejito, juntos.

Papá: Gracias viejita, no sé qué haría sin ti.

Escena 4

Tarde. Imari está jugando con su balón en la milpa, de repente un sonido llama su atención,
es un ruido ya conocido por él.

Imari: Otra vez tú, esta vez veré dónde está tu nido y le diré a mi padre para que dejes de
comerte nuestra cosecha. (Imari comienza a seguir el ruido entre la milpa, el sonido llega a
tornarse extraño y confuso, a veces se escucha ruido de serpiente y otras más de jaguar)
¿Pero? (El sonido de jaguar se incrementa e Imari lo escucha por todos lados alrededor de
la milpa, pareciera que el ruido lo persigue a él) Déjame en paz (Imari comienza a moverse
más rápido por la milpa pero el ruido lo persigue, es una mezcla de ruidos de los dos
animales) Yo no quería hacerte nada malo, lo juro, sólo no quiero que te comas la milpa de
mi padre, él está muy preocupado y le va a doler más si un animal se la come (El ruido cesa
un momento, pausa) ¿Hola? ¿Dónde estás?. Lo siento, no quise ser grosero contigo...
(Pausa) ¿Pero qué estoy haciendo?, si mi padre me viera me diría que estoy loco por
hablarle a un ruido de la nada (El ruido se intensifica y vuelve a perseguir a Imari por la
milpa) No, no te enojes, no eres un ruido de la nada, eres.. eres.. no sé que seas pero no te
enojes. (El ruido cesa, pausa, Imari trata de escuchar a su alrededor tratando de no moverse
mucho, un viento cálido llega hasta él y con él una voz parca, seca y poco inteligible)

Voz: Ahhhhh (Las hojas de la milpa comienzan a moverse con el viento y cada movimiento
trae consigo el sonido de esta voz) Ahhhh (Imari confundido y temeroso, no sabe que hacer,
por un momento piensa en salir corriendo pero el miedo lo paraliza) Ahhhh, Aug......
Augus...... Augusto.... (Al momento de oír ésto, Imari sale corriendo lo más rápido que puede
de la milpa, en su camino se topa con Don Juan)

Don Juan: ¿Pero qué te pasa muchacho? Parece como si hubieras visto a un fantasma.

Imari: Lo oí, lo oí.

Don Juan: ¿Qué oíste?

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Imari: Estaba en la milpa y volví a escuchar esos ruidos...

Don Juan: A ver, primero trata de tranquilizarte, porque así de exaltado como estás no
entiendo ni una palabra. (Pausa, Imari respira) ¿Ya estás mejor? (Imari asiente) Ahora con
calma dime qué pasó.

Imari: Estaba en la milpa y volví a escuchar esos ruidos de los que le hable, primero una
serpiente y luego el sonido de un jaguar, y no me lo va a creer pero me entendían, sí, hablé
con ese ruido y me entendió todo lo que le dije, pareciera como si platicara conmigo y al final
me llamó por un nombre que no es el mío.

Don Juan: ¿Un nombre?, ¿qué nombre?

Imari: Pues un nombre cualquiera, nunca lo había oído.

Don Juan: ¿Pero qué nombre era?

Imari: Me dijo Augusto

Don Juan: ¿Augusto? ¿Estás seguro?

Imari: Sí, segurísimo, no podría olvidarlo nunca, empezó primero por un “Ahhh” (Imitando la
voz) luego un “Aug” , “Augus”, y termino diciendo el nombre completo “Augusto” le juro que
eso dijo la voz.

Don Juan: Sí, yo te creo hijo. ¿Y cómo era la voz?

Imari: Pues un poco rara, seca, de viejito, no se...

Don Juan: Y ¿no te dijo nada más?

Imari: Pues la verdad no me quedé a averiguarlo, en cuanto me llamó así, salí corriendo lo
más rápido que pude, me dio mucho miedo.

Don Juan: Sí, a mi también me dio miedo.

Imari: ¿A usted también?

Don Juan: No, bueno, quiero decir que me imagino el miedo tan grande que debió darte.

Imari: Sí, muchísimo, y ¿ahora qué vamos a hacer? Eso significa que hay alguien que lleva a
su mascota a comer a nuestra milpa.

Don Juan: No hijo, no creo que sea eso.

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Imari: Si no es eso, qué es.

Don Juan: Pues.... (Dudando) no sé, hijo.

Imari: Don Juan, ¿por qué creo que usted sabe más de lo que quiere decirme?

Don Juan: No hijo, ¿cómo crees? pero me tengo que ir, olvidé que debía hacer algo.

Imari: ¿Otra vez?

Don Juan: Si hijo, otra vez, adiós. (Sale)

Imari: ¡Oiga pero, quién es Augusto...!

Escena 5

Casa de Imari. Noche. El papá está sentado en la mesa viendo algunos papeles, se quita el
sudor con la mano, respira profundamente, parece agobiado, sigue viendo papeles, anota en
una libreta.

Mamá: (Llevándole una taza) ¿Y luego?

Papá: Nada, no vamos a llegar a fin de mes, hay que pagar el dinero que me prestaron para
el abono y ese bendito remedio para salvar la milpa que ni sirvió, más los gastos de siempre.

Mamá: (Dándole un poco de dinero) Toma viejo, lo gané haciendo algunas composturas de
ropa, no es mucho pero de algo va a servir ¿no?

Papá: Vieja, ¿por qué hiciste eso?

Mamá: Porque necesitamos el dinero, ¿qué no?

Papá: Gracias, no sé qué haría sin ti.

Mamá: Oye, hace rato hablé con las vecinas y me dijeron que van a abrir una nueva tienda
en el pueblo, que todos los días contratan gente para que carguen mercancía y surtir la
tienda, ¿por qué no vas a ver?

Papá: (Decepcionado) Sí vieja, iré.

Mamá: Pero anímate viejito, mañana te vas temprano, quizá regreses con trabajo.

Papá: Sí viejita (Mutis, entra Imari exaltado)

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Imari: Papá, lo escuché, ha de ser grande y de seguro se está comiendo lo poco que hay en
la milpa, debes ir a buscarlo y acabar con él...

Papá: ¿Imari de qué estás hablando?

Imari: Del animal que vive en la milpa, ahora estoy seguro, ya lo escuché, hasta habló
conmigo...

Papá: No hay ningún animal viviendo en la milpa.

Imari: Sí lo hay, papá, habló conmigo, me llamó Augusto, creo que me confundió con alguien
más.

Papá: ¿Augusto? ¿De dónde sacaste ese nombre?

Imari: Me lo dijo el animal de la milpa.

Papá: Imari, deja de decir mentiras y de inventar cosas.

Imari: No son mentiras papá, una voz me habló en la milpa, primero sonó como una
serpiente y luego como jaguar y al final me llamó con ese nombre.

Papá: ¡Basta! Estoy harto de esto, debes empezar a madurar, inventarte personajes e
historias no te llevará a ningún lado, esas fantasías no existen, no existe ninguna serpiente ni
jaguares en la milpa ni mucho menos una voz diciéndote nombres, ¿dónde lo oíste?

Imari: La voz me lo dijo.

Papá: ¡Deja de mentir!

Imari: No miento.

Papá: Fue Don Juan , ¿verdad?.

Imari: No.

Papá: Claro, Don Juan te habló de él, ¿no es cierto?

Imari: ¿De quién?

Papá: De tu bisabuelo.

Imari: ¿Mi bisabuelo se llamaba Augusto? ¿Y por qué nunca me hablaste de él?

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Papá: Porque era un viejo que creía en historias fantásticas, porque era un soñador que
creía que la fantasía podía ser parte de la realidad y no es así.

Imari: Papá te juro que no miento, escuché esos ruidos.

Papá: Imari, ya no tengo fuerzas para discutir contigo, ya no puedo, estoy cansado, harto...

Imari: Pero papá...

Mamá: Imari, déjanos solos (Imari sale)

Escena 6

Pórtico de Don Juan. Noche. Don Juan sentado en su mecedora toca la armónica. Al poco
rato entra Imari con su balón.

Imari: ¿Por qué no me dijo que Augusto era el nombre de mi bisabuelo?

Don Juan: Porque yo no debía decírtelo.

Imari: ¿Por qué?

Don Juan: Eso le corresponde a tu padre.

Imari: Mi padre no me habla, piensa que invento cosas, que esos ruidos de la milpa son
imaginaciones mías y que usted me dijo el nombre de mi bisabuelo.

Don Juan: Imari, debes entender a tu padre.

Imari: ¿Entender qué, que no me quiere?

Don Juan: Ya te dije que no eso no es cierto.

Imari: Entonces ayúdeme a entender por qué mi padre no me acepta.

Don Juan: Porque te pareces mucho a tu bisabuelo. Él era un soñador como tú, le
encantaban las historias fantásticas, los mitos, las leyendas, creía en seres sobrenaturales,
así como lo haces tú.

Imari: Es por eso. Usted me dijo que mi padre no se llevaba bien con mi bisabuelo.

Don Juan: Así es. Tu abuelo creía que todas esas historias eran cuentos, que nada existía y
eso le inculco a tu padre. Tu abuelo y yo eramos como hermanos, crecimos juntos, he vivido

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en esta tierra desde que nací y he visto cómo educó a tu padre, enseñándolo a madurar a la
fuerza, haciendo que dejara a un lado sus sueños e ilusiones, por eso tu padre es así
contigo, no sabe ser de otra forma, así lo educaron y cree que es la mejor forma de educarte
a ti. No lo culpes por la mala educación que le dieron. No sabe expresar lo que siente, le
cuesta trabajo, nunca lo hizo, tu abuelo le enseño que esas cosas no se decían ni se
demostraban.

Imari: Mi padre no me creyó lo de los ruidos en la milpa, pensó que estaba inventando todo.

Don Juan: Eso fue mi culpa, debí haberte advertido que no le dijeras nada a tu padre.

Imari: No es su culpa Don Juan, fue la mía por decírselo, debí de haber sabido que no me
creería.

Don Juan: Si quieres yo puedo hablar con él y explicarle que en verdad oíste esos ruidos en
la milpa...

Imari: No, Don Juan, pero gracias por querer intentarlo. Caminaré un rato y volveré a mi
casa, no quiero que se preocupe mi mamá, adiós Don Juan.

Don Juan: Adiós hijo.

Escena 7

Mañana siguiente. Milpa de la familia. Imari solo.

Imari: (Molesto) Ya ves, todo es tu culpa, por tu culpa mi padre no me cree, por tu culpa mi
padre no me quiere, por tu culpa...

Voz: Augusto....

Imari: Yo no soy Augusto, mi bisabuelo murió hace mucho tiempo, ya no esta aquí, así que si
vienes a buscarlo pierdes tu tiempo.

Voz: Muerto...

Imari: Sí, murió. ¿No lo sabías?

Voz: Hace tiempo...

Imari: No lo sé, nunca lo conocí.

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(Se escucha el viento resoplar en la milpa, el sonido de la serpiente y el jaguar se oyen
entrelazados con el aire, de entre la milpa, se percibe una imagen que se va formando poco
a poco, después de un tiempo de observar, Imari no reconoce lo que esta viendo, se forma la
imagen del dios Tlaloc entre las hojas de la milpa, Imari asustado no sabe que hacer)

Imari: ¿Qué o quién eres tú?

Tlaloc: Augusto.

Imari: (Miedoso) Ya te dije que mi bisabuelo murió hace tiempo.

Tlaloc: La milpa, está seca.

Imari: Sí, lo sé, mi padre ha hecho muchas cosas para que esta milpa crezca pero no ha
llovido en meses.

Tlaloc: Augusto la cuidaba.

Imari: Mi padre también la cuida... sólo que nada de lo que hace sirve.

Tlaloc: No sabe como hacerlo, no cree... Augusto era un buen hombre, él nunca se olvido de
sus raíces, él me veneraba y a cambio yo le ayudaba para que esta milpa estuviera viva, no
como está ahora.

Imari: Yo quiero que la milpa vuelva a crecer como antes, como la tenía mi bisabuelo, ¿usted
puede ayudarme?

Tlaloc: ¿Sabes quien soy?

Imari: No

Tlaloc: Tlaloc.

Imari: El dios de la lluvia y el relámpago. Don Juan me habló de usted y me contó algunas
cosas sobre mi bisabuelo. Usted puede hacer que llueva; por favor haga que llueva para que
la milpa esté mejor, por favor ayúdeme.

Tlaloc. Te pareces mucho a Augusto, igual de impetuoso y decisivo.

Imari: Eso me dicen todos. Dios Tlaloc, dígame que debo hacer para salvar la cosecha de mi
padre, este maíz muere cada día y ya no tenemos dinero.

Tlaloc: ¿Estarías dispuesto a hacer cualquier sacrificio por esta milpa?

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Imari: Lo que sea.

Tlaloc: (Dudando) Está bien, te ayudaré, pero tendrás que hacer algunas ofrendas para mi.
Te encargaré tres misiones que deberás realizar en el tiempo indicado y sin
cuestionamientos. ¿Estás de acuerdo?

Imari: Si

Tlaloc: De realizar las 3 misiones, la milpa de tu familia volverá a resurgir majestuosa como
antes.

Imari: Estoy listo para empezar ahora mismo, dígame que debo hacer.

Tlaloc: Está bien. Tu primera encomienda será ir por el maíz más puro que se da en esta
región. ¿Ves aquellas montañas?

Imari: Sí

Tlaloc: Detrás de ellas se encuentra una milpa y en ella el maíz más puro que existe. Ese
maíz debe ser replantado aquí para que todo vuelva a germinar como en los tiempos de
Augusto.

Imari: Pero ¿cómo voy a llegar hasta allá? está muy lejos, me va a tomar días y no puedo
irme así nada más de mi casa, sin avisar, me madre se preocuparía.

Tlaloc: Creí que habías aceptados las reglas, no cuestionamientos.

Imari: Lo siento.

Tlaloc: No te preocupes, te transformaré en hormiga, una hormiga roja y veloz que podrá
caminar sin cansancio hasta llegar a la montaña en la mitad del tiempo que a ti te llevaría.
Cuando llegues a lo alto de la montaña verás el maizal más hermoso que jamás hayas visto.
No te distraigas con nada de lo que veas allá arriba. Lo único que harás será tomar un grano
maduro de la tierra y emprenderás el regreso. Debes regresar antes de que se ponga el sol.

Imari: Está bien. ¿Y cómo voy a trasformarme en hormiga?

Tlaloc: Come esta hoja verde y en pocos minutos serás una hormiga y podrás emprender el
camino. Esta hoja amarilla te hará regresar a tu estado natural. Si no regresas antes de que
se ponga el sol, no volverás a saber de mí.

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Imari: No te preocupes, voy a regresar antes. (Sale)

Tlaloc: No te distraigas con nada de lo que veas....

Escena 8

Imari toma la hoja verde, duda un poco, la come, poco a poco comienza a transformarse en
hormiga, y emprende el camino hasta las montañas, en su camino se tropieza con algunos
derrumbes que sobrepasa con algunas dificultades pero sigue el camino. Al poco tiempo
llega a lo alto de la montaña y ve la milpa, Imari se queda pasmado al ver tanta hermosura.
Trepa por una de las plantas y observa aquella hermosura. Imari se da cuenta que el sol
empieza a esconderse así que se apresura a bajar cuando se tropieza con una mazorca
amarilla del color del sol. El aroma de la mazorca lo embriaga. “Cómeme” escucha repetir
varias veces.

Imari: Huele a maíz tostado con mantequilla, tengo hambre, no me haría mal un poco de
maíz. (“Cómeme”) ¿Qué podría pasar? (Imari muerde la mazorca y en ese instante un viento
fuerte se siente y comienza a mover con fuerza toda la milpa, Imari trata de agarrarse lo más
fuerte que puede de la planta pero ésta trata de tirarlo con sus hojas, Imari se aferra al tallo y
con mucha dificultad baja de la planta para trata de huir, cuando casi logra salir de la milpa)
¡El grano!. (Imari vuelve a entrar a la milpa y llega a la planta más grande, toma el grano que
está en la base de sus raíces y sale corriendo lo más rápido que puede.)

Escena 9

Imari llega a la milpa de su familia antes de que se ponga el sol. Está cansado, toma la hoja
amarilla entre sus dientes y la come, poco a poco regresa a su estado natural.

Imari: ¡Tlaloc, Tlaloc, aquí está, cumplí mi misión!

Tlaloc: Te dije que no te distrajeras con nada. ¿Por qué comiste esa mazorca? ¿Crees que
puedes engañarme? ¿Acaso te crees superior a mí?

Imari: Lo siento, no va a volver a ocurrir, tenía mucha hambre.

Tlaloc: Tus necesidades no me interesan. Fui muy claro cuando te di la misión.

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Imari: Lo sé, lo siento, no va a volver a pasar.

Tlaloc: Claro que no volverá a pasar porque ya no te ayudaré.

Imari: Pero, no puedes, no debes, por favor cometí un error, castígame a mí pero no dejes
que la milpa de mi papá pague por mis errores, por favor dame una oportunidad, te lo
suplico. Haré lo que me pidas sin dudarlo, sólo ayúdame a salvar la milpa de mi papá.

Tlaloc: Muy bien, joven impetuoso, se ve que tienes agallas. Nunca vi a una hormiga tan
veloz tratando de salvarse de ser aplastada por una milpa. Te daré una última oportunidad y
espero que no me decepciones.

Imari: No lo haré. ¿Qué debo hacer?

Tlaloc: Por el momento nada. Regresa a casa, planta ese grano en una maceta y espera a
que germine, deberás cuidarlo y no quitarle la vista de encima, cuídalo hasta que llegue a un
tamaño considerable, después te diré que harás con él. Por el momento es todo, astuto
guerrero, mañana te daré la segunda misión, llega temprano.

Imari: Así lo voy a hacer y gracias por ayudarme. (Un viento fuerte mueve las hojas de la
milpa y Tlaloc desaparece)

Escena 10

Casa de Imari, noche. Imari entra apresurado a su casa, lleva el grano de maíz entre las
manos, lo trata con mucho cuidado. Abre un mueble y saca una pequeña pala y una maceta.

Mamá: (Entrando) ¿Qué tienes ahí Imari?

Imari: Nada mamá... (Sale. Mamá queda pensativa. Imari entra a su recamara, pone la
semilla encima de su cama con mucho cuidado mientras hace un agujero con la pala en la
maceta, cuando lo tiene hecho pone el grano de maíz en la maceta y lo tapa con tierra, toma
un guaje que tiene cerca y le pone agua, lo intenta poner cerca de la ventana, duda) Me dijo
que debía cuidarla y no quitarle la vista de encima, pero donde la pongo. (Imari pone la
maceta dentro de un mueble, duda, la saca, dentro de un guacal lleno de ropa) No creo que
mi maíz pueda respirar ahí (Lo saca. La mamá toca la puerta)

Mamá: Imari puedo pasar.

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Imari: Un momento mamá (Imari apresurado duda donde dejar la maceta para que no la vea
su mamá, la pone debajo de la cama, se apresura a abrir la puerta)

Mamá: Imari, podemos hablar.

Imari: Sí mamá.

Mamá: Quería decirte que no quiero que te sientas mal por lo que te dijo tu padre ayer. Él
está muy agüitado por lo que está pasando con la milpa y a veces se deja llevar por el coraje.
Eso no quiere decir que no te quiera o que no crea en ti, sólo no sabe cómo expresar lo que
siente.

Imari: Lo mismo me dijo Don Juan.

Mamá: Tu papá te quiere, no lo dudes nunca. (Papá entrando)

Papá: Ya llegué, viejita.

Mamá: Hola, viejito, ¿cómo te fue?

Papá: Pues fui al pueblo y ayudé con las cosas de la nueva tienda, había harta gente
queriendo trabajar, a pocos nos dieron chance. La chamba sólo es en lo que terminan de
meter la mercancía a la tienda y cada día tomarán a las personas que lleguen. Mañana
llegaré más temprano y espero que me puedan dar la chamba otra vez.

Mamá: Ay, viejito, debes estar cansadísimo.

Papá: Lo estoy.

Mamá: Ahorita te preparo algo de cenar.

Imari: Hola papá.

Papá: Hola, mañana quiero que vayas conmigo al pueblo, para que agarremos la chamba de
cargadores.

Imari: Pero mañana no puedo papá.

Papá: ¿Por qué no? Imari, necesitamos ese dinero, qué puede ser más importante que
ayudar con los gastos de la casa.

Imari: Es que... le prometí a Don Juan que lo iba ayudar con su milpa.

Papá: Eso puede esperar.

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Imari: No puede esperar, es que las hojas secas de las mazorcas están cayéndose y Don
Juan no puede agacharse para recogerlas.

Papá: Puedes hacerlo cuando regresemos del pueblo.

Imari: Pero papá...

Papá: Pero nada, mañana te quiero muy temprano listo para irnos al pueblo.

Imari: Sí, papá. (Sale)

Escena 11

Día siguiente, mañana.

Mamá: Buenos días, viejito, espero que hayas dormido bien.

Papá: Sí, gracias. ¿Dónde está Imari?

Mamá: Salió hace rato, fue a avisarle a Don Juan que no iba a poder ayudarle hoy con su
milpa.

Papá: ¿Y a que hora va a regresar?, no quiero llegar tarde y perder la chamba.

Mamá: Tranquilo ya debe de llegar.

Papá: Pero le dije que lo quería temprano.

Mamá: Espéralo un poco, vas a ver que ahorita llega.

Papá: Iré a buscarlo con Don Juan. (sale)

Mamá: Ay viejito.

Escena 12

Pórtico de la casa de Don Juan. Don Juan sentado en su mecedora tocando la armónica.

Papá: Buenos días, Don Juan.

Don Juan: Buenos días, vecino.

Papá: Puede decirle a Imari que se apure, ya tenemos que irnos.

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Don Juan: Imari no está conmigo.

Papá: ¿Cómo que no está con usted? ¿Qué no iba a ayudarlo a recoger las hojas muertas
de su milpa?

Don Juan. No.

Papá: Pero nos dijo que iba a ayudarlo hoy y sólo venía avisarle que no iba a poder, porque
me iba a acompañar al pueblo a trabajar.

Don Juan: Lo siento, pero no he visto a Imari hace un par de días. Si quieres puedo ayudarte
a buscarlo.

Papá. No, gracias, no puedo quedarme, debo ir al pueblo a trabajar, necesitamos el dinero y
no puedo perder el tiempo buscando a Imari, que por lo que se ve no le importa la situación
económica de la familia.

Don Juan: No seas tan duro con él, es un buen niño, sólo le gusta el fútbol, yo recuerdo
como te gustaba jugarlo de niño.

Papá: Eso fue hace mucho y pronto dejé de perder el tiempo con esas cosas, me dediqué a
ayudarle a mi padre en la milpa, a ayudarle a llevar el pan a la mesa como debe de ser.

Don Juan: Pero tu hijo es diferente, él tiene sus propios sueños, no le puedes pedir que sea
como tú.

Papá: ¿No le puedo pedir que me ayude a llevar comida a la mesa, que nos ocupemos de
que no nos falte nada? Pues se lo voy a enseñar aunque sea lo último que haga. Ahora
debo irme, alguien debe de trabajar.

Don Juan: Si veo a Imari lo mando a casa, seguro pronto va a aparecer.

Papá: Gracias, Don Juan. (Sale)

Don Juan: ¿Dónde se habrá metido ese chamaco? (Don Juan regresa a tocar su armónica.
Entra la mamá)

Mamá: Buenos días, Don Juan, ¿ya vino mi viejito por Imari verdad?

Don Juan: Sí vino, pero le tuve que decir que Imari no está conmigo.

Mamá: ¿Cómo que no está con usted?

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Don Juan: Imari no vino a buscarme hoy en la mañana.

Mamá: Ay, Don Juan, no me diga eso, ¿dónde se habrá metido?

Don Juan: No se preocupe vecina, Imari es un buen niño, de seguro anda jugando con su
balón, pero si quiere le ayudo a buscarlo.

Mamá: Sí, por favor. Yo voy a ir a buscarlo al río.

Don Juan: Yo iré a la milpa y a los campos grandes donde le gusta ir.

Mamá: Se lo agradezco mucho, Don Juan, si sabe algo avíseme.

Don Juan: Lo haré.

Escena 13

Milpa de la familia de Imari

Imari: Tlaloc, ya volví como me lo pediste, estoy listo para la segunda misión, ¿qué debo
hacer? (Comienza a sonar el viento y el sonido de la serpiente y el jaguar; aparece la imagen
de Tlaloc)

Tlaloc: Otro día más del joven guerrero, muy bien. Ya tengo tu siguiente misión si es que
estás dispuesto a realizarla.

Imari: Estoy dispuesto, ¿qué debo hacer?

Tlaloc: Deberás ir a buscar a Cintéotl, la madre maíz.

Imari: ¿La madre maíz? ¿Y dónde la encuentro?

Tlaloc: Dicen que la madre maíz se oculta en forma de un colorín ventridorado cerca de los
límites del pueblo.

Imari: Y cuando llegue ahí ¿cómo voy saber cuál ave es la madre maíz?

Tlaloc: No te preocupes por eso, joven guerrero, ella te encontrará a ti. Tú sólo debes llega a
los límites del pueblo, ahí busca en los alrededores el colorín con el pecho color dorado
más hermoso que veas, ella será la madre maíz. Escucha bien lo que voy a decirte, la madre
maíz tiene 5 joyas de gran valor, encuéntralas, toma la joya de color azul y traémela.

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Imari: Pero, yo no puedo traer algo sin pedirlo.

Tlaloc: ¿Entonces no lo harás?

Imari: Pero...

Tlaloc: Está bien, sólo que con esto queda roto el acuerdo que hemos hecho y la milpa de tu
padre no se repondrá.

Imari: (Dudando) Está bien, te voy a traer esa joya.

Tlaloc: Muy bien, joven, yo sabía que podía confiar en ti, ahora anda, inicia el caminar.
Recuerda que antes de que caiga la noche deberás volver con la joya.

Imari: Lo sé. Volveré.

Escena 14

Imari comienza a caminar, después de un rato, siente cansancio y decide sentarse debajo de
un árbol.

Imari: Tlaloc no me prohibió que durmiera un rato, ya estoy en los límites del pueblo y no he
visto a la madre maíz por ningún lado. (Imari se acomoda en la base del árbol y se duerme;
al poco rato llega un grupo de hormigas negras que comienzan a devorarse parte de su ropa,
al sentir las picaduras despierta exaltado) ¿Pero qué? Que han hecho con mi ropa, no puedo
volver así a mi casa ¿cómo le explicaré a mi madre esto? Y ni siquiera he terminado mi
misión... (Comienza a llorar y un hermoso colorín se planta en las ramas del árbol)

Madre maíz: ¿Por qué lloras?

Imari: (Mientras se frota los ojos) Porque estoy cansado, tengo hambre y las hormigas se
comieron mi ropa y debo encontrar a la madre maíz y no la veo por ningún lado.

Madre maíz: No te preocupes hijo..

Imari: Claro que me preocupo, porque... (destapándose los ojos) Pero, ¿dónde estás?

Madre maíz: Aquí arriba.

Imari: (Volteando) ¿Tú hablaste?

Madre maíz: Sí, ¿por qué te sorprende?

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Imari: Nunca había hablado con colorín.

Madre maíz: Pues ahora lo haces. Deja de llorar mi niño, yo puedo ayudarte, sígueme.

Imari: ¿A dónde?

Madre maíz: No tienes que tener miedo, confía en mí, no te haré daño. Te llevaré a mi casa
para que descanses un rato, te daré algo de comer, algo de vestir y después seguirás tu
camino.

Imari: Gracias pero no puedo, debo encontrar a la madre maíz.

Madre maíz: Ya la encontraste.

Imari: ¿Usted es la madre maíz?

Madre maíz: Sí, hijo, ahora sígueme. (La madre maíz lo lleva frente a un árbol, entre las
raíces se encuentra una entrada, Imari entra al árbol para encontrarse en una casa)

Imari: Es linda su casa, madre maíz.

Madre maíz: Gracias, hijo. Toma (Le da una playera para cambiarse de ropa)

Imari: Gracias.

Madre maíz: Ahora bebe esto, te hará bien (Dándole un guaje)

Imari: (Bebiendo) Qué rico, ¿qué es?

Madre maíz: Se llama balché.

Imari: ¿Balché?

Madre maíz: Sí, es una bebida a base de maíz y la corteza de este árbol.

Imari: Está muy rica.

Madre maíz: La gente de por aquí cree que si ofrendas esta bebida a los duendes y a los
dueños del monte, éstos cuidaran de tu milpa.

Imari: ¿Y eso es verdad?

Madre maíz: Para eso se necesita creer. Pero dime, por qué querías verme.

Imari: Yo creo madre maíz, de verdad que sí, pero mi padre... necesita su ayuda, él tiene una
milpa, pero le ha ido muy mal, no ha llovido y por más que la ha cuidado no ha servido de

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nada. Quiero ayudarle a mi padre para que la milpa dé frutos pronto. Alguien me dijo que
usted tiene 5 joyas muy hermosas y que la joya azul era las más valiosa de todas.

Madre maíz: ¿Tu quieres una de mis joyas?

Imari: Sé que esas joyas han de valer mucho y yo no tengo con que pagarle, pero haré lo
que sea para obtenerla, por favor ayúdeme madre maíz.

Madre maíz: Tranquilo, hijo, puedo ver que el amor que le tienes a tu padre es grande y que
harías lo que sea para ayudarlo. Espera aquí. (Sale y vuelve con 5 granos de maíz de
colores)

Imari: ¿Maíz?

Madre maíz: Estas son las 5 joyas que poseo, “mis hijas” maíz blanco, rojo, amarillo,
moteado y azul. Tú te referías a ésta.

Imari: Un grano de maíz azul.

Madre maíz: Así es, llévatelo hijo, es tuyo y espero que te sirva para recuperar la milpa de tu
padre.

Imari: Así lo haré, muchas gracias madre maíz, no sabe lo que significa para mí.

Madre maíz: No te preocupes, hijo, ahora vete, pronto anochecerá y no quisiera que
estuvieras fuera de casa tan tarde, tu madre podría preocuparse.

Imari: Sí, lo sé. Gracias, madre maíz. Adiós.

Madre maíz: Adiós, hijo (Imari sale con el grano azul entre sus manos)

Escena 15

Tarde noche. Milpa de la familia de Imari

Imari: Ya volví Tlaloc y traigo la joya azul de la madre maíz.

Tlaloc: Pero si es mi guerrero más valiente. No pensé que volverías y por lo que veo has
traído la joya azul de la madre maíz.

Imari: Sí, aquí está.

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Tlaloc: Muy bien, plántala igual que el maíz más puro que conseguiste en tu primera misión,
la joya azul germinará 2 veces más rápido que la primera por el poder mágico que tiene en
su interior.

Imari: Está bien.

Tlaloc: Aún te queda una misión, joven guerrero.

Imari: Lo sé, va a ser la última que haga para ti y con eso voy a salvar la milpa de mi padre.

Tlaloc: Te escucho muy decidido y eso me gusta. Tu valentía sobrepasa los límites de lo
posible.

Imari: Mañana estaré aquí temprano para cumplir la última misión.

Tlaloc: Creo que para la última misión habrá algunos cambios importantes

Imari: ¿Cambios, por qué?

Tlaloc: Porque la ultima misión deberás cumplirla esta misma noche.

Imari: ¿Esta noche? Pero yo no puedo salirme de mi casa , ¿cómo voy a hacerlo sin
permiso?

Tlaloc: Eso deberás resolverlo tú joven guerrero. La pregunta es ¿te echarás para atrás en la
última misión? llevas un gran camino avanzado.

Imari: No, no lo haré, voy a estar aquí a la hora que me digas.

Tlaloc: Muy bien, mi joven valiente. Te espero antes de las doce de la noche, trae contigo los
dos granos, recuerda, no llegues tarde.

Imari: Aquí estaré.

Escena 16

Casa de Imari. Noche. El papá está sentado en la mesa, esperando. Imari abre la puerta
lentamente intentando no hacer ruido, al ir entrando ve a su padre en la mesa, entra.

Imari: Hola papá.

Papá: ¿Dónde estabas?

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Imari: (Dudando) Pues fui con Don Juan a ayudarle y nos pusimos a platicar y se me fue el
tiempo.

Papá: Mentira. Nunca fuiste con Don Juan y nunca quedaste de ayudarle a recoger la hojas
de su milpa porque fui a buscarte en la mañana con él y no estabas.

Imari: Perdón papá, tuve que hacerlo.

Papá: ¿Tuviste que mentirme?

Imari: Perdón, no era mi intención pero si te decía la verdad no ibas a creerme.

Papá: ¿Creerte qué? Que te fuiste a jugar con tu balón, a seguir con esos sueños de jugador
famoso o las tonterías de tu imaginación.

Imari: No son tonterías. Si por lo menos me creyeras, si confiaras en mí, podría contarte.

Papá: ¡Cuéntame! (Pausa)

Imari: (Dudando) El bisabuelo Augusto tenía razón, Tlaloc existe, el sonido del jaguar y la
serpiente eran de él, me habló y ahora hago misio...

Papá: Otra vez con ese cuento.

Imari: Te digo que no es un cuento, ¿por qué no puedes creerme?

Papá: Porque eso no existe, ¿no puedes entender eso? esas cosas sólo son imaginaciones
tuyas, pero no son reales. Los dioses en los que creía tu bisabuelo no existen, existen las
necesidades, el hambre, las cuentas; el trabajo duro y recibir una miseria por eso, eso es lo
que existe, es lo debías hacer hoy, ayudarme a trabajar para tener un poco más de dinero
que bastante falta nos hace y fuiste tan egoísta para no querer ayudar a tu familia. No tienes
idea de lo importante que es esta tierra para mí, el peso tan grande que es verla morir día a
día, este es el legado de generaciones en la familia y no he sabido cómo hacer para
mantenerla viva y dando frutos; si hay algo que me importe en esta vida es esa milpa, esa
milpa que algún día será tuya, tu familia dependerá de ella y tú vas a tener que trabajarla
para que dé frutos.

Imari: Perdón papá, yo no quería, nunca he querido defraudarte.

Papá: Ya no importa, ahora vete a dormir.

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Imari: Pero papá...

Papá: Vete, sólo vete Imari (Imari sale lentamente, entra en su cuarto, pausa larga. Entra la
mamá, apresurada, nerviosa)

Mamá: ¿Ya llegó?

Papá: Sí.

Mamá: ¿Pero está bien verdad?

Papá: Sí, está bien, sólo se fue a jugar.

Mamá: Iré a verlo. (Dirigiéndose al cuarto de Imari)

Papá: No, déjalo, ya lo mande a dormir. (El papá se para de la mesa y se dirige a su cuarto.
La madre duda entre entrar al cuarto de Imari o seguir al papá)

Mamá: (Detrás de la puerta del cuarto de Imari, en voz baja, como para sí) Buenas noches
hijo. Te quiero. (Sale)

Escena 17

Casa de Imari, casi la media noche, entre el gran silencio de la noche sólo se escuchan
algunos grillos cantar. Imari abre la puerta de su cuarto muy lento, tratando de no hacer
ruido. Lleva las dos macetas en sus manos, una de ellas ya ha germinado. Poco a poco y en
silencio se acerca a la puerta, la abre, sale y la cierra lentamente detrás de él.

Escena 18

Milpa de la familia, poco antes de la media noche, una luna grande y luminosa brilla en lo
alto del cielo. Imari llega apresurado a la cita.

Imari: Tlaloc ya llegué y traje las dos macetas, el maíz puro ya germinó.

Tlaloc: Muy bien, mi pequeño intrépido, puntual como siempre; y veo que ha germinado muy
bien.

Imari: Sí, ahora dime ¿cuál es la tercera misión?

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Tlaloc: ¿Tienes prisa verdad? está bien. Ya que necesitarás una herramienta para trasplantar
los dos maíces en la milpa, deberás ir en busca de una.

Imari: Pero mi padre tiene mucha herramienta, pude haber traído una yo mismo y plantarlas
de una vez.

Tlaloc: Tranquilo mi pequeño amigo, no puede ser cualquier herramienta, debe ser una
herramienta sagrada hecha hace mucho tiempo por los hombres que caminaron por estas
tierras.

Imari: ¿Y a dónde tengo que ir a buscar esa herramienta sagrada?

Tlaloc: Deberás ir al volcán .

Imari: ¿Qué? ¿por qué ahí?, desde niños nos han dicho que nadie debe acercarse al volcán.
Es muy peligroso, uno podría caerse en el cráter.

Tlaloc: No creí que mi joven guerrero tuviera miedo a eso.

Imari: No es miedo, simple precaución.

Tlaloc: No te preocupes, sabes que no te dejaría ir solo sin ayudarte en este viaje. Te
convertiré en un búho.

Imari: ¿Un búho?

Tlaloc: Así es, así podrás llegar volando en la mitad del tiempo. Además los búhos tienen la
facultad de poder ver en la oscuridad. Llegaras a las orillas del cráter del volcán y del lado
sur verás que la tierra es más oscura que la demás, cavarás lo más rápido que puedas y
encontrarás la herramienta sagrada hecha por los antiguos pobladores de esta tierra, hecha
de hueso.

Imari: De hueso.

Tlaloc: Así es. Debes cavar rápido, de lo contrario corres el riesgo de que haya un deslave y
mueras por la lava del volcán. ¿Has entendido todo?

Imari: Sí.

Tlaloc: Muy bien. Ahora todo depende de ti, valiente guerrero. No debo recordarte que esta
misión deberás realizarla antes que el sol aparezca en el horizonte. ¿Entendiste?

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Imari: Sí. ¿Cómo voy a convertirme en búho?

Tlaloc: Mira hacia el cielo, ¿ves todas esas estrellas?

Imari: Sí.

Tlaloc: Ahora quiero que mires la estrella más luminosa. Cierra los ojos. (Pausa) Confía
guerrero. Abre la boca, (Imari abre la boca, de la estrella comienza a caer un líquido plateado
y brillante) bébelo, éste líquido te convertirá en búho. Buen viaje pequeño guerrero. Espero
verte de regreso.

Imari: Aquí estaré.

Escena 19

Imari mira al cielo, cierra los ojos y abre la boca, de la estrella más luminosa comienza a caer
un líquido plateado y brillante que ingresa en su boca. Imari comienza a beberlo y su
cuerpo ira transformándose poco a poco hasta convertirse en un búho color plata como el
líquido de la estrella. Imari comienza a reconocerse como búho, mueve sus alas, se
familiariza y emprende el vuelo; entre el cielo iluminado por la luna llena se ve la silueta de
un búho plateado volando en dirección al volcán. Imari llega al volcán y se posiciona en
dirección sur, busca la posición exacta para escarbar.

Imari: Tlaloc dijo que la tierra sería más oscura. (Pausa) Aquí está, no voy a cometer el
mismo error que en la primera misión, debo ser rápido como me dijo Tlaloc. (Imari se prepara
y con sus garras comienza a escarbar los más veloz que puede, el volcán comienza a rugir y
a tener exhalaciones más fuertes conforme Imari se acerca más a la herramienta sagrada,
antes de que Imari logre sacarla de la tierra el volcán despierta con una gran llamarada de
lava que Imari sortea sin ninguna dificultad mientras se va alejando victorioso de regreso)

Escena 20

Milpa de la familia de Imari, madrugada.

Imari: Ya volví Tlaloc, he terminado las tres misiones. Ahora conviérteme en niño otra vez.

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Tlaloc: Pero si es mi pequeño guerrero. Una vez más ha salido victorioso de la batalla. Muy
bien. Para convertirte en niño solo debes comer un poco de la hoja del maíz azul, que como
puedes darte cuenta ha germinado ya.

Imari: Germinó mucho más rápido que la otra.

Tlaloc: Te lo dije. Anda come un poco de hoja. (Imari se acerca a la planta y come un poco
de hoja, en un momento su cuerpo de búho se transforma en niño otra vez)

Imari: ¡Wow!, ésta fue la misión más emocionante de todas. Lástima que mi padre no me
crea.

Tlaloc: No te desanimes mi joven amigo que esto aún no ha terminado.

Imari: Es verdad, dime qué debo hacer ahora.

Tlaloc: Ahora viene la prueba más grande para culminar estas tres misiones.

Imari: ¿La prueba más grande, eso qué significa?.

Tlaloc: Deberás usar la herramienta sagrada para sacar con mucho cuidado cada maíz
germinado y trasplantarlo aquí a la mitad de la milpa. ¡Hazlo ahora! (Imari, toma la primera
maceta, saca el maíz con mucho cuidado y lo trasplanta en el maizal, lo mismo hace con el
maíz azul) Cada una de las misiones cumple un sentido místico con los puntos cardinales. La
primera misión corresponde al Norte con su elemento la Tierra al ir por el maíz más puro a
las montañas. La segunda misión es el Este conectado con el Aire y la madre maíz
convertida en colorín ventridorado La tercera misión es el Sur con el Fuego, fuego de la lava
del cráter del volcán y el cierre culminante es el Oeste con su elemento el Agua, el agua que
usarás para poder regar la milpa. Ahora que ya plantaste cada una de ellas y las has cubierto
con la tierra seca de esta milpa deberás regarlas.

Imari: Para eso tú vas a ayudarme no es así. Para eso eres Tlaloc el Dios de la Lluvia.

Tlaloc: A tu valentía le sobra ingenuidad, pero debo reconocer que no creí que llegarías tan
lejos.

Imari: ¿Qué quieres decir?

Tlaloc: Creo que ya es tiempo de que el joven guerrero sepa cuál es la prueba más grande
que terminará por recuperar la milpa de su familia. Los antiguos pobladores han hechos

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distintas ofrendas en mi honor para hacer que llueva, yo he ayudado a muchos pueblos y
accedido a muchos rituales pero la ofrenda más grande que se me ha hecho es el sacrificio.
Tu bisabuelo, al igual que los antiguos pobladores hizo varias misiones para mí, me ofrendó
de muchas maneras y yo a cambio le dí la milpa más fructífera de la región. Todos los
comerciantes querían el maíz más rico y él lo tenía, en gran abundancia, no sólo se hizo de
dinero sino también de mucho prestigio. Pero al final fue débil, nunca pudo ofrendarme la
última prueba, esa última ofrenda hubiera asegurado el maíz de esta milpa hasta el final de
los tiempos, pero no, dejó que su hijo, que no creía en mí, se hiciera cargo de ella, con sus
fertilizantes y tratamientos; en verdad me daba risa, yo hice lo que quise con esta milpa, le dí
las lluvias más potentes hasta inundar todo o las sequías más terribles hasta cuartear la
tierra, nada de lo que hicieron tu abuelo y tu padre funcionó.

Imari: Castigaste a mi bisabuelo, ¿por qué? Yo creí que eran amigos.

Tlaloc: ¿Amigos? Él sólo me servía. Lo castigué porque él debía cumplir su promesa,


prometió servirme y que sus descendientes lo harían y no pudo hacer el sacrificio más
grande por su tierra y para mí.

Imari: ¿Sacrificio?

Tlaloc: El mismo que deberás hacer tú si es que quieres que esta milpa vuelva a vivir.

Don Juan: (Entrando) Debía sacrificar a su primogénito.

Tlaloc: (Dudando) Yo te conozco...

Don Juan: (A Imari) Siempre creí que esa conversación la habíamos soñado tu abuelo y yo.
Estábamos jugando entre el maizal y vimos a tu bisabuelo discutiendo con alguien, al
principio no vimos con quién, conforme nos acercábamos te vimos a ti, tú y yo ya nos
habíamos encontrado en otra ocasión cuando jugando entré a esta milpa y pensaste que era
el hijo de Augusto. Todo es tan confuso, ustedes discutieron. Tú le pediste la sangre del
primogénito para regar el campo, “el vino más potente de la vida” Tu bisabuelo se negó, no
sacrificaría a su único hijo por una milpa. Después todo pasó muy rápido, mucho aire, nos
entraba por los ojos, tuvimos que salir de ahí. Nos convencimos a nosotros mismos de que
había sido un sueño, que nada de lo que vimos era real, después de ese día, y como por arte

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de magia esta milpa comenzó a marchitarse día a día sin que nadie pudiera hacer nada al
respecto. No había recordado esto en años.

Tlaloc: Augusto sólo debía ir por la herramienta sagrada, sacrificar a su primogénito y regar
esta milpa con su sangre. (A Imari) Ése es el último sacrificio, lo que recuperará la milpa de
tu familia. La pregunta es, ¿te sacrificarás por esta tierra, esta tierra que tu padre tanto ama,
más que a ti, o la dejarás morir otra vez como lo hicieron tus antepasados?

Imari: ¿Debo sacrificarme yo? ¿Debo morir para salvar esta tierra?

Don Juan: Hijo, no debemos seguir aquí, vámonos.

Imari: Espere Don Juan. (A Tlaloc) Si lo hago, si me sacrifico, ¿salvaré la milpa de mi padre?

Tlaloc: Hasta el final de los días.

Imari: ¿Y nunca más va a tener problemas con la siembra?

Tlaloc: Nunca más. Esta milpa estará asegurada de por vida.

Don Juan: No escuches nada de esto, no vale la pena.

Imari: Claro que sí, Don Juan ¿no se da cuenta de que puedo salvar de la ruina a mi padre?
Él me va a querer otra vez si hago este sacrificio.

Don Juan: Pero tu padre ya te quiere. Perdóname hijo, yo te metí en la cabeza estas idea;
escúchame ¿Te has puesto a pensar en su dolor? ¿En el de tu madre?

Imari: Mi mamá.

Tlaloc: ¿Entonces qué decides? Esos dos maíces que ahora posees no te servirán de nada
si no terminas la misión; tu sangre servirá para que la milpa entera se recupere, de lo
contrario todo habrá sido en vano.

Imari: (A Tlaloc) Tú lo sabías desde el principio y no me lo advertiste. Debiste decirme que


todo lo que hice no serviría de nada si no me sacrificaba.

Tlaloc: Pues ahora te lo digo, dime que decides.

Don Juan: Vámonos Imari, no puedo permitir que hagas esto, vámonos.

Imari: No puedo, Don Juan, debo terminar lo que inicié. (Toma la herramienta sagrada)

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Don Juan: (A Tlaloc) ¿Esto es lo quieres, de esto se trata todo? Yo creí que eras un Dios
humano capaz de comprender nuestras necesidades, no un Dios hipócrita que se hace pasar
por amigo de un niño y luego lo traiciona de esta manera.

Tlaloc: ¿Quién te crees tú para desafiarme? (El cielo comienza a rugir, fuertes truenos, se
avecina una gran tormenta) No eres nadie, un simple mortal, sólo un anciano sin la fuerza
necesaria y la valentía para pelear conmigo. Eres alguien insignificante para mi. (Se
escuchan truenos que retumban en la tierra, un aire fuerte comienza a sentirse, todo el
maizal se mueve. Imari y Don Juan se ven muy asustados; uno de los truenos pega en la
tierra y cae muy cerca de los pies de Imari y Don Juan) Y tú, pequeño guerrero, pensé que
tenías la valentía para terminar esto, ahora me doy cuenta que todos los humanos son
iguales, incapaces de cumplir lo que prometen. No eres más que un débil niño sin el coraje
necesario.

Imari: ¡No soy débil! (Entra el papá con la mamá. Durante toda esta parte los truenos y el
aire se irán incrementando)

Papá: ¡Imari! ¿Pero qué...

Tlaloc: Miren nada más quién llega a la fiesta del sacrificio, el padre incrédulo.

Imari: Papá no te acerques.

Tlaloc: Déjalo, pequeño guerrero, deja que vea más de cerca en lo que no creyó todos estos
años, deja que perciba el miedo de mi grandeza.

Papá: Pero todo era cierto.

Imari: La milpa va a volver a vivir como en los tiempos del bisabuelo, Tlaloc lo hará posible,
sólo debo hacer una cosa más.

Don Juan: No lo hagas (Al papá) Se sacrificará por ti, por esta tierra, eso fue lo que Augusto
nunca hizo, no sacrificó a tu padre, por eso la milpa murió.

Papá: Pero, no entiendo, qué...

Don Juan: ¿Dejarás que tu hijo se sacrifique por esta tierra? Debe regar con su sangre esta
milpa para que vuelva a nacer.

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Tlaloc: El tiempo se te acaba, pequeño guerrero, en poco tiempo el sol saldrá y todo lo que
hiciste no habrá servido de nada.

Mamá: Hijo, no debes hacer esto, tu padre y yo te amamos, saldremos adelante juntos. Ven
acá hijo, te quiero, no quiero perderte.

Papá: Imari, perdóname, debí creer en ti, todo lo que me dijiste era verdad. Podemos
trabajar juntos la tierra, yo te enseñaré a cuidarla y amarla. No tienes que hacer esto.

Imari: Sí debo, lo más importante para ti es esta tierra. Sé el dolor tan grande que tienes de
verla morir todos los días, yo puedo remediarlo, yo sé cómo hacer para mantenerla viva y
dando frutos.

Tlaloc: El amanecer, pequeño guerrero, está a punto de salir el sol, si alguno de sus rayos
sale ésto no habrá servido de nada.

Papá: Imari, me equivoqué, lo más importante para mí no es esta tierra, eres tú, hijo,
perdóname por no saber cómo demostrártelo, dame la oportunidad de hacerlo ahora, sólo
suelta eso y ven acá. Te amo, hijo.

Imari: Yo también los quiero (Duda, ve a Tlaloc, a Don Juan y sus padres) y porque los quiero
debo terminar esto (Imari se clava en el estómago la herramienta sagrada y cae al piso)

Mamá y papá: ¡Imari! (Ambos llegan hasta donde está Imari y lo toman en brazos. Comienza
a llover, la sangre de Imari mezclada con el agua de lluvia empieza a correr y riega todo el
maizal. Como por arte de magia el maizal comienza a revivir, grandes plantas de maíz se
recuperan junto con mazorcas amarillas que inundan toda la milpa, los padres de Imari lloran
mientras la milpa se recupera. Don Juan se queda quieto a un lado. Tlaloc desaparece.
Amanece. Telón.)

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