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APROXIMACIÓN AL LÉXICO POLÍTICO DE LAS ÉLITES RIOPLATENSES: La CUESTIÓN


DE LA FORMA DE GOBIERNO (1814 - 1827)

LA CATEGORIA SISTEMA REPRESENTATIVO Y SU REPRESENTACION Y RECEPCION EN


EL DISCURSO POLITICO DE LAS MINORIAS REFLEXIVAS RIOPLATENSES

Introducción

Atendiendo a las limitaciones temporales que impone toda convocatoria académica, el


objetivo de esta ponencia pretende llamar la atención sobre la importancia del abordaje interdisci-
plinario, específicamente en temas relacionados con el área de la historia de las ideas y de las ins-
tituciones políticas. En este sentido, nos referiremos a la relación posible y enriquecedora entre la
Lingüística y la Historia.

El tema abordado resulta un ejemplo que permite ilustrar los aportes de la lingüística al
campo de estudio enunciado por medio de la aplicación de un método conceptualizante1, y del
enfoque histórico semántico que de su aplicación se deriva.

Ya en el prólogo de la tesis doctoral presentada por Patricia Vallejos de Llobet, su


directora -Fontanella de Weinberg- anunciaba que dicho trabajo basado en el estudio del léxico
ilustrado resultaba "el primer estudio amplio de ese carácter" en nuestro medio, aunque tales
enfoques ya se habían impuesto en Francia y en España.

Se trataba en dicha tesis de un estudio lingüístico que forjaba categorías a manera de


CAMPOS LÉXICOS observados en el Río de la Plata en el período pre-revolucionario y
revolucionario, empleando como fuente los periódicos de la época2.

Consideramos que el encuadre de la coyuntura 3 elegida por nosotros permite una tarea
hermenéutica que otorga mayor objetividad a su estudio permitiendo un contacto más vívido con la
circunstancia y sus protagonistas.

¿Por qué las fechas de 1814 y 1827?

La primera porque, en tanto coincidente con la creación del Directorio y la inmediata caída
de Napoleón, supone la gestación de iniciativas político-institucionales que evidencian una
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orientación conservadora abiertamente contrastante con los tres primeros años revolucionarios, en
donde el fervor militante hacía de la República sinónimo de la libertad, y de la Monarquía el
ejemplo más deleznable de la tiranía, o de su equivalente semántico y más moderno: el
despotismo4.

El debate sobre la forma de gobierno se agitará con más fuerza entre 1816 y febrero de
1820. Luego de la conmoción de ese año retoma su intensidad durante las sesiones del Congreso
Constituyente de 1824-1827. Este último año supone la disolución por segunda vez del gobierno
nacional, y la misma arrastra una crisis que se prolonga hasta concluir el año '29, advirtiéndose
que el vocabulario político se carga de importantes innovaciones semánticas que, con distinto
grado e intensidad, invalidarán algunos de los argumentos teóricos confrontados entre 1814 y
1827.

El vocabulario liberal e ilustrado que había envilecido unas voces y ennoblecido otras, en-
contrará en Indias un ámbito fértil que profundizará los cambios.

Abordar el estudio del proceso emancipador rioplatense, insertarlo en el marco de la


historia y de las instituciones políticas y hacerlo con un método conceptualizante, supone
descodificar un discurso5 informado por el léxico liberal e ilustrado que, como apuntamos, el
mundo iberoamericano, en general, y el rioplatense, en particular, emplea con singulares matices,
atenta la coyuntura inédita que transita.

Si bien la vastedad del vocabulario político nos obliga a escoger determinados 'campos
léxicos'6 que atendiendo a su significación, refieren a Sistema Representativo y a sus modalidades
-Monarquía Constitucional y República-, la selección permite no sólo aproximarnos a las re-
presentaciones que las élites hacían de su realidad, sino también, reflexionar sobre el amplio
campo que se visualiza abierto para la investigación de nuestra área, desde una perspectiva
conceptualizante aplicada al análisis del discurso.

Sistema Representativo.

Para conceptualizar el Sistema Representativo es preciso definir la voz representación,


que es un concepto elusivo y multifacético.
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La locución abarca tres significados diferentes: 1) la idea de mandato, o instrucciones; 2)


la idea de representatividad, es decir, de semejanza o afinidad; 3) la idea de responsabilidad, u
obligación de rendir cuentas7.

Tanto el editor del periódico La Crónica Argentina (1816-1817), Vicente Pazos Silva,
como el diario de sesiones del Congreso Constituyente de 1824-1827, indican que los atributos
nucleares del Sistema representativo se asientan en "tres grandes descubrimientos" relacionados
con el nacimiento del auténtico sistema electivo a través de "asambleas representativas del
pueblo, en vez de las colectivas y de las tumultuarias; la separación y deslinde de los tres poderes,
legislativo, ejecutivo y judiciario; y la balanza con que deben contrapesarse las Cámaras
legislativas8."

Surgido de la fragua burguesa,el Sistema Representativo tiene su antecedente en la


experiencia inglesa de 1688, en su Gloriosa Revolución, que por primera vez en la historia otorgó
protagonismo a la burguesía en el poder político, desarrollándose gradualmente en la segunda
mitad del siglo XVIII.

Si bien asomará en Francia, como lo demuestra la Constitución de 1791, será sobre todo
en los Estados Unidos, como herederos de la tradición británica desligados además de todo
antecedente feudal, donde el Sistema Representativo podrá desenvolverse bajo menores
presiones.

El Gobierno Mixto británico; la Monarquía Constitucional que tiene en la experiencia


británica su antecedente y que la normativa racionalista interpreta dentro de los términos de la
Constitución escrita; la República norteamericana derivada del paradigma británico, y también la
evolución posterior de la Monarquía Constitucional hacia lo que la teoría política llamará mucho
más tarde Monarquía parlamentaria: todo ello configura la nueva forma de gobierno llamada
Sistema Representativo, cuyo objetivo es que el Estado sea lo más débil posible.

Encumbrado como forma de gobierno, el Sistema Representativo, en su versión ortodoxa,


eclipsa y vacía conceptualmente la distinción tradicional entre Monarquía y República, pues es la
rama democrática la que acciona su mecanismo.

Las fuentes consultadas permiten advertir que la categoría Sistema Representativo


servía para aludir tanto a modelos teóricos que parecían resumir las mejores cualidades del
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liberalismo político, como también a otros en los que se advierte un acentuado eclecticismo.

En este sentido y con fines puramente metodológicos distinguiremos entre Sistema


Representativo Ortodoxo e Imperfecto.

Damos el nombre de Sistema Representativo Ortodoxo a aquel que se identifica con


los arquetipos políticos, esto es, el paradigma denominado Gobierno Mixto británico (identificado
con la modalidad Monarquía Constitucional con monarca 'neutro')9 y el paradigma de Gobierno
Mixto norteamericano, que designamos con el nombre de República democrática10.

Bajo la denominación Sistema Representativo Imperfecto encuadramos aquellas


modalidades cuyos modelos poseen una estructura que se apartan parcialmente de los arquetipos
políticos.

Generalmente una visión racionalista de la organización constitucional desembocará en el


Sistema Representativo Ortodoxo, en tanto, la visión historicista se traducirá en términos de
Sistema Representativo Imperfecto11.

Vale aclarar que si bien el paradigma británico surgía de una concepción historicista, no
era considerado como tal, habida cuenta de la versión idealizada que plasmó Montesquieu y que
luego modificó Benjamín Constant.

En la región rioplatense, tanto la Constitución monárquica de 1815 (concedida por Carlos


IV)12, como las de 1819 y 182613, fueron ejemplos de modelos teóricos que deben encuadrarse
dentro de un Sistema Representativo Imperfecto.

La aplicación del método conceptualizante nos permitió reconocer diferencias dentro de la


forma de gobierno llamada Sistema Representativo; diferencias que permiten apreciar mejor los
objetivos planteados por sus autores, rescatando, tal el caso de la Constitución de 1819 y de
1826, el grado de originalidad de estos instrumentos jurídicos , síntesis de agudos planteamientos
doctrinarios.

En este sentido resulta revelador la Constitución de 1819: una visión generalizadora


sentenció sin más en nuestro siglo que dicha Constitución no establecía la forma de gobierno.

La labor conceptualizadora nos permite concluir lo contrario: el modelo teórico responde


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estrictamente al llamado Gobierno mixto, cuyas características son explicadas en detalle en el


Manifiesto que acompaña el texto constitucional y que firma el deán Gregorio Funes, en
representación de los integrantes de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso de
1816-1820.14 Forma de gobierno, por otra parte, que la propia trama del texto elucida.

Sistema Representativo resulta el eje de un vasto campo léxico que recepta el valor
cívico de la virtud, el cual servía para idealizar -ya de manera académica durante el Barroco- a las
antiguas repúblicas de Grecia y de Roma.15

¿Cómo se integra el campo léxico llamado Sistema Representativo según la re-


presentación que de él hacían las élites rioplatenses? Se integra con expresiones como: Gobierno
libre16, Gobierno regular, Gobierno constituido17, Gobierno de Instituciones Libres18; Gobierno
racional y moderado19, República (la voz República, de no mediar mención explícita de la
modalidad gubernativa, debe entenderse como sinónimo de Sistema Representativo): con una u
otra denominación se quiere apuntar al único gobierno donde impera la ley; es el Sistema de la
Ley20. Es el Gobierno de la voluntad general, señala Manuel Dorrego21; donde impera la opinión
pública, apunta Juan I. de Gorriti22, es decir, la 'razón del pueblo', la 'parte sana y útil', al decir del
periódico de orientación rivadaviana El Nacional23. Supone la publicidad de los actos de
gobierno24.

Frente a la opinión pública encontramos los "votos ciegos"25, el "bajo pueblo"26, la


"plebe"27, la "multitud imbécil"28, esto es, la 'voluntad del pueblo'.

En relación con la virtud , esta supone "el amor a la patria", o como apunta el padre
Castañeda, el "espíritu público"29. Pero la ética capitalista y su consecuente criterio de raciona-
lismo utilitario extenderá el alcance de lo virtuoso hacia la 'felicidad', el 'espíritu industrioso', el
'progreso', convertidos en pilares del nuevo concepto de dignidad moral30.

Gobierno de la "buena causa", de la "verdad" 31, aquél donde impera "la razón y la
justicia"32; he aquí otras expresiones que de manera alguna agotan el campo léxico de la
categoría Sistema Representativo.

En suma: Todo gobierno no representativo no es otra cosa que un régimen de errores,


contrastante con el régimen de razón que aglutina instituciones benéficas protectoras del
comercio, las letras y la industria, tal como se observa en Buenos Aires.
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MONARQUÍA CONSTITUCIONAL

Tal el régimen gubernativo que concitó la atención de buena parte de las minorías
reflexivas rioplatenses sobre todo desde la reunión del Congreso en Tucumán que, además de la
declaración de la independencia, perseguía definir la forma de gobierno para las Provincias
Unidas en Sud-América.

Dentro de la denominación Monarquía Constitucional convivían dos grandes modelos


teóricos, uno de ellos más cercano al régimen caído y, otro, que vaciaba a la Monarquía de
sentido; ambos, en último término, producto del ideario liberal-burgués, aunque mientras uno de
ellos lograba rescatar la tradición y la historia y convertirse en su baluarte , el otro sólo perseguía
dejar en pie un régimen que encarnaba la auténtica legitimidad (prototípica, originaria, saturada),
concientes sus propulsores de la endeblez de títulos de todo régimen absolutamente electivo,
entiéndase la República.

No obstante, el adjetivo 'constitucional', que desplazaba lentamente en el léxico político a


la expresión 'leyes fundamentales del Reino', auguraba transformaciones que introducirían una
profunda fractura en el cuerpo social europeo, al tiempo, que comprometía la solución institucional
de las antiguas provincias indianas. El triunfo de una voz o de un cambio semántico dentro de una
misma voz, es siempre trasunto de transformaciones significativas dentro de un marco ideológico
dado33.

Al hablar de la categoría Sistema Representativo introdujimos una distinción a efectos


metodológicos, y en correlación con ella realizamos lo propio con la categoría Monarquía
Constitucional, al advertir que bajo el mismo rótulo se incluían modelos teóricos de estructura
diferente.

Dentro del nuevo marco ideológico liberal e ilustrado y en el 'campo léxico' Monarquía
Constitucional se incluían tanto las expresiones más cercanas al concepto monárquico como
aquellas que suponían una ficción de Monarquía.

Consideramos conveniente estas precisiones pues los modelos teóricos que surgen
dentro de la modalidad genéricamente denominada Monarquía Constitucional difieren
abiertamente en tanto responden a una mentalidad social para nada homogénea. Si bien, en la
época, Monarquía Constitucional o temperada servía para designar a cualquiera de los modelos,
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la confusión se instala en tanto la politología contemporánea incluye a los modelos constituciona-


listas surgidos desde el siglo XVIII dentro de la categoría Monarquía Parlamentaria, categoría que
sólo aparece en el léxico político muy avanzado el siglo XIX 34. Es decir, en la secuencia temporal
elegida el léxico político no incluye la categoría Monarquía Parlamentaria.

Hablaremos de Monarquía Temperada para referirnos a aquella Monarquía


Constitucional cuya estructura nos ofrece un monarca responsable, activo, vigilante y vigoroso en
sus acciones.

Recibirá el nombre de Monarquía Constitucional Ortodoxa, el régimen de gobierno


cuya estructura supone un monarca 'neutro' (símbolo de la unidad), 'inviolable', 'irresponsable', y
por tanto relevado de la tarea gubernativa que recae en sus ministros. Para la ley suprema
-Constitución-, el monarca es un poder residuario, un ciudadano más35.

Tanto para caracterizar a uno como otro 'tipo', resultan apropiadas las acotaciones de
Julián S. de Agüero y Tomás Manuel de Anchorena.

El primero explica que "todos los gobiernos que son Monarquías moderadas tienen
mucho de republicano, porque todo lo que tienen de representativo sus Cámaras es de
República.36" Anchorena acota que existe Monarquía Constitucional cuando rige una Constitución
liberal37.

La explicación de Agüero, como la acotación de Anchorena (expresiones generalizadas


en la época), autorizan a dar cabida dentro de la modalidad Monarquía Constitucional a variados
modelos teóricos, que incluyen desde el paradigma británico hasta versiones muy alejadas e
imperfectas.

Las élites se re-presentaran a la Monarquía Constitucional afirmada en los principios


básicos del Gobierno mixto británico, tanto aquel cercano al modelo del monarca 'neutro', como el
que no difiere demasiado del concepto clásico de Monarquía. Incluyendo el modelo teórico la
división del poder y especificadas ciertas garantías individuales, se considera constitucional la
Monarquía.

Dentro de la tipología apuntada se advierte que mientras en la Monarquía temperada el


carácter republicano no oculta el protagonismo del monarca, este carácter parece invadirlo todo en
la modalidad ortodoxa.
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La Ciencia Política actual conceptualizaría como Estado máximo el 'discurso-tipo' de las


élites rioplatenses que describen la Monarquía temperada, en tanto, correspondería la
denominación Estado mínimo para quienes hacen la descripción de la ortodoxia monárquica38.

Podemos afirmar que si en el período 1814-1820 se observa un predominio marcado del


primer modelo de 'discurso', resulta más acentuada la presencia del segundo 'discurso-tipo' a partir
de la crisis de 1820, tomando en cuenta fundamentalmente al grupo dirigente de Buenos Aires.

El método conceptualizante permite detectar a través de la lectura de distintas fuentes


que, en este segundo 'discurso-tipo', resulta esporádica la mención de las distintas modalidades
del Sistema Representativo por parte de aquellos que, en la nueva instancia abierta a partir de
1820, integraron la administración porteña o simpatizaron con ella, resueltos sostenedores de la
solución monárquica entre 1814-1820.

Además se advierte también una necesidad de demostrar que aquello que aleja a la
modalidad llamada República de la Monarquía Constitucional, carece de relevancia; más aún, que
entre ambas ya no pueden establecerse diferencias significativas, en tanto la forma de gobierno no
es sino una: el Sistema Representativo39.

Dentro del segundo momento de la secuencia elegida asoma con frecuencia y, a manera
de estereotipo léxico, tanto en detractores como apologistas de la modalidad monárquica, la voz
monarquía como sinónimo de Monarquía Absoluta. Incluso quienes estiman inconveniente una
salida monárquico-constitucional para la región rioplatense no extienden la crítica al modelo teórico
Monarquía Constitucional, menos aún tratándose del paradigma británico.
El campo léxico de la Monarquía Temperada es inseparable de ciertos conceptos, a
saber: imperium, maiestas, auctoritas, potestas e summa potestas que se refieren todos a
uno solo de los dos sujetos de la relación, el que está más arriba y que es por ello el sujeto activo
verdadero de la relación; el otro se trata como sujeto pasivo, la materia respecto a la forma:
formante40.

Integran además el campo léxico conceptos que expresan el carácter patriarcal o


paternal del monarca, y en el mismo sentido ciertas metáforas , entre ellas: el pastor que
presupone un rebaño, el gubernator (en el sentido originario de 'timonel') que presupone una
tripulación, el padre o amo que presupone unos hijos menores y necesitados de protección41.
Además: "grandor y majestad"(Belgrano)42; régimen que concilia la libertad y los derechos; garante
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del orden y de la unión 43; territorio extenso44; principio del honor45; centro de unidad (une lo diver-
so)46; carácter tradicional o popular47; poder mítico-simbólico48; paz y orden49; "Forma de gobierno
pronta, segura y de bases permanentes" (San Martín)50; dinastía; carácter sagrado; poder
carismático51; autoridad de la Nobleza y de la Iglesia (constituyen "el origen de la Monarquía" (F.de
P.Castañeda)52; Gobierno racional53.

Campo léxico de la Monarquía Constitucional Ortodoxa: Poder Neutro; auctoritas54;


carácter republicano55; principios de VIRTUD y HONOR56, atributos consignados para el Sistema
Representativo.

REPÚBLICA FEDERAL Y CONSOLIDADA EN UNIDAD DE RÉGIMEN

De interés resultan las consideraciones que efectúa Santiago Madison (uno de los
difusores de la Constitución de los EE.UU. a través del periódico El Federalista) en torno a las
dificultades que ofrecía conceptualizar la voz federal fuera del marco estricto de su etimología.
Sus reflexiones creemos resultan de interés en tanto lo apuntado por el autor es aplicable a lo
ocurrido con otras voces, habida cuenta de los cambios léxicos y semánticos producidos en el
siglo XVIII, trasunto del cambio ideológico operado. Vaguedad conceptual acentuada en la medida
que una misma voz sirviera para aludir a objetos de naturaleza diferentes.

"Las palabras sirven para expresar ideas; por tanto, la lucidez exige no sólo que las ideas
se conciban con claridad, sino que se expresen con palabras distintas y exclusivamente
apropiadas a ellas."

Acota luego: "Ningún idioma es lo bastante rico para proporcionar palabras y locuciones
para cada idea completa, ni tan completo que no incluya muchas equivocadamente denotativas de
distintos conceptos. De ahí que, por muy exactamente que se diferencien en sí mismos los
objetos y por mucha que sea la precisión con que se piense en esa diferencia, su definición puede
resultar inexacta por la inexactitud de los términos que exprese. Y esta inevitable inexactitud
puede ser mayor o menor según la complejidad y la novedad de los objetos definidos."

Aquí tenemos "tres fuentes de definiciones vagas e incorrectas": * "Imprecisión


del objeto";
* "Imperfección del órgano conceptivo";
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* "Inadecuación del vehículo de las ideas."57

Durante la secuencia comprendida entre 1814 y febrero de 1820, resultan aisladas las
voces que reivindican el régimen que se traduce en la ecuación REPÚBLICA-DEMOCRACIA-
FEDERACIÓN, constituyendo una importante excepción los editoriales del periódico La Crónica
Argentina que dirige Vicente Pazos Silva.

Lo cierto es que la citada ecuación conmoverá no sólo a las élites rioplatenses, sino que
será motivo de preocupación para

las cancillerías europeas, tanto de España como de sus colegas de la Santa Alianza.

En otras palabras, conjurado el republicanismo en Europa, una nueva frontera de


confrontación parecía tomar cuerpo en América, todo lo cual adquiría ribetes dramáticos dada la
presencia del ensayo norteamericano, el cual, surgido de una realidad revolucionaria, podía
ofrecer un modelo teórico válido para quienes atravesaban por una experiencia similar; más aún,
podía ser impulsado por quienes advertían con preocupación la hostilidad que su régimen
gubernativo inspiraba a la Santa Alianza.

América hispana re-actualizaba el problema de la forma de gobierno cuando éste había


sido conjurado en Europa. "Cuando América sea republicana, las Monarquías europeas estarán
perdidas", sentenciaba Chateaubriand58.

República y Democracia aparecen ya identificadas con el nacimiento del Estado


Moderno; pero su carácter combativo lo adquieren en el siglo XVIII, y en esto reside la innovación.

En pleno auge de la Monarquía Absoluta, y en las discusiones eruditas, los modelos de


las repúblicas de Grecia y Roma ocupan el lugar de paradigmas dentro de la Ética política. La
cultura neoclásica convirtió en un lugar común recurrir a tales ejemplos para exaltar la virtud cívica,
es decir, el amor a la patria.

La etapa jacobina de la Revolución Francesa enarboló la bandera de la República-


Democracia. El accionar tumultuario, los desbordes que condujeron al 'terror', quedaron
asociados a la conocida fórmula República-Democracia Directa.

Tal clima de ideas inquietó en EE.UU., y Madison encontró la manera de salvar la


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República; para ello procedió a expurgarla de la contaminante Democracia, pues ésta ha dado
"siempre el espectáculo de su turbulencia y sus pugnas.59"

En la República,entendida como representativa, la Democracia se convertía en uno de


sus principios, pero no el único, que le daba vida.

En la región rioplatense, como en toda Iberoamérica, la voz Federación


(etimológicamente pacto), quedaba identificada semánticamente con la envilecida Democracia
Directa, pues los Pueblos defendían su soberanía frente a los poderes centrales.

Cuando a partir de febrero de 1820 vayan tomando cuerpo las dos propuestas de
organización espacial del futuro Estado en torno al Sistema de Unidad o de Federación, se
advertirá que, en tanto los defensores de la unidad no olvidarán asociar Democracia a Federación
para estigmatizar a esta última; los prosélitos de la Federación sólo ocasionalmente efectuarán
consideraciones teóricas sobre la voz Democracia, generalmente forzados por las acusaciones de
sus oponentes.

Como apunta Pazos Silva en 1816, Democracia era "expresión de moda para acriminar y
rebajar. "
60

Las élites que ponderan la solución monárquico-constitucional hasta 1820 y se enrolan en


la República consolidada después, seguirán los principios ya expuestos por Madison para rescatar
a la República ("La Democracia es un vicio, la República, no", apuntará el jurista M.A. de
Castro)61.

Entre 1816-1820 los detractores de la República-Democracia-Federación integran el


campo léxico con la ecuación anarquía- despotismo; además tiranía, Ejercicio tumultuario de
la soberanía, corrupción, oclocracia, demagogia, régimen faccioso62; natural de la multitud,
de la chusma, del vulgo, del pueblo bajo.

A partir de 1820 se mantendrán los mismos calificativos pero acotados a Democracia-


Federación.

El campo léxico República consolidada en unidad de régimen se integrará de igual


manera que el correspondiente a la Monarquía Constitucional Ortodoxa, con excepción del Poder
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Neutro.

El mismo campo léxico, según sus detractores, comprenderá: Monarquía y su sinónimo


Monarquía Absoluta o Despotismo; Sistema monárquico63; sistema aristocrático;
"aristócratas" ; "serviles"; miembros "de la logia omni-sapiente"; "amigos de la dignidad
regia64", etc..

La re-presentación del campo léxico República federal incluirá para sus apologistas:
los atributos propios del Sistema Representativo; la soberanía popular y preeminencia del
principio democrático65; americanismo66; Gobierno paternal o vigoroso 67.

CONSIDERACIÓN FINAL

Hasta aquí creemos haber demostrado las posibilidades ofrecidas por un método que, en
tanto conceptualizante, nos acerca la dimensión ontológica de la cosa estudiada, evitando las
generalizaciones seductoras y subrayando el alcance semántico de un léxico marcado por la
singular realidad rioplatense.

Escoger el método conceptualizante significa transitar por un terreno sinuoso, sobre todo
al tratar de objetivar las re-presentaciones que las élites rioplatenses hacían de las ideas e
instituciones políticas. Sin embargo, el enfoque a través del lenguaje se nos imponía como la
mejor "estrategia de exploración", no obstante coincidir con Jean Baudrillard que "el lenguaje
teórico es extremadamente maleable68."
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NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

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La categoría Sistema Representativo y su representación y recepción en el discurso


político de las minorías reflexivas rioplatenses

1. El Planteo

Al estudiar dentro del proceso independentista rioplatense -en el marco más amplio de la
emancipación iberoamericana-, con una perspectiva conceptualizante, el problema de la gestación
de las formas de gobierno resultante de la crisis del Imperio español, asistimos, más que al intento
de trasvasar modelos teóricos absolutos impuestos por el siglo ilustrado, a la elaboración de
proyectos de sociedad que, si bien operan sobre el prestigio de un "ideal-tipo" consagrado por la
teoría, sufren variaciones que conforman un modelo de naturaleza singular.

¿Sobre qué marcos de referencia institucional operaban las élites reflexivas rioplatenses?.

El marco de referencia lo proporciona Europa occidental, en donde pujan dos modelos


institucionales totalmente distintos, en tanto reflejo de dos concepciones de vida radicalmente
diferentes.

Por un lado, el sistema representativo burgués -respuesta política al imperativo


económico del Capitalismo en ascenso- que desde fines del siglo XVII da sus primeros pasos en
Gran Bretaña, y cuyo modelo de Gobierno mixto será el substratum de otro que -modificado
sustancialmente y entronizado con la Revolución Francesa, tal la Monarquía Constitucional-
adquirirá categoría teórica, para la concepción racionalista-liberal, cuando en 1814 Benjamín
Constant presente su obra Curso de política constitucional. (v. 1ra. parte, c.III, 2.2.c.)

Este paradigma -modalidad monárquica de lo que llamaremos Sistema Representativo


Ortodoxo- supone el eclipse de la forma Monarquía y, por ende, de las corporaciones -Clero y
Nobleza- que son sus pilares.

Tal paradigma, que la ciencia política contemporánea llama Monarquía Constitucional


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Parlamentaria o simplemente Monarquía parlamentaria, no era conocido con ese nombre en la


época aquí estudiada. La expresión Gobierno parlamentario69, por otra parte poco empleada, se
usaba como sinónimo de Sistema representativo en sentido lato, tanto para designar una
Monarquía simplemente temperada (con monarca responsable), para designar el paradigma
llamado por la Ciencia Política contemporánea presidencialista -según la invención institucional
norteamericana-, como para calificar el modelo de monarca neutro de Constant.

Al introducir como elemento vertebrador el principio de la división del poder, que deposita
la soberanía en la representación, deja al monarca como entidad irresponsable, neutra, según
palabras de Constant, porque el Poder Ejecutivo propiamente dicho recaerá en un Gabinete
responsable ante la autoridad de las Cámaras. Es decir, poder residuario del monarca y
omnipotencia legislativa.

Este paradigma se estructura sobre un 'concepto físico' del poder político, que determina
la desacralización del mismo, en tanto expresión laica, mecanicista e individualista del mundo.

No obstante mediar distancia entre el modelo de Gobierno Mixto y el de Monarquía


Constitucional que transforma en neutro el poder del monarca, la idealización del primero
determina su carácter de arquetipo institucional, cuya presencia dentro del Sistema Representativo
-ya imperfecto u ortodoxo- resulta de rigor: no se puede concebir éste sin aquél. (v. 1ra. parte:
Gobierno Mixto).

Las primeras constituciones escritas, a saber, la norteamericana de 1787 y la francesa de


1791, reproducen los principios básicos del paradigma británico, pues ambas se estructuran sobre
el principio de la división del poder. Pero, en tanto la primera construye su Gobierno mixto -no sólo
con poderes absolutamente electivos sino otorgando un papel protagónico al Poder Judicial y
acentuando la separación de las ramas del poder sin que esto suponga la ausencia de co-
soberanía entre las mismas- y conforma un segundo paradigma dentro de lo que llamaremos
Sistema Representativo Ortodoxo; la segunda se aleja más del significado estricto del Gobierno
Mixto, al reservar al monarca un lugar no sólo residuario, sino desjerarquizado, y estructurar la
rama legislativa con una sola Cámara. De allí que se encuadre dentro de lo que denominaremos
Sistema Representativo imperfecto.

Frente al paradigma que responde al encumbramiento de la burguesía industrial en Gran


Bretaña -modelo de raíz utilitaria en lo filosófico y protestante en lo religioso-, se opone el llamado
legitimismo, representado por la Santa Alianza, expresión que por sí sola constituye una
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definición.

Ante el constitucionalismo, voz que evocaba para las Monarquías continentales la


subversión institucional, el legitimismo rescataba los fundamentos de la autoridad regia
tradicional, la alianza del 'Trono' y del 'Altar', y todo lo que constituyera el acervo tradicional.

Quienes con mayor o menor fidelidad adherían al ideario liberal e ilustrado, al nuevo clima
ideológico, identificarían legitimismo con Monarquía Absoluta, que el discurso político calificaría
de Gobierno despótico.

La expresión Monarquía absoluta se había convertido en cómodo estereotipo léxico para


calificar a aquellos regímenes monárquicos que ofrecían resistencia ante la ofensiva liberal, aun
cuando, en rigor, tal régimen había concluido su existencia en Europa Occidental.

Las minorías reflexivas rioplatenses no olvidarían incluir en su discurso los nefastos


signos que adornaban a la Monarquía Absoluta, como forma de subrayar las bondades de la
Constitución británica. Lo cierto es que la Monarquía Constitucional que designaremos con el
nombre de 'temperada', tal como se hacía en la época, resultaba una adaptación del legitimismo
monárquico, atenuado por la introducción del principio de la división del poder y la existencia de
una carta constitucional. Sirva, a manera de ejemplo, la Carta otorgada por Luis XVIII en 1814.

2. Consideraciones generales

En la región rioplatense, el modelo de gobierno representativo aparece en las primeras


propuestas de organización del Estado, que encuentra significativa expresión en los escritos de
Mariano Moreno.70

Los proyectos constitucionales desde 1813 -tanto el de la Comisión ad-hoc como el de la


Sociedad Patriótica, así como el propuesto por el Estatuto de 1815, el Reglamento Provisorio de
1817 y las Constituciones de 1819 y de 1826- se vacían en los moldes del Sistema Representati-
vo.71

Frente a una realidad continental europea que observa con recelo esta nueva forma de
gobierno, de la cual extrae cuidadosamente alguno de sus mecanismos de gobierno, importantes
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sectores de las élites ilustradas rioplatenses recurren al paradigma que la literatura política liberal
difundía72, y lo vuelcan en los documentos mencionados.

No obstante, no escapaba a tales élites que ni la permanencia ni el mecanismo operativo


de sus gobiernos -llámense Juntas, Triunviratos o Directorio- derivaba de la instrumentación de los
principios representativos que los textos legales preconizaban, sino que descansaban en la fuerza
militar.73

En un periódico como El Centinela, donde se exalta el Sistema Representativo, no


obstante, se apuntan las dificultades para implementarlo -"el más perfecto pero el más difícil de
organizar"- y se advierte sobre la resistencia al mismo, pues pese a todo lo que se ha escrito en
Buenos Aires sobre sus ventajas, "aún todavía no son bastante apreciados los beneficios
prácticos", pues no goza "de una opinión general."74

El Estado representativo es el "verdadero monumento de nuestra civilización"75, que


llega con la madurez de los pueblos, y si bien es producto de la razón, las provincias que ni
siquiera tienen "un sistema ordenado de principios"76 lo han adoptado "por una especie de instinto,
o arrastradas de la propensión del siglo."77

En este sentido, reflexionando sobre la singular realidad rioplatense, recomendaba Julián


Segundo de Agüero no equivocarse con lo que se veía en pueblos ya constituidos, en donde el
gobierno se encontraba establecido, pues si estaban disconformes con su Gobierno ("nombre que
se daba al Poder Ejecutivo"), debían trabajar para reducirlo a los límites prefijados por la ley. Ellos
ya encuentran el basamento en "el prestigio y la ilusión que tienen los reyes de la Monarquía
Constitucional"78. En el Río de la Plata se trataba de establecer el Gobierno sin tener a la mano
ninguno de los materiales que se ofrecían en Europa, pues no existía situación similar a la de
Iberoamérica "ni en pueblo Antiguo ni Moderno"79.

Bernardino Rivadavia, que buscaba "difundir obras que expusieran la ideología liberal",
encargó al deán Gregorio Funes la traducción de la obra Ensayo sobre las garantías
individuales, escrita en 1818 por el publicista francés Pedro C. F. Daunou, autor que se ocupó de
demostrar las cualidades que deben adornar a una sociedad que aspire a vivir bajo un Sistema
Representativo.

Siguiendo algunos fragmentos de la traducción que Funes completó en los primeros


meses de 182280, se advierte enseguida que el afán por difundir la obra se justificaba, en buena
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medida, por el carácter admonitorio de muchos pasajes del texto, sumamente indicados para los
fines perseguidos por la administración gobernante en Buenos Aires.

Por otra parte, obraba a manera de espejo en el cual las minorías reflexivas podían
admirar su imagen, por cierto de notable fidelidad.

Explica Daunou que "lo que importa a cada cual es estar bien representado y bien
gobernado: porque sólo bajo estas dos condiciones puede en efecto gozar de las garantías
individuales."

Para ello se requiere desinterés y no pretender por "disposición general" del ánimo a ser
gobernador o empleado de los que gobiernan. Si ello se diera, es necesario "renunciar el
pensamiento de establecer alguna vez entre ellos un sistema representativo, un gobierno y
garantías individuales."

Resulta fundamental para afianzar un Gobierno limitado, que la "masa de los gobernados"
persevere en el mantenimiento de"las garantías individuales, y [del] sistema representativo
instituido para defenderlas."81

La secuencia elegida para el estudio de los planteos teóricos sobre las formas de gobierno
nos conduce a analizar en primer lugar la categoría Sistema Representativo, porque ocupa el
mayor espacio del debate político en la medida que es abarcativo de otras.

Respecto del enfoque conceptualizante que guía nuestra investigación, éste persigue
apresar la re-presentación que las minorías reflexivas se hacían de las distintas categorías
políticas, lo cual develará la compleja trama que se oculta detrás de una aparente homogeneidad
léxica, procurando evitar reduccionismos que enturbiarían el problema abordado.

3. Concepto

Leemos en el periódico El Nacional, que Nación libre es la que se gobierna por un


Sistema Representativo y éste existe donde se encuentra "una forma de gobierno establecida en
la cual aparezcan deslindados los poderes, marcadas sus atribuciones y el modo de ejercerlas".
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Después de definirla, agrega: entonces se está frente a "la forma Representativa


Republicana"82.

El Sistema Representativo tiene como "bases firmes" "la Independencia, la Libertad y la


Ilustración"83.

Manuel A. de Castro, J. Valentín Gómez, Francisco R. Castellanos, Santiago Vázquez y


Eduardo Pérez Bulnes -miembros de la Comisión de Negocios Constitucionales del Congreso
General Constituyente de 1824-1827-, al presentar el Proyecto sobre la forma de administración
más conveniente en la sesión del 14 de julio de 1826, se refieren al Sistema Representativo o
a su sinónimo, Gobierno Libre, señalando que éste es obra de tres grandes descubrimientos:
"las asambleas representativas del pueblo", "la separación y deslinde de los tres poderes" y "la
balanza con que deben contrapesarse las cámaras legislativas".84

4. La Naturaleza Republicana del Sistema Representativo

Como la aparición del Sistema Representativo supone la disolución de las categorías


políticas tradicionales (v. 1ra. parte: c.II) aquellas élites enroladas en el movimiento constitu-
cionalista-liberal, y más identificadas con soluciones monárquicas, aluden a las bondades de esta
categoría política, explicando que en tanto un Gobierno sea libre no importa la modalidad que
adopte, pues Monarquía Constitucional o República "sólo son aparentemente contrarios"85.

En este sentido, podemos leer en el mismo proyecto constitucional antes citado, -después
de ponderar el buen sistema constitucional de Gran Bretaña y de América del Norte-, que
"solamente las FORMAS MIXTAS convienen a las sociedades; porque, separando los vicios de
cada una, acumulan las bondades de todas"86.

Cuando se trató en el Congreso General Constituyente de 1816-1820 el proyecto de


coronación en el Río de la Plata del Duque de Luca, el Congreso impuso como 4ta. condición
"que estas Provincias reconocerán por su monarca al Duque de Luca bajo la Constitución política
que tienen jurada: a excepción de aquellos artículos que no son adaptables a una forma
monárquica hereditaria"87.

Los términos de la 4ta. condición denotan la poca distancia que, dentro del Sistema
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Representativo existe -cuando de naturaleza y estructura de Gobierno Mixto se habla- entre una
modalidad absolutamente electiva y otra que privilegie el componente hereditario.

Las minorías reflexivas dirigen su atención fundamentalmente hacia dos modalidades de


Sistema Representativo, el Gobierno Mixto -también llamado Monarquía Constitucional- de
Gran Bretaña, y, en menor medida, el Gobierno Mixto Republicano, experimentado en los
Estados Unidos de América del Norte, este último examinado con mayor atención después de la
crisis de 1820, específicamente la estructura de su Poder Ejecutivo, en tanto observan que no han
hecho "más que poner un PRESIDENTE en lugar de un REY"88.

Este examen -de rigor por tratarse de arquetipos constitucionales- se confunde dentro del
discurso con menciones que se alejan de los arquetipos indicados, por ejemplo, cuando se toma
como referencia la Constitución de Cádiz de 1812 o la Carta francesa de 1814.

De igual manera, quienes redactaron los Proyectos constitucionales de 1819 y de


1826, si bien realizaron un prolijo examen de los paradigmas mencionados y se mantuvieron
dentro de sus cánones, dieron a su propuesta un enfoque singular.

La división del presente trabajo en capítulos tales como Sistema Representativo,


Monarquía Constitucional, República, cumplirá una finalidad sistematizadora, pero de manera
alguna supone establecer cortes rígidos, ya que la misma naturaleza republicana del Sistema
Representativo impide un propósito semejante.

Es a su naturaleza republicana que se refiere Juan Ignacio de Gorriti cuando en la sesión


del Congreso Constituyente del 14 de abril de 1825, y para frenar la insistencia de que ya estaba
declarada la forma de gobierno por el juramento realizado al incorporarse al Gobierno, acota:
"nosotros hemos jurado sostener la forma de Gobierno republicana bajo un sistema
representativo, ¿y cuál es la forma de gobierno representativo que no sea republicano?. La forma
monárquica, siendo representativa, es republicana."89

Similares expresiones vierte Julián S. de Agüero, pues "todos los gobiernos que son
monarquías moderadas tienen mucho de republicano, porque todo lo que tienen de representativo
sus Cámaras es de República."90

Tres son las condiciones básicas bajo las cuales funciona el Sistema Representativo:
división del poder; elección; publicidad.
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En la sesión del Congreso Constituyente del 21 de agosto de 1818 "se dijo" que el
"sistema de representación pertenece exclusivamente a los pueblos libres, y no es otra cosa que
una sustitución de las reuniones en masa que hacían los pueblos libres de la Antigüedad para
deliberar en los asuntos de utilidad común."91

Por otra parte, como dice J. Valentín Gómez, todo Gobierno Libre se levanta sobre dos
principios fundamentales: "independencia de los poderes y posible independencia y armonía entre
estos mismos poderes."92

Respecto de la publicidad, acotan los editores de El Argos que "donde el Sistema


Representativo está establecido en toda su extensión, no puede faltar la publicidad" de los actos
de gobierno, "porque es uno de los elementos necesarios para su organización: por este medio es
que los representados se instruyen de la lealtad con que sus representantes" en el Poder
Ejecutivo "llenan los deberes".93

5. Arquetipos y modelos teóricos

Con la intención de clarificar la exposición incorporamos al final de este acápite dos


gráficos que registran distintos modelos de la categoría Sistema Representativo, siguiendo el
concepto que de él se formaron las élites rioplatenses.

Antes de pasar a la explicación de los Gráficos, realizaremos ciertas precisiones teóricas


relacionadas con algunas consignas que les dan forma, y con su contenido. Estas se refieren a
'naturaleza', 'modalidad' y 'estructura', así como a 'modelo', 'arquetipo', 'centralización' y
'descentralización'.

Entendemos por 'naturaleza' aquello "que tiene un modo de ser que le es propio", es
decir, lo que define a un objeto como tal.94

"La 'modalidad' -siguiendo a Nicolai Hartmann- resulta ser la expresión de los modos de
ser -sentido ontológico-. Los modos son la posibilidad, la realidad y la necesidad.95"

Empleamos la voz 'modelo' -entiéndase 'modelo teórico'- en relación con las modalidades
que, dentro de la forma de gobierno llamada Sistema Representativo, difieren de aquellas
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consideradas como 'arquetipos'.

El 'modelo' resulta una "representación" de la realidad a la que se concibe con


determinadas características96.

Hablamos de 'arquetipo' cuando encontramos que un determinado "ejemplar" -paradigma-


"representa máximamente 'el' tipo."97

Reservamos la voz 'paradigma' para designar al 'arquetipo' de forma de gobierno, es


decir, a las dos expresiones del Sistema Representativo ortodoxo, a saber: Gobierno mixto
británico o Monarquía Constitucional y Gobierno mixto norteamericano o República democrática.

Los 'modelos teóricos' diferirán del 'arquetipo' por su 'estructura', voz esta última
relacionada "con los significados de los términos 'forma', 'configuración', 'trama', 'conexión' (o
'interconexión')". "Los componentes de una estructura se hallan interrelacionados; cada
componente está relacionado con los demás y con la totalidad."98

Al referirnos a la "forma de administración" hemos empleado dos voces, como son


'centralización' y 'descentralización', casi ausentes en el vocabulario de la época, para aludir a las
distintas formas de administración de un Estado (v. 1ra. Parte, 4. La República consolidada,
concentrada o de unidad).

El empleo de las mismas, introducidas en los gráficos, deriva de razones didácticas


vinculadas a su diseño, que exigen que los temas sean ilustrados de la forma visualmente menos
confusa. Emplear las locuciones vigentes en la época no hubiera facilitado nuestro propósito.

El Gráfico Nro. 1 recoge la descripción estructural de modelos constitucionales en boga,


que les merece a las élites especial comentario, volcada principalmente a través de periódicos o
registrada en las sesiones de los Congresos constituyentes.

El Gráfico Nro. 2 reproduce los modelos locales: Constituciones de 1819 y 1826 y Ley
Fundamental de 1825. Se dejó de lado el Reglamento Provisorio de 1817, pues su contenido
fue recogido, en lo sustancial, por la Constitución de 1819.

Incluimos, además, un "esbozo" de Constitución, correspondiente al año 1816, obra de


José Agrelo, que registramos como ejemplo final, pues no plasmó en constitución alguna pero que
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denota una hábil amalgama de elementos tradicionales y nuevos.

Creemos que las modalidades registradas en el Gráfico Nro.1 resultarán de interés,


pues la teoría política contemporánea, al conceptualizar la categoría Sistema Representativo del
primer tercio del siglo XIX ofrece una visión en extremo generalizadora, impidiendo advertir que
para la época, dentro de la misma categoría, se encuadraban modalidades a veces muy disímiles
entre sí. En el plano local el Gráfico Nro. 2 lo pone de manifiesto.

Como lo anticipamos, los gráficos buscan reflejar la re-presentación que del Sistema
Representativo tuvieron las minorías reflexivas rioplatenses. Sólo por razones metodológicas
introduciremos la distinción siguiente: Sistema Representativo Ortodoxo y Sistema
Representativo Imperfecto.

La distinción atiende a las diferencias que se observan en los modelos y que en muchos
casos son señaladas en la época.

Damos el nombre de Sistema Representativo Ortodoxo a aquel que se identifica con


los arquetipos políticos. Esto es, el paradigma denominado Gobierno mixto británico
-identificado con la modalidad llamada Monarquía constitucional con monarca "neutro"- y el
paradigma de Gobierno mixto norteamericano, que designamos con el nombre de República
democrática.

Bajo la denominación Sistema Representativo Imperfecto encuadramos aquellas


modalidades cuyos modelos poseen una estructura que se aparta parcialmente de los arquetipos
políticos.

El Gráfico Nro. 1 pretende demostrar grados de diferenciación dentro de la categoría


Sistema Representativo, cuya peculiar estructura -tal como se la re-presentan las élites
rioplatenses- denunciará la mayor o menor fuerza de la burguesía, en ascenso creciente desde la
"Gloriosa Revolución".

En el Gráfico Nro. 1 observamos el paradigma llamado GOBIERNO MIXTO, en tanto


equilibrio de Monarquía - Aristocracia --Democracia. Derivado de él, y absorbiéndolo, se inscribe
un segundo paradigma que, si bien lo modifica absolutamente, es interpretado como idéntico en su
estructura.
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Se advertirá cómo lo que en la variante A era equilibrio de Formas Puras, se convierte en


la variante B, en equilibrio funcional, a la vez que de la Monarquía se desciende para hablarse
sólo de principio monárquico identificado con la tradición y el vigor.

De igual forma, la Aristocracia se absorbe dentro del principio aristocrático


identificándose con los valores de prestigio o de mérito, sin carácter corporativo; constituye la
fuerza moral de la sociedad, y por ello fiel de la balanza constitucional.

La Democracia deviene en principio democrático, pues el pueblo de la "clase común"


va a tener participación en la formación de las leyes a través de sus representantes. Así
entendida, la Democracia (definida por su carácter electivo),es de naturaleza rigurosamente
representativa, derivando de su carácter el nombre del Sistema99.

Se emplea el nombre de Monarquía Constitucional para esta modalidad del Sistema


Representativo porque en su estructura el Gobierno o Poder Ejecutivo se reserva a una figura
hereditaria, aunque sin poder efectivo.

El nombre de República coronada, expresión que técnicamente sirve para definir


específicamente el paradigma británico, pero que se hace extensivo a todo Sistema
Representativo de base monárquica, responde al supuesto teórico que afirma la existencia de un
armónico equilibrio entre la Monarquía o principio monárquico y la Aristocracia y Democracia o sus
extensiones: principio aristocrático y democrático.

República es sinónimo de Sistema representativo, y se define como una estructura en


donde el poder de decisión se encuentra en el Poder Legislativo y, fundamentalmente, en la
Cámara baja del mismo, y que halla en la Cámara Alta un elemento de control, especie de
amortiguador que contiene todo exceso que pueda provenir tanto del Ejecutivo como de la
Cámara baja.

El Poder Judicial es considerado garante de la seguridad de las personas, y no ejerce la


fiscalización del Sistema que, como queda dicho, se reserva a la Cámara Alta o de los Pares.

Gobierno Mixto es el que ofrecen también los Estados Unidos de América del Norte.

Los Poderes Ejecutivo y Legislativo (todos electivos), encarnan los mismos principios que
en el modelo anterior, pero el equilibrio del Sistema lo garantiza el Poder Judicial.
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Una pregunta puede plantearse; si tanto el modelo británico como el norteamericano


pertenecen a la categoría Sistema Representativo: ¿por qué se siguen empleando las antiguas
categorías de Monarquía y de República?. Porque se toma en cuenta básicamente la composición
del Poder Ejecutivo o gubernativo.

En la medida en que la modalidad gubernativa esté encarnada en una figura hereditaria


integrante de una dinastía reconocida por los pueblos, se reserva el rótulo de Monarquía
Constitucional. Si quien ejerce la suprema magistratura del Estado accede por elección directa o
indirecta del pueblo, se reserva para esta modalidad el rótulo de República.

Como el poder efectivo en una u otra modalidad del Sistema Representativo reside en los
representantes del pueblo, la naturaleza del Sistema será republicana.

El Gráfico Nro. 1 ofrece otras modalidades dentro del Sistema representativo, cuya
composición resultará de compromisos entre sectores liberales y tradicionalistas.

Según la fuerza de cada sector, el modelo elaborado se inclinará hacia un 'tipo'


identificado con la Carta francesa de 1814, fruto de la necesidad de lograr una solución alternativa
que evitara a Francia los enfrentamientos entre legitimistas y constitucionalistas, al tiempo que
permitiera un acercamiento al paradigma británico, sin abandonar los presupuestos básicos del
Legitimismo.

Otra modalidad la ofrecen los modelos teóricos de la Constitución de Baviera y, en la


misma línea, Portugal, modelo que vio la luz al derogarse la Constitución inspirada en los
principios del modelo gaditano de 1812.

La Constitución de Baviera y la de Portugal rescatan la organización estamental, lo cual


denota la necesidad de priorizar la realidad histórica, aunque aceptando formas nuevas.

Diferente es la propuesta española, en donde el triunfo de los sectores liberales determinó


la imposición de una Constitución que privilegió un modelo que ignoró la realidad histórica: tal la
Constitución de Cádiz de 1812.

El Gráfico Nro. 2 refiere en primer término a la Ley Fundamental sancionada el 25 de


enero de 1825, en base a un proyecto elaborado según el Acta Confederal de los Estados
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Unidos de América del Norte en 1777, del que sólo se conservó lo sustancial.

La Ley Fundamental crea una Confederación de Estados bajo el nombre de Provincias


Unidas del Río de la Plata. La modalidad recrea el clásico modelo confederal que en parte había
adoptado la Constitución de 1819.

A diferencia del Acta Confederal de los Estados de América del Norte, que depositaba la
conducción de los asuntos exteriores en un Congreso, lo hace en un Poder Ejecutivo provisorio
-residente en la Provincia de Buenos Aires- con poderes sumamente limitados a cargo de una
figura con el título de gobernador.

Las provincias, en realidad Estados independientes, retienen la soberanía y envían sus


diputados a un Congreso que debería funcionar a la manera de una dieta, aunque su objetivo
fuera estrictamente constituyente.

En la Constitución de 1819 puede apreciarse el carácter estamentario en la composición


del senado, contrariamente a la Representación individual como exigía el Sistema Representativo
Ortodoxo.

Los autores de la Constitución de 1826 producen un modelo teórico inspirado en el texto


constitucional de 1819. Pero, obligados por circunstancias políticas derivadas de la crisis de 1820
y no en menor medida por replanteos teóricos demostrativos de las ventajas a obtenerse por la
desaparición de la numerosa representación provincial, acordaron dejar de lado el Senado
estamentario, adoptando -en cuanto a la división funcional y rigurosa de los poderes- el modelo
estadounidense de 1787.

La eliminación del Senado estamentario producía un doble efecto: por un lado le quita
protagonismo efectivo al principio aristocrático, al perder el Senado el vigor y poder de decisión
que, por su naturaleza, proporcionan las organizaciones corporativas. La tarea posterior consistirá
en reestructurarlo sobre otras bases. Por otro, en tanto los estamentos son exponentes de las
distintas clases sociales, se obstruye el puente que acercaba los intereses sectoriales operantes
en cada una de las Provincias.

Eliminada esta forma de representación social con mandato imperativo, se destruye la


organización cuasi-confederal a la que está ligada, quedando la representación en manos de
individuos que no responden a corporación alguna y que a su vez se consideran desvinculados de
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sus representados -base del Sistema Representativo Ortodoxo-. Éstos representan los intereses
de la Nación y no los de sus respectivas Provincias.

La idea de Estado-Nación se identifica con un vigoroso centralismo político-administrativo


que a su vez conduce a una parcial o total centralización espacial.100

Si bien los autores de la Constitución de 1826 diseñan el Poder Judicial sobre la base del
texto estadounidense, no hacen de éste el eje del sistema, como lo es en la Constitución de 1787.
Como en el paradigma de Gobierno Mixto británico, el principio aristocrático dará el tono a la
Constitución. Desaparecido el Senado estamentario se busca fortalecer dicho principio avanzando
sobre la Cámara de Diputados, debilitando el principio democrático de que se nutre. La
Sección 2da. (De la Ciudadanía) obraba en esa dirección.

Ateniéndonos al sentido tradicional de la voz federal, no cabe duda de que la


representación estamentaria de la Constitución de 1819 suponía tal carácter, en cuanto cada
Provincia tenía una significativa representación, que implicaba la presencia de diputaciones
sectoriales con mandato imperativo.

Pero, si en una monarquía tradicional el prestigio de un monarca hereditario actuaba


como árbitro y fuerza conciliadora, se presumía que no sucedería lo mismo en tanto la suprema
magistratura residiera en una figura electiva afectada siempre por intereses de clase y pasiones.

Es decir, la nueva Constitución buscaba dar al principio aristocrático una base mas
extensa y segura que la que en apariencia ofrecía el texto de 1819, al tiempo que acercarse a una
forma más ortodoxa de Sistema Representativo.

Se eliminaba la contaminación democrática al decidirse por el sistema consolidado en


unidad de régimen, y además, porque de los dos senadores que debía elegir cada provincia, se
establecía que uno "no fuera ni natural ni vecino" de ella.

El Poder Ejecutivo se concebía vigoroso y era apuntalado por el carácter unitario de la


Constitución.

La jefatura del Estado la ejercía un ciudadano con el titulo de Presidente, con atribuciones
más amplias que su par de América del Norte y muy cercano al modelo bolivariano, aunque el
cargo no era vitalicio.
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El Presidente era "responsable", asesorado por un Consejo de Gobierno "irresponsable",


alejado del modelo ministerial y emparentado con los antiguos Consejos privados de los reyes.

El Proyecto Constitucional de 1826 -sometido a un debate que puso en evidencia la


erudición de los autores- sorprende por su ingenio. Éstos, con la fundamentación adecuada,
encuadran dentro del Sistema Representativo, un Proyecto que por lo consignado en la Sección
III -De la forma de gobierno-, parecía sólo conciliable para la época con la categoría Gobierno
Despótico, como lo subrayarían sus detractores.

Recordemos que una ecuación que resultaba de relacionar Espacio con Forma de
Gobierno, establecía con carácter de axioma: Territorio muy Extenso y Gobierno Centralizado
asociado a Centralización espacial absoluta o limitada producía Gobierno Despótico.

Sólo la regionalización espacial -indistintamente clasificada como Federal o Confederal-


de un territorio extenso, evitaba el Gobierno despótico.

¿Puede ser clasificada en términos absolutos la Constitución de 1826 como unitaria?:


creemos que no. Hacerlo sería caer en un reduccionismo que desvirtuaría la compleja trama del
modelo teórico.

Éste busca ser mixto, desde varios ángulos: por la combinación del paradigma británico y
norteamericano; por la armonización de los principios monárquico, aristocrático y democrático; por
cierta concesión hacia la descentralización espacial, sin llegar a la estructura federal.

No obstante, si bien la Comisión Constitucional buscó acercarse más que en 1819 al


paradigma norteamericano, éste ocupó de todas formas un lugar secundario respecto del
paradigma británico.

La forma de administración federal, como toda forma simple, era considerada por los
miembros de la Comisión de Negocios Constitucionales como expresión de Democracia directa o
tumultuaria; débil, además, por su estructura.

Sólo en los Estados Unidos de América del Norte había resultado ser, hasta el momento,
una experiencia viable, pero, en rigor, tampoco allí se trataba de un régimen puramente federal.
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Federalizar el Estado era transitar por el resbaladizo camino de la Democracia, siempre


sinuoso, y una amenaza latente contra la estructura mixta que sustenta todo Sistema Representa-
tivo.

Era necesario recordar que ninguna forma simple resultaba conveniente; "solamente las
formas mixtas convienen a las sociedades modernas, porque separando los vicios de cada una
acumulan las bondades de todas. Así todo gobierno que degenere demasiado en una forma
simple es peligroso [...]. Tal sería el [caso] de la Federación en las circunstancias de despoblación"
en que se encontraban las provincias101.

Gobierno mixto o representativo, requiere, si de territorio extenso se trata, conceder lugar


al régimen federativo, pero no hacerlo excluyente.

Los integrantes de la Comisión se estremecían de sólo pensar en la existencia de


"pueblos o asambleas populares", pues con el "inocente designio" de lograr un mayor bien,
pueden "pretender usurpar más poder que el que les conviene, sin advertir que serán la víctima de
su engaño, y los agentes de tiranías individuales, cuyo poder aumentan para su propia ruina."102

Pero el temor al federalismo dispersivo -que aludía a las banderas levantadas por los
caudillos-no impidió a la Comisión contemplar la necesidad de otorgar cierto poder de decisión a
las provincias, a través de Consejos de Administración que velen por la "particular felicidad" de
cada provincia. "Elegidos popularmente en un número suficiente los vocales [...] podrán ejercer el
derecho de representar [ante el] presidente [o ante el mismo] congreso, cuanto consideren
conducente al bien de su provincia".103 En síntesis, descentralización espacial de carácter
municipal como lo supone el paradigma británico.

El paradigma británico también se busca incorporar en la composición del Poder


Ejecutivo, encontrándose aquí la mayor combinación de las modalidades británica y norteamerica-
na, con predominio de la segunda. Por eso, afirma la Comisión, "nadie puede reprobar con
argumentos prácticos los efectos de la unidad de un poder constitucional". No se trata de la
"unidad que caracteriza a los Gobiernos Absolutos", sino del "testimonio positivo" ofrecido por el
gobierno de los Estados Unidos de América del Norte. Éste avala la necesidad de reforzar el vigor
del Poder Ejecutivo, si de estado con rótulo republicano se trata. Es necesario recordar que, según
la interpretación que se hacía del Ejecutivo británico, aparecía con una estructura más débil que el
Legislativo, equilibrado el sistema por la fuerza moral del monarca.104
¡Error!Marcador no definido.

El Proyecto constitucional en su art. 87 -luego eliminado en el texto definitivo- buscó


rescatar algo del primer paradigma: la presencia de los ministros como observadores en el
Congreso, aunque sin derecho a sufragio.105

También en este punto se intentaba dotar a la Constitución de un carácter mixto, que no


hiciera de los ministros diputados, ni fueran facultados para sufragar en el Parlamento como en
Gran Bretaña, pero que tampoco se encontraran inhabilitados para entrar en la Cámara como en
Estados Unidos de América del Norte.106

Como apunta el diputado Manuel A. de Castro, "esto es lo que tiene de ventajosa nuestra
Constitución, aún con respecto a la de los Estados Unidos, porque aunque niegue el voto a los
ministros no les niega la facultad de discutir las materias, y de este modo quedan deslindados los
poderes." De este modo se consulta a "la armonía y la comunicación" de los poderes.107

Respecto del Proyecto esbozado por José Agrelo desde las páginas de El
Independiente, referiremos a él en el acápite 8 ("Sistema Representativo y Cabildo"), en tanto la
institución capitular se convierte en eje regulador del sistema: como el rey en el paradigma
británico constituye la tercera parte del Poder Legislativo.

Resulta este "esbozo" un ilustrativo ejemplar de la flexibilidad del Sistema Representativo.


Agrelo parte de la premisa de que la solución institucional para el nuevo Estado dependerá de la
aplicación de la Constitución inglesa, "del modo que se la pueda recibir".

En tanto, afirma, exista una "necesidad general" de lograr "libertad y estabilidad", "el
medio más seguro de lograr una y otra es la Constitución inglesa".

La libertad la asegura el Cabildo eclesiástico y secular; la estabilidad, el Poder


Ejecutivo, guiándose en parte el autor por el paradigma norteamericano, pues los elementos de
que dispone sólo le permiten construir un Ejecutivo electivo, pero que interpreta de manera harto
heterodoxa.108
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6. Sistema Representativo: Composición de la representación y sistema electoral.

Las minorías reflexivas, al referirse a la composición de la Representación, la entienden


integrada por dos Cámaras: Alta (Pares o Senadores) y Baja (Comunes, Diputados o
Representantes).

Sólo la existencia de dos cámaras garantiza el funcionamiento equilibrado del Poder


Legislativo, pues la Cámara Alta representa el principio aristocrático -aristocracia de sangre, de
dinero o de mérito-.

En cambio, es en la Cámara Baja en donde tiene entrada el elemento democrático o


popular ; ella es la que da vida al sistema, que así concebido aleja el peligro de la Democracia
109

pura o tumultuaria.

El Sistema Representativo, dice Manuel Antonio de Castro, logra conciliar la Democracia


con el ejercicio no tumultuario de la soberanía110.

La existencia de una sola Cámara rompería el equilibrio que garantiza la Cámara alta y
dejaría al Estado a merced de las luchas entre el Ejecutivo y el Legislativo, con el peligro cierto de
derivar en Despotismo.111

Tomás M. de Anchorena explicaba que no hay despotismo más peligroso que el del
Poder Legislativo112; sería nefasto huir del despotismo de uno solo y caer en el despotismo de
tres o cuatro, apunta el diputado por Corrientes, Francisco Acosta113.

Es la existencia de una sola Cámara la que expone a un cuerpo legislador a ser o un


"déspota o un voluble", en tanto una ley dictada hoy puede quedar revocada al día siguiente; vicio
harto peligroso pues las leyes deben dictarse para que duren siglos114.

La existencia de una sola Cámara da lugar a la puja de facciones, y es más fácil que una
de ellas la domine como es natural a todo Cuerpo. La sagacidad de los oradores tiene singular
incidencia.

Habiendo dos Cámaras, al pasar determinada proposición de una a la otra, la misma


¡Error!Marcador no definido.

queda sujeta a un examen más imparcial.

La existencia de dos Cámaras da mayor estabilidad a las leyes, a la vez que amplía su
respetabilidad115.

Por otra parte, si se trata de un Sistema Representativo Ortodoxo sólo cabe que el
representante obre sin ligaduras respecto de sus representados.

Esta forma de representación individual, que rompe con el concepto de representación


medieval, se impone decididamente en el paradigma constitucional de 1787. Nada hay allí que
suponga instrucciones en forma de mandato imperativo a los representantes.

Insistimos, se trata aquí de la concepción que responde strictu sensu al ideario liberal-
racionalista (Sistema Representativo Ortodoxo) y que parte del principio, ya consagrado por el
pensador británico Edmund Burke, de que el representante elegido obra en forma independiente
de la voluntad de sus mandantes, pues aún siendo elegido por un determinado distrito, región,
estado, provincia, representa a la "nación" como cuerpo.

En otras palabras, como reza el artículo 3ro. de la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano: "El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación.
Ningún cuerpo ni individuo puede ejercer ninguna autoridad que no emane expresamente de ella."

El depósito de la soberanía en el pueblo hace del representante una figura secundaria con
respecto a la de su mandante. Se convertiría en una especie de plenipotenciario dependiente de
los mandatos imperativos del pueblo, idea ésta que se acerca al concepto de democracia pura o
tumultuaria.

Si se declara la "soberanía de la Nación", sólo existe una voluntad, puesto que la voluntad
de la Nación es la misma de los que están facultados para obrar en su nombre. (v. 1ra. Parte, C.
II).116

En este sentido se expide Manuel A. de Castro, cuando afirma que los diputados, al serlo
de la Nación, obran libres de instrucciones117, mientras que para su opositor ideológico, Ugarteche,
el poder es revocable, pues la soberanía reside en el pueblo que no se desprende de ella118.

El tema de si el representante es independiente o no de los representados va a


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encontrarse estrechamente relacionado con la orientación unitaria o federalista de los expositores.

Lo cierto es que, tanto en el Congreso Constituyente de 1816 como en el de 1824, los


diputados acuden en calidad de embajadores de sus respectivas Provincias o Pueblos. Esta
actitud responde a razones histórico-jurídicas, ya que producida la crisis del Imperio Español, cada
entidad regional (intendencia) reasumió la soberanía y, por tanto, se consideró independiente.

Como lo señalaran Juan I. de Gorriti y Manuel A. de Castro, existe Nación, en tanto todos
comparten básicamente una misma cultura, pero no en el sentido de unidad jurídico-político, pues
no se rigen por una misma ley y un mismo gobierno.119

Adviértase que aquellos diputados que acudieron al Congreso de 1824-1827 y adoptaron


una actitud independiente de sus representados, fueron relevados por las autoridades de sus
respectivas provincias; tal lo ocurrido con los diputados cordobeses.

Cuando se dio curso en el Congreso General constituyente de 1816-1820 a la propuesta


de coronar como monarca del Río de la Plata al Duque de Luca, el diputado Jaime Zudáñez salvó
su voto expresando que no tenía facultades para contrariar la voluntad de su Provincia en favor
del Gobierno Republicano, "manifestada en las Instrucciones a sus Diputados para la Asamblea
General del Estado.120"

El sistema electoral

El sistema de elecciones sustentado en el "ciudadano-átomo" 121 se encuentra en la


naturaleza misma del Sistema Representativo Ortodoxo, cuya modalidad reemplaza el sistema
electoral corporativo o estamental por el individual.

Tras la revolución norteamericana y francesa comienza a reglamentarse la forma de


elección que plasma en el régimen censitario, acompañado de una igualdad formal de los
ciudadanos, autorizados a votar en virtud de determinados criterios de propiedad o renta (v. 1ra.
Parte, c.II)122.

Se parte del principio desarrollado por Benjamín Constant de que la igualdad tiene su
límite en la capacidad y, por tanto, un gobierno representativo es el gobierno de la "razón del
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pueblo" y no el de la "voluntad del pueblo" pues, como tal, la voluntad es ciega e irreflexiva.

Interpretado el régimen electoral en estos términos, la voz democracia pierde su carga


semántica original para hacerse sustituto semántico de aristocracia. De forma tal que -en
términos de ortodoxia liberal- un régimen será más representativo en la medida que el
componente aristocrático se imponga de alguna manera en ambas Cámaras.

En este sentido se expedirá Manuel A. de Castro al discutirse el art. 6to., inc. 6. del
Proyecto Constitucional de 1826, que suspendía la ciudadanía a los peones y jornaleros,
pues "¿quién ha dicho que todos deben ejercer el derecho de sufragio?".

No podía concederse el derecho de sufragio a quienes eran económica y culturalmente


dependientes, pues no podía esperarse de ellos juicios políticos independientes; de allí que se
considerara que sólo se debía reconocer el derecho de sufragio a los ciudadanos susceptibles de
resistir las presiones sociales o económicas y capaces de asumir la responsabilidad pública de sus
preferencias el día de la elección.

No pueden votar quienes no tienen opinión formada, quienes "no tienen 'razón' para
votar". El doméstico a sueldo no tiene posibilidad de elegir libremente pues está en una condición
semejante a la del siervo, de allí que las constituciones "más libres" exigen "libertad en el individuo
que haya de sufragar o ejercer algún derecho comicial". Extender a tanto la elección destruiría el
Sistema Representativo.123

De esta forma se observa que para la integración de la Cámara de Representantes se


hace una trasposición de términos, pues su integración busca convocar a la 'parte sana' de la
población, convirtiendo la Cámara democrática en verdaderamente aristocrática. En última
instancia se salvaba el modelo pues el "acto de votar" era de naturaleza democrática, en tanto se
convocaba al 'pueblo' más allá de que éste comprendiera sólo a la parte sana -en terminología de
la época opinión pública-, expresión que se hacía sinónimo de voluntad general, la cual había
perdido su primitivo significado roussoniano, salvo para ciertos sectores radicalizados, como los
federales doctrinarios, cuyo discurso todavía arrastraba algún matiz de esa línea argumental.124

Interesa particularmente la composición del Poder Legislativo en un Sistema


Representativo por ser el motor que activa esta categoría política, en tanto invierte los términos
de delegación de la soberanía. Ésta será ejercida por representantes independientes en sus
decisiones, que reconocen como única fuente de legitimidad política una Constitución
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-construcción normativa racional o histórica-125, la cual reserva a la autoridad ejecutiva tradicional


(monarca) un lugar meramente residual.

Neutralizada en la teoría liberal la prototípica autoridad animadora del cuerpo social, y con
ella las fuerzas sociales que constituían sus pilares básicos, era prioritario, a su vez, impedir
cualquier radicalización del sistema. Dentro de este contexto teórico -cuya trasposición a
Iberoamérica debía convivir dentro de una situación atípica derivada de su proceso emancipador-
las minorías reflexivas rioplatenses se vieron acuciadas por la necesidad de redefinir el concepto
de lo democrático, según indicamos más arriba.

De esta forma constituía un imperativo categórico alejar aún de la Cámara Baja todo
grupo sospechado de "espartanismo" 126, de ideas demagógicas o despóticas, de actitudes
tumultuarias o de pura democracia, según los sintagmas en boga.

En un sistema puramente electivo, se imponía crear distintos grados de aristocracia: la


opinión publica dominaría, y la plebe -tan propensa a dejarse envolver por caciques o caudillos-
dejaría de ser motivo de preocupación.

Manuel A. de Castro se preguntaba, en relación con el contenido del art. 6to., inc. 6 del
Proyecto constitucional: "¿Déseme una Constitución por libre y republicana que sea que no pida
en los hombres para la calidad de representantes un haber u oficio, que les de una renta
anual?"127.

La respuesta de la oposición, que estuvo a cargo de Manuel Dorrego, advirtió que de una
elección así concebida resultaría el dominio de la aristocracia más terrible cual es la "aristo cracia
de dinero".128

Castro había señalado la peligrosidad "de las aristocracias hereditarias monárquicas


porque se oponían a las leyes y a un sistema libre" 129, táctica legislativa que buscaba, frente a la
oposición, justificar a la nueva aristocracia que por su naturaleza era claramente una oligarquía.
Castro, al identificar a la aristocracia como opuesta "a las leyes y a un sistema libre", lo hace en
sentido amplio, sólo aplicable -como era de estilo- al referente oriental o a las llamadas
monarquías, voz ésta última que sin calificativo alguno servía para designar en Europa al
legitimismo.

Recuérdese que el admirable País Libre -el más respetuoso de las leyes- que era Gran
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Bretaña incluía como garantía de su "balanza constitucional" a la nobleza, integrada en la Cámara


de los pares.

Pedro F. Sáenz de Cavia, en alusión a las palabras de Castro, afirma que la exclusión de
los peones y domésticos sería natural en un "Estado monárquico absoluto."130

J. Valentín Gómez intenta clarificar el entredicho, y dice: "Al formar la Comisión


[Constitucional] este artículo [6to., inc.6] tuvo presente la situación de todas las provincias y lo
que en ellas se había practicado hasta aquí; y temía ser demasiado liberal cuando estableciese la
elección absolutamente popular y directa."131

El tema de la representación interesa particularmente a nuestro trabajo por constituir la


primera preocupación de cierto sector de las minorías reflexivas rioplatenses, que buscaba el
orden y la estabilidad institucional, conformado de manera tal que el Legislativo acompañara -por
su composición- al vigor y energía que debía guardar el Ejecutivo.

Los textos constitucionales de 1819 y 1826 se complementan -en la parte pertinente- y


constituyen toda una definición doctrinaria que tiene presente la categoría política llamada
Gobierno Mixto132, más claramente definida en la Constitución de 1826, verificada en la Sección
2da. -De la ciudadanía-, omitida en el texto de 1819.

Los autores del Proyecto constitucional de 1819, destacados constitucionalistas como


Juan J. Paso, Diego E. Zavaleta, José M. Serrano, Teodoro Sánchez de Bustamante y Antonio
Sáenz, explican la intencionalidad que los condujo a la conformación del Poder Legislativo.

En la Constitución de 1819 la Sección II, del Poder Legislativo, adopta el sistema


bicameral. Para integrar la Cámara de representantes se requiere poseer cierta fortuna, pero
nada se dice de las condiciones exigidas para sufragar, pues la Constitución no contiene
previsiones respecto de la ciudadanía.

La Cámara de Senadores, "sin antecedentes en el Derecho comparado"133, busca


reproducir de manera imperfecta el modelo británico de la Cámara de los Pares.

A partir de la sesión del 31 de agosto de 1818 encontramos claramente explicada la


naturaleza del Poder Legislativo, empezando por el art. 6to. del Proyecto que exige "que los
representantes sean del fuero común".134
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Se fundamentó la propuesta en la "forma mixta" 135 del Proyecto constitucional -variante del
paradigma británico-, teniendo presente la necesidad de encuadrarlo dentro de un modelo
absolutamente electivo, del cual solamente referimos en este apartado lo concerniente al tipo de
representación.

Como apunta José Agrelo en El Independiente, es necesario "aplicar la constitución


inglesa en nuestro continente del modo que la pueda recibir" 136. Adviértase que, en estricta teoría,
la mención de la categoría política que nos ocupa remite a dos expresiones sinónimas, a saber:
Sistema Representativo o Sistema Representativo Republicano -en donde lo republicano
resulta redundante en tanto comprendido en la voz "representativo", por tanto, para nada refiere a
la categoría clásica República o Democracia, pues como tal incluye tanto a la República liberal
como a la Monarquía Constitucional- dada la estructura mixta del Sistema.

En este sentido, la Constitución de 1819 toma "las principales ventajas de los gobiernos
monárquico, aristocrático y democrático evitando sus abusos" 137. Más aún, para la concepción
racionalista-ilustrada, el sustantivo república se hace adjetivo calificativo que refuerza el carácter
electivo de la estructura del Sistema representativo -de hecho distinguiéndolo del hereditario- pero,
al mismo tiempo, reafirmando que se rescataban de la monarquía principios sustanciales: "la
unidad que da a los planes", la "celeridad de la ejecución"138, el "vigor", la "energía".139

¿Establece la Constitución de 1819 como forma de gobierno una República o una


Monarquía Constitucional?: establece un Gobierno mixto. Como lo apunta el deán Funes en el
Manifiesto explicativo de la Constitución, ésta es "un estatuto que se acerca a la perfección: un
estado medio entre la convulsión democrática, la injusticia aristocrática y el abuso del poder
ilimitado."140

Más allá de motivaciones políticas que hubieran incidido para no encuadrar la categoría
Gobierno mixto dentro de los rótulos ya convencionales y estereotipados para un Sistema
representativo como lo eran República o Monarquía Constitucional, omitiendo la sección Forma
de gobierno del texto constitucional, lo cierto es que la denominación empleada resulta de
absoluta ortodoxia teórica.

Tal como surge del Manifiesto que acompaña la Constitución, los autores del Proyecto
constitucional demostraron al no modificar la denominación que eran coherentes con la modalidad
adoptada.
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Si el Gobierno responde a una estructura mixta, imponer otro nombre importaba socavar
la arquitectura del modelo.

Adviértase que en modelos constitucionales como la constitución norteamericana de 1787


o la de Cádiz de 1812, la definición de la forma de gobierno resulta incidental.

En la primera se menciona una vez y en la Sección cuarta y última, careciendo de total


relevancia. En este caso, el periódico El Federalista fue lo suficientemente explícito como para
comprender la originalidad y complejidad del modelo adoptado, que buscaba también no alejarse
del modelo mixto británico.

En la Constitución de Cádiz se apunta en el art. 14 que el "gobierno de la Nación


española es una Monarquía moderada hereditaria". La lectura del texto basta para demostrar que
la voz monarquía aparece vacía de contenido político envolviendo fundamentalmente una
connotación geográfica.

Los catecismos explicativos de la época son harto ilustrativos en este sentido. En uno de
ellos leemos que a la pregunta: "¿No es el Rey el Soberano?" se responde: "El rey es un
ciudadano como los demás, que recibe su autoridad de la Nación."141

Veamos cómo interpretaba Fernando VII, en el Real Decreto de 1814, el modelo teórico
de la Constitución de Cádiz, al fundamentar las razones de su suspensión: "Toda la forma de la
antigua Constitución de la Monarquía se innovó; y copiando los principios revolucionarios y
democráticos de la Constitución francesa de 1791 [...] se sancionaron no leyes fundamentales de
una Monarquía moderada, sino las de un Gobierno popular, con un Jefe o Magistrado, mero
ejecutor delegado, que no Rey, aunque allí se le de ese nombre"142.

Nos extendimos en estas precisiones con la intención de demostrar cómo un análisis


semántico del discurso político -analizando los hilos de la trama- permite acceder a una interpre-
tación menos lineal de los planteamientos doctrinarios de las minorías reflexivas de la época.

Por otra parte, importa recordar el cambio acelerado que desde el siglo XVIII viene
afectando a los lexemas políticos. Muchos de ellos, en una realidad enteramente nueva como la
iberoamericana, sufrirán a su vez metamorfosis profundas.
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Retomando el tema de la composición del Poder Legislativo en el texto constitucional de


1819, sus redactores nos dirán que llamando a integrar el Senado a los ciudadanos distinguidos,
ya sean de la clase militar o eclesiástica, ya por sus riquezas y talentos, se aprovecha lo útil de la
aristocracia. Reservando para la Cámara de Representantes a los ciudadanos sin fueros o
comunes, se salva el carácter democrático, librando a la Nación de las borrascas de la "simple
democracia" que introduce "la arbitrariedad y el despotismo."143

Los autores del Proyecto constitucional pusieron cuidadosa atención en los aspectos
sociológicos y culturales de los Pueblos, explicando que en el país éstos estaban habituados a
reconocer y respetar ciertas clases que poseen fueros e inmunidades, de allí que el Congreso no
haya querido introducir innovaciones.144

Resulta evidente que la introducción de corporaciones para integrar el Senado iba a ser
objeto de críticas -producida la crisis de 1820- por quienes se alarmaron, dada la amplia
representación que obtenían los Pueblos, al tiempo que se inclinaban hacia formas más ortodoxas
del Sistema representativo, ya que éste excluía específicamente la representación por corporacio-
nes o estamentos.

Las críticas se harían escuchar, aún con más fuerza, por quienes daban preeminencia a
los principios democráticos sobre los aristocráticos, identificados fundamentalmente con los
llamados "federales".

En última instancia una Constitución para un Pueblo libre, esto es, en donde existe un
régimen representativo, es el "pacto social que determina la forma de gobierno" de un Estado,
"asegura la libertad del ciudadano y abre los cimientos del reposo publico." 145 Ella no puede ser
efímera, y lo sería si se desconoce la realidad social, sería "incurrir en la temeridad de algunos
legisladores", que dejándose llevar "por sistemas especulativos" buscan igualarlo todo
desconociendo las jerarquías que hacen a la naturaleza de las cosas y constituyen el basamento
de una sociedad. De allí que se haya pensado en un Senado que abra las puertas "a las clases y
ciudadanos distinguidos." Ellos gozan de rentas que influyen "sobre la clase común o laboriosa";
dependen del Poder Ejecutivo en sus ascensos respectivos que los inclina hacia la autoridad y,
por tanto, permite "balancear y contener la popularidad de la Cámara" de la clase común.146

Periódicos como El Independiente de José Agrelo o El Censor dirigido por Antonio


Valdés, citarán sendos capítulos de la obra de Juan de Lolme Constitution de l'Angleterre,
fundamentalmente para demostrar la armonía de este arquetipo político, poniendo -en el caso de
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El Censor- especial énfasis en las referencias que el autor ginebrino hizo del tema "elecciones",
destacando al mismo tiempo el enorme poder de la Cámara de los Comunes -asiento de la
burguesía encumbrada- pues se reserva "la iniciativa en materia de contribuciones, tasas e
impuestos" como se lee en el art. 5to. de la Constitución de 1819 al tratar sobre la misma materia.
Así ha sucedido en "Gran Bretaña quien debe a esta prerrogativa de la Cámara de los Comunes
los [...] progresos de su [...] libertad."147

El tiempo de permanencia en el cargo de los senadores requiere una solución que debe
apartarse del paradigma británico, en tanto la Cámara de los Pares se compone de nobles
temporales y espirituales cuyo cargo es hereditario, y la Constitución de 1819 daba forma al
Senado con figuras prominentes pero que no poseían grado de nobleza.

Asumir la senaduría por elección de sus iguales incluía de hecho un grado de democracia.
Una solución alternativa se encuentra en permitir a los senadores una permanencia más
prolongada en sus funciones (12 años), determinada por "la experiencia de sus miembros y la
respetabilidad del Cuerpo", pero no se inclinan los constituyentes por "la perpetuidad", pues
sostienen que ello "pone en riesgo la parte democrática de la Constitución" y facilita la corrupción a
la que está tan expuesto el hombre acelerando el movimiento que transita el camino "democracia,
aristocracia, oligarquía y despotismo."148

De allí que si en naciones como Gran Bretaña la existencia de un Senado perpetuo


garantiza el equilibrio del sistema político, no se podían olvidar los movimientos revolucionarios a
que dio lugar su existencia en Roma y en Creta.149

El resumen que se conserva de las sesiones del Congreso de 1816-1820, referidas a la


explicación del Proyecto constitucional, reserva un espacio sustancialmente mayor y detallado
en sus explicaciones, cuando aborda artículos pertinentes a la integración de las Cámaras y
procedimientos electorales, particularmente en lo concerniente a la integración del Senado.

De los 138 artículos del Proyecto, los 17 correspondientes al Poder Legislativo insumen
más de la mitad de los textos conservados.

7. Sistema Representativo e Iglesia

En el apartado anterior advertimos la cuidada atención que mereció a los constituyentes la


organización del Senado de base estamental o corporativa de la Constitución de las Provincias
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Unidas en Sud-América sancionada en 1819, ante la necesidad de construir la "balanza


constitucional", de la cual la Cámara Alta era el fiel que amortiguaba los posibles excesos
provenientes, ya del Poder Ejecutivo, ya de la Cámara de Representantes.150

El texto constitucional era un exponente de lo que llamamos Sistema Representativo


Imperfecto, pues rescataba las jerarquías hispánicas, sin las cuales no se veía la posibilidad de
construir un Estado de sólida estructura.

La Constitución fue aceptada por todas las Provincias que enviaron representantes al
Congreso, en tanto la misma salvaba fundamentalmente la Religión Católica Apostólica
Romana, no vulneraba la integridad de los Pueblos y reconocía como venerables a las jerarquías
de la Iglesia, del Ejército y del Cabildo.

Decimos que los constituyentes construyeron un modelo de Sistema Representativo


Imperfecto porque éste en estricta ortodoxia -como fiel expresión del espíritu burgués anglosajón-
encuentra enemigos en las instituciones tradicionales que, por su naturaleza, ejercerán presión
sobre aquello que amenace vulnerar los principios sociales de que son custodios.

La ética calvinista, con su sentido antijerárquico de la sociedad y el utilitarismo que la


anima -como su columna vertebral- perseguía destruir todas las instituciones que representaran
"prestigios", de manera de peraltar a la "aristocracia de dinero".151

Consideramos necesarias estas precisiones porque elucidan el sentido de la existencia


del llamado legitimismo -representado por la Santa Alianza- a la vez que se observa en el Río de
la Plata -bien definido a partir de 1821- la aparición de un sector que con muchos recaudos se
podría denominar legitimismo vernáculo. Se trata de sectores que, ya desde Buenos Aires, del
Interior y también desde el Litoral, enfrentaron el modelo impulsado por el ministerio de Buenos
Aires y, posteriormente, por el Congreso de 1824-1827; el mismo pretendía perfeccionar el modelo
de Estado representativo, aun cuando no se apartara de la imperfección o heterodoxia que, de
rigor, debía animarlo.

¿En qué coincidían ambos legitimismos?. En que intentaban salvar un modelo de


sociedad sustentado en los principios de la Religión Católica-Apostólica-Romana (religión
Ortodoxa para el caso ruso) al que el modelo representativo propiamente dicho -ortodoxo- atacaba
de lleno.
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En resumen, el laicismo o, por lo contrario, la adhesión a determinado culto religioso


tradicional; la aceptación o repulsa de ciertas instituciones como el cabildo; el modelo educativo
elegido, supone el diseño de cierto proyecto de sociedad del que la forma de gobierno es sólo su
reflejo.

La afiliación o ponderación de lo que dimos en llamar Sistema Representativo


Ortodoxo, conlleva en última instancia la condena de un modelo de sociedad tradicional y de los
valores que ella supone.

No sorprenderá, por tanto, el alineamiento de las minorías reflexivas detrás de sendos


presupuestos teóricos. Los detractores del Sistema Representativo en Europa occidental advierten
que aceptarlo supone sembrar el virus del concepto utilitario y la destrucción de un orden político
sacralizado.

En el Río de la Plata se asiste a una actitud hasta cierto punto emparentada, donde como
no existe autoridad temporal ni legítima ni estable, a diferencia de lo que ocurre en los países
integrantes de la Santa Alianza o de aquellos que en Europa comparten su ideología, los sectores
sociales 'no reformistas' priorizan la defensa de los valores religiosos mientras -ya como
observadores o como participantes activos- fiscalizan las propuestas institucionales. Pero, en todo
momento, anteponen el protagonismo del culto católico a cualquier otro presupuesto, llámese
independencia política o definición de la forma de gobierno152.

En su momento veremos cómo, desde ciertos sectores, el rechazo al unitarismo porteño


llevaba implícita la condena a aquellos propulsores cuya conducta era calificada como sustan-
cialmente herética.

El grupo de poder, llamado por los opositores a la administración del momento,


"ministerial" -que se encumbró en Buenos Aires desde 1821, sobre todo bajo el ministerio de
Bernardino Rivadavia- embistió, como contemporáneamente en España, contra aquello que en la
Provincia no encuadraba con un orden racional-liberal y utilitario de vida.

Se buscó iniciar una experiencia de implementación de Sistema Representativo de mayor


ortodoxia desde Buenos Aires, aunque mantenía una sola Cámara legislativa, no abandonaba la
censura de prensa y consideraba nefasta la llamada "oposición" sólo aceptable en países
"civilizados" como Estados Unidos de América del Norte, Gran Bretaña y en cierta manera
Francia; los dos primeros, como ya lo apuntamos, considerados paradigmas del Sistema
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Representativo.153

Este grupo "ministerial" o, como lo llaman los editores de El Centinela, "Partido de la


marcha pública o de las nuevas ideas"154, a través de sus partidarios en la Sala de Representantes
de la Provincia de Buenos Aires, señalaron -al abordar el art. 2do. de una Minuta sobre la
reforma eclesiástica- que todo privilegio o fuero era enteramente opuesto a los principios de un
Gobierno Republicano Representativo, que por su naturaleza se asienta en la igualdad
-entiéndase "igualdad legal"- pues, como afirmaba el presbítero Julián S de Agüero, "todo fuero
[es] monstruoso".

El ministerio había dispuesto abolir los fueros eclesiástico y militar -ya había sido abolido
el cabildo-, pero comenzando sólo por uno de ellos, pues no "se podían curar [todos] los males a
la vez."155

Obsérvese la calificación de "males" atribuidos a la Iglesia y al Ejército, peligrosa reflexión


dentro de un mundo católico y, por necesidades derivadas de la guerra revolucionaria,
dependiente de la fuerza militar.

El Argos, periódico adicto a la política rivadaviana y traductor fiel de los principios


doctrinarios de los hombres partidarios del constitucionalismo liberal de identidad española156,
comenta un "proyecto de ley aboliendo el fuero militar" pasado por el Ejecutivo salteño a la Sala de
Representantes, destacando la importancia que tiene que "los principios" vayan triunfando en "los
Pueblos hermanos", pero que lamenta no se haga extensivo a otras corporaciones, porque es
funesto conservar "una aristocracia", ya que está "en oposición con los principios de un País
Libre", esto es, de un Estado Representativo157.

Creemos conveniente insistir una vez más, en tanto hace a aspectos medulares de
nuestro trabajo, que las expresiones Sistema Representativo Republicano o País Libre no deben
asociarse con la categoría tradicional denominada "República", pues la voz remite al carácter
electivo que es la base del modelo teórico objeto de estudio en este apartado.

Respecto de la voz aristocracia, si ésta es empleada por quienes adhieren al ideario


liberal, la misma diferirá de acuerdo con el contexto, refiriendo en este caso a cuerpo privilegiado
que, sin sujeción a leyes, abusa del poder o lo condiciona. Los ejemplos históricos que se citan
aluden a las repúblicas que imperaron en Italia o a la nobleza feudal.158
¡Error!Marcador no definido.

Servirá también para caracterizar todo modelo de gobierno apoyado en el principio de


"legitimidad" -en sentido estricto las monarquías europeas, y en sentido lato las monarquías o
gobiernos despóticos de Oriente-, haciéndose extensivo a los gobiernos cuyos titulares ocupaban
el cargo con el nombre de Emperador, Defensor Perpetuo, Protector, Libertador como
sinónimo de Dictador, Director Supremo y similares que incluyan la voz Supremo. De igual
forma Presidente, cuando no se encuadra en un modelo político representativo. 159 (v. 1ra. Parte,
c.V., 2. La dignidad imperial...).

Recuérdese que el gobierno mixto británico requiere para serlo de la aristocracia (pares
espirituales y temporales), más aún, la aristocracia es la entidad que garantiza el equilibrio del
régimen, cuyo peligro queda neutralizado en tanto no constituye un dominio excluyente como
cuerpo.

La referencia de El Argos -tomada aquí como muestra entre diversos textos- es un


recurso fundamentalmente lingüístico, verdadero estereotipo, concebido como sinónimo de
privilegio opresivo (despótico), utilizado por ello como de efecto certero para incriminar a una
corporación que vulnera la "igualdad legal" en que se asienta el Sistema Representativo.

Cuando nos referimos al Poder Legislativo, tanto José Valentín Gómez como Manuel A.
de Castro subrayaron la necesidad de dotar de principios aristocráticos al Cuerpo legislativo como
barrera contra las calamidades de la Democracia directa (v. 1ra. Parte, c.IV, 1. Democracia y
República, y 1.1. Caracterización).

De manera más explícita aún, El Argos, en 1821, en relación con la Constitución de


Cádiz, eleva su crítica a quienes tuvieron en sus manos la redacción del texto por haber
marginado de él a unos cuerpos "sumamente respetables [...] en la Península" como lo eran "la
Nobleza y el Clero", recordando los esfuerzos que se hicieron en las Provincias Unidas para dotar
a la Constitución de un cuerpo aristocrático.160

Volviendo al tema específico de este apartado, recordemos que la "libertad de cultos o


tolerancia religiosa" conformaba la base principista del Liberalismo.

Por tanto, todo Estado en donde se invocara la preeminencia de los principios impuestos
por la Corte de Roma era clasificado como Despótico, fundamentalmente aquél que resistiera
incorporar principios del Sistema Representativo.
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El protestantismo era considerado como la religión acorde con el Sistema Republicano


Representativo.

A manera de cuadro comparativo, El Argos clasificará a las naciones según giman "bajo
la ley de los soberanos" -entiéndase déspotas- y "las que florecen bajo la soberanía de las leyes".

Se alinean entre los últimos, por ejemplo, Gran Bretaña, Suecia, Holanda y, entre los
primeros, básicamente Austria y Rusia.

"Todos estos países" mencionados en primer término "que tienen alguna libertad e
independencia [...] son, sin excepción, protestantes [...] y todos aquellos que intrigan y pelean por
aniquilar una y otra obedecen [ciegamente como corresponde] o al patriarca griego, o al sumo
pontífice romano."161

El periódico, al referirse a la reforma eclesiástica, sostiene que el clero no es compatible


con las instituciones liberales, pues posee "opiniones erróneas y envejecidas" opuestas a los
principios e instituciones del siglo.162

El periódico El Correo de las Provincias, aludiendo a los reyezuelos o caciques de las


Provincias, no olvida mencionar a Juan B. Bustos y a su provincia, Córdoba, como una de las que
ofrece resistencia a la reforma eclesiástica, al tiempo que califica al Congreso de Tucumán, por
haberse integrado con un número significativo de miembros del Clero, como "Congreso de
Realistas".163

En tanto toda monarquía, para recibir tal nombre, requiere como uno de sus pilares el
brazo religioso, no olvidará hablar de "los frailes díscolos" que se unieron a los "anarquistas"
contra la Administración del momento, como enemigos "de la civilización y de las luces" y aliados
del despotismo164. Al mismo tiempo señala que en Cuyo se oponen al sistema representativo,
junto con los godos, el cabildo y el vulgo.165

El periódico El Centinela resaltará el carácter antipopular de la reforma eclesiástica166 y


como algo natural la actitud del vulgo, en la medida que el clero fue el sostén más fuerte de la
Monarquía española167; que es propio de toda Monarquía Absoluta criar "fueros privilegiados" y
que las órdenes religiosas son ajenas al Sistema Representativo.168

Pero, en verdad, la Iglesia es la única que se ocupa de la educación del vulgo 169 y, como
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indica el presbítero J. Valentín Gómez, tiene a su favor la masa de la población 170, considerando
Julián S. de Agüero que la reforma resultó peligrosa aún en las Naciones estables.171

El Argos calificará a los conventos de "centros de Tiranía"172; la Iglesia será identificada


con Despotismo173, y éste con Monarquía, voz que si no va acompañada del calificativo
Constitucional o equivalente léxico, se convierte en su sinónimo.

Será común aludir al primer despotismo del clero -refiriendo al gobierno español y su
Imperio de trescientos años- y se llamará segundo despotismo al ejercido por los religiosos que
resisten la reforma eclesiástica.174

Al referirse a ella y, concretamente, a la "tolerancia religiosa", Francisco Pico -miembro de


la Sociedad secreta Valeper de Buenos Aires- apuntará que no se discute que "la Tiara" se ha
unido "al cetro" y que "el mundo ha gemido bajo su despotismo.175

Evidentemente las potencias legitimistas tienen como lema la defensa del "Trono y el
Altar" -autoridad no sólo legal sino fundamentalmente legítima-. De allí el nombre de Santa Alianza
con que se ligan176, y que eleva a una instancia trascendente el poder político -metafísica del
poder-177. Intencionalmente, y para descalificarla, se alude a ella con el nombre de liga de
gobiernos despóticos o como Monarquía Absoluta, aunque ésta había llegado agotada al finalizar
el siglo XVIII.

El "principio monárquico" va unido indisolublemente a "religión católica", acota El


Argos178, construyéndose un vasto campo léxico179 común que se estructura con expresiones o
voces que nos acercan al modelo de 'discurso' -verdadero estereotipo-, con el cual sectores
importantes de las minorías reflexivas buscaban hacer blanco en los presupuestos básicos de la
sociedad tradicional.

En términos weberianos, tal campo léxico daría forma a un "ideal-tipo", regido siempre por
alguna idea-fuerza. A manera de ejemplo: toda referencia al accionar de la Iglesia católica se
emparentará explícita o tácitamente con el accionar de la Santa Alianza, y la idea-fuerza que
presidirá este accionar será 'conducta despótica o arbitraria'. En torno a ella se conformará un
campo léxico construido sobre la base de un importante bagaje de sinónimos.

El periódico La Crónica Argentina se refiere a la legitimidad como despotismo180, la


"causa de las jerarquías de Europa", la llama El Censor, régimen siempre contrario a la
¡Error!Marcador no definido.

educación181; o también "autoridades fundadas en prestigios", "superioridades falsas".182

"Los gobiernos despóticos y supersticiosos de Europa y la Corte de Roma" han


introducido "recursos de fuerza en la legislación", leemos en sesiones del Congreso Constituyen-
te de 1824-1827.183

El Correo de las Provincias transcribe una carta dirigida a Bernardino Rivadavia que
afirma pertenece a un autor "célebre" "por sus obras políticas y filosóficas" y que estimamos
pudiera corresponder a Desttut de Tracy o Daunou, en la cual se refiere a los países integrantes
de la Santa Alianza como "Gobierno vinculado con la cábala teológica, aristocrática y expoliado-
ra."184

El Argos, al referirse a la guerra entre los españoles "serviles" -nombre que se daba en
España a quienes no aceptaban la Monarquía Constitucional surgida de la Constitución de Cádiz-
y "liberales" en el Alto Perú, reproduce un párrafo de una carta de Potosí en la que se afirma que
"el estandarte regio-absoluto-religioso tremola triunfante."185

El mismo periódico transcribe en sus páginas un comentario que, con el título de Diálogo,
extrae del periódico cordobés El Amigo de los Hombres, en donde se aborda en forma
irreverente y acusadora el tema del viaje del vicario apostólico monseñor Muzi a Chile.

La finalidad del artículo apunta a advertir la peligrosidad de un aliado de la Santa Alianza,


matizando el texto con párrafos de sátira mordaz hacia el Papa.

En este sentido -después de transcribir un imaginario Diálogo entre el Papa y monseñor


Muzi- se advierte que el Papa "se ha valido otras veces de la religión para poner cadenas a la
América" y además recuerda la relación de la Corte de Roma con la Santa Alianza, la cual intenta
extinguir "no sólo las Repúblicas, sino todo gobierno constitucional, para que se gobierne por
monarquías absolutas, y que Europa, casi toca ya con sus fuerzas [...] América." Refiriéndose al
Vicario apostólico, afirma el periódico cordobés: "¿Qué puede decirnos a unos republicanos, un
hombre acostumbrado a hablar como un esclavo?."186

La llegada de Muzi conmocionó a los círculos liberales, pues no dudaban de que su visita
impactaría favorablemente en la masa de la población y daría motivo a reacciones de quienes
-desde los sectores ilustrados tanto de Buenos Aires como de las provincias del Interior y del
Litoral-, veían con preocupación lo que denominaban la actitud herética o protestante del gobierno
¡Error!Marcador no definido.

porteño.

El Argos acusa su efecto, y transcribe una carta publicada en El Avisador Chileno de la


ciudad de Santiago, en la que se señala que los republicanos observan con preocupación al
Vicario pontificio, "pues atribuyen a sus manejos un sermón que se ha predicado en [Santiago de
Chile] atacando fuertemente el republicanismo y abogando por los principios de la Santa Alianza".
Comenta más adelante que se hará necesario pronunciarse contra Muzi en caso de que "suenen
en América las trompetas militares o políticas de la confederación despótica europea."187

Los calificativos que merece el clero no difieren, por considerarlo hermanado a los
monarcas legitimistas, con los que se atribuyen a toda Monarquía no constitucional.

De allí que El Argos, al describir el legitimismo monárquico o Poder absoluto de los reyes
lo considere producto de la influencia del clero, de la Inquisición, en otras palabras, del fanatismo y
de la ignorancia.188

El clero, leemos en El Correo de las Provincias, es siempre aliado del despotismo por la
servilidad y la ignorancia que lo adornan -atributos también de la Legitimidad- 189, en tanto las
órdenes religiosas son elementos ajenos al Sistema Representativo y sólo compatibles con la
Monarquía absoluta, por su fanatismo, sectarismo e intolerancia.190

Respecto de las actitudes anticlericales, se manifiestan después de 1820, tanto entre


quienes se inclinan por modelos unitarios como entre los federalistas doctrinarios.

Abordamos ahora las críticas que mereció el Sistema Representativo, circunscriptas a


aquellas que, vinculadas con el agravio al clero, contribuyen a conceptualizar aquel léxico político
relacionado con la forma de gobierno.

Circunscribimos el tema porque en la época estudiada las formas de gobierno ponderadas


-según se las re-presentan sus protagonistas- encuadrarán siempre en la categoría Sistema
Representativo, aun cuando algunas expresiones registren una marcada heterodoxia teórica.

Tal el caso de quienes buscando un modelo de Gobierno vigoroso, difieren en cuando a la


modalidad y estructura. Un ejemplo de esta línea de pensamiento lo ofrecen José de San Martín y
Bernardino Rivadavia. Ambos sustentan, de acuerdo con sus discursos, versiones del Sistema
Representativo, aun cuando el modelo concebido por San Martín, a diferencia del que ofrece
¡Error!Marcador no definido.

Rivadavia, se encuentre en el límite del mismo y no embestiría nunca contra la jerarquía


eclesiástica.

El periódico El Redactor del Congreso Nacional -vocero del Congreso Constituyente de


1816-1820- en su sesión del 31 de julio de 1816 abordó el tema de la "forma de gobierno", y allí
ofrece unos pocos conceptos de la exposición del diputado, presbítero Castro Barros.

No obstante la brevedad de la transcripción, se advertirá que al pronunciarse en favor de


la Monarquía Constitucional lo hace tomando como fuente La Biblia; y en tanto su finalidad es
garantizar la protección a la religión católica, poco le importará forzar hasta lo imposible su
argumentación, al punto de hacer contemporáneas la Monarquía Constitucional y la historia
bíblica.

La fuente aludida se remonta a la citada por primera vez por los Padres de la Iglesia,
abandonada en el marco de la teoría política casi completamente desde mediados del siglo XVIII.

Castro Barros vota por la Monarquía Constitucional por haber sido el régimen de gobierno
"que dio el Señor a su antiguo pueblo, el que Jesucristo instituyó en su iglesia, el más favorable a
la conservación y progreso de la religión católica."191

El presbítero avala la fundamentación de esta forma de gobierno en la tradición más


antigua y prestigiosa, para concluir que sólo dentro de un orden monárquico -la voz constitucional
lo liga al espíritu ilustrado- la religión católica, substratum de la sociedad, podrá encontrar
verdadero cobijo.

Una propuesta como la expresada por el autor se inscribe -para el pensamiento de


muchos hombres de la época- dentro del Sistema Representativo, pues salva principios formales
básicos de éste, en tanto se vierte en un complejo normativo que establece la limitación del poder,
garantiza ciertos derechos y somete la actividad del Estado a normas jurídicas precisas y escritas
que consolidarán el llamado Estado de derecho.192

Castro Barros expone sus ideas en Tucumán, en un contexto marcadamente definido por
la esperanza de rescatar los valores de un régimen caído, sin lo cual sólo se vislumbraba un futuro
signado por la anarquía. De allí que la adhesión a la categoría Sistema Representativo parecía
incluso ofrecer elementos que, hábilmente dosificados, permitieran reforzar el protagonismo de la
Iglesia, vulnerado por la ruptura con Roma, por la prédica de los 'filósofos' y de gobiernos
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ilegítimos.

La crisis de 1820 obligaría a los sectores de la élite enrolados en sus mismos principios a
redefinir la estrategia.

Así la experiencia porteña iniciada en 1821 -en donde el Sistema Representativo apareció
asociado estrictamente con la heterodoxia religiosa y el ataque al clero- los empujó a cerrar filas
en torno del valor prioritario que buscaban rescatar -la religión católica- por ser decisivo para
mantener la cohesión social y cultural, dado el carácter de la población.

Su defensa se encasilló en un discurso-tipo que -por el contenido contestatario- se


convirtió en una versión vernácula del legitimismo, con las limitaciones ya apuntadas.

En su periódico El pensador político-religioso -publicado primero en Chile, reimpreso


luego en Córdoba-, conociendo que empleada la voz despotismo, inmediatamente se incriminaba
a la Monarquía y al clero católico, apunta Castro Barros que "sea cual fuere la forma de gobierno
adoptada, ella no pone al ciudadano fuera de los tiros del despotismo, no habiendo moralidad."
Por otra parte, acota: El despotismo "en los Gobiernos republicanos es más feroz que el de los
monárquicos absolutistas, siempre que los poderes no guarden un perfecto equilibrio."193

Este discurso, que tiene en el blanco al gobierno de Martín Rodríguez -fundamentalmente


a los hombres más destacados de la administración, pero no en menor medida a otras figuras
identificadas con el mismo ideario liberal, como lo era, por ejemplo, Salvador M. del Carril en San
Juan-, contrapone hábilmente los términos que conformaban el campo léxico liberal, pero sacando
las conclusiones opuestas, en tanto afirma que para evitar que una República derive en
despotismo requiere de un "perfecto equilibrio", de "poderes", condición que por su naturaleza no
requiere la Monarquía absoluta.

Recordemos que República en términos liberales era sinónimo de Sistema


Representativo, así como de naturaleza republicana la Monarquía Constitucional (v. Gráfico Nro.
1, ejemplos Nros 1; 3; 4; 5)194, inseparable del principio de tolerancia religiosa, que sectores
importantes del catolicismo observaban con preocupación por sus imprevisibles consecuencias.195

Es por ello que al aparecer acompañado el ensayo representativo en Buenos Aires bajo
un signo marcadamente anticlerical -intentado luego en San Juan-, la condena se hizo extensiva al
Sistema Representativo en su conjunto, aunque no tarda en advertirse que el discurso apunta sus
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dardos a lo que llamamos Sistema representativo ortodoxo.

Afirmamos por ello que surge un remedo de legitimismo que calificamos de "vernáculo",
pues éste amalgamaba principios que se buscaban rescatar y revalorizar, vinculados con una
concepción metafísica de la sociedad y del poder político, y cuyo puente con el legitimismo era
una modalidad de Sistema Representativo, variante de Monarquía Constitucional -que con más
rigor habría que llamar moderada- asentada sobre principios contractualistas de raíz medieval (v.
Gráfico Nro. 1, ejemplo Nro. 3), o en su defecto las soluciones locales con Ejecutivo vigoroso en
la línea del Directorio, contemplado en el modelo teórico de la Constitución de 1819.

Al hablar de remedo de legitimismo dejamos de lado todo aquello que se relaciona con la
teoría del Derecho Divino de los Reyes, que no se planteaba en los discursos políticos rioplaten-
ses porque carecía de entidad e incluso porque podía ofrecer objeciones teológicas.

La pugna entre las minorías se emparenta mucho, y sólo muestra diferencias, de grado, a
las similares españolas entre "serviles" y "liberales".196

En carta al ministro Manuel J. García, sentencia Castro Barros: "Quítese el gobierno de


Buenos Aires de una vez la máscara y suscríbase a la Iglesia protestante".197

Llama a Salvador M. del Carril, autor de la Carta de Mayo, "genio del despotismo, de las
arbitrariedades y de la tiranía"198, acotando que la filosofía del siglo XIX declama contra la "intole-
rancia religiosa", pero no puede tolerar a hombres de diversa opinión: "Todos son ignorantes,
todos 'santa alianza', si no llevan su divisa. Los eclesiásticos son tratados por los integrantes de la
'Logia Filosófica'", como Martín Rodríguez, "con las más incultas expresiones", mientras se educa
en las universidades bajo los principios del "luteranismo" como lo hacen "el clérigo Sáenz y el
clérigo Agüero."199

Refiriéndose Castro Barros a la administración política y eclesiástica de Buenos Aires, se


pregunta si a autores de "tiranías y patrañas impías" alguien puede dudar de que no "son católicos
romanos", sino "filósofos [y] luteranos".200

Busca contrastar abruptamente la actitud del gobierno de Buenos Aires, cuando apunta
que en España, "destruida la horda de constitucionales, el Rey Fernando VII ha decretado que se
le devuelvan a los conventos y monasterios todos los bienes que se les habían quitado."201
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Tanto quienes se sublevaron en San Juan contra del Carril y quemaron la Carta de Mayo,
como el levantamiento de Facundo Quiroga -desconociendo la autoridad del presidente Rivadavia
y del Congreso-, como también el frustrado motín de Gregorio Tagle en Buenos Aires, elevaron
como consigna la defensa de la religión, a lo que este último agregó la reivindicación del cabildo,
proponiendo destituir a la administración gobernante a la que acusaba de buscar unirse al Imperio
Español, más precisamente, a la España constitucional.

A una determinada religión conviene más cierta forma de gobierno, como lo había
indicado el presbítero Castro Barros, reiterando lo que ya era un lugar común en teoría política. A
éste, como a otros integrantes de las minorías ilustradas, se les imponía la realidad, esto es, la
arraigada tradición católica española, evocada por el mismo título de "Majestad Católica" de los
reyes de la Corona de Castilla, concesión pontificia a las personas de los Reyes y, por su devoción
y fidelidad a la Santa Sede, depositarios del Patronato. Teóricos como Saavedra Fajardo, Feijóo,
Jovellanos, por el lado español, y la teoría sociologista de Montesquieu, no hacían más que
confirmar tales razonamientos (v. Monarquía e Iglesia, 1ra. Parte).

En otras palabras, no se podía pensar en constituir un Estado sobre bases sólidas, si no


se insertaba a la Iglesia en su estructura.202

Poder temporal y espiritual se necesitaban mutuamente, como con toda claridad en 1790
lo había apuntado el deán Gregorio Funes en su Oración Fúnebre a Carlos III 203, y la destrucción
de uno arrastraba al otro irremediablemente; el ejemplo de la Revolución Francesa, como lo
destacará el padre Francisco de Paula Castañeda204 era harto elocuente.

El arraigo en las masas populares -sin excluir a ciertas parcialidades indígenas- de la


Monarquía Española, era producto de la simbiosis que se vislumbraba en los fines de ambas
instituciones.

No resulta para nada sorprendente que Manuel Belgrano, conocedor avezado de la


realidad rioplatense, aconsejara al recién llegado José de San Martín, no olvidar que la guerra en
"los pueblos del interior" no sólo se hacía con armas, pues allí las fuerzas militares que respondían
al rey, la hacían "llamándonos herejes, y sólo por este medio han atraído las gentes bárbaras a las
armas, manifestándoles que atacábamos la religión.205".

En carta a Tomás Godoy Cruz, diputado por Mendoza ante el Congreso de Tucumán, se
pregunta San Martín: "Si por la maldita educación recibida ¿no repugna a mucha gente de los
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patriotas un sistema de gobierno puramente popular, persuadiéndose tiene éste una tendencia a
destruir nuestra religión?206."

Atentos al tema de la estrecha relación Religión-Forma de gobierno, resulta singular el


planteo de fray Francisco de Paula Castañeda, inscripto en la línea de pensamiento que
denominamos "legitimismo vernáculo", que Castro Barros desarrolla a través de un discurso
destinado a responder en lenguaje enérgico, pero culto y erudito, los dicterios de quienes
defendían el modelo de Sistema Representativo de sesgo notoriamente anticlerical.

Castañeda, en cambio, acude en su réplica a un vocabulario político absolutamente


directo y llano, agresivo, soez en muchos casos, satírico siempre; estilo que define todos sus
"papeles", llevados por la intención de denostar y descalificar lo que considera sofismas políticos.

Persigue ser el vocero del "imaginario colectivo"; identificar su discurso con el


pensamiento de amplios sectores de la sociedad; con la voz de una comunidad que interpreta
orgullosa de su estirpe hispana y que, en consecuencia, acusa el impacto e intenta resistir la
destrucción de su cultura.

¿Quiénes son objeto de su diatriba?.

Fundamentalmente los "ministeriales" o el "Partido del orden", pero también los "federales
doctrinarios", así como los caudillos y su federalismo dispersivo -casi específicamente Artigas,
López, Ramírez y Carrera-; esto es, aquellos que desde afuera y en colaboración con los de
adentro de Buenos Aires, "nos enfederaron" en el año de 1820.

El pensamiento de Castro Barros y de Castañeda es el de aquellos sectores de las


minorías reflexivas que advierten que el aislamiento de las provincias se iba a profundizar, habida
cuenta de la orientación doctrinaria del grupo dirigente de Buenos Aires. La desconfianza a la
provincia porteña encontraba abundantes justificativos por la puesta en marcha de una maquinaria
destructiva que hacía blanco en un valor que podía convertirse, por su legitimidad, en instrumento
unificador: la religión.

El acercamiento estrecho de la administración porteña a los Comisionados Regios, sin la


exigencia previa por parte del gobierno de Buenos Aires del reconocimiento de la independencia
antes de cualquier instancia negociadora, daba pábulo para que se sospechara sobre una nueva
integración política con España207; grave, para este sector representativo del "legitimismo vernácu-
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lo", si se tiene en cuenta que se trataba de la España constitucional.

Castañeda en su discurso político rescata el sentido tradicional de la autoridad política,


considerando que la directriz de la historia de España y de Iberoamérica pasa por el catolicismo y
que ésta se entiende conociendo la religión católica. Por eso lamenta la "deserción" de los reyes
de España, pues ello derivó en la reversión de la soberanía, que repentinamente en manos del
pueblo, determinó el surgimiento de varias autoridades sin serlo ninguna. Inmediatamente la
religión resultó agraviada, con ella la moral y así se consiguió destruir a una y a otra de un sólo
golpe.208

"Sistema Representativo" -entendido en su forma ortodoxa o estrictamente


representativa-, esto es "invacunado con el pus federal209; régimen de "republicadores prostituidos"
que persigue "ponernos en la confusión y anarquía210", pues no otra cosa es un régimen político
que se asienta en el desprecio de su estirpe y de la religión211.

Este régimen supone la "igualdad de los demonios" que se parece a la libertad tan
pregonada "que en once años hemos quedado en razo" en nombre de "la libertad, la propiedad y
la imprescriptibilidad de los derechos tuertos212."

Para Castañeda todo aquello que en política es producto del filosofismo del siglo de las
luces -muchos autores a los cuales alude eran seriamente objetados en la época por los mismos
pensadores liberales- es régimen prostituido, anárquico, inmoral y licencioso. Exaltará todos los
valores tradicionales, incluso el estereotipo denigratorio con que el liberalismo envolvió al lexema
Absolutismo, con el fin de subrayar la extrema perversidad que encerraban los "libros de pasta
dorada" de Voltaire, Rousseau o Paine, de cuyos efectos es exponente más que elocuente el
asesinato de Luis XVI, producto de la "ideología diabólica", que socavó los pilares de la "gran
monarquía francesa": "clero" y "nobleza"213.

En una crítica dirigida al periódico El Año XX, reflexiona que la política y la filosofía de
todos los siglos siempre llamaron en su auxilio a la "teocracia" para sostener los gobiernos; pero
que a los siglos XVIII y XIX parecían les "estaba reservado el espectáculo de politiquear y filosofar
sin teocracia [...]. Diderot decía que jamás habría paz en Francia si primero no trataban de ahorcar
al último de los reyes con la última tripa del último de los sacerdotes". Pronto surgió por obra de
los filósofos "el espíritu de rebelión para mudar gobiernos como camisas" y para esto se prestaba
ese régimen prostituido llamado "República".214
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Quienes asientan sus principios en modelos destructivos de las autoridades consagradas;


quienes con inspiración luterana ofenden al Papa y a la religión verdadera nunca podrán "darnos
una unión íntima" como la que proporcionó Fernando VII.215

"Pacto social" roussoniano, "irreligión", destrucción de Tronos, nacimiento "de repúblicas


flamantes", todo parece -opina Castañeda- propio "para acabar con el linaje humano".216

Desde su periódico La Verdad Desnuda señalará el patriotismo de quienes intervinieron


en la conspiración de Gregorio Tagle, pues enarbolaban como principios la defensa de la religión y
buscaban la destitución de la administración gobernante, a la que acusaban de negociar con
España "para entregarnos".217

Castañeda se adscribe a los principios de la conspiración por lo que éstos entrañan, con
lo cual demuestra coherencia con su discurso. No existe contradicción en simpatizar con la
Monarquía española o portuguesa y rechazar su integración dentro de la Monarquía Constitucional
española. La razón estriba en que la última sólo es monárquica en el rótulo, aquejada por el
mismo mal que critica en Buenos Aires y que arrojó a Francia en el camino de su funesta
revolución.

No hay Monarquía en donde el Rey no gobierna ni tiene responsabilidad social por sus
actos. Monarquía es aquella tradicional nacida al amparo de la Iglesia y arraigada en la historia; la
otra -por su estructura- no lo es, pues el rey pierde el carácter de tal, en tanto las Cámaras
usurpan sus poderes quedando además bajo la tutela del Gabinete.218

El Río de la Plata asiste entonces al enfrentamiento de dos concepciones de vida que


buscan resolverse en dos proyectos de sociedad sustancialmente distintos: uno que rescata los
valores tradicionales resguardados por la constitución histórica, que otorga protagonismo a la
comunidad dividida en clases actuando estamentariamente y venerando la religión católica,
conciliable con alguna modalidad de Monarquía Constitucional o temperada, en la línea de
Jovellanos (v. Gráfico Nro. 1 - Ejemplo Nro. 3, no excluyente el 5). El otro, que pone el acento
en el individuo, abandona la representación por estamentos, sobre todo después de la crisis de
1820, y adopta un sesgo marcadamente anticlerical.

En tierras rioplatenses -y entre españoles peninsulares enrolados en los ejércitos del Rey-
se asiste también a la puja entre los llamados "liberales" y "serviles", siendo el general Pedro
Antonio de Olañeta la figura que se enfrenta en defensa del "Trono y del Altar", no sólo con los
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llamados patriotas, sino con las mismas autoridades locales peninsulares, surgidas al primer plano
a partir del "Pronunciamiento" de Riego en España.

Los estandartes que se esgrimen por uno y otro bando coinciden en su alcance con las
expresiones que los criollos rioplatenses sostenían según fuesen defensores de un Sistema
Representativo Ortodoxo o Imperfecto, y no son distintas de las que inspiran a partidarios del
"constitucionalismo" y a los "legitimistas" en Europa occidental.

Como ya lo apuntamos, se trata de la confrontación de dos concepciones de vida que


acuden a lexemas o expresiones estereotipadas como armas de defensa y ataque.

En este sentido, y referido a la lucha entre "serviles" y "liberales" en suelo rioplatense, El


Argos -en un Suplemento especial- titula la primera página: "En el Alto Perú. Batiéndose los
Realistas serviles con los Constitucionales". Allí reproduce la Proclama del general Olañeta a
los Pueblos del Perú, que comienza con la frase "¡Viva la Religión!", expresión que debe interpre-
tarse: «No al Sistema Representativo en su modalidad de Monarquía Constitucional según los
principios de la Constitución de Cádiz» (v. 1ra. Parte: Ejemplo Nro. 4).

Su Proclama constituye una apretada síntesis de importantes presupuestos del


pensamiento legitimista, en tanto esta confesión pública refiere la "escandalosa corrupción en que
algunos novadores querían sumergirnos"; confesión de quien es "consecuente a los principios de
la Religión y fiel al Soberano por convencimiento", de allí la denuncia pública a quienes -entre ellos
el virrey La Serna- "han derramado todo el veneno de la falsa filosofía", es decir, "las perniciosas
máximas de sus maestros impíos".

El fin perseguido, acota Olañeta, no era otro que el de profanar los objetos más sagrados:
"la Religión y el Rey".

Su ejército de la fe -contemporáneo de los Cien Mil Hijos de San Luis que el Duque de
Angulema desde Francia condujo a España- intenta detener el vilipendio a que ha sido sometida la
Religión de un pueblo católico que ha observado el sacrílego fanatismo, deduciéndose entonces
"que la impiedad, el odio al rey [...] el total trastorno del orden y la más torpe arbitrariedad eran
los caracteres de su decantado liberalismo [...] sistema destructor de la moral cristiana" y de
las "antiguas costumbres".

¿Por quién lucha Olañeta y su ejército?: "Por la Religión, el rey y por los derechos de la
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Nación española".219

La Gaceta Mercantil inserta en su Nro. 416 una Carta de Olañeta a Bolívar, en la cual
el general español explica al Libertador que decidió desprenderse de la autoridad del virrey La
Serna por su experiencia "de lo perjudicial y ruinoso que era al Sistema Constitucional" y, si algo
tenía de bueno "la Constitución del año 12, jamás se observó en el Perú, y sólo se cumplían
aquellos decretos que hollaban la religión."220

8. Sistema Representativo y Cabildo

Residuo del sistema administrativo español, la corporación llamada cabildo también


entraba en colisión con la existencia de un Sistema Representativo que buscaba encuadrarse en
Buenos Aires dentro de una mayor ortodoxia.

El cabildo era una corporación vinculada con el surgimiento de las ciudades indianas, de
gran protagonismo en los momentos iniciales y finales de la administración española en Indias.

Como toda institución de la enorme maquinaria que constituía la Monarquía española,


esta pieza cumplía distintas funciones, donde la actividad legislativa y la judicial, lejos de conside-
rarse antitéticas, se entendían complementarias.

La autoridad ejecutiva no le era ajena y recaía en el cuerpo capitular cuando asuntos


graves así lo imponían. Recuérdese el protagonismo del Cabildo de Buenos Aires en 1806, 1807,
1810, 1815 y 1820.221

El Sistema Representativo, por lo contrario, se estructura sobre la base de la estricta


división de poderes y funciones y, si bien entendía la co-soberanía de los mismos, partía de la
premisa de su separación.

Conformado el Poder Legislativo bajo la forma de Congreso, Asamblea, Sala de


Representantes o Legislatura, la institución cabildo aparecía superflua, ya que su función primera
quedaba absorbida por el Poder Legislativo.222

Quienes eran acérrimos defensores del Sistema Representativo vieron en el Cabildo una
expresión de aquella aristocracia vinculada con los privilegios, con los fueros y con todo lo que
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trasuntara espíritu faccioso. Paradójicamente, esa aristocracia resultaba una expresión de


Democracia directa cuando acudía a expresar su opinión en sesión de Cabildo abierto.

De acuerdo con los estereotipos léxicos en boga, los cabildos eran instituciones sólo
compatibles y necesarias dentro de regímenes despóticos, tanto en sus versiones foráneas como
autóctonas.

En tanto los regidores aparecían como consejeros obligados del poder central de su
respectiva localidad -mucho más requeridos dada la inexperiencia y la debilidad de los ejecutivos
revolucionarios-, la nueva administración que manejó los destinos de Buenos Aires desde 1821
acusó el temor de su prestigio y enseguida el cuerpo capitular quedó identificado con poder
faccioso, intrigante, que buscaría hacer del gobierno un satélite suyo.

Defensor acérrimo de la localidad, aparecía como una cuña para quien intentara
implementar un régimen acentuadamente nacional o unitario. Claro está que una concentración
así concebida forzaba, al tiempo que comprometía en exceso, la estructura básica del Sistema
Representativo.223

En otras palabras, quienes desde 1821 emprendieron la tarea de administrar Buenos


Aires e intentaron proyectar su modelo a toda la extensión de las antiguas Provincias Unidas en
Sud-América no podían ocultar demasiado su parentesco y admiración por la experiencia liberal
española de las Cortes de Cádiz, cuyo modelo de Sistema Representativo, si bien era harto
imperfecto, resultaba una experiencia por demás valiosa en tanto operaba sobre una realidad
cultural cercana. Por otra parte sus defectos podrían corregirse incorporando aquellos elementos
valiosos que ofrecían los paradigmas británico y norteamericano.

Como símbolo de fanatismo y de cuerpo privilegiado se refleja en las páginas del


periódico El Correo de las Provincias, cuando al referirse a las elecciones en Mendoza señala
que quienes se oponen son "la junta, el cabildo y el conciliábulo de godos fanáticos", subrayando
que resulta preciso "que precedan las buenas instituciones y que los diputados para el congreso
general sean electos por los pueblos libres, y no por los cabildos, los frailes, los fanáticos, los
godos."224

A través de un estereotipo de fanatismo que reúne a godos, frailes y cabildos, el periódico


identifica a quienes representan el privilegio, es decir, la rémora de una época sombría.
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Como "funestos fragmentos del Gobierno Peninsular", califica Bernardino Rivadavia a los
cabildos, sólo compatibles con la existencia de un "Gobierno Monárquico Absoluto" en donde el
pueblo necesita reservarse "un resto de autoridad", pero "incompatible con un Gobierno
Representativo en que esa autoridad suprema" del monarca "ha retrovertido a la sociedad".225

Asociando al cuerpo capitular con las manifestaciones tumultuarias, lo califica de


"monstruo de la anarquía", logrando al finalizar la sesión del día 20 de diciembre de 1821 que la
Sala de Representantes suprimiera los cabildos de la Provincia de Buenos Aires.226

Manuel A. de Castro se había expedido en el mismo sentido, pero sin propender a la


extinción del Cabildo de Buenos Aires, sino a acotar sus funciones a las estrictamente
municipales.

Lo califica, a la luz de la experiencia del año 1820 y en virtud de las atribuciones que se
venían arrogando, "de poder monstruoso, heterogéneo, ilegítimo y perjudicial", expresión de
democracia directa, pues se ha visto que "los enemigos del orden" se han valido del "pueblo", del
"Cabildo" y de la fuerza de "las bayonetas", buscando extinguir "la representación soberana
constituida por el mismo pueblo", reasumiendo "una autoridad enteramente superior y ajena a su
instituto", autoridad que sólo existe "en la imaginación de los demagogos".227

José Valentín Gómez, integrante de la Comisión de la Sala de Representantes encargada


de estudiar la extinción del Cabildo de la Provincia de Buenos Aires pero partidario de adaptarlo a
las nuevas circunstancias y no de suprimirlo, de cuyas reflexiones -"la primera exposición más o
menos orgánica sobre lo que debía ser el régimen municipal argentino" 228- nos serviremos para
cerrar este acápite, observará que en su estado actual el Cabildo representaba un resabio de
aristocracia, considerando que "en un gobierno representativo no hay más aristocracia que la que
dan el saber y las virtudes" y, en este sentido, presenta a "Francia" e "Inglaterra" como "un
ejemplo de esta verdad".229

Adviértase de qué manera Gómez se vale de la voz 'aristocracia' -basándose en su


etimología- para marcar en un mismo pasaje tanto el ennoblecimiento como el envilecimiento de
ésta, ejemplificando con dos países a los que se admiraba por encontrar en la Cámara de los
Pares un natural equilibrio del cuerpo político.230

Se envilece la voz 'aristocracia' asociada con 'fuero' o 'privilegio'.


¡Error!Marcador no definido.

Los pares hereditarios en un 'País libre' representan la aristocracia del mérito, reserva
moral del Estado. Así empleada, la voz se ennoblece. Hablar de aristocracia en "Francia" e
"Inglaterra" es hacerlo siempre en este último sentido.

Los países europeos se convierten en 'libres' porque la aristocracia ha facilitado el


tránsito, ha actuado en ese sentido. En América hispana, educada en el despotismo, ciertos
sectores que no constituyen una auténtica aristocracia pretenden conservar fueros, privilegios; por
tanto, lejos de propender al 'Gobierno libre', lo aborrecen.

¿Se puede considerar que existen dos discursos diferentes: uno que sólo ve en el Cabildo
una expresión de Aristocracia y otro que estima es un resabio singular de la Democracia directa?.

Antes de abordar la respuesta, nos importa advertir la orientación teórica que, en su re-
presentación del cuerpo capitular, ofrecen las minorías reflexivas. Por un lado, el Cabildo se
considera integrado por una aristocracia, pero se califica de Democracia directa o tumultuaria a
aquella aristocracia -'parte sana de la población'- convocada por los capitulares, pero ajena a la
corporación.

En tanto la 'parte sana' de la población concurra al cabildo para expedirse directamente


sobre determinado tema, se convierte en expresión de Democracia directa; se trasmuta en
elemento tumultuario.

Si bien no es posible brindar una respuesta absoluta, dada la orientación de los distintos
discursos en otros aspectos político-institucionales, se puede inferir que aquellos sectores más
inclinados por el denominado Sistema Representativo ortodoxo entienden su crítica como
naturalmente orientada en ambas direcciones.

En este 'discurso-tipo podría afirmarse entonces que, expresa o tácitamente, quienes


abordan un aspecto de la crítica se proyectan también hacia la otra.

Ahora bien, aquellos sectores de las minorías reflexivas, encuadrados dentro de un


Sistema Representativo imperfecto, privilegiarían sobre todo el carácter tumultuario que supone la
institución, bajo el carácter de Cabildo abierto.

Es decir, en tanto ciertos sectores objetan al Cabildo como institución, otros dirigirían más
su oposición a la modalidad conocida como 'Cabildo abierto'.
¡Error!Marcador no definido.

En tanto algunos sectores de las minorías reflexivas rioplatenses embestían contra el


Cabildo por considerarlo un resabio de Aristocracia identificado con el Gobierno despótico, otros lo
consideraban expresión de Democracia directa o tumultuaria, identificado con la demagogia, sobre
todo por el carácter faccioso que tomaban las elecciones dentro del cuerpo capitular bajo la
práctica del 'Cabildo abierto', con la convocatoria al "pueblo" para expedirse directamente, esto es,
sin representantes que obraran libres de compromisos y de presiones sectoriales.

En forma explícita se advierten ambas orientaciones de la crítica en los editoriales de


Antonio Valdés, quien primero orienta su ataque al "Cabildo abierto", por considerar que "lleva en
sí todos los síntomas de un tumulto popular."231

Se trata de "una multitud excitada por la ambición de un cierto número de gentes",


agolpada en "las galerías y salones de las casas consistoriales con la fuerza armada al frente"; tal
la descripción que del Cabildo abierto realiza Guillermo Blanco White en su "célebre Español del
mes de febrero de 1813."232

Antonio Valdés, quien reproduce en un editorial de El Censor fragmentos de las


reflexiones de Blanco White, enderezará la crítica contra la institución capitular por considerarla
una expresión de democracia directa, pero reconocerá que "no falta quien defienda que en un
cabildo abierto hablan las corporaciones, que son las que comprenden a los ciudadanos
ilustrados".

Considera que expresarse por medio de corporaciones resulta un atentado enorme "que
pugna abiertamente con el orden de nuestra constitución, atacándola en su raíz: es además
repugnante al espíritu de la Europa ilustrada, a todo sistema representativo, que es el que en el
día forma el fondo de nuestra constitución."

Estos sectores ilustrados serán también quienes decidan políticamente, en tanto "únicos
capaces de intervenir" en los negocios políticos, y dentro del Sistema representativo podrá hacerlo
"cualquier honrado estanciero" en calidad de "sufragante".

Valdés, que ha participado de las sesiones de las Cortes de Cádiz, afirma que "sólo en el
sistema español", y aclara, durante "el yugo arbitrario de los virreyes, pudieron tener lugar
semejantes proposiciones, muy propias de un derecho público arbitrario, y emanado de la voluntad
de un déspota."233
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Enumeramos a continuación algunos de los calificativos empleados por el redactor de El


Censor al referirse al "Cabildo abierto": "En él se oyen insultos al hombre pacífico por la audacia
del atrevido [...] el orador turbulento procura infundir temor con su petulancia; el orador sedicioso
hace resonar su estudiada sofistería, y prostituye la razón a los incentivos de sus esperanzas; el
mañoso no lleva por regla la verdad, su carácter venal y veleidoso se atempera al partido que ve
prevalecer; [...] los demagogos tumultuarios agitan la multitud que huye la verdad; el candor
desaparece; la razón se ofusca; [...] el pueblo se aturde; la virtud corre peligro evidente de ser
oprimida; triunfa entonces la iniquidad, y la patria perece. Este es el resultado probable [...] de un
cabildo popular."234

Similar orientación adquieren las palabras de los redactores del periódico La Estrella del
Sud, cuando afirman que la "voluntad general" no consigue expresarse ampliamente "en los
cabildos abiertos" donde "unas veces el más osado consigue sofocar la opinión de los demás y
otras veces un buen orador con malas razones [...] se atrae la opinión de muchos."235

Crítico del Cabildo abierto se muestra José de San Martín, quien ante el comentario del
cabildante mendocino Manuel Molina en el sentido de convocar a "Cabildo abierto" para consultar
la voluntad del pueblo sobre el plan de Monarquía incaica, le responde que no le "parecía lo más
acertado y que en todo caso lo mejor sería citar a su casa por las esquelas de particular convite a
aquellos sujetos de consejo."236

Una alusión indirecta la encontramos relacionada con la convocatoria a Cabildo abierto en


Mendoza para elegir diputado ante el Congreso que habría de reunirse en Tucumán. Iniciada la
reunión, el síndico procurador Tomas Godoy Cruz advierte que "cuanto se decida será ilegal si las
resoluciones no se adoptan por votación secreta según el estilo común de los pueblos
medianamente cultos."237

Bajo el gobierno de Martín Rodríguez, y embarcada la administración porteña en seguir


los pasos de la ortodoxia representativa, la era de las reformas apuntó contra las Milicias, la Iglesia
y el Cabildo, pues molestaba la rápida alianza que lograban estos "resabios del despotismo".238

Interesa precisar que si efectivamente en la región rioplatense -específicamente en


Buenos Aires- distaban mucho la Iglesia y las Milicias de formar verdaderos estamentos o
corporaciones, a los fines de descalificarlas y de vulnerar su influencia, se utilizaba este
calificativo.
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Tanto el Cabildo secular como el eclesiástico, adquieren singular significación en el


"esbozo" de Constitución exhibido por José Agrelo.

El Cabildo eclesiástico surge como poder moral, verdadero censor de todo el sistema
-árbitro supremo- a la manera del monarca neutro, pues "todos conocemos el aprecio y distinción
que merece esta corporación a la sociedad." Él formaría "la tercera parte del Poder legislativo",
cuyos miembros por el "respeto" que merecen, gozan de inamovilidad absoluta; única institución
rioplatense que, por la dignidad de sus miembros, puede acercarse a la que por naturaleza
corresponde al monarca británico.

Se constituiría en Cámara "de revisión".

Para dar forma a un símil de la Cámara de los Lores, o "segunda Cámara", acude a los
Cabildos seculares, que luego de 1810 desempeñan "el primer papel en las ciudades", pudiendo
integrarlo todo vecino con una fortuna relativa y "todo americano con título de duque, marqués o
conde, como no fuera militar, lo consideraría un regidor nato del cabildo, en cualquier ciudad,
donde se colocase la silla del gobierno."

Esta parte del Poder legislativo debería "contrabalancear el poder del pueblo", esto es, la
Cámara de Representantes, que podrán integrar los ciudadanos que, entre otras condiciones
reúnan "algún fondo o propiedad".

El "esbozo" constitucional de Agrelo significa el mayor homenaje y la más alta jerarquiza-


ción otorgada a la corporación capitular, pues reconoce su gravitación en el imaginario colectivo.239

Un juicio altamente valorativo de las Juntas y Cabildos surge de las palabras que Henry
H. Brackenridge -secretario de la misión diplomática encabezada por C. A. Rodney (1817-1818)-
transmite al presidente Monroe.

Apunta que se trata de "asambleas populares" que "han existido siempre en la Monarquía
española: y que colocan en las manos de los vasallos una porción considerable del gobierno, y
que producía un efecto casi semejante al juicio por jurados en Inglaterra". Concluye afirmando que
la existencia de esas "asambleas populares o concejos más usados en las colonias que en la
antigua España [...] debieron hacer del pueblo de un orden superior al de los esclavos de un
Despotismo absoluto."240
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En defensa de la institución capitular, apuntando el carácter popular de la misma, se


expidió J. Valentín Gómez, considerando que la Sala de Representantes debe reestructurarla,
reduciendo "sus atribuciones".

Apunta que el mantenimiento del Cabildo responde a "la naturaleza misma de las
sociedades", observando "que esta clase de establecimiento fue la única popular en el antiguo
régimen", que permanentemente "había pugnado contra la arbitrariedad, contrabalanceando" el
poder "irresistible" de la Monarquía.

Señala que, dadas las "funciones de beneficencia pública" que encierra, ha sido
conservado hasta el presente "en todas las naciones, donde no solamente rige un Gobierno
monárquico, sino también en las Repúblicas más celosas como eran los Estados Unidos de la
Norte América."241

9. Sistema Representativo y Fuerza Militar

En los dos apartados anteriores referimos a aquellas instituciones que en la época eran
designadas con el nombre de corporaciones.

Es a la fuerza militar, que a partir de 1821 entrará en las miras reformistas de la


administración de Buenos Aires y al grado de participación que le cabe a la misma dentro de un
Sistema Representativo, a la que haremos referencia aquí.

En otro apartado, y bajo el título de Gobierno despótico, referiremos a todos aquellos


gobiernos que, en gran medida por la incidencia de la fuerza militar, merecieron tal nombre por
parte de quienes se consideraban los mejores interpretes del Sistema Representativo.

Henry M. Brackenridge, en carta informativa sobre América del Sud a James Monroe, al
aludir a la fuerza militar -utilizando un estereotipo que identifica País que posee ejército
permanente o tropas mercenarias con Gobierno Despótico- apunta que éstos no existen en esa
parte de América, por ello "los habitantes esparcidos sobre vastísimas superficies no pueden ser
agitados por demagogos intrigantes o ambiciosos."242
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En 1818, "en la sesión del 27 de marzo de la Cámara de Representantes de los Estados


Unidos, Mr, Holmes de Massachusetts" señaló que en un Sistema Representativo el soldado, en
tanto ciudadano, es soldado de la libertad que por sus características produce "un contagioso
entusiasmo" que comunica a las filas del enemigo "desafecto y derrotas".243

Usa aquí el orador del modelo de ciudadano-soldado de la República romana, recurso


didáctico ya empleado desde el Barroco como "ideal-tipo" de virtud y que el racionalismo liberal del
siglo XVIII opuso a la conducta 'viciosa' del cortesano criado a la sombra del despotismo.

Todos los atributos de la República romana se volcaron entonces en el molde de la


llamada República o Democracia, para terminar caracterizando desde el último tercio del siglo
XVIII -reivindicada la primera en perjuicio de la segunda- a la llamada República o Sistema
Representativo.

Como venimos insistiendo, el lexema República se hizo sinónimo de Gobierno racional,


libre y moderado, es decir, de Sistema Representativo que, elevado a la categoría de forma de
gobierno, varió semánticamente el contenido de República o Monarquía, relegadas a poco más
que un simple rótulo.

Un remitido inserto en El Centinela y firmado por El Oficial Reformado, concede lugar al


estereotipo empleado por Brackenridge, señalando la peligrosidad que encierra para un gobierno
libre o República tener en su seno "ejércitos permanentes", pues éstos siempre "asombran la
libertad civil". Sin embargo, la situación no reviste peligro si su número no es excesivo ni su
composición viciosa y en tanto el gobierno atienda "sabiamente a esta importante materia."

Considera fundamental la educación que reciban los oficiales, "pues la que reciben
nuestros futuros generales es la más triste", ya que es propio de los militares republicanos poseer
costumbres sobrias y conocer más que las ordenanzas, en tanto esto sólo "sería bueno para una
monarquía absoluta."

Un código militar nuevo, adecuado a la virtud republicana, se hace necesario en Buenos


Aires. Sirva como ejemplo España que "sancionó un código nuevo; código constitucional [...] para
soldados de una nación y no para lacayos de una majestad". En otras palabras, código como el
que merece Buenos Aires, "digno del sistema que nos rige".244

10. Sistema Representativo: Caracterización


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Es intención de este apartado recopilar los caracteres más salientes del Sistema
Representativo.

Cuando las minorías reflexivas rioplatenses describen al Sistema Representativo, se


advierte enseguida que apuntan a lo que denominamos Sistema Representativo ortodoxo.

Serán sobre todo los sectores de las élites que se enrolan en la República consolidada en
unidad de régimen quienes insistirán en la caracterización de un paradigma que estiman la
Provincia de Buenos Aires ha comenzado a implementar, después de las conmociones del año
'20; modelo que deberán imitar las demás provincias 245 en la medida que quieran avanzar por el
camino de la civilización, dejando atrás la barbarie inveterada.

Los atributos nucleares del Sistema Representativo -el que impera en todo "gobierno
libre"- se asientan en "tres grandes descubrimientos" relacionados con el nacimiento del auténtico
sistema electivo a través de "asambleas representativas del pueblo, en vez de las colectivas y de
las tumultuarias; la separación y deslinde de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judiciario; y la
balanza con que deben contrapesarse las Cámaras legislativas."246

Su naturaleza, como ya se indicó, es republicana de modalidad 'mixta', y la publicidad de


los actos de gobierno es la nota que ennoblece el operar del Poder Ejecutivo.

Sistema Representativo resulta sinónimo de voluntad popular, es decir, expresión de la


opinión pública.

Otro atributo, dada la naturaleza de esta forma de gobierno, se identifica con el principio o
resorte que pone en marcha a las repúblicas: la Virtud.

El lexema 'virtud' se convertirá en la palabra-eje de un vasto campo léxico.

10.1. El Sistema electivo en relación con las Asambleas Representativas del pueblo

La elección de representantes que individualmente se convierten en representantes de la


voluntad popular pero, a la vez, independientes, es decir, no sujetos al mandato imperativo de sus
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electores en tanto representantes de la Nación y no de una fracción de ella, constituye el motor del
Sistema político creado por el "siglo de las luces".

El accionar de las corporaciones será considerado un resabio de la 'ignorancia' que


predominó en tiempos del oscurantismo. Para la nueva categoría institucional las corporaciones
sólo podían ser conciliables con épocas de confusión y de error,ligadas a prestigios y autoridades
falsas.247

El Sistema Representativo era el fruto de la 'razón', de allí que hablar de una nación que
se decidiera por el funcionamiento de las Asambleas de Representantes era hacerlo de un pueblo
dotado de "Gobierno libre"248. Esta fue una de las expresiones más difundidas para hablar de
Gobierno representativo, pero también se emplearon como sinónimos otras, a saber: "Gobierno
regular", "Gobierno constituido"249, Gobierno de "Instituciones libres"250, "Gobierno racional y
moderado251, propio de un País libre", como así llama El Argos a Buenos Aires.252

Referir a las virtudes eminentes de la República253 será hacerlo de la naturaleza del


Sistema representativo, es decir, del carácter electivo del que recibe su ser.254

De no mediar mención explícita de la modalidad gubernativa, la voz República debe


entenderse como sinónimo de Sistema Representativo255. En otras palabras, con una u otra
denominación se quiere apuntar al único gobierno donde impera la ley256; es el sistema de la ley.
De allí que, como indica el político francés Lázaro Carnot, no importa cuál sea la forma de
gobierno existente pues la organización puede darse "de diferentes modos".257

La legitimidad de la ley estará dada por el órgano del cual emana, por las "formalidades
externas", aun cuando resulte injusta y contraria a los intereses generales, por su "carácter
coactivo".

Esta manifestación del sistema electivo, cuya expresión se traduce en la voz de los
legisladores o representantes, fue el canal por medio del cual la ley adquirió ese carácter
omnipotente al que se refiere Carnot. La voluntad del legislador se impone "en detrimento de la
labor creadora del jurista, de la costumbre y de las aspiraciones de la comunidad".258

Las Asambleas representativas son concebidas como el órgano absoluto, árbitro supremo
de donde emanará la norma justa, que lo será por la institución de la cual surge.
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El Sistema representativo, en tanto concebido en su forma ortodoxa, considerará que las


tradiciones de los pueblos son rémoras que será necesario remover lentamente para que se
imponga la luz de la razón. Para instaurar el Sistema representativo habrá que enfrentarse "con
pasiones encarnizadas, desarraigar hábitos perniciosos y destruir preocupaciones selladas."259

Como lo explican Bernardino Rivadavia y Manuel J. García, es necesario arrancar


"antiguos cimientos"260.

10.2. Gobierno Mixto: Deslinde de poderes y balanza constitucional

La división del poder en tres ramas constituye uno de los elementos que componen la
estructura de la forma de gobierno representativa, lo que supone la independencia de ellos, pero
también su interrelación y el contrapeso necesario entre las Cámaras de la rama legislativa del
poder.261

Por su complejo entramado, el Sistema representativo puede imponerse efectivamente


sólo en épocas de madurez política262; el mismo se perfecciona con la "experiencia y la
meditación", como ocurre con toda ciencia.263

Referir al deslinde de poderes es hacerlo de potencias secundarias, según afirma Pazos


Silva, pues las potencias primarias con que se construye también la forma de gobierno
representativa, no son otras que las llamadas formas puras en la clasificación aristotélica.
"Potencias primarias" y "secundarias" conforman el llamado Gobierno mixto, estructura sobre la
que se levanta la categoría que denominamos Sistema Representativo.

Pazos Silva, al aludir al paradigma británico como cuna del Gobierno Mixto explica por
qué habla de potencias primarias y secundarias, afirmando que los poderes ejecutivo, legislativo y
judicial "son tenidos en razón por arcos principales que sostienen aquel Estado", pero las formas
llamadas "Realismo", "Nobleza" y "Pueblo", son los "poderes [...] de los que se habla en la
Constitución Inglesa"; ellos constituyen "las bases o matriz de que parte su gallardía original, su
consistencia, su majestad".264

En este sentido, apunta el deán Gregorio Funes, en América el Gobierno es mixto, pues
"su organización social algo tiene de democracia [...], de aristocracia electiva [y] de Monarquía
¡Error!Marcador no definido.

Constitucional".265

En el Manifiesto explicativo de la Constitución de 1819, señala que ésta adoptaba la


forma "mixta" de gobierno, elucidando -como más tarde lo haría la Comisión de Negocios
Constitucionales en relación con el texto de 1826- que tal constitución era "un estatuto" que se
acercaba "a la perfección", pues constituía "un estado medio entre la convulsión democrática, la
injusticia aristocrática y el abuso de poder ilimitado"; no era, pues, "ni la democracia fogosa de
Atenas [...], ni la aristocracia patricia de Roma, ni el gobierno absoluto de Rusia, ni el despotismo
de la Turquía, ni la federación complicada de algunos estados".266

Como afirmaba Carnot, Monarquía Constitucional y República equilibrada tienen "muchos


puntos" comunes267: "¿acaso hay contrariedad en ellas?", afirma Funes, quien "hablando bajo la
garantía del sabio conde Desttut de Tracy en su comentario sobre El espíritu de las leyes"
sostiene que "la palabra republicano es muy vaga", de allí que resulte impropio emplear "la
clasificación de republicano [...] para indicar oposición con la de monárquico".268

No puede haber contrariedad entre República y Monarquía encuadrados dentro de la


estructura 'mixta' del gobierno Representativo. 269 El Censor, transcribiendo palabras de John
Adams, señala en este sentido que "los buenos príncipes adoptaron el espíritu de las Repúbli-
cas"270, pues, leemos en El Argos, los elementos que conforman el Gobierno mixto lo identifican
con el gobierno de Pueblos soberanos271, y resulta toda una definición de "las instituciones del
siglo a que pertenecemos".272

Entendido el Gobierno Mixto como régimen de equilibrio de fuerzas antagónicas, éste se


daría entre las potencias primeras, pero además, y por su dependencia de éstas, entre los
poderes ejecutivo y legislativo.

El equilibrio se identifica con la imagen de la 'balanza constitucional', que parece ofrecer


dos interpretaciones en relación con la entidad encargada de constituirse en fiel de la 'balanza'.

Partiendo del paradigma británico, se observará que mientras para algunos sectores de
las minorías reflexivas el fiel de la balanza constitucional estaría dado por la Cámara de senadores
-la Nobleza según la teoría que Montesquieu sustenta en fuentes británicas-, y así lo refleja tanto
la Constitución de 1819 como la de 1826; para otros, el equilibrio surgiría del balanceo entre dos
poderes fuertes: el Ejecutivo y el Legislativo.
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"El Senado" lograría impedir el choque entre "dos fuerzas que tienen una dirección
encontrada": el Poder Ejecutivo y la Cámara de Representantes, éste permitiría "equilibrar sus
fuerzas".273 "El Senado debe ser un cuerpo mediador entre el poder armado" -ejecutivo- y "el poder
popular" -Cámara de Representantes-.274

Los redactores de La Estrella del Sud ofrecen otra interpretación de la 'balanza


constitucional'. De sus reflexiones surge que la forma de gobierno representativa requerirá de
elementos niveladores diversos, de acuerdo con la modalidad gubernativa adoptada.

Consideran que constituyó un error de los Congresales haber hecho del Senado el fiel de
la balanza constitucional, pues éste sólo puede ser apropiado para los "Estados de Europa", en
tanto "sostiene su equilibrio entre masas de distinto peso: pueblo por una parte; hombres de
sangre real [...] de la otra; ved ahí las balanzas, cuyo fiel son los nobles."

Estiman que esta manera de gobierno -"concepción sublime de la política moderna"- no


podía implementarse en la región rioplatense dadas las características de los gobiernos, "criándo-
se todavía, y sin la gravedad que aquellos habían adquirido con los siglos"; el Senado no podía
contrabalancear el peso "en los pueblos nuestros" donde no existen distinciones tan marcadas.275

El Censor, transcribiendo el pensamiento de John Adams, nos enfrentará con la solución


que mejor correspondería a un Estado representativo de modalidad republicana.

Adams se desviará de la teoría del 'gobierno mixto' que ofrece Montesquieu, torciendo la
interpretación en boga, en tanto persigue acentuar la fuerza del poder Ejecutivo sobre el
Legislativo.

En este sentido, y después de referir a las luchas entre "facciones aristocráticas y


democráticas" en las pólis griegas, concluye afirmando que tal situación pudo darse en tanto "no
hubo partido que pensase adoptar una balanza constitucional, creando un ejecutivo con igual
poder para contrabalancear los otros dos". Finaliza afirmando que "estaba reservado a la
Inglaterra ser la primera que lo redujese a la práctica".

La balanza constitucional estaría dada por la existencia de dos platillos con igual peso: el
Poder Ejecutivo y el Legislativo. El mutuo equilibrio logra la armonía política.276

Esta diferencia de criterio en la interpretación del funcionamiento del mecanismo de la


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'balanza constitucional', se relaciona con la incidencia que dentro del Sistema Representativo se
otorga al Poder Legislativo.

En la región rioplatense, quienes sostienen un discurso que pondera la ortodoxia del


Sistema Representativo, privilegiarán la fuerza del Legislativo277, y así se pone en evidencia a la
hora de construir la República consolidada en unidad de régimen, pues parten del supuesto de la
ausencia de oposición significativa en las Cámaras. Esto permite explicar que ponderen la fuerza
legislativa y a la vez señalen la necesidad de un Ejecutivo vigoroso.

El esquema planteado por John Adams encuentra también seguidores entre los
partidarios del sistema de unidad, y así lo demuestran los editoriales de El Correo de las
Provincias.278

Entre aquellos que abogan por la modalidad republicana bajo el sistema de administración
federal, se privilegia la fuerza del Ejecutivo, de allí la admiración por el modelo bolivariano.279

En lo que no existe divergencia es en la necesidad de que el Poder Legislativo se


componga de dos Cámaras, buscando el equilibrio o balanceo en esta rama del poder, conciliando
así el 'principio democrático' de la Cámara de Representantes con el 'principio aristocrático' de la
Cámara de Senadores.280

Este equilibrio en el Legislativo determina el carácter que adoptan las leyes que sanciona
el Congreso de Estados Unidos de Norte América: sabias, libres, morales y filantrópicas 281. Pero
esta armonía sólo es posible si existen reputaciones patricias282.

Tal como lo señala el deán Gregorio Funes, la división de poderes es el primer elemento
de la ciencia política283, y un gobierno puede llamarse libre, afirma J. Valentín Gómez, cuando se
levanta "sobre dos principios fundamentales: independencia de los poderes" y "posible inteligencia
y armonía entre estos mismos poderes."284

10.3. Opinión pública y publicidad de los actos de gobierno

En el "Manifiesto con que debe acompañarse a los Pueblos la Constitución de 1826 que
acaba de sancionar el Congreso", se caracteriza al Sistema Representativo afirmando que "es
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libre y feliz un gobierno que deriva sus poderes de la voluntad del pueblo [...] y que respeta
inviolablemente los derechos del hombre."285

Sistema Representativo cuyo lema será, como afirma el deán Funes, "trabajar todo para
el pueblo, pero nada por el pueblo"286. Se ha logrado concretar este principio, sostiene Pedro F.
Sáenz de Cavia, porque las "formas mixtas" sustentan el Sistema Representativo, y se ha
producido "la delegación de los poderes públicos [...] sin los inconvenientes que [...] perturbaron la
tranquilidad de las Repúblicas antiguas".287

De allí que el Sistema Representativo o Gobierno de un País Libre requiera de la opinión


pública virtudes eminentes, pues en ella descansa la elección de los magistrados288.

De igual manera, el Sistema Representativo exige a quienes accedan a la primera


magistratura abrir el campo a la opinión pública.

En este sentido, siempre se opondrán al Sistema Representativo aquellos que no quieran


abandonar la educación anterior o, lo que es lo mismo, los déspotas289.

'Voluntad del pueblo' o 'voluntad general' resultan expresiones que evocan el lenguaje
roussoniano, asociadas con la Democracia directa o accionar tumultuario de las masas. No
obstante, en el nuevo contexto ideológico se hacen sinónimos de 'opinión pública'.

En otras palabras, ya no aluden a la 'voluntad', que como tal es ciega e irreflexiva, sino al
operar de la 'razón'. Hablar de 'voluntad general' supone hacerlo de 'razón del pueblo', quedando
conjurado el fantasma de la democracia absoluta.

Pedro F. Sáenz de Cavia apunta que es ley del Sistema Representativo el "querer común
y la opinión general"290, para señalar en otro momento, en relación con la República Representa-
tiva Federal, que se encuentra legitimada por la "opinión y voluntad general."291

"El Sistema Representativo" se adoptó como "medio" para que "se manifieste la voluntad
general", evitando así el "acto tumultuoso", afirma Manuel Dorrego.292

Como lo señala Juan I. de Gorriti, "en los sistemas representativos la excelencia de las
leyes [es] el resultado de la opinión pública, pues que son expresión de la voluntad general.293"
¡Error!Marcador no definido.

¿Quiénes constituyen la opinión pública?.

Ya adelantamos algunas expresiones empleadas como sinónimos.

Llamada genéricamente "pueblo" o "parte sana y útil"294 -Daunou la identifica con


"Nación"295-, refiere a 'aristocracia', reducida, en los países cuya forma representativa no adopta la
modalidad monárquico constitucional, a serlo solamente de mérito.296

La integran hombres de letras, empleados, capitalistas, artistas, hombres industriosos 297.


Conforma la "moral pública", y es resultado "de los escritos, de las Instituciones, de la Civilización.
Propia de las naciones cultas de Europa."298

Frente a la 'opinión pública', encontramos la "multitud"299, caracterizada de diferentes


maneras, entre las que podemos apuntar: "votos ciegos" 300, "bajo pueblo"301, "plebe"302, "multitud
imbécil"303.

La opinión pública constituye la 'razón del pueblo'.

En este sentido, Manuel A. de Castro, al referirse al sistema electoral, explica quiénes


deben quedar excluidos, pues "por democrático que sea el gobierno republicano, nunca puede
comprender a todos" los individuos. "Es indispensable excluir a todos aquellos que no tienen
todavía una voluntad bastante ilustrada por la razón, o que tienen una voluntad sometida a la
voluntad de otros."304

El Sistema Representativo es el régimen de la 'razón del pueblo' y no el de la 'voluntad del


pueblo', es decir, producto del capricho y del instinto: "votos ciegos", como apuntaba El Nacional.

De allí entonces que la opinión pública tenga el deber de proponer reformas en orden a la
libertad, justicia y razón.

Ésta, la 'razón', determinará el grado de libertad.305

La forma de gobierno representativa, en tanto gobierno racional, requiere de la


publicidad de los actos del Poder Ejecutivo, la cual reemplaza al 'juicio de residencia', propio
solamente de un Gobierno despótico.306
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La publicidad es "el principio vital de todo Sistema Representativo" 307 y, por este medio,
los representados se instruyen de la lealtad con que los representantes llenan los deberes y
obligaciones que tomaron sobre sí al aceptar el alto destino de ser los órganos de la opinión
pública.308

10.4. El principio de virtud y la amplitud de su campo léxico

El Sistema representativo, en tanto de naturaleza republicana, absorbe las virtudes


cívicas que tradicionalmente se consideraban inseparables de las Repúblicas de Esparta, de
Atenas y de Roma, a saber, el "amor a la Patria, desinterés, sobriedad, firmeza, valor,
heroicidad".309

En este sentido, Lázaro Carnot sostiene que para que fructifique el sistema representativo
debe imponerse "el amor a la patria", siendo necesario para ello crear el "espíritu nacional", o
como apunta el padre Castañeda, se requiere de "espíritu público"310.

Camilo Henríquez, que parafrasea a Carnot, endereza su discurso hacia la realidad


rioplatense y, después de resaltar el desapego que observa entre quienes lo rodean, respecto de
la "salud y gloria del país", afirma que "si no fuese por el testimonio de la historia de los pueblos
antiguos, y si no viésemos que existe en alto grado en algunas naciones vecinas [...] tal vez no se
creería la posibilidad de la existencia del amor a la patria"311.

La nación vecina republicana es evidentemente Estados Unidos, país al que Henríquez


dedica muchos números de El Censor para analizar sus instituciones.

Los prohombres norteamericanos compartían la escena de los discursos junto a Solón o


Licurgo.

Así, en La Crónica Argentina se hablará de "el gran Washington" 312, mientras la Gaceta
de Buenos Aires unirá por su "virtud" -sinónimo de "resolución", "pureza", "amor a la Patria",
"nobleza de sentimientos", "desinterés"- "los nombres de [...] Bruto, [...] y Catón" a los de "Franklin
y Washington"313.

A estas referencias tan del gusto neoclásico, intercaladas con las menciones de los
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padres fundadores de la república norteamericana, en que abundan monótonamente las


alocuciones de la época, se incorporan otras que, nacidas de la fragua burguesa, buscan ocupar
un lugar de relieve al lado de las prestigiosas virtudes de la Antigüedad greco-latina.

Dicho en otras palabras, el campo léxico de la voz 'virtud', adquirirá una latitud más que
significativa.

En última instancia, los supuestos de las antiguas Repúblicas son también los de los
gobiernos libres o representativos, y consisten en contener la anarquía, así como toda propensión
al Despotismo.314

La virtud representativa-republicana se opone a la "ignorancia" en cualquiera de sus


manifestaciones. Así, por ejemplo, atacará todo lo que suponga vigencia de corporación o
estamento.

Un país libre no puede ser compatible con la existencia de privilegios exclusivos, como los
de la vieja aristocracia de sangre o de cualquier otro fuero.315

La moral y libertad republicanas se oponen a los despotismos, sobre todo, explica El


Centinela, al del clero316.

"Mérito" y "aptitud"317 se incorporan al campo léxico de la virtud; aunque todavía están


muy cerca de su primer significado; podrían incluso considerarse matices dentro de la virtud por
excelencia: el amor a la patria.

Pero el campo se amplía notoriamente cuando incorpora la ética capitalista y su


consecuente criterio de racionalismo utilitario.

En términos benthanianos, lo bueno y lo útil se hacen sinónimos. De allí entonces que


hablar de 'felicidad' y de 'moral' será hacerlo de bienes producto del espíritu del siglo liberal e
ilustrado.318

El esfuerzo económico, el espíritu industrioso, el progreso, tanto en la agricultura como en


la industria, serán pilares fundamentales del nuevo concepto de 'dignidad moral', lo cual se
considera inseparable y sólo compatible con el Sistema Representativo.319
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El espíritu utilitario decreta la autonomía definitiva de lo económico. Lo político cede la


primacía al factor económico, por tanto, la civilización de un pueblo se medirá por la disponibilidad
de crédito.320

El Nacional sostiene que es fundamental para el Sistema Representativo el orden de la


Hacienda pública y el establecimiento de un adecuado sistema de crédito.321

Dentro de la nueva ética, todo lo que no se identifique con el 'progreso' que contempla el
marco ideológico en que se mueve el Sistema Representativo, se considera fuera del campo de la
virtud.

El Sistema Representativo constituye el gobierno de la "buena causa", de la "verdad" 322, el


único donde puede imperar "la razón y [...] la justicia" 323, como lo demuestra Gran Bretaña,
"modelo de las costumbres, leyes y libertad."324

El Sistema representativo crea el "espíritu público", por medio del cual se fija la estabilidad
del gobierno325 y se incorpora el debate.326 En otras palabras, la adopción de esta categoría política
significa el triunfo de los principios de orden y de unión.327

La libertad política y civil,328 la seguridad,329 la libertad de prensa como garantía de todas


las otras,330 y el progreso de la ilustración 331 -cuyo principio básico persigue difundir la educación
primaria-332 conforman otro haz de virtudes sobre las que se asienta el Sistema Representativo y
que progresan con él.

En fin, su marcha es un "nuevo paso hacia la civilización general del mundo y, de


consiguiente, hacia su ilustración, paz y felicidad".333

Todo gobierno no representativo no es otra cosa que un régimen de errores, contrastante


con el régimen de razón que aglutina instituciones benéficas protectoras del comercio, las letras y
la industria, tal como se observa en Buenos Aires.334

Las voces y expresiones apuntadas en este apartado constituyen sólo algunas, las más
empleadas, de aquellas que integran el 'campo léxico' que estimamos encuentra como 'palabra-
eje' la voz 'virtud', común para quienes en la época se referían específicamente al Sistema
Representativo ortodoxo.
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11. Reflexión final

Nos interesa en este apartado subrayar ciertos presupuestos en relación con el concepto
que del Sistema Representativo tenían las minorías reflexivas de la época, al mismo tiempo que
puntualizar la relación entre la nueva categoría política llamada Sistema representativo y las
tradicionales, genéricamente llamadas Monarquía y República.

I. Insistimos en señalar que las élites rioplatenses hacían convivir indistintamente las
versiones de Sistema Representativo, que nosotros distinguimos al solo efecto metodológico. Sí
reconocerán que en tanto en algunos países asoma embrionariamente, en otros se encuentra
firmemente afianzado, pero en su discurso conviven, frecuentemente dentro del mismo texto, la
versión imperfecta y la ortodoxa, de forma tal que al tiempo que remarcaban principios de rigurosa
ortodoxia del Sistema Representativo, proponían modalidades que sólo tenían cabida dentro de un
modelo imperfecto.

En última instancia importaba, sobre todo entre 1816 y 1820, incorporar ciertos aspectos
de las nuevas modalidades institucionales, con las que se advertía podían congeniar, sin ejercer
demasiada violencia, las tradicionales.

Ya para el período de 1820 a 1827, y sobre todo desde la óptica de aquellas minorías,
que muy definidamente desde Buenos Aires se inclinan paulatinamente hacia el Sistema
Representativo Republicano en unidad de régimen, se pretende avanzar más por el camino de la
ortodoxia representativa, aún cuando se adviertan contradicciones tales como sancionar una ley
de sufragio universal, pero al mismo tiempo condenar la existencia de una oposición al gobierno
como contrarias a las modalidades republicanas de este sistema335.

Aquellos sectores que, desde la administración porteña, buscaban afanosamente desde


fines de 1820 una recomposición de relaciones con España, no pudieron menos que regocijarse
con el advenimiento del 'trienio liberal español', pues si lo que separaba a América de España era
una cuestión de principios, éstos quedaban zanjados en tanto la antigua metrópoli como Buenos
Aires hubieran adoptado la misma forma de gobierno, es decir, el Sistema Representativo.

Lejos se encontraba el modelo español de la ortodoxia representativa, pero acaso no se


exaltaba y ponderaba la política de principios imperante en Buenos Aires, aún cuando la Sala de
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Representantes se integraba con una sola Cámara, verdadera aberración institucional,


representativamente hablando.336

La exaltación que provoca la experiencia española se advierte en las palabras de


Bernardino Rivadavia y Manuel J. García, al proclamar que "la causa de España viene a ser la de
los pueblos libres de la tierra 337." Entusiasmo que, en razón de la Convención preliminar firmada
con los comisionados regios, le haría interrogarse al deán Funes: "¿Cómo sucedió que [Rivadavia]
dispuso las cosas de manera que se sancionase la cesación de hostilidades, y los demás artículos
de la convención sin el previo requisito" del reconocimiento de la independencia por parte de
España?. Se podría responder que "no quiere [la] independencia bajo de formas republicanas.338"

No contribuyen a desmentir tal presunción, expresiones vertidas por Manuel J. García y


Bernardino Rivadavia dos años antes, al ponderar las virtudes del Sistema Representativo: "Poco
importa, dirá García, que un Estado sea Metrópoli o Colonia. La división se establece en dos: los
que sirven a la aristocracia y los que se apoyan en la voluntad general".

Poco importa la independencia si ambos Estados son representativos, pues, afirma


Rivadavia, "si España perjudicó a América, otro tanto hizo América respecto a España.339"

También a un modelo sumamente amplio se refiere el diputado por Corrientes ante el


Congreso Constituyente de 1824-1827, Francisco Acosta, cuando afirma que se denomina
"Sistema Representativo a todo sistema de gobierno, menos al Monárquico Absoluto.340"

Vicente Pazos Silva, quien emplea como sinónimo de Sistema Representativo tanto la voz
República como Democracia, acota que en un Gobierno Representativo es indiferente que el
Poder Ejecutivo resida en una o más personas, por ello "nuestro Gobierno ha sido democrático
cuando gobernó la primera junta de nueve [...] y no ha dejado de serlo, cuando Don Carlos de
Alvear y Don Gervasio Posadas se pusieron la banda de Directores.341"

Dentro de la taxonomía que propusimos, encuadrar en la categoría Sistema


Representativo los distintos gobiernos revolucionarios, basta para calificarla de 'Imperfecta'.

Hablar de Sistema Representativo supone además, para su correcto funcionamiento, el


libre juego de los partidos políticos, es decir, supone la existencia de una "oposición".

No obstante -demostrando una vez más el carácter laxo que se atribuye a esta categoría
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política- advertimos en el periódico El Nacional que, si bien la "oposición" es considerada un


atributo del Sistema Representativo, se estima prudente no implementarla en todos los países,
porque puede fomentar la anarquía y derivar en despotismo.342

II. Respecto de la relación Sistema Representativo-República-Monarquía, subrayamos que,


en tanto se afianza la categoría sistema representativo, sobre todo en lo que denominamos
versión ortodoxa, los contrastes entre las formas de gobierno tradicionales pierden razón de ser, y
esto se debe a que dentro del Sistema Representativo el poder de decisión reside en la rama
Legislativa, invirtiéndose además el carácter de la autoridad suprema ejecutiva, pues, en tanto en
la modalidad republicana el presidente reviste una amplia capacidad de decisión (fuerza activa),
en la modalidad monárquico constitucional, la máxima autoridad del Estado se convierte en un
"poder neutro" con limitada capacidad de decisión (fuerza pasiva).

No obstante, podría resultar paradójico afirmar que el Sistema Representativo supone


indistintamente República o Monarquía constitucional, y al mismo tiempo observar -específica-
mente en el Congreso de 1816-1820- que se discute sobre la definición de la forma de gobierno:
esto es, si se debe preferir Monarquía Constitucional o República.

Lo afirmado da lugar a distintas consideraciones que abordaremos en tres momentos;


subrayando en el segundo, específicamente, lo que aparecería como situación paradojal.

1. Quienes abordan el tema forma de gobierno en el período 1816-1820 -mayoritariamente


inclinados hacia la Monarquía Constitucional- lo hacen siguiendo distintas modalidades dentro de
ella (v. 1ra. Parte, Monarquía Constitucional y Gráfico Nro. 1, Ejemplos Nros. 3, 4, 5), insertas
básicamente en lo que denominamos Sistema Representativo Imperfecto.

Resulta por tanto coherente, que el razonamiento empleado en su defensa discurra


atribuyendo al modelo la mayoría de los atributos del régimen monárquico conocido, así como
también que la discusión se inscriba en la dicotomía Monarquía-República y que las fuentes de
referencia más citadas sean la Constitution de l'Angleterre de Juan de Lolme y Del espíritu de
las leyes de Montesquieu, autor este último que marca estos parámetros al introducir una
clasificación tricotómica, en la que contrapone Gobiernos moderados -República y Monarquía- y
Gobiernos Despóticos.
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2. Otro punto a tener en cuenta dentro de la categoría Sistema representativo -mixto por su
composición- es, como refiere Antonio Sáenz, que los gobiernos se clasificarán según las formas
que en ellos prevalezcan343, aunque su naturaleza sea estrictamente republicana o, como todavía
se arrastraba en el léxico político, democrática.

Es por ello que, aún dentro del paradigma de Sistema Representativo, se conservarán las
distinciones formales. A manera de excepción puede citarse la Constitución de 1819, que, si bien
no consignó en el texto forma de gobierno alguna, el Manifiesto explicativo que la acompañaba
definió tal forma como "Gobierno Mixto".344

En otras palabras, técnicamente corresponderá hablar, y así lo hace Juan I. de Gorriti, de


Sistema Representativo Republicano, tanto para referirse a la modalidad de gobierno , que por
poseer una estructura absolutamente electiva retiene el antiguo rótulo de República, como para
aquella modalidad que, estructurada en base a elementos predominantemente hereditarios, se
denomina Monarquía Constitucional.345

Importa reiterar que la categoría República, dentro del Sistema Representativo, se había
deslindado de Democracia, en tanto esta última voz se asociaba a gobierno tumultuario, pero
también que la escisión será algo a lo que se aludirá con mayor frecuencia entre las minorías
rioplatenses a partir de la crisis de 1820, siendo esporádica toda mención para el momento
anterior.

Se podrá advertir que José de San Martín, en carta al diputado mendocino Tomas Godoy
Cruz, al hablar del peligroso "sistema de gobierno", no se refiere a éste simplemente como
'popular' -lo cual supondría la República representativa-, sino que refuerza la expresión, llamándolo
"puramente popular" -remitiendo al antiguo concepto de Democracia Absoluta o tumultuaria y al
cercano recuerdo del 'terror' francés-, subrayando el adverbio empleado el alto grado de
perversión de tal forma de gobierno.346

Todos aquellos que entre 1816-1820 se inclinen por la Monarquía Constitucional, cuando
refieran a los peligros de la República lo harán siguiendo un esquema similar al empleado por San
Martín.

En otras palabras, se estereotipan los modelos para acentuar el contraste, dejando de


lado matices. De esta forma los críticos del republicanismo acudirán a la experiencia cercana de
Francia, evocando al mismo tiempo el final anárquico de las Repúblicas idealizadas de Atenas y
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Roma -recurso retórico empleado, ya para exaltar las virtudes democráticas, ya para indicar los
peligros que el sistema encierra-.

El caso norteamericano será considerado por los críticos como una experiencia aislada,
de futuro incierto e incompatible con la cultura iberoamericana; en cambio, es señalado como
digno de imitación por los opositores: en tanto, ambos sectores, coinciden en señalar el desacierto
de la experiencia republicana francesa.

3. Es a partir de la crisis de 1820, y como su consecuencia, que las minorías siguen planteos
cuya sutil y compleja filigrana semántica exige de la mayor agudeza para desentrañar su trama.

Por un lado se observa que los llamados 'ministeriales', no abandonando sus preferencias
monárquicas, pero conociendo la prevención y acritud con que la llamada 'oposición' recibía sus
discursos y el calificativo de 'despótico' que mereció el frustrado proyecto monárquico
-desconfiando muchos de ellos de las posibilidades de concreción o aún desistiendo por intereses
de grupo de la propuesta original-, buscan rescatar ciertos atributos del régimen monárquico,
difundiendo las bondades del Sistema Representativo, por considerar que salvaba algunos
principios fundamentales de su primera propuesta.

Todo consistía en otorgar al magistrado supremo del Estado las atribuciones del monarca,
aunque no ignoraban estas minorías el abandono que hacían de presupuestos monárquicos como
la existencia de una dinastía y el prestigio a ella anexo. Tales atribuciones no podían ser las del
monarca 'neutro', ponderado por la versión ortodoxa del Sistema Representativo, sino dotadas de
vigor y cercanas al modelo de la Monarquía constitucional temperada -con monarca responsable-
(v. Gráfico Nro. 1, Ejemplos Nros. 3 y 5), aquél que no se ocultaba, se encontraba en la base del
paradigma norteamericano347 (v. 1ra. Parte, C. IV, 2. y 2.1.. También Gráfico Nro. 1, Ejemplo
Nro. 2).

Otro sector de las minorías reflexivas, incluido en lo que llamamos "legitimismo


vernáculo", prioriza la vigencia de los valores religiosos y parecería inclinarse por la reconstrucción
del sistema español, variando el status jurídico de la región348, o adoptando un régimen vigoroso
-monárquico o no- que asuma muchas de sus atribuciones.349

Su modelo institucional no desecha en bloque al sistema representativo, pero lo acota


significativamente. Rechaza tanto la variante propuesta por los 'ministeriales' como la de los
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'federales doctrinarios'.

Se oponen a ciertas manifestaciones que se encuadran dentro de la ortodoxia


representativa, en tanto aparecen agraviando los valores tradicionales de la sociedad sustentados
en los principios de la religión católica. Como lo dijimos, no lo atacan en su conjunto, sino que
apuntan a lo que advierten como altamente peligroso y destructivo de un determinado modelo de
sociedad. Esto significa que la propuesta de este sector de las élites rioplatenses se inserta dentro
de la forma de gobierno representativa, aunque en su reacción contra ciertas orientaciones
ideológicas forjadas en Buenos Aires luego de la crisis de 1820, se advierta una revalorización del
régimen caído, en tanto hacedor y defensor del ancestral modelo cultural. Se adhiere al sistema
representativo haciéndolo compatible con la defensa de la tradición hispánica y su irrenunciable
respeto a la Religión y a los principios morales, que de ella emanan, en tanto piedra basal del
edificio político.350

Así, por ejemplo, fray Francisco de Paula Castañeda defiende el modelo monárquico
constitucional asociado a la persona del duque de Luca; de igual manera condena la acusación
por Alta Traición que recayó sobre los congresales por haber sostenido el Proyecto, y valora
altamente la Constitución de 1819.

La Monarquía, en tanto calificada como constitucional y la ponderación del 'Libro'


constitucional, más allá de cualquier heterodoxia, son productos del nuevo marco ideológico.

Se trata de un proyecto de sociedad que no desdeña lo nuevo, pero que lo tamiza dentro
del marco tradicional. Cobran en esta línea de análisis vigor las palabras de Castro Barros,
cuando, al aludir a su disensión con el proyecto de la administración porteña, como también con la
política de Salvador M. del Carril en San Juan, subraya que éstos no toleran a hombres de diversa
opinión: "Todos son ignorantes, todos 'santa alianza', si no llevan su divisa,"351

Respecto de los 'federales doctrinarios', se inclinan por el modelo de Gobierno


protectoral de 'tipo bolivariano', suscribiendo los principios básicos del liberalismo; objetados por
los 'ministeriales' en tanto vislumbran en ellos resabios de la Democracia Absoluta o tumultuaria
(v. 1ra. Parte, C. IV, 1. República. Democracia), y por el sector del "legitimismo vernáculo",
repudiable tanto como el 'grupo ministerial', por su actitud anticlerical.
1
. Cf. Paul Veyne, "La historia conceptualizante", en Jacques Le
Goff y Pierre Nora, dir., Hacer la Historia, Barcelona, Laia,
1978, vol. 1, pp. 76-86.

2
. Patricia Vallejos de LLobet, El léxico intelectual en el
español bonaerense de principios del siglo XIX. Contribución al
estudio del Ilumnismo en el Río de la Plata, Bahía Blanca, Universidad
Nacional del Sur, Departamento de Humanidades, 1990, p. 7.

3
. Cf. Pierre Vilar, Iniciación al vocabulario del análisis
histórico, México, Crítica (Grupo Editorial Grijalbo), 1980, pp.
81-105.

4
. José M. Mariluz Urquijo, "El Río de la Plata y el ambivalen te
modelo de Roma (1800-1820)", en Investigaciones y Ensayos, Buenos
Aires, Academia Nacional de la Historia, núm. 37, 1988, pp. 53-
69.

5
. Cf. José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Buenos
Aires, Sudamericana, 1975. 2 vol., s.v., discurso; Beatriz
R. Lavandera, Curso de Lingüística para el análisis del
discurso, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina
(Bibliotecas Universitarias. Lingüística), pp. 12-15; pp.
26-s..

6
. P. Vallejos de Llobet, El léxico..., p. 16.
7
. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Madrid,
Aguilar, 1974. 11 vol.. Vol. 9, pp. 305-s..

8
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Dictamen y Proyecto de
la Comisión de Negocios Constitucionales", en Emilio
Ravignani, comp., Asambleas Constituyentes Argentinas,
Buenos Aires, Peuser, 1939. 6 tomos. Tomo 3, p. 215. Cf.
La Crónica Argentina (1816-1817), núm. 31, 14 de diciembre de
1816. Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en
Biblioteca de Mayo. Colección de Obras y Documentos para la
Historia Argentina, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1960-1963.
20 tomos. Tomo VII, pp. 6412-s..

9
. Cf. La Crónica Argentina, núm. 31, 14 de diciembre de 1816, tomo
7, p. 6411. También Benjamín Constant, Curso de Política Constitu-
cional. Prólogo y notas de Marcial Antonio López. Madrid, Imprenta de
la Compañía, 1820. 2 vol.. Vol. 1, c. III, p.40.

10
. Harold J. Laski, El Sistema Presidencial norteamericano,
Buenos Aires, Siglo Veinte, 1948, pp. 9-26.

11
. Cf., para un concepto racional normativo e histórico
tradicional del constitucionalismo: Manuel García Pelayo,De
recho Constitucional Comparado, Madrid, 1ra. edición en Alianza
Universidad Textos 1984, pp. 33-46.

12
. Cf.el texto de la Constitución del Reino Unido del Río de la
Plata, Perú y Chile en: Comisión de Bernardino Rivadavia ante
España y otras potencias de Europa (1814-1820). Buenos Aires,
Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de
Filosofía y Letras (U.B.A.), 1933-1936. 2 tomos. Tomo 1, pp. 38-44.

13
. Cf. el texto de la Constitución de las Provincias Unidas en Sud-
América, 22 de abril de 1819 y de la Constitución de la República
Argentina, 24 de diciembre de 1826, en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., tomo 3, pp. 715-720 y tomo 6 -2da. parte-, pp. 1192-
1203.

14
. Gregorio Funes, "Manifiesto del Soberano Congreso General
Constituyente de las Provincias Unidas en Sud América al dar la
Constitución", Buenos Aires, 22 de abril de 1819, en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., tomo 6 -2da. parte-, pp. 721-728.

15
. Cf. Tulio Halperín Donghi, Tradición política española e
ideología revolucionaria de Mayo, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, 1985, p. 78.

16
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comisión de
Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp., Asambl-
eas..., tomo 3, p. 215.

17
. Cf. El Argos de Buenos Aires (1821-1825). Reimpresión
facsimilar. Semanario de Buenos Aires. Buenos Aires,
Academia Nacional de la Historia, 1942. 5 vol.. Núm. 17, 17
de marzo de 1824, vol. 4, p. 87 y núm. 16, 13 de marzo de 1824,
vol. 4, p. 86.
18
. Cf. El Argos, núm. 29, 24 de abril de 1824, vol. 4, p. 139.

19
. Cf. La Crónica Argentina, núm. 19, 30 de septiembre de 1816, tomo
7, p. 6324.

20
. Cf. El Centinela (1822-1823). Reimpresión facsimilar.
Semanario de Buenos Aires, en Biblioteca de Mayo, tomo 9-
1ra. y 2da. parte-. Núm. 68, 9 de noviembre de 1823, tomo 9-
2da.parte-, p. 8976. También "Sesión 25 del 14 de abril de 1825.
Alocución de J.I. de Gorriti", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 1, p. 1247; "Sesión del 3 de octubre de 1826.
Alocución de M.A. de Castro", en Asambleas..., vol. 3, p. 919.
"El Sistema Representativo es básicamente un régimen
republicano", afirma el abate de Pradt. (El Censor {1815-
1819}. Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en
Biblioteca de Mayo, tomo 8. Núm. 38, 16 de mayo de 1816, tomo 8,
p. 6747).

21
. "Sesión del 16 de junio de 1826. Alocución de Manuel
Dorrego", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p.
25.

22
. "Sesión del 3 de marzo de 1826. Alocución de J.I. de
Gorriti", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p.
856.

23
. "Legislatura Nacional. Elecciones", El Nacional (1824-1826).
Reimpresión facsimilar. Semanario de Buenos Aires, en
Biblioteca de Mayo. Núm. 3, 6 de enero de 1825, tomo X, p.
9320 y núm. 14, 24 de marzo de 1825, tomo X, pp. 9451-s..

24
. Cf. "El Tribuno a El Mensajero", El Tribuno (1826-1827).
Semanario de Buenos Aires. Imprenta de Jones y Cía..
Biblioteca Nacional. Hemeroteca. Sala de Reservados. 2 vol..
Núm. 9, 19 de mayo de 1827, vol. 2, p. 131; El Argos, núm. 179, 20 de
agosto de 1825, vol. V, p. 283.

25
. El Nacional, núm. 3, 6 de enero de 1825, tomo X, p. 9321.

26
. Cf. "Ideas extractadas de un papel impreso en
París en 1814. Libertad de prensa", El Censor, núm.
35, 25 de abril de 1816, tomo VIII, p. 6719;
"Prosigue el Estado Nuevo de las Naciones. Examen de
la obra del abate de Pradt", núm. 42, 13 de junio de
1816, tomo VIII, p. 6771; El Nacional, núm. 15, 31 de
marzo de 1825, tomo X, pp. 9460-s..

Cf. también "Sesión del 30 de abril de 1825. Alocución de M.A.


de Castro", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p.
1285; Juan I. de Gorriti, "Informe que da el Sr... al Congreso
General Constituyente, sobre el resultado de su comisión
cerca de las autoridades de Córdoba (comunicando el rechazo
de la Constitución de 1826)", 1827, en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 3, pp. 1374-s..

27
. Cf. sobre diferencias entre "opinión pública" y "plebe": El
Argos, núm. 193, 5 de octubre de 1825, vol. 5, p. 341.

28
. "Alocución de Sáenz de Cavia", El Tribuno, núm. 2, 15 de
octubre de 1826, vol. 1, p. 14.

29
. Doña María Retazos (1821-1822). Semanario de Buenos Aires.
Edita el Prospecto y los núms. 1 y 2 la Imprenta de
Expósitos. Los siguientes, la Imprenta de Alvarez. Biblioteca
Nacional. Hemeroteca. Sala de Reservados. Núm. 1, 27 de marzo de
1821, p. 10.

30
. Cf. El Argos, núm. 34, 12 de mayo de 1824, vol. 4, p. 165;
núm. 36, 19 de mayo de 1824, vol. IV, p. 171; núm. 39, 29 de
mayo de 1824, vol.IV, p. 185; núm. 86, 23 de octubre de 1824,
vol. IV, p. 387.

Cf. sobre la relación "Utilidad y Justicia": El Centinela, núm.


42, 11 de mayo de 1823, tomo IX -2da.parte-, p. 8598; El
Nacional, núm. 11, 3 de marzo de 1825, tomo X, p. 9421.

31
. El Argos, núm. 29, 24 de abril de 1824, vol. 4, p. 139.

32
. El Argos, núm. 38, 25 de mayo de 1824, vol. IV, p. 182.

33
. Cf. T. Halperín Donghi, Tradición..., pp. 93-s..

34
. Cf. Maurice Duverger, Instituciones políticas y Derecho
Constitucional, Barcelona, Ariel, 1984, pp. 46-s.; Hildebrando
Pereira Diniz, A Monarquia Presidencial, Rio de Janeiro, Nova
Fronteira, 1984, p. 55.
35
. José F. Merino Merchán, Regímenes históricos españoles, Madrid,
Tecnós, 1988, p. 44 y 53.

36
. "Sesión núm. 41 del 9 de junio de 1825", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 2, p. 26.

37
. Cf. Tomás M. de Anchorena, Satisfacción que da al público D...
sobre las falsas imputaciones que le hace D. Manuel de Sarratea,
Buenos Aires, 15 de mayo de 1820, Imprenta de la Independencia.
Biblioteca Nacional (Buenos Aires). Hemeroteca, Sala de
Reservados, p. 6.

38
. Cf. Norberto Bobbio, Estado, Gobierno, Sociedad. Contribu ción
a una teoría general de la política, Barcelona, Plaza & Janes, 1987,
p. 146.

39
. Cf. "Sesión núm. 25 del 14 de abril de 1825. Alocución de
Juan I. de Gorriti", en E. Ravignani, Asambleas..., vol. 1,
p. 1247.

40
. Cf. N. Bobbio, Estado..., p. 69.

41
. Cf. El Montonero (1823-1824). Semanario de Córdoba. Imprenta
de la Universidad. Museo Mitre, Sección Biblioteca. Núm. 6,
29 de febrero de 1824, pp. 50-s.; G. Funes, "Manifiesto...",
en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 6 -2da. parte-, p.
722; El Desengañador Gauchipolítico...(1820-1821). Semanario de
Buenos Aires. Imprenta de la Independencia y de Alvarez.
Biblioteca Nacional. Hemeroteca. Sala de Reservados. Núm. 23
(¿1821?), p. 478.

42
. Sesión Secreta del 6 de julio de 1816. Exposición de Manuel
Belgrano ante los congresales de Tucumán, en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 481.

43
. "Sesión del 19 de julio de 1816. Alocución del diputado
Serrano", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 1, p.
237.

44
. Cf. El Observador Americano (1816). Reimpresión facsimilar.
Semanario de Buenos Aires, en Biblioteca de Mayo, tomo IX
-1ra. parte- Núm. 12, 4 de noviembre de 1816, p. 7723.

45
. El Observador Americano, núm. 4, 9 de septiembre de 1816, tomo
IX -1ra. parte-, p. 7673.

46
. Cf. las palabras de San Martín al referirse al proyecto incaico
de Belgrano como solución para la Monarquía americana (Carta de San
Martín a Godoy Cruz, Córdoba, 22 de julio de 1816, en Documentos para
la Historia del Libertador General San Martín, Buenos Aires, Instituto
Nacional Sanmartiniano y Museo Histórico Nacional, 1952. 8 vol..
Vol. 4, p. 13).

47
. Cf. Carta de T.M. de Anchorena a Juan M. de Rosas, Buenos
Aires, 4 de diciembre de 1846, en Adolfo Saldías, La evolución
republicana durante la revolución argentina, Buenos Aires, Arnoldo
Moen y Hno., 1906, p. 384.

48
. Cf. "América", El Argos, núm. 25, 14 de abril de 1824, vol. 4, p.
121. También la Constitución monárquica de 1815, ya citada, dada por
Carlos IV.

49
. Cf.José V. Gómez, Comunicación del enviado en París D ... al
Secretario de Estado en el departamento de Gobierno, París, 18
de junio de 1819. Imprenta de Alvarez. Biblioteca Nacional (Buenos
Aires). Hemeroteca, Sala de Reservados, pp. 7-14.

50
. Carta de J. de San Martín a Tomás Godoy Cruz, Santiago de
Chile, 20 de agosto de 1817, en Comisión Nacional del
Centenario, Documentos del Archivo de San Martín, Buenos
Aires, Coni, 1910. 12 vol.. Vol. 5, p. 561.

51
. Cf. sobre aspectos teóricos: Manuel García Pelayo, "La Corona
(Estudio sobre un símbolo y un concepto político)", en Cuadernos
hispano-americanos. Revista mensual de Cultura hispánica. Madrid,
Instituto de Cultura Hispánica, vol. 70, núm. 208 (abril de
1967), pp. 11-48; Enciclopedia Internacional..., s.v., religión
(Sociología de la religión), vol. 9, p. 228; s.v., realeza, vol. 9,
pp. 128-130. Cf. sobre "El Poder carismático": Max Weber,
Estructuras de poder, Buenos Aires, Leviatan, 1987, pp. 73-103.
Cf. J.V. Gómez, Comunicación..., pp. 13-s; "Sesión del 31 de
julio de 1816. Alocución de Castro Barros", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 239.

52
. La Verdad Desnuda (1822). Semanario de Buenos Aires (el nro. 6 y
último fue impreso en Montevideo). Imprenta de Alvarez. Museo Mitre,
Sección Biblioteca. Núm. 3, 8 de octubre de 1822, pp. 9-s..

53
. El Censor, núm. 56, 19 de septiembre de 1816 y núm. 57, 26 de
septiembre de 1816, tomo VIII, pp. 6871-s. y p. 6880.
54
. Cf. "Sesión del 21 de junio de 1826. Alocución de M.A. de
Castro", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p.
92; "Casa de Representantes. Continúa la Sesión del 14 de abril",
El Argos, núm. 141, 20 de abril de 1825, vol. 5, p. 136.

55
. Cf.en relación al tema el comentario de Desttut de Tracy
sobre "El espíritu de las leyes": El Argos, núm. 40, 17 de mayo
de 1823, vol. 3, pp. 164-s..

56
. Cf. La Crónica Argentina, núm. 23, 2 de noviembre de 1816, tomo
VII, 6356.

57
. J. Madison, El Federalista, núm. 37, 11 de enero de 1788, en
A. Hamilton, J. Madison y J. Jay, El Federalista, México, Fondo de
Cultura Económica, 1943, p. 150.

58
. Manfred Kossok, La Santa Alianza y la política de los Estados
alemanes ante la emancipación latinoamericana (1815- 1830),
Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de
la República Oriental del Uruguay, Instituto de Investigaciones
Históricas (Ensayos, Estudios y Monogra fías, 9), 1965, p. 3.

59
. El Federalista, núm. 10, 23 de noviembre de 1787, p. 39.

60
. La Crónica Argentina, núm. 27, 23 de noviembre de 1816, tomo
VII, p. 6381.

61
. "Sesión del 10 de octubre de 1826. Alocución de M.A. de Castro",
en E. Ravignani, comp., vol. 3, p. 1023.

62
. Cf. "Sesión 24, 24 de marzo de 1825. Proyecto de contesta
ción al general Juan B. Bustos. Alocución de M. A. de
Castro", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 1, p.
1231; "Sesión del 24 de abril de 1826. Alocución de M.A. de
Castro", en Asambleas..., vol. 2, p. 1065; "Sesión núm. 28, 28 de
abril de 1825. Discusión y resolución sobre la indicación a
la Comisión de Negocios Constitucionales para que a la mayor
brevedad presente un Proyecto de Constitución. Alocución de Juan
I. de Gorriti", en Asambleas..., vol. 2, p. 1281.

63
. Cf. "Sesión del 29 de septiembre de 1826. Alocución de
Manuel Dorrego", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol.
3, p. 817; "Sesión del 3 de octubre de 1826. Alocución de José de
Ugarteche", en Asambleas..., vol. 3, p. 923 y pp. 928-s..

64
. "Interior", El Tribuno, núm. 15, 29 de noviembre de 1826, vol.
1, pp. 180-182.

65
. Cf. "Del artículo en que se impugna el discurso del Sr.
Gorriti", El Tribuno, núm. 15, 29 de noviembre de 1826, vol.
1, pp.184-s.. "Política. Juntas y Provincias", El Tribuno, núm.
37, 14 de febrero de 1827, vol. 1, p. 508.
66
. Cf. El Patriota (1821). Bisemanario de Buenos Aires. Imprenta
de Alvarez. Biblioteca Nacional, Hemeroteca, Sala de Reservados.
Núm. 4, 12 de septiembre de 1821, p. 13.

67
. Cf. "Concluye el artículo sobre el Congreso", El Imparcial
(1820-1821). Semanario de Buenos Aires. Imprenta de los Expósi-
tos. Biblioteca Nacional. Hemeroteca, Sala de Reservados. Núm.
10, 20 de febrero de 1821, pp. 169-171.

68
. Jean Baudrillard, "La seducción del lenguaje", en La Nación,
diario de Buenos Aires, secc. 7 (Cultura), 30 de agosto de
1992, p. 1.

69
. Aspectos teóricos pueden consultarse en: S. V. Linares
Quintana, Tratado..., vol. 6, pp. 167-171; Enciclopedia Interna-
cional..., s.v., representación; M. Duverger, Instituciones
políticas..., pp. 124-156 y pp. 216-256.

Refiere al tema el canónigo A. Sáenz en su curso sobre Derecho


Natural y de Gentes: Instituciones..., pp. 157-161.

La expresión Gobierno Parlamentario la encontramos en El Censor,


núm. 81, 3 de abril de 1817, núm. 91, 12 de junio de 1817; núm.
93, 26 de junio de 1817, tomo VIII, p. 7032, p. 7096, p. 7107.
70
. Mariano Moreno, al introducir en su obra el tema institucio-
nal, lo hace señalando las ventajas de "la división de los
poderes [como] freno para contener al magistrado en sus deberes".
Exalta el modelo británico como "único que presentan los tiempos
modernos a los pueblos que desean ser libres."

Apunta más adelante: "Equilíbrense los poderes, y se mantendrá la


pureza de la administración." ("Sobre la misión...", pp. 277-s.).
71
. Cf. C. E. Colautti, Proyectos..., pp. 11-120.
72
. Desttut de Tracy pondera la iniciativa político-institucio-
nal encarada por Rivadavia, preguntándose: "¿Cuándo seguirán, los
gobiernos de este lado del Atlántico, vuestro bello y sabio
ejemplo?" (Carta de Desttut de Tracy a Bernardino Rivadavia,
París, 20 de septiembre de 1823, en R. Piccirilli, Rivadavia...,
vol. 2, p. 456).

73
. "Los nuevos gobiernos [...] dependen del capricho de tres o
cuatro jefes militares a los que con degradación tienen que
contemplar y adular." (Carta de San Martín a Guido, París, 1 de
febrero de 1834, en Documentos..., vol. 6, p. 568). Cf. J. A. de
la Puente Candamo, San Martín..., pp. 197-202.

Sobre la evolución del pensamiento político de San Martín: M. B.


Somoza, "La política argentina...", pp. 310-322.

Cf. también sobre la militarización de la sociedad rioplatense:


T. Halperín Donghi, "Militarización...", pp. 123-158.
74
. "Revoluciones. Correspondencia. Uniformidad de opinión
[...]", El Centinela, núm. 68, 9 de noviembre de 1823, tomo IX
-2da. parte-, p. 8976.

75
. El Nacional, núm. 15, 31 de marzo de 1825, tomo X, p. 9456.

76
. El Nacional, núm. 9, 17 de febrero de 1825, tomo X, p. 9387.

77
. El Nacional, núm. 10, 24 de febrero de 1825, tomo X, p.
9391.

Cf. también sobre las ventajas del Estado Representativo, El


Correo de las Provincias, núm. 16, 3 de abril de 1823, tomo X, p.
9265.

Sobre el lexema 'República' como sinónimo de Estado repre-


sentativo: El Centinela, núm. 12, 13 de octubre de 1822, tomo IX
-1ra. parte-, p. 8098.

Sobre las ventajas del sufragio censitario para afianzar el


Estado Representativo: El Centinela, núm. 21, 15 de diciembre de
1822, tomo IX -1ra. parte-, p. 8244; El Nacional, núm. 13, 17 de
marzo de 1825, tomo X; pp. 9440-9442.

En las sesiones del Congreso General Constituyente de 1824-1827,


particularmente los diputados unitarios, expusieron sobre los
atributos del Sistema Representativo. Así, por ejemplo, el
diputado M. A. de Castro lo hizo, entre otras, en la "Sesión 41"
del 9 de junio de 1825 y "Sesión 23", del 3 de marzo de 1826 (E.
Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 2, pp. 18-22 y p. 984).

De igual forma, Juan I. de Gorriti, en "Sesión del 23 de enero de


1826" y "Sesión del 3 de marzo de 1826" (Asambleas..., vol. 2, p.
485 y p. 856).
78
. "Sesión 42 del 11 de junio de 1825", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 2, p. 30.

79
. El Nacional, núm. 3, 6 de enero de 1825, tomo X, p. 9318.

80
. E. Martínez Paz (h), "Prólogo" a la obra de C. F. Daunou,
Ensayo..., p. XII, XV, XXII.

81
. C. F. Daunou, Ensayo..., p. 110 y 120.

82
. Cf. El Nacional, núm. 9, 17 de febrero de 1825, tomo X, p.
9386.

83
. "Tercer Legislatura", El Centinela, núm. 42, 11 de mayo de
1823, tomo IX -2da. parte-, p. 8598.

84
. "Sesión del 14 de julio de 1826", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 3, p. 215.

Pazos Silva -redactor del periódico La Crónica Argentina- al


hablar de los "inventos institucionales" desde la época de
Licurgo, se expide en idénticos términos: Núm. 31, 14 de
diciembre de 1816, tomo VII, pp. 6412-s..
85
. "Observaciones al núm. 74 del diario brasilense", El Argos,
núm. 42, 24 de mayo de 1823, vol. 3, p. 172.

86
. "Sesión del 14 de julio de 1826", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 3, p. 215.
87
. "Sesión Secreta del [...] 12 de Noviembre de 1819", en E.
Ravignani, Asambleas..., vol. 1, p. 577.

88
. El Centinela, núm. 51, 13 de julio de 1823, tomo IX -2da.
parte-, p. 8718.

89
. "Sesión 25 del 14 de abril de 1825", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. I, p. 1247.

90
. "Sesión 41 del 9 de junio de 1825", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 2, p. 26.

91
. "Sesión del 21 de agosto de 1818", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 1, pp. 373-s..

92
. El Argos, núm. 141, 20 de abril de 1825, vol. V, p. 136.

93
. El Argos, núm. 179, 20 de agosto de 1825, vol. 5, p. 283.

94
. J. Ferrater Mora, Diccionario..., s.v., naturaleza, vol. 2,
p. 253 -2da. columna-.

95
. J. Ferrater Mora, Diccionario..., s.v., modalidad, vol. 2,
p. 214 -2da. columna-.

96
. J. Ferrater Mora, Diccionario..., s.v., modelo, vol. 2, p.
216 -1ra. y 2da. columnas-.

97
. J. Ferrater Mora, ibíd., s.v., tipo.

98
. J. Ferrater Mora, Diccionario..., s.v., estructura, vol. 1,
p. 587.

99
. Cf. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani,
Asambleas..., vol. I, p. 376.

100
. Cf. para aspectos teóricos vinculados al tema en la región
rioplatense: F. E. Trusso, De la legitimidad..., pp. 4-10; 22-28;
pp. 59-65.

101
. Cf. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comisión
de Negocios Constitucionales sobre la forma de gobierno que ha de
servir de base a la Constitución del Estado", Buenos Aires, 4 de
junio de 1826, en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p.
215. Cf. J. I. de Gorriti, "Informe...", vol. 3, p. 1370, 1373,
1376.

102
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comi-
sión...", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p. 218.

Cf. en el mismo sentido palabras de J. S. de Agüero: "Sesión 41


del 9 de junio de 1825", en E. Ravignani, comp., Asambleas...,
vol. 2, pp. 25-s..
103
. "Sesión del 1 de septiembre de 1826. Dictamen de la Comisión
de Negocios Constitucionales sobre la Forma de gobierno", en E.
Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p. 500.

104
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comi-
sión...", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, pp. 217-
s..

105
. Cf. "Proyecto de Constitución de la República Argentina,
secc. 4ta.. Del Poder Legislativo, Capítulo 5, Art. 60 y Secc.
5ta.. Del Poder Ejecutivo, Capítulo 3. De las atribuciones del
Poder Ejecutivo, art. 87", en E. Ravignani, comp., Asambleas...,
vol. 3, p. 504 y 506.

106
. "Sesión 25 del 14 de abril de 1825. Alocución del diputado
J. V. Gómez", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 1, p.
1244.

107
. E. Ravignani, comp., Asambleas...,vol. 1, p. 1246 y 1244.

108
. El Independiente, núm. 3, 29 de septiembre de 1816, tomo IX
-1ra. parte-, p. 7747; núm. 17, 5 de enero de 1817, p. 7836.
109
. Cf. El Argos, núm. 29, 24 de abril de 1824 y núm. 30, 28 de
abril de 1824, vol. IV, p. 140 y 143.

110
. Cf. "Sesión 24 del 24 de marzo de 1825", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 1231.

111
. Cf. "Sesión del 7 de agosto de 1818", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 370.

112
. "Sesión del 3, 4 y 5 de julio de 1816", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 232.

113
. Cf. "Sesión del 14 de julio de 1826", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 3, p. 227.

114
. "Sesión del 23 de junio de 1826. Alocución de M. A. de
Castro", en E. Ravignani, comp., Asambleas..., vol. 3, p. 91.

115
. Cf. "Sesión del Congreso (1816)", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 1, p. 370.

116
. Distintos enfoques teóricos sobre el concepto de "Represen-
tación" se encuentran expuestos en: Enciclopedia Internacio-
nal..., s.v., representación.

117
. Cf. "Sesión 22 del 9 de marzo de 1825", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 1, p. 1201.

118
. Cf. "Sesión del 5 de septiembre de 1826", en E. Ravignani,
comp., Asambleas..., vol. 3, p. 539.

119
. Cf. "Sesión 28 del 28 de abril de 1825. Alocución del
diputado M. A. de Castro" y "Sesión 32 del 4 de mayo de 1825.
Alocución del diputado J. I. de Gorriti", en E. Ravignani, comp.,
Asambleas..., vol. 1, p. 1284 y vol. 1, p. 1325.

120
. "Sesión Secreta del 20 de noviembre de 1819", en E. Ravigna-
ni, comp., Asambleas..., vol. 1, p. 590.

121
. La expresión fue tomada de la obra de J. Vázquez de Mella,
El tradicionalismo..., p. 180.

122
. Consideraciones teóricas sobre el tema, que ofrece un estado
de la cuestión, pueden encontrarse en: Enciclopedia Interna-
cional..., s.v., Representación; Elecciones; Mayoría, Principios
del Gobierno de la....

123
. Cf. "Sesión del 25 de septiembre de 1826", en E. Ravignani.
III, 741 y 734.

124
. Cf. este matiz roussoniano en "Sesión del 26 de junio de
1825. Alocución de Manuel Dorrego", en E. Ravignani, comp.,
ibíd., III, 24-s..

125
. M. García Pelayo distingue tres tipos de concepto de
Constitución: racional normativo, histórico tradicional y
sociológico. Cf. Derecho..., 33-53. También S. V. Linares
Quintana, op. cit., 30-41.

126
. "Espartanismo" fue una voz empleada por M. Dorrego, inter-
pretada por M. A. de Castro como sinónimo de Despotismo o
Democracia tumultuaria. Cf. "Sesión del 3 de octubre de 1826", en
E. Ravignani, comp., ibíd., III, 921.

127
. "Sesión del 25 de septiembre de 1826", en E. Ravignani,
comp., ibíd., III, 739.

128
. "Sesión del 25 de septiembre de 1825", en E. Ravignani,
comp., ibíd., III, 735.

129
. Ibíd., III, 738, 743, 746.

130
. Ibíd., III, 738, 743, 746.
131
. Ibíd., III, 738, 743, 746.

132
. A. Sáenz, después de definir esta categoría, explica
distintos modelos que conducen, por la disposición de los
elementos constitutivos, hacia una Monarquía Constitucional o
hacia una República (Instituciones..., 110 y 115-s.).

133
. C. E. Colautti, Proyectos..., 71.

134
. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani, comp.,
ibíd., I, 376.

135
. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani, comp.,
ibíd., I, 376.

136
. El Independiente, nro. 2, 22 de septiembre de 1816, IX -1ra.
parte-, 7740.

137
. Ibíd., Notas 56/57.

138
. Ibíd., Notas 56/57.

139
. G. Funes, "Manifiesto...", VI -2da. parte-, 722.

140
. Ibíd., 725. J. Agrelo en el periódico El Independiente
bosqueja un Proyecto constitucional que, con algunas variantes,
se asienta en bases similares: Cf. nro. 13, 8 de diciembre de
1816, IX -1ra. parte-, 7811-7813; nro. 3, 29 de septiembre de
1816, 7750; nro. 17, 5 de enero de 1817, 7836

141
. D. J. C., Catecismo..., 108.

142
. Comisión de Bernardino Rivadavia..., I, 10.

143
. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani, comp.,
ibíd., I, 376.

144
. Cf. ibíd., I, 377.
145
. G. Funes, "Manifiesto...", VI -2da. parte-, 724.

146
. Cf. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani,
comp., I, 376-s..

147
. Ibíd., I, 379. Cf. referencias sobre el tema "elecciones":
El Censor, nro. 59, 10 de octubre de 1816, VIII, 6895-s..

José Agrelo analiza la obra de de Lolme en los numeros 4, 5, 8,


10 a 14 de El Independiente.
148
. "Sesión del 23 de septiembre de 1818", en E. Ravignani,
comp., ibíd., I, 381-s..

149
. Ibíd., I, 378-382.

150
. Cf. "Sesión del 24 de octubre de 1818", en E. Ravignani,
comp., ibíd., I, 404.

151
. Cf. para aspectos teóricos vinculados con el Estado, la
Iglesia y su relación con el Liberalismo, la obra clásica de M.
Weber, La ética..., 109-185. También artículos pertinentes de la
Enciclopedia Internacional..., s.v., Religión; Gobierno, Mito y
Símbolo; conservadurismo.

Sobre principios del utilitarismo: J. Ferrater Mora, op. cit.,


s.v., utilitarismo. También J. Stuart Mill, El utilitarismo...,
7-49.
152
. Cf. "Tercera Sesión preparatoria del Congreso Nacional, 10
de diciembre de 1824. Alocución de J. I. de Gorriti", en E.
Ravignani, comp., ibíd., I, 908. Cf. las recomendaciones que en
materia religiosa hiciera Laprida al director Pueyrredón, en El
Redactor del Congreso Nacional, nro. 4, 3 de julio de 1816, 6.
También "Sesión del 19 de noviembre de 1826. Alocución de J. I.
de Gorriti". Versión publicada en el periódico de orientación
unitaria El Mensajero Argentino, nro. 127 y 128, ap. E.
Ravignani, comp., ibíd., III, 1111-s..
153
. Cf. El Nacional, nro. 4, 13 de enero de 1825, X, 9333; nro.
6, 27 de enero de 1825, X, 9356; nro. 11, 3 de marzo de 1825, X,
9408.

154
. El Centinela, nro. 26, 26 de enero de 1823, IX -2da. parte-,
8336.

155
. El Argos, nro. 79, 19 de octubre de 1822, II, 323.

156
. Cf. sobre los "fueros" en España: M. Artola, Antiguo...,
208-237.

157
. El Argos, nro. 95, 20 de noviembre de 1824, IV, 422-s..

158
. Cf. El Censor, nro. 119, 25 de diciembre de 1817 (sobre el
despotismo feudal). J. Agrelo en el periódico El Abogado
Nacional, nro. 6, 1 de febrero de 1819, explica las caracte-
rísticas del Gobierno aristocrático.

A. Sáenz se refiere a la aristocracia, cuyo régimen enseña


tomando como modelo la República de Venecia (Instituciones...,
86-93).
159
. Referencias al título de "Libertador" en El Argos, nro. 131.
(Cf. Primera Parte, c. V, 2., nota 53).

El periódico La Gaceta Mercantil, nro. 424, 18 de marzo de 1825,


transcribe el mismo texto.

Sobre los demás títulos El Argos ofrece abundantes referencias.


Sobre el título de "Defensor Perpetuo", nro. 73, 28 de septiembre
de 1822, II, 295-s.; sobre los Emperadores: nro. 75, 5 de octubre
de 1822, II, 302.

Sobre el título de "Dictador": nro. 56, 24 de julio de 1824, IV,


262. Sobre el título de "Protector", nro. 61, 11 de agosto de
1824, IV, 282.

Entre muchos números, nos habla del "Director Supremo" en: nro.
63, 18 de agosto de 1824, IV, 290.

Bernabé Aráoz es nombrado en Tucumán "Presidente supremo" (Carta


de Aráoz al Gobernador de Buenos Aires, Tucumán, 30 de mayo de
1820, en L. Güemes, comp., Güemes..., X, 271-s.).

"Emperador" es el título que emplea como sinónimo de Presidente


Supremo un oficial del ejército de Güemes. (Oficio de Apolinario
Saravia a Güemes, San Carlos, 14 de octubre de 1820, en L.
Güemes, comp., ibíd., X, 261).

El periódico La Estrella del Sud, al aludir a Bernabé Aráoz,


habla de "Alto supremo" y del "Titulazo", asociándolo con los
poderes legitimistas y con los resabios cortesanos. (Nro. 3, 16
de septiembre de 1820, IX -1ra. parte-, 7875).
160
. El Argos, nro. 19, 14 de agosto de 1821, I, 120.

161
. El Argos, nro. 1, 17 de enero de 1824, IV, 7.

M. A. de Castro dirá que la religión católica es compatible con


todos los gobiernos, apartándose aquí de un axioma generalizado
en la teoría de la época. ("Sesión del 13 de septiembre de 1826",
en E. Ravignani, comp., ibíd., III, 607).
162
. El Argos, nro. 123, 19 de febrero de 1825, V, 63.

163
. El Correo de las Provincias, nro. 2, 1 de diciembre de 1822,
X, 9084.

164
. El Correo de las Provincias, nro. 7, 30 de enero de 1823, X,
9173.

165
. El Correo de las Provincias, nro. 3, 15 de diciembre de
1822, X, 9098-s..

166
. El Centinela, nro. 2, 4 de agosto de 1822, IX -1ra. parte-,
7940.

167
. El Centinela, nro. 9, 22 de septiembre de 1822, IX -1ra.
parte-, 8071.

168
. El Centinela, nro. 3, 11 de agosto de 1822, IX -1ra. parte-,
7952.

169
. El Centinela, nro. 15, 3 de noviembre de 1822, IX -1ra.
parte-, 8145.

170
. Ibíd., 8154.

171
. Ibíd., 8149

172
. El Argos, nro. 77, 12 de octubre de 1822, II, 316.

173
. "Representación Provincial. Extracto de la sesión de la
noche del miércoles 24.", El Argos, nro. 55, 27 de julio de 1822,
II, 224.

Cf. "Acta del 8 de noviembre de 1826", en E. Ravignani, comp.,


op. cit., III, 1086.
174
. Cf. El Centinela, nro. 12, 13 de octubre de 1822, IX -1ra.
parte-, 8095.

175
. G. Rodríguez, Contribución..., I, 495.

176
. Cf. "Circular de Diego E. Zavaleta diputado del gobierno de
Buenos Aires cerca de los gobiernos y pueblos del Río de la
Plata", El Argos, nro. 6, 5 de febrero de 1824, IV, 39; "Bando
del general Pedro A. de Olañeta, Potosí, 21 de febrero de 1824",
El Argos, nro. 26, 17 de abril de 1824, IV, 129; "Manifiesto del
general Olañeta a los habitantes del Perú, Potosí, 20 de junio de
1824", El Argos, nro. 64, 21 de agosto de 1824, IV, 294-s..

177
. Aspectos teóricos sobre el tema "metafísica del poder"
pueden encontrarse en: M. García Pelayo, "La Corona...", 11-48;
J. A. Seco Villalba, El poder..., 1-59; M. Weber, Estructuras...,
73-103; Enciclopedia Internacional..., s.v., Gobierno.

178
. Cf. El Argos, nro.3, 24 de enero de 1824, IV, 24.

179
. Cf. Primera Parte, c. IV, 1.1., nota 47.

180
. Cf. La Crónica Argentina, nro. 30, 7 de diciembre de 1816,
VII, 6398.

181
. "La causa del género humano, y la causa del Despotismo. De
un periódico de Nort-América", El Censor, nro. 130, 12 de marzo
de 1818, VIII, 7330.

182
. Cf. Discurso de Juan G. de Las Heras a la Representa ción
Nacional de las Provincias del Río de la Plata el día mismo de la
instalación, Buenos Aires, 16 de diciembre de 1824, en E.
Ravignani, comp., op. cit., I, 921.

183
. Cf. "Acta del 8 de noviembre de 1826", en E. Ravignani,
comp., ibíd., III, 1086.

184
. El Correo de las Provincias, nro. 15, 27 de marzo de 1823,
X, 9257.

185
. El Argos, nro. 19, 29 de marzo de 1824, IV, 97.

186
. El Argos, nro. 13, 3 de marzo de 1824, IV, 71.

187
. El Argos, nro. 39, 29 de mayo de 1824, IV, 184-s.. Cf.
también nro. 51, 1 de julio de 1824, IV, 240-s.; nro. 67, 28 de
agosto de 1824, IV, 312; nro. 99, 4 de diciembre de 1824, y nro.
87, 27 de octubre de 1824, IV, 441 y 393.

188
. El Argos, nro. 16, 13 de marzo, y nro. 28, 22 de abril de
1824, IV, 83 y 136-s..

189
. El Correo de las Provincias, nro. 10, 20 de febrero de 1823,
X, 9202. También El Argos, nro. 6, 5 de febrero de 1824, IV, 38-
s..

190
. Cf. El Correo de las Provincias, nro. 14, 20 de marzo de
1823, X, 9247-s.; El Centinela, nro. 13, 20 de octubre de 1822,
IX -1ra. parte-, 8114; El Argos, nro. 35, 15 de mayo de 1824, IV,
167.
191
. El Redactor del Congreso Nacional, nro. 10, 3 de octubre de
1816, 6.

192
. El concepto de Constitución corresponde a M. García Pelayo,
Derecho..., 34 y 144.

193
. El pensador político-religioso, Córdoba, nro. 5, 3 de mayo
de 1825, pp. 117-124, ap. A. A. Tonda, Castro Barros..., 232-s..

194
. Cf. "Sesión 25 del 14 de abril de 1825. Alocución de J. I.
de Gorriti", en E. Ravignani, comp., op. cit., I, 1247.

El periódico La Abeja Argentina se refiere a 'tipos' de


República: nro. 9, 15 de diciembre de 1822, VI, 5480.
195
. Cf. A. A. Tonda, ibíd., 218.

196
. Cf. sobre las raíces del anticlericalismo rioplatense: A. A.
Tonda, ibíd., 188-s..

197
. Carta de Castro Barros al ministro M. J. García, 1824, en A.
A. Tonda, ibíd., 160.

198
. Cf. A. A. Tonda, ibíd., 170.

199
. Cf. El Observador eclesiástico de Chile (reimpreso en
Córdoba en 1824), ap. A. A. Tonda, ibíd., 182.

200
. Cf. El Observador eclesiástico de Chile. Apéndice, págs.
XXVII-XXVIII, ap. A. A. Tonda, ibíd., 188. Cf. también A. A.
Tonda, El Dr. Gregorio Funes..., 7-11.

201
. El Observador eclesiástico de Chile, nro. 15, p. 174, ap. A.
A. Tonda, ibíd., 166.

202
. Cf. H. M. Brackenridge, Viajes..., II, 169 y 182-s..

203
. G. Funes, "Oración...", I, 322-324.
204
. La Verdad Desnuda, nro. 2, 1 de octubre de 1822, 5-s.; nro.
3, 8 de octubre de 1822, 9-s.; nro. 4, 18 de octubre de 1822, 13-
s.; nro. 5, 26 de octubre de 1822, 19-s..

205
. Carta de M. Belgrano a J. de San Martín, Santiago del
Estero, 6 de abril de 1814, en R. Piccirilli, San Martín..., 154.

206
. Carta de J. de San Martín a T. Godoy Cruz, Mendoza, 24 de
mayo de 1816, en Documentos para la Historia..., III, 452.

207
. Cf. Carta de G. Funes a Mosquera, Buenos Aires, 6 de enero
de 1824, en Archivo del Doctor..., III, 167-170.

La sospecha sobre la negociación monárquica que habría iniciado


Rivadavia puede seguirse en las cartas del deán Funes a su
hermano Ambrosio, como también a través de la correspondencia
diplomática del cónsul norteamericano en Buenos Aires, Forbes.

Cf. Carta del deán Funes a Joaquín Mosquera, Buenos Aires, 6 de


enero de 1824 y 16 de abril de 1824, en op. cit., III, 169 y 226.

Cf. Carta de Forbes al Secretario de Estado, J. Adams, Buenos


Aires, 5 de julio de 1824; Carta al Secretario de Estado, Buenos
Aires, 30 de marzo de 1825, en Once..., 307 y 352.
208
. Cf. La Verdad Desnuda, nro 1, 24 de septiembre de 1822, 1;
El Desengañador gauchipolítico..., "Prospecto", 3.

209
. El Desengañador gauchipolítico..., nro. 2, 1820, 30.

210
. El Desengañador gauchipolítico..., nro. 3, 1820, 51.

211
. El Desengañador gauchipolítico..., nro. 18, 1820, 403.

212
. El Desengañador gauchipolítico..., nro. 18, 1820, 403.

213
. Cf. El Desengañador gauchipolítico..., nro. 3, 1820, 45 y
51; El Despertador teofilantrópico..., nro. 11, 2 de julio de
1820, 152 a 163; La Verdad Desnuda, nro. 2, 1 de octubre de 1822,
5.
214
. El Despertador teofilantrópico..., nro. 2, 28 de abril de
1820, 18-s..

215
. Cf. Doña María Retazos, nro.9, 7 de agosto de 1821, 147-159.

216
. "Comedia primera de Doña María Retazos", Doña María Retazos,
nro. 7, 21 de julio de 1821, 112 y 117.

217
. La Verdad Desnuda, nro. 1, 24 de septiembre de 1822, 4; nro.
2, 1 de octubre de 1822, 6-s..

218
. Conceptos teóricos del régimen monárquico español, acerca de
la división del poder y sobre el concepto de 'soberanía', pueden
seguirse en la obra de G. M. de Jovellanos, Escritos..., 181-220.

Un crítico de la Monarquía llamada en términos actuales


parlamentaria, y que rescata y pondera las virtudes del régimen
monárquico histórico, es el autor contemporáneo J. Vázquez de
Mella, op. cit., 105-193.
219
. Suplemento a El Argos nro. 14, 8 de marzo de 1824, IV, 78.

Cf. "Proclamas" del general Olañeta en: El Argos, nro. 26, 17 de


abril de 1824, IV, 129; y nro. 64, 21 de agosto de 1824, IV, 294-
297.
220
. "Carta de Olañeta a Bolívar, Oruro, 2 de octubre de 1824",
La Gaceta Mercantil, nro. 416, 9 de marzo de 1825 (no consigna
página).

221
. Pueden consultarse, entre otras obras, referencias a
aspectos institucionales relacionadas con el cabildo en: J. M.
Ots Capdequí, El Estado..., 61-63; R. Zorraquín Becú, La
organización..., c. V; T. Halperín Donghi, Revolución..., 142-
168.

222
. Cf. sobre la abolición del Cabildo de San Juan: El Correo de
las Provincias, nro. 5, 16 de enero de 1823, X, 9155.

223
. Cf. H. M. Brackenridge, op. cit., II, 168.
224
. "Cuyo, Mendoza", El Correo de las Provincias, nro. 5, 15 de
diciembre de 1822, X, 9098-s..

225
. "Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires.
Sesión del 6 de diciembre de 1821. Alocución de Bernardino
Rivadavia sobre la conveniencia de suprimir el Cabildo de Luján",
en C. Mouchet, "Las ideas...", 40 y 39.

226
. "Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires.
Sesión del 20 de diciembre de 1821. Alocución de B. Rivadavia
sobre la conveniencia de suprimir el Cabildo de Buenos Aires", en
C. Mouchet, ibíd., 42.

227
. "Remitido" y "Reflexiones" del editor del periódico -M. A.
de Castro-, Gaceta de Buenos Aires, nro. 26, 25 de octubre de
1820, VI, 284.

228
. C. Mouchet, op. cit., 38.

229
. "Sesión del 15 de octubre de 1822. Alocución de Gómez", en
Diario de Sesiones..., I, 424-s..

230
. Cf. El Argos, nro. 40, 17 de mayo de 1823, III, 164.

231
. "Discurso de Antonio Valdés", El Censor, nro. 44, 27 de
junio de 1816, VIII, 6783.

232
. El Censor, nro. 48, 25 de julio de 1816, VIII, 6816-s..

233
. El Censor, nro. 45, 4 de julio de 1816, VIII, 6791.

234
. "Discurso de Antonio Valdés", El Censor, nro. 44, 27 de
junio de 1816, VIII, 6783.

235
. La Estrella del Sud, nro. 6, 26 de septiembre de 1820, IX
-1ra. parte-, 7890.

236
. Carta de J. de San Martín a T. Godoy Cruz, Mendoza, 15 de
agosto de 1816, en Documentos del Archivo..., V, 547.

237
. "Cabildo Abierto del 1 de mayo de 1815", en C. S. A.
Segreti, "Cuyo...", 102-s..

238
. El Correo de las Provincias, nro. 3, 15 de diciembre de
1822, X, 9099.

239
. El Independiente, nro. 13, 8 de diciembre de 1816, IX -1ra.
parte-, 7812, 7809, 7811.

240
. El Censor, nro. 132, 28 de marzo de 1818, VIII, 7341 y 7345.
En carta al presidente Monroe, Brackenridge demuestra su
orientación 'antifederalista', esto es, partidario del modelo
popular jeffersoniano, consistente en priorizar las autonomías de
los Estados antes que la Unión.

Cf. sobre el pensamiento revolucionario norteamericano: J.


Randall, El pensamiento..., 351-370; J. Touchard, op. cit., 352-
356.
241
. "Sesión del día 18 de diciembre de 1821. Despacho de la
Comisión integrada entre otros por J. V. Gómez", en C. Mouchet,
ibíd., 40-s..

242
. Cf. El Censor, nro. 134, 11 de abril de 1818, VIII, 7354.

243
. Cf. El Censor, nro 155, 5 de septiembre de 1818, VIII, 7480.

244
. El Centinela, nro. 21, 15 de diciembre de 1822, IX -1ra.
parte-, 8212; 8225-s.; 8240.

245
. "Entre Ríos", El Correo de las Provincias, nro. 11, 27 de
febrero de 1823, X, 9124.

246
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comisión de
Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp., op. cit.,
III, 215.
Cf. iguales palabras en "Observación", La Crónica Argentina, nro.
31, 14 de diciembre de 1816, VII, 6412-s..
247
. Cf. El Argos, nro. 81, 26 de octubre de 1822, II, 332; nro.
83, 2 de noviembre de 1822, II, 337; nro. 79, 19, de octubre de
1822, II, 324-s.; nro. 95, 20 de noviembre de 1824, IV, 423.

También El Centinela, nro. 12, 13 de octubre de 1822, IX -1ra.


parte-, 8095.
248
. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comisión de
Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp., op. cit.,
III, 215.

249
. Cf. El Argos, nro 17, 17 de marzo de 1824, IV, 87 y nro. 16,
13 de marzo de 1824, IV, 86.

250
. Cf. El Argos, nro. 29, 24 de abril de 1824, IV, 139.

251
. Cf. La Crónica Argentina, nro. 19, 30 de septiembre de 1816,
VII, 6324.

252
. Cf. El Argos, nro. 78, 16 de octubre de 1822, II, 320.

253
. Cf. El Centinela, nro. 68, 9 de noviembre de 1823, IX -2da.
parte-, 8976.

254
. "Sesión 25 del 14 de abril de 1825. Alocución de J. I. de
Gorriti", en E. Ravignani, comp., ibíd., I, 1247.

255
. "El Sistema Representativo es básicamente un régimen repu-
blicano", afirma el abate de Pradt. (El Censor, nro. 38, 16 de
mayo de 1816, VIII, 6747).

256
. "Sesión del 3 de octubre de 1826. Alocución de M.A. de
Castro", en E. Ravignani, comp., ibíd., III, 919.

257
. El Argos, nro. 34, 12 de mayo de 1824, IV, 164.
258
. V. Tau Anzoátegui, "¿Qué es la ley?..., 436. Cf. pp. 433-
437.

259
. El Centinela, nro. 42, 11 de mayo de 1823, IX -2da. parte-,
8598.

260
. "Mensaje del Gobierno de Buenos Aires a la Tercera Legisla-
tura", El Centinela, nro. 42, 8597.

261
. Cf. "Sesión del 14 de julio de 1826. Proyecto de la Comisión
de Negocios Constitucionales", en E. Ravignani, comp., op. cit.,
III, 215. También La Crónica Argentina, nro. 31, 14 de diciembre
de 1816, VII, 6412-s..

262
. El Argos, nro. 23, 11 de septiembre de 1821, I, 140.

263
. "Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo. De
la célebre Memoria de Lázaro Carnot dirigida a Luis XVIII en
julio de 1814 -Continuación-", El Censor, nro. 137, 2 de mayo de
1818, VIII, 7375.

264
. "Observación", La Crónica Argentina, nro. 31, 14 de diciem-
bre de 1816, VII, 6411. Similar apreciación le merece el tema a
los redactores de La Abeja Argentina [entre otros Felipe
Senillosa, J. S. de Agüero, Manuel Moreno y J. V. Gómez] que, en
relación con la "balanza de poderes, tan alabada por su prestigio
en la Constitución inglesa", afirman: que ella no existe "entre
los poderes sino entre órdenes del Estado, [entre] tres fuerzas
distintas[...] el rey, los barones y el pueblo." ("La Balanza de
los Poderes", La Abeja Argentina, nro. 6, 15 de agosto de 1822,
VI, 5406).

265
. "Janeiro. Contestación al artículo del diario brasilero", El
Argos, nro. 40, 17 de mayo de 1823, III, 164.

266
. G. Funes, "Manifiesto...", VI -2da. parte-, 725. Cf. la
reproducción final en: "Sesión del 14 del julio de 1826. Proyecto
de la Comisión de Negocios Constitucionales", en E. Ravignani,
comp., ibíd., III, 215.

267
. "Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo. De
la célebre Memoria de L. Carnot dirigida a Luis XVIII en julio de
1814 -Continuación-", El Censor, nro. 137, 2 de mayo de 1818,
VIII, 7375.

268
. "Janeiro -Contestación al artículo del diario brasilero-",
El Argos, nro. 40, 17 de mayo de 1823, III, 164-s..

269
. Ibíd..

270
. "Reflexiones", El Censor, nro 90, 5 de junio de 1817, VIII,
7092.

271
. El Argos, nro. 84, 16 de octubre de 1824, IV, 381.

272
. El Argos, nro. 94, 17 de noviembre de 1824, IV, 419.

273
. "Sesión del 7 de agosto de 1818", en E. Ravignani, comp.,
op. cit., I, 370.

274
. "Sesión de 1 de septiembre de 1826. Dictamen de la Comisión
de Negocios Constitucionales relativo al Proyecto de Constitu-
ción", en E. Ravignani, comp., ibíd., III, 498.

275
. La Estrella del Sud, nro. 5, 22 de septiembre de 1820, IX
-1ra. parte-, 7880.

276
. "Examen del Sistema Federativo. Efectos del federalismo en
las repúblicas antiguas." El Censor, nro. 99, 7 de agosto de
1817, VIII, 7146.

277
. Es al Poder Legislativo -en referencia concreta a la Sala de
Representantes de Buenos Aires- a quien "toca llenar la prosperi-
dad" (El Argos, nro. 99, 4 de diciembre de 1824, IV, 447).

278
. El Correo de las Provincias al referirse al Poder Legislati-
vo, especifica que no debe ser soberano, pues la representación
recae en el Poder Ejecutivo y en el Legislativo a la vez. (Nro.
8, 6 de febrero de 1823, X, 9190)

279
. Cf. El Tribuno, nro. 4, 22 de octubre de 1826, I, 42 y 50,
25 de octubre de 1826, I, 55-s..

280
. Cf. El Argos, nro. 30, 28 de abril de 1824, IV, 143.

Manuel Dorrego, parafraseando a Rousseau y su concepto de


Democracia, afirma: "Solamente un país de ángeles puede regirse
en la parte legislativa por una sola Cámara." ("Segunda alocución
del Señor Dorrego", Octubre 2 de 1826, El Tribuno, nro. 3, 18 de
octubre de 1826, I, 34).
281
. Cf. El Argos, nro. 40, 1 de junio de 1824, IV, 189.

282
. "Alocución del Gobernador de San Juan", El Argos, nro. 119,
5 de febrero de 1825, V, 47.

283
. El Argos, nro. 3, 8 de enero de 1823, III, 11.

284
. El Argos, nro. 141, 20 de abril de 1825, V, 136.

285
. "Acta del 5 de diciembre de 1826", en E. Ravignani, comp.,
op. cit., III, 1176.

286
. G. Funes, "Manifiesto...", en E. Ravignani, comp., ibíd., VI
-2da. parte-, 722.

287
. "Alocución de Sáenz de Cavia", El Tribuno, nro. 7, 1 de
noviembre de 1826, I, 78.

288
. Cf. El Centinela, nro. 72, 7 de diciembre de 1823, IX -2da.
parte-, 9025 y 9032.

289
. Cf. El Centinela, nro. 72, 7 de diciembre de 1823, IX -2da.
parte-, 9025 y 9032.

290
. "Exterior. Perú y Bolivia", El Tribuno, nro. 52, 7 de abril
de 1827, I, 740.

291
. El Tribuno, nro. 5, 5 de mayo de 1827, II, 69.

"La voluntad del pueblo" es el dogma "de todos los pueblos


libres." ("Sesión del 10 de mayo de 1822", Libro de Sesiones...,
VII, 5). Cf."Legislación", El Patriota, nro. 14, 17 de octubre de
1821, 60.
292
. "Sesión del 16 de junio de 1826. Alocución de M. Dorrego",
en E. Ravignani, comp., op. cit., III, 25.

293
. "Sesión del 3 de marzo de 1826. Alocución de J. I. de
Gorriti", en E. Ravignani, comp., ibíd., II, 856.

294
. "Legislatura Nacional. Elecciones", El Nacional, nro. 3, 6
de enero de 1825, X, 9320-s.; nro. 14, 24 de marzo de 1825, X,
9451-s..

295
. P. C. F. Daunou, Ensayo..., 108.

Daunou distingue además entre "opinión pública" y "opinión


popular" (Ibíd., 43-45).
296
. Cf. "Sesión del 31 de agosto de 1818", en E. Ravignani,
comp., ibíd., I, 376-s.; "Sesión del 10 de octubre de 1826.
Alocución de M. A. de Castro", en op. cit., III, 1024; El
Nacional, nro. 3, 6 de enero de 1825, X, 9452.

297
. "Elecciones", El Nacional, nro. 14, 24 de marzo de 1825, X,
9452.

298
. La Abeja Argentina, nro. 7, 15 de octubre de 1822, VI, 5429.

299
. El Nacional, nro. 3, 6 de enero de 1825, X, 9321.

300
. El Nacional, nro. 3, 6 de enero de 1825, X, 9321.
301
. Cf. "Ideas extractadas de un papel impreso en París en 1814.
Libertad de prensa", El Censor, nro. 35, 25 de abril de 1816,
VIII, 6719; "Prosigue el Estado Nuevo de las Naciones. Examen de
la obra del abate de Pradt", nro. 42, 13 de junio de 1816, VIII,
6771; El Nacional, nro. 15, 31 de marzo de 1825, X, 9460-s..

Cf. también "Sesión del 30 de abril de 1825. Alocución de M. A.


de Castro", en E. Ravignani, comp., ibíd., III, 1285; J. I. de
Gorriti, "Informe...", III, 1374-s..
302
. Cf. sobre diferencias entre "opinión pública" y "plebe": El
Argos, nro. 193, 5 de octubre de 1825, V, 341.

303
. "Alocución de Sáenz de Cavia", El Tribuno, nro. 2, 15 de
octubre de 1826, I, 14.

304
. "Sesión del 3 de marzo de 1826. Alocución de M. A. de
Castro", en E. Ravignani, comp., ibíd., II, 984.

305
. Carta tal vez de Tracy o de Daunou a Rivadavia, París, 2 de
diciembre de 1822, en El Correo de las Provincias, nro. 15, 27 de
marzo de 1823, X, 9257.Cf. P. C. F. Daunou, op. cit., 121.

306
. El Nacional, nro. 2, 30 de diciembre de 1824, X, 9306-s..

307
. "El Tribuno a El Mensajero Argentino",El Tribuno,nro.9,19 de
mayo de 1827,II,131.

308
. El Argos, nro. 179, 20 de agosto de 1825, V, 283.

309
. "Política", La Crónica Argentina, nro. 26, 16 de noviembre
de 1816, VII, 6374. Cf. "Estados Unidos -Filadelfia 24 de
julio-. El Franklin de la América del Sud, o el Sr. Manuel
Torres", El Argos, nro. 90, 27 de noviembre de 1822, II, 366-s..
Cf. también El Patriota, nro. 14, 17 de octubre de 1821, 58.

310
. Doña María Retazos, nro. 1, 27 de marzo de 1821, 10.
311
. "Caracteres de una justa libertad y de un poder legítimo.
De la célebre Memoria de L. Carnot dirigida a Luis XVIII en julio
de 1814-Continuación-", El Censor, nro. 137, 2 de mayo de 1818,
VIII, 7375.

312
. "Respuesta al nro. 7 de El Observador Americano", La Crónica
Argentina, nro. 22, 26 de octubre de 1816, VII, 6345.

313
. "Remitido por 'El Amigo de la Virtud'. Franklin y Washing-
ton", Gaceta de Buenos Aires, nro. 165, 22 de marzo de 1820, VI,
113.

314
. Cf. La Abeja Argentina, nro. 7, 15 de octubre de 1822, VI,
5429.

315
. Cf. El Argos, nro. 95, 20 de noviembre de 1824, IV, 423.

316
. El Centinela, nro. 12, 13 de octubre de 1822, IX -1ra.
parte-, 8095.

317
. El Centinela, nro. 72, 7 de diciembre de 1823, IX -2da.
parte-, 9024.

318
. Cf. La Abeja Argentina, nro. 7, 15 de diciembre de 1822, VI,
5429; El Argos, nro. 34, 12 de mayo de 1824, IV, 165.

319
. Cf. El Argos, nro. 36, 19 de mayo de 1824 y nro. 39, 29 de
mayo de 1824, IV, 171 y 185.

320
. Cf. El Argos, nro. 86, 23 de octubre de 1824, IV, 387. Cf.
sobre la relación "Utilidad y Justicia": El Centinela, nro. 42,
11 de mayo de 1823, IX -2da. parte-, 8598.

321
. Cf. El Nacional, nro. 11, 3 de marzo de 1825, X, 9421; El
Argos, nro. 17, 17 de marzo de 1824, IV, 87.

322
. El Argos, nro. 29, 24 de abril de 1824, IV, 139.
323
. El Argos, nro. 38, 25 de mayo de 1824 y nro. 99, 4 de
diciembre de 1824, IV, 182 y 444.

324
. El Argos, nro. 38, 25 de mayo de 1824 y nro. 99, 4 de
diciembre de 1824, IV, 182 y 444.

325
. Cf. El Argos, nro. 3, 24 de enero de 1824, IV, 21.

326
. El Argos, nro. 17, 17 de marzo de 1824, IV, 87.

327
. Cf. El Argos, nro. 39, 29 de mayo de 1824 y nro. 40, 1 de
junio de 1824, IV, 185 y 188.

328
. Cf. El Argos, nro. 48, 23 de junio de 1824, IV, 229.

329
. "Proclama del Gobierno. ¡Generoso Pueblo de Mendoza!", El
Argos, nro. 54, 17 de junio de 1824, IV, 255.

330
. Cf. El Correo de las Provincias, nro. 16, 3 de abril de
1823, X, 9266; El Argos, nro. 17, 17 de marzo de 1824, IV, 87;
nro. 54, 17 de julio y nro. 76, 22 de septiembre de 1824, IV, 255
y 349.

331
. Cf. "Proclama del gobierno. ¡Generoso Pueblo de Mendoza!",
El Argos, nro. 54, 17 de junio de 1824, IV, 255.

332
. Cf. "Artículos sobre las escuelas primarias", El Censor,
nro. 84, 24 de abril de 1817; nro. 88, 22 de mayo de 1817, VIII,
7054 y 7078-s.; "De la influencia de los escritos luminosos sobre
la suerte de la humanidad", El Censor, nro. 110, 23 de octubre de
1817, VIII, 7210; "Educación", El Censor, nro. 82, 9 de abril de
1817, VIII, 7038-s.; "Sobre la necesidad de generalizar la
educación", El Censor, nro. 115, 27 de noviembre de 1817, VIII,
7242; "Del entusiasmo revolucionario", El Censor, nro. 123, 22 de
enero de 1818, VIII, 7290-s..

333
. Cf. El Centinela, nro. 43, 18 de mayo de 1823, IX -2da.
parte-, 8619; El Argos, nro. 17, 17 de marzo de 1824 y nro. 34,
12 de mayo de 1824, IV, 87 y 165.

334
. El Correo de las Provincias, nro. 9, 13 de febrero de 1823,
X, 9191.

335
. Cf. Nota 8.

336
. "Buenos Aires, la provincia [...] que más ha podido aproxi-
marse a su libertad civil [...] aún no pudo hacer la división
perfecta de sus tres altos poderes. Porque no era bastante que
su legislatura fuera compuesta de Representantes de la misma
provincia, era preciso además que estuviera dividida en dos
Cámaras. ¡Cuántos errores pueden haberse cometido por estas!."
("Sesión del 18 de julio de 1826. Alocución de Francisco Acosta",
en E. Ravignani, comp., op. cit., III, 247).

337
. "Mensaje a la Tercera Legislatura de la Provincia de Buenos
Aires, 5 de mayo de 1823", El Argos, nro. 38, 10 de mayo de 1823,
III, 158.

338
. Carta de G. Funes a J. Mosquera, Buenos Aires, 6 de enero de
1824, en Archivo del Doctor ..., III, 169.

339
. "Sesión del 21 de julio de 1823. Alocución del Ministro de
Hacienda, Manuel J. García y del Ministro de Gobierno, Bernardino
Rivadavia", Diario de Sesiones..., II, 212 y 181.

340
. "Sesión del 2 de octubre de 1826. Alocución de Francisco
Acosta", en E. Ravignani, comp., ibíd., III, 860-s..

341
. La Crónica Argentina, nro. 26, 16 de noviembre de 1816, VII,
6373.

342
. Cf. El Nacional, nro. 4, 13 de enero de 1825 y nro. 8, 10 de
febrero de 1825, X, 9333 y 9378-9380.
La "oposición" resulta peligrosa porque "dividirá aquellas clases
o aquellos hombres que, por su influencia, por sus luces, por su
posición, son los que en todas partes llevan y llevarán siempre
la dirección de los negocios [...]. Este sistema [de oposición],
justificable en Europa, no lo es entre nosotros por la gran
diversidad de instituciones y circunstancias." (El Nacional, nro.
11, 3 de marzo de 1825, X, 9408).
343
. Cf. A. Sáenz, op.cit., 105

344
. G. Funes, "Manifiesto...", VI -2da. parte-, 725.

345
. Cf. "Sesión 25 del 14 de abril de 1825. Alocución de J. I.
de Gorriti", en E. Ravignani, comp., ibíd., I, 1247.

346
. "Por la maldita educación recibida: ¿no repugna a mucha
gente de los patriotas un sistema de gobierno puramente popular,
persuadiéndose tiene éste una tendencia a destruir nuestra
religión?." (Carta de San Martín a Godoy Cruz, Mendoza, 24 de
mayo de 1816, Documentos para la Historia..., III, 452).

347
. El presidente "debe considerarse" como "persona sagrada." Es
menester que la "Presidencia" goce "del prestigio que le es
necesario", lo cual permitirá que "el republicanismo [...] se
consolide más." ("Sesión del 5 de febrero de 1826. Alocución de
J. V. Gómez", en E. Ravignani, comp., ibíd., II, 604-s.).

Leemos en El Centinela que Estados Unidos sólo tuvo "que poner un


presidente en lugar de un rey." (Nro. 51, 13 de julio de 1823, IX
-2da. parte-, 8718).
348
. Sobre la añoranza del régimen español, resulta ilustrativo
lo expresado en 1820 por un antiguo cabildante y comerciante
nativo de Santa Fe, cuando en relación con la llegada de los
Comisionados Regios, afirma que fueron "mandados por nuestro Rey
D. Fernando VII." (Diario de Don Manuel..., 198).

Cf. El Desengañador gauchipolítico..., "Prospecto", 3.

En el nro. 5 (1820), bajo el título 'Cargo que forma a D. Manuel


de Sarratea una ciudadana de este país', Buenos Aires, 8 de mayo
de 1820, refiere al "interesante proyecto de establecimiento de
Monarquía Constitucional bajo la dirección del Príncipe de Luca."
(p.95).

Este 'Proyecto' mereció la alta valoración del deán Funes


-alejado ideológicamente de Castañeda-. Cf. Carta de G. Funes a
su hermano Ambrosio, Buenos Aires, 3 de abril de 1820, en Archivo
del Doctor..., III, 122.
349
. Castañeda elogia el modelo directorial. (Cf. El Desengañador
gauchipolítico..., nro. 18 -1820-, 398).

350
. "El espíritu castellano, o el hispanoamericano [...] forma
nuestro carácter; pues por Castilla somos gente, y Castilla ha
sido nuestra gentilitia domus." (El Desengañador gauchipolíti-
co..., nro. 2 -1820-, 28).

351
. El Observador eclesiástico de Chile (reimpreso en Córdoba),
ap. A. A. Tonda, op. cit., 182.

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