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ACÚSTICA DEL AULA ESCOLAR

Jenaro Vera Guarinos, Mª Soledad Yebra Calleja, Antonio Durá Doménech.


Dpto. Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal – EPSA – Universidad de Alicante.
[Laboratorio de Acústica Aplicada] jenaro@disc.ua.es
ACÚSTICA DEL AULA ESCOLAR
Jenaro Vera Guarinos, Mª Soledad Yebra Calleja.
Dpto. Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal – EPSA – Universidad de Alicante.
[Laboratorio de Acústica Aplicada] jenaro@disc.ua.es

Preámbulo

Antes de hablar de la casuística de comunicación oral que se puede dar en las aulas
de los centros escolares del ‘Estado español’, vamos a intentar centrar someramente dicha
problemática.

La educación, entendida como transmisión de pautas de conducta y como


aprendizaje de códigos de información, es algo inherente a toda sociedad. Y más en el hombre
que posee la capacidad de discernir, elegir y transformar el mensaje recibido para su uso
instrumental posterior.

Sin embargo, la escuela no surge hasta que el grado de desarrollo, de dicha


sociedad, es tal que una parte de ella, significativamente muy pequeña en el devenir histórico,
necesita perpetuar ciertos conocimientos o habilidades, que de alguna manera le servirán para
mantener un status superior respecto al resto.

Con suficiente aproximación se puede afirmar que el siglo XIX, en sus postrimerías,
es el que ve el nacimiento de la escuela como edificio, tal como hoy se concibe: esto es, un
espacio arquitectónico no adaptado, si no creado específicamente para cumplir unos fines
educativos. A lo largo del siglo XX evoluciona desde el concepto de escuelas ‘Unitarias’, a las
‘Graduadas’, los colegios ‘Nacionales’, los antiguos institutos de ‘Bachiller’, hasta la
promulgación con Villar Palasí de la conocida y controvertida “Ley General de Educación”
(EGB, BUP, COU), que se reforma por falta de recursos económicos antes de su implantación.
Y luego en los albores de la democracia se reinventa con la “Ley orgánica de Ordenación
General del Sistema Educativo”, hasta llegar al siglo XXI donde se readapta esta última y se le
denomina “Ley Orgánica de Calidad de la Educación”.

Sin entrar en controversias sobre el contenido curricular de las diversas leyes ni sobre
su eficacia en paliar el tan manido ‘fracaso escolar’. Ni tampoco en la batalla ‘Escuela pública
vs. Escuela privada’ que en cierta manera afecta a la filosofía política de los ciudadanos y sus
representantes electos. Se puede decir sin ambages que la edificación escolar española
adolece, actualmente y a lo largo de su historia, de una falta de criterios de ‘calidad acústica’,
tan necesarios en recintos dedicados a la transmisión oral de conocimientos. Esta falta casi
enfermiza de confort se debe principalmente a una ausencia de disposiciones legales que
definan cómo debe de ser un colegio, un aula, o cualquier recinto donde se deba mantener
relaciones de comunicación en un entorno educativo y socializador como es la escuela en
general. Aunque vivamos en una época de dispersión de responsabilidades de gobierno como
procuran las ‘autonomías’; si existiera una normativa acústica reguladora a nivel estatal de
referencia, cualquier lugar destinado a la educación debería cumplir las exigencias dictadas. A
falta de eso y con las únicas directivas que regula la deficiente Norma Básica de la Edificación
en su apartado Condiciones Acústicas (NBE-CA88) nuestros hijos subsisten en las escuelas
que ya conocemos. Para apostillar esta idea valga decir que lo mismo da que sean públicas o
privadas, la promoción de la educación por entidades no estatales no ha sabido valorar con
acierto la opción de la calidad acústica de sus recintos (el Estado tampoco lo ha hecho), al
igual que ocurre con el negocio inmobiliario de viviendas en general. Aunque siempre se
pueden nombrar honrosas excepciones como el Colegio subvencionado de integración
preferente de sordos “Tres olivos” en la Comunidad de Madrid, donde se contó con el apoyo de
consultores acústicos de excepción para el desarrollo del proyecto. No quiero dejar la
sensación de que el caso anterior sea elogiable tan sólo por su relación con los discapacitados,
si no porque es único en un país donde es escaso el interés por ambientes que propicien una
buena audición. Y es por todos sabido que la falta de un entorno favorable en ese sentido va
en detrimento de la comprensión, de la inteligibilidad, de la capacidad de relación, de la
comunicación, en fin de todo aquello que buscamos y necesitamos en la realidad cotidiana
para alcanzar un desarrollo integral como personas.

Escuchar es la primera modalidad de aprendizaje. Y si el Canal de Transmisión del


lenguaje (aula) es deficiente: no se puede enseñar, no se puede aprender. La premisa de dicho
proceso está corrompida usualmente. Puesto que no existen lugares adecuados para que se
pueda enseñar es muy difícil que se pueda producir ese milagro.

Objeto

En la base de todo desarrollo intelectual de grado superior, entra en juego


ineludiblemente la palabra, tanto en su comprensión como en su producción. Cualquier
desorden del lenguaje se puede achacar, en la mayoría de los casos, a una deficiencia
anatómico-fisiológica del individuo o a una dificultad en la percepción neurosensorial del
mensaje hablado, y en última instancia aparece la responsabilidad del entorno medioambiental.
Este último factor adquiere mayor relevancia cuanto más alto sea el grado de deficiencia
auditiva que tenga un cierto segmento de población.

Con la adopción de acciones correctivas en el campo sonoro medioambiental no se


pretende que dichas discapacidades disminuyan en grado, pues en la mayoría de los casos se
pueden considerar no sólo irreversibles, si no más bien progresivas. Lo que se quiere
evidenciar es la posibilidad de encontrar qué parámetros acústicos, característicos de los
recintos habitados donde se utiliza el mensaje hablado, gobiernan el grado de inteligibilidad del
mismo y qué valores se les debe exigir para que la recepción del mensaje hablado sea de la
mejor calidad posible. Con ello, se pretende que la merma en la inteligibilidad que sufre una
persona debida a causas fisiológicas o neurosensoriales propias, no se vea agravada por la
deficiente acústica de su entorno.

Se quiere asegurar de este modo que el niño sordo, o simplemente “duro de oído”,
disponga del 100% de posibilidades de hacer frente a su entorno sonoro de forma
razonablemente equitativa con los normoyentes y facilitar al máximo su integración, puesto que
si se consigue que el espacio arquitectónico sea potencialmente ideal para la comunicación,
podrá fluir de forma natural el proceso de aprendizaje, realimentando a su vez la comunicación,
con lo que se facilita el desarrollo personal y social de cada individuo en la medida de sus
capacidades particulares.

Desde un punto de vista general, el marco donde se desenvuelven las actividades


docentes, es decir los edificios escolares, las aulas y su entorno, representan el lugar donde
discurre el 50% del tiempo de vigilia de cualquier niño, desde los dos o tres años hasta los 18
como mínimo.

Se puede decir que el aprendizaje es un proceso compartido en partes iguales por la


familia y la escuela. Pero en el entorno familiar las intervenciones que se pueden plantear son
difíciles de aplicar en la práctica, mientras que en la escuela si que existe una responsabilidad
ineludible de las administraciones implicadas y de la sociedad desde todos sus estamentos.
Dicho compromiso consiste en procurar por todos los medios a su alcance que en el mundo
escolar se den las condiciones óptimas para que el proceso de enseñanza-aprendizaje se
produzca de forma satisfactoria para todos los ciudadanos, sin discriminación posible (edad,
sexo, religión y mucho menos por su capacidad auditiva). El Estado e Instituciones poseen, en
su corpus legal, una serie de leyes y disposiciones que, al menos en espíritu, suscriben lo
dicho, aunque en la práctica no tengan una traducción tangible, tal como se puede comprobar
con sólo visitar cualquier aula del colegio de nuestros hijos.
El número de personas con discapacidades auditivas, teniendo en cuenta las
transitorias, es bastante elevado: en los niños y adolescentes en edad escolar se detectan
pérdidas auditivas de al mínimo 16 dB en porcentajes significativos (15 %). Se puede afirmar
que el número de personas con discapacidad acústica en Europa (el 10 % del total de la
población) conforman la ‘minoría mayoritaria’ entre todas las discapacidades. Si además se
pretende la integración de los alumnos con discapacidad auditiva severa permanente, se debe
exigir que las condiciones acústicas sean de la mayor calidad posible, para no entorpecer en
ningún caso y bajo ningún concepto la recepción de la palabra a nivel de ‘oído externo’; para
que así, cuando aparezcan las dificultades en el oído medio e interno, o a nivel de transducción
neuronal, sea ese el lugar donde podamos actuar a nivel de una amplificación de la señal o una
actuación en el terreno fisiológico.

El propósito principal de todo el proceso educacional que se da en el aula se basa en


compartir experiencias, intercambiar ideas, y transmitir conocimientos. Esto se cumple no sólo
cuando los alumnos son capaces de recibir una información acústica específica, si no cuando
ellos pueden relacionar esos patrones acústicos, a menudo ambiguos, con la estructura
contextual y circunstancial de su propio lenguaje.

El impacto de los factores acusto-arquitectónicos sobre la habilidad de los alumnos en


descifrar el mensaje oral durante una sesión de clase, debe ser uno de los principales
esfuerzos a realizar.

Para asegurar que la percepción del habla ocurra, las bases del conocimiento
almacenado deben existir y estar intactas. Dichas bases son desarrolladas, aumentadas,
completadas y mejoradas con la experiencia. Los principios de la adquisición normal del
lenguaje operan como guía en la inducción de un sistema acústico/lingüístico. Podemos decir
que una señal acústica contiene marcas estratégicas (que debemos reconocer) que ayudan a
la percepción del habla, esto induce a la atención en el sistema de desarrollo del procesado
del lenguaje. En los principios de la adquisición del lenguaje, mucha de la información acústica
es novedosa y requiere un examen cuidadoso por parte del niño. La señal es analíticamente
procesada en un modo que llamamos ‘procesado en serie’. Es durante este procesado cuando
los patrones de habla y lenguaje son: analizados, estructurados y almacenados. Un ejemplo de
un procesado en serie es el que ocurre cuando uno comienza a aprender una lengua
extranjera. Cada palabra se desmenuza en sus sonidos individuales, es necesario aprender
antes las reglas gramaticales y el vocabulario. El procesado es lento y los locutores nativos
parecen hablar a un ritmo trepidante, sin tregua ni para respirar.
Con el tiempo, cuando las estrategias de aprendizaje han dado sus frutos, las señales
no necesitan ser diseccionadas para ser comprendidas: ahora se puede aplicar un procesado
sintético en bloque de cadenas largas con un gasto cognitivo menor, que se llama ‘procesado
en paralelo’. A partir de ese momento y siguiendo con el símil de la lengua extranjera, cuando
uno escucha una conversación de un locutor nativo, se le entiende a la primera sin necesidad
de pensar, cualquier distorsión afecta sólo ligeramente a nuestra comprensión. Se debe
resaltar que mientras la señal acústica recibida es importante, la interacción con el
conocimiento del lenguaje y las denominadas marcas circunstanciales son también variables
de gran importancia.

La inadecuada percepción del habla puede ocurrir a causa de cualquier fallo en una de
las variables de entrada necesarias. Esto puede ocurrir se cuando se sufre una perdida de
audición, aunque sea ligera, entonces alguna de las marcas que acompañan al habla y que nos
ayudan a su discernimiento, puede ser atenuada, filtrada o distorsionada. De la misma forma
un aula con acústica ‘pobre’ puede producir los mismos efectos sobre la señal y por lo tanto
sobre el proceso cognitivo. Siempre que una señal está distorsionada en frecuencia, intensidad
o en su evolución temporal, el alumno receptor de ese mensaje se ve forzado a realizar un
procesado en serie antes que el eficiente procesado en paralelo. Como parte de este proceso
fallido, los apoyos sobre los conocimientos previos que se realizan se convierten en trabajo
arduo. Y lo peor de todo es que en niños muy jóvenes, estas señales degradadas se convierten
en los apoyos base primigenios, que serán por supuesto incompletos, lo que hace que el
desarrollo del habla y por lo tanto intelectual sea deficiente y con las consecuencias por todos
conocidas.

El aula como recinto acústico especializado

Lo que ocurre en el aula a diario es la transmisión de un mensaje, en su mayor parte


verbal, un acto acústico continuado de dirección múltiple alumno-profesor, alumno-alumno,
profesor-alumno. Si este mensaje sufre distorsiones en su canalización, no podrá ser
correctamente interpretado por el receptor, perdiendo, entonces, todo el sentido que pueda
tener la existencia del aula como lugar propicio para la comunicación, ya que el aula en si,
aparte de continente, es también, primordialmente, canal de transmisión.

El modo en que el aula distorsiona o enmascara el mensaje lo puede efectuar de dos


maneras:
1ª) Multiplicando y desfasando temporalmente la información emitida, originado por una
reverberación elevada.
2ª) Mezclando la información principal con otras de tipo secundario/casual, debido a la
presencia de ruido de fondo, cuyo origen reside en un aislamiento acústico insuficiente o en el
propio ruido de convivencia interno.

Así, el problema acústico que se plantea en el aula se puede reducir conceptualmente


a dos campos: uno, en el Aislamiento y otro, en el Acondicionamiento.

La existencia de buenos aislamientos acústicos a ruido aéreo y a ruido de impacto, es


necesaria para que exista un grado suficiente de confort tal, que las actividades que se
desarrollan en un recinto cerrado no sufran interferencias ajenas a su propia naturaleza, tanto
del exterior del edificio como de recintos contiguos, en donde a su vez la misma actividad que
se quiere proteger es, a su vez, fuente de molestias para otros.

Un mal aislamiento facilita la inmisión de ruidos desde espacios ajenos al aula en


cuestión, lo que se traduce en un ruido de fondo que se superpone al mensaje emitido y lo
enmascara. También puede introducir mensajes extraños entre las pausas del nuestro, o
perturbar la normal tranquilidad del aula cuando se realizan trabajos personales. Por tanto, un
buen aislamiento acústico evitará, por una parte, que los mensajes o ruidos, provenientes del
exterior del aula, no tengan un nivel suficiente como para enmascarar lo que se está hablando
en el interior. Y por otra, en el caso de situaciones que requieran tranquilidad acústica, o que se
haya producido alguna pausa natural en el discurso de un mensaje hablado, el aislamiento
debe ser suficiente como para que lo exterior no sea inteligible en el caso de la palabra, ni
suficiente elevado si es un ruido, de tal forma que ni distraiga ni fatigue a los que realizan las
actividades que se estén desarrollando, sean del tipo que sean.

Un adecuado acondicionamiento acústico consiste en dotar a un recinto de ciertas


características, de modo que cumpla la misión para la que esta pensado de la forma más
satisfactoria posible. Es quizás una cuestión mucho más subjetiva que la anterior, puesto que
la molestia que ocasiona un mal acondicionamiento es parte del propio mensaje emitido.

Un mal acondicionamiento hace que un mensaje sufra distorsiones a lo largo del canal
de transmisión y sea difícil discernir su significado. Esto es lo que en esencia hace la
reverberación cuando es elevada, puesto que al receptor no sólo le llega el mensaje directo,
sino que además y en función de ésta le llegan ‘N’ mensajes reflejados que se superponen al
primero, con efectos, a veces, indeseados.
Por lo tanto, el acondicionamiento acústico consiste principalmente en controlar cuál
debe de ser el tiempo de reverberación adecuado para una máxima inteligibilidad de la palabra,
y también analizar la forma de las aulas para una mejor uniformidad en la recepción, aunque
este último aspecto sea secundario cuando el volumen de las mismas es menor de 500 m3,
como es el caso de las aulas de enseñanza en las enseñanzas primaria y secundaria.

Los conceptos aislamiento y acondicionamiento acústicos son distintos y por supuesto,


aunque no evidente para muchas personas, complementarios. Esto lleva a que es muy difícil
evaluarlos independientemente, por lo que lo primero que se debe valorar es el grado de
inteligibilidad de palabra deseado, para luego ir paso a paso determinando las condiciones de
aislamiento que se le debe exigir a los cerramientos y cual debe de ser la reverberación
adecuada para conseguir ese grado de inteligibilidad, cuanto mas alta, mejor.

Por último, relacionado con el aislamiento está la cuestión de la privacidad, ya que de


lo que se trata es de prever bajo qué condiciones los ruidos o mensajes intrusos no sean
inteligibles y así ni fatiguen, ni molesten, ni distraigan.

Existe una relación, de importancia insoslayable, entre las distintas etapas por las que
pasa la madurez intelectual de los alumnos en su vida escolar y la existencia de unas buenas
condiciones acústicas en las aulas. Simplificando, se pueden considerar al menos tres grandes
etapas, que corresponden a los primeros tiempos de la escolarización, y que son las
siguientes:

a) Etapa de 0 a 2 años
En esta etapa es cuando se aprenden los rudimentos del lenguaje, los fonemas.
Para que esto se lleve a cabo de forma satisfactoria, la emisión y recepción debe ser
perfecta, ausente de distorsiones. Por ello el mensaje debe cumplir las dos
condiciones siguientes:
-- Llegar con suficiente relación Señal / ruido.
-- No sufrir alteraciones en su composición espectral.

b) Etapa de 2 a 5 años
En este periodo se comienza a estructurar el lenguaje hablado, y se adquieren
los primeros rudimentos del lenguaje escrito. Se puede decir que las premisas
acústicas en esta etapa son análogas a las de la anterior, con el agravante de que en
esta etapa sólo se puede desarrollar a plena satisfacción, si se ha superado con éxito
razonable la primera.
b) Etapa de 5 años en adelante
Aquí los procesos intelectuales, a nivel de aprendizaje, los podemos considerar
que no son básicos o elementales, ya que tienen una dimensión más amplia. Se
afianza la capacidad de interrelación y los conocimientos deductivos hacen su
aparición de forma distintiva. Se ponen las bases del lenguaje matemático, lógico y
descriptivo, que se podrán desarrollar más tarde. En este periodo las necesidades de
comprensión oral van dirigidas tanto al afianzamiento de los propios recursos de
expresión y comunicación social, como a la adquisición de nuevos conocimientos. Se
vertebran las bases de futuro en la consecución de la madurez del individuo. Por ello,
si no se dan las condiciones acústicas óptimas, todo este proceso de formación socio-
intelectual quedará invalidado.

En el apartado anterior se estaba hablando, en general, de la población normoyente,


por lo que en cuanto se tenga en cuenta esa otra fracción donde existe cualquier deficiencia
auditiva, la problemática se amplifica de forma alarmante, y ni aún dándose las condiciones
acústicas óptimas se puede asegurar que el aprovechamiento, por parte de este tipo de
alumnado, sea el deseable.

Por ello, es evidente que cualquier establecimiento escolar, donde el mensaje hablado
es la herramienta principal, se debe conseguir que las condiciones arquitectónicas de las aulas
sean tales que:

A1) Protejan de los ruidos intrusivos.


B1) Amplifiquen y distribuyan equilibradamente la energía sonora del mensaje sonoro
emitido.
C1) No alteren la composición espectral del mensaje emitido original.
D1) No introduzcan reflexiones inadecuadas con paredes, suelo y techo, que
interfieran con el mensaje original.

En resumen, que se creen lugares que inviten y favorezcan la conversación. Y en


cambio lo que se encuentra habitualmente es:

A2) Distribuidores, pasillos y zaguanes con gran reverberación, lo que origina un


entorno del aula extremadamente ruidoso.
B2) Aulas no acondicionadas; que distorsionan e interfieren el mensaje hablado; con
ruidos internos molestos; con presencia de ecos; faltas de balance acústico y llenas de
puntos negros.
C2) Un entorno exterior medioambiental inadecuado, con calles y carreteras cerca de
las aulas, por las que circula un tráfico denso y ruidoso, con industrias próximas, etc. lo
que origina un ruido de fondo incontrolado y molesto.
D2) Serias deficiencias en el aislamiento de los cerramientos, tanto interiores como
exteriores, lo que conlleva una sensación de desprotección e intemperie.

Todo ello, produce unas consecuencias que, en líneas generales, suelen ser:

A3) Baja inteligibilidad; cansancio físico y psíquico, por la sobrecarga intelectual


debida al ruido de fondo.
B3) Molestias debidas a la intrusión de ruido.
C3) Falta de privacidad: aumento de la distracción.
D3) Deficiente aprendizaje.
E3) Falta de interés ante el proceso de aprendizaje.

Y en particular para los niños sordos o duros de oído, se pueden añadir estas otras
consecuencias:

A4) Falta de adaptación social.


B4) Dificultad para superar las barreras de la relación social.
C4) Ausencia de aprendizaje.

Una vez esbozada la problemática desde los distintos puntos de vista (legislativo,
humano y arquitectónico) que pensamos tienen influencia directa sobre la cuestión planteada,
se puede pasar a enjuiciar la situación actual desde la objetividad que ofrecen las medidas
experimentales de los indicadores acústicos pertinentes.

Criterios acústicos de valoración

Para evaluar el panorama que presenta la escuela española desde la perspectiva del
confort acústico, se van a definir o describir aquellos parámetros que creemos hay que ser
capaces de controlar y cuantificar y que deben intervenir (vertebrar) el diseño de los espacios
educativos. Estos son:
Factores relativos a la ubicación del aula dentro del edificio escolar y de éste
último respecto al exterior.

Se puede suponer que la situación más desfavorable que se tolerará para


nuestras condiciones de diseño, es que el Nivel Máximo de presión sonora del ruido que puede
incidir en la fachada del aula deberá ser: Lext,Max = 55 ÷ 65 dBA

Si esto es así, el nivel de ruido de fondo en el aula: sin alumnos, con las ventanas cerradas,
los sistemas de aire acondicionado o de renovación en funcionamiento. Debe corresponder
a una curva de ruido Noise Criteria NC = 20 ÷25 dBA, o a un nivel sonoro continuo
equivalente de entre 30 y 35 dBA.

Factores geométricos del aula.

Las aulas tendrán una capacidad aproximada de unos 25 alumnos. Se opta por aulas
de planta rectangular, que tiene una fácil inserción modular dentro del desarrollo de
cualquier proyecto arquitectónico escolar; siendo el lado donde se sitúa la pizarra tan largo
como lo permita el confort visual de los alumnos; y con una profundidad tal que la
disminución del nivel de presión sonora entre las primeras filas y las últimas no sea elevado
(< 6 dBA). Y, por supuesto, que esta dimensión no sea mayor de unos 7,5 ÷ 8,0 m, para
evitar la presencia de ecos. Unas dimensiones típicas pueden ser: 7,20 m (ancho) x 6,4 m
(largo) x 3 m (alto). El volumen del aula será entonces de unos 138 m3, y la superficie en
planta de 46 m2.

Factores que afectan al aislamiento acústico de los cerramientos del aula.


El modo de atender el problema, parte de consideraciones reales (no normativas) como son
los valores del BNL (Background Noise Level, Nivel de Ruido de fondo) o las de las NC
(Noise Criteria), aconsejados para aulas de enseñanza; maximizando estos valores para
que se contemple la situación desde el punto de vista de los niños con problemas auditivos.
Por lo que se proponen:

‘Ruido de Fondo’ (BNL) ≤ 35 dBA; con una curva de ‘Criterio de Ruido’ 20 dBA< NC < 25
dBA.
Lo que asegura un cierto grado de privacidad (sin disminuir la inteligibilidad por debajo del
90%. Esto induce que el conjunto de índices que valoran el aislamiento acústico normativo 1
(‘in situ’ conforme a las normas ISO 140 e ISO 717) tengan que poseer los valores
siguientes:
Aislamiento a ruido aéreo entre aulas: Dnt,w (C;Ctr) ≥ 45 dB
Ruido de impacto normalizado entre aulas: L´nt,w ( CI ) ≤ 60 dB
Aislamiento a ruido aéreo entre el aula y los espacios comunes: Dnt,w (C;Ctr) ≥ 45
dB
Aislamiento a ruido aéreo entre el aula y el exterior: Dls,2m,nT,w(C;Ctr) ≥ 30 dB

La problemática añadida por los pasillos y zonas comunes del edificio escolar radica en que
estos lugares no se contemplan como espacios de relación, puesto que parecen no formar
parte del aula pero son, en realidad, una continuación de ésta, con un gran valor social y
también un más que posible foco de contaminación sonora de difícil control. Por ello, dichos
lugares deberán estar correctamente acondicionados para bajar su potencial reverberante
con lo que se podrá conseguir hasta una disminución de entre 3 y 8 dBA del ruido que allí
se pueda generar.
Otro factor a considerar es la disminución en la capacidad de aislamiento de la pared
separadora aula-pasillo por la presencia de las puertas de acceso al aula, por lo que es
conveniente diseñar sistemas de ‘puertas dobles’, única manera de conseguir que su
aislamiento sea ≥ 45 dBA.
Es obvio que también es necesario controlar los ruidos de las instalaciones y los
provenientes de cuartos de aseo cercanos, donde el ruido de la descarga de las cisternas,
las cañerías, las entradas del aire acondicionado, etcétera; puede ser demasiado intrusivo,

Factores que afectan las condiciones del campo sonoro interior del aula
(acondicionamiento acústico).
Es necesario decidir a nivel de proyecto, los siguientes aspectos que gobiernan la
absorción del campo acústico y servirán para ajustar el nivel de reverberación:
• Materiales de acabado de los cerramientos del aula: paredes, techo y suelo; lo que
permite definir de paso la textura interior del recinto.
• Tipo de mobiliario a emplear junto con el resto de enseres necesarios para realizar
la actividad que allí se va a desarrollar.

1
Dichos valores se asemejan, una vez corregidos espectralmente, a los que usualmente se dictan en dBA. O si se quieren a los valores que se
dictan en el mundo anglosajón a partir de la calificación de Sound Transmisión Class (STC) real o ‘in situ’.
• Prever el tiempo de reverberación que se considere idóneo y la tener en cuenta la
necesidad de que se produzca una uniformidad en la distribución de la energía
sonora.

A nivel objetivo se puede afirmar que nuestra aula ideal debe tener un tiempo de
reverberación de entre 0,3 y 0,5 s (con alumnos), lo cual hará necesario el uso de
materiales absorbentes. Con lo que se conseguirá que la Inteligibilidad superior al 90%
(medida a partir de su valor de RASTI >0.8).
Además se procurará que los 2/3 iniciales del aula sean reflectantes al 100 %, reservando
los materiales absorbentes en el 1/3 final y sobre la pared del fondo del aula. Para eliminar
frecuencias propias resonantes (en bajas frecuencias) y conseguir una adecuada
ecualización, se procurarán eliminar las dos esquinas de la parte trasera, redondeándolas o
aumentando el número de planos, con el fin de conseguir una especie de sistema
atrapabajos.

Estado actual de las prestaciones acústicas

Se mostrará un resumen de los resultados que se han encontrado, en un total


aproximado de 150 aulas de distintos establecimientos escolares, donde se han medido los
indicadores acusto-arquitectónicos tradicionales. A partir de ellos expresamos la adecuación de
los recintos a los estándares que hemos propuesto en el punto anterior:

• El aislamiento a ruido aéreo entre aulas es deficiente en el 100% de los casos


estudiados.
• La interrelación acústica de las aulas con pasillos, zaguanes y zonas de
esparcimiento también es deficiente en todas las situaciones.
• En relación a su aislamiento respecto al ruido del exterior (vías de tráfico), tan sólo
el 10% de las fachadas proporcionan la protección necesaria.
• El forjado o separación vertical entre aulas es el elemento que mejor
comportamiento muestra, en valor absoluto, tanto a ruido aéreo como a ruido de
impacto.
• Los niveles exteriores, ruido medioambiental, debido a la tendencia creciente de
construir los colegios en la periferia (suelo más económico), se mantienen por
debajo de los límites máximos propuestos.
• Los valores para el ruido en el interior de las aulas con alumnos y en periodo lectivo,
es lógico que sea bastante alto, alrededor de los 55 dBA; lo que ira en menoscabo
de una buena relación Señal/Ruido. Este ruido de inmisión es principalmente debido
al que se genera en las zonas comunes unido a la falta de aislamiento de los
cerramientos correspondientes. También a causa de la elevada reverberación en
aulas y en dichas zonas comunes y cómo no al ruido derivado de la actividad dentro
de la propia aula, además.
• El ruido de fondo sin alumnos en el recinto de clase, debido a las carencias de
aislamiento y la excesiva reverberación apuntadas ya en el apartado anterior, se
encuentra que siempre es superior a los 35 dBA en cualquier caso.
• Respecto a los parámetros relativos al acondicionamiento interior, como es el
‘Tiempo de reverberación’ (T60, EDT ) que influyen de manera muy severa en la
Inteligibilidad de la palabra; en ninguna de las aulas analizadas se encuentra el valor
apropiado para este parámetro. Por supuesto el RASTI que está relacionado con la
reverberación mediante el EDT no alcanza los valores mínimos para que la palabra
sea inteligible en el grado que sería deseable en el entorno educativo que nos
compete.

A modo de colofón; en este punto se puede decir, recogiendo una de las ideas expresadas al
principio del texto que:
“Escuchar es la primera modalidad de aprendizaje y si el Canal de Transmisión del lenguaje
(aula) es deficiente: no se puede enseñar, no se puede aprender. La premisa de dicho proceso
está corrompida usualmente. Y puesto que no existen lugares adecuados para que se pueda
enseñar, es muy difícil que se pueda producir ese milagro que es el desarrollo intelectual
íntegro.”

Siempre que hago reflexiones en el tono del anterior párrafo, a renglón seguido me
surge el siguiente dilema: A pesar de todo lo dicho y bajo todas las circunstancias adversas
imaginables, siempre se produce el aprendizaje, creo que es una realidad demostrable. Pero lo
que nos falta es valorar si ese aprendizaje se promueve de forma universal para todas las
personas, que es lo que se debe alcanzar en el estado de desarrollo social que pretendemos
ostentar hoy, o tan sólo es un privilegio que puede disfrutar de forma sesgada aquella parte de
la población que cumpla ciertas condiciones (siempre excluyentes para el resto), donde no hay
cabida por principio a cualquiera que sufra una discapacidad por leve que ésta sea.

Y aún en el caso hipotético de que ahora se pueda decir que la educación es un


derecho ‘global’ y la escolarización, en nuestro país, sea total ¿No alcanzaríamos un nivel de
formación y desarrollo superior, de manera más confortable y más eficiente, si el canal de
transmisión (el aula) tuviera un funcionamiento óptimo?
El papel acústico del orador (profesor)

Hasta ahora solamente hemos tenido en cuenta, por decirlo de alguna manera, los
condicionantes acústicos relacionados con el concepto del aula en el ámbito arquitectónico:
forma, ubicación, tipología cerramientos, texturas superficiales, mobiliario, volumen. Y hemos
supuesto tácitamente ciertas condiciones neurofisiológicas, de forma muy general, para los
alumnos; en todo momento se plantean los resultados o los valores de referencia para una
población normoyente media, aunque las exigencias descritas si se llegaran a cumplir serían
las máximas posibles que se pueden dar en la realidad (sin que medien soluciones
electroacústicas especializadas: léase Frecuencia Modulada u otras posibles). Lo que se
pretende es que el mensaje (la palabra) después de viajar a través de las vicisitudes de un aula
común, llegue al pabellón auricular lo menos deteriorado posible.

Pero en ningún momento hemos tenido en cuenta las cualidades de voz del orador:
articulación, lenguaje, idioma, nivel y espectro de emisión, ritmo El papel que juega el orador
en esta partida es de gran importancia, si consideramos que el tipo de enseñanza es
mayoritariamente magistral (con un sentido casi único: profesor-alumno), aunque esta
modalidad no sea del todo real ni refleje la filosofía de pedagogía actual al menos en los
niveles educativos iniciales que son los más delicados.
Se plantea esta situación, porque cuando las condiciones acústicas son adversas, el
único que puede salvar del naufragio al proceso de aprendizaje (frágil en sobremanera) es el
orador (profesor) y la infinita sed de conocimientos (crecimiento global) que envuelve a los
alumnos en su etapa infantil si no se sienten ninguneados.

Como conclusión de nuestras ultimas incursiones en el mundo de la acústica escolar;


donde hemos establecido (en primera aproximación) un método objetivo de medida ‘in situ’ de
la inteligibilidad percibida en un aula durante una sesión cotidiana de clase, mediante un
replanteamiento del conocido “Índice de Articulación” (AI). Se puede decir que si el orador
posee un buen timbre de voz (atiplado, escasas componentes en baja frecuencia), es capaz
mantener un nivel de potencia de70 dBA (1 metro) por tiempo prolongado, su destreza
articulatoria es de nivel medio-alto y su ritmo de pronunciación no es atropellado. Es posible
que los niveles de Inteligibilidad para ese tipo de orador, que es difícil de encontrar
(aventuramos que no más del 35% de los profesionales de la enseñanza en general, cumplirían
con esas características), sean ‘muy buenos’ en aulas donde obtenemos apenas un 75% de
comprensión verbal con los indicadores acusto-arquitectónicos tradicionales. Ni que decir tiene
que para un orador promedio es tarea ardua mejorar en los ambientes acústicos que son
habituales en las aulas, se podría decir que más bien nada contracorriente, abocado al fracaso
y se salva a duras penas por el afán que se pone desde la parte del alumno, las ayudas
contextuales los apoyos sociales que envuelven la etapa escolar en general y el entorno
educativo familiar.
Material de consulta

Para una información más detallada, con mayor profundidad todo lo expuesto en este
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artículo y justificación de las opiniones vertidas a lo largo de él se debe consultar al menos la
primera referencia de las siguientes.

“El aula como canal de transmisión del habla” Informe elaborado para PIP-
PHONAK
http://www.clipmedia.net/galera/PiP/material/index.htm

Acoustic Design of Schools:


http://www.teachernet.gov.uk/management/resourcesfinanceandbuilding/schoolbuildings/de
signguidance/sbenvironmentalhs/acoustics/
En particular el documento “Main Sections” Building Bulletin 93.
http://www.teachernet.gov.uk/_doc/5649/ACF12DC.pdf

Classroom Acoustics Booklet.


http://asa.aip.org/classroom/booklet.html

Rethinking Classroom Acoustics.


http://www.state.fl.us/fdi/edesign/news/9904/acous1.htm

Constructions scolaires: point réglementaire, CSTB Magazine.


http://www.cstb.fr/cstb_mag/Magazines/2001/135/MAG135_reglementation.pdf

J. Vera. “Contribución experimental al estudio del acondicionamiento y


aislamiento acústico del aula escolar” Universidad Politécnica de Valencia, 1997.

M. S. Yebra. “Prospección y diagnosis de las condiciones acústicas de la


Universidad de Alicante” Universidad de Alicante, 2005.

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Se puede hacer uso del material aquí expuesto sin más restricciones que las que dicta la cortesía: referenciar su origen, autores y filiación.

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