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Núm. 35
Coordinador
José del Val
COORDINACIÓN DE HUMANIDADES
Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad
F1219.V343 2014
LIBRUNAM 1691131
moisés sáenz
Meditaciones sobre el destino de México, 1929
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“…es a partir del proceso conocido como ‘la Revolución Mexicana’ —dice Alejandro Marroquín—, que la
actitud indigenista cobra un vigor inusitado, toda vez que dicho proceso trató de encontrar en los arcanos
indígenas las raíces profundas de la auténtica nacionalidad mexicana. Surgen así una serie de organizacio-
nes que en cierta medida realizaban funciones indigenistas.” La referencia a México, por parte de Marro-
quín, es formulada al mencionar las acciones de gobierno entre 1921, en que se crea el Departamento de
Educación y Cultura para la Raza Indígena, hasta noviembre de 1970, siguiendo una recomendación del
vi Congreso Indigenista Interamericano de “que se llevara a cabo una evaluación de la labor indigenista de
los países miembros del Instituto”. Alejandro D. Marroquín, Balance del indigenismo. Informe sobre la política
indigenista en América, México, Instituto Indigenista Interamericano, 2ª. Reimpresión. Ediciones especiales:
76, 1977, pp. xii y 98-99 [la primera edición es de 1972]. Y también: “La Revolución iniciada en 1910,
entre otras de sus virtudes tuvo la de descubrir a México para los mexicanos”. Vicente Lombardo Toledano,
El problema del indio, Selección de textos de Marcela Lombardo, con una introducción de Gonzalo Aguirre
Beltrán, México, Sepsetentas, 1973, p. 183.
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Éste sería el caso, entre otros, de La población del Valle de Teotihuacán de Manuel Gamio (1922), Tepoztlan.
A Mexican Village de Robert Redfield (1930), Chan Kom: A Maya Village de Robert Redfield y Alfonso Villa
Rojas (1934), Yalalag, una villa zapoteca serrana de Julio de la Fuente (1949) o El proceso de aculturación y
el cambio socio-cultural en México de Gonzalo Aguirre Beltrán (1957).
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El lector advertirá también en esta Introducción el escaso desarrollo concedido a ciertos temas que, sin
embargo, tuvieron gran importancia en las “actitudes, políticas y acciones indigenistas” —para usar la
terminología de Alfonso Caso—, en el ideario de numerosos pensadores y políticos, y en los no menos
intensos debates que los temas suscitaron: es este el caso del mestizaje, de la reforma agraria, de la migración
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Véase Carlos Zolla y Emiliano Zolla Márquez, Los pueblos indígenas de México. 100 preguntas, México, unam,
Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial-Programa Universitario México, Nación Multicul-
tural, 2004. Segunda edición actualizada, México, unam, 2010. En particular, la respuesta a la pregunta 58.
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Luis Vázquez León, en un libro publicado por nuestro Programa, refuta esta idea, señalando que sí existe
una historiografía del indigenismo, pero ella “ha estado altamente ideologizada”. Y aunque sin duda men-
ciona materiales historiográficos (nosotros mismos registramos varios de ellos en la selección bibliográfica),
creemos que la empresa ha tropezado con obstáculos objetivos. Por ejemplo, una limitación de este tipo lo
constituye, hasta nuestros días, la imposibilidad de acceso al archivo documental del Instituto Indigenista
Interamericano (ahora bajo custodia de la unam para su preservación, catalogación y digitalización, en
proceso), institución en la que los sucesivos directores e intelectuales mexicanos (de Manuel Gamio hasta
su último director, Guillermo Espinosa Velasco, pasando por Miguel León-Portilla, Gonzalo Aguirre Beltrán
y José del Val) tuvieron una activa participación en las tareas del indigenismo de Estado. Véase Luis Vázquez
León, Multitud y distopía. Ensayos sobre la nueva condición étnica en Michoacán, México, unam, Programa
Universitario México, Nación Multicultural, 2010, en especial, pp. 184 y ss. También, a propósito del
desarrollo de la antropología aplicada y de la producción antropológica en México, véanse: Juan Comas,
La antropología social aplicada en México. Trayectoria y antología, México, Instituto Indigenista Interamerica-
no, Serie Antropología Social, 16, 1976, y Carlos García Mora (coord.), La antropología en México, México,
inah, Colección Biblioteca del inah, 15 vols., 1987-1988.
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En palabras de Alfonso Villa Rojas: “…entre nosotros ocurrió un proceso inverso, al dar a la teoría el
justo lugar que le corresponde en esta clase de estudios, ya no era tan sólo la solución inmediata de los
problemas prácticos lo que importaba, sino también, su cabal codificación dentro de un sistema de ideas
generales que permitiese ensanchar el horizonte del conocimiento estrictamente científico.” Alfonso Villa
Rojas, “Integración e indigenismo en el pensamiento de Aguirre Beltrán”, en Homenaje a Gonzalo Aguirre
Beltrán, México, I. I. I., 1973, t. 1, p. 3.
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Es pertinente señalar que este intenso desarrollo institucional no implicó necesariamente una evolución
escalonada de estrategias, sino en muchos casos supuso cambios intempestivos en diferentes ámbitos de la
acción institucional. La frágil hegemonía que el proceso institucional mostraba, derivaba de los cambios de
énfasis que, en el fondo, expresaban la influencia de distintas posiciones ideológicas, intereses políticos y
proyectos de gobierno en el seno del Estado. Una muy detallada cronología de las actividades ini-cdi para
el periodo 1948-2012 y, dentro de ella, de las creaciones institucionales (delegaciones, centros coordina-
dores, radiodifusoras, principalmente) en Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas,
Instituto Nacional Indigenista-Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas 1948-2012, México,
cdi, 2012. El texto agrupa las actividades en los siguientes periodos: 1948-1970, 1970-1976, 1977-1982,
1983-1988, 1989-1994, 1995-2000, 2001-2003, 2003-2006 y 2007-2012. El documento en línea en
<www.cdi.gob.mx/dmdocuments/ini-cdi-1948-2012.pdf>.
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Las excepciones la constituye un pequeño grupo de documentos de autores como Alfonso Caso y Gonzalo
Aguirre Beltrán y, sobre todo, no gubernamentales e internacionales (del I. I. I. y de la onu, en cuya elabora-
ción o en su adhesión las posiciones oficiales mexicanas fueron fundamentales).
13
Sobre el concepto de “asimilación” en Gamio, véase op. cit., pp. 4-24.
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Instituto Nacional Indigenista, Bases para la acción, 1977-1982. Guía para la Programación, México, ini,
1976, pp. ix y x. Y, en especial, Ignacio Ovalle Fernández, “De la aldea al mundo”, que citamos en la
Bibliografía consultada.
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El primero de los documentos seleccionados por nosotros (Programa de la Dirección de Antropología…),
elaborado por Manuel Gamio, contiene íntegramente el texto denominado “La Dirección de Antropología”
que aparece contenido en Forjando Patria con la aclaración de que se trata del “Extracto de la segunda
proposición formulada y presentada por el autor ante el 2° Congreso Científico Panamericano” (1916). A
propósito de la interculturalidad, Gamio escribió: “¿No es indispensable analizar también las influencias
interculturales y de cruce sanguíneo producidas en cuatro siglos por la presencia de los españoles inmi-
grantes?” Véase Forjando Patria, México, Porrúa, “Sepan cuantos…” núm. 368, 2006, p. 17. Aguirre Beltrán
denominó a su libro sobre la acción sanitaria en las comunidades indígenas, publicado en 1955, Programas
de salud en la situación intercultural, México, Instituto Indigenista Interamericano. Hay varias reediciones.
Y, no menos importante, el primer capítulo de Teoría y práctica de la educación indígena del mismo Aguirre
Beltrán, denominado “Educación para la comprensión intercultural”, pp. 9-42.
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Gonzalo Aguirre Beltrán, El proceso de aculturación…, p. 132. La primera edición, es importante subra-
yarlo, en unam, 1957.
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Otro colega, menos ligado por el afecto a don Alfonso, como lo estoy yo,
podrá juzgarlo con absoluta equidad; sí deseo afirmar que sin su capacidad
político-administrativa, sin su prestigio de hombre de ciencia y su eficacia
ción del Instituto Mexicano de Investigaciones Lingüísticas de la Universidad Nacional, y en la revista es-
pecializada Investigaciones Lingüísticas. Ascensión H. de León-Portilla ha señalado: “Como Belmar unos
años antes, González Casanova fue un innovador en el panorama lingüístico mexicano de principios de
siglo, particularmente en cuanto al fonetismo y a la sociolingüística. Su corta vida quizá le impidió hacer
más estudios que hubieran sido muy buenas aportaciones en la lingüística y filología nahuas”. El apartado
en donde la autora consigna la información sobre González Casanova (y sobre Mariano Silva Aceves) se
denomina, significativamente, “Revolución e indigenismo”.
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Alexander S. Dawson, op. cit., p. 31. Gonzalo Aguirre Beltrán, “Formación de una teoría y una práctica
indigenistas”, en ini. 40 años, México, ini, 1988, p. 13. Aguirre hará justicia a Fidencio Montes, “extraordi-
nario maestro, zapoteca de nación”, orientador de los preceptores educativos y promotores culturales en el
cci Tzeltal-Tzotzil de Chiapas. A este núcleo central del indigenismo mexicano se asoció, desde perspecti-
vas disciplinarias diversas y a propósito de numerosos proyectos o actividades, otro destacado grupo de
intelectuales, políticos, pedagogos, artistas y creadores. Caben así los nombres de Diego Rivera, Miguel
Covarrubias, Luis Villoro, Rosario Castellanos, Daniel Rubín de la Borbolla, Henrietta Yurchenco, Juan
Rulfo, Fernando Benítez, Alberto Beltrán y Alfredo Zalce.
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Departamento de Asuntos Indígenas, “Acuerdo que crea el Consejo Consultivo del Departamento de
Asuntos Indígenas”, México Diario Oficial, miércoles 2 de abril de 1941, pp. 9 y 10. Véase en nuestra anto
logía de documentos los seleccionados para dar cuenta de la creación y actividades del dai.
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22
Gonzalo Aguirre Beltrán, “Formación de una teoría y una práctica indigenistas”, en ini 40 años, México,
Instituto Nacional Indigenista, 1988, p. 14. También: Carlos Brokmann, “Alfonso Caso, el indigenismo y la
política cultural”, en Óscar Cruz Barney, Héctor Fix-Fierro y Elisa Speckman Guerra (coords.), Los abogados
y la formación del Estado mexicano, México, unam, Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México,
Instituto de Investigaciones Históricas, México 2013, pp. 645-674.
23
Véase Carlos Zolla, “Antropología médica, salud y medicina en la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán”, en
Jorge Félix Báez (coord.), Memorial crítico. Diálogos con la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán en el centenario de
su natalicio, Veracruz, Gobierno del Estado de Veracruz, 2008, pp. 119-139. También, del propio Jorge
Báez, “Claves de un diálogo entre la antropología y la política (Estudio introductorio)”, en Gonzalo Aguirre
Beltrán, Crítica antropológica. Contribuciones al estudio del pensamiento social en México, México, uv-ini-
Gobierno del Estado de Veracruz-fce, 1990. Y Guillermo de la Peña, “Gonzalo Aguirre Beltrán”, en ini 40
años…, ed. cit., pp. 355-382.
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Gamio, por ejemplo, llega a emplear el término “indianismo” para referirse a una “vigorosa” corriente que
“persiste desde que Cortés hincó su estandarte en las playas de Villa Rica” o que se expresa en “el zapatismo
legítimo o indianismo, según lo titulamos antes”. Manuel Gamio, Forjando Patria, ed. cit., pp. 176-177.
25
Aguirre Beltrán, multicitado por nosotros, escribió al respecto: “Como en todo movimiento político, en
el indigenismo es preciso estudiar: a) las ideas políticas que las condiciones sociales hicieron nacer; b) las
instituciones en que esas ideas cristalizaron; c) las relaciones políticas y los patrones de acción que deriva-
ron de esas ideas e instituciones; y d) los cambios que alcanzó a realizar el movimiento”. Véase “Lázaro
30
Cárdenas”, en Gonzalo Aguirre Beltrán, Crítica antropológica. Contribuciones al estudio del pensamiento social
en México, México, uv-ini-Gobierno del Estado de Veracruz-fce, 1990, pp. 256-257.
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“El indigenista tiene puesto su interés en la nación como una globalidad y no en el indio como una
particularidad. Esto es preciso tenerlo siempre en cuenta porque a menudo se confunde al indigenista con
el indianista cuya atención está enfocada en el indio.” Gonzalo Aguirre Beltrán, “Indigenismo en México:
Confrontación de problemas” en Anuario Indigenista, vol. xxix, México, Instituto Indigenista Interamericano,
1970, pp. 280-306.
27
“El problema indígena” es una expresión que aparece en textos anteriores a la Revolución, y que se reitera
en numerosos escritos posteriores a 1917. La resolución formal, institucional de “el problema indígena”
como “apoyo al desarrollo y la promoción de las comunidades indígenas” a partir de la creación del ini ha
sido recordada por Stavenhagen en “Indigenismo y nación multicultural”, ponencia incluida en Natividad
Gutiérrez Chong et al. (coords.), Indigenismos. Reflexiones críticas, México, ini, 2000, pp. 89-95. Véase
también: Roger Bartra, “El problema indígena y la ideología indigenista”, Revista Mexicana de Sociología,
vol. 36. núm. 3 (julio-septiembre, 1974), pp. 459-482. Arturo Warman, “Pero [en el primer siglo de vida
independiente] ‘el problema indio’ era el problema del país y su prioridad no se discutía tanto como la
manera de enfrentarlo”. En “Pueblos y naciones del indigenismo”, Nexos, 1 de febrero de 1978. Y, además,
Lombardo Toledano, El problema del indio. Selección de textos de Marcela Lombardo, con una introducción
de Gonzalo Aguirre Beltrán, México, Sepsetentas, 1973. No pocos autores interpretan la fórmula en el
sentido de que, para los gobiernos, los indígenas constituían “un problema” de una alta y, no pocas veces,
indeseable complejidad.
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94 misiones de las cuales 34 operan en regiones con más del 20% de pobla-
ción indígena; y atienden anualmente a 17 000 personas. Estas misiones
están complementadas por la acción de 18 brigadas de mejoramiento con el
fin de “despertar el interés de los núcleos indígenas por auspiciar su acción
a la de las zonas en donde viven y aumentar su potencialidad económica
mediante el mejoramiento de su trabajo”; el esfuerzo de estas brigadas
aprovecha a cerca de 80 000 indígenas.30
30
Juan Comas, La antropología social aplicada en México. Trayectoria y Antología, México, Instituto Indigenista
Interamericano, Serie Antropología Social, 16, 1976, pp. 72-73. Véase en la Bibliografía las referencias a las
memorias del Departamento.
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Como es sabido, la categoría de “comunidad” pasó a ser central en la antropología y en las propias polí-
ticas aplicadas, ya sea como referente teórico o como destinatario principal, aunque no exclusivo, de la
acción indigenista. Existe, también en este caso, una vasta producción bibliográfica, que no detallamos
aquí, pero de la que dan buena cuenta textos de autores de muy diversa orientación teórica e ideológica:
Gonzalo Aguirre Beltrán, Agustín Ávila Méndez, Alfonso Caso, Bernardo García Quintana, Leif Korsbaek,
Oscar Lewis, Ricardo Pozas, Robert Redfield, Juan Luis Sariego, Rodolfo Stavenhagen o Arturo Warman,
por nombrar sólo algunos. Margarita Nolasco y Miguel Ángel Rubio han coordinado en el inah un ambi-
cioso proyecto de investigación que, entre otros temas, plantea la cuestión de las llamadas “comunidades
indígenas multilocales” (denominadas también “multisituadas”, “internacionales” y “trasnacionales”), re-
sultado de los procesos migratorios dentro y fuera del país. Véase Margarita Nolasco y Miguel Ángel Rubio
(coords.), Movilidad migratoria de la población indígena de México. Las comunidades multilocales y los nuevos
espacios de interacción social, México, inah, 2011, 3 vols. José del Val ha sugerido la idea de considerar que
en el núcleo de la comunidad indígena se encuentra un conjunto de familias autorreferenciadas. En El
indigenismo, Favre dedica un apartado de “La política indigenista” a la cuestión del desarrollo comunitario, y
en especial a mostrar los elementos que “la comunidad” pone en juego ante las estrategias de intervención
del Estado (véanse pp. 113-116). Volveremos más adelante sobre el particular.
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“las posiciones adoptadas fueron muy diversas y sólo forzando mucho los
argumentos pueden agruparse en dos: una que negaba los derechos de
los indios y hasta su calidad humana y la otra —que llamamos indi
genista— que los afirmaba y defendía”.33 A lo anterior podría agregarse
el llamado de atención que una autora, Érika Pani, hace respecto de
la política indigenista del Imperio de Maximiliano, tema, por cierto, que está
a la espera de un número mayor de estudios y, agregaríamos siguiendo a
Pani, menos cargados de prejuicios. En efecto, esta investigadora afirma:
33
Arturo Warman, “Indios y naciones…” Una opinión semejante, aunque no siempre sostenida con este
énfasis, es la de Aguirre Beltrán cuando señala: “La política indigenista se inicia, de hecho, con el Descu-
brimiento y la Conquista”. Gonzalo Aguirre Beltrán, “Indigenismo en México…”, p. 287.
34
Érika Pani, “¿‘Verdaderas figuras de Cooper’ o ‘Pobres inditos infelices’? La política indigenista de Maxi-
miliano”, Historia Mexicana, xlvii: 3, 1998, pp. 571-604.
35
Francisco Pimentel, Dos obras de Francisco Pimentel. Memoria sobre las causas que han originado la situación
actual de la raza indígena de México y medios de remediarla. La economía política aplicada a la propiedad terri-
torial en México. Estudio preliminar de Enrique Semo, México, Conaculta, Cien de México, 1995. Sobre
36
Francisco Pimentel, Francisco Bulnes y Andrés Molina Enríquez, véase Luis Villoro, Los grandes momen-
tos…, ed. cit., pp. 175-186, a quienes caracteriza como “precursores del indigenismo actual”.
36
Es importante no perder de vista las particularidades regionales. Así, por ejemplo, Juan Luis Sariego
señala: “la política indigenista en la Sierra chihuahuense tiene sus orígenes en la experiencia misionera
colonial […] a principios del siglo xvii”, con la cruzada evangelizadora jesuita en la Tarahumara. En cam-
bio: “La moderna política indigenista en la Sierra Tarahumara puede decirse que inició a partir de las re-
formas sociales derivadas de los postulados de la Revolución […] al final de los años veinte”. Juan Luis
Sariego (comp.), El indigenismo en Chihuahua. Antología de textos, Chihuahua, enah-inah, Fideicomiso para
la Cultura México/USA, 1998, pp. 6 y 11.
37
Manuel Gamio, “La redención de la clase indígena”, aparecido originalmente “en el magazine Modern
Mexico. Edición correspondiente a marzo de 2007”, y reproducido en Forjando Patria, ed. cit., pp. 21-22.
38
Carlos Tello, Nueva relación Estado-Pueblos indígenas, México, ini, 1995. El texto completo está recogido
en nuestra selección documental.
39
Instituto Indigenista Interamericano, “El indigenismo: recuento y perspectiva”, México, I. I. I., 1990, pp. 63-91.
37
40
Alfonso Villa Rojas, “El surgimiento del indigenismo mexicano” en ¿Ha fracasado el indigenismo?, México,
Sepsetentas, 1971, p. 229. Con diferencias respecto de lo planteado por Villa Rojas, en el vol. xxxv de
América Indígena, de 1975, Aguirre Beltrán respondió con virulencia a las afirmaciones de Alicia Barabas y
Miguel A. Bartolomé, contenidas en “Hydraulic development and ethnocide: The Mazatec and Chinantec
peoples of Oaxaca, México”, artículo publicado por iwgia, de Dinamarca, en 1974. A los ataques a los
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“antropólogos argentinos”, Aguirre Beltrán sumó una demoledora —y por momentos injusta— crítica a
tirios y troyanos: evolucionistas y relativistas culturales, imperialistas de todo cuño (de EU o de la URSS),
asimilacionistas e incorporativistas, anarquistas y “racistas descarriados”, y calificó desde el título la
investigación de Barabas y como “una irresponsable denuncia del etnocidio en México”. Véase “xi. Etno-
cidio en México: una denuncia irresponsable”, recogido más tarde en Obra polémica, México,
uv-ini-Gobierno del Estado de Veracruz-fce, 1992, pp. 217-232. La 1ª ed., inah, 1976.
41
Gregorio Torres Quintero, uno de los más destacados educadores de comienzos del siglo xx, en el Primer
Congreso Científico Mexicano, de 1913, señaló en el Prólogo a la Memoria de la Primera Asamblea de Fi-
lólogos y Lingüistas. Departamento Autónomo de Asuntos Indígenas, México, 1940: “No enseñándole en
su lengua el indio se verá precisado a aprender el español y esto es lo importante, aún cuando olvide su
lengua nativa. La poliglosis es un obstáculo para el progreso de una misma patria”. A esta posición respon-
dieron con firmeza los lingüistas reunidos en la Primera Asamblea de Filólogos y Lingüistas, reunidos en
la ciudad de México en 1940, de manera destacada Daniel F. Rubín de la Borbolla, jefe del Departamento
de Antropología de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Así, pues,
el indigenismo debió luchar contra las tendencias cientificistas dominantes hasta la Revolución mexicana.
Al respecto, Aguirre Beltrán señaló en 1983: “El uso de la lengua materna en la enseñanza o su desuso y
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muestran hasta qué punto su pensamiento chocaba con las ideas indi
genistas de la época. En obvia referencia al Proyecto Tarasco de Swadesh
(que Renn identificó como la fuente del renacimiento étnico purépecha),
Mendieta condenó cualquier tipo de política lingüística revitalizadora que
pretendiera dotar al idioma “de un alfabeto especial y haciéndolo objeto de
enseñanza obligatoria en las escuelas oficiales de la región”. Más bien, sos-
tiene, “será indispensable destruir su idioma primitivo, sustituyéndolo por
el idioma oficial de México, el castellano”.42
sustitución por otra a la que se dota de cualidades superiores son experiencias comunes en la historia del
mundo occidental y en la de los pueblos que, en el correr de los años, caen bajo su dominio e influencia.
La reflexión sobre el habla propia o el aprendizaje de un habla ajena, traducidas en hechos, constituyen
finalidades que configuran los programas de educación primaria. Le lectura y escritura del idioma nacional
son tareas de gran entidad en el desenvolvimiento cotidiano del esfuerzo escolar. El empeño comprende,
además, la enseñanza en lenguas vernáculas, es decir, la que se imparte a las comunidades étnicas minori-
tarias, con lenguas y culturas diferentes a las que dominan en la sociedad mayor. El uso de las lenguas
vernáculas en la enseñanza, bien sea como vehículos de instrucción o como elementos consustanciales del
contenido educativo es, en efecto, parte de la política de lenguaje en nuestra organización social.” Gonzalo
Aguirre Beltrán, Lenguas vernáculas. Su uso y desuso en la enseñanza: la experiencia de México, México, uv-
ini-Gobierno del Estado de Veracruz-fce, 1993, p. 7 (el original en ciesas, 1983), y también el ya citado
Teoría y práctica de la educación indígena. En la selección documental reproducimos completo el texto de
la Memoria de la Primera Asamblea de Filólogos y Lingüistas, que fuera publicada originalmente por el
Departamento Autónomo de Asuntos Indígenas.
42
Luis Vázquez León, op. cit., p. 241.
43
Varios autores, entre ellos el multicitado Aguirre Beltrán, asocian la diversidad de posturas con los
antecedentes políticos y doctrinarios de la propia Revolución mexicana: ésta, “al igual que otras grandes
revoluciones, no es un movimiento sólidamente conformado en su doctrina y en su modo de operar”, y
40
Según que se postulen los orígenes del indigenismo a partir de las Leyes
de Burgos (1512) y los inicios de la conquista y colonización de México
41
45
Luis Villoro, Los grandes momentos del indigenismo en México, México, El Colegio de México, 1950. [Nues-
tra cita corresponde a la la edición ciesas-sep, México, 1987, Lecturas Mexicanas 103, Segunda Serie, p.
17]. Subrayamos que el libro, como confiesa el propio Villoro, fue escrito en 1949 —es decir, apenas unos
meses después de haber sido creado el ini, en diciembre de 1948— y publicado por primera vez en 1950.
Demás está decir que el de Villoro es un libro clave en la discusión sobre la identidad del mexicano, por lo
que no resulta casual la inclusión en la bibliografía de la obra textos de Samuel Ramos y Emilio Uranga.
42
Como esa sociedad [la mexicana] ha evolucionado por una serie de facto-
res externos e internos en estos casi cinco siglos, puede hablarse de tres
grandes proyectos políticos que han organizado los gobiernos y cuyas me-
tas pueden resumirse así: las sociedades y culturas indígenas deben “con-
servarse como tales” bajo control (defensa-explotación) de la sociedad
46
Ibid., Villoro cita a dos autores prácticamente olvidados hoy: Carlos Echánove Trujillo (Sociología mexi-
cana, 1948) y Héctor Pérez Martínez (Cuauhtémoc; vida y muerte de una cultura, 1948), asociándolos a los
autores del tercer momento.
47
Miguel Limón Rojas, “Análisis histórico del indigenismo”, en Vs. As., México. Setenta y cinco años de
Revolución. Desarrollo social. I, México, fce-inherm, 1998, pp. 497 y 498-526.
43
48
Manuel M. Marzal, Historia de la antropología indigenista en México y Perú, Barcelona, Anthropos, 1993, p. 44.
49
H. Favre, El indigenismo, ed. cit., pp. 9-10.
44
50
María Cristina Oemichen Bazán, Reforma del Estado. Política social e indigenismo en México, 1988-1996,
México, unam, Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1999, pp. 57-58. La investigación fue concluida
en 1997 y publicada dos años después.
51
Andrés Medina, “Los ciclos del indigenismo: la política indigenista del siglo xx”, en Natividad Gutiérrez
Chong, Marcela Romero García y Sergio Sarmiento Silva (coord.), Indigenismos. Reflexiones críticas, México,
ini, 2000, pp. 63-80. Todas citas entrecomilladas corresponden a este texto. Para Medina es en este periodo
que comienza a hablarse de un “indigenismo de participación”.
45
46
52
Leif Korsbaek y Miguel Ángel Sámano Rentería, “El indigenismo en México: antecedentes y actualidad”,
Ra Ximhai, enero-abril, año/vol. 3, núm. 001, Universidad Autónoma Indígena de México, El Fuerte, Mé-
xico, 2007, pp. 195-224.
53
Miguel Ángel Sámano Rentería, “El indigenismo institucionalizado en México (1936-2000): un análisis”,
en José Emilio Ordóñez Cifuentes (coord.), La construcción del Estado Nacional: democracia, justicia, paz y
Estado de derecho, xii Jornadas Lascasianas, México, unam-iij. Serie Doctrina Jurídica núm. 179, 2004.
47
54
La cuestión tiene, sin embargo, sus excepciones. Moisés Sáenz comenta en “México y el indio” que “un
hombre venerable, educador distinguido desde antes de 1910, de fina mentalidad analítica, de sensibilidad
espiritual, pensador y filósofo” —de quien no da su nombre, aunque Aguirre Beltrán ha supuesto en Len-
guas vernáculas que se trataba de Gregorio Torres Quintero, el autor de la Ley de Educación Rudimentaria—,
afirmaba: ‘Yo niego la existencia del indio en México. En México sólo existe un grupo y una clase de gente,
los mexicanos. Es verdad que hay ciertos grupos étnicos que desde el punto de vista cultural podrían ser
considerados como no completamente asimilados, pero de todos modos en intención y en propósito, en
teoría y de hecho, todos los habitantes de México formamos un solo pueblo; todos somos, sencillamente,
mexicanos’ ”. Moisés Sáenz, México íntegro. Precedido de “Moisés Sáenz y la escuela de la patria mexicana”
de José Antonio Aguilar Rivera” (pp. 11-30). México, Conaculta, 2007, 1ª ed. 1939, p. 134. Agreguemos, de
paso, que este argumento ha sido esgrimido, incluso hasta nuestros días, bajo el supuesto democrático
de la igualdad para, por ejemplo en materia de salud, no producir indicadores diferenciales para captar
información sobre población indígena, no obstante reconocer que se trata del grupo más vulnerable de la
población nacional.
48
55
Gonzalo Aguirre Beltrán, “Negación del indio”, en Obra polémica, ed. cit., pp. 92-93.
56
Luz María Valdés, Los indios mexicanos en los censos del año 2000, México, iij-crim-unam, 2003, p. 19.
57
Idem, p. 5. Como es bien sabido, en la actualidad se han ampliado los criterios, ya sea para incorporar a
menores (de 0 a 5 y, ahora, de 0 a 3 años de edad) o a aquellos sujetos que se auto-adscriben como indígenas,
pero la apelación al conocimiento y uso de la lengua sigue siendo predominante.
49
50
59
Alfonso Caso, “Definición del indio y lo indio”, en Homenaje a Alfonso Caso, México, Patronato para el
Fomento de Actividades Culturales y de Asistencia Social a las Comunidades Indígenas, 1996, p. 337.
Publicado originalmente en América Indígena, vol. viii, núm. 5, México, 1948. Una vez más, Aguirre Beltrán
leyó a (y polemizó con) una serie de autores —específicamente, Rodolfo Stavenhagen y Luis Villoro— que
criticaron la definición de Caso. Véase: “Prólogo” a Alfonso Caso: La comunidad indígena, México, sep, Sepse-
tentas 8, 1971, en particular pp. 9-12.
51
60
En Boletín Bibliográfico de Antropología Americana <http://www.jstor.org/stable/40972628>.Este último
párrafo es ilustrativo de la particular forma de juridicidad que se ha aplicado a los pueblos indígenas desde
1949, en este congreso, hasta la fecha.
61
M. Sáenz, op. cit., pp. 136-137.
52
62
Ibid., pp. 137-138.
63
Gonzalo Aguirre Beltrán, en ¿Ha fracasado el indigenismo?, ed. cit., p. 26. Tan fuerte es, siempre según
Aguirre, la persistencia de estructuras coloniales, que: “A decir verdad, las culturas que llamamos indígenas
son configuraciones de ideas y complejos de conducta peculiares a las formaciones sociales coloniales,
porque de ella derivan. En efecto, la organización política, la estructura social, la tecnología y la economía
en que fundan los grupos originalmente americanos su genuina manera de vivir, no son otra cosa que re-
53
interpretaciones de ideas, valores y patrones de acción europeos que se mantienen en las regiones intercultu-
rales de refugio, y constituyen residuos de la antigua explotación colonial. Si algo permanece auténticamente
indio en esas regiones, ese algo son las lenguas vernáculas; cuando éstas desaparecen la identidad india
pierde sus símbolos más representativos. No tenemos por qué preservar los remanentes coloniales que
contribuyen a formar una conciencia de subordinación, pero sí podemos y debemos conservar, muy espe-
cialmente, los idiomas nativos que son los sistemas simbólicos en que se expresan los valores que dan
sentido, significado, a los modelos propios de vida”. Gonzalo Aguirre Beltrán, “xi. Etnocidio en México…”,
en Obra polémica, ed. cit., pp. 230-231.
64
onu, doc. núm. e/cn.4/Sub.2/1986/87. El conocido internacionalmente como Informe Martínez Cobo, en
referencia al ecuatoriano José R. Martínez Cobo, nombrado Relator Especial de la onu en 1971 y encargado
de preparar el Estudio del problema de discriminación contra las poblaciones indígenas, “presentado en sucesivas
54
entregas entre 1981 y 1984 (y cuyo) amplio trabajo de investigación comparativa que le subyace lo llevó a
cabo Augusto Willemsen, guatemalteco”, y su importancia para otras iniciativas de la onu, en Carlos Zolla
y Emiliano Zolla Márquez, op. cit., pp. 301-304. Véase también: onu-ecosoc, Comisión de Derechos Huma-
nos. Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de las Minorías. “Los derechos humanos
de las poblaciones indígenas. Estudio sobre los tratados, convenios y otros acuerdos constructivos entre
los Estados y las poblaciones indígenas. Informe final presentado por el Sr. Miguel Alfonso Martínez,
Relator Especial.” e/cn.4/Sub.2/1999/20, 22 de junio de 1999.
55
56
Sin embargo, a pesar de que el indigenismo del ini —y, en particular, del
periodo animado por Aguirre Beltrán— propuso superar el planteo de la
comunidad por el de la región, el peso de aquélla siguió siendo decisi-
vo. Invocando la definición de Caso que hemos transcrito, Aguirre no
vacila en afirmar: lo que la acción indigenista
66
Carlos Zolla y Emiliano Zolla Márquez, Los pueblos indígenas de México. 100 preguntas, México, unam,
2004, p. 93. En 1971, ya como director del ini, Aguirre Beltrán aludió a “las 54 regiones interculturales
que existen en el país”. Gonzalo Aguirre Beltrán, en ¿Ha fracasado el indigenismo?, México, Sepsetentas,
1971, p. 28. Naturalmente, el tema constituye el núcleo central de su obra Regiones de refugio. El desarrollo
de la comunidad y el proceso dominical en Mestizoamérica, México, ini, 1967.
57
que la simple sociedad nuclear, cuando ese grupo excede las dimensiones
de una comunidad. Mucho menos se considera miembro de una nación,
abstracción que rebasa el mundo conceptual que abarca la estrecha cultu-
ra que tiene por patrimonio.
67
Gonzalo Aguirre Beltrán y Ricardo Pozas Arciniega, La política indigenista en México. Métodos y resultados.
Tomo ii: Instituciones indígenas en el México actual, México, ini, 1981, pp. 22-25 (la edición original de
1954).
58
68
Gonzalo Aguirre Beltrán, El proceso de aculturación y el cambio socio-cultural en México, México, uv-ini-
Gobierno del Estado de Veracuz-fce, 1992, pp. 166-170. La primera edición en unam, 1957. Con el rigor
y la erudición que caracterizan a la mayor parte de sus estudios, Aguirre Beltrán agrega a lo anterior la si-
guiente nota: “Gamio (1924); Lewis y Maes (1945); De la Fuente (1947) y Caso (1948); discutieron la
importancia de fijar la identificación del indio como base para el desarrollo de una política indigenista.
Caso afirmó que: ‘lo verdaderamente importante desde el punto de vista cultural y social, desde el punto
de vista de la antropología teórica y de la antropología aplicada, lo que importa determinar en una política
indigenista de nuestra población de América Intertrópica, es fundamentalmente la comunidad indígena’, no
al indígena como individuo”. Ibid., nota 7, p. 225. Remitimos al lector interesado en ampliar la informa-
ción sobre este tema capital, al clásico texto de Alfonso Caso La comunidad indígena (1971) y al no menos
importante de Gonzalo Aguirre Beltrán y Ricardo Pozas Arciniega La política indigenista en México. Métodos y
resultados, Tomo II: Instituciones Indígenas en el México Actual, México, ini-sep, 1954, reeditado en 1973 y 1981.
59
69
Aunque la migración indígena a las ciudades y, en particular, a la ciudad de México, es un proceso de
larga data que se acentuó con la industrialización, resulta significativo que recién en 1989, siendo director
del ini Arturo Warman, se diseñó el Programa de Atención a los Indígenas del Área Metropolitana. Véase
ini “9. Atención a la población indígena del Área Metropolitana de la ciudad de México” en Instituto Nacio-
nal Indigenista 1989-1994, México, ini, 1994, pp. 175-182.
60
70
Instituto Nacional Indigenista, “Los ideales de la acción indigenista”, en Memorias. Realidades y Proyectos.
16 años de trabajo. México, ini, 1964, vol. x, pp. 11-13. Véase el documento completo en la selección
nuestra, con datos sobre las diversas ediciones del texto, en 1978 y 1996. Limón Rojas, a su vez, señala:
“Por indigenismo debemos entender toda actitud —valorativa o práctica— en pro de los indios. Su carác-
ter histórico nos indica que las perspectivas y planteamientos que han pretendido favorecerlos se han
visto transformadas en su naturaleza desde los tiempos de la Conquista y la Colonia hasta nuestros días,
pasando por las épocas de Independencia, Reforma y Revolución”. Miguel Limón Rojas, “Análisis histórico
del indigenismo”, en 75 años de la Revolución Mexicana, 1994, fce-imehrm, tomo i, pp. 495-532.
61
62
71
Moisés Sáenz, México íntegro, ed. cit., pp. 138-139.
72
Ibid., pp. 159-160. Las cursivas son nuestras (Del Val-Zolla).
63
73
Gonzalo Aguirre Beltrán, “Formación de una teoría y una práctica indigenistas”, en Instituto Nacional
Indigenista 40 años, México, ini, 1988, p. 18.
64
74
Todas las citas entre comillas del párrafo corresponden a Gamio y fueron extraídas de las páginas 5 a 22
de Forjando Patria. Insistimos en subrayar que estas propuestas programáticas de la incorporación corres-
ponden esencialmente a Gamio y a los momentos inaugurales del indigenismo revolucionario. El propio
autor de La población del Valle de Teotihuacán representa —no obstante su relevancia teórica, política y pro-
gramática— una de las vertientes del indigenismo oficial. El propio Gamio tomaba distancia, por ejemplo,
de “los que predican y hacen obra indigenista, enaltecen ilimitadamente las facultades del indio, lo conside-
ran superior al europeo por sus aptitudes intelectuales y físicas. Dicen que si el indio no vegetara oprimido,
ahogado, por razas extrañas, habría de preponderar y sobrepasarlas en cultura: Altamirano, Juárez y otros
casos aislados de indios ilustres, son ejemplos que aducen para fundar sus opiniones.” (Ibid., pp. 23-24). En
reconocimiento de los méritos de Gamio, Aguirre Beltrán señala: “‘el conocimiento de la población (como)
básico para el desempeño del buen gobierno’ es la premisa en la que se funda la política indigenista inte-
gral”. Aguirre Beltrán, Gonzalo y Ricardo Pozas Arciniega, La política indigenista…, ed. cit. p. 25.
65
75
Instituto Indigenista Interamericano, Acta Final del Primer Congreso Indigenista Interamericano. Resoluciones,
Conclusiones, Declaraciones, Acuerdos, Proposiciones y Recomendaciones. Celebrado en Pátzcuaro (México,
abril de 1940). Suplemento del Boletín Indigenista, Instituto Indigenista Interamericano, México, D. F., marzo,
1948, pp. 1-35.
66
67
68
Una vez más, Caso es explícito respecto de lo anterior: “La labor del
Instituto Nacional Indigenista ha sido concebida para tratar los proble-
mas de las comunidades indígenas en forma íntegra, conservando y
promoviendo los aspectos positivos de la cultura de esas comunidades
y proporcionando los medios para elevar el nivel cultural en todos los
aspectos de la vida colectiva.”76 Y lo ratifica al señalar:
76
Alfonso Caso, “El ideal que perseguimos”, en Homenaje a Alfonso Caso…, ed. cit., p. 383. Aparecido
originalmente en Indigenismo. Alfonso Caso, México, Instituto Nacional Indigenista, México, 1958. En los
“Antecedentes” con que se inicia el informe institucional denominado Instituto Nacional Indigenista.
Realidades y proyectos. 16 años de trabajo. Memorias: Realidades y proyectos. vol. x (ini, 1964, 206 pp.), que
suponemos escritos por Caso, éste sintetiza el proceso que llevó del Primer Congreso Indigenista Intera-
mericano —y los compromisos de crear en los países de América institutos que fueran filiales del nuevo
Instituto Indigenista Interamericano—, a la creación del ini ocho años después: “Siendo el actual director
del ini, Secretario de Bienes Nacionales en el Gobierno del Presidente Miguel Alemán, propuso a este alto
funcionario organizar un Instituto Nacional Indigenista, para cumplir con la obligación internacional que
México había contraído. El Presidente Alemán ordenó la redacción de un proyecto de ley y durante varios
meses, reunió en la Secretaría de Bienes Nacionales, a un grupo de expertos en asuntos indigenistas que
discutieron ampliamente la mejor forma de organización. Al concluir el trabajo y haber elaborado el pro-
yecto de ley, el Presidente Alemán lo aprobó en todas sus partes, y lo remitió al Congreso como iniciativa
de Ley del Ejecutivo. El Congreso hizo algunas ligeras modificaciones en el artículo séptimo y promulgó la
ley que fue publicada el 4 de diciembre de 1948” (op. cit., p. 9).
69
77
Alfonso Caso, “Un proyecto piloto para atacar el problema indígena”, en idem anterior, p. 385. También
aparecido en Indigenismo…, 1958. Naturalmente, el “proyecto piloto” era el Centro Coordinador Indige-
nista Tzeltal-Tzotzil de Chiapas, creado en 1951 y dirigido por Gonzalo Aguirre Beltrán.
70
Pero, se precisaba:
No está de más señalar que los autores publicaron esto en 1954, es decir,
prácticamente al mismo tiempo que se registraba el acta de nacimiento
de los primeros Centros Coordinadores Indigenistas, y que a pesar de que
se proponía enfocar la acción en todos y cada uno de los temas de la
“acción integral”, se dio prioridad a la educación, la salud y la medici-
na, la economía local y regional, las comunicaciones y la procuración
de justicia, y que no pocas veces hubo contradicciones significativas
entre los modelos aplicativos de las instancias federales (secretarías de
Estado, fundamentalmente) y los planes y programas de la institución
indigenista. Las críticas a la Secretaría de Educación por la imposición
del modelo de educación formal, con total secundarización de la edu-
cación informal, familiar y comunitaria, y a la Secretaría de Salubridad
y Asistencia por su desprecio y escaso interés en las ideas locales sobre
la etiología de las enfermedades, la medicina tradicional y el compo-
nente mágico relig ioso de las terapias indígenas están claramente do-
cumentadas en dos textos de Aguirre Beltrán: Teoría y práctica de la
78
G. Aguirre Beltrán y R. Pozas Arciniega, La política indigenista en México, ed. cit. pp. 23-24.
71
79
Una revisión de la trayectoria indigenista, si bien centrada esencialmente en la labor del ini, fue la reali-
zada en la Sesión Extraordinaria del Consejo del Instituto Nacional Indigenista el 13 de septiembre de
1971, presidida por el presidente Luis Echeverría y en la que la nutrida concurrencia reunió a la plana
mayor de la institución, a secretarios de Estado, representantes de instituciones académicas y técnicos de
oficinas centrales y de Centros Coordinadores. Los resultados fueron publicados bajo el sugestivo título
de ¿Ha fracasado el indigenismo? Reportaje de una controversia, en la Colección Sepsetentas que, también
significativamente, era alentada por Aguirre Beltrán en su doble condición de director del ini y subsecre-
tario de Cultura Popular y Educación Extraescolar de la sep. En realidad, una de las pocas voces discordan-
tes fue la de Fernando Benítez.
72
80
Instituto Nacional Indigenista, Memorias del Seminario Permanente sobre Asuntos Indígenas, México, ini,
junio y julio de 1996, pp. 5-31 y 33-58. La edición recoge dos testimonios: la de los autores mencionados
conforme al orden de sus intervenciones en el debate sobre “¿El fin del indigenismo?”, y una segunda mesa
redonda denominada “Los derechos de los pueblos indígenas y la Constitución”, en la que participaron
Magdalena Gómez, Adelfo Regino, Víctor Manuel Bullé-Goyri, Gilberto López y Rivas y Jorge Fernández
Souza. La presentación del primer debate estuvo a cargo de Carlos Zolla, director de Investigación y Pro-
moción Cultural del ini.
81
Carlos Tello, op. cit. El texto completo aparece en nuestra selección documental.
73
futuro […] Sin el concurso de los pueblos indios y sus soluciones no hay
integridad posible […] La nueva alianza implica un cambio sustantivo de
la política estatal a partir del reconocimiento autocrítico de la insuficien-
cia de las estrategias para abatir los problemas ancestrales de los pueblos
indios y para facilitar su propio desarrollo. Y de la ausencia de corresponsa
bilidad de los otros poderes del Estado en los diversos niveles de gobierno
y de la sociedad en su conjunto.82
82
Idem.
83
El propio Aguirre Beltrán había sugerido el fin del indigenismo como cumplimiento de un gran objetivo
de política social y, en consecuencia, como necesario cierre de un proceso se daría con la plena integración de
indios y ladinos al proyecto nacional revolucionario. Véase, entre otros textos de Aguirre, “De eso que llaman
Antropología mexicana” en Obra polémica, México, uv-ini-Gobierno del Estado de Veracruz-fce, 1993,
especialmente pp. 116-119. La primera edición, inah, 1976.
74
84
A. Villa Rojas, “El surgimiento…”, p. 231.
85
Ibid., pp. 232-233.
75
86
La situación presupuestal del ini, poco menos que insostenible a juicio de numerosos funcionarios de
oficinas centrales, delegados y directores y técnicos de Centros Coordinadores, era el signo más evidente
de esa parálisis. Sin embargo, incluso algunos de esos mismos miembros del ini elogiaban a los Cocoplas
(Comités Comunitarios de Planeación), y el propio Warman señalaría: “Desde el mes de junio de 1986, a
través del decreto que establece los mecanismos de participación indígena en la elaboración, planeación y
evaluación de la política indigenista del Gobierno Federal, el ini cuenta con espacios formales para la partici
pación de los indígenas a todos los niveles, lo que lo coloca en una situación de privilegio para el cumplimiento
de los lineamientos del Programa Nacional de Solidaridad.” En Políticas y tareas indigenistas, p. 3.
87
Ibid., pp. 2, 4 y 7.
76
88
Ibid., p. 4.
77
89
Luis Villoro, “¿El fin del indigenismo?” en ini, Estado del desarrollo económico y social de los pueblos indíge-
nas de México, México, ini-pnud, 2000, t. i, pp. 35-37.
78