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En el siglo VI a.C. los griegos encabezados por Tales de Mileto descubrieron que al frotar
ciertos materiales resinosos ya sea con piel o lana, éstos atraían a objetos ligeros y
pequeños. Este fue el detonante para que a partir del siglo XVIII la electricidad se
constituyera como una ciencia formal.
Demócrito (460-370 a.C.). Para Demócrito los átomos eran los constituyentes últimos de la
materia, entidades indivisibles, indestructibles y eternas a partir de las cuales se formaban
todas las cosas; “son lo dulce y lo amargo, lo caliente y lo frío”. “En la naturaleza sólo existen
los átomos y el vacío lo demás son sólo comentarios”.
Epicuro (341-270 a.C.). Para Epicuro la cantidad de átomos tenía que ser infinita (al igual
que el universo). Los átomos eran eternos, indivisibles e inmutables y tenían forma,
extensión y peso.
Antoine Lavoisier (1743-1794). Descubrió que el agua estaba compuesta por oxígeno e
hidrógeno.
Posteriormente, en el siglo XIX, los científicos químicos, con los resultados de sus
investigaciones, establecieron teorías que sentaron las bases para la teoría atómica. Las
teorías de los químicos chocaban de manera frontal fragmentando y dispersando los
fragmentos de la teoría de los cuatro elementos fundamentales que entonces constituían el
universo: aire, tierra, viento y fuego. Esta teoría había monopolizado casi por 2000 años la
interpretación de la naturaleza.
John Dalton (1766-1844). Haciendo uso de las teorías de los atomistas griegos, Dalton las
estableció como base de los pesos atómicos relativos de los elementos que había
descubierto. Publicó en 1803 la obra titulada Ley de las proporciones múltiples (Ley de
Dalton) que afirma que:
Elementos químicos diferentes se combinan según múltiplos enteros de sus pesos
elementales; es decir,
Cuando dos o más elementos se combinan para formar más de un compuesto, las masas de
uno de ellos, que se une a una masa fija del otro, tienen como relación números enteros y
sencillos.
Para Dalton, los átomos eran indivisibles, no se crean ni se destruyen, de modo que en un
proceso químico los átomos sólo se recombinan.
El científico descubrió que el aire no es una sustancia homogénea, sino que está compuesta
por nitrógeno (80%) y Oxígeno aproximadamente (20%). Este descubrimiento fortalecía el
enfoque atomista.
Con base en estos conocimientos, en 1804 Dalton resumía la teoría atómica de la siguiente
manera:
En la naturaleza, existen pequeñas partículas llamadas átomos que componen toda la
materia.
Los átomos son inmutables, indivisibles e indestructibles.
Los átomos conservan las mismas propiedades químicas del elemento que los
contiene y no se transmutan o cambian en otros elementos.
Los átomos de un mismo elemento tienen las mismas propiedades químicas, pero
difieren con los átomos del resto de elementos.
Al mezclarse dos o más elementos para formar un compuesto, la masa de la sustancia
se relaciona con la masa de los elementos en una proporción sencilla.
Ese mismo año, John Dalton propuso un modelo atómico esférico masivo, pero sin carga en
la que los constituyentes fundamentales de la materia eran los átomos: partículas indivisibles,
inmutables e indestructibles.
En toda reacción química la masa de los reactivos será igual a la masa de los productos.
Para diferenciar los átomos, Dalton utilizó su peso atómico. Al creer en la indestructibilidad
de los átomos, asumió una postura en defensa de la ley de la conservación de la materia,
propuesta por Lavoisier.
Parecía que los químicos habían encontrado la ruta indicada para transitar hacia el desarrollo
científico; sin embargo, los avances del atomismo a través de la química fueron detenidos
bruscamente por el positivismo en el siglo XIX.
Para el enfoque del positivismo, nada que no fuera medible, percibido por los sentidos, por
ejemplo, los átomos, podían considerarse elementos válidos y viables para sustentar una
teoría científica. Pero el caudal del conocimiento científico no podía ser contenido dentro del
cauce del positivismo, por lo que, el relevo del avance del atomismo en esta fase fue tomado
con fuerza por los físicos a través de la Termodinámica y la teoría cinética de los gases, para
no soltarlo jamás. Científicos como Daniel Bernoulli, Sadi Carnot y Rudolf Clausius (1822-
1888), Boltzman y Maxwell, entre otros, desarrollaron dicha teoría tomando como base la
constitución atomista de los gases la cual señala:
El positivista Jean-Baptiste Dumas (1800-1884) fue de los que con mayor fuerza se
opusieron a la existencia de los átomos. Por su parte el Químico William Prout, en 1815 llegó
a la conclusión de que todos los átomos eran en realidad uniones de átomos de hidrógeno,
propuesta que abonaba al enfoque atomista. Posteriormente Rutherford pudo contrastarlo.
En 1896 se descubrió la radiactividad por parte de Henri Beckerel, iniciando de esta manera
la revolución de la teoría cuántica. El impacto del descubrimiento fue muy intenso ya que
nadie había sospechado que la materia contuviera tal cantidad de energía. Rӧntgen sugirió la
posible relación de los rayos X con la radiactividad.
Siguiendo esta línea de investigación, Beckerel colocó sales de uranio sobre una placa
fotográfica previamente cubierta con envoltura negra para evitar la emisión de la luz sobre la
placa, de esta forma aseguraba que al exponer el material a la luz solar únicamente los rayos
X penetrarían hasta la placa provocando la fluorescencia que sería visual al imprimirse en la
placa fotográfica. Sin embargo; no pudo repetir el experimento en los siguientes días ya que
estaba completamente nublado.
Guardó los materiales del experimento colocando de forma accidental la sal de uranio
encima de la placa fotográfica. Posteriormente, con las condiciones climáticas pertinentes,
Beckerel sacó los materiales del experimento con la intención de desarrollarlo percatándose
de que en la placa fotográfica se había impreso el contorno del material radiactivo. ¡Beckerel
había descubierto la radiactividad!
La diferencia entre los rayos X y la radiactividad es que los rayos X se obtienen al acelerar
partículas cargadas mediante la aplicación de una gran diferencia de potencial. La
radiactividad en cambio, es la transmutación de elementos en otros más estables.
En 1897, J.J. Thompson investigando el comportamiento de los rayos catódicos, observó que
éstos experimentaban deflexiones en sus trayectorias al ser sometidos a campos
electromagnéticos. De esta manera se convenció de que los rayos catódicos eran en realidad
partículas cargadas eléctricamente.
El átomo, según Thompson, estaba constituido por una esfera de vapor o de niebla, sin masa
y los electrones incrustados en forma de pasas en la superficie de la esfera:
Los átomos de los elementos consisten en una cierta cantidad de corpúsculos cargados
negativamente contenidos en una esfera de electrificación positiva uniforme.
De acuerdo con las apreciaciones de Rutherford y Soddy, las radiaciones alfa y beta eran
emisiones corpusculares obtenidas del uranio, la masa de alfa es similar a la de los átomos
de Helio cuya carga es el doble de la del electrón, pero positiva, y la radiación beta es el
electrón. En 1907, ya en la Universidad de Manchester, comprobó que la partícula alfa es en
realidad el núcleo del Helio.
En 1908 Rutherford recibió el premio nobel de química por sus aportaciones sobre el
fenómeno radioactivo. Al año siguiente y con la intención de verificar y en su defecto validar
el modelo atómico de Thompson, solicitó a sus colaboradores Hans Geiger y Ernest Marsden
que aplicaran el bombardeo a una lámina de oro con partículas alfa obtenidas de la radiación
del Uranio.
Con base en los resultados de la investigación publicados ese mismo año, Rutherford y sus
colaboradores observaron que la mayoría de partículas alfa atravesaba la lámina, mientras
que unas cuantas se dispersaban en ángulos menores de 90°, otra pequeña proporción en
ángulos mayores de 90° y una fracción aún más pequeña un ángulo de 180°. El experimento
demostraba que la propuesta atómica de Thompson era incorrecta.
Al ser desviadas de su trayecto, las partículas colisionaban con un detector cuya superficie
impregnada de sulfuro de Zinc emitía luz fluorescente en cada impacto. Inicialmente. los
investigadores observaban las fluorescencias utilizando un microscopio enfocado sobre la
región del posible impacto, posteriormente Geiger inventó el contador de partículas que lleva
su nombre.
La interpretación que Rutherford le dio a la dispersión de las partículas alfa de carga eléctrica
positiva fue que éstas eran repelidas por la carga positiva del núcleo experimentando mayor
dispersión, aunque en menor cantidad, aquellas cuyo desplazamiento se dirigía hacia el
núcleo. Mientras tanto, las que pasaban cerca del núcleo se dispersaban en ángulos que
oscilaban los 90°. La mayor cantidad de partículas eran las que atravesaban la lámina sin
desviarse debido a que no pasaban cerca de una carga positiva.
En 1918, sin separarse de su línea de investigación, manteniendo las partículas alfa como
proyectiles y perfeccionando su metodología de medición, Rutherford se percató de que, al
bombardear el nitrógeno gaseoso las partículas alfa eran absorbidas por el núcleo del
nitrógeno volviéndolo inestable y ocasionando en consecuencia, la emisión de una partícula
que identificó con el núcleo del hidrógeno formando oxígeno en el proceso. En 1920 a la
partícula se le asignó el nombre de “protón”. Rutherford también predijo la existencia de los
isótopos del hidrógeno conocidos como Deuterio y Tritio. Posteriormente fueron
descubiertos.
Considerando las pruebas en su conjunto, es más sencillo suponer que el átomo contiene
una carga central distribuida en un volumen muy pequeño, y que las grandes desviaciones
individuales se deben a la carga central como un todo, y no a sus constituyentes”.
Toda partícula cargada que se acelera emite energía en forma de radiación electromagnética
en toda su trayectoria.
Con el estudio del espectro de emisión del hidrógeno, Bohr se percató de la discontinuidad
en las franjas de energía, situación que lo llevó a la conclusión de que la energía no es
continua, sino discreta, como ya lo habían señalado Planck y Einstein. Bohr aplicó la
hipótesis de emisión del hidrógeno a su modelo atómico comprobando que cumplía
cabalmente.
Bohr investigó las radiaciones atómicas y llegó a concebir la idea de que eran emanaciones
provenientes del núcleo atómico. Bohr informó a su maestro a quien solicitó llevar a efecto
la publicación del resultado de sus investigaciones, Rutherford se negó en más de una
ocasión a realizar la publicación ya que no podía aceptar como verdadera una conjetura
opuesta a lo establecido en su modelo atómico: Si las radiaciones beta tenían signo negativo
y el núcleo atómico era totalmente positivo, no cabía la posibilidad de una manifestación de
tal naturaleza.
2. Las órbitas elípticas giran sobre su eje mayor generando un movimiento de precesión
sobre el plano del eje. El movimiento de precesión se efectúa en saltos cuánticos; es
decir, las posiciones de las órbitas son sólo posibles para giros múltiplo de la
constante de Planck.
De este modo se pasó de un solo número cuántico (n) en el modelo atómico de Bohr a tres
números cuánticos en el modelo atómico de Bohr-Sommerfeld: (Salto de energía,
excentricidad de las órbitas y movimiento de precesión).
Principio de exclusión
Dos o más electrones de un átomo, con el mismo estado cuántico, no pueden ocupar el
mismo nivel de energía.
De esta manera se va asignando el número de electrones a los diferentes orbitales,
empezando con el nivel más bajo, es decir, con la órbita más próxima al núcleo atómico
finalizando con la órbita exterior.
Por ejemplo, para distribuir los electrones del cobre que contiene 29 electrones, la
distribución será la siguiente:
n Nivel energético principal
s p d f No.
Máximo de electrones por orbital 1 1s2 2 2 2s2 2p6 8 3 3s2 3p6 3d10 18 4 4s2 4p6 4d10 4f14 32 5 5s2
5p6 5d10 5f14 32 6 6s2 6p6 6d10 6f14 32 7 7s2 7p6 7d10 7f14 32 8 8s2 8p6 8d10 8f14 32
S=orbita circular P= tres órbitas con la misma excentricidad, pero precesiones distintas d=
cinco órbitas f= siete órbitas
Con estos principios eliminaban los conceptos de órbita, trayectoria y partícula. Los tres
números cuánticos de Bohr-Sommerfeld aplicables a los átomos ahora se aplicaban como un
estado cuántico a cada electrón. El estado cuántico se conformaba con los tres números
cuánticos. Los resultados experimentales coincidían con las predicciones arrojadas por el
marco teórico sólo si se consideraba un cuarto número cuántico; el espín, que explicaba
completamente el efecto Zeeman normal y anómalo. George Uhlenbeck y Samuel Goudsmith
fueron quienes le dieron la interpretación, a este cuarto número cuántico, como un cuarto
grado de libertad.
En 1937, en los rayos cósmicos se detectó una nueva partícula a la que se le llamó mu o
muón )(μ . Es de la familia del electrón, tiene carga negativa, pero es 200 veces más
pesada. En 1975 se descubrió la partícula tau ( )(τ , también con carga negativa, pero 3500
veces más pesada que el electrón.
Los electrones, los muones y las partículas tau se llaman leptones junto con su contrapartida
simétrica de cada una de las 3 partículas: neutrino electrónico, neutrino muónico y el neutrino
tauónico